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RUSIA. HISTORIA E HIPÓTESIS DE CONFLICTOS.

Marcos Kowalski*

Imagen de WikiImages en Pixabay

Para estudiar un país y su proyección geopolítica, en este caso Rusia, debemos comenzar por conocer sus orígenes históricos, las variadas etnias de su pueblo, su clima, su geografía, como elementos de influencia telúrica en sus habitantes, elementos que determinaran su sentido de nación, las amenazas que perciben los rusos hoy y las respuestas que proyectan para contrarrestar las mismas.

El colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, provocó la pérdida de siglos de expansionismo territorial conseguido casi siempre mediante guerras. Por eso el actual presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin se refirió a ese colapso como la mayor de las catástrofes para Rusia; es y fue muy difícil para los rusos asimilar el desmembramiento en diferentes naciones que significó dicho evento.

Para conocer la historia de esta Nación, debemos remontarnos a hacia el siglo VI a. C., con el asentamiento de pueblos eslavos en Europa oriental. Siglos después, tras la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d. C.), estos asentamientos comenzaron a tener relaciones comerciales con Bizancio por un lado y con los pueblos nórdicos, llamados Varegos, de la península de Escandinavia.

En un punto medio entre la civilización bizantina y la escandinava, entre los siglos V y VI se fundó la ciudad de Kiev que sentaría las bases para la construcción del primer Estado eslavo oriental, conocido como la Rus de Kiev. El príncipe varego Oleg de Nóvgorod, unificó a los eslavos en el año 882. Pero recién con la llegada de los misioneros Cirilo y Metodio, fue que gran parte de la población adoptó la fe cristiana de la iglesia ortodoxa de Oriente que imperaba en Bizancio.

Con el bautismo de Vladimiro el Grande, (año 980) la religión cristiana ortodoxa de Oriente se hizo oficial, del nombre Cirilo proviene el actual alfabeto ruso, el alfabeto cirílico. Recordemos que desde entonces y salvo el interregno comunista, hasta hoy Rusia es el país más influyente de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.

En 1240 es cuando se produjo la decadencia del rus de Kiev como consecuencia del descubrimiento de nuevas rutas para el comercio y por la invasión de vastos territorios por los pueblos mongoles llamados tártaros, quienes fundaron el Kanato de la Horda de Oro imponiendo el vasallaje en los estados eslavos, haciendo que, por el desplazamiento de estas poblaciones, aparecieran nuevos principados.

Como consecuencia, gran parte de la población eslava, se fue aglomerando en el principado de Moscú (Moscovia) pero no fue hasta la caída del imperio mongol, hacia 1368, que Moscovia adquirió el protagonismo en la región fundando los cimientos del futuro Estado ruso.

Durante el siglo XV, hasta mediados del siglo XVI el principado de Moscovia fue gobernado por diversos príncipes, como Ivan III, quien inició una guerra contra Nóvgorod, otro estado surgido de la disolución de la Rus de Kiev, anexando su territorio. También inició la guerra contra el Kanato de Kazán.

El gobernante que siguió a Iván III, fue Basilio III, que adicionó varios principados hasta entonces autónomos, además de emprender una guerra contra la alianza polaco-lituana y acciones contra el Kanato de Crimea.

El Zarato ruso se fundó en 1547 con Ivan IV el Terrible, quien se proclamó como primer zar (recordemos que zar, proviene de la palabra César) con la intención de convertir a Rusia en un imperio. Iván IV sentó las bases de la expansión rusa hacia Siberia: fue el primer gobernante ruso en cruzar los montes Urales convirtiendo a Rusia en un país euroasiático.

Sus sucesores seguirían conquistando Siberia paulatinamente hasta que en 1613 accedió al poder Miguel I de Rusia, el primer zar de la dinastía Romanov que gobernaría Rusia ininterrumpidamente hasta la primera guerra mundial y la revolución comunista.

De esta dinastía, la Romanov, hay que destacar a Pedro I (Pedro el Grande), quien dio a Rusia el estatus de potencia mundial, propiciando un desarrollo tecnológico y cultural en todas las áreas, con la modernización del ejército y la creación de la fuerza naval rusa y fundando el Imperio ruso en 1721.

Entre los sucesores de Pedro el Grande no podemos omitir destacar a Catalina II (Catalina la Grande), quien venció al Imperio otomano y a la comunidad polaco-lituana; expandió el territorio hasta el mar Negro por el sur y a Europa central por el oeste, llegando a conquistar Alaska, en América, en 1784.

Alejandro I fue quien enfrentó a los ejércitos napoleónicos; aliado de Francia mediante el tratado de Tilsit de 1807, al principio, cuando el pacto fue roto por Napoleón, enfrentó con el ejército ruso a la ”Grande Armé” que tuvo su más desastrosa campaña. La invasión de Rusia en 1812, donde a pesar de haber llegado a Moscú, ante una política de éxodo y destrucción de sus propiedades e incendio de sus campos por los rusos, Napoleón se vio obligado a retirarse en el pantanoso barro del otoño y el terrible invierno ruso. Luego de este triunfo los rusos anexaron Finlandia, Moldavia y parte del gran ducado de Varsovia.

Durante los siguientes gobiernos la expansión rusa continuó hacia Asia central, anexando los territorios de Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán; la expansión de Rusia fue frenada en la guerra de Crimea, donde los británicos apoyaron a los otomanos.

En el aspecto social debemos destacar la reforma emancipadora de 1861 con la abolición de la servidumbre, para muchos marcando el fin del feudalismo en Rusia; pero debemos consignar que el imperio ruso se mantuvo al margen de la denominada primera revolución industrial, quedando retrasado tecnológicamente con relación a las potencias de la época.

Con el advenimiento de Nicolás II, último de los Romanov y último de los zares de Rusia, quien llevó a Rusia a desastrosas campañas militares, como la guerra ruso japonesa de 1905 o el ingreso a la Primera Guerra Mundial, dejando una Rusia devastada y en una profunda crisis social y política.

Ese descontento social, más la promoción externa de algunos líderes marxistas exiliados, hizo surgir las dos revoluciones rusas de 1917, la primera en febrero, que derrocó al zar y formó un gobierno provisional presidido por los “Soviets”, dirigidos por grupos socialistas de extrema izquierda de ideología marxista.

La segunda revolución fue la de octubre, en la que el partido bolchevique, liderado por Lenin, derrocó al gobierno provisional ruso y tomó el poder, fundando la Republica Socialista Federativa Soviética de Rusia. Esto desencadenó la guerra civil rusa, entre el ejército rojo, bolchevique y el movimiento blanco del gobierno; la guerra terminó con una victoria de los bolcheviques.

También como resultado de la misma, se produjo la independencia de Polonia, Finlandia y los Estados Bálticos, además los bolcheviques modifican el nombre por el de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) o Unión Soviética, integrada en primera instancia por doce repúblicas. Tras la muerte de Lenin en 1924, tomó el poder Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, más conocido como Iósif Stalin.

Personaje controversial en la misma Rusia, Stalin, por un lado, llevó a Rusia al estatus de potencia mundial, pero también a costa de la vida de una infinidad de rusos, empleados como esclavos para realizar sus proyectos de obras de infraestructura, además de ser acusado del genocidio de miles de polacos, ucranianos, alemanes prisioneros de guerra, en campos de concentración como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.

La Segunda Guerra Mundial causó a Rusia bajas por aproximadamente 25 millones de personas pero, junto con los denominados aliados, Rusia logró triunfar sobre la Alemania de Hitler.

Previamente a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en la Conferencia de Yalta se acordó prácticamente la división del mundo en dos grandes zonas de influencia, Alemania sería desmilitarizada y dividida en cuatro zonas de ocupación por parte de la URSS, EEUU, Reino Unido y Francia y estaría sujeta a fuertes reparaciones financieras y perdería la Prusia Oriental y parte de Pomerania.

En la zona de influencia de la URSS quedarían el sector oriental de Alemania —que daría origen a la República Democrática Alemana—, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Yugoslavia. A poco de implementarse esto se dio inicio a la denominada Guerra Fría que se extendió desde 1945 a 1991, cuando se produjo el colapso de la URSS, que se inició con la caída del muro de Berlín en 1989 y siguió con la reunión cumbre de Malta que fue la antesala de la disolución de la URSS.

La Rusia de hoy, que se extiende de oeste a este, es sin dudas un país gigantesco con 17,13 millones de km² y más de 144 millones de habitantes; es un importantísimo protagonista en el escenario geopolítico mundial, posee unos 20.000 kms de fronteras con 16 países limítrofes, 12 de los cuales formaban parte del territorio de la URSS.

La Rusia propiamente dicha se extiende desde San Petersburgo hasta Kazán y Volgogrado, donde reside aproximadamente un 80% de la población rusa; es la zona que más preocupa a los responsables de tomar decisiones políticas para Rusia. Rcordemos sin embargo que el corazón de la Unión Soviética lo componían también otras seis repúblicas, Moldavia, Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Estonia y Letonia.

Es innegable que tener semejante extensión de territorio y 20.000 kms de áreas fronterizas representa un riesgo de seguridad muy importante, aun cuando la geografía rusa le otorga algunas ventajas para protegerse, como la corona de hielo del Ártico que puede disuadir los intentos de una invasión terrestre desde el norte; además, un acercamiento naval a Múrmansk o al puerto de Arcángel resulta muy difícil para cualquier fuerza naval en la actualidad.

De intentar un ataque naval a estos puertos, debería sortearse la brecha de Giuk (Groenlandia, Islandia y Reino Unido) y la brecha del OSO (entre Svalbard y el norte de Noruega) que Rusia puede defender fácilmente mediante el uso de sus submarinos; vale recordar que cuenta con un importante número de estos sistemas de combate y que actualmente está desarrollando drones submarinos como el Poseidón.

