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TARDE Y MAL, COMO DE COSTUMBRE

F. Javier Blasco*

La Comunidad Internacional (CI) y todos los organismos que la integran, viven, moran o pululan en su entorno son un cumulo de “buenos y grandes propósitos” pero excesivamente lentas o improductivas en sus resoluciones. Resoluciones o decisiones que muchas veces llegan tarde, resultan ineficaces, demasiado descafeinadas o inservibles para paliar los efectos del problema que las suscitó.

De entre todos ellos y dejando a un lado a la ONU, que se lleva el primer premio en ineficacia, destaca la UE; esa costosísima y mastodóntica organización en la que están basadas tantas ilusiones y esperanzas aunque sigue sin cambiar sus ritmos o el guion para decidirse a intervenir con eficacia y rotundidad en lugares o momentos decisivos.

Tradicionalmente, aunque casi siempre a trancas y barrancas, sigue placida y tranquilamente los pasos marcados por el Tío Sam y suele llegar no solo tarde, sino también mal allí donde se esperaba una mayor rapidez o enérgica decisión en asuntos que son propios por afectar a sus intereses, de su incumbencia según sus estatutos, heredados del devenir de las cosas o salpicados por circunstancias vecinas o cercanas.

Se llegó tarde a impedir el vergonzoso Brexit y sus consecuencias tan terribles para tiros y troyanos; no se ha manejado bien ninguna de las sucesivas crisis económicas al introducir peligrosos cambios de criterio; es patente su indecisión con Suramérica o África o ante las crisis de refugiados y la pandemia del coronavirus mostró no solo grandes deficiencias en materia sanitaria, sino en coordinación, cooperación y economía de esfuerzos, así como en la protección de sus gentes y fronteras.

En materia político democrática, bandera que saca y ondea al viento en cualquier ocasión o motivo, dejamos mucho que desear; la ordenes europeas de detención no se aplican entre sus miembros; algunos países como Hungría y Polonia han venido haciendo de su capa un sallo en materia de control de los órganos de la administración de justicia y en su forma de cubrirlos sin que, durante mucho tiempo, se tomaran medidas coercitivas contra ellos. Hecho éste que ha sido vergonzosamente copiado por España, a la que, de momento y mucho me temo que, de forma definitiva, tan solo se le han dirigido unas pequeñas ‘reprimendas’ en formato de recomendaciones a pesar de haber llevado a cabo acciones de dudoso pelaje democrático y muy intrusivas en el sistema de funcionamiento y cobertura democrática de cargos de sus elementos fundamentales.

Asistimos con autentico pavor a los debates sobre seguridad y defensa con los que llevamos años analizando el sexo de los ángeles y cuál sería la posición más conveniente para ser tomados en serio internacionalmente o pudiéramos dotarnos de una posibilidad de intervención o defensa más que suficiente que nos diera consistencia y aumentara nuestra sensación de seguridad basada en capacidades propias y no ser tan dependientes de una dubitativa OTAN que siempre camina de la mano de EEUU sobre un delicado hilo de alambre que, cualquier día, se puede romper.

Llevamos casi un año con la guerra en Ucrania llamando a nuestras puertas y somos incapaces de tomar una acción conjunta lo suficientemente seria a pesar de que dicho conflicto afecta de lleno a nuestros vecinos, las propias fuentes de energía y las soluciones ante las amenazas rusas.

Los ucranios, con su presidente Zelenski a la cabeza, tras ciertas escaramuzas o reacciones de diversas consecuencias, han aprendido la lección de que solo con trajes de invierno, un gran coraje y mucho amor a su tierra, no se puede hacer frente a un mastodonte como es Rusia en manos de un lunático, a quien no le importa sacrificar a miles de sus hombres, la propia economía e invertir lo que sea necesario en armamento con tal de ver satisfecho su ego.

En este contexto y como la ayuda militar exterior había decrecido mucho salvo por parte de EEUU, ha aparecido sobre el tablero la necesidad de que la CI le dote de carros de combate más modernos, potentes y eficaces tipo: Leopard (alemán), Abrams A1 (norteamericano) o el Challenger 2 (británico) entre otros, para hacer frente sin paliativos a la dura contraofensiva que esperan para esta primavera.

Tras muchos dimes y diretes, el presidente Biden decidió recientemente mandar 31 carros de combate (número equivalente a un Batallón de carros ucranio) y presionar a su colega alemán a que haga un gesto similar y que, además, permita a países europeos (Polonia y la República Checa entre otros) —que cuentan en sus dotaciones con dicho carro del mismo o anteriores modelos— a mandar estos sin las restricciones contractuales de su empleo fuera del territorio europeo.

