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¡¡MUCHO CUIDADO CON LOS ENTUSIASMOS!!

F. Javier Blasco*

Expresión que demuestra un estado de ánimo, generalmente, pletórico o eufórico y que es rica de sinónimos clarificadores como: pasión, fervor, frenesí, acaloramiento, enardecimiento, ardor, hervor, vehemencia, viveza y exaltación.

Un estado de ánimo, al que se suele llegar con relativa facilidad tras acontecimientos exitosos de orden público, privado, deportivo o incluso de juego o como consecuencia de cambios bruscos en nuestros comportamientos ante un probable éxito o hacia la aparente cohesión porque dicho estado, tiene un efecto propagador y de contagio colectivo.

Generalmente suele ser provocado por un acontecimiento externo de diversa índole e incluso por palabras de enaltecimiento derivadas de hechos heroicos, remontadas deportivas o por encendidos discursos lanzados por verdaderos oradores, expertos en dicha materia, que, con su aparente o real franqueza, y apoyados en ciertas circunstancias que le rodean, son suficientes para conseguir seguidores incondicionales a pesar de las consecuencias posteriores.

Pero el entusiasmo también tiene una serie de antónimos que se conocen o definen como el desencanto, el distanciamiento o la frialdad. Situaciones, que como las anteriores, aunque sean contrarias, pueden y de hecho casi siempre tienen una parición súbita y muy contagiosa; principalmente cuando aquello o aquel que nos llevó a creer en él a pies juntillas, nos decepciona o nos muestra su verdadera cara.

Este fenómeno ocurre en la humanidad desde que es humanidad; hay muchos ejemplos y se dan a diario; pero, valga como uno muy práctico y real, el sufrido por el mismo Jesucristo, quien en una semana pasó de entrar triunfante ante un pueblo que le aclamaba y lanzaba flores, a ser llevado a rastras al calvario, bajo escupitajos y pedradas, para ser clavado en una cruz hasta su muerte.

Se crea y siente a nivel personal, familiar y colectivo, de los pueblos, las naciones y hasta incluso, en las alianzas de ellas; tal y como parece haber brotado a consecuencia de la injustificable y sangrienta invasión de Ucrania a manos rusas, sin ni siquiera una declaración previa de guerra; así como de determinadas reacciones al respecto.

Son muchas las acciones y reacciones que realmente hayan podido influir en la creación de esa sensación de unidad y euforia a la que me refiero. De entre las que destaco algunas: las desastrosas imágenes de las ciudades masacradas por los rusos; la reacción numantina del presidente ucranio, Zelenski encabezando y animando a su pueblo a resistir; el cambio de orientación política y militar de la aparentemente nueva Alemania tras el giro de su orientación político-militar dado por el Canciller, Olaf Scholz el pasado 27 de febrero y en encendido discurso del alto Comisionado para la Política Exterior de la UE, José Borrell el 1º de marzo, enfrentándose claramente a la política de Putin y denunciando la tibieza y las consecuencias para aquellos que se queden atrás en los reproches a Rusia y los apoyos a Ucrania.

Si todas han podido influir en mucho, me atrevo a decir que ha sido el discurso de Borrell el que puso la guinda a un pastel que estaba ya muy avanzado en la cocina y al que solo le faltaba un broche de oro para ser aún mucho más efectivo.

Precisamente por ello, me han saltado más rápido y profundamente las alarmas. Por ser un personaje, generalmente tibio y parco en palabras tanto en castellano como en inglés, que parece crecerse en los momentos de gran dificultad cuando habla a las masas, que esperan que alguien les dirija hacia la exaltación y la unidad, aunque no se aprecien, ni se hayan evaluado mínimamente, los resultados y los efectos a los que dicha postura nos puede llevar.

Recuerdo aquel su encendido discurso en Barcelona el 8 de octubre de 2017, cuando llegó a convencernos a casi todos los españoles de que el separatismo catalán tenia los días contados, porque los españoles de bien, amantes de España, unidos y cogidos de la mano, no se lo íbamos a permitir. Y mira como estamos tras unos duros desengaños y baños de realidad, propiciados en su mayor parte por el partido político al que él pertenece.

