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CHINA, POLÍTICA EXTERIOR Y CAMBIO CLIMÁTICO

Isabel Stanganelli*

Imagen de marcinjozwiak en Pixabay

La cuestión del cambio climático ha obrado como uno de los disparadores más sólidos a favor de la búsqueda de energías alternativas desde la década de 1980. Numerosas reuniones procuraron alcanzar un acuerdo global sobre el régimen climático posterior a 2012, año de vencimiento del Protocolo de Kyoto mediante el cual los países industrializados se comprometieron a reducir —para el período 2008-2012— sus emisiones colectivas de gases que causan el efecto de invernadero en un 5,2%, respecto a 1990.

El acuerdo fue suscrito en la ciudad japonesa de Kioto el 10 de diciembre de 1997 por 34 países industrializados. Para que el protocolo entrara en vigor, tenía que ser ratificado por los países industrializados causantes del 55% de las emisiones de estos gases pero cuatro de ellos no lo hicieron: Estados Unidos (responsable por el 36,1% de las emisiones entre los países industrializados en 1990), Australia (2,1%), Liechtenstein (0,001%) y Mónaco (0,001%).

Los Estados Unidos argumentaron que esa firma no solo dañaba su desarrollo económico al obligarlos a destinar presupuesto a innovaciones tecnológicas sino que aducía que existían países menos obligados por ser subdesarrollados que contaminaban más. Se refería a Brasil, China, India, México, entre otros. Obviamente Washington no participó del encuentro de la ONU en Japón.

Independientemente de la importancia del tema para la supervivencia de la vida en el planeta, esta cuestión presenta aristas personales. Fui seleccionada con seis meses de anticipación para asesorar a la delegación argentina en Kioto. Las carpetas coincidían con la posición común de nuestros vecinos de América del Sur. Entonces se apersonó la Sra. María Julia Alsogaray como portavoz del entonces presidente e indicó que Argentina firmaría en consonancia con los Estados Unidos. O sea: no firmó. Impotencia de la delegación y obviamente también mía.

Casi 20 años después, la crisis ucraniana de 2014 fue testigo de profundos cambios en los patrones energéticos mundiales. La politización de conflictos previos por el gas natural que importaba desde la Federación de Rusia y en gran parte transportaba hacia Europa occidental, significó arduas negociaciones y finalmente descartó el proyecto de gasoducto South Stream, el 1º de diciembre de ese año, destinado a abastecer a clientes europeos.

Ante esta situación se incrementaron los esfuerzos europeos de búsqueda de otros proveedores. Cabe acotar que estas fuentes solamente podrían sustituir parte de los hidrocarburos necesarios y que luego del accidente nuclear de Fukushima I, Japón, en marzo 2011, esa fuente resultaba controversial.

Por otra parte, rigen sanciones contra las exportaciones e inversiones en tecnologías de vanguardia aplicadas a la exploración y explotación de petróleo ruso que se suman a la violenta caída del precio del petróleo en los mercados internacionales. Esta situación guarda relación con el ingreso de Estados Unidos como país exportador, políticas de la OPEP y reducción de la demanda mundial —notoriamente de China—, entre otras causas.

Los acontecimientos originados en 2014 pusieron en marcha procesos cuya evolución está produciendo cambios en las actividades de producción de energía, en los hábitos de consumo y en las decisiones políticas en el mundo. Han sido muchos los esfuerzos internacionales para intentar revertir el calentamiento planetario. Una de las más importantes iniciativas guardó relación con la sustitución de los hidrocarburos y combustibles fósiles por otras fuentes alternativas de energía. Se han realizado inversiones notorias en fuentes solares, eólicas, mareomotrices, undimotrices y otras. Al mismo tiempo, se enunciaron objetivos para reducir la emisión de contaminantes, tanto en el mundo desarrollado como en el que no lo está. Todos estos objetivos encontraron obstáculos y desacuerdos. En la Cumbre Renovables 2005, realizada en Alemania, así como en las realizadas con posterioridad, tampoco se lograron acuerdos rotundos. En aquel caso se propuso que el 14% de la energía producida en el mundo proviniera de fuentes alternativas. Estados como Brasil y China, en su condición de países subdesarrollados, superaban entonces ese porcentaje en su matriz energética. Se puede destacar la posición de India, que destacó que cumpliría con todos los objetivos establecidos pero que no firmaría ningún acuerdo, pues no deseaba verse obligada por un documento internacional. Estos tres casos se destacan pues en su calidad de países subdesarrollados, los plazos para lograr los objetivos establecidos en Cumbres previas eran más largos y podían contar con ayuda internacional para alcanzarlos. Hemos visto que esta normativa fue cuestionada por Estados Unidos para no adherir a los acuerdos. Los argumentos de Estados Unidos para evitar compromisos fueron emulados por otros Estados.

