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IN MEMORIAM ROBERT FISK (30 de octubre de 2020)

Juan José Santander*

Robert Fisk (Maidstone, Reino Unido, 1946 – Dublin, Irlanda, 30 de octubre de 2020)

Las páginas refieren a The Great War for Civilisation: the Conquest of the Middle East. EEUU: Vintage Books, febrero 2007.

 

Ante la reciente nueva explosión de violencia en el ámbito del conflicto palestino-israelí evidenciando la disparidad de fuerzas entre los contendientes; con un profundo sentimiento de rechazo ante lo que personalmente percibo, casi sin excepciones, como una muestra de doble vara y manifestación de abrumadora generalizada hipocresía –en su raíz etimológica que refiere a la actuación de los actores en escena-; sin pretender establecer un criterio de apreciación de esas conductas o zanjar sobre su valoración aunque sí aspirando a humillar cierta ignorante arrogancia intelectual, deseo rendir homenaje a una de las plumas más certeras y honestas en el análisis de ése y otros conflictos, el periodista británico Robert Fisk, cuya voz continúa presente en sus escritos.

Ya que coincide con el tema de estas reuniones, me permito recordar muy sucintamente algunos fragmentos de la obra citada.

Los primeros refieren a la visión prospectiva en perspectiva de protagonistas y estudiosos de la cuestión una década antes de la declaración del Estado de Israel, que brindan un marco de análisis no por aparentemente remoto menos vigente.

 

1936, Lloyd George, Primer Ministro, ante los Comunes, sobre la Declaración Balfour, pág. 366.

“Fue en uno de los más oscuros períodos de la guerra que el sr Balfour preparó primero su Declaración. En ese tiempo el Ejército Francés se había amotinado; el ejército italiano estaba al borde del colapso; América había apenas comenzado de veras a prepararse. No había nada sino Bretaña confrontando la combinación militar más poderosa que el mundo haya nunca visto. Era importante para nosotros buscar toda ayuda legítima que pudiéramos conseguir. El Gobierno llegó a la conclusión, sobre información recibida de todas partes del mundo, que era muy vital que tuviéramos las simpatías de la comunidad judía… Ciertamente no teníamos prejuicios contra los árabes porque en ese momento teníamos cientos de miles de tropas peleando por la emancipación árabe del Turco. En estas condiciones y con el consejo que recibieron, el Gobierno decidió que era deseable para nosotros asegurarnos la simpatía y cooperación de esa tan distinguida comunidad, los judíos, alrededor del mundo. Fueron de ayuda para nosotros en América con amplio alcance; y fueron de ayuda hasta en Rusia en ese momento porque Rusia estaba por salirse y dejarnos solos. En esas condiciones, lo propusimos a nuestros aliados. Francia, Italia, y los EEUU lo aceptaron… Los judíos, con toda la influencia que poseían, respondieron noblemente al llamado.”

 

1937, Winston Churchill, sobre la partición de Palestina, pág. 368.

‘El rico, poblado, progresivo Estado Judío se halla en las llanuras, y en las costas (de Palestina). Alrededor de él, en las colinas y tierras altas, abarcando a lo ancho y hacia la lejanía en los desiertos ilimitables, los árabes guerreros de Siria, de Transjordania, de Arabia, respaldados por las fuerzas armadas de Iraq, presentan la incesante amenaza de guerra… Para mantenerse, el Estado Judío debe estar armado hasta los dientes, y debe convocar todo hombre apto para fortalecer su ejército. ¿Pero cuánto tiempo permitirán continuar este proceso las grandes poblaciones árabes en Iraq y Palestina? ¿Puede esperarse que los árabes permanezcan impasibles contemplando la construcción con capital judío mundial y recursos de un ejército judío equipado con las más mortíferas armas de guerra, hasta que sea lo bastante fuerte como para no temerles? ¿Y si alcanzara alguna vez el ejército judío ese punto, quién puede asegurar que, aferrado a sus estrechos límites, no se lanzarán sobre las nuevas tierras no desarrolladas de su entorno?”