Actualmente, las pruebas de submarinos de ataque de nueva generación como el submarino Khabarovsk, (proyecto especial 09851), que es una evolución de los de la clase Borei con capacidad de portar hasta 6 Poseidón, capaces de efectuar ataques nucleares o convencionales según su la misión.

Con un importante componente militar en la península de Kamchatka y en las islas Kuriles, Rusia está en condiciones de reprimir acciones hostiles en los mares de Ojotsk y Japón. Como se puede apreciar, gran parte de las fronteras rusas ofrecen para los rusos una gran ventaja en cualquier enfrentamiento, como el caso de la cordillera de Stanovói y los montes Sayanes en el lejano Oriente.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN o NATO, por sus siglas en inglés) que tiene sus orígenes en la firma del Tratado de Washington de 1949 como respuesta a la Unión Soviética y para prevenir y contrarrestar cualquier acción militar de la misma contra los estados que lo componían, es decir fundamentalmente en el marco de la denominada Guerra Fría.

La contra parte soviética a la NATO era el Pacto de Varsovia, disuelto como resultado de la desintegración soviética, pero en Occidente en lugar de poner fin a la alianza atlántica se la utilizó para su expansión hacia los otrora países bajo la influencia de los soviéticos

Recordemos que Vsévolod Kóchetov dijo en cuanto a la expansión de la NATO que “Occidente en realidad nunca ha luchado contra el marxismo, el comunismo, el totalitarismo, el socialismo soviético, sino que luchó contra el imperio euroasiático de Rusia, sin importar su nombre en diferentes tiempos históricos”.

La presión de la NATO para expandirse a los países del este de Europa y su relación sobre todo con Ucrania en la actualidad, provoca en el espíritu ruso una profunda preocupación. No debemos olvidar los lazos históricos que unen a rusos y a ucranianos, pues Rusia nació en Kiev y después se trasladó a Moscú. Para los rusos Ucrania forma parte de su Patria, son sus hermanos desde siempre.

Tras el colapso soviético, en muchos de estos países se produjeron las llamadas revoluciones de colores, el nombre colectivo que han recibido una serie de movilizaciones políticas en el espacio exsoviético llevadas a cabo contra líderes comunistas acusados de prácticas dictatoriales o de amañar las elecciones o de otras formas de corrupción.

La península de Crimea, siempre fue rusa, hasta que el entonces líder de la URSS, Nikita Jrushchov la regaló a Ucrania en 1954. Por eso Rusia en 2014 volvió a ocuparla en el marco del conflicto ruso-ucraniano que ha tenido varias etapas, conflicto surgido en el año 2014, en el que podemos destacar la mencionada anexión de Crimea a Rusia y la guerra en el Donbáss, que comenzó en el mismo año y que aún continúa.

Crimea significa para Rusia asegurar su presencia en el mar Negro, así como Kaliningrado, la antigua Königsberg prusiana, una ciudad portuaria de Europa oriental perteneciente a la URSS desde 1945. Es una de las principales bases militares del Mar Báltico. Tras la disolución de la URSS y la independencia de Lituania en 1991, el territorio quedó bajo soberanía rusa y le aseguran su permanencia en el mar Báltico.

La zona más complicada para las hipótesis de conflicto de Rusia es la llamada llanura europea, que se extiende desde los Países Bajos hasta los montes Urales, una especie de embudo que se va ensanchando hacia el oeste alcanzando más de 2.000 kms cuando llega a la frontera rusa, convirtiendo dicho límite en una zona expuesta de grandes dimensiones.

El terreno llano de este espacio lo hace de difícil defensa, siendo los tanques de guerra la protección más adecuada para este tipo de terreno. Rusia actualmente cuenta con alrededor de 13.000 tanques de guerra, aun cuando ninguna cantidad de armamento puede defender con eficiencia tan extensa frontera, máxime cuando ese tipo de condición de suelos se extiende por 750 kms hasta la ciudad de Astrakán en el mar Caspio. 

Es esta la llamada brecha de Volgogrado, que es la zona fundamental para la defensa del Estado ruso; si fuerzas enemigas cerraran esta brecha, imposibilitarían el control de Rusia sobre el Cáucaso, el Mar Negro y el Mar Caspio. En ambas guerras mundiales del siglo XX, el ejército alemán intentó cerrar la brecha de Volgogrado y en ambas tentativas la supervivencia de Rusia se vio muy amenazada, incluso hasta mucho después de haber repelido la invasión.

En el pasado, hubo numerosos intentos de llegar a Rusia a través de los países bálticos. Tras el colapso de la URSS estos países cambiaron su enfoque político y se integraron a la posición de Occidente, para contrarrestar la influencia de Rusia.

Algunos, incluso se aliaron con la NATO. Una postura muy preocupante para los rusos, que elaboran hipótesis de conflicto donde incluyen a estos países, en conjunto con la alianza atlántica, mientras avanzan con la aplicación en los mismos de la doctrina elaborada por el Gral. Gerasimov en un intento de retomar su influencia.

Si bien la pérdida de su prevalencia en Europa del este le costó caro a Moscú, tanto política como financieramente al verse obligada a proveer la seguridad de una enorme frontera, contra los mismos ejércitos que entrenó para enfrentarse a Occidente durante el auge de la URSS.

Para minimizar su exposición y aumentar el efecto disuasorio de sus fuerzas, necesita establecer como línea a no sobrepasar por un eventual enemigo el Mar Báltico y los montes Cárpatos en el oeste de Ucrania. Por esa razón para Rusia es muy importante controlar los países bálticos para reducir de esa manera su flanco expuesto en la llanura europea un montón de kilómetros.

La cuestión es avanzar hacia el oeste tanto como puedan; la Europa del este es para Rusia como un gran tablero de ajedrez, donde se debe maximizar la posición de los peones colocándolos estratégicamente para tratar de ganar terreno y salir de la encerrona y frenar los empujes de la NATO, en el convencimiento que cuanto más empuja esta organización, la NATO, hacia el este, más flexible se vuelve su estrategia, pero también aumenta su margen de error.

Los rusos vienen realizando una importantísima inversión en tecnología militar, están impulsando su industria bélica a la que han llevado a una posición de liderazgo en cuanto a tecnología y capacidad, con una inteligente gestión minimizando sus costos mediante la exportación de armamento de última generación. Sin embargo, saben que la utilización del aparato militar es la última alternativa para contrarrestar la influencia de Occidente e invierten en otras técnicas, como cibernética y otras acciones tanto de promoción como comerciales e incluso fomenta intercambios culturales utilizando hasta competencias deportivas en todos los niveles.

Recuperar la influencia, por lo menos de las naciones que componían la URSS parece ser el objetivo hoy de Moscú, con acciones como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) que es una organización político-militar entre varios países de Europa y Asia Central promovido principalmente por Rusia. Son sus Integrantes Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, y por supuesto Rusia.

En el Cáucaso, plantea una situación diferente para el plan de defensa ruso la cordillera del gran Cáucaso, que se extiende desde Sochi por el mar Negro hasta Bakú; le otorga a Rusia una barrera natural para su defensa, sin embrago el norte del Cáucaso que forma parte de la Federación de Rusia, está plagado de movimientos extremistas, donde los rusos aplican los principios de la guerra híbrida para mantener el control.

Para Rusia es imprescindible hacer valer su influencia en las montañas del Cáucaso menor y en el rio Aras, en los límites de Georgia y Armenia y Azerbaiyán, naciones que componen el Cáucaso sur; el control sobre ellas proporcionaría a los rusos resguardo sobre el Cáucaso norte en una línea firme para separar a Rusia de Irán y de Turquía.

Más al este, en el flanco de Asia central, sin lugar a dudas es hoy, con los hechos acaecidos en Afganistán, la frontera más endeble, al este de las montañas de Altái, los picos se reducen a simples colinas, pastizales y praderas, con un persistente viento, las estepas kazajas y pónticas se extienden a través de las fronteras rusas, este terreno es históricamente indefendible. Por eso resulta imprescindible para los rusos volver a controlar el interior de Asia Central.

Rusia está separada de China por el macizo de Altái con cumbres de 4.000 metros, la cordillera de Tian Shan y las montañas de Pamir con elevaciones de más de 7.000 metros, lo que ofrece a ambos países un gran muro de protección para sus respectivas influencias, al igual que el desierto de Karakum, separa el Asia central de Irán.

La rivalidad actual y sus hipótesis de conflicto pueden ser el resultado de las riquezas de un territorio inmenso, riquezas que van desde las vetas de gas natural del mar Caspio, hasta la agrícola del valle de Fergana, otrora explotados por la URSS que, tras el colapso, es ambicionado por potencias extranjeras y una infinidad de organizaciones supranacionales.

De particular importancia es la entrada de China a través de la ruta Belt and Road que proporciona a los Estados de Asia Central un socio alternativo muy atractivo para el desarrollo económico de la región. China está avanzando mediante el uso de tecnología, diplomacia e inversiones. Esta situación pone en riesgo a Rusia de pasar a ser una potencia de segundo nivel en Asia Central.

Rusia sabe que la forma más rentable de mantener su hegemonía es mediante el uso de la doctrina Gerasimov, explotando las diferencias étnicas, la mediación de conflictos, la venta de armamento, los ciberataques allí donde les sea posible y sobre todo explotar los errores y debilidades de sus oponentes, tanto de EEUU como de la NATO.

