BOMBAS ATÓMICAS EXTRAVIADAS Y NUNCA ENCONTRADAS

Comandante Espuela (Revista Tiempo GNA*)

Demasiadas flechas rotas

En la jerga militar, se llama “flecha rota”, cuando la bomba nuclear no detonó y se halla perdida. En la Guerra Fría, las reservas nucleares eran muy grandes y para evitar un ataque ruso por sorpresa, los estadounidenses permanentemente tenían bombardeos que volaban por todo el mundo, con armas termonucleares armadas activas y a veces las cosas salían mal. Las bombas pesaban más de 3 toneladas, era difícil transportarlas y durante una emergencia, para que el avión no se estrellara, los pilotos “accidentalmente” las dejaban caer. El gobierno de los Estados Unidos admitió haber perdido 11 bombas nucleares: 6 en su territorio y otras 5 en el Océano Pacífico, el Atlántico y Mediterráneo. En algunos casos, las extraviadas no contenían carga nuclear; en otros, estaban completas y listas para ser detonadas. Pero algunos expertos creen que fueron unas 50 y una cantidad similar extravió Rusia. Es decir, durante la Guerra Fría, más de 100 artefactos nucleares estarían perdidos en todo el mundo y nunca fueron recuperados. Después de más de medio siglo, el festival de bombas atómicas surcando los cielos ya ha dejado consecuencias en todo el planeta. Aún hoy, muchos detalles sobre el contenido radiactivo de esas bombas y/o sus restos siguen bajo secreto.

Se busca flecha rota

La silueta que se observa en la foto, tiene el mismo tamaño de una bomba atómica que cayó accidentalmente en un bosque de los EE.UU. Cómo aún no fue encontrada, se colocaron esos carteles para que los habitantes sepan identificarla. 

Los accidentes
  • En 1956, un bombardero B-47 cargado con dos bombas atómicas se esfumó para siempre mientras sobrevolaba el mar Mediterráneo y aún hoy se ignora qué sucedió con la tripulación y su carga mortal. En EE.UU., otras bombas atómicas se perdieron en Carolina del Norte y Georgia, así como en la costa de New Jersey y el Estado de Washington. En esas zonas existen carteles con la silueta de una bomba de con ese tamaño para que sea identificada en caso que sea descubierta.
  • El 11 de marzo de 1958, por la zona rural de Carolina del Sur (EE.UU.) volaba un B-47 a unos 4.500 m de altura, por un error se desprendió una bomba nuclear de 3 toneladas que transportaba, era una Mark 6 de 26 kilotones. El artefacto atómico cayó en la huerta de la casa de Walter Gregg y su familia. El núcleo de plutonio no explotó, pero 400 kilos de un alto explosivo, detonaron dejando un vasto cráter fangoso de 16 m de diámetro por 7 m de profundidad y destruyendo la casa. La bomba tenía puestos los seguros, por lo que no hubo radiación atómica y las únicas muertes fueron algunas gallinas. La propiedad pasó a través de varios propietarios, pero ninguno se molestó en rellenar el agujero. Siguió siendo un lugar asombroso, hasta que al 50 aniversario del accidente, se creó el único sitio accesible para turistas en los EE.UU.
  • En 1965, el portaaviones estadounidense Ticonderoga, surcaba el océano Pacífico cuando uno de sus aviones cayó al mar, con piloto y bomba atómica incluidos. Se encuentran a unos 5.000 metros de profundidad y desaparecieron para siempre. Por un tiempo, el accidente se mantuvo en secreto.
  • En 1966, un bombardero B-52 que transportaba cuatro bombas nucleares, se estrelló en Palmares, España. Tres fueron encontradas pero la restante que cayó en el mar y nunca habría sido recuperada.
  • En 1968, un bombardero norteamericano que se dirigía a la base militar Thule llevando bombas nucleares, se estrelló cerca de Groenlandia, las bombas se perdieron en el mar helado. Según documentos desclasificados obtenidos por la BBC, una de las cabezas nucleares habría atravesado el hielo y fue a parar al fondo.
  • No hace mucho la BBC publicó un artículo donde cuentan la historia de un buzo canadiense que podría haber encontrado una bomba atómica. El buzo estaba explorando el mar cerca de la costa de la Columbia Británica, cuando descubrió un objeto metálico de gran tamaño que se destacaba de entre la arena. Las autoridades intervinieron y el Departamento de Seguridad Nacional Canadiense dijo que se podría tratar de una bomba nuclear perdida en un accidente aéreo en 1950. Habían pasado 67 años, pero otros idóneos en el tema negaron esa posibilidad, pues estaba lejos de donde cayó el avión que la transportaba.
  • Dentro de las que sí se encontraron, el 23 de enero de 1961 un avión de bombardeo de la Fuerza Aérea de los EE.UU. que volaba sobre Carolina del Norte, en forma accidental se desintegró en el aire cayendo a tierra dos bombas de hidrógeno MK-39 cada una de 2 megatones, en total unos 4 millones de toneladas de TNT. Todas tenían cuatro mecanismos de seguridad destinados a evitar una detonación accidental. Se hallaron en un prado enterradas en el fango a unos 30 metros de profundidad y fueron encontradas fácilmente por el paracaídas que llevaban para un descenso controlado que estaban enredados en los árboles.

