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EL PAPEL QUE DERRIBÓ EL MURO. A 30 AÑOS DEL DERRUMBE DEL MURO DE BERLÍN

Marcelo Javier de los Reyes*

Imagen de Peter Dargatz en Pixabay

Introducción

El derrumbe del Muro de Berlín fue un proceso que se debió a una suma de hechos que se iniciaron unos años antes de 1989, entre los que podríamos destacar las negociaciones entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, el atentado contra el Papa Juan Pablo II, el movimiento Solidaridad en Polonia, la crisis del sistema en el bloque socialista, las elecciones libres del 4 de junio de 1989 en Polonia, la catástrofe de Chernobyl, las reformas iniciadas por Yuri Andropov y las reformas implementadas por Mijail Gorbachov. Sin embargo, la suerte del muro dependió de un simple papel que cabía en un bolsillo.

Ya antes del día clave, que fue el 9 de noviembre de 1989, comenzó a haber algunas situaciones que causaron preocupación entre los jerarcas de los países del bloque comunista, como la huida de sus ciudadanos a través de terceros países.

El “picnic paneuropeo”

El 19 de agosto de 1989 un grupo pequeño de disidentes húngaros y policías austríacos habían acordado que, de manera simbólica, abrirían la puerta ese día por unas horas para que pudieran ir de picnic juntos. Pero todo se convirtió en un acto más que simbólico: mientras que los húngaros ya podían viajar libremente, unos 600 alemanes de la República Democrática Alemana (RDA) aprovecharon para poder huir al oeste. El episodio terminó en la historia apodado como el “picnic paneuropeo”[1]. El hecho tuvo lugar en Sopron, ciudad húngara cercana a la frontera con Austria.

Durante ese mes de agosto decenas de miles de alemanes del este ya se habían establecido en Hungría, viviendo en carpas en parques y en iglesias, a la espera del momento en que pudieran cruzar hacia el oeste[2]. El 27 de junio de 1989 los ministros de Exteriores de Hungría, Gyula Horn, y de Austria, Alois Mock —a quien se considera que luego, en 1995, fue una pieza clave de la entrada de Austria en la Unión Europea[3]—, cortaron la valla fronteriza que separaba sus países, hecho que quedó registrado en una foto que dio la vuelta al mundo a través de los medios de comunicación. Del mismo modo, se había difundido la noticia de que la frontera entre ambos países estaría simbólicamente abierta por unas horas el 19 de agosto. La noche del 18 de agosto, desconocidos repartieron miles de panfletos entre los alemanes de Budapest[4].

Alois Mock, el ministro de Relaciones Exteriores de Austria, con su homólogo húngaro, Gyula Horn, cortando el cable que marcaba la frontera entre el Este y el Oeste en Sopron, Hungría, el 27 de junio de 1989. Crédito: AP Photo / Bernhard J Holzner

En el lugar había un portón de madera que debía ser abierto a las tres de la tarde para la delegación oficial, custodiado por cinco soldados húngaros, uno de ellos el teniente coronel Arpad Bella, a cargo de la guardia. De repente, en lugar de la delegación oficial cientos de alemanes de la RDA cruzaron la frontera y Bella dudó en cumplir la orden de disparar.

El entonces primer ministro de Hungría, Miklos Nemeth, afirmó que querían tantear cómo reaccionaría Moscú a la huida de los alemanes del este, versión que parecería ser apoyada por la inacción de quienes debían haber bloqueado el acceso a la zona fronteriza[5].

En septiembre de 1989 el gobierno comunista de Hungría autorizó a que los ciudadanos de Alemania Oriental pasaran a Austria procurando la libertad y ese fue el momento en que los cimientos del muro comenzaron a corroerse.

Los inequívocos mensajes de Gorbachov a Honnecker sobre la negativa soviética a apoyar una represión de las protestas en la RDA, precipitaron la destitución de Honnecker por un comunista reformista, Egon Krenz, quien fue designado secretario general. Markus Wolf, llamado “Mischa” Wolf, quien durante treinta y dos años se desempeñó como jefe del Ministerium für Staatssicherheit de la República Democrática de Alemania —más conocido como Stasi— recuerda ese momento:

El 18 de octubre Honecker finalmente fue derrocado en el tradicional estilo de los gobernantes autoritarios que han perdido el respeto de su círculo interior, y a quienes se pide que se marchen.[6]

Protestas y huidas

El 4 de noviembre se llevó a cabo una manifestación en la Alexanderplatz de Berlín Oriental con la intención de promover un cambio pacífico, de la que Wolf participó invitado por la nieta del escritor Bertold Brecht, Johanna Schall, y de la que también participaron los escritores Christa Wolf, Stephan Heym y Heiner Müller, así como los líderes del grupo de oposición Neues Forum (Foro Nuevo), Bärbel Bohley y Jens Reich. “Mischa” Wolf pudo observar “un mar de carteles de hechura casera que exigían el fin del dominio unipartidario”, lo que le significó que el monopolio del Sozialistische Einheitspartei Deutschlands (SED, Partido Socialista Unificado) había llegado a su fin[7]. Se trató de una marcha a la que concurrieron cientos de miles de ciudadanos, incluso algunas estimaciones calcularon la cifra en un millón. Fue el corolario de una serie de protestas que se estaban llevando a cabo en diversos puntos del territorio del país.

Por ese entonces el gobierno de Checoslovaquia procedería a cerrar su frontera con la RDA debido a que la gran cantidad de alemanes del este que escapaban a Occidente estaba desestabilizando el sistema[8]. El éxodo masivo pondría en peligro la existencia misma de la RDA y, además, la huida de estos alemanes a través de terceros países le estaba ocasionando una mala imagen a la Alemania comunista. Por esa época, muchos alemanes orientales concurrían de vacaciones a la paradisíaca playa del Sol, en Bulgaria, sobre el mar Negro. Allí iban de vacaciones ciudadanos de otros países del bloque comunista pero también alemanes de la República Federal Alemana (RFA). Los de la RDA iban a hospedajes o cabañas más modestas y tenían prohibido tomar contacto con los de la RFA. La Stasi estaba allí presente para observar sus actitudes. Algunos viajaban exclusivamente con la intención de escapar a Turquía a través de Bulgaria, pero desconocían la existencia del sistema fronterizo: había una franja de arena antes de llegar a una primera valla para que quedaran marcadas las pisadas y luego había otra valla a unos cuantos pasos de ésta. Guardias armados recorrían la franja entre ambas vallas y, sobre todo, cuando se activaban las alarmas silenciosas que conectaban las vallas con los puestos de seguridad.

Como escribió el periodista J. M. Martí Font en un artículo publicado en El País, no se trató de una conspiración de la CIA, de la KGB o de a Stasi —las que también fueron sorprendidas— sino de una confusión que se originó cuando, a primera hora de la mañana del 9 de noviembre de 1989, tres altos cargos de los servicios aduaneros de la RDA —el coronel Hans Joachim Krüger, el coronel Udo Lemme y el general Gotthard Hubrich— se reunieron con el encargado de la Unidad de Control de Pasaportes, Gerhard Lauter, en su despacho de Berlín Oriental para redactar, por orden del ministro del Interior, Friedrich Dickel, una normativa de viajes que debía permitir la salida legal a los ciudadanos que querían abandonar el país de forma “permanente” y que, hasta ese día, lo hacían a través de otros países socialistas[9].

