DERECHO INTERNACIONAL. EL ESPACIO Y LAS NACIONES.

Marcos Kowalski*

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A partir de la “pandemia” denominada “COVID-19” surge un replanteo de la relación de fuerzas en el mundo que cuestionan seriamente el proyecto globalizador pretendido hasta ahora, la aparición de los proyectos autocráticos y el surgimiento de grandes potencias como China y Rusia, hacen que hoy las propuestas con planificaciones antiliberales compitan, en el mismo Estados Unidos, con el sistema internacional de globalización que quiso imponerse en las últimas décadas como idea única.

A partir de la “nueva” normalidad que surgirá con la superación de la enfermedad, aparecerán sin dudas cambios en las costumbres sociales, pero también otro concepto de relación entre países.

Ya se perciben cuestionamientos a organismos como OMS y la misma ONU sobre todo en lo que hace a las políticas y composición del Consejo de Seguridad del organismo. Estos cambios se vislumbran también en lo referente al uso del espacio y al derecho internacional de las comunicaciones a través de satélites.

El espacio ultraterrestre siempre ha tenido una fascinación para los seres humanos. La humanidad, desde su principio, parece haber querido llegar hasta las estrellas. Uno de los primeros “viajes cósmicos” es el mito de Ícaro, hijo de Zeus, quien quiso volar en el espacio. Su padre le fabricó unas alas, advirtiéndole de no acercarse demasiado al sol, para que no se derritiera la cera con que iban pegadas las alas. Ícaro, sin embargo, no le hizo caso, y como resultado, también tenemos un relato del primer accidente espacial: la caída al mar de Ícaro.

Hasta la fecha, el uso más exitoso, desde el punto de vista económico, del espacio ultraterrestre como la órbita geoestacionaria, las órbitas bajas y el Espectro de Radiofrecuencias (ERF) es la prestación de servicios de telecomunicaciones por medio de satélites.

Hoy en día hay miles de satélites en el espacio, sin contar la Estación Espacial Internacional, los satélites tienen diferentes conformaciones y distintos propósitos: están los de telecomunicaciones, otros para las investigaciones científicas, los de percepción remota, los de observación de la tierra, de meteorología, así como los satélites espías o “diplomáticos”. Aunque las funciones de estos satélites sean distintas, todos comparten dos características fundamentales: todos utilizan parte del espectro de radiofrecuencias, y todos están en alguna órbita o trayectoria.

Indudablemente ante la proliferación de estos artefactos espaciales y para evitar accidentes entre estos objetos, además de hacer un uso más eficiente de ellos, tal como evitar interferencia en las transmisiones satelitales, se necesita alguna reglamentación de las actividades espaciales. En distintos congresos internacionales se establecieron organizaciones para la regulación tanto del EFR, como para la asignación de orbitas en el espacio ultraterrestre.

Estos organismos son la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), para los aspectos técnicos de la utilización del espectro de radiofrecuencias, y la Comisión sobre el Uso Pacífico del Espacio Ultraterrestre (COPUOS) de las Naciones Unidas, que trata los aspectos legales de las posiciones orbitales de la utilización del espacio ultraterrestre.

En cuanto a los aspectos económicos de la prestación de servicios a nivel mundial, desde 1997, corresponde a la Organización Mundial de Comercio (OMC). Todos estos organismos juegan distintos papeles en la reglamentación y utilización del espectro de radiofrecuencias (ERF), y/o las orbitas satelitales o sobre la prestación de servicios.

Los servicios satelitales están categorizados en Servicios Fijos por Satélite (FSS), los Servicios Móviles por Satélite (MSS), y los Servicios de Difusión por Satélite (BSS o DBS). Además, están definidos otros servicios: los de radio determinación, los aeronáuticos, los de los radio-aficionados y otros.

Pero ¿qué es el Espectro de Radiofrecuencias (ERF)? El término espectro de radiofrecuencia, se aplica a la porción del espectro electromagnético en el que se pueden generar ondas electromagnéticas aplicando corriente alterna a una antena.

