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LA LENGUA GRIEGA CLÁSICA Y LA ALEMANA. SIMILITUDES, DIFERENCIAS E INFLUENCIAS

Marcelo Javier de los Reyes*

Un abordaje a una lengua antigua y a una moderna que comparten una flexibilidad que favorece el pensamiento abstracto y la creatividad.

 

Introducción

El presente trabajo aborda un análisis comparativo entre una lengua antigua, el griego clásico, y una lengua moderna, la alemana. A pesar de que en la actualidad esta comparación podría considerarse extraña debe recordarse el interés de filólogos como Wolfgang Schadewaldt (1900 -1974) ―considerado uno de los más importantes filólogos clásicos de Alemania y un respetado estudioso y difusor de la literatura griega antigua en el siglo XX― y de filósofos como Friedrich Nietzsche (1844 – 1900) y Martin Heidegger (1889 – 1976) por los orígenes griegos de la filosofía. Si hablamos de literatura podemos mencionar a Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832), quien en su obra de teatro Fausto (1806), más precisamente en el acto III, describe como el Doctor Fausto se enamora apasionadamente de la bella Helena de Troya. Para conquistarla, el insatisfecho y ambicioso doctor Fausto recurre nada menos que a la asistencia de Mefistófeles, el espíritu maligno, quien le facilita llegar a Helena y concretar la boda pero también lo manipula para que se desvíe del camino de la reflexión y de la espiritualidad. Goethe tenía cierta obsesión por la cultura helénica pero debe destacarse que la boda ha sido interpretada como una fusión o una unión entre la antigua Grecia y una nación que se encontraba en una etapa de florecimiento y en búsqueda de la unidad: Alemania.

Una muestra más de ese éxtasis por lo griego en el campo de la literatura puede encontrarse en Friedrich Schiller  (1759 – 1805) que en su poema Los dioses de Grecia (Die Götter Griechenlandes) de 1788, confronta su visión idealizada de la antigua Grecia con el mundo de su época. Se aprecia en estos ejemplos cómo los escritores y filósofos alemanes se sintieron sucesores legítimos de la cultura griega.

Si buscamos esa admiración en el plano artístico, debemos mencionar al historiador de arte y arqueólogo Johann Winckelmann (1717 – 1768), quien consideraba que el arte helénico reflejaba la perfección ideal, dado que los artistas griegos alcanzaron un nivel notable de belleza y proporción,

Durante los siglos XVIII y XIX Francia y el Reino Unido tenían un gran respeto por la cultura de la Grecia de la antigüedad pero, como puede apreciarse por los ejemplos mencionados, en el caso de Alemania esa admiración fue mucho más profunda y todo lo que fuera griego era considerado algo sublime.

Del mismo modo, debe también considerarse el tronco común del que se desprenden ambas lenguas, el indoeuropeo, lo que las hace partícipes de la misma familia lingüística. En función de ello en una primera parte se analizan los orígenes del griego clásico y del alemán para luego destacar cómo la flexibilidad de ambas lenguas ha permitido un florecimiento de la filosofía, del arte literario y del pensamiento abstracto y que muchas de sus obras y de sus vocablos han trascendido lo temporal y lo espacial permeando las lenguas modernas y la cultura incluso en este siglo XXI.

A continuación se aborda brevemente algunas similitudes y diferencias entre ambas lenguas para considerar como el griego clásico ha influido de manera indirecta, a través del latín, en las lenguas modernas, fenómeno del que no está exento el alemán actual.

De ninguna manera, el presente texto procura agotar esta temática ya que eso ameritaría un arduo trabajo de lectura que insumiría un tiempo considerable de vida sino contribuir a la difusión de una cuestión académica que ha despertado un especial interés en mí.

Los orígenes

Tanto la lengua griega como la lengua alemana comparten un mismo origen que es el indoeuropeo. En el caso de la griega se remonta a la cultura micénica, en torno del siglo XV al XII a. C. Las tablillas de cerámica fueron encontradas en 1900 en los palacios de Cnossos, en la isla griega de Creta, y la escritura fue denominada como escritura lineal B, usado por esa civilización micénica de la Edad de Bronce del Mediterráneo.

La escritura lineal B ―una adaptación del «lineal A» que usaba la civilización anterior, la minoica― era silábica y fue descifrada por Michael Ventris en 1952. Se trata de una de las escrituras más antiguas pero sus caracteres son muy diferentes de aquellos que utilizaron escritores y filósofos griegos como Platón, Aristóteles, Demóstenes, Esopo, Eurípides, Homero…

Tablillas con escritura lineal B de la civilización micénica.

Esa escritura era trazada con una caña sobre tablillas de barro fresco. Los micénicos también intercalaban en su escritura dibujos.

El griego posterior se basa en un sistema alfabético en el que los signos gráficos ―denominados grafemas, es decir las letras― se corresponden aproximadamente a los sonidos que se emiten al hablar, los que reciben el nombre de fonemas. Este alfabeto griego fue tomado del alfabeto fenicio, de origen semítico, localizado en la actual Siria, pero los fenicios no tenían grafemas para las vocales y escribían de derecha a izquierda. Los griegos introdujeron algunas modificaciones a ese alfabeto y convirtieron algunas letras fenicias para representar las vocales y empezaron a escribir de izquierda a derecha.

Con respecto a las lenguas europeas, a principios del siglo XIX, los lingüistas determinaron que casi todas las lenguas de Europa y varias lenguas de Asia tenían un origen común. En tanto lenguas europeas, el griego y el alemán se derivarían de un tronco común, el idioma indoeuropeo que se remonta a varios milenios.

Se estima que la lengua germánica en sentido estricto surgió en el primer milenio antes de Cristo, a partir de un «primer cambio de sonido» y con la expansión del Imperio Romano y el gran número de mercenarios germánicos que integraron su ejército, los dialectos germánicos se fueron mezclando con palabras romanas y griegas[1].

Tanto el griego clásico ―considerada la lengua que construyó los cimientos de la cultura occidental, debido a que en ella se escribieron los primeros textos filosóficos, literarios y científicos sobre los que se basa nuestra civilización― como el alemán tienen tres géneros, el masculino, el femenino y el neutro y ambos idiomas se declinan, el griego en cinco casos (nominativo, vocativo, acusativo, genitivo y dativo) y el alemán en cuatro (nominativo, acusativo, genitivo y dativo). El griego clásico no empleaba minúsculas ni espacios.

El alfabeto griego fue tomado del alfabeto fenicio.