Se trataba de una toma de decisiones que era crucial para apaciguar los ánimos en la RDA y para garantizar su subsistencia.

Todo esto ocurría el mismo día que el canciller de la RFA, Helmut Kohl, había llegado a Varsovia para una visita de seis días que tenía por objetivo impulsar la reconciliación con Polonia luego de la II Guerra Mundial. Polonia ya tenía su primer gobierno democrático con Tadeusz Mazowiecki y esa era una gran motivación para el gobierno de Kohl, quien también tenía previsto reunirse con el líder de Solidaridad, Lech Wałęsa.

De cómo un “papel” derrumbó el muro

En la reunión de la que participó el encargado de la Unidad de Control de Pasaportes, Gerhard Lauter, se elaboró un documento que estipulaba que “se podrán realizar viajes privados al extranjero sin condición previa” y se añadió que “las autorizaciones serán concedidas con rapidez y las denegaciones sólo serán posibles en casos excepcionales”. En torno del mediodía, el grupo de Lauter envió el documento a Egon Krenz, a la sede del Comité Central del SED, en donde se discutía el futuro de la RDA. Los presentes no prestan demasiada atención al texto que, a primera vista, se parece a las reglas reveladas tres días antes. Nadie, comenzando con Krenz, comprende el significado de las oraciones que se acaban de introducir en el documento. “¿Están de acuerdo los rusos?”, preguntaron algunos miembros del Politburó. Sí, respondió Egon Krenz, el embajador Vyacheslav Kotchemassov acordó por teléfono[10].

Por su parte, Günter Schabowski primer secretario del Partido Comunista de la RDA (SED) y encargado de las relaciones del partido con los medios de comunicación, citó a los periodistas para una conferencia de prensa esa misma noche.

Schabowski no estuvo presente en la reunión Comité Central. Llegó muy tarde y Krenz le entregó una nota relacionada con los viajes para que la llevara a la conferencia de prensa, pero no le aclaró que había “un plazo de espera”.

A las 18:00 horas en punto, en Berlín Este, Schabowski comenzó su conferencia de prensa a la que concurrieron corresponsales extranjeros como Tom Brokaw de la cadena NBC News de Estados Unidos y Riccardo Ehrman de la agencia italiana ANSA. Schabowski inició la conferencia hablando de cuestiones del Comité Central pero nada dijo acerca de la ley viajes. En medio de una presentación aburrida en la que Schabowski no decía nada de interés, Ehrman —dada la dura reacción del gobierno ante las protestas, denegando visas y endureciendo la política de viajes— le preguntó: “¿No cree que ha sido un gran error la Ley de Viajes que se presentó hace pocas semanas?”.

Günter Schabowski, estresado, en la conferencia de prensa en la tarde del 9 de noviembre de 1989. Foto: DPA[11]

Molesto, Schabowski le respondió “nosotros no cometemos errores”. Inmediatamente agregó: “pero tengo algo que decir”. En ese momento sacó un papel de su bolsillo y comenzó a leer:

Los viajes privados al extranjero se pueden autorizar sin la presentación de un justificante; motivo de viaje o lugar de residencia. Las autorizaciones serán emitidas sin demora. Se ha difundido una circular a este respecto. Los departamentos de la Policía Popular responsables de los visados y del registro del domicilio han sido instruidos para autorizar sin retraso los permisos permanentes de viaje, sin que las condiciones actualmente en vigor deban cumplirse. Los viajes de duración permanente pueden hacerse en todo puesto fronterizo con la RFA.[12]

La siguiente pregunta lógica era: “¿cuándo?”. Schabowski respondió: “Pues ya. Y es válido para todas las fronteras”[13].

Schabowski escribió un memorando para la conferencia de prensa. Al final de la misma es: “Leer el texto del reglamento de viaje”. Foto: Archivo Berliner Zeitung[14]

El grupo de Lauter había establecido un “plazo de espera”, por lo que las nuevas disposiciones solo se publicarían el 10 de noviembre, al día siguiente. Schabowski desconocía ese dato.

Los corresponsales estadounidenses y británicos consideraban que había habido un error de traducción pero confirmaron lo que Schabowski informó en la conferencia de prensa. A las 20:00 horas, el Tagesschau, el noticiero de la ARD, la primera cadena de la RFA, abrió con el titular: “DDR öffnet die Grenze”, “La RDA abre las fronteras”[15].

Tom Brokaw, corresponsal de NBC News

En la noche del 9 de noviembre, la población, sin dudarlo, marchó hacia el muro. El teniente coronel Harald Jäger se encontraba a cargo del puesto fronterizo de Bornholmer Strasse, al frente de 52 hombres armados. Ante la multitud pacífica pero numerosa, Jäger llamó para pedir instrucciones y advirtió que no podía enfrentar a esa muchedumbre. Para convencer a su interlocutor le hizo escuchar a través del teléfono el ruido que hacía la gente en torno del puesto fronterizo. Jäger se comunica con otros puestos y observa que la confusión era generalizada. Considera que para evitar una matanza debe dejar pasar a aquellos que lo requieran y, siguiendo las instrucciones, coloca un sello en la identidad del pasaporte fotográfico, lo que significa que quien cruzara la frontera no podía ingresar nuevamente a la RDA. La medida no tuvo sentido. En minutos alemanes orientales y occidentales se habían sumado al muro para festejar ante la asombrada mirada de los guardias de la RDA.

Varios años después, Lech Wałęsa recordó, en una entrevista, ese día 9 de noviembre:

Ese día llegó Helmut Kohl con una delegación a Varsovia y debía reunirse también conmigo, como jefe de los sindicatos. “Señores”, les dije a Kohl y a (el ministro de Exteriores alemán) Hans-Dietrich Genscher, “pronto caerá el muro de Berlín, pronto la Unión Soviética colapsará. ¿Están ustedes, como principal potencia europea, preparados para ello?”. Y vino la respuesta, creo que de Kohl. “Estimado señor Wałęsa, nos encantaría tener esos problemas. Pero algo así no lo vamos a ver. Hasta que algo así ocurra, crecerán árboles sobre nuestras tumbas”. Y esa misma tarde debieron cancelar la visita oficial a Varsovia, porque el muro de Berlín había caído.[16]

De un muro a otro

La marcha de Alexanderplatz del 4 de noviembre de 1989, en la que la población se movilizó para reclamar profundas reformas políticas en la RDA, fue una de las más importantes en la historia de ese país y una de las principales causas que llevaron al fin de la Alemania Oriental y del derrumbe del Muro de Berlín el 9 de noviembre. Fue así como ese hito histórico, advertido por Lech Wałęsa a un incrédulo Helmut Kohl, permitió que el 3 de octubre de 1990 se procediera a la reunificación de Alemania.

En la actualidad, por aquella frontera por la que intentaban escapar algunos alemanes de la RDA, la que divide a Bulgaria de Turquía, hoy existe una nueva valla construida por el gobierno de Sofía. El país más pobre de la Unión Europea levantó una valla de tres metros de altura a lo largo de 33 kilómetros en la frontera con Turquía, la que fue completada en 2014[17]. El objetivo es frenar el flujo creciente de refugiados y migrantes.

Nikolay Doychinov (AFP)

Un año más tarde, el gobierno anunció que la extendería otros 130 kilómetros —de los 240 que separan a Bulgaria de Turquía— y posteriormente otros 60 kilómetros más.

