“¿ES LA ARGENTINA UN PAÍS VIABLE EN EL SIGLO XXI?”

Heriberto Justo Auel*

Profundo y completo análisis realizado por el General Heriberto Justo Auel en marzo de 2020.

 

1. Causas y Efectos.

En las últimas décadas nos hemos preguntado, cíclicamente, si nuestra querida Patria Argentina tiene viabilidad como país independiente, en el siglo XXI. Razones no faltaron. Por cada paso hacia adelante, en estos años, hemos dado dos hacia atrás(1).

En el conjunto de los Estados que conviven en el mundo actual poseemos la séptima extensión geográfica, que se desenvuelve desde el Trópico de Capricornio hasta el Polo Sur. Consecuentemente tenemos todos los climas, extensas montañas, enormes llanuras, largas costas marítimas y la mayor plataforma submarina del continente. Debido a ello, no nos faltan insumos.

Lo que nos falta es una lúcida dirigencia y no tenemos conciencia de ello (2). Una gran mayoría de nuestros conciudadanos entiende que la causa de nuestra larga decadencia es económica-financiera y, no es así. Tenemos un gran país y una pequeña dirigencia.

Nuestros problemas socio-económicos-financieros son consecuencia de una grave y progresiva crisis dirigencial y esa sostenida situación ha llegado a la categoría de decadencia. Las causas de ésta son muy profundas y están fuera del alcance de los sentidos. Son abstractas, pero de toda evidencia para quienes tienen los sensores adecuados para percibir la naturaleza del complejo problema irresuelto (3).

2. El largo proceso de caída.

Luego de un siglo inicial —1810/1910— que fuera una verdadera epopeya heroica, plena de coraje y de éxitos que abarcaron las guerras de la Independencia y las guerras civiles, llegó la paz y con ella la rica “Primera Argentina Agropecuaria”(4). Luego, a partir del Primer Centenario, ingresamos a una continua degradación cultural, política y socioeconómica —como natural consecuencia de aquel explosivo éxito sorpresivo y admirable— en un lapso en el que Occidente, en su núcleo fundacional europeo, ingresaba a dos autodestructivas guerras civiles —1914/1918 y 1939/1945—, de cuyas graves consecuencias aún no ha salido.

La Argentina —espejo cultural de aquella Europa— no fue ajena al drama de Occidente en su núcleo duro y este drama, que aún vivimos intensamente, fue agravándose progresivamente desde 1982 —Guerra del Atlántico Sur—. Habíamos ingresado a una nueva etapa de la guerra social-revolucionaria, iniciada a principios del siglo XX.

Aquel rápido y explosivo éxito económico —que hemos citado en el párrafo anterior— llevó a la sólida y antigua dirigencia “patricia” a su zona de confort. El timón quedó en manos de “m´hïjo, el dotor”, primera generación nacional de inmigrantes, verdadera contrafigura del ejemplar pionero o bien, en algunos casos, del retoño de algunos revolucionarios-anarquistas expulsados de la Europa ensangrentada, que retenían graves resentimientos sociales y que ingresaron enmascarados con el aluvión migratorio. Así surgieron —en nuestra sociología naciente— las figuras del irresponsable Isidorito Cañones o del “ácrata violento”, antecedente directo del terrorista revolucionario de los ’70.

Si fuere necesaria una prueba de la afirmación que hemos hecho en el punto 1, en lo que hace a las causas de la caída, la encontraremos en la comparación de la forma idónea en que se resolvió la agresión revolucionaria a principios del siglo XX por parte del anarco-comunismo ácrata y la torpeza empleada por la “nueva dirigencia”, sesenta años después frente al castro-comunismo, tal como lo explicita —documentadamente— el Tcnl Dr Valiente, en “Los anarquistas y la violencia” (5).

A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, bajo el lema “Paz y Administración”, nuestra dirigencia política elaboró una Gran Estrategia con la que solucionó la sangrienta agresión revolucionaria, sin que hubiere una sola denuncia contra las instituciones estatales. Décadas después, sin tener presente a esta olvidada experiencia ejemplar y frente a una agresión homóloga, no existió ni Gran ni Pequeña Estrategia. Hubo improvisación.

Por decreto se ordenó —tardíamente— el “aniquilamiento” del enemigo que actuaba en todo el país desde quince años antes -1959/60—. A la Ley de Residencia 4144 —Ley Cané— de 1902, le acompañaron un conjunto de leyes que abarcaron todo el espectro de las actividades socio-políticas. Y la revolución violenta fracasó.

Al inicuo decreto de “aniquilamiento” —de 1974— solo le acompañó la improvisación. Con esa retardada, improvisada y errónea apertura de operaciones militares por parte de los “recién llegados”. ¿Pudo esperarse algún resultado eficiente con semejante dislate? Absolutamente, NO.

Pero cuando llegó el momento de encontrar responsabilidades por las garrafales ausencias y yerros de procedimientos, quienes tiraron la pesada piedra, escondieron la mano. Buscaron al “cabeza de turco” y así lograron la destrucción de las Instituciones, dejando abierto el camino para que el castro-comunismo llegara por vía electoral.

Y allí estamos, en manos de ignorantes e irresponsables ideologizados y fenicios, que dicen ser “científicos”.

De aquella nacionalidad emergente de una cultura definida, de valores firmes, de objetivos claros y comunes que la hizo generosa, expansiva, audaz y exitosa, ingresamos —en breve tiempo— a la sociedad actual, de valores relativizados, egoísta, contractiva y decadente, que construye pobreza, embrutecimiento espiritual y corrupción organizada, objetivada hoy en las patotas de jóvenes “rugbiers”, en violadores que asesinan niños o en politicastros cuyos máximos proyectos apuntan a las más rebuscadas falacias para alcanzar su propia impunidad —aún a pesar de la causa de “los cuadernos”—.

¿Hay conciencia —en nuestras dirigencias— que son directas responsables del vaciamiento de la identidad de los argentinos y de un Estado fallido en ciernes?