El hecho es que a pesar de los años trascurridos, la reducción del precio internacional del barril de petróleo vuelve cada vez más costoso el desarrollo de fuentes convencionales y alternativas de producción energética en función de la ecuación costo-beneficios. Solo las mayores petroleras podrían sostenerse diversificándose contando con su capacidad de adaptarse a las nuevas normas del mercado, a la competencia resultante y al respaldo económico que les otorga más tiempo que a otras empresas de menor envergadura.

Mientras Rusia y China adoptaron desde 2014 medidas de cooperación energética, Estados Unidos se aseguró el primer lugar como país exportador de petróleo extra OPEP y varios países europeos están retornando al uso del carbón, si bien en condiciones ambientales menos contaminantes que las históricas.

En estas circunstancias, en 2020, China anunció planes para lograr cero emisiones para 2060. Junto con la exportación de su vacuna Covid-19 constituyen dos manifestaciones de soft power. Volviendo al cambio climático, el Presidente Xi Jinping en la cumbre del Día de la Tierra —22 de abril 2021— del presidente estadounidense Joe Biden, Xi señaló la estrategia esbozada en el 14º Plan Quinquenal de China para limitar el crecimiento del consumo de carbón y lograr la neutralidad del carbono para 2060.

El 20 de abril, Xi se había comunicado con el príncipe saudí Mohammad bin Salman apoyando las propuestas y medidas de Arabia Saudí a respecto. Una semana antes, Xi se reunió con la canciller Angela Merkel y el presidente Emmanuel Macron y acordaron trabajar más estrechamente en el cambio climático. No debería considerarse un gesto geopolítico… pero la diplomacia con Occidente es más que evidente.

Biden sostuvo una continuidad con su predecesor Trump en cuanto a una competencia estratégica con China aunque no descartó cooperar con Beijing en cuestiones transnacionales que requieren una respuesta colectiva —como el cambio climático—. Este tema puede ser una oportunidad para relaciones más benignas entre los mayores poderes y al mismo tiempo cambiar la mirada de Occidente sobre China, apaciguando tanto a la audiencia nacional como a la internacional.

Además, la exportación de fuentes de energía alternativa “made in China” es un objetivo más de inversión china.

 

* Profesora y Doctora en Geografía (UNLP). Magíster en Relaciones Internacionales (UNLP). Secretaria Académica del CEID y de la SAEEG. Es experta en cuestiones de Geopolítica, Política Internacional y en Fuentes de energía, cambio climático y su impacto en poblaciones carenciadas. 

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GUAYANA ESEQUIBA: SI NO ES EN LA CORTE, ENTONCES DÓNDE Y CÓMO

Abraham Gómez R.*

Cifras considerables —producto de análisis y registros creíbles— del Fondo Monetario Internacional revelan que Guyana obtuvo, en 2020, un crecimiento de su PIB, por el orden del 86%; incluso, se especula que sobrepasó en un 14 por ciento a la misma China, en su incremento de riquezas.

Nos enteramos que, en el primer trimestre de este año, han aumentado las operaciones de “exploración y las exportaciones petroleras de Guyana” (¿…?). Aprovechamiento de lo que no les pertenece.

La temeraria aseveración anterior la colocamos entre comillas adrede y con interrogantes dudosas; porque el Bloque Stabroek (donde se han activado los pozos Payara, Liza y Uaru) se encuentra en la proyección atlántica tanto de la Zona en Reclamación, como en la prolongación marítima correspondiente al Delta del Orinoco (que no entra y jamás ha estado involucrada en el presente litigio).

