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LA GLOBALIZACIÓN, CONCEPTUALIZACIÓN DEL FENÓMENO Y SUS EFECTOS EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES

Héctor Martínez*

Imagen de Pete Linforth en Pixabay 
Introducción

La “globalización” concepto que está en boca de todos desde hace dos décadas, es interpretado por algunos como un fetiche mágico que da solución a todos los problemas, indispensable para la felicidad presente y futura, y para otros la causa de la infelicidad que padecen. Es evidente que este fenómeno, que sí tiene una característica compartida por casi todos, su irreversibilidad, posee una profundidad que no se visualiza a simple vista.

La globalización, divide en la misma medida que une, según Zygmunt Bauman[1]. En su estudio de las consecuencias humanas de la globalización, sostiene que ésta pone en marcha un proceso “localizador” de fijación de espacios. Esos procesos, sostiene, producen una tajante línea divisoria, entre las condiciones existentes de poblaciones enteras, por un lado y diversos segmentos de cada una de ellas por otro. Para unos aparece como globalización, para otros como localización. Para unos una nueva libertad, para otros un destino cruel e inesperado. Algunos son “globales”, otros quedan detenidos en su “localidad”, una situación poco agradable, donde los “globales” imponen las reglas. Ser “local” es un signo de penuria y degradación social.

En este proceso de globalización, los centros de producción de “significados y valores”, son extraterritoriales, están emancipados de las restricciones locales. Son muchas las dimensiones que este nuevo orden abarca y las polaridades que aborda: ricos y pobres; nómades y sedentarios; lo normal y lo anormal; lo que está fuera o dentro de la ley, constituyen estas nuevas dimensiones de la polaridad, siendo éste, otro de los factores que afecta la globalización.

Es evidente que en las últimas décadas, las transformaciones globalizadoras se puede enfocar con la siguiente dualidad: para bien, cuando se enfoca desde la integración del mundo en algunos campos, sobre todo en el comunicacional, para mal, si se enfoca en el ahondamiento de las desigualdades e inseguridades y la fragmentación.

La globalización y la revolución informática también pasó a ser la palabra de moda, la idea símbolo para explicar muchas políticas impopulares de los gobiernos, la articulación de protestas por motivo de nacionalismos, disputas sociales, étnicas o religiosas.

Este fenómeno, la globalización, o la nueva globalización, para los que creen que existe desde hace mucho tiempo, ha tomado más protagonismo en las últimas décadas del siglo XX, en el contexto de los grandes cambios producidos a partir de la crisis capitalista de los años 70, el derrumbe del socialismo estatista, la emergencia ecológica mundial y el enorme desorden mundial que siguió al orden bipolar y por último, la Guerra del Golfo, el atentado a las torres gemelas y las operaciones iniciadas por EEUU y algunos de sus aliados en el marco de la guerra contra el terrorismo. Fueron los hechos que marcaron el avance y la consolidación de esta nueva globalización, con nuevas características que se introdujeron a la sociedad mundial, donde además de la consolidación del capitalismo, ha creado un nuevo antagonismo dentro de ese bloque, han florecido muchas tensiones que estaban controladas durante la guerra fría.

La globalización, como fenómeno central de esta época, se puede definir como el menos complejo y delimitado de los temas actuales. Para algunos autores la globalización es una tendencia actual, un fenómeno futuro, un proyecto hegemónico, un mito, una etapa histórica concreta, varias cosas juntas. Para las ciencias sociales, globalización es más una noción (conocimiento elemental) que un concepto (científico), cuya consecuencia es la novedad y la complejidad del fenómeno.

Esta dificultad para conceptualizar el fenómeno, ha hecho que la interpretación de distintos autores, si es un fenómeno nuevo o viejo o las características sobre el alcance y efectos del fenómeno, sea muy diverso y contradictorio, más aún cuando el mismo no está cerrado, tiene todavía un final abierto.

Existe un lenguaje metafórico para denominar este fenómeno: aldea global, sociedad amébica (en continuo movimiento), tercera ola, nuevo Babel, shopping center global, nuevo imperio, etc.

El objetivo de este trabajo es tratar de indagar los enfoques que distintos autores dan sobre el fenómeno de la globalización en desarrollo, los efectos del mismo y los impactos, y tratar de ver similitudes y diferencias con los sistemas de dominación que se conocieron históricamente, como el imperio, el imperialismo y el neocolonialismo.

Precondiciones históricas de la globalización

Para analizar este tema, partiré de la idea que la globalización más allá de ser un fenómeno nuevo o viejo, en las últimas décadas del siglo XX y en lo que hemos transitado del XXI, ha adquirido características particulares que lo hacen diferente y a esto podría denominarse nueva globalización.

La crisis del capitalismo en la década del 70, la caída del muro de Berlín, el derrumbe de los socialismos, la crisis ecológica mundial, el fin del orden bipolar, fueron los hechos que marcaron los cambios y dieron inicio a las crisis que se enmarcan en este nuevo fenómeno. En estas décadas se ve con mayor nitidez como confluyen procesos viejos y nuevos. Alejandro Dabat[2] señala que los procesos viejos son el desarrollo de la tecnología electrónica de comunicaciones que Dabat relaciona al progreso en la microelectrónica (fenómeno tecnológico) enmarcado en una nueva revolución productiva[3]. Esta transformación se dio luego del agotamiento del patrón fordista – keynesiano de acumulación, dando vía libre a la automatización flexible de los procesos productivos, con la introducción de las computadoras y de las redes, la revolución de las comunicaciones y la llamada economía del conocimiento, que no es otra cosa que la aplicación de la informática tanto a la producción como a las comunicaciones.

El impacto de la informatización y la revolución de las comunicaciones impactaron más allá de la esfera de lo económico, impacto sobre las relaciones sociales y sobre los patrones culturales.

Esta situación produjo cambios en dos dimensiones, uno de tipo cuantitativo, el referido a la extensión mundial del capitalismo, el cual  penetró con fuerza en lo que se denominaba 2º y 3º Mundo. Otro podría considerarse la expansión de las redes de comunicación y transporte. La unificación tecno-económica tiende a la unificación política y ejerce fuerzas tendientes a la homogenización social cultural, con sus consecuencias contradictorias y de profunda desigualdad. El otro es el aspecto cualitativo que da lugar a tres grandes procesos de transformación: revolución informática de las comunicaciones, avances tecnológicos que fueron puntos de inflexión que transformaron fuerzas productivas y modos de vida, como patrones de consumo o aspectos económicos, modificación de lógicas de acumulación. También produjo alteraciones sociales culturales y geopolíticas, como la descomposición de la ex URSS con sus conocidas consecuencias, la ampliación de la brecha tecnológica o la precarización del trabajo etc.

