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PROYECCIÓN GEOESTRATÉGICA DE SINGAPUR HACIA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Enna Viant Valdés* – Ruvislei González Saez**

Introducción

Singapur, pequeño Estado del Sudeste Asiático ha devenido en un importante actor que ha desarrollado una política exterior activa desde su independencia y ha logrado posicionarse tanto a nivel regional como global. En la búsqueda de nuevos espacios para la ampliación de sus relaciones político-diplomáticas, económicas y científico-técnicas, ha tenido una proyección estratégica dirigida a profundizar los vínculos con América Latina y el Caribe (ALC). Para ello, aprovecha sus ventajas comparativas y competitividad basado en indicadores económicos-comerciales, tecnología, innovación y finanzas.

Estratégicamente ubicado en el corazón de Asia, Singapur está justo en el centro de los principales flujos comerciales de la región asiática y se consolida aún más su importante posición en el comercio, las finanzas mundiales y la conectividad. La ciudad-Estado posee una estabilidad política y fuerte liderazgo, con el Partido de Acción Popular (PAP) en el poder por más de 40 años desde la independencia, el cual ejerce gran influencia. Ello permite también desplegar una dinámica política exterior, especialmente en su entorno más inmediato en el marco de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y proyectarse hacia otras áreas, particularmente hacia ALC.

El referido actor del Sudeste de Asia, ha sido sede del secretariado del Foro Económico Asia Pacífico (APEC) que involucra a naciones de Asia y las Américas, a la vez forma parte del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), de la Cumbre de Asia Oriental y de la Mancomunidad de Naciones. Su rápido desarrollo le ha llevado a tener una influencia importante en los asuntos internacionales. En ese sentido, políticamente es un actor relevante para el diálogo con terceros, ejemplo de ello han sido las conversaciones entre la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y Estados Unidos (EE.UU.), en el 2018, entre otras.

Singapur, desde muy temprano en los años setenta del siglo pasado aumentó su proyección hacia ALC, particularmente con los países conocidos como América Latina-Bloque de seis estados (Zaini, y Mohad Mahadee, 2016, 832), ha aprovechado sus relaciones, numerosos acuerdos económicos y su posición estratégica clave para servir de puente entre las dos áreas[1]. La nación asiática se ha propuesto ampliar su presencia en el escenario internacional con la función principal de desarrollar la internacionalización de las empresas locales, no sólo desde el punto de vista comercial, sino que también ha promovido la inversión de sus compañías en el extranjero. El sector de los servicios se ha convertido en determinante.

En su interés por la región, la nación asiática ha priorizado los vínculos con Argentina, Brasil, Colombia, México (International Enterprise, 2020) y se propone como puente hacia el Sudeste Asiático, debido a su posición de liderazgo como centro financiero y de negocios, al igual que en el área de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) (Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques, 2017, 11). Entre los primeros mecanismos de acercamiento bilateral y birregional, estuvo el Foro de Cooperación América Latina-Asia del Este (FOCALAE), creado por iniciativa de Chile y Singapur en 1999.

A la vez, Singapur se propuso fortalecer los lazos birregionales a través de la promoción de las relaciones de la ASEAN con el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y con la Alianza del Pacífico (AP); pero de manera bilateral, se planteó tener una relación más estrecha con esta última, por lo que pasó de la posición de Observador en 2014, a Estado Asociado. A la vez, en el propio año, el gobierno singapurense acreditó un representante plenipotenciario ante la Comunidad del Caribe (CARICOM).

La firma de Tratados de Libre Comercio (TLC) con Costa Rica, Panamá, Perú, y la membrecía compartida de este último, junto con Chile y México como socios en el Acuerdo Integral y Progresivo de Asociación Transpacífica (CPTPP), perfila un diseño de acciones que sustentan las relaciones económicas, entre otras dimensiones, construidas de forma paulatina. Se aprecia, por otra parte, una extensión de las conexiones en otras áreas, tales como la ciencia, la tecnología y la educación. (Ministerio de Relaciones Exteriores de Singapur MFA, 2013).

