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USHUAIA EN LA MIRA: LA DISPUTA GEOPOLÍTICA POR EL «PUERTO DEL FIN DEL MUNDO»

Gabriel Francisco Urquidi Roldán*

Foto: https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-presidente-milei-se-reunio-en-ushuaia-con-laura-richardson-jefa-del-comando-sur-de-los

 

«Quien controla los océanos, controla las rutas comerciales; quien controla las rutas comerciales, controla el comercio internacional; y quien controla el comercio internacional, controla el mundo».

Alfred Thayer Mahan (1890)

 

 Marco constitucional y soberanía

La Constitución Nacional Argentina fija como objetivos supremos constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común y resguardar la integridad territorial. En este marco, la reivindicación de la soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur constituye un principio imprescriptible e irrenunciable para el Estado argentino. Esta premisa cobra especial relevancia al analizar la situación estratégica de la provincia más austral: Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

Antecedentes históricos

El proceso de consolidación territorial en el Atlántico Sur se remonta a los primeros viajes de exploración. Las bulas alejandrinas de 1493 y el Tratado de Tordesillas 1494 establecieron los primeros marcos de reparto colonial entre España y Portugal, otorgando a la Corona de Castilla la posesión de las tierras occidentales. Con el tiempo, las expediciones de Magallanes de 1520 y de exploradores europeos como Fitz Roy y Darwin consolidaron el reconocimiento geográfico de la región.

La presencia argentina comenzó a materializarse en el siglo XIX con la Comandancia Político Militar de las Islas Malvinas (1829) y la instalación de apostaderos por Luis Piedrabuena en la isla de los Estados. Posteriormente, la fundación de Ushuaia en 1884 sentó las bases del control político argentino en el extremo sur.

No obstante, la disputa limítrofe con Chile en torno a las islas Picton, Nueva y Lennox se resolvió recién con el Tratado de Paz y Amistad de 1984, mediado por el Vaticano (Ley Nº 23.172). En tanto, la Guerra de Malvinas de 1982 dejó al descubierto la fragilidad diplomática argentina frente a la alianza entre el Reino Unido y Chile durante el conflicto.

Derechos jurídicos y geográficos

La legitimidad argentina sobre Tierra del Fuego y el Atlántico Sur se sustenta en principios del derecho internacional. La teoría de la continuidad y la contigüidad reconocen que la ocupación efectiva de un territorio extiende derechos sobre las áreas circundantes. Asimismo, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar refuerza el derecho de los Estados ribereños a explotar su plataforma continental, la cual, en el caso argentino, alcanza hasta 3 millones de km².

Henry Kissinger alertó sobre la importancia estratégica del extremo sur latinoamericano al describir a la región como «una daga apuntando hacia la Antártida», subrayando que quien controle el Atlántico Sur tendrá influencia sobre la proyección hacia el continente blanco, escenario de interés para recursos energéticos y minerales. Esta metáfora ilustra la presión que las potencias globales ejercen sobre Ushuaia y Tierra del Fuego en términos geopolíticos.

Apetencia de una superpotencia

La visita de la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, general Laura Richardson, a Ushuaia en 2024 volvió a colocar al sur argentino en el centro de la agenda internacional. Aunque la funcionaria evitó referirse a los recursos naturales de la región —como sí lo había hecho con el litio meses atrás—, su paso por Tierra del Fuego tuvo una impronta simbólica: reunirse con el presidente Javier Milei en uno de los enclaves estratégicos más codiciados del planeta[1].

La tensión se incrementó semanas más tarde, con la llegada del nuevo jefe del Comando Sur, almirante Alvin Hosley, quien también visitó Tierra del Fuego. Su presencia reactivó la polémica sobre la injerencia de Estados Unidos en la zona, generando un fuerte rechazo del gobernador Gustavo Melella. El mandatario provincial cuestionó la política del gobierno nacional, al considerar que la apertura irrestricta a la agenda de Washington en Ushuaia pone en riesgo la soberanía argentina en el Atlántico Sur y la Antártida[2].

