DEMOCRACIA FORMAL O SUSTANCIAL, CIUDADANÍA Y DIGNIDAD

Héctor Melitón Martínez*

Imagen de Felipe Blasco en Pixabay 

“Democracia” es un término polisémico que puede ser abordado desde diferentes ángulos. Sin embargo, su uso más frecuente es el que alude solamente a un régimen político, es decir, a la forma en que se cristaliza el poder del Estado. Podemos señalar, desde el análisis de lo que se ve en esta coyuntura que vivimos, que lo que se promociona y se internaliza en la ciudadanía, desde la política y desde los medios de comunicación, es un sistema político que lo podríamos encuadrar como una democracia incompleta, o de baja intensidad, sistema éste, que se inclina  con mayor énfasis en lo formal, en lo instrumental, pero excluye valores con carga sustantiva, he de aquí que podemos separar, entre  una democracia formal, que parece limitarse a la participación popular solo en el acto eleccionario y una democracia sustancial, la cual se apoya en valores , derechos y obligaciones.

La democracia desde su consolidación, especialmente a partir de la independencia de EEUU, se basó en dos principios que son: la libertad y la igualdad, dos cuestiones que permanentemente se mantuvieron en tensión, ya que la igualdad, siempre entendida como igualdad de oportunidades, igualdad ante la ley, etc., siempre debe estar acompañada por la libertad porque la igualdad sola, simplemente produce un despotismo, un paternalismo, más propios de las autocracias o demagogias. A partir de los años 90, aparece un concepto que acapara lo que entendemos como democracia sustancial, es el concepto de ciudadanía, marcando a partir de esto, una clara diferencia con la democracia formal o incompleta.

Este concepto abarcativo de la democracia sustancial, la ciudadanía, consiste en que se es ciudadano cuando puedo ejercer mis derechos y obligaciones, es decir mis derechos y obligaciones, políticos, civiles y sociales. Hablo de “mis” porque no son otorgados graciosamente por el gobierno, son míos propios por ser un ser humano, y el Estado solo debe limitarse a promocionarlos y mantenerlos, dentro de las posibilidades sustentables.

En resumen, en lo político, poder elegir y ser elegido, en lo que respecta a lo civil, poder ejercer libertades básicas como la de expresión, la de asociación o la ideológica y religiosa, la garantía de la protección de la propiedad privada y otros como el derecho de huelga o sindicalización, etc., todos ellos amparados en la Constitución Nacional y otras normativas que permiten hablar de un Estado de Derecho. Por último y a partir de los períodos de entreguerras en el siglo XX aparecen los derechos sociales como valores dignos de protección, siendo éstos una serie de aspiraciones al bienestar económico y cultural de las naciones. Son estos derechos los más difíciles de ejercer  en nuestro continente y en especial en nuestro país a partir del comienzo del siglo XXI. Es por eso que la mayoría de los ciudadanos argentinos son titulares de derechos subjetivos, pero no todos tienen la posibilidad de ejercerlos, más cuando los índices de pobreza y desocupación alcanzan los guarismos que estamos viviendo en estas épocas.

De aquí viene mi anterior descripción de lo que entiendo por democracia formal y democracia sustantiva relacionada con la condición de ciudadano pleno.

Me he guiado para este análisis de un interesante trabajo realizado por el doctor. en Ciencia Política, Hugo Quiroga[1], en lo que dio a llamar “El difícil ejercicio de la ciudadanía plena” donde desarrolla la necesidad de postular un orden social más justo y equitativo, donde se pueda conectar poder y justicia social. En una realidad como la nuestra donde no todos los ciudadanos pueden ser “ciudadanos de hecho”. La mayoría de los argentinos son titulares de derechos subjetivos, pero no todos tienen la misma posibilidad de su ejercicio, en la situación social y cultural actual tan deficiente, limitan ese ejercicio pleno de ciudadanía.

Esto implica que si los gobiernos solo se ajustan a una democracia formal, entendiendo la democracia como un mero acto eleccionario que legitimen poderes que son casi permanentes para ciertas personas que constituyen élites dirigenciales, tanto políticas como económicas asociadas, los ciudadanos expresarán su rechazo en el acto eleccionario, para proveerse de funcionarios que aseguren un futuro promisorio que modifique la realidad de la decadencia en la cual estamos transitando. Esto sería lo lógico cuando existe educación, valores y cultura cívica.

