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EL CONO SUR ANTE SU POSTERGADA INTEGRACIÓN. COMPETENCIA, IDEOLOGÍA Y OTROS OBSTÁCULOS.

Marcelo Javier de los Reyes*

El presente artículo procura repensar la postergada y real integración del Cono Sur en momentos en que la incertidumbre global nos ensombrece. Para ello retomo dos antiguos artículos con la intención de establecer un debate sobre una cuestión que considero de vital importancia en que ciertas estructuras están crujiendo a partir de la competencia entre Estados Unidos y China, las diferencias entre Estados Unidos y la Unión Europea —por ejemplo respecto de la OTAN y de las políticas de defensa—, el Brexit —la salida del Reino Unido seguramente fortalecerá el “atlantismo” con los Estados Unidos, nada nuevo— o la búsqueda de un camino propio por parte de los europeos luego de décadas de haber sido llevados de las narices por la gran potencia del norte.

En este marco, insisto en la imperiosa necesidad de que nuestra región retome las posibilidades de una integración sin intromisiones geopolíticas o ideológicas de países extra regionales, varios de los cuales son los responsables de nuestras diferencias.

En principio, deseo rescatar un artículo de Leonel Itaussu Almeida Mello, cuyo uno de sus méritos es haber examinado la literatura disponible respecto de la relación entre Argentina y Brasil y demuestra que antes del Tratado de Integración de 1986 hubo intelectuales que se abocaron a esa cuestión[1]. El autor menciona el ensayo del historiador Caio Prado Jr., pero habría numerosos investigadores que la abordaron, como por ejemplo Oscar Camilión[2] [3] y el célebre libro “Argentina y Brasil en la integración continental” de Liborio Justo[4] (1902-2003), el que —en 1936— le gritó “¡Muera el imperialismo yanki!” al primer presidente estadounidense en ejercicio que visitaba la Argentina, Franklin D. Roosevelt, en momento en que iba a iniciar su discurso ante el Congreso de la Nación. Al lado de Roosevelt, estaba el presidente de la Argentina, el general Agustín P. Justo, el padre de Liborio.

El 1º de diciembre de 1936 el presidente Franklin Delano Roosevelt brindó su discurso en el Congreso Nacional.

La relación entre Argentina y Brasil fue central en varios trabajos que abordaron la cuestión de las represas, motivo de tensión en momentos en que ambos países eran gobernados por los militares, y el desarrollo nuclear. Con referencia a este último tema puede mencionarse Oliveiros S. Ferreira, quien publicó un artículo en O Estado de São Paulo[5], tema que también fue tratado por el general Juan Enrique Guglialmelli[6].

La idea relevante cuando se analiza en paralelo el desarrollo económico de ambos países, que está muy bien sintetizada por Leonel Itaussu Almeida Mello, es observar cómo la Argentina, cuya economía era el doble de la brasilera en 1930, fue cediendo el paso rápidamente hasta que medio siglo después la economía de Brasil se tornaba el cuádruple de la Argentina. Inmediatamente aclara que “actualmente la diferencia se redujo a poco menos de dos tercios”.

El proceso de integración a partir de 1986 y que derivó en el Mercorsur, ha sido un paso enorme pero incompleto. En este sentido rescato la parte final del artículo, cuando se refiere a la visión del general Juan Domingo Perón acerca de que “antes del tercer milenio nos encontraría unidos o dominados”, pero debe recordarse que en 1951 expresó el famoso “ABC”: “la Argentina sola, no tiene unidad económica. Brasil solo, tampoco. Chile solo, tampoco la tiene. Pero estos tres países unidos conforman quizá la unidad económica más extraordinaria del mundo entero”. El autor también menciona al general Guglialmelli, quien consideraba que “el Cono Sur debería ser el punto de partida para la ulterior unidad latinoamericana y un núcleo de poder regional frente a los grandes centros de poder mundial”. Ésta, aún, es una tarea pendiente y por la que se debe poner todo el empeño.

El segundo artículo al que deseo referirme, es de John Child, de 1981, en el que considera acertadamente que América Latina, en la mayor parte del siglo XX, ha tenido un bajo nivel de conflictos y un gasto relativamente bajo en lo que se refiere a la compra de armas[7]. No obstante no acuerdo en que esa compra de armas tuviera más relación “con problemas internos como orgullos y rivalidades entre servicios” sino que existían conflictos entre los países de la región pero que, felizmente y salvo excepciones, no llegaron a convertirse en conflictos armados.

Con respecto a la tipología que presenta, es verdad que varios conflictos limítrofes han sido solucionados pero aún persisten varios, como el reclamo de la salida al mar por parte de Bolivia, el litigio entre Perú y Ecuador, y en el caso específico de la Argentina y Chile, parecería que por más que se hayan solucionado numerosas cuestiones limítrofes siempre surgirá un nuevo motivo de reclamo por parte de Chile, como el formulado a partir de la extensión del mar territorial argentino.

