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LA POBREZA ES MÁS LETAL QUE EL CORONAVIRUS

César Augusto Lerena*

Imagen de Kalila Kal en Pixabay

Entiendo, técnica y científicamente, que es posible retornar al trabajo si se toman determinadas precauciones para evitar el contagio con CORONAVIRUS COVID-19 y los argentinos somos responsables de cuidarnos. Es URGENTE resolver el problema de LA POBREZA que es más letal e indigno.

El Papa Francisco en el apartado 49 de la Encíclica Laudato Si’ “El Cuidado de la Casa Común” nos dice:

Quisiera advertir que no suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluidos. Ellos son la mayor parte del planeta, miles de millones de personas. Hoy están presentes en los debates políticos y económicos internacionales, pero frecuentemente parece que sus problemas se plantean como un apéndice, como una cuestión que se añade casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral. De hecho, a la hora de la actuación concreta, quedan frecuentemente en el último lugar. Ello se debe en parte a que muchos profesionales, formadores de opinión, medios de comunicación y centros de poder están ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas, sin tomar contacto directo con sus problemas…

Francisco refiere a los miles de millones de excluidos y sobre la forma que está siendo tratado el tema en los debates políticos o económicos y yo, ampliaría, en los sociales e incluso religiosos. No me referiré aquí a los excluidos o refugiados en el mundo, sino a los descartados que conviven con nosotros en la Argentina, porque a eso estoy apuntando en estas líneas: cómo nos alcanzan a nosotros las palabras del Papa y a que en lugar de ver la paja en el ojo ajeno, veamos la viga en el nuestro.

En la Argentina viven 18 millones de pobres y de estos 1,6 millones son indigentes. Pero los excluidos son muchos más: 5 millones de personas no tienen las necesidades básicas satisfechas; el 9,1% son desocupados; el 47% de la población que no alcanzó el nivel primario completo; 639.621 personas analfabetas; 499.467 jóvenes nunca concurrieron a un establecimiento de enseñanza formal; 648.845 hogares que viven cerca de basurales; 1.141.444 de los hogares están ubicados en zonas inundables; 27,8% de las personas carecen de vivienda propia, tienen viviendas precarias o viven hacinados; otros carecen de elementos de calefacción en zonas frías; 4.324.622 personas viven en viviendas con servicios de provisión de agua y desagüe insuficiente; 2,6% viven en hogares sin baño; 16,1% de los hogares no cuentan con agua de red pública para beber y cocinar; numerosos argentinos no tienen cobertura médica para atender sus enfermedades, no disponen de recursos para pagar los medicamentos y deben concurrir a servicios públicos que les otorgan turnos de atención para varios meses después; numerosos sufren de enfermedades crónicas derivadas de la falta de políticas sanitarias o medidas de saneamiento ambiental del Estado; personas discapacitadas no cuentan con los establecimientos de educación o de sanidad especializados; menores embarazadas o madres solteras no cuentan con el apoyo económico y psicológico adecuado; numerosos ancianos son recluidos en geriátricos lamentables, porque el apoyo económico del PAMI, IOMA y otras instituciones, es absolutamente insuficiente para atender adecuadamente a los adultos mayores; menores están internados en institutos a la espera de ser adoptados; otros argentinos padecen trastornos debido al consumo de psicotrópicos; esquizofrenia, trastornos esquizotípicos y delirantes; los alcohólicos; los que sufren enfermedades terminales sin ningún apoyo psicológico o padecen de enfermedades raras con serias dificultades para disponer del tratamiento específico o genéticas que no pueden evitar; los que sufren discriminación por su orientación sexual, obesidad, estéticas u otras razones; los que sufren bullying; los reclusos en cuya prisión están hacinados y sin posibilidad de recibir la instrucción y el apoyo necesario para la reinserción en la sociedad, etc. Pero, también, son excluidos los que por su disponibilidad económica o educación no pueden acceder a las expresiones culturales y artísticas, a la tecnología o los que no están motivados para la lectura, la música o el conocimiento de otros idiomas que les permita acceder al mundo con mayores probabilidades y lograr un mayor bienestar espiritual, social y económico.

Los que sufren por no poder alcanzar un “estado de completo bienestar físico, mental y social”.

Es muy interesante que estas cuestiones relativas a la exclusión social se aborden en convenciones, se efectúen acuerdos y se firmen tratados, pero no alcanza, como bien plantea la Encíclica Papal, el que sean incorporadas “casi por obligación o de manera periférica, si es que no se los considera un mero daño colateral”. La exclusión, puede ser tratada en foros, en el campo académico o con funcionarios internacionales, pero, la exclusión la debe resolver cada gobierno, quien se supone que conoce las razones, las particularidades y la dimensión del problema; no es una cuestión de lamentarse, pasar estadísticas o hacer grandes enunciados y promesas en foros, como si el problema lo tuviesen otros —que también lo tienen— es una cuestión inherente a la responsabilidad del gobernante de alcanzar el bienestar de su pueblo.

Nos hemos cansado de escuchar en foros que para tal año aseguraríamos los derechos de las personas, reduciríamos el hambre y garantizaríamos el acceso al agua. Han pasado más de 70 años de las primeras declaraciones de buena voluntad y, en ese tiempo, han contraído enfermedades y muerto millones de personas.