El espectro electromagnético se refiere a cómo se distribuye la energía de las ondas electromagnéticas. Este espectro queda determinado por las radiaciones que se emiten. Las ondas, por su parte, suponen la propagación de esta radiación, acarreando energía.

Esto quiere decir que el espectro electromagnético abarca desde las radiaciones con longitud de onda más pequeña (los rayos gamma) hasta las radiaciones con longitud de onda más amplia (las ondas de radio). Dentro de la radiofrecuencia también es posible establecer diferentes divisiones de acuerdo a las particularidades de las frecuencias en función del ciclo de las ondas, como las extremadamente bajas, audiofrecuencias por ejemplo o de las radiofrecuencias y estas en bajas frecuencias, altas, muy altas, ultra altas etc.

En cuanto a las órbitas satelitales son las trayectorias en las que se coloca un satélite para cumplir su misión. Estas trayectorias están definidas por leyes matemáticas precisas que dependen de las fuerzas que actúan sobre el satélite, entre las que predomina la gravedad de la tierra, dentro de las órbitas terrestres hay de muchos tipos en función de la misión a la que está destinado el satélite. Argentina cuenta con dos órbitas geoestacionarias (72° y 81° longitud Oeste) para colocar satélites de telecomunicaciones.

Adicionalmente las imperfecciones de las órbitas y de la Tierra, el roce y los efectos gravitatorios del Sol, la Luna y la misma Tierra deforman progresivamente las órbitas de los satélites, por lo tanto, su vida útil está limitada por la cantidad de combustible que pueden llevar para corregir su órbita y mantenerla “suficientemente”.

Lo satélites que orbitan, alrededor de nuestro planeta suelen distinguirse en los satélites LEO (low earth orbit) que están o estarán ubicados en distintas órbitas bajas, entre los 450 km, hasta los 11.000 kms sobre el nivel del mar. En la orbitas medias funcionan constelaciones de satélites destinados a fines específicos, como el sistema GPS que hoy tiene 31 satélites ubicados a una altura de 20.000 km o el sistema de posicionamiento de Rusia, GLONASS con 31 satélites (24 en activo, 3 satélites de repuesto, 2 en mantenimiento, uno en servicio y otro en pruebas) a principios de 2019.

En lo referente a las comunicaciones y envío de datos, existe casi con exclusividad una órbita; la geoestacionaria, es una órbita en la que el satélite tiene un periodo igual al periodo de rotación de la Tierra (23h, 56m, 4s). Desde la estación terrena la posición del satélite oscila, estos objetos los satélites geoestacionarios son satélites de órbita geo sincrónica en su mayoría.

La conveniencia de una órbita geo sincrónica es que el satélite se mantiene siempre en una misma posición relativa a la Tierra, entonces para comunicarse desde tierra basta una antena fija, no se necesita una antena que haga seguimiento de la posición del satélite, lo cual suele elevar su costo. El ejemplo más conocido son las antenas que se usan para recibir televisión satelital digital.

La unión internacional de comunicaciones (UIT) convocó la primera Conferencia Administrativa Mundial de Radiocomunicaciones Espaciales (CAMR), unos meses después de la primera transmisión de televisión por satélite (entre el Presidente Kennedy en los Estados Unidos con el Primer Ministro del Reino Unido), y poco después de que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptara la Resolución 1721, sobre las comunicaciones espaciales. El propósito de la CAMR de 1963 era el de tener en cuenta el desarrollo de las comunicaciones satelitales y el uso de los recursos espaciales, los cuales eran utilizados y explotados por las dos potencias espaciales de esa época, los EEUU y la Unión Soviética.

Sólo en 1973 lograron incluir un artículo (Art. 33) en el Convenio de la UIT, en el cual se declaró que “…las radiofrecuencias y la órbita geoestacionaria son recursos naturales limitados, que deben ser utilizados de una manera racional y eficiente y económica, para que los distintos países tengan acceso equitativo a estos recursos, en conformidad con las provisiones de la Reglamentación de Radiocomunicaciones (UIT-RR), y de acuerdo con las facilidades técnicas a su disposición”. La inclusión del concepto de “acceso equitativo” a los recursos espaciales en el Convenio de la UIT de 1973 fue el primer paso hacia la pre-asignación de estos recursos a las Administraciones, reemplazando el concepto de “primer venido, primer servido”, pero solamente para algunos servicios satelitales.