1938, George Antonius, historiador, pág. 367.

“El tratamiento dado a los judíos en Alemania y otros países europeos es un baldón para sus autores y para la civilización moderna; pero la posteridad no exonerará a cualquier país que no asuma su propia parte en los sacrificios necesarios para aliviar el sufrimiento y penurias judíos. Colocar el grueso de esa carga sobre la Palestina árabe es una evasión miserable del deber que compete a todo el mundo civilizado. Es también moralmente indignante. Ningún código moral puede justificar la persecución de un pueblo con la intención de aliviar la persecución de otro. La cura para la expulsión de judíos de Alemania no debe buscarse en la expulsión de los árabes de su solar natal; y la ayuda a la penuria judía no debe realizarse al costo de infligir una penuria equiparable a una población inocente y pacífica.”

 

Nuevamente George Antonius, sobre los riesgos de confiar demasiado en el ya entonces nutrido cuerpo de literatura sobre el tema, pág. 365.

“…debe ser utilizado con cuidado, en parte porque el alto porcentaje de abierta o velada propaganda, y en parte porque lo remoto de las fuentes árabes indispensables ha militado en contra de una real ecuanimidad, aun en las obras de historiadores neutrales y ecuánimes. La propaganda sionista es activa, muy organizada y difundida; la prensa mundial, al menos en las democracias occidentales, es ampliamente susceptible a ella; domina muchos de los canales disponibles para la diseminación de noticias, y más particularmente los del mundo de habla inglesa. La propaganda árabe es, en comparación, primitiva e infinitamente menos exitosa: los árabes tienen poco de la habilidad, ubicuidad políglota o recursos financieros que hacen la propaganda judía tan efectiva. El resultado es que, de hace más o menos una veintena de años, el mundo ha estado mirando Palestina principalmente a través de lentes sionistas y ha inconscientemente adquirido el hábito de razonar con premisas sionistas.”

 

Demos ahora la palabra al autor:

Pág. 377. “Siguiendo sus esfuerzos, la tarea de reportar sobre su dirigencia política sin esperanza, su victimización —más cruelmente evidenciada cuando eran presentados como los agresores por un todopoderoso Israel y, después, un cada vez más hegemónico EEUU— y sus patéticos, bravos y a menudo brutales intentos por buscar la simpatía del mundo ha sido una de las experiencias periodísticas más depresivas. Cuanto más escribíamos sobre el despojo palestino, menos efecto parecía tener y más atacados éramos como periodistas.”

Pág. 378. “Porque a través de estos largos años, había un notable, virtualmente inmutable fenómeno que aseguraba que el balance de poder en Medio Oriente permaneciera sin cambios: El sostén inconmovible, ampliamente acrítico, a menudo involuntario de América a Israel. La ‘seguridad’ de Israel —o su supuesta falta— se convirtió en la vara de medida de todas las negociaciones, de todas las amenazas militares y de todas las guerras. La injusticia hecha a los palestinos, el despojo, las masacres, no sólo la pérdida de esa parte de Palestina que se volvió Israel —y está internacionalmente reconocida como tal— sino también la ocupación del resto del territorio del Mandato (británico) y la sangrienta supresión de cualquiera y toda manifestación de resistencia palestina: todo esto tenía que quedar en segundo lugar ante la seguridad de Israel y los valores civilizados y la democracia por los que Israel era ampliamente promocionado. Su ejército, que a menudo se comportaba con crueldad e indisciplina, debía ser visto como un ejemplo de ‘pureza de armas’ y aquéllos de nosotros que testimoniábamos la muerte de civiles por Israel debíamos ser tildados de mentirosos, antisemitas o amigos del ‘terrorismo’…”