Otro proceso, fue lo que se dio a llamar reestructuración posfordista y de mercado del capitalismo. En lo que hace a la primera, debemos recordar que la misma se basaba en una automatización rígida, en una especialización del trabajo en torno a la cadena de montaje, con un control burocrático. Los cambios se dan por una automatización más flexible y de gestión computarizada, la nueva organización del trabajo se da a partir de círculos de autocontrol de calidad y el fraccionamiento de los procesos productivos que posibilita la relocalización parcial de parte de los mismos. Se producen aceleraciones en el flujo de información que permiten un control a distancia, se sustituyen grandes series estandarizadas por pequeñas series reprogramables que facilitan la descentralización.

La empresa capitalista, con las nuevas condiciones de la competencia global, el nuevo sistema financiero y la nueva división internacional del trabajo, ha cambiado en su organización y funcionamiento. De la corporación multinacional verticalmente integrada, se ha pasado a la empresa trasnacional versátil y mundialmente omnipresente (empresa red de alcance global) instalada con distintos segmentos productivos donde cuente con mejores ventajas competitivas. Se extienden mundialmente con una red de filiales, empresas asociadas, contratistas, distribuidores o franquiciatarios, distintas alianzas estratégicas temporales con empresas competidoras, todo esto afectando a la pequeña y mediana empresa que quedará cada vez mas incluida en esas redes ínter empresariales de carácter mundial.

En lo que se refiere a la segunda, es decir la reestructuración del mercado de capitalismo, una de las características del cambio efectuado es el pasaje del crédito bancario a la emisión de bonos y acciones, a la informatización de las operaciones, la creación de nuevos instrumentos para la intermediación como son los fondos mutuales y de protección, sociedades y bancas de inversión, fondos de pensión, compañías de seguros, etc. Todo esto con la consiguiente laxidad de los controles por parte de los organismos del Estado, la desregulación, parte integrante de lo que se dio en llamar “Globalización financiera”. Este sistema se impuso sobre el anterior que consistía en créditos bancarios fuertemente regulados por la banca central, con bajo costo financiero y agilidad operativa, dando lugar a éste nuevo, altamente volátil y relativamente desvinculado de la esfera productiva.

Todos estos aspectos dieron lugar a la conformación de un nuevo patrón de acumulación, basado en la producción de bienes y servicios intensivos en conocimientos, liderados por el sector electrónico informático y el sector científico educativo; paralelamente se desarrolló una esfera crediticia transformada por la tecnología informática. Pero estos cambios requerirán siempre de marcos regulatorios y pactos sociales que den sustentabilidad política y social al sistema. Este es el principal problema que no ha sido resuelto en su totalidad, creando las divergencias y antagonismos que conocemos.

Estas transformaciones que he descrito y las consecuencias que las mismas han incorporado a la situación política y social del mundo, son variadas y se producen en distintos campos, siendo en el campo del desarrollo donde más se notan las características excluyentes, en los países preindustriales, también vemos exclusión en territorios subnacionales y a diario una fragmentación hasta en las propias ciudades, creando el concepto de ciudades duales[4]. Estas reflexiones nos llevan a plantear la importancia que en este mundo globalizado adquiere el territorio, aquel que muchos autores se apresuraron en declararle su muerte. Sergio Boisier[5] lo describe en uno de sus escritos y además afirma que con la globalización el concepto de territorio se revaloriza. Señala que el hombre es ante todo un “animal territorial” y luego es un “animal político” y agrega que “la globalización lleva la amenaza de romper los lazos de identidad territorial, pasando a un mundo corporativo funcional, donde sería más importante ser ciudadano de la Coca Cola, que chileno o argentino, no obstante esto jamás ocurrirá. La globalización genera una dialéctica de identidad, cuando mayor es el peligro de alineación, mayor es la tendencia de las personas a reforzar la dimensión territorial”.

Hasta aquí algunas precisiones y conceptos sobre las precondiciones e impactos de la globalización en el período actual, como vemos la misma influye sobre todos los campos de la interacción de los países, regiones y hasta en el desarrollo de cada individuo, esto hace que la visión sobre este fenómeno sea disímil, entre distintos pensadores e investigadores, trataremos a continuación de analizar someramente las principales posturas.

Diferentes interpretaciones sobre la globalización

Para iniciar este tema, lo haré analizando los principales conceptos vistos en la cátedra, es decir sobre la base de las opiniones de Michael Hardt y Antonio Negri, en su obra “Imperio”[6].

Estos autores desarrollan la hipótesis que la globalización ha transformado la soberanía en algo nuevo, dominada por organismos nacionales y supra nacionales unidos por una lógica de dominio, a esta nueva forma global de soberanía le llaman “imperio”. Consideran a este imperio como un nuevo sujeto político que regula los intercambios globales, son el nuevo poder que gobierna el mundo. Esto trae como consecuencia la decadencia de la soberanía política y una mayor autonomía del mercado, también se produce un cierre de canales para la participación de ciudadanos y trabajadores.

Sostienen en principio que lo que hoy entendemos por imperio es algo diferente al imperialismo. En la era moderna, en Europa, la soberanía de los Estado Nación fueron la piedra angular de los imperialismos, estos fueron una extensión de esa soberanía más allá de sus propias fronteras.

La declinación de la soberanía de los Estados Nación y su incapacidad para regular los intercambios económicos y culturales, muestran, según señalan los autores, uno de los síntomas de ese “imperio” que comienza a emerger. El imperio comienza a florecer a partir del ocaso de la soberanía moderna. Los autores entienden por soberanía moderna a la soberanía capitalista, una forma de mandato que sobredetermina la relación entre la individualidad y la universalidad como una función del desarrollo del capital. En virtud de las labores de la maquinaria de la soberanía, la multitud[7], nuevo sujeto de la política, se convierte permanentemente en una totalidad ordenada. También señalan que la soberanía es un poder de policía, un poder que debe tender permanentemente a incluir las singularidades en la totalidad, es decir tender a la homogeneidad.

