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PRESENTACIÓN DEL ANUARIO 2019 DEL CEID

 

Los miembros del Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID) y de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) tenemos el agrado de presentar el Anuario del CEID 2019, en el que autores de ocho países —Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, España, Perú, Portugal y Sudáfrica— analizan relevantes cuestiones que tuvieron lugar en el escenario mundial, así como otros temas que consideramos de interés, ya desde una perspectiva geopolítica y estratégica, ya desde una visión histórica, habida cuenta de que es verdaderamente difícil comprender los conflictos y numerosos hechos actuales si no se tiene conocimiento del devenir de la historia.

Cabe agregar que a partir de esta edición, el Anuario del CEID es el producto de una sinergia entre éste y la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEGG), dado que varios de sus miembros forman parte de ambas entidades.

El propósito de esta nueva edición del Anuario del CEID es favorecer la comprensión de un escenario mundial altamente complejo. Para ello ha convocado a prestigiosos docentes e investigadores de diversos países: F. Javier Blasco (España), Juan José Borrell (Argentina), Magdalena Carrancio (Argentina), Francisco Carranza Romero (Perú), Miguel Ángel Cúneo (Argentina), Sunamis Fabelo Concepción (Cuba), Christiaan Fensham (Sudáfrica), Carlos Fernández Pardo (Argentina), Gabriel D. Frontons (Argentina), Alberto Hutschenreuter (Argentina), Roberto Mansilla Blanco (España), Juan Cruz Margueliche (Argentina), Héctor Martínez (Argentina), Fabricio Rauber Lema Ecuador), Xulio Ríos (España), Agustín Saavedra Weise (Bolivia), Claudia Sánchez Savín (Cuba), Juan José Santander (Argentina), Isabel Stanganelli (Argentina), María Julia Sorrentino (Argentina), Fernando Velasco Fernández (España) y Marcelo Javier de los Reyes (Argentina).

Finalmente, deseamos informar que el Anuario del CEID puede ser descargado gratuitamente desde la página https://saeeg.org/wp-content/uploads/2020/05/ceid_anuario_2019.pdf

Agradecemos su difusión.

JAIME APARICIO: “HAY PAÍSES DE AMÉRICA QUE PIENSAN EXIGIR UNA INDEMNIZACIÓN A CHINA”

ENTREVISTA AL EMBAJADOR DE BOLIVIA ANTE LA ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS

 Leopoldo Jose Vegas Rondon

 

Afirma que en esta crisis, la OEA trabaja en el aspecto sanitario, a través de la OPS, y en la parte política y económica negocia con organismos financieros internacionales

 

¿Qué ha cambiado en el sistema interamericano con esta pandemia de coronavirus?

Ha provocado cambios radicales, porque tanto en el sistema interamericano como en los mismos países viviremos un antes y un después del brote del coronavirus. Esta pandemia nos ha encontrado en una situación de indefensión porque nadie estaba preparado para una crisis global de esta magnitud. Todo cambiará, al menos por los próximos meses, y luego tendrá efectos a largo plazo porque, aparentemente, debemos acostumbrados a guardar las distancias y a estar atentos con la vigilancia sanitaria.

En lo inmediato, el Consejo Permanente de la OEA, las instituciones y las comisiones nos hemos ido adecuando a la realidad. Por ejemplo, apenas comenzó el virus tomamos medidas de emergencia. La reelección del secretario general (el 20 de marzo) fue el último acto que se hizo con presencia de los delegados. A partir de la semana pasada se ha entrado al mundo de las reuniones virtuales, lo que significa un cambio muy grande porque nadie estaba acostumbrado a interactuar en este tipo de sesiones.

En los países miembros de la OEA hemos visto sistemas de salud frágiles y con efectos devastadores en sus economías. ¿Hay algunas recomendaciones del organismo para enfrentar esta crisis?

Hay dos esferas: una que está dirigiendo la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que también ha tenido grandes fallas en el pasado debido a que se politizó y fue una de las precursoras del envío de médicos cubanos a diferentes países, pero ahora la OPS está asumiendo el problema y mantiene una interacción con los diferentes ministros de Salud de los países miembros para emitir recomendaciones sobre el manejo del coronavirus. Por otro lado, el rol que está cumpliendo la OEA es fundamental. El secretario general, Luis Almagro, se ha reunido con todos los organismos internacionales, es decir con el BID, con la CAF, el FMI, la Cepal, el Banco Mundial y agencias de cooperación para analizar y buscar respuestas conjuntas a esta crisis económica. Si no existe una coordinación política, y aquí la actuación de la OEA es fundamental, se producirán lineamientos contradictorios y se repetirán acciones del pasado. Ahora se busca coordinar medidas a futuro. Esta crisis ha encontrado a los países sin ninguna preparación.

En el caso de Bolivia es mucho más dramático porque hemos descubierto que no se habían hecho inversiones en salud en los últimos 14 años. Lo peor es lo que se viene porque después de la pandemia corresponde recomponer las economías en medio de una crisis global, peor ahora con la caída de los precios del petróleo. Nuestros ingresos prácticamente se reducirán a nada y tiene que haber políticas de salvamento bien coordinadas, que incluyan inversión privada y fondos de los organismos crediticios; ese rol lo está tomando la OEA.

Algunos economistas mencionan el ciclo de 2015 a 2025 como la década perdida, ¿existen proyecciones o evaluaciones sobre eso?

Sí, se está viendo que habrá un promedio del -5% del Producto Interno Bruto (PIB) a escala mundial, lo que significa que habrá una recesión que nunca antes se había producido por el carácter no solo regional de la crisis, sino por la forma que afectará a países que venían sufriendo algunos problemas económicos después del boom de los precios de las materias primas que hubo hasta 2014. Es una situación muy difícil la que se viene y será un cambio radical para los países porque no se podrán aplicar medidas de austeridad como se hacía en el pasado.

El propio Fondo Monetario Internacional ha cambiado radicalmente su visión. No se pueden exigir cortes de gastos públicos, por ejemplo, que afecten a las poblaciones más pobres. Se tendrán que diseñar nuevas estrategias, entre ellas la de diversificar nuestras economías, de las que tanto hemos hablado y poco se ha hecho. Está comprobado que vivir de la exportación de materias primas es una receta muy frágil porque aunque haya épocas de bonanza, al final acaba siendo un factor que empeora las crisis. Actualmente vemos la caída de los precios del petróleo y los países que viven de la exportación del crudo se quedan en cero, como ha ocurrido en Venezuela. Habrá que invertir más en nuevas energías, en industrias que generen trabajos, en nuevos productos. Es decir, hay que desarrollar un gran proyecto con mucha imaginación y con una idea muy distinta al extractivismo y a la explotación de materias primas. Habrá que imitar algunas acciones asumidas por determinados países, como los denominados Tigres Asiáticos.