Anteayer, se tomó la decisión al respecto y Alemania dotará con una Compañía de dichos carros a Ucrania (unos 12) y los polacos y los checos se aprestan a donar un número indeterminado lo antes posible, así como el Reino Unido ha marcado una fecha muy próxima para que lleguen sus carros. Incluso Marruecos, que no tiene nada que ver en este entierro, ya ha mandado unos 20 carros T-72 recientemente modernizados y sin tanta alaraca.

España y nuestro presidente, especialista en márquetin y en vender humo, ante la precipitación de las decisiones de los demás y por no quedarse atrás —como venía haciendo tal y como se demostró al no acudir y menospreciar la cumbre de Ramstein el pasado día 20 donde se discutieron los apoyos internacionales a prestar— a pesar de la oposición de una parte del gobierno y de los partidos que le sustentan en el cargo, cambió sus reiteradas negativas y justificaciones de obsolencia e inoperatividad de la mayoría de nuestras existencias de ese tipo, a anunciar un apoyo, indefinido en todos los aspectos como el modelo (hay varios), cantidad, recuperación de su operatividad, plazos de entrega, piezas de repuesto, entrenamiento de tripulaciones y personal de mantenimiento.

Está claro que estos movimientos políticos solo suponen una venta de humo, agitar el adormecido público, mostrase dispuesto a cambiar de imagen y no quedarse en el pelotón de cola; cosa que mucho me temo, será así finalmente, porque tanta palabrería y gestos huecos mostrando giros bruscos de opinión, no gustan nada a nadie y menos a nuestros aliados.  

En cualquier caso, las sofisticadas máquinas de guerra actuales no son sencillos juguetes que se arrancan y se sale al campo con ellos sin realizar previamente muchas semanas de adiestramiento, su mantenimiento es difícil y sofisticado y las piezas de repuesto no suelen ser compatibles.

Mezclar tantos modelos en un mismo cesto en manos inexpertas puede suponer que se queden todos fuera de servicio en poco tiempo, salvo que se les adiestre adecuadamente y se mantenga in situ un apoyo en mantenimiento más que adecuado, como exigen los tiempos de guerra; elementos que justifican la exigencia de Zelenski para que los apoyos se centraran en los Leopard, el mejor carro actual.

Mucho me temo que toda esta parafernalia, exigirá demasiados esfuerzos extras y mucho tiempo; tiempo, que no dispone Ucrania, y no será más que otro brindis al sol de la CI para acallar sus insanas conciencias y que algunos políticos, muy cercanos a nosotros, han visto una gran oportunidad en mejorar su imagen personal al cambiar de opinión de forma súbita.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

 

ACTIVIDADES DE SERBIA EN LAS RELACIONES REGIONALES INTERESTATALES

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de Igor Mitrovic en Pixabay 

Debido a toda una serie de circunstancias desfavorables que ocurrieron en el último período del siglo XX, la situación de Serbia en el campo internacional y la diplomacia es un verdadero punto muerto.

Si consideramos la enorme riqueza acumulada por Belgrado en los años de Tito y después de Tito (1945-1980, 1980-1991) dentro de los países afroasiáticos, latinoamericanos, en desarrollo y del Movimiento de Países No Alineados, nos damos cuenta de cómo la crisis de Kosovo, en primer lugar, ha disipado las simpatías internacionales y el apoyo de muchos de estos estados.

Desde la Guerra Fría, las tres “B”» fueron aquellas desde donde pasaban las soluciones a los problemas internacionales y donde los “servicios” llegaban a mediaciones, compromisos y acuerdos: Berlín, Belgrado y Bizancio (Estambul), con la socialista, pero “neutral”, Yugoslavia en el centro de los intereses del escenario. Sin embargo, el colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y la “inutilidad” de Yugoslavia para los Estados Unidos de América, comenzaron a mellar el prestigio yugoslavo acumulado durante décadas de paciente y agudo trabajo diplomático. Además, la crisis de Kosovo —manifestada en la independencia de este país, proclamada el 17 de febrero de 2008— ha visto, hasta la fecha, hasta 43 países afroasiáticos y latinoamericanos —así como Washington, Londres, París (estos tres presentes en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas), Roma, Berlín, etc.— apoyar la iniciativa de Prishtinë en detrimento de los intereses de Belgrado. No apoyan la independencia de Kosovo, entre los países de la Unión Europea (que ni siquiera encuentra unidad aquí): Chipre, Grecia, Rumania, Eslovaquia y España.

