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EL CONSEJO NACIONAL DE MALVINAS NO DISEÑA UNA POLÍTICA DE ESTADO

César Augusto Lerena*

Por ley 27.558 el gobierno nacional promovió ante el Congreso la creación del Consejo Nacional de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los Espacios Marítimos e Insulares Correspondientes (en adelante Consejo o Consejo de Malvinas). Lo hizo pomposamente anunciando que los asuntos de Malvinas serían una Cuestión de Estado y para ello se creó una Comisión interdisciplinaria y multipartidaria, integrada también por ex Combatientes de la Guerra de Malvinas, aunque al hacerlo le quitase toda facultad ejecutiva y decisoria al indicar que este Consejo “…adoptará sus recomendaciones, con carácter no vinculante…” (Art. 4º) y, complicando más aún la función de este Cuerpo, cuando sus miembros no estarían formalmente designados ya que no habría Resolución publicada en el Boletín Oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores, conforme el Art. 3º del Anexo del Decreto 822/2020 e, incluso, otros integrantes actuales del Consejo no estarían previstos en el Art. 3º de la citada ley 27.558. Esto parece central para rechazar cualquier intento de aprobar tal o cual “recomendación” que este Consejo promueva, a riesgo de violar el Código Penal de la Nación (Ley 11.179) en especial su Capítulo III Art. 246º que establece que, «será reprimido con prisión de un mes a un año e inhabilitación especial por doble tiempo (1º) el que asumiere o ejerciere funciones públicas, sin título o nombramiento expedido por autoridad competente» y, el Capítulo IV Art. 248º por el que «será reprimido con prisión de un mes a dos años e inhabilitación especial por doble tiempo, el funcionario público que dictare resoluciones u órdenes contrarias a las constituciones o leyes nacionales o provinciales o ejecutare las órdenes o resoluciones de esta clase existentes o no ejecutare las leyes cuyo cumplimiento le incumbiere» y/o el Art. 253 por el que «será reprimido con multa de cien a mil pesos e inhabilitación especial de seis meses a dos años, el funcionario público que propusiere o nombrare para cargo público, a persona en quien no concurrieren los requisitos legales. En la misma pena incurrirá el que aceptare un cargo para el cual no tenga los requisitos legales», pudiendo caer en prevaricato (Cap. X Art. 269º, 271º y 272º), además de violar la Ley 19.549 de Procedimientos Administrativos.

Todo ello se configuraría:

1) Si no hubiese designaciones: en los casos del Art. 3º en los incisos g) Dos especialistas en Derecho Internacional; h) Tres representantes del sector académico y científico de reconocida trayectoria en la materia; i) Un representante de los Ex Combatientes de Malvinas, que según el Art. 3º del Decreto reglamentario 822/2020 debieron ser designados por el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, aunque no hay antecedentes hasta la fecha en el Boletín Oficial a pesar del tiempo transcurrido.

2) Si hubiese más designaciones de lo que dice la ley: la ley 27.558 en el Art. 3º inciso g) indica que el Consejo estará integrado por dos (2) especialistas en Derecho Internacional y, según comunicado de prensa de la Cancillería (07/11/2020) y antecedentes, habría seis miembros: Armando Abruza; Frida Armas Pfirter; Marcelo Kohen; Mónica Pinto; Susana Ruiz Cerutti y Juan Gabriel Tokatlian. La Ley 27.558 en el Art. 3º inciso h) indica tres (3) representantes del sector académico y científico y, según comunicación de la Cancillería (07/11/2020) y antecedentes habría siete miembros: Armando Abruza; Alcira Argumedo; Frida Armas Pfirter; Marcelo Kohen; Mónica Pinto; Juan Gabriel Tokatlian y Oscar Padín. La misma ley en el Art. 3º inciso i) indica un (1) representante de los ex Combatientes de Malvinas y, según comunicación de la Cancillería (07/11/2020) y antecedentes habría tres: Ernesto Alonso, Martín Balza y, Adolfo Schweighofer. Es decir que en lugar de designarse un total de seis miembros que es lo que prevé la referida Ley se habrían incorporado al Consejo once, por lo cual —fallecida Alcira Argumedo— sobrarían cuatro integrantes.

3) Si se recomienda o se aprueban documentos sin facultades ni consensos: cuando se recomiendan o aprueban cuestiones no previstas en el Art. 2º de la ley 27.558; cuando se lo hace con miembros que no están previstos en el Art. 3º; cuando no se cuenta con el consenso previsto en el Art. 4º o, cuando se aprueban documentos o procedimientos, como por ejemplo el Reglamento Interno de Funcionamiento del Consejo previsto en el Art. 7º sin encontrarse los miembros formalmente designados.

