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LOS PELIGROS DE LA DEFORESTACIÓN PARA NUESTRO PLANETA

Giancarlo Elia Valori*

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Los bosques son una parte importante del ecosistema mundial. Debido a factores como la expansión demográfica y agrícola, la deforestación y el comercio ilegal de madera, la protección forestal actual se enfrenta a una situación grave.

Muchos países y organizaciones internacionales participan activamente en diversos proyectos, debaten y resumen experiencias, refuerzan la cooperación y promueven conjuntamente la protección de los bosques.

El lema del día internacional de los bosques 2021, recientemente celebrado, promovido por las Naciones Unidas, ha sido “Restauración forestal: un camino hacia la recuperación y el bienestar”. El secretario general portugués de la ONU, Antonio Guterres, ha dicho que los bosques son vitales para el bienestar humano y la salud del planeta, pero el ritmo actual de su desaparición es escandaloso. Por ello, ha instado a los gobiernos, organizaciones e individuos a tomar medidas urgentes para restaurar y conservar los bosques con el fin de sembrar las semillas para un futuro sostenible.

En la actualidad, el statu quo de la protección mundial de los bosques no da motivos para el optimismo. La pérdida anual de bosques mundiales asciende a diez millones de hectáreas, el tamaño de la superficie terrestre de Islandia. En su última Evaluación de los Recursos Forestales Mundiales, la FAO ha señalado que un total de 420 millones de hectáreas de bosques del mundo han sido destruidos desde 1990.

Las formas de destrucción incluyen la deforestación, la destrucción de tierras forestales para la agricultura o el desarrollo de infraestructuras, etc. Los datos muestran que la población y la expansión agrícola siguen siendo las principales razones de la deforestación, la degradación de los bosques y la pérdida de biodiversidad forestal. Según el informe, el 40% de los bosques tropicales fueron talados entre 2000 y 2010 debido al desarrollo agrícola a gran escala y el 33% debido a la agricultura local de subsistencia.

El contrabando de madera es también una de las principales causas de la degradación de los bosques: en algunos países, la destrucción del 90 % de los bosques tropicales está relacionada con esta actividad ilegal. En los últimos años, el clima extremadamente seco causado por el cambio climático ha originado incendios forestales en el mundo y disparó numerosos desastres indirectos.

En octubre de 2021, el Centro Común de Investigación de la UE informó de que 2019 fue el peor año para los incendios forestales en el mundo: solo en Europa, más de 400.000 hectáreas de bosques fueron destruidas y el área de reservas naturales afectadas por los incendios también alcanzó un nuevo máximo.

La supervivencia de los bosques está estrechamente relacionada con la sostenibilidad de la ecología en la Tierra. Se estima que las emisiones de carbono causadas por la reducción forestal representan entre el 12% y el 15% de las emisiones mundiales. Como subrayan el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la FAO en su informe mencionado, “la tasa de deforestación y degradación de los bosques sigue siendo alarmantemente alta. Esta es una de las principales razones de la continua pérdida de biodiversidad”.

El informe afirma que, con el fin de revertir la grave situación de deforestación y pérdida de biodiversidad, los países deben hacer cambios en la producción y el consumo de alimentos, así como proteger y gestionar los bosques y los árboles como parte de la construcción de ecosistemas paisajísticos integrados, a fin de reparar el daño ya producido.

Algunos países y regiones, en particular los que tienen abundantes recursos forestales (como el Brasil), están adoptando medidas activas para fortalecer la protección de los bosques y el desarrollo sostenible y lograr una transformación económica ecológica.

La Amazonía es una de las “tarjetas de visita” de Brasil. Su selva tropical tiene una superficie total de unos 5,5 millones de kilómetros cuadrados, más del 60% de los cuales se encuentra en Brasil, y el resto en Bolivia, Colombia, Ecuador, Guayana Francesa, Guyana (antes Británica), Perú, Surinam (antes Guayana Holandesa) y Venezuela. La selva amazónica es la selva tropical más grande y rica en especies del mundo, representando el 20% de la superficie forestal del mundo. Se la llama pulmón de la Tierra y corazón verde.

