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ROBOCOP EN LA PERFECTA IDIOTEZ DE ZURDOS Y PROGRES

Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha*

Como salidos del Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano, un carnaval de progres y zurdos arremetió con argumentos redundantemente idiotas contra el policía que, en ejercicio del derecho a la legítima defensa, abatió a uno de los delincuentes que quiso robarlo a él y su novia noches atrás en Moreno. 
 
El hecho tuvo la relevancia periodística que muchas otras muertes violentas, de habitantes honrados y policías, no generan. Títulos que aludían al «motochorro asesinado» se leyeron en diarios de todo el país, y cantidad de opinólogos debatieron en programas de radio y televisión -con o sin conocimientos técnicos- los alcances de la legítima defensa. 
 
Era fascinante leer y escuchar el cinismo entusiasta con que zurdos y progres argumentaban, en definitiva, que los policías no son seres humanos. 
 
Y aquí otra vez lidiamos con el pasado no resuelto, donde desde la falsificación de la historia y prevaricato judicial mediante se impuso que los terroristas castristas fueron víctimas de los malvados militares, por lo que en nombre de los derechos humanos de aquellos «idealistas» se siguen negando hoy día los derechos humanos de los enjuiciados por la revancha terrorista. Y como a los militares que combatieron al terrorismo se les niega su humanidad, por carácter transitivo de pura ideología se niega también la humanidad a los policías en actividad. 
 
La cuestión no es menor, porque los partidos políticos progres y de izquierda, sus orgas de DD.HH. y buena parte del poder judicial demuestran a diario creer que los policías no son humanos y carecen entonces de elementales derechos como el de la legítima defensa. Sin contrarrestar esa predica de odio a los uniformados no habrá mejoras en la Seguridad Interior.
 
Mientras tanto a todo ese zurdaje / progresía, en teoría con tanta preocupación por los derechos humanos, les vendría bien atender lo declarado por la novia del delincuente abatido. Conforme ella explicó, el «motochorro» sufría de adicciones y la familia no lograba convencerlo para que se sometiera a un tratamiento. 
 
Entonces que la izquierda y los progres no le echen la culpa al policía, que se hagan cargo de haber impulsado la Ley 26,657 de Salud Mental, con marcado sesgo ideológico en la finalidad de «normalizar la locura», que impide intervenir a las familias de los adictos en resguardo de ellos. Esa ley ha matado mucha gente y seguirá matando mientras siga vigente
 
Esa ley merece incorporarse al Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano, es un despropósito mucho más dañino aunque menos evidente que la estúpida ley de alquileres del inservible Lipovetzky. Y el paralelo entre ambas leyes debe hacerse para entender que ese tipo de legislación no son errores aislados, son esfuerzos complementarios para hacer de la República Argentina un desquicio decadente. 
 
La izquierda toda milita el absurdo, y para cada absurdo que milita la izquierda hay un montón de progres con micrófono, cámara o página dispuestos a repetir el absurdo como si fuera una verdad revelada. La izquierda es el oráculo de los progres. No sea cosa que los puedan acusar de fachos…
 
Vamos por la vía del absurdo, y expongamos un argumento idiota:
 
El policía recibe entrenamiento, privilegio que el pobre delincuente no tiene, así que para que haya proporcionalidad ningún policía debe abrir fuego hasta que 2 delincuentes le disparen a la vez.
 
Estaremos de acuerdo en que es una total idiotez, sin embargo el CELS y la CORREPI son capaces de militar eso…
 
De hecho la «activista antirrepresiva»  María del Carmen Verdú dio su interpretación del hecho en estos términos:  
 
«El policía disparó por la espalda a alguien que se alejaba. Acá y en la China, eso se llama HOMICIDIO. Y de cobardes, a traición«.
 
De movida cabe responder que el policía asaltado no disparó contra «alguien que se alejaba», sino contra un delincuente que consumaba el robo de su moto a mano armada. 
 
En el contexto del hecho, con riesgo para su novia, de noche y ante dos delincuentes, no debería siquiera discutirse que el policía actuó bien.  
 
Sin embargo, los defensores de la delincuencia hasta se atreven a decir que el policía obró con cobardía y a traición, cuando lo único que hizo fue obrar racionalmente en defensa de su novia, de sí mismo y de su propiedad. Porque no tiene sentido pedirle a un policía que de la voz de alto cuando ello puede significar riesgos para terceros.
 