Haciendo un análisis de la dislocación de la dinámica organizacional del Estado, del pasaje de la jerarquía medieval al de la disciplina moderna y de la transformación del paradigma de la soberanía, basado inicialmente en la trascendencia del punto único de mando situado por encima del campo social, Negri y Hardt conciben el cambio como un tránsito dentro de la noción de soberanía. Afirman también que esta soberanía moderna da nacimiento al biopoder[8].

A medida que la modernidad declina, aparece una nueva etapa, donde se ve nuevamente la dramática antítesis que ya estaba en la base de la modernidad. La síntesis entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de dominación, que tan bien había teorizado Weber, aparece con una relación precaria e improbable. Los deseos de las multitudes y su antagonismo respecto de toda forma de dominación las llevan a desligarse una vez más de los procesos de legitimación que respaldan al poder soberano.

Desarrollados los principales conceptos, sobre la globalización, enfocada como un nuevo poder del imperio, los autores penetran en la articulación de la naturaleza de la soberanía imperial. Lo hacen analizando el impacto que la revolución estadounidense y la aparición de una nueva “ciencia política”, proclamadas por los autores de “The Federalist”, aplicaron sobre la tradición existente en la soberanía moderna. Mientras antes el trascendentalismo de la soberanía era presentado con las formas enunciadas en las teorías de Hobbes o Rousseau, lo que surge en EEUU la transforma en una nueva soberanía, que surge de la formación constitucional, donde fijan límites y contrapesos, frenos y equilibrios que, además de constituir el poder central, contiene el poder de las multitudes, se da una suerte de interacción democrática de las fuerzas, vinculadas entre sí en redes.

Sostienen estos autores que después de la guerra fría y del debilitamiento y decadencia de las viejas potencias, surgió la iniciativa estadounidense de constituir un orden imperial. Este proyecto imperial, hegemónico, es un proyecto de poder en red, que define una nueva fase de la historia constitucional de EEUU. De ella surge la responsabilidad de ejercer un poder de policía internacional que recayó en este Estado y que se vio en la “Guerra del Golfo” inicialmente y luego en Irak. En ella se vio claramente cómo se presentó a EEUU como la única potencia capaz de aplicar la justicia internacional en nombre del derecho global. La fuerza policíaca mundial de los EEUU obra, no con un interés imperialista, sino con un interés imperial.

No obstante, la legitimación del orden imperial no puede basarse solamente en la mera efectividad de la sanción legal ni en el poderío militar. Debe apoyarse además en normas legales internacionales. Para esto se crearon una serie de organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas (ONU), que constituyeron una autoridad central, un motor supranacional legítimo de acción jurídica. Terminada la Guerra Fría, EEUU fue llamado a ser el garante de todo este derecho supranacional. Los autores equiparan esto a lo ocurrido en el siglo I de la era cristiana cuando, por el bien público, los senadores romanos le pidieron al emperador Augusto que asumiera los poderes imperiales de la administración.

Esta obligatoriedad en responder a las demandas de paz y de orden, quizás sea una de las características esenciales del imperio, su desarrollo se basa en un contexto mundial que permanentemente reclama su existencia.

Otro aspecto que analizan los autores, es el relativo a la Constitución de Estados Unidos, a la misma la tipifican como imperial y no como imperialista. “Esta Constitución se construyó sobre el modelo que procura rearticular un espacio abierto y reinventar incesantemente relaciones diversas y singulares en red a lo largo y a lo ancho de un territorio sin fronteras”. Este proyecto constitucional y la expansión global del mismo dan forma a la idea contemporánea de imperio. Señalan: “Estamos viviendo una primera etapa de la transformación de la frontera global en un espacio abierto de soberanía imperial”.

Finalmente podemos resumir que estos autores interpretan la globalización como el fin del imperialismo, la crisis de soberanía del Estado Nación, la consolidación globalizada del trabajo inmaterial, el ocaso de la dialéctica, el surgimiento de un imperio sin territorio y sin centro pero que está en todas partes, la aparición del biopoder y el surgimiento de la multitud como sujeto político que enfrentará al imperio.

Otro autor que analiza el fenómeno de la globalización es Aldo Ferrer, quien lo hace en varias de sus obras[9]. No considera este fenómeno como algo nuevo aunque lo divide en varias etapas de lo que llama el orden mundial. Describe la primera etapa a partir del siglo XV, con el descubrimiento de América, etapa que la viabiliza con la superioridad naval de las potencias atlánticas, que posibilita ampliar el comercio por todo el mundo. Esta etapa es legitimada en lo material por un acendrado mercantilismo y en lo espiritual por una fuerte acción del catolicismo.

La segunda etapa la ubica entre el 1800 hasta 1914, es coincidente con la revolución industrial y la consolidación de los imperialismos, especialmente el inglés, que fue la potencia que más desarrolló este tipo de dominación. Los avances tecnológicos contribuyeron a consolidar esta etapa que se caracterizó por la necesidad de materias primas para satisfacer las demandas de los países industrializados, el libre comercio fue el paradigma económico de esta etapa.

Durante los años de 1920 a 1935, se dio una especie de desglobalización, como consecuencia de las crisis financiera mundial y la II Guerra Mundial.

Luego de esta conflagración, surgió nuevamente otra etapa de la globalización, un nuevo orden mundial, caracterizado por la nueva relación de fuerzas y el bipolarismo, la aparición de nuevas tecnologías que acortaron los espacios y transformaron el comercio y las finanzas, en los últimos años la informatización aceleró estos procesos.

Dice Ferrer que la globalización plantea interrogantes fundamentales de cuya resolución depende el desarrollo e integración de Latinoamérica. Hay buenas respuestas como podría ser la conformación de bloques, que dan más fuerza a los países que lo integran, o respuestas malas que solo traen desintegración y miseria a las regiones. También expresa que hay que distinguir entre hechos reales y ficciones de la globalización.