En 1948, la Declaración Universal de Derechos Humanos afirmaba en su artículo 25º que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación…”. En 1966, en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en su artículo 11º se afirmó: “el derecho de toda persona a estar protegida contra el hambre. Este derecho a la alimentación tiene incluso el carácter derecho fundamental. Es el primer derecho económico de la persona humana”.

En 1973 la FAO inscribió por vez primera el concepto de seguridad alimentaria en el orden jurídico internacional y en 1993, la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, realizada en Viena, promovió “la necesidad de garantizar a todos el disfrute de un auténtico derecho a la alimentación”.

El Preámbulo del Código de Ética CAC/RCP-1979 indica que en el Comercio Internacional de Alimentos “La alimentación debe ser suficiente, inocua y sana”, siendo ello decisivo, para lograr un nivel de vida adecuado del hombre, la mujer y las familias.

En 1995 en Copenhague se celebró la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, donde se expresó el decidido empeño en la lucha contra el hambre y la erradicación de la pobreza.

En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación realizada en 1996 en Roma, el presidente de la República Italiana Oscar Luigi Scalfaro, entre otras cosas manifestó:

Se trata de una Asamblea política que quiere afrontar un problema humano gravísimo, en el que la justicia está sometida a una dura prueba: el problema de los que tienen suficientes medios de vida, quienes no los tienen, de quienes pueden derrochar y derrochan y quienes mueren de hambre y desnutrición. Hoy, pues, en la primera Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno dedicada al tema de la seguridad alimentaria, debe quedar claro para todos, que el objeto de nuestras reflexiones y de nuestro compromiso, es el reconocimiento de un derecho natural de la persona humana, del cual se deriva el deber común de tutelarlo, de hacerlo realidad, para que no quede reducido a una proclamación inútil y vacía. No se puede admitir que siga habiendo hoy más de 800 millones de personas que no están en condiciones de satisfacer sus necesidades nutritivas elementales. Esto es inaceptable para nosotros, Jefes de Estado y de Gobierno, responsables de la vida de la comunidad internacional, pero es aún más inaceptable en el plano de la responsabilidad moral, de la cual nadie puede sustraerse. El llamamiento que surge de la desesperación de una parte muy grande de la humanidad va dirigido no sólo a los gobiernos, sino también a todos los miembros de la sociedad civil, comenzando por quienes disponen de las mayores posibilidades económicas y financieras, en muchos casos excesivas.

El Secretario General de las Naciones Unidas Boutros-Ghali en la misma Cumbre expresó:

El problema del hambre no es sólo una cuestión económica, social o política, sino también una cuestión ética y moral. Porque el hambre es un atentado directo no sólo contra la integridad física de la persona humana, sino también contra su dignidad misma. El hambre es un insulto a los valores fundamentales de la comunidad internacional. Y somos perfectamente conscientes de que una sociedad se condenaría al oprobio y el descrédito si, a finales del siglo XX, siguiera manteniendo lo que Su Santidad ha llamado tan acertadamente ‘las estructuras del hambre’. Sabemos que quedan por realizar muchos esfuerzos. Porque perdura el escándalo del hambre. ¡Todavía hoy, una de cada cuatro personas padece hambre! ¡Ochocientos millones de personas sufren desnutrición crónica! En este mismo instante, 200 millones de niños menores de cinco años padecen malnutrición y carencias alimentarias. ¡Esto es inadmisible! Es totalmente inaceptable ver cómo ciertas partes del mundo rebosan de alimentos, mientras que otras carecen de productos alimenticios de primera necesidad. Pues el problema del hambre no es sólo un problema de producción. Es también un problema de distribución. Esto supone un rudo golpe para nuestro concepto de la igualdad y la justicia social. Al señalar a la atención de todas las amenazas que plantean el hambre y la malnutrición para países y regiones enteras de nuestro planeta, la Cumbre Mundial coloca claramente el problema del hambre entre las principales prioridades presentes y futuras de la comunidad internacional.

El Papa Juan Pablo II, dirigió una nota al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, con motivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación realizada entre el 13 y 17 de noviembre de 1996 en Roma (Italia), recordándole que el lema de la Organización era Fiat panis, y que este lema evoca la oración más querida a todos los cristianos, la que les ha enseñado Jesús mismo: “Danos hoy nuestro pan de cada día. Así pues, trabajemos juntos sin descanso para que todos, en cualquier lugar, puedan poner sobre su mesa el pan para compartir”.