Luego están los que dicen que hay que dejarse robar porque un bien cualquiera, en este caso una moto, no vale una vida. Claro que eso es fácil decirlo cuando refiere a la propiedad de otro, y además es una observación espejo, de ver el asunto completamente al revés. No es el propietario de ningún bien quien cree que su propiedad vale una vida, es el delincuente que intenta arrebatar esa propiedad quien cree que su vida vale menos que ese bien. 
 
Es preciso amparar la legítima defensa y el cumplimiento del deber estableciendo desde la doctrina, la legislación y la jurisprudencia que quien inicia una acción delictiva es responsable por todas las consecuencias derivadas de su acto, incluyendo su propia muerte.
 
Si eso no se entiende será muy difícil -imposible diría- mejorar la Seguridad Interior. 
 
Es una constante que quienes pretenden que la sociedad sienta culpa por haber aniquilado terroristas castristas pretenden también que la sociedad sienta culpa por defenderse de la delincuencia. Ya sabés: no seas facho, dejalos arriar tu Bandera y llevarse tu billetera…
 
Los periodistas que militan izquierda, como Rolando Barbano, siguen queriendo explicar la realidad con anteojos de 1983. Desconocen, además de la historia, que hoy, por ejemplo, las Fuerzas Armadas son las instituciones con el menor nivel de desconfianza social, de acuerdo a un estudio elaborado por CIGP.
 
Y algunos siempre vuelven a su redil, como Jorge Lanata, que fundó Página/12 con dineros mal habidos del ERP para acción psicológica a los fines perseguidos por Gorriarán Merlo en el MTP.
 
Según Lanata, si te asaltan y andás calzado solamente podés disparar al delincuente si lo retás a duelo como en el viejo oeste según Hollywood…
 
Es esa una idea hipócrita de quien deliberadamente elige desconocer la realidad. Se pretende que quien se ve sorprendido por un delincuente tenga la habilidad de ser perito instantáneo y discernir en pocos segundos si quien lo agrede tiene un arma en condiciones de disparar, si está drogado, si tiene afecciones psiquiátricas y además -pero al mismo tiempo- realizar un profundo estudio ambiental para comprender las necesidades (esas que crean derechos) de la pobre víctima de la sociedad que por tanta opresión capitalista intenta despojarte de tu propiedad o tu vida. O sea, un ciudadano común, para poder defenderse, debe ser perito en balística, toxicología, psiquiatría, psicología, sociología y trabajo social, y si ese ciudadano es policía debe sumarle ser ni más ni menos que Robocop.
 

Pero para que un policía pueda emular la cuasi perfección de Robocop, se requiere un contexto y entrenamiento de primer mundo. Argentina claramente -por ahora y siendo muy optimista- es un país tercermundista, por lo que el grueso de sus efectivos policiales no tiene, por ejemplo entre otras muchas falencias, las horas de entrenamiento en tiro dinámico que acreditan policías de otros países. 
 
En la película «El pistolero invencible», el personaje interpretado por Glenn Ford, a quien nadie creía «pistolero» dice lo siguiente sobre los requisitos para ser un experto en armas: 
 
«¿Hay alguien aquí que sepa como se debe usar un revólver? Mira como lo llevas Harvey, demasiado alto, no debe usarse así, se lleva abajo, atado a la pierna, para que al extender tu mano caiga justo sobre él. ¿Entiendes? Al desenfundar con rapidez la funda no te estorba. En la forma en que tu lo tienes jamás podrás sacarlo rápidamente de la funda. Y tú Carl, siempre con esas suertes que haces con él, llegarás a hacer buenos trucos con el revólver, divertidos. Pero eso no significa que sepas disparar. Mc Govern, tú también debes saber algo, no se dispara a la garganta de un hombre sino al pecho o al estómago, a la parte más amplia del cuerpo. Hablo de… tú eres bueno tirando herraduras, es lo que crees, ¿no Allyn? ¿Cuántas horas practicas al día? Dímelo, ¿cuántas horas? ¿Tal vez una? Una, Harvey. ¿Sabes cuántas horas al día hay que practicar para saber disparar? Te lo diré Harvey: seis horas al día. Sin omitir ninguno, por años
 
Un pistolero, un especialista, seis horas al día, por años… 
 
Por supuesto es Hollywood, con sus fantasías y exageraciones, pero: ¿Cuántas horas de entrenamiento en tiro práctico tienen al mes nuestros policías? ¿Cree usted que llegan a seis? Le aseguro que no.
 