El valor geopolítico del «fin del mundo»

Para entender la importancia de Tierra del Fuego, es necesario recurrir a los clásicos de la geopolítica. Alfred Thayer Mahan (1890) planteaba que el poder marítimo es el principal instrumento de dominio global, y que quienes controlen los puntos estratégicos de paso en los océanos dominarán el comercio mundial. Ushuaia, ubicada a pocos kilómetros del estrecho de Magallanes y el pasaje de Drake, constituye precisamente uno de esos corredores esenciales.

Halford Mackinder (1904) advertía que el dominio de regiones clave —los «pivotes geográficos»— podía otorgar poder global. Aunque su enfoque se centraba en Eurasia, su premisa se aplica a Tierra del Fuego: quien controle el acceso al Atlántico Sur y la proyección antártica dispondrá de un bastión estratégico en la nueva competencia entre potencias.

Karl Haushofer (1928), teórico de la geopolítica alemana, sostenía que los Estados sin acceso y control sobre zonas estratégicas quedaban reducidos a la dependencia[3]. En este sentido, Argentina enfrenta una disyuntiva: consolidar Ushuaia como plataforma de soberanía, o permitir que actores externos la transformen en enclave de influencia ajena.

Más recientemente, Zbigniew Brzezinski (1997) destacó que en la era contemporánea los «espacios vacíos» —aquellos con baja densidad poblacional pero alta relevancia estratégica, como el Ártico y la Antártida— se convierten en escenarios de competencia entre las grandes potencias[4]. Tierra del Fuego, con su proyección hacia el continente blanco, se ajusta plenamente a esta lógica.

La apetencia de las grandes potencias

Ushuaia y el Atlántico Sur no son un vacío en el mapa, sino un tablero de alta sensibilidad. Estados Unidos refuerza su presencia a través del Comando Sur, el Reino Unido consolida su poder militar en Malvinas. Estados Unidos persigue intereses que exceden lo comercial: asegurar corredores marítimos, proyectar poder en el hemisferio sur y garantizar acceso a los recursos antárticos.

En geopolítica, dos condiciones determinan la seriedad de un Estado a la hora de establecer alianzas estratégicas: la estabilidad de su moneda y la existencia de un aparato militar robusto y tecnológicamente avanzado. Argentina carece de ambos atributos, lo que incrementa su vulnerabilidad. Atada al endeudamiento externo y con Fuerzas Armadas debilitadas, enfrenta el riesgo de ceder espacios clave a cambio de apoyos coyunturales.

No es casualidad que Tierra del Fuego aparezca en las agendas de las grandes potencias. La Antártida, regulada parcialmente por el Tratado Antártico, es considerada la última frontera de recursos estratégicos del planeta. Como señalan Dodds y Hemmings en el 2013, la presión sobre este continente crecerá a medida que aumente la demanda global de agua, energía y minerales. Ushuaia, en este marco, se convierte en la puerta de entrada inevitable[5].

Una soberanía en disputa

La Constitución Nacional argentina reconoce a la Antártida, a las islas del Atlántico Sur y a la plataforma continental como intereses soberanos irrenunciables. Además, la Ley 27.557 extendió formalmente los límites de la plataforma continental, reafirmando derechos sobre casi 3 millones de km² de espacio marítimo. Sin embargo, tales avances legales contrastan con la debilidad material para defenderlos.

En conclusión, Ushuaia simboliza mucho más que un destino turístico o un puerto antártico: es el epicentro de la nueva competencia global por el Atlántico Sur y la Antártida. En palabras de Mahan, los mares son el escenario donde se define la hegemonía; en palabras de Brzezinski, los espacios vacíos son el nuevo terreno de disputa. La pregunta que se abre es si Argentina podrá gestionar su posición desde la soberanía efectiva, o si quedará atrapada en la voracidad de los intereses externos, pagando el precio de sus debilidades estructurales.

 

* Licenciado en Seguridad. Especialista en Análisis de Inteligencia y Maestrando en Inteligencia Estratégica Nacional, con experiencia en estrategia, geopolítica, tasalopolítica, producción de información, así como en Seguridad y Protección de Infraestructuras Críticas.