Aquella “confundida” actitud de 1983 frente al agresor revolucionario, hoy continúa. Lo terminamos de sufrir con el entredicho Fernández-Cortíñas. Ante una zapateada de quien representa al terrorismo doméstico, cuarenta años después de los hechos, un presidente vaciado de poder político arrugó vergonzosamente, anulando su propio discurso de “Paz y Unidad”. ¿Qué autoridad le resta a este funcionario contratado?

Llevamos cuatro décadas soportando un infame relato construido para premiar con homenajes al cruel terrorista ideologizado y con miles de dólares a sus familiares. El ocultamiento de esta patraña internalizada por los niños, jóvenes y jóvenes-adultos de hoy, emplea la falacia del genocidio de las dictaduras de ayer, frente a la “progresista” democracia de hoy. Lo acaba de repetir —con todas las letras— el actual Cte J FFAA al despedir al contingente de tropas que marcha a Chipre.

Vivimos la etapa pos-heroica de una narrativa absurda (6).

Entendemos que esta situación nos da una idea de la abismal distancia que existe entre la dirigencia política del siglo XIX, de aquella Argentina en acelerado ascenso, con la que tomó la posta a partir de la segunda década del siglo XX. Estas últimas, “políticamente correctas”, cuya ignorancia, caradurez y cobardía nos avergüenza cada día más, surgieron de universidades muy alejadas del concepto de “universalidad”.

Cuando en el Primer Centenario nos visitaron los intelectuales más brillantes de Occidente, dijeron que la joven Universidad Nacional de La Plata era la “Salamanca de América”. Hoy es la que condecoró a Chávez o a Hebe Pastor, por ser líderes de la ¡libertad de prensa!… ¿Qué diría Joaquín V. González, aquél sabio Rector fundador, si viviera en los años 2000? ¿Tenemos hoy —en el país— un Rector de la estatura de un Joaquín V. González?

Aquella Argentina que el mundo reconocía como una futura potencia americana a fines del siglo XX era conducida por Hombres de Honor, que no dudaban en dirimir su dignidad en un duelo. Hoy, gran parte de nuestra dirigencia arrastra escándalos inimaginables, propios de una novela de Dumas, tal como el supuesto hecho de contratar un candidato a presidente para lograr la absolución en decenas de causas penales y la recuperación de los bienes mal habidos por una expresidente, dentro de un “plan sistemático” llevado adelante por una asociación ilícita dirigida por Ella, según lo afirman los fiscales de las escandalosas causas. Entiendo que hemos llegado a lo inédito, al zenit del escándalo imaginable.

La sociedad argentina, que hasta hoy ha mirado para el costado frente a los atropellos a la Constitución y a la Ley, aun cuando lo haya hecho el mismísimo máximo tribunal del Estado, ¿continuará en esa actitud? Si así fuere, no es arriesgado expresar que La Argentina no tiene futuro —como país independiente— en el siglo XXI.

El concierto internacional —hoy altamente interconectado— no aceptará en su seno a semejante nivel de hipocresía en el Estado, que convierte al país en el santuario del crimen organizado, es decir del narcoterrorismo y al Estado Nacional Argentino en un cascarón vacío, con sus Instituciones licuadas e inhabilitadas para actuar.

3. ¿Es la Argentina un país viable en el siglo XXI?

En 1959/60 la Argentina fue “invadida” por el Norte por la guerrilla revolucionaria castro-comunista, como lo expresa el Tata Yofre en “Fue Cuba”. Desde entonces —y siempre bajo la dirección de La Habana— han transcurrido cinco campañas revolucionarias, algunas con algún éxito, otras fracasadas, pero el objetivo —tomar el poder— nunca fue abandonado por nuestro enemigo. Lo lograron por unos días en los `70, con Cámpora.

Luego del mazazo histórico que significó la derrota en el Atlántico Sur —1982—, el “entrismo” ideológico en los partidos tradicionales se aceleró y permitió que el terrorismo abandonara las armas y accediera repetidamente al gobierno de modo encubierto, por vía electoral. En 2015, sorpresivamente perdieron las elecciones, dejando en el país un enorme campo minado. La débil coalición gobernante —desde 2015— fracasó y los revolucionarios, tras una cortina de humo, regresaron dispuestos a eliminar obstáculos e “ir por todo”. Y allí estamos (7).

La hábil y encubierta comunicación social revolucionaria durante los últimos cuarenta años desarrolló una intensa política psicosocial, acompañada de una narrativa épica —el relato— que acalló a toda respuesta. Un pensamiento único cercenó la libertad ciudadana y fragmentó a la sociedad. Así aparecieron las numerosas y profundas grietas que nos llevaron a una progresiva y enorme debilidad social. Un pueblo anómico, inerte, autista, indolente, que se escandaliza ante hechos bochornosos que olvida al día siguiente, pues ya hay otro aún más dramático.

El 29 de julio de 2019, desde Caracas, el Foro de San Pablo lanzó una nueva contraofensiva revolucionaria contra los gobiernos iberoamericanos que en breve lapso la revolución había perdido por vía eleccionaria (8). Fracasaron en Perú y Ecuador y, ante esos acontecimientos, pusieron su centro de gravedad en Chile —el modelo a aniquilar—, actualmente incendiado. En Colombia, mientras tanto, operan con una estrategia fabiana que reactiva a las viejas organizaciones revolucionarias, explotando al máximo la vecindad de la Venezuela chavista, que sobrevive con el respirador artificial ruso.

4. La revolución y la impunidad en tiempos del coronavirus —Covid-19—.

Cuando llegábamos a este último punto de nuestro trabajo y nos disponíamos a cerrarlo, nos sorprendieron dos hechos. Se plantó la vieja PC que me acompañó todos los días, en los últimos quince años. En consecuencia, estuve “fuera de juego” durante dos semanas.

Simultáneamente —con este hecho administrativo— ocurrió otro de naturaleza estratégica, tremendamente trascendente y de consecuencias globales, aun impredecibles. En China apareció un microorganismo bacteriológico caracterizado por su acelerada expansión y no faltaron las voces que recordaran a las armas de destrucción masiva, las QBN (9), nunca empleadas después de Hiroshima y Nagasaki por el peligro de la autodestrucción planetaria.