En la Asamblea General de las Naciones Unidas (A/RES/55/2, 13.09.2000, 8a. sesión plenaria, 8 de septiembre de 2000) se aprobó por Res. 55/2 la “Declaración del Milenio” que en sus puntos más salientes indicaba:

Que nosotros, Jefes de Estado y de Gobierno, nos hemos reunido en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York del 6 al 8 de septiembre de 2000, en los albores de un nuevo milenio, para reafirmar nuestra fe en la Organización y su Carta, como cimientos indispensables de un mundo más pacífico, más próspero y más justo… Reconocemos que, además de las responsabilidades que todos tenemos respecto de nuestras sociedades, nos incumbe la responsabilidad colectiva de respetar y defender los principios de la dignidad humana, la igualdad y la equidad en el plano mundial. En nuestra calidad de dirigentes, tenemos, pues, un deber que cumplir respecto de todos los habitantes del planeta, en especial los más vulnerables y, en particular, los niños del mundo, a los que pertenece el futuro. Que no debe negarse a ninguna persona ni a ninguna Nación la posibilidad de beneficiarse del desarrollo. Debe garantizarse la igualdad de derechos y oportunidades de hombres y mujeres. Que los problemas mundiales deben abordarse de manera tal que los costos y las cargas se distribuyan con justicia, conforme a los principios fundamentales de la equidad y la justicia social. Los que sufren, o los que menos se benefician, merecen la ayuda de los más beneficiados. Que resolvemos, en consecuencia, crear en los planos nacional y mundial un entorno propicio al desarrollo y a la eliminación de la pobreza. Que no escatimaremos esfuerzos para liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños, de las condiciones abyectas y deshumanizadoras de la pobreza extrema… Estamos empeñados en hacer realidad para todos ellos el derecho al desarrollo y a poner a toda la especie humana al abrigo de la necesidad. Que el logro de esos objetivos depende, entre otras cosas, de la buena gestión de los asuntos públicos en cada país… Que decidimos, asimismo: Reducir a la mitad, para el año 2015, el porcentaje de habitantes del planeta que padezcan hambre; igualmente, para esa fecha, reducir a la mitad el porcentaje de personas que carezcan de acceso a agua potable o que no puedan costearlo.

Cinco años después de la Declaración de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, en la Alianza Internacional contra el Hambre, los Jefes de Gobierno ratificaron “la voluntad política y su dedicación común y nacional a conseguir la seguridad alimentaria para todos y a realizar un esfuerzo constante para erradicar el hambre de todos los países, con el objetivo inmediato de reducir el número de personas subnutridas a la mitad de su nivel no más tarde del año 2015”; reconociendo (punto 3) “que los progresos hechos no son suficientes para alcanzar el objetivo de la Cumbre. Reconociendo que la responsabilidad de garantizar la seguridad alimentaria nacional incumbe a los gobiernos nacionales en cooperación con la sociedad civil y el sector privado…” y subrayando (punto 4) “que las estrategias de reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria deberían, entre otras cosas, incluir medidas encaminadas a aumentar la productividad agrícola y la producción y distribución de alimentos. Acordando promover el acceso de los hombres y las mujeres en condiciones de igualdad a los alimentos, el agua, la tierra, el crédito y la tecnología, lo que ayudará también a generar ingresos y a crear oportunidades de empleo para las personas pobres y, en consecuencia, contribuirá a reducir la pobreza y el hambre”.

La propuesta en octubre de 2001 del entonces candidato a presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva del Proyecto Fome Zero expresó la voluntad de “transformar en prioridad nacional el tema del hambre y abordarlo desde la acción planificada y decisiva del Estado, impulsada por la participación social. Con la victoria en 2003 se transformó en la principal estrategia gubernamental a partir de la cual orientar las políticas económicas y sociales, y se inició la implementación del Programa Fome Zero bajo la coordinación del Ministerio Extraordinario de Seguridad Alimentaria y Lucha contra el Hambre, a partir de un gran esfuerzo jurídico de elaboración de los instrumentos de la política de seguridad alimentaria. Entre estos, la creación del Programa Tarjeta Alimentación, destinado a la compra de alimentos por parte de las familias, que permitió unificar las transferencias de renta a las familias en situación de inseguridad alimentaria y nutricional”.

Por su parte, el Papa Francisco, en su carta del 16 de octubre de 2013 dirigida al Director General de la FAO Sr. José Graziano, en ocasión de realizarse la Jornada Mundial de Alimentación calificó de “un escándalo que exista el hambre y malnutrición en el mundo” y criticó “el consumismo, el desperdicio y el despilfarro de alimento”.

En el 2015 venció el plazo impuesto en el 2000 en las Naciones Unidas por los gobiernos, entre ellos el argentino, para reducir en un 50% del hambre. El plazo se cumplió y, el drama crece, mueren y viven en la exclusión millones de personas y, aumenta el número de refugiados.

Los gobiernos argentinos han incumplido sus obligaciones y la ley: la Constitución Nacional en su artículo 41º indica que “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano…” y en el artículo 42º establece que “los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho en la relación de consumo a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a condiciones de trato equitativo y digno”, para lo cual “Las Autoridades proveerán a la protección de esos derechos…”. En el Capítulo IV artículo 75º inc. 23, se da facultades al Congreso para “Legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos…”, donde el alimento y el agua -elementos indispensables para la vida- deben estar al alcance de todos, sin discriminación, para asegurar el desarrollo del hombre y la mujer, y garantizar su salud y la de su familia.

Este Derecho Constitucional no es una dádiva. No puede ser confundido con una dádiva.

Y ello, se agrava en nuestro país, porque, insólitamente, aunque nos sobran alimentos para exportarlos, nos faltan para que los consuman las poblaciones vulnerables de nuestro país. Es doblemente indigno que un país con recursos alimenticios tenga ciudadanos desnutridos, con hambre, expuestos al mal desarrollo físico e intelectual. Una vergüenza nacional. Representa, como diría, Bernardo Kliksberg, un verdadero escándalo ético.