Los extremos suelen unirse y, respecto al cumplimiento de las normas, la ex primera ministra británica Theresa May fue contundente contra Boris Johnson “O el primer ministro no había leído las reglas, o no las había entendido, o pensó que no se aplicaban a él” (Urgente24, 31/01/2022), algo que —si se configurasen los supuestos indicados precedentemente— parece haber ocurrido y, muy especialmente con Marcelo Gustavo Kohen, quien habría sido postulado para la Corte Internacional de Justicia y en el caso de los secretarios de Malvinas Daniel Filmus y Guillermo Carmona que por el Art. 3º del Decreto 822/2020 tenían la obligación de “coordinar el Procedimiento de designación de los integrantes del Consejo de Malvinas”.

En lo relativo a las funciones que le atribuye la ley al Consejo podemos ver en el Art. 2º que se limitan a) “contribuir” (ayudar, asistir, colaborar) a “generar los consensos políticos y sociales” necesarios para diseñar e implementar políticas de Estado; políticas que por otra parte ya están establecidas en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional; b) “Colaborar” a sustentar la posición argentina; es decir, ser un colaborador de quien elabore las cuestiones geográficas, ambientales, biológicas, históricas, jurídicas y políticas; c) “Proponer y llevar adelante” actividades de docencia e investigación. En estas tareas de divulgación y análisis, se le asigna al Consejo tareas de elaboración y ejecución; al igual que el ítem d) “Realizar acciones” destinadas a colaborar en la difusión y promoción y e) “Proponer estrategias que aporten al reconocimiento permanente de los Ex Combatientes de Malvinas y caídos en combate y de sus familiares”. Una única tarea “estratégica” limitada a un fin específico, que si bien importante, no avanza en los aspectos de Política de Estado previstos en la Constitución Nacional.  

Es decir que en todas sus funciones los integrantes del Consejo son meros colaboradores del Poder Ejecutivo, por lo tanto, no podrían inmiscuirse en la formulación de la política de fondo y, mucho menos, constituirse en un aval de las políticas que el ministro de Relaciones Exteriores promueva por indicación del Presidente.

Es tan secundario el rol de este Consejo que no ha sido incluido entre sus integrantes un experto en materia de defensa y que no ha sido prevista en la ley ni en su decreto reglamentario la confidencialidad en el tratamiento de los temas y, entendemos, que tampoco podría dictarse esta clasificación mediante el Reglamento Interno del Consejo “Asesor” ya que éstos no podrían determinar por sí, el carácter confidencial de sus acciones, debiendo ser el Poder Ejecutivo —a quién va destinado su asesoramiento— quien lo determine. En la Argentina podría clasificarse de esta manera por Resolución Ministerial pero, tratándose el Consejo de una dependencia del ámbito presidencial, es razonable pensar que la calificación debiera efectuarse por Decreto del P.E.N. con la firma del Jefe de Gabinete y de los Ministros de Defensa y Relaciones Exteriores, aunque, resulta dudosa la importancia de clasificar los temas que se tratan “como confidenciales”, cuando se ventilan por “Zoom”; se utiliza un correo común para su traslado o se tratarían las cuestiones en salas y salones ordinarios de la Cancillería. Todas cuestiones que atentan contra la confidencialidad de temas y documentos que no deberían salir del ámbito donde se generan, pero, de hacerlo, deberían seguir una cadena de resguardo y registro y, en atención al alcance de las funciones asignadas a los asesores, los hechos y los temas que se abordan en la llamada “Agenda Malvinas 40 años”, no habría sido necesario. No parece muy razonable tampoco que, debido a la única acción ejecutiva que se asigna a los miembros del Consejo, cual es “el reconocimiento a los excombatientes…” el tratamiento de este tema deba ser confidencial.   

Seguramente, nada de lo tratado podría preocupar a los británicos y de ser así ya estarían enterados, cuando el referido Marcelo Kohen describe en medios públicos y conferencias las estrategias que debería llevar adelante la Argentina, contrario a lo que manifestaba en el año 2000 un conocido y controvertido Subsecretario de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE): “cuando se le preguntó sobre el destino de la documentación que produce la Secretaría, éste respondió: Como es secreta, se destruye” (Braslavsky, G.: “La SIDE debe dejar de ser secreta”, Zona, Clarín, pág. 5, 16/04/2002). No olvidemos que por los “frutos se conoce el árbol” y las acciones ya son públicas. Diferente sería si se tratase de ventilar una estrategia militar, pero como hemos visto —insólitamente— nadie representa al Ministerio de Defensa en el Consejo. Por otra parte, un número importante de los integrantes, son solo representantes de distintos partidos políticos o de veteranos de guerra; de modo tal, que no pueden resolver por sí, sino por el mandato que les confieren sus pares, de otro modo, carecería de sentido su representación, de tal manera que es imposible asegurar la confidencialidad, más aún cuando es posible delegar la representatividad (Art. 5° Ley 27.558).

