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SAN MARTÍN NUEVAMENTE NO DESEMBARCARÍA

Marcelo Javier de los Reyes*

El mejor gobierno, no es el más liberal en sus principios sino aquel que hace la felicidad de los que obedecen empleando los medios adecuados a este fin.

José de San Martín

Las denominadas Invasiones Inglesas de 1806 y 1807 introdujeron al Río de la Plata en el conflicto mundial de ese momento, el que enfrentaba al Reino Unido con la Francia imperial y sus aliados. Hasta ese momento el Virreinato del Río de la Plata llevaba una vida normal dentro del Imperio español y no había ningún movimiento independentista ni nada que pudiera ocasionar sobresaltos en su población. Sin embargo, las invasiones de los británicos llevaron a la formación de las unidades militares para defender el virreinato y también despertó en los criollos la necesidad de abogar por el libre comercio, aunque la introducción de los productos británicos ponían en riesgo las industrias regionales.

Buenos Aires era una aldea de unos pocos miles de habitantes, llegando a unos 45.000 en 1810, pero también era el puerto más importante vinculado al Atlántico Sur.

Mientras esto ocurría en el sur de América, en Europa la guerra se propagaba por el continente, los reyes españoles Carlos IV y Fernando VII eran prisioneros de Napoleón, las tropas españolas libraban enconados combates contra el francés y se aliaban a su tradicional enemigo: el Reino Unido.

Por esos años también el oficial José de San Martín, nacido en Yapeyú ―en el Virreinato del Río de la Plata, actual Provincia de Corrientes― el 25 de febrero de 1778, desarrollaba su carrera militar en España. Su familia se estableció en Cádiz en 1784, cuando él contaba con seis años de edad. Bajo el pabellón del Imperio español combatió en el norte de África, luego contra las fuerzas de Napoleón, destacándose en las batallas de Bailén y La Albuera. En esta última, que tuvo lugar en 1812, las fuerzas españolas ―paradójicamente― estaban bajo el comando del brigadier general William Carr Beresford, el mismo que en 1806 se rindió ante Santiago de Liniers tras el fracaso de la primera Invasión Inglesa.

San Martín es una figura polifacética que de ninguna manera puede ser reducida a la escena militar. Además de un gran estratega era un hombre de una considerable cultura, un buen administrador como lo ha demostrado en su paso por la gobernación de Cuyo y no puede soslayarse que fue un gran pilar en lo que se refiere a la educación, como lo demuestra su primer testamento de 1818, en el que incluyó la donación de sus libros para la biblioteca de Mendoza, la creación de la biblioteca de Santiago de Chile y la fundación de la Biblioteca Nacional del Perú, la que creó mediante el Decreto firmado el 28 de agosto de 1821. San Martín llegó a expresar: «Las bibliotecas, destinadas a la educación universal son más poderosas que nuestros ejércitos para sostener la independencia». Quizás ésta sea una frase que nuestros dirigentes actuales debieran leer y releer.

Su cruce de la Cordillera al comando del Ejército de los Andes, la independencia de Chile junto a Bernardo O’Higgins, la proclamación de la Independencia del Perú y su encuentro con Simón Bolívar en Guayaquil, ya se encuentran bien registrados en sus diversas biografías y libros de historia.

Del mismo modo son conocidos otros hechos pero siempre es bueno recurrir a la historia, maestra de la vida, para reflexionar sobre ella desde la actualidad.

San Martín se negó dos veces a involucrar sus tropas en la guerra civil, cuando así se lo requirieron Juan Martín de Pueyrredón y luego José Rondeau, quien no es recordado como se merecería por sus leales servicios a la Patria. Desobedeció las órdenes y continuó con su objetivo, que no era el de empuñar las armas en contra de la propia sangre americana. En ese sentido debemos recordar que en una carta expresó: «Cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros disgustos me llega al corazón».

En el mismo sentido cabe mencionar otra célebre frase de San Martín: «Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas». Y fue coherente en palabras y en obras como lo demostró al negarse a desembarcar en Buenos Aires luego de haberse anoticiado en Río de Janeiro de la revolución llevada a cabo por Juan Lavalle, del derrocamiento de Dorrego y luego de su fusilamiento y del caos en el que se encontraba su patria.