Dentro de esta tipología debo considerar —a pesar de los años del artículo de Child— que ha acertado al expresar que “en el presente y futuro las formas dominantes de conflictos serán ideológicas, por recursos, y por influencia”. En la actualidad el tema de la puja por los recursos tiene una gran vigencia pero también debe destacarse que la imposibilidad de un desarrollo armónico y consensuado de los países de la región se haya entrampado por disputas ideológicas. Un claro ejemplo de ello ha sido el fracaso de la UNASUR, una institución que logró un consenso con amplias posibilidades de expansión en diversos ámbitos pero que finalmente no pudo avanzar por las divisiones entre los dirigentes de los países, quienes privilegiaron la ideología por encima del desarrollo y el bienestar de las poblaciones de sus respectivos países.

La UNASUR fue gestada con esa falla de origen, la ideologización, y significó la pérdida de una gran oportunidad para la región, a la que tanto le cuesta encontrar consensos y un camino propio de crecimiento. El Cono Sur precisa estadistas, es decir, dirigentes con visión estratégica, que se propongan trabajar en forma conjunta más que posar para una foto … algo que escasea en las últimas décadas.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] Leonel Itaussu Almeida Mello. “Brasil y Argentina en perspectiva: competencia, distensión e integración”. En: Atilio A. Boron (Compilador), Teoría y filosofía política. La recuperación de los clásicos en el debate latinoamericano. Buenos Aires: CLACSO, marzo de 2002, 304 p. (ISBN 950-9231-73-8).

[2] Camilión, Oscar H. “As relações entre o brasil e Argentina no mundo atual”. En: Revista Brasileira de Política Internacional, Río de Janeiro, vol. 12, nº 45-46,  marzo-junio de 1969.

[3] Camilión, Oscar H. “Relaciones argentino-brasileñas”. En: Estrategia, Buenos Aires, vol. 4. Nº 21, marzo-abril de 1973.

[4] Justo, Liborio. Argentina y Brasil en la integración continental. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1983, 184 p.

[5] Ferreira, Oliveiros S. “Brasil e Argentina: a geopolítica e a bomba”. En: O Estado de São Paulo, 26/12/1976.

[6] Juan Enrique Guglialmelli. “¿Brasil fabrica la bomba?”. En: Estrategia, nº 70, p. 5-12.

[7] John Child. “Pensamiento geopolítico y cuatro conflictos en Sudamérica”.  Revista Ciencia Política, Pontificia Universidad Católica de Chile, vol. 3-N°12-1981, p. 71-104.

 

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LA TRANSFERENCIA DEL TRABAJO NACIONAL A TERCEROS PAÍSES. LOS DÓLARES QUE NECESITA EL GOBIERNO DE ALBERTO FERNÁNDEZ

César Augusto Lerena*

El 3 de octubre pasado La Voz de Galicia nos anunciaba que “Galicia y Madrid animan a la Argentina a suscribir el pacto del Mercosur con la Unión Europea, impulsando el intercambio de productos pesqueros y el abastecimiento de materia prima para la industria española a precios más competitivos” y que, mientras “el presidente gallego, Alberto Núñez Feijoo, instaba al futuro gobierno de Argentina a suscribir el acuerdo Mercosur con la UE que le daría acceso a aquella a un mercado europeo de 500 millones, la Secretaria General de Pesca, Alicia Villauriz, le indicó al Subsecretario de Pesca argentino Juan Bosch, que el citado pacto comercial se presenta, como ‘muy ventajoso para ambos países’”.

Imaginémonos el diálogo, no durante el descubrimiento de América en 1492, sino en el mismo octubre pero del 2019 en Vigo, entre Alicia Villauriz oficiando de Colón y Bosch, de indígena recibiendo encantado los espejitos de colores: Señor Indígena: ustedes nos entregan todos los recursos pesqueros sin procesar (la materia prima) del Atlántico Sur, que se sumarán a los recursos argentinos que nosotros extraemos con permisos ilegales británicos o sin ellos de la zona de Malvinas, les entregamos los espejitos de colores y, nosotros en el Reino de España, los industrializamos y les damos trabajo a los españoles y distribuimos los productos por toda la Unión Europea “que consume mucho pescado”, a lo que el indígena, superando la primera impresión, se anima y le pregunta a Colón: bueno, pero por favor, le ruego que nos permita ingresar nuestras materias primas sin aranceles al viejo mundo.

Los argentinos azorados, pero no es distinta a la realidad de nuestras exportaciones actuales de materias primas pesqueras que se procesan fuera del país, como producto de la aplicación de políticas que desalientan toda la producción nacional. Bosch, un representante fiel de la actividad extractiva pesquera que desatiende el desarrollo de la industria pesquera nacional.

