EL ASCENSO DE BEIJING Y LA CONFRONTACIÓN SINO-ESTADOUNIDENSE.

Ruvislei González Saez*

 

El mundo actual se encuentra en un momento complejo derivado por múltiples factores. Sin embargo uno de ellos se expresa en la confrontación estratégica entre las dos mayores economías del mundo, es decir, Estados Unidos y China. Todo parecía a finales de 2019 que las relaciones entre Washington y Beijing iban a mejorar cuando se logró concretar la primera fase del acuerdo bilateral generado con posterioridad a los grandes choques comerciales. Sin embargo, el declive de la hegemonía estadounidense reforzada por las acciones unilaterales de la actual administración de Donald Trump, conducen a un mayor nivel de desencuentros entre ambas potencias.

Para entender lo que está sucediendo hoy en el mundo entre las dos grandes naciones, hay que ir más allá de la confrontación comercial y examinar el fenómeno con una perspectiva de trascendencia global y de largo plazo. La economía es la fortaleza de Estados Unidos, pero también de China. La nación asiática es la segunda mayor del mundo en términos nominales y ya en términos de paridad de poder de compra rebasó a Estados Unidos (Tabla 1). Aun cuando en términos nominales su desarrollo es más bajo, ya China actúa como gran potencia. Cuando se llega a un nivel de desarrollo es inevitable la confrontación en distintos planos con la potencia hegemónica. Es un principio del pensamiento geoestratégico. No debe olvidarse que ya Beijing es el principal socio de más de la mitad de los países del mundo y muchos dependen de China como la mayor fuente de sus importaciones.

Tabla 1: Algunos indicadores comparativos entre Estados Unidos y China

Fuente: Elaboración del autor con diversas fuentes, 2020.

El resurgimiento de China como potencia es reciente y por eso su mayor presencia presenta un desafío para Washington, el de acomodar a esta nueva potencia emergente o impedir su ascenso. Lo que pase con estas dos grandes naciones tendrá un enorme impacto en el resto del mundo.

Relaciones políticas

El peligro actual no es el ascenso de China en sí, sino cómo Estados Unidos reacciona a este progreso y a su consecuente pérdida de hegemonía. Son dos naciones que irán hacia una mayor confrontación. El incremento de las tensiones conducirá a que Estados Unidos busque espacios de concertación política que excluyan la participación China o minimice su presencia. Tal es el caso de la convocatoria a la cumbre del G-7 (ampliada) para septiembre con la participación además de otros países como Corea del Sur, India, Australia, probablemente Brasil y también Rusia. Por mucho que lo intente, es difícil aislar a China en el actual contexto. Lo que provocará es el reforzamiento de la proyección externa de Beijing, en la que puede desarrollar con sus fuertes capacidades el poder inteligente o el suave, mediante asistencias a países que lo necesiten en el actual contexto de pandemia.

No obstante, ambas partes están conscientes de que en el peor de los escenarios deben fomentar el diálogo político. La estrategia de la administración Trump es presionar hasta el límite para llevar contra la pared a la contraparte y que esta ceda. En última instancia el diálogo político es el que permitirá resolver la situación, teniendo en cuenta que la conflagración armada no es el escenario que desea ninguna de las partes.

La confrontación y posición aislacionista de Estados Unidos, genera expectativas negativas y una mayor percepción global de la pérdida de hegemonía estadounidense. En tanto presiona para retirarse de organismos internacionales, China promueve la multilateralidad. Beijing percibe que necesita aumentar la colaboración multilateral en su beneficio y las propias acciones aislacionistas de Trump, acercan a varias naciones a China, incluso algunos de los propios aliados estadounidenses han mejorado el diálogo con Beijing, pese a que no confían en el gigante asiático.

Por otro lado, la promesa de China de aportar dos mil millones de dólares a la Organización Mundial de la Salud, posterior a la suspensión de Estados Unidos, conlleva a un mejoramiento de la imagen china, justo en momentos en que el mundo percibe una drástica proyección negativa estadounidense. A ello deben sumarse los ataques mediáticos occidentales en relación con la calidad de los productos sanitarios y de los intereses de la ayuda china.

Relaciones Económicas

En lo económico, aunque Estados Unidos basa su llamada guerra comercial en el déficit que tiene con China, lo interesante es que el creciente déficit en el comercio de bienes estadounidenses con la nación asiática no es ni siquiera el de los años de este siglo, sino desde 1985. Incluso ya en los años 2000 ese déficit ya se dio durante el período de la administración republicana, de 2001-2008, bajo el gobierno de George W. Bush. Aunque bajo la administración demócrata de Barack Obama hubo un incremento, ya venía sucediendo con más fuerza. Bajo la administración de Trump continuó profundizándose pese a la llamada “guerra comercial”. El problema de Estados Unidos de su déficit con China no se resolverá mediante el establecimiento de aranceles o presiones. Es un tema estructural del modelo económico estadounidense que ya está agotado y que incide también en una crisis no solo económica, sino también política.

Ello no sucede de igual manera con el comercio de servicios en el que Estados Unidos tiene un gran superávit.

Interesante es que el discurso de Trump no refleja claridad y son otros los objetivos presentes. El déficit comercial de Estados Unidos con China es histórico. Pero en la misma que ha crecido el déficit, a su vez ha aumentado el nivel de empleo en los Estados Unidos, fenómeno contrario al discurso del presidente estadounidense (ver gráfico 1). Es necesario buscar pretextos para justificar una confrontación. La potencia hegemónica está en declive y tiene la amenaza de ser suplantada por Beijing. Tiene que actuar fuerte para evitar que se demore a toda costa esa caída estadounidense y ese ascenso chino. Solo que la conducción de Trump acelera el proceso mediante el aislacionismo y sus posturas extremas tanto dentro de su país como fuera.

 

Gráfico 1: Correlación entre el crecimiento del déficit comercial estadounidense con China y el crecimiento del empleo.

Fuente: Meltzer & Chenai, 2019

Las relaciones económicas bilaterales presentan un alto grado de interconexión, e interdependencia mutua, por lo que una confrontación afecta a las dos partes. Las medidas unilaterales estadounidenses perturban también a sus propias compañías radicadas en el gigante asiático. Sin embargo, la nueva Ley de Inversiones de China del 2019, puesta en vigor en el 2020, aumenta la apertura en el sector financiero en el que bancos estadounidenses pueden invertir en bancos chinos. Ello incide en la persistencia de la interconexión sino-estadounidense.

China constituye el tercer mercado para las exportaciones estadounidenses de bienes, después de Canadá y México. También lo es para las exportaciones de servicios luego de Reino Unido y Canadá. De hecho el comercio de servicios de Estados Unidos con China tiene superávits, del cual juegan un papel importante los viajes, educación, puertos y servicios financieros. Si Trump sigue aplicando medidas restriccionistas, puede conducir a reducir los viajes de turistas y la presencia de estudiantes chinos a Estados Unidos, lo que dañará grandemente a las exportaciones de servicios de la primera potencia (Consejo de Negocios Estados Unidos-China, 2020).

En sentido general, Estados Unidos tiene más que perder que China en el mediano y largo plazo, teniendo en cuenta que el mayor crecimiento en las exportaciones de servicios estadounidenses se concentra en China, con incrementos de 229% en el período 2009-2018. Mientras, en el comercio de bienes, como principales fuentes de importaciones de China en el 2019 en primer lugar, más que Estados Unidos, están la Unión Europea (275 mil millones de dólares), Corea del Sur (173,08 mil millones de dólares), Taiwán (172,71 mil millones de dólares), Japón (171,30 mil millones de dólares) y luego la nación americana (122,34 mil millones de dólares) (Consejo de Negocios Estados Unidos-China, 2020).

Estados Unidos decrece como mercado suministrador de China y a la larga decrecerá más (por las posiciones estadounidenses y por decisión china también). El mercado chino hoy y en el futuro puede ser más importante para reanimar la economía estadounidense, a partir del cambio de modelo chino que promueve las importaciones. Sin embargo, la confrontación estratégica es tan fuerte que impide pensar en una correcta recuperación estadounidense, porque los intereses son de sobrevivencia hegemónica y no de recuperación económica. El tema del déficit no es nuevo, ni se resolverá con todas las sanciones que quiera imponer la administración actual. Pero sí puede lograr que mediante la iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), China desarrolle su propio mercado, tanto para exportaciones, como suministrador. Países como Brasil, India, Argentina y otros pueden convertirse en sustitutos de productos agrícolas estadounidenses y así puede suceder en otros sectores. No obstante, aún la dependencia china de algunas mercancías estadounidenses es relevante, en especial las tecnológicas.

El aumento de la influencia comercial china sobre los gobiernos se complementará con la presencia cada vez mayor de empresas y equipos chinos en los sectores tecnológicos, incluidas las redes 5G y las arquitecturas de vigilancia, mientras la posición estadounidense va en detrimento y que solo se limita a presionar a gobiernos, sin ofrecer ninguna respuesta económica, financiera ni oportuna para las naciones implicadas.

Las medidas proteccionistas de Trump involucran dos tipos de costos: a) el mayor costo asociado a las importaciones y b) los costos asociados a las menores exportaciones que ahora enfrentarán medidas de represalia. El primero de esos costos tiene un impacto diferenciado sobre los diversos estados de la Unión, dependiendo de su estructura productiva y comercial. Una confrontación comercial aún mayor con China afectará no solamente a ambos, sino también al resto del mundo, mucho más en el actual contexto de pandemia y crisis global. Por lo que el método más reciente estadounidense no es atacar por lo económico, sino por otras vías para afectar políticamente a China.

Los altos líderes de seguridad estadounidenses, por garantizar sus estrategias, están promoviendo el corte de las cadenas de suministros y los vínculos educativos entre los dos países y ello causará, a corto plazo, quizás una victoria de presión a Estados Unidos, pero al mediano y largo plazo causarán pérdidas significativas a la competitividad estadounidense. Lo peor es que este concepto es manejado por altos cargos en la Casa Blanca e intentan a toda costa retornar las empresas estadounidenses. Las cadenas de suministros globales están formadas por países de todo el mundo con el propósito de maximizar su ganancia y estas se han movido hacia zonas con costos laborales menores. Incluso los datos muestran que las empresas no han hecho gran caso a los políticos al punto que, en 2019, las cifras expresaron que el valor agregado de la industria manufacturera de Estados Unidos al PIB cayó al 11%, el nivel más bajo desde 1947. La Cámara de Comercio advirtió al gobierno que no fuera demasiado lejos con el tema de retirar la cadena de suministro estadounidense de China porque dañaría mucho a los propios Estados Unidos. 

Relaciones financieras

En lo financiero, el dólar es la moneda internacional dominante y lo será por un buen tiempo, la que es utilizada como una de las cartas más preciadas por Washington para la confrontación con China. Sin embargo, desde hace más de 10 años, China es el mayor prestamista del mundo. Actualmente presta mucho más que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional juntos y por si fuera poco ha ido creando sus propias instituciones financieras como es el Banco Asiático de Inversiones e Infraestructura (BAII) y el Banco de Desarrollo de los BRICS, así como el Fondo para la Ruta de la Seda, entre otros. Incluso ya bancos chinos han sobrepasado a bancos estadounidenses.

El Banco Comercial e Industrial de China es el mayor del mundo, luego le sigue la Corporación Banco de Construcción de China (uno de los bancos más antiguos de China fundado en 1954), el Banco Agrícola de China. Es decir los tres bancos más grandes del mundo son chinos, luego el cuarto es japonés y el quinto vuelve a ser chino, el Banco de China, mientras en el sexto lugar es el estadounidense Banco de América J.P. Morgan y luego en el noveno lugar el Banco de América (BAC) y en el décimo Wells Fargo (Berger, 2020).

Por otro lado, China es el país poseedor de las mayores reservas internacionales de divisas, con capacidad para hacerle frente a la actual y compleja situación del Covid-19 y la fuerte crisis económica que viene. El gigante asiático a inicios de 2020 poseía 3,399 billones de dólares, mientras el segundo mayor poseedor de reservas es Japón con 1,387 billones de dólares. Estados Unidos se encuentra muy por detrás con 0,129 billones de dólares. Suiza, Hong Kong, Arabia Saudita, República de Corea, entre otros, tienen más reservas que Estados Unidos (FMI, 2020). Ello demuestra que en lo financiero va perdiendo espacios, aunque el dólar sigue siendo la joya de la corona, lo más preciado.

En los últimos años, China se había caracterizado por ser el principal poseedor de los títulos de deuda (bonos del tesoro) de Estados Unidos. Esto suponía un grado de interrelación, en la que el gigante asiático tenía en sus manos un arma para maniobrar ante cualquier eventualidad, pero a su vez, eso le convertía en el principal financista del gobierno estadounidense, incluyendo los gastos del complejo militar. China ha estado financiando indirectamente al propio Departamento de Defensa al comprarle bonos del tesoro estadounidense. Ante la creciente rivalidad, desde 2018, China comenzó a desprenderse de los bonos pasando de esta manera al segundo lugar después de Japón, país que se ubica como el mayor poseedor en el 2020 (ver gráfico 2).

Gráfico 2: Principales poseedor de bonos del tesoro estadounidense en los años 2017 y 2020 en miles de millones de dólares.

Fuente: Elaboración del autor con datos de: http://ticdata.treasury.gov/Publish/mfh.txt, 2020.

La confrontación sino-estadounidense ha tenido muchas repercusiones y ha estado vinculado al impacto en los mercados financieros. En ese sentido, el incremento de la incertidumbre geopolítica provoca que los inversores se interesen por el oro como activo de refugio, a partir del interés de los bancos centrales en especial los de China y Rusia. De hecho, en 2018 se hicieron las mayores compras de metal de los últimos 50 años. La cada vez mayor preocupación china por las acciones estadounidenses le han motivado a desmarcarse del dominio internacional de la economía estadounidense por medio de dos de sus mayores activos: el dólar y los bonos del tesoro.

Entre diciembre y julio de 2019, el Banco Popular de China adquirió más de 70 toneladas de oro. Todo apunta a que esta progresiva reducción de la posesión de bonos del tesoro por parte de China responde, a su deseo de enfrentar a la presión que ejercen los Estados Unidos desde el punto de vista comercial con la imposición de aranceles. El desprendimiento de todos los bonos por parte de China podría conducir a consecuencias muy graves para la economía estadounidense, ya que el país emite bonos del tesoro por valor de un billón de dólares anuales. La maniobra de China podría encarecer el coste de financiación del gobierno estadounidense, extendiéndolo hacia el conjunto de la deuda y asfixiando la tasa de crecimiento de su economía. Pero también le afectaría a Beijing porque una venta a gran escala provocaría una importante depreciación del dólar respecto al yuan, lo que afectaría la competitividad de la economía china y provocaría una desestabilizante fuga de capitales (Pedraza, 2019).