Otra muestra de esa coherencia fue el rechazar la presidencia del naciente Estado Oriental cuando se encontraba en Montevideo en 1829. En esa oportunidad, algunos militares orientales como Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera le ofrecieron la presidencia de la nueva república pues deseaban un presidente neutral en un contexto de convulsión política, pero San Martín rechazó el ofrecimiento dado que no deseaba involucrarse en los conflictos políticos que afectaban a las nuevas naciones.

De ese modo, retornó a Europa para ya no volver. Falleció en Francia el 17 de agosto de 1850.

En su testamento, San Martín dispuso que su sable corvo ―de origen árabe y adquirido en Londres en 1811― le fuera «entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, como una prueba de la satisfacción que como argentino he tenido, al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataron de humillarla…».

Así Rosas recibió el sable que el Libertador se negó a desenvainar por opiniones políticas.

La imaginación me lleva a pensar que si San Martín llegara en barco nuevamente a Buenos Aires se negaría, una vez más, a desembarcar. Los argentinos parece que tenemos en nuestra genética esa anarquía que se remonta a los primeros momentos del nacimiento de nuestra Patria, la cual parece haberse transmitido de generación en generación, la que nos impide hoy alcanzar la unidad que el general desearía para esta población. En sus objetivos siempre estuvo el «bien y la felicidad», algo que no hemos alcanzado. Lo expresó claramente y en más de una oportunidad:

Mi objeto desde la revolución no ha sido otro que el bien y felicidad de nuestra patria y al mismo tiempo el decoro de su administración.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata. Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019 (2da edición, 2024). Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB). Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

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PESCA: SUMISIÓN Y/O CORRUPCIÓN

César Augusto Lerena*

El día 12 de marzo de 2024 el periodista neozelandés Pete Mackenzie del Proyecto The Outlaw Ocean me entrevistó para conocer mi opinión sobre cuestiones relativas a la industria pesquera argentina, la radicación extranjera y la pesca ilegal en el Atlántico Sur, junto a distintas entrevistas a distintos interlocutores del país. Sin embargo, las publicaciones locales que derivan de esas entrevistas tienen una mirada sesgada que no responde al menos a lo que relaté al citado periodista durante más de una hora: la responsabilidad de lo que ocurre en el Atlántico Sur no la tienen solo los chinos, sino principalmente el gobierno nacional y también los británicos, españoles, coreanos y taiwaneses.

El pasado 6 de agosto TN publicó un artículo relacionado al «informe de Outlaw Ocean que muestra cómo el gigante asiático no solo está detrás de la pesca no declarada y no reglamentada fuera de la milla 200, sino también dentro del caladero local». Este artículo refiere al caso del buque chino Jing Yuan 626 propiedad de la estatal china National Fisheries Company (CNFC) hundido en aguas argentinas por la Prefectura Naval; pero que «pese a ello el Consejo Federal Pesquero otorgó «licencias para faenar en aguas argentinas a dos buques extranjeros que, usando como fachada a una empresa local navegaría bajo bandera argentina, aunque el propietario sería la citada CNFC … mediante un proceso conocido como de “abanderamiento”, China pasó los últimos años comprando su acceso a caladeros nacionales en países de América del Sur, África y el Pacífico … Las empresas chinas controlan ahora un mínimo de 62 buques de pesca industrial de calamar bajo pabellón argentino. Es decir, más de la mitad de la flota de calamar del país», a quienes el informe les atribuye distintos delitos como descartes, desactivación del sistema satelital, evasión y fraude fiscal e indica que «en un artículo académico publicado en 2023, autoridades del sector pesquero chino explicaron cómo habían recurrido a empresas chinas para penetrar en aguas argentinas, usando métodos de arrendamiento y transferencia, formando parte de una política global». Es decir ―precisamos nosotros― que, mediante la compra o arrendamiento de empresas y/o permisos de pesca en la Argentina, los chinos están haciéndose de los recursos pesqueros en forma legal, pese a pescar en forma ilegal los recursos migratorios originarios de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) Argentina en alta mar.