El Bloque Stabroek tiene (26.800) kilómetros cuadrados; con recursos recuperables descubiertos actualmente; cuya estimación alcanza a más de 8 mil millones de barriles de petróleo.

No hay el menor recato para dar a conocer, por parte de La ministra de Recursos Naturales de Guyana Vickram Bharrat, que el descubrimiento citado se suma a la consideración en cifras que ellos manejan de recursos de aproximadamente 9.000 millones de barriles de petróleo de reservas probables que se calculan para la zona. Área —precisamente— que la hemos puesto siempre en contención. Proyección atlántica aún por definirse, en lo que atañe a la Zona en reclamación.

Las autoridades guyanesas se ufanan que sus estimaciones proporcionan una perspectiva entre 700.000 y un millón de barriles diarios; pero —diremos nosotros— dentro del ámbito geográfico, que reivindicaremos, porque siempre ha sido nuestro. Además, añaden sin remilgos, que la excolonia británica puede llegar a ser el país con el mayor caudal financiero líquido disponible y de ingreso per-cápita. Tal vez, la nación en el mundo, con el mayor número de barriles de petróleo por habitante.

La Zona Esequiba (y su proyección marítima) donde están operando las citadas empresas nunca ha sido ni británica ni guyanesa; lo que ha habido es una descarada ocupación abusiva de las transnacionales, a partir de concesiones fraudulentas e ilegales que recibieron de los gobiernos guyaneses. Entregas impregnadas de añagaza económica; por cuanto, contrarían el espíritu, propósito y razón del Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966.

Pronunciemos —para que lo escuchen allá— una y muchas veces: los convenios suscritos, de buena fe, entre Estados son para ser cumplidos; tal como en efecto lo admite de suyo el principio Pacta Sunt Servanda.

Sin embargo, nos preguntamos: ¿hacia dónde apuntan las miradas de las autoridades de nuestra Cancillería?

Nos parece que ya es tiempo que quienes manejan la política exterior de Venezuela consignen las debidas denuncias —suficientemente documentadas— ante las instancias internacionales correspondientes, por la vileza cómo viene operando ese enjambre de empresas transnacionales, con la anuencia de los gobiernos guyaneses.

Cuando tuvimos la ocasión de recorrer el país —en casi todas sus universidades— dictando la conferencia, “Guayana Esequiba: litigio histórico y reivindicación en justicia”, nos agradó el inmenso interés que la mencionada controversia ha despertado y concitado en bastantes sectores de la población venezolana. Como nunca, debo decirlo con honestidad, la gente desea explicaciones sobre lo acaecido el 03 de octubre de 1899, y suscrito en la írrita y nula sentencia arbitral, denominada Laudo Arbitral de París.

Con objetividad y detenimiento, hacemos en cada exposición discursiva un análisis crítico del vil despojo del cual fuimos víctima, hace más de un siglo, mediante la citada tratativa perversa de talante político-diplomática.

Motivado a la pandemia, ahora los intercambios los llevamos a cabo vía zoom, en las redes sociales, por radio o televisión. Importante y lo que interesa es no quedarnos callados, ni dejar “adormecer” este asunto de inmensa repercusión nacional.

Reconocemos que han aflorado en todas las regiones aportes significativos para alcanzar pronto un arreglo “práctico y satisfactorio”, en este pleito. Esa alternativa pudo haber sido una solución, algunos años atrás. A mi modo de ver, ya está superada; porque el asunto controversial escaló a nivel de la Corte Internacional de Justicia; y en ese Tribunal no hacen “arreglo” de tal tipo; sino que aplican el derecho; y solo, excepcionalmente, por mutuo acuerdo de las partes, podría dar una solución ex aequo et bono.

Por las redes, nos hemos encontrado con todas las opiniones habidas y por haber. Conjeturas inimaginables, posiciones contradictorias; críticas bien fundamentadas hacia las autoridades de la cancillería, por la opacidad informativa en la aparente defensa de los intereses del Estado venezolano. Señalan los silencios cómplices, las declaraciones destempladas o extemporáneas, las elogiosas frases a la contraparte, en escenarios internacionales.