El oxígeno producido por la fotosíntesis representa un tercio del oxígeno global. El dióxido de carbono absorbido cada año representa una cuarta parte de su absorción total del suelo. Por lo tanto, la cuenca del Amazonas tiene un impacto significativo en el clima global y el medio ambiente ecológico.

Con miras a proteger la selva tropical, el gobierno brasileño ha adoptado una fuerte legislación de protección ambiental para aumentar las sanciones por deforestación. El gobierno implementa una política nacional conjunta y centralizada de manejo de bosques tropicales y derechos de tala y desarrolla la tala sostenible. Todas las operaciones de tala en áreas de selva tropical deben ser autorizadas por el Departamento de Protección Ambiental.

La información sobre la tala de árboles, incluidas las especies de árboles, la altura, el centro de recogida, etc., se introducirá en el sistema de gestión para la trazabilidad futura. Además, el Brasil también ha reforzado la vigilancia de las actividades de tala en pequeña escala con la ayuda de imágenes de satélite de alta definición, mejorando así en gran medida la eficiencia de la protección de los bosques tropicales. El gobierno peruano, a su vez, está cooperando con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el sector privado y las comunidades agrícolas para tomar medidas para reducir la deforestación, apoyar la selva tropical sostenible, y mejorar las condiciones de vida de los pobladores de los bosques tropicales.

Se han establecido actualmente más de cien áreas protegidas privadas en todo el Perú para promover el desarrollo de la agricultura sostenible, al tiempo que se apoya la biodiversidad de la selva tropical.

El gobierno de Benín ha actualizado recientemente sus políticas y reglamentos forestales, y está mejorando el sistema de impuestos forestales y desarrollando vigorosamente los recursos forestales. Benín ha invertido para lograr un aumento anual de 15.000 hectáreas de bosques plantados y ha aumentado su producción de madera a 250.000 metros cúbicos por año, proporcionando así oportunidades de empleo y aumentando sus ingresos públicos.

En Tanzania, el gobierno ha cooperado con las organizaciones internacionales pertinentes no sólo para formular planes para proteger los bosques del país y ampliar el tamaño de las reservas forestales, sino también para desarrollar proyectos de ecoturismo y proporcionar oportunidades de empleo a las comunidades alrededor de las reservas naturales.

La Unión Europea ha publicado una serie de documentos políticos en los últimos años, integrando estrechamente la protección de los bosques con las políticas de protección del cambio climático y de la biodiversidad. En 2003, la UE formuló un plan de acción especial para combatir la tala y el comercio ilegales. En diciembre de 2019, anunció un plan de acción para promover la protección y restauración mundiales de los bosques, y propuso directrices prioritarias para su protección, incluidas nuevas medidas reglamentarias, una mayor cooperación internacional y el apoyo a la innovación y la investigación.

A principios de 2020, la UE estableció un sistema conjunto y centralizado de información forestal y tiene previsto llevar a cabo futuros proyectos de seguimiento de la naturaleza y la biodiversidad, los bosques y el cambio climático, la salud de los bosques y la economía ecológica.

Gracias a una reducción sustancial de la deforestación, a la forestación en gran escala y al crecimiento natural de las tierras forestales en algunos países, la tasa de pérdida de bosques se ha ralentizado considerablemente. En comparación con los dieciséis millones de hectáreas de bosque de 1990 a 2000, la reducción de la superficie del bosque mundial de 2015 a 2020 ha disminuido, pero todavía hay mucho margen de mejora.

Con miras a fortalecer la protección ecológica, este año la FAO y el PNUMA han puesto en marcha el Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas. El fortalecimiento de la cooperación mundial y la restauración de los bosques degradados y dañados y otros recursos ecológicos se han convertido en uno de los principales objetivos de las relaciones internacionales.