¿Qué otro tipo de cambios introducirá el FMI a partir de esta crisis?

Estamos viendo cambios muy radicales. La nueva presidenta del Fondo Monetario Internacional (la búlgara Kristalina Georgieva) ha reconocido muchos de los errores que se han cometido en el pasado, incluso dentro de las víctimas figuran Bolivia, porque se aplicaban muchas medidas de austeridad sin tomar en consideración el contexto político y social, lo que provocaba un efecto desastroso en el pueblo. Creo que todas las instituciones saben que las soluciones no vienen por asumir medidas de austeridad sin criterio. Decir vamos a balancear nuestros gastos y nuestros ingresos no ha funcionado en América Latina, incluso nos ha llevado al borde de la explosión social. Considero que en el contexto actual ningún país en la región puede tomar medidas de austeridad como en el pasado. Por el contrario, creo que habrá que pensar en nuevos modelos de desarrollo que incluyan como prioridades la salud, la educación y la generación de empleos como elementos de inversión, no de gastos.

Se estima que en el mundo habrá unos 25 millones de nuevos pobres, de los cuales 1,7 millones, aproximadamente, estarán en Bolivia. ¿Qué se debe hacer para evitar un estallido social por causa de la falta de empleos y el aumento del hambre?

El aspecto social es el punto central del problema. Hemos descuidado aspectos básicos, como educación, salud y empleos porque siempre hemos vivido de un desarrollo que no era sostenible y ahora estamos pagando las consecuencias. El problema es mucho más grave porque se produce en un contexto mundial. En esta semana (jueves 23 de abril) hay cuatro millones de nuevos desempleados en Estados Unidos. El número de personas que han perdido sus fuentes laborales en este país, considerado entre los tres más ricos del mundo, está cerca de los 26 millones. Estamos llegando a una crisis que afectará a todos los países y cada nación, obviamente, estará preocupada en resolver sus propios problemas. Lo mismo sucede en Europa. España, por ejemplo, ha superado todos los antecedentes de desempleo en su historia. Esto significa que los países no estarán en condiciones de ofrecer cooperación real y eso agrava nuestra situación en Bolivia. Tenemos que buscar un nuevo tipo de desarrollo que permita emplear gente a gran escala y eso significa que por primera vez seamos serios en los aspectos de integración regional; tenemos que ampliar nuestros mercados. En América Latina somos 400 millones de personas y podríamos tener una salida a esta crisis. Esto significa invertir en infraestructura y en energía.

En América Latina existen los mecanismos más antiguos de integración, incluso primero que en Europa, pero las diferencias políticas e ideológicas han impedido que haya avance entre nuestros países. ¿Qué se puede hacer ahora?

Ese es uno de los grandes problemas de la región. Nos hemos embarcado en las peleas ideológicas y ese ha sido otro de los grandes absurdos de nuestros países. Octavio Paz (escritor y diplomático mexicano) decía que en América Latina deberíamos dejar de hacer política en nuestras relaciones y deberíamos tener la ideología del sentido común. Efectivamente, las diferencias ideológicas han acabado con el Mercosur (Mercado Común del Sur), con la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y todos los mecanismos de integración que existían en Latinoamérica. Tenemos que volver a una idea de integración porque existe la complementariedad entre países. Si pudiéramos consolidar la interconexión física desde el Atlántico hasta el Pacífico y dividirnos las funciones en términos de productividad, permitiría diversificar nuestra economía y generar empleos. El gran daño que existe entre nuestros países es por nuestras diferencias políticas e ideológicas.

¿Este gran proyecto de integración incluiría a EEUU?

Estados Unidos tendría que ser un socio de algún proyecto, así como Canadá, pero las condiciones serían distintas. En estos momentos EEUU se ha aislado. Este tiene que ser un proyecto, inicialmente, sudamericano porque están dadas las condiciones de conexión, sobre todo teniendo países como Brasil, Colombia, Chile y Perú con los que tendríamos que buscar una salida a los problemas comunes con soluciones comunes.

¿Cómo evalúa la actuación de Estados Unidos en esta pandemia?

No ha existido un liderazgo de Estados Unidos porque no ha podido controlar internamente la pandemia. Pero, además, ha enfrentado dificultades internas porque la educación y la salud están totalmente descentralizadas, en el sentido de que la administración del sistema de salud corresponde a cada estado. Esto significa que los 50 estados de la Unión definen sus propias políticas, por lo tanto, resulta muy difícil que puedan existir directrices centralizadas en la forma de cómo combatir el coronavirus. Por eso vemos esas diferencias. Algunos estados quieren levantar la cuarentena en mayo, pero hay otros, como Maryland, Washington y Virginia, donde es oficial que hasta el 15 de mayo todo continuará cerrado; también hay gente en otros estados que no cumple con la cuarentena porque es voluntaria. Si no controlas en todo el país y hay un foco de infección en un lugar, es muy fácil que se pueda propagar el Covid-19.

Hay otras situaciones, como en el caso de México, donde su presidente (Andrés Manuel López Obrador) decía que no había nada de malo con abrazarse en esta época de pandemia, lo que hace que se afecte a otros países. No es cuestión de librarse uno solo porque el contagio es muy rápido, muy fuerte, y si no existe una cuarentena total, es difícil controlar el virus. Las autoridades alertan que en el próximo invierno puede haber una recaída con este virus. Estamos en una situación muy seria. Por ejemplo, vemos el caso de Nueva York, que se ha convertido en el foco mundial del problema. Europa tampoco ha podido hacer mucho.

¿Qué tipo de cambios habrá en el mercado global?

Habrá que esperar cuánto tiempo demora la crisis, de eso dependerá. Si se prolonga, tendremos que analizar que tendrá efectos devastadores con algunos sectores de la economía, como por ejemplo los prestadores de servicios. Si pensamos en algunas actividades, como el turismo, en caso de que se extienda esta pandemia veremos que colapsará la economía de algunos países del Caribe o de pequeñas naciones de África. Pronto llegará la temporada de huracanes en el Caribe y si algunos de ellos llegan con fuerza a las islas caribeñas, como sucedió en los últimos años, tendremos países colapsados. Felizmente en Bolivia no estamos en esa situación.

