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PRESENTACIÓN DEL ANUARIO 2019 DEL CEID

 

Los miembros del Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID) y de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) tenemos el agrado de presentar el Anuario del CEID 2019, en el que autores de ocho países —Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, España, Perú, Portugal y Sudáfrica— analizan relevantes cuestiones que tuvieron lugar en el escenario mundial, así como otros temas que consideramos de interés, ya desde una perspectiva geopolítica y estratégica, ya desde una visión histórica, habida cuenta de que es verdaderamente difícil comprender los conflictos y numerosos hechos actuales si no se tiene conocimiento del devenir de la historia.

Cabe agregar que a partir de esta edición, el Anuario del CEID es el producto de una sinergia entre éste y la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEGG), dado que varios de sus miembros forman parte de ambas entidades.

El propósito de esta nueva edición del Anuario del CEID es favorecer la comprensión de un escenario mundial altamente complejo. Para ello ha convocado a prestigiosos docentes e investigadores de diversos países: F. Javier Blasco (España), Juan José Borrell (Argentina), Magdalena Carrancio (Argentina), Francisco Carranza Romero (Perú), Miguel Ángel Cúneo (Argentina), Sunamis Fabelo Concepción (Cuba), Christiaan Fensham (Sudáfrica), Carlos Fernández Pardo (Argentina), Gabriel D. Frontons (Argentina), Alberto Hutschenreuter (Argentina), Roberto Mansilla Blanco (España), Juan Cruz Margueliche (Argentina), Héctor Martínez (Argentina), Fabricio Rauber Lema Ecuador), Xulio Ríos (España), Agustín Saavedra Weise (Bolivia), Claudia Sánchez Savín (Cuba), Juan José Santander (Argentina), Isabel Stanganelli (Argentina), María Julia Sorrentino (Argentina), Fernando Velasco Fernández (España) y Marcelo Javier de los Reyes (Argentina).

Finalmente, deseamos informar que el Anuario del CEID puede ser descargado gratuitamente desde la página https://saeeg.org/wp-content/uploads/2020/05/ceid_anuario_2019.pdf

Agradecemos su difusión.

JAIME APARICIO: “HAY PAÍSES DE AMÉRICA QUE PIENSAN EXIGIR UNA INDEMNIZACIÓN A CHINA”

ENTREVISTA AL EMBAJADOR DE BOLIVIA ANTE LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS

 Leopoldo Jose Vegas Rondon

 

Afirma que en esta crisis, la OEA trabaja en el aspecto sanitario, a través de la OPS, y en la parte política y económica negocia con organismos financieros internacionales

 

¿Qué ha cambiado en el sistema interamericano con esta pandemia de coronavirus?

Ha provocado cambios radicales, porque tanto en el sistema interamericano como en los mismos países viviremos un antes y un después del brote del coronavirus. Esta pandemia nos ha encontrado en una situación de indefensión porque nadie estaba preparado para una crisis global de esta magnitud. Todo cambiará, al menos por los próximos meses, y luego tendrá efectos a largo plazo porque, aparentemente, debemos acostumbrados a guardar las distancias y a estar atentos con la vigilancia sanitaria.

En lo inmediato, el Consejo Permanente de la OEA, las instituciones y las comisiones nos hemos ido adecuando a la realidad. Por ejemplo, apenas comenzó el virus tomamos medidas de emergencia. La reelección del secretario general (el 20 de marzo) fue el último acto que se hizo con presencia de los delegados. A partir de la semana pasada se ha entrado al mundo de las reuniones virtuales, lo que significa un cambio muy grande porque nadie estaba acostumbrado a interactuar en este tipo de sesiones.

En los países miembros de la OEA hemos visto sistemas de salud frágiles y con efectos devastadores en sus economías. ¿Hay algunas recomendaciones del organismo para enfrentar esta crisis?

Hay dos esferas: una que está dirigiendo la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que también ha tenido grandes fallas en el pasado debido a que se politizó y fue una de las precursoras del envío de médicos cubanos a diferentes países, pero ahora la OPS está asumiendo el problema y mantiene una interacción con los diferentes ministros de Salud de los países miembros para emitir recomendaciones sobre el manejo del coronavirus. Por otro lado, el rol que está cumpliendo la OEA es fundamental. El secretario general, Luis Almagro, se ha reunido con todos los organismos internacionales, es decir con el BID, con la CAF, el FMI, la Cepal, el Banco Mundial y agencias de cooperación para analizar y buscar respuestas conjuntas a esta crisis económica. Si no existe una coordinación política, y aquí la actuación de la OEA es fundamental, se producirán lineamientos contradictorios y se repetirán acciones del pasado. Ahora se busca coordinar medidas a futuro. Esta crisis ha encontrado a los países sin ninguna preparación.