Si luego añadimos que Serbia cuenta con el apoyo de la actual “mala” Federación de Rusia y de la República Popular China, nos damos cuenta de que para la Unión Europea amorfa y de pensamiento correcto para el vagón de los Estados Unidos de América, Serbia es un elemento molesto y vergonzoso para dejar de lado. Así que Belgrado —a partir de los recuerdos pasados del equilibrio de las principales cuestiones de política exterior (1948-1989)— hoy apunta esencialmente a una visión de seguridad regional, ya que parece que las condiciones para la maniobra de política exterior global son cada vez menos favorables. Por otro lado, en los últimos años, a pesar de la complejidad de la posición de Serbia en la estructura de las relaciones en la región de los Balcanes, el Estado serbio ha logrado encontrar un cierto patrón de existencia e incluso obtener beneficios políticos y económicos frente a la agitación. Sin embargo, la historia pretende mostrar que el modelo de equilibrio serbio (también de la Serbia preyugoslava) tiene una cierta raíz de solidez.

A principios de 2022, con todas las reservas, el Estado serbio, principalmente en los esfuerzos económicos, actuó con confianza. Un cierto indicador es el hecho de que la deuda pública del gobierno serbio en 2020-2022 se mantuvo en el nivel del 51-53% del PIB, mientras que el promedio de los países de la zona del euro es del 98,3%. En general, Serbia logró resolver el problema de la autonomía, estabilizar la situación política interna a expensas de la centralización política, hacer frente al Covid-19 y posicionarse como un centro de comunicaciones regionales, y esto aseguró una afluencia de inversiones en infraestructura a gran escala y proyectos industriales.

Los costos de esta estrategia son la preservación del nivel promedio de salarios en Serbia, en comparación con los países vecinos de la región. Es inferior a Eslovenia, Croacia, Rumania y Bulgaria, pero superior a Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Albania y Macedonia del Norte (hasta el 17 de junio de 2018: Antigua República Yugoslava de Macedonia).

Una circunstancia importante a destacar es la importante presencia de empresas alemanas en el país. Como señaló el presidente serbio Aleksandar Vučić en una conferencia de prensa, 77.000 ciudadanos serbios están empleados en empresas alemanas en Serbia (en 2014 había 17.000). Debe tenerse en cuenta que la participación de las exportaciones serbias a Alemania (alrededor de 2.740 millones de euros) reclama un estatus igual (42,1%) en la estructura del comercio bilateral (6.510 millones de euros), pero esto es más cierto para Italia (44%), Hungría (47,5%) y Polonia (44,3%).

Por lo tanto, desde un punto de vista económico, Serbia se siente muy cómoda en el sistema de relaciones económicas continentales, pero algunos estados europeos están poco interesados en la pérdida del mercado y las ubicaciones serbias.

Por otro lado, hay muchos puntos de presión sobre el liderazgo de Serbia. La decisión de la Corporación Fiat-Chrysler de trasladar parte de la producción de la ciudad de Kragujevac (Serbia central) a Eslovaquia ha provocado protestas de los trabajadores y una ola de demandas contra el Estado serbio, que posee el 33% de las acciones de la empresa. Al mismo tiempo, el liderazgo serbio todavía tiene derecho a contar con el atractivo de la inversión en su estado, ya que la salida de una empresa podría ser reemplazada por la llegada de empresas de Francia, Turquía u otros países interesados en las comunicaciones serbias y la mano de obra barata.

Cabe destacar que la primera conversación sobre la intención de Serbia de abandonar el gas ruso se remonta a 2015, pero solo ahora el problema se está volviendo serio. Sin embargo, hay dos aspectos que dificultan la limitación de los suministros rusos. El primer aspecto es que incluso en las condiciones actuales el precio del gas serbio (reexportado) será uno de los más bajos de Europa. El segundo aspecto está relacionado con el riesgo de que en configuraciones alternativas de transporte de gas, Serbia esté destinada a una posición periférica. Por otro lado, un aumento en el nivel de las negociaciones sobre el precio del gas y la aparición de demandas siempre nuevas indicarán dos cosas: o que Serbia finalmente se ha encontrado en nuevas configuraciones regionales «alternativas» con respecto al gas, o que los costos de la cooperación con Rusia han comenzado a superar los beneficios.