Tema tecnológico en las relaciones

Más allá de la guerra de los aranceles, el objetivo básico de Trump apunta a dificultar el avance chino en materia de ciencia y tecnología. En particular, esta inquietud ha surgido después de conocer la iniciativa Made in China 2025, en la cual China busca construir liderazgo global en 10 áreas críticas, incluyendo tecnologías de información, robótica, aeroespacial, vehículos eléctricos, biotecnologías e inteligencia artificial.

Para ello, la administración Trump propuso actuar en dos ámbitos: a) barreras a la inversión china en empresas estadounidenses de tecnología; b) bloqueo a las exportaciones de alta tecnología dirigidas a China. Para lo primero, el Departamento del Tesoro aplicaría una normativa que prohíbe compra de empresas tecnológicas e impone un techo de 25% a la propiedad de inversionistas chinos en compañías estadounidenses de “tecnologías industrialmente significativas” y ese techo puede variar, en función de consideraciones especiales. A su vez, el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento del Comercio están desarrollando programas para reforzar el control de estas exportaciones, particularmente las dirigidas a China. Estados Unidos se queja de la intervención del gobierno chino en apoyo a sus empresas, mientras el gobierno estadounidense está haciendo lo mismo, solo para frenar a China.

La postura china alega el derecho a poder invertir libremente, sin restricciones administrativas o de índole política. El argumento estadounidense alude al hecho que la frontera entre la inversión privada y el Estado en China sería demasiado tenue y, por ende, cualquier inversión china en Estados Unidos tendría detrás al Estado. De allí que bloquearle el acceso a las tecnologías de punta desarrolladas en Estados Unidos limitaría el avance de la iniciativa Made in China 2025.

El dominio de la tecnología de quinta generación (5G), en el marco de la Cuarta Revolución Industrial, permitirá dar el salto a la nación que la desarrolle. Ello permitió sobresalir a la Inglaterra de entonces como la gran potencia y posteriormente a Estados Unidos. La 5G consentirá el desarrollo del internet de las cosas (IoT), la conducción autónoma, la impresión en tercera dimensión (3D), la industria 4.0, la telemedia, el uso masivo big data. La disputa geopolítica se refiere a la posibilidad de creación y uso de la tecnología como fuente de crecimiento y desarrollo económico, así como de seguridad militar.

En cuanto a los avances tecnológicos y la porción del mercado, solo tres compañías combinadas dominan el 80%, Huawei, Ericsson y Nokia. Tan solo la compañía china domina el 30,1%, mientras Ericsson el 26,4% y Nokia el 22,2%. China lleva la delantera con las patentes esenciales estándar 5G con el 35,1%, mientras Estados Unidos el 14,29%. Incluso Corea del Sur está por encima 21,4% (The Center for Global Studies, 2019). Ya China y Estados Unidos trabajan en investigaciones hacia la 6G.

El conflicto tecnológico se ha centrado en las cuestiones de la 5G y la confrontación con Huawei, sin embargo, poco se habla de las llamadas tierras raras que son indispensables en componentes de los equipos de telecomunicaciones para uso comerciales industriales, pero también militares. En ese sentido, Estados Unidos tiene cinco grandes proveedores, de los cuales China es por mucho el principal. En el 2018, China envió a Estados Unidos 12.557 toneladas métricas (t/m), en segundo lugar Estonia 1.072 t/m, Corea del Sur, 937 t/m, Malasia 860 t/m y Japón 567 t/m. Entre las industrias que utilizan las tierras raras en sus producciones están las de avances electrónicos, equipos médicos, (imanes, baterías, fósforos), turbinas de viento, catalizadores, etc. El 60% del uso en Estados Unidos en el 2018 fue para el desarrollo de catalizadores (Congressional Research Service, 2019). 

Fortalezas de China

En sentido general, la fortaleza china opera más por el lado productivo y comercial. Después de la crisis de 2008, China ha venido aportando entre 30 y 35% al crecimiento anual del PIB mundial; es el principal mercado para las exportaciones de la Unión Europea (UE), Japón, Corea del Sur, Brasil y para el G-20, por lo tanto, un menor crecimiento en China golpeará las exportaciones de todas estas economías. Una recuperación china post-pandemia será decisiva para la recuperación global.

China tiene en la confrontación la fortaleza de que es además el hub de las cadenas de valor asiáticas y el principal socio comercial de más de la mitad de los países y territorios en el mundo. Dados los altos grados de integración productiva en esta zona, el castigo a las exportaciones chinas terminará siendo un castigo a los países asiáticos que aportan partes, piezas, componentes y servicios en la “Fábrica China”, la que finalmente ensambla los productos y los envía al exterior. Cerca del 35% de las exportaciones chinas son de ensamblaje. Por tanto, una guerra comercial con China afectará severamente a Japón, Corea, Hong Kong y Singapur, economías que proveen a China de buena parte de los bienes, insumos y servicios que culminan siendo integrados en la “fábrica china” para ser exportados al mundo.

Por otra parte, China compra el 60% de las exportaciones estadounidenses de soja; es el principal mercado automotriz, de PC y celulares en el mundo, en tanto las principales empresas estadounidenses y la UE están radicadas en China y podrían verse afectadas por la guerra comercial.

China es además el segundo mayor acreedor de Estados Unidos, por la tenencia de papeles del Tesoro norteamericano y, por tanto, es también el segundo principal financista de los desequilibrios fiscales y externo de la economía estadounidense. La parte china parece estar mejor posicionada que la estadounidense para una guerra de mayor alcance. 

Debilidades de China

El principal impacto de las medidas proteccionistas de Trump en contra de las exportaciones chinas se ha estado sintiendo en las bolsas, toda vez que, luego de tales medidas, las bolsas chinas muestran importantes caídas. El eslabón financiero-bursátil parece ser el eslabón más débil en la jugada china. China es también el principal acreedor de Estados Unidos y, por ende, a través de la compra que realiza de los bonos del Tesoro es también el principal financista del desequilibrio externo de Washington. En teoría, esta posesión de títulos podría ser leída como un arma decisiva de China en esta confrontación. Sin embargo, esta tiene sus límites. Hacer uso de esta peligrosa arma, absteniéndose de comprar bonos o deshaciéndose por grandes cantidades hará caer el precio de dichos títulos de deuda, incrementándose la tasa de interés de los mismos. Esa mayor tasa de interés afectaría adversamente el nivel de actividad en la economía mundial, riesgo al que ni China ni Estados Unidos están dispuestos a correr en este preciso momento de crisis global.

El principal objetivo chino es seguir avanzando en sus estrategias, Made in China 2025, la de 2035 y 2049, momento en que se produciría “el retorno a la normalidad histórica”. Desde esta lógica de largo plazo, el desafío de la política china es administrar el conflicto con Estados Unidos, sin cerrar las puertas a la negociación. El principal reto en la administración del conflicto es evitar shocks macro-financieros desestabilizadores. Un tercer eje, admitiendo que el conflicto será de larga duración, es ampliar el arco de alianzas y asociaciones.

Una restricción por parte de China hacia Estados Unidos es estratégica, incluso para la industria militar, por lo que la búsqueda de otros proveedores resulta de vital importancia para Washington. Ello puede conllevar en caso de países que posean tierras raras y sus gobiernos posean regímenes del no agrado de Estados Unidos puede conducir a intentos de golpes de Estado para posicionarse de tales recursos, como está sucediendo con otro recurso, es decir el litio en Bolivia.

Seguridad y Defensa

En las cuestiones de seguridad y defensa, China ha emprendido un amplio proceso de modernización de sus fuerzas armadas, en particular de su rama naval, la Armada del Ejército Popular de Liberación (AEPL). La prioridad otorgada a la producción y el lanzamiento de nuevas y modernas plataformas ha venido aparejada con un aumento de la importancia relativa de las fuerzas navales en la estrategia de defensa nacional del país. En línea con lo que el pensamiento estratégico sobre el poder marítimo ha venido señalando durante más de un siglo, cabe sostener que los aspectos comerciales y militares del ascenso de China como gran potencia están estrechamente interrelacionados.

En los temas militares, aún Estados Unidos tiene la hegemonía, sin hablar de las cuestiones de gastos, no obstante, las capacidades chinas van en aumento. China avanza como potencia exportadora de armamento y varias de sus empresas se ubican en el ranking de las mayores compañías productoras de armamentos y de servicios militares. Aunque Estados Unidos siga en la delantera con compañías como Lockheed Martin, Boeing, entre otras, ya la Corporación de Industria de la Aviación de China (AVIC) se ubicó como la primera compañías china y la sexta mundial que más venta de armamentos realizó, mientras el Grupo de Industrias del Norte de China (NORINCO) y el Grupo de Tecnologías Electrónicas de China (CETC), se ubicaron en la octava y novena (SIPRI, 2020). Es decir que estas compañías han sobrepasado incluso a rusas y francés y se ubican en la competencia con Estados Unidos.

La tendencia de los gastos militares ha ido en aumento en los últimos años. Estados Unidos impulsan el crecimiento global del gasto militar. Tan solo el incremento estadounidense en el 2019 equivale al total de gastos militares de Alemania en el propio año. Ello se basa en su concepción de retorno de la rivalidad entre las grandes potencias. Lo que evidencia la clara concepción de confrontación con China. Este último es el segundo país de mayor gasto militar, pero por mucho muy por debajo de la nación americana.

En este conflicto debe resaltarse el desarrollo de las armas hipersónicas, las cuales China logró hacer funcionar 600 segundos el reactor para misiles de crucero hipersónicos durante un ensayo terrestre, lo que supera los resultados de las pruebas del avión hipersónico experimental estadounidense X-51 que solo funcionó durante 210 segundos. China ha revelado su arma nuclear más avanzada, el misil balístico intercontinental DF-41, capaz de golpear el territorio estadounidense en 30 minutos y llevar múltiples ojivas nucleares.

En la confrontación de Estados Unidos con Beijing, la región del mar del Sur de China es clave. Es el espacio más inmediato para poder frenar a China, pero es también en el que más confrontación China está teniendo con otros actores. Por lo que avivar el conflicto por cualquiera de las dos partes, le será favorable a Estados Unidos en sus justificaciones, pero lo que más afectados podrán verse con los pequeños Estados y territorios involucrados. En ese sentido, no es casual el acercamiento con de Washington con Taiwán y las políticas relacionadas con seguridad establecidas en el Taiwan Relations Act (H.R. 2479/P.L. 96-8 of April 10, 1979), a la vez del interés de fortalecer los lazos con naciones del Sudeste Asiático que bordean el mar del Sur de China. 

Asuntos particulares estratégicos para Estados Unidos: Tíbet y Xinjiang

Estados Unidos en su proyección contra China, utiliza los temas de derechos humanos para atacar al gigante asiático. Las campañas de subversión y ataques han sido constantes, por lo que el incremento de la confrontación con Beijing llevará a un aumento de la atención a los temas del Tíbet y el Xinjiang. Estados Unidos de manera directa ha venido inmiscuyéndose en los asuntos internos de China y ha venido aplicando una serie de políticas violando la soberanía nacional. En ese sentido el Departamento de Estado desde 2001 ha desarrollado acciones como el Programa Democracia, financiamiento de la agencia National Endowment for Democracy (NED). Por otro lado, el gobierno estadounidense en coauspicio con la Voz de América (VOA) y Radio Libre de Asia (RFA en inglés) provee fuentes externas de opinión, noticias alternativas (montadas), lo traducen al mandarín, cantonés, tibetano e incluso al idioma uigur. A su vez, Estados Unidos aprobó la Ley de Acceso Recíproco al Tíbet del 2018 en la que exige al Departamento de Estado que informe al Congreso anualmente sobre los niveles de acceso que otorga el gobierno chino a diplomáticos, periodistas y turistas estadounidenses a áreas tibetanas de China y las barreras para entrar a estas áreas (Congressional Research Service, 2020).

Hay otras acciones como la Ley de Política Tibetana del 2002, restricciones de exportación e importación, algunas de las cuales se aplicaron en octubre de 2019 con el supuesto pretexto de que fueron mercancías producidas en la región de Xinjiang mediante explotación de la fuerza laboral. Sin embargo, es un pretexto hipócrita cuando sus propias empresas (estadounidenses) realizan producciones bajo trabajos forzosos en países africanos y latinoamericanos. 

Hong Kong:

Según el tratado de devolución firmado en 1984, la ciudad funciona como un territorio semiautónomo, bajo el principio de un país, dos sistemas. Esto le ha permitido gozar de derechos como la libertad de expresión, un sistema judicial independiente y un sistema capitalista que lo hace el centro financiero más importante de Asia. El acuerdo consagrado en la Ley Básica de Hong Kong, garantiza el estatus al menos hasta el 2047. La cuestión de Hong Kong se ha venido complicando desde el 2019 cuando se aprueba la Ley de extradición en abril de ese mismo año. Las protestas pacíficas fueron transformándose en acciones violentas al punto de tomar la Asamblea legislativa y de colocar la bandera colonial. Esta acción fue un claro mensaje para las autoridades de Beijing, pero no de simples manifestaciones, detrás existen otras fuerzas externas que mueven algunos hilos.

Ya en el 2020, la Ley aprobada en Beijing, en la Asamblea Popular Nacional, es decir de Seguridad Nacional para Hong Kong prohíbe cualquier acto de traición, secesión, sedición y subversión contra el Gobierno Popular Central, así como el robo de secretos de Estado. Las organizaciones políticas de Hong Kong no podrán tener vínculos con organizaciones políticas extranjeras, ni estas podrán propiciar actividades en la ciudad.

Estados Unidos y la Unión Europea ven en el movimiento un peligroso intento de recortar libertades y fortalecer la vigilancia sobre los opositores y activistas. Antes que se aprobara la ley, Estados Unidos ya había respondido con contundencia. El propio secretario de Estado, Mike Pompeo, en una reacción ambigua anunció que su país dejaba de reconocer a Hong Kong como un territorio autónomo. La decisión de la Casa Blanca puede tener serias consecuencias en materia económica. Hong Kong, que generaba confianza por las garantías de su enorme y tradicional sector financiero, alberga a más de 1.200 compañías estadounidenses y de acuerdo con la Oficina del Censo estadounidense, solo en el primer trimestre de 2020, Estados Unidos exportó 6.360 millones de dólares en bienes hacia la isla e importó 952 millones. Hong Kong es una pieza que la administración Trump usa en su competencia con China (Castrillón, 2020).

Algunos intentan comparar las acciones de Beijing con la adhesión de Crimea a Rusia en 2014, situación diferente de lugar y contexto. Muchos critican a China por su Ley de Seguridad Nacional y estas críticas, por supuesto, vienen de potencias occidentales. Hong Kong es hoy un factor relevante en la geopolítica de confrontación con China. Beijing tiene claridad de que esta ciudad puede ser objeto de una llamada “revolución de colores”. Detrás de estas movilizaciones, las cuales una gran parte pueden ser genuinas, pero pacíficas, hay otro porcentaje que es más violento y promueve acciones y declaraciones mucho más enfocadas en cambio de régimen. Estos grupos son preparados y financiados por agencias externas. Beijing ha dado un paso que puede ser criticado, pero es correcta en función de proteger su seguridad nacional.