Por su parte INFOBAE, el 11 de agosto, amplía diciendo que «la empresa china Dalian Huafeng Acquatic Products Co cuenta con 21 buques de pesca bajo tres empresas: Arbumasa, Ardapez y Dalian Huafeng Acquatic Products SA. Shanghai Fisheries cuenta con 15 buques “abanderados” pescando en el Mar Argentino; Wanxing Sannong Group con 12 y Shangdong Bodelon Group con 7, todas empresas legalmente registradas en el país, pero de propietario o “beneficiario final” chino», precisando que 41 de esos buques son poteros de pesca de calamar; aclarando, que fuentes del sector pesquero indican que, «se trata de empresas privadas, no del Estado chino. Sin embargo, el estudio señala que ocho buques abanderados de las empresas legales Ilex Fishing, Dossuarez SRA y COFC Argentina SA, cuyo beneficiario final es la citada CNFC que, según la investigación sí es propiedad del estado chino».

Si bien compartimos los múltiples argumentos relativos a la pesca ilegal y los relativos al trabajo esclavo detectado en embarcaciones chinas y las afirmaciones de Dyhia Belhabib, respecto a que «las autoridades pesqueras chinas explicaron cómo habían recurrido a empresas de su país para penetrar en aguas territoriales argentinas» o las de Isaac Kardon que «hay una transferencia neta (de recursos) desde los países más pobres, sin capacidad para proteger sus caladeros…», la principal responsabilidad es del gobierno nacional que ha permitido todo tipo de prácticas pesqueras ilegales por parte de buques extranjeros y nacionales. A modo de ejemplo, en los últimos 40 años, solo se han detenido dos buques por año, a pesar de la presencia en el Atlántico Sur de 350 a 500 buques extranjeros que anualmente pescan ilegalmente los recursos migratorios argentinos; los buques nacionales operan sin observadores e inspectores a bordo o son patrones de pesca chinos los que en la práctica conducen la actividad de los buques, etc., etc.

Por otra parte, contrariamente a lo que se manifiesta en el artículo, la Ley Federal de Pesca no prohíbe otorgar permisos a empresas con antecedentes de pesca ilegal ya que, la ley promulgada en 1998, no menciona ni una sola vez la palabra “ilegal”, aunque el Consejo Federal Pesquero podría no otorgar permisos por los artículos 21º y 27º de la Ley; pero es evidente la falta de políticas que, entre otras cosas, requieren de una reforma de la ley, del combate a la pesca ilegal y el rediseño del otorgamiento de cuotas y autorizaciones de captura, en especial.

Cuando el artículo se refiere a que el “cese de bandera de origen” es central, no es porque se haya pescado o no en forma ilegal, sino porque de no cesar la bandera de origen se tendrá una ventaja arancelaria en los países originales del buque y éste es otro de los temas pendientes de regularización por parte de las autoridades de Argentina.

Se cuestiona también en el artículo de que «no hay calamar para que entren más barcos»; pero la cuestión no se trata si es un buque chino o no, sino que las capturas máximas establecidas por el Consejo Federal Pesquero, en base a las determinaciones del INIDEP, no se superen. Y agrega un comentario del directivo de una pesquera que “pidió reserva de su nombre”. Por suerte … porque afirmar que «Es preferible que (los buques chinos) pesquen legalmente adentro en vez de estar en la Milla 201 o ilegalmente en la ZEE. ¿Qué diferencia hace si el dueño final es de capital chino, noruego o español?». Este directivo se imagina que habilitar un buque que pesca ilegalmente, evitaría que otro buque extranjero se agregue para pescar ilegalmente los recursos migratorios argentinos. Ignora que la colonización de América iniciada a fines del siglo XV sigue vigente; las “leyes de la materia” respecto a la ocupación de los espacios y las políticas internacionales de apropiación de los recursos naturales. Es de una ignorancia supina creer que habilitar en la ZEE un buque que pesca ilegalmente terminará con la pesca ilegal. Además, no es una determinación que puede tomar una empresa, sino que debe surgir de Acuerdos entre Estados.