El 3 de julio de 2021, El actual presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, aprobó la estrategia de la seguridad nacional de Rusia y el documento entró en vigor a partir de la fecha de su firma. Se trata de un documento básico de planificación estratégica que define los intereses nacionales y las prioridades estratégicas del país, así como los objetivos y medidas en el campo de la política interna y externa en aras de fortalecer la seguridad nacional y garantizar el desarrollo sostenible de Rusia a largo plazo.

En este nuevo instrumento se ve reflejada claramente que la estrategia de Defensa de los rusos se basa en la doctrina Gerasimov toda vez que prioriza en el mismo la colaboración cívico-militar, sobre todo en materia de información, ciberguerra, comunicaciones, incluyendo acciones en casi la totalidad de los organismos rusos, incluida la salud pública.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos. 

©2021-saeeg®

 

AFGANISTÁN ¿UNA DERROTA MÁS? ¿UNA NUEVA FALLA DE INTELIGENCIA?

Marcelo Javier de los Reyes*

Titular del diario español ABC del 01/04/2004. Titular de France 24 del 14/08/2021.

¿Qué es más importante para la historia mundial? ¿Los talibanes o la caída del imperio soviético? ¿Algunos locos islamistas o la liberación de Europa central y el fin de la guerra fría?

Zbigniew Brzeziński[1]

 

Cuando ocurre lo que la Inteligencia no prevé

El domingo 15 de agosto de 2021 los talibanes llegaron a Kabul, la capital afgana. En cuestión de horas tomaron la ciudad sin derramamiento de sangre mientras que el presidente Ashraf Ghani salió en secreto del país.

Los talibanes aseguraron que “la guerra” había “terminado” y que en breve informarían sobre el rumbo político y religioso que tomará el país.

Los medios informaron inmediatamente que el aeropuerto internacional en Kabul estaba en situación de caos con miles de personas rodeando los aviones sin que ninguno pudiera despegar por prohibición de vuelos comerciales, además de que miles de personas intentaban ingresar al mismo, ya que era la única zona controlada por militares estadounidenses, el resto de la ciudad había sido tomada por los talibanes. Sin embargo, las imágenes de la televisión no mostraban que las fuerzas estadounidenses mantuvieran algún control sobre el aeropuerto ya que solo se observaba caos y cientos de hombres intentando subir o colgándose de los aviones que comenzaban a carretear. Las imágenes eran por demás conmovedoras.

Mientras tanto, el líder talibán, Mullah Baradar, les decía a sus seguidores: “Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba, deberíamos mostrar humildad ante Alá… ahora es el momento de la prueba, ahora se trata de cómo servimos y aseguramos a nuestra gente, y aseguramos su futuro”.

Por su parte, el Pentágono autorizó 1.000 soldados adicionales para ayudar con la evacuación de Kabul, dijo un funcionario estadounidense, lo que elevó el número total de tropas en Afganistán temporalmente a 6.000. El gobierno de España aceleraba el plan de evacuación en Kabul: dos aviones fueron enviados rumbo a Dubái para dirigirse a Afganistán, aunque también se informaba la posibilidad de llevar a cabo la evacuación de personal español y de colaboradores afganos a través de Uzbekistán, país que ha permitido la entrada en la frontera de los soldados desertores pero no de las armas y armamento que portaban. Varios vuelos más se sumaron a esos dos.

La Agencia de Prensa Saudita SPA informaba que Arabia Saudí había evacuado a todos los miembros de su misión diplomática en Afganistán, debido a las condiciones inestables en el país.

Fuentes del Reino Unido indicaron que ese país aumentaría su presencia militar en Afganistán en 900 efectivos para evacuar a sus ciudadanos a la vez que se informaba que el ejército británico planeaba, además de evacuar a sus perros militares, evacuar también sus gatos y al personal veterinario afgano que estuvo a cargo de ellos durante estos meses. Cabe recordar que en febrero de 2014 los talibanes difundieron un vídeo de un perro capturado al ejército estadounidense, de nombre Colonel, que consideraron que debía ser muy importante dado que las tropas estadounidenses lanzaron una operación para rescatarlo.

En este escenario caótico, Turquía evacuó a 324 de sus ciudadanos en un primer vuelo desde Kabul.

Quizás en el peor momento de la presidencia de Joe Biden, al menos hasta ahora, su antecesor, Donald Trump, expresó: “Lo que Joe Biden ha hecho con Afganistán es legendario. ¡Será una de las mayores derrotas en la historia de Estados Unidos!”

Más realista y sincera ha sido la canciller alemana Angela Merkel al expresar: “Todos, y por eso también asumo mi responsabilidad, evaluamos erróneamente la situación. Toda la comunidad internacional dio por supuesto que podríamos seguir con la ayuda al desarrollo”. Es evidente que si “todos” se guiaron por la inteligencia estadounidense, estuvieron —una vez más— mal informados o, quizás, la cuestión pasa por los tomadores de decisión.

Los informes de inteligencia

El 15 de abril de 2021, la agencia de noticias turca Anadolu difundió información acerca del reporte anual de evaluación de amenazas de la Directora Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, Avril Haines. Según el mismo, la inteligencia estadounidense evaluaba “que las perspectivas de un acuerdo de paz seguirán siendo bajas durante el próximo año. Es probable que los talibanes obtengan ganancias en el campo de batalla, y el gobierno afgano luchará para mantener a raya a los talibanes si la coalición retira su apoyo”[2].

El documento fue publicado el día anterior a que el presidente Joe Biden anunciara oficialmente la retirada de las fuerzas estadounidenses de Afganistán a más tardar en septiembre. El informe expresa que “Kabul sigue enfrentando reveses en el campo de batalla, y los talibanes confían en que pueden lograr la victoria militar” y agrega que “las fuerzas afganas continúan asegurando las principales ciudades y otros bastiones del gobierno, pero siguen atadas en misiones defensivas y luchan por mantener el territorio recuperado o restablecer una presencia en áreas abandonadas en 2020”.

Sin embargo, hubo otro informe de inteligencia más reciente que ha alcanzado mayor difusión en la prensa estadounidense. El primero en difundirlo fue el The Wall Street Journal, el 23 de junio[3]. Según la nota, la comunidad de inteligencia de Estados Unidos había concluido la semana anterior que el gobierno de Afganistán podría colapsar seis meses después de que fuera completada la retirada de las tropas estadounidenses.

A los militares afganos se habían unido algunas milicias de ese país dispuestas a repeler a los talibanes, las cuales se encontraban luchando en el norte. Las fuerzas afganas se rindieron a menudo sin ofrecer resistencia, dejando en manos de los talibanes el material proporcionado por Estados Unidos, vehículos blindados y arsenales de armamento, incluidas piezas de artillería, morteros y ametralladoras pesadas.

Cuando el norte cedió y los insurgentes continuaron su avance, las agencias de inteligencia estadounidenses revisaron sus estimaciones, anteriormente más optimistas.

Hasta ese momento, el ejército ya había retirado más de la mitad de sus 3.500 soldados y su equipo y el resto debía ser evacuado antes del 11 de septiembre, fecha que fue tomada en forma simbólica.

El tema del informe de inteligencia fue abordado también por el The Washington Post[4]. El informe había sido entregado unos días antes a los funcionarios estadounidenses y mostraba un panorama desolador mientras los talibanes continuaban avanzando sobre el territorio, ante la falta de resistencia de los militares afganos o tras enfrentamientos sangrientos con el ejército regular. Esta situación llevó a que se considerase que la caída del gobierno afgano podría anticiparse.

Cuando el 25 de junio el presidente afgano Ashraf Ghani se reunió en la Oficina Oval con el presidente Biden, éste le afirmó que Estados Unidos continuaría apoyando a Afganistán.

El vocero del Pentágono, John Kirby, se negó a comentar sobre la evaluación de inteligencia difundida por primera vez por The Wall Street Journal, aunque reconoció la preocupación ante el deterioro de la seguridad en algunas partes de Afganistán[5].

Según la información, Estados Unidos continuaría apoyando financieramente al gobierno afgano, pero Biden concluyó que ya no le conviene “a los intereses estadounidenses” mantener su ejército en Afganistán después de 20 años de guerra.

El presidente Ghani, además de reunirse con su par estadounidense, lo haría con el secretario de Defensa Lloyd Austin y otros altos funcionarios de Estados Unidos. Según el portavoz Kirby, el secretario Austin le garantizaría al mandatario afgano que su país nunca más se convertiría en un “refugio seguro para los grupos terroristas que representan una amenaza para el territorio estadounidense”[6].

¿Cuál es el origen de este desmadre?

La respuesta es el Acuerdo de Doha, celebrado el 29 de febrero de 2020 entre el gobierno de Estados Unidos, representado por el enviado de paz de Estados Unidos, Zalmay Khalilzad, y el referente de los talibanes, Abdul Ghani Baradar. A pesar de que en numerosas oportunidades de la historia reciente, altos funcionarios estadounidenses se cansaron de expresar —haciendo uso de una gran pero ya natural hipocresía— que “Estados Unidos no negocia con terroristas” o que “no hace concesiones a terroristas”. La historia los desmiente en varias regiones del mundo, a través de los muyaidines en Afganistán, con el mismísimo Osama Bin Laden, luego con los talibanes, con los albanos-kosovares en la guerra contra Yugoslavia, también con los rebeldes en Siria o, en América, cuando quedó al descubierto el famoso caso “Irán – Contras”, una operación que involucró a la CIA pero también al Mossad de Israel.

De tal modo que en ese Acuerdo de Doha estuvieron los talibanes, pero no estuvo el gobierno afgano —al que supuestamente el gobierno de Washington respaldaba—, tampoco estuvieron los aliados de Estados Unidos, sobre todo los europeos, siempre llevados de las narices a participar de las “aventuras” por los imprevisibles dirigentes de la gran potencia del norte.