Estados Unidos busca todas las vías posibles para frenar a China en su ascenso. Su pérdida de hegemonía condiciona buscar desestabilizaciones en el gigante asiático ya sea en el Tíbet o Xinjiang. Pero es Hong Kong la clave hoy. Hay fuentes que exponen la presencia de la NED, mediante soporte a grupos de jóvenes en Hong Kong. Ya la NED había intentado con el apoyo a legisladores opositores como Lee Cheuk-yan, jefe de la Confederación de Uniones Comerciales quien recibió fondos para financiar campañas de los “Ocupa”. En marzo del 2019, el vicepresidente Mike Pence se reunió con legisladores hongkoneses opositores en Washington. En mayo, figuras políticas llamadas “pro-democracia” se reunieron con figuras representativas de la NED en Hong Kong. Dos días antes, Martin Lee y su delegación viajaron a Washington para reunirse con el secretario de Estado, Mike Pompeo. Posteriormente sucedieron otras reuniones y acciones en julio y agosto de 2019. Encima los medios de comunicación particularmente la cadena estadounidense Fox News se encargó de transmitir líneas de mensajes. Se unieron Facebook, Twiter, YouTube y Google. Por si fuera poco, en agosto de 2019, Julie Eaden del Consulado General de Estados Unidos tuvo reuniones con jóvenes del Demosisto Party en un hotel de la ciudad (Dimsumdaily, 2019).

Hong Kong es un tema que no es solo del Partido Republicano en Estados Unidos, es bipartidista, porque es el asunto China. La pérdida de hegemonía estadounidense preocupa al establishment de ambos partidos y por tanto Hong Kong es estratégico, por lo que se le está dando gran atención y se profundizará. La subversión, el financiamiento a líderes opositores, las campañas propagandistas y otras acciones que tradicionalmente se realizan contra gobiernos que Estados Unidos tiene intención de destruir. Estas acciones también se realizan contra Venezuela, Cuba, Irán, Siria, etc., y no deben dejar de tenerse en cuenta. Ni la USAID, ni la NED entran a un país con propósitos loables, sino hay un propósito de inteligencia detrás.

A través de los movimientos estudiantiles como Demosisto, el Escolarismo y otros, la NED y el Instituto de la NED (INED, sostenido por la líder del Congreso, Nancy Pelosi del Partido Demócrata), tienen penetrado el sistema de educación total en Hong Kong, desde la primaria, hasta las universidades. Por ejemplo, han invertido dinero en el Centro de Estudios Comparativos de la Universidad de Hong Kong (Pinkstone, 2019).

Creer que es original el movimiento contra Beijing y la independencia de Hong Kong, es una completa ignorancia. Hay que tener claro que las manos de Estados Unidos están introducidas completamente en la ciudad china. No debe descartarse tampoco la presencia británica. Esto es una batalla de inteligencia infiltrada en la sociedad de Hong Kong y con un trabajo fuerte de mediano y largo plazo. Washington no escatimará acciones para lograr los cambios que se propone. No es casual tampoco una mayor atención a Taiwán, mediante la llamada Nueva Ley Taipei.

Los medios manipulan las líneas de mensajes, incluso varios dirigentes estadounidenses, por ejemplo en las protestas de Hong Kong, los manifestantes eran luchadores por la libertad, eran héroes, sin embargo, los manifestantes en Estados Unidos son llamados terroristas, delincuentes y anarquistas. Lo que es una burda y clara manipulación de los intereses del establishment estadounidense. Lo preocupante es que la introducción de las agencias de asistencia como USAID y NED llega con propósitos supuestamente loables para ayudar en temas sensibles como educación, salud, particularmente VIH, combate a la pobreza, etc. Pero detrás hay todo un complejo de inteligencia para reconocer como viven los sectores más desfavorecidos e incidir sobre su pensamiento mediante psicología y más eficientemente asistencia material que es mucho más importante.

Conclusiones

Sin lugar a dudas la confrontación estratégica entre Estados Unidos y China parte de que el primero considera que el segundo es su principal competidor estratégico. Beijing le plantea a Washington el más significativo desafío en su hegemonía global en el actual siglo XXI.

Estados Unidos no percibe a China como un reto con su competencia industrial, sino que ya reconocen que a paridad de poder de compra es la mayor economía del mundo, en términos absolutos es la economía que más contribuye al crecimiento económico global, la mayor nación exportadora y la mayor nación comercial. A su vez, el PIB a precios de mercado muestra aproximadamente la mayor formación de capital fijo y creación de valor industrial, así como otras variables. No obstante, es importante destacar que aún hay elementos muy importantes en los que China aún está muy por detrás. Aún debe pasar un buen tiempo para que Beijing supere a Washington en términos nominales.

Si las tendencias del crecimiento de la nación asiática actual se mantienen, China sobrepasará en todos los sentidos a Estados Unidos como la mayor economía del mundo en el 2030 y posiblemente con la actual pandemia y crisis en menor tiempo. En la misma medida que Washington pueda retrasar ese proceso, será mucho más factible para mantener su hegemonía.

Un decrecimiento de la economía China afectará en primer lugar a China, en segundo lugar a Japón, Rusia, pero en cuarto lugar a los propios Estados Unidos dada la interdependencia.

Estados Unidos y China tienen responsabilidades comunes como el combate a los efectos del cambio climático, gobernanza global multilateral (el hecho que Trump quiera desarrollar una cumbre del G-7 ampliado con Corea del Sur, India, Australia, incluso Rusia y probablemente Brasil sin China es un intento de dividir, mientras China intenta sumar en su concepción de un mundo compartido de mutuo beneficio) y otros asuntos. Sin embargo la confrontación estratégica les aleja por dos caminos y genera tensiones y confusión a nivel global. A la larga obliga a que el resto del mundo tenga que elegir entre uno u otro bando y ello si puede afianzar el resurgir de una probable segunda Guerra Fría, aun cuando ya algunos manifiestan que ya existe.

Estados Unidos aún sigue siendo el país más fuerte económicamente y más poderoso militarmente, pero su declinación es imparable. Hay claridad de que hay pérdida de hegemonía, no se está en discusión de ello, lo que está en discusión es ¿cómo será está pérdida?

La IFR no solo es el programa más importante de la política exterior china bajo el mandato de Xi Jinping, sino el vehículo geoestratégico de la proyección global de China en un momento clave de su resurgimiento como una de las potencias principales del mundo. Sin embargo, su grandioso ascenso en este periodo está chocando con la resistencia cada vez más abierta de Estados Unidos a renunciar a su hegemonía y unilateralismo en los asuntos internacionales. En ese marco, la IFR representa una política inteligente de China para avanzar en su indetenible ascenso, al tiempo que busca minimizar los riesgos asociados con un enfrentamiento abierto con Estados Unidos.

Aun en algunos círculos chinos, especialmente el de negocios, se mantiene el interés por acercarse a Estados Unidos y lo ven como un potencial socio. Sin embargo, esa visión quizás conformada por esos que estudiaron en la nación americana o que por asuntos económicos han estado muy ligados con la nación americana, les impide ver que la gran potencia necesita conservar su hegemonía a toda costa y que el objetivo principal es eliminar todo aquel que se le convierta en una amenaza.

* Centro de Investigaciones de Política Internacional, Cuba.

 

Bibliografía

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LIDERAZGO EN LAS MISIONES DE MANTENIMIENTO DE PAZ EN LA ACTUALIDAD

Omar Tejada Pérez*

Foto: Omar Tejada

En el año 2010 tuve la oportunidad de visitar Bogotá como parte del viaje de instrucción del Curso de Comando y EEMM Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú. El viaje fue muy enriquecedor y, aparte de todas las visitas e interacciones con nuestros hermanos en armas colombianos hubo algo que siempre se quedó en mi mente; la recomendación de un Señor Almirante el cual, al final de su disertación sobre guerra no convencional realizada en las instalaciones de la Universidad Militar de Nueva Granada, nos invitaba a leer el libro “La utilidad de la Fuerza” del General Rupert Smith. Así que apenas regresé a Perú, me dediqué a buscarlo y felizmente pude conseguirlo.

No había terminado de leer el libro y ya sentía que un entendimiento nuevo del conflicto había calado fuerte en mi mente. Sin embargo, no era algo totalmente nuevo para mí ya que en la práctica yo había estado lidiando con este tipo de situaciones durante mis años como Infante de Marina. Y es que el autor del libro escribía sobre conceptos tales como paz, guerra y gestión del conflicto en épocas actuales, todo esto basado en su propia experiencia en los múltiples puestos en los que él había servido en el Ejército Británico, en la OTAN y también como Comandante de la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas en Bosnia.

Para resumir, el General Smith hablaba en su libro de una nueva forma de ver el conflicto en nuestros tiempos, algo que él llamaba “la guerra entre las gentes”, y advertía que para lograr entender este nuevo concepto era necesario romper viejos paradigmas, que había que transformar nuestro pensamiento convencional (un sello basado en las teorías del conflicto inter-estatal que llevamos la mayoría de militares del planeta y que nos hace entender el conflicto de una manera para la cual nos forman nuestras escuelas militares) en uno no-convencional (mucho más flexible y amplio), y había que hacer un giro de 180 grados en el entendimiento de la evolución del conflicto y el tratamiento y gestión de este.

Hoy podemos ver que, si bien es cierto que las guerras irregulares son mucho más antiguas de lo que algunos promulgan, la firma de los tratados de Westfalia en 1648 nos impuso un paradigma que luego de la caída del muro de Berlín fue desmoronándose como si de un castillo de naipes se tratara, haciéndonos recordar que lo irregular no es más una excepción, sino que se ha convertido en una norma, situación con la que muchas fuerzas armadas del mundo se han visto abrumadas en su intento por adaptarse a los cambios tan bruscos que se han venido dando en poco más de 30 años de cambios geopolíticos, tecnológicos y doctrinarios en los que el enemigo normalmente ya no usa un uniforme o una bandera y en el que un avión de pasajeros puede convertirse en el misil más letal de su arsenal, con efectos devastadores a nivel global.

A esto es a lo que nuestros cascos azules se enfrentan todos los días en el terreno. Esto es en lo que se ha convertido el mundo de hoy, donde los conflictos entre los estados han pasado a ceder espacios a los conflictos que se originan dentro de estos por muchas razones étnicas, sociales, culturales o de índole mucho más diversa e incluso banal.

En este sentido, es importante señalar que en su “Atlas mundial de los flujos ilícitos” publicado el 2018, el Centro Noruego de Análisis Global nos muestra un estudio detallado de cómo el conflicto de hoy en muchas partes del mundo, incluido en lugares donde se han establecido algunas de las misiones de paz más peligrosas de la actualidad como MINUSMA (Mali), MONUSCO (República Democrática del Congo) y MINUSCA (República Centroafricana), está íntimamente relacionado a la dinámica de la evolución del crimen organizado, al control de las rutas de abastecimiento de productos ilegales y de tráfico de personas, a las zonas de producción de recursos naturales de origen ilegal, al terrorismo transnacional y a los aparatos de corrupción que son capaces de controlar incluso estructuras estatales de países enteros.

Atrás quedaron los días en que los cascos azules solo verificaban la separación de fuerzas militares convencionales como en las misiones tradicionales establecidas antes del final de la Guerra Fría y en las que llevar un casco azul y el distintivo de la ONU daba cierta protección y salvaguarda ante las acciones de las partes beligerantes.

Hoy la realidad es otra y se ha transformado tanto, que nuestros hombres y mujeres soldados de la paz de la ONU tienen que lidiar con situaciones mucho más complejas para poder ayudar a las comunidades en las zonas de conflicto y en donde llevar puesto un casco azul los ha convertido muchas veces en blanco de las partes beligerantes que atentan contra la presencia de las tropas de paz por mil y un razones e intereses mundanos.

Los oficiales Omar Tejada (Marina de Guerra del Perú) y Fabricio Tejada Yúdica (Fuerza Aérea Argentina) luego de ser condecorados por la ONU por los servicios prestados a la paz Mundial. Nueva York, 2017 Foto: Omar Tejada

Ante esta situación, es necesario que los líderes militares de hoy sepan entender las causas de los conflictos de manera profunda y detallada. Un líder militar en una misión de paz no solo debe de formarse en tácticas, armamento y estrategia, sino que debe de complementar su bagaje profesional teniendo un conocimiento básico en materias tales como sociología, antropología, psicología, lenguas, historia, todas ellas enfocadas al área de operaciones donde él o ella van a ser desplegados y donde van a tener que ganarse el corazón y las mentes de la población. Hoy en día, el famoso “cultural awareness” o “entendimiento cultural” no es más un pequeño curso de inducción antes de empezar una misión, sino que se ha convertido en un pilar fundamental si queremos tener éxito en el cumplimiento de la misión al final de nuestro despliegue. Igualmente, el líder militar de hoy, tiene que ser experto teórico y práctico en Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario (DIH), Protección de Civiles, Igualdad de Género, entre otros conceptos que busquen promover y defender la igualdad, la justicia y la reducción de vulnerabilidades de las poblaciones expuestas al conflicto.

En resumen, el liderazgo de hoy, no solo se basa en conocer a nuestras tropas y explotar lo mejor de ellas, sino que este debe tener un conocimiento cabal de la situación mucho más allá del ambiente operacional donde se va a actuar. Y es que, al igual que el conocimiento necesario desborda las fronteras operacionales, el accionar de un líder debe de traspasar los muros del cuartel. El líder militar de hoy tiene que serlo tanto para sus tropas como para la población a la cual protege.

Si hace un momento hablábamos de que a muchas de las fuerzas armadas del mundo les costaba adaptarse a las formas no convencionales de conflicto en la actualidad y a seguir el paso de los cambios desatados en muchos aspectos luego del fin de la Guerra Fría, podemos imaginarnos también que, a entidades como la Organización de las Naciones Unidas, les debería de costar igual o más esa adaptación. Y es que estos cambios han traído consigo retos operacionales y logísticos nada fáciles de enfrentar.

Tomemos en cuenta que, por ejemplo, hasta antes de la caída del muro de Berlín, la ONU había desplegado solo 18 misiones en 42 años desde que se implementó la primera misión en Jerusalén en 1948; el famoso “Organismo de las Naciones Unidas para la Vigilancia de la Tregua” (UNTSO). Sin embargo, desde 1990 a la fecha, la ONU estableció 53 misiones de paz en solo 30 años, casi el triple de las misiones que se establecieron durante el periodo de la Guerra Fría. Esto, indudablemente, es un indicador de la inestabilidad generada en países con estructuras políticas débiles y que enfrentan a su vez la convergencia de otros factores desestabilizadores como los mencionados anteriormente.