El ya mencionado Alejandro Dabat[10] sostiene que la globalización no es más que una nueva configuración espacial de la economía y sociedad mundial, bajo las condiciones del nuevo capitalismo informático global. Este autor analiza la nueva configuración espacial del mundo globalizado desde varios planos. El primero es el alcance territorial (extensión) del sistema capitalista en relación a otros; sostiene que el capitalismo transitó varias etapas, el capitalismo liberal del siglo XIX, el capitalismo monopolista – financiero de las últimas décadas del siglo XIX, el capitalismo fordista mixto, hasta llegar actualmente al capitalismo informático global. Es en esta etapa donde adquiere su carácter mundial en relación con su extensión territorial, con características como su movilidad, su papel integrador de los segmentos más avanzados de la producción, su papel trascendente en la toma de decisiones y regulador de las transacciones en el mercado. El segundo plano es el de los niveles de articulación tecnológicos, tecno-económico, socio económico, social, cultural o demográfico. El tercer plano es el de los niveles de integración territorial, comprenden las instituciones propiamente espaciales del capitalismo, ciudad, región, Estado nacional, orden mundial. Por último las articulaciones en torno a la síntesis histórica sistémica.

Es interesante para interpretar la hipótesis que sostiene este autor, ver la conceptualización que hace de varios términos, como por ejemplo: Internacionalización, como una extensión absoluta y relativa de las relaciones entre el Estado, entidades e individuos de distintas naciones. Transnacionalización, o extensión a través de las naciones de actividades funcionalmente integradas, no necesariamente dependientes de alguna nación particular. Se incluirían en esto, redes de comunicación, nuevo tipo de empresas transnacionales, etc. Mundialización, alcance mundial de las relaciones internacionales, transnacionales o supranacionales. Supranacionalización, creación y extensión de instituciones multinacionales o mundiales que implican, cesión formal de soberanía de los Estados, participantes de una entidad superior, por ejemplo Unión Europea.

Por último, este autor que interpreta la globalización con un enfoque espacial, comparte con otros como Sergio Boisier[11], que este fenómeno ha llevado a la conformación simultánea de un espacio único y múltiples territorios. Ellos diferencian espacio de territorio en que en el primero, más ligado a la globalidad, se tiende a una homogeneidad, mientras que en el segundo se dirige a la heterogeneidad, es un lugar con significado, valores e historia.

Con un criterio diferente analiza la globalización Octavio Ianni[12]. Para él este fenómeno no fortifica las particularidades del territorio. En la “Sociedad Global”, donde prioriza una sociedad supranacional, consecuencia de que las naciones se vieron demasiadas pequeñas como unidades de comercio y demasiado grandes como unidades de administración. Ianni no desestima el Estado Nación pero afirma que cualquier proyecto nacional será factible si se adecua o está en consonancia con la plataforma de los movimientos que hegemonizan la sociedad global. Por otra parte esa sociedad global, influye en las condiciones de vida, trabajo, sentir, etc. de individuos, grupos, minorías, clases sociales y continentes. Este autor muestra a la sociedad global como una verdadera estructura de enajenación. Por último podemos decir que interpreta a lo nacional como un eslabón para la cadena global y al Estado Nación como una institución que debe, en todas las dimensiones, compartir y tensionar sus políticas con otros actores.

También con criterio diferente ha analizado la globalización Ohmae Kenichi[13], que fue más allá de lo analizado por Ianni, y pronosticó la desaparición del Estado Nación. En su análisis sostiene que la función de intermediación del Estado Nación ha cesado y los mercados mundiales funcionan por su cuenta. Que aquellos en la actualidad solo estorban el funcionamiento de la economía global y propone la conformación de “Estados Región”, los cuales desconocerían las fronteras, las soberanías nacionales, constituyendo verdaderas unidades operativas de las economías mundiales. En definitiva, su teoría sostiene que el Estado Nación, obstruye la uniformidad que requiere la actual globalización y por lo tanto hay que eliminarlo.

Con respecto a su propuesta de Estados región, define a éstos como verdaderas unidades operativas en la economía mundial actual. No los define la ubicación de sus fronteras políticas sino su tamaño y la escala adecuada. En este mundo sin fronteras que menciona el autor, serían Estados región, las unidades geográficas como el norte de Italia; el alto Rin (Baden-Wütemberg); Gales, Hong Kong en China meridional; Silicon Valley en San Francisco California; la región Ródano-Alpes de Francia centrada en Lyon, con estrechos lazos mercantiles y culturales con Italia; la región de Languedoc- Rosellón centrada en Toulouse, que tiene estrechos vínculos con Cataluña; el nuevo “Gran Triangulo del Crecimiento”, presentado en 1992, en el estrecho de Malaca, que conecta Penang, Medan (ciudad indonesia de Sumatra) y Phuket en Tailandia. Estas unidades operativas que constituyen Estados región como vemos, pueden o no encontrarse dentro de una nación determinada, dice Ohmae. En términos prácticos no tiene ninguna importancia. Lo importante es que tengan capacidad autónoma para aprovechar las cuatro “íes” de la economía mundial: la capacidad de inversión, no sometida a limitaciones geográficas o políticas; la industria sería la segunda “i”, no condicionada por razones de Estado, sino por la necesidad de atender mercados atractivos allá donde se encuentren; la tercera “i” es la tecnología de la información, que permite que las alianzas estratégicas transfronterizas se hayan reducido; ya no es necesario trasladar a un ejército de expertos ni un ejército de trabajadores, la capacidad está en la red y puede estar a disposición en cualquier lugar y cuando haga falta y la última “i” son los individuos consumidores. Finalmente, los Estados región serían puntos de entrada eficaces para la economía mundial, porque las características que los define están conformadas por las exigencias de esa economía.

Comparaciones de las distintas interpretaciones sobre el fenómeno de globalización y conclusiones finales.

Hemos visto hasta ahora varias interpretaciones del fenómeno de globalización, que se podrían agrupar en aquellas que analizan al mismo con mayor énfasis en lo político, sin descartar otras esferas; las que enfatizan en lo espacial y las que lo enfocan desde el punto de vista del mercado exclusivamente. Desde ya, estos enfoques al dar prioridad a un componente, no descartan ni dejan de analizar los otros, es así que el que enfoca el fenómeno, desde el punto de vista político, poniendo el énfasis en las relaciones de poder, como lo hace la obra de Hardt y de Negri, quienes también consideran los aspectos económicos y espaciales del fenómeno. El análisis de Ferrer, además de lo político y económico le agrega su interpretación de globalización como un viejo fenómeno que se adecuó en etapas a la realidad de la época. El enfoque espacial visto en este trabajo, en la postura de Dabat y Boisier tampoco deja de considerar que la nueva configuración espacial abarca lo económico y social y por lo tanto analiza las incidencias que esta nueva configuración espacial ejerce sobre las esferas política, social y económica. El último enfoque que analizamos, el que se centra en aspectos del mercado —como el de Ianni y Ohmae—,en su visión economicista de la globalización no dejan de subordinar aspectos políticos y sociales a los objetivos del mercado.