‘‘Terrorismo’ es una palabra que se ha vuelto una plaga de nuestro vocabulario, la excusa y razón y permiso moral para la violencia promovida por los Estados —nuestra violencia— que ahora se usa contra inocentes en Medio Oriente cada vez más indignante y promiscuamente. Terrorismo, terrorismo, terrorismo. Se ha convertido en un punto final, un signo de puntuación, una frase, una figura de elocución, un sermón, la suma final de todo lo que debemos odiar para ignorar la injusticia y la ocupación y el asesinato en masa. Terror, terror, terror. Es una sonata, una sinfonía, una orquesta afinada a cada televisor y receptor de radio y reporte de agencias de noticias, el culebrón del Diablo, ofrecido en horario de máxima audiencia o destilado en fatigosamente vacuas y mendaces formas por los ‘comentaristas’ de derecha de la costa este americana o el Jerusalem Post o los intelectuales de Europa. Golpe contra el Terror. Victoria sobre el Terror. Guerra al Terror. Guerra Incesante contra el Terror. Raramente en la historia soldados y periodistas y presidentes y reyes se han alineado en rangos tan sin pensar ni cuestionarse.”

A propósito de la previa a los Acuerdos de Oslo y el surgimiento de Hamás

Pág. 390. “…La quimera de un estado palestino y su capital en Jerusalén que nunca —jamás— se les darían.”

“No era difícil ver por qué tanto los israelís como Arafat hicieron causa común en un pacto secreto. La ocupación israelí se volvía cada vez más brutal y la creciente fuerza de las milicias religiosas palestinas, especialmente Hamás, amedrentaban a la vez a los israelís y a la dirigencia palestina. Por años, los israelís habían animado a Hamás en su construcción de mezquitas y servicios sociales como rival a la ‘terrorista’ OLP y a la dirigencia del exilado ‘súperterrorista’ Arafat. Igual que América ayudó a crear a Osama bin Laden y a Saddam Hussein, así Israel nutría Hamás y su dirigencia de imanes y autoconvencidos luchadores que pedían ahora Palestina —toda Palestina— para los palestinos. Al final, lo que sacó a Arafat de la oscuridad fue el poder de estos rivales islámicos entre los palestinos, y la medida en que estaban sangrando a Israel en los territorios ocupados. Sin la oposición de Hamás y la Yihad Islámica, los israelís no habrían tenido deseo alguno de retirarse. Sin su existencia —sin esas intransigentes demandas panislámicas que sobrepasaban de lejos las aspiraciones de Arafat— los israelís habrían tenido escaso interés por reconocer a la OLP o devolver una mota de Palestina a Arafat.”

Estas apreciaciones contribuyen a mi juicio a mejor comprender las circunstancias presentes a través de sus antecedentes.

 

* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID y de la SAEEG. 

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¿SERÁ 2021 EL AÑO DEL DESHIELO EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES PARA TURQUÍA?

Giancarlo Elia Valori*

En los últimos años, después del torpe y desacertado golpe de Estado que intentó derrocarlo en 2016, el presidente de Turquía Erdogan ha adoptado actitudes cada vez más extremistas y políticas internas e internacionales que prácticamente han aislado a Turquía no sólo de sus aliados tradicionales de la OTAN (de los cuales ha sido socio desde la fundación de la OTAN), sino también de casi todos sus homólogos geopolíticos en Medio Oriente.

En su intento de desempeñar un papel destacado en los juegos en marcha en la región mediterránea y del Cercano Oriente, desde Siria hasta Libia, pasando por Nagorno-Karabaj, el presidente Erdogan ha dado a la diplomacia de su país una deriva islamista —basada, en particular, en el apoyo al movimiento fundamentalista de los Hermanos Musulmanes— que si, por un lado, lo ha fortalecido internamente, por otro le ha llevado a hacer más enemigos de los que razonablemente podría soportar.