En el caso de Bolivia es mucho más dramático porque hemos descubierto que no se habían hecho inversiones en salud en los últimos 14 años. Lo peor es lo que se viene porque después de la pandemia corresponde recomponer las economías en medio de una crisis global, peor ahora con la caída de los precios del petróleo. Nuestros ingresos prácticamente se reducirán a nada y tiene que haber políticas de salvamento bien coordinadas, que incluyan inversión privada y fondos de los organismos crediticios; ese rol lo está tomando la OEA.

Algunos economistas mencionan el ciclo de 2015 a 2025 como la década perdida, ¿existen proyecciones o evaluaciones sobre eso?

Sí, se está viendo que habrá un promedio del -5% del Producto Interno Bruto (PIB) a escala mundial, lo que significa que habrá una recesión que nunca antes se había producido por el carácter no solo regional de la crisis, sino por la forma que afectará a países que venían sufriendo algunos problemas económicos después del boom de los precios de las materias primas que hubo hasta 2014. Es una situación muy difícil la que se viene y será un cambio radical para los países porque no se podrán aplicar medidas de austeridad como se hacía en el pasado.

El propio Fondo Monetario Internacional ha cambiado radicalmente su visión. No se pueden exigir cortes de gastos públicos, por ejemplo, que afecten a las poblaciones más pobres. Se tendrán que diseñar nuevas estrategias, entre ellas la de diversificar nuestras economías, de las que tanto hemos hablado y poco se ha hecho. Está comprobado que vivir de la exportación de materias primas es una receta muy frágil porque aunque haya épocas de bonanza, al final acaba siendo un factor que empeora las crisis. Actualmente vemos la caída de los precios del petróleo y los países que viven de la exportación del crudo se quedan en cero, como ha ocurrido en Venezuela. Habrá que invertir más en nuevas energías, en industrias que generen trabajos, en nuevos productos. Es decir, hay que desarrollar un gran proyecto con mucha imaginación y con una idea muy distinta al extractivismo y a la explotación de materias primas. Habrá que imitar algunas acciones asumidas por determinados países, como los denominados Tigres Asiáticos.

¿Qué otro tipo de cambios introducirá el FMI a partir de esta crisis?

Estamos viendo cambios muy radicales. La nueva presidenta del Fondo Monetario Internacional (la búlgara Kristalina Georgieva) ha reconocido muchos de los errores que se han cometido en el pasado, incluso dentro de las víctimas figuran Bolivia, porque se aplicaban muchas medidas de austeridad sin tomar en consideración el contexto político y social, lo que provocaba un efecto desastroso en el pueblo. Creo que todas las instituciones saben que las soluciones no vienen por asumir medidas de austeridad sin criterio. Decir vamos a balancear nuestros gastos y nuestros ingresos no ha funcionado en América Latina, incluso nos ha llevado al borde de la explosión social. Considero que en el contexto actual ningún país en la región puede tomar medidas de austeridad como en el pasado. Por el contrario, creo que habrá que pensar en nuevos modelos de desarrollo que incluyan como prioridades la salud, la educación y la generación de empleos como elementos de inversión, no de gastos.

Se estima que en el mundo habrá unos 25 millones de nuevos pobres, de los cuales 1,7 millones, aproximadamente, estarán en Bolivia. ¿Qué se debe hacer para evitar un estallido social por causa de la falta de empleos y el aumento del hambre?

El aspecto social es el punto central del problema. Hemos descuidado aspectos básicos, como educación, salud y empleos porque siempre hemos vivido de un desarrollo que no era sostenible y ahora estamos pagando las consecuencias. El problema es mucho más grave porque se produce en un contexto mundial. En esta semana (jueves 23 de abril) hay cuatro millones de nuevos desempleados en Estados Unidos. El número de personas que han perdido sus fuentes laborales en este país, considerado entre los tres más ricos del mundo, está cerca de los 26 millones. Estamos llegando a una crisis que afectará a todos los países y cada nación, obviamente, estará preocupada en resolver sus propios problemas. Lo mismo sucede en Europa. España, por ejemplo, ha superado todos los antecedentes de desempleo en su historia. Esto significa que los países no estarán en condiciones de ofrecer cooperación real y eso agrava nuestra situación en Bolivia. Tenemos que buscar un nuevo tipo de desarrollo que permita emplear gente a gran escala y eso significa que por primera vez seamos serios en los aspectos de integración regional; tenemos que ampliar nuestros mercados. En América Latina somos 400 millones de personas y podríamos tener una salida a esta crisis. Esto significa invertir en infraestructura y en energía.

En América Latina existen los mecanismos más antiguos de integración, incluso primero que en Europa, pero las diferencias políticas e ideológicas han impedido que haya avance entre nuestros países. ¿Qué se puede hacer ahora?