Pese a que hay que destacar el trabajo encomiable que realizan numerosas ONGs para paliar el hambre en la Argentina, tratando de cubrir las carencias nutricionales de las personas más vulnerables, supliendo la obligación del Estado de generar trabajo para que se cumplan aquellos versos de José Hernández: “debe trabajar el hombre para ganarse su pan”; es indigno, que hombres, mujeres, niños y ancianos deban recibir un alimento de subsistencia como una limosna y no como un derecho previsto en la Carta Magna, hasta tanto se les provee un empleo a todos los conciudadanos, conforme a las capacidades e incapacidades que el propio Estado ha provocado con sus políticas de educación, salud y desarrollo nacional.

Ya me he referido al Plan de Alimentación que lleva el gobierno nacional a través del otorgamiento de una Tarjeta Alimentaria, la que, si bien es un importante paliativo, su aplicación —a mi entender— debiera reformularse, porque se limita a ser asistencial, concentra las compras en los grandes supermercados y no provoca el desarrollo productivo e industrial de la pequeñas y medianas empresas (PYMES) para generar nuevas fuentes de empleo.

“El reto del hambre y de la malnutrición no solo tiene una dimensión económica o científica, que refiere a los aspectos cuali-cuantitativos de la cadena alimentaria, sino también y, sobre todo, una dimensión ética y antropológica”.

El Cuidado de la Casa Común es indelegable, aumenta la degradación de los pueblos el solo exponer a terceros a su exclusión social y, deja de manifiesto, la incapacidad del gobernante para iniciar un camino esforzado y sostenido, destinado a poner fin —definitivamente— a esta vergüenza.

Cuidar la Casa Común, es como refiere el Papa Francisco, “escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”. Es imposible en un ambiente inapto, con pobres comiendo de la basura y, una sociedad que transita imperturbable la miseria y la exclusión.
Cuidémonos del Coronavirus y aprestémonos a resolver definitivamente el problema de la pobreza que, con el avance de la tecnología, será creciente, si no buscamos nuevas formas de generación de empleo.

  

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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DE PATRIOTISMO Y DE REFLEXIONES PARA RECONSTRUIR LA ARGENTINA

Marcelo Javier de los Reyes*

 Se levanta en la faz de la tierra

una nueva y gloriosa Nación

coronada su sien de laureles

y a sus plantas rendido un león.

Estrofa del Himno Nacional Argentino

La serie Outlander, una adaptación de las novelas de fantasía romántica de Diana Gabaldon, es una historia de pasión que se desarrolla entre dos siglos, el XX y el XVIII, en un contexto en de exaltación del sentimiento patriótico escocés. Durante el siglo XVIII la relación entre la inglesa Claire Beauchamp (Caitriona Balfe) y el escocés James Fraser (Sam Heughan) —una actriz irlandesa y actor escocés— se desenvuelve en el marco de los preparativos del que sería el último levantamiento jacobita, el que alcanzó su trágico desenlace en la batalla de Culloden, el 16 de abril de 1746, en la que los escoceses son derrotados. Culloden significó el fracaso por sentar en el trono británico al exiliado escocés y católico Jacobo II Estuardo y el fin de la cultura escocesa: mediante la Act of Proscription de 1746 fueron prohibidos el tartán, portar armas, las gaitas y la religión episcopaliana, pues la católica ya había sido prohibida con anterioridad.

Outlander fue estrenada en el otoño de 2014 pero no en el Reino Unido, adonde no llegó hasta marzo de 2015. Este retraso se atribuye al referéndum de independencia escocés que se celebró en septiembre de 2014. Wikileaks publicó información acerca de un correo electrónico (email-ID 111867) en que hacía referencia a una reunión entre el entonces primer ministro David Cameron con el director ejecutivo de Sony en junio de 2014 para discutir el referéndum y el estreno de Outlander. No era conveniente mostrar a los escoceses como héroes y a los británicos como malvados y sanguinarios en momentos en que Escocia decidiría acerca de su independencia del Reino Unido[1].

Mientras veía la serie recordaba que en nuestra niñez —en la que siempre se nos inculcó un fuerte sentimiento patriótico en la Escuela Pública— nos llevaban al cine a ver películas como La Guerra Gaucha[2] o El Santo de la Espada[3]. Luego reparé en los años de realización de esas películas —1942 y 1970 respectivamente— y me pregunté, ¿qué ha hecho la filmografía argentina de las últimas décadas en favor de mantener nuestro sentimiento patriótico? Un largo silencio fue la respuesta. Luego fui recordando: Revolución. El Cruce de los Andes[4] (2010), en la que Rodrigo de la Serna encarna al General San Martín;  Belgrano[5] (2010), con Pablo Rago. Luego hubo algunas sobre Malvinas, cuya mención prefiero evitar ya que tuvieron una fuerte carga ideológica cuyo propósito es generar todo lo contrario a un espíritu patriótico.