El pico del aislamiento internacional de Turquía se mostró descaradamente en octubre del año pasado cuando, después del brutal asesinato en Francia del profesor Samuel Paty, decapitado en la calle por un extremista musulmán de origen azerí porque era “culpable” de haber expuesto las infames caricaturas de Charlie Hebdo sobre Mahoma en las aulas, el presidente Macron arremetió contra aquellos que, “a la sombra de Mahoma” , avivaban las llamas del islamismo radical en Francia con el objetivo de despertar a los jóvenes musulmanes y animarlos a convertir su ira en la marginación social y económica en conflictos religiosos.

Por orden del presidente francés, las fuerzas de seguridad comenzaron a investigar y realizar registros en los círculos salafistas franceses controlados por unos trescientos imanes turcos que se habían instalado en Francia.

Las palabras de Macron y las iniciativas de las fuerzas de seguridad francesas contra el fundamentalismo islámico en Francia desataron la ira del presidente turco, que no dudó en llamar a su colega francés “un cerebro de muerto” que trataba a los musulmanes en Francia “como los judíos fueron tratados en la Alemania de Hitler”.

Las palabras del presidente Erdogan han añadido combustible al fuego de las ya difíciles relaciones entre Francia y la minoría de salafistas activos en el país: pocos días después de las declaraciones públicas de Erdogan, un joven tunecino en Niza mató a tres personas gritando “Alla akhbar”  en la catedral de Niza.

En esa coyuntura, Francia retiró a su embajador de Ankara, congelando sus relaciones con un país que durante décadas había sido considerado un sólido socio comercial, político y militar.

A finales de 2020, las relaciones internacionales de Turquía alcanzaron el nivel más bajo de la historia reciente.

Incluso afirmaciones justificadas como la solicitud de redefinir las fronteras marítimas con Grecia han dejado de ser apoyadas por diplomáticos europeos, mientras que el activismo en Libia para apoyar al Presidente del “Gobierno de Acuerdo Nacional” (GNA), impuesto por las Naciones Unidas pero apoyado por milicias islamistas, ha puesto a Ankara en un curso de colisión con Rusia y Egipto que, a su vez, se han puesto del lado del señor de la guerra “secular” de Cirenaica, Khalifa Haftar.

A finales del año pasado, un país como Turquía que, debido a su pragmatismo en política exterior, no sólo había sido considerado digno de pertenecer a la OTAN, sino también considerado un socio fiable y creíble durante décadas por Europa y los Estados Unidos, se encontró en total aislamiento a nivel internacional y en grandes dificultades a nivel nacional, debido a los efectos de la pandemia y una creciente crisis económica.

Es probablemente en este contexto que, desde principios de este año, el Presidente Erdogan ha cambiado de estrategia y ha lanzado lo que los observadores internacionales han llamado la “ofensiva del encanto”, en un intento de reabrir los canales de diálogo entre Turquía y los países occidentales y las potencias regionales en Medio Oriente (de Israel a Egipto, de Arabia Saudí a los Emiratos), un diálogo que había sido congelado debido a la decisión imprudente y mal considerada de apoyar, siempre y en cualquier caso, a los Hermanos Musulmanes.

Después de iniciar un canal secreto de cooperación con Israel en un intento de encontrar una solución a la guerra civil a pequeña escala sobre Nagorno-Karabaj —en la que Turquía, con el soporte “clandestino” de Israel, apoyó con éxito las razones de los turcomanos musulmanes azerbaiyanos, en detrimento de la mayoría armenia cristiana—, el presidente Erdogan decidió reabrir las relaciones con Egipto.

Después de ocho años de tensas o ausentes relaciones, Turquía ha reabierto la puerta al diálogo con Egipto bajo la bandera de una “Realpolitik” que el presidente Erdogan parecía haber olvidado.

Desde 2013, cuando el general Al Sisi derrocó al gobierno del presidente Morsi —líder de los Hermanos Musulmanes en Egipto y ganador de las elecciones de 2012—, el presidente Erdogan lo había llamado repetidamente “un asesino” y “un tirano”. Las relaciones entre los dos países se habían enfriado definitivamente cuando el presidente turco había dado descaradamente refugio y asilo político a todos los asesores y colaboradores de Morsi y a todos los miembros de los Hermanos Musulmanes que habían huido a Turquía para escapar de la represión.