Hay países que están en una situación extrema y eso lo vemos en la OEA. Algunas islas del Caribe pueden convertirse en estados fallidos, y eso cambiará la economía mundial. Habrá que pensar que mientras más se prolongue la crisis, se arruinará más la economía. Tendremos que ir a un sistema de menos consumo, de disminución de competencia para enriquecerse, de más conciencia ambiental y de solidaridad internacional.

¿Cómo se ve el desempeño de Bolivia en esta crisis?

Hay coincidencia en que Bolivia está entre los países que lo está haciendo mejor. Sin embargo, hay dos aspectos que preocupan a la comunidad internacional. El primero, la dificultad de contar con estadísticas reales porque, en América Latina en general, los números derivan de las personas que acuden a los hospitales, pero no hay pruebas masivas para contar con estadísticas totalmente confiables de cuán grave es el problema del coronavirus.

El segundo, es que nuestros hospitales no están preparados para las complicaciones de carácter masivo para recibir a los pacientes contagiados con el coronavirus, como sucedió en Guayaquil (Ecuador). El problema no es solo contar con los recursos y haber estado preparados, sino que esta pandemia todo lo va cambiando según su avance. Estaba leyendo que un 80% de las personas que han sido intubadas o conectadas a ventiladores ha muerto. Esto significa que lo que hasta hace un mes se pensaba que era la solución para los enfermos, ahora resulta que se descubre que no era tan efectivo para todos los casos. Con la desesperación compras ventiladores, pero resulta que los anticuerpos que tenemos para defendernos del Covid-19 atacan el sistema cardiovascular y otros órganos. El problema es que la única solución que existe en muchos países, incluyendo Bolivia, es la cuarentena. No hay otra.

¿Existe alguna propuesta de los países miembros de la OEA para exigir una indemnización a China?

No hay una propuesta en bloque, pero sí hay países que están pensando en esa posibilidad. Ese es un tema que se está mencionando con insistencia, aunque no se ha discutido de forma colectiva, pero eso dependerá del grado de investigación que hagan Europa y EEUU. Si se puede documentar que esto comenzó mucho antes y no se informó o que el virus se desarrolló en un laboratorio, puede ser muy grave y puede generar acciones legales de los países.

Tomado de El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/177520_jaime-aparicio-hay-paises-de-america-que-piensan-exigir-una-indemnizacion-a-china

 

ESCENARIOS COVID-19 Y GEOPOLÍTICA DE LA INFODEMIA

Sunamis Fabelo Concepción*

Imagen de Thomas Ulrich en Pixabay

 

Introducción

La aparición del nuevo coronavirus y la posterior pandemia en que devino la Covid-19, llegó acompañada de la infodemia: se trata de la sobrexposición informativa a que hemos estado expuestos en un ambiente de preocupación, estrés, ansiedad y angustia.  Este fenómeno no ha generado más que desinformación, tras la cual puede advertirse determinada intencionalidad.

En el siguiente trabajo se expone el desarrollo de los escenarios en materia comunicacional en torno a la pandemia Covid-19, desde la perspectiva de las Relaciones Internacionales. En tal sentido se presenta un acercamiento a lo que pudiéramos llamar la Geopolítica de la Infodemia, muy relacionada con la Geopolítica de la Tecnología. A la hora de gestionar la crisis básicamente se han identificado dos modelos: el asiático y el occidental. Alrededor de ello giran toda una serie de cuestiones que escapan a la coyuntura de la pandemia y que sin lugar a dudas marcarán tendencias en el complejo entramado Comunicación-política-Relaciones Internacionales. 

Escenario Comunicacional antes de la Hora Cero

Antes de la aparición del nuevo coronavirus en la provincia china de Wuhan y desatarse la pandemia a inicios de 2020, el 2019 había dejado abierto el debate sobre una serie de cuestiones que, sin dudas, debían impactar en la agenda internacional de la nueva década en materia comunicacional.

Entre estos temas puede destacarse el desarrollo de la quinta generación (5G) de redes inalámbricas para móviles, liderada por las compañías chinas Huawei y ZTE. En este escenario se ha venido desarrollando un complejo proceso de confrontación, presión y cooperación entre un grupo importante de países, entre los que se destaca, EUA, la UE, Japón, China y Rusia, fundamentalmente, debido a la competencia, rivalidad e interdependencia que condiciona esta cuestión.

Esta quinta generación convirtió la conectividad en una plataforma con lo cual las redes de acceso inalámbrico proporcionan una conectividad sin fisuras, extendida e ilimitada para todas las personas y organizaciones, y por tanto aumentaba significativamente la capacidad del control y procesamiento de datos en tiempo real. Ante este escenario, algunos países expresaron su preocupación ante la factibilidad de que Beijing pueda usar estas redes para ejercer presión o efectuar algún tipo de vigilancia electrónica. Por lo tanto entre los posibles escenarios se barajaba la posibilidad de que cada una de las potencias creara su propio “ecosistema” tecnológico para reducir su dependencia mutua y así obligar a sus aliados a una adhesión incondicional; de manera que en un futuro pudiera emerger uno o diversos telones de acero tecnológicos y, en último término, avanzar hacia una cierta “desglobalización” digital[1].

Este escenario puso de manifiesto una vez más como la competencia geopolítica se ha ido trasladando también al ámbito de la tecnología y las comunicaciones como nueva frontera del poder y escenario de reedición de la Guerra Fría. Sin dudas, esta bipolaridad tecnológica ha comenzado a crear nuevas esferas de influencia. Por si fuera poco, con el 5G todavía en una primera fase de implementación, ya se abría la carrera por el siguiente gran estándar, la Sexta Generación (6G), por parte de Japón, lo cual no solo es expresión de una competencia mundial, sino que de concretarse condicionaría una rearticulación de las alianzas.

El avance tecnológico de China ha sido objeto de críticas por Occidente, bajo la acusación de utilizar herramientas tecnológicas de enorme capacidad en función de represión política. En relación con esto fueron titulares en los últimos meses de 2019 las protestas en Hong Kong y la represión de los uigures en Xinjiang.

Un fenómeno asociado a este escenario es el impacto de la postverdad en el multilateralismo. Según señalan algunos especialistas, la geopolítica de la postverdad ha transformado amenazas y estrategias, en construcciones de alianzas. Rusia y China han tomado la iniciativa para intentar establecer leyes de ciberseguridad que les permitan mantener un mayor control sobre el flujo de información en la red para salvaguardar los intereses nacionales.