Ese es uno de los grandes problemas de la región. Nos hemos embarcado en las peleas ideológicas y ese ha sido otro de los grandes absurdos de nuestros países. Octavio Paz (escritor y diplomático mexicano) decía que en América Latina deberíamos dejar de hacer política en nuestras relaciones y deberíamos tener la ideología del sentido común. Efectivamente, las diferencias ideológicas han acabado con el Mercosur (Mercado Común del Sur), con la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y todos los mecanismos de integración que existían en Latinoamérica. Tenemos que volver a una idea de integración porque existe la complementariedad entre países. Si pudiéramos consolidar la interconexión física desde el Atlántico hasta el Pacífico y dividirnos las funciones en términos de productividad, permitiría diversificar nuestra economía y generar empleos. El gran daño que existe entre nuestros países es por nuestras diferencias políticas e ideológicas.

¿Este gran proyecto de integración incluiría a EEUU?

Estados Unidos tendría que ser un socio de algún proyecto, así como Canadá, pero las condiciones serían distintas. En estos momentos EEUU se ha aislado. Este tiene que ser un proyecto, inicialmente, sudamericano porque están dadas las condiciones de conexión, sobre todo teniendo países como Brasil, Colombia, Chile y Perú con los que tendríamos que buscar una salida a los problemas comunes con soluciones comunes.

¿Cómo evalúa la actuación de Estados Unidos en esta pandemia?

No ha existido un liderazgo de Estados Unidos porque no ha podido controlar internamente la pandemia. Pero, además, ha enfrentado dificultades internas porque la educación y la salud están totalmente descentralizadas, en el sentido de que la administración del sistema de salud corresponde a cada estado. Esto significa que los 50 estados de la Unión definen sus propias políticas, por lo tanto, resulta muy difícil que puedan existir directrices centralizadas en la forma de cómo combatir el coronavirus. Por eso vemos esas diferencias. Algunos estados quieren levantar la cuarentena en mayo, pero hay otros, como Maryland, Washington y Virginia, donde es oficial que hasta el 15 de mayo todo continuará cerrado; también hay gente en otros estados que no cumple con la cuarentena porque es voluntaria. Si no controlas en todo el país y hay un foco de infección en un lugar, es muy fácil que se pueda propagar el Covid-19.

Hay otras situaciones, como en el caso de México, donde su presidente (Andrés Manuel López Obrador) decía que no había nada de malo con abrazarse en esta época de pandemia, lo que hace que se afecte a otros países. No es cuestión de librarse uno solo porque el contagio es muy rápido, muy fuerte, y si no existe una cuarentena total, es difícil controlar el virus. Las autoridades alertan que en el próximo invierno puede haber una recaída con este virus. Estamos en una situación muy seria. Por ejemplo, vemos el caso de Nueva York, que se ha convertido en el foco mundial del problema. Europa tampoco ha podido hacer mucho.

¿Qué tipo de cambios habrá en el mercado global?

Habrá que esperar cuánto tiempo demora la crisis, de eso dependerá. Si se prolonga, tendremos que analizar que tendrá efectos devastadores con algunos sectores de la economía, como por ejemplo los prestadores de servicios. Si pensamos en algunas actividades, como el turismo, en caso de que se extienda esta pandemia veremos que colapsará la economía de algunos países del Caribe o de pequeñas naciones de África. Pronto llegará la temporada de huracanes en el Caribe y si algunos de ellos llegan con fuerza a las islas caribeñas, como sucedió en los últimos años, tendremos países colapsados. Felizmente en Bolivia no estamos en esa situación.

Hay países que están en una situación extrema y eso lo vemos en la OEA. Algunas islas del Caribe pueden convertirse en estados fallidos, y eso cambiará la economía mundial. Habrá que pensar que mientras más se prolongue la crisis, se arruinará más la economía. Tendremos que ir a un sistema de menos consumo, de disminución de competencia para enriquecerse, de más conciencia ambiental y de solidaridad internacional.

¿Cómo se ve el desempeño de Bolivia en esta crisis?

Hay coincidencia en que Bolivia está entre los países que lo está haciendo mejor. Sin embargo, hay dos aspectos que preocupan a la comunidad internacional. El primero, la dificultad de contar con estadísticas reales porque, en América Latina en general, los números derivan de las personas que acuden a los hospitales, pero no hay pruebas masivas para contar con estadísticas totalmente confiables de cuán grave es el problema del coronavirus.

El segundo, es que nuestros hospitales no están preparados para las complicaciones de carácter masivo para recibir a los pacientes contagiados con el coronavirus, como sucedió en Guayaquil (Ecuador). El problema no es solo contar con los recursos y haber estado preparados, sino que esta pandemia todo lo va cambiando según su avance. Estaba leyendo que un 80% de las personas que han sido intubadas o conectadas a ventiladores ha muerto. Esto significa que lo que hasta hace un mes se pensaba que era la solución para los enfermos, ahora resulta que se descubre que no era tan efectivo para todos los casos. Con la desesperación compras ventiladores, pero resulta que los anticuerpos que tenemos para defendernos del Covid-19 atacan el sistema cardiovascular y otros órganos. El problema es que la única solución que existe en muchos países, incluyendo Bolivia, es la cuarentena. No hay otra.