La FAO declaró que el objetivo de las Metas multilaterales de Aichi para la Diversidad Biológica del Tratado (el Convenio sobre la Diversidad Biológica, que entró en vigor el 29 de diciembre de 1993) era proteger al menos el 17% de la superficie terrestre del mundo a través del sistema de reservas forestales. Ese objetivo se logró en 2020, pero todas las partes deben hacer más esfuerzos para garantizar esta protección.

La comunidad internacional también está estudiando activamente proyectos de cooperación para promover la ordenación mundial de los recursos forestales entre los países. La FAO, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el PNUMA y otros organismos internacionales han colaborado en la elaboración del Proyecto de zona de protección integrada de la Amazonía, en el que participan nueve países y regiones.

El proyecto promueve la supervisión efectiva y coordinada de la reserva amazónica, y ayuda a reducir el impacto del cambio climático en esa zona ecológica y mejorar la resiliencia de los residentes al cambio ambiental.

El Organismo de Desarrollo de la Unión Africana (Auda-Nepad), el Instituto de Recursos Mundiales, el Banco Mundial y otras instituciones han puesto en marcha conjuntamente el Plan de Restauración del Paisaje Forestal Africano, cuyo objetivo es restaurar 100 millones de hectáreas de bosques en África para fines de 2030 con el fin de mejorar la seguridad alimentaria, mejorar la adaptabilidad de los países al cambio climático y erradicar la pobreza rural. Más de 20 gobiernos africanos, así como socios técnicos y financieros, están participando en el plan.

La lección que debemos aprender es que debemos dejar de comportarnos como los gobiernos brasileños de hace años. Debido a su falta de conciencia ambiental, desde la década de 1970 los gobiernos brasileños han estado destruyendo bosques y recuperando tierras baldía en la región amazónica, construyendo redes de carreteras y desarrollando vigorosamente la agricultura y las actividades de cría.

La deforestación ilegal y los incendios forestales, así como la construcción de represas y la construcción de minas, han causado daños sin precedentes a los bosques amazónicos y las áreas protegidas.

Todavía queda un largo camino por recorrer antes de que los bosques y los seres humanos puedan coexistir de manera más armoniosa.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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ARGENTINA Y SU INEXISTENTE PODER BLANDO

Marcelo Javier de los Reyes*

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En un reciente artículo escrito por mi amigo, el Dr. Agustín Saavedra Weise, titulado “Hacia una geopolítica global del poder blando”, ha expresado la relevancia que tiene la implementación de ese poder blando en los tiempos actuales, dominados por la “búsqueda de un reequilibrio global entre las principales potencias mundiales”.

Como ha expresado el Profesor Saavedra Weise:

El buen uso del poder blando hace que un país sea más atractivo y que hasta sea visto como paradigma en el contexto internacional con respecto a un conjunto de acciones, de bienes consumibles o de meras costumbres.

Este párrafo me trajo a la memoria una experiencia personal de ya hace varios años. En 2007, los directores de África Subsahariana y de África del Norte y Medio Oriente de la Cancillería Argentina tuvieron la brillante idea de convocarnos a los académicos que nos especializábamos en esas regiones a colaborar con ideas, con propuestas, para profundizar las relaciones entre nuestro país y el continente africano. Ya desde principios de la década de 1990 mantenía una relación de colaboración con esas y otras áreas de la Cancillería. Por esta razón, en 1998 integré la delegación argentina en la reunión de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS) que se celebró en Buenos Aires, en el Palacio San Martín. En esa oportunidad, unos diplomáticos africanos —cuya nacionalidad mantendré en reserva— me confiaron que verían con agrado un incremento considerable de las relaciones entre Argentina y África, para balancear la fuerte presencia de Brasil, a la que ellos consideraban “una continuidad del Imperio portugués” en África.

Luego de unos tres encuentros en el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, la Dirección de Africa Subsahariana me invitó a participar como expositor en un panel organizado por el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN), el día 6 de septiembre de 2007.

Durante esas reuniones, y especialmente en el ISEN, presenté varias propuestas con la idea, precisamente, de que la Argentina pudiera resultar atractiva para los países africanos como un primer paso de lo que sería el inicio del despliegue de un poder blando por parte de nuestro país.