Vale la pena prestar atención a las declaraciones de junio de 2022 del primer ministro croata, Andrej Plenković, quien proclamó que «ahora no es el momento de sentarse en dos sillas» y Serbia «debe ser muy cuidadosa y decidir qué lado elegir y apoyar». Otro tema está relacionado con la literatura emergente sobre los derechos de la minoría nacional croata en Serbia, llevada a cabo por la Academia Croata de Ciencias y el partido gobernante de Croacia, la Unión Democrática Croata (Hrvatska demokratska zajednica). Por lo tanto, la cuestión de la adhesión de Serbia a la UE corre el riesgo de adquirir un nuevo problema, que debe combinarse con el de la controversia sobre el mencionado Kosovo: puede surgir la perspectiva de un veto croata sobre dicha entrada.

Refiriéndose a la posición de Croacia, cabe señalar que el tamaño del contingente croata en la misión de la KFOR (Fuerza de Kosovo) en Kosovo se ha multiplicado por 3,5 (de 40 a 150 personas); así que Zagreb está expandiendo su presencia en este punto nodal de la región. Esta decisión se tomó durante 2021, es decir, mucho antes de la escalada ucraniana y plantea preocupaciones sobre la situación en los Balcanes. La concentración de tropas extranjeras en las misiones EUFOR-Bosnia y Herzegovina (Operación Militar de la Unión Europea en Bosnia y Herzegovina) y la KFOR es una realidad con la que Belgrado tendrá que lidiar. Tenga en cuenta que estamos hablando de contingentes principalmente de países de Europa continental (Austria, Croacia, Alemania, Grecia, Italia, Polonia, Hungría), Turquía, así como el Reino Unido, que parece haber decidido dar marcha atrás en su decisión de 2019 de reducir la presencia de su ejército en la mencionada EUFOR-Bosnia y Herzegovina.

Podríamos decir que existe una clara probabilidad de un escenario de control directo contra Belgrado y los intereses serbios en la región. El problema es que esta acción dirigida solo multiplicará los problemas, y la obvia ausencia de su aliado Rusia de la mesa de negociaciones no garantizará un equilibrio entre las otras potencias interesadas en los temas fundamentales para una nueva reorganización regional.

No se puede descartar una situación extremadamente insidiosa, cuando los intentos bastante sinceros de integración europea por parte serbia se encontraran con un veto croata (u otro) y estimularán el crecimiento del euroescepticismo en el país. La paradoja radica en el hecho de que, sin sufrir un exceso de ilusiones europeas, los dirigentes serbios apoyan conscientemente iniciativas concretas de integración.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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YUGOSLAVIA DE AYER Y SERBIA DE HOY: LEGADO Y SUCESIÓN EN LA HISTORIA DE UN EXPERIMENTO TRÁGICO Y SANGRIENTO

Giancarlo Elia Valori*

El 28 de junio de 1948, el “Rudé Právo” —el órgano central del Partido Comunista de Checoslovaquia— publicó la resolución del Kominform expulsando al Partido Comunista de Yugoslavia de su seno, acusando a Tito de política de odio hacia la Unión Soviética y de propaganda trotskista y contrarrevolucionaria.

Un cuidadoso análisis de la profesora Carla Konta de Rijeka nos dice en el ensayo American public and cultural diplomacy in Yugoslavia in the fifty and sixties que la excomunión estalinista de Tito, empujó al líder yugoslavo a recurrir a Occidente en busca de alianzas, apoyo financiero y técnico-militar necesario para la supervivencia del país y su crecimiento. Tan pronto como la gravedad de la crisis soviético-yugoslava se hizo evidente, la lógica de la Guerra Fría llevó a un apoyo inmediato para Belgrado desde el bloque occidental. En los años cincuenta, Yugoslavia se convirtió en el socio “comunista” de los Estados Unidos de América y la gran cantidad de ayuda de Washington, asignada en forma de alimentos, dinero no reembolsable, créditos financieros, aplazamientos de cuotas de crédito y asistencia técnico-militar a través de la CIA (f. 1947), el Programa de Ayuda de Defensa Mutua (f. 1949), etc., transformó al régimen de Tito en un claro aliado de la Casa Blanca, y al mismo tiempo también una quinta columna en el campo socialista en los países en desarrollo.