El 12 de marzo de 2021, en una declaración sorpresa, el presidente Erdogan admitió en una conferencia de prensa que había “tomado medidas diplomáticas” para lograr la “reconciliación con Egipto”.

El ministro de Asuntos Exteriores, Melvut Cavusoglu, confirmó ese cambio de línea política diciendo que “después de años de hostilidad y desconfianza mutua… había llegado el momento de reiniciar gradualmente los contactos con Egipto”.

Según fuentes diplomáticas, hay dos razones principales que han convencido al presidente turco para cambiar su actitud hacia su (probablemente antiguo) rival Al Sisi.

La primera se remonta al total y ya sofocante aislamiento de Turquía en toda la región del Mediterráneo y de Medio Oriente.

La segunda es mucho más práctica y pragmática: la posibilidad de discutir con Egipto una nueva definición de las fronteras marítimas de Turquía en el Mediterráneo podría permitir a Turquía negociar —desde una posición más sólida— el problema de las “12 millas” y permitirle extender, dentro de límites aceptables, las fronteras de las aguas territoriales, actualmente “estranguladas” y cubiertas por la proximidad de las islas griegas a la costa turca.

Según el gobierno turco, un acuerdo entre Turquía y Egipto sobre fronteras marítimas podría conducir a un nuevo acuerdo sobre el mismo tema con Israel, útil para la explotación conjunta de los campos submarinos de gas frente a Chipre, Egipto e Israel.

Según fuentes muy fiables y cualificadas, el jefe del Servicio Secreto turco (MIT), general Hakan Fidan, ha recibido órdenes directas del presidente Erdogan de restablecer los contactos y las relaciones (interrumpidos desde 2013) con el Servicio Secreto egipcio, el Mukhabarat Al Amma.

Gracias al compromiso personal del emir de Qatar, Tamin Ben Hamad al Thani, quien es el último aliado del presidente Erdogan que permanece en la región, el MIT ha establecido contactos con colegas egipcios a principios de marzo de este año y, como gesto de cooperación hacia Egipto, las autoridades de seguridad turcas han colocado a treinta “Hermanos Musulmanes” egipcios, que habían sido acogidos como refugiados en Turquía, bajo estricto control de seguridad en vista de su posible extradición.

Mientras tanto, las autoridades turcas han pedido a los tres canales de televisión egipcios “alojados” en Turquía, a saber, las cadenas Al Shaq, Mekamleen y Watan, que bajen el tono de sus críticas contra el gobierno egipcio y dejen de insultar al presidente egipcio Al Sisi. A los tres canales se les ha pedido abruptamente que “revisen sus políticas editoriales” si quieren seguir disfrutando de la hospitalidad turca.

Según fuentes de prensa saudíes, muchos miembros de los Hermanos Musulmanes que se han refugiado en Turquía han sido presuntamente puestos bajo arresto domiciliario.

La diplomacia puesta en marcha por el presidente Erdogan a través del MIT está empezando a dar sus frutos: los contactos entre Fidan y su homólogo egipcio, el general Abbas Kamel, han llevado a un acuerdo en Libia que ha favorecido el nombramiento de Abdelhamid Dabaiba como presidente del “Gobierno de Acuerdo Nacional” para reemplazar al ahora desacreditado Fayez Al Sarraj.

También gracias al compromiso tras bambalinas de los servicios secretos turcos y egipcios, bajo la supervisión vigilante del Mossad israelí, la “ofensiva del encanto” del presidente Erdogan está empezando a dar sus frutos y, después de años de movimientos desconsiderados, imprudentes y aventureros, probablemente llevará a Turquía de vuelta a la mesa de negociaciones, después de renunciar al fundamentalismo musulmán, contribuyendo así a la búsqueda del “deshielo” en las relaciones internacionales que el mundo necesita para reparar el enorme daño causado por la pandemia.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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LAS CORDIALES RELACIONES ENTRE ISRAEL Y CHINA, Y LA MOLESTIA GENERALIZADA MOSTRADA POR LOS ESTADOS UNIDOS

Giancarlo Elia Valori*

Israel fue el primero de los países de Próximo y Medio Oriente en reconocer a la República Popular China en 1950, mientras que las relaciones diplomáticas se han establecido desde el 24 de enero de 1992.