 

Referencias

[1] «El Presidente Milei se reunió en Ushuaia con Laura Richardson, Jefa del Comando Sur de los Estados Unidos». Sitio web oficial de la Argentina, 04/04/2024, https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-presidente-milei-se-reunio-en-ushuaia-con-laura-richardson-jefa-del-comando-sur-de-los.

[2] Benaim Verónica. «El jefe del Comando Sur visitó Tierra del Fuego y reactivó la polémica con la provincia por la injerencia de Estados Unidos». Tiempo Argentino. 30/04/2025, https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/el-jefe-del-comando-sur-visito-tierra-del-fuego-y-reactivo-la-polemica-con-la-provincia-por-la-injerencia-de-estados-unidos/.

[3] Haushofer, Karl. Geopolitik. Berlin: Carl Heymanns Verlag, 1928.

[4] Brzezinski, Zbigniew. The grand chessboard: American primacy and its geostrategic imperatives. New York: Basic Books, 1997, 201 p.

[5] Dodds, K., & Hemmings, A. D. The Antarctic: A very short introduction. Oxford University Press, 2013.

 

Bibliografía

Balza, Martín. «Malvinas: cómo funcionó el pacto entre Chile y el Reino Unido durante la guerra». Infobae, 05/05/2020, https://www.infobae.com/opinion/2020/05/05/malvinas-como-funciono-el-pacto-entre-chile-y-el-reino-unido-durante-la-guerra/.

Benaim Verónica. «El jefe del Comando Sur visitó Tierra del Fuego y reactivó la polémica con la provincia por la injerencia de Estados Unidos». Tiempo Argentino. 30/04/2025, https://www.tiempoar.com.ar/ta_article/el-jefe-del-comando-sur-visito-tierra-del-fuego-y-reactivo-la-polemica-con-la-provincia-por-la-injerencia-de-estados-unidos/.

Brzezinski, Zbigniew. The grand chessboard: American primacy and its geostrategic imperatives. New York: Basic Books, 1997, 201 p.

Constitución de la Nación Argentina [Texto actualizado con reformas de 1994].

Dodds, K., & Hemmings, A. D. The Antarctic: A very short introduction. Oxford University Press, 2013.

García Moritán, Roberto. «China y la sobrepesca en el Mar Argentino: un peligroso y real juego del calamar». Clarín, 10/01/2022, https://www.clarin.com/opinion/china-sobrepesca-mar-argentino-peligroso-real-juego-calamar_0_QGtzmaa33.html.

Haushofer, Karl. Geopolitik. Berlin: Carl Heymanns Verlag, 1928.

«Historia de Tierra del Fuego». Gobierno de Tierra del Fuego, (s.f.), https://www.tierradelfuego.gob.ar/historia/.

«Informe económico de la provincia de Tierra del Fuego». Ministerio de Economía de la Nación. (s.f.), http://www2.mecon.gov.ar/hacienda/dinrep/Informes/archivos/tierra_del_fuego.pdf.

«La expansión ultramarina de España y Portugal». Universidad Católica de Chile, (s.f.-a), http://www7.uc.cl/sw_educ/historia/expansion/HTML/p2503.html.

 

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UN DECRETO POR ENCIMA DE LA CONSTITUCIÓN: MILEI AUTORIZA TROPAS EXTRANJERAS SIN AVAL DEL CONGRESO

Gabriel Urquidi Roldán*

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El Decreto 697/2025: un avance inconstitucional y un grave retroceso institucional

 

Contexto

El pasado 29 de septiembre de 2025, durante la visita presidencial a Ushuaia, se produjeron manifestaciones que reflejaron la creciente fractura social y el malestar ciudadano ante las políticas del Ejecutivo.

Según reportaron medios nacionales, militantes libertarios y opositores se enfrentaron en las inmediaciones del acto, en un clima de tensión que obligó a reforzar el operativo de seguridad y llevó al propio presidente a improvisar un discurso con un megáfono.