La guerra fría duró 46 años y se podría escribir un libro del centenar de esos accidentes, donde el mundo tuvo mucha suerte. El 90% de los incidentes donde el artefacto nuclear no fue encontrado, es clasificado como secreto, por lo que algunas historias nunca se sabrán.

 

* Revista independiente para el personal de la GNA, Tiempo GNA, Nº 64, enero de 2022.

 

LÍNEAS ROJAS, UCRANIA Y LA OTAN

Marcos Kowalski*

En un artículo de este autor de hace un tiempo se dijo: “La zona más complicada para las hipótesis de conflicto de Rusia es la llamada llanura europea, que se extiende desde los Países Bajos hasta los montes Urales una especie de embudo de oeste que se va ensanchando hacia el oeste alcanzando más de 2.000 Km cuando llega a la frontera rusa, convirtiendo dicho límite en una zona expuesta de grandes dimensiones”[1].

Recordemos que los sujetos del Derecho Internacional Público son las Naciones, los países. Y que a los efectos de preservar la paz y tras la creación en 1945 de la Organización de las Naciones Unidas (UN) se determinó que es el Consejo de Seguridad de ese organismo internacional, el único órgano autorizado para usar la fuerza. Pero la Carta de las Naciones Unidas plasmó en su artículo 51 el derecho a la legítima defensa de los Estados, es aquel que permite responder a los ataques militares de otro país para evitar más daños, asegurando, de esa forma, que los países pudieran protegerse a tiempo sin esperar una resolución del Consejo de Seguridad de la UN.

En teoría, el derecho de legítima defensa es subsidiario y provisional. El país afectado debe comunicar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas las actividades que llevará a cabo y las mantendrá hasta que el organismo retome el control de la situación.

Una vez el Estado da el aviso, el órgano aprueba una resolución contra el país atacante siempre que los cinco miembros permanentes (Francia, el Reino Unido, Estados Unidos, China y Rusia) voten a favor. De lo contrario, el veto de cualquiera de ellos impedirá cualquier intervención. La legítima defensa nació precisamente para esquivar esta previsible parálisis.

El Consejo de Seguridad puede sancionar una aplicación de la legítima defensa que no atienda al requisito de necesidad, pues el Estado infractor habría usado la fuerza sin causa justificada. Sin embargo, si uno de sus cinco miembros permanentes realiza estas acciones, estas quedarían impunes con su veto a cualquier resolución condenatoria.

Por eso decimos que en teoría y mientras no se modifique la estructura del Consejo de Seguridad, un Estado puede invocar la legítima defensa solo cuando sea necesario, es decir, cuando un ataque extranjero en curso atente contra su integridad territorial o independencia política. Se aplica en caso de una agresión que comprenda acciones como la invasión, el asalto a buques, tropas o aeronaves, o el ataque a las fuerzas armadas.

Deja fuera otras acciones hostiles, como el bloqueo económico o los ciberataques y otras agresiones. Además, el contraataque del Estado víctima tiene que ser proporcional a la acción inicial y, si es posible, evitar usar la fuerza. En ningún caso podrá actuar con otra finalidad que la de protegerse, como aprovechar para conseguir nuevos territorios u otro tipo de beneficio.

El principio, el derecho de legítima defensa de las Naciones, puede activarse de forma individual si la aplica solo un Estado, o de forma colectiva, si varios países recurren a la fuerza para auxiliar al que ha sufrido el ataque. Para que esto suceda, es necesario que el país víctima solicite ayuda militar a sus aliados, pero también es habitual que se celebren tratados multilaterales sobre asistencia recíproca en materia de defensa, como el pacto que rige la Organización del Tratado Atlántico Norte o el más reciente AUKUS.