La frontera por la que en la época del Muro de Berlín se impedía que se escapasen los alemanes de la RDA, hoy tiene una valla para impedir que los migrantes ingresen a la Unión Europea. Como en aquel entonces, esta valla también produce muertes: las de aquellos que pierden su vida en el intento de llegar a Europa. Una de las tantas vallas y muros que siguen dividiendo regiones y hombres.

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU). Director de la SAEEG.

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Referencias

[1] Christian Erdei. “El picnic que cambió la historia de Europa”. Deutsche Welle, 19/08/2009, <http://www.dw-world.de/dw/article/0,,4583480,00.html?maca=spa-rss-sp-all-1122-rdf>, [consulta: 13/04/2016].

[2] Ídem.

[3] “Alois Mock, Austrian foreign minister at the fall of the Iron Curtain – obituary”. The Telegraph, 11/06/2017, <https://www.telegraph.co.uk/obituaries/2017/06/11/alois-mock-austrian-foreign-minister-fall-iron-curtain-obituary/>, [consulta: 15/09/2018].

[4] Enrique Müller. “Un ‘picnic’ para la historia. Hungría y Austria conmemoran la huida de 600 alemanes del este a través de sus fronteras”. El País (España), 20/08/2014, <https://elpais.com/internacional/2014/08/20/actualidad/1408529554_932738.html>, [consulta: 15/09/2018].

[5] Christian Erdei. Op. cit.

[6] Markus Wolf. El hombre sin rostro. La autobiografía del gran maestro del espionaje comunista. Buenos Aires: Javier Vergara, 1997, p. 362.

[7] Ídem.

[8] J. M. Martí Font. “Una confusión abatió el muro”. El País (España), 08/11/2009, <https://elpais.com/diario/2009/11/08/domingo/1257655957_850215.html>, [consulta: 10/11/2009].

[9] Ídem.

[10] Cordt Schnibben. “L’ouverture du mur de Berlin? Un couac incroyable!”. Le Temps, 08/11/2009, <https://www.letemps.ch/no-section/louverture-mur-berlin-un-couac-incroyable>, [consulta: 30/10/2019].

[11] Michael Brettin. “Der Tag, an dem die Mauer fiel”. Berliner Zeitung, <https://story.berliner-zeitung.de/mauerfall/>, [consulta: 30/10/2019].

[12] “Riccardo Ehrman y la pregunta que dinamitó el Muro de Berlín”. The History Channel Iberia, 29/10/2019, <https://canalhistoria.es/blog/riccardo-ehrman-pregunta-que-dinamito-muro-de-berlin/>, [consulta: 30/10/2019].

[13] Ídem.

[14] Michael Brettin. Op. cit.

[15] “Tagesschau vom 9. November 1989”. YouTube, <https://www.youtube.com/ watch?v=llE7tCeNbro>, [consulta: 13/09/2018].

[16] Magdalena Gwózdz. “Lech Walesa: ‘Kohl era un político muy hábil’”. Deutsche Welle, 01/07/2017, <https://www.dw.com/es/lech-walesa-kohl-era-un-pol%C3%ADtico-muy-h%C3%A1bil/a-39504615>, [consulta: 13/09/2018].

[17] Andrés Mourenza. “La frontera oriental de Europa entre Bulgaria y Turquía”. El País (España), 25/04/2017, <https://elpais.com/internacional/2017/03/16/actualidad/1489686063_777862.html>, [consulta: 13/09/2018].

EL REINO JÁZARO. SU INFLUENCIA DENTRO Y FUERA DEL CÁUCASO

XXVI Simposio Electrónico Internacional

Cáucaso Meridional.

Un espacio dinámico, relevante en las relaciones internacionales.

Junio de 2014 

República de Georgia – República de Armenia – República de Azerbaiyán

საქართველოს რესპუბლიკა  – Հայաստանի Հանրապետություն – Azərbaycan Respublikası

Marcelo Javier de los Reyes*

El reino kázaro, jázaro, cázaro o khazaro, tuvo su origen a partir de las oleadas de pueblos asiáticos que se expandieron bien temprano a comienzos de nuestra era.

Del pueblo jázaro poco se conoce y la información que poseemos en la actualidad proviene de la historiografía árabe, judía, armenia y del arte bizantino, de antiguas leyendas de esclavos y, sobre todo, por la gran cantidad de restos arqueológicos que dejaron y que permitió la reconstrucción de su sistema socioeconómico[1].

Respecto de sus orígenes étnicos, existen numerosas teorías pero lo cierto es que se trataba de tribus turcas —que nada tienen que ver con lo que hoy conocemos como “turco”— que, al igual que todas las naciones de ese origen, se dividían socialmente entre “jázaros blancos” o ak-jázaros y jázaros “kázaros negros” o kara-jázaros, sin que el color exprese una cuestión racial. Estas tribus consideraban como “blanco” a la nobleza, a los guerreros y a la clase dirigente y como “negro” a las clases más bajas de la sociedad, es decir, a los artesanos, a los plebeyos y a los burgueses.

Étnicamente se los han vinculado a los hunos o a una mistura de hunos con otras tribus turcas, a los uigur de China, a los búlgaros, pero no se ha podido establecer con precisión su componente. Una de las tesis sobre los orígenes de este pueblo es la de Dunlop, autor del libro The History of the Jewish Khazars (1954), quien vincula a los jázaros, lingüísticamente, con la rama ugrofinesa y con el antiguo búlgaro[2].

La hipótesis más probable, sin embargo, continúa siendo la de un origen turcomano, probablemente mixto, habida cuenta que los turcomanos nunca constituyeron un grupo étnico homogéneo ya que su costumbre era incorporar cada población conquistada. Asimismo, el nombre “khazar” parece derivar de la raíz turca “* qaz”, que significa “errante”, lo que coincidiría con su origen nómada[3].

Se estima que se asentaron en la región septentrional del Cáucaso, entre los mares Negro y Caspio, hacia el siglo V. Entre los años 550 y 620 los jázaros estuvieron bajo el dominio del imperio turco de los kokturks pero luego de una serie de guerras civiles, que terminaron disolviéndolo, lograron su autonomía.

Con posterioridad instauraron el Kaganato de Jazaria[4], cuya existencia se extendió hasta el siglo XI. Los jázaros, bien pronto, comenzaron a cambiar sus hábitos nómadas por los de un pueblo sedentario, sin dejar de lado sus virtudes guerreras típicas de los países asiáticos.

Desde ese lugar llegaron a dominar la península de Crimea, la cuenca de los ríos Dniéper, el Don y el Volga. En su momento de mayor expansión llegaron a controlar una amplia región que abarcaba parte de Kazajstán, sur de Rusia, la parte oriental de Ucrania, todo el Cáucaso Septentrional y los territorios de las actuales Georgia y Azerbaiyán, en el Cáucaso Meridional. Debido al control que ejercieron sobre los mares Aral y Caspio, los árabes y persas los llamaron Bahr-ul-Khazar y Daryaye Khazar, respectivamente.

La consolidación del kaganato se produjo mientras reinaba el emperador bizantino Constante II (641-668) lo que, en un primer momento, pareció una situación amenazante para el imperio porque puso en peligro la política bizantina de estados satélites. Los búlgaros fueron desalojados, en primer lugar, de la estepa rusa meridional del Azov por los kázaros y empujados hacia el sur[5].