Si bien nuestra dirigencia política decidió —en los `80— no tener FFAA y anular por Ley —paradójicamente la Ley de Defensa Nacional votada por unanimidad— al planeamiento estratégico militar sobre las nuevas amenazas y riesgos estratégicos posguerra fría —ya presentes— como actividad central del EMCFFAA, sorpresivamente nos llegó la agresión de un microorganismo que nos obliga —como sociedad— a prever, es decir, a pensar en mañana.

La alta probabilidad de la muerte nos obliga hoy a ser racionales y solidarios, cuando hasta ayer se buscaba vivir solo el presente y profundizar las grietas —eran las precondiciones de la ignorada revolución en curso—.

El hecho de negarnos a pensar nuestro futuro como Nación ¿fue ocasionado por ignorancia, por confusión o como propósito “revolucionario”? Nuestro Instituto estudió este tema en los ’80. Llegamos a la conclusión que había pluricausalidades, pero sabíamos que desde el Estado hubo una clara intención “revolucionaria” que, políticamente —¿o ideológicamente?— impulsó acciones perversas. Oportunamente lo comprobamos, personalmente (10). No tuvimos ni tenemos dudas al respecto.

Esa perversidad dejó a las FFAA argentinas sin misión a cumplir —inútiles, por vaciamiento institucional y presupuestario—. Y “sobre llovido mojado” se empleó a la Justicia Federal para demolerlas moralmente, transformando a este sector judicial en una burocracia corrupta y prevaricadora. Actualmente —y como directa consecuencia— el Estado argentino carece de núcleo duro y, consiguientemente de soporte de su Política Exterior y de una mínima credibilidad interna y externa. Reparemos en este detalle: llevamos 40 años demoliendo a las instituciones centrales de nuestra Constitución Nacional.

Es así como en los medios de comunicación los opinólogos hoy hablan de guerra, de miedo, de coraje, de incertidumbre, etc., pero —hasta hoy— no se escucha nada referido a la carencia de un planeamiento estratégico del Estado argentino. No hay previsiones, porque no hubo ni hay Plan Estratégico Nacional alguno. No hay Inteligencia Estratégica porque no hay planeamiento estratégico. ¿Lo sabe nuestra dirigencia? Acaso ¿no ponderábamos a los improvisadores que sacaban un conejo de la galera? ¿Vamos a aprender a no aprender? O seguiremos —porfiadamente— tropezando con la misma piedra. Eso es lo que nos señaló —acertadamente— el Dr. Sanguinetti.

La voz que corre es “busquemos tiempo”. ¿Nos dará tiempo el virus? ¿Para qué es ese tiempo? Sin duda que es para salvar a los “imprevistos” provocados por la ausencia del planeamiento estratégico en el área de la salud. Esos imprevistos NO son una falla del plan, sino de la ausencia del plan.

¿Qué hubiese hecho San Martín en Chacabuco si no hubiese “previsto” una reserva? El Libertador salvó a la batalla, ¡¡¡¡Porque tuvo un Plan!!!!

Repetimos, esto es lo que nos dijo el Dr. Sanguinetti y es lo que aún no entendemos.

A estos imprevistos absolutos que padecemos, debemos agregarles los “imponderables” que siempre aparecen. Estos no son el error de un plan, sino que ocurren… Por ello el previsor —planificador— guarda un as en su manga, una reserva. Pero nosotros no tenemos ni lo uno ni lo otro ahora, cuando nos llegó como al resto del mundo, un imponderable llamado Covid-19.

Los análisis de superficie que escuchamos —varias veces en el día— nos explican que Corea del Norte ¡es una dictadura! y que por ello tienen menos contagios y muertes que Italia o España, que son democracias. Es la natural consecuencia de la “formación” que se les ha dado a nuestros jóvenes en las últimas décadas. El “democratismo”, como todo exceso, trae sus consecuencias.

Lo que diferencia a los orientales de los occidentales, es su CULTURA, no su sistema de gobierno. Aquellos han retenido su antiquísima cultura y nosotros —en Occidente— la hemos relativizado. Ya lo expresamos en 1. Es tiempo de ver en la profundidad para encontrar lo esencial, de lo contrario nos espera el virus. Tengamos en cuenta que nuestros ancestros eran en su mayoría analfabetos, pero eran MUY CULTOS, sus valores eran fuertes y por ello fueron exitosos. Exhibían en sus moharras una frase identificatoria: “Religión o Muerte”.

Toda religión sostiene a una cultura, a una identidad. Éramos hispanos-criollos-católicos y los seguimos siendo, pero hoy aculturizados, con las familias destrozadas, actitudes egoístas y socialmente confundidos, votando a los más corruptos por entender que son los más exitosos. Nuestros valores identitarios fueron relativizados, paso a paso.

Alguien debe gritar, ahora que el susto del virus obliga a prestar atención: “¡ES LA CULTURA, ESTÙPIDOS!” y señalar que nuestra altiva identidad ha sido arrasada por la guerra revolucionaria que comenzó en 1959/60. Es esa guerra que nuestra dirigencia mira, pero no ve. Es el “entrismo” que licuó a nuestros partidos tradicionales y los dejó sin doctrinas ni líderes.

Acaba de aterrizar nuevamente en Ezeiza la Cte. Local de la contraofensiva revolucionaria subcontinental, hoy interrumpida abruptamente por el virus. Regresa —nuevamente— desde La Habana, Cuartel General de la revolución Castro comunista de Iberoamérica en los últimos setenta años. Se nos hace muy difícil suponer que no trae las nuevas directivas para aprovechar la pandemia, en función de los objetivos revolucionarios —momentáneamente contenidos— para regresar cuanto antes a la exitosa maniobra principal: desestabilizar a Piñera y lograr una nueva Constitución chilena.

En la Argentina Ella recuperó el poder, pero tiene que consolidarlo. ¿Quién ignora que Él es Ella? A Tartufo (11) deben llevarlo a la categoría de piloto de tormentas, pues aún tiene que lograr la IMPUNIDAD de Ella, cuanto antes. Para eso ha sido contratado. Hebe ayuda, abriendo la senda: le ha solicitado públicamente a ÉL, la amnistía de los “presos políticos”.