Este escenario pinta perfectamente la pintura del mundo de hoy, y nos pone frente a retos que afectan el liderazgo de las misiones de paz. En ese sentido, el General brasilero Carlos Alberto Dos Santos Cruz, quien fuera Comandante de las Fuerzas de las Naciones Unidas en MINUSTAH y luego en MONUSCO, publicó a fines del 2017, y a pedido de la ONU, un informe en el que indica que, si no hay un cambio de actitud en el liderazgo de las misiones de paz a todo nivel, el número de cascos azules fallecidos seguirá en aumento. Dicha apreciación va ligada a una invocación a dejar atrás lo que él llama el “síndrome del capítulo VI”, el cual bajo su entendimiento obliga a mantener una postura operacional pasiva y netamente defensiva y, en cambio, hace un llamado a los líderes a demostrar iniciativa, compromiso y determinación para adaptarse a los cambios que los nuevos conflictos nos plantean.

Si sumamos a estos cambios en el ambiente operacional de nuestras misiones la dificultad que implica trabajar en una organización multinacional, donde no solo el idioma,  las diferencias culturales, doctrinarias, sino también nuestras limitaciones en entrenamiento, equipamiento e incluso algunas restricciones de índole político impuestas por nuestros propios países para efectuar ciertas operaciones en territorio de la misión, entonces nos vemos frente a un gran reto para poder alinear todos estos factores y poder operar de manera eficiente y coordinada con toda la organización. Para ello, es preciso echar mano de nuestros veteranos cascos azules a fin de buscar un asesoramiento adecuado dirigido a los elementos decisores en nuestros respectivos países y así minimizar esas fricciones que no hacen más que afectar el accionar de nuestros soldados en el terreno.

No podemos olvidar que nuestros cascos azules no solo representan a la ONU dondequiera que estos estén desplegados, sino, sobre todo, a nuestros países y sus Fuerzas Armadas, y en la medida en que les aliviemos desde casa algunas restricciones operativas innecesarias y otras tantas falencias logísticas estos realizarán mejor su trabajo e incluso les estaremos cuidando la vida en algunos casos. A fin de apoyar un liderazgo adecuado, las restricciones que tiene algún país en realizar ciertas operaciones deben ser expresadas claramente antes del despliegue y de manera formal al Departamento de Operaciones de Paz de la ONU y estas no deberían de salir a la luz en medio de las operaciones, convirtiéndose en un obstáculo para el cumplimiento de la misión. En cuanto a las falencias logísticas, estas deben ser corregidas a la brevedad posible a fin de evitar repercusiones que afecten el correcto desenvolvimiento de las tropas en el terreno.

Por otro lado, los países contribuyentes de tropas deben de asegurar que sus unidades cuenten con el mejor equipamiento posible y que estos cumplan con los estándares establecidos por la ONU. Lamentablemente, se ha visto que esto no es necesariamente lo que ocurre con todos los contingentes, lo cual definitivamente no solo afecta al liderazgo de la unidad, sino que puede poner en riesgo la integridad de sus miembros. Cosa muy parecida pasa con la instrucción y el entrenamiento del personal en algunos casos. Recordemos que las habilidades básicas militares no son más un requisito suficiente para poder desplegarnos a una misión de paz. El concepto de lo que yo llamo soldado-diplomático debe prevalecer a la hora de diseñar los planes de instrucción del personal próximo a desplegarse en una misión de paz. Este concepto envuelve la necesidad de instruir al soldado en temas que van más allá de la profesión militar clásica para imbuirlo de un entendimiento social del área de operaciones. No debemos de olvidar que hoy más que nunca, el error de un Soldado Raso tanto como el de un General que no entiendan la dinámica del conflicto donde estos operan, puede tener consecuencias estratégicas graves e irreversibles para la misión. Estas falencias, las de equipamiento e instrucción del personal, no se pueden seguir permitiendo, ya que la situación actual obliga a desplegar lo mejor de lo mejor de nuestras fuerzas armadas cuando se adquiere el compromiso de participar en una misión de paz, no solo por cuestiones de orgullo y reputación nacional sino sobre todo por la seguridad de nuestros soldados y de la población a la cual protegen. Es lo menos que podemos hacer si queremos rendir homenaje a los casi 4.000 cascos azules que han ofrendado su vida hasta la fecha, la gran mayoría de ellos luego de la caída del muro de Berlín, y también si no queremos seguir aumentando estos trágicos números.

* Oficial de la Marina de Guerra del Perú en situación de retiro. Es graduado con mérito de la Maestría de Seguridad Internacional en la Universidad de Leicester en el Reino Unido. Ha trabajado en la Organización de las Naciones Unidas como observador militar en Sudán, Comandante del Contingente peruano en Haiti y como Oficial de Asuntos de Operaciones de Paz en la sede principal de la ONU en Nueva York. Escritor de artículos profesionales y conferencista en temas de seguridad y defensa a nivel nacional e internacional.

 

** Disertación de cierre del curso de Oficial de Estado Mayor de las Naciones Unidas y Operaciones de Mantenimiento de Paz (UNS&PKO) del Instituto de Cooperación para la Seguridad del Hemisferio Occidental (WHINSEC) del año 2020.

 

EL CONFLICTO DEL ATLÁNTICO SUR (PARTE 2). OPERACIONES MILITARES, DIPLOMACIA Y CONTINUIDAD DEL CONFLICTO.

Marcelo Javier de los Reyes*

Introducción

En la primera parte se analizó el proceso de colonización de las islas por parte de España, los avances del Reino Unido sobre sus colonias —la ocupación de Jamaica como base de operaciones para atacar al imperio español, su intención de ocupar Malvinas—, la ocupación francesa que le dio su nombre a las islas, el reconocimiento de la corona francesa, que cedió ante los reclamos españoles, así como la toma de posesión de las Provincias Unidas del Río de la Plata y los hechos que los británicos adujeron como pretexto para elevar la tensión en el Atlántico Sur y que derivaron en una escalada de lo que hasta el momento era un litigio por la soberanía de las islas.

En esta segunda parte se hace referencia al inicio del conflicto, desde el momento en que el Proceso de Reorganización Nacional decidió emprender la recuperación militar de las islas. La cuestión militar es abordada mediante un sintético cuadro cronológico. Luego se analiza la participación de Chile y Perú en el mismo, así como la disponibilidad de Bolivia, la cual debió ser abortada inmediatamente por las presiones que recibió su gobierno.

Para finalizar se considera la situación actual de militarización del Atlántico Sur, lo que incrementa la conflictividad en esta región del planeta.

La recuperación

Según información que trascendió a los medios, el 30 de marzo el gobierno británico habría recibido información de inteligencia de sus agentes en Buenos Aires, en la que se notificaba que el gobierno militar no había planeado el incidente en Georgias —como consideraban en Londres—, ni Davidoff tenía nada que ver con los planes del gobierno argentino. Si era cierto que el plan de recuperación ya había sido diseñado con anterioridad.

En el prefacio del libro del almirante Sandy Woodward, la propia Margaret Thatecher expresa que en la noche del miércoles anterior a la recuperación de las islas, el secretario de Estado de Defensa, John Nott, le había informado que la Flota Argentina había zarpado pero que “ignoraba si lo había hecho para realizar otro ejercicio o para invadir las Islas Falkland”[1].

Las naves argentinas zarparon el día 28 de marzo rumbo a las Malvinas e iniciaron el desembarco el día 2 de abril.

Los hechos preliminares al desembarco muchas veces no son tenidos en cuenta al momento de analizar el Conflicto del Atlántico Sur y se asume que el mismo comenzó el día de la recuperación por parte de las fuerzas argentinas. Visto de este modo se podría adjudicar la plena responsabilidad del conflicto al gobierno argentino, pero en realidad se omite la escalada diplomática y militar que llevó a la junta militar a pasar de la sorpresa por la reacción británica —ante un incidente al que Buenos Aires le restó importancia— a una posición más rígida en la que se optó por hacer uso del poder militar pero de ninguna manera desencadenar un conflicto armado. Obviamente hubo un serio error de apreciación con respecto a la reacción británica e incluso fue el hundimiento del crucero ARA General Belgrano el que puso fin a las expectativas de una solución diplomática.

Con respecto a la reacción de los Estados Unidos también habría habido un error de apreciación, aunque la Cancillería había adelantado que el gobierno de Washington reaccionaría como luego lo hizo[2]. De todos modos cabe destacar que el almirante Sandy Woodward, en el prólogo de su libro, le agradece a quien fuera secretario de Defensa de los Estados Unidos, Caspar Weinberger, porque fue el funcionario que

hizo abandonar la posición hasta ese momento en favor de Argentina de la administración Reagan, para persuadir al Presidente y al Pentágono en el sentido de brindar el máximo apoyo al más fiel aliado militar de los Estados Unidos.[3]

Los factores internos gravitaron sobre las respectivas políticas exteriores

Tanto el gobierno británico como el argentino llegaron a los días previos con un serio desgaste en sus respectivos frentes internos.

El Reino Unido ya no era uno de los países prósperos de Occidente, sino una potencia en crisis y con una gran conflictividad social. Margaret Thatcher asumió el gobierno en un momento en que los conservadores se habían convertido en la alternativa frente a los laboristas, quienes no daban respuestas a los problemas económicos que afectaban a la sociedad británica. Luego de asumir debió enfrentar a los sindicatos, a los socialistas, e incluso a algunos dirigentes del Partido Conservador, su propio partido, que se inclinaban a acordar con sectores de la izquierda.

El conflicto suscitado a partir del incidente en las islas Georgias despertó un sentimiento ambiguo. Por un lado el gobierno conservador de Thatcher, jaqueado por los mencionados problemas internos, fue visto por la sociedad como el responsable por la pérdida de territorios británicos pero, por otro lado, creó una oportunidad para que su gobierno reaccionara usando su fuerza militar, distrayendo de ese modo a la opinión pública de las cuestiones internas y apaciguándola en su ansiedad por la acción, una vez que tomó conocimiento de ese hecho a partir de la difusión en los medios. De alguna manera el gobierno se encontraba acorralado y si no reaccionaba podría caer.

Por ese entonces el Reino Unido se veía a sí mismo como una potencia en el ocaso, una potencia limitada al mundo europeo y ya no de alcance global por lo que esa victoria le permitió a los británicos fortalecer su autoestima. Prueba de ello son las expresiones de quien fuera ministro de Defensa durante el conflicto, Sir John Nott:

Las Falklands le hicieron mucho bien al Reino Unido. Luego de la Segunda Guerra, todos veían a este país como una nación en declive.

La guerra revivió la autoconfianza de los británicos. Fue un gran episodio de nuestra historia.[4]

La situación interna en la Argentina no era mejor que la británica. El general Leopoldo F. Galtieri había asumido la presidencia en reemplazo del general Roberto Viola. El Proceso de Reorganización Nacional se hallaba desgastado debido a la crítica situación económica, la que estaba causando un serio descontento social que parecía presentarse como incontrolable. A ello se sumaban las denuncias por violaciones de los derechos humanos. El día 30 de marzo de 1982 se llevó a cabo una movilización popular en el centro de la ciudad de Buenos Aires que fue reprimida por la policía. La manifestación fue organizada por la CGT con la consigna “pan, paz y trabajo”. En otra movilización en la ciudad de Mendoza la policía reprimió con dureza con un saldo de un muerto.

Para cuando se produjeron estos hechos las fuerzas conjuntas ya llevaban dos días de navegación con rumbo a las Malvinas. Si bien la decisión de recuperar las islas ya había sido tomada con bastante anterioridad, según algunos analistas, se esperaba que esa acción pudiera descomprimir la crítica situación interna. Mientras las noticias fueron favorables para la Argentina, el gobierno militar pudo obtener el consenso de la población.

Segundos decisivos: El hundimiento del HMS Coventry (National Geographic)

Cronología del conflicto del Atlántico Sur

1981

diciembre

Primer viaje de la operación comercial del empresario argentino Constantino Davidoff a las islas Georgias. Si bien se llevaron a cabo los trámites correspondientes ante el gobierno británico, la embajada en Buenos Aires hizo algunas observaciones.
1982

19 marzo

Segundo viaje del Señor Davidoff a las Georgias. Miembros de la British Antartic Survery (BAS) de Grytviken observaron el desembarco e informaron al gobernador Rex Hunt en las islas Malvinas “que un grupo de civiles y militares argentinos había invadido la Isla San Pedro”.
19 de marzo La embajada británica en Buenos Aires hizo saber al gobierno argentino del malestar del gobierno británico ante el izamiento de la bandera argentina en las Georgias y de la versión de que habría desembarcado personal militar argentino.
21 de marzo Zarpó de Puerto Stanley (Puerto Argentino) el HMS Endurance con la misión de dirigirse a Puerto Leith, en las Georgias, a evacuar a los trabajadores argentinos, si ello era necesario.
24 y 25 de marzo El gobierno británico instruyó que debían reforzarse las tropas en las Malvinas y para ello embarcó a marines en el buque RRS John Biscoe en Montevideo y ordenó que el RRS Bransfield, anclado en Punta Arenas, zapara el día 25 de marzo con destino a Puerto Stanley (Puerto Argentino).
2 de abril Se llevó a cabo el desembarco de las fuerzas argentinas en las islas, las que cuidaron de no producir bajas a los ciudadanos británicos ni a los malvinenses, aunque si perdió la vida el infante de marina Capitán de Corbeta Pedro Edgardo Giachino. El Reino Unido comenzó el alistamiento de a su flota. Fuerte respaldo popular que se manifiesta en la Plaza de Mayo.
3 de abril El gobierno argentino informó que las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur se incorporaron a la soberanía argentina. Por su parte el Reino Unido rompió relaciones con la Argentina, nombrando a Suiza como representante de sus intereses ante el gobierno de Buenos Aires, anunció la aplicación de sanciones económicas y el envío de la Task Force (fuerzas de tareas) al Atlántico Sur.

Argentina nombró a Brasil como representante de sus intereses ante Londres.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 502 que exigía el retiro argentino de las islas y la iniciación de negociaciones. La votación fue la siguiente: a favor de la resolución en contra de la Argentina: Estados Unidos., Francia, Guayana, Irlanda, Japón, Jordania, Togo, Uganda, Zaire y el Reino Unido. Abstenciones: URSS, China, Polonia y España. En contra sólo votó Panamá.

El General Mario Benjamín Menéndez fue nombrado Gobernador Militar de las Islas Malvinas y se solicitó una sesión extraordinaria de la OEA.

4 de abril Venezuela expresó su total apoyo a la Argentina.
5 de abril Perú anunció su respaldo a la Argentina. La acción argentina provocó la renuncia del canciller británico, lord Carrington. La escuadra británica partió de su apostadero en Portsmouth. La Comunidad Económica Europea respaldó la decisión de la corona británica de aplicar sanciones económicas a la Argentina. Austria congeló el envío de tanques comprados por Argentina y Canadá el envió de equipos militares a la vez que amenazó con la aplicación de sanciones económicas.

Argentina anunció formalmente la suspensión de todos los pagos al Reino Unido.