Es importante recordar que las relaciones entre chinos y judíos están profundamente arraigadas en la larga historia de estos dos pueblos y se remontan a miles de años atrás.

Desde el establecimiento de relaciones diplomáticas, funcionarios gubernamentales, científicos, universidades y empresas han llevado a cabo numerosos programas —a través de delegaciones— para profundizar la cooperación especial en diversas cuestiones como la economía, la agricultura, la tecnología y la educación.

Se pueden encontrar ejemplos significativos del fortalecimiento de las relaciones, entre otras cosas, en las frecuentes visitas de funcionarios gubernamentales chinos a Israel y viceversa. Por ejemplo, muchos primeros ministros y presidentes israelíes han visitado China a lo largo de los años, al igual que sus homólogos chinos, como el Presidente de la República de China, Jiang Zemin, que visitó el país en 2000, y los miembros del Buró Político del Partido Comunista de China (CPC), Liu Chi (2007) y Liu Yunshan (2009). También se realizaron visitas significativas al país por el Viceprimer Ministro Hui Yang (2010), el Viceprimer Ministro Liu Iandong (2016) y un alto representante del Parlamento chino, Wang Da (septiembre de 2015), etc.

Las relaciones entre Israel y China en muchas áreas están ganando impulso y hay un entusiasmo considerable por su naturaleza y profundidad, particularmente por todo lo relacionado con los negocios y el suministro de tecnología israelí. A lo largo de los años, se han firmado una serie de acuerdos y memorandos de entendimiento entre Israel y China para establecer una zona de libre comercio, mejorar los mecanismos de concesión de visados a los ciudadanos del otro país y aumentar los vuelos aéreos, con el objetivo de maximizar el movimiento de mercancías, trabajadores y turistas.

China es también el único país del mundo con el que Israel tiene un acuerdo mutuo para emitir visados de visita múltiple durante un largo período de tiempo. Estos han dado frutos inmediatos, con más de 100.000 turistas chinos que han llegado a Israel desde 2018. Esto significa que más turistas van a Israel desde China que a países como Italia, Canadá y Australia.

Las diferentes necesidades de los dos países se reflejan en la naturaleza de los bienes y servicios que se compran entre sí. Los componentes electrónicos representan aproximadamente la mitad de las exportaciones de Israel a China, y el resto se divide entre productos químicos, equipos médicos, instrumentos, control, etc. En cambio, las importaciones procedentes de China se centran en maquinaria y equipos eléctricos, textiles y metales.

Las debilidades de China son precisamente las fortalezas del mercado israelí. La migración interna a gran escala, los procesos acelerados de urbanización, la falta de agua potable y la gestión de contaminantes ambientales graves son algunos de los enormes desafíos de China.

Israel puede hacer frente a estos desafíos con la ayuda de tecnologías médicas avanzadas, desarrollos agrícolas para enfrentar la escasez de agua y condiciones difíciles del suelo, tecnologías innovadoras de desalinización, etc. El balance entre las necesidades de China e Israel es perfecto.

Además, Israel no ha sido indiferente a la One Belt One Road (la Ruta de la Seda), es decir, el ambicioso plan para conectar el mundo con una red de carreteras, ferrocarriles, carriles, puertos y puertos, financiado por el Banco Asiático de Infraestructuras.