Existen varias diferencias entre los satélites geoestacionarios y los que se encuentran en otras órbitas más bajas. Hasta hace poco casi todos los satélites de telecomunicaciones estaban en órbita geoestacionaria, a 35.000 kms sobre la línea ecuatorial, y en una posición orbital específica (medida por grados al Este de la línea meridional de Greenwich). En los últimos años ha cambiado el panorama satelital, con el desarrollo y puesta en servicio de varios sistemas o constelaciones en distintas órbitas no-geoestacionarias. Estos sistemas se conocen por la sigla “GMPCS” (Global Mobile Personal Communication Systems).

A finales de los años 80, cuando terminó la Guerra Fría, empezaron a desarrollarse varios proyectos que utilizarían satélites no geoestacionarios, para la prestación de servicios de comunicaciones personales móviles. Varias empresas multi-nacionales, entre ellas la Motorola, la SS/Loral, y la TRW, formaron consorcios para la implantación de sus sistemas de comunicaciones móviles, por medio de constelaciones de satélites en órbitas bajas o no geoestacionarias. Estos sistemas se conocen como los “LEOs” y también por la sigla genérica “GMPCS”.

Los satélites LEO son más pequeños y llevan menos combustible a bordo que los satélites geoestacionarios. Por consiguiente, su “vida útil” sería apenas de unos 5 años y no de unos 12 años o más. Por otra parte, los satélites en órbitas bajas utilizarían las bandas de frecuencia entre los 800 MHz y los 2.4 GHz, atribuidas durante la CAMR-MOV en 1992 a las comunicaciones móviles por satélite (MSS). A su vez, estas bandas fueron divididas en los EEUU por la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), las de debajo de 1 GHz para servicios de transmisión de datos y almacenamiento de mensajes que prestarían los “pequeños LEOS”, mientras que los “grandes LEOS” prestarían servicios de voz y de transmisión de datos utilizando las bandas encima de 1 GHz.

Aparece de esta forma uno de los mayores problemas, el de la utilización de las pocas frecuencias que fueron adjudicadas por la UIT a los sistemas LEOs. En muchos países, estas frecuencias ya son utilizadas para la prestación de otros servicios, lo cual complica la coordinación técnica entre los distintos sistemas, para evitar interferencias. Por otra parte, la asignación de las mismas frecuencias a nivel mundial es necesaria, para la prestación de servicios globales. Sin poder usar las mismas frecuencias, no se pueden prestar los servicios mundialmente, lo cual es el objetivo de las constelaciones satelitales “LEO”.

Como consecuencia, la reglamentación de estos sistemas se pasó a hacer por medio de acuerdos o contratos entre entidades privadas, basados en algunos conceptos elaborados en el curso del primer foro de la UIT sobre la política de las telecomunicaciones, celebrado en Ginebra en 1996. La consolidación de estos conceptos se logró por medio de la adopción de un Memorándum de Entendimiento sobre los sistemas globales móviles de comunicaciones personales por satélite, el “GMPCS MOU”.

El GMPCS MOU es un documento elaborado con la participación de las Administraciones Nacionales y representantes del sector privado. Los “Arreglos” que forman parte del GMPCS MOU son meras recomendaciones, las cuales, para cobrar algún valor jurídico, deberán ser traspasadas a la legislación nacional y estar en conformidad con la regulación nacional. Hasta la fecha más de 120 entidades se han suscrito al GMPCS MOU, entre ellas entidades oficiales, operadores de redes satelitales, fabricantes de equipos, y prestatarios de servicios.

Una vez que las Administraciones Nacionales y los representantes del sector privado hayan firmado los Arreglos incluidos en el GMPCS MOU, se facilitará la introducción y el desarrollo de las comunicaciones personales por satélite, a nivel mundial, regional, y nacional. Actualmente se incluyó en los acuerdos lo relativo a los sistemas de posicionamiento global GPS o GLONASS según el ámbito geográfico.