¿Existe alguna propuesta de los países miembros de la OEA para exigir una indemnización a China?

No hay una propuesta en bloque, pero sí hay países que están pensando en esa posibilidad. Ese es un tema que se está mencionando con insistencia, aunque no se ha discutido de forma colectiva, pero eso dependerá del grado de investigación que hagan Europa y EEUU. Si se puede documentar que esto comenzó mucho antes y no se informó o que el virus se desarrolló en un laboratorio, puede ser muy grave y puede generar acciones legales de los países.

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/177520_jaime-aparicio-hay-paises-de-america-que-piensan-exigir-una-indemnizacion-a-china

 

AMÉRICA CAUTIVA. LA APREMIANTE NECESIDAD DE CONSTRUIR UNA IDENTIDAD Y UN MODELO DE DESARROLLO PROPIO.

Marcelo Javier de los Reyes*

 Guillermo Emilio Magrassi

El origen de “América Latina”

El sociólogo y antropólogo argentino Guillermo Emilio Magrassi (1936-1989), conducía a mediados de la década de los 80 el programa de televisión “La aventura del hombre”, uno de los mejores programas de esa época. En la introducción de los documentales siempre hacía un valioso aporte intelectual, sobre todo para quienes cursábamos por entonces carreras humanísticas. En aquella época no había Internet ni cable y la televisión se limitaba a prácticamente cinco canales, por lo que estos comentarios previos eran sumamente enriquecedores.

Uno de ellos lo dedicó a exponer el origen de por qué nosotros somos “latinoamericanos” y no “americanos”.

Los orígenes de nuestra denominación se remontan a la colonización y a la puja que existía entre las potencias europeas, a la que luego se sumaron los Estados Unidos, ambicionando conformar una América “sin europeos”, como lo expresara la doctrina Monroe (1823).

Michel Chevalier (1806-1879), escritor y economista francés, fue quien acuñó el término “latina” para referirse a la parte hispana y portuguesa del continente americano y lo hizo en la recopilación de sus cartas titulada Lettres sur l’Amérique du Nord (1837), escritas durante su estadía en los Estados Unidos. A su criterio Francia, la nación latina más importante, estaba llamada a erigirse como la regente sobre los pueblos de América del Sur, esos pueblos hispanoamericanos que veía con desdén.

Michel Chevalier. “Lettres sur L’Amérique du Nord”. Editorial: Charles Gosselin et Cie, Paris, 1837.

El filósofo e historiador argentino Arturo Andrés Roig (1922-2012), en su libro Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano[1] se explayó sobre los nombres que, sucesivamente, fueron dados al continente:

En los siglos XVI Y XVII se hablaba de las Américas que integraban el Imperio español y el portugués, denominándolas “Indias Occidentales”, “Nuevo Mundo”, “Nuevo Orbe”, etc. En el siglo XVIII se generalizó el ya por entonces antiguo término “América”, y en relación con él aparecieron los de “América Española” y “América Portuguesa”. Más tarde, en el siglo XIX, pasada su primera mitad, se hablará de “América Latina”. A comienzo del siglo XX, y sin que dejaran de usarse a veces y en particular los nombres que se imponen desde la segunda mitad del siglo XVIII, se hablará de “Hispanoamérica”, “Iberoamérica”, “Indoamérica”, “Euroamérica”, “Eurindia”, etc.

Arturo Andrés Roig (1922-2012)

Asimismo, Roig se explayó sobre el origen francés de “América Latina” y al sentido que le dieron dos intelectuales americanos: el chileno Francisco Bilbao (1823-1865) y el colombiano José María Torres Caicedo (1830-1889). Ambos lo hicieron en 1856, Francisco Bilbao en una conferencia dictada en París el 24 de junio y José María Torres Caicedo en un poema titulado Las dos Américas, también en París el 2 de septiembre[2]. Francisco Bilbao le dio al término una impronta anticolonialista, antiimperialista. Por su parte Torres Caicedo marcó las diferencias entre el norte y el sur. Así comienza el poema de Torres Caicedo:

Rica, potente, activa y venturosa

Se levanta de América en el Norte

Una nación sin reyes y sin corte,

De sí señora —esclava de la ley;

Débil ayer, escasa de habitantes,

Al ver que Albión su libertad robaba,

¡Atrás, gritó: la servidumbre acaba,

Porque hoy un Pueblo se proclama rey!

En su poema habla del odio del “yankee” a la raza española y sus ambiciones sobre el resto de América. Ya mencionaba que la “Unión” era imposible y que el sur y el norte tendían a separarse. Torres Caicedo, además de señalar la diferencia entre las partes, mencionó en su poesía a “América Central”, a “América del Sur” y a “la raza de América Latina” que al frente tiene la raza sajona.