Cabe agregar que además existió una lengua griega a la que se denomina koiné (κοινή, koiné; literalmente «en común», «en interés público, por el Estado»), lengua griega común, derivada del ático, que fue de uso general en el mundo helénico tras las conquistas de Alejandro Magno, es decir, durante el período denominado helénico o helenístico (entre los siglos IV a.C. y I d.C.)[2]. El vocablo koiné está relacionado con otro término, koinonía (κοινωνία), que se traduce por «participación; unión; relación, comunicación, sociedad, alianza; simpatía, compasión»[3]. Se trató entonces de una forma común, de una versión simplificada de la lengua griega clásica. El griego koiné fue crucial para el cristianismo debido a que fue utilizado para escribir una parte considerable de la Biblia, el Nuevo Testamento, así como para traducir otra del Antiguo Testamento, denominada tanaj, compuesto por 24 libros. San Jerónimo tradujo la Biblia al latín a partir de los textos originales en hebreo y griego (382 d.C.), en una gruta cerca de la Basílica de la Natividad en Belén. Su traducción es conocida como la Vulgata y se oficializó en la Iglesia de Occidente. Más tarde, el monje y teólogo Martín Lutero tradujo el Nuevo Testamento del griego al alemán a principios de 1522 en apenas dos meses y medio y el Antiguo Testamento en distintas etapas entre 1522 y 1532. Lutero procuraba con su traducción una difusión más amplia de la Biblia entre los pueblos hablantes del alemán pero debe considerarse que este hecho constituyó un hito fundamental del cristianismo.

Ese hito fundamental ha sido el movimiento que llevó a la Reforma, que tuvo lugar en el siglo XVI y que se centró particularmente en las áreas de habla alemana del continente europeo, dando origen a varias confesiones cristianas protestantes, provocando una ruptura con la autoridad papal y una división en la cristiandad europea que aún se mantiene.

Sin embargo, Martín Lutero ha trascendido por su aporte a la conformación de la lengua alemana toda vez que su traducción de la Biblia al alemán es considerada como base del alemán estándar.

La flexibilidad del griego y del alemán

Como fue mencionado ut supra, la lengua griega ha dado origen a los pilares de lo que hoy se considera el pensamiento occidental gracias a poetas, escritores y filósofos como Aristóteles, Platón, Esquilo, Esopo, Eurípides, Homero y tantos otros. La relevancia del pensamiento griego ha llevado a que numerosas palabras y conceptos trascendieran el espacio y el tiempo y sean actualmente mantenidos en su idioma original. Pueden citarse, a modo de ejemplo, ágape (ἀγάπη) ―comprendido como «afecto, amor», en castellano «banquete» y que trascendió al cristianismo como «Comida fraternal de carácter religioso entre los primeros cristianos, destinada a estrechar los lazos que los unían»―; Aleteia (ἀλήθεια) ―«revelación o extracción de algo olvidado», «verdad o lo que distingue al conocimiento genuino (episteme, ἐπιστήμη) de la creencia u opinión» y de ahí epistemología―; doxa (δόξα) ―que suele traducir por «opinión», concepto acuñado por Parménides para distinguir la «vía de la verdad» de la «vía de la opinión»―; lógos (λόγος) ―«palabra, entendimiento o armonía lógica»― y tantos otros términos[4].

Por su parte la alemana es una lengua que por su flexibilidad ha permitido que floreciera una gran cantidad de escritores y pensadores, particularmente filósofos, que acuñaron palabras nuevas para verbalizar nuevas ideas y conceptos. Entre los filósofos más destacados se encuentran Gottfried Wilhelm Leibniz, Immanuel Kant, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Arthur Schopenhauer, Karl Marx, Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger y Ludwig Wittgenstein.

Letra gótica denominada Fraktur. Fue la tipografía usada en Alemania para la mayor parte de sus libros editados entre los siglos XVI y XIX e incluso parte del siglo XX.

Cabe aquí hacer una digresión y mencionar a Søren Kierkegaard (1813 – 1855), filósofo y teólogo danés que tuvo una estrecha relación con la filosofía alemana en tanto que fue un severo crítico del hegelianismo y es considerado el padre del existencialismo y con una gran influencia en el pensamiento de autores de lengua alemana como Martin Heidegger, Friedrich Nietzsche, Karl Jaspers y Martin Buber, entre otros. Sin embargo, sus escritos estuvieron limitados a la lectura de los daneses ya que escribió en lengua danesa. Fue otro filósofo, ensayista y periodista alemán, Georg Brandes (1842-1927), quien publicó tanto en alemán como en danés, y quien dio las primeras conferencias sobre Kierkegaard y llevó a cabo la publicación en 1879 de un libro en alemán sobre su filosofía y su vida, Sören Kierkegaard – ein Literarisches Charakterbild (Sören Kierkegaard, un retrato de personaje literario), permitiendo que Kierkegaard trascendiera más allá de la lengua danesa y se iniciaran traducciones alemanas de algunas de sus obras.

De la misma manera que el griego, términos y conceptos del alemán trascendieron el espacio y el tiempo y se mantienen en su idioma original en el ámbito de la filosofía. Estudiar a un filósofo de la talla de Martin Heidegger requiere un conocimiento de la lengua alemana ya que muchos de sus conceptos se mantienen en esa lengua dado que la traducción al castellano u otras lenguas no mantienen el espíritu que le otorgó el autor. De este modo, Heidegger se refiere al «olvido del ser», Seinsvergessenheit, y de ahí que el centro de su pensamiento se refiere al olvido de la pregunta fundamental de la filosofía que es la cuestión del ser, la «pregunta por el ser», la Seinsfrage. Pero hay muchos otros términos, como por ejemplo der Geist ― que podríamos traducir como «mente», «espíritu», pero que frecuentemente se refiere al lado inmaterial, consciente y pensante del ser humano, comprendiendo las habilidades mentales (pensamiento, conocimiento, inteligencia y conciencia), término que da lugar a otros conceptos como der Poltergeist ―para referirse a acontecimientos violentos que suceden en un lugar supuestamente encantado y que no se ajustan a la normalidad física― o Zeitgeist ―«Espíritu del tiempo», comprendido filosóficamente como las ideas filosóficas, valga la redundancia, que corresponden y responden a su tiempo―; der Weltgeist ―«Espíritu del mundo», concepto que proviene de la filosofía, particularmente de la tradición del idealismo alemán, especialmente de filósofos como Georg Wilhelm Friedrich Hegel―. Si se toma el término que se refiere al «espíritu» puede mencionarse también ese otro concepto que empleó Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Gegengeist, que significa «espíritu contrario» o «contraespiritu». que puede interpretarse como su fuerte resistencia a las tendencias modernistas y la relativización de la doctrina católica.

Un término muy particular en alemán es Schadenfreude, que puede traducirse como «el tipo de felicidad que se deriva de la desgracia o el dolor de otra persona», un sentimiento para el que, quizás, no encontraríamos una palabra en castellano pero que podríamos expresar como «alegría maliciosa».