Los Estados Miembros que están adheridos a UIT tendrán en cuenta que las radiofrecuencias y toda órbita asociada, incluso la órbita geoestacionaria, son recursos naturales limitados, que deberán ser utilizados de una manera racional, eficiente y económica, en conformidad con las provisiones de la Radio Reglamentación, para que los países o grupos de países puedan tener acceso equitativo a esas órbitas y frecuencias, teniendo en cuenta las necesidades especiales de los países en vía de desarrollo y la situación geográfica de algunos países.

El futuro papel que jugarán la UIT y la OMC, así como las relaciones entre ellas, tendrán que tenerse en consideración, puesto que tendrá que lograrse un equilibrio entre los intereses económicos, los políticos y los comerciales del sector privado y, por otro lado, los intereses técnicos y las políticas de los países miembros de ambas organizaciones.

La mayoría de los países en América del Sur han firmado estos Acuerdos, que incluyen sus Ofertas y Compromisos, así como exenciones o reservas. Básicamente, los Acuerdos deberían facilitar la implantación de nuevos sistemas de telecomunicaciones, en particular las satelitales GMPCS. Por consiguiente, sería conveniente tener en cuenta los Arreglos incluidos en el Memorándum de Entendimiento sobre GMPCS y los Acuerdos logrados en la OMC, al hablar del futuro de las telecomunicaciones satelitales. Los países que los han firmado, sin embargo, no tendrán la obligación jurídica o legal de cumplir con ellos hasta que no sean adoptados e incorporados en la legislación nacional.

El papel de las entidades regulatorias nacionales está evolucionando, pero deben seguir teniendo en cuenta los intereses particulares de cada Nación y las circunstancias por las que atraviesa. Quizás sea éste el momento propicio para revisar el papel que pueden jugar las distintas agencias de las Naciones Unidas, tal como la COPUOS, la UIT, y la OMC, y otorgarles las herramientas necesarias sin avasallar los intereses de todos los sujetos del Derecho Internacional Publico que son los Estados Nacionales miembros.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario.

Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos.

 

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ESTADOS UNIDOS Y SU COMPLICADO 244º ANIVERSARIO

Editorial El Deber

El 4 de julio de 1776 las trece colonias inglesas de Norteamérica decidieron ser independientes y formaron una república federal que llamaron Estados Unidos de América. En septiembre de 1787 —ya liberado del dominio colonial— el flamante país se dio una Constitución, notable documento válido hasta hoy, con el agregado de varias enmiendas. 

Con el tiempo y como es sabido, EEUU se transformó en una gran potencia y ganó territorios mediante adquisiciones, guerras y conquistas. Aunque convertido en adalid de la libertad y en foco de referencia mundial, arrastra hasta hoy algunos temas muy conflictivos que aún esperan solución definitiva.

De partida, EEUU nació con un pecado original, al haberse dispuesto en el preámbulo constitucional que “todos los hombres son creados iguales”, al mismo tiempo que se mantenía el odioso sistema de la esclavitud de los afroamericanos, arrastrados a la fuerza hacia el nuevo continente desde 1619 para ser usados como mano de obra barata en tareas agrícolas y serviles, al mismo tiempo que en líneas generales soportaban un trato cruel e inhumano. Recién en 1865 —luego de concluir la guerra civil entre el norte liberador y el sur esclavista— se terminó formalmente con la vil esclavitud, pero sus injusticias y segregaciones continuaron por mucho tiempo más, algunas de ellas inclusive hasta nuestros días.

El otro problema de EEUU —desde antes inclusive de su independencia— fue el tratamiento de los pueblos indígenas originarios. Desde un principio se crearon roces entre los colonos que llegaban con sus familias y los nativos del lugar. Poco a poco se los fue aniquilando o trasladando hacia lugares más alejados; también con estos pueblos se produjeron enormes injusticias, les quitaron sus tierras y se ejercieron crueldades que los propios intelectuales estadounidenses están ahora dedicados a comprobar e investigar. Es más, se calcula que de 15 millones de originarios que poblaban Norteamérica en el siglo XVII, solo quedaron un par de cientos de miles al comenzar el pasado Siglo XX.