¿Cómo explotarán la situación en curso y la emergente del drama en algunos meses más, cuando se logre controlar al virus? El aparato que retroalimenta al relato —suponemos- debe estar trabajando al máximo en el CELS del “perro”. La narrativa cede frente a los hechos y necesitan recuperar a la opinión pública que empieza a dudar. ¿Cómo lograrán que la verdad no aparezca, aún en la vecindad de la muerte?

¡El microorganismo ha logrado que la Cámpora pida que el Ejército salga a la calle un 24 de marzo! Quienes conocen el entramado de las guerras de 7ma. Generación —y el “perro” lo conoce— son conscientes del peligro que corre —en estos días—- el sostenimiento del relato falaz. Hay que estar atentos al lenguaje de la antropóloga o del rusito, que “tratan” —así lo dicen, ignorando que se auto inculpan— de hacer lo que la Ley manda y hablan de “orden” y de “autoridad”, con la inmediata aclaración de que “harán respetar los derechos humanos”. Además, si fuere verdad que el rusito a pedido, de orden de su jefa, quinientos médicos cubanos para el conurbano, nuestro supuesto cobraría otro valor.

5. Lo que obligadamente deberíamos suponer.

Ella ha regresado y acortará las riendas. Consecuentemente los idiotas útiles deberán hablar mucho más a menudo y con mayor intensidad de la dictadura militar, del genocidio, de los desaparecidos y relacionar esta palabrería simbólica de un lejano pasado, con el virus. El relato falaz debe continuar. La pandemia y su drama deberían servir —como cortina de humo— para lograr la reforma judicial, antes de que cese la cuarentena, si fuere posible. La impunidad y la revolución tienen así una oportunidad inesperada. Un presidente —victorioso frente al coronavirus— debería ser respetado cuando —generosamente— anule juicios “inventados y politizados” y devuelva a sus legítimos dueños bienes incautados por una “justicia venal”. Luego —y recién entonces— Tartufo podría enfermarse y renunciar (12).

La revolución continuaría victoriosa gracias a la pandemia y la impunidad se habría logrado, pues se llegaría a la justicia revolucionaria. La oportunidad de la pregonada reforma constitucional estaría proporcionada por el virus. La revolución estaría asegurada, como en Cuba o Venezuela.

Los voceros de Ella, Aliverti, Giardinelli o Zaffaroni lo anunciaron hace tiempo, aunque nadie haya tomado en serio la advertencia.

Ricardo Auer, una de las pocas mentalidades argentinas formada en criterios geopolíticos, acaba de escribir (13): “Por lo tanto el FMI (EE.UU. y Trump) no están interesados en las hiper ganancias de los ´hedge funs´, sino que su interés primordial es que la alineación nacional de Argentina, no se dispare, vía default, hacia el campo de Rusia, China, Cuba o Venezuela”. La situación económica actual ya nos ha colocado en posición de default. Las condiciones para el “disparo” hacia el otro “campo”, están servidas, gracias al virus. ¿Qué hará Él, que es Ella?

Si fuera necesario, la revolución prolongaría la cuarentena. Sería una fórmula adecuada para evitar la reacción del electorado independiente, pensante y responsable, que es —actualmente— la única alternativa que podría evitar la maniobra revolucionaria encubierta por la pandemia.

La revolución debería actuar solapadamente y con las calles vacías. Las fuerzas del Estado —sin saberlo— serían los agentes de la revolución para la contención social-domiciliaria, mientras se alcanzan los objetivos históricos del castro-comunismo, desde el poder.

¿No es esta la quinta esencia de una estrategia de aproximación indirecta? ¿Esas maniobras que la visión lineal de Occidente NO VE y que lo mantienen de pie, pero dormido?

Más de la mitad de la población, reunida simultáneamente frente a sus respectivas “casas de gobierno”, sería un Cabildo Abierto en capacidad de defenestrar definitivamente al “estado de guerra civil revolucionario” —enquistado en los tres poderes— que nos ha impedido avanzar en las últimas décadas, arrastrándonos a la autodestrucción.

Ella y su can faldero no dejarían de considerar esa probabilidad y para evitarla —en oportunidad— cuentan con millonarios depósitos “para la política”, como lo dijo López —el de los bolsos—. Estemos atentos al “bolu..”, que es el que lleva y trae… y conduce y reparte para los entusiastas idiotas.

Así como existen estúpidos que no entienden que deben respetar el aislamiento durante la cuarentena —como lo vemos a diario—, también existen mentes extraviadas de resentidos sociales —que no vemos en los medios, pero que existen— que explotarían al coronavirus y a la deuda para satisfacer sus fundamentalismos ideológicos y hacer que la Argentina salte el cerco y “dispare al otro campo”, tal como lo han intentado —por todos los medios— en los últimos setenta años.

La viabilidad o inviabilidad de nuestra Patria Argentina en el siglo XXI, está en las manos de aquellos ciudadanos que aún no han sido cooptados por el “progresismo” de cualquier signo y retienen el “buen vivir”, en estos tiempos del coronavirus y de la deuda.

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez. Comandó tropas de llanura, montaña, aerotransportadas y mecanizadas.

 

Citas y fuentes utilizadas en este artículo

(1). H. J. Auel. “La larga guerra civil argentina y el actual estado de guerra civil revolucionario”. 09/07/2013. www.ieeba.org

(2). H. J. Auel. “La dirigencia argentina frente a los desafíos de la Seguridad Nacional en el siglo XXI”. Agosto de 2015. www.ieeba.org

(3). H. J. Auel. “La cultura y la civilización. La guerra: continuidad y cambio”. Diciembre de 2001. www.ieeba.org

(4). H. J. Auel. “Una Segunda Argentina es posible”. Mayo de 2015. www.ieeba.org

(5). A. N. Valiente. “Los anarquistas y la Violencia – Enseñanzas para el siglo XXI”. Abril de 2019. Ed. Círculo Militar. 1884.