29 de febrero de 2020. El enviado de paz de Estados Unidos, Zalmay Khalilzad, a la izquierda, y el mulá Abdul Ghani Baradar, líder político del grupo talibán, en oportunidad de la firma del acuerdo de paz entre talibanes y funcionarios estadounidenses en Doha, Qatar. Foto: © Hussein Sayed / AP

El ex presidente Donald Trump negoció ese acuerdo con los talibanes, según el cual les exigía que rompieran con Al-Qaeda, una solicitud que albergaba una gran ingenuidad ya que durante todos estos años ambos grupos no solo han contribuido en la lucha, sino que también se habían emparentado entre sí a través de casamientos mixtos. En síntesis, Al-Qaeda ha logrado una protección por parte de los talibanes y esto ha saltado a la luz en una redada llevada a cabo en octubre de 2020 en una remota aldea de Afganistán, operación que había sido poco difundida. El hecho tuvo como objetivo al anciano líder de Al-Qaeda Husam Abd-al-Rauf —quien resultó muerto—, en la provincia afgana de Ghazni. La redada reveló que el grupo terrorista sigue activo y prosperando en Afganistán bajo la protección de los talibanes y permitió detectar mensajes de Al-Qaeda entre Afganistán y Siria, según un funcionario afgano[7]. Los resultados de la operación contra Husam Abd-al-Rauf, conocido como “Abu Muhsin al Masri”, quien figuraba en la lista de los terroristas más buscados por el FBI desde 2018, ha dejado al descubierto que Al-Qaeda no se ha debilitado y que mantiene lazos con otras ramas de la red en otras regiones. Mientras que los miembros de Al-Qaeda instruían a los talibanes en lo referente a la recaudación de fondos y en la fabricación de artefactos explosivos, los insurgentes afganos les otorgaban protección pero, como puede apreciarse, ya no solo existía una relación ideológica sino también familiar entre ambas organizaciones terroristas.

Husam Abd-al-Rauf en un cartel de los más buscados por el FBI de 2019.

Este descubrimiento pone en tela de juicio no solo lo que la administración Biden sostenía, que Al-Qaeda estaba debilitada, sino que el “objetivo” de la presencia de Estados Unidos en Afganistán no había sido cumplido. Bien, quizás no se necesitaba mucha inteligencia para llegar a esos resultados.

Varios medios inmediatamente dieron cuenta que Trump pedía la renuncia de Biden por la estrepitosa retirada y caída de Afganistán, mientras que el Independent en Español informaba que los republicanos han eliminado la página web en la que se celebraba el acuerdo de Trump con los talibanes[8]. La página que promocionaba el “histórico acuerdo de paz” del ex presidente habría desaparecido durante el fin de semana.

El día 10 de agosto de 2021, en un nuevo artículo del The Washington Post, los periodistas indicaban que la administración Biden se estaba preparando para que la capital de Afganistán cayera mucho antes de lo que se temía debido a que “una rápida desintegración de la seguridad ha provocado la revisión” del informe de inteligencia en cuestión. El artículo menciona que un funcionario que habló bajo condición de anonimato debido a la delicadeza del tema, expresó que el ejército de Estados Unidos había actualizado su evaluación, por lo que un colapso podría ocurrir en 90 días mientras que otros dijeron que podría suceder dentro de un mes. Algunos funcionarios, confidencialmente, percibían que la situación en Afganistán era más grave que en junio, “cuando los funcionarios de inteligencia evaluaron que una caída podría producirse tan pronto como seis meses después de la retirada del ejército estadounidense”[9].

A pesar de la delicada situación en el terreno, el presidente Biden insistió en que su decisión de retirar las fuerzas estadounidenses no está en debate y que no se “arrepintió” de haberla tomado para poner fin a la campaña de 20 años, más allá del avance de los talibanes.

Biden manifestó a los periodistas en la Casa Blanca que gastaron más de un billón de dólares en 20 años y que entrenaron y suministraron equipo moderno a más de 300.000 efectivos afganos[10], pero esto es parte del relato estadounidense. En diciembre de 2019, The Washington Post publicó un artículo de investigación en el que revelaba “18 años de mentiras en la guerra de Afganistán”, basado en “miles de páginas de entrevistas a los protagonistas que desmontan la narrativa oficial de que se estaban produciendo progresos en el conflicto”[11]. El diario informa que se basa en más de 400 entrevistas realizadas a militares, diplomáticos, cooperantes y oficiales afganos, todos protagonistas del conflicto que ofrecieron sus declaraciones “creyéndose amparados por el anonimato”. Se trata de documentos que forman parte de “un proyecto federal, bautizado como Lecciones Aprendidas, puesto en marcha en 2014 para diagnosticar los errores en el conflicto”. Según revela el diario, en 2015, el general de tres estrellas Douglas Lute, quien ejerció el alto mando en la guerra durante las administraciones de George W. Bush y Barack Obama, expresó: “Carecíamos de un conocimiento fundamental de Afganistán, no sabíamos qué estábamos haciendo. ¿Qué tratamos de hacer aquí? No teníamos la más remota noción de lo que estábamos acometiendo”[12].

Este artículo hace referencia a otro más amplio, del reportero del The Washington Post Craig Whitlock, autor del libro The Afghanistan Papers: A Secret History of the War (“Los documentos de Afganistán: Una historia secreta de la guerra”), en el que afirma que “desde 2001, más de 775.000 soldados estadounidenses se han desplegado en Afganistán, muchos de ellos repetidamente. De ellos, 2.300 murieron allí y 20.589 resultaron heridos en acción, según cifras del Departamento de Defensa”[13].

El informe del periodista Craig Whitlock cita a Neta Crawford, profesora de ciencias políticas y codirectora de Costos de Proyecto de guerra en la Brown University, quien estima que desde 2001, el Departamento de Defensa, el Departamento de Estado y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) han gastado o asignado entre US$ 934 mil millones y US$ 978 mil millones. Entre estas cifras no se incluyen los gastos de otras agencias como la CIA y el Departamento de Asuntos de Veteranos, que es responsable de la atención médica de los veteranos heridos[14]. En este punto debe tenerse en cuenta que esa suma se estima desde 2001 pero debe tenerse en cuenta que, con anterioridad, los Estados Unidos financiaron la “Operación Ciclón”, nombre en clave del programa de la CIA para reclutar a los fundamentalistas islámicos —los muyahidines— que enfrentaron al gobierno de la República Democrática de Afganistán (1978-1992) y al ejército de la Unión Soviética entre 1979 y 1989.

Basado en información del Departamento de Defensa, del Proyecto de Costos de Guerra de la Brown University, de la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán y del Comité para la Protección de Periodistas, el artículo del The Washington Post presenta un gráfico titulado “El peaje de la guerra”, en el que muestra que desde 2001 se estima que 157.000 personas han muerto en la guerra de Afganistán[15]:

64.124 fuerzas de seguridad afganas (estimado)

43.074 civiles afganos (estimado)

42.100 combatientes talibanes y otros insurgentes (estimado)

3.814 contratistas de EE.UU.

2.300 personal militar de EE.UU. (cifra actualizada hasta noviembre de 2019)

1.145 tropas de la OTAN y de la coalición

424 trabajadores de ayuda humanitaria

67 periodistas y trabajadores de los medios.

Podría continuarse con las evaluaciones previas al descalabro que hoy presenciamos en Afganistán, pero la estrepitosa y humillante salida del ejército estadounidense está a la vista, por más amenazas que Biden quiera esgrimir ante potenciales ataques a su personal.

Estados Unidos y Afganistán antes de la ocupación soviética: inteligencia y toma de decisiones desde 1978

Adolph “Spike” Dubs, diplomático de carrera que sirvió en Alemania, Liberia y la Unión Soviética —desempeñándose en este último destino como encargado de negocios en la Embajada de los Estados Unidos en Moscú, en los años 1973-74—, considerado un experto en temas soviéticos, en 1978 fue nombrado embajador en Afganistán, tras el golpe de Estado del 27 de abril de ese año —la Revolución de Saur— que llevó al poder a la facción Khalq del Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA), alineado con los soviéticos.

El 14 de febrero de 1979, Dubs fue secuestrado por militantes armados que se hicieron pasar por policías, y exigieron la liberación del líder de su partido encarcelado. El gobierno se negó a negociar con los secuestradores, rebeldes que enfrentaban al régimen prosoviético, quienes llevaron al embajador Dubs como rehén a una habitación del hotel Kabul, en el centro de la ciudad. Los policías afganos, acompañados de asesores soviéticos, atacaron el hotel, hecho en el que resultó muerto el diplomático. Su muerte dejó algunas dudas respecto a los perpetradores y sus reclamos, pero estaba claro que el país ya estaba fuera de control. No se nombró a un sucesor de Dubs y la Unión Soviética invadió Afganistán en diciembre de 1979. La embajada de Estados Unidos finalmente se cerró en 1989 debido al deterioro de la seguridad.

Mientras tanto, se sabía que desde Pakistán los rebeldes islamistas pergeñaban una revolución para derrocar al gobierno marxista, lo cual significó una fuerte alarma para la dirigencia soviética en Moscú, atento a que unos cuarenta millones de musulmanes vivían en las repúblicas soviéticas de Asia Central[16]. Ante esta percepción de amenaza, Yuri Andropov, jefe de la inteligencia soviética, declaró “no podemos perder Afganistán”[17].