6 de abril El presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, designó al general Alexander Haig para interceder en el conflicto. Haig se reunió con el Canciller Argentino, Nicanor Costa Méndez, en Washington. El Reino Unido requisó el transatlántico Camberra para utilizarlo como transporte de tropas.

Nicaragua expresó su total apoyo a la Argentina.

7 de abril: Haig viajó a Londres. Los británicos dispusieron de una zona de exclusión marítima de 200 millas en torno de las Malvinas a partir del día 12 de abril. La Argentina convocó a sus reservas y Costa Méndez regresó a Buenos Aires.

La URSS declaró su apoyo a la Argentina. La OTAN aconseja al Reino Unido a no utilizar la fuerza. Francia, Bélgica, Holanda, Alemania Federal prohíben las ventas de armas a la Argentina.

8 de abril Haig se entrevistó con Margaret Thatcher, quien se mostró intransigente para negociar. Argentina para aprovisionar a las tropas destacadas en las Malvinas creó un puente aéreo. Se anunció que la fuerza naval inglesa navegaba a la altura de las islas Azores.
10 de abril Haig, recién llegado de Londres, se reunió con Galtieri mientras que se llevaba a cabo otra manifestación popular de apoyo a la recuperación de las Malvinas. El general Galtieri dirigió la palabra a los manifestantes desde los balcones de la casa de gobierno.
11 de abril Las conversaciones no proporcionaban ninguna solución. Juan Pablo II exhortó a ambos países a deponer actitudes extremas. Haig regresó a Londres, mientras que Costa Méndez anunció que el diálogo continuaba.
12 de abril Desde Londres y por vía telefónica Haig le comunicó a Costa Méndez que el gobierno británico mantiene una posición intransigente. En la madrugada las naves de la Task Force procedieron a bloquear las islas, mientras que la Flota de Mar Argentina permanece en sus apostaderos.
14 de abril Galtieri le comunicó telefónicamente a Reagan que su gobierno mantiene su buena disposición para encontrar una salida pacífica al conflicto. Haig regresó a Buenos Aires desde Londres. Thatcher recibió el respaldo de la Cámara de los Comunes.
17 de abril Prosiguieron las conversaciones de Haig con las autoridades argentinas sin que se arribe a una solución.
19 de abril El canciller Costa Méndez anunció la solicitud ante la OEA de aplicar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Haig regresó a los Estados Unidos.
20 de abril Con 18 votos a favor y tres abstenciones la Argentina logró la convocatoria para una reunión de Cancilleres americanos.
22 de abril El general Galtieri llevó a cabo una inspección a las tropas acantonadas en Malvinas.
25 de abril Los británicos atacaron las Georgias en Puerto Leith y Grytviken logrando retomarlas y tomado como prisioneros a los marinos argentinos. El teniente de navío Alfredo Astiz, al mando de los efectivos argentinos, firmó la rendición sin oponer resistencia.

Días antes, fuerzas del SAS y del SBS fracasaron en su intento de tomar las islas cuando dos de los helicópteros Westland Wessex que transportaban a las tropas del SAS a una localización en la costa oeste se estrellaron en condiciones atmosféricas atroces en el glaciar Fortuna. Las tropas y la tripulación aérea fueron rescatadas en malas condiciones climáticas por el helicóptero Wessex del HMS Antrim.

26 de abril El gobierno militar anunció que las fuerzas argentinas estarán dispuestas para el combate hasta la última capacidad defensiva.
30 de abril El gobierno argentino dispuso que las aeronaves y buques británicos sean considerados “hostiles”. Un accidente produjo la caída de un helicóptero del Ejército Argentino en Caleta Olivia, pereciendo 10 efectivos.
1º de mayo El Estado Mayor Conjunto informó acerca de las acciones bélicas en el Atlántico Sur: la aviación británica llevó a cabo cuatro ataques a Puerto Argentino mientras que helicópteros británicos operaban contra Puerto Darwin. Fragatas británicas cañoneaban Puerto Argentino y los intentos de desembarco fueron rechazados por las fuerzas argentinas. En la confrontación resultó averiada una fragata británica y cinco aviones Harrier destruidos. En Argentina fue convocada la clase 1961 a la vez que Galtieri recalcó que la Argentina “responderá al ataque”.
2 de mayo El submarino atómico británico Conqueror atacó y hundió al Crucero ARA General Belgrano fuera de la zona de exclusión declarada por los británicos con un saldo de 323 víctimas entre desaparecidos y muertos. El Aviso ARA Alférez Sobral también fue atacado, muriendo ocho tripulantes, entre ellos el capitán de la nave, Capitán de Corbeta Gómez Roca. El Aviso ARA Alférez Sobral concurría en apoyo del piloto de un avión de la Fuerza Aérea Argentina, eyectado de su aparato el día anterior al Norte de Puerto Argentino, cuyo equipo radioeléctrico daba señales de rescate en esa zona.
4 de mayo Los británicos llevaron nuevas incursiones aéreas sobre Puerto Argentino y Puerto Darwin. Los aviones Super Etendard 203 y 204 de la Armada Argentina, equipados con misiles Exocet, piloteados respectivamente por el entonces Capitán de Corbeta Augusto César Bedacaratz y el Teniente de Fragata Armando Raúl Mayora, atacaron y hundieron al destructor Sheffield: 20 marinos británicos muertos. Un Sea Harrier fue derribado sobre Goose Green.
5 de mayo El representante argentino ante las Naciones Unidas, Eduardo Roca, condenó severamente a los Estados Unidos por su apoyo al Reino Unido. Se acepta la intervención de la ONU como mediadora.
6 de mayo La ONU propuso el retiro de las fuerzas de Argentina y del Reino Unido del archipiélago como un paso previo a la iniciación de las conversaciones. Al día siguiente Londres anunció la ampliación del bloqueo naval a sólo 12 millas del litoral marítimo argentino.
9 de mayo El pesquero argentino Narwal fue hundido tras un ataque de aviones británicos los que también atacaron con cohetes y ametrallaron a las embarcaciones de salvamento. El saldo del ataque fue de 1 muerto y 13 heridos.
10 de mayo El gobierno británico decretó una zona de exclusión aérea de 100 millas náuticas alrededor de la isla Ascensión.
12 de mayo A bordo del transatlántico Queen Elizabeth II partieron 3.000 soldados británicos desde Southampton. Entre estos se destacaba un regimiento de “gurkas”. Aviones argentinos ocasionaron averías a dos fragatas, con pérdidas de dos máquinas y un helicóptero inglés.
14 de mayo Regresan a Buenos Aires los 189 argentinos capturados en las islas Georgias, entre los cuales se encuentran los trabajadores cuya presencia en el archipiélago generó el enfrentamiento. En un ataque nocturno los británicos destruyeron 11 aeronaves argentinas en tierra.
15 de mayo Buques británicos cañonearon Puerto Calderón, isla de Borbón, dañando a diez aviones argentinos.
16 de mayo La aviación británica atacó a barcos mercantes argentinos: el Río Carcarañá fue hundido y el Bahía Buen Suceso averiado. Se produjeron nuevos ataques aéreos a la Isla Soledad.
17 de mayo Se renovaron las sanciones de la Comunidad Económica Europea.
19 de mayo El Papa Juan Pablo II convocó a los cardenales argentinos y británicos a concelebrar una misa por la paz. Por su parte los británicos continuaron sus ataques a las posiciones argentinas.
20 de mayo Javier Pérez de Cuellar, Secretario General de la ONU, anunció el fracaso de sus gestiones en favor de la paz. El gobierno del Perú presentó una propuesta que también fracasó. Un helicóptero Sea King de la marina británica que realizaba una “misión secreta” se estrelló cerca de Punta Arenas, Chile.
21 de mayo A pesar de sufrir severos daños en cuatro fragatas y el hundimiento de la Ardent (22 muertos), perder tres aviones Harrier y dos helicópteros, los británicos lograron establecer una cabecera de playa en Puerto San Carlos. Esta batalla les valió el reconocimiento a los pilotos argentinos. Argentina perdió seis aviones y tres helicópteros.
22 de mayo En Puerto Darwin fue abatido un avión Harrier.
23 de mayo Ataques aéreos de las fuerzas argentinas: un avión argentino derribado y serias pérdidas navales para las fuerzas británicas.
24 de mayo Fue hundida la fragata británica Argonaut. Un experto en explosivos murió al intentar desactivar una bomba que había quedado sin explotar dentro de la fragata británica Antelope. Los 175 tripulantes abandonaron la embarcación.
25 de mayo Aviones argentinos causaron averías a tres fragatas misilísticas. Los Super Etendard 203 y el 204 piloteados por el capitán de corbeta Roberto Curilovic y el teniente de navío Barraza ocasionaron serios daños al buque Atlantic Conveyor –cargado con equipos, armamentos y helicópteros–, el cual se hundió seis días después. Fue bombardeado y hundido el destructor Coventry con un saldo de 19 británicos muertos. La aviación inglesa atacó  Puerto Argentino perdiendo tres Harrier.
27 de mayo Retornaron a su país los 263 sobrevivientes del HMS Sheffield hundido por aviones argentinos.
28 de mayo El Sumo Pontífice reclamó una paz justa y honrosa durante su visita a Londres. Las tropas británicas inglesas se incrementaron con el arribo de 3.800 hombres. Los británicos avanzaron sobre Darwin y Pradera del Ganso mientras que, durante una reunión del TIAR, quedó aprobada una resolución favorable a la argentina.
30 de mayo Los Super Etendard 203 y 204 junto con cuatro Skyhawks A4-C (dos de los cuales fueron derribados por la defensa antiaérea británica) de la Fuerza Aérea, luego de un intenso operativo, consiguieron averiar al portaaviones Invincible. Londres nunca confirmó la información.
31 de mayo Fueron derribados dos Skyhawk argentinos. El Atlantic Conveyor, alcanzado el 25 de mayo por un misil Exocet, terminó de hundirse.
2 de Junio En la ONU fracasaron nuevamente las gestiones de paz mientras que el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 505 que designó como mediador a Pérez de Cuellar. Avanzadas británicas se encuentran a sólo 20 kilómetros de Puerto Argentino y tropas británicas tomaron el Monte Kent.
3 de junio El Canciller Costa Méndez pronunció un discurso en la Habana ante los representantes del Movimiento de Países No Alineados.
4 de junio Los Estados Unidos y el Reino Unido vetaron un nuevo proyecto de cese del fuego en las Naciones Unidas.
6 de junio Ante la sospecha de que una aeronave argentina se aproximaba a naves británicas, el HMS Cardiff disparó sus misiles. Poco después se determinó que el ataque produjo el derribo de un helicóptero Gazelle británico, ocasionando la muerte de sus cuatro tripulantes y del personal que transportaba.
8 de junio La Fuerza Aérea Argentina rechazó un intento de desembarco inglés en Fitz Roy y en Bahía Agradable. La fragata Plymouth y los transportes de tropas Sir Galahad y Sir Tristan fueron hundidos. Asimismo, fueron atacados lanchones de desembarco de personal (LSL) ocasionando un significativo número de bajas. Los británicos identifican esta operación como el “desastre de Bahía Agradable”
11 de junio El Papa Juan Pablo II llegó a la Argentina para convocar a una unión por la paz.

El Queen Elizabeth II regresó a Southampton transportando 700 sobrevivientes de los buques hundidos HMS Coventry, HMS Ardent y HMS Antelope.

12 de junio Fue atacado el HMS Glamorgan mediante el uso de la batería terrestre de misiles (ITB) ocasionando 13 muertos. Las tropas británicas continuaron su avance hacia Puerto Argentino tomando 400 prisioneros.
13 de junio Las fuerzas británicas quebraron las defensas argentinas y en Buenos Aires, por la noche, al saberse el desenlace desfavorable del conflicto, se realizó una manifestación solicitando al gobierno la «no-rendición».
14 de junio Se anunció el alto el fuego: Los generales Jeremy Moore y Mario Benjamín Menéndez, respectivamente comandante de las fuerzas británicas y gobernador militar de las islas Malvinas, parlamentaron el alto al fuego y la consiguiente rendición de las tropas argentinas. Al tomarse conocimiento de la rendición en Buenos Aires se llevó a cabo una manifestación rechazando la rendición: se produjeron desmanes y represión policial.

Fotografía del momento en que un Dagger de la Fuerza Aérea Argentina dirige el ataque a la fragata HMS Ardent Foto: Horacio Mir González.

La posición de Chile frente al conflicto

Las relaciones entre Chile y Argentina estaban lejos de ser cordiales en oportunidad del conflicto del Atlántico Sur. Desde fines del siglo XIX la historia mostró numerosos desencuentros por cuestiones limítrofes y tan sólo pocos años antes, en 1978, ambos gobiernos estuvieron a horas de iniciar una guerra por la disputa de la soberanía del canal de Beagle y de las islas Picton, Lenox y Nueva. Versiones extraoficiales dejan entrever que el mismo se había iniciado.

La desconfianza entre Santiago de Chile y Buenos Aires —ambos países estaban gobernados por militares— se mantuvo mientras la Argentina enfrentaba a las fuerzas británicas en el Atlántico Sur. Esta circunstancia llevó al gobierno militar argentino a conservar su capacidad naval en reserva ante una posible agresión chilena durante el conflicto con el Reino Unido o durante la postguerra.

Siempre se supo que las fuerzas armadas chilenas apoyaron con informes de inteligencia a las fuerzas británicas y que le proporcionaron cobertura a una fuerza especial británica que intentó un ataque a la base aeronaval de Río Grande. Para distraer a las fuerzas armadas argentinas y restarles operatividad frente a los británicos realizaron desplazamientos navales y terrestres.

Con posterioridad al conflicto del Atlántico Sur, cuando el general Augusto Pinochet fue detenido en Londres, Margaret Thatcher destacó el respaldo que el general chileno les había brindado a los británicos en la campaña de 1982. El general Jeremy Moore también hizo mención a ese hecho.

En agosto de 2005 el ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea Chilena (FACH), general Fernando Matthei Aubel dio a conocer la colaboración de su país para que los británicos triunfaran en 1982. Si bien la noticia fue difundida como que se hacía público “uno los secretos mejor guardados de la historia de Chile”, la misma no sorprendió a nadie en la Argentina[5].

Las informaciones acerca del respaldo de Chile al Reino Unido ya habían sido proporcionadas por Rupert Allason —cuyo seudónimo es seudónimo de Nigel West— en su libro The Secret War for the Falklands (La guerra secreta por las Malvinas)[6]. En su investigación incluso había llegado a confirmar la operación que intentaron llevar a cabo miembros de las SAS (Fuerzas Especiales inglesas) en Río Grande, la denominada “Operación Mikado”, que consistía en aterrizar con dos Hércules C-130 en esa base, destruir los misiles, los aviones Super Étendard, matar a los pilotos y refugiarse en Chile —considerado “territorio neutral”— con la excusa de un desperfecto técnico. Por su parte, el presidente Reagan le advirtió a Thatcher que esta clase de operaciones llevaría que otros países de la región se involucraran en la guerra, como Perú.