La amenaza de una sociedad cada vez más inequitativa y desigual, llegando a los extremos que hoy estamos viviendo, no pueden ser contrarrestados desde la óptica de una democracia formal e incompleta como la que la clase política nos presenta, con solo legitimidad procedimental traducida únicamente en el acto eleccionario, mientras asistimos a una creciente falta de un orden justo y en un contexto caracterizado por políticas decadentes y alejadas de la realidad del siglo que vivimos. No es lo mismo respetar reglas procedimentales que gobernar democráticamente, desde un gobierno en el que cada uno de los funcionarios predique con el ejemplo y al que llegaron gracias a sus méritos y no meramente gracias a una relación de amistad o familiar. Por otro lado, la sociedad vería con agrado que en ese marco de igualdad se implementen premios y castigos en función del accionar individual de los ciudadanos.

Los derechos sociales fundamentales, como el trabajo, la educación y la salud vienen y parten indefectiblemente del empleo. Observando las altas tasas de desempleo podemos asegurar que es casi inexistente el disfrute de estos derechos en la gran mayoría de los compatriotas. El trabajo en blanco es la llave que permite disfrutar de la ciudadanía social.

El desempleo estructural existente, inducido por políticas de gobierno cortoplacistas y apuntadas solo a conservar el poder, afectan no solo la ciudadanía social, sino también el ejercicio de otros derechos ciudadanos, como por ejemplo los derechos políticos, logrados en nuestro país con la Ley Sáenz Peña, a principios del siglo XX y la universalización de los mismos lograda posteriormente.

Los excluidos sociales, actualmente, exceden a la figura del hombre sin trabajo y se refleja en una marginalidad profunda que los aleja social y culturalmente de la ciudadanía para ser solo votantes. Creen tener derechos políticos y civiles, pero por sus condiciones de vida quedan afuera de una trama de existencia colectiva.

La discordancia entre una supuesta igualdad política y una real desigualdad social son evidentes y hasta aprovechadas por la clase política, en este dañado sistema que soportamos, procedimental, incompleto, injusto y por sobretodo mezquino.

La autonomía y libre voluntad de los individuos se diluye, en muchos casos, en los excluidos sociales. Lo percibimos en la coyuntura que vivimos, no podemos negarlo; se presiona para obtener un voto, afectando la dignidad de aquellos que por malas políticas, falta de oportunidades o ignorancia (fomentada) los han llevado a una fatalidad inducida por el desempleo, la inflación, la presión impositiva, así como por la falta de educación y la falta de esperanza en un futuro con movilidad social ascendente, la cual supo conocer muy bien la sociedad argentina de otrora.

Todo esto es caldo de cultivo para fundamentar las miserables políticas clientelares tan bien instaladas en la política argentina, actualmente bien a la vista de cualquiera que quiera ver.

La pregunta es: ¿En la soledad del cuarto oscuro, donde se efectiviza el voto, se aprovecha para reflexionar y ser libre o solo dejamos de ser ciudadanos para ser meros votantes guionados y condicionados por promesas que además afectan nuestra dignidad como seres humanos? Este gran interrogante será dilucidado en el corto plazo, pero corremos el riesgo de continuar con esta falacia de esperar que el Estado sea el padre protector; por tanto dejemos de ser menores de edad y pasemos a ser adultos. No con esto pretendo que se desechen planes sociales que son verdaderas redes de contención ante eventualidades sino que no permanezcan eternamente siendo fuente de clientelismo y corrupción, atentando contra la dignidad quienes deben depender de ello, además de destruir la cultura del trabajo, en definitiva una falta de la ¡¡¡Libertad!!!

El gran determinante para que esto cambie, y que no tengamos que ser un país que de ser ejemplo y esperanza para el mundo a fines del siglo XIX y principios del XX, pasamos a estar dentro de los últimos puestos en los indicadores de desarrollo y confiabilidad en estas épocas, son la educación y el ejemplo de las clases dirigentes; son estos uno de los factores principales para este cambio. Se debe erradicar el uso de la política para beneficios individuales o corporativos —uso que ha puesto en práctica esta casta política que excluye a los más capaces— para implementar una política que tenga como finalidad el bien común y la felicidad de cada uno de los ciudadanos de la República.

* Profesor de Grado Universitario y Licenciado en Ciencia Política graduado en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Coronel (R) del Ejército Argentino.