Relacionado con este escenario, otro de los grandes retos de inicio de la década fue el empoderamiento digital. Ello ha estado muy relacionado, por una parte, con la preocupación de muchos gobiernos sobre la capacidad desestabilizadora de la desinformación, acelerada por unos cambios tecnológicos que avanzan a mayor velocidad que cualquier intento de regularlos. Por otra parte, debido al hecho de que, cada día más, grandes imperios digitales, a partir del procesamiento de datos y análisis algorítmico, acaban conociendo a las poblaciones mejor que sus gobiernos y han desarrollado una extraordinaria habilidad para escapar a su control.

Desde las revelaciones de Edward Snowden sobre los servicios de inteligencia de los Estados Unidos y el Reino Unido en 2013, hasta los más recientes escándalos protagonizados por Cambridge Analytica y Facebook, la confianza del usuario occidental se ha visto comprometida y la del usuario asiático se ha puesto en alerta. Lo cierto es que, en países asiáticos u occidentales, los sistemas de inteligencia artificial, de una manera u otra, contribuyen al control y la vigilancia de sus ciudadanos, dotando a las fuerzas de seguridad de grandes cantidades de información que puede ser procesada de manera rápida y eficiente.

Como ha podido apreciarse, el escenario comunicacional de la década que se abrió el 1º de enero de 2020, variaría en gran medida, teniendo en cuenta el curso de los acontecimientos que han sobrevenido. Sin embargo, aún en las circunstancias emergentes, las prioridades descritas no solo se mantienen sino que se han desbordado, adquiriendo matices que las ratifican y actualizan y abren nuevos enfoques sobre los mismos debates.

Efecto Wuhan: Geopolítica de la Infodemia

En marzo del 2020, tras una evaluación, la OMS decidió que la COVID-19 puede ser caracterizada como una pandemia. Este hecho desencadenó un contexto de incertidumbre, alta percepción de riesgo y alarma social. A los altos niveles de estrés que provocaba la amenaza de contraer un virus, que estaba evidenciando significativos porcientos de letalidad, se sumó la ansiedad que provocaba el llamado al confinamiento en los hogares. En este contexto se aceleró el consumo de las TICs, y con ello la sobreexposición a información sobre el tema, agregando así al fenómeno de la pandemia el de la “infodemia”, o sea, la sobrecarga de información no fiable que se propaga rápidamente entre la población. La sobreexposición informativa vino acompañada de noticias falsas, bulos, rumores, teorías de la conspiración, por lo tanto, se generó así un ambiente de gran desinformación. La paradoja información-desinformación se ratificó como un instrumento de poder, a través de la cual es posible viralizar el miedo y el desconcierto y sembrar el pánico social, manejado desde grandes monopolios de la comunicación, con intereses muy particulares, alimentados gracias a nuestros propios datos. Es así que esta pandemia amplificó las vulnerabilidades de un mundo conectado física y comunicacionalmente.

Unido a la alarma social y la incertidumbre se generó especulación sobre posibles medidas antes que estas se tomasen, por tanto desconfianza en las instituciones, los gobiernos, acompañado de un discurso de odio, con el objetivo de alimentar la estigmatización de comunidades concretas o agendas políticas concretas. En esta línea, la OMS de conjunto con la OPS consideraron pertinente hacer un llamado a partir de la emisión de un documento alertando sobre este fenómeno asociado a la infodemia: Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de COVID-19[2], del 12 de marzo del 2020. A continuación se citan algunos fragmentos del documento que señalan determinadas cuestiones las cuales pueden resultar relevantes teniendo en cuenta el tema que nos ocupa ya que sin dudas tienen una influencia directa en aquellas tendencias que desde los primeros momentos de la pandemia se consideraron podían comenzar desarrollarse:

Este virus no debe asociarse con ningún grupo étnico ni nacionalidad. Demuestre empatía hacia todas las personas afectadas, dentro de un país dado o procedentes de cualquier país. Recuerde que las personas que están afectadas por COVID-19 no han hecho nada malo, no tienen culpa y merecen nuestro apoyo, compasión y amabilidad.(…)

No se refiera a las personas que tienen la enfermedad como “casos de COVID-19”, las “víctimas”, las “familias de COVID-19” o los “enfermos”. Se trata de “personas que tienen COVID-19”, “personas que están en tratamiento para COVID-19”, “personas que se están recuperando de COVID-19” y que, una vez superada la enfermedad, seguirán adelante con su vida, su trabajo, su familia y sus seres queridos. Es importante separar a la persona de tener una identidad definida por COVID-19, para reducir el estigma.

Minimice el tiempo que dedica a mirar, leer o escuchar noticias que le causen ansiedad o angustia. Busque información únicamente de fuentes confiables y principalmente sobre medidas prácticas que le ayuden a hacer planes de protección para usted y sus seres queridos. Busque actualizaciones de la información una o dos veces al día, a horas específicas. El flujo repentino y casi constante de noticias acerca de un brote epidémico puede hacer que cualquiera se sienta preocupado. Infórmese sobre lo que en realidad está sucediendo, no escuche los rumores y la información errónea. Recopile información a intervalos regulares, del sitio web de la OMS, el sitio web de la OPS y de las plataformas de las autoridades nacionales y locales de salud, a fin de ayudarle a distinguir los hechos de los rumores. Conocer las informaciones fiables pueden ayudar a minimizar el miedo.

Sin dudas, las indicaciones referidas hablan de una alerta frente al fenómeno de la estigmatización en el contexto de la pandemia: el miedo a la otredad y todo lo que en un contexto de emergencia sanitaria puede atribuírsele. El instinto de supervivencia en situaciones extremas, que pueden ser maximizadas y manipuladas por los grandes conglomerados mediáticos, tan propensos a la espectacularización de todo lo que acontece en función de determinados intereses, también reviste una clara intencionalidad. La misma puede o no ser percibida por el ciudadano común, y por tanto es fuente de bulos, rumores y noticias falsas, o en última instancia genera confusión o desconfianza. La “Teoría del Rumor” y el estudio de las “Representaciones Sociales” son importantes referentes teóricos desde la psicología y la sociología desde los que puede abordarse el estudio de este fenómeno.

De manera que, en relación con la pandemia, dentro de las principales narrativas explotadas por los grandes medios de comunicación pueden destacarse tres fundamentales, en las que el ciudadano común es coparticipante y a partir de las cuales dialoga con el entorno que le rodea y explica los acontecimientos que le afectan: Teorías de la conspiración (política y economía), Predicciones apocalípticas (religión) y Teorías ambientalistas (naturalista).

Entre los debates que más han sido polemizados por los medios sobresale el referido al origen del virus y toda una serie de especulaciones en torno al mismo. Entre otras, las más extendidas pertenecen a la teoría de la conspiración y reproducen la confrontación entre tres protagonistas, China, Rusia y Estados Unidos.