El período «en el que se extiende la clasificación de secreto y reservado para la documentación general de los ministerios parece ser la década del ’30. Éste se abre con la intervención directa de las Fuerzas Armadas en la vida política del país (y muchas veces estas calificaciones son absurdas como) puede verse en una nota publicada en el suplemento Zona del diario Clarín en abril del 2000 donde se mencionan los temas de algunas de las leyes secretas y describe el cuarto donde son guardadas gracias a “una mano generosa” que abrió a Zona las puertas del cuarto donde se guardan las leyes secretas del Senado» (Nazar, Mariana “Los documentos secretos de Argentina”, Córdoba, 8/ 2003 Dto. Historia, FFyL UBA, Archivo General Nación).

Se observa —asimismo— que el presidente de la Nación preside (Art. 3º de la ley) este Consejo Asesor, por lo cual pareciera una incongruencia su inclusión en este Cuerpo ya que es el Poder Ejecutivo quién debe recibir el asesoramiento y, además, que este Consejo se ha creado en el ámbito de la Presidencia de la Nación (es decir fuera de la Cancillería), por lo cual, la designación de los integrantes del Consejo por parte del Ministro de Relaciones Exteriores prevista en el Art. 3º del Decreto 822/2020 parece no ajustarse a las prescripciones del Área de la Presidencia de la Nación, ya que mal podría un secretario (el Ministro) del Presidente designar a los integrantes de un Consejo que está presidido por el propio Presidente de la Nación y, mucho menos, el Secretario de Malvinas, a quien el Art. 2º del Decreto Reglamentario Nº 822/2020 —en contradicción con el artículo 3º a) de la Ley 27.558 que reglamenta— califica de “Autoridad de Aplicación”, pero restringe sus facultades a «dictar las normas aclaratorias y/o complementarias que resulten necesarias…», es decir, que están limitadas al Secretario de Malvinas meras tareas de coordinación, secretaría de actas, convocatoria a reuniones, elaboración e instrumentación de políticas del P.E.N. promovidas a través del Canciller.

Como consecuencia de los Art. 7º y 8º de la Ley, el Consejo es quién dicta su propio Reglamento Interno de Funcionamiento y, si bien el secretario de Malvinas deberá aprobarlo, los integrantes del Consejo serán quienes le fijen a éste sus deberes y atribuciones, lo que demuestra una subordinación del referido funcionario a asesores promovidos por él (Art. 3º del Decreto 822/2020). Un verdadero despropósito en materia de procedimientos administrativos.

Si el Consejo se creó para avalar las políticas en la “Cuestión Malvinas”, de la selección de sus integrantes podemos imaginarnos cuáles serán esas políticas, aunque del “Alcance de Funciones del Consejo” previsto en la ley, parecen insuficientes para que estos tengan un rol protagónico. Muy especialmente, cuando la Política de Estado en esta materia ya está absolutamente definida por la voluntad popular en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional: “La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”. Lo que cierra cualquier acción de funcionarios de turno para la firma de nuevos Acuerdos destinados “adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos”, como rezaba el Pacto de Foradori-Duncan o llevar adelante “aventuras” como llevar la cuestión Malvinas a la opinión Consultiva de la Asamblea General de las Naciones Unidas o a la Corte Internacional de Justicia, a modo de referéndum de las Res. 1514 (XV), 2065 (XX) y 31/49 de las Naciones Unidas, sobre las cuales la Argentina en 1994 ya ha ratificado su vocación constitucional.

Contrario a lo que algunos funcionarios refieren (Filmus, Twitt 16/12/2020; Carmona, Inf. de Prensa Nº 046/22, 25/1/2022), no está en juego la disputa de la soberanía, que la Argentina ya ratificó que es legítima e imprescriptible; la discusión es cuándo la Argentina tomará posesión de su territorio irredento.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca, ex Secretario de Estado de la Presidencia de la Nación. Ex Secretario de Bienestar Social (Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Ex Asesor en la Honorable Cámara de Diputados y en el Senado de la Nación. Autor de 28 libros, entre ellos: “Malvinas. 1982-2022. Una Gesta Histórica y 40 años de Entrega. Pesca la moneda de cambio” (2021).

 

MÁS “¡¡¡A TODO O NADA!!!”

Marcos Kowalski*

Para cambiar un sistema político, primero hay que tener un proyecto que lo reemplace.

Desde siempre sabemos que el objetivo del sistema es convencer al mundo de que estamos abocados a una globalización idílica que conforme un estado o estadio, si se imponen los libertarios, que alinee las normas de comportamiento y cuya libertad esté sometida al consenso apátrida que potencia al individuo en detrimento de la persona.