Con el tiempo, el uso de la figura ha cambiado, en especial tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos. Los atentados mostraron una nueva amenaza internacional y abrieron la veda para invocar la legítima defensa contra agentes no estatales, sobre todo grupos terroristas.

Esta interpretación tiene cabida cuando las agresiones militares de grupos armados se producen bajo las órdenes, control o financiación del Estado, y por tanto se les atribuyen. Es la variante que aplicó Estados Unidos en 2001 para invadir Afganistán en su guerra contra el terror de los talibanes. Estos formaban parte del aparato estatal y protegían en su territorio a los terroristas de Al Qaeda, el grupo de yihadistas responsable del atentado.

Mientras tanto, países como Rusia o Irán defienden el derecho a invocar la legítima defensa también ante sospechas fundadas de una agresión inminente. Ese principio de legítima defensa preventiva es el que aplicó Estados Unidos al invadir Irak en 2003. La Administración de George Bush argumentó entonces que el régimen de Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva listas para atacar a la superpotencia, aunque estas nunca se encontraron.

A pesar que La Corte Internacional de Justicia rechaza este principio porque elimina el requisito de necesidad y abre la puerta a ataques arbitrarios o desproporcionados, en enero de 2020 la Administración de Donald Trump reactivó la defensa preventiva para asesinar al general iraní Qasem Soleimani ante el temor de que estuviese desarrollando planes para atacar a militares y diplomáticos estadounidenses en Irak.

Es por eso que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, criticó el formato actual del Consejo de Seguridad de la ONU. Según él, “el mundo es más grande que cinco” y “el destino de la humanidad no debe dejarse a merced de un puñado de países que ganaron la Segunda Guerra Mundial”, lo cual, afirma Erdogan, es una “injusticia del sistema global”.

Debemos convenir que todos tenemos puntos a no ceder en nuestra vida cotidiana; podemos, y de hecho lo hacemos, ceder en muchos de nuestros principios, ideas o puntos de vista, pero seguramente ni cambiaremos ni cederemos ante ataques a nuestra propiedad, pertenencia o a nuestra Fe, esto también es válido para la geopolítica.

Las naciones que, como dijimos, son sujetos del Derecho Internacional, tienen, además de sus límites geográficos, limites políticos, ideológicos o religiosos, una idiosincrasia nacional, una cultura y un inconsciente colectivo y todo eso es lo que hoy dice el presidente ruso Vladímir Putin, que Rusia no cederá y denomina “línea roja”.

En los últimos tiempos Joe Biden y Vladímir Putin muestran sus líneas rojas ante las negociaciones de enero. El presidente de Estados Unidos amenaza con sanciones a Rusia si interviene en Ucrania y Moscú; recuerda que considerará una agresión cualquier avance militar en el este de Europa. El problema que comenzó en el 2014 con la anexión de Crimea y el auspicio ruso a la rebelión del este ucranio, la región del Donbáss, contra Kiev por parte de Rusia, se agudiza día a día.

Rusia ya ha presentado sus exigencias para lograr lo que considera que son “garantías de seguridad”. Estas propuestas fueron publicadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores el 17 de diciembre de 2021 y el silencio de Washington en los días siguientes impacientó al Kremlin.

Hace unos días, Putin celebró un encuentro con la cúpula del ejército en la que amenazó con tomar “medidas de represalia técnico-militares” si la OTAN protegía a Ucrania, entre otros países que Moscú considera bajo su órbita. “Necesitamos garantías vinculantes a largo plazo (…). Sabemos que, incluso con garantías legales, no se puede creer en Estados Unidos porque se retira con facilidad de los acuerdos internacionales”, advirtió a sus altos mandos Putin, comandante en jefe de la Federación de Rusia.

El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso difundió un borrador con sus propuestas “para prevenir actividades militares peligrosas y reducir la probabilidad de incidentes entre sus fuerzas armadas”. Según la propuesta rusa, la Alianza Atlántica “asume la obligación de impedir una ampliación de la OTAN a otros Estados, incluida la adhesión de Ucrania”, y renuncia a hacer ejercicios militares en esa región, el Cáucaso y Asia Central.