Otros vocablos interesantes que podemos mencionar serían die Erkenntnis ―«conocimiento», más específicamente al conocimiento o comprensión de algo, considerando asimismo el conocimiento o la perspicacia obtenida a través del pensamiento, la experiencia o el estudio―; die Ontologie ―la ontología, la cuestión del ser y de la existencia―; Torschlusspanik ―un término usado para sintetizar el miedo que invade con la vejez y la comprensión de que a uno no le queda mucho tiempo, lo que lleva a una necesidad imperiosa de realizar ciertas cosas antes de nuestro final; die Weltanschauung ―término muy usado en filosofía y en sociología para expresar la «cosmovisión», la forma básica en que alguien ve o interpreta el mundo, incluyendo las creencias personales, valores y perspectivas que dan forma a la comprensión de una persona sobre el mundo―; Stammtisch, cuya definición coloquial en alemán sería «hier sitzen die, die immer hier sitzen», es decir, «mesa reservada para la clientela habitual»; und so weiter.

Diferencias y similitudes

Al momento de plantearse el estudio de alguna de ambas lenguas surge la cuestión de la dificultad. Como ya se ha mencionado, tanto el griego clásico como el alemán son idiomas que se declinan pero, también como se ha visto, no utilizan el mismo alfabeto.

Por su parte el griego tiene su alfabeto propio y el alemán comparte el mismo alfabeto que utilizan otras lenguas modernas, aunque cuenta además con grafemas propios como las vocales con umlaut (diéresis)  ä, ö, ü y la ß, eszett o scharfes S que es una ligadura que representa un sonido doble «s», la cual no se encuentra en el alemán utilizado en Suiza, en donde en su lugar se reemplaza por «ss».

El griego ha variado su pronunciación desde el griego clásico o el koiné al idioma griego actual que se ha complejizado con respecto a sus orígenes. En cambio el alemán presenta algunos desafíos para quienes comienzan su aprendizaje ―por ejemplo en lo que se refiere a los sonidos guturales y a algunas vocales que no existen en el español, la acentuación de las palabras― pero debe destacarse que la pronunciación sigue reglas bastante claras una vez que se logran internalizar.

En lo que respecta a la gramática, ambas lenguas podrían manifestar cierta complejidad debido a los mencionados casos que determinan la función de una palabra en la oración, pero en el caso de la lengua alemana la estructura de las oraciones es más rígida y sigue reglas claras, lo que podría considerarse como favorable luego de que se incorporen esas reglas.

Más allá de las diferencias o similitudes entre el griego antiguo y el alemán, debe considerarse que la alemana es la segunda lengua nativa más hablada de Europa después de la rusa, según algunos estudios. Esto sería cuestionable si se considera que buena parte del territorio ruso es asiático.

La «Seinsfrage» (pregunta por el ser) se plantea por Heidegger en su obra central, Sein und Zeit («Ser y Tiempo», donde se pregunta por el significado y esencia del ser. Esta pregunta fundamental guía su análisis de la existencia humana (Dasein) y su relación con el mundo.

Influencia de la lengua griega en la alemana

El profesor Francisco Rodríguez Adrados (1922 – 2020), quien fue miembro de número de la Real Academia Española, filólogo y helenista español, Catedrático de Griego en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid, considerado como una de las voces más autorizadas en Europa como defensor de las Humanidades clásicas, ha planteado que las grandes lenguas indoeuropeas y hoy casi todas las lenguas del mundo, son lenguas «semihelénicas», ya que las lenguas actuales no se parecen al griego pero incluyen de manera considerable estructuras gramaticales griegas, además de vocablos provenientes del léxico griego así como de préstamos semasiológicos helénicos (la semasiología es el estudio semántico que parte del signo y de sus relaciones, para llegar a la determinación del concepto). Todo, o casi todo, el léxico culto de las lenguas modernas es, directa o indirectamente, griego, pues lo recibieron como préstamo directamente o a través del latín, en la época antigua, la moderna o la actual[5].

El profesor Rodríguez Adrados expresa que la sintaxis de los vedas indios y de Homero, que son similares, se derivan del tronco común indoeuropeo, pero aclara que la sintaxis de la prosa griega se desarrolló posteriormente «hasta llegar a la complejidad y variedad de Tucídides y de Platón», sintaxis que fue «el modelo de todas las lenguas indoeuropeas, con excepción del indio, que permaneció aislado»[6].

Agrega el profesor Rodríguez Adrados:

Esta influencia se hizo realidad tanto directamente como por medio de los préstamos latinos de la sintaxis helénica, y se infiltró fácilmente en todas las lenguas europeas, que tenían como punto de partida una sintaxis indoeuropea, que es también la base de la griega. Con la ayuda de las traducciones del griego y de sus imitaciones, se reformó en los hechos la sintaxis del latín, y luego, del armenio, del árabe y del alemán. El latín también ayudó a la creación de la sintaxis del alemán, del celta, del lituano, etc. Y no se trata solamente de las lenguas indoeuropeas. La influencia fue grande asimismo en el sirio, el etíope y, a través de las lenguas modernas romance y germánicas, llega hoy a todas las lenguas del mundo.[7]

Es de destacar lo que afirma acerca de los modelos sintácticos desarrollados por los griegos y que utilizamos y que son «indispensables para la expresión de pensamientos abstractos, así como para el discurso científico y lingüístico en general». Del mismo modo, añade que es un modelo para el discurso poético ya sea tomado en forma directa como a través del latín, así como también de las letras medievales europeas. Por este motivo considera que «nuestras lenguas son en gran medida semihelénicas»[8].

Cabe aquí destacar que la lengua alemana tiene, en ese sentido, la misma riqueza del griego en tanto permite el desarrollo de pensamientos abstractos, lo cual se evidencia cuando se estudia la filosofía alemana y la traducción de los términos filosóficos a otras lenguas no alcanza la precisión de la idea expresada por los pensadores alemanes. Pensemos, v. gr., en el Dasein (Da Sein) de Martin Heidegger que suele traducirse por el «ser ahí» porque Dasein es la combinación de las palabras alemanas sein («ser») y da («ahí») pero esa traducción no logra la plenitud del concepto alemán de Dasein que le otorgó Heidegger, por lo que en filosofía suele utilizarse el término en alemán y no su traducción. En este caso particular vale mencionar que el filósofo e historiador de la filosofía Franco Volpi (1952 – 2009) considera que se puede rastrear en Aristóteles el origen de algunos conceptos que resultan indispensables en el pensamiento filosófico heideggeriano[9]. Sin embargo, al preguntarse por el «ser», al retomar la Seinsfrage, la «pregunta por el ser», Heidegger abreva no sólo en Aristóteles sino también en la filosofía griega en general. Pero también Nietzsche fue un apasionado por el legado cultural griego. He aquí unos ejemplos que demuestran que la influencia no se limita al idioma.