(6). H. J. Auel. “El Estado Nacional regional frente a las amenazas estratégicas globalizadas”. Junio de 1998. www.ieeba.org

(7). H. J. Auel. “Alberto Ángel Tartufo Fernández, candidato del Foro de San Pablo”. 10/08/2019. www.ieeba.org

(8). H. J. Auel. “La contraofensiva revolucionaria iberoamericana en el 2019”. 26/11/2019. www.ieeba.org

(9). QBN: Química, Bacteriológica, Nuclear.

(10) H. J. Auel. “Las Claves de la Inseguridad Nacional”. Conferencia en el “Foro de la Ciudad”. Club del Progreso. 18/0//2018. www.ieeba.org

(11) H. J. Auel. “Alberto Ángel “Tartufo” Fernández Candidato del Foro de San Pablo”. 10/’08/2019. www.ieeba.org

(12) H. J. Auel. “La Contraofensiva Revolucionaria Iberoamericana en el 2019”. 26/11/2019. www.ieeba.org

(13) R. Auer. “Tiempo de Definiciones Estratégicas”. 04/03/2020. Infobae Digital.

 

Publicado el 08/04/2020 por el INISEG Instituto Internacional de Estudios en Seguridad Global, https://www.iniseg.es/blog/seguridad/el-pasado-y-presente-de-argentina-proyecciones-y-revolucion-del-coronavirus/

LA BATALLA ENTRE EL CEREBRO Y EL CORAZÓN

Agustín Saavedra Weise*

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay 

Algunos pensadores griegos de la antigüedad —entre ellos el creador de la teoría de los átomos Demócrito y el padre de la medicina Hipócrates— supusieron acertadamente que el cerebro era la sede del pensamiento, la inteligencia y la emoción. En cambio y en claro contraste, para el célebre estagirita Aristóteles el órgano central era el corazón. Y su concepción se convirtió en sabiduría aceptada, dado el elevado prestigio universal que tenía en su época ese gran filósofo.

Es paradójico que siendo Aristóteles la expresión del realismo, haya sido a su vez el promotor del falaz concepto del corazón como fuente de sentimientos. Bien sabemos hoy que el corazón es un órgano del tamaño aproximado de un puño, compuesto de tejido muscular y bombea sangre a todo el cuerpo. La sangre se transporta mediante vasos sanguíneos llamados arterias y venas.

El corazón es una válvula esencial para la vida, un órgano de extrema importancia, pero ciertamente muy por encima está el cerebro, elemento central que dirige el funcionamiento integral del ser humano y el de los animales más primitivos que poseen ese órgano vital. Como se ha comprobado con creces, el cerebro es el principal órgano que controla los movimientos de todo el cuerpo. En los humanos, la ciencia también ha comprobado que el cerebro es responsable del pensamiento, la memoria, las emociones, el habla y el lenguaje.

El punto de vista aristotélico del corazón alcanzó a imponerse hasta bien avanzado el siglo XVI. A partir de entonces el dominio incontrastable del cerebro como órgano número uno pasó a ser indiscutible a nivel científico. Pero está visto que las cosas no son como son, sino como la gente cree que son. A lo largo de siglos el corazón ha sido expresión simbólica máxima del amor, de los sentimientos y hasta de la intuición. Y sigue siéndolo.

“Escucha a tu corazón y no a tu fría mente” se dice inclusive en nuestros días. Y bien sabemos hoy que el corazón es solo una máquina de bombear pero como símbolo sigue imponiéndose; ha logrado su victoria final sobre el cerebro, órgano máximo pero que ha quedado relegado en la mente popular, en la literatura, en la vida en general, como algo frío y abstracto mientras el corazón aglutina amores y sentimientos múltiples. Sabemos que científicamente esto último no es cierto, pero así lo creen los pueblos de todas las latitudes y así se mantiene hasta hoy. En ese sentido, podemos decir que el corazón ganó la batalla de los órganos. El cerebro hace todo pero simulamos —o creemos saber— que el corazón manda en los sentimientos y en la inspiración. Así están las cosas, pese a estos tiempos cibernéticos de inteligencia artificial…

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/la-batalla-entre-el-cerebro-y-el-corazon_245960

RUSIA. HISTORIA E HIPÓTESIS DE CONFLICTOS.

Marcos Kowalski*

Imagen de WikiImages en Pixabay

Para estudiar un país y su proyección geopolítica, en este caso Rusia, debemos comenzar por conocer sus orígenes históricos, las variadas etnias de su pueblo, su clima, su geografía, como elementos de influencia telúrica en sus habitantes, elementos que determinaran su sentido de nación, las amenazas que perciben los rusos hoy y las respuestas que proyectan para contrarrestar las mismas.

El colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, provocó la pérdida de siglos de expansionismo territorial conseguido casi siempre mediante guerras. Por eso el actual presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin se refirió a ese colapso como la mayor de las catástrofes para Rusia; es y fue muy difícil para los rusos asimilar el desmembramiento en diferentes naciones que significó dicho evento.

Para conocer la historia de esta Nación, debemos remontarnos a hacia el siglo VI a. C., con el asentamiento de pueblos eslavos en Europa oriental. Siglos después, tras la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d. C.), estos asentamientos comenzaron a tener relaciones comerciales con Bizancio por un lado y con los pueblos nórdicos, llamados Varegos, de la península de Escandinavia.

En un punto medio entre la civilización bizantina y la escandinava, entre los siglos V y VI se fundó la ciudad de Kiev que sentaría las bases para la construcción del primer Estado eslavo oriental, conocido como la Rus de Kiev. El príncipe varego Oleg de Nóvgorod, unificó a los eslavos en el año 882. Pero recién con la llegada de los misioneros Cirilo y Metodio, fue que gran parte de la población adoptó la fe cristiana de la iglesia ortodoxa de Oriente que imperaba en Bizancio.

Con el bautismo de Vladimiro el Grande, (año 980) la religión cristiana ortodoxa de Oriente se hizo oficial, del nombre Cirilo proviene el actual alfabeto ruso, el alfabeto cirílico. Recordemos que desde entonces y salvo el interregno comunista, hasta hoy Rusia es el país más influyente de la Iglesia Cristiana Ortodoxa.

