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TARDE Y MAL, COMO DE COSTUMBRE

F. Javier Blasco*

La Comunidad Internacional (CI) y todos los organismos que la integran, viven, moran o pululan en su entorno son un cumulo de “buenos y grandes propósitos” pero excesivamente lentas o improductivas en sus resoluciones. Resoluciones o decisiones que muchas veces llegan tarde, resultan ineficaces, demasiado descafeinadas o inservibles para paliar los efectos del problema que las suscitó.

De entre todos ellos y dejando a un lado a la ONU, que se lleva el primer premio en ineficacia, destaca la UE; esa costosísima y mastodóntica organización en la que están basadas tantas ilusiones y esperanzas aunque sigue sin cambiar sus ritmos o el guion para decidirse a intervenir con eficacia y rotundidad en lugares o momentos decisivos.

Tradicionalmente, aunque casi siempre a trancas y barrancas, sigue placida y tranquilamente los pasos marcados por el Tío Sam y suele llegar no solo tarde, sino también mal allí donde se esperaba una mayor rapidez o enérgica decisión en asuntos que son propios por afectar a sus intereses, de su incumbencia según sus estatutos, heredados del devenir de las cosas o salpicados por circunstancias vecinas o cercanas.

Se llegó tarde a impedir el vergonzoso Brexit y sus consecuencias tan terribles para tiros y troyanos; no se ha manejado bien ninguna de las sucesivas crisis económicas al introducir peligrosos cambios de criterio; es patente su indecisión con Suramérica o África o ante las crisis de refugiados y la pandemia del coronavirus mostró no solo grandes deficiencias en materia sanitaria, sino en coordinación, cooperación y economía de esfuerzos, así como en la protección de sus gentes y fronteras.

En materia político democrática, bandera que saca y ondea al viento en cualquier ocasión o motivo, dejamos mucho que desear; la ordenes europeas de detención no se aplican entre sus miembros; algunos países como Hungría y Polonia han venido haciendo de su capa un sallo en materia de control de los órganos de la administración de justicia y en su forma de cubrirlos sin que, durante mucho tiempo, se tomaran medidas coercitivas contra ellos. Hecho éste que ha sido vergonzosamente copiado por España, a la que, de momento y mucho me temo que, de forma definitiva, tan solo se le han dirigido unas pequeñas ‘reprimendas’ en formato de recomendaciones a pesar de haber llevado a cabo acciones de dudoso pelaje democrático y muy intrusivas en el sistema de funcionamiento y cobertura democrática de cargos de sus elementos fundamentales.

Asistimos con autentico pavor a los debates sobre seguridad y defensa con los que llevamos años analizando el sexo de los ángeles y cuál sería la posición más conveniente para ser tomados en serio internacionalmente o pudiéramos dotarnos de una posibilidad de intervención o defensa más que suficiente que nos diera consistencia y aumentara nuestra sensación de seguridad basada en capacidades propias y no ser tan dependientes de una dubitativa OTAN que siempre camina de la mano de EEUU sobre un delicado hilo de alambre que, cualquier día, se puede romper.

Llevamos casi un año con la guerra en Ucrania llamando a nuestras puertas y somos incapaces de tomar una acción conjunta lo suficientemente seria a pesar de que dicho conflicto afecta de lleno a nuestros vecinos, las propias fuentes de energía y las soluciones ante las amenazas rusas.

Los ucranios, con su presidente Zelenski a la cabeza, tras ciertas escaramuzas o reacciones de diversas consecuencias, han aprendido la lección de que solo con trajes de invierno, un gran coraje y mucho amor a su tierra, no se puede hacer frente a un mastodonte como es Rusia en manos de un lunático, a quien no le importa sacrificar a miles de sus hombres, la propia economía e invertir lo que sea necesario en armamento con tal de ver satisfecho su ego.

En este contexto y como la ayuda militar exterior había decrecido mucho salvo por parte de EEUU, ha aparecido sobre el tablero la necesidad de que la CI le dote de carros de combate más modernos, potentes y eficaces tipo: Leopard (alemán), Abrams A1 (norteamericano) o el Challenger 2 (británico) entre otros, para hacer frente sin paliativos a la dura contraofensiva que esperan para esta primavera.