Dejando de lado la filosofía también pueden encontrarse otras palabras que se prefieren mencionar en alemán porque ese pensamiento abstracto no puede ser transferido a otras lenguas como por ejemplo Hinterland (vocablo que se utiliza en Geopolítica, Geografía y Logística que se refiere a la región que se encuentra detrás de una ciudad, un puerto, o una zona costera) y la ya mencionada Zeitgeist que han pasado así a formar parte del léxico inglés.

Nuevamente es importante mencionar al profesor Rodríguez Adrados en lo que se refiere a la influencia indirecta del griego en las lenguas modernas, entre las que se encuentra el alemán:

En medio de los modelos sintácticos que transmitieron, directamente del griego o a través del latín, están, por ejemplo: el desarrollo de la frase subordinada, el uso sintáctico del infinitivo, las construcciones absolutas de participio, la sustantivación de los adjetivos con o sin la ayuda del artículo, etc. El griego desarrolló un sistema que fue copiado por el latín y que llega hasta nosotros, en el cual cada verbo se corresponde con uno o más sustantivos, adjetivos y adverbios. Esto provee de una línea en la síntesis del modelo que hace posible organizarlo de diferentes maneras y con exactitud.[10]

A partir de esto puede afirmarse que la lengua griega no influyó directamente sobre la alemana, sino que lo hizo a través del latín. Fue a través de esa vía que el alemán adoptó palabras del griego antiguo como iglesia (Kirche, kyriakós, κυριακός, «concerniente al Señor, a Cristo»), biología (Biologie, de bios, ßίος, «vida», y lógos, λόγος, «estudio») y gimnasio (Gymnasium, gymnásion, γυμνάσιον, «ejercicio» pero particularmente entendido como ejercicio corporal).

No obstante, hay términos griegos que han permeado a otras lenguas e incluso la lengua alemana y en los que claramente puede observarse ese origen, como por ejemplo Atom o Chromosom.

Consideraciones finales

Como se ha podido apreciar, la lengua griega clásica ha influido en la lengua alemana a través del latín como lo ha hecho en buena parte de las lenguas modernas. Esa influencia puede observarse en la gramática como así también en algunos préstamos en el léxico.

Si bien, obviamente, existen diferencias entre esa lengua antigua clásica y el alemán moderno, debe destacarse que desde un punto de vista teológico, ambas lenguas han tenido un momento protagónico dentro del cristianismo.

Debe considerarse que ambas tuvieron, y en el caso de la lengua alemana aún tiene, una característica singular que es esa flexibilidad ya mencionada que permite crear palabras nuevas para enunciar ideas y conceptos que quedan encerrados en esos términos y que son incapaces de expresar completamente la misma idea en otros idiomas.

Para cerrar este escrito, considero oportuno recordar la entrevista que los editores del semanario alemán Der Spiegel le hicieron a Heidegger el 23 de septiembre de 1966, oportunidad en la que el filósofo les solicitó que permaneciera inédita durante su vida, por lo que recién fue publicada el 31 de mayo de 1976, cinco días después de su muerte. El contenido de esa entrevista es muy valioso ya que aborda cuestiones muy vinculadas no sólo a su pensamiento sino también al contexto político en el que lo desarrolló ―claramente durante los años del nacionalsocialismo― pero lo que deseo destacar es cuando se refiere a ese vínculo entre el alemán y el griego, que es el espíritu de este escrito. Ante una pregunta que le formularon, Heidegger respondió:

Pienso en el particular e íntimo parentesco de la lengua alemana con la lengua de los griegos y con su pensamiento. Esto me lo confirman hoy una y otra vez los franceses. Cuando empiezan a pensar, hablan alemán; aseguran que no se las arreglan con su lengua.[11]

Sin duda que estas expresiones pudieron haber sido un poco exageradas pero eso no nos llevaría a desestimar esa consideración que se tiene de Alemania como «Das Land der Dichter und Denker», «El país de poetas y pensadores».

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

Autor del libro «Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones», Buenos Aires: Editorial Almaluz, 1ª edición 2019, 2da edición 2024.

Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

Referencias

[1] Dariana Echeto. «¿Cuál Es El Origen Del Idioma Alemán?». Sprach Zentrum, 30/01/2023, https://sprachzentrum.net/blog/origen-idioma-aleman/#:~:text=El%20origen%20del%20idioma%20alem%C3%A1n%20fue%20el%20germ%C3%A1nico%20occidental%2C%20del,de%20sonido%20o%20alto%20alem%C3%A1n, [consulta: 14/08/2023].

[2] Real Academia Española. Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.8 en línea], https://dle.rae.es, [29/11/2024].

[3] Pabon Suárez de Urbina, José M. Diccionario manual griego –español. Vox. Barcelona: Biblograf, octubre de 1979 (doceava edición).

[4] Giorgio Piacenza Cabrera. «Glosario de términos griegos en filosofía». 22/07/2012, https://terminosgriegosdefilosofia.blogspot.com/2012/07/glosario-de-terminos-griegos-en.html.

[5] Francisco Rodríguez Adrados. «El griego, la más universal de las lenguas». Conferencia pronunciada en griego en el XII Congreso Internacional «El Helenismo y la Ortodoxia en el horizonte de Europa» el 29 y 30 de enero de 2005. Trad. Jerónimo Brignone. Web de Jerónimo ‘Jerry’ Brignone, https://www.jbrignone.com.ar/adrados.html, [consulta: 27/11/2024].

[6] Ídem.

[7] Ídem.

[8] Ídem.

[9] Volpi, Franco. Heidegger y Aristóteles. (1a ed.). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2012. 209 p.

[10] Francisco Rodríguez Adrados. Op. cit.

[11] Der Spiegel, nº 23, 1976, p. 193-219.

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EL ARTE DE PENSAR

Marcelo Javier de los Reyes*

«El Pensador»de Auguste Rodin (1840-1917) es una obra realizada en 1880, ideada por el escultor para una de las alegorías y personajes de La puerta del Infierno, obra monumental inspirada en la Divina comedia de Dante Alighieri. Gracias a la gestión del primer director del Museo Nacional de Bellas Artes, el pintor e historiador del arte Eduardo Schiaffino, se realizó una copia de la obra francesa que vino directamente de París a Buenos Aires en 1907. Fuente: Ministerio de Cultura de la Nación, https://www.cultura.gob.ar/el-pensador-de-rodin-como-llego-a-buenos-aires-la-celebre-escultura_6641/.

Entre fines de noviembre y comienzos de diciembre de 2023 tuve a mi cargo un Taller de Análisis en la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata, de la cual soy profesor de Inteligencia. Tuve el gran placer de ser el primer profesor de la cohorte que ingresó en 2022 y de cerrar su cursada con este taller.

Cuando me pidieron un nombre para este curso se me ocurrió recurrir al primer capítulo del ensayo literario titulado Un arte de vivir[1] escrito en 1939 por André Maurois, seudónimo del escritor, ensayista e historiador, miembro de la Academia francesa Émile Salomon Wilhelm Herzog (1885-1967).