No veo a ninguno de la legión de indignados porque un policía mató a un delincuente en plena flagrancia del delito, que es la misma legión de indiferentes por los disparos y víctimas de la delincuencia, reclamar municiones y prácticas de tiro para los policías. ¿Por qué será? Tal vez sea un olvido, como el de olvidarse que un policía, a más del cumplimiento del deber, puede obrar en defensa propia como cualquier ciudadano.
 
Sólo un sistema judicial pervertido por zaffaronismo podría reprochar la conducta del policía, quien sorprendió en la noche obró en resguardo de su novia, de su propiedad y de terceros al abatir a un delincuente en plena flagrancia.
 
Defendemos al policía o nos entregamos a los delincuentes.
 
Vaya este artículo en memoria del francotirador condecorado del GEOF Sargento Darío «Onírico» Ávalos, caído en cumplimiento del deber. 
 
 
* Ariel Corbat, La Pluma de la Derecha,
un liberal que no habla de economía. 
 
Artículo publicado originalmente el 28/05/2023 en La Pluma de Derecha, https://plumaderecha.blogspot.com/2023/05/robocop-en-la-perfecta-idiotez-de.html

EL ERROR DE PROHIBIR

Revista Tiempo GNA*

Desde el último medio siglo distintos políticos argentinos promulgaron leyes prohibiendo portación y hasta la tenencia de armas con el objetivo reducir la violencia y los homicidios. Sin embargo, esta política siempre consiguió un efecto contrario.

El gobierno se equivoca cuando promulga leyes de prohibición y de control de armas, porque el menos beneficiado es el ciudadano honesto que, en vez de defenderse inmediatamente ante la presencia de un asaltante, debería recurrir a un teléfono sin que el asaltante lo vea, marcar el 911 y esperar que lo atiendan: tiempo estimado 10 minutos. Finalmente, cuando la policía llega, tal vez él y algunos miembros de su familia ya hayan sido asesinados. Tiempo estimado de respuesta de un arma 2 segundos.

Obviamente es mejor que un policía en el teléfono.

Más del 90% de las intervenciones de la policía se dan cuando el crimen ya se ha cometido y llegan al lugar sólo para ver lo sucedido. Estar armados producirá algo que se busca hace largo tiempo: el cambio en el comportamiento de los criminales.

Error de concepto Una buena parte de los políticos cree que promulgando nuevas prohibiciones y limitaciones logrará resolver los problemas que aquejan a la población. Deberían saber que los asaltantes y criminales no compran armas, sólo las roban, incluso a la misma policía. Es un error creer que subirán las muertes por el hecho de que uno tenga un arma y se defienda en el caso de que lo ataquen. Bajo la prohibición de armas, el que quiere matar o entrar a robar a una casa, sabrá que tiene la ventaja que Ud. está desarmado, lo mismo al intentar robarte en la calle, motivo por el cual el delincuente jamás se verá amenazado y tendrá más incentivos para continuar asaltando o asesinando. Lo único que consiguen prohibiendo es que los traficantes de armas incrementen un negocio que por ahora es mínimo.

En 1920 en los Estados Unidos se promulgó la llamada “ley seca” que pretendía que la gente dejara de beber alcohol. Pero el consumo continuó de forma clandestina y bajo el control de feroces mafias. En vez de resolver problemas, la ley seca había llevado el crimen organizado a sus niveles más elevados de actividad como nunca antes había ocurrido en Estados Unidos. Finalmente, después de 13 años, el gobierno dedujo que había sido peor el remedio que la enfermedad y dio un giro. Pasaron casi 100 años de ese experimento y algunos no aprendieron.

Gobiernos totalitarios como los de Hitler, Stalin o el del mismo Fidel Castro, decretaron la prohibición de la tenencia de armas y el desarme de la población. En cambio, otros líderes mundiales, incluso de Sudamérica fueron fieles promotores de la portación de armas. 

El derecho a defenderse

Los políticos deben dejar de ver las armas como término negativo sinónimo de muerte, crímenes o heridos. Es momento de verlas como un derecho fundamental de la persona, a la autodefensa y a la propiedad. Es momento de convertirlas en sinónimo de defensa, seguridad y protección. Es necesario comprender que el problema no se encuentra en las armas sino en las personas peligrosas. Hoy, los gobiernos de algunas naciones no pueden defender a gran parte de los ciudadanos, y para peor dictan leyes para desarmar a aquellos que lo necesitan.

El derecho a la propia defensa es la costumbre más antigua que se conozca. No existe otra necesidad tan remota y vital que la defensa propia.

Artículo publicado por la Revista Tiempo GNA 79.