En 1240 es cuando se produjo la decadencia del rus de Kiev como consecuencia del descubrimiento de nuevas rutas para el comercio y por la invasión de vastos territorios por los pueblos mongoles llamados tártaros, quienes fundaron el Kanato de la Horda de Oro imponiendo el vasallaje en los estados eslavos, haciendo que, por el desplazamiento de estas poblaciones, aparecieran nuevos principados.

Como consecuencia, gran parte de la población eslava, se fue aglomerando en el principado de Moscú (Moscovia) pero no fue hasta la caída del imperio mongol, hacia 1368, que Moscovia adquirió el protagonismo en la región fundando los cimientos del futuro Estado ruso.

Durante el siglo XV, hasta mediados del siglo XVI el principado de Moscovia fue gobernado por diversos príncipes, como Ivan III, quien inició una guerra contra Nóvgorod, otro estado surgido de la disolución de la Rus de Kiev, anexando su territorio. También inició la guerra contra el Kanato de Kazán.

El gobernante que siguió a Iván III, fue Basilio III, que adicionó varios principados hasta entonces autónomos, además de emprender una guerra contra la alianza polaco-lituana y acciones contra el Kanato de Crimea.

El Zarato ruso se fundó en 1547 con Ivan IV el Terrible, quien se proclamó como primer zar (recordemos que zar, proviene de la palabra César) con la intención de convertir a Rusia en un imperio. Iván IV sentó las bases de la expansión rusa hacia Siberia: fue el primer gobernante ruso en cruzar los montes Urales convirtiendo a Rusia en un país euroasiático.

Sus sucesores seguirían conquistando Siberia paulatinamente hasta que en 1613 accedió al poder Miguel I de Rusia, el primer zar de la dinastía Romanov que gobernaría Rusia ininterrumpidamente hasta la primera guerra mundial y la revolución comunista.

De esta dinastía, la Romanov, hay que destacar a Pedro I (Pedro el Grande), quien dio a Rusia el estatus de potencia mundial, propiciando un desarrollo tecnológico y cultural en todas las áreas, con la modernización del ejército y la creación de la fuerza naval rusa y fundando el Imperio ruso en 1721.

Entre los sucesores de Pedro el Grande no podemos omitir destacar a Catalina II (Catalina la Grande), quien venció al Imperio otomano y a la comunidad polaco-lituana; expandió el territorio hasta el mar Negro por el sur y a Europa central por el oeste, llegando a conquistar Alaska, en América, en 1784.

Alejandro I fue quien enfrentó a los ejércitos napoleónicos; aliado de Francia mediante el tratado de Tilsit de 1807, al principio, cuando el pacto fue roto por Napoleón, enfrentó con el ejército ruso a la ”Grande Armé” que tuvo su más desastrosa campaña. La invasión de Rusia en 1812, donde a pesar de haber llegado a Moscú, ante una política de éxodo y destrucción de sus propiedades e incendio de sus campos por los rusos, Napoleón se vio obligado a retirarse en el pantanoso barro del otoño y el terrible invierno ruso. Luego de este triunfo los rusos anexaron Finlandia, Moldavia y parte del gran ducado de Varsovia.

Durante los siguientes gobiernos la expansión rusa continuó hacia Asia central, anexando los territorios de Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán; la expansión de Rusia fue frenada en la guerra de Crimea, donde los británicos apoyaron a los otomanos.

En el aspecto social debemos destacar la reforma emancipadora de 1861 con la abolición de la servidumbre, para muchos marcando el fin del feudalismo en Rusia; pero debemos consignar que el imperio ruso se mantuvo al margen de la denominada primera revolución industrial, quedando retrasado tecnológicamente con relación a las potencias de la época.

Con el advenimiento de Nicolás II, último de los Romanov y último de los zares de Rusia, quien llevó a Rusia a desastrosas campañas militares, como la guerra ruso japonesa de 1905 o el ingreso a la Primera Guerra Mundial, dejando una Rusia devastada y en una profunda crisis social y política.

Ese descontento social, más la promoción externa de algunos líderes marxistas exiliados, hizo surgir las dos revoluciones rusas de 1917, la primera en febrero, que derrocó al zar y formó un gobierno provisional presidido por los “Soviets”, dirigidos por grupos socialistas de extrema izquierda de ideología marxista.

La segunda revolución fue la de octubre, en la que el partido bolchevique, liderado por Lenin, derrocó al gobierno provisional ruso y tomó el poder, fundando la Republica Socialista Federativa Soviética de Rusia. Esto desencadenó la guerra civil rusa, entre el ejército rojo, bolchevique y el movimiento blanco del gobierno; la guerra terminó con una victoria de los bolcheviques.

También como resultado de la misma, se produjo la independencia de Polonia, Finlandia y los Estados Bálticos, además los bolcheviques modifican el nombre por el de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) o Unión Soviética, integrada en primera instancia por doce repúblicas. Tras la muerte de Lenin en 1924, tomó el poder Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, más conocido como Iósif Stalin.

Personaje controversial en la misma Rusia, Stalin, por un lado, llevó a Rusia al estatus de potencia mundial, pero también a costa de la vida de una infinidad de rusos, empleados como esclavos para realizar sus proyectos de obras de infraestructura, además de ser acusado del genocidio de miles de polacos, ucranianos, alemanes prisioneros de guerra, en campos de concentración como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.

La Segunda Guerra Mundial causó a Rusia bajas por aproximadamente 25 millones de personas pero, junto con los denominados aliados, Rusia logró triunfar sobre la Alemania de Hitler.

Previamente a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, en la Conferencia de Yalta se acordó prácticamente la división del mundo en dos grandes zonas de influencia, Alemania sería desmilitarizada y dividida en cuatro zonas de ocupación por parte de la URSS, EEUU, Reino Unido y Francia y estaría sujeta a fuertes reparaciones financieras y perdería la Prusia Oriental y parte de Pomerania.