A estos diferentes conceptos de la globalización, sus autores también proponen ideas de cómo contrarrestarlos o apoyarlos. En el caso de Hardt y Negri, que consideran a la globalización como el nuevo proyecto de dominación del imperio, proponen un fuerte accionar desde lo que ellos llaman “multitud”, nuevo sujeto político, que intentará separarse del axioma de orden que impone la soberanía moderna y tratará de crear un contra imperio con una nueva democracia, donde se elimine el concepto de soberanía.

No son pocos los que criticaron la teoría sustentada en “Imperio” y luego en “Multitud”; uno fue el politólogo Atilio Borón[14], quien comienza marcando el desacuerdo en el tema. Lo que critica Borón es que Negri trate a los que se inclinan por la opción nacional, como reaccionarios. Según Borón esta lucha se debe dar combinando ambas opciones. Tampoco concuerda con el “globalismo abstracto” que plantean los autores de “Imperio”. Otro punto de crítica es el tema de la defunción del Estado Nación que plantean los autores y la escasa importancia que le asignan a cualquier lucha planteada y resuelta a través de la toma del poder en ese ámbito.

Otro de los críticos a las teorías de Hardt y Negri es James Petras[15], que los acusa de no entender la historia de los EEUU y anunciar el epitafio del imperialismo mientras este país libra varias guerras coloniales: EEUU es un imperio que se basa en el imperialismo. Por otra parte también critica el intento de disolver la estructura y los movimientos de clase en una “multitud” amorfa, mientras en varios lugares del mundo y en especial en Latinoamérica se producen levantamientos de clase.

También afirma que casi el 75% de las quinientas empresas multinacionales más grandes son de propiedad y tienen sede en EEUU y Europa, donde el Estado lucha para abrir mercados e impone condiciones favorables para la inversión y toma las decisiones estratégicas sobre ubicación, tecnología e investigación. Es por eso que no comparte la idea de un mundo de empresas multinacionales sin Estado. Además por medio de la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el FMI, etc. los gobiernos estadounidense y europeos formulan todas las formas posibles, las reglas y las estructuras que favorecen la posición de sus multinacionales.

Con respecto a la postura de la nueva configuración espacial de la globalización, sostenida por Boisier y Dabat, la misma se basa en los conceptos de espacio y territorio, homogeneidad y heterogeneidad, entre otros. No desecha el Estado Nación, solamente sostiene que el nuevo Estado sufre una serie de cambios que lo adaptan a la nueva realidad, alejada del concepto estadocéntrico que imperaba en épocas pasadas, para pasar a interactuar con organizaciones supranacionales y subnacionales, hablan de un Estado que debe compartir poder, sin perder su rol de coordinador principal de todos los intereses en juego y defensor de los intereses generales de sus representados.

Con respecto a la homogeneidad, es decir la uniformidad, principio que sostienen Ianni y Ohmae, el primero cuando dice que la uniformidad lleva a la desterritorialización, y el segundo cuando manifiesta que el Estado obstruye la uniformidad y por lo tanto hay que destruirlo. Otro que también parte de la uniformidad que impone el imperio es Negri. Hay otros como Dabat y Boisier, que rescatan la heterogeneidad que surge a partir de la revalorización del territorio y la proyectan hacia un aprovechamiento positivo del fenómeno de globalización. Ellos hablan de espacio único y múltiples territorios. También desechan la idea de la desaparición del Estado Nación pero, por el contrario, sostienen que el Estado se revaloriza con otras características diferentes a las que conocíamos hasta la aceleración de este nuevo fenómeno de globalización, es decir un Estado que debe ampliar el alcance de la política ya que ésta no es patrimonio exclusivo del Estado Nación. Sostienen que nosotros no solo somos ciudadanos de un Estado nación, sino que fundamentalmente somos ciudadanos de una ciudad, de una región, etc. por lo tanto no hay desarrollo nacional sin desarrollo subnacional y supranacional.

Por último, mi conclusión personal sobre el fenómeno y la interpretación que los diferentes autores tratados hacen sobre el tema es que, este fenómeno que vivimos en la actualidad y que hasta el presente tiene un final abierto, posee aspectos importantes de los enfoques tratados, los enfoques político, espacial y económico. Como todos los fenómenos anteriores, el imperio, el imperialismo o el neocolonialismo, el actual, la globalización es un nuevo intento de dominación de los más poderosos hacia los más débiles.

Si bien es cierto que tiene algunas semejanzas con el concepto de Imperio, que en la actualidad se podría comparar a los conceptos que se tratan de imponer con el “eje del mal” o las “guerras preventivas” inscriptas en la estrategia norteamericana. Pero también visualizo una falta de homogeneidad que profundiza la brecha en Occidente, brecha que amenaza la unidad del mundo occidental.

Pienso que el fin de la guerra fría, profundizó las diferencias entre EEUU y Europa. Por un lado el primero abandonó su estrategia de contención y el segundo dejó de depender de la protección del “paraguas atómico” norteamericano. Pero además la diferencia que se profundiza es la de valores. Hay dos visiones diferentes de Estado, sociedad y del mundo. En el mundo bipolar de la guerra fría, nunca el mundo occidental cuestionó las acciones e intervenciones directas o indirectas de EEUU, los miembros de la Alianza Atlántica nunca cuestionaron la legitimidad de esa hegemonía norteamericana dentro de Occidente que derivaba de la estructura bipolar del mundo. Actualmente Europa y en particular Francia y Alemania cuestionan la política internacional de EEUU[16]. Estos Estados de la Unión Europea, se opusieron a la invasión a Irak y son principales referentes de esa Unión. En definitiva parecería que el escenario que actualmente presenta la globalización está alejándose de la hegemonía de un poder único; visualizo una fuerte lucha por quebrar esa hegemonía americana, no solo por parte de Europa, sino también por algunas potencias asiáticas.