Por otra parte, la historia nos viene demostrando que toda sanción, restricción o pega política o económica que se imponga a cualquier país por muy malas consecuencias que hayan tenido sus acciones o abusos anteriores, tarde o temprano acaban reducidas, dulcificadas o se suprimen definitivamente.

Máxime cuando nos hemos pasado de frenada y las repercusiones de las duras medidas adoptadas, tienen un camino de vuelta, un efecto boomerang o hasta se convierten en un efecto mariposa a nada que se implanten de verdad y empiecen a funcionar con efectividad.  

Las herramientas para combatir esta masacre desproporcionada, desigual, injustificada e irreal son muy pocas: una guerra total contra Rusia y los títeres que le bailan el agua; un apoyo directo selectivo, potente y eficaz en medios e inteligencia; una vergonzosa semi o total capitulación o la imposición de unas fuertes medidas económicas sobre el atacante, que por mucho que se pregonen a bombo y platillo, tendrán un carácter de provisionalidad.

Varias de ellas, totalmente irrealizables y, en cualquier caso, ya veremos en que se traduce esta situación y su posible solución para el pueblo ucranio, que realmente es quien lo está sufriendo en desoladora soledad.

En todo este conflicto hay mucho cinismo puesto sobre el tapete internacional; en primer lugar, Putin lleva avisando desde hace más de quince años su intención de recuperar la Gran Rusia para convertirse en un nuevo zar; se ha lanzado al ataque porque pensaba que sus fuerzas estaban bien preparadas y la Comunidad Internacional (CI) atravesaba los peores momentos de debilidad y que la excusa de tomar Ucrania para evitar que se alíe a la OTAN y con ello se vea amenazado por la Alianza, es zafia e irreal; porque de anexionarse Ucrania, será entonces cuando realmente comparta fronteras con ella.

Además, lleva años comiéndose trozos del pastel que intenta consolidar y nadie le ha dicho nada seriamente hasta el momento; su participación en auténticas guerras para poner a prueba su armamento y entrenar a sus fuerzas como en Libia, Siria y demás, no ha sido ni siquiera afeada por la CI y su incoherente y vergonzosa actuación en la ONU y su Consejo de Seguridad, no tienen parangón en el mundo actual.

Por otro lado, los ataques y masacres en Ucrania no son un fenómeno aislado y, en los otros casos, las reacciones de la mencionada CI ante ellos, han sido muy pobres o no han aparecido en la arena internacional.

En este sentido, tenemos ejemplos muy recientes como en Siria, Libia, Irán, Afganistán o el mismo pueblo kurdo a manos turcas, que tras algunos comentarios y breves días en las portadas de los medios, orientadas mayormente a justificar la postura internacional o esconder su incompetencia y fragilidad, han pasado al olvido con rapidez y sin mirar atrás.

Las numerosas y constantes masacres contra pueblos enteros en ciertos países asiáticos y en el continente africano por cuestión de raza o religión, ya no se comentan en los medios, porque no venden y a nadie les importa un pito de verdad.

Otro tanto, ocurre con la expansión del comunismo bolivariano en el continente americano, las persecuciones políticas y el estado de ruina al que están llevando a regiones fructíferas y ricas unos sátrapas dirigentes son algo que solo importa a los que sacan pingües beneficios de tal barbaridad.

Puede, no obstante, que China a la vista de su reciente cambio de actitud, según sea el resultado final y las consecuencias de verdad, será entonces el momento de decidir, si siguen o no adelante con su expansionismo por el mar y su amenaza sobre Taiwán.

Somos muy selectivos y casi siempre tardíos a la hora de alarmarnos, rasgarnos las vestiduras, remangarnos y ponernos a trabajar. Necesitamos acallar nuestras conciencias y todo apunta a que, sólo reaccionamos cuando nos afecta al bolsillo, al estómago o a los grandes negocios de ultramar.