Tim Weiner, reportero del New York Times y ganador del Premio Pulitzer, afirma que la CIA, durante los siguientes nueve meses “fue incapaz de advertir al presidente de Estados Unidos de una invasión que cambiaría la faz del mundo”[18]. El 23 de marzo de 1979, en un informe de alto secreto de la CIA a la Casa Blanca, se expresaba: “Los soviéticos serían bastante renuentes a introducir un gran número de fuerzas terrestres en Afganistán”. En la misma semana, 30.000 efectivos soviéticos comenzaban su despliegue en cercanías de la frontera afgana en camiones, tanques y transportes blindados[19].

Entre julio y agosto del mismo año, al intensificarse los ataques de los rebeldes, Moscú envió un batallón de unidades de combate aerotransportadas a la base de Bagram en las afueras de Kabul. La CIA hizo uso de sus mejores analistas, de sus satélites y de toda su aparatología de reunión de información para brindar un nuevo informe, el 28 de septiembre de 1979, en el que afirmaba que la Unión Soviética no invadiría Afganistán. Mientras tanto, las fuerzas soviéticas continuaban llegando a Afganistán[20]. Nuevamente, el 19 de diciembre, los analistas de la CIA consideraron que “el ritmo de los despliegues soviéticos no sugiere … una contingencia urgente”[21].

Sin embargo, hay que retrotraerse unos pocos meses atrás de ese informe de diciembre. A instancias del consejero de seguridad Zbigniew Brzezinski, el 3 de julio de 1979, el presidente Jimmy Carter firmó la primera directiva de asistencia secreta en apoyo a los muyahidines que enfrentaban al régimen prosoviético de Kabul[22]. El propio Brzezinski afirmó que ese mismo día le escribió una nota al presidente en la que le explicaba que con “esa ayuda provocaría una intervención militar de los soviéticos”[23]. Es decir que reconoció que los Estados Unidos se involucraron en el conflicto afgano antes de que los soviéticos invadieran el país, dando origen a la mencionada “Operación Ciclón” de la CIA.

Cuando en una entrevista que le realizó Le Nouvel Observateur —en enero de 1998— le preguntaron a Brzezinski si no se había arrepentido “de haber favorecido el integrismo islamista, de haber aportado armas y consejo a futuros terroristas”, el polaco devenido en consejero de seguridad de Carter respondió:

¿Qué es lo más importante para la historia mundial? ¿Los talibanes o la caída del imperio soviético? ¿Algunos locos islamistas o la liberación de Europa central y el fin de la guerra fría?

En la entrevista le hicieron una última pregunta: “¿Algunos locos? Si se está diciendo constantemente que el fundamentalismo islámico representa hoy una amenaza mundial”. A lo que Brzezinski contestó:

¡Tonterías! Se dice que Occidente debería tener una política global con respecto al islamismo. Es una estupidez: no hay islamismo global. Miremos al Islam racionalmente y no demagógicamente o emocionalmente. Es la religión líder en el mundo con 1.5 mil millones de seguidores. Pero, ¿qué tienen en común la Arabia Saudí fundamentalista, el Marruecos moderado, el Pakistán militarista, el Egipto pro-occidental o el Asia Central secularizada? Nada que no sea lo mismo que une a los países de la cristiandad …[24]

Entrevista a Zbigniew Brzezinski, Le Nouvel Observateur, 15/01/1998.

En esa entrevista Brzezinski hizo uso del cinismo que caracterizó a la dirigencia política estadounidense y británica respecto al tema del islamismo, entre otros. Estos son los antecedentes que, primero, llevaron a la invasión soviética de Afganistán y, luego, a la implosión de la Unión Soviética. Por lo tanto, es justo recordar estas circunstancias para la comprensión de por qué el radicalismo islámico logra esa fuerza que le permite una expansión global.

Cabe agregar que este “nuevo juego” en Afganistán se produjo durante el gobierno iraní de Mehdi Bazargan, quien lo encabezó de forma interina tras la Revolución Islámica, gobierno con el que Estados Unidos mantenía contactos. Además del triunfo de la mencionada revolución en 1979, el 4 de noviembre se llevó a cabo el asalto de la embajada de los Estados Unidos y el secuestro de los diplomáticos. A finales del mes de diciembre el Ejército Rojo ingresó a Afganistán.

Arabia Saudí y las monarquías del Golfo, wahabitas y sunitas, no estaban dispuestos a perder el control religioso en favor de los chiítas iraníes por lo que se aliaron a los muyahidines afganos, quienes solo contaban con algunas facciones de filiación wahabita y con los partidarios de la yihad armada[25]. En el noroeste de Pakistán, en torno a Peshawar, en donde existían bases y campos de entrenamiento, había tres millones de refugiados, “el caldo de cultivo para el islámico internacional”[26]. Con financiamiento saudí, armamento estadounidense, tráfico de heroína y colaboración de los servicios de inteligencia paquistaní y estadounidense —el ISI (Inter-Services Intelligence) y la CIA—, además del componente religioso de las grandes organizaciones paquistaníes, principalmente Jami’at-e islami fundada por Abul Ala Mawdadi (Aurangabad, India, 1903 – Búfalo, Estados Unidos, 1979), periodista y teólogo musulmán fundamentalista que desempeñó un papel importante en la política paquistaní y la red de madrasas deobandis[27].

Este movimiento, apadrinado por los Estados Unidos, Arabia Saudí, los Estados del Golfo y Pakistán, desempeñó un papel clave en la derrota que sufrieron las tropas soviéticas en 1989 y que llevó a la evacuación del país. Pero allí también está el semillero que dio origen al terrorismo de sesgo islámico.

Los medios gráficos también dejaron plasmados aquel encuentro que, en febrero de 1983, el entonces presidente Ronald Reagan mantuvo con los talibanes en la Casa Blanca y que fue registrado por su fotógrafo oficial, Michael Evans.

Febrero de 1983. Ronald Reagan, presidente de los Estados Unidos, reunido con una delegación de los talibanes en un salón de la Casa Blanca. Foto: Michael Evans.

En abril de 1992 Kabul y Afganistán cayeron en manos de los muyahidines. En 1994 aparecieron los talibanes, quienes durante ese año se apoderaron de Kandahar y de las provincias meridionales de Lashkargah y Helmand. Los talibanes gobernaron la casi totalidad de Afganistán entre 1996 y 2001 y la empresa petrolera argentina Bridas de Carlos Bulgheroni obtuvo un contrato para la construcción de un gasoducto de 1.492 kilómetros desde Turkmenistán hasta Pakistán con el visto bueno de los talibanes. Bien pronto, con el avance de los Estados Unidos en el espacio postsoviético, la empresa argentina fue perdiendo todos sus negocios en favor de las estadounidenses, principalmente con Unocal [28]. ¿Se trataba entonces de cuestiones de seguridad de Estados Unidos? ¿Se trataba de derrotar a Al-Qaeda en Afganistán?

Estos datos son relevantes para comprender los motivos que fueron llevando a la implosión soviética y a la expansión de los Estados Unidos en el espacio postsoviético. La globalización propuesta por Washington estaba en marcha en un esquema que los propios estadounidenses y algunos analistas internacionales consideraron como “unipolar”.

Otra cuestión que, a la luz de los hechos actuales, se ha tornado como una preocupación es el papel que China tomaría en la actual situación. Bien, aquí también debemos regresar a la historia y citar nuevamente a Tim Weiner, quien informa acerca de lo que considera “la misión de tráfico de armas más importante de la CIA” para poder proveer a los muyahidines, operación que contó con un respaldo de los saudíes que igualó al que estaba llevando a cabo la CIA, mientras que “los chinos enviaron armas por un valor de varios millones de dólares, y lo mismo hicieron los egipcios y los ingleses”, mientras la CIA coordinaba los envíos[29]. Entonces queda claro que China se involucró en Afganistán gracias a la “invitación” de los Estados Unidos, para lo cual debe recordarse que pocos años antes Richard Nixon y Henry Kissinger habían sido protagonistas en la denominada “diplomacia del ping-pong”. Como en inteligencia es fundamental verificar las fuentes, veamos que nos dice el propio Kissinger:

En Afganistán, la Unión Soviética vivió muchas de las vicisitudes que había sufrido Estados Unidos en Vietnam, en este caso, con el apoyo y la coordinación de Estados Unidos, China, los países del Golfo y Pakistán, que financiaron y prepararon a la resistencia armada.[30]

Otros “compromisos” con el islamismo

En el marco de la guerra contra el terrorismo, algunos periodistas y analistas internacionales aseguran que el gobierno estadounidense de turno se equivocó al llevar adelante la invasión de Iraq para derrocar a Saddam Hussein cuando aún no se había consolidado en Afganistán. Esa operación se inició el 20 de marzo de 2003 con los primeros bombardeos.

Tras la invasión de Iraq, los estadounidenses establecieron un campo de detención en el desierto de ese país, en las afueras de la ciudad de Basora, al que denominaron “Camp Bucca”, en el que tuvo su origen el grupo extremista que luego pasó a autodenominarse “Estado Islámico”. Muchos de los más de 25.000 detenidos en ese presidio fueron transferidos desde la cárcel de Abu Ghraib, luego del escándalo que dio vuelta al mundo con fotos que mostraban las torturas y abusos que sufrían los prisioneros.

En “Camp Bucca”, precisamente, estuvieron detenidos varios de los que serían los miembros principales de la dirigencia del Estado Islámico (ISIS o DAESH), entre ellos su líder Abu Bakr al-Baghdadi. Por otro lado, el desmantelamiento del ejército iraquí también nutrió las filas de esta organización con hombres bien entrenados.

Como si esto fuera poco, desde Estados Unidos se respaldó lo que se denominó la “primavera árabe” (2010 – 2012), lo que derivó en la desestabilización de varios regímenes de los países árabes. Debe también mencionarse el ataque a Libia para derrocar a Mamuar Gadafi, operación militar llevada a cabo por Estados Unidos, acompañado por varios países europeos, y que contó con la anuencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que, en marzo de 2011, votó en su favor. Una vez más, las democracias occidentales favorecieron a los rebeldes, ya que esta decisión benefició al último bastión rebelde que quedaba en Bengasi.