Otro de los campos muy sensibles a las percepciones y los rumores, es el económico. Sobre el mismo giran especulaciones que van desde los mercados bursátiles y todo tipo de escenarios futuros hasta la economía doméstica, revertida en el acaparamiento y la amenaza de la escasez.

Así también, en un contexto de emergencia sanitaria es natural que surja el debate sobre quienes están mejor equipados para hacer frente a la pandemia. En medio de la difícil situación sanitaria con el avance de COVID-19, son pocos los países que han tenido respuesta efectiva, a partir de las infraestructuras nacionales de salud, ya sea por la capacidad científico-tecnológica, productiva, el desarrollo de la industria biotecnológica y farmacéutica, los recursos financieros, y el personal altamente calificado o preparado. En este sentido, han sobresalido las posiciones de República de Corea, China, Singapur, Japón, India, Tailandia y Vietnam[3].

Sin embargo, estos debates suelen simplificarse en deliberar entre las estrategias seguidas por las llamadas democracias liberales o los llamados regímenes autoritarios, identificando estos últimos con los asiáticos que, supuestamente pueden imponer medidas mucho más estrictas sobre su población, porque su naturaleza de vigilancia permanente, centralismo y capacidad de control se los permite. Según el filósofo surcoreano Byung–Chul Han, autor de “La Sociedad del Cansancio”, en Asia, especialmente en China, las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa, y también confían más en el Estado. Así también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital. Apuestan a que en el big data podría encerrarse un potencial enorme para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia a las epidemias las combaten no solo los virólogos y epidemiólogos, sino principalmente los informáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Occidente todavía tiene mucho que aprender. Es así que los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas, según este autor porque la conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente inexistente y apenas se habla ya de protección de datos, incluso en Estados liberales como Japón y Corea. Nadie se enoja por el frenesí de las autoridades para recopilar datos[4]. De manera que hay una confrontación y debate sobre modelos políticos en relación con las capacidades disruptivas de la tecnología.

Otro debate que se ha abierto es el del papel del Estado nación y las instituciones en una contingencia como la que se presenta. Por ejemplo en Francia, en Alemania o en Italia, donde se emprendía contra la Europa de Schengen, se pedía el cierre de fronteras desde el primer momento y se alimentaba la idea de la pandemia como una amenaza exterior. Los discursos políticos de la extrema derecha están llenos de ejemplos recientes que vinculan inmigración y amenazas sanitarias (Jaroslaw Kazcynski, Matteo Salvini u Ortega Smith). Las tendencias que a día de hoy se avizoran en este particular describen el reforzamiento del Estado y del nacionalismo, asociado a una política de fronteras, fragmentación y estigmatización, lo cual legitima el discurso y posición de las fuerzas de derecha más radicales en la UE.

En este sentido, es importante apuntar que esta crisis ha manifestado y potenciado el fenómeno de la fragmentación al interior de la UE en diversos aspectos. Uno de ellos es precisamente la posición respecto a China. En el contexto europeo las redes sociales fueron espacios de apoyo social, denuncia y lucha a nivel de las subjetividades. España e Italia, los países más azotados por el virus fueron escenario de este activismo desde las redes, denunciando desde el confinamiento, haciéndose eco de la quema de banderas de la UE como protesta frente a la incapacidad de los gobiernos nacionales y de las instituciones comunitarias para hacer frente a la situación, a la vez que aceptaban y agradecían la ayuda del gigante asiático así como de Rusia y Cuba, sin importar su signo político.

De otra parte, en aras de deslegitimar la cooperación, se ha recurrido en el discurso a presentar una China portadora o creadora del virus, la cual primero utilizaba las redes sociales para censurar información y posteriormente para su reconstrucción de imagen, aduciendo como una vez superado lo peor de la crisis sanitaria se ofrece como aquel que tiene experiencia para saber cómo actuar o como el donante solidario con aquellos que ahora están en el peor momento de la pandemia.

Es así que, desde el discurso político, en algunos casos, también se ha polarizado la gestión de la crisis, sobre todo entre las fuerzas políticas de extrema derecha, de una relativamente reciente emergencia, amparada en un estilo comunicativo de corte populista, ya sea en Europa o en América. En esta última, ante el acceso a una sanidad de calidad muy desigual, se ha puesto de manifiesto la incapacidad de gestionar la crisis de muchos de los líderes representantes de la extrema derecha que han optado por un discurso de escepticismo frente a la grave situación, abogando por la revitalización de la economía y el cese de la cuarentena. Sobresale el caso de la autoproclamada presidenta de Bolivia Jeanine Añez en su comparecencia, quien mientras anunciaba la cuarentena, expresó: “Queridos bolivianos pido a ustedes unirnos en una oración permanente. Este domingo inicia una cuarentena total y pido que podamos realizar un ayuno en oración, arrepentimiento y fe, para que sea nuestra mayor arma de lucha contra esta enfermedad. Que Dios bendiga a Bolivia” Sin embargo, la propuesta de recibir ayuda médica cubana fue rechazada de facto por Añez[5].

Por su parte, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro en su posición de subordinación a Washington, inicialmente calificó la pandemia de “gripecita” y ha seguido haciendo campaña contra las medidas de cuarentena decretadas por algunos gobernadores de Estados, como Joao Doria en Sao Paulo o Wilson Witzel en Río de Janeiro. La campaña anti-cuarentena de Bolsonaro, que reza “Brasil no puede parar”, llevó a la jueza Laura Bastos Carvalho de Río de Janeiro a ordenar al gobierno brasileño “abstenerse” de promover actitudes de rechazo de las medidas de confinamiento[6].

Por su parte el presidente Donald Trump, también ha dado un enfoque político al tema, al identificar la pandemia como “el virus de China”. Así también, la crisis ha reforzado su discurso de fronteras, antiinmigrante, así como el llamado a reactivar la economía del país. En otro orden de cosas, se ha politizado el tema sobre las investigaciones para encontrar una vacuna, a lo cual se ha dado la connotación de carrera, y se ha asociado a teorías de la conspiración. Sin embargo, Washington ha aceptado la ayuda de China, Vietnam, Rusia. No obstante, en medio de la contingencia sanitaria, ha recrudecido el bloqueo económico y comercial contra Cuba, obstaculizando el envío de ayuda (especialmente material médico indispensable para manejar la crisis) desde estos mismos países y otros a La Habana, lo cual ha complicado significativamente la situación de la isla, que se ha visto obligada a encontrar alternativas mucho más costosas y en tiempo récord.