Israel se ha unido como miembro del Aib, esforzándose por promover la participación de las empresas israelíes en proyectos de infraestructura chinos y posicionar a Israel como un país de transición estratégica en las rutas comerciales de la moderna Ruta de la Seda. Mientras tanto, las empresas chinas participan en grandes proyectos de infraestructura en Israel, como el proyecto Minharot HaCarmel (túneles Carmel), la construcción y operación de los puertos de Ashdod y Haifa, así como la construcción de un estadio de fútbol y un metro ligero en Gush Dan, etc.

La reactivación económica de las relaciones entre China e Israel, junto con el estatus principal de la economía china en los últimos años, han llevado a muchas empresas y ejecutivos a reconocer el atractivo del mercado chino y la importancia de aprender sobre la economía y la cultura chinas.

Obviamente todo esto sólo puede molestar a la Administración del confuso presidente estadounidense, Joe Biden, quien también está supervisando las relaciones entre China e Israel, ya que Israel está a punto de ser considerado por la Casa Blanca como su propia semi-colonia.

Según Estados Unidos, Israel debería iniciar un replanteamiento del diálogo con la Administración de Biden que conduzca a una comprensión del patrón de relación entre Israel y China para no “dañar” los importantes intereses estadounidenses.

Las esperanzas de aquellos que pensaban que la elección de Joe Biden como presidente de Estados Unidos podría aliviar la presión transatlántica sobre Israel con respecto a China se han desvanecido. No sólo la presión no disminuirá, sino que también es probable que aumente.

La continua insistencia de la administración Trump en reducir la participación china en Israel ha sido uno de los temas clave en la agenda entre Estados Unidos e Israel en los últimos dos años. Funcionarios estadounidenses han advertido a sus homólogos israelíes que la falta de una respuesta judía socavaría seriamente la cooperación en materia de seguridad entre los dos países.

En cambio, el presidente Biden y los planes de su Administración deberían ser más cuidadosos y fomentar la cooperación entre las potencias en áreas específicas, incluida la lucha contra el cambio climático. Al mismo tiempo, durante la campaña electoral, Biden fue más amenazante que Trump en una serie de asuntos relacionados con China. Biden describió la represión de los musulmanes uigures (Weiwuer) en Xinjiang como “genocidio” y calificó al presidente Xi Jinping de “matón”. Por no hablar de los torpes epítetos del presidente contra Putin.

Después de todo, uno de los trucos torpes del presidente en la política exterior estadounidense es reconstruir las relaciones con los aliados en vista de una cruzada al estilo Salem contra China.

No hay razón para creer que la Administración de Biden no esperará de Israel lo que espera del resto de sus aliados. La ilusión de que Israel puede seguir “haciendo negocios como siempre” con China y “llevarse bien” con las demandas estadounidenses es peligrosa, porque —como ya se ha dicho— Israel no es una colonia estadounidense.

Además, los intentos israelíes de no someterse a diktats de la Casa Blanca podrían dañar no sólo las relaciones entre el gobierno israelí y la Administración estadounidense, sino también las relaciones con sus partidarios más significativos en el Senado y el Congreso, que comparten la supuesta amenaza de China a los Estados Unidos.

La evaluación de que China es un adversario duro y una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos es el único tema político-estratégico en el que demócratas y republicanos están de acuerdo.

Por esta razón, es difícil creer que Estados Unidos ignore la inversión china en la industria israelí de alta tecnología y la cooperación entre institutos de investigación israelíes y chinos en el sector de alta tecnología: Big Data, inteligencia artificial y cuestiones cibernéticas.

En términos de interés nacional de los Estados Unidos, reducir el acceso de China a tecnologías avanzadas es un tema crítico. Por lo tanto, la injerencia estadounidense en las relaciones comerciales y financieras en la industria de alta tecnología y en la cooperación para la investigación y el desarrollo entre Israel y China es probablemente sólo cuestión de tiempo.

En las dos crisis anteriores con los Estados Unidos sobre las exportaciones de defensa a China (hace unos quince y veinte años), Israel creía que se saldría con la suya; por lo tanto, trató de aplicar los acuerdos con China “y llevarse bien” con los Estados Unidos. Al final, Israel salió mal y hubo una crisis en las relaciones con Estados Unidos y China.