Mientras EEUU construía una sociedad moderna, dinámica y formalmente democrática, arrastró situaciones racistas que cada tanto provocan erupciones sociales. La última de ellas ha sido la ocurrida luego de la muerte del afroamericano George Floyd por exceso de fuerza policial. El incidente provocó grandes marchas, destrucción de monumentos y una buena cuota de vandalismo.

A todo esto, en noviembre 3 tendrán lugar las elecciones presidenciales; Donald Trump tendrá la oportunidad de ser reelecto o en su lugar tal vez gane la presidencia el candidato demócrata Joe Biden, quien ya fue vicepresidente de Barack Obama. La situación es difícil, máxime si a las tensiones del momento agregamos los temas de la pandemia, las recurrentes crisis con China y la dramática caída de la actividad económica y del empleo —como consecuencia del Covid-19— a niveles que han superado la gran depresión de 1929.

Un panorama crítico, en verdad. Empero, EEUU ha atravesado difíciles momentos durante sus 244 años de vida y siempre superó problemas mediante entendimientos constructivos. Confiamos en que el gran país del norte así lo logre también esta vez y que las cosas se normalicen, para aliviar tensiones y seguir el camino productivo de una nación multicultural de 330 millones de habitantes, ejemplo para muchos y envidiada por otros. Al noble pueblo estadounidense le deseamos lo mejor en este día, al mismo tiempo que hacemos votos por una pronta conciliación de sus divergencias. El mundo libre necesitará siempre como respaldo a los Estados Unidos ante potenciales terroristas y dictadores megalómanos. 

 

Tomado de El deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/188606_estados-unidos-y-su-complicado-244o-aniversario

BREXIT, PESCA Y MALVINAS. ¡CAMARÓN QUE SE DUERME SE LO LLEVA LA CORRIENTE!

César Augusto Lerena*

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En octubre del 2018 me referí a la nueva oportunidad que se abría a la Argentina frente a la salida del Reino Unido de Gran Bretaña (RU) de la Unión Europea (UE). En el 2009 cuando se ratificó el Tratado de Lisboa, al votarse la aprobación de la Constitución de la Unión Europea, se incluyó como Territorios Británicos de Ultramar a las Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur (en adelante Malvinas) y a la Antártida. Qué hizo la Cancillería Argentina en esa oportunidad para evitarlo, lo ignoramos, pero lo cierto, que españoles e italianos (dentro de los que se encontraban millones de argentinos con doble nacionalidad) votaron a favor de ello o simplemente ignoraron que tenían que hacerlo y votar en contra.

Estamos desde el inicio del Brexit frente a una nueva oportunidad y no deberíamos desaprovecharla. En diciembre próximo, el RU se separará definitivamente de la UE y ello provocará distintos escenarios con relación a la Argentina, la Causa Malvinas y la explotación de nuestros recursos en el Atlántico Sur, según lo haga con o sin libre comercio y, con o sin libre acceso a las aguas británicas y a las comunitarias.

En un pasado artículo ¿Quién ejerce el poder en el atlántico sur? puse de manifiesto que el 22 de enero pasado, funcionarios y empresarios del sector pesquero español se reunieron en Madrid, manifestando el interés —acompañado por la European Fisheries Alliance (EUFA)—, de mantener el acuerdo de libre comercio, el mutuo acceso a las aguas, el reparto de las cuotas de pesca y la gestión compartida con el RU; todas cuestiones que han sido reiteradas en cuanto fuero hubiese y, en las que están muy interesados los españoles que pescan tanto en el Atlántico Nordeste como en el Atlántico Sur con licencias ilegales del RU en Malvinas, incluso, como otros europeos, con bandera británica, en ambos Atlánticos.