Promover “ser feliz sin tener nada”, como dice Iris Speroni, es imprescindible para ellos, destruyendo valores elementales que hacen a la esencia del ser humano a sus sentidos de trascendencia, el religioso y al de integración social, el Nacional. Por eso buscan la destrucción de la historia.

Hay una globalización maliciosa de las ideas. Las que mandan de manera brutal y viscosa, con ideologías marxistas o liberales e incluso anárquicas como las libertarias, utopías irreales que tienen una envolvente capacidad de manipulación de la razón, la corrupción de las ideas y el dominio de la voluntad, esa es la cuestión verdaderamente importante con la que se somete al ser humano, se lo destruye y cuando no alcanza se impulsa el miedo. El terror es más efectivo que las bombas atómicas.

Con una envolvente capacidad de la manipulación de la razón, la corrupción de las ideas y el dominio de la voluntad, esa es la cuestión con la que se pretende someter al hombre. Las “ciencias” como la “salud”, la “economía” y sobre todo las comunicaciones son las herramientas que se han puesto al servicio hoy de la dominación.

Herramientas que son las que sustentan a las sociedades posmodernas. Ideologías globales que conectan a las sociedades amasándolas en un solo todo, alejando del hecho diferencial a las personas (de ahí en parte la importancia de hablar de géneros y no de sexos) y sus tradiciones culturales.

Las ideologías socialdemócratas, como las que nos quieren imponer en Argentina, intentan conectar a las sociedades alienando y alineando a las personas en un único pensamiento políticamente correcto, de ahí y por eso la búsqueda permanente de la destrucción de la historia, porque “Si nos falsifican la historia es porque quieren robarnos la Patria…”

Son los medios de comunicación los que dictan qué hacer o qué decir, porque ellos saben LO BUENO para todos. Y son las redes sociales, los nuevos sacerdotes de la globalización los autorizados para censurar, porque ellas saben bien que es LO MALO para todos.

Pero un sistema o régimen que se basa en las falsas premisas y pone en práctica patéticos usos de minorías sociales entronizándolos contra natura no puede sobrevivir, la naturaleza humana siempre resurge cual Ave Fénix de las cenizas a las que se las quieren condenar y es nuestro deber construir una alternativa.

Los que proponemos un cambio del sistema, la eliminación total del régimen, “Es un nuevo régimen y como todo buen régimen, cambia las cosas de raíz” tenemos plena conciencia que es un juego de vida o muerte a todo o nada. Sin caer en terminar siendo un “partido” más del sistema, recordemos lo que siempre venimos diciendo:

Para un partido del sistema, sólo existe el discurso político-práctico, lo demás se da por supuesto y los “principios” son compartidos por todas las organizaciones políticas, sindicales, culturales e incluso por las instituciones públicas.

Nosotros, debemos resaltar y rescatar el patriotismo porque debemos ser la alternativa al sistema y no a una determinada tendencia del mismo, no podemos mostrar sólo un programa. Debemos construir, para enunciar un nuevo proyecto de Nación, un discurso propio mostrando nuestra cosmovisión, nuestro discurso tiene, desde siempre, tres apartados político-filosófico, político-ideológico y como consecuencia el político-práctico.

La plataforma filosófica para la construcción de una Estrategia Nacional se basa fundamentalmente en el rescate de la Cultura Argentina, recordando su esencia y en forma reiterativa el origen y fundamentos históricos, recuperando el respeto por los Símbolos Patrios, la bandera, el Escudo, el Himno, la Escarapela, nuestros héroes fundacionales, en definitiva, como no nos cansamos de decir, nuestra argentinidad.

En todas las propuestas que se pueden hacer a nivel humano hay siempre un fondo y una forma, una estrategia y una táctica para llevarla adelante como “Tenemos que cambiar el régimen que gobierna Argentina, que es esta alianza entre los woke / progres / commies champagne y la banca / los organismos internacionales / especímenes de empresarios como De Mendiguren o Lascurain. Esta alianza hace mucho más que gobernar: ha establecido un nuevo régimen” que nosotros denominamos “EL SISTEMA” y que hemos decidido: hay que cambiar en forma total.

Para cambiar un sistema político, primero hay que tener un proyecto que lo reemplace, porque “para comer guiso de liebre lo menos que hay que tener es la liebre”, después hacerlo conocido colectivamente, con explicaciones claras y coloquiales para ser entendido por la sociedad, que se sienta una identificación popular con dicho proyecto y una necesidad masiva de su implementación.

Hay muchos proyectos desarrollados con patriotismo en la Argentina de hoy, conocemos varios, además de lo que expone Speroni en su artículo “Volver a Empezar”. Como expresamos en nuestros tweets y en la difusión de la nota publicada por Restaurar tenemos muchas coincidencias, lo que no hay es una unidad de criterios y un curso de acción para llevarlos a la práctica.