En la zona de influencia de la URSS quedarían el sector oriental de Alemania —que daría origen a la República Democrática Alemana—, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Yugoslavia. A poco de implementarse esto se dio inicio a la denominada Guerra Fría que se extendió desde 1945 a 1991, cuando se produjo el colapso de la URSS, que se inició con la caída del muro de Berlín en 1989 y siguió con la reunión cumbre de Malta que fue la antesala de la disolución de la URSS.

La Rusia de hoy, que se extiende de oeste a este, es sin dudas un país gigantesco con 17,13 millones de km² y más de 144 millones de habitantes; es un importantísimo protagonista en el escenario geopolítico mundial, posee unos 20.000 kms de fronteras con 16 países limítrofes, 12 de los cuales formaban parte del territorio de la URSS.

La Rusia propiamente dicha se extiende desde San Petersburgo hasta Kazán y Volgogrado, donde reside aproximadamente un 80% de la población rusa; es la zona que más preocupa a los responsables de tomar decisiones políticas para Rusia. Rcordemos sin embargo que el corazón de la Unión Soviética lo componían también otras seis repúblicas, Moldavia, Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Estonia y Letonia.

Es innegable que tener semejante extensión de territorio y 20.000 kms de áreas fronterizas representa un riesgo de seguridad muy importante, aun cuando la geografía rusa le otorga algunas ventajas para protegerse, como la corona de hielo del Ártico que puede disuadir los intentos de una invasión terrestre desde el norte; además, un acercamiento naval a Múrmansk o al puerto de Arcángel resulta muy difícil para cualquier fuerza naval en la actualidad.

De intentar un ataque naval a estos puertos, debería sortearse la brecha de Giuk (Groenlandia, Islandia y Reino Unido) y la brecha del OSO (entre Svalbard y el norte de Noruega) que Rusia puede defender fácilmente mediante el uso de sus submarinos; vale recordar que cuenta con un importante número de estos sistemas de combate y que actualmente está desarrollando drones submarinos como el Poseidón.

Actualmente, las pruebas de submarinos de ataque de nueva generación como el submarino Khabarovsk, (proyecto especial 09851), que es una evolución de los de la clase Borei con capacidad de portar hasta 6 Poseidón, capaces de efectuar ataques nucleares o convencionales según su la misión.

Con un importante componente militar en la península de Kamchatka y en las islas Kuriles, Rusia está en condiciones de reprimir acciones hostiles en los mares de Ojotsk y Japón. Como se puede apreciar, gran parte de las fronteras rusas ofrecen para los rusos una gran ventaja en cualquier enfrentamiento, como el caso de la cordillera de Stanovói y los montes Sayanes en el lejano Oriente.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN o NATO, por sus siglas en inglés) que tiene sus orígenes en la firma del Tratado de Washington de 1949 como respuesta a la Unión Soviética y para prevenir y contrarrestar cualquier acción militar de la misma contra los estados que lo componían, es decir fundamentalmente en el marco de la denominada Guerra Fría.

La contra parte soviética a la NATO era el Pacto de Varsovia, disuelto como resultado de la desintegración soviética, pero en Occidente en lugar de poner fin a la alianza atlántica se la utilizó para su expansión hacia los otrora países bajo la influencia de los soviéticos

Recordemos que Vsévolod Kóchetov dijo en cuanto a la expansión de la NATO que “Occidente en realidad nunca ha luchado contra el marxismo, el comunismo, el totalitarismo, el socialismo soviético, sino que luchó contra el imperio euroasiático de Rusia, sin importar su nombre en diferentes tiempos históricos”.

La presión de la NATO para expandirse a los países del este de Europa y su relación sobre todo con Ucrania en la actualidad, provoca en el espíritu ruso una profunda preocupación. No debemos olvidar los lazos históricos que unen a rusos y a ucranianos, pues Rusia nació en Kiev y después se trasladó a Moscú. Para los rusos Ucrania forma parte de su Patria, son sus hermanos desde siempre.

Tras el colapso soviético, en muchos de estos países se produjeron las llamadas revoluciones de colores, el nombre colectivo que han recibido una serie de movilizaciones políticas en el espacio exsoviético llevadas a cabo contra líderes comunistas acusados de prácticas dictatoriales o de amañar las elecciones o de otras formas de corrupción.

La península de Crimea, siempre fue rusa, hasta que el entonces líder de la URSS, Nikita Jrushchov la regaló a Ucrania en 1954. Por eso Rusia en 2014 volvió a ocuparla en el marco del conflicto ruso-ucraniano que ha tenido varias etapas, conflicto surgido en el año 2014, en el que podemos destacar la mencionada anexión de Crimea a Rusia y la guerra en el Donbáss, que comenzó en el mismo año y que aún continúa.

Crimea significa para Rusia asegurar su presencia en el mar Negro, así como Kaliningrado, la antigua Königsberg prusiana, una ciudad portuaria de Europa oriental perteneciente a la URSS desde 1945. Es una de las principales bases militares del Mar Báltico. Tras la disolución de la URSS y la independencia de Lituania en 1991, el territorio quedó bajo soberanía rusa y le aseguran su permanencia en el mar Báltico.

La zona más complicada para las hipótesis de conflicto de Rusia es la llamada llanura europea, que se extiende desde los Países Bajos hasta los montes Urales, una especie de embudo que se va ensanchando hacia el oeste alcanzando más de 2.000 kms cuando llega a la frontera rusa, convirtiendo dicho límite en una zona expuesta de grandes dimensiones.

El terreno llano de este espacio lo hace de difícil defensa, siendo los tanques de guerra la protección más adecuada para este tipo de terreno. Rusia actualmente cuenta con alrededor de 13.000 tanques de guerra, aun cuando ninguna cantidad de armamento puede defender con eficiencia tan extensa frontera, máxime cuando ese tipo de condición de suelos se extiende por 750 kms hasta la ciudad de Astrakán en el mar Caspio. 