La insurgencia siria también recibió apoyo de las democracias occidentales y del gobierno turco con la intención de derrocar al gobierno de Bashar Al-Assad. Cuando se inició el conflicto en Siria, en marzo de 2011, el cual se originó a partir de una manifestación en la ciudad de Deraa, que fue propagándose por otras ciudades del país y reprimidas fuertemente por el gobierno, comenzaron a aparecer diferentes grupos rebeldes, algunos de los cuales contaron con el apoyo económico y de armas por parte de Estados Unidos, Turquía y otros países. El diario alemán Bild, en agosto de 2012, publicó que un buque espía de la Armada alemana navegaba frente a las costas de Siria. Esta nave en ese momento, contaba a bordo con la última tecnología de espionaje del Bundesnachrichtendienst (BND) —el servicio alemán de inteligencia exterior— y proporcionaba información específica a los rebeldes sirios en su lucha contra el presidente Bashar al-Assad. Esa tecnología le permitía observar movimientos de tropas hasta 600 kilómetros de profundidad en territorio sirio. Según el informe, las observaciones se transmitían a los servicios asociados estadounidenses y británicos. Estos, a su vez, también transmitían esa información al Ejército de Liberación de Siria[31]. Otros medios alemanes también replicaron esa información; por el ejemplo, Welt, basándose en información de Bild am Sonntag, informaba que “los agentes del BND también están estacionados en la base turca de la OTAN en Adana. Desde allí, interceptaron llamadas telefónicas y comunicaciones por radio de Siria”[32]. Asimismo, agregaba que se mantenía un contacto informal con fuentes cercanas al régimen de Al-Assad. Según esa información, un funcionario del servicio secreto estadounidense habría afirmado que “ningún servicio secreto occidental tiene fuentes tan buenas en Siria como el BND”[33].

Welt también informaba que el servicio secreto británico estaba apoyando a los rebeldes sirios con información sobre los movimientos de las tropas sirias. Los británicos seguían la situación de Siria desde Chipre —donde mantiene dos bases militares con fines de inteligencia—, según habría manifestado un representante de los insurgentes a The Sunday Times. Esta fuente reveló que la información recopilada luego se transmitía a los Estados Unidos y a Turquía y que ellos lo conseguían a través de los turcos. La información proporcionada por los británicos permitió a los insurgentes conocer el movimiento de las tropas sirias en su despliegue en dirección a Alepo, en el noroeste de Siria, lo que favoreció un ataque que los rebeldes llevaron a cabo contra el ejército sirio a principios de agosto de 2012, cerca de la ciudad suroccidental de Idlib[34].

El entonces presidente del BND, Gerhard Schindler —quien debió renunciar en abril de 2016 por el escándalo de las escuchas telefónicas a los aliados por parte de la NSA estadounidense—, en una entrevista explicó que su servicio tenía recursos limitados, por lo cual establecía prioridades, como por ejemplo, Siria y Afganistán[35].

Quien haya seguido de cerca estos veinte años de intervención estadounidense en Afganistán se ha familiarizado con expresiones como “errores de inteligencia”, “daños colaterales” y otras similares que sirvieron para “justificar” los ataques que las fuerzas de ocupación hicieron sobre la población civil. Pueblos enteros en la frontera Af-Pak fueron sometidos al terror de los drones estadounidenses, los cuales sobrevolaban los mismos mientras sus habitantes esperaban el momento en que lanzaran sus bombas. Hubo noticias en las que se informaba de “ataques por error” a afganos que se encontraban celebrando una boda.

Además de las violaciones y torturas en “Abu Ghraib” y de “Guantánamo” deben recordarse los centros clandestinos de detención de la CIA en Europa, en países europeos, y los vuelos que la CIA realizó a través de ese mismo continente trasladando supuestos terroristas durante el gobierno de George W. Bush, cuya difusión comprometió seriamente a varios gobiernos europeos. 

Reflexiones parciales en un momento de incertidumbre

Como puede apreciarse, la historia nos permite precisar cómo han sido los hechos y quitar el velo de algunas cuestiones que la “propaganda” ha impuesto a lo largo de estos últimos cuarenta años.

El gobierno estadounidense ha sido el sustento del islam radical desde antes de la invasión de la Unión Soviética a Afganistán, como lo ha afirmado el propio Brzezinski, y con la intención de provocar la intervención de Moscú para llevarlos a su “propio Vietnam”.

Los ataques del 11-S fueron una débil argumentación para proceder a la invasión en Afganistán, como también lo fue la falsedad de la existencia de armas de destrucción masiva para justificar el ataque a Iraq. A eso le siguió el involucramiento en Siria y la embestida contra Libia. En este contexto, nunca dejó de agredirse a Irán, aun cuando su gobierno pareció acogerse a lo pactado respecto del acuerdo nuclear. Finalmente el entonces presidente Donald Trump retiró a su país del acuerdo nuclear, en el marco interno, por su intención de deshacer todo lo realizado por su antecesor, Barack Obama, y en el marco externo, para alinearse con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, quien mantuvo siempre vigente su propaganda contra Irán a escala mundial, influyendo no solo en Medio Oriente sino también en América del Sur. De alguna manera, la destrucción de los países que se constituían en adversarios de Israel ha borrado a sus grandes enemigos, salvo Irán, y abrió las puertas a que estableciera relaciones diplomáticas —Acuerdos de Abraham— con Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, países árabes del Golfo Pérsico.

Sin embargo, esas operaciones de la CIA, esas prisiones clandestinas y toda la política que han llevado a cabo en el marco de la “guerra contra el terrorismo global” que, precisamente provocó una gran desestabilización en una amplia región que se extiende desde el norte de África, pasando por Medio Oriente hasta llegar a Afganistán, ha llevado a que ese terrorismo que Brzezinski negaba que fuera global, a la vez que consideraba que solo se trataba de unos locos islamistas, se haya transformado en una metástasis a escala mundial.

Una vez más, como una concreción de una profecía, luego de que la Casa Blanca y sus países aliados alertaran de potenciales ataques en el aeropuerto de Kabul, el jueves 26 de agosto dos explosiones provocaron la muerte de al menos 90 personas —entre ellos 13 soldados estadounidenses— y más de 150 heridos en la capital de Afganistán, incluidos niños y mujeres. Una nueva franquicia ha aparecido en el espectro terrorista y se constituye como el principal enemigo de los talibanes: ISIS-K o Provincia del Estado Islámico de Khorasan.

Estados Unidos, una vez más, se ha mostrado como un aliado nada confiable, capaz de cambiar de rumbos sin advertir a sus propios aliados de esos virajes que los someten a un verdadero caos en el que los pone innecesariamente en riesgos. Este es un claro ejemplo de ello como así también, mediante la “política del ping pong”, dejó fuera del juego a Taiwán e hizo su apuesta por la República Popular China, la que pasó a sentarse en la banca de Taiwán en el Consejo de Seguridad, con derecho a veto. Allí está el origen del poder que fue tomando el régimen de Beijing que, como se pudo ver, también fue invitado a colaborar con los rebeldes afganos en la década de 1980. Haciendo una digresión, en este contexto, ¿cuál será el futuro de Taiwán luego de esta retirada de Estados Unidos que mostraría una clara debilidad ante China?

¿Cómo hoy pueden sorprenderse de que China y Rusia estén negociando con los talibanes desde antes de esta bochornosa retirada? Los que “se mudan” lejos son los estadounidenses, quienes les dejan nuevamente a sus molestos vecinos, contra los cuales comenzaron a combatir los soviéticos en 1979. Bien, ante un acuerdo unilateral, ante una decisión inconcebible y sin un “plan B” por parte de Washington, los rusos y los chinos, así como otros vecinos de la región que no pueden “mudarse” lejos como los estadounidenses, deben establecer alguna negociación para convivir desde ahora y de cara al futuro. No obstante, la retirada de Estados Unidos no deja de ser un alivio, al menos por ahora, para Rusia y China. Por su parte, el presidente ruso, Vladímir Putin expresó la esperanza de que el talibán (movimiento proscrito en Rusia) “cumpla sus promesas de restaurar la paz en Afganistán”.

Las contradicciones han quedado a la vista. Al inicio de este artículo se ha mostrado un titular del diario español ABC del 01/04/2004 que decía que los gobiernos occidentales prometían no abandonar Afganistán a su suerte y otro de France24 del 14/08/2021, que titula que “Occidente se apresura a abandonar Afganistán, mientras el Talibán se toma más de la mitad del país”.

En función de ello, debe considerarse que los gobernantes de Occidente siempre han llenado horas con pomposos discursos humanitarios, pero a la vez impidiendo que los migrantes llegasen a sus costas y a sus territorios, quienes huían —en muchas ocasiones— de los desastres y guerras que de la mano de Washington y de la OTAN, con sus serviles europeos y australianos que siempre hacen de “coro griego” y participan de la tragedia, pero ya no en los escenarios de un teatro sino en escenarios regionales: desde Corea, Vietnam hasta los más recientes de Afganistán, Iraq, Siria, Libia. Tampoco debe olvidarse que de ese coro también forman parte Canadá y Nueva Zelanda.

Josep Borrell, Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, en una entrevista que le realizaron el 18 de agosto en la RTVE, expresó que lo sucedido en Afganistán es una derrota del mundo occidental. A continuación agregó: “Hay que extraer lecciones de eso y saber los errores que hemos cometido, por qué hemos llegado hasta aquí y saber de qué manera podemos defender mejor nuestros valores y nuestros intereses en el mundo”.