Esa primera parte del libro se llama «El arte de pensar» y si bien me pareció un título un poco ostentoso lo consideré apropiado para este taller, porque este es nuestro desafío: pensar.

Dice Maurois:

Llamamos pensamiento al esfuerzo que hace el hombre para adivinar o prever, combinando símbolos o imágenes, los efectos que producirán sus actos entre las cosas reales. Todo pensamiento es un esquicio de acción.[2]

Maurois dice que pensamos de diversas formas, una de ellas es «pensar con el cuerpo» y pone como ejemplo al gato que salta sobre la mesa cayendo en el punto preciso que había elegido sin romper una taza o rozar un vaso. Y lo hace con gracia. Destaca que la elección del punto en el que va a posarse ni el cálculo son conscientes porque el gato «ha pensado con sus músculos, con sus ojos»[3]. «A partir de una imagen presente pudo imaginar los movimientos futuros de su cuerpo», expresa el autor.

Lo propio hace un deportista, un jugador de tenis, de fútbol, un esgrimidor o un acróbata. En cada especialidad se deben adaptar los músculos en cuestión de segundos.

Maurois también vincula al escultor con su obra pero menciona que «ciertos seres vivientes aprenden incluso a pensar con el cuerpo de otros» y con esto se refiere a que si un animal ve que corderos o caballos entran en pánico actuarán no porque «comprenda la causa del pánico, sino porque la experiencia de la especie, inscrita en sus instintos más profundos, le enseña que el cordero que no siguiera a la manada se hallaría a merced de sus enemigos»[4].

Los estudios más recientes llevados a cabo por las neurociencias nos dan mayores explicaciones sobre el porqué de esas reacciones no sólo en los animales sino también en el hombre, pero no me quiero desviar de la obra que tomé como eje para una parte del taller.

Maurois también se refiere a «pensar con las palabras». Por ejemplo, un estadista no piensa con su cuerpo ni usa su fuerza para mover objetos ni sus manos para moldear el mármol sino que recurre a símbolos, signos que representan cosas o individuos y estos signos son las palabras[5]. Expresa que «El hombre que piensa con las palabras no mueve más que sonidos o signos»[6].

A diferencia del hombre que piensa con las manos, el que piensa con palabras tiene la capacidad, sin esfuerzo, «de poner en movimiento pueblos, ejércitos, continentes». Es lo que puede realizar un jefe de Estado o alguna autoridad de gobierno sólo con su movimiento de labios[7]. Una palabra que llama a la movilización puede destruir ciudades y una civilización. Dice Maurois:

Cuando se reflexiona sobre los efectos posibles de una sola palabra, se comprende que el lenguaje haya sido considerado por los pueblos primitivos como un poder mágico.[8]

Sin embargo, existe una imposibilidad de que las palabras muevan o cambien las cosas «porque la simplicidad de la frase no representaba con suficiente exactitud la complejidad de las cosas»[9].

Mi experiencia sobre este ensayo es que el lector se desliza sobre el texto dada la fluidez y la ilación de las ideas. De este modo Maurois nos lleva del pensar con el cuerpo y del pensar con las palabras a la comunicación. Plantea que en la vida humana todo requiere de cierta regulación y fue así como el hombre debió «regular la circulación de las palabras» y para ello se apeló a la lógica. Expresa Maurois:

La lógica debería ser el arte de seguir, al desplazar las palabras, ciertas reglas que serían también garantías, porque estas reglas del mundo interior coincidirían con las del mundo exterior.[10]

La lógica es una parte de la filosofía que estudia las formas y principios generales que rigen el conocimiento y el pensamiento humano, considerado puramente en sí mismo, sin referencia a los objetos[11].

La lógica es método o razonamiento en el que las ideas o la sucesión de los hechos se manifiestan o se desarrollan de forma coherente y sin que haya contradicciones entre ellas[12]. Es decir que la lógica es la ciencia que estudia la corrección de los razonamientos, tanto formales como no formales.

Entonces existen leyes de la razón humana que «son algunas reglas de pensamiento que habrían de ser verdaderas para todos los hombres y para todos los tiempos». Por ejemplo el «principio de no contradicción», es decir que algo no puede ser al mismo tiempo una cosa y a la vez la contraria.

La lógica no puede inventar nada. Una casa es una casa pero la experiencia o la intuición serán las que permitan agregar que, por ejemplo, la casa está deteriorada o está embrujada.

Sin embargo hay razonamientos ―silogismo, razonamiento deductivo que se compone de tres elementos básicos: una premisa mayor, una premisa menor y una conclusión que las relaciona― que por sus premisas nos pueden llevar a resultados erróneos.

Un razonamiento correcto sería:

Premisa mayor: una proposición general: Los mamíferos lactan a sus crías.

Premisa menor: una proposición específica: Los perros son mamíferos.

Conclusión: basada en las dos premisas anteriores: Los perros lactan a sus crías.

Sin embargo podemos encontrarnos con falacias, como por ejemplo:

a) Ningún hombre respira bajo el agua.

b) Los buzos respiran bajo el agua.

c) Ningún buzo es un hombre.

O este otro ejemplo de una falacia:

a) Todos los perros comen.

b) Todos los hombres comen.

c) Todos los hombres son perros.[13]

El texto de Maurois nos lleva luego a los métodos que nos permiten acceder al conocimiento, para lo cual recurre a reconocidos filósofos, métodos que sin duda usamos a diario pero que la mayoría de los individuos desconocen su origen.

El método cartesiano

Su nombre proviene del filósofo, matemático y físico francés René Descartes ―en latín Renatus Cartesius, nacido en La Haye en Touraine en 1596 y fallecido en Estocolmo en 1650) quien es considerado el padre de la geometría analítica y la filosofía moderna.

Su propósito es descartar de los razonamientos las causas de error.

Expuso su método filosófico y científico en Reglas para la dirección de la mente (1628) y más claramente en su Discurso del método (1637).

Entre sus reglas se destacan:

No aceptar como verdadera ninguna cosa que no sea reconocida como evidentemente tal.

Es decir que no aceptaría como verdadera una cosa si no creyera que lo sea. Para ello recurre a otra regla:

Evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención.

Con precipitación se refiere a que el hombre no puede comprender rápidamente lo que es difícil. Es decir que la precipitación nos puede llevar a error pero no es la única causa. Otra causa es la prevención. Nosotros estamos afectados por nuestras subjetividades, por nuestras opiniones, nuestro entorno familiar, nuestra educación, nuestra experiencia, todo lo cual nos impone sentimientos. Del mismo modo obran nuestros intereses.