Operación Mikado. Mapa de la frustrada operación de sabotaje planeada por fuerzas del SAS contra la base aeronaval de Río Grande.

En sus declaraciones el general Matthei expresó:

Hice todo lo que tenía que hacer para defender a Chile. A mí me pagaban para eso. La amistad con los argentinos era problema de otros. Yo hice todo lo posible para que Argentina perdiera la Guerra de las Malvinas.

Matthei fue agregado aéreo en Londres entre los años 1971 y 1974 y se asume como autor exclusivo de esta colaboración con los británicos al punto que manifiesta que el propio Augusto Pinochet y los demás integrantes de la Junta Militar chilena desconocían los hechos. Es imposible creer que hechos de esta envergadura fueran desconocidos por las más altas autoridades de Chile.

Tiempo antes de las confesiones de Matthei el presidente de Chile, Ricardo Lagos, tuvo un gesto hacia la Argentina al entregarle al presidente Néstor Kirchner una documentación que le había hecho llegar el primer ministro británico Tony Blair.

Blair le había enviado unas páginas impresas del segundo tomo del libro titulado The official history of the Falklans Campaign (La Historia Oficial de la Campaña por las Falklands) el cual fue encargado por su gobierno en 1997 al historiador Sir Lawrence Freedman, profesor del King’s College de Londres[7]. Freedman dedicó ocho años a esta investigación y tuvo acceso a documentos que hasta el presente permanecían clasificados como secretos.

La obra de Freedman ha ocasionado incomodidades en el Reino Unido porque pondría en duda los derechos británicos sobre las islas.

En lo que respecta a Chile aporta detalles de la colaboración del gobierno de Pinochet con las fuerzas británicas durante las operaciones en el conflicto. De ahí que la intención de Blair fue ponerlo en autos al presidente Lagos de que la publicación del libro de Freedman podría tensar sus relaciones con Argentina.

El gesto de Lagos puede ser bien interpretado y lo hizo con la certeza de que la actual relación con la Argentina es “lo suficientemente fuerte como para no verse afectada con las revelaciones”[8]. También podría ser considerado como la mejor opción ya que tarde o temprano la información estaría en conocimiento de las autoridades argentinas y no era conveniente crear nuevamente un clima de desconfianza más aún luego del caso de espionaje en el consulado argentino en Punta Arenas.

Las declaraciones de Matthei también fueron condenadas por el canciller de Chile Patricio Walker y por el embajador de Chile en Buenos Aires, Luis Maira, quien circunscribió esos hechos a un mundo dominado por el conflicto de la Guerra Fría y prefirió poner de manifiesto los logros del presente:

Lo esencial hoy es buscar en la Argentina y en Chile, bajo gobiernos democráticos, proyectos nacionales que respondan a los nuevos tiempos y aseguren una vida mejor para nuestra gente. Esto exige afianzar la amistad entre los países latinoamericanos, algo indispensable en un mundo como el de la posguerra fría y la globalización en el que el peso de las regiones organizadas es determinante a los fines económicos y para lograr un mayor peso político en la comunidad internacional.[9]

El embajador Maira también consideró que un reforzamiento del compromiso chileno con la recuperación de las islas Malvinas sería una réplica efectiva a las declaraciones de Matthei. En ese sentido recordó que “cada año Chile patrocina en la ONU la resolución que ponga término a este enclave británico en el Atlántico Sur, devolviendo su control al Estado argentino”. 

Perú, el aliado de la Argentina

Perú y la Argentina mantienen lazos históricos de amistad que se remontan la guerra de independencia contra la corona española. El general José de San Martín es considerado el Libertador del Perú —así como de Argentina y, junto al Bernardo O’Higgins, de Chile—. Fue precisamente el general José de San Martín quien, el 28 de julio de 1821, en una ceremonia pública, proclamó la Independencia del Perú. Del mismo modo, fue el creador de la Marina de Guerra del Perú y quien firmó el decreto de creación de la primera bandera del Perú y del primer escudo de ese país, tras haber asumido el cargo de Protector del Perú, conforme al decreto del 3 de agosto de 1821.

También es justo recordar a Roque Sáenz Peña, quien luchó como voluntario del lado del Ejército del Perú en la Guerra del Pacífico contra Chile (1879-1883). Una enfermedad contraída en los campamentos de la Guerra del Pacífico le dejaría secuelas de por vida y que lo llevarían a la muerte en 1914, antes de terminar su mandato como presidente de la República Argentina[10].

En 1982 Perú era gobernado por el arquitecto Fernando Belaúnde Terry (28 de julio de 1980-28 de julio de 1985) del partido de centro Acción Popular. A diferencia de Chile y de la Argentina, se trataba de un gobierno constitucional. Cabe recordar, asimismo, que la Secretaría General de las Naciones Unidas estaba a cargo del diplomático peruano Javier Pérez de Cuéllar, quien realizó ingentes esfuerzos de mediación durante el conflicto.

Javier Pérez de Cuéllar, Secretario General de las Naciones Unidas

El investigador peruano Andrés Gómez de la Torre Rotta destaca algunas cuestiones a tomar en cuenta la momento de analizar la determinación del gobierno del Perú a respaldar a la Argentina. En los años 70 del siglo XX los litigios territoriales entre los países de la región eran una seria causa de tensiones entre los gobiernos, varios de ellos conducidos por militares: “Videla en Argentina, Pinochet en Chile, Bánzer en Bolivia, Morales Bermúdez en Perú y Alfredo Poveda presidiendo la Junta Militar en Ecuador”[11]. En 1941 Perú y Ecuador se habían enfrentado en una guerra que llevó a la firma del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942 que puso fin al conflicto, cuyos garantes principales fueron Estados Unidos y Brasil, “por sus posiciones de hegemón hemisférico y subcontinental, respectivamente”. Además de estos dos países, los beligerantes pudieron elegir otros dos Estados garantes: “Ecuador mostró simpatía y propensión por Chile, en tanto que Perú hizo lo propio con Argentina”[12].

Además de este conflicto, Andrés Gómez de la Torre Rotta destaca la crisis del canal de Beagle en 1978, la conmemoración del centenario de la guerra del Pacífico que enfrentó a Perú y Bolivia contra Chile (1879-1881), así como los reclamos de Bolivia por la salida al mar a través del océano Pacífico y el desconocimiento de Ecuador de un tramo de la frontera con Perú. A ello agrega la carrera armamentística en la región.

Durante la crisis del Beagle, en 1978, “hubo una intensa interacción y contacto entre los cancilleres del Perú, José de la Puente y Rabdill, y de la Argentina, César Guzzetti, quienes habrían analizado la posibilidad de su ‘trilateralización’ en el contexto de una escalada con consecuencias bélicas bilaterales argentino-chilenas”[13].

El presidente Belaúnde Terry, debido a su buena relación con Estados Unidos, decidió asumir un rol protagónico al inicio del Conflicto del Atlántico Sur, en abril de 1982. El investigador peruano recuerda que Belaúnde había estudiado en la Universidad de Texas y se había exiliado en Argentina y en Estados Unidos, tras el golpe de Estado de 1968, que puso fin a su primer gobierno (1963-1968)[14].

Respecto de las negociaciones llevadas a cabo por el presidente peruano, Andrés Gómez de la Torre Rotta señala:

Sus esfuerzos durante las conversaciones con el secretario de Estado, Alexander Haig, deben ser entendidos en el contexto de la búsqueda de una salida que fuera lo más realista y lo menos costosa posible para la Argentina.[15]

Septiembre de 1981. Pilotos de combate peruanos y argentinos en la IV Brigada Aérea, Mendoza, Argentina. Foto: Gómez de la Torre Rotta.

Perú aspiraba a jugar un papel activo y relevante en un hipotético escenario de posconflicto que contemplaba separa a las fuerzas militares involucradas en el conflicto e implementa un régimen de administración temporal. En función de ese rol, la Cancillería del Perú llevaba adelante una intensa gestión ante la OEA en Washington para afianzar las gestiones multilaterales llevadas a cabo por la Cancillería argentina, a cargo de Nicanor Costa Méndez.

Perú y Argentina mantenían una inocultable estrecha relación institucional a nivel militar, al punto de que “coincidieron y estandarizaron sus proveedores militares y sus políticas de adquisición de armas”[16]. A ello debe agregarse que muchos oficiales peruanos se habían graduado en institutos de formación militar de Argentina.

Además de los contactos permanentes que existían entre los jefes de ambos ejércitos —especialmente entre Pedro Richter Prada y Leopoldo Galtieri—, existía una relación más estrecha entre los jefes las Fuerzas Aéreas, el general Dante Poggi y el general Hernán Boluarte, por parte del Perú, y el brigadier Omar Rubens Graffigna de la Argentina.

En setiembre de 1981, aviones A-37B Dragonfly del Grupo 7 de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) se trasladaron a la IV Brigada Aérea de Mendoza para realizar ejercicios de recarga aérea con aviones KC-130 y ejercicios de combate disimilares con A-4 Skyhawk. Para Andrés Gómez de la Torre Rotta este punto es muy importante debido a que la Fuerza Aérea Chilena también disponía de una considerable cantidad de A-37 y este intercambio le permitía a los militares argentinos conocer detalles de esa aeronave[17].

Con el inicio de las operaciones militares y ante el embargo de armas que se impuso a la Argentina, el gobierno del presidente Beláunde Terry mostró su buena predisposición de ayudar a su aliado del sur transfiriendo material militar. A los efectos de no dejar rastros visibles de esa transferencia y para evitar ser considerado un país beligerante, Perú acordó no enviar material de origen soviético.

De tal modo que se optó por los Mirage 5 y sus sistemas de armas, como misiles Nord AS-30 aire-superficie. Hoy se sabe que fueron enviados diez aviones de la flota de 32 que operaban en el Grupo 6 de Chiclayo, al norte de Lima.

Asimismo se consideró no enviar unidades navales ya que serían detectadas por Chile en su travesía a la Argentina[18].

Perú también había considerado enviar misiles Exocet MM38 destinados a las corbetas peruanas pero, finalmente, fue misteriosamente retenido en puertos franceses ante la sospecha de que el embarque de los misiles tendría por destinatario final la Armada Argentina[19].

Cabe enfatizar que el mayor Aurelio Crovetto Yáñez fue la figura esencial esta transferencia de los Mirage ya que “lideró el recibimiento del silente vuelo de los aviones en la ruta La Joya-Jujuy-Tandil por espacio aéreo de Bolivia”[20]. El mayor Crovetto se quedaría en Argentina hasta finalizado el conflicto con el objetivo de prestar apoyo técnico a sus colegas de la Fuerza Aérea.

Aparte de este apoyo, aviones de transporte peruanos DC-8 realizaron vuelos Lima-Tel Aviv-Lima-Buenos Aires a los efectos de trasladar material necesario para apoyar el esfuerzo bélico de la Argentina, mientras que aviones Hércules trasladaban equipos desde Perú, a pesar de sufrir algunos efectos militares por su toma de posición en el conflicto[21].

Video de la operación de traslado de los aviones de Perú a la Argentina.

El respaldo de otro aliado: Bolivia

Por entonces era presidente de Bolivia el general Celso Torrelio Villa. El 13 de abril, el comandante de la Fuerza Aérea Boliviana, Natalio Morales Mosquera, expresó que su país desplegaría aviones caza a la frontera en apoyo a Argentina y que también pondría a disposición la flota de Transporte Aéreo Militar (TAM), la infraestructura aeroportuaria y combustible[22]. Además agregó: “Así como Perú ya está cooperando militarmente, nosotros también hemos decidido hacerlo. Nuestro apoyo no sólo es moral, sino material”. Pronto, esa buena disposición quedaría en la nada, cuando al día siguiente, “la embajada británica le pidió públicamente al presidente Torrelio que confirme si Bolivia optó por iniciar hostilidades contra el Reino Unido”[23]. El gobierno boliviano fue advertido sobre serias sanciones económicas internacionales, especialmente en el área de la minería, por lo que el 15 de abril, la Cancillería boliviana esclareció su posición expresando que “los problemas entre Argentina y Gran Bretaña deben ser resueltos por la vía diplomática” y que “en ningún momento el gobierno ha contemplado realizar acciones de tipo militar”[24].

A pesar del paso atrás que debió dar el gobierno de Bolivia, 25.000 ciudadanos de ese país radicados en el norte argentino se ofrecieron como voluntarios para colaborar en diferentes tareas durante el conflicto bélico[25].

El ex embajador boliviano en Buenos Aires, Liborio Flores Enríquez, piloto de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) también se presentó como voluntario para ir a Malvinas.

La historia boliviana daría cuenta que cuando se produjo la invasión de las Malvinas por los británicos en 1833, el presidente de Bolivia, Mariscal Andrés Santa Cruz, envió una carta de protesta —a la reina de Inglaterra y a su primer ministro, con copia a Buenos Aires— dejando en claro que Bolivia solo reconocía a la República Argentina como unidad territorial sobre las Malvinas. Fue el primer país en reclamar por la invasión.

La política de “desmalvinización”

El término desmalvinización implica el proceso utilizado ya por el mismo gobierno militar tras la derrota en el Atlántico Sur y que fue erróneamente continuado por los gobiernos democráticos que lo sucedieron. “Desmalvinizar” significa omitir el conflicto, ignorarlo, y eso se ejercitó a través de la subestimación no sólo de las fuerzas armadas sino también de los soldados que dieron su vida en defensa de una de las pocas cuestiones de Estado —si no la única— que lograba unificar a los argentinos.

Cabe mencionar que la Constitución Nacional en la primera de sus Disposiciones Transitorias expresa:

La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.

La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.

Con la “desmalvinización” también se omitía toda la cuestión previa al día 2 de abril de 1982, lo que confirmaría la creencia de que la Argentina había sido el Estado agresor sacando del contexto histórico el hecho del desembarco. Por otro lado permite considerar que la reacción del gobierno militar sólo tenía por objeto ocultar los conflictos sociales y económicos que tenía en el frente interno. Puede haber sido uno de ellos pero no el único.

Es cierto que hubo numerosos errores en la conducción de la guerra pero debería considerarse el reconocimiento internacional que tuvieron los pilotos de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval y los numerosos daños que le ocasionaron a la marina británica: el hundimiento de los destructores HMS Sheffield y Coventry; las fragatas HMS Ardent y Antelope; el buque de desembarco HMS Sir Galahad y el buque mercante Atlantic Conveyor; los serios daños causados a dos destructores británicos, catorce fragatas, dos buques de desembarco e incluso el portaviones Invincible. El destructor Glamorgan fue dañado por un misil Exocet lanzado desde tierra. A ello se suman 37 aviones británicos que fueron perdidos por diversas causas y ello sin contar los daños que hubiesen causado los torpedos y bombas que no alcanzaron a explotar.

Relato del ataque al HMS Invincible por parte de sus protagonistas.

Resulta paradójico que quienes fueron los enemigos de la Argentina en ese entonces, los británicos, hayan realizado documentales en los que reconocen esos hechos que la dirigencia argentina intentó omitir.