Estudiosos del litigio, que piden la palabra en las video-conferencias, para preguntar: ¿por qué tantas permisividades, de parte de Venezuela para con las empresas transnacionales, que están esquilmando nuestros recursos (de todo tipo) incalculables?

Afloran varias propuestas un poco desentonadas o desencajadas; pero, respetadas también por la forma, el fondo y la intención como son expuestas. Todas son oídas y analizadas.

Tenemos una reclamación centenaria que ahora se dirime en la Corte Internacional de Justicia.

Juicio que se lleva adelante; el cual no se paralizará por ausencia de alguna de las partes. Y que incluso, de acuerdo con el artículo 53 del Estatuto de la CIJ puede llegar a haber resolución sentencial, así alguna representación concernida no se haga presente.

Este Alto tribunal de la Haya —como ya se sabe— el 18 de diciembre del año pasado, admitió su jurisdicción y competencia para proceder a conocer forma y fondo en este pleito, conforme al recurso interpuesto por Guyana, cuya pretensión procesal (contenida en su petitorio) nos resultará fácilmente desmontable; por cuanto, no poseen el menor asidero histórico-jurídico de lo que en el escrito solicitan a la Sala juzgadora de la Organización de las Naciones Unidas.

Nuestra delegación fue citada, el 26 de febrero del 2021, para la primera audiencia oral (denominada vistas procesales); con la finalidad de exponer nuestros alegatos de los hechos, sustentados en el pleno derecho que poseemos sobre esas tierras; así también argumentar, a nuestro favor, con los elementos de probanza que tenemos —y que son bastantes—. Nuestros escritos no admiten prueba en contrario

¿Qué pasó en esa fecha? No asistimos al citado evento. Para entonces, hubo una decisión del Ejecutivo Nacional de no comparecer. Se prefirió provocar una “reunión de cortesía internacional” que, aunque válida en estos casos de controversias entre Estados, no surte mayores efectos jurisdiccionales.

Hay quienes se inclinan —como estrategia de recuperación— un enfrentamiento bélico. Sin embargo, mayor sensatez percibimos en quienes piensan que el desarrollo conjunto sería una opción valedera.

Mucha gente en Venezuela, cree que debemos denunciar (desaplicar contenido) el Acuerdo de Ginebra para buscar soluciones, con mayor libertad, no obligantemente según el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas.

Escuchamos exposiciones que mencionan la venta de la Zona en Reclamación, y proceder a repartir el producto entre Venezuela y Guyana. Otros que prefieren que de darse una sentencia en la Corte Internacional de Justicia sea favorable a las 9 etnias que allí habitan. Hay quienes aportan como solución la conformación, en esa área, de una nueva nación, con población de Venezuela y Guyana.

Mi posición sigue invariable, y la he justificado en los siguientes términos: si poseemos suficientes elementos probatorios para exponer y alegar que la Guayana Esequiba siempre ha sido nuestra jurídica, cartográfica, demográfica e históricamente, no debemos rehuir el “combate” al que estamos convocados para el 08 de marzo del 2023. Debemos solicitar que se transmita para el mundo entero, el momento cuando hagamos la consignación por escrito de nuestro memorial de contestación de la demanda; la cual estará munida de argumentos irrebatibles.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua. Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba. Miembro del Instituto de Estudios de la Frontera Venezolana (IDEFV).

 

Publicado originalmente en Disenso Fértil https://abraham-disensofrtil.blogspot.com/

ISRAEL Y TURQUÍA EN BUSCA DE SOLUCIONES

Giancarlo Elia Valori*

Han transcurrido doce y once años desde los incidentes de Davos y Mavi Marmara, respectivamente, y las relaciones entre Turquía e Israel están siendo objeto de intensos esfuerzos de recuperación. Son dos importantes vecinos orientales e influyen en la estabilidad regional.