El Acuerdo con la Unión Europea, transitará un complejo camino de ajustes y aprobaciones por parte de los Estados, pero, en cualquiera caso, si se tratase de una “Asociación Estratégica” entre el MERCOSUR y la Unión Europea, de ninguna manera, podría estar destinado a que la Argentina provea materias primas y España las industrialice. Eso es lo que viene ocurriendo hasta hoy sin acuerdo y, lo primero que debiera suceder, es que España retire sus barcos pesqueros del Atlántico Sur y, entender que, si bien Europa tiene un mercado demandante, la Argentina tiene el recurso para satisfacer esa demanda, para lo cual, los buques españoles que realizan pesca ilegal (INDNR) en las aguas argentinas deben cesar de realizar esta práctica ya prohibida en 2008, tanto por la Unión Europea como por la Argentina.

Los equipos técnicos del próximo gobierno tienen claro, que la Argentina necesitará una importante cantidad de divisas para enfrentar los compromisos de pago de las deudas que deja el gobierno saliente, a la par, de reactivar el sector industrial para promover y registrar nuevos empleos, revirtiendo los altísimos índices de pobreza y desocupación.

La industria pesquera, la industria naval y sus industrias conexas pueden ser importantes proveedores de dólares, de bienes y generadoras de empleo.

Para ello, en primer lugar, el gobierno debiera hacer llegar al sector productivo y del trabajo mensajes claros respecto a que la explotación de los recursos del Estado se habrá de concesionar a aquellas empresas cuyos proyectos pesqueros generen alto valor agregado, es decir que, tratándose de una actividad fundamentalmente exportadora, genere el ingreso de divisas para el país y ocupación de mano de obra intensiva y calificada.

Accesoriamente a ello, pero no menos importante, es que las concesiones deben ocupar los territorios marítimos estratégicos y en su caso, competir con la captura extranjera de todos los recursos migratorios que tienen origen en la Zona Económica Exclusiva o están asociados.

La adjudicación de Cuotas o Autorizaciones estarán atadas a proyectos pesqueros que aseguren estas premisas básicas, de modo, que la administración del recurso sea sostenible económica, biológica y socialmente.

La exportación de commodities. No es admisible que el 65% de las exportaciones sean commodities y que la Argentina transfiera el trabajo, tal es el caso, del reproceso del langostino a Perú, Ecuador, Guatemala o Bolivia, o la exportación de pescados sin valor agregado a la Unión Europea o China; mientras la Argentina alcanza tasas de desempleo del orden del 10,6%. Los empresarios deberán llegar a los acuerdos necesarios para asegurar la competitividad generando trabajo. Las excepciones debieran estar referidas únicamente a la pesca estratégica en las áreas sensibles de explotación de los recursos migratorios.

Recuperación de las capturas de los buques extranjeros. La Argentina debe buscar los mecanismos para recuperar en forma sostenida y progresiva los recursos que pierde en manos de los buques pesqueros extranjeros, entre los que se encuentran los españoles. Ello se debe traducir inicialmente en la generación de acuerdos con empresas nacionales, empleo portuario y de provisión de insumos y, avanzar hacia procesos industriales crecientes en la Argentina.

Industrialización de descartes y la pesca incidental. El país no puede seguir descartando proteínas, por lo cual los descartes por razones comerciales o derivados de pesca acompañante deben destinarse a su industrialización. No solo porque pueden resolver la alimentación proteica de millones de niños y adolescentes, sino porque pueden representar un número equivalente al 50% del empleo actual, ya que hay formas para el aprovechamiento de las especies descartadas, que no han sido utilizadas hasta la fecha, sin que ello deba representar una pérdida de rentabilidad empresaria o del sector laboral. Por otra parte, hay medios técnicos para resolver en muy corto plazo las prácticas de sustitución de especies que distorsionan la utilización de las cuotas y autorizaciones de captura. Es una tarea que no debiera postergarse.

La renovación de la flota pesquera y su fabricación de la Argentina. Es sabido que gran parte de los componentes de los buques que se fabrican en la Argentina son importados. Ello, seguramente, no podrá resolverse en el corto plazo, pero el armado y la fabricación final debe estar en manos de Astilleros privados y públicos nacionales, quienes pueden y debieran complementarse. La Argentina no puede seguir construyendo buques pesqueros, de investigación, barcazas, buques afectados a las fuerzas armadas y de seguridad, plataformas petroleras, etc. fuera del país y, por otra parte, resulta impostergable la renovación de la flota para terminar con los naufragios. Ello no debiera ser motivo para reducir los aranceles a la importación de buques en lugar de incentivar y buscar los medios de financiación para la construcción nacional y el consecuente empleo local.

Los Acuerdos y la explotación del recurso nacional debe transformarse en trabajo para los argentinos.

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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