 

Referencia

[1] QUIROGA, Hugo. “El ciudadano y la pregunta por el Estado democrático”, Punto 7, Revista Universitaria Semestral, Año 1998, p. 34 – 36.

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12 DE OCTUBRE

Juan José Santander*

¡Hipócritas y mercachifles! Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón. Estas invectivas e ideas que nos convocan desde el Evangelio se aplican desgraciadamente hoy a tantas actitudes… Y, peor aún, a afirmaciones que sus actores proclaman como incontestables e inapelables.

No hablo como creyente, que bien podría hacerlo, ya que más allá de las respectivas creencias, todas las confesiones comulgan con esos principios. Un fondo de ética común quizá impulsado por las neuronas espejo podría considerarse el origen de este acervo universal en el espacio y en el tiempo de los hombres.

Hipócritas y mercachifles comparten a su vez la trampa y el engaño como instrumentos para hacer progresar los intereses que persiguen.

Y está claro que quien tiene su tesoro arraigado en esos intereses hará que su corazón proclame aquello que los favorece y beneficia.

Colón, en aquella fecha de 1492, no tiene duda al ver en la costa a los primeros indios —que no se llaman así por la India que por entonces no existía sino por la raíz que implica que son de ahí y que comparte con ende— que son seres humanos, al punto que los compara con los canarios, últimos en su mirada en el viejo mundo al emprender su primer viaje: ‘ni negros ni blancos, sino de la color de los canarios’, registra en su diario. No le hizo falta el Papa.

Ese día se produce un vuelco en la historia que conocemos. Si fenicios o vikingos u otros llegaron antes, esa llegada no tuvo consecuencias. La primera globalización registrada se inicia ahí y entonces.

Hipócritas y mercachifles, entonces como ahora, hacen valer sus argumentos para denostarlo y denigrar —palabra discriminatoria, como la expresión ‘leyenda negra’, si las hubo, soslayando la ‘opus nigrum’ tan valorada por los alquimistas, que quizá sabían más—

La epopeya que a partir de ese momento se despliega y cuyos herederos somos, singularmente nosotros hispanoamericanos, indoamericanos, iberoamericanos, latinoamericanos o como quiera que aspiremos a considerarnos o reconocernos.

La estupidez de invocar la cultura heredada —y que, ésa sí, es ‘patrimonio inmaterial, y material, de la humanidad— para utilizar sus categorías —todas del mismo origen referido— en la deconstrucción —término que asimila el pensamiento a los lego— de hechos históricos cuya irremediable consecuencia somos y vivimos, como querría en su vespertino aletear el búho de Minerva al que Hegel alude.

Esa realidad está ahí, y todas las hipocresías, regateos y trueques que empleemos para distorsionarla según la conveniencia de nuestras inanes imaginaciones no la afectan.

No se trata de LA VERDAD sino de la irrevocabilidad de los hechos.

Sin olvidar, volviendo al Evangelio, que el pecado inicial de Lucifer fue la soberbia.

Y que la ignorancia no exime.

Doy gracias al amigo de los Reyes, que afortunadamente también lo es mío, que fiel a su índole de provocador intelectual serial, me ha dado la ocasión para esta rendición de cuentas con la Historia.

 

* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID y de la SAEEG. 

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ORDEN Y CAOS

 Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)

Son puñaladas en la espalda de personas a las que les confiamos el manejo de la Nación.

Años atrás, en una charla con un tuitero, éste sostenía que el freno en el crecimiento y la prosperidad de nuestro país nació con la guerrilla de los ‘70. Las bombas, los secuestros de propietarios de empresas o de sus gerentes generales, los ataques a edificios públicos sumaron a la desazón general, tal cual era el objetivo de los perpetradores. El resultado fue el freno de las inversiones, el retiro de empresas del país y finalmente la caída general del nivel de vida de todos nosotros.

La discusión nació al comparar números macroeconómicos de Argentina, Australia y Canadá. Algunas personas —intencionadas— sostenían que los gráficos reforzaban la idea de que la caída de la economía se generaba en los años cincuenta[1]

A mis ojos, los números decían que las tres habían crecido en paralelo hasta los ‘70. Postulé como hipótesis que la razón de la debacle pudo ser el aumento de los precios del petróleo tras el acuerdo de la OPEP. Ahí es cuando mi amigo retrucó con su hipótesis del daño que produce la conmoción interna.