Actualmente, como en el pasado, las relaciones entre los dos países tienen una estructura basada en la realpolitik, persiguiendo así una relación de equilibrio/interés, y dependen de la cuestión palestina y de la posición de Israel como contraparte privilegiada de la Casa Blanca. Sin embargo, resumamos brevemente la historia de las relaciones turco-judías.

El primer acontecimiento importante que viene a la mente al mencionar judíos y turcos es que cuando más de 200.000 judíos fueron expulsados por la Inquisición española en 1491, el Imperio Otomano los invitó a establecerse en su territorio.

Turquía fue el primer país musulmán en reconocer a Israel en 1949. La primera misión diplomática de Israel en Turquía se inauguró el 7 de enero de 1950, pero, tras la crisis de Suez en 1956, las relaciones se redujeron al nivel de chargé d’affaires. En la segunda guerra árabe-israelí de 1967, Turquía decidió no involucrarse y no permitió que las relaciones se rompieran por completo.

La década de 1990 vio una tendencia positiva y un desarrollo en términos de relaciones bilaterales. Después de la segunda Guerra del Golfo en 1991 —que, como recordarán, siguió a la primera iraquí de 1980-1988 en la que el mundo entero estaba en contra de Irán (con la única excepción de la República Popular Democrática de Corea, Siria, Libia y el apoyo moral de la Albania de Enver Hoxha)— Turquía estaba en el centro de la política de seguridad en la región. En ese contexto, las relaciones entre Turquía e Israel se reavivaron seriamente.

En 1993, Turquía mejoró las relaciones diplomáticas con Israel a nivel de embajadores. La firma de los Acuerdos de Oslo entre Palestina e Israel condujo a relaciones más estrechas. El acuerdo de cooperación militar de 1996 fue firmado entre los dos países en la lucha contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en Turquía, que proporcionó un importante apoyo logístico y de inteligencia a ambas partes.

En la década de 2000, hubo un nuevo acercamiento con Israel, debido a la política de “cero problemas con los vecinos” promovida por el Partido de la Justicia y el Desarrollo de Erdoğan. Todavía recuerdo el número 3/1999 de la revisión italiana de la geopolítica «Limes» titulada “Turquía-Israel, la Nueva Alianza”.

En 2002, una empresa israelí emprendió el proyecto de modernizar doce tanques M-60 pertenecientes a las fuerzas armadas turcas. En 2004, Turquía acordó vender agua a Israel desde el río Manavgat.

La visita del Primer Ministro Erdoğan a Israel en 2005 fue un punto de inflexión en términos de mediación entre Palestina e Israel y un mayor avance de las relaciones bilaterales. En 2007, el presidente israelí Shimon Peres y el presidente palestino Mahmud Abbas hablaron en la Gran Asamblea Nacional turca con un día de diferencia. Las visitas de alto nivel desde Israel continuaron.

El 22 de diciembre de 2008, el Primer Ministro israelí Ehud Olmert fue a Ankara y se reunió con el Primer Ministro Recep Tayyip Erdoğan. En esa reunión, se lograron progresos significativos con respecto a la mediación de Turquía entre Israel y Siria.

Aparte de los incidentes antes mencionados, el deterioro de las relaciones turco-israelíes se produjo cinco días después de la reunión antes mencionada, es decir, la Operación “Plomo Fundido” contra Gaza el 27 de diciembre de 2008. Después de ese evento, las relaciones entre las dos partes nunca fueron las mismas que antes.

Recientemente, sin embargo, ambos países han hecho declaraciones de buena voluntad para normalizar las relaciones políticas. En diciembre de 2020, el Presidente Erdoğan declaró que quería mejorar las relaciones con Israel y dijo: “No es posible que aceptemos la actitud de Israel hacia los territorios palestinos. Este es el punto en el que nos diferenciamos de Israel, de lo contrario, nuestro corazón desea mejorar nuestras relaciones con él también”.

En sus relaciones con Israel, Turquía está planteando la cuestión palestina como una condición. Cuando lo miramos desde la perspectiva opuesta, la cuestión palestina es un asunto vital para Israel. Por lo tanto, es un grave obstáculo para las relaciones.