En resumen, aprecio que la filmografía siguió anclada a nuestros próceres del siglo XIX pero no tomó nada de nuestro siglo XX. Quizás hayamos tenido personajes en nuestra historia más cercana que pudimos haber reconocido y pienso en Cecilia Grierson —la primera médica argentina, graduada en 1889 en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires—, Luis Agote —médico e investigador, el primero en el mundo en realizar transfusiones de sangre indirectas sin que la sangre se coagulara—; en nuestros Premios Nobel Bernardo Alberto Houssay y Luis Federico Leloir; en el doctor René Favaloro; en el ingeniero Juan Ignacio San Martín, un gran promotor de nuestra industria aeronáutica; en los generales Enrique Mosconi y Manuel N. Savio, quienes pensaron una Argentina industrial y desarrollada. Además del desarrollo de la industria siderúrgica, al general Savio le debemos la creación de la Escuela Superior Técnica, hoy Facultad de Ingeniería del Ejército, y una frase que debería llamarnos a la reflexión:

Tengamos todos presente que los grandes hechos, así como la grandeza de los pueblos, no fueron nunca consecuencia de milagros; fueron siempre, obras de perseverancia, de moral, de seriedad, de estudio, de trabajo, también, de sacrificio.

Con referencia a la figura de Perón, fue exaltada en el cine por sus admiradores y demonizada por sus detractores, pero no hay un equilibrio.

Respecto de la gesta del Atlántico Sur, se podrá estar a favor o no del gobierno militar pero nuestros héroes merecen un profundo respeto. Numerosos soldados, marinos y pilotos de la Fuerza Aérea y de la Armada escribieron páginas de gloria con sus acciones frente a las tropas de una de las más importantes potencias militares que contó con el abierto respaldo de la OTAN.

Me vienen a la memoria algunos nombres. El del teniente Roberto Néstor Estévez quien, antes de partir a las islas, dejó dos cartas, una para su novia y otra para su padre, en la que le escribió: “Dios ha dispuesto que muera en Malvinas cumpliendo con mi misión”. En el combate en Pradera del Ganso, el 28 de mayo de 1982. Estévez recibió dos impactos; el primer proyectil le pegó en la pierna izquierda y el segundo le destrozó un brazo. En ese estado continuó dando órdenes a sus 40 hombres y al ver que uno de sus soldados estaba herido en una trinchera, se arrastró hasta él, tomó un fusil FAL y siguió disparando. El teniente Estévez frenó tres avances británicos, impidiéndoles tomar la colina. Murió en la batalla de Darwin-Pradera del Ganso.

También recuerdo al soldado Oscar Poltronieri, soldado que recibió recibió la máxima condecoración, la Cruz la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate. A Poltronieri lo dieron por muerto tres veces, pero las tres reapareció tirando otra vez. El 11 de junio de 1982, solo, con una ametralladora MAG, le salvó la vida a más de 100 compañeros que se replegaban mientras él disparaba contra más de 600 soldados británicos desde el Monte Dos Hermanas. Durante unas diez horas él mantuvo la posición.

¿Y qué decir de nuestros pilotos? Llevaron a cabo acciones inimaginables. Fueron reconocidos por en varios países por su arrojo, incluso hasta por los propios británicos. En varias oportunidades, el as francés de la aviación, Pierre Clostermann, se refirió al heroísmo de nuestros pilotos, incluso mientras el Conflicto del Atlántico Sur estaba en desarrollo. En una de sus cartas, en octubre de 1984, escribió:

Creo que mi estadía en la Argentina, dentro de las escuadrillas de la Fuerza Aérea, permanecerá en mí como un recuerdo inolvidable. Después de haberme reunido con esos magníficos muchachos, de haber dialogado con ellos sobre las operaciones aéreas como un observador imparcial, no pondría en duda la cualidad excepcional de su coraje y los notables resultados obtenidos con una gran modestia de medios, contra las fuerzas infinitamente superiores, que han tenido éxito en hundir y poner fuera de combate a los navíos más modernos y especializados de la Royal Navy. Este hecho no sólo hizo honor a sus cualidades morales, a su formación técnica, y su patriotismo, sino también a la fuerza e impulso de sus jefes.[6]

Uno de los hombres más reconocidos fue el estratega al frente del Comando de la Fuerza Aérea Sur (FAS): el brigadier Ernesto Crespo. Sus pilotos hundieron los buques de la Royal Navy HMS Ardent, Antelope, Coventry, Sir Galahad, averiaron a otras 11 naves y dejaron fuera de servicio a otras 9. El brigadier Crespo fue un ferviente defensor del proyecto misilístico Cóndor.

Un comic editado en Francia por Paquet, con guión de Néstor Barron e ilustraciones de Walther Taborda —ambos argentinos—, homenajeó a los héroes que lucharon en el Atlántico Sur. Se titula Malouines. Le ciel appartient aux faucons (“Malvinas. El cielo pertenece a los halcones”) y basa su guión en el “Grupo V de Caza de la Fuerza Aérea Argentina” que enfrentó a la flota británica en defensa de la soberanía de las islas. Está inspirado en los relatos de pilotos argentinos que sobrevivieron a la guerra.

El comic Malouines. Le ciel appartient aux faucons. 

Hasta el ex integrante del 12 Regimiento de Defensa Aérea británico Edward Denmark manifestó su admiración por los soldados argentinos y le solicitó al presidente Mauricio Macri que reconociera a los soldados argentinos.