Tras muchos dimes y diretes, el presidente Biden decidió recientemente mandar 31 carros de combate (número equivalente a un Batallón de carros ucranio) y presionar a su colega alemán a que haga un gesto similar y que, además, permita a países europeos (Polonia y la República Checa entre otros) —que cuentan en sus dotaciones con dicho carro del mismo o anteriores modelos— a mandar estos sin las restricciones contractuales de su empleo fuera del territorio europeo.

Anteayer, se tomó la decisión al respecto y Alemania dotará con una Compañía de dichos carros a Ucrania (unos 12) y los polacos y los checos se aprestan a donar un número indeterminado lo antes posible, así como el Reino Unido ha marcado una fecha muy próxima para que lleguen sus carros. Incluso Marruecos, que no tiene nada que ver en este entierro, ya ha mandado unos 20 carros T-72 recientemente modernizados y sin tanta alaraca.

España y nuestro presidente, especialista en márquetin y en vender humo, ante la precipitación de las decisiones de los demás y por no quedarse atrás —como venía haciendo tal y como se demostró al no acudir y menospreciar la cumbre de Ramstein el pasado día 20 donde se discutieron los apoyos internacionales a prestar— a pesar de la oposición de una parte del gobierno y de los partidos que le sustentan en el cargo, cambió sus reiteradas negativas y justificaciones de obsolencia e inoperatividad de la mayoría de nuestras existencias de ese tipo, a anunciar un apoyo, indefinido en todos los aspectos como el modelo (hay varios), cantidad, recuperación de su operatividad, plazos de entrega, piezas de repuesto, entrenamiento de tripulaciones y personal de mantenimiento.

Está claro que estos movimientos políticos solo suponen una venta de humo, agitar el adormecido público, mostrase dispuesto a cambiar de imagen y no quedarse en el pelotón de cola; cosa que mucho me temo, será así finalmente, porque tanta palabrería y gestos huecos mostrando giros bruscos de opinión, no gustan nada a nadie y menos a nuestros aliados.  

En cualquier caso, las sofisticadas máquinas de guerra actuales no son sencillos juguetes que se arrancan y se sale al campo con ellos sin realizar previamente muchas semanas de adiestramiento, su mantenimiento es difícil y sofisticado y las piezas de repuesto no suelen ser compatibles.

Mezclar tantos modelos en un mismo cesto en manos inexpertas puede suponer que se queden todos fuera de servicio en poco tiempo, salvo que se les adiestre adecuadamente y se mantenga in situ un apoyo en mantenimiento más que adecuado, como exigen los tiempos de guerra; elementos que justifican la exigencia de Zelenski para que los apoyos se centraran en los Leopard, el mejor carro actual.

Mucho me temo que toda esta parafernalia, exigirá demasiados esfuerzos extras y mucho tiempo; tiempo, que no dispone Ucrania, y no será más que otro brindis al sol de la CI para acallar sus insanas conciencias y que algunos políticos, muy cercanos a nosotros, han visto una gran oportunidad en mejorar su imagen personal al cambiar de opinión de forma súbita.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

SUBMARINOS ALEMANES EN LA PATAGONIA

Walter A. Martínez*

Alemania se había rendido el 8 de mayo de 1945. La mañana del 10 de julio de ese año había amanecido en Mar del Plata, Argentina, estaba nublado y todo parecía normal en el puerto.

De pronto a las 0700 hs., la guardia militar advirtió unas señales luminosas que venían desde unos 5000 metros mar adentro. El jefe a cargo de la base naval fue despertado de urgencia y se dirigió hasta el puesto de observación. Momentos más tarde, cuando descifró el mensaje que las luces transmitían en código Morse, casi no podía creer lo que estaba leyendo. Alguien desde alta mar se estaba identificando en inglés como “German submarine”.

 

Cuando el jefe argentino y su interlocutor comenzaron a intercambiar mensajes, este último se identificó como Otto Wermuth Comandante del U-530 y dijo que su intención era rendir el submarino ante autoridades argentinas. Después de aclarados los términos de la rendición, se le dio autorización para que el submarino avanzara navegando en superficie y atracara en la escollera del puerto.

Las maniobras de amarre fueron tensamente vigiladas desde tierra y una vez concluidas, Wermuth luciendo sus condecoraciones, formó en cubierta a sus hombres y esperó que llegara la tripulación de presa que tomaría el control del submarino. El Comandante alemán tenía 25 años y la tripulación un promedio de edad cercano a los 18. En el interrogatorio evadió muy bien las preguntas más comprometedoras. El libro de bitácora de la nave había desaparecido, no pudo explicar la falta de los torpedos, tampoco la carecía del cañón de cubierta y por qué faltaba la balsa principal con capacidad para varias personas. Según sus palabras, después de 107 días de navegación, alcanzó la costa de Mar del Plata un día antes de la rendición de Alemania. Avistó el faro de Punta Mogotes y estuvo navegando porque su intención original era “recalar en Miramar”.