Dice Maurois:

Cuando el amor o el odio mandan, la razón debe seguirles y encontrar razones para justificar sus locuras.[14]

Lo que Descartes nos propone en su Discurso del Método es, primero, liberar nuestra razón de las pasiones y después emplearla bien y para esto nos indica un cierto número de reglas:

Conducir por orden nuestros pensamientos, yendo de los más simples a los más complejos…

Dividir las dificultades en tantas partes como sea posible…

Hacer en todo enumeraciones tan enteras y revisiones tan generales que se esté seguro de no haber omitido nada…

El método experimental

Este método se atribuye al filósofo, político, abogado y escritor inglés Francis Bacon (Strand, Londres, 1561 – Highgate, Middlesex, 1626), a quien se considera padre del empirismo filosófico y científico. Sin embargo, la experimentación es propia del hombre desde tiempos remotos y nosotros mismos hacemos experimentación en nuestra vida cotidiana.

Se trata entonces de un método sencillo basado en la experimentación.

Cabe recordar que para llevar a cabo su tarea, el analista de inteligencia se vale de

    • los conocimientos previos,
    • de la experiencia y
    • de la intuición

La experiencia no es ciencia pero de la experiencia se deriva el razonamiento inductivo, (David Hume, 1711-1776), mediante el cual se saca una conclusión general a partir de hechos particulares.

El observador que lleva a cabo la experimentación presta atención a los fenómenos, los cuales le permiten llegar a una hipótesis y verificarla a través de la experimentación.

Sin embargo el método de la experimentación no siempre ofrece certezas por lo que de las experiencias no se pueden sacar leyes como lo ha demostrado el «Pavo de Russell». Se trata de una parábola del filósofo Bertrand Russell (1872 – 1970) que explica que el pavo recibía su alimento puntualmente a diario por lo que se consideraba bien atendido por sus dueños. Llegó a la conclusión de que «siempre» comería a las 09:00 de la mañana, hasta que en la víspera de la Navidad lo degollaron, lo que pone de manifiesto los peligros de obtener conclusiones basadas únicamente en observaciones. Dicho de otro modo, no podemos ser absolutamente racionales adoptando una duda cartesiana, ni absolutamente empiristas. En tal sentido, el analista veterano no debe dejar de lado la intuición pues, en alguna medida esa intuición obedece a un «ordenamiento de sus carpetas mentales», las que reúnen nuestros conocimientos y nuestras experiencias. De tal modo que la intuición debe movilizar a la razón y la razón debe disciplinar a la intuición.

¿Qué es el «arte de pensar» para Maurois? Podríamos reducir su explicación en esta frase que él nos brinda literalmente:

El arte de pensar sería, para el hombre de acción, el arte de transformar el pensamiento en instinto. No queremos decir, en absoluto, que el hombre de acción deba menospreciar la razón.[15]

Lo que expresa Maurois a través de varios ejemplos es que el instinto originado en la observación de numerosos casos, es el que ofrecerá la solución o el camino a seguir. Los recuerdos, las experiencias, el análisis de numerosos informes llevarán a la solución.

Es así como el microcosmos o mundo interior ―nuestro mundo interior― se proyecta sobre el mundo en el que debe actuar, el mundo exterior. Afirma Maurois:

El arte de pensar es también un arte de creer, porque ningún ser humano podría, sin peligro, después de miles de años de civilización, volver a poner en tela de juicio y someter a la conciencia clara, todas las creencias individuales y sociales. La tabla rasa es un juego de espíritu, pero no se puede jugar más que en los tiempos de holganza. El hombre debe, para actuar y vivir, aceptar una gran parte de las reglas morales, sociales y religiosas que la humanidad, antes de él, ha reconocido necesarias.[16]

Luego de leer esta frase y observando el mundo al que asistimos en este ya avanzado siglo XXI, quizás podamos considerar que el hombre está dedicando buena parte de su vida a la holganza porque parecería querer dejar de lado ―por no ser tan duro para emplear el verbo «destruir», aunque tal vez sea más acertado― esa reglas, esos valores y esos principios que han forjado esa civilización que hoy vemos que se desvanece ante nuestros ojos.

Homo sapiens, homo videns, homo insipiens

Nada ocurre por casualidad sino por causalidad. La realidad es que hoy el ser humano no piensa como antes y en este sentido vale aquí recordar que el profesor Giovanni Sartori (1924-2017), investigador en el campo de la ciencia política, experto en problemáticas contemporáneas de los sistemas democráticos occidentales, quien en 1997 publicó el libro Homo Videns. La sociedad teledirigida[17]. En su libro nos alertaba que por entonces se estaba llevando una revolución multimedia que transformaría al hombre, al homo sapiens, en homo videns, en un hombre para el cual la palabra ha sido destronada por la imagen.

Decía entonces que la imagen, y agrego hoy la pantalla, ha cambiado la comunicación y la forma de comprensión del ser humano.

Esta revolución ha acabado con el pensamiento abstracto, con las ideas claras y distintas pero también con la oratoria, con la forma en que el hombre se expresa. Como decía Sartori, se trata de la imposición de lo visible sobre lo inteligible que ha llevado al hombre a dejar de lado los estímulos de la lectura y del conocimiento que se adquiere a través de la cultura escrita.

El propio Sartori concluye que no intenta idealizar el pasado y que el «homo insipiens (necio y, simétricamente, ignorante) siempre ha existido y siempre ha sido numeroso»[18]. Entonces, ¿qué ha pasado? Sartori explica que hasta la llegada de los medios de comunicación de masas los «grandes números» estaban dispersos pero esos medios los han reunido lo que les permite «hacer masa y adquirir fuerza»[19]. En este sentido se refiere a Internet, pues su libro original fue publicado en 1997, pero sin duda que las redes sociales han potenciado ese aglutinamiento de miembros de esa especie que denomina homo insipiens, agravando las connotaciones negativas que le atribuye a Internet.

Como bien explica al final de su libro, la tesis de fondo del mismo «es que un hombre que pierde la capacidad de abstracción es eo ipso incapaz de racionalidad y es, por tanto, un animal simbólico que ya no tiene capacidad para sostener y menos aún para alimentar el mundo construido por el homo sapiens[20]. El hombre perdió así su característica fundamental, la que lo distingue de los demás miembros del reino animal y, como afirma Sartori, las imágenes han dañado la educación de este animal racional y agrega «que la televisión produce un efecto regresivo en la democracia, debilitando su soporte, y, por tanto, la opinión pública»[21].

Sartori no se equivocó

Más de un cuarto de siglo después de que Sartori publicara su libro, aparece un documento que da claras muestras de que su prospectiva no estaba errada.

Poco antes de que se llevara a cabo la Feria del Libro de Frankfurt, André Schüller-Zwierlein (director de la biblioteca de la Universidad de Ratisbona), Anne Mangen (profesora de Alfabetización en el Centro Noruego de Lectura de la Universidad de Stavanger, Noruega), Miha Kovač (profesora de Estudios Editoriales en la Universidad de Liubliana, Eslovenia) y Adriaan van der Weel (profesor emérito de Estudios en la Universidad de Leiden, Países Bajos), escribieron un artículo titulado Why higher-level reading is important («Por qué es importante la lectura de nivel superior»)[22].