Por lo tanto, añadiría que Yugoslavia se puso a disposición de Occidente, pero sin afectar a su apariencia socialista. Era natural que para Belgrado fuera esencial mantener la forma de gobierno de un Estado independiente tanto en presencia de sus propios pueblos como en relación con los integrantes del Movimiento de Países No Alineados y del Tercer Mundo. Yugoslavia —en el gran escenario de ficción— actuó en esta dirección no uniéndose a la OTAN, pero al mismo tiempo sin renunciar a los subsidios esenciales para la modernización del ejército que la convirtieron en una de las más poderosas y sólidas del planeta. Hasta el punto de que en 1980, el año en que murió Tito, Yugoslavia era uno de los diez mayores exportadores de armas del mundo. Según datos oficiales, con este comercio se adquirió el 72% de las divisas necesarias para comprar otros armamentos. Y para fomentar las ventas, ya en 1970 se instaló una exposición permanente en Nikinci, un pueblo cerca de Šabac, una ciudad y municipio del distrito de Mačva en el noroeste de Serbia Central, en la frontera con Vojvodina y Bosnia y Herzegovina, ubicada a orillas del río Sava. Allí los compradores potenciales podrían probar las armas incluso en un campo de tiro. Cada año, entre 3 y 400 delegaciones se detenían allí, dos tercios de ellas del extranjero.

Debe agregarse que este ludus scenicus duró mientras el Muro permaneció en pie. Después de su colapso, Yugoslavia ya no era necesaria para la Casa Blanca, y los pueblos que componían ese Estado, a quienes la propaganda políticamente correcta, ingenua y servil del Partido Comunista Italiano, titista y pro-foibe, afirmaba que se amaban en una especie de paraíso en la Tierra, comenzaron a matarse unos a otros de una manera que en comparación con la guerra entre Rusia y Ucrania es todavía muy pequeña. Recuerdo a los que lo han olvidado: la guerra de independencia de Eslovenia (1991); la guerra de independencia en Croacia, duró cuatro años (1991-95); la guerra etno-religiosa de tres años en Bosnia y Herzegovina entre católicos croatas, musulmanes bosnios y ortodoxos serbios (1992-95); y, por último, la guerra por la independencia de los albaneses de Kosovo que duró dos años (1998-99). La guerra no estaba a las puertas de Europa como lo es hoy, sino en Europa y a poca distancia de nosotros. En total diez años: a partir del 31 de marzo de 1991 al 12 de noviembre de 2001.

En una Europa sin atributos y sin ejército, rica sólo en palabras y moralismo de cuatro brazos por lira, se olvida que las guerras en el corazón de la Yugoslavia socialista se describen como el conflicto armado más mortífero en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Las guerras yugoslavas han estado marcadas por innumerables crímenes de guerra, incluidos el genocidio, los crímenes de lesa humanidad, la depuración étnica y las violaciones masivas. Las masacres bosnias fueron el primer evento bélico europeo que se clasificó formalmente como genocida en carácter después de los crímenes del Tercer Reich alemán, y muchas figuras clave de la antigua Yugoslavia que lo perpetraron fueron posteriormente acusadas de crímenes de guerra. El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia fue establecido por las Naciones Unidas en La Haya, Países Bajos, para enjuiciar a todos los que habían cometido crímenes de guerra durante los conflictos.

Según el Centro Internacional para la Justicia Transicional, las guerras yugoslavas han causado la muerte de 140.000 personas a pocos kilómetros de las sedes occidentales de los líderes de Europa, mientras que el Centro de Derecho Humanitario estima al menos 130.000 víctimas. Durante sus diez años de duración, los conflictos también han provocado graves crisis humanitarias y de refugiados. Pero hoy tratamos de olvidar un evento favorecido por la impotencia europea y la conveniencia de algunos países de la actual UE que luego, por intereses comerciales, favorecieron y reconocieron la independencia de algunos componentes de Yugoslavia en proceso de decadencia, golpeando la susceptibilidad de Belgrado y el componente serbio.

Pero, ¿qué queda en Serbia de la herencia yugoslava? Después de la secesión entre 1991 y 1992 de cuatro de las seis repúblicas constituyentes de la República Federativa Socialista de Yugoslavia (Socijalistička Federativna Republika Jugoslavija), el Estado sobreviviente, renombrado República Federativa de Yugoslavia (Savezna Republika Jugoslavija), afirmó ser el sucesor de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, pero las repúblicas recién independizadas se opusieron. Al mismo tiempo, los representantes de Belgrado siguieron ocupando el escaño yugoslavo original en las Naciones Unidas, pero los Estados Unidos de América rechazaron a sus antiguos funcionarios y se negaron a reconocerlo. La población y el territorio de la nueva República Federativa de Yugoslavia eran menos de la mitad de la población de la ex República Federativa Socialista de Yugoslavia.