Desde luego que en ese paquete se encontraban las ofertas que se podían llevar a cabo desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y desde el INVAP, ambas prestigiosas instituciones argentinas que gozan de reconocimiento mundial.

Del mismo modo, propuse que desde el Ministerio se impulsara la creación del Instituto de Cultura Argentina “José Hernández”, en homenaje al autor del mundialmente reconocido “Martín Fierro”; un pasaje de esa obra me motivaba a dar rienda suelta a la creatividad:

Yo no soy cantor letrao,

mas si me pongo a cantar

no tengo cuándo acabar

y me envejezco cantando;

las coplas me van brotando

como agua de manantial.

Este Instituto debería tomar como modelo el Instituto Cervantes de España, es decir que estaría dedicado a la enseñanza del idioma español, así como a la historia y a la cultura argentina, teniendo en cuenta nuestra valiosa herencia hispana. Para ello se podía contar con la colaboración y la experiencia de otra prestigiosa institución, el Instituto de Enseñanza Superior en Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernández”.

En otro orden de cosas, me pareció pertinente “construir el puente” hacia África con una fuerte expansión de Aerolíneas Argentinas, nada menos que nuestra aerolínea de bandera. La propuesta tenía como idea central el desarrollo de un hub en Guinea Ecuatorial.

¿Por qué Guinea Ecuatorial? Por cuestiones culturales e históricas. Guinea Ecuatorial es el único país de África que habla español y, además, porque desde 1778 dependió administrativamente del Virreinato del Río de la Plata por el Tratado de San Ildefonso (1777) y el Tratado del Pardo (1778). Por otro lado, Guinea Ecuatorial tenía convenios con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y sobre esas bases se podía profundizar la relación con ese país, ante el cual teníamos un embajador concurrente. Para llevar adelante esta propuesta era relevante abrir una embajada en Guinea Ecuatorial. Aún hoy la Argentina no ha abierto una embajada en Malabo y nuestro embajador en Nigeria es el embajador concurrente ante el gobierno ecuatoguineano.

Se podría argumentar, como alguien lo hizo, de que no es un país democrático. ¿Es que los países desarrollados solo tienen relaciones diplomáticas y practican el comercio con naciones que tienen gobiernos democráticos? En esto debemos dejar de lado ciertos pruritos o la hipocresía: los países se guían por intereses.

El establecimiento de un hub por parte de Aerolíneas Argentinas contemplaría la participación de la empresa argentina Aeropuertos 2000 y de otras empresas argentinas que pudieran incorporarse al proyecto. Desde ese hub, con otros aviones, Aerolíneas podía desplegarse a las principales capitales africanas o bien continuar con vuelos a Medio Oriente y el Lejano Oriente. Algo similar al rol que cumple el aeropuerto de Dakar (Senegal) y que también es usado como escala técnica por los aviones de la RAF (Royal Air Force) que vuelan hacia y desde las nuestras usurpadas islas Malvinas.

La distancia entre Argentina y Guinea Ecuatorial es de 8.723 kms y desde este país a Japón, por ejemplo, de 13.185 kms. La distancia total es prácticamente similar a la que se realizaría volando a Frankfurt desde Argentina (12.272 kms) y desde ese aeropuerto a Japón (9.043 km).

A mi juicio, esta inversión redundaría en una considerable expansión de la empresa y traería con ella la apertura de mercados en África, Medio Oriente y el Este Asiático. Demás está decir que la apertura de mercados implica producción nacional y trabajo para los argentinos.

Seguramente no faltará quien considere esto es poco factible, pero vale aquí recordar que el 8 de marzo de 2018 (Día de la Mujer) Ethiopian Airlines realizó su vuelo inaugural a Buenos Aires, vuelo que fue operado completamente por mujeres. Cabe recordar que Argentina había perdido la conectividad con África en 2014, luego que South African Airways, dejara de volar a la Argentina.