Con respecto a cómo enfrentar este fenómeno, posiblemente las grandes potencias lo harán con estrategias proactivas y los más débiles con estrategias reactivas. Creo que lo interesante es determinar si la globalización es impuesta desde afuera o es aceptada y aprovechada con decisión propia. Con este último criterio me inclino por la postura sostenida por los autores que interpretan el fenómeno desde la nueva configuración espacial, especialmente cuando revalorizan el territorio como un elemento diferenciador de la homogeneización que impone la globalización.

También rescato la fortificación y adaptación del Estado Nación, como elemento esencial del territorio en este nuevo mundo globalizado.

* Profesor de Grado Universitario y Licenciado en Ciencia Política graduado en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Coronel (R) del Ejército Argentino.

 

Citas bibliográficas y notas

[1] Zygmunt Bauman. La globalización: consecuencias humanas. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1999.

[2] Dabat, A. Globalización: Capitalismo Informático- Global y Nueva Configuración espacial del mundo. Mimeo 2000, Universidad Nacional Autónoma de México.

[3] El autor utiliza el concepto de Revolución Productiva, en el sentido de revolución “industrial” de Marx, diferente al concepto de revolución tecnológica, ya que involucra la transformación de la producción y la vida social.

[4] Jordi, Borja y Manuel Castells. Lo Local y Global. La Gestión de Las Ciudades en la Era de la Informatización. México: Taurus, 1997, p. 59. “El aspecto relativamente nuevo es que los procesos de exclusión social más profundos se manifiestan en una dualidad intrametropolitana, particularmente en las grandes ciudades de casi todos los países, siendo así que en distintos espacios del mismo sistema metropolitano existen sin articularse y a veces sin verse, las funciones más valorizadas y las más degradadas, los grupos sociales productores de información y detentadores  de riqueza en contraste con los grupos sociales excluidos y las personas en condiciones de marginación”.

[5] Boisier, Sergio. “Globalización, Geografía Política y Fronteras”, Documento Preparado para el Congreso Nacional de Ciencia Política (“Entre la Soberanía y la Globalización: La Ciencia Política Frente al Milenio”), Santiago de Chile, mayo del 2002.

[6] Hardt Michael, Negri Antonio. Imperio. Buenos Aires: Paidós, 2002.

[7] Hardt, Michael y Negri, T.- Multitud, Guerra y Democracia en la Era del Imperio, Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2004. Los autores piensan la “Multitud” como un lugar donde conviven armoniosamente todas las diferencias, ellos hablan de hacer multitud, es decir construir un momento, un dispositivo, un proyecto que comprenda todos los aspectos, minorías del mundo y singularidades.

[8] Estos autores en su libro “Multitud, Guerra y Democracia en la Era del Imperio” definen el biopoder como un poder casi absoluto, que amenaza no solo a un Estado, sino a la humanidad misma,  como consecuencia de las armas de destrucción masiva. Señalan que este tipo de armas, rompió con la lógica que la guerra tenía durante la modernidad. Esta era tomada como una dialéctica, donde existía un momento negativo y un momento positivo, que era la reconstrucción y modificación de la sociedad afectada por el hecho bélico.

La aparición de las armas de destrucción masiva, corto con esta lógica, con esta dialéctica que persistió durante tanto tiempo y aparece el tema del biopoder, es decir el poder que da la posibilidad de acabar con la raza humana.

[9] Ferrer, Aldo. Historia de la Globalización. Tomo 1 y2. México: Fondo de Cultura Económica, 1996 y 2000.

[10] Dabat, Alejandro. Op. cit.

[11] Boisier, Sergio. La globalización: una emergencia sistémica. Santiago de Chile: Universidad Complutense, 1996.

[12] Ianni, Octavio. La Sociedad Global. Buenos Aires: Siglo XXI, 1998.

[13] Ohmae, Kenichi. El Despliegue de las Economías Regionales. Bilbao: Ed. Deusto, 1995.

[14] Borón, Atilio. Imperio & Imperialismo. Una lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri. Buenos Aires: CLACSO, 2000.

[15] James Petras, Sociólogo Doctorado en la Universidad de California Berkeley, ex asesor de S. Allende, el MST Brasilero, columnista de la “La Jornada” México. Autor de El nuevo Orden criminal.

[16] Juan Archivaldo, en un artículo del diario La Nación de fecha 27/4/2005, expresa: “Lo que los europeos temen, no es que los EEUU, quieran controlarlos, sino que han perdido el control de los EEUU y en consecuencia la dirección de los asuntos mundiales. Europa en definitiva vive un sistema que rechaza la fuerza. La regla de derecho reemplaza el juego de poder y la moral sostenida por EEUU. Europa es laica, la visión del presidente Busch es religiosa.”

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ACERCA DEL FUTURO Y DE LOS FUTURÓLOGOS

Agustín Saavedra Weise*

Herman Kahn (1922 – 1983)

El politólogo Herman Kahn (1922-1983) dirigió por varios años el Hudson Institute, un reconocido centro de investigación norteamericano, vigente hasta nuestros días. Khan cobró fama como futurólogo al pronosticar que Japón sería potencia económica mundial. Sin embargo, su famoso libro de fines de la década de los 60 El Año 2000, no resultó exitoso en materia de prospectiva. Sus pronósticos se basaron en extrapolaciones a largo plazo y acumulación de tendencias. Interesante e innovador como fue el trabajo, falló en muchos aspectos; siempre ha sido y será difícil el pronosticar.

Khan se hizo famoso tanto por sus habilidades en materia predictiva como por su talento estratégico que le permitió racionalizar la teoría de la escalada. También desarrolló importantes conceptos acerca de “pensar lo imposible”, es decir, las consecuencias de una guerra nuclear. El balance histórico es favorable para Khan y sus obras, a quien le dediqué una nota en 1983 —al poco tiempo de su muerte— que titulé “El fin del futurólogo”.

Según nos cuenta la investigadora Nora Bär (La Nación, de Buenos Aires) un aspirante a futurólogo de nuestros días, el físico estadounidense hijo de japoneses Michio Kaku, se encuentra actualmente abocado a la tarea de ver cómo será el mundo en el año 2100. Kaku opina que seremos capaces de manipular objetos con la mente, crear cuerpos perfectos, alargar nuestra existencia, desarrollar nuevas formas de vida, viajar en vehículos no contaminantes que flotarán sin esfuerzo y enviaremos naves interestelares para explorar estrellas cercanas, entre muchos otros prodigios hasta ahora impensables.