Además, Moscú exige a la Alianza a que “se comprometa a no desplegar sus fuerzas armadas y armamento en territorio de todos los demás países europeos” y, en caso de amenaza a la seguridad, que los despliegues solo se hagan “con el consentimiento de todos los participantes”. Es decir, en una guerra como la del Donbáss, Rusia tendría que dar el visto bueno al envío de armas de Estados Unidos a Kiev.

En un sucinto comunicado, la Casa Blanca ha confirmado que Biden dejó claro a su homólogo ruso que Estados Unidos y sus aliados y socios responderán de manera decisiva si Rusia invade Ucrania. El presidente también expresó su apoyo a la diplomacia, mediante las tres reuniones previstas en enero. Biden reiteró que el progreso sustancial en esas mesas de diálogo solo puede darse en un escenario de desescalada, por lo que instó a Putin a reducir la tensión en la frontera.

Mientras que el gobierno de Kiev ha rebajado la tensión al afirmar que no ve una amenaza de agresión abierta por parte rusa. “Sí, hay un aumento de las fuerzas del Ejército. Pero no vemos una concentración importante en nuestras fronteras, como publican algunos medios en el extranjero”, matizó el secretario del Consejo de Seguridad y Defensa de Ucrania, Oleksiy Danílov, según la agencia Interfax[2].

Durante tres semanas de frenéticas negociaciones a varias bandas se ha dejado de manifiesto que Estados Unidos no desea mover ficha en solitario en este espinoso asunto. El secretario de Estado, Antony Blinken, contactó al respecto con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y con sus homólogos británico, francés y alemán. El Kremlin, al contrario, se muestra más proclive a tratar directamente con la Casa Blanca, aunque a la vez insta a Estados Unidos a regresar a los acuerdos internacionales que el presidente Donald Trump abandonó.

En este contexto coyuntural, las cinco potencias nucleares (Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y China) instaron a impedir que se desate una guerra nuclear en el mundo, lo que se desprende de la declaración conjunta, publicada en la web del Kremlin[3]. Sin embargo Putin dijo en una entrevista que “hasta cierto punto las líneas rojas son especulativas” pero “hay que observar lo que viene ocurriendo en los últimos veintitantos años” en las relaciones entre Rusia y Occidente, el “Occidente colectivo” para entender la actual crisis.

En definitiva, el presidente ruso califica de “línea roja” la ampliación de las infraestructuras de la OTAN en Ucrania. Por otro lado, la Cancillería rusa advirtió que el despliegue militar de la OTAN en Georgia es otra «línea roja» para Moscú ya que perjudicaría la seguridad del país. El Ministerio se pronunció de esa manera a pocas semanas del inicio de las conversaciones con la Alianza sobre las garantías en este ámbito. Por su parte, desde la UE insisten que “cualquier discusión” sobre la seguridad en Europa debe contar con la “participación” del bloque.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha confirmado que la reunión del Consejo Rusia-OTAN se celebrará el 12 de enero, según lo declaró a Reuters un funcionario de esa alianza militar. La fuente de la agencia señaló que “cualquier diálogo con Rusia tendría que proceder sobre la base de la reciprocidad”, así como “abordar las preocupaciones de la OTAN sobre las acciones de Rusia” con respecto a Ucrania, “en consulta con los socios europeos” de la alianza[4].

Concluyamos que es una difícil negociación, en el marco de una nueva guerra fría. Rusia por un lado y los Estados Unidos, la OTAN y Europa por el otro están intentando evitar un enfrentamiento que parecería anunciado, las maniobras en Ucrania, con participación de efectivos estadounidenses, los sobrevuelos de aviones de todos los actores y sus consecuentes intercepciones, las maniobras a gran escala de las fuerzas rusas, no son otra cosa de demostraciones de fuerza para imponer sus respectivas líneas rojas. Pero como siempre detrás de la pelea está el negocio, debemos tener presente los intereses de la provisión de hidrocarburos por parte de Rusia a Europa, la culminación y puesta en marcha del Nord Stream 2 que hace que Ucrania acuse a Rusia de utilizar el gas como arma política.

En un pacto —contrario a las reticencias de Estados Unidos sobre que el Kremlin pudiera utilizarlo como una herramienta de presión poniendo en peligro el suministro energético de Ucrania, por donde hasta ahora pasa el gas)— Alemania y Estados Unidos se comprometieron a sancionar a Moscú si Rusia restringía la entrega del gas a través de Ucrania o utilizara el hidrocarburo como arma política.