Por otro lado, muchas cuestiones regionales como el Mediterráneo oriental, Siria y algunas cuestiones de seguridad en la región requieren la cooperación de estos dos países clave. Por esta razón, está claro que ambas partes desean al menos poner fin a la crisis, reducir la retórica a nivel de liderazgo y centrarse en la cooperación y las áreas de realpolitik.

En los próximos meses, sin duda se harán esfuerzos para lograr un equilibrio entre estas intenciones y las condiciones que hacen necesario reiniciar las relaciones bilaterales con Israel en igualdad de condiciones. A medida que la mejora de las relaciones con Israel también influirá positivamente en las relaciones de Turquía con los Estados Unidos.

Turquía busca evitar que Estados Unidos y la UE impongan sanciones que podrían llegar a aumentar la retórica neo-otomana antioccidental, mientras que la mejora de las relaciones con Israel podría ofrecer un resultado positivo no sólo para evitar los daños antes mencionados, sino también para resolver las cuestiones turcas relacionadas con el Mediterráneo oriental, las aguas territoriales, Libia y Siria. Turquía no tiene intención de dar marcha atrás en este tipo de cuestiones que considera vitales. Todo lo contrario. Le gustaría transmitir mensajes positivos a nivel de conversaciones y cumbres.

Otra cuestión importante de fricción entre Turquía e Israel es el uso de petróleo y gas en las reservas del Mediterráneo oriental entre Egipto, Israel, Grecia y Chipre (Nicosia).

Este enfoque excluye a Turquía. Los Estados Unidos y la UE también apoyan firmemente la situación actual (que abordamos en un artículo anterior) por la razón adicional de que Francia ha sido incluida en la ecuación.

La alineación de fuerzas y frentes en estas áreas marítimas también fue ampliamente vista durante la guerra civil en Libia, donde Turquía, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Francia, así como otros actores como Rusia, Italia, etc. entraron en escena.

En última instancia, un punto de contacto entre Turquía e Israel es el papel de mediación que el primero podría desempeñar en las relaciones entre Irán e Israel, especialmente después de la mejora de las relaciones turco-iraníes.

De hecho, tras el ataque aéreo estadounidense en Bagdad —que mató al general iraní Qassem Soleimani el 3 de enero de 2020—, el Ministro de Relaciones Exteriores turco declaró que la acción estadounidense aumentaría la inseguridad y la inestabilidad en la región. También informó de que Turquía estaba preocupada por las crecientes tensiones entre Estados Unidos e Irán que podrían convertir a Irak de nuevo en una zona de conflicto en detrimento de la paz y la estabilidad en la región. También hubo una llamada telefónica de condolencia del presidente Erdoğan al presidente iraní Rouhani, instándole a evitar una escalada conflictiva con Estados Unidos después del ataque aéreo.

En consecuencia, es de interés del presidente turco mantener un canal abierto con Irán, para que él mismo pueda suavizar las tensiones mutuas entre Israel e Irán, y —a su vez— la diplomacia israelí puede influir en las decisiones del presidente Biden, aunque menos pro-Israel que las de Donald Trump.

Se sabe que Turquía tiene muchos problemas de relación con Estados Unidos —especialmente después del intento de golpe de Estado del 15 al 16 de julio de 2016 e incluyendo la mencionada cuestión petrolera— y se da cuenta de que sólo Israel puede resolver la situación sin problemas.

De hecho, las relaciones entre Israel y Estados Unidos no están en su mejor momento como lo estuvieron bajo el presidente Trump. El Presidente Erdoğan parece desconocer este hecho, pero de hecho el presidente turco sabe que la única voz que la Casa Blanca puede escuchar es la de Israel, y ciertamente no la de las monarquías del Golfo, actualmente en desacuerdo con Turquía.

Israel mantiene un perfil bajo ante las declaraciones del presidente Erdoğan con respecto a los palestinos —ya que considera que son consecuentes—, así como en relación con una serie de actitudes claramente antisionistas del pueblo turco.

Sin embargo, estamos seguros de que las declaraciones de apertura y aquiescencia israelíes del presidente Erdoğan seguramente darán resultados concretos.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales y ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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