El aunar criterios de proyectos para una Nación soberana, es fundamental, pero no significa de ningún modo amontonarse. Jamás se puede armar una masa crítica de ciudadanos dispuestos a reconquistar la Patria si no se recurre a despertar la argentinidad anidada en el corazón de la gran mayoría de los argentinos. En otras palabras, si no logramos tener comprensión y apoyo del pueblo para un proyecto Nacional el mismo no podrá realizarse.

Un proyecto estratégico para la Nación Argentina debe referirse a todos los poderes del Estado, tanto en la paz como en la guerra y comprende los varios tipos de estrategias para alcanzar los altos fines nacionales. Así se identifica una estrategia política, una estrategia económica, psicológica, interna y externa y también militar.

El proyecto Nacional en una suma de todas estas estrategias que denominamos la “Gran Estrategia” y que se define como “Emplear el poder nacional, su capacidad técnica, científica y humana, en el logro de los objetivos de la Nación en el sentido más amplio, combinando todos los medios posibles, como los comerciales-económicos, la diplomacia, las presiones, las amenazas, los subterfugios y si no queda otra, las armas”.

Dentro de este contexto la gran estrategia está relacionada con las relaciones internacionales y la estrategia de defensa y dentro de esta el poder militar. En nuestra propuesta de educación, básicamente pensamos lo mismo que suscribe Iris en el artículo mencionado arriba. Con la diferencia que no propiciamos el cierre de las Universidades, por lo menos no las públicas.

También coincidimos en todas sus propuestas de economía y con lo propuesto en ese artículo sobre Salud Pública, entendida como un bien común al que debe propender todo el aparato del Estado como premisa principal y dentro del precepto del bienestar de la población en el sentido lo más amplio posible.

En materia de seguridad, sin embargo, preferimos separarla de la administración de justicia, en esta materia propiciamos una política de prevención del delito basado en el principio de “ventana rota”, con la correspondiente inteligencia criminal y los respectivos mapas del delito, una protección a las víctimas y un cambio radical en el código de procedimientos penales de la Nación para posibilitar el accionar policial preventivo.

Un nuevo sistema de investigación de los delitos, independiente del Ministerio Fiscal pero fiscalizado por ese Ministerio público, con un coordinador a cargo de cada investigación, capacitado en criminalística y apoyado por los científicos que se requieran en cada caso concreto.

En materia de administración de Justicia, eliminar la burocracia judicial al máximo agilizando los procedimientos mediante la informatización de todos los expedientes. En cuanto a la doctrina jurídica, revisar y modificar en su caso todos los códigos, tanto el civil-comercial de Lorenzetti como el penal y sus modificaciones. Impulsar la interpretación penal mediante el Causalismo y la Punibilidad abandonando el garantismo actual. Volver al viejo “el que las hace las paga”.

En la estrategia científica, coincidimos también en general con el artículo de Iris, además de propiciar el desenvolviendo y la reestructuración de instituciones como el INTA, el INTI, el CONICET y la investigación científica en las Universidades Nacionales. Propiciar asimismo un centro de estudios y prospección de las capacidades mineras del territorio nacional en conjunto con las provincias.

Coincidimos en un todo en materia de llevar adelante una política de energía: “Continuar con la matriz eléctrica en base a gas mientras se pueda más nuclear más presas hidroeléctricas. Deberá acompañar el crecimiento de: a) las exportaciones, b) la industria que crecerá con las nuevas medidas económicas, c) el traslado de población propuesto. También debe estar regido por un criterio de Defensa”.

En materia de política de Defensa, nos permitiremos explayarnos un poco más, Es común que sobre este complejo tema se manifiesten los que no tienen más que en cuenta un aspecto parcial del asunto —el táctico—. O aquellos que sin tener ningún conocimiento describen lo que les gustaría por preferencia. También están los que tocan de oído y por supuesto desafinan y mucho.

En primer lugar, en una Estrategia de Defensa debemos considerar las nuevas amenazas a partir la realidad geopolítica mundial tal cual se presenta en el mundo y en nuestro entorno hoy. Argentina está, lamentablemente, inmersa en un conflicto molecular, con una sociedad donde impera la violencia en forma cotidiana y que va en aumento.