Lo cual es razonable, porque de eso se trata la guerra de guerrillas. Desgastar al otro. Desestabilizarlo. Desesperarlo. Hay muchos casos de insurgencias similares exitosas. Ejemplos: los súbditos españoles contra el invasor Napoleón (1808-1814); la insurrección irlandesa que terminó con la ocupación inglesa (1171-1937); la que organizó el General Belgrano junto a milicias civiles cuando estuvo al frente del Ejército del Norte. El lector podrá agregar otros casos más.

Recuerdo de mi adolescencia: el tercer tomo de “La Fundación” de Isaac Asimov, donde se describen las acciones de insurgentes para voltear al gobierno con una serie de atentados planificados. Bombas en acueductos, centrales eléctricas, nodos comunicacionales, medios de transporte. La aleatoriedad de los mismos hace imposible para las autoridades prevenirlos. Un deterioro permanente que consume recursos materiales (reconstrucción, policiales-preventivos) y la energía mental de los dirigentes. 

Hemos sido testigos de un caos provocado: la “Primavera Árabe”, tan promocionada por la prensa norteamericana. Sublevaciones supuestamente espontáneas en todo el norte de África, en los países proveedores de petróleo a Europa. En algunos casos, como en Marruecos, pudieron retener el poder, probablemente por el auxilio de las autoridades españolas. En el resto sólo hubo conmoción, destrucción e inestabilidad.

En Libia se financió la ruptura del país en territorios dominados por distintas tribus, que se peleaban entre sí para ver cuál vendía el petróleo más barato; además de tomar como negocios colaterales el tráfico de personas y armas. Muerta quedó la mano férrea que negociaba frente a las compañías petroleras[2] [3].

Más dura fue la situación en la costa este del Mediterráneo con la irrupción de ISIS y del Estado Islámico, nacidos de la nada, casi casi como si hubieran sido una creación de la Secretaría de Estado de los EEUU. Hostigaron un Estado soberano. Destruyeron edificios, maquinaria, comercios, inventarios, viviendas, camiones, automóviles; desposeyeron, en meses y en forma masiva, a millones de familias que pasaron de tener un buen pasar a la nada. Dueños de hoteles a indigentes en un instante. Familia con trabajo y vivienda a caminantes sin comida, sin techo y sin destino. Una destrucción masiva de capital, premeditada y alevosa. Al mismo tiempo le quitaron financiación al gobierno sirio, al perder éste control de los pozos de petróleo y oleoductos y obligarlos a gigantescos gastos en armamento. Como si estos agravios no alcanzaran, las potencias desvistieron a Siria de su capital humano. Cientos de miles de médicos, mecánicos, farmacéuticos, cocineros, albañiles, operarios especializados, sastres, maestros perecieron o engrosaron las huestes migrantes. Solo faltaba que el gobierno de EEUU dijera “Delenda Siria”.

Economía

Todo lo dicho hasta acá es ajeno a la ciencia económica. Voy a tratar de explicar cómo un proceso de caos, fortuito o provocado, afecta la prosperidad de un país. Los procesos caóticos pueden ser diseñados desde una potencia extranjera con el fin de debilitar a un país. En general, de ser espontáneos, son rápidamente reprimidos.

El capital físico o intangible de un país está en propiedad del Estado, de las empresas, de las familias y de las organizaciones civiles, en forma de máquinas, edificios, enseres personales, patentes, registros de propiedad inmobiliaria.

El capital humano es el conjunto de saberes, que puede ser desde una profesión (traumatólogo) al arte de saber hacer pasta frola, tocar una chacarera en violín o fabricar bombos, (como sucede en Santiago del Estero) o ser maestro en Taekwondo (Sebastian Crismanich).

Voy a la parte de capital físico. Es generador y acumulador de riqueza. Puede estar constituido por grandes maquinarias o pequeñas. Ejemplo de grandes instalaciones: hornos de acerías o de aluminio, máquinas industriales para hilar y tejer, destilerías de vino, espumante, cerveza, whiskey como hay en todo el país, máquinas y hornos para ladrillos, camiones, autos utilitarios; no sólo máquinas, sino edificios como comercios, depósitos, hangares, fábricas. Pero hay capital físico de menor cuantía que genera riqueza, tan preciado como el anterior. Por ejemplo una olla gastronómica, una máquina para amasar (sobadora), hornos gastronómicos, mesas, sillas, máquinas pulidoras de pisos, cocinas, parrillas, soldadora, torno, herramientas en general. Todo ello es necesario para una actividad tan simple como alimentar a un grupo de personas, o reparar una vivienda. En bienes rurales tenemos acequias, graneros, aguadas, molinos, alambradas, maquinaria agrícola, pozos, tanques australianos, animales, genética, semillas.