En mi modesta opinión, con todo el talento que ostente el doctor Kaku, lo más probable es que sus visiones del futuro terminen siendo tan erradas como las de Herman Khan u otros aspirantes a futurólogos. Un Julio Verne o un Herbert George Wells no nacen todos los días. Esos talentosos hombres sí que tuvieron visión de futuro en sus obras de ciencia ficción, muchas de ellas transformadas en realidades concretas de nuestro mundo y otras tal vez lo serán en el porvenir.

Resulta difícil escudriñar el futuro; uno se deja llevar por la natural propensión a examinar todo desde el punto de vista de lo que tenemos hoy. Eso hace que exageremos en materia de posibles logros hasta llegar a fantasías o que seamos mezquinos y nos quedemos cortos en el análisis prospectivo. Como ya lo he expresado antes, no creo que los hermanos Wright hayan imaginado —luego de su vuelo inaugural de 1903 en el primer aeroplano— que apenas 30 años después fue posible cruzar los océanos en cómodos aviones con servicios a bordo y otras amenidades. En 1980 ¿usted se hubiera imaginado el auge de internet, redes sociales, celulares, telecomunicaciones y demás parafernalia tecnocibernética? No lo creo, recuerdo que en su época el telefax y la computadora Macintosh de 1984 me tenían impresionado. Fíjense cuánto hemos avanzado en menos de tres décadas. Y esos dos notables artefactos ya son reliquias del pasado…

Siempre tendremos estudiosos serios (y muchos charlatanes) imbuidos del deseo sincero de pronosticar el futuro. Lo más probable es que todos fracasen, desde el lector de manos, el experto en cartas tarot, el tirador de hojas de coca y hasta el científico elaborador de complejas fórmulas. El futuro es un libro abierto, debemos ir llenándolo con nuestras acciones y con un avance tecnológico socialmente orientado. Ese futuro hay que construirlo con visión positiva, tanto para nosotros mismos como para el mundo en el que vivimos. Así son las cosas.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Debe, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/acerca-del-futuro-y-de-los-futurologos_207975

 

EL MARCO 17 + 1 ENTRE CHINA Y EUROPA

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de David Yu en Pixabay

En marzo de 2019, el primer ministro chino Li Keqiang hizo un largo viaje a Europa del Este.

La referencia para ese viaje, llena de reuniones bilaterales, fue la que se encuentra en la Declaración Conjunta de la Cumbre UE-China del 9 de abril de 2019.

Un documento en el que, como es habitual, se señalan algunos puntos clave: en primer lugar, la Asociación Estratégica Integral, que reafirma el multilateralismo estratégico mundial, así como el “desarrollo sostenible” —lo que queramos decir con este término—, pero en el que, sin embargo, la UE reafirma su política de una sola China.

También reafirma el apoyo al Grupo de Trabajo Cibernético UE-China; el fortalecimiento de la Fuerza de Acción de Addis Abeba; la financiación a la agencia conjunta de migración; la voluntad de lograr una economía global e inclusiva; apoyo al Grupo Mixto de Reforma de la OMC y más apoyo al G20; la acción conjunta para el “Foro Global sobre el exceso de capacidad del acero”, así como la reforma del sistema financiero internacional y el examen de las nuevas cuotas del FMI; el “Acuerdo climático de París” y su Protocolo de Montreal; la Asociación Azul para los Océanos.

Con respecto a la política exterior —como si todo lo demás no lo fuera—, se hace referencia explícita al apoyo de ambos actores, a saber, la UE y China, para la JCPOA nuclear de 2015 con Irán. También se menciona el proceso de paz en Afganistán, así como Venezuela.

En esta lista de cuestiones bilaterales también está la petición de una solución pacífica y democrática para Kabul.

Por no hablar —por supuesto— de la Ley del Mar y, por último, de la situación en Myanmar.

Una enciclopedia de temas internacionales muy importantes, que sólo se proclaman y se mencionan como títulos. Pero, por lo que sé, ni siquiera en conversaciones confidenciales han ido más allá de las buenas intenciones con las que, como todos sabemos, el camino al infierno está pavimentado.

En esa Cumbre, la tensión podría percibirse fácilmente.

China quería tener a la UE de su lado, en un momento de máxima tensión comercial con los Estados Unidos, mientras que la UE tenía cada vez más dudas sobre la ampliación —el llamado Marco 17+1— de la Iniciativa Franja y Ruta a los Balcanes y la ex Yugoslavia.

Cabe recordar que Italia, Hungría, Grecia y Portugal rompieron la unidad de la UE hacia China en ese momento.

¿Fue sólo una señal para la UE? ¿O una elección bien considerada basada en el hecho de que la UE era una estructura tecnócrata que operaba codo con codo con los Estados miembros —como ha dicho Alemania—, pero no los sustituyó? Aún no lo sabemos.

Lo que es seguro, sin embargo, es que la seducción china hacia el Mediterráneo y la UE oriental se basa en dos hechos: la lentitud de Estados Unidos se desvincula del pilar de la OTAN de la UE, independientemente de su futuro presidente, y la conciencia de China de que tiene que lidiar con una UE que ahora es un “tigre de papel”.

Sin embargo, China llevó a cabo una operación aún más práctica, al menos siguiendo la lógica confuciana: el apoyo a una red de cinturones y carreteras, a saber, el “Marco 16+1 de cooperación con los países de Europa Central y Oriental” —que celebra su octavo aniversario— al que se unió Grecia.

La reunión sobre la que estamos hablando tuvo lugar en Dubrovnik en abril de 2019.

La lógica del Marco chino es estar estrechamente relacionada con la “Iniciativa de los Tres Mares” de 2016, una iniciativa de la UE en la que China simplemente participó.

Como se indicó anteriormente, en ese momento Grecia se unió al grupo.

Sin embargo, el Marco se creó en Budapest en 2012 para fomentar la cooperación entre los (entonces) 16 países europeos más China, sobre la base de la nueva Ruta de la Seda China y la inversión en infraestructura, con miras a crear la línea exprés tierra-mar entre China y Europa.

Además de Grecia, los países europeos que participan en el Marco son la República Checa, Polonia, Hungría, Albania, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Estonia, Lituania, Rumania, Serbia, Macedonia, Montenegro, Eslovaquia y Eslovenia.