En cualquier caso, como no hay mal que por bien no venga, puede que este auténtico quilombo, finalmente, sirva para que la UE y la OTAN despierten de un continuado letargo que les estaba llevando irremisiblemente a la tumba en la arena de la paz y la seguridad.

Aunque, realmente, tal y como he escrito varias veces, no ceo que dé para todo lo que hay que comprar, por mucho que nos pongamos las pilas en Europa y forcemos la máquina del gasto en defensa. Los intereses creados en la mayoría de los países, principalmente entre los más fuertes de la Unión, harán inviables iniciativas verdaderamente eficaces y autónomas de mando y control militar. Seguiremos jugando al doble gorro y eso, a la larga, no es más que un parche que no da para mucho más. 

Por último, pero no por ello, menos importante, quisiera avisar que esta euforia y exaltación colectiva, que necesariamente nos llevará, si no lo ha hecho ya, a la aceptación de terribles consecuencias para nuestra economía en general y en lo particular, va a ser aprovechada por aquellos que saben hacer grandes negocios en las situaciones de crisis y, desgraciadamente, por muchos gobiernos, entre los destaca el de España, para tapar sus arrastradas malas praxis, abusos y deficiencias anteriores a este momento y nos metan en un único saco todas las inmundicias; en un tiempo, en que hasta la basura debe ser seleccionada para que se pueda combatir con fuerza y hasta, en algunos casos, transformarla en algo que se puede volver a usar. 

Las euforias no suelen terminar bien porque al aparecer como resultado de situaciones de acaloramiento, basadas en fenómenos externos, poco estudiadas y de consecuencias imprevistas. Generalmente, terminan en desencantos, olvidos o en la triste frialdad.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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RUSIA EN UCRANIA: SIN SUSTITUTO PARA LA VICTORIA

Alberto Hutschenreuter*

Las consecuencias de una hipotética derrota rusa en Ucrania, que no supone, por supuesto, una capitulación sino la no obtención de los objetivos en el terreno, sería prácticamente una catástrofe para Rusia. Solo piénsese que el régimen encabezado por Putin difícilmente se podría sostener; el trastorno económico impactaría fuertemente en la sociedad cuyo nivel de vida descendería; podrían suceder fuertes convulsiones internas; quedaría postergada la modernización económica; el país aumentaría su aislamiento internacional; Ucrania vigorizada podría intentar recuperar Crimea; la OTAN la sumaría como miembro, es decir, Rusia tendría a la Alianza (más unida y con nuevos miembros, posiblemente Suecia y Finlandia) en su frontera y con importantes capacidades militares; se debilitarían las entidades regionales impulsadas por Moscú; podrían ocurrir levantamientos en ex repúblicas soviéticas para desalojar a gobiernos cuestionados y pro-rusos… En suma, una Rusia derrotada y desprestigiada ya no podría sostenerse como un actor estratégico en una configuración internacional nueva. Solo sería una superpotencia por sus armas nucleares y convencionales, pero regional y globalmente decrecería su status.

Por ello, parafraseando el título de la obra del general Douglas MacArthur, “No hay sustituto para la victoria”, resulta casi impensable que Rusia sea derrotada en Ucrania; es decir, es casi imposible considerar que hubo una planificación insuficiente o errónea por parte de aquellos que pensaron y diseñaron la intervención militar en Ucrania. Desde hace tiempo la élite militar y estratégica rusa se halla trabajando en el escenario de guerra con Ucrania e incluso ha considerado posibles querellas militares con la OTAN en la zona del Báltico y en el Mar Negro. El propio jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, general Valeri V. Gerasimov, es una de las principales referencias en materia de “zona gris” y “guerra híbrida”, esto es, la relevancia de medios no militares en las guerras contemporáneas. Además, en los últimos catorce años Rusia desplegó sus fuerzas en Georgia, Crimea y Siria. Todas fueron intervenciones exitosas, es decir, se lograron los propósitos, en tanto los errores cometidos fueron muy considerados de cara a posibles nuevos teatros. Aparte, los ejercicios militares (conjuntos y combinados) que ha venido realizando Rusia en los últimos años, algunos de ellos de enorme movilización de fuerzas como el “Vostok-2018”, le permitieron trabajar desde nuevos escenarios (por lo general, enfrentando a una alianza hostil en sus fronteras) y calibrar deficiencias logísticas y de control. Finalmente, si bien su presupuesto de defensa no se corresponde con su estatus de “gran poder” (64.000 millones de dólares, el 10 por ciento del de Estados Unidos y por debajo del de India) Rusia ha realizado una importante modernización, particularmente en sistemas antiaéreos, sistemas ópticos térmicos para blindados, poder aéreo, cohetes y misiles.