El kaganato kázaro estaba emplazado en un área estratégica desde el punto de vista comercial. Las rutas caravaneras cruzaban en sus alrededores por lo que supieron construir su dominio sobre el comercio y la libre circulación de mercancías —maderas, pieles, sal, esclavos, caballos, piedras preciosas, sedas, especias, etc.—, ejerciendo la protección del tránsito de las caravanas mediante el cobro de una moderada tasa del 10%. Para llevar a Europa ciertos productos, como la seda, las especias y los perfumes de la India y del Lejano Oriente, los bizantinos tenían dos puntos de contacto para el tráfico comercial con Asia: Trebisonda, puerto del mar Negro, era el centro del comercio con Persia y Bagdad; Chérson, en el sudoeste de la península de Crimea, era el punto de contacto con el kanato kázaro[6] [7].

Las rutas que atravesaban el Cáucaso en camino a Damasco o a Bagdad, así como las que franqueaban los mares Caspio y Aral hacia el Hindu Kush por Samarcanda, pasaban por la capital del kanato, Itil, ubicada junto al Volga inferior.

Los jázaros no fueron un pueblo de comerciantes sino que vivían de los impuestos que gravaban las mercancías en tránsito

Además de Itil, fundaron otras ciudades como Balanjar y Dagestán y, junto al mar Caspio, Samandara.

La conversión

Si bien era un pueblo de las estepas que practicaba una religión chamánica basada en la adoración de Tingri —el dios creador de la naturaleza—, en 740 el rey Bulán se convirtió al judaísmo y con él la dirigencia kázara y la mayor parte de la población. El filósofo y médico judío español Yehudah Ben Samuel Halevi, nacido en Navarra en 1075 y fallecido en Jerusalén en 1141, reconocido como uno de los máximos exponentes de la literatura hispanohebrea, escribió el Libro del Jazar (El Kuzarí), originalmente escrito entre 1130-1140 en árabe bajo el título de Kitab alhuyya wa-l-dalil fi nusr al-din al-dalil, en el que en cinco discursos emprende una defensa de la “religión menospreciada”. En El Kuzarí, Halevi presenta a un rey pagano —el rey de los jázaros— quien desea conocer la verdadera religión y que tras citar a filósofos aristotélicos, a cristianos y a islámicos, sólo encuentra la verdad en las fuentes bíblicas del judaísmo, de las que ya tenía conocimiento pero que sólo un sabio judío ortodoxo desvela en toda su verdad e integridad. El Kuzarí es una verdadera apología del judaísmo y de lo que Halevi llama “la verdadera revelación”. Sin embargo, es evidente que las razones que llevaron al jan Bulán a su conversión también, o más probablemente, fueron políticas y económicas pues adoptando el judaísmo no quedarían dependientes del Imperio Romano de Oriente ni del Califato de Bagdad.

Cabe destacar que pese a que sus dirigentes se convirtieron al judaísmo, en Jazaria existió una tolerancia religiosa y dentro de su territorio pudieron convivir cristianos, islámicos y paganos.

Obadia, nieto de Bulán, consolidó la nueva religión atrayendo a rabinos y construyendo numerosas sinagogas. La conversión favoreció el asentamiento en el territorio, intensificó el proceso de urbanización y fomentó la economía basada en la pesca, la ganadería y la agricultura. Del mismo modo, los kazares recibieron a numerosos emigrantes judíos perseguidos en Grecia[8].

La máxima autoridad era el jan o kagán, el rey, pero existía otra institución de gobierno, un tribunal, que contaba con dos jueces judíos, dos cristianos, dos musulmanes y un bárbaro[9].

Después de 830 el judaísmo se habría convertido en la religión del Estado pues los hallazgos arqueológicos rebelan nombres hebreos en la numismática (Zacarías, Isaac, Josef, Abdías, etc.), que serían los nombres elegidos por cada jan al momento de su coronación.

Jazaria y el Imperio Romano de Oriente

Prácticamente desde su fundación el kaganato kázaro fue un aliado del Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino. En el siglo VII el imperio vivía una situación crítica cuando los persas sasánidas acechaban en Siria, Egipto y Asia Menor. El reino ávaro presionaba desde los Balcanes empujando a los eslavos constantemente hacia el sur y los propios ávaros llegaron hasta las murallas de Constantinopla[10]. Cuando todo parecía perdido para el imperio, en 622 el emperador Heraclio (610-640) en persona inició la contraofensiva bizantina contra los persas, respaldada por un tratado de paz con los ávaros y apoyada por un fuerte fervor religioso en Constantinopla, sólo comparado con el que se vivió en época de las Cruzadas. Heraclio emprendió una peligrosa estrategia ofensiva, estableció su base de operaciones en territorio de Armenia y del Cáucaso[11]. Desde allí se lanzó a atacar el centro del poder persa recuperando no sólo sus antiguas provincias sino también sumando nuevos territorios de Armenia[12].

Los jázaros, entre los años 622 a 628, apoyaron al emperador Heraclio en tres campañas contra los persas, un enemigo común, y tomaron Ctesifonte. Luego regresaron por Harrán, Armenia y Tiflis, llevando consigo a pobladores judíos, rabinos incluidos, quienes tenían en Harrán una comunidad numerosa, a los que establecieron en las ciudades kázaras.

Heraclio culminó su campaña en la Batalla de Nínive —ya no contaba con los kázaros, quienes se habían retirado— en la que los bizantinos vencieron al ejército persa comandado por Rhahzadh. Entonces Heraclio marchó hacia Mesopotamia y el oeste de Persia, saqueando Takht-e Soleiman y el palacio de Dastugerd, donde recibió noticias del asesinato de Cosroes II.

El tratado entre los jázaros y Heraclio, en 626, abrió las puertas a una estrecha colaboración entre las partes que se mantuvo hasta el siglo IX y en la que los jázaros apoyaron la lucha defensiva del imperio contra los árabes mediante ataques en los flancos de la región caucásica y Armenia[13].

Por razones políticas se celebraron dos matrimonios entre princesas jázaras con miembros de la casa imperial bizantina. Una fue esposa de Justiniano II (741), la otra de Constantino V (775)[14]. De esta última unión nació León (León IV), conocido como “León el Jázaro”.

La alianza con los jázaros contra el Islam le aseguró al Imperio Romano de Oriente la frontera oriental de Asia Menor.

Durante el reinado de Teófilo (829-842), a petición del jan jázaro, fueron enviados especialistas y obreros a través del mar Negro, hasta el Don, donde levantaron una fortaleza en Zarkel, la llamada fortaleza de “Los Ladrillos Blancos”, defendida por 500 soldados, que constaba de una ciudadela, cuatro torres y dos puertas además de poseer espacio para albergar caravanas y viajantes, un centro para habitantes, además de haber servido para el asentamiento humano y el desarrollo de industrias a su alrededor debido a la relativa seguridad que brindaba la fortaleza. Esta importante expedición fortaleció la colaboración militar entre jázaros y bizantinos con los árabes[15].

Esta alianza en la que los jázaros impedían el paso de los árabes a través del Cáucaso impidió su invasión a Europa Oriental. 