A diferencia de los ciudadanos argentinos, los británicos desconocían todo acerca de las Malvinas. Andrew Thompson de la BBC, quien cubrió el conflicto del Atlántico Sur como periodista en primer lugar desde Londres y luego desde Buenos Aires como corresponsal del diario británico The Times, pone de manifiesto el bajo nivel de conocimiento que existía entre la población y entre los propios periodistas no sólo de la ubicación de las Malvinas sino también de la Argentina:

Sólo exagero un poquito si digo que pasé muchas horas en la tarde del viernes 2 de abril de 1982 explicando a los investigadores de un conocido programa de televisión británico que las “Falkland” quedaban en el Atlántico Sur, y no al norte de Escocia, y que Argentina quedaba al sur, y no al norte de Brasil.[26]

En una entrevista realizada por la BBC al historiador inglés Peter Beck, profesor de Historia Internacional de la Universidad de Kingston y autor del libro Las islas Falklands como problema internacional, se le preguntó cómo creía él que —dos décadas después— los británicos ven esa guerra que en su momento contó con el apoyo de la gran mayoría de la población. Su respuesta fue la siguiente:

Creo que hoy mucha gente encuentra muy difícil de creer que hayamos peleado por las Falklands, porque eran islas en las que nadie pensaba y ciertamente nadie sabía dónde estaban.[27]

El desconocimiento de los británicos por las islas Malvinas o por la Argentina ha quedado demostrado en una entrevista realizada por la BBC a ciudadanos de diferentes edades a veinte años del enfrentamiento armado[28].

Aún peor era el desconocimiento de los propios gobernantes británicos. Sir John Nott, quien fue ministro de Defensa del Reino Unido durante la guerra de las Malvinas confesó a la BBC —veinte años después— que no tenía presentes esas islas hasta que Argentina las ocupó en 1982:

Tenía un enorme globo terráqueo en mi oficina del Ministerio de Defensa y fui a verlo para redescubrir la posición geográfica de las Falklands. Me horrorizó un poco comprobar cuán lejos estaban.[29]

El mismo Nott no confiaba en la decisión de enviar la flota a una región tan lejana:

Luego me quedé solo con ella (Thatcher) y le expresé mi escepticismo sobre la viabilidad de la operación. Las islas estaban a 8.000 millas y no contábamos con apoyo territorial y aéreo adecuados.[30]

El conflicto del Atlántico Sur fue traumático para los combatientes de ambos bandos. Muchos de los sobrevivientes, afectados por el desempleo así como por problemas físicos y psíquicos optaron por el suicidio. En marzo de 2002 se estimaba en 250 el número de veteranos británicos que combatieron en el conflicto del Atlántico Sur y que se suicidaron por traumas psicológicos ocasionados por la guerra. Pero en 2013, el Ministerio de Defensa británico dio a conocer un estudio en el que remarca que informa que el número real de ex combatientes que se suicidaron es de 95[31].

Errores de apreciación

Los tres actores del conflicto —Argentina, el Reino Unido y los Estados Unidos— cayeron en suposiciones estratégicas que derivaron en serios errores de apreciación.

El gobierno argentino consideró que su par de Londres sólo reaccionaría de manera retórica. Con respecto de Washington, esperó que sólo interviniese para imposibilitar que el conflicto desencadenara la guerra y consideró que la participación de la Argentina en América Central sería un elemento a tener en cuenta por los Estados Unidos.

Por último estimó que la opinión pública internacional apoyaría la posición de la Argentina, lo que actuaría como una presión sobre el gobierno de Londres.

Con respecto del Reino Unido, el gobierno británico evaluó que la Argentina no usaría la fuerza para recuperar las Malvinas y que los Estados Unidos le darían su respaldo en el conflicto.

Por su parte los Estados Unidos también consideraron que la Argentina no llegaría al empleo de la fuerza, a lo que se añadía que el gobierno de Buenos Aires no forzaría a su par de Washington a tomar alguna decisión que pudiese resultar incómoda.

En el plano diplomático la Argentina llevó la peor parte pues si bien contó con el apoyo de América Latina y de varios países del Tercer Mundo, las negociaciones dejaron bastante que desear; no puso énfasis en sus títulos soberanos sobre las islas y se quedó estancada en la situación coyuntural.

En cambio el Reino Unido fue el actor que más se favoreció al contar con el respaldo de la Comunidad Europea, de la OTAN, obtuvo en su favor la Resolución 502, contó con los Estados Unidos como mediador del conflicto asegurándose luego su apoyo y neutralizó la aplicación del TIAR.

Con respecto de los Estados Unidos, reforzó su relación con el Reino Unido pero a costa de dañar su relación no sólo con la Argentina sino también con gran parte de los países de América. El Conflicto del Atlántico Sur fue una de las cuestiones que llevo a su pérdida de credibilidad entre los Estados americanos.

Evolución del conflicto

En los últimos años se observa una disminución con respecto a las posibilidades de que un conflicto estalle tanto en el área del Atlántico Sur como en la región circundante y ello, en buena medida, obedeció también a un elemento extra regional relevante: la implosión del imperio soviético.

Cabe entonces, a partir de lo expuesto, citar la pregunta y la respuesta que a la misma ya se ha formulado el Contralmirante (R) de la Armada Argentina Roberto Pertusio:

¿Cuál es el enemigo común a enfrentar hoy en el Atlántico Sur? No existe, en los tiempos que corren, un Estado que inspire la constitución de un bloque defensivo en nuestro común espacio marítimo.[32]

En los últimos años los países ribereños han trabajado en el desarrollo de fórmulas de cooperación aunque pueden apreciarse potenciales conflictos, en función de los cuales habrá que trabajar para neutralizarlos.

Entonces sería apropiado formularse otras preguntas: ¿por qué existen bases militares que exceden la capacidad de disuasión para los países de la región? Un ejemplo de ello son las islas Malvinas, en la que el gobierno británico ha invertido miles de millones de dólares en el emplazamiento de un complejo militar y en el mantenimiento de naves, aviones y personal, frente al desarme que paralelamente sufrieron las fuerzas armadas argentinas durante la democracia[33] y frente a la declaración del gobierno argentino de no volver a utilizar la fuerza contra las islas[34].

En 2020 se tomó conocimiento que el Reino Unido invirtió 11 de millones de libras esterlinas en refaccionar y ampliar el muelle ubicado en la costa noreste de las islas Georgias.

Una primera respuesta a esta pregunta podría estar en la conclusión final a la que llega Mariano Bartolomé:

Existen elementos de juicio que permiten considerar como probable que el Conflicto del Atlántico Sur (CAS) del año 1982 haya sido el resultado de la deliberada creación de una crisis, y su posterior escalada voluntaria al plano bélico, por parte del gobierno británico, con el apoyo de los EE.UU. y la OTAN, con los objetivos no declarados de asegurar su liderazgo político en el corto y mediano plazo y facilitar la presencia militar (no necesariamente oficial) de esa alianza en la región.[35]

Considerado de esta manera, el Conflicto del Atlántico Sur habría sido la primera guerra de la OTAN y fuera de su jurisdicción.

¿Por qué el gobierno británico no inició un diálogo para proceder a una retrocesión como sí lo hizo con Hong Kong? ¿Por qué los Estados Unidos están mostrando interés en militarizar el Atlántico Sur?

Con respecto a comparar la situación de Malvinas con Hong Kong merece ciertas aclaraciones. Hong Kong fue un territorio dependiente del Reino Unido por cesión de China a través de tres tratados: la isla de Hong Kong fue cedida por el tratado de Nankin de 1842; la península de Kowloon por el tratado de Kowloon de 1860; el resto del territorio que equivale al 90% de la superficie por el tratado de Beijing de 1898, el cual cedía la tenencia al Reino Unido en calidad de arriendo por el término de 99 años. Ese acuerdo ya expiró y es el que permitió la retrocesión de Hong Kong a China.

En el caso de las Malvinas no ha habido ninguna cesión ni arriendo por parte de la Argentina sino que hubo una anexión llevada a cabo por la fuerza. A decir verdad, se trata de una situación colonial que de ninguna manera adquiere legalidad con el tiempo.

Documental del programa emitido por Channel 5 de Londres, titulado “The Great Falklands Gamble: Revealed”, con motivo del 30º aniversario del conflicto, en 2012.

La controversia acerca de Hong Kong fue resuelta de manera bilateral entre las partes sobre la base de acuerdos preexistentes y de forma paulatina. Por otro lado el Reino Unido no invocó el principio de derecho a la autodeterminación de los habitantes de Hong Kong, los cuales no tomaron parte en las negociaciones: el 95% de la población es de origen chino. En el caso de las Malvinas la población es en su gran mayoría descendientes de británicos, es decir que no es la población originaria de las islas como en el caso de Hong Kong.

El Reino Unido no obró de la misma manera con respecto a los habitantes de la isla Diego García, en el océano Índico, perteneciente al archipiélago de Chagos. En plena Guerra Fría ese océano estaba dominado por la marina soviética hasta que por un acuerdo entre el Reino Unido y los Estados Unidos, hacia los años sesenta, el primero cedió al segundo la isla para establecer una base de bombarderos de largo alcance que permite el control de Medio Oriente y desde la que se atacó a Afganistán. A principios de los setenta, para llevar a cabo la construcción de la base, el gobierno británico de Harold Wilson trasladó por la fuerza a los habitantes originarios de Diego García reubicándolos en Mauricio. En este caso no se tuvo en cuenta la autodeterminación de los habitantes la isla.

Según el capitán Jorge Luis Colombo el caso de la isla Diego García guarda similitudes con el de Malvinas porque así como los estadounidenses podían contrarrestar el pabellón soviético en el Índico con su presencia en Diego García, de la misma manera los británicos pueden contrarrestar el pabellón argentino en el Atlántico Sur. En esta zona existen veinticuatro países ribereños, veintiuno en África y tres en América del Sur, de los cuales sólo tres pueden tener una presencia naval en el Atlántico: Argentina, Brasil y Sudáfrica. De los tres sólo la Argentina se encuentra más al sur convirtiéndose en el único Estado que virtualmente tiene proyección sobre el Atlántico Sur. A esos veinticuatro países se suma otro que no es ribereño pero que si se encuentra ocupando un lugar en ese espacio: el Reino Unido. Por ello el Capitán Colombo denomina a las islas Malvinas las “Diego García Atlánticas”[36].

Por otro lado existen diferencias a considerar en el plano económico financiero entre ambos casos como así también con respecto de las relaciones de poder en juego en el contexto internacional.

Retornando a la pregunta formulada más arriba, es posible que los miembros de la OTAN hayan actuado en ese momento atendiendo a sus actuales intereses o, dicho de otra manera, con proyección a futuro.

Existen documentos que demuestran que antes de que se iniciara el conflicto estaban muy avanzadas las negociaciones que llevarían, de un modo u otro, a la devolución de las islas[37]. Indudablemente la acción militar sirvió para fortalecer a un gobierno británico —indiferente como los anteriores a los intereses de los isleños— que perdía popularidad y que era cuestionado por sus medidas económicas. Los isleños, llamados despectivamente kelpers, de ignorados se convirtieron en protagonistas, se sintieron en situación de reclamar y se constituyeron en uno de los elementos que en el presente impiden retomar las negociaciones al punto en el que se encontraban antes del conflicto. Cabe reflexionar, entonces: si no ha habido un conflicto armado entre España y el Reino Unido ¿por qué la misma situación se aprecia con respecto a la soberanía de Gibraltar y, aún más, siendo ambos Estados miembros de la Unión Europea?

Los otros elementos que obstaculizan las negociaciones pueden encontrarse formando parte de uno de los ejes que movilizan al mundo en el presente: el de la apropiación de los recursos energéticos y naturales.

Las islas del Atlántico Sur cobran importancia por su riqueza ictícola que les ha permitido a los habitantes de las Malvinas obtener beneficios de la explotación pesquera. Como estos beneficios no son constantes procuran incrementar sus ingresos a través de la actividad petrolera para lo cual han otorgado áreas para exploración pero sin mucho éxito hasta el presente. Otra esperanza proviene de estudios geológicos realizados que permiten comparar el suelo de las islas con el de Sudáfrica por lo que se estima que podrían existir diamantes y oro. También en este sentido los descubrimientos de oro no son muy alentadores. A ello se suma la probable existencia de depósitos minerales en el lecho marino y la proyección antártica que tienen las Malvinas.

Con respecto al litigio entre el Reino Unido y la Argentina se puede afirmar que las inversiones realizadas en las islas reclamadas por la Argentina, el actual nivel de ingreso que sus habitantes obtuvieron a partir de la década del noventa gracias a las licencias pesqueras, el fortalecimiento que se ha desarrollado en torno a la identidad[38] de los habitantes de esas islas como de los otros territorios de ultramar británicos (Malvinas, Santa Helena, Tristán da Cunha, Ascensión) ––aglutinados también a través de sitios en Internet[39]––, y la conexión con el continente a través de Chile[40] y ahora de Brasil, conspiran contra el reclamo de soberanía por parte de Buenos Aires.

En este sentido los mensajes británicos son claros. El ministro de la Cancillería británica Denis MacShane, oportunamente expresó que “es nuestro compromiso con la soberanía de las islas Falkland (Malvinas) el que da pie a que este diálogo tenga lugar. Los nativos de las islas Falkland (Malvinas) sienten entusiasmo en desarrollar relaciones con sus vecinos porque saben que las Falkland (Malvinas) serán británicas por todo el tiempo que ellos así lo deseen”[41].

De tal manera que es poco probable —por no decir imposible— que las negociaciones entre la Argentina y el Reino Unido en torno de la soberanía de las islas del Atlántico Sur puedan prosperar.

No obstante, se ha avanzado mucho en la relación con el Reino Unido en los últimos años; se reanudaron las relaciones diplomáticas a principios de los noventa, pero la República Argentina ha manifestado debilidad y esto es responsabilidad de todos sus gobiernos democráticos desde 1983, los que han firmado acuerdos pesqueros perjudiciales y otros tratados, como los Acuerdos de Madrid de 1991, la aceptación de la reserva ecológica británica establecida de manera inconsulta con la Argentina, la aprobación de vuelos al continente, el denominado “pacto” Foradori-Duncan, entre tantos otros[42].

Sin embargo existe un tema preocupante para los países del Atlántico Sur. El dominio global por los recursos energéticos, los minerales estratégicos y el agua requiere del control del espacio marítimo sudatlántico, lo que impulsa una creciente militarización de esta amplia extensión oceánica. En octubre de 2002 la prensa informó del interés de los Estados Unidos de establecer una base militar en São Tomé e Príncipe para proteger sus explotaciones petroleras[43], sumando un nuevo “enclave” de los países miembros de “Five Eyes” —los cinco estados angloparlantes (Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) que desarrollaron la red de espionaje global Echelon— que se sumaría a la islas Ascensión, Santa Elena, Tristán da Cunha y a las islas Malvinas en el Atlántico Sur. Al parecer, el conflicto de 1982 despertó un interés geoestratégico por el archipiélago São Tomé e Príncipe y en esa ocasión las autoridades de este pequeño Estado africano habrían sido contactadas para servir de retaguardia ante un eventual ataque de la Argentina a Santa Elena.