Luego, el término “América Latina” fue utilizado en 1861 por el francés Lazare Maurice Tisserand (1822-1893) y fue coincidente con la invasión de Napoleón III a México, es decir que tuvo su origen en las ambiciones imperialistas de Francia en América —en el marco de la reestructuración de su “gloria imperial” emprendida por el sobrino del primer Napoleón— e intentó identificar a los países colonizados por los españoles, los portugueses y los franceses dentro de un mismo bloque. Esta utilización del término se enmarcaba en una “ideología panlatinista”, acuñada por los franceses y bien acogida por varios escritores hispanoamericanos[3]. Por esos años Francia deseaba imponer su autoridad ante Rusia, el Reino Unido y una Alemania que estaba forjando su identidad.

La intervención francesa en México. Secretaría de la Defensa Nacional, Gobierno de México,<https://www.gob.mx/sedena/documentos/la-intervencion-francesa>

Esa identificación geográfica y cultural aún continúa. En la actualidad se conoce a “América” sólo como a los Estados Unidos y a los países que fueron otrora colonias españolas, portuguesas y francesas como “América Latina” —que en realidad constituyen geográfica y demográficamente la mayor parte de América—, deformando la concepción histórica americana. ¿Por qué no se habla de una América —en referencia a los países iberoamericanos— y de una “Angloamérica”? Digo Angloamérica porque tampoco es correcto llamarla como “anglosajona” —otra confusión terminológica creada adrede— ya que según el diccionario de la Real Academia Española los sajones son los habitantes de Sajonia, Alemania. Claro que una parte de ese pueblo germánico que habitaba antiguamente en la desembocadura del Elba, se estableció en las islas británicas en el siglo V, pero eso no lleva a que al conjunto de pueblos de esas islas se los considere sajones. Los celtas, por ejemplo, no lo eran ni lo son actualmente.

Evidentemente esta cuestión de considerar a los estadounidenses —no “norteamericanos”— como “americanos” tiene una intencionalidad que también ancló en el expansionismo de los Estados Unidos que se remonta a las primeras décadas del siglo XIX.

A propósito de esta clasificación, cabe aclarar que fueron los españoles quienes llegaron primero a estas tierras y descubrieron un nuevo continente. También fue la difusión de los mapas del nuevo continente realizados por el navegante florentino Amerigo Vespucci (1454-1512) —quien se persuadió de que no se trataba de las Indias sino de otras tierras—. De ahí que a estas tierras se las denominara posteriormente “América”.

El primer mapa que hace referencia directa a América en su nomenclatura es la Universalis Cosmographia Secundum Ptholomei Traditionem e Et Americi Vespucci, carta geográfica realizada por Martín Waldseemüller y publicada en 1507.

A los españoles les siguieron, bien pronto, otros “latinos”: los portugueses. España y Portugal eran las grandes potencias de la época.

Del mismo modo me parece interesante mencionar que no fueron los británicos o los franceses los primeros en llegar a la “Angloameríca” o “Francoamérica”, es decir la región norte del continente, sino un militar español quien —según una versión carente de datos históricos— buscaba la fuente del rejuvenecimiento. Juan Ponce de León (1460-1521), siguiendo las indicaciones de los aborígenes para encontrar esa fuente de aguas que rejuvenecían, desembarcó en Pascua de 1513 en un territorio que denominó La Florida y, con anterioridad, había descubierto Puerto Rico. En 1521 retornó a La Florida para fundar una colonia como gobernador.

Las instituciones regionales, una muestra de la subordinación

Los verdaderos americanos, como hemos asumido conscientemente nuestra subordinación al imperio que sea, hemos creado una serie de instituciones en las que dejamos en claro que son “latinoamericanas” y no “americanas” como, por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPAL) y el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA).

Cuando se creó una nueva institución que intentaría quitarle protagonismo y poder a la Organización de Estados Americanos (OEA), hegemonizada por Estados Unidos, nuevamente se utilizó una denominación que pondría en evidencia esa subordinación y que, de hecho, limitaría su ampliación a otros países del continente. De este modo, como resultado de las Declaraciones de Cusco (8 de diciembre de 2004), de Brasilia (30 de septiembre de 2005) y Cochabamba (9 de diciembre de 2006) y en ocasión de la firma del Tratado Constitutivo en Brasilia, en mayo de 2008, se estableció la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), del cual participaron Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.

En el preámbulo de ese Tratado Constitutivo manifestaron “su determinación de construir una identidad y ciudadanía suramericanas y desarrollar un espacio regional integrado en lo político, económico, social, cultural, ambiental, energético y de infraestructura, para contribuir al fortalecimiento de la unidad de América Latina y el Caribe”. La integración, la unión, el desarrollo sostenible, el bienestar de los pueblos y la resolución de los problemas regionales (pobreza, exclusión y desigualdad social), la integración energética, la integración industrial y productiva, el intercambio de información y de experiencias en materia de defensa, formaron parte de los objetivos constitutivos de la UNASUR[4].