Considerando que la intervención en Ucrania podría ir convirtiéndose en una campaña, es decir, el peor escenario para una fuerza invasora, el grado de acumulación militar y violencia por parte de Rusia irá aumentando cada vez más, hecho que implicará un mayor descenso de la seguridad humana en el país y en la región.

La eventual captura de Kiev y la instauración de un gobierno fiel no implicarán necesariamente el fin de la confrontación, incluso podría incrementarse la confrontación en clave asimétrica; pero Rusia habrá alcanzado el principal objetivo.

Este escenario, prácticamente único posible para Moscú, a menos que las conversaciones que se llevan a cabo impliquen un acuerdo que satisfaga a Rusia, supondrá un gran esfuerzo para la economía rusa cuyas consecuencias sufrirá por largo tiempo la sociedad rusa. Es decir, implicará una victoria con sobrecarga para el poder nacional.

Tal escenario pondrá fin a la cuestión que arrastró la crisis a la intervención y guerra: la posible marcha de Ucrania hacia la OTAN; y difícilmente las relaciones entre Rusia y Occidente mejoren, pues, como efectivamente advierten los especialistas, el mundo no será el mismo tras esta confrontación. Por lo pronto, no sólo se mantendrá sin orden, sino en un estado de penumbra estratégica, esto es, discordia, desconfianza y bajo multilateralismo.

En dicho contexto, Ucrania habrá sufrido otro impacto adverso de escala (no hay peor situación para un país que perder una guerra y quedar ocupado por las fuerzas extranjeras). En relación con Occidente, la imposición de Rusia en Ucrania podría llevar a que, como advierten Liana Fix y Michael Kimmage en un trabajo publicado en Foreign Affairs bajo el título “What if Russia Wins?”, se “matice” la primacía estadounidense en Europa. Por su parte, esta última deberá pensar las relaciones entre Estados como nunca debió dejar de pensarla: desde el poder, la seguridad, las capacidades y la posibilidad de confrontaciones interestatales. Porque si alguna lección central nos dejará este acontecimiento es recordar que, generalmente, han sido las guerras las que han posibilitado un orden internacional, es decir, la paz.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Ha sido profesor en la UBA, en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Su último libro, publicado por Almaluz en 2021, se titula “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”.

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OPERACIÓN MILITAR ESPECIAL DE RUSIA EN UCRANIA

Ricardo Zedano*

Para entender la razón por la que la Federación de Rusia decidió realizar una operación militar especial en las Repúblicas de Donetsk y Lugansk, cuya independencia fue reconocida el 20 de febrero último por Moscú. Primero es necesario citar algunos momentos históricos que nos ayudarán a hacer una conclusión más aterrizada sobre el proceder de Rusia en lo que respecta a la operación militar especial que viene realizando con el objetivo de imponer la paz, de desmilitarizar a Ucrania y extirpar de dicho país al grupo nazi y fascista, cuyos representantes se han enquistado en el poder y gozan del apoyo de EEUU y sus aliados de la OTAN.

En este sentido, cabe destacar que el antagonismo entre Rusia y EEUU, que tiene bajo su yugo a Europa y a muchos países, data desde hace muchos, pero muchos años. Pero no vamos a ahondar mucho en la historia. Tomaremos como punto de partida 1991, año en que la OTAN prometió a Rusia, tras la caída de la Unión Soviética, que no avanzaría ni una pulgada hacia Europa del Este y así evitar conflictos bélicos.