PERÚ ACTUAL DE EMOCIONES CONTRASTANTES

Francisco Carranza Romero*

sanchezcampoblanco en Pixabay

Cuando un peruano se encuentra en el exterior se informa sobre su país gracias a los medios de comunicación; entonces, siente mucha preocupación por las noticias: inseguridad social, corrupción en todos los niveles, inestabilidad política, muertes de los que se atrevieron protestar en las provincias del sur (desde diciembre de 2022 hasta marzo de 2023), lenta investigación e impunidad para los que dispararon en nombre del orden contra los que protestaban. Además, el clima cálido con lluvias que destruyen vías y poblados. Crece la preocupación, poco a poco, porque, ¿quién no quiere lo mejor para su país?

Viviendo ya dentro del Perú también el peruano experimenta muchos y variados sentimientos contrastantes:

Alegría. Por estar cerca de la familia residente en Perú. Por saborear la deliciosa y variada comida. Además, por las frutas y tubérculos frescos, gracias a los variados microclimas y por la labor de la gente de la zona rural.

Quien no ha roto su relación con la madre naturaleza siente la emoción al contemplar y dialogar con la montaña, río y vegetal. Es el pensamiento hilozoísta del andino.

Cólera. Al conducir un vehículo en las calles de Lima se ve el poco respeto de las reglas de tránsito: Los ómnibus, combis (microbuses) y camiones no guardan sus carriles y, muchas veces, no se respetan el semáforo. Los ómnibus y combis se detienen en cualquier lugar para recoger pasajeros obstaculizando el tránsito de otros vehículos que están detrás. Además, muchos colectiveros (automóviles particulares usados como taxis informales) hacen la competencia ilegal a los transportes públicos formales que sí pagan los impuestos.

Los conductores, creyéndose los dueños de las vías, recurren a las bocinas ruidosas por cualquier motivo. Si se les llama la atención, inmediatamente responden con gestos y gritos cargados de coprolalia (copro: excremento, mierda; lalia: lenguaje): carajeos, cojudeos y mentadas de madre. Una muestra de que mucha gente vive cargada de tensión y con las ganas de agredir a otros.

Las motocicletas, ahora convertidos en transportes de entrega rápida de los pedidos, corren zigzagueando entre los carros y hasta invadiendo los carriles exclusivos para los ómnibus. Pocos motociclistas respetan las reglas de tránsito. El objetivo es avanzar lo más rápido posible.

Como muchas avenidas no tienen ciclovías, las motos, bicicletas y patinetes se suben amenazadores a las aceras. Entonces, son los peatones los que tienen que cederles el paso para no ser atropellados.

Experimentando el tráfico en las calles se puede medir el grado cultural de un pueblo.

Miedo. En la calle hay que andar en alerta constante para no ser víctima de asalto y robo. Los ciclistas y motociclistas arrebatan el celular del que camina hablando por la vereda. Las armas de fuego y las punzocortantes son las más utilizadas. Hay casos en que, si alguien se resiste al arrebato de su billetera o su celular, es herido, abaleado y hasta asesinado.

Las viviendas, aun con un vigilante en el portón, tienen el servicio de alarma.

También hay miedo a la extorsión y amenazas de los ciberdelincuentes.

Las noticias diarias de tantas personas acribilladas en las calles son atribuidas a los sicarios.

Muchos peruanos, por evadir la responsabilidad nacional, culpan sólo a los extranjeros como los causantes de todos los robos, homicidios, sicariatos, tráfico de personas, etc.

Falta de tranquilidad. Los vecinos fiesteros, especialmente los fines de semana, celebran sus reuniones con comida, licor y música a alto volumen. Por el efecto de los tragos y el ambiente emotivo hay gritos y carcajadas. Las fiestas, muchas veces, se pasan de la medianoche. Y, si alguien pide calma y menos bulla, pocas veces es escuchado; la mayoría de las veces la respuesta del fiestero es desafiante y agresiva: ¡En mi casa yo puedo hacer lo que me da la gana! ¡No sabes con quién te metes!

Aun así, como Lima es capital del Perú, es la ciudad modelo para otras ciudades de las provincias. Por el centralismo, la capital es donde se encuentran más ventajas: mejores oportunidades laborales y educativas, y mejores centros de salud. Las embajadas de los países extranjeros, el único aeropuerto internacional, y los más altos estamentos políticos, judiciales están aquí.

Esta exposición de la realidad no es una difamación; es una advertencia para prevenir a los peruanos y extranjeros de las sorpresas desagradables.

 

* Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur.

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