Su creación se debió a que varios gobiernos de la región —los de Néstor Kirchner en Argentina, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador— se enrolaban ideológicamente en lo que se ha dado en llamar “progresismo”, vinculado a las tendencias desarrollistas, es decir que procuraba el desarrollo y el progreso de la sociedad en todos los ámbitos, particularmente en el político-social. De alguna manera, el progresismo es afín a la ideología de izquierda.

Desde entonces el mapa ideológico de la región ha sufrido grandes cambios en el sur de América y varios países han dado un giro hacia el centro y la derecha —o dicho de otro modo, hacia gobiernos más “liberales”—, como Ecuador con Lenin Moreno, Brasil con Jair Bolsonaro, Argentina con Mauricio Macri y, a fines de noviembre de 2019, Uruguay con el triunfo electoral de Luis Lacalle Pou. Sin embargo, en 2019, una serie de convulsiones que conmocionaron a Ecuador, Chile —considerado el “país modelo” de la región— y Bolivia, país donde los levantamientos de los sectores opositores derivaron en la renuncia y en el exilio de Evo Morales y en el nombramiento de Jeanine Añez como presidente.

Como consecuencia de estos cambios de gobierno, varios países de la región se retiraron de la UNASUR. Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Paraguay tomaron esa decisión.

El 12 de abril de 2019, la Argentina “denunció el Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), a través de una comunicación dirigida a la República del Ecuador en su calidad de depositario y una nota detallada al Presidente Pro Tempore de este organismo regional, el Canciller del Estado Plurinacional de Bolivia”[5]. El comunicado de la Cancillería Argentina agrega:

Esta decisión fue tomada en el marco de la crisis que aqueja a ese Organismo, manifestada en la acefalía de la Secretaría General por más de dos años, así como una agenda con alto contenido ideológico y muy alejada de sus objetivos iniciales y el desorden administrativo que prevaleció en la organización los últimos tiempos. Este diagnóstico sobre la situación de la UNASUR es compartido por varios países de la región, algunos de los cuales, tal el caso de Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú, también tomaron la decisión de retirarse de la Unión.

Al comunicar su decisión a la Presidencia Pro Tempore, la Argentina ratificó su vocación y voluntad integracionista así como su disposición a explorar alternativas de integración regional más eficientes y con resultados tangibles para nuestras sociedades.

Al retirarse Ecuador, se consideraba que la sede del organismo se trasladaría a Bolivia pero la renuncia de Evo Morales abre dudas sobre el futuro del organismo. El 15 de noviembre de 2019, la canciller interina de Bolivia, Karen Longaric, confirmó que su gobierno decidió la salida del país de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y que analiza también el retiro de la UNASUR[6].

Como resultado de ello, solo Guyana, Surinam, Uruguay y Venezuela permanecerían actualmente como miembros de la UNASUR, es decir cuatro de los doce países firmantes.

En este contexto de cambios, mientras que Uruguay gira hacia la centroderecha con Luis Lacalle Pou, poniendo fin a 15 años de gobiernos del izquierdista Frente Amplio, Argentina retoma el camino del progresismo con Alberto Fernández, tras cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, quien dejó a su país en una crisis económica y moral.

El canciller argentino, Felipe Solá, ha manifestado la intención de que la Argentina regrese a la UNASUR y afirmó que la decisión de no invitar al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a la asunción de Alberto Fernández a la presidencia fue “una medida estratégica” para avanzar con el objetivo de “recrear” la UNASUR junto a países que son críticos del gobierno venezolano. Agregó que se encuentran dialogando con seis o siete países para “entablar conversaciones positivas” en ese sentido[7].

El potencial de la región

En 2013 expertos de la UNASUR propusieron realizar un inventario de las riquezas naturales de la región, así como la creación de un instituto de altos estudios sobre esta temática con el fin de diseñar estrategias para su aprovechamiento[8]. En la actualidad, la región —de una extensión de 17 millones de kilómetros cuadrados— cuenta con una población superior a los 400 millones de habitantes, posee el 32% del agua dulce y una gran riqueza en términos de biodiversidad (ocho millones de kilómetros cuadrados de bosques, dos océanos). En América del Sur también se encuentra “el triángulo del litio” —conformado por Argentina, Bolivia y Chile— que, según datos de 2018 del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), concentra alrededor del 67% de las reservas probadas de ese mineral y cerca de la mitad de la oferta global[9]. Otros informes consideran que ese porcentaje es aún mayor. Por su parte, Perú tendría uno de las mayores reservas de litio en Puno[10]. Este mineral es esencial para la fabricación de baterías de celulares, computadoras portátiles y autos eléctricos.

Venezuela es el país con mayores reservas mundiales de petróleo, 302.300 millones de barriles (1° de enero de 2018), conforme a información estadística obtenida de The World Factbook de la CIA (Central Intelligence Agency) de los Estados Unidos. En el listado de los países con las mayores reservas de petróleo del mundo se encuentra Brasil en el puesto número 14 (12.630 millones), Ecuador en el puesto 17 (8.273 millones) y Argentina en el 32 (2.162 millones).