Esa promesa no fue cumplida. Los rusos le recordaron reiteradas veces. La OTAN contestó últimamente que esas promesas no están plasmadas en ningún documento oficial y por esta razón todo lo que se haya hablado son solo palabras. En vista de que la OTAN solo toma en consideración todo lo que este en los documentos, Rusia alega a documentos aprobados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), a la que pertenecen 57 países, incluida Rusia. Entre dichos documentos tenemos:

La carta sobre la seguridad europea, Estambul, noviembre de 1999, que dice lo siguiente:

La Carta contribuirá a la formación de un espacio de seguridad común e indivisible, y favorecerá la creación de un área de la OSCE sin líneas divisorias ni zonas con distintos niveles de seguridad.

Declaración conmemorativa de Astaná. Hacia una comunidad de seguridad, que dice lo siguiente:

La seguridad de cada Estado participante está inseparablemente ligada a la de todos los demás. Cada Estado participante tiene el mismo derecho a la seguridad. Reafirmamos el derecho inherente de todos y cada uno de los Estados participantes a poder elegir o modificar sus disposiciones de seguridad, con inclusión de los tratados de alianza, a medida que evolucionen. Cada Estado tiene también derecho a la neutralidad. Cada Estado participante respetará los derechos de todos los demás en esas esferas. No reforzarán su seguridad a expensas de otros Estados.

Pero la Alianza Atlántica pasa por desapercibido esa parte de la carta y de la declaración: la seguridad común e indivisible, así como el hecho de que cada Estado participante respetará los derechos de todos los demás en esas esferas. No reforzarán su seguridad a expensas de otros Estados.

Como verán, EEUU y la OTAN aplican parte conveniente de lo consignado en sus documentos para justificar sus fechorías, haciendo uso de acuerdos y otros como si fueran un menú. Y si el menú ya nos les gusta absolutamente, pues lo cambian por uno que ellos redacten en el momento.

Es importante resaltar que, Der Spiegel, uno de los semanales más populares de Europa y más importante en Alemania, reveló que la OTAN sí prometió que no se expandiría hacia Europa del Este en contradicción a las declaraciones del actual secretario de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, quien afirmó hace unos días que ese bloque militar nunca hizo ese tipo de promesa.

Se preguntarán y qué tiene que ver este preámbulo con la operación militar especial para defender a la población de Donbás, que incluye las poblaciones de Lugansk y Donetsk, Repúblicas que limitan con Rusia. Tras el golpe de Estado perpetrado por fuerzas políticas nacionalista y rusofóbicas, apoyadas y bendecidas por EEUU y Europa, que se caracteriza por sus tendencias nacionalistas ultra radicales y neonazis, se intensificó los intentos de atacar a Rusia. Mediante leyes discriminatorias se prohibió la lengua rusa que una gran parte de Ucrania habla desde hace varias décadas, se cerraron escuelas en que se impartían las materias en ruso, la gente adulta empezó a perder sus trabajos porque no habla ucraniano.

A ello se suma la aprobación de la Ley de los pueblos autóctonos, que no incluye la etnia rusa, lo que divide la sociedad y poniendo en riesgo la seguridad de millones de rusos, si no me equivoco, equivalente al 17 % de la población del país eslavo. Todo esto condujo a que ese mismo año de la toma del poder mediante el golpe de Estado las Repúblicas de Lugansk y Donetsk se autoproclamaran independientes del gobierno central. Desde ese entonces sus poblaciones viven bajo el terror de los ataques militares de Ucrania, que provocó la muerte de más de 13 mil personas en el transcurso de 8 años. ¿Dónde estaban EEUU y la Unión Europea que no han denunciado y condenado esos actos de genocidio? ¿Acaso esas familias que perdieron sus seres queridos no merecen compasión? ¿Por qué no se ha condenado la muerte de 42 activistas pro rusos, quemados vivos en la casa de los sindicatos en Odessa en mayo del 2014? Los autores de esta tragedia siguen libres e impunes, nadie investiga las muertes de esas personas. EEUU y la Unión Europea que todo lo saben, resulta que de esto no saben nada. ¿Por qué no reconocen los Derechos Humanos de la población de Donbás? ¿Qué diferencia existe entre las muertes de ultranacionalistas y nazis y la de los ciudadanos de Donbás? La opinión pública exige explicaciones.