Sus historias en la guerra hubieran despertado un gran interés si hubieran sido estadounidenses en la Segunda Guerra Mundial o en alguna otra guerra en la que Estados Unidos hubiera participado. Hollywood ya habría filmado unas cuantas películas que hubieran motivado a muchos jóvenes a sumarse, orgullosamente, al cuerpo de marines, a la armada o a la fuerza aérea estadounidenses.

Los argentinos seguimos con la campaña de desmalvinización, seguimos enfrentados entre nosotros mismos, seguimos con ese espíritu derrotista que nos destruye como sociedad y como Nación.

La sociedad argentina lleva décadas inmersa en una especie de guerra intestina que la carcome día a día y nos impide dialogar y debatir con un espíritu democrático en esto que llamamos democracia pero que no ejercemos cuando alguien expresa algo diferente.

“En Unión y Libertad” dice nuestra moneda, inscripción que se remonta a la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Río de la Plata de 1813. ¿Cuál “unión”? ¿Qué libertad? Ni una ni otra, ni unión ni libertad. Precisamente, unión es lo que nos falta, pues es evidente que nuestra realidad sería otra. Si pienso en “libertad” me viene a la cabeza “la espiral del silencio” de la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann, una teoría que expone el modo en el que la opinión pública actúa como forma de control social, al plantear que las personas adaptan su manera de comportarse a las opiniones predominantes en su contexto social sobre cuáles conductas son o no aceptables. El individuo, entonces, ante el temor al aislamiento opta por no expresar lo que piensa. La opinión pública determina qué opiniones podemos expresar.

Una sociedad polarizada solo ofrece vulnerabilidades.

Por otro lado, parece que la sociedad argentina, quizás no toda pero si una buena parte, no quiere escuchar hablar de “Patria” o “patriotismo”. Parecería que expresar un sentimiento patriótico es cursi o demodé. Las tradiciones, el folklore, todo aquello que le da identidad a un pueblo parecería que debería ser sometido al olvido, un obvio resultado de un proceso globalizador que apunta a esmerilar la identidad nacional… al menos hasta ahora. En estos momentos, varios pueblos miran las raíces que les dieron origen y las ponen en valor. Quizás debamos trabajar también nosotros en ese sentido. Porque la Defensa y la Soberanía Nacional no se declaman, sino que se ponen en práctica. No son solo palabras, también es acción.

Nuestro Himno Nacional dice: “Coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir”. Pero nuestra ineptitud nos lleva a no poder discernir sobre las dos opciones que nuestro Himno nos propone, porque no “vivimos coronados de gloria” y no tenemos la dignidad para “jurar morir con gloria”. De ese modo, nuestro paso por esta bendita tierra se torna intrascendente.

Hemos hecho un país inviable. Es mérito puramente nuestro. Será mérito nuestro reconstruirlo pero ello requiere valorar nuestro pasado, abordar con madurez los temas que nos dividen y principalmente trabajar sobre los que nos unen, forjar políticas de Estado y retomar el desarrollo, al que hemos abandonado hace décadas.

Muchos jóvenes desconocen el lugar que nuestro país ocupó en algún momento de la Historia. Creen que siempre ha sido como lo ven. Quizás sea hora de mostrarles esa parte de nuestra historia y así, nosotros mismos, podamos ir superando nuestro propio derrotismo y los motivemos a construir un país que nosotros no fuimos capaces de edificar. Será un buen ejercicio para revertir nuestra propia parálisis. Sin embargo, este ejercicio debe formar parte de una política integral que debe incluir la educación —como política de Estado, ya que en el pasado la Argentina también se distinguió por su alto nivel educativo—, el cine y el hogar. Esto último requiere nuestro esfuerzo por superar nuestra propia mirada pesimista … o realista.

El escritor español Ramiro de Maeztu (1875-1936) expresó:

La patria es espíritu. Ello dice que el ser de la patria se funda en un valor o en una acumulación de valores, con los que se enlaza a los hijos de un territorio en el suelo que habitan.

Recordemos a otro español, al filósofo José Ortega y Gasset, quien en una visita que hizo a la Argentina en 1939 nos dijo: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas!”

 

* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz.

Referencias

[1] “Background/Briefing for PM Cameron Event”. Wikilaeks, <https://wikileaks.org/sony/emails/emailid/111867 >, [consulta: 20/05/2020].

[2] Dirigida por Lucas Demare, sobre el guión realizado por Homero Manzi y Ulyses Petit de Murat, basado en el libro del mismo nombre de Leopoldo Lugones. La película fue protagonizada por Enrique Muiño, Francisco Petrone, Ángel Magaña y Amelia Bence entre otros.

[3] Dirigida por Leopoldo Torre Nilsson y protagonizada por Alfredo Alcón, Evangelina Salazar, Lautaro Murúa y Héctor Alterio entre otros. El guion fue escrito por Beatriz Guido y Luis Pico Estrada y se basó en la novela homónima de Ricardo Rojas.

[4] Dirigida por Leandro Ipiña y protagonizada por Rodrigo de la Serna, Juan Ciancio y León Dogodny y el guión del propio Ipiña y Andrés Maino.

[5] Dirigida por Sebastián Pivotto y con la actuación de Pablo Rago, Valeria Bertuccelli y Pablo Echarri y producida por Juan José Campanella.