Con respecto a las reservas mundiales de gas —según el The World Factbook—, Venezuela se encuentra en el 7° lugar de la lista. Sin embargo, el megayacimiento hidrocarburífero no convencional de Argentina, Vaca Muerta, sería la segunda reserva más grande de gas no convencional y la cuarta de petróleo no convencional[11].

Vaca Muerta es una formación sedimentaria depositada en un mar de edad jurásica, en la Cuenca Neuquina. Fue denominada así en 1931 por el doctor en Geología y Paleontología estadounidense Charles Edwin Weaver (1880-1958).

La región cuenta, además, con otros minerales como plata (42%), cobre (38%), estaño (33%), hierro (21%), níquel (14%) y otro recurso estratégico que se inserta en la guerra comercial entre Estados Unidos y China: las denominadas “tierras raras”, que no son ni “tierras” ni “raras” sino un grupo muy variado de elementos químicos y tampoco son tan escasos. Por el contrario, son bastante abundantes, como por ejemplo el cerio que es el elemento 25º en la tabla de abundancia en la corteza terrestre, parecido al cobre[12]. Se trata de un conjunto de 17 elementos químicos: escandio, itrio y los 15 elementos del grupo de los lantánidos (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometeo, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio). Estos elementos son vitales en la industria de alta tecnología.

La mayor parte de esas reservas se encuentran fundamentalmente en China[13] y en el marco de la guerra comercial entre ambas potencias, China consideró limitar la exportación de estos minerales críticos[14]. En la región, Brasil es —aunque muy lejos de China— el país que cuenta con reservas de estas tierras raras y que, actualmente, se encuentra alineado a los Estados Unidos, por lo que puede ser considerado como un proveedor de esos elementos si China decidiera no suministrárselos en el caso que la tensión se incremente entre ambas potencias.

Entre los puntos que deben considerarse es que la región es una gran productora y exportadora de alimentos y que sus habitantes hablan dos lenguas mutuamente inteligibles.

A modo de conclusión

En función de lo expuesto, creo conveniente citar nuevamente a Guillermo Emilio Magrassi quien, acaso por haber fallecido joven, no logró sembrar en profundidad sus ideas ni en nuestro país ni en América. En 1985, cuatro años antes de su muerte, escribió:

El país, al igual que la nación, sigue fragmentado. Somos como un archipiélago de islas separadas, vertical y horizontalmente, social y culturalmente. No basta siquiera con que podamos llegar a reconocer nuestra plurietnicidad, ni que lleguemos a encontrar en nuestra realidad pluricultural un motivo más o menos fundamental para ser pluralistas. Somos dependientes, periféricos, sobre todo culturalmente y porque no nos conocemos.

Esta visión acerca de la Argentina bien puede ser extrapolada y llevada a América. Tal vez cuando se refirió a “la nación” también podría haberlo hecho a América ya que podemos preguntarnos si es diferente la situación respecto a los denominados países latinoamericanos. Se escucha a la dirigencia hablar de “modelos”, de “imperialismo”, de “igualdad”, de “progresismo”, de “inclusión”, de “transparencia”, del éxito en la reducción de la pobreza, se ha reescrito la historia, se han puesto nuevos próceres en los altares pero casi nada ha cambiado. Prácticamente en absoluto. América sigue cautiva en la periferia, sigue cautiva de sus propias indefiniciones.

Los americanos del sur recurrimos a discursos ampulosos, a la creación de instituciones que demuestran escasa operatividad y no vamos al meollo del problema que, precisamente, se dirime entre integración y desintegración. La realidad es que en nuestros discursos se utiliza mucho el término “integración” pero en el fondo no avanzamos en ese camino a través de verdaderas metas comunes, de grandes obras de infraestructura —como un ferrocarril que abarque la región y permita la extracción de la producción y las importaciones con bajo costo de transporte y menor contaminación— o la creación de grandes empresas que nos pongan en el centro del escenario internacional. No desarrollamos una industria común para la defensa y nuestros países siguen integrando el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), creado en 1947 —un año antes que la OEA— en función de los intereses de Estados Unidos, pero que quedó sepultado cuando Argentina quiso activarlo en 1982 durante el Conflicto del Atlántico Sur. No solo resulta inexplicable que la Argentina continúe formando parte de ese tratado sino que se haya intentado activarlo para “discutir la situación venezolana”, como un esfuerzo para que los países de la región tomen medidas contra países como Venezuela y Nicaragua, debido a que no se ha logrado un consenso en el seno de la OEA para presionar al gobierno de Maduro[15].

La dirigencia de la región tampoco ha encarado uno de nuestros mayores flagelos que es la corrupción, madre de buena parte de nuestros problemas económicos y sociales.

En líneas generales, carecemos de una dirigencia con un pensamiento geopolítico y estratégico. Carecemos de estadistas. En realidad, el mundo carece de estadistas como así también de filósofos o pensadores acordes a estos tiempos. A raíz de ello, nuestra América sigue sin definir su horizonte ni su identidad y, de esa manera, favorece los propósitos a los que se opone. La cuestión de la identidad es fundamental en el campo de las relaciones internacionales y un paso primordial para que la región encuentre su lugar en el mundo.