Un segundo submarino se entrega

El 14 de agosto de 1945 se rendía en la Base Naval Mar del Plata un segundo submarino, el U-977 al mando de su Comandante Heinz Shaeffer. El gobierno de Argentina estaba asombrado y preocupado por las derivaciones diplomáticas.

Fragmento traducido de una carta de un prisionero alemán a un familiar

“…Amarramos dentro de la Base Naval de Mar del Plata. Nos recibieron calurosamente, nos abrazaron y nos regalaron cigarrillos. Nos trasladaron al hotel de Inmigrantes en Buenos Aires, por la noche bebíamos abundantemente y la comida era buena, con toda clase de exquisiteces. Nos sacaron innumerables fotos con la oficialidad argentina. Lástima que tuvimos que abandonar ese hermoso país. Hubo una gran despedida y el Comodoro de la Base Aérea dijo que no nos consideraban prisioneros de guerra, sino simplemente camaradas alemanes. Luego se despidió uno por uno de nosotros, mientras la banda tocaba ‘Viejos camaradas’”

Repercusión diplomática

La Armada Argentina estaba feliz en tener esos submarinos de alta tecnología. Pero debido a las fuertes presiones de los embajadores de las potencias aliadas, Argentina accedió a que los EE.UU. se llevaran ambas naves con sus tripulaciones para ser interrogadas exhaustivamente.

El Gobierno de esa nación clasificó como top secret todo lo investigado.

Avistamientos y búsquedas

Después de la guerra, el folklore de la costa patagónica se llenó de rumores de otros submarinos que aún llegan hasta nuestros días. Los comentarios se refuerzan por el avistamiento de cierta torreta típica de un submarino que era vista en ocasiones propicias de la bajamar en una zona cercana a caleta de los Loros, a unos 140 km de Viedma. Algunos pobladores afirman que en ese lugar se encuentra un submarino alemán hundido. Testigos muy calificados, uno de ellos volando un Piper PA-11, menciona: “En 1957, en ocasión de un sobrevuelo por la zona de la caleta de los Loros, alcancé a avistar algo ahí, hundido, que apenas emergía sobre el agua”. Un perito naval en salvamento mencionó: “La Armada tenía precisiones sobre su localización, porque un avión Neptuno los había sobrevolado unos siete años antes y en las fotografías que nos mostraron podían distinguirse las siluetas de dos naves y hasta las torretas, que se veían más oscuras”.

Por su parte algunos pobladores mencionaron:

“Cuando hay viento norte, se puede ver a 200 metros la proa”. En noviembre de 1996 se llevó a cabo en la caleta de los Loros una de las exploraciones más publicadas. Un equipo del Instituto de Biología Marina Almirante Brown de San Antonio Oeste, realizó un trabajo de investigación.

Los resultados fueron nulos, a pesar de que las observaciones aéreas siempre dieron resultado positivo.

Comandante Otto Wermuth, U-530.
Hallazgo de un tercer submarino

El dato que permitió el descubrimiento lo dio el patrón de un barco pesquero que decía que había una zona donde siempre se le trababan las redes y afirmaba que algo había ahí abajo, por suerte registró las coordenadas del lugar. Entonces el 9 de marzo del 2022, un grupo de investigadores encontró un misterioso naufragio a unas dos millas de la costa, en Quequén, provincia de Buenos Aires. Informaron del hallazgo a la Prefectura Naval Argentina, indicando las coordenadas exactas y la profundidad de 28 metros donde se encontraba. La PNA consideró que podría tratarse de un “bien arqueológico” imponiendo restricciones en esa zona de navegación.

Tres meses después, un guardacostas de PNA realizó una expedición para filmar los restos, utilizando para ello un vehículo remoto subacuático (ROV) y 12 buzos de profundidad. Las imágenes obtenidas muestran que el casco presenta una clara destrucción hecha con explosivos, también lo que sería un mástil, una escotilla, cañerías y engranajes, pero lo que definió todo fue el periscopio que estaba intacto.