El mismo bien puede ser capital para diferentes unidades económicas. Una olla gastronómica es útil para un restaurant, un club de barrio, un merendero o el ejército.

Después hay bienes del Estado o de empresas con concesiones estatales: usinas eléctricas (termo, hidro, nucleares), caminos, vías férreas, puertos, tendido eléctrico, gasoductos, estaciones. Existen otros bienes para brindar servicios públicos, como edificios para juzgados, escuelas, regimientos, comisarías, registros civiles.

Todo lo enumerado y más permite crear riqueza y bienestar. Que una familia posea su casa no es estrictamente capital (según la academia), pero le genera prosperidad a la familia que vive en ella. Mejora sus condiciones de vida (respecto del umbral de dormir a la intemperie) y se ahorra el costo del alquiler, lo que le aumenta sus disponibilidades para otros destinos.

La combinación de saberes y trabajo, derechos legales (como patentes o propiedad inmobiliaria) y capital físico entre los distintos agentes (familias, empresas, estado, asociaciones civiles) es lo que genera riqueza día a día, mes a mes, año a año. En vocabulario económico: el producto bruto de un país.

Para que el producto de un año, esto es el conjunto de bienes y servicios creados en un país, sea igual al del año anterior, debe contar con el mismo capital con el que contaba un año atrás y con la misma fuerza laboral.

Ahora bien, el capital se desgasta. Se deben hacer tareas de mantenimiento preventivo y reconstitutivo de maquinaria e instalaciones, reemplazar cubiertas de rodados, comprar maquinaria y herramientas en lugar de las que no dan más, etc. Doy dos ejemplos. Si la vida útil de un camión es de cinco años, y tengo una flota de 20 unidades, todos los años debo comprar 4 unidades y desechar las 4 más viejas si es que quiero mantener la vida promedio del conjunto. En bienes públicos, si las paredes de las aulas de escuelas y colegios secundarios deben pintarse cada cinco años, todos los años debo tratar el 20% de las mismas durante los recesos escolares. Caso contrario el estado edilicio de los edificios educativos se deteriora.

En cuanto al capital humano sucede lo mismo. Todos los años se jubilan odontólogos. Se deben formar profesionales todo el tiempo para mantener el plantel nacional.

Por lo tanto, para mantener el capital de un país debo invertir el equivalente al desgaste natural todos los años. Según cálculos más o menos precisos, se debe reinvertir el 20% del PBI para mantener el stock del capital.

PBI per cápita

Este indicador es un simple coeficiente donde divido lo producido entre el total de la población.

Como la población (el cociente de esta ecuación) crece en nuestro país al 1,17% anual, el producto debe aumentar en igual proporción para que la cuotaparte de cada uno de nosotros permanezca constante. Dicho en criollo, el PBI debe crecer un 1,17% anual para que todos seamos el año próximo tan pobres como éste. Caso contrario seremos más crotos aún. Esto es lo que ha sucedido en Argentina en los últimos diez años.

¿Por qué no crecemos?

Porque el país no reinvierte su producto. El Estado gasta los impuestos en destinos diferentes a mantener o aumentar el patrimonio intangible o físico del país; al mismo tiempo le quita a los privados cantidades ingentes que impide a su vez las empresas reinviertan, o no lo suficiente. Las familias no cuentan con excedentes para independizarse (instalar un taller o comercio) o mejorar su patrimonio inmobiliario.

Una de las razones es el nivel de corrupción. El Estado le succiona a los privados (familias y empresas) el 50% de su producción. Con ese dinero, una parte el Estado la gasta en sueldos y pensiones, pero el resto va a pagarle a los proveedores del Estado. De ese dinero, una parte vuelve a los funcionarios públicos en forma de sobornos y otra va a ganancias extraordinarias de los contratistas amigos del poder. En ambos casos, funcionarios y proveedores venales, convierten en dólares sus ganancias extraordinarias, las cuales sacan del país[4].

De una manera u otra, ese dinero producido por las familias y las empresas es sacado del circuito económico, no es reinvertido como capital, ni público ni privado[5].