A diferencia de Aerolíneas Argentinas, que ha perdido rutas —incluida la transpolar de la que fue pionera, conectando Buenos Aires con Nueva Zelanda y Australia— por la inoperancia de quienes la condujeron en las últimas décadas, Ethiopian Airlines —al menos hasta el comienzo de la pandemia— era el mayor grupo aéreo de África, con un plan de vuelos regulares internacionales y nacionales, que incluía más de 115 destinos en todo el mundo. Aún hoy continúa volando a nuestro país, en el marco de las restricciones imperantes.

Estas propuestas, obviamente, no fueron más allá de las reuniones y no responsabilizo de ello a los diplomáticos de carrera sino a la ceguera de los funcionarios políticos de turno en la Cancillería. Llevamos décadas debatiendo sobre nuestra política exterior con África, lo que hoy no tiene sentido cuando cabe preguntarse qué política exterior tiene la Argentina, pues lleva demasiado tiempo sin rumbo y sin el peso internacional que supo tener.

Mis propuestas, precisamente, apuntaban a desarrollar ese “poder blando” al que se refería el Dr. Agustín Saavedra Weise, quien en su artículo destaca que América Latina podría proyectar algunos elementos de poder blando “si se lo propone”, lo cual podría hacer “tanto en conjunto como a nivel individual”. Coincido con mi amigo en que “hay otros elementos positivos en nuestra región que pueden ser vendidos al mundo como poder blando” y reitero su misma pregunta: “¿Qué estamos esperando?”

En estos tiempos convulsos, preocupantes, angustiantes que nos toca vivir en nuestra región vale recordar aquellos célebres versos del Martín Fierro:

Los hermanos sean unidos

porque esa es la ley primera;

tengan unión verdadera

en cualquier tiempo que sea,

porque si entre ellos pelean

los devoran los de afuera.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

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PRESENTACIÓN DEL ANUARIO 2020 DEL CEID

Los miembros del Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID) y de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) tenemos el agrado de presentar el Anuario del CEID 2020, en el que autores de Argentina, Bolivia, Cuba, España, Italia, Jordania, Perú y Venezuela analizan relevantes cuestiones que tuvieron lugar en el escenario mundial, así como otros temas que consideramos de interés, ya desde una perspectiva geopolítica y estratégica, ya desde una visión histórica, habida cuenta de que es verdaderamente difícil comprender los conflictos y numerosos hechos actuales si no se tiene conocimiento del devenir de la historia.

Si bien el tema del COVID 19 ha concitado la atención de los medios, de los gobiernos y de las diversas sociedades durante 2020, hemos evitado centrarnos exclusivamente en esta problemática, la cual si es abordada en algunos artículos.

El propósito de esta nueva edición del Anuario del CEID es favorecer la comprensión de un escenario mundial altamente complejo. Para ello se ha convocado a prestigiosos docentes e investigadores de diversos países:

Salam Al Rabadi (Jordania, España, El Líbano), David Alvarado (España), Mayra Bárzaga García (Cuba), Francisco Carranza Romero (Perú), Miguel Ángel Cúneo Argentina, Sunamis Fabelo Concepción (Cuba), María Elisa Gentile (Argentina), Ruvislei González Sáez (Cuba), Orietta E. Hernández Bermúdez (Cuba), Alberto Hutschenreuter (Argentina), Laura Malagón Sotero (Cuba), Roberto Mansilla Blanco (Venezuela, España), Juan Cruz Margueliche (Argentina), Enrique R. Martínez Díaz (Cuba), Xulio Ríos (España), Agustín Saavedra Weise (Bolivia), Juan José Santander (Argentina), Yoslán Silverio González (Cuba), Isabel Stanganelli (Argentina), Giancarlo Elia Valori (Italia) y Marcelo Javier de los Reyes (Argentina), quien además dirige la publicación.

Finalmente, deseamos informar que el Anuario del CEID puede ser descargado gratuitamente desde la página https://saeeg.org/wp-content/uploads/2021/05/ceid_anuario_2020.pdf

 Agradecemos su difusión.