El reciente Decreto 697/2025, (Ciudad de Buenos Aires, 29/09/2025), firmado por el presidente Javier Milei con el acuerdo general de ministros, autorizando el ingreso de tropas de los Estados Unidos de América al territorio argentino para participar en el ejercicio militar «TRIDENTE», abre un escenario de alta tensión política, jurídica y social. No solo habilita la instalación de fuerzas extranjeras en bases navales estratégicas como Mar del Plata, Puerto Belgrano y Ushuaia, sino que lo hace sin respetar el procedimiento constitucional y legal vigente, lo que torna la medida nula de nulidad absoluta.

La Constitución y la Ley son claras

El artículo 75, inciso 28, de la Constitución Nacional Argentina establece que corresponde al Congreso:

«Permitir la introducción de tropas extranjeras en el territorio de la Nación y la salida de las fuerzas nacionales fuera de él» (Constitución Nacional Argentina, 1994/2020, art. 75 inc. 28).

En la misma línea, la Ley 25.880 fijó el procedimiento específico: el Poder Ejecutivo debe solicitar autorización al Congreso mediante un proyecto de ley, salvo excepciones muy limitadas (ceremonial, catástrofes naturales, búsqueda y rescate, instrucción en institutos de formación) (Ley 25.880, 2004, arts. 4-6).

Ninguno de esos supuestos excepcionales habilita el ingreso de tropas extranjeras para un ejercicio combinado de fuerzas especiales en bases navales estratégicas.

El Decreto 697/2025 pretende suplantar la facultad del Congreso con un acto administrativo del Poder Ejecutivo, violentando así el principio de división de poderes.

Ilegalidad en el financiamiento y contexto militar

El decreto asigna más de $60 millones de fondos presupuestarios de la Armada Argentina para cubrir los costos de las tropas extranjeras, en un contexto donde:

    • no existe ley de presupuesto 2025 (se rige por la prórroga de la Ley 27.701/2023, vía decretos 88/2023 y 1131/2024).
    • los haberes del personal subalterno se encuentran por debajo de la línea de pobreza y sin actualización frente a la inflación.
    • la obra social de las Fuerzas Armadas (IOSFA) está suspendida y los aportes siguen siendo descontados (CONVE-2025-92613534-APN-P#IOSFA).
    • se registra un éxodo masivo de más de 18 mil efectivos desde diciembre de 2023 (La Voz, 2025; La Nación, 2025).

Autorizar un gasto millonario en dólares para el ingreso de tropas extranjeras, mientras las fuerzas nacionales carecen de recursos básicos y los soldados viven en condiciones de pobreza, constituye un acto de mal desempeño en la administración pública.

Impacto en la soberanía y seguridad nacional

La cesión de espacios estratégicos como Puerto Belgrano, Ushuaia y Mar del Plata a tropas extranjeras vulnera directamente la soberanía nacional, más aún en un escenario de creciente presión internacional sobre los recursos marítimos, la Antártida y el Atlántico Sur.

Además, el decreto se inscribe en un contexto donde el Ejecutivo ya ha ampliado por decreto (1112/2024) el rol de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior, sin un marco legal claro ni reglas de empeñamiento definidas, lo que aumenta el riesgo de militarización indebida.

Encaje constitucional: abuso de poder y causal de juicio político

El artículo 31 de la Constitución Nacional establece la supremacía de la Carta Magna sobre cualquier norma de inferior jerarquía. Desde la perspectiva kelseniana, una norma inferior que contradice a una superior es nula.

En este caso, el Decreto 697/2025 es manifiestamente inconstitucional, pues invade competencias exclusivas del Congreso y viola la Ley 25.880.

La doctrina parlamentaria del juicio político sostiene que el «mal desempeño» es una causal abierta que comprende actos contrarios a la Constitución (Hidalgo, 2004). La autorización unilateral de tropas extranjeras por decreto es un claro ejemplo de tal conducta.

En este marco, el Congreso no solo está facultado, sino obligado a iniciar un proceso de juicio político contra el presidente y los ministros firmantes, por violación al art. 75 inc. 28 y mal desempeño de sus funciones (Constitución Nacional Argentina, arts. 53, 59 y 60).

 Conclusión

El Decreto 697/2025 no es un simple acto administrativo: es un avance inconstitucional que pone en jaque la soberanía argentina y el equilibrio republicano.