Las relaciones con los árabes y la desaparición del reino jázaro

Entretanto, las hostilidades con el Califato continuaron y se produjeron incursiones a uno y otro lado del Cáucaso. El príncipe Khazar Barjik, al mando de las tropas jázaras, invadió el noroeste de Irán y, en 730, derrotó a las fuerzas omeyas en Ardabil. Siete años más tarde, el príncipe murió cuando las huestes del califa ocuparon brevemente Itil, oportunidad en la que, probablemente, obligaron al jan a convertirse al Islam. La propia inestabilidad de los omeyas impidió mantener la ocupación de la capital jázara por lo que el reino recobró su autonomía. Es luego de este hecho que se adopta el judaísmo por lo que algunos historiadores consideran que la idea de tomar el judaísmo como religión de Estado significó una reafirmación de la independencia del janato.

Si bien los jázaros mantuvieron alejados de Europa del este a los árabes durante varios años, ante la fuerte presión de las tropas enemigas fueron obligados a retirarse al oeste de la región del Cáucaso, una zona limitado por el mar Caspio al este, desde las estepas al norte del Mar Negro y el Dniéper, en el oeste. En ese sitio lograron reconstruir sus fuerzas logrando que los abasíes y los omeyas decidieran poner fin a las hostilidades. En 758 el califa abasí Abduláh al-Mansur ordenó a Yazid ibn Usayd al-Sulami, el gobernador militar abasí de Armenia a desposar a una noble jázara y, de ese modo, sellar la paz. Por razones que se desconocen, probablemente en un parto, la joven princesa murió y sus asistentes retornaron a Itil con la convicción de que alguna facción del califato la había envenenado. Ante esto su padre reaccionó y el general jázaro Ras Tarkán invadió el Noroeste de Irán, saqueando la región durante varios meses. Desde entonces las relaciones entre las partes mejoraron, lo que permitió que Jazaria lograra su mayor apogeo hacia el siglo IX, convirtiendo a los eslavos orientales, magiares, pechenegos y otras tribus en sus tributarios. El país logra un desarrollo y una riqueza de consideración en el mundo de su época. Muchos artefactos jázaros fueron encontrados en todas las áreas de Medio Oriente y en muchos sitios arqueológicos de los Balcanes[16].

En el siglo X se conformó una alianza de pueblos escandinavos y eslavos —que dieron origen al pueblo ruso—, los que en 966, bajo la conducción del príncipe de Kiev Svyatoslav Igorevich, atacaron a los jázaros provocándoles su mayor derrota y la destrucción de la fortaleza de Zarkel. Dos años después cayó Itil y las fuerzas rusas lograron arrinconar a los jázaros en la península de Crimea hasta que, en 1016, una expedición combinada ruso-bizantina puso fin al reino.

A partir de ese momento los jázaros comenzaron a dispersarse por Europa (Polonia, Rusia, Ucrania, Hungría) mientras que los restos del reino desaparecieron en el siglo XIII ante el avance de Genghis Khan.

El mapa muestra la expansión de los jázaros desde el 650 hasta alcanzar su mayor apogeo

En el siglo IX, cuando los cruzados se instalaron en Jerusalén, procedieron a la expulsión de los judíos de la comunidad caraíta[17] de Jerusalén. Un número considerable de caraítas se establecieron en Jazaria cuando el rey se convirtió al judaísmo pero esa comunidad tuvo mayor presencia en Crimea, último reducto jázaro, con motivo de esa expulsión de Jerusalén.

Arthur Koestler y la decimotercera tribu

La Biblia nos dice que Isaac, hijo de Abrahán, casado con Rebeca, tuvieron dos hijos: Esaú y Jacob. Este último, astuto y cuyo nombre significa “el impostor” o “el que suplanta”, tuvo doce hijos que se convirtieron en las doce tribus de Israel. Tras su arrepentimiento y conversión Dios le cambió el nombre a Jacob por el de Israel, que significa “el que lucha con Dios” (Gn 32, 29).

El libro del Génesis relata los orígenes del pueblo de Israel. Las doce tribus descienden de los doce hijos de Jacob pero en la región del Cáucaso existió un pueblo que adoptó el judaísmo como su religión y sobre el cual escribió Arthur Koestler en su libro “La decimotercera tribu” (1976).

Arthur Koestler nació en 1905 en Budapest, Hungría, en el seno de una familia de clase media. Hacia la década de 1930 se incorporó al Partido Comunista y en 1932 viajó a Rusia donde escribió Of White Nights and Red Days, libro de propaganda financiado por la Internacional Comunista[18]. Luego del triunfo de Adolf Hitler en Alemania, Koestler se sumó al grupo de alemanes exiliados en París, donde trabajó con Willi Münzenberg (Erfurt, Alemania, 1889, – Saint-Marcellin, Isère, Francia, 1940), activista político comunista, quien fue el primer presidente de la Internacional Comunista de la Juventud en 1919-1920 y luego de ser un destacado propagandista del Partido Comunista Alemán (KPD) durante la República de Weimar, se desencantó de su ideología tras la gran purga de Stalin, llevada a cabo en la década de 1930. En 1936, Koestler viajó a España, probablemente como espía de Munzenberg, donde fue arrestado por sus actividades políticas y liberado luego de la intervención del gobierno británico en ese sentido[19]. En 1938 renunció al Partido Comunista por los mismos motivos que Willi Münzenberg, aunque siguió creyendo en la utopía bolchevique hasta que la bandera nazi fue izada en el aeropuerto de Moscú y la banda del Ejército Rojo ejecutó Horst Wessel Lied en honor del ministro de Asuntos Exteriores de Hitler, Joachim von Ribbentrop, quien llegaba a la Unión Soviética para firmar el pacto germano-soviético[20]. Durante la guerra fue confinado en Francia, donde escribió su libro El cero y el infinito, en el que denunció los abusos realizados en nombre de la ideología. Liberado de su confinamiento se trasladó al Reino Unido, alistándose en el Pionner Corps. Luego pasó a desempeñarse en el Ministerio de Información para realizar la propaganda antinazi, lo que le permitió obtener la ciudadanía británica[21].

Arthur Koestler

Hacia 1948 dictó varias conferencias en los Estados Unidos, en las que criticaba la política de Stalin y exhortaba a los jóvenes a abandonar su radicalismo de izquierda a la vez que reclamaba un mayor compromiso de los intelectuales progresistas en los destinos de la nación y les solicitaba “que ayudasen a la elite del poder en su misión de gobernar”[22]. En esa oportunidad mantuvo contactos con William Donovan, quien fue el responsable de la Office of Strategies Services (OSS) durante la Segunda Guerra Mundial y de la creación de la CIA. La inteligencia estadounidense mostró su interés por Koestler, al igual que por numerosos intelectuales de izquierda desencantados del comunismo, y lo incorporó a su “campaña cultural”, el “Congreso por la Libertad Cultural”, una tapadera de la CIA destinada a difundir la libertad de expresión como la posesión más preciada de la democracia liberal. Koestler participó de ese espacio junto a otros célebres intelectuales y militantes anticomunistas como Franz Borkenau, Melvin Laski o Arthur Schlesinger[23].