Está claro que España acompañará la preocupación de los pescadores, ahora, habrá que ver qué interés tiene la UE y, en especial, los principales socios comerciales del RU, como Alemania; los Países Bajos; Francia; Bélgica e Italia, frente a la férrea posición de los activistas del Brexit que entienden que los barcos comunitarios que hoy pescan hasta 6 millas de la costa británica no podrán hacerlo a partir del Brexit dentro de las 200 millas y, en especial, qué tanto acompañará el RU los deseos de los isleños y españoles en Malvinas, cuyos números son poco representativos en los ya poco importantes intercambios económicos con los integrantes del Commonwealth (7%). En este nuevo estado que se avecina es poco o nada lo que pueden aportarle los isleños al déficit comercial del RU.

Una cosa es segura, si no hay libre comercio no habrá mar libre y, otra está en duda, aun con libre comercio puede no haber mar libre.

Las relaciones comerciales entre el RU y la UE cambiarán el 1º de enero de 2021 y, la Revista Española de Economía Marítima Europa Azul al respecto entiende, que la esperanza de concluir un acuerdo de libre comercio es microscópica. Sin acuerdo, pasaremos al régimen de la OMC que implica la construcción de barreras arancelarias y no arancelarias que aumentan el costo del comercio y, que todos los cálculos que, estimaban que el Brexit provocaría una caída de la actividad en el RU de cinco puntos, quedaron de menor cuantía frente a lo provocado por el coronavirus que, en poco más de dos meses, ocasionó una caída del 25% en el PIB británico, con el agravante, que respecto a las cuotas de captura, el sector con un 0,1% dentro de la economía británica, carece de toda relevancia. No es un dato menor a la hora de las negociaciones.

A ello se suma que una de las bases fundamentales del Brexit era la de obtener soberanía plena, por lo cual, todas aquellas cuestiones que no dejen en claro este objetivo, pueden ser una dificultad insalvable, por ejemplo, entre ellas, la de acordar un arreglo sobre la regulación en aguas británicas. En la actualidad los productos pesqueros del RU se exportan a la UE y desde esta al RU, ello podría fácilmente resolverse por parte de Londres y acompañaría a la política nacionalista de su socio Trump.

Al mismo tiempo, los efectos de un Brexit sin acuerdo serían para las importaciones del RU del orden del 0.7 del PIB y para la UE del 0.1, por lo cual, no parecerían ser tan importantes a la hora de acordar sobre otras cuestiones que las partes consideran centrales, aunque ellas, pudieran afectar algún sector en particular, como, por ejemplo, la pesca.

Agrego que, frente al Brexit, sería lógico pensar que el RU profundizará sus negocios con Estados Unidos, a través del TMEC (México y Canadá), China y otros países no Commonwealth, para compensar sus eventuales pérdidas en la UE y mejorar su balanza comercial que durante 2019 fue negativa en 197 mil millones de euros.

¿Qué efectos vinculados con la Argentina podría finalmente provocar el Brexit? Probablemente se debilitaría en la UE la posición británica respecto a Malvinas y, en el caso que no haya un acuerdo de libre comercio, los productos ovinos y los pesqueros capturados en Malvinas, que se exportan en un 95% a la UE, deberían pagar aranceles similares a los productos exportados desde la Argentina continental y podrían aplicarse a las asociación española-británica en Malvinas, si la Argentina opera adecuadamente.

Veamos entonces, qué hacen frente al Brexit los representantes de unas dos mil quinientas personas que habitan en Malvinas, donde, a pesar de que muchos de ellos son trabajadores transitorios, el espíritu isleño los abroquela y organiza. Tienen clara la grave situación económica que podrían atravesar a partir de enero de 2021 si no se acuerda un libre comercio, por eso, trabajan en todos los fueros del RU y de la UE para tratar que, con o sin acuerdo, sus productos ingresen a la UE sin aranceles y ello alcanza a que lo hagan —incluso— con bandera española. Ello se incrementaría por el plan de reducción de capturas en aguas comunitarias.

Fuera de esto, los isleños buscan negocios fuera de Europa y necesitan más vuelos a terceros países, para lo cual, la Argentina les otorgó un vuelo semanal a São Paulo que les abre las puertas al mundo (¡!) y a las relaciones con Brasil; incrementan la relación con Uruguay (stands en feria y otros) que les provee de puertos para asegurar las operaciones de los buques extranjeros que pescan en el Atlántico Sur con licencia británica y que es sede, junto con Puerto Arenas, de la naviera inglesa SAAS, cuyo buque portacontenedores hace tráfico comercial cada 14 días a las islas; promueven el turismo; construyen puertos pesqueros en las islas para facilitar sus operaciones y profundizan las relaciones con España a través de la constitución de joint venture.