No solo los analistas sino el mundo entero y sobre todo Europa deberán estar muy atentos a la evolución de este conflicto. Las consecuencias pueden ser imprevisibles, las negociaciones muy complicadas, pero esperemos para el bien de todos que se lleguen a acuerdos que pongan fin a la amenaza de guerra en la región.

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos.

 

Referencias

[1] Marcos Kowalski. “Rusia. Historia e hipótesis de conflictos”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 05/09/2021, https://saeeg.org/index.php/2021/09/05/rusia-historia-e-hipotesis-de-conflictos/.

[2] María Antonia Sánchez-Vallejo, Javier G. Cuesta. “Joe Biden y Vladímir Putin muestran sus líneas rojas ante la negociación de enero”. El País (España), 30/12/2021, https://elpais.com/internacional/2021-12-30/joe-biden-y-vladimir-putin-muestran-sus-lineas-rojas-ante-la-negociacion-de-enero.html.

[3] “Rusia, EEUU, Reino Unido, Francia y China se comprometen a impedir una guerra nuclear”. Sputnik, 03/01/2022, https://mundo.sputniknews.com/20220103/rusia-eeuu-reino-unido-francia-y-china-se-comprometen-a-impedir-una-guerra-nuclear-1119956220.html

[4] “La OTAN confirma que la reunión con Rusia será el 12 de enero”. RT, 04/01/2022, https://actualidad.rt.com/actualidad/415801-otan-confirma-reunion-rusia.

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EN MEMORIA DEL SUBOFICIAL PRINCIPAL MAQUINISTA (R) MARTIN ALBERTO PADILLA, SOBREVIVIENTE DEL CRUCERO ARA GENERAL BELGRANO

Con motivo de cumplirse 40 años del Conflicto del Atlántico Sur, la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) desea realizar un modesto homenaje a quienes dieron la vida por la Patria y a los Veteranos de Guerra que honraron nuestro Pabellón Nacional defendiendo la Soberanía Argentina ante el colonialismo británico.

Ante el lamentable proceso de “desmalvinización”, iniciado ya por el propio gobierno cívico-militar y acrecentado por los sucesivos gobiernos democráticos, nos proponemos participar del proceso de “malvinización” que ciertos sectores de la sociedad están llevando a cabo.

La presente carta del Suboficial Principal Maquinista (R) Martin Alberto Padilla fue oportunamente publicada en La Gaceta Malvinense (Órgano de Prensa y Difusión de la Asociación Veteranos de Guerra de Malvinas, AVEGUEMA), Año 5, Nº 18, diciembre de 2006, gracias a la gestión de Mariano Luis Carrara, a quien le hemos solicitado la autorización para publicarla nuevamente.

Estamos convencidos de que debe ponerse en valor los esfuerzos realizados por nuestros soldados y que debemos exigirle a los gobiernos que las Malvinas vuelvan a ser consideradas una Política de Estado, ya que en los últimos años solo se han hecho declamaciones en lugar de haber denunciado un sinnúmero de tratados y declaraciones que solo han logrado vulnerar nuestra integridad territorial.

Consideramos que las vivencias de Nuestros Héroes deben ser difundidas para mantener viva la llama y para que las generaciones más jóvenes tomen conocimiento de lo que han hecho por nuestra Patria quienes les precedieron.

Agradecemos al Señor Mariano Luis Carrara por habernos permitido publicar la carta de quien fuera su suegro, amigo, ejemplo y guía hasta su deceso, tal como lo ha expresado en oportunidad de haber sido publicada por La Gaceta Malvinense. 

 

Me llamo Martín Alberto Padilla, soy Sub Oficial Principal Motorista retirado de la Armada Argentina. Tenía 15 años recién cumplidos cuando dejé mi Tucumán natal para ingresar en la Escuela de Marinería, que por entonces se encontraba en la isla Martín García.

Durante mis 36 años en la institución revisté en distintos destinos, como:

Base naval Puerto Belgrano, 1ª y 2ª División de destructores, Escuela de buceo en Mar del Plata, lanchas torpederas en Ushuaia, y en diferentes cursos de capacitación en máquinas navales, guerra química bacteriológica y nuclear (QBN), también cumplí funciones administrativas de logística , en la obra social y en la compañía de custodia en el Estado Mayor General de la Armada.