La habilitación del ingreso de tropas extranjeras por decreto, sin autorización del Congreso, no solo viola la Constitución y la Ley 25.880, sino que refleja un modelo de gobierno basado en decretos de necesidad y urgencia, precarizando el rol del Parlamento y debilitando las instituciones.

Si el Congreso no ejerce el control político que la Constitución le confiere, la República corre el riesgo de una grave regresión democrática, donde el Ejecutivo sustituya la voluntad popular expresada en el Parlamento por decisiones unilaterales.

 

Referencias

 

* Licenciado en Seguridad. Especialista en Análisis de Inteligencia y Maestrando en Inteligencia Estratégica Nacional, con experiencia en estrategia, geopolítica, tasalopolítica, producción de información, así como en Seguridad y Protección de Infraestructuras Críticas.

 

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GEOPOLÍTICA, GEOCULTURA Y LA ARGENTINA BICONTINENTAL

Marcelo Javier de los Reyes*

Al momento de hablar de geocultura nos lleva, quizás de manera automática a pensar en geopolítica, término que durante décadas fue evitado debido a que se lo asociaba con el nazismo y su concepción del Lebensraum, vocablo alemán que significa «espacio vital», el cual implica la expansión territorial o el área de influencia de un Estado que se considera imprescindiblemente para su existencia. De esta manera, siempre hablando en el marco del pensamiento denominado «occidental», lo que era una disciplina científica nacida cuando despuntaba el siglo XX pasó a tener una connotación negativa y su empleo evitado. No obstante, la geopolítica nunca desapareció o, como lo expresa el doctor Alberto Huschenreuter, «la geopolítica nunca se fue, ni siquiera cuando terminó la Guerra Fría ni cuando predominó el régimen de globalización»[1]. Que no se la mencionara no significa que no se recurriera a ella.

El geógrafo, politólogo y político sueco Rudolf Kjellen (1864 – 1822) fue quien acuño el término Geopolitik, la definió como «la ciencia que concibe al Estado como un organismo geográfico o como un fenómeno en el espacio». En la concepción de Kjellen, el Estado es considerado como organismo viviente que se manifiesta en cinco aspectos:

    • el territorio,
    • el pueblo,
    • la economía,
    • la sociedad y
    • el gobierno[2].

El sociólogo y científico social estadounidense Immanuel Wallerstein (1930 – 2019), quien es considerado como el principal teórico del análisis de «sistema-mundo», en su libro Geopolítica y geocultura hace un repaso de los principales hitos del final del siglo XX ―derrumbe del Muro de Berlín, implosión de la Unión soviética, declive de la hegemonía de Estados Unidos y la reconfiguración del mundo― tras lo cual argumenta que desde 1968 se asiste a un rechazo a las doctrinas provenientes del liberalismo basadas específicamente en la economía y la política para poner el acento ―desde un enfoque intelectual― en la «cultura», develando una novedosa relación entre las ciencias y las humanidades. En función de ello, al momento de referirse a la geocultura se centra en las identidades nacionales, en la tensión manifiesta entre lo local y lo universal, entre el nacionalismo y el internacionalismo el sentido de civilización, el papel de las ideologías y el sistema mundial[3]. Es así que considera la geocultura como otra cara de la geopolítica.

En la Argentina la cuestión de la geocultura fue abordada por el filósofo y antropólogo Rodolfo Kusch (1922 – 1979) en su libro Geocultura del hombre americano publicado en 1976. Dice Kusch:

Es curioso que el mar no haya constituido un problema para la cultura argentina. Las menciones que se hacen del mar durante la colonia son en general de un tipo centralizante. Se trata de defender la colonia de invasiones y entonces había que tomar las medidas del caso. De ahí los viajes de Biedma y del piloto Villarino. Pocas veces se hacen concesiones para la explotación del mar propiamente dicho, o para ejercer sobre él un dominio. Esto hace pensar que hay dos formas de referirse al mar, una se refiere a su condición de simple lugar de fácil acceso, y la otra es tomarlo en sí mismo como un ente explotable o de instrumento de soberanía.