Como dijo Aldous Huxley: “Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”.

Los líderes de los países occidentales acaso deban preguntarse: el fracaso de Occidente en Afganistán ¿no es el resultado de no haber tenido en cuenta las experiencias de décadas que están hasta escritas en la Historia?

Bien, queda en el aire la pregunta pero hay otros interrogantes que debemos tener en cuenta. En función del acuerdo celebrado entre el gobierno de Estados Unidos y los talibanes, no ha habido ataques de este grupo a las fuerzas estadounidenses, los que se retiran, “regalándoles” no solo el país a los talibanes sino también todo un arsenal que podrá ser empleado por ellos. Toda la inversión en armamento destinada a las fuerzas armadas de Afganistán, ahora está en posesión de los nuevos dueños del país. ¿Quizá haya habido un nuevo acuerdo con los talibanes como en la década de 1980?

Finalmente, la ocupación y la desbandada de Afganistán ha puesto en evidencia, como en tantas otras ocasiones, que quizás lo que se consideran “fallas de inteligencia” en verdad no lo son, sino que la dirigencia política —es decir, la que toma las decisiones— hace caso omiso a lo que la inteligencia le informa y procede por su lado responsabilizándola de las cosas que parecen salir mal.

El paso del tiempo permitirá ver con mayor claridad algunas cuestiones que aún parecen inexplicables.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] “Les révélations d’un ancien conseiller de Carter. ‘Oui, la CIA est entrée en Afghanistan avant les Russes…’” Nouvel Observateur, 15/01/1998.

[2] Michael Gabriel Hernández. “Reporte de inteligencia de EEUU afirma que es poco probable lograr un acuerdo de paz en Afganistán”. Agencia Anadolu, 15/04/2021, https://www.aa.com.tr/es/política/reporte-de-inteligencia-de-eeuu-afirma-que-es-poco-probable-lograr-un-acuerdo-de-paz-en-afganistán/2209343, [consulta: 20/04/2021].

[3] Gordon Lubold y Yaroslav Trofimov, “Afghan Government Could Collapse Six Months After U.S. Withdrawal, New Intelligence Assessment Says”. The Wall Street Journal, 23/06/2021, https://www.wsj.com/articles/afghan-government-could-collapse-six-months-after-u-s-withdrawal-new-intelligence-assessment-says-11624466743

[4] Dan Lamothe y Shane Harris. “Afghan government could fall within six months of U.S. military withdrawal, new intelligence assessment says”. The Washington Post, 24/06/2021, https://www.washingtonpost.com/national-security/afghan-government-could-fall-within-six-months-of-us-military-withdrawal-new-intelligence-assessment-says/2021/06/24/42375b14-d52c-11eb-baed-4abcfa380a17_story.html

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Nick Paton Walsh, Evan Perez, Mohammed Tawfeeq. “ómo una redada en Afganistán reveló que al Qaeda sigue teniendo alcance mundial bajo la ‘protección’ de los talibanes. CNN en Español, 28/05/2021, https://cnnespanol.cnn.com/2021/05/28/al-qaeda-sigue-creciendo-bajo-la-proteccion-de-talibanes-trax/

[8] John Bowden. “Republicanos eliminan página web que celebra el acuerdo de Trump con los talibanes”. Independent en Español, 17/08/2021, https://www.independentespanol.com/noticias/republicanos-eliminan-web-acuerdo-trump-talibanes-b1903686.html

[9] Dan Lamothe, John Hudson, Shane Harris and Anne Gearan. “U.S. officials warn collapse of Afghan capital could come sooner than expected”. The Washington Post, 10/08/2021, https://www.washingtonpost.com/national-security/2021/08/10/afghanistan-intelligence-assessment/

[10] Ídem.

[11] Pablo Guimón. “Una investigación de ‘The Washington Post’ revela 18 años de mentiras en la guerra de Afganistán”. The Washington Post, 10/12/2019, https://elpais.com/internacional/2019/12/09/estados_unidos/1575911162_574027.html, [consulta: 10/12/2020].

[12] Ídem.

[13] Craig Whitlock. “The Afghanistan Papers. A secret history of the war. At War With The Truth”. The Washington Post, 09/12/2019, https://www.washingtonpost.com/graphics/2019/investigations/afghanistan-papers/afghanistan-war-confidential-documents/ [consulta: 10/12/2020].

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] Tim Weiner. Legado de cenizas. La historia de la CIA. [1ª ed.] Buenos Aires: Debate, 2008, p. 380.

[17] Ídem.

[18] Ídem.

[19] Ídem.

[20] Ibíd., p. 381.

[21] Ídem.

[22] “Les révélations d’un ancien conseiller de Carter. ‘Oui, la CIA est entrée en Afghanistan avant les Russes…’” Nouvel Observateur, 15/01/1998.

[23] Ídem.

[24] Ídem.

[25] Gilles Kepel. La yihad. Expansión y declive del islamismo. Barcelona: Península, 2001, p. 207.

[26] Ídem.

[27] Los deobandis son uno de los grupos de los musulmanes. Está íntimamente relacionado con la Universidad de Deoband, en India (Dar al-‘Ulum, “Casa del Conocimiento”. En sus orígenes en la India ya expresaba un fuerte rechazo contra el avance de Occidente y su civilización materialista laica en el subcontinente indio. Sus objetivos eran preservar las enseñanzas del Islam, su fuerza y sus rituales, resistir a las destructivas actividades misioneras del invasor británico y su cultura y difundir el Islam y su cultura.

[28] Ahmed Rashid. Los talibán. El Islam, el petróleo y el nuevo “Gran Juego” en Asia Central. Barcelona: Península, 2001, 375 p.

[29] Tim Weiner. Op. cit., p. 400.

[30] Henry Kissinger. China. Buenos Aires: Debate, 2012, p. 403

[31] „Deutsches Spionageschiff laut «BamS» vor Syrien im Einsatz”. Bild, 19/08/2012, https://www.bild.de/news/aktuell/deutsches-spionageschiff-laut-bams-vor-syrien-1-25725408.bild.html, [consulta 26/08/2012].

[32] “Deutsches Spionageschiff hilft syrischen Rebellen”. Welt, 19/08/2012, https://www.welt.de/politik/ausland/article108682338/Deutsches-Spionageschiff-hilft-syrischen-Rebellen.html, [consulta 26/08/2012].

[33] Ídem.

[34] Ídem.

[35] Martin Lutz, Uwe Müller. „Alle sollten stolz sein, für den BND zu arbeiten”. Welt, 11/08/2012, https://www.welt.de/politik/deutschland/article108568246/Alle-sollten-stolz-sein-fuer-den-BND-zu-arbeiten.html, [consulta 26/08/2012].

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AFGANISTÁN, DERIVAS Y SECUELAS. PARTE II.

F. Javier Blasco*

Como continuación a la primera parte de este trabajo y del estudio preliminar que publiqué hace unos días es preciso reafirmar que la inteligencia militar y civil, individual y colectiva de todos los países aliados con intervención en el conflicto ha fallado estrepitosamente y no porque no hayan sido capaces de descubrir las actividades de zapa de los talibanes durante estos veinte años, principalmente desde 2019 para captar voluntades y adeptos entre los mal pagados afganos en las fuerzas armadas y la policía, sin moral y muy decepcionados por sentirse vendidos, fundamentalmente desde el pasado septiembre en Doha, tal y cómo ahora se reconoce que era vox populi; sino porque, no han sabido detectar o denunciar que algunos aliados, al parecer EEUU entre ellos, estaban jugando a un doble papel pactando con unos y otros o con ambos a la vez para diseñar su plan de retirada sin contar con los demás.

La cada vez más frecuente costumbre de no compartir gran parte de la información obtenida por los servicios de inteligencia aliados de forma individual ni de nutrir de verdad y con contenidos de provecho los servicios comunes de las alianzas o mandos operativos, está llevando, con previsión de aumento tras el desastre de Afganistán, a situaciones de desconfianzas insalvables, fracasos operacionales y a una pérdida de credibilidad de las organizaciones y sus mandos formados para cada ocasión como ya ocurrió, en primer paso, con las armas de destrucción masiva de Irak.

El ir cada uno por su lado, no solo queda claramente manifiesto en los temas de inteligencia y en sucios acuerdos a derechas e izquierdas; se está haciendo aún más patente a la hora de afrontar las dificultades para la extracción de los colaboradores y diplomáticos tras una muy mala coordinación. Algunos países han optado por su cuenta a la ampliación de sus contingentes remanentes en el terreno o al despliegue de fuerzas especiales equipadas de helicópteros aptos para las arriesgadas misiones de extracción. De nuevo se vuelve a la acumulación de personal y material en una zona pequeña —potencial objetivo de un atentado— sin orden ni concierto lo que, además podría propiciar más bajas entre dichos contingentes con los derivados problemas posteriores sobre las responsabilidades de cada uno a la hora de la o por falta de coordinación.

Da la sensación que, de nuevo, estamos volviendo a cazar moscas a cañonazos; los países parecen no escatimar esfuerzos económicos y medios para tratar de extraer al mayor número de colaboradores afganos del aeropuerto de Kabul ni para el flete de aviones de compañías civiles para repatriarlos desde Arabia Saudí o Catar hacia Europa u otros continentes. Pero, salvo aquel famoso avión norteamericano que en las primeras horas del caos repatrió a unos 600 refugiados hacinados en su bodega, los aviones, al menos los de bandera española despegan de Kabul con un porcentaje mínimo de su capacidad.