Debe reconocerse que, con todas sus falencias, se ha logrado una gran estabilidad en términos democráticos pero “democracia” no es una palabra mágica y nuestras sociedades esperan muchas respuestas y el pago de grandes “deudas internas”. Prueba de ello han sido las reacciones sociales de diverso signo en varios países de la región en 2019. Mientras tanto su dirigencia continúa aislada, distante y fragmentada de la masa poblacional y esquiva los grandes desafíos en pos de sus propios intereses.

Los países americanos se debaten entre dos polos, “progresismo” o “liberalismo”, ajenos a nuestros intereses y valores, sin lograr encontrar un modelo político propio, con objetivos propios y que respondan a los intereses de las naciones americanas como a los de sus respectivas poblaciones.

* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Editor del Anuario del Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID). Autor de numerosos artículos publicados tanto en revistas académicas como en libros nacionales e internacionales y sitios web de Brasil, España, Polonia, Rusia y Corea. “Autor del libro Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz. 

** El presente artículo es una actualización y ampliación del artículo “América: el fracaso en la búsqueda de su identidad y de su unidad”, publicado por el CEID el 14/02/2011. Se aprecia que la tendencia a no definir una identidad y un modelo de desarrollo se ha agudizado.

Referencias

[1] Arturo Andrés Roig. Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano. México: Fondo de Cultura Económica, 1981.

[2] Ídem.

[3] Ídem.

[4] “Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas”. Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia, <https://www.cancilleria.gov.co/sites/default/files/tratado-constitutivo-unasur.pdf>, [consulta: 20/11/2019].

[5] “La Argentina se retira de la UNASUR”. Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (República Argentina), Información para la Prensa N° 145/19, 12/04/2019, <https://www.cancilleria.gob.ar/es/actualidad/noticias/la-argentina-se-retira-de-la-unasur>.

[6] “Bolivia anuncia su retiro de la Alba y analiza su salida de Unasur”. EFE, 15/11/ 2019, <https://www.efe.com/efe/america/politica/bolivia-anuncia-su-retiro-de-la-alba-y-analiza-salida-unasur/20000035-4112073#>, [consulta: 16/11/2019].

[7] “El canciller Solá se refirió al regreso de la Unasur”. Jornada  (Argentina), 13/12/2019, <https://www.diariojornada.com.ar/261469/paismundo/el_canciller_sola_se_refirio_al_regreso_de_la_unasur/ >, [consulta: 14/12/2019].

[8] “Unasur plantea inventario para aprovechar la riqueza regional”. La Razón (La Paz, Bolivia), 30/05/2013, <http://www.la-razon.com/mundo/Unasur-inventario-aprovechar-riqueza-regional_0_1841815940.html>, [consulta: 10/10/2019].

[9] Andrés López, Martín Obaya, Paulo Pascuini, Adrián Ramos. “Litio en la Argentina. Oportunidades y desafíos para el desarrollo de la cadena de valor”. Ministerio de Educación, Ciencia, Cultura y Tecnología (Presidencia de la Nación), Banco Interamericano de Dearrollo (BID), 2019, 162 p., <https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/bid-litio-final.pdf>, [consulta: 20/11/2019].

[10] Litio: ¿Cuáles son los países con más reservas de este mineral? RPP Noticias (Perú), 18/07/2019,  <https://rpp.pe/economia/economia/litio-cuales-son-los-paises-con-mas-reservas-de-este-mineral-noticia-1137165>, [consulta: 01/08/2019].

[11] “Segunda reserva mundial: Vaca Muerta se llama la gran carta de crecimiento argentino”. BBVA, 16/12/2017, <https://www.bbva.com/es/segunda-reserva-mundial-vaca-muerta-llama-gran-carta-crecimiento-argentino/>, [consulta: 01/08/2019].

[12] Manuel Regueiro y González-Barros. “¿Qué son las tierras raras?”. Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (España), 28/05/2019, <https://www.icog.es/TyT/index.php/2019/05/que-son-las-tierras-raras/>, [consulta: 11/06/2019].

[13] Ídem.

[14] Macarena Vidal Liy. “China afila sus armas en la guerra fría tecnológica que ha llegado para quedarse”. El País (España), 25/05/2019, <https://elpais.com/economia/2019/05/24/actualidad/1558721900_205236.html>, [consulta: 11/06/2019].

[15] Joel Gutiérrez. “El TIAR podría ser usado contra Venezuela ante falta de votos en la OEA, según diplomáticos”. VOA, 03/12/2019, <https://www.voanoticias.com/a/el-tiar-podria-ser-usado-contra-venezuela-ante-falta-de-votos-en-oea-segun-diplomaticos/5191566.html>, [consulta: 05/12/2019].