En general ha predominado siempre el primer criterio. ¿Por qué? Seguramente por la formación de la cultura popular en Argentina.[4]

Luego agrega:

La Argentina tiene sus raíces culturales en su mediterraneidad, mal que nos pese a nosotros los porteños. Al principio fue el eje del litoral que termina por encontrar su sede en Asunción. En segundo término el que se aglutina en torno a los valles calchaquíes, y, finalmente, el que penetra por Chile y se ubica en Cuyo y que tiene serias injerencias en los anteriores. Los tres ejes condicionan la geocultura argentina, especialmente la popular, y repercuten en todo sentido a través de toda la historia argentina.[5]

Quizás esa «mediterraneidad» sea la que limita nuestra proyección marítima y antártica y la que nos impide asumir que la Argentina es un país continente, el octavo a escala mundial en extensión territorial y con un enorme espacio marítimo en el Atlántico Sur.

La introducción del mapa bicontinental publicado por el Instituto Geográfico Militar en 1954 se enmarca en un período en el que en la Argentina había una conciencia nacional y estudiosos de la geopolítica argentina que tenían una profunda consideración por la vasta geografía, la importancia del Atlántico Sur y la búsqueda de proyección regional, con un marcado acento en la defensa de nuestra soberanía, fundamentalmente sobre los archipiélagos del Atlántico Sur (islas Malvinas, islas San Pedro e islas Esquivel) y la Antártida.

Lamentablemente, los estudios geopolíticos en Argentina, que tuvieron un gran desarrollo hasta las décadas de 1960 y 1970, languidecieron rápidamente sin que se encuentren en la actualidad teóricos de la talla del almirante Segundo Storni, de los generales Juan Domingo Perón, Juan Enrique Guglialmelli, del coronel Jorge E. Atencio, Andrés Alfonso Bravo, editor y director de la revista Geopolítica. Desgraciadamente tampoco contamos hoy con cuadros que expresen un pensamiento estratégico equiparable al que desarrollaron los generales Enrique Mosconi, Manuel Savio o el vicealmirante Carlos Castro Madero.

La nueva cartografía producida por el Instituto Geográfico Nacional (IGN), en particular el Mapa Bicontinental de la República Argentina y el Planisferio de Proyección Aitoff en sus orientaciones Norte a Sur y Sur a Norte, así como la sanción de la Ley 26.651 que establece el mapa bicontinental de la República Argentina en todos los niveles y modalidades del sistema educativo como así también en su exhibición pública en todos los organismos nacionales y provinciales, son pasos relevantes en la toma de conciencia de las dimensiones de nuestro país pero no son suficientes.

La Argentina precisa urgentemente que aparezcan geopolíticos de fuste, una nueva dirigencia política con capacidad para conducir un «país continente» y que tenga en claro los Intereses Nacionales, así como la reconstrucción de nuestras Fuerzas Armadas a los efectos de garantizar la Soberanía Nacional.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

Autor del libro «Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones», Buenos Aires: Editorial Almaluz, 1ª edición 2019, 2da edición 2024.

Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

Bibliografía 

Atencio, Jorge E. ¿Qué es la geopolítica? Buenos Aires: Pleamar, 1979, 384 p.

Hutschenreuter, Alberto. La geopolítica nunca se fue. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Almaluz, 2025, 290 p.

Kusch, Rodolfo. Geopolítica del hombre americano. Buenos Aires: Fernando García Cambeiro, 1976, 158 p.

Wallerstein, Immanuel. Geopolítica y geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Barcelona: Kairós, 2007, 336 p.

 

Referencias

[1] Hutschenreuter, Alberto. La geopolítica nunca se fue. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Almaluz, 2025, 290 p.

[2] Atencio, Jorge E. ¿Qué es la geopolítica? Buenos Aires: Pleamar, 1979, p. 22-24.

[3] Wallerstein, Immanuel. Geopolítica y geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial. Barcelona: Kairós, 2007, 336 p.

[4] Kusch, Rodolfo. Geopolítica del hombre americano. Buenos Aires: Fernando García Cambeiro, 1976, p. 61.

[5] Ídem.

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