Por otro lado, los refugiados una vez llegados a territorio europeo, no muestran mucho entusiasmo, al menos en Torrejón por permanecer en el país de arribada, lo que sin duda alguna volverá a levantar viejos fantasmas y ocasionará problemas en el reparto final de los refugiados que lleguen por avión a la UE e igualmente, se pueden prever de nuevo conflictos fronterizos cuando aquellos lleguen masivamente y lo hagan por sus propios medios a través de los países vecinos. Hecho que ya se anuncia por las nuevas vallas y alambradas que  se están estableciendo entre Grecia y Turquía.

Fantasmas, que ya los políticos, encabezados por el ínclito Borrell, se apresuran a tratar de distraer con el resurgir de un viejo y muy manido juguete en sus manos: la creación de una fuerza europea que nos independice de la OTAN y de EEUU y nos proporcione la suficiente autonomía en materia de seguridad.

Un tema siempre promocionado y traído a colación por Francia, con Alemania muy reticente y al que yo veo como poco eficiente y casi inalcanzable, porque la entidad de fuerzas de las que se habla, no son suficientes para una misión de importancia, por los problemas para los reemplazos y para su adiestramiento en el tiempo, por el costo de esa unidad colectiva pero independiente de los países que la nutren, la procedencia del armamento con que dotarla, el grado de proporción de fuerzas entre los miembros y mando o autoridad sobre las mismas con el chovinismo que impera en muchos países muy celosos de sus aportaciones.

Por otro lado, es muy posible que muchos países dentro y fuera de Europa puedan caer en un cierto replanteamiento de sus intereses por cuestiones de seguridad, lo que llevaría a mayores controles, e incluso a cierres más o menos parciales o totales de fronteras a nivel mundial tras la evolución y el desarrollo de esta crisis y según sea de grande el éxodo de refugiados en unos pocos meses o incluso semanas. Situación, que también podría convertirse en un cierto replanteamiento de las prioridades nacionales, traducido en una menor predisposición a las alianzas y coaliciones abiertas a todos los que les apetezca y por el contrario, en un aumento de unas relaciones bilaterales más selectivas como forma de convivencia y de relación en la mayoría de los aspectos políticos, sociales, económicos y de índole militar.

En este mismo concepto y como punto y seguido al mismo, se debe considerar que los mencionados problemas, de seguir, son cuestiones de seguridad y defensa para Europa y su posible solución dejan en el aire, o un tanto arrinconadas, las relaciones y ambiciones de UE con el Reino Unido en el futuro. País que se ha quedado huérfano sin Europa tras su Brexit y que se aferra como puede a los apoyos que puedan llegarles desde EEUU y en el seguidismo a ellos a cualquier precio como fue su despliegue en Afganistán en ambas misiones. Por lo que si prosperase esta vieja/nueva iniciativa en materia de defensa, los británicos quedarían al margen de dichos esfuerzos, cosa poco recomendable, aunque también lo es y mucho, ir los tres actores (EEUU, el Reino Unido y la UE) de dos en dos o por separado en el tema. Por lo que el planteamiento de la citada posibilidad debe hacerse de nuevo y teniendo en cuenta este cambio en la situación y en el papel de los actores.

Parece que nadie o muy pocos quieren hablar del ingente armamento sofisticado, individual y colectivo, incluso aviones de combate, helicópteros y vehículos de transporte de tropas o logísticos, así como las infraestructuras militares intactas donados al ya inexistente ejército afgano para su funcionamiento y que todo ello ha pasado en su totalidad a manos de los talibanes. A lo que hay que sumar los equipos y el mucho material pesado y de campamento del que los contingentes suelen desembarazarse o dejan en el territorio a la hora de sus repliegues por el costo que supone su repatriación o por la rapidez en salir de zona y por último, pero no menos importante, el consiguiente acceso a determinadas tecnologías sofisticadas y secretas como drones armados y a excelentes medios de comunicación, vigilancia e inteligencia.

Si unimos lo anterior a la facilidad de los talibanes para el reclutamiento voluntario o forzoso entre la población más joven y los muchos conversos que han estado agazapados durante tiempo así como la integración de todos ellos en sus fuerzas militares y parapoliciales a cambio de un arma, dinero proveniente de la droga (opio y heroína de los que son el segundo país del mundo en producción y exportación) y una aparente sensación de autoridad, convertida fácilmente en tiranía y libertinaje, aunque férreamente controlada su obediencia; así llegamos fácilmente a la conclusión de que en breve su capacidad militar se ha multiplicado por muchos enteros lo que, sin duda, propiciará que haya que tenerles en consideración ante cualquier plan militar futuro con intervención o no de Occidente; al menos mientras sean capaces de mantenerlo operativo.

Por todo lo visto, no es difícil imaginar que los talibanes, una vez derrotado casi por completo el Estado Islámico por aquellos lares y haberle obligado a desplazarse mayoritariamente a África, pueden fácilmente convertirse en el foco o fulcro del yihadismo en Oriente y Oriente Medio, con capacidad para integrar a Al-Qaeda  y sus franquicias regionales y con muchas posibilidades de convertirse en un movimiento líder exportable al mundo entero tras haber sembrado todos los continentes de lobos solitarios que se hayan podido introducir con los esperados millones de refugiados, que se han movido de forma precipitada y sin someterse a rígidos controles.

No todo Afganistán ha caído en manos de los talibanes. Salvo algunos actos esporádicos de protesta en Kabul y otras grandes ciudades “permitidos a medias y de momento” o fácilmente sofocados, de nuevo, es la provincia de Panjshir y su valle, situada a unos cien kilómetros al norte de Kabul, la que se ha convertido en el único bastión contra aquellos tal y como ocurrió entre 1996 y 2001.

Inicialmente, la provincia es bastante segura, con relativa fácil defensa y en ella los residentes están muy concienciados para resistir a cualquier tipo de ataque talibán capitaneados por Ahmad Massoud, hijo de Ahmad Shah Massoud, uno de los principales líderes de la resistencia antisoviética de Afganistán en la década de 1980.

Si bien, tal y como se ha visto, estos talibanes tienen mayores capacidades militares que aquellos, no quieren que se repita la historia vergonzosa para ellos y cuentan con apoyos de Pakistán, Rusia y China, lo que hace prever que si decidieran borrar del mapa dicha resistencia, como parece que ya han decido hacerlo, el valle y sus colinas no durarían mucho sin soporte extranjero, cosa que no se estima muy probable que ocurra en estos momentos, aunque puedan ya haberlo solicitado a EEUU, a algunos países occidentales y a determinados países árabes.

Llegado a este punto de la historia reciente, deberíamos pensar y meditar sobre el principio de que la historia suele repetirse, sobre todo cuando son malos los momentos pasados y los actores son los mismos o similares.

Al igual que Hitler cayó en la misma trampa que Napoleón al no estudiar en detalle lo que le ocurre a quien se enfrenta a un pueblo tan empecinado en resistir como el ruso sobre todo, cuando este cuenta con un poderoso aliado, el cruel invierno en su mayor apogeo, a nadie en el Pentágono, en la OTAN y lo que es peor, en el Reino Unido se le ocurrió repasar la historia sobre Afganistán y ver lo que les ocurrió a los británicos y sus fuerzas indias en el mismo territorio en enero de 1842.

Los ingleses en su tiempo, al igual que recientemente los estadounidenses, pensaron que sería relativamente fácil entrar en el país, cambiar sin mucho esfuerzo el régimen dominante y salir de Afganistán cuanto antes. En ambos casos, han sido absorbidos en el mismo escenario y por los mismos actores por un conflicto mucho más cruel, pero sobre todo, más amplio y generalizado de lo pensado.

Por todo ello, conviene que los estrategas visiten más las bibliotecas para estudiar y analizar las batallas, conquistas y todo tipo de escaramuzas alrededor del mundo. Hoy este se nos ha quedado muy pequeño, por lo que solemos volver, a antaños escenarios y si no estudiamos la historia y los actores que intervinieron en ella, volveremos a caer en los mismos errores que nuestros ancestros más o menos cercanos.

Los aparentemente férreos acuerdos con los talibanes, la expansión de China por África y América del Sur y los grandes intereses e inversiones creados por los chinos en ambas regiones, pueden ser un revulsivo o barrera para que este tipo de movimientos no prospere demasiado en ellos. De ambos, es África el que corre el mayor peligro por lo imparable expansión de las franquicias del Estado Islámico. Si los talibanes se convierten en el hegemón yihadista, sus relaciones e intereses comunes con los chinos, puedan lograr algún tipo de ralentización forzada en la zona. Esfuerzo al que podría concurrir EEUU si, finalmente, incluye a ambos continentes entre sus cuatro o cinco primeras prioridades, a comentar en su momento, una vez que ellos se retiren de Afganistán y Oriente Medio.

Para terminar esta continuación del trabajo de análisis y prospección sobre la crisis en Afganistán y antes de sumirme en la redacción de la tercera y última parte, quisiera resaltar el vergonzoso papel jugado por el feminismo internacional; un feminismo muy valiente en las capitales mundiales donde no corren peligro por manifestar sus ideales, pero totalmente silente de forma individual o colectiva a nivel mundial ante los grandes atropellos y abusos que ya se ven por las calles y locales de Afganistán.

De momento, ninguna de esas organizaciones disfrazadas de rosa, que recorren las calles de las principales ciudades en casi todo el mundo con tambores y flautas, gritando groseros eslóganes de forma ruidosa y reivindicativa para exigir todos sus derechos, que los tienen; sin embargo, ante este trato ignominioso son incapaces de abrir la boca y salir a las calles en forma de enérgica protesta. Horribles silencios, que se deben transformar en pérdidas de credibilidad y capacidad de influencia, si la gente es capaz de mantener fresca la memoria.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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