Estos artículos parecieran un refrito que “no separa la paja del trigo” desinformando al lector y contribuyendo a la confusión general. Es muy probable que haya buques del Estado chino y buques de origen chino comprados por empresas nacionales de capital chino u otras (muchos de los poteros originales modificados por empresas nacionales eran extranjeros) y también que empresas nacionales de capital extranjero construyan buques en astilleros argentinos. Deberíamos tener en cuenta que no son los barcos los que realizan la pesca ilegal por sí: son los propietarios, armadores y/o capitanes. De forma tal que si el buque con el que se ha realizado pesca ilegal se vende a terceras empresas que puedan demostrar que no tienen ninguna relación societaria con la anterior empresa, podría ser habilitado nuevamente para la pesca. Pero esta no es la cuestión. Lo que no debería hacerse es otorgar permisos de pesca a ninguna empresa nacional de capital extranjero cuando buques del mismo país pesquen ilegalmente los recursos migratorios originarios de la ZEE en alta mar o en Malvinas. Los Estados de pabellón deben desalentar a sus nacionales la pesca ilegal si quieren obtener permisos por parte de los Estados ribereños y las empresas nacionales de capital extranjero radicadas en la Argentina deben presionar a sus gobiernos para terminar con la pesca ilegal. No es admisible, por ejemplo, que habiendo reconocido España la soberanía argentina de Malvinas, sus buques pesquen ilegalmente en las aguas de esos archipiélagos y la Autoridad otorgue permisos en el continente como si nada pasara. El problema no son solo los chinos. El problema es que la Argentina tiene los recursos y los mercados y no es posible regalarle esto a los países que operan subsidiados para hacerse de las proteínas y mucho menos perder la autonomía de la política pesquera y la administración del Atlántico Sur; aunque a juzgar por los hechos, ello está ausente en el gobierno nacional. El problema no son solo los chinos, también es el enclave británico en el mar argentino.

Por su parte, chartear un buque es simplemente alquilarlo y ello, de por sí, tampoco significa actuar ilegalmente; por ejemplo, podría chartearse una embarcación mientras se construye un buque en un astillero local para cumplir con las capturas autorizadas, aunque muchas veces también puedan enmascararse sociedades con empresas extranjeras no autorizadas o establecerse aparentes sociedades mixtas que encubren el ingreso de buques al caladero mediante el pago de una comisión a una empresa nacional. Estas son cuestiones que también deben calificarse de ilegales y donde la Autoridad de Aplicación ha sido y es responsable a la hora de autorizarlas. Del mismo modo, cuando a través del alquiler de buques nacionales con cuotas, una empresa se excede de la concentración de cuotas de captura.

En la citada entrevista le manifesté al periodista cuestiones sobre las que yo vengo escribiendo desde la década del 90, cuando se inicia la gran radicación extranjera en el ámbito de la pesca; primero, a través de sociedades mixtas y luego mediante la adquisición de permisos pesqueros a empresas nacionales; de tal manera, que en la actualidad siete de las diez más importantes empresas exportadoras de productos pesqueros en la Argentina son nacionales de capital extranjero. En el país hay empresas nacionales de capital chino, español, estadounidense, noruego, etc., mientras buques del Estado chino pescan en alta mar recursos migratorios originarios de la ZEE y buques españoles ―mayoritariamente gallegos― como dijimos, pescan asociados a capitales británicos los recursos argentinos en las aguas de Malvinas. Y de esto nada refiere el informe del Proyecto The Outlaw Ocean de lo que me ocupé de resaltar en la citada entrevista.

No debería registrarse ni otorgarse autorizaciones o cuotas a aquellas empresas nacionales de capitales extranjeros, cuando buques extranjeros del mismo Estado al de estas empresas realicen pesca ilegal en alta mar o Malvinas.

Que “el cuco” no nos haga perder de vista al “hombre de la bolsa”. Vamos a tener que tomar la sopa.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana (CESPEL).

CONTRA LA AMENAZA FANTASMA

Francisco Carranza Romero*

El politólogo peruano Farid Kahhat ha publicado «Contra la amenaza fantasma» (2024, Crítica, Lima). Desde la carátula hay motivación de lectura porque aparecen cinco fantasmas de la actual política latinoamericana cuyos rostros son reconocibles. Los menciono y describo de izquierda a derecha: Keiko Fujimori empuña en la mano derecha una espada que se parece a una guadaña. Jair Bolsonaro sostiene el fusil amenazador con las dos manos. López Aliaga (alcalde de Lima), en el centro, tiene la pose de un perrito que goza del ambiente y compañía fantasmal. Javier Milei con una motosierra en la mano izquierda muestra su puño derecho agresivo. El quinto es Nayib Bukele con la pistola en cada mano. La figura de la cabeza de león con la boca abierta y mostrando los dientes como bandera de los cinco fantasmas simboliza fuerza, poder y bravura.  El siguiente texto en la parte baja sintetiza el contenido del libro: «La derecha radical latinoamericana y la reinvención de un enemigo común».