Tuve el honor de ser seleccionado para realizar un curso de dos años en Inglaterra, sobre turbinas a gas, y luego formé parte de la primera dotación del destructor “Hércules” que fue el primer buque misilístico de la Armada Argentina y de Sudamérica. (Viaje con mi esposa y mis dos hijas por entonces, una de las cuales era Claudia, la mamá de Naara).

En el año 1981 con el grado de Cabo Principal soy destinado al Glorioso “Crucero General Belgrano”, en el año 1982, cuando el conflicto con Gran Bretaña, realizábamos tareas de patrullaje y apoyo a naves y aeronaves entre Ushuaia, Canal de Beagle  y la isla de los Estados.

El día 2 de mayo a las 0400hs dejo mi guardia de máquinas y me voy a descansar, siendo las 0600hs suena la alarma de combate real, tomo mi salvavidas, casco y la linterna, y me dirijo a cubrir mi puesto de combate, como encargado del trozo nº 3 de control de averías e incendio, esto duró hasta las 0900hs en que el Sr. Comandante ordena continuar con las tareas normales, yo me fui a descansar hasta las 1200hs en que tomo guardia nuevamente hasta las 1600hs.

Durante la guardia que en ese momento era tranquila, pues no se movía el Buque, escuchaba los comentarios de una radio de Chile que había posibilidades de un acuerdo diplomático con la mediación del gobierno del Perú; a las 1500hs, aproximadamente, me encontraba confeccionando las planillas de guardia de máquinas, cuando escuché una fuerte explosión seguido de un fuerte sacudón y corte de energía eléctrica; en un primer momento lo atribuí a un problema en los equipos generadores de electricidad, así que me aboqué a la tarea de cerrar las válvulas de vapor, agua y aire de los equipos. Al pasar frente a la porta (puerta) de acceso a la máquina percibo un fuerte olor a humo picante y a pólvora, y a través de la luz de mi linterna observo personal que corría hacia las escaleras con destino a las cubiertas principales, y escuchaba que se corría la voz de que habíamos sido atacados; sin perder  la calma me coloqué mi campera antártica y el salvavidas y me dirigí hacia la cubierta principal.

En ese momento el humo era tan intenso y el olor insoportable, tenía que caminar agarrándome de donde se podía, porque el piso estaba con aceite y petróleo, cuando logro llegar a cubierta principal, el Buque se encontraba escorado hacia la banda de babor (inclinado hacia la izquierda) salía humo por todas partes y había personal herido o con quemaduras, debido a que al explotar el torpedo provocó una lengua de fuego que se desplazó por los pasillos.

Encontrándome en cubierta me entero de que habíamos sido atacados por un submarino inglés con un torpedo en el centro del buque (zona de máquinas); de la misma. Entre los que más nos encontrábamos bien, pusimos las bombas de gran achique, para tratar de mantenerlo a flote. Pero era imposible, debido a la gran cantidad de agua que entraba por segundo.

A las 1630hs aproximadamente el Sr. Comandante da la triste orden de abandonar el Crucero, yo abordo la balsa asignada (nº 32) y cuando la completamos, soltamos amarra, pero debido al fuerte viento y oleaje nos aplastaba contra el costado del buque, lo que provocó la pinchadura y comenzó a desinflarse, algunos de mis compañeros se arrojaban al agua, en busca de otras balsas, pero debido al frió del agua se acalambraban y desaparecían de la superficie. Cuando yo paso a una balsa, caigo al agua, pero por suerte un marinero alcanzo a tomarme del hombro, y me sube a la balsa. (Solo me moje hasta la cintura pero el chapuzón me hizo tragar un poco de agua salada con petróleo, lo que me provocó vómitos durante unas horas).

Cuando se completó la balsa con 18 hombres (tiene la capacidad para un total de 20), soltamos amarras, pero debido al viento, no podíamos separarnos del buque; cuando ya había perdido las esperanzas, aparece un teniente con un bote de goma a motor fuera de borda y formó un trencito con varias balsas y nos alejó unos 50 metros del buque, que se dio vuelta de campana, y comenzó a hundirse lentamente.

Como si nos hubiésemos puesto de acuerdo, de todas las balsas comenzamos a cantar el Himno Nacional Argentino y luego de a vivar al Crucero, a medida que se hundía sentía que se hundía parte de mi vida, porque a pesar de solo haber estado dos años a bordo, lo aprendí a querer, porque era mi segundo hogar y mis camaradas eran mi familia que se hundía con él.