Es esta la llamada brecha de Volgogrado, que es la zona fundamental para la defensa del Estado ruso; si fuerzas enemigas cerraran esta brecha, imposibilitarían el control de Rusia sobre el Cáucaso, el Mar Negro y el Mar Caspio. En ambas guerras mundiales del siglo XX, el ejército alemán intentó cerrar la brecha de Volgogrado y en ambas tentativas la supervivencia de Rusia se vio muy amenazada, incluso hasta mucho después de haber repelido la invasión.

En el pasado, hubo numerosos intentos de llegar a Rusia a través de los países bálticos. Tras el colapso de la URSS estos países cambiaron su enfoque político y se integraron a la posición de Occidente, para contrarrestar la influencia de Rusia.

Algunos, incluso se aliaron con la NATO. Una postura muy preocupante para los rusos, que elaboran hipótesis de conflicto donde incluyen a estos países, en conjunto con la alianza atlántica, mientras avanzan con la aplicación en los mismos de la doctrina elaborada por el Gral. Gerasimov en un intento de retomar su influencia.

Si bien la pérdida de su prevalencia en Europa del este le costó caro a Moscú, tanto política como financieramente al verse obligada a proveer la seguridad de una enorme frontera, contra los mismos ejércitos que entrenó para enfrentarse a Occidente durante el auge de la URSS.

Para minimizar su exposición y aumentar el efecto disuasorio de sus fuerzas, necesita establecer como línea a no sobrepasar por un eventual enemigo el Mar Báltico y los montes Cárpatos en el oeste de Ucrania. Por esa razón para Rusia es muy importante controlar los países bálticos para reducir de esa manera su flanco expuesto en la llanura europea un montón de kilómetros.

La cuestión es avanzar hacia el oeste tanto como puedan; la Europa del este es para Rusia como un gran tablero de ajedrez, donde se debe maximizar la posición de los peones colocándolos estratégicamente para tratar de ganar terreno y salir de la encerrona y frenar los empujes de la NATO, en el convencimiento que cuanto más empuja esta organización, la NATO, hacia el este, más flexible se vuelve su estrategia, pero también aumenta su margen de error.

Los rusos vienen realizando una importantísima inversión en tecnología militar, están impulsando su industria bélica a la que han llevado a una posición de liderazgo en cuanto a tecnología y capacidad, con una inteligente gestión minimizando sus costos mediante la exportación de armamento de última generación. Sin embargo, saben que la utilización del aparato militar es la última alternativa para contrarrestar la influencia de Occidente e invierten en otras técnicas, como cibernética y otras acciones tanto de promoción como comerciales e incluso fomenta intercambios culturales utilizando hasta competencias deportivas en todos los niveles.

Recuperar la influencia, por lo menos de las naciones que componían la URSS parece ser el objetivo hoy de Moscú, con acciones como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) que es una organización político-militar entre varios países de Europa y Asia Central promovido principalmente por Rusia. Son sus Integrantes Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, y por supuesto Rusia.

En el Cáucaso, plantea una situación diferente para el plan de defensa ruso la cordillera del gran Cáucaso, que se extiende desde Sochi por el mar Negro hasta Bakú; le otorga a Rusia una barrera natural para su defensa, sin embrago el norte del Cáucaso que forma parte de la Federación de Rusia, está plagado de movimientos extremistas, donde los rusos aplican los principios de la guerra híbrida para mantener el control.

Para Rusia es imprescindible hacer valer su influencia en las montañas del Cáucaso menor y en el rio Aras, en los límites de Georgia y Armenia y Azerbaiyán, naciones que componen el Cáucaso sur; el control sobre ellas proporcionaría a los rusos resguardo sobre el Cáucaso norte en una línea firme para separar a Rusia de Irán y de Turquía.

Más al este, en el flanco de Asia central, sin lugar a dudas es hoy, con los hechos acaecidos en Afganistán, la frontera más endeble, al este de las montañas de Altái, los picos se reducen a simples colinas, pastizales y praderas, con un persistente viento, las estepas kazajas y pónticas se extienden a través de las fronteras rusas, este terreno es históricamente indefendible. Por eso resulta imprescindible para los rusos volver a controlar el interior de Asia Central.

Rusia está separada de China por el macizo de Altái con cumbres de 4.000 metros, la cordillera de Tian Shan y las montañas de Pamir con elevaciones de más de 7.000 metros, lo que ofrece a ambos países un gran muro de protección para sus respectivas influencias, al igual que el desierto de Karakum, separa el Asia central de Irán.

La rivalidad actual y sus hipótesis de conflicto pueden ser el resultado de las riquezas de un territorio inmenso, riquezas que van desde las vetas de gas natural del mar Caspio, hasta la agrícola del valle de Fergana, otrora explotados por la URSS que, tras el colapso, es ambicionado por potencias extranjeras y una infinidad de organizaciones supranacionales.

De particular importancia es la entrada de China a través de la ruta Belt and Road que proporciona a los Estados de Asia Central un socio alternativo muy atractivo para el desarrollo económico de la región. China está avanzando mediante el uso de tecnología, diplomacia e inversiones. Esta situación pone en riesgo a Rusia de pasar a ser una potencia de segundo nivel en Asia Central.

Rusia sabe que la forma más rentable de mantener su hegemonía es mediante el uso de la doctrina Gerasimov, explotando las diferencias étnicas, la mediación de conflictos, la venta de armamento, los ciberataques allí donde les sea posible y sobre todo explotar los errores y debilidades de sus oponentes, tanto de EEUU como de la NATO.

El 3 de julio de 2021, El actual presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, aprobó la estrategia de la seguridad nacional de Rusia y el documento entró en vigor a partir de la fecha de su firma. Se trata de un documento básico de planificación estratégica que define los intereses nacionales y las prioridades estratégicas del país, así como los objetivos y medidas en el campo de la política interna y externa en aras de fortalecer la seguridad nacional y garantizar el desarrollo sostenible de Rusia a largo plazo.

En este nuevo instrumento se ve reflejada claramente que la estrategia de Defensa de los rusos se basa en la doctrina Gerasimov toda vez que prioriza en el mismo la colaboración cívico-militar, sobre todo en materia de información, ciberguerra, comunicaciones, incluyendo acciones en casi la totalidad de los organismos rusos, incluida la salud pública.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos. 

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