En lo que se refiere al tema de este texto es relevante destacar otra etapa de su apasionante vida. Luego de la caída de la “Comuna húngara”, del derrocamiento del gobierno comunista de Béla Kun, asumió el gobierno el almirante Miklós Horthy, quien desempeñó el cargo de Regente de Hungría desde marzo de 1920 hasta octubre de 1944. Durante esos años encabezó un régimen calificado como “sistema autocrático conservador” con algunos “elementos esenciales del fascismo”. Koestler escapó de Hungría con su madre y se instaló en Viena y entre 1922 y 1929 se integró al sionismo como seguidor de Zeev Jabotinsky. Partió hacia Palestina donde vivió y trabajó en un kibutz. A su regreso a Berlín, ingresó clandestinamente en el Partido Comunista en 1931.

Un biógrafo de Koestler, David Cesarani, lo definió como una “mente sin hogar” que, antes de afiliarse al Partido Comunista, asumió la causa sionista del revisionista Zeev Jabotinsky y trabajó en Palestina, hasta que se desencantó de los pasos que daba la dirigencia israelí[24]

Para cerrar el capítulo de su vida, cabe mencionar que en marzo de 1983 Koestler, a los setenta y siete años, se suicidó en su casa de Londres luego de ingerir una dosis mortal de barbitúricos junto a Cynthia Jefferies, su tercera mujer. Sufría la enfermedad de Parkinson pero una leucemia linfática crónica en fase terminal agravó su cuadro. Durante los últimos años de su vida había defendido la eutanasia a través de la organización Exit, que patrocinaba el derecho a la muerte voluntaria[25].

Koestler, en su obra La decimotercera tribu de Israel, dice que en la misma época en que Carlomagno se hacía coronar emperador de Occidente, “el extremo oriental europeo que va desde el Cáucaso al Volga, se hallaba dominado por un Estado judío, conocido por el nombre de imperio jázaro”[26]. El país de los jázaros que tuvo su período de apogeo entre los siglos VII y X, dice Koestler, era un “pueblo étnicamente turco” que “ocupaba una estratégica posición entre el Caspio y el mar Negro, sobre los extensos caminos de paso en que confluían las potencias orientales de la época”.

Arthur Koestler y su tercera esposa, Cynthia, pocos meses antes de su suicidio. (British Library Board Random House)

Koestler confirma lo que dice la historia acerca de que el reino jázaro servía como un “Estado-tapón” que protegía a Bizancio de las invasiones de las tribus bárbaras septentrionales (búlgaros, magiares, etc.), luego de los vikingos y rusos, así como también de los ataques de los árabes cuando se lanzaron a llevar el Islam a otras tierras luego de la muerte del profeta Muhammad, en 632. Los ejércitos jázaros frenaron el paso de los árabes hacia Europa del este en el Cáucaso del mismo modo que Carlos Martel los detuvo en la batalla de Poitiers en 732.

Koetsler se vale de historiadores como D. M. Dunlop, quien afirma que las guerras entre árabes y jázaros duraron más de cien años. Del mismo modo cita al historiador marxista Antal Bartha, autor del libro A IX-X Szàzadi Magyar Tàrsadalom (1968), quien narra en un párrafo la conversión de los jázaros y agrega que “indudablemente, la aceptación del judaísmo como religión de Estado de un pueblo étnicamente no judío podría ser objeto de interesantes especulaciones”.

Koestler luego dice:

En cambio, lo que sí puede discutirse es la suerte de los kázaros judíos tras la destrucción de su reino, hacia los siglos XII o XIII. En este punto las fuentes muestran una gran debilidad. No obstante, se mencionan distintos establecimientos kázaros, a fines de la Edad Media, en Crimea, Ucrania, Hungría, Polonia y Lituania. De las diferentes referencias fragmentarias podemos obtener una visión de conjunto: la de una migración de tribus y grupos kázaros hacia las regiones de la Europa oriental —principalmente Rusia y Polonia—, exactamente donde habrían de encontrarse, al alba de los tiempos modernos, las mayores concentraciones de judíos. De ahí la hipótesis formulada por varios historiadores, según la cual buena parte, si no la mayoría, de los judíos de Europa oriental —y, en consecuencia, de los judíos del mundo entero— serían de origen kázaro y no semita.

El mismo Koestler se refiere a las “consecuencias de semejante hipótesis” y las “precauciones” de los historiadores respecto a este tema, “cuando no lo evitan deliberadamente”. A esos efectos menciona que en la edición de la Encyclopaedia Judaïca correspondiente al año 1973, el artículo “Kázaros” estaba firmado por Dunlop mientras que el que se refiere a “los judíos kázaros tras la caída del reino” estaba firmado por los editores. En esa sección se afirma que “los karaítas (secta tradicionalista judía), de lengua turca de Crimea, Polonia y otros lugares, han afirmado que estaban emparentados con los kázaros, lo que posiblemente confirmen los testimonios extraídos del folklore y de la antropología, como también de la lengua”.

A través de sus investigaciones y de reiteradas citas de autores que lo precedieron en este estudio, Koestler intenta demostrar que los judíos de los grandes centros de Europa, de Estados Unidos e incluso de Israel descienden de los jázaros. Koestler afirma que “genéticamente estarían más emparentados con los hunos, los magiares, que con la simiente de Abraham, de Isaac, de Jacob”. A continuación asevera que “si esto fuera así, la palabra ‘antisemitismo’ carecería de sentido: únicamente testimoniaría un malentendido compartido a partes iguales por víctimas y verdugos”.

Michael Scammell, autor de una biografía de Koestler, Koestler: The literary and political odyssey of a twentieth-century skeptic, dice que él sufrió mucho a causa del antisemitismo en su juventud y que a pesar de su desencanto en Palestina, la cuestión del Holocausto fue “lo que restauró el interés y la compasión de Koestler por los judíos de Palestina; fue un defensor firme e influyente de un Israel independiente”. Afirma que “nunca fue acrítico en su apoyo a Israel, e irritó a gran cantidad de judíos dentro y fuera de Israel con su teoría de que los judíos de la diáspora debían trasladarse a Israel (cumpliendo la promesa de estar ‘el año que viene en Jerusalén’) o asimilarse, diciendo que era la única forma de acabar con el antisemitismo”[27].

Con su intención de desmantelar el concepto de antisemitismo a partir del origen jázaro, Koestler fastidió a los judíos de la diáspora y su teoría fue utilizada por los líderes árabes y por quienes se oponen a la existencia del Estado de Israel ya que si los actuales judíos no son herederos de los hebreos bíblicos no tienen derecho a ocupar esa tierra.

Como dice Scammell, esa no era lo que pretendía Koestler pero a pesar de haber reafirmado su apoyo a Israel, “reforzó la idea de que el propio Koestler era un antisemita: una ironía amarga”[28].

Nuevas investigaciones

La difusión del libro de Koestler abrió una seria controversia debido a que los judíos askenazi son los descendientes de los jázaros y conforman una considerable mayoría de la actual población judía.

Claramente los sefaradíes son los descendientes de los judíos que llegaron a la península ibérica y al Norte de África a través de siglos de migraciones pero las dudas se ciernen sobre los askenazi.