[6] Pablo S. Otero. “El reconocimiento de un héroe francés”. La Prensa, 02/05/2017, <http://www.laprensa.com.ar/453042-El-reconocimiento-de-un-heroe-frances.note.aspx>, [consulta: 14/05/2020].

 

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ARGENTINA UN ESTADO MARÍTIMO CON UN ATLÁNTICO SUR ABANDONADO

César Augusto Lerena*

El día 21 de mayo —en dos páginas— La Nación explica la tapa que titula: “Pesca Ilegal. Los piratas del siglo XXI se llevan U$S 1.000 millones del Mar Argentino” y en el Editorial del día 23 “Pesca ilegal: falta decisión política”. Al respecto diré: los buques extranjeros no se llevan mil, sino al menos 2.600 millones de dólares anuales y, estos números, en la comercialización final minorista significan entre 14 y 15 mil millones de dólares por año. Este es un problema que no surge por generación espontánea ni la culpa la tiene el Coronavirus COVID-19, tiene más de 50 años (el siglo XX). Desde 1976 los gobiernos han tolerado la pesca ilegal de entre 300 y 400 buques extranjeros que se llevaron unos 44 millones de toneladas por un valor comercial final minorista del orden de los 770 mil millones de dólares. Ello no solo es una enajenación económica ilegal por parte de buques extranjeros, sino que impidió la generación de cientos de miles de empleos y el desarrollo de los pueblos pesqueros de toda la costa atlántica argentina. Es decir, el desarrollo de un área estratégica, que se considera desfavorable.

Si bien el diario La Nación califica el problema, dejando en claro a qué áreas les asigna responsabilidad; lo más importante, es que visibiliza una cuestión que estuvo ausente en los gobiernos de las últimas décadas y, aunque no comparto parte de la información y algunas herramientas, mucho menos de que “se analiza la conveniencia de continuar el intercambio de información en la Comisión de Pesca Argentino-Británica porque el Reino Unido sigue otorgando unilateralmente licencias” (¿hay otra forma de hacerlo, sino es Argentina? Lo único que nos falta es que nos asociemos para otorgarlas). La Argentina no necesita reunirse al efecto. Quienes sí necesitan esta información son los británicos, ya que, siendo recursos migratorios argentinos la información está al acceso de nuestros investigadores, pudiéndose, además, confrontar con datos del mercado.
A propósito de los recursos migratorios, hay que precisar que, no solo hay que cuidar los recursos dentro de la ZEE Argentina, sino, muy especialmente los migratorios, como desde 1995 lo establece la Ley 24.543 y desde 1998 la Ley 24.922 que, con el fin de proteger los derechos preferentes de la Argentina, en su condición de Estado Marítimo (ribereño para la CONVEMAR), el Subsecretario de Pesca, el Consejo Federal Pesquero, que SON LOS ADMINISTRADORES, deben organizar y mantener un sistema de regulación de la pesca más allá de las 200 millas, respecto de los recursos migratorios o que pertenezcan a una misma población de especies o asociadas a las de la ZEE Argentina, diseñando las herramientas legales, políticas, biológicas y económicas (algunos proyectos concluidos en mi poder) para administrar el ecosistema del Atlántico Sur, en la que están en mora todos los funcionarios desde hace 25 años a la fecha. El Consejo Federal Pesquero nunca tuvo una reunión al efecto, incluso ahora que la Argentina fue invadida por 100 buques. No fue Bolivia corriendo el mojón de Abra y las fuerzas argentinas actuaron porque dos capitanes de pesca levantaron la perdiz. Fueron 50 buques menos que el total de buques que estuvieron presentes en el Atlántico Sur durante la guerra de Malvinas y no solo son asiáticos. Ocupan nuestro territorio ilegalmente y se llevan nuestros recursos originarios el Reino Unido (o con licencias ilegales otorgadas por este), buques españoles, chinos y algunos otros.

Además, no es en la “Pampa Marítima” o la “Pampa Azul” —términos que no comparto— donde se extraen los recursos pesqueros, sino en el territorio más amplio del país, estratégico, y uno de los potencialmente más ricos. La Argentina, con una ZEE de 3.146.345 km2, 6.816 km de costa, 1.784.000 km2 de plataforma continental, los kmdel sector meridional del Atlántico Sur y la Antártida, es un “ESTADO MARÍTIMO”, de los diez más amplios del mundo, aunque, por falta de instrucción o conocimiento, los argentinos en general carecen de una cultura marítima.

El mar argentino, su lecho y subsuelo no es la “pampa” agraria o ganadera, es subestimar con esta denominación al único territorio nacional que —de hecho— tiene una “hipótesis de conflicto” y cuyo Potencial Económico es de 670 mil millones de dólares con la posibilidad de generar 570 mil puestos de trabajo directo prospectado (2016-2035), según el Escenario Medio del Informe Técnico Nº 10 elaborado por los investigadores Gustavo Baruj y Sergio Drucaroff del Centro Interdisciplinario de Estudios en Ciencia, Tecnología e Innovación (CIECTI).

Este territorio marítimo del ESTADO MARÍTIMO NACIONAL a falta de valorarlo lo ocupan y expolian los extranjeros. Dejemos de dar la espalda al mar y mirar el territorio nacional desde el mar, como lo ven más de 500 buques pesqueros nacionales custodios de la soberanía, cientos de industrias pesqueras y navales, proveedores de servicios e insumos, decenas de miles de trabajadores marítimos, pesqueros y navales, las fuerzas armadas y de seguridad vinculadas al mar.