El documento cobró trascendencia como El Manifiesto de Liubliana y debería ser de lectura obligatoria para todos los educadores y en particular de los responsables de la educación. El informe pone el foco en la disminución de la motivación y de las habilidades lectoras, poniendo bajo la lupa la disminución de la lectura de nivel superior.

Eslovenia fue el país invitado de honor de la Feria del Libro de Frankfurt 2023 y allí se presentó El Manifiesto de Liubliana y las actividades presentadas por este país giraron en torno a la cuestión de ese escrito, el cual destaca que una cuarta parte de la población estadounidense no lee libros, que un tercio de la población alemana adulta lee menos de un libro al mes y que una encuesta PISA de 2021 mostró una marcada disminución en la lectura recreativa y aproximadamente un tercio de los estudiantes informaron que rara vez o nunca leen libros por placer. El 49% estuvo de acuerdo con la afirmación «Leo sólo si es necesario». Un tercio de la población europea tiene dificultades incluso con la lectura de nivel inferior.

Como puede apreciarse, el diagnóstico es más que preocupante.

El documento pone énfasis en la importancia de la alfabetización pero sobre todo en la lectura. Cito un párrafo del mismo:

La alfabetización (lectura y escritura) permite la transmisión y preservación de información y conocimiento en todos los ámbitos de la vida: noticias, administración gubernamental, ciencia y erudición, religión, educación, etc. También facilita el intercambio de juicios y emociones humanos complejos. Dado que constituye la base de aprendizaje permanente, las personas de todas las edades necesitan buenas habilidades de lectura. Además, como efecto secundario no deseado, la lectura también ejerce disciplina, atención y paciencia cognitiva. […] Por último, pero no menos importante, la lectura es la herramienta de pensamiento más central y poderosa que tenemos.

Las buenas habilidades de lectura no sólo benefician al individuo sino también a la sociedad pues los ciudadanos bien preparados contribuyen al desarrollo económico y están capacitados para participar social y políticamente.

Sin mencionar a Sartori, el documento hace referencia al incremento de las pantallas para leer y a la digitalización, los que abren serios interrogantes al momento de reflexionar sobre la lectura y los efectos que ocasionan sobre los individuos y la sociedad. En este sentido, destaca que en las últimas tres décadas, el entorno del lector «ha experimentado una metamorfosis que está transformando las formas en que nos comunicamos, aprendemos, trabajamos, amamos y odiamos».

El objetivo principal de este manifiesto es llamar la atención sobre la necesidad urgente de enseñar y permitir habilidades y prácticas de lectura de nivel superior para la sociedad contemporánea.

El informe menciona diferentes tipos de lecturas y los efectos que produce sobre el lector. De ese modo, menciona la lectura crítica, la lectura inmersiva, la lectura literaria, la lectura larga, la lectura lenta, la lectura tenaz, la lectura estratégica pero vale citar textualmente a «la lectura como desafío que está estrechamente relacionada con la lectura no estratégica: el cliché generalizado de que leer es para información o para divertirse ignora el hecho central de que leer siempre significa ser desafiado a pensar».

Y aquí retomamos el tema del pensar que es el eje de este artículo. En este sentido, El Manifiesto de Liubliana pone el foco en que la lectura de alto nivel es fundamental para el desarrollo del pensamiento crítico, el cual nos permitirá el discernimiento; este pensamiento es el que nos preparará para detectar las simplificaciones populistas, las falsas noticias, la desinformación y, muy importante, evitar la manipulación que se ejerce principalmente a través de los medios masivos de comunicación. En tal sentido, el desarrollo del pensamiento crítico favorece a la construcción de una verdadera democracia y prepara al ciudadano para una participación cívica activa en la sociedad de la que forma parte.

A modo de conclusión

Ya he mencionado ut supra lo que es el arte de pensar para Maurois y queda en cada uno de nosotros reflexionar si pensar es un arte o no. Quizás podría ser un «arte abstracto».

Más allá de esta consideración, la intención del taller y de este artículo es la misma que llevo al aula: provocar el debate para llevar a la reflexión y motivar los hábitos de lectura, incluso los que están más allá de nuestras necesidades profesionales. La lectura de textos filosóficos, históricos y teológicos, por citar algunos, contribuyen a la generación de un pensamiento creativo y la lectura de libros, de textos con cierta complejidad, nos ayudarán a desarrollar un pensamiento crítico que, como podrá observarse, tiende a desaparecer por efecto de los medios masivos de comunicación y del uso de las redes sociales que, por otro lado, obran en detrimento del enriquecimiento de nuestro vocabulario y de la «regulación de la circulación de las palabras».

En la actualidad la información nos atropella y nos invade en todos los ámbitos y sólo podremos discernir si estamos armados intelectualmente para filtrarla o para silenciarla si es necesario.

Para finalizar, tengamos en cuenta la frase que se le atribuye al astrónomo Carl Sagan (1934-1996):

Saber mucho no es lo mismo que ser inteligente. La inteligencia no es sólo información, sino también juicio, la manera en que se recoge y maneja la información.

Sólo podremos lograr esto si desarrollamos un pensamiento crítico.

 

Imagen: PublicDomainPictures, https://pixabay.com/es/photos/mono-primate-animal-mamífero-17474/.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata. Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019. Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB). Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

Referencias

[1] André Maurois. Un arte de vivir. Buenos Aires: Librería Hachette, 1941, 227 p.

[2] Ibíd., p.11-12.

[3] Ibíd., 13.

[4] Ibíd., p. 14.

[5] Ibíd., p. 16.

[6] Ibíd., p. 16-17.

[7] Ibíd., p. 17-18.

[8] Ibíd., p, 18.

[9] Ibíd., p. 20.

[10] Ibíd., p. 20.

[11] Diccionario Oxford Language, Oxford University Press.

[12] Ídem.

[13] «Silogismos (y sus reglas)». Enciclopedia de Ejemplos, https://www.ejemplos.co/20-ejemplos-de-silogismos-y-sus-reglas/#ixzz8JxUM9T00.

[14] André Maurois. Op. Cit., p 27.

[15] Ibíd., p. 42.

[16] Ibíd., p. 45.

[17] Giovanni Sartori. Homo videns. La sociedad teledirigida. Madrid: Taurus, 1998, 159 p.

[18] Ibíd., p. 145.

[19] Ídem.

[20] Ibíd., p. 146.

[21] Ídem.

[22] André Schüller-Zwierlein, Anne Mangen, Miha Kovač, and Adriaan van der Weel. «Why higher-level reading is important». First Monday, volume 27, number 9 (September 2022).doi: https://dx.doi.org/10.5210/fm.v27i9.12770. First Monday, 1995-2023. ISSN 1396-0466, https://firstmonday.org/ojs/index.php/fm/article/view/12770/11081.