Y bien, como es sabido por los que ya despertaron gracias a que leen diversas fuentes de información, EEUU decidió aprovechar el conflicto interno ucraniano para continuar con los planes de expansión de la OTAN en Europa del Este, quebrantando una vez más sus compromisos plasmados en la Carta y Declaración de Estambul y Astaná antes mencionadas.

Para ello aplica:

  • la financiación de grupos ultranacionalistas y de tendencia nazi en Ucrania a través de Organizaciones No Gubernamentales (ONG)”,
  • el fomento de la rusobia en el país utilizando las redes sociales y otros medios,
  • realización de ejercicios militares junto con sus socios de la OTAN en las fronteras de Rusia,
  • la presencia constante de instructores militares que preparan a los ucranianos para la guerra con Rusia, que fomentaban poco a poco,
  • inducir a los ultranacionalistas para que realizaran una vez más una operación de limpieza étnica y conseguir que finalmente Rusia se vea directamente involucrada para después acusarla de invasora.

En vista de los preparativos para la realización de la operación de limpieza étnica, Rusia se vio forzada a reconocer la independencia y soberanía de las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk para defender en el marco de los acuerdos de amistad, cooperación y asistencia mutua a la población de Donbás, desmilitarizar a los grupos nazis de Ucrania, enjuiciar a sus miembros y crear las condiciones para que el pueblo de Ucrania se recupere y empiece una vida normal y de buena vecindad con otros países de la región.

En este último punto, hay que reconocer que EEUU y sus “socios” de la OTAN lograron enfrentar a dos pueblos hermanos. Así es, Rusia no podía quedarse con los brazos cruzados viendo que, por tercera vez, ojo con esto, por tercera vez, se intentara llevar a cabo una acción genocida, denominada «guerra de relámpago», contra la población de Donbás en la que viven más de 800 mil ciudadanos de Rusia y más de un millón de ruso parlantes entre los 4 millones de habitante de dicha región.

Rusia y sus ahora aliados de Lugansk y Donetsk realizaron operaciones de evacuación de una parte de la población de Donbás hacia territorio de Rusia, para que no sufra las consecuencias de lo que ya se veía llegar, a diferencia de los ultranacionalistas y nazis que actualmente están emplazando armamento de artillería y misiles en las zonas residenciales para utilizar a la población como escudo, pues bien saben que Rusia no se atreverá a atacar a la población civil. A propósito, esa táctica está consignada en los manuales terroristas en otros países. Y no dudo que el régimen ucraniano aplique actos genocidas contra su propia población. Pregúntenle a los occidentales. Además de ello, los ultranacionalistas han entregado miles de armas a la población en las calles de forma indiscriminada para crear el caos. Además, han puesto en libertad a delincuentes de las cárceles para que marchen al frente de combate. Nada de esto habla la prensa “internacional”. Si han preguntado por qué.

El bloque occidental está nuevamente poniendo en práctica la táctica que utilizó en la Segunda Guerra Mundial y que trajo muchos dividendos a los que fabrican y venden armas: hizo que la Alemania nazi de ese entonces entre en una guerra a muerte con la URSS para después declararle la guerra a la última supuestamente debilitada. Pero el tiro le salió por la culata.  La URSS venció. Pero a costas, lamentablemente, de más de 25 millones de muertes. Ahora es Ucrania la que está jugando el rol de aquella Alemania. Ojo, hablo de la élite política ucraniana que está en el poder y que amenaza con reanudar su programa nuclear. Pregunta: ¿Le gustaría a usted vivir al lado de un país con un gobierno nazi, con una élite política psíquicamente inestable? Yo creo que no. Y Rusia tampoco. En el caso de Ucrania, a Occidente también les saldrá el tiro por la culata. El pueblo de Ucrania no quiere guerra con el de Rusia. Son pueblos hermanos. Son eslavos. Y estos son mayoría frente a los que tienen complejo de inferioridad.