En desconocimiento de los más elementales enfoques de guerra, conflicto y humanidad de los políticos y un apego a un “pacifismo” irreal y desviado de la situación mundial dejó en virtual estado de indefensión a la Nación Argentina. Esto hace evidente que la estrategia de la Defensa Nacional requiere que —si los choques armados, con enfrentamientos sociales de diversa magnitud, en un mundo complejo, donde se mueven intereses de naciones, grupos económicos, y difusos organismos supranacionales, donde la forma más frecuente de uso de la fuerza en los conflictos contemporáneos, se caracterizan por un amplio uso de los medios y procedimientos no específicamente militares— la organización de la defensa de una Nación, deba reflejar este hecho siendo multifacética y contemplando todas las hipótesis y tipos de conflicto que podrían plantearse en la actualidad y con una proyección a por lo menos diez años.

Para la realización de un Plan de Defensa Nacional debemos considerar que la guerra molecular que hoy padecemos en forma incipiente se convertirá posiblemente en híbrida, que es por el control de la mente de las poblaciones, donde las Fuerzas Armadas cumplen un papel secundario y no por ello de poca importancia.

Las grandes batallas ya no son hoy el eje del conflicto y la violencia está dirigida contra la población civil; en los conflictos actuales se realizan acciones en dominios múltiples buscando la desintegración del Estado.

Nuestra propuesta, atenta a todo ello, va desde la implementación de una nueva ley de defensa, pasando por las diferentes reglamentaciones y protocolos, que contemplen hipótesis de guerra en base a las nuevas doctrinas mundiales, su aplicación en los diferentes conflictos actuales y la incidencia geopolítica actual y futura sobre la región.

En este aspecto es de primordial relevancia la adjudicación de recursos suficientes para proveer de personal capacitado multidisciplinario, disponer de los medios materiales para la concreción de los diferentes objetivos que posibiliten la disuasión de las amenazas o su represión si se da el caso.

Podríamos desarrollar estos conceptos puntualizando las necesidades materiales de todo el sistema de Defensa Nacional y el que además debería proveerse a nuestras Fuerzas Armadas, partiendo de la indefensión actual a una composición estratégica que posibilite capacidades reales de neutralización y daño a oponentes y enemigos, con más los recursos financieros para mantener ese sistema en funcionamiento.

Lo dejaremos para conversaciones más reservadas con aquellos a los que les interese el tema, nuestra propuesta no es la única, conocemos varias que, con mayor o menor coincidencias, se proponen cambiar este sistema perverso por otro que sirva para el crecimiento de la Nación y el dimensionamiento de su población.

En la convicción de que juntos o separados iremos en la misma dirección, crear un nuevo sistema y que más temprano que tarde deberemos aunar criterios estableciendo un curso de acción que posibilite que podamos implementar y concretar una propuesta patriótica para grandeza de la Nación.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos.

 

Publicado originalmente el 17/02/2022 en Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2022/01/mas-todo-o-nada.html#more

LA RECONQUISTA DE MALVINAS DEL 2 DE ABRIL DE 1982

César Augusto Lerena*

El comando anfibio argentino Jacinto Eliseo Batista ordena la fila de Royal Marines que se rindieron. Foto: Rafael Wollmann.

El gobierno, para conmemorar los 40 años de la Guerra de Malvinas, se apresta a realizar una serie de charlas, actos recordativos, difusión de derechos, antecedentes históricos, búsqueda de apoyos y homenajes a los combatientes, etc. Ninguna política activa destinada a recuperar la soberanía plena en Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los territorios marítimos e insulares ocupados por el Reino Unido de Gran Bretaña. Mucho menos, resaltar la Recuperación de Malvinas ocurrida el 2 de abril de 1982 que se prolongó hasta el 14 de junio de 1982, después de 149 años de la ocupación militar británica ininterrumpida desde el 3 de enero de 1833.

El gobierno no quiere (y yo tampoco) atribuir esta Reconquista al dictador Galtieri; pero, en ese intento, sus sucesivas autoridades han confundido las motivaciones espurias de éste; la falta de oportunidad y de disponibilidad del armamento indispensable; la pésima planificación y conducción de los principales responsables; la incapacidad estratégica y, la falta de consentimiento nacional y autorización de los representantes legítimos del pueblo, entre otras razones, que podrían ser detalladas con mayor precisión y amplitud, con la Gesta Heroica de quienes ejecutaron la recuperación de Malvinas y la defensa del territorio nacional, combatiendo y cumpliendo fielmente con el juramento de “seguir constantemente la bandera y defenderla hasta perder la Vida”.