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PENSAMIENTO FLEXIBLE: INDISPENSABLE PARA UNA BUENA LABOR DE INTELIGENCIA

Marcelo Javier de los Reyes*

Imagen de John Hain en Pixabay 

Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender.

Alvin Toffler

Estadounidense, 1928- 2016.

 

Un analista de Inteligencia puede realizar su labor empleando las denominadas Técnicas Estructuradas de Análisis o mediante un proceso que podríamos designar como Pensamiento Flexible.

No sería correcto, por lo que podrá observarse más adelante, “forzar” al analista a emplear un determinado método, sea estructurado o flexible, ya que cada analista debe elegir el procedimiento que le parezca más apropiado. Lo cierto es que hay tantos procederes para hacer análisis de Inteligencia como analistas hay.

En buena medida, el método escogido por el analista está en relación con su formación académica, su entorno socio-cultural —incluso religioso—, sus emociones y muchos otros factores que influyen en su personalidad.

En una ocasión, un alto oficial militar apasionado por las técnicas estructuradas me pregunto por el método que yo empleaba en Análisis de Inteligencia, a lo que mordazmente le respondí que era “anarcometodológico”. Inmediatamente pude observar una sonrisa nerviosa en su rostro.

El filósofo francés René Descartes dijo:

Mejor que buscar la verdad sin método es no pensar nunca en ella, porque los estudios desordenados y las meditaciones oscuras turban las luces naturales de la razón y ciegan la inteligencia.

Claro está que Descartes era un racionalista y por eso menciona a las “luces naturales de la razón”, pero no sólo la razón actúa al momento de buscar la verdad o el conocimiento, y quizás menos si buscamos la Verdad.

Quizás valga aquí citar aquella reflexión del filósofo alemán Martín Heidegger acerca de las limitaciones y potencialidades del pensamiento racional:

No se puede probar nada en el reino del pensamiento; pero el pensamiento puede explicar muchas cosas.

En realidad, al tener una formación académica humanística mi metodología de análisis finca en el de las Ciencias Sociales o, más precisamente, en el método histórico sui generis aplicado a la Inteligencia.

A los efectos de poner blanco sobre negro, cabe señalar que la indagación histórica se inicia cuando se procura comprender algún hecho, proceso o circunstancias del pasado, y en este punto es fundamental señalar que la materia de estudio de la Historia es sumamente complicada y demanda elaboraciones muy complejas. De ahí que en los más importantes servicios de Inteligencia se considere la incorporación de graduados en Historia como analistas. Es que el profesional de la Historia debe reunir numerosos documentos, testimonios y demás fuentes que le proporcionen información acerca del hecho o proceso histórico que está investigando y, luego, procede a seleccionar los que le sean más pertinentes para llegar a cerrar su indagación histórica. Es decir que evaluará sus fuentes, las examinará minuciosamente, verificará su autenticidad y solo se quedará con aquellas que le permitan avanzar en su investigación. Precisamente, el analista de Inteligencia procede del mismo modo pero teniendo en cuenta que está abordando una problemática que le es contemporánea y que, en la medida de lo posible, cerrará su investigación con unas líneas prospectivas o con la confección de algunos escenarios.

En unos viejos apuntes sobre Análisis de Inteligencia recuerdo haber leído la idea de que la realidad es como una madeja enmarañada de hilos y que, con infinita paciencia, el analista selecciona un hilo de esa madeja. De esa manera comienza a observar un nexo causal entre sus partes, que le permite llegar alcanzar la verdad pero nunca la verdad con mayúscula.

Cabe señalar, y esto es importante para la esta faena, que los primeros historiadores, a partir de Heródoto de Halicarnaso (c. 480 – 430 a.C.) —a quien se considera el padre de la Historia—, resolvieron sus inquietudes apelando al criterio personal y a sus propios recursos personales. En este sentido, debe destacarse que esos procedimientos eran prácticamente intuitivos. Por tanto, acá tenemos un adjetivo que proviene de la intuición, una habilidad que el analista de inteligencia no debe desdeñar. El tiempo y el perfeccionamiento de la ciencia histórica han llevado a la sistematización en la investigación.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, entre las acepciones de método —del latín methŏdus, y este del griego. μθοδος métodos, “camino”, “procedimiento”, “método”encontramos dos que son pertinentes para nuestro propósito: modo de decir o hacer con orden; modo de obrar o proceder, hábito o costumbre que cada uno tiene y observa; procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla. Entre estas acepciones hay algunas pautas que debemos destacar; una es el “orden”, pues toda investigación debe tener un orden o, al menos, ser presentada siguiendo un orden lógico; otra es la que se refiere a la “observación”, ya que el analista de Inteligencia está frente a un hecho, situación o fenómeno que debe investigar y sobre el cual se le presentan una serie de inquietudes o preguntas a las que debe dar respuesta. Una tercera pauta sería la del hábito o costumbre que cada uno tiene y observa, es decir, la manera personal de observar. Con esto se vuelve a lo indicado ut supra, acerca de que hay tantos métodos como analistas hay. Finalmente, el cuarto patrón que nos dan las acepciones es el que se refiere como procedimiento que se sigue en las ciencias para hallar la verdad y enseñarla. Este punto es relevante porque la Inteligencia pertenece al campo de las Ciencias Sociales y el analista de Inteligencia procura hallar la verdad y no enseñarla pero si difundirla a quien debe tomar la decisión. Aquí es relevante destacar uno de los puntos del Decálogo del Personal de Inteligencia: Proporcionar la información obtenida y la inteligencia efectuada solo a quien la necesita.

La reunión de información (datos “crudos” o “información en bruto”), su evaluación, procesamiento y análisis permiten la producción de inteligencia, la cual es necesaria para la elaboración y ejecución de planes, políticas, operaciones y estrategias, conforme al nivel que ha hecho el requerimiento, ya sea táctico, operacional o estratégico.

Es importante destacar que las operaciones de Inteligencia deben ser flexibles, pues se basan en la razón y el buen juicio y los agentes de Inteligencia deben ser capaces de dar respuesta a requerimientos variables. Tanto la planificación de las operaciones de Inteligencia como el análisis requieren de imaginación y de creatividad para planear y ejecutar las operaciones como para dar respuesta a las demandas de los usuarios.

Mi cognición está íntimamente vinculada a mi dotación genética, a mi herencia cultural, a mi entorno sociocultural y económico, a mis emociones y a otros factores como mi teléfono inteligente, mi acceso a internet, etc., etc.

En lo que a mí respecta, quizás me haya motivado a escribir este texto por aquello que ha expresado el Dr. Daniel Goleman: “La gente tiende a tener más inteligencia emocional a medida que envejece y madura”.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia en la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional, Universidad Nacional de La Plata. Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019. 

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