De manera que, en cuanto a las salidas de la crisis, en sentido general, se manejan dos cuestiones: Integración-cooperación o salvaguarda de los Estados-nacionales-proteccionismo. A ello se suman diversos análisis sobre los impactos de la crisis que también bipolarizan los modelos a seguir: capitalismo o comunismo (renovado[7]); lo cual, respectivamente se combina con los binomios libertad-democracia o control-autoritarismo. Así también, se tiende a confundir estado de excepción con excepcionalidad permanente. En general de lo que se ha tratado es de simplificar y sintetizar así análisis mucho más complejos sobre el futuro de modelos sociales o políticos y su lugar en la posible conformación de un nuevo orden mundial.

Tras la desinformación (aparente) que se genera en un ambiente de sobreexposición informativa (aparentemente desorganizada), hay cálculo predictivo de respuesta (estrategia) y por tanto hay intencionalidad. Sin dudas este contexto ha sido propicio para solventar contradicciones y da lugar a que se pueda hablar de una “geopolítica de la infodemia”. Debe tenerse en cuenta que una crisis global como lo es una pandemia, requiere un fuerte liderazgo de acciones globales coordinadas. Y esto constantemente se fractura desde los medios en nombre de las ideologías, entorpeciendo la necesaria coordinación entre los principales actores mundiales.

La posición cooperativa de países como China, Rusia, Vietnam, y Cuba, (por mencionar aquellos que en las representaciones sociales se identifican con la satanización del socialismo o el comunismo), matiza los imaginarios y allí donde la solidaridad, la cooperación surgen como el aliciente para garantizar la sobrevivencia humana, aparecen también intentos por boicotearla y deslegitimarla desde una lógica geopolítica y simplista. En este contexto, sin dudas, grandes expectativas e interrogantes se abren en cuanto a la reconfiguración de la imagen de estos países, que han sido de las naciones que han logrado controlar con mayor eficacia la pandemia tanto en virtud de sus sistemas políticos, económicos y de salud pública nacionales como de su disposición de cooperación y coordinación internacional.

En sentido general, la experiencia de esta pandemia ha modificado el rumbo de los acontecimientos. Aunque aún es pronto para aventurarse a plantear un escenario, la década que recién comienza, está marcada, a día de hoy, por altos niveles de incertidumbre en todas las esferas, ello generará, cambios significativos en el orden mundial y las estructuras de poder, y por ende, realineamientos y construcciones de potentes alianzas.  Sin embargo, en materia comunicacional, el curso descrito por de los debates desarrollados en este contexto permite avizorar algunas cuestiones importantes a tener en cuenta para escenarios futuros. 

Escenarios comunicacionales postpandemia: entre desafíos e incertidumbres

Aventurar cualquier proyección de escenario post-pandemia, a día de hoy, significa invitar a reflexionar sobre el reto de aprender a convivir con desafíos e incertidumbres, inherentes a cualquier cuestión, en coherencia con un mundo indetenible, resultado de procesos de globalización, pero que se han redimensionado en el contexto actual.

La crisis de la Covid-19 ha puesto de manifiesto que la esfera tecnológica ha sido fundamental para que el mundo no se paralice por completo; así como también este ha sido un espacio fundamental en el que se puso de manifiesto la competencia geopolítica. Por tanto, la disputa Tecnológica persistirá, pero podrían considerarse, dentro de los posibles escenarios, nuevas dimensiones y determinados matices en torno a la misma. La carrera por el control de los datos y de la información se perpetúa como la expresión más concreta del poder. Sin embargo, dentro de la competencia coexistirán determinados niveles de cooperación que podrán ir consolidándose a largo plazo.

En otro orden de cosas y muy relacionado con lo anterior, la única forma de consumo que casi con toda seguridad fue beneficiada durante la crisis ha sido Internet, plataforma a partir de la cual fue posible dar curso parcialmente a la “vida cotidiana” a partir de propiciar el teletrabajo, intercambio a nivel internacional de la comunidades científicas para abordar estrategias en aras de manejar la propia crisis, los servicios en cierta medida, la información, el entretenimiento tan importante en un momento donde el llamado es a mantenerse en casa, incluso expresiones de protesta, denuncia en las redes sociales, la cultura, la educación, entre otras experiencias que sin dudas se potenciarán y extenderán en lo adelante.

De manera que la crisis sanitaria multiplicó exponencialmente nuestra dependencia de los dispositivos y de las grandes empresas tecnológicas. La cuarentena ha amenazado la subsistencia de innumerables empresas de entretenimiento, cultura, turismo o moda, al tiempo que ha supuesto la llegada de un enorme capital a las plataformas tecnológicas. Según especialistas[8] en el tema, es probable que la acumulación exponencial de conocimiento complejo durante estos meses en los campos de la biotecnología, la informática, la robótica, la estadística, la ingeniería de sistemas o de datos complete en un tiempo récord la revolución tecnológica que venía desarrollándose.

Es así que se prevé tras la descomunal inyección de dinero y de macrodatos que se está proporcionando a empresas como Google, Amazon, Facebook o Netflix, un importante impulso al desarrollo de la inteligencia algorítmica. Especialmente este escenario se concibe para el sector de la salud en lo que se refiere a la gestión de una epidemia a partir de la informática, lo que otorgaría un descomunal poder de decisión a las máquinas.

En ese sentido, debe destacarse que durante el encierro, los niños y estudiantes en general se están acostumbrando a recibir información y conocimiento a través de las computadoras; se está monitorizando a través del móvil la temperatura o la geolocalización de los afectados por el virus; los abuelos están descargando incluso las aplicaciones a las que eran reticentes; todo el mundo se ha familiarizado con Skype, Google Hangouts o FaceTime y millones de fanáticos del deporte, ante la suspensión mundial de los campeonatos, se han empezado a aficionar a las competiciones de deportes electrónicos[9]. De manera que el cambio en las rutinas marcará los nuevos pulsos del desarrollo tecnológico y su incorporación en la vida cotidiana.

En estos momentos los modelos de gestión con éxito de la epidemia son, sobre todo, los asiáticos. Comparten el uso de aplicaciones de seguimiento de los ciudadanos que han estado en zonas de contagio o que padecen la enfermedad. En general el mundo se prepara  para implementar nuevas estrategias de biocontrol, lo que implica la posibilidad de que los gobiernos accedan a nuestras coordenadas y a  nuestro ADN, o que deleguen parte de sus decisiones en inteligencias artificiales.