Depreciar la Reconquista, es desvalorizar el esfuerzo de los soldados, suboficiales, oficiales, mercantes, civiles y hasta pescadores combatientes y de sus familiares. Depreciar la Reconquista hace caer en abstracto y devalúa todas las condecoraciones y reconocimientos a los Veteranos de Guerra. Es una sanción que no puede alcanzar a quienes combatieron con honor y, su ocultamiento, es una condena explícita y una desmalvinización que se cumple hasta nuestros días devaluando la Reconquista y, manteniendo al país y a los argentinos postrados ante la Infamous Falange de Albión; quien, no solo utilizó todo su poderío militar durante la guerra, sino que después de ella nos desculturizó poniendo a la Nación de rodillas, consolidando la hegemonía del Reino Unido —a través de todos los gobiernos— mediante la persistencia de los Acuerdos de Madrid (1989/90); el de Nueva York (Ley 25.290); el Pacto de Foradori-Duncan; la protección y promoción de los bienes británicos (Ley 24.184); la derogación de la Ley 17.094 del Mar Territorial de 200 millas (Ley 23.968), etc. apropiándose de nuestra soberanía; de 1.639.900 km2 de territorio marítimo e insular y 250 mil toneladas anuales de recursos pesqueros, a la par de avanzar sobre los petroleros e internacionalizar el Atlántico Sur, sin detallar, las concesiones de servicios esenciales y explotación de recursos naturales que enajenan el patrimonio y el administración nacional. Todas decisiones odiosas que aún continúan vigentes.

¿Por qué los gobiernos, por sancionar legítimamente a Galtieri, privan a los combatientes de Malvinas y a todos los argentinos de semejante orgullo nacional equiparable —o aún más— a la Reconquista de Buenos Aires de 1806? Ya que si bien ésta tuvo como protagonistas a criollos, fue fundamentalmente de españoles (miñones y tercios catalanes, cántabros, asturianos, gallegos, castellanos, andaluces y aragoneses), orientales, granaderos e infantes de Marina; dragones y blandengues; milicias de caballería e infantería de Colonia y Montevideo; libertos negros y esclavos, bajo la conducción del francés Liniers. Una defensa española de civiles y militares radicados en Montevideo y Buenos Aires que reaccionó ante la invasión inglesa, mientras, que la Recuperación de Malvinas, fue una tarea de argentinos con el apoyo latinoamericano.

A Galtieri ya se le aplicaron los dichos previos a la derrota de Ayohuma del general Manuel Belgrano: “Yo respondo a la Nación con mi cabeza del éxito en la batalla”; pero, nunca supe, que una Nación ocultase una victoria, aunque su sostenimiento fuera efímero y adverso (La batalla de la Vuelta de Obligado fue por un día, terminó en derrota argentina y, tuvo 250 muertos y 400 heridos). Si a la Reconquista de Malvinas la ocultásemos por transformarse finalmente en una derrota, seguramente también deberíamos encubrir el Éxodo Jujeño (1812) y las batallas de Vilcapugio (1813) y de Ayohuma (1813) del Gral. Belgrano; la de Cancha Rayada (1818) del Gral. San Martín; la de Tacuarembó (1820) del Gral. Artigas y hasta la propia batalla de la Vuelta de Obligado (1845) del Gral. Mansilla, que, aún derrotados conmemoramos la fecha de este combate como el Día de la Soberanía Nacional (Ley 20.770 del 26/9/74) y es que, como refiere el escritor y corresponsal de guerra Arturo Pérez-Raverte, «El modo más seguro de perder una batalla es creerla perdida».

¿Los isleños británicos festejarán el 14 de junio de 2022 los 40 años de la segunda usurpación de Malvinas, o se lamentarán en este aniversario de no haber tenido suficientemente protegidas las islas en abril de 1982? Festejarán, mal que nos pese, la expulsión de nuestras tropas de las islas. ¿Qué debería hacer por su parte la Argentina? Conmemorar el 40 Aniversario de la recuperación de Malvinas después de 149 años de la invasión y ocupación militar británica interrumpida y sancionar severamente —si aún no ha sido suficiente— a Galtieri y a quienes, junto a él, tomaron la decisión y condujeron a los argentinos a la posterior derrota en el combate, por aquello de que: “Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después. Esta es la diferencia entre los que tienen estrategia y los que no tienen planes premeditados” (Sun Tzu, “El Arte de la Guerra”).

Está claro que, según esa idea, Galtieri y otros generales y almirantes merecen la mayor de las humillaciones, pero ésta no puede trasladarse a los combatientes y al conjunto de los argentinos. ¿Qué hubiera pasado si en lugar de un gobierno de facto, hubiese sido un gobierno elegido por la voluntad popular quien recuperara Malvinas? ¿No está acaso en la voluntad popular recuperar la soberanía plena de Malvinas? La respuesta puede encontrarse en la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional de 1994 aprobada por la representación unánime del pueblo: «La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino». ¿La forma para ello? Dependerá de nuestras capacidades y voluntad. Entre la acción bélica y la genuflexión, hay un gran abanico de acciones posibles.