Max Bery pone en duda la conversión masiva de los jázaros al judaísmo y dice:

La teoría de la conversión en masa quedó vigente hasta los años 90. En 1993, en una de las primeras utilizaciones del marcador del cromosomo – Y -, unos científicos italianos compararon el ADN de Ashkenazim y Sefaradim con no-judíos viviendo en Checoslovaquia, supuestamente representando los posibles descendientes de gentiles de la Europa del Este. Si los judíos eran conversos eslavos las mutaciones tendrían que ser similares. La repuesta fue sorprendente por otros motivos. Por la primera vez había una evidencia poderosa de que los judíos alrededor del mundo compartían un linaje común, procediendo del Medio y Cercano Oriente, prácticamente libre de conversiones. El linaje masculino de los judíos tenía más en común con él de los libaneses que con él de los checos no judíos. Los genetistas estimaron que la contribución de no-judíos masculinos a los genes ashkenazim es muy baja, menos del 1% por generación. Esto fue la primera evidencia genética de que los judíos ashkenazim de hoy día no descienden mayoritariamente de conversos.[29]

Bery no brinda ninguna referencia acerca de esa investigación científica. Sin embargo, nuevas investigaciones abonan la teoría de Koestler.

El historiador israelí Shlomo Sand, profesor de Historia de Europa en la Universidad de Tel Aviv y autor del libro Cuándo y cómo se inventó el pueblo judío, cuestiona algunos principios de la historia sionista oficial. En una entrevista publicada en Publico.es el profesor Sand dice que la Biblia “no es un libro histórico, es un libro de teología” y que “fueron los protestantes, y luego los judíos, los que convirtieron la Biblia en un libro de historia” por lo que, según él, el pueblo judío es una invención cristiana. Dice que el exilio del pueblo judío tras la destrucción del Templo por los romanos, en el año 70 d.C. no existió ya que “los romanos nunca exiliaron a pueblos, algo que sí hicieron los asirios y los babilonios con algunas elites”[30]. Lo que los romanos no permitieron a los judíos es que vivieran en Jerusalén. A su juicio

la historia sionista tomó un mito cristiano del mártir Justino, que fue el primero que dijo, en el siglo III, que Dios había castigado a los judíos con el exilio porque no aceptaron a Jesús. Esa es la primera vez que afirma que los judíos fueron deportados.[31]

Estas afirmaciones no invalidan que los judíos hayan emigrado por el Mediterráneo pero ponen en duda la hipótesis de la “tribu perdida” que bien podría justificar la genética semítica de los jázaros.

Sand habla de un drástico decrecimiento de la población judía desde la época de Adriano, en el siglo II, porque muchos se convirtieron al cristianismo. Sin embargo, a pesar de negar la deportación de los judíos durante el período romano y su emigración masiva, aporta un hecho relevante al afirmar que “es el judaísmo, y no los judíos, el que se expande”. Es decir que alude a una época en que el judaísmo buscaba expandirse, era proselitista. Esta es la razón por la que los jázaros se convierten al judaísmo. En este sentido, Sand agrega que “es curioso que el sionismo reconoce la importancia de los jázaros hasta 1967, y después deja de ser una tesis legítima”[32]. Añade que los judíos de Polonia y de otros países de Europa oriental “sólo pueden venir de los jázaros”. Esto invalida la teoría de que los judíos de esa parte de Europa provinieran de Alemania porque —afirma— en los siglos XII y XIII apenas había sólo unos cientos de judíos en Alemania.

Aunque reconoce que expresar esto hoy es un escándalo, el profesor Sand menciona que en 1918 Yitzhak ben Zvi —quien fue el segundo presidente de Israel— y David Ben Gurion escribieron juntos un libro en el que afirmaban que los palestinos son los auténticos descendientes de los judíos.

Otra investigación corresponde al genetista molecular e investigador postdoctoral del Departamento de Salud Mental de la Universidad de Johns Hopkins, de origen judío, Eran Elhaik, quien llevó a cabo una investigación que sugiere que no hubo una emigración seminal a Alemania o, al menos, el factor alemán no explicaría el origen de la mayoría de los judíos europeos. Eran Elhaik sostiene que procederían del Cáucaso, más precisamente del imperio jázaro[33].

Su estudio, recientemente publicado en internet por la revista online Genome Biology and Evolution de Oxford, titulado “The missing link of Jewish European Ancestry” (“El eslabón perdido de la ascendencia judía europea”), en el que concluye que el genoma de los judíos europeos es una combinación de poblaciones antiguas que incluyen jázaros judaizados, grecorromanos y judíos de la Mesopotamia y su estructura de población se formó en el Cáucaso y en las orillas del Volga, con raíces que llegan a Canaán y a las orillas del Jordán.

Eran Elhaik basó su conclusión en lo que describe como la “hipótesis de khazar” —la que propuso Koestler— que él acepta como una hipótesis razonable que debe ser comprobada. Para su estudio analizó los datos de 1.287 individuos no relacionados “de 8 poblaciones judías y 74 poblaciones no judías”.

Con esos datos genéticos, Elhaik realizó cinco diferentes análisis y todos le llevaron al origen judeo-jázaro de la mayor parte de los alrededor de 13 millones de judíos del mundo. Utilizó la frecuencia de alelos —alternativas de un mismo gen— diferentes entre distintos grupos poblacionales y, tomando a judíos palestinos y caucásicos (armenios, georgianos o azeríes) actuales como base para establecer el linaje, comprobó que el 70% de los judíos originarios de Europa central y occidental y todos los orientales compartían más con los segundos que con los primeros. Sorprendentemente un 15% de los judíos de Europa central son similares a los drusos y a los chipriotas[34].

Su investigación lleva al doctor Elhaik a señalar que existe una fuerte evidencia que los judíos europeos y las poblaciones de Cáucaso tienen un origen común. Considera que “la conversión religiosa de los jázaros abarcó a todos los ciudadanos del Imperio y a las tribus subordinadas y se prolongó durante los siguientes 400 años … los judeo-jázaros huyeron a Europa del este y más tarde emigraron a Europa Central y se mezclaron con las poblaciones vecinas”[35].

Es importante citar en este debate la explicación que el periodista, historiador y genealogista Narciso Binayán Carmona (1928-2008) —quien se desempeñó por muchos años en el diario La Nación de Buenos Aires— brinda acerca del origen étnico de los armenios:

Por tipo racial, en cambio, son esencialmente caucásicos. Los aportes de otras naciones son varios, pero numéricamente débiles: persas desde el este, georgianos por el norte y muchos otros grupos pequeños del mismo núcleo caucásico. El gran mundo de los semitas casi no participa en esta discreta mezcla salvo en el suroeste de la Armenia histórica y ello a través de los asirios. Es típico de la extrema originalidad armenia que esta pequeña nación asiria, hoy prácticamente reducida a tema de historia antigua, sea la única de origen semita con participación numéricamente significativa en el reducido grupo de pueblos vecinos que dieron parte de su sangre al pueblo armenio. Por el contrario, los árabes o los judíos, naciones semitas mucho más importantes y mucho más grandes, prácticamente no aparecen en la mezcla armenia y tampoco tienen ni tuvieron allí presencia numérica de algún monto. Los judíos que había los llevó a Persia el emperador Shapur en 368. A la vez, aquellos armenios con mezcla semita se encontraban sobre sobre todo en las provincias de Mush y de Bitlis, de las que casi no quedaron sobrevivientes en 1915.[36]

De este modo, al determinar quiénes son los armenios, Narciso Binayán Carmona deja en claro que en Armenia, como prácticamente en todo el Cáucaso, la existencia de miembros de comunidades semitas es bastante escasa. Menciona como un caso excepcional a los asirios y dice que se trata de un “tema de historia antigua” porque además de que esa comunidad —que profesa el cristianismo— se fue reduciendo a lo largo de historia, un considerable número de sus miembros perdió la vida junto con los armenios en ocasión del genocidio llevado a cabo por los turcos, que comenzó a fines del siglo XIX y que se agudizó con la llegada de los Jóvenes Turcos al poder, en 1908, tras derrocar al sultán Abdul Hamid II (1842-1918). Entre 1915 y 1924 se produjo la mayor matanza de armenios, en la que también murieron miembros de esa comunidad asiria. Los Jóvenes Turcos fueron liderados por quien se convirtió en presidente de la Turquía moderna, Mustafa Kemal Atatürk, el “padre de los turcos”, quien al igual que varios de esos jóvenes había sido un converso pues pertenecía a la secta secreta dönmeh, sefaradíes conversos al Islam seguidores del profeta Sabbatai Zevi. Pero esta es otra historia y forma parte de otra discusión.