Los dos primeros fantasmas gritaron «¡fraude!» al perder las elecciones presidenciales en sus respectivos países. Y se marcharon muy enojados para relajarse en ambientes estadounidenses.

Leyendo el libro se comprende el porqué del cuadro simbólico de la carátula: los cinco fantasmas son los adalides de la derecha radical que predica el nacionalismo, autoritarismo y populismo; y se considera enemiga acérrima de cualquier movimiento de izquierda; y hasta se alía con los grupos religiosos tradicionales que demonizan a los que piensan diferente y cuestionan sus dogmas.

El libro consta de cinco capítulos: I. La derecha radical en el contexto internacional. II. El Foro Madrid (o el foro bueno). III. Javier Milei o lo que calla un libertario. IV. Algunos puntos ciegos en el discurso de la derecha radical iberoamericana. V. Bukele y la derecha radical desatando (bajas) pasiones. Cuando el autor recurre a los datos de otros pensadores, hace las referencias con notas en cada capítulo. Es la demostración de la honestidad académica.

Como estudioso de la política nos comparte su opinión: «Antes que giros ideológicos a diestra y siniestra, lo que prevalece en América Latina es un profundo descontento con el oficialismo, sea cual sea su orientación política» (p. 15). Es verdad, el interés por los asuntos políticos está bajando en América Latina. Además, no hay una izquierda ni una derecha. Ambas se odian y se insultan para la tribuna; pero, ante un pastel delicioso (aumento de sueldo, bonificación extra, viajes al exterior, impunidad y repartija de cargos), se juntan para saborearlo.

Kahhat describe que el actual gobierno peruano es un sistema híbrido de democracia y autoritarismo. Los que protestan contra el régimen son acusados de terroristas; por tanto, pueden ser victimados por los poderes fácticos (fuerzas armadas y policiales). Después de las muertes, nadie asume la responsabilidad. Los ejecutores dicen que cumplieron las órdenes superiores. Las autoridades dicen que ellos no ejecutaron. «A septiembre de 2023, la presidenta Boluarte seguía culpando públicamente a las víctimas por sus propias muertes» (nota 28).

¿El Foro Madrid es un intento de «civilizar» Hispanoamérica como en los tiempos de la colonia? Varios políticos latinoamericanos participaron en el Foro recibiendo lecciones y bendiciones. Sin embargo, hay hechos históricos que no han sido olvidados: ejecuciones de los indígenas americanos defensores de sus territorios y de su libertad, usurpaciones de facto o con leguleyadas y el tráfico de esclavos.

Hablando de la empresa Odebrecht que colaboró con muchos políticos en sus campañas electorales o ya en el poder: «…(A)lgunas empresas privadas no se enriquecen compitiendo, sino confabulándose con los gobernantes… (que les) otorgarán concesiones y contratos sobrevaluados» (p. 127-8).

Los liberales o libertarios como Milei gritan eufóricos «¡Viva la libertad, carajo!» Sin embargo, hay cuestionamientos sobre la teoría y praxis de la libertad: suicidio, eutanasia, aborto, venta de órganos humanos y adopción. Gobernar no es actuar siempre con euforia; la reflexión y prudencia son necesarias porque el gobernante representa a todo el país.

Algunas autoridades admiran el modelo bukeliano de «limpiar» arrestando a todos los sospechosos para dar seguridad social. Kahhat cita al alcalde del distrito limeño de Jesús María, admirador de Bukele: «Yo estoy completamente de acuerdo en que a todos los metan presos, y comienzas a limpiar, y comienzas a sacar a sacar a los que son inocentes. Pero al principio tienes que meterlos a todos» (p. 142). El mencionado alcalde usa el pronombre indefinido «todos» no como inclusivo sino como exclusivo porque habla de otros que no son de su entorno. Además, hay delincuentes que no son capturados ni condenados.

Este libro ayuda a comprender la política no sólo de América Latina sino de todo el mundo donde hablando de libertad, justicia y democracia se usa el autoritarismo; y no todas las invasiones y genocidios son condenados como en los casos de Ucrania y Palestina.

 

* Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur.

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