En la carrera por la superioridad tecnológica, los Estados Unidos podrían ver el intercambio de conocimientos y productos israelíes con China como una amenaza mucho más significativa para su seguridad nacional que los sistemas de radar y los vehículos aéreos no tripulados (UAV).

La capacidad del gobierno israelí para hacer frente a los Estados Unidos se verá gravemente dañada si su política hacia China se presenta como socavando la seguridad nacional de Estados Unidos.

En estas circunstancias, el gobierno israelí —amenazado— seguramente cambiará su enfoque de la cuestión, en lugar de esperar la presión y la esperanza de lo mejor. Israel debería iniciar un diálogo en igualdad de condiciones con la Administración de Biden para promover una comprensión del patrón de relaciones entre Israel y China para no dañar los intereses importantes de Estados Unidos. Esto podría permitir a Israel mantener un diálogo respetuoso con China sobre las futuras relaciones entre los dos países.

Como tal, esto no sería una “rendición” a los diktats estadounidenses. Si el gobierno israelí espera que Estados Unidos comience a utilizar el chantaje de los intereses israelíes frente a Irán, Israel a su vez debería mostrar consideración por los intereses estadounidenses frente a China.

Al mismo tiempo, sin embargo, Israel evaluará los objetivos y movimientos de China en la región de Próximo y Medio Oriente y desarrollará una política clara con ella, mediante el desarrollo de instrumentos y canales para lograr sus objetivos en las relaciones con China, sin dejar que los Estados Unidos pongan un palo en su rueda o corten sus alas.

En cuanto a las cuestiones relativas al escenario Irán-Israel, China ha reiterado su propuesta de celebrar una reunión internacional con la participación de todos los países implicados en el acuerdo nuclear con Irán (el Plan de Acción Integral Conjunto del 14 de julio de 2015 entre Irán y los cinco países del Consejo de Seguridad de la ONU, más Alemania y la Unión Europea), incluidos Estados Unidos, para discutir el regreso de Estados Unidos al acuerdo.

En vísperas de la primera conversación telefónica entre los presidentes estadounidense y chino (11 de febrero de 2021), tuvo lugar una reunión entre el enviado especial estadounidense sobre la cuestión iraní y el viceministro chino de Relaciones Exteriores para coordinar las medidas en este sentido. La mediación proactiva sobre la cuestión nuclear iraní puede ser parte de una amplia política china diseñada para promover la cooperación con la Administración de Biden en cuestiones de fondo para los Estados Unidos, a cambio de mantener intereses importantes para China —como las relaciones con Israel— y como parte de su posición como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

Pocas consideraciones son ahora apropiadas con respecto a la pandemia Covid-19. Mientras que las compañías farmacéuticas occidentales operan como entidades comerciales independientes con fines de lucro, el gobierno chino lidera y orienta los esfuerzos de investigación y desarrollo de sus propias empresas gubernamentales y privadas de la misma manera y las integra como instrumentos en sus políticas a través de visitas oficiales en el panorama internacional, acuerdos de cooperación, compromisos de vacunación o préstamos. Por lo tanto, como se muestra en el mapa de certificados de vacunación en varios países, las vacunas desarrolladas en China se encuentran entre las más buscadas.

La población urbana de Israel es concentrada y densa. Después de que estalló la pandemia, la Covid-19 se extendió más rápido. En vista de impedir su propagación, varios departamentos israelíes han reforzado la prevención y el control conjuntos. Al mismo tiempo, el gobierno israelí participa activamente en la cooperación internacional y utiliza videoconferencias para aprender de la experiencia anti-epidemia de China.

En conclusión, la diplomacia política y la atención con la que China se ocupa de todos los aspectos, que van desde asuntos exteriores hasta cuestiones de salud, dan sus frutos más que las palabras torpes que se lanzan al azar.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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