Hay muchas formas para encaminarnos hacia una resolución favorable en la “Cuestión Malvinas” y desprendernos también de la dependencia que impide el desarrollo de nuestras potencialidades. Las que anuncia el gobierno en la “Agenda de Malvinas 40 años” no hubiese ocupado en el diseño estratégico del Gral. Juan Domingo Perón ni un capítulo menor. No hay en esta Agenda, como he dicho, una sola política activa destinada a recuperar la soberanía plena en los territorios argentinos ocupados por el Reino Unido. Mientras nosotros damos charlas sobre Malvinas, los isleños británicos se llevan nuestros recursos, construyen puertos e instalan sistemas antimisiles, aun conociendo nuestra extrema debilidad. Es la excusa. No somos nosotros.

A esta altura el Consejo Nacional de Homenajes y Cultura de Malvinas (de eso trata la Ley 27.558) es difícil que pueda conciliar un Plan Nacional de Recuperación de Malvinas (además la ley no los faculta) ya que, por un lado, está integrada por miembros como Marcelo Kohen (que propuso un referéndum a los isleños, etc.), Susana Ruiz Cerutti (gestora de los Acuerdos Madrid) y Martín Balza (ejecutor de éstos desde su jefatura del ejército) y, también, donde conviven ideas antagónicas entre los excombatientes (dos, aunque la ley prevea solo uno ¿?), ya que, mientras Ernesto Alonso representando a un pequeño Centro local relata algunas ideas esotéricas: “nada tiene que ver (él) con los llamados Veteranos de Guerra” (sic) y entiende como “una denominación castrense que apareció en los 90 de mano de los carapintadas” (sic), ignorando, que el Congreso Nacional sancionó la ley 25.370 declarando el 2 de abril “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas” e, igualmente, que el Presidente Néstor Kirchner, por Ley 26.110 definió esa fecha como feriado nacional inamovible y la Agenda Malvinas 40 años: «tiene como ejes principales el (…) el homenaje del pueblo argentino a los (…) veteranos y veteranas de Malvinas» (Malvinas nos une. Argentina.gob.ar). Además, Alonso no considera héroes a los combatientes de Malvinas: “es importante para la etapa que se viene deconstruir los estereotipos de HÉROE fundados en la lógica del patriarcado, dentro de un pacto extremadamente machista” (sic) (Infobae 23/02/2020). Es decir, chau San Martín, Belgrano, Rosas, Güemes, Artigas, etc. y, por cierto, también los que ofrendaron su vida y combatieron en Malvinas. Estos dichos fueron repudiados por la Federación de Veteranos de Guerra de la Provincia de Buenos (39 Centros) que los consideraron “una bajeza total”; otro tanto hizo la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas y, entre otros, el excombatiente César Trejo que expresó: “dónde está el lugar de Juana Azurduy (…) primero nos tildaron de loquitos, después de niños y, por último, de víctimas, ahora Alonso nos trata de machirulos…” (Radio Gráfica, 03/03/2020). En contrario, Adolfo “Fito” Schweighofer representante de la Comisión Nacional de Excombatientes de Argentina refiere a la Recuperación de Malvinas como “la Gesta de Malvinas del 2 de abril de 1982 (…) los Veteranos de Malvinas desde el primer día que volvimos del sur (…) qué mejor oportunidad que los 40 años de la Gesta (…) si nos quedamos en lo conmemorativo solamente apelaremos a la nostalgia…(https://youtu.be/R7MqV2osa1l, 06/01/2022). Pareciera que, entre Alonso y Fito, después de 40 años, hay un abismo y no sólo terminológico. Aunque en ambos casos, no conozcamos sus planes.

Espero que a 40 años de la Recuperación de Malvinas podamos “separar la paja del trigo” y procedamos a conmemorar la Recuperación de Malvinas, con la salvedad indicada. Entiendo que si no se valoriza la Recuperación no se lamentará suficientemente la pérdida y, sin ello, no se habrán de poner las suficientes energías para lograr la integridad territorial y, evalúo que, frente a la posibilidad de utilizar herramientas proactivas, la “Agenda Malvinas 40 años” no está a la altura de las necesidades estratégicas de la Argentina y, en nada habrá de modificar la situación de sumisión y oprobio que padecemos todos los argentinos que sufrimos Malvinas como un desgarro infame a nuestra nacionalidad.

Como indica Alfonso Hernández-Catá “La guerra no empieza nunca en la primera batalla ni acaba con la última” y yo, modestamente, digo: a Cancha Rayada le llegó su Maipú como también le llegará a Malvinas, si nuestra política deja de ser declamar, reclamar y cooperar unilateralmente.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Ex Secretario de Bienestar Social (Corrientes). Esex Profesor Universidad UNNE y FASTA, Ex Asesor en la H. Cámara de Diputados y en el Senado de la Nación- Autor de 28 libros, el último “Malvinas. 1982-2022. Una Gesta Histórica y 40 años de Entrega. Pesca la moneda de cambio”.