A modo de conclusión

Los jázaros, cuya historia es poco conocida, tuvieron una gran importancia en la región del Cáucaso al punto que controlaron la Ruta de la Seda y, como pudo apreciarse, su territorio constituyó una zona estratégica por las numerosas rutas caravaneras que lo cruzaban.

Como todo pueblo proveniente de las estepas asiáticas estaba inspirado por un espíritu guerrero que quedó demostrado en su enfrentamiento con el imperio persa y contra los árabes que procuraban cruzar a través del Cáucaso.

Ciertamente, de no ser por el reino jázaro la historia de Europa hubiese sido otra y el Imperio Romano de Oriente hubiese sucumbido algunos siglos antes.

La singularidad de los jázaros fue su conversión al judaísmo, lo que pone en evidencia la actitud proselitista de los judíos de esa época, más aún cuando su número se reducía a causa de la expansión del cristianismo y, a partir del siglo VII, del Islam.

Es probable que por esta razón los judíos jázaros se dispersaran por el resto de Europa llevando no sólo su creencia sino también su cultura, pero perdiéndose en medio de las demás pueblos del continente.

Arthur Koestler, a pesar de las críticas que recibió, sacó a la luz un pueblo que sólo se encontraba en las profundas investigaciones llevadas a cabo por un reducido número de académicos y científicos. Su intención de argumentar contra el antisemitismo puso sobre el tapete un tema que parecería ser que debía mantenerse oculto. Sacarlo a la luz significaba desarmar los argumentos de la dirigencia sionista, la cual es la heredera del pueblo jázaro. Es por esto que puede afirmarse que durante la existencia del reino jázaro su poder y su influencia se proyectaron sobre el Cáucaso y fuera de la región pero, ya desaparecido, siguió perviviendo en las comunidades que se fueron consolidando en Europa oriental y central durante siglos. En la actualidad sobrevive en la dirigencia israelí que aspira a conquistar el Gran Israel —Eretz Yisrael Hashlemah—, el territorio que se describe en el pacto de Dios con Abrahán en el libro del Génesis 15,18:21, el que se extiende desde el Nilo al Éufrates. Sin embargo, la sombra del Israel actual se proyecta también sobre el Cáucaso, como un intento de influir en lo que fuera el reino jázaro.

Para finalizar, desde un punto de vista religioso, puede considerarse que, a partir de lo expresado por los estudios que precedieron al libro de Koestler y por los que se han llevado más recientemente —en este caso coincidiendo con lo expresado por el profesor Shlomo Sand—, los judíos actuales constituyen una comunidad espiritual, cultural y política —en el caso de Israel— en la que no existe un fenotipo reconocible.

 

* Licenciado en Historia (Universidad de Buenos Aires). Postgrado en Política Exterior Argentina (Universidad del Salvador). Profesor de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata. Presidente del Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID).

 

Referencia

[1] Lawrence M.F. Sudbury. “Khazari. Il popolo dimenticato che difese l’europa”. En: Instoria (Rivista online di storia & informazione), N. 7, julio de 2008 (XXXVIII), <http://www.instoria.it/home/khazari.htm>, [consulta: 20/05/2014].

[2] Ídem.

[3] Ídem.

[4] También se utilizan los términos kanato y janato.

[5] Franz Georg Maier. Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII. Madrid: Siglo XXI, p. 302.

[6] Franz Georg Maier. Bizancio. México: Siglo XXI Editores, p. 107.

[7] Jan Dhondt. La alta edad media. Madrid: Siglo XXI, 1978, p. 124.

[8] Ricardo de la Cierva. El tercer Templo: qué es el sionismo en la historia de Israel. Barcelona: Planeta, 1992, p. 77-78.

[9] Idem.

[10] Franz Georg Maier. Bizancio. México: Siglo XXI Editores, p. 70.

[11] Ídem.

[12] Ídem.

[13] Franz Georg Maier. Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III-VIII. Madrid: Siglo XXI, p. 303.

[14] Ídem.

[15] Franz Georg Maier. Bizancio. México: Siglo XXI Editores, p. 121.

[16] Lawrence M.F. Sudbury. Op. cit.

[17] Comunidad antitalmúdica. Sus seguidores reconocen la Tanaj como única máxima autoridad, en oposición a los seguidores de la tradición.

[18] Francés Stonor Saunders. La CIA y la guerra fría cultural. Madrid: Debate, 2001, p. 94.

[19] Ibíd., p. 95.

[20] Ídem.

[21] Ídem.

[22] Ibíd., p. 96.

[23] Sobre este tema ver el mencionado libro de Frances Stonor Saunders.

[24] David Cesarani. The Homeless Mind. Estados Unidos: Heinemann, 1998, 496 p.

[25] Joseba Louzao. “Arthur Koestler: la biografía atípica del siglo XX”. En: Fronterad Revista Digital (12/05/2011), <http://www.fronterad.com/?q=arthur-koestler-biografia-atipica-siglo-xx>, [consulta: 27/05/2014].

[26] Arthur Koestler. La decimotercera tribu de Israel. Santa Fe: Garetto Editor, 2007, 250 p.

[27] Daniel Gascón. “Michael Scammell: Koestler, intelectual en movimiento”. En: Letras libres, noviembre 2011, <http://www.letraslibres.com/revista/entrevista/michael-scammell>, [consulta: 20/05/2014].

[28] Ídem.

[29] Max Bery. “Los Ashkenazim, ¿Conversos o hijos de Abraham?” En: Organización Sionista Argentina Filial Córdoba, 22/05/2012, <http://soysionista.blogspot.com.ar/2012/05/los-ashkenazim-conversos-o-hijos-de.html>, [consulta: 10/05/2014].

[30] “El pueblo judío es una invención”. En: Publico.es, <http://www.publico.es/internacional/121692/el-pueblo-judio-es-una-invencion>, [consulta: 12/05/2014].

[31] Ídem.

[32] Ídem.

[33] Seth J. Frantzman. “Terra Incognita: The return of the Khazar myth”. En: “The Jerusalem Post”, 01/02/2013, <http://www.jpost.com/Opinion/Columnists/Terra-Incognita-The-return-of-the-Khazar-myth>, [consulta: 13/04/2014].

[34] Ídem.

[35] Ídem.

[36] Narciso Binayán Carmona. Entre el pasado y el futuro: los armenios en la Argentina. Buenos Aires, 1996, p. 30.

 

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