Es así que, la geopolítica que se avecina pasa por el papel del ecosistema digital, para lo cual tiene un valor fundamental la soberanía de los Estados. En ese sentido, la efectividad de la experiencia asiática, pasa por la cooperación, signo de su regionalismo abierto y de la coordinación de sus organismos multilaterales, a pesar del amplio marco de diferencias que comparten, lo cual compite con un Occidente mucho más fragmentado. La herencia confuciana que distingue a los asiáticos, que antepone el bienestar de la comunidad frente al individuo, implica elementos de fortaleza ante la nueva situación, evidenciando el contraste cultural, en lugar de las mal llamadas políticas autoritarias[10]. Sin embargo, nunca antes como ahora, los diversos avances tecnológicos que impactan directamente en la vida de las personas reclaman la necesidad de resignificación de la dignidad humana en su cotidianidad compartida con la tecnología, cuestión que se ha mantenido como asignatura pendiente.

En ese sentido uno de los principales desafíos es el cambio tecnológico y su impacto sobre los modelos productivos, en el empleo, por ejemplo. Atravesamos una enorme transformación del mercado laboral, que sin dudas se profundizará. Este cambio se debe a la intervención de la tecnología en el tipo de funciones que desempeñan los humanos en el entorno profesional y esto, a su vez, está alimentando un aumento muy marcado de la desigualdad. El desarrollo tecnológico actual colisiona de manera directa con las funciones que a día de hoy desarrollan seres humanos en el mercado laboral. Este proceso impacta directamente en una rápida precarización de los trabajadores.

A nivel político las tendencias económicas descritas ya estaban produciendo un vaciado del centro ideológico, y un movimiento hacia los extremos del espectro político. Esa polarización se evidencia como una consecuencia directa de la inseguridad y preocupación que genera en múltiples colectivos el proceso de transformación del mercado laboral y la sensación de incertidumbre económica que le acompaña y que la emergencia sanitaria traducida en el confinamiento que impone la cuarentena ha exacerbado. A ello se suma que este escenario también ha remarcado el complejo problema de la brecha digital, y la contradicción de un mundo cada vez más conectado y más desigual en cuanto al acceso: Los desconectados o la otra cara de la geopolítica de la tecnología.

América Latina y el Caribe y África son claros ejemplos de ello. En este contexto la región latinoamericana y caribeña remarca su condición de ser la más desigual del mundo, y el aumento de la dependencia del uso de las tecnologías digitales exacerba tales desigualdades. También existen fuertes desigualdades en la tasa de conectividad según segmentos de ingresos. Aunque se han hecho planes para promover el uso de dispositivos digitales en los sistemas educativos, muchas instituciones educativas no cuentan con la infraestructura de tecnologías digitales necesaria. Además, existen brechas en el acceso a las computadoras y a Internet en los hogares, por lo tanto, los procesos de enseñanza y aprendizaje a distancia no están garantizados. Existen disparidades de acceso a los dispositivos digitales y a Internet de banda ancha entre las poblaciones urbanas y rurales, entre los sexos, entre las poblaciones que hablan o no el idioma oficial (español o portugués), y entre las poblaciones con y sin discapacidades[11].

El caso africano es aún más preocupante sobre estas cuestiones teniendo en cuenta las tendencias que se han ido avizorando más exitosas para enfrentar la cuarentena preventiva y controlar la crisis sanitaria. Cuando hablamos de los avances de la conexión a internet en África, hay muchas diferencias que deben ser tomadas en cuenta. No solo hay una desigualdad por países, en función de los niveles de desarrollo de cada Estado y de las políticas gubernamentales con relación a las inversiones del sector tecnológico. También existen al interior de cada realidad nacional diferencias sociales, de género y muy acentuadas entre el campo y la ciudad con respecto a sus posibilidades de acceso y cobertura de las redes. Por otra parte, África destaca por la escasez noticiosa en determinados escenarios, si se le compara con el volumen de noticias que corren diariamente en internet sobre otras regiones y, sobre todo, si se toma en cuenta la cantidad de acontecimientos políticos y problemas estructurales acumulados en muchos de los países africanos[12].

De manera que la ética de la dignidad debe incorporar también estos grandes desafíos, siendo el punto de partida para luego analizar conceptos centrales, tales como, el derecho a la protección de los datos personales y los principios que éste implica, así como un enfoque específico —en forma genérica— que vincula tecnología y dignidad humana, tal es el caso de internet de las cosas, big data, drones, impresión 3D, protección de datos personales, entre otros.

Es así que, desde la geopolítica de la infodemia y de la tecnología, es posible vislumbrar que entre los principales debates a que se enfrentará el mundo, después de la crisis desatada por la pandemia de la Covid-19, estará el de la vigilancia totalitaria y el empoderamiento ciudadano. Y, por otra parte, el aislamiento nacionalista frente a la solidaridad global. Sin embargo, la cuestión fundamental radica en que en el centro de las políticas públicas debe ubicarse la dignidad humana, para asegurar el pleno respeto y garantía a los derechos humanos. Esta pandemia, a pesar de su terrible carácter letal, tiene el potencial de ser una oportunidad para el cambio y nuestro crecimiento como personas y como sociedades. Sin dudas,  después que todo termine, surgirán nuevos escenarios y nuevas formas de relación. Se habrá construido así una nueva “foto” de la realidad, más completa que la que se tenía previamente a través de un consenso mínimo y una visión compartida de la situación. Esos mínimos acordados serán los nuevos pilares sobre los que se construirán en adelante nuevas formas de la geopolítica de la globalización, y se reconducirá el avance hacia un modelo de desarrollo verdaderamente sostenible e inclusivo.

* Doctora en Ciencias Históricas (2017, Universidad de La Habana). Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales (2011, Universidad de La Habana). Licenciada en Filosofía (2007, Universidad de La Habana). Investigadora y Profesora Titular del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Ha desarrollado varias investigaciones y asesorías sobre estudios euroasiáticos, euromediterráneos y de comunicación política, especialmente en el campo de la antropología política, en lo referido a representaciones sociales y diálogo cultural. Es autora de numerosos trabajos relacionados con estos temas. Coordina e imparte diversos cursos de grado y posgrado en la Universidad de La Habana y la Universidad de Artemisa. Entre 2007 y 2010 fue investigadora del Centro de Estudios Europeos. (sunamisfabeloc@yahoo.es)

 

Referencias

[1] Oriol Farrés (coordinador). “La creciente rivalidad estratégica China-EEUU y sus ramificaciones regionales”. Anuario Internacional CIDOB, https://www.cidob.org/es/articulos/anuario_internacional_cidob/2019/la_creciente_rivalidad_estrategica_china_eeuu_y_sus_ramificaciones_regionales