Por lo que no la corrupción, pero sí la corrupción desmedida, es una de las razones de la pauperización permanente de nuestro país en el siglo XXI[6].

Ahora bien, no es la codicia la que hace que el país no crezca, sino la desmesura. Al no dejar en el circuito económico el dinero suficiente para reinvertir al menos el 20% del PBI, el stock de capital decrece. No hay plata para aumentar inventarios o cambiar la máquina o las cubiertas porque gran parte de la facturación se va en impuestos. Las familias no pueden comprarse una casa porque del magro sueldo la mitad va al Estado (para que éste le pague a Roggio, Báez o Lascurain).

SXX y SXXI

Durante el siglo XX el Estado nos costaba 25% del PBI. Con eso el Estado edificó escuelas, comisarías, regimientos, universidades, Chocón Cerros Colorados, Zárate Brazo Largo, puertos, silos, carreteras, juzgados, hospitales, redes de distribución de luz y gas, pertrechó a las FFAA. Eso en cuanto a las inversiones.

Además pagó salarios, jubilaciones y compró resmas de papel, uniformes, medicamentos, bombitas de luz, como gastos. Todo eso lo pudo hacer con el 25% de lo que producíamos ¡durante un siglo!

Pero lo más interesante es que a la población le quedaba libre de polvo y paja el 75% del PBI. Esa cantidad ingente de dinero en manos particulares durante un siglo permitió la creación de comercios, talleres, oficinas, consultorios médicos y odontológicos, empresas pequeñas, medianas y grandes, fábricas, hoteles, hosterías, empresas de transporte. Las familias podían hacerse su vivienda, comprarse un autito y a veces, hacer una casita en Mar de Ajó. Esto es, permitió acumulación de capital en personas y en empresas.

Ese 25% que pasó de manos —que en el SXX estaba en manos de las familias y ahora está en manos de funcionarios públicos—, equivale al aumento del costo del Estado.

Estas mayores disponibilidades presupuestarias por parte de los gobiernos no se tradujeron ni en mayores inversiones públicas ni en mejores servicios, sino que fue a parar —previo paso por la AFIP y el Tesoro Nacional— a las manos de los amigos del poder y de los funcionarios.

En resumen, el 25% del PBI anual que antes disponían las familias, ahora lo tienen los funcionarios y los amigos del poder. Ahí está la raíz de la pobreza.

Si funcionarios y “amigos empresarios” reinvirtieran en Argentina lo defraudado al Estado, lo que habría es una concentración de capital, pero no pérdida de riqueza. El país crecería, pero los dueños de las cosas serían diez personas, en lugar de la población despojada del 25% del PBI.

Funcionarios corruptos y amigos del poder no ponen fábricas o comercios sino que atesoran el dinero robado. Es dinero que se saca del circuito de la economía. Al no reinvertirse, decrece el capital: somos cada vez más pobres. EQUILIBRIO INESTABLE.

Guerra de guerrillas

La destrucción del capital de un pueblo puede darse por razones naturales. Un terremoto, ceniza de un volcán (la última vez mató majadas enteras en la Patagonia).

O por acción humana. Una es la guerra de guerrillas, como nos sucedió en los ‘70 o le sucedió hace poco a Siria. Nadie quiere invertir si un día hay una bomba en un oleoducto y al siguiente en una estación transformadora.

Pero nosotros estamos hoy en otra situación. En un drenaje permanente del fruto de nuestro trabajo y de nuestro capital, para ser sacado del país[7].

Lo natural en el ser humano es invertir. En sí mismo, en educación, hacer deportes, tener cosas que hacen a su confort. Una empresa desea expandirse, mejorar, ganar más. No es natural no invertir. Eso sucede en situaciones excepcionales, como en casos de guerra o conmoción interna. O como ahora, que estamos en una guerra de desgaste la élite que gobierna contra nosotros, los habitantes de la Nación.

Lo peor es la traición. No son los dueños del Frigorífico Anglo, los hermanos Vestey en los tiempos de De la Torre, que evaden impuestos. No. Son puñaladas en la espalda de personas a las que les confiamos el manejo de la Nación.

Propuesta

Que el nivel impositivo del país vuelva al nivel histórico del 25%.

O mejor dicho, que los argentinos volvamos a recibir el 75% de nuestro esfuerzo.