No podemos aceptar pasivamente que el “Acuerdo de Madrid” siga vigente, ya que —aun rechazando su legalidad, alcance militar y económico— el propio Reino Unido lo viola al ignorar la Res. 31/49 de la ONU (Las partes deben abstenerse de adoptar modificaciones unilaterales mientras las islas atraviesen el proceso de negociación recomendado por la ONU); ocupa Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur; invade 1.639.900 km2 del mar argentino y explota los recursos pesqueros y petroleros; es el principal responsable de internacionalizar y militarizar el Atlántico Sur y, de violar —despreciando la paz mundial— la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur(ZPCAS) aprobada por la Resolucón de la Asamblea General ONU 41/11 del 27 de octubre de 1986 al instalar en Malvinas la más importante base militar y misilística del Atlántico Sudoccidental. El ZPCAS es un Acuerdo de todos los Estados con ZEE en el Atlántico Sur, incluso, de Sierra Leona y Sudáfrica, que son miembros de la British Commonwealth y, esta unidad afro-americana no fue suscripta por las islas ocupadas por el Reino Unido como Ascensión, Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y Tristán da Cunha, en oposición al espíritu con el que nació esta Zona de Paz, influenciada por la Guerra Fría post Segunda Guerra Mundial y su poder bipolar, la guerra de Malvinas, la intromisión de potencias externas en el Atlántico Sur y Angola y preocupados por las cuestiones socio-económicas, la sostenibilidad de los recursos, el medio ambiente, la paz y seguridad y también en la emancipación de Sudáfrica y sus colonias; ampliado con la Declaración de Desnuclearización de Brasilia en 1994.

El Reino Unido internacionalizó el Atlántico Sur y los buques chinos fueron los primeros, junto a los españoles y otros países, quienes adhirieron a su sistema de licencias ilegales pesqueras.

Es el Reino Unido, quién instaló en el mundo que el mar argentino era un caladero abierto negociable y la Argentina —muy especialmente— los Cancilleres Caputo, Cavallo, Di Tella, Malcorra y Faurie, tuvieron una estrategia complaciente, acotados a la Resolución ONU 2065/65 que insta sin éxito a negociar desde hace 55 años. Los sucesivos gobiernos nacionales se pasaron los años invitando a sentarse al Reino Unido, cediendo territorios y derechos, congelados por la fórmula del Paraguas, mientras la pérfida falange de Albión avanza sin pudor.

Si el Reino Unido no estuviese en el Atlántico Sur, no habría buques chinos, españoles u otros pescando sin autorización argentina, incluso, aun estando, si la Argentina hubiese llevado una política nacional posible, soberana e inteligente, tampoco pescarían ilegalmente. No es la misma estrategia la que hay que llevar con China, con España o con el Reino Unido. Y ello, no solo se resuelve con aplicar una multa a algún buque extranjero capturado (que hay que hacerlo). Hay que establecer una política diplomática, pesquera y económica atractiva para quienes pescan ilegalmente, porque, lo que está en juego, no es un pescador deportivo furtivo, son importantes intereses económicos y necesidades alimenticias como las de China, España y otros mercados.

La propia URSS —en pleno esplendor— cuando por Ley 17.094 la Argentina estableció las 200 millas como Mar Territorial (no la ZEE que luego reguló la CONVEMAR) y no había Nación importante que reconociera derechos en esos espacios marítimos, se avino al pago de un canon y ello no fue obra de la casualidad, sino de una importante estrategia que un inteligente funcionario del Estado diseñó y llevó a la práctica, pese a la resistencia inicial del gabinete de la Nación.

Trataré de que alguna cuestión coyuntural no me impida presentar en los próximos artículos el “Protocolo Adicional Mercado Común Pesquero del Sur (MERCOPES) del MERCOSUR en el Atlántico Sudoccidental y Pacífico Sudeste” (© RL-2019-112532147-APN-DNDA#MJ-23/12/2019) y la estrategia general que podríamos aplicar (aquellas publicables), pero, no puedo dejar de señalar dos hechos que nos demuestran en la gravedad e incapacidad en la que estamos inmersos. El primero: el Reino Unido, acaba de inaugurar —mientras nosotros festejábamos virtualmente los 210 años de la Revolución de Mayo— con un costo de ₤ 11 millones, un puerto en las islas Georgias del Sur para albergar al buque de investigación RRS David Attenborough; el buque patrulla de pesca MV Pharos SG y los buques de la Royal Navy “HMS Forth” (1 cañón de 30mm, 2 ametralladoras multicañón y 4 ametralladoras), y “HMS Protector” de 5.000 toneladas. El segundo, mientras los chinos pescan en el Atlántico Sur y, para ser más eficientes cuentan con abastecimiento en altamar, la Argentina habría recibido en Puerto Belgrano al barco petrolero chino Hai Gong You 309 (IMO 9153214) para cargar combustibles libres de impuestos. El tercero…

En la tauromaquia, los avisos son tres; al cuarto, se llevan el toro al corral (Ithacar Jalí).

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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