[2] “Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de COVID-19”. Organización Panamericana de la Salud, https://www.paho.org/es/documentos/consideraciones-psicosociales-salud-mental-durante-brote-covid-19

[3] Ruvislei González Sáenz. “El Covid-19 y su impacto económico en Asia pacífico en el 2020: Casos China y Vietnam”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) https://saeeg.org/index.php/2020/04/14/el-covid-19-su-posible-impacto-economico-en-asia-pacifico-en-el-2020-caso-china/

[4] En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia, a tal punto que mide la temperatura corporal y en el caso de que la temperatura sea preocupante reciben una notificación en sus teléfonos móviles. Se utilizan drones para controlar las cuarentenas. Los proveedores chinos de telefonía móvil y de internet comparten los datos sensibles de sus clientes con los servicios de seguridad y con los Ministerios de Salud. En Wuhan se han formado miles de equipos de investigación digital que buscan posibles infectados basándose solo en datos técnicos. Basándose únicamente en análisis de macro datos averiguan quiénes son potenciales infectados, quiénes tienen que seguir siendo observados y eventualmente ser aislados en cuarentena. Más información en Byung-Chul Han. La emergencia viral y el mundo de mañana. Sopa de Wuhan. Libro digital. Disponible en Internet. Editorial: ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Marzo 2020.

[5] Ver más en: Orietta Hernández Bermúdez. Bolivia en tiempos de la COVID 19. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/04/21/bolivia-en-tiempos-de-la-covid-19/#.Xp84bchKjIW

[6] Ver más en: Anna Ayuso. Desigualdad en América Latina frente a la crisis del coronavirus. Disponible en: https://www.cidob.org/publicaciones/serie_de_publicacion/opinion/america_latina/desigualdad_en_america_latina_frente_a_la_crisis_del_coronavirus

[7] Slavoj Žižek. Coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de ‘Kill Bill’ y podría conducir a la reinvención del comunismo. Sopa de Wuhan. Libro digital. Disponible en Internet. Editorial: ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Marzo 2020.

[8] Jorge Carrión. La biología está acelerando la digitalización del mundo. Disponible en: https://www.nytimes.com/es/2020/03/29/espanol/opinion/coronavirus-revolucion-digital.html

[9] Ibídem.

[10] https://www.clarin.com/opinion/geopolitica-digital-campo-nuevas-tensiones_0_NESawN-E.html Citado en: Análisis estratégico sobre el panorama mundial en tiempos de la pandemia, desde la Argentina. Miguel Ángel Barrios y Héctor Daniel González

[11] América Latina se enfrenta a desafíos en la formación de los docentes en materia de TIC. Por ejemplo, en el Brasil en 2018, solo el 20% de los docentes participaron en un curso de educación continua para el uso de computadoras e Internet para la enseñanza. En cuanto al uso de Internet, el 16% informó que la utilizaba una o más veces al día; mientras que el 20% lo hacía una vez a la semana, y el 18% al menos una vez al mes (Comité Gestor de Internet en Brasil, 2019). (Ver más en Informe especial de la CEPAL América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19.Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/45337-america-latina-caribe-la-pandemia-covid-19-efectos-economicos-sociales  )

[12] MSc. Luis Edel Abreu Veranes. África en megabits. Los avances de la conexión a internet en África subsahariana en el siglo XXI y el mundo de las tecnologías de la información.  Artículo inédito.

Bibliografía

Abreu Veranesn, Luis Edel:. África en megabits. Los avances de la conexión a internet en África subsahariana en el siglo XXI y el mundo de las tecnologías de la información.  Artículo inédito.

América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19.Informe CEPAL. Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/45337-america-latina-caribe-la-pandemia-covid-19-efectos-economicos-sociales 

Ayuso, Anna: Desigualdad en América Latina frente a la crisis del coronavirus. Disponible en: https://www.cidob.org/publicaciones/serie_de_publicacion/opinion/america_latina/desigualdad_en_america_latina_frente_a_la_crisis_del_coronavirus

Barrios, Miguel Ángel y González,  Héctor Daniel: Análisis estratégico sobre el panorama mundial en tiempos de la pandemia, desde la Argentina. (Disponible en Internet)

Carrión, Jorge: La biología está acelerando la digitalización del mundo. Disponible en: https://www.google.com/amp/s/www.nytimes.com/es/2020/03/29/espanol/opinion/coronavirus-revolucion-digital.amp.html

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Colomina, Carme: Coronavirus: infodemia y desinformación. Disponible en: https://www.cidob.org/es/publicaciones/serie_de_publicacion/opinion/seguridad_y_politica_mundial/coronavirus_infodemia_y_desinformacion

Con la conexión 5G en pañales, Donald Trump ahora quiere el 6G «lo antes posible». Disponible en: https://www.elespanol.com/omicrono/tecnologia/20190221/conexion-panales-donald-trump-ahora-quiere-posible/377963683_0.html

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Farrés, Oriol: “La creciente rivalidad estratégica China-EEUU y sus ramificaciones regionales”. Disponible en:

https://www.cidob.org/es/articulos/anuario_internacional_cidob/2019/la_creciente_rivalidad_estrategica_china_eeuu_y_sus_ramificaciones_regionales

González Sáenz, Ruvislei: El Covid-19 y su impacto económico en Asia pacífico en el 2020: Casos China y Vietnam. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) https://saeeg.org/index.php/2020/04/14/el-covid-19-su-posible-impacto-economico-en-asia-pacifico-en-el-2020-caso-china/

Han, Byung-Chul. La emergencia viral y el mundo de mañana. Sopa de Wuhan. Libro digital. Disponible en Internet. Editorial: ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Marzo 2020.

Hernández Bermúdez, Orietta. Bolivia en tiempos de la COVID 19. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/04/21/bolivia-en-tiempos-de-la-covid-19/#.Xp84bchKjIW

Ríos, Xulio: Los diez temas claves de la agenda china en 2020. Disponible en: https://rebelion.org/los-diez-temas-claves-de-la-agenda-china-en-2020/

Soler i Lecha, Eduard: El mundo en 2020: diez temas que marcarán la agenda global. Disponible en: https://www.cidob.org/es/publicaciones/serie_de_publicacion/notes_internacionals/n1_220/el_mundo_en_2020_diez_temas_que_marcaran_la_agenda_global

Žižek, Slavoj: Coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de ‘Kill Bill’ y podría conducir a la reinvención del comunismo. Sopa de Wuhan. Libro digital. Disponible en Internet. Editorial: ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Marzo 2020.

 

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