Entre los participantes actuales, 16 son Estados miembros de la UE, cinco son miembros de la zona del euro, cuatro son candidatos a participar en la moneda única e incluso uno es un Estado miembro potencial de la UE. Desde el punto de vista geopolítico, China ha construido un formato ad hoc básicamente dentro de la UE, un mecanismo que minimiza los riesgos de crisis en la Eurozona, crea un espacio autónomo de interés para China e incluso puede crear una mainmise china dentro de la UE, lo que también podría socavar su desarrollo futuro, si lo hay.

El consorcio chino que gestiona la operación es China-Road and Bridge Corporation, una subsidiaria de China Communication Construction Company, una empresa incluida en la lista Fortune 500. La idea subyacente de los países de Europa oriental era utilizar el apoyo chino para estimular su desarrollo pero, en un documento del gobierno checo, se señala que los compromisos bilaterales ahora apenas se respetan.

Esto se debe al coronavirus y a la actual crisis financiera en los países europeos, así como a una carga de deuda a menudo elevada por parte de China. La UE, sin embargo, ha cambiado su enfoque político y económico hacia China, considerando más rápidamente sus estándares normales.

En enero de 2019, de hecho, la Federación de Industrias Alemanas (BDI) publicó un documento que definió a China como un “inversor sistémico” y pidió a la UE que hiciera más estrictas sus normas y reglamentos con vistas a competir con China y proteger a sus empresas.

Esto fue seguido en marzo de 2019 por un documento del Servicio Europeo de Acción Exterior, la estructura con sede en Bruselas que cree que es un servicio secreto, a menudo con resultados cómicos.

El documento nos decía que era necesario: a) fortalecer las relaciones con China, aunque con cuidado, en vista de promover intereses comunes a nivel mundial; b) controlar la inversión china en la UE, en pie de igualdad (grandes posibilidades) y c) para empujar a China hacia una economía “sostenible”.

Un psicolingüista debería ayudarnos a investigar los efectos de la palabra “global” en la mente de los líderes políticos actuales.

El documento también nos informaba de que la UE debería buscar una relación más sólida y, sobre todo, mutua a nivel económico.

Por último, se sostuvo —casualmente— que los países del Marco 17+1 deberían actuar en una relación homogénea con las leyes de la UE. Podemos estar seguros de que lo harán.

Luego estaba la misma vieja historia sobre los “derechos humanos” y el evidente desarrollo “sostenible”, por no hablar del cambio climático, las afirmaciones de China sobre el Mar de China Meridional que, imaginamos, se perseguirían con o sin las “buenas almas” de la UE, así como la solicitud de una conexión entre China y la UE en Europa del Este —aparte del Marco 17+1— que se perseguiría de todos modos hasta que China viera su interés, y por último, la repetición sustancial del acuerdo entre China y la UE declarado antes de 2019.

Sólo para evitar permanecer en un mundo imaginario, debemos recordar aquí un concepto maquiavélico muy útil: “No hay que evitar la guerra, sólo se puede posponer en beneficio de los demás”.

Sin mencionar que “los Estados no están gobernados y mantenidos con palabras”. ¿Cuál es la solución al dilema? Con toda probabilidad, la UE ha tenido una fuerte advertencia de los Estados Unidos y está tratando de frenar, ralentizar y restringir sus relaciones con China.

En relación con el 5G, una cuestión clave para los Estados Unidos, la Comisión Europea ha señalado una serie de “medidas necesarias”.

El documento de la UE nos dice que la red 5G es muy importante —justo lo que necesitábamos— y que la Unión también apoya la competencia y el mercado mundial. A continuación, enumera las agencias europeas que se ocupan de ella.

Por último, la solución para la UE es fomentar la ciberseguridad “a través de la diversidad de proveedores a la hora de construir la red”.

Cabe recordar que Japón firmó un acuerdo con la UE sobre las mismas cuestiones en septiembre de 2019.

Sin embargo, todo se sabrá una vez que el mecanismo de selección de inversiones extranjeras de la UE haya dado sus resultados, teniendo en cuenta que se puso en marcha el 10 de abril de 2019 y se aplicará antes del 11 de octubre de 2020. Está relacionada con la Comunicación de la Comisión “Una nueva estrategia industrial para Europa”, que sostiene que “necesitamos una nueva forma de hacer negocios en Europa” y que esto debe “reflejar nuestros valores y tradiciones de mercado social”.

También afirma que “nuestra estrategia industrial es emprendedora en espíritu y acción”, pero también que “la escalabilidad es fundamental en la economía digitalizada” —y este es otro punto clave para nosotros.

Un tema esencial, pero dejado al margen.

Dejemos de lado las otras banalidades y trivialidades típicas de los manifestantes de 1968 recién convertidos a la economía de mercado.

Evidentemente, la nueva Agencia tendrá los siguientes objetivos: crear un “mecanismo de cooperación entre la Comisión Europea y los Estados miembros para intercambiar información” —como si no estuviera ya en vigor— para permitir a la Comisión realizar una evaluación (obviamente no obligatoria) para detener las operaciones relativas a cualquier inversión extranjera —aunque no está clara si para las PYME o de otro tipo— para que los Estados miembros autoricen a “comentar” sobre las inversiones extranjeras en la UE; para enumerar una secuencia —aunque no exhaustiva— de los sectores de inversión extranjera que podrían desencadenar un análisis por parte de esta organización tan poderosa: infraestructura y tecnología críticas, insumos críticos, acceso a datos personales y finalmente garantía de pluralismo de los medios, que poco tiene que ver con ello, pero “todo vale” y cada poco ayuda.

Eso es todo, hasta ahora.

En diciembre de 2015, China creó la Fuerza de Apoyo Estratégico del Ejército Popular de Liberación (PLASSF), la estructura de las Fuerzas Armadas chinas que se ocupan de la ciberguerra, la guerra espacial y las operaciones electrónicas. ¿Tiene la UE algo similar?

Obviamente no. Además, la OTAN tiene una política de ciberdefensa, definida en la Cumbre de Gales de septiembre de 2014 y en la Cumbre de Varsovia de 2016. Pero no tiene una agencia conjunta para la política cibernética, que no es sólo la defensa, sino también el ataque.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Nota: traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. 

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