Entonces nuevamente la gente volverá a hacerse su casa, ponerse su taller, mandar a su hija a estudiar veterinaria a La Plata o sistemas a la UTN. Las empresas podrán invertir en nuevos negocios y acrecentar los existentes, no como hoy, que sólo lo hacen los que tenga alguna protección del poder: aquellos por los cuales De Mendiguren pide alguna franquicia.

Caos

Si alguien duda del daño del caos, basta ver la destrucción del microcentro de la ciudad de Buenos Aires luego de 20 años de manifestaciones intermitentes.

Y por último, dejo acá el concepto de Curtis Yarvin: el caos es funcional a la élite que nos gobierna, nunca a las personas del común, que necesitamos orden para prosperar. Quienes provocan caos, por lo tanto, asisten a los poderosos en doblegar a los habitantes que sólo buscan trabajar, estudiar y ser felices[8].

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencias

[1] Los que presentaron esta teoría hacían recaer la responsabilidad en el gobierno del General Perón (1946-1955) y no en la ley de autoabastecimiento alimentario de la Comunidad Económica Europea impuesta en la misma época.

[2] Algunas de las notas de Restaurar sobre los problemas en Siria:

Siria: una simplificada hoja de ruta, http://restaurarg.blogspot.com/2018/04/siria-una-simplificada-hoja-de-ruta_23.html

Una mirada al mundo y sus conflictos, http://restaurarg.blogspot.com/2020/05/una-mirada-al-mundo-y-sus-conflictos.html 

Siria 1, http://restaurarg.blogspot.com/2017/05/siria-1.html

Siria 3, http://restaurarg.blogspot.com/2017/05/siria-3.html

Siria 4, http://restaurarg.blogspot.com/2017/05/siria-4.html

Siria 4 última parte, http://restaurarg.blogspot.com/2017/06/siria-4-ultima-parte.html

Siria 6, http://restaurarg.blogspot.com/2017/07/siria-5-la-post-guerra.html

El nada misterioso origen del Estado Islámico, http://restaurarg.blogspot.com/2017/05/el-nada-misterioso-origen-del-estado.html

El mercado humano del ISIS, http://restaurarg.blogspot.com/2017/06/el-mercado-humano-del-isis.html

Todo lo que le queda a ISIS es plata. Montones, http://restaurarg.blogspot.com/2019/03/todo-lo-que-le-queda-isis-es-plata.html

La guerra cercana, http://restaurarg.blogspot.com/2020/10/la-guerra-cercana.html

Ante el temor, la locura, http://restaurarg.blogspot.com/2018/10/ante-el-temor-la-locura.html

Los kurdos fueron traicionados por Occidente, http://restaurarg.blogspot.com/2019/10/los-kurdos-fueron-traicionados-por.html

Libia – otro fracaso de la UE, http://restaurarg.blogspot.com/2018/09/libia-otro-fracaso-de-la-ue.html

[3] Sospecho que el modelo que quieren aplicar acá es el libio.

[4] Ejemplos son los “constructores” Wagner, con compras inmobiliarias millonarias en Punta del Este, o Lascurain condenado en primera instancia por defraudar al Estado. Y la lista de funcionarios procesados y algunos condenados, es larga.

[5] El Mecanismo, http://iris-speroni.blogspot.com/2018/08/el-mecanismo.html 

El dinero de la corrupción nunca vuelve, http://iris-speroni.blogspot.com/2018/09/el-dinero-de-la-corrupcion-nunca-vuelve.html 

Atesorar, http://restaurarg.blogspot.com/2020/10/atesorar.html

[6] Apenas asumió Macri autorizó una partida de 500 millones de dólares para Roggio y para sí. Esto es once dólares por habitante, cuarenta y cuatro por familia. No fueron Roggio y Macri de la mano casa por casa y pidieron 44 dólares cada vez que tocaban el timbre, hasta alcanzar la cifra. No. Usaron al estado para quitarle dinero a unos ciudadanos y dárselo a otros (a ellos). Tomaron la recaudación de la AFIP y se la guardaron. Éste es el mecanismo de despojo permanente. No importa si son las obras de Báez y López o las de Macri y Roggio.

[7] El Estado croupier, http://restaurarg.blogspot.com/2019/09/el-estado-croupier.html

[8] Volvemos siempre al punto de partida: es la élite contra nosotros.

Artículo publicado originalmente el 09/10/2021 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2021/10/orden-y-caos.html 

Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales

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