Lo que está haciendo Rusia en estos momentos es nuevamente salvar a la humanidad de una tercera guerra mundial. Si la élite nazi ucraniana se hace del arma nuclear, tengan por seguro que tendremos una tercera guerra mundial, y los que ahora tienen pena y condenan el accionar de Rusia en todos los formatos, incluidas las redes sociales, estarán escondidos en sótanos aterrorizados por los bombardeos, llorando a sus hijos que serán reclutados para pelear por intereses totalmente ajenos a ellos y a los de sus países, muriendo en el campo de batalla como carne de cañón y condenados al olvido. O simplemente dejaremos de existir, porque en esa guerra no habrá vencedores.

En esta ocasión Rusia actuará del mismo modo que lo viene haciendo en las últimas décadas donde Occidente ha provocado conflictos bélicos cerca de sus fronteras. Para que quede claro, citaré unos ejemplos: en 2008 Rusia impuso la paz en Osetia del Sur y Abjasia tras la operación genocida perpetrada por Georgia también patrocinada en ese entonces por EEUU y la OTAN. ¿Qué casualidad, verdad? En esa ocasión el Ejército ruso, vuelvo a repetir, impuso la paz, desmilitarizó la región, ingresó en territorio georgiano y desarmó a las tropas georgianas para que no hagan más daño y abandonó el territorio de Georgia. Nada más. Lo mismo ocurrió en Kazajistán este año. Es más, en el caso de Ucrania, Rusia concede la oportunidad a los ultranacionalistas para que depongan las armas, regresen a sus hogares y les proporciona refugio en territorio ruso con sus familias, si corren peligro en Ucrania después de deponer las armas. Pregunta: ¿En los países que sufrieron la invasión de EEUU y de la OTAN gozaron de esa oportunidad? La respuesta creo que es evidente. Lo que llevaron solo fueron muertes, destrucción, hambre, pobreza y otros más.

La comunidad internacional debe saber una cosa: Rusia no bombardea hospitales, niños, mujeres y ancianos, escuelas o edificios residenciales como lo han hecho EEUU y la OTAN, por ejemplo, en la ex Yugoslavia, dividiéndola por completo, en Irak, Afganistán, Libia, Siria entre otros. Y en muchos casos sin contar con la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.

Las estadísticas lo dicen todo. EEUU, según el Pentágono, tiene más de 600 bases e instalaciones militares desplegadas en el mundo, «oficialmente», es decir tres veces más que el número de países existentes, esto sin contar un gran número de instructores militares residiendo permanentemente en varios países, incluso latinoamericanos, con el cuento de la cooperación técnico-militar entre los países involucrados. Un número significativo de dichas bases está concentrado en Europa con más de 60 mil efectivos. Ahora cabe la pregunta: ¿Creen que un país es libre y soberano con tantas bases y militares en su territorio? No lo creo.

Conclusión, si Rusia se queda en Ucrania después de terminada la operación militar especial, estaremos frente a una invasión, pero no de esas como las innumerables que llevaron a cabo EEUU y sus aliados de la OTAN y que la comunidad internacional no ha condenado con el fervor debido. Si entra y sale como lo hizo en el caso de Georgia y Kazajistán, mínimo merecerá el respeto de los que se adelantaron en tildarla de invasora, sin antes informarse bien, y el agradecimiento de las poblaciones que sufrieron las consecuencias del genocidio perpetrado por el gobierno de Ucrania. Y que por todos los medios la comunidad internacional abogue por el levantamiento de todas las sanciones impuestas contra Rusia que nada bueno le trae a la economía del mundo.

 

* Periodista. Federación de Periodistas del Perú. Corresponsal de “La Voz de Rusia”. Consejero de Comercio Exterior de la Cámara de Desarrollo, Comercio e Industria Perú-Rusia (CADECOMIN PERU).

Artículo publicado el 27/02/2022 en Federación de Periodistas del Perú,  https://fpp.org.pe/operacion-militar-especial-de-rusia-en-ucrania/