Eso por sí sólo indica que se trataba de un submarino, pero para una mayor precisión se tomaron muestras de metal del casco para determinar similitudes de fabricación. En una pericia de dos ingenieros navales se indica que el casco se encuentra semienterrado y con un alto grado de destrucción pero que a pesar de estas condiciones igual se pudo identificar la subestructura de la cubierta y podría tratarse de un U-Boot tipo VII o IX.

El lugar del naufragio corrobora la forma de los alemanes para escabullirse. Primero desembarcaban las personas y valores, luego la nave con no más de 5 hombres se retiraba de la costa una o dos millas. Activaban las cargas explosivas para hundir el submarino y regresaban a la playa en un bote neumático.

La explosión debía ocurrir cuando la nave estuviera en el fondo para que la detonación no se escuchara en Quequén. Llegar hasta Sudamérica en un submarino alemán podía ser un viaje no menor a dos meses. La Kriegsmarine con veleros había diseñado una sencilla cadena logística de reabastecimiento para los submarinos, que se explica en otra nota.

Investigadores consideran que hasta podrían existir sin descubrirse tres submarinos alemanes hundidos en costas del sur argentino. 

Conclusión

Alemania en la Segunda Guerra Mundial tenía alrededor de 1000 submarinos; 46 de ellos jamás fueron hallados lo que permite muchas especulaciones. Se cree que cuatro o cinco hayan zarpado desde Noruega hacia Sudamérica. Después de unas 18 semanas, dos de ellos, el U-530 y el U-977, se entregaron en Mar del Plata, el tercero fue hundido por la propia tripulación y descubierto en el año 2022 en Quequén. De los otros nunca se encontraron sus restos. Hay certeza que todos los comandantes antes de entregarse o de hundir su nave, arrojaban al mar el libro de bitácora, armamento y la famosa máquina “Enigma” para cifrar documentos radiales.

Las investigaciones serias coinciden que eran tripulantes jóvenes del arma submarina, oficiales y suboficiales que deseaban rendirse en algún país donde no fueran encarcelados.

Las condiciones de vida a bordo eran horribles y sólo podían resistir muchachos que gozaran de excelente salud psicofísica. En general los comandantes de esos submarinos no superaban los 25 años y eran los de mayor edad.

Para mediados de 1945, peones de estancias al norte de Mar del Plata comentaban que veían algunos sulkis vacíos que iban hacia el mar y regresaban por la misma huella, en dirección a la ruta 2 con hombres jóvenes y rubios que no habían ingresado previamente del oeste. Con bastante seguridad se puede afirmar que no bajaron criminales de guerra pues habrían preferido viajar en barcos neutrales confundidos con refugiados.

Organización y logística: para no creer fantasías, primero hay pensar que la tecnología y comodidades de los submarinos del siglo pasado no son las actuales. Luego se debe analizar ciertas condiciones que, aislado y con destino hacia la Argentina tiene que afrontar. Su comandante tendría que haber considerado el cálculo de combustible, que le debería alcanzar para cruzar el Atlántico cerca de 5.200 millas (10.000Km) a velocidad promedio de 4,7 nudos (8,7 Km/h), por dos meses, alimentos y agua potable para la travesía (aunque se supo que algunos veleros y barcos “neutrales”, llegaron a abastecer a submarinos alemanes en proximidades de costas de Sudamérica). Pero el siguiente problema era la existencia en tierra de un grupo confiable que los recibiera y oculte unas 40 personas en casas seguras por tiempo indeterminado para luego integrarse en distintas ciudades. Al no hablar el idioma local y ser casi todos rubios, pronto hubieran sido descubiertos y esto es algo que nunca ocurrió.

Todo ello apunta a la existencia de una organización secreta de gran magnitud. Está claro que pudieron haber existido desembarcos furtivos, pero es muy difícil que se hayan producido más de dos. Después de la guerra se supo que la estancia “El Porvenir” en Mar del Sur, era una base de agentes alemanes que le facilitaron apoyo logístico a los “lobos grises” mediante cierto velero que podría haber sido el “Passim”. Según antiguos peones, existían un galpón donde se alojaban extranjeros, todos hombres jóvenes. Les llevaban alimentos pero tenían prohibido acercarse a ellos.

La única duda: lo que despierta suspicacias es el gran espacio de tiempo transcurrido entre la rendición de Alemania el 8 de mayo de 1945 y los dos submarinos que se entregaron en Mar del Plata el 10 de julio y 14 de agosto.