En este estado de cosas, ¿qué se supone que debería hacer la Argentina para mejorar su situación respecto al control en el Atlántico Sur y, en especial, para cambiar el estatus de Malvinas y para favorecer las exportaciones pesqueras nacionales a la Unión Europea?

Son varios los frentes en los que se debería actuar y todos ellos deberían estar destinados a dificultar o reducir las capturas ilegales en el Atlántico Sur y en el Área de Malvinas de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) Argentina:

  1. El Canciller y todo el cuerpo diplomático especializado en la UE deberían trabajar para que cualquiera sea el final de los acuerdos con motivo del Brexit, los pretendidos territorios de Ultramar británicos, entre ellos Malvinas, no sean considerados parte en las negociaciones de los Acuerdos y, en consecuencia, todas las capturas que se realicen en el Área de Malvinas de la ZEE Argentina sean tipificadas originarias del Atlántico Sur, es decir extracomunitarias, independiente de la bandera de los buques que extraigan los recursos y, por lo tanto, sujetos a la aplicación de los mismos aranceles que rijan en la UE para la Argentina y los países no comunitarios.
  2. Se declare finalizada la “Declaración de Madrid” (los llamados Acuerdos de), dando inicio, a una amplia negociación con aprobación del Congreso Nacional que permita a nuestro país avanzar hacia acuerdos equitativos que vislumbren un futuro más promisorio no solo comercial, sino respecto a nuestra soberanía marítima e insular en el Atlántico Sur. Mientras se sustancia, suspender la autorización del vuelo a São Paulo, porque atenta contra la competencia de los productos argentinos en el mundo.
  3. Promover acuerdos estratégicos con China, España y Brasil, todos ellos vinculados con intereses comunes, desalentando la pesca ilegal en la ZEE Argentina, los recursos migratorios en la Alta Mar y muy especialmente la que se realiza con licencias ilegales británicas en el Área de Malvinas de la ZEE Argentina.
  4. Como parte de los Acuerdos, la Argentina debería otorgar reembolsos a las exportaciones de productos pesqueros a España, para equilibrar el cobro de aranceles a la importación en la UE y desalentar la pesca ilegal española en el Atlántico Sur.
  5. Profundizar y ampliar el Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo con Uruguay, tanto en lo referente a la política portuaria, de navegación y pesquera, pero también para integrarnos social y económicamente, donde la Argentina, podría compensar las pérdidas que habrían de ocasionarle la efectiva prohibición del uso de puertos a los buques que pescan en Malvinas o clandestinamente dentro de la ZEE Argentina o sus recursos migratorios en la Alta Mar.
  6. Con Chile es necesario iniciar un camino de integración, comenzando con el interés común en el canal de Beagle, la Antártida, los proyectos que permitan el intercambio de bienes y servicios y la navegación y control del Estrecho de Magallanes.
  7. Accesoriamente y, como parte de los eventuales acuerdos con China respecto a la Pesca de Alta Mar, la Subsecretaría de Pesca y la Prefectura Naval deben revisar la efectiva baja del Registro Nacional de Beijing de las matrículas de buques de las empresas de ese origen chino radicadas en la Argentina, de modo de asegurar que, en todos los casos, paguen los derechos de importación correspondiente, hasta el momento que pueda arribarse a un Acuerdo integral sobre la pesca en Alta Mar.

La reciente Declaración en Asunción (por videoconferencia) de los Presidentes del MERCOSUR, además de los Estados Asociados de Bolivia, Chile y Colombia de respaldo al reclamo de Argentina sobre los derechos soberanos de Malvinas, en el marco de la LVI Cumbres de Jefes de Estado, es un paso significativo que nos demuestra, que es posible llevar adelante iniciativas con el apoyo de Suramérica.

Atención: ¡Camarón que se duerme se lo lleva la corriente!

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

 

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