Cuando se hundió totalmente fue un silencio total y solo se veía el techo color naranja de las balsas, a continuación vino la tarea de organizarnos, para ver si había algún herido y tratar de no dormirnos, porque con el frió suele ser fatal; el viento en esos momentos era de unos 120 kph y el frió de 7 u 8 grados bajo cero; estábamos mojados e inmóviles y acalambrados, orinábamos en una bolsa de polietileno y la usábamos de bolsa de agua caliente. Recuerdo que rezábamos mucho y contábamos cuentos y anécdotas; a las 24hs de estar a la deriva amaneció un día de mucho sol y un mar de aceite (calmo) de pronto escuchamos el ruido de un motor, y se trataba de un avión de reconocimiento, de nuestra Armada, que al divisarnos nos hacía señas con las luces y se inclinaba de un lado hacia el otro, en señal de saludo; seis horas más tarde divisamos en el horizonte tres columnas de humo, nos empezamos a inquietar pero luego comprobamos que se trataba de destructores Piedrabuena y Bouchard y del Aviso Gurruchaga de la Armada Argentina.

A las 40 hs de seguir a la deriva y siendo ya muy de noche, se levanta viento y oleaje nuevamente, cuando se nos acerca el destructor Piedrabuena, para rescatarnos, lo cual se dificultó, debido del mal tiempo.

Una vez en el destructor, nos proveen de ropa seca, atención médica y de alimentos, luego se acercaban camaradas para preguntarnos si habíamos visto a hermanos o amigos que tenían en el Crucero, navegamos dos días más buscando sobrevivientes y luego nos destacamos al puerto de Ushuaia, donde llegamos de madrugada, de allí fuimos a la base aeronaval, donde nos hicieron un censo y nos abordamos un avión naval para ser trasladados a la base aeronaval Comandante Espora (Bahía Blanca) y de allí, por vía terrestre a el hospital Naval Puerto Belgrano. A lo largo del camino (26 km) la gente en la ruta nos saludaba.

En el hospital nos revisaron y luego me fui al Comando de la Flota de Mar, donde pude afeitarme y darme un buen baño, mientras algunos compañeros me conseguían ropa y calzado, ya que solo tenía lo puesto.

Lo más doloroso fue el tener que enfrentar a algunos familiares de mis camaradas, algunos de los cuales sabía que estaban muertos, y de otros no sabía nada, (y les contestaba que en comisión y era  nuevo en el buque, por ue no quería dar una información falsa).

Por la noche en un ómnibus de Costera Criolla, emprendí el regreso a mi hogar; durante todo el viaje comentábamos lo sucedido y preguntábamos si alguien había visto a fulano etc., etc. Por momentos llorábamos y en otro cantábamos recordando lo sucedido. A las 8 de la mañana llegué a la puerta de mi casa, y me invadió el miedo de encontrarme con una mala noticia, mi esposa estaba embarazada de 7 meses y también temía por la salud de mis padres y mis suegros, pero gracias a Dios no sucedió nada. Fue una alegría inmensa volver abrazarme a mi esposa y mis dos hijas.

Hoy casi 22 años de aquella experiencia, me queda el orgullo de haber servido a Mi Patria cuando me necesitó y cumplir con el juramento que hice a la bandera cuando tenía 15 años, de defender a la Patria hasta la muerte si fuera necesario.

Hace dos años que estoy retirado del servicio activo, y estoy recuperando el tiempo que estuve separado de mi familia, que siempre me apoyó y sufrió a mi lado.

Y disfruto de mis nietas Evelyn, Naara y Agustina.

 

Martín Alberto Padilla,   Sub Oficial Principal

Veterano de la Guerra de Malvinas

 

Como anexo póstumo, y como un amigo y servidor, rindo homenaje fiel a su memoria, incorporando a su relato los nombres de sus nietos y bisnietos que seguramente estarán orgullosos de conocer y compartir la historia desde los ojos de quien vivió estos hechos.

A sus hijos Martin Alberto Padilla García, Rosana Elizabeth Padilla García.

A sus nietos Camila, Micaela, Máximo, Lourdes, Sol,  Sebastián y Julieta.

A sus bisnietos Faustino y Franceska.

Mariano Luis Carrara

¡Gloria y Honor a Nuestros Héroes de Malvinas!