En 1992, el Consejo de Seguridad de la ONU, mediante la Resolución 777 del 19 de septiembre, y la Asamblea General, mediante la Resolución 47/1 del 22 de septiembre, decidieron no permitir que la nueva RFY se sentara en la Asamblea General con el nombre de “Yugoslavia” sobre la base de que la República Federativa Socialista de Yugoslavia se había disuelto. La República Federativa de Yugoslavia (en 2003 pasó a llamarse Unión de los Estados de Serbia y Montenegro) y fue admitida como nuevo Miembro de las Naciones Unidas el 1° de noviembre de 2000: en mayo de 2006 Montenegro declaró su independencia y Serbia ha seguido ocupando desde entonces la sede de la antigua Unión Estatal de Serbia y Montenegro.

Sin embargo, es bueno volver a la cuestión de la sucesión de la antigua Yugoslavia, para comprender mejor cómo este experimento inaugurado el 1° de diciembre de 1918 (Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos), reconocido oficialmente después de la Conferencia de Paz en Versalles en 1919, al final de la Primera Guerra Mundial, y fortalecido al final de la Segunda Guerra Mundial en Yalta, fue rechazado y detestado por los pueblos de la antigua Federación hasta el punto de descartar su nombre de la historia.

Las primeras negociaciones sobre la cuestión de la sucesión de la antigua Yugoslavia socialista comenzaron en 1992 en el marco del grupo de trabajo de la Conferencia de Paz para Yugoslavia, que se inauguró el 7 de septiembre de 1991. El acuerdo fue bloqueado inicialmente por la insistencia de la mencionada República Federativa de Yugoslavia (Serbia + Montenegro) para ser el continuador legal y político exclusivo de la Yugoslavia socialista, así como el propietario de todos los activos estatales del anterior gobierno federal socialista, y estaba dispuesto a renunciar a parte de los activos solo como un acto de buena voluntad. La República Federativa de Yugoslavia trató de interpretar la desintegración de la Yugoslavia socialista como un proceso de secesión en serie y no como un desmembramiento completo del estado anterior: pero esta interpretación fue rechazada rotundamente por las otras ex repúblicas yugoslavas.

La Comisión de Arbitraje de la Conferencia para Yugoslavia (comúnmente conocida como el Comité de Arbitraje de Badinter) recomendó una división de activos y pasivos basada en el principio de equidad e incluso se refirió a la Convención de Viena de 1983 sobre la sucesión de Estados en asuntos de propiedad, archivos y deudas del Estado (convención no vigente en ese momento,  firmado por sólo seis Estados miembros, incluida la socialista Yugoslavia). Esta propuesta era inaceptable para la República Federativa de Yugoslavia, lo que motivó al Fondo Monetario Internacional a desarrollar un modelo clave alternativo que incluía el poder económico de las repúblicas y su contribución al presupuesto federal que fue aceptado por todos. La participación clave fue determinada por la República Federativa de Yugoslavia con el 36,52%, Croacia con el 28,49%, Eslovenia con el 16,39%, Bosnia y Herzegovina con el 13,20% y Macedonia con el 5,20%; también se llegó a un acuerdo sobre el oro y otras reservas en el Banco de Pagos Internacionales.

Después del final del bombardeo de la OTAN de Belgrado, Serbia y Montenegro, seguido al año siguiente por el ocaso de Slobodan Milošević (5 de octubre de 2000), los estados sucesores concluyeron su acuerdo. En 2001, con el apoyo de la comunidad internacional, cinco países (Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, la Antigua República Yugoslava de Macedonia —hoy Macedonia del Norte— y la República Federal de Yugoslavia [Serbia + Montenegro]) firmaron el Acuerdo de Sucesión: confirmaron definitivamente que se habían formado cinco estados sucesores soberanos iguales después de la disolución de la antigua Yugoslavia socialista. Este acuerdo entró en vigor el 2 de junio de 2004, cuando el último Estado sucesor lo ratificó. El acuerdo se firmó como un tratado integral que incluía anexos sobre bienes diplomáticos y consulares, activos, intereses y pasivos financieros, archivos, pensiones, otros derechos, así como propiedad privada y derechos adquiridos. En la posterior disolución en 2006 de la Unión de los Estados de Serbia y Montenegro (uno de los cinco estados sucesores antes mencionados) los dos países acordaron la única sucesión serbia de los derechos y obligaciones de su antigua federación.

El trágico legado del “Cielo en la Tierra” yugoslavo fue borrado para siempre.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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