Algunas consideraciones finales

El análisis del Conflicto del Atlántico Sur pone en evidencia graves errores en el proceso de toma de decisiones por ambas partes, la Argentina y el Reino Unido, en buena medida por no haber procedido a un exhaustivo análisis desde la inteligencia estratégica. Claro que, escrito desde el presente, podría llevarnos al desarrollo de una historia contrafáctica pero, en verdad, no es ese el propósito.

En este caso el almirante de la Marina de los Estados Unidos Harry Train ha expresado, en un artículo escrito en 1987, que como docente de la Universidad de Defensa Nacional de los Estados Unidos analizaban dos casos dignos de especial estudio: uno era el de la crisis de Grenada.

Este segundo caso es el Conflicto de Malvinas, el cual, rico en decisiones político-militares y lleno de errores y cálculos equivocados en ambos bandos, provee una excelente oportunidad para que nuestros generales y almirantes examinen una compleja construcción diplomática y comprueben cómo los factores políticos, algunos de los cuales aún pasan desapercibidos, causaron el fracaso del proceso diplomático, dando por resultado la guerra. Es también posible examinar el período de desarrollo de un conflicto durante el cual un bando actuaba todavía según las reglas para el manejo de crisis, mientras el otro ya estaba en guerra, fenómeno político-militar éste nunca acaecido antes en la moderna historia militar.[44]

Efectivamente, mientras el gobierno argentino procedió a una ocupación de las Malvinas con la intención de ejercer una presión diplomática para sacar de vía muerta la discusión de la soberanía de las islas, el gobierno británico pensaba en términos de guerra, es decir que se manejaban dos niveles diferentes. Debido a eso, la Junta Militar argentina se abstuvo de atacar a la Fuerza de Tareas del Reino Unido manteniendo siempre la esperanza de que el conflicto podría resolverse diplomáticamente, lo cual fue echado por tierra cuando el submarino británico HMS Conqueror recibió la autorización de hundir al crucero ARA General Belgrano, el 2 de mayo de 1982, fuera de la zona de exclusión establecida por el Reino Unido. Ese hecho puso fin a toda posibilidad de llegar a un acuerdo diplomático, más aún cuando el 4 de mayo la aviación argentina hundió al destructor HMS Sheffield.

Desde la errónea percepción estratégica de la Junta Militar debe considerarse que si se hubiera esperado unos pocos meses más y la recuperación argentina de las Malvinas se hubiese llevado a cabo en octubre o noviembre, la Argentina hubiera recibido más aviones Super Etendard y misiles Exocet de Francia y el Reino Unido habría desmantelado parte de su flota como estaba programado, lo cual hubiera puesto al gobierno de Londres en una situación muy difícil ya que no habría podido enviar una flota al Atlántico Sur. Se desconoce por qué los militares no esperaron un poco más y anticiparon la Operación Rosario.

Entre estos errores estuvo desestimar la intervención de los Estados Unidos a favor de su tradicional aliado, el Reino Unido, por considerar que también se encontraba obligado por el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), también llamado Tratado de Río a actuar ante la agresión a un país firmante del mismo. Sin embargo, el gobierno estadounidense consideró que la Argentina fue el país agresor al ocupar las islas, posición compartida por Chile y Colombia.

Es probable también que los militares argentinos considerasen que la Unión Soviética vetaría la posición británica en las Naciones Unidas, a la vez que los Estados Unidos se mantendrían neutrales ya que el Reino Unido y la Argentina eran países amigos. Ninguna de esas hipótesis se dieron como se esperaban y, aún peor, la Argentina debió enfrentar a una fuerza de la OTAN y mantener en alerta a buena parte de sus fuerzas ante el temor de un ataque desde Chile, lo que de alguna manera ocurrió en oportunidad de la fracasada Operación Mikado, mediante la cual los británicos intentaron destruir los aviones Super Etendard y los misiles Exocet, así como matar a los pilotos argentinos en la base de Río Grande, en la isla de Tierra del Fuego.

Estos serían algunos de los errores estratégicos del lado argentino. Por el lado británico se habría considerado que la Fuerza de Tareas enviada llevaría a cabo una operación sencilla pues consideraban que los pilotos argentinos no contaban con la suficiente preparación para volar los Super Etendard y utilizar los Exocet. Fue así como en esa guerra no solo se hundió por primera vez un buque británico después de la Segunda Guerra Mundial, el HMS Sheffield, sino varios buques más, así como el derribo de varios aviones y helicópteros. Se estima que el número de bajas de soldados es muy superior al declarado por los británicos pero, una vez terminada la guerra, el gobierno de Londres dispuso un acta de secreto militar hasta el día 14 de junio de 2072.

Por otro lado, los británicos no habrían esperado que el Perú colaborase con el envío de aviones militares y pilotos para reforzar a las Fuerzas Armadas argentinas.

Estos pocos ejemplos permiten apreciar algunas de las fallas que ambos países presentaron en el proceso de toma de decisiones.

Con respecto a la situación actual del conflicto, al presente no existen amenazas regionales, ni tampoco globales, que motiven la militarización del Atlántico Sur —más aún habida cuenta del estado de indefensión actual de la Argentina—, salvo el control de los recursos naturales (energéticos y pesqueros), el control de los pasos bioceánicos y la proyección sobre la Antártida.

En función de ello, podría considerarse que el Atlántico Sur puede convertirse en una zona de conflictos a partir de esta lucha de intereses por los recursos energéticos que se está llevando a cabo a través de las corporaciones de las principales potencias y con el aval de sus respectivos gobiernos.

Con referencia de los países de la región que se encontraron involucrados directa o indirectamente en la confrontación bélica, la historia debería ser aprovechada para comprender que una alianza implícita con potencias extra regionales impide abordar las soluciones a nuestras propias diferencias, a la vez que paraliza la implementación de una sinergia que les permita alcanzar una identidad propia y establecer proyectos de desarrollo en forma conjunta. Sería deseable y conveniente fortalecer las medidas de confianza mutua entre nuestros países y dejar de lado los intentos de obtener ventajas a costa de los conflictos introducidos por potencias foráneas.

Finalmente, sería un anhelo del autor que lo expuesto precedentemente sirva para introducir un cambio en la sociedad argentina respecto a la mirada de este conflicto en el que muchos de los hijos de la Patria dieron su vida por una de las pocas políticas de Estado que tiene la Argentina. Del mismo modo, que se revalorice a las Fuerzas Armadas como instituciones medulares para garantizar la Soberanía Nacional y para velar por nuestra integridad territorial.

* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz.

Referencias

[1] Sandy Woordward. Los cien días. Las memorias del Comandante de la flota británica durante la guerra de Malvinas. Prefacio de Margaret Thatcher. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1992, p. 9.

[2] Ídem.

[3] Ibíd., p. 16.

[4] “Nott: ‘Un gran episodio de nuestra historia’». En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1885000/1885629.stm>, (consulta: 10/10/2002).

[5] «Hice todo lo posible para que Argentina perdiera la Guerra de las Malvinas». En: Las Últimas Noticias, 31/08/2005, <http://www.lun.com/ediciones_anteriores/detalle/noticia.asp?idnoticia=C385948477140741&dia=31&mes=8&anno=2005> [consulta: 01/09/05].

[6] West, Nigel. [Rupert Allason] The Secret War for the Falklands: The SAS, MI6, and the War Whitehall Nearly Lost. London: Little, Brown, 1997.

[7] Lawrence Freedman. The official history of the Falklans Campaign (vol. I, 253 pages; vol. II, 49 pages). Londres: Routledge, 2005.

[8] María Luisa Mac Kay. “Malvinas: gesto de Lagos sobre las revelaciones de la ayuda de Chile a Londres”. En: Clarín, 23/06/2005, <http://www.clarin.com/diario/2005/06/23/elpais/p-00701.htm>, [consulta: 30/06/2005].

[9] Luis Maira. “Profundizar los esfuerzos para que Argentina recupere las Malvinas”. En: Clarín, 04/09/2005, <http://www.clarin.com/diario/2005/09/04/elmundo/i-03103.htm> [consulta: 04/09/2005].

[10] Ricardo Cuya Vera. “Roque Sáenz Peña en la guerra del pacífico: el ideal, el coraje y el honor”. Las memorias de Miguel Grau (Perú), 14/09/2017, <https://www.grau.pe/historia-de-la-guerra-con-chile/roque-saenz-pena-en-la-guerra-del-pacifico-el-ideal-el-coraje-y-el-honor/>, [consulta: 12/04/2018].

[11] Andrés Gómez de la Torre Rotta. “La ayuda secreta de Perú durante la guerra de Malvinas”. Infobae, 31/03/2018, <https://www.infobae.com/def/defensa-y-seguridad/2018/03/31/la-ayuda-secreta-de-peru-durante-la-guerra-de-malvinas/>, [consulta: 02/04/2018].

[12] Ídem.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] Ídem.

[17] Ídem.

[18] Darío H. Garayalde. “La ayuda que nos prestó Perú en Malvinas”. El Heraldo (Concordia, Entre Ríos, Argentina), 29/02/2020, <https://www.elheraldo.com.ar/noticias/183782_la-ayuda-que-nos-presto-peru-en-malvinas.html>, [consulta: 10/03/2020].

[19] Ídem.

[20] Andrés Gómez de la Torre Rotta. Op. cit.

[21] Ídem.

[22] Rafael Sagárnaga. “Malvinas, pormenores de un pretexto hecho guerra”. El País (Bolivia), 11/06/2016, <https://www.elpaisonline.com/index.php/noticiastarija/item/218631-malvinas-pormenores-de-un-pretexto-hecho-guerra>, [consulta: 10/04/2020].

[23] Ídem.

[24] Ídem.

[25] “El día que 25 mil bolivianos se ofrecieron a luchar por Argentina”. El Tribuno, 02/04/2020, <https://www.eltribuno.com/salta/nota/2020-4-2-17-44-0-malvinas-25-000-bolivianos-se-ofrecieron-como-voluntarios-para-luchar-por-argentina>, [consulta: 10/04/2020].

[26] “Pocos sabían de Argentina o las islas”. En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1875000/1875100.stm>, [consulta: 10/10/2002].

[27] “La Gran Bretaña de Thatcher”. En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1871000/1871074.stm>, [consulta: 10/10/2002].

[28] “El recuerdo de los británicos”. En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1874000/1874679.stm>, [consulta: 10/10/2002].

[29] “Nott: ‘Un gran episodio de nuestra historia’». Op. cit.

[30] Ídem.

[31] “En Gran Bretaña aseguran que hubo menos suicidios de veteranos de Malvinas de lo estipulado”. La Nación, 14/05/2013, <https://www.lanacion.com.ar/politica/en-gran-bretana-aseguran-que-hubo-menos-suicidios-de-veteranos-de-malvinas-de-lo-estipulado-nid1581864>, [consulta: 18/05/2013].

[32] Roberto Pertusio. “La Defensa y la Seguridad en el Atlántico Sur”. En: Colección. Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires”, Año VII, número 11, 2001, p. 232.

[33] Son interesantes las motivaciones que para Mariano Bartolomé llevaron al conflicto del Atlántico Sur y las razones por las cuales el gobierno del Reino Unido procedió a esa desmesurada inversión. Mariano Bartolomé. El conflicto del Atlántico Sur. Una perspectiva diferente. Buenos Aires: Círculo Militar, 1996.

[34] Los propios diplomáticos británicos recogen esta declaración como es el caso del ministro de la Cancillería británica Denis MacShane. Al respecto: “Discurso pronunciado por el ministro de la Cancillería Británica, Denis Macshane, durante la reunión del Consejo del Atlántico Sur, en Londres el 22 de mayo de 2002. El Reino Unido, la Argentina y el Atlántico Sur”. En: Embajada Británica en Caracas, <http://www.britain.org.ve/news45.htm>, [consulta: 18/12/03].

[35] Mariano Bartolomé. Op. cit., p. 266.

[36] Jorge Luis Colombo. “Malvinas las Diego García Atlánticas”. En: Boletín del Centro Naval (República Argentina), número 748, año 1983.

[37] Un diálogo con varios diplomáticos argentinos ha permitido confirmar esta versión.

[38] La identidad en esos territorios también es fortalecida a través de la presencia del obispo de la Iglesia Anglicana de Chile, obispo Tito, y su esposa Myriam, quienes arribaron a las islas Malvinas el 06/12/2003. Ambos fueron huéspedes del gobernador. Este constituye el segundo viaje del obispo. En: Sartma.com <http://www.sartma.com/artc_564_FI_4.html>, 08/12/2003, [consulta: 18/12/2003].

[39] Sartma.com (South Atlantic Remote Territories Media Association). “The news that matters from the British Territories in the South Atlantic Ocean” <www.sartma.com>

[40] El gobierno argentino negó la solicitud de Lan Chile para incrementar sus vuelos a las islas. El gobierno argentino desea que nuevos vuelos sean realizados desde territorio argentino.

[41] “Discurso pronunciado por el ministro de la Cancillería Británica, Denis Macshane, durante la reunión del Consejo del Atlántico Sur, en Londres el 22 de mayo de 2002. El Reino Unido, la Argentina y el Atlántico Sur”. En: Embajada Británica en Caracas, <http://www.britain.org.ve/news45.htm> [consulta: 18/12/03]. Cabe agregar que el ministro MacShane produjo un malestar en el gobierno español al manifestar que las posibilidades de un acuerdo con España sobre Gibraltar que sea aceptado por sus habitantes son “simplemente cero” y al asegurar “que el Peñón está ‘históricamente relacionado’ con Gran Bretaña como Ceuta y Melilla lo están con España». “Exteriores califica de ‘inoportunas’ las declaraciones británicas sobre la situación de Gibraltar”. En: El Mundo (Madrid), 09/06/2003, <http://www.elmundo.es/elmundo/2003/06/08/espana/1055100851.html> [consulta: 18/12/2003].

[42] Al respecto, ver: Carlos Augusto Lerena. “El Atlántico Sur, Malvinas y pesca. Los desaciertos de la Cancillería Argentina”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 14/08/2019, <https://saeeg.org/index.php/2019/08/14/el-atlantico-sur-malvinas-pesca-los-desaciertos-de-la-cancilleria-argentina/>.

[43] Ana Dias Cordeiro. “São Tomé poderá ter uma base naval americana no Golfo da Guiné”. Público (Portugal), 22/10/2002, <https://www.publico.pt/2002/10/22/jornal/sao-tome-podera-ter-uma-base-naval-americana-no-golfo-da-guine-175724>.

[44] Harry Train. “Malvinas: Un caso de estudio”. Boletín del Centro Naval, 748, enero/marzo 1987.