Existe la sospecha que en ese lapso hubieran desembarcado cajas conteniendo oro, con pocas personas en alguna playa. De ello hay ciertos indicios, en especial porque al submarino U-530 le faltaba la balsa principal; y al S-977 le faltaban 16 tripulantes y 3 balsas neumáticas.

Ambos comandantes y su tripulación fueron interrogados exhaustivamente en los EE.UU. y los resultados fueron clasificados como top secret. El cúmulo de documentación que existe en Argentina es muy abundante, pero en décadas anteriores por razones políticas, algunos expedientes oficiales se perdieron o fueron adulterados. Por ello es muy probable, que nunca se sepa la completa verdad. Para peor aparecieron “historiadores” que publicaron relatos de fantasía que no se ajustan a la verdad, pero son éxitos editoriales que se venden bien.

77 años después, algunos misterios comienzan a revelarse, pero la verdad definitiva aún permanece entre enormes médanos de incógnitas y no sería extraño que por una secreta trama internacional, la verdad nunca se sepa.

  

* Comandante (R) de la Gendarmería Nacional Argentina. 

Artículo publicado en la Revista Tiempo GNA 74, noviembre de 2022.

 

Fuentes

Diario “La Nación”. 1997;

Diario “Ámbito Financiero”

The Strange Odyssey of the German U-Boat

U-196

ABC Historia

Revista Club Sniper Nº 39

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LA MÁQUINA “ENIGMA”

Revista GNA*

En todos los conflictos siempre se usaron códigos secretos para cifrar textos, de modo que el adversario no conozca el contenido y algunas guerras se perdieron por ese motivo. Enigma” en la IIGM era el nombre de una máquina que disponía de un mecanismo de cifrado rotatorio, que permitía usarla tanto para cifrar como para descifrar mensajes. En su interior disponía un eje con tres discos de bronce que giraban por medio de un contacto eléctrico ocasionando que las letras cambiaran de manera complicada. Luego el rotor volvía a girar produciendo un texto sin sentido imposible de descifrar.

 

Las fuerzas militares de Alemania las comenzaron a usar desde 1930. Su facilidad de manejo y supuesta inviolabilidad fueron las principales razones para su amplio uso. Los alemanes estaban convencidos de que los mensajes de “Enigma” no se podía descifrar, por lo que la empleaban para todo tipo de comunicaciones militares y en sus servicios secretos. Pero quienes hicieron un mayor empleo fue la marina alemana. El procedimiento era sencillo, cuando un submarino alemán detectaba un convoy aliado, enviaba la información por radio usando la máquina “Enigma” indicando las coordenadas y el rumbo al comando naval alemán, quién por el mismo sistema encriptado ordenaba a otros submarinos para que esperaran al convoy algunas millas adelante. Cuando los barcos se acercaban, ya habían sido rodeados y de manera sorpresiva eran torpedeados hasta su destrucción total. Era sin dudas una excelente máquina al que más tarde le agregaron un cuarto engranaje para dificultar más cualquier intento de ruptura del cifrado. Su sistema fue finalmente descubierto por un par de ingleses y polacos matemáticos y es considerado como la causa de haber concluido la Segunda Guerra Mundial al menos dos años antes. Por su parte los japoneses para esa época tenían un código que los EE.UU. llamaban “purple” (código púrpura). Desde antes del ataque a Pearl Harbor, un ejemplar había sido hallado entre las ropas del cadáver del patrón de un barco pesquero japonés hundido y estaba en poder de la marina norteamericana.

Un “regalo” inesperado

El 9 de mayo de 1941 un golpe de suerte favoreció a los ingleses. El submarino U-110 alemán, comandado por Fritz Julius Lemp, fue descubierto el destructor HMS Aubrietia y las bombas de profundidad que le arrojó, le produjo graves daños y tuvo que emerger. Antes de abandonar la nave se activaron cargas explosivas para que no cayera en manos del enemigo. Pero el destino hizo que no explotaran, el destructor recogió a los tripulantes alemanes y el submarino fue abordado.

Fue en ese momento que los británicos se hicieron con un gran tesoro al capturar libros de códigos, mensajes cifrados y la máquina “Enigma”. Un verdadero banquete informativo de trascendental importancia, que especialistas en inteligencia lograron al descifrar los códigos alemanes.

La información fue mantenida en estricto secreto y sirvió para adelantar el final de la guerra.

* Artículo publicado en la Revista Tiempo GNA 75, diciembre de 2022.