Las relaciones políticas y diplomáticas de Singapur con América Latina y el Caribe

La diplomacia, considerada una herramienta de la política exterior singapurense, ha desempeñado un rol relevante para el impulso y ampliación de su reconocimiento internacional, donde se conjugan los intereses políticos y económicos. En esa línea, las relaciones de Singapur con ALC comenzaron gradualmente a ampliarse en un período posterior a los años setenta del siglo XX tras su independencia. Las relaciones diplomáticas de Singapur con América Latina y el Caribe, se podrían ubicar en tres momentos:

  1. El período 1965-1990 donde la mayoría de los países latinoamericanos y nuevos actores caribeños iniciaron sus lazos. Constituyó un reconocimiento a la independencia alcanzada, pero también el deseo de cultivar otro tipo de relaciones. Coincidió con algunos actores regionales que poseen relaciones económicas más activas y determinadas misiones con presencia física en Singapur: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, México, Panamá, Perú, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
  2. Entre 1990-2000 donde Paraguay, Surinam, Guatemala, Ecuador, Nicaragua y Cuba, formalizaron los vínculos y se abrió a otros países del Caribe con los casos de Barbados, Belice, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas así como San Cristóbal y Nieves.
  3. A partir del 2000 hasta el presente, donde se establecen vínculos más extensos con el resto del Caribe, en particular con Antigua y Barbuda, Bahamas, Dominica, Guyana, Haití y República Dominicana.

La profundización de los vínculos con los países del área en la década de los años setenta y ochenta del pasado siglo se fue desarrollando mediante el diálogo político y el interés económico, así como, mediante la participación en mecanismos como la Comisión Económica de la Cuenca del Pacífico y posteriormente la APEC. Los tipos de gobiernos en esos años en Sudamérica, alineados con Estados Unidos y con posiciones anticomunistas incidieron en el acercamiento con Singapur, que mantenía similar enfoque en ese entonces.

En la actualidad se encuentran acreditadas en Singapur solo diez embajadas de la región en este país: Argentina, Costa Rica, Cuba, Brasil, Chile, Colombia, México, Panamá, Perú y Venezuela. De igual modo Bahamas, Barbados, Belice, Jamaica, Uruguay y San Vicente y las Granadinas tienen consulados abiertos, los dos últimos con Cónsules Honorarios. Por otra parte, en la mencionada región, Singapur dispone físicamente solo de una misión diplomática en Brasil, al frente de la cual tiene un Encargado de Negocios a.i., mientras en cinco países tiene designados embajadores no residentes, quienes cubren seis naciones (MFA, 2019)[2]. En este aspecto, le aventajan sus socios regionales del Sudeste de Asia tales como Malasia, Tailandia, Indonesia, Filipinas y Vietnam, cuya representación y actividad político-diplomática en países acreditados es más amplia en la región ALC[3].

En el período 2015-2019 la tendencia general en los contactos a nivel de cancillerías, fue más activa con Argentina, Brasil (con cinco delegaciones cada una); en general Cuba con seis, esta última con el nivel más alto de Viceprimer ministro, junto a las de México y Panamá en relación con los mencionados países. Por su parte, se registran relevantes visitas presidenciales y del Primer Ministro de Singapur a México en el año 2016 y 2019 respectivamente, mientras que en el año 2016 lo hizo el Presidente panameño a Singapur. En el caso de la región del Caribe además de Cuba, en el período 2015-2019, quedó registrada la visita del premier de Jamaica en el año 2017 (Ministerio de Relaciones Exteriores de Singapur, 2019).

Al establecer correlaciones entre los vínculos económicos y políticos, son significativas las relaciones diplomáticas establecidas en los años 70 y comienzos de los 80 del pasado siglo con Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, que se mantienen en el núcleo de las relaciones actuales. Vale apuntar que, además de los intercambios referidos, también han adoptado modalidades vinculadas con una proactiva diplomacia multilateral, en la cual se han aprovechado para sostener encuentros al margen de estos y llegar a acuerdos e importantes consensos, de carácter bilateral o con grupos de países en organizaciones o mecanismos establecidos, lo cual dimensiona el valor y proyección de los contactos.

La diplomacia de Singapur ha trabajado intensamente el tema bilateral, no solo para las cuestiones económicas, prioridad de la política exterior, sino también las políticas multilaterales, entre ellos la búsqueda de apoyos para el acceso a candidaturas en organizaciones e instituciones donde se debaten prioridades de su política exterior.

Un aspecto que marca un hito superior en las relaciones político – diplomáticas descansa en los mecanismos establecidos entre los respectivos Ministerios de Relaciones Exteriores. Particularmente México, estableció el Mecanismo de Consultas Políticas en 1997. La Secretaría de Relaciones Exteriores propugnaba en la primera década del 2000, un mayor acercamiento político con los países del Sudeste asiático, debido a su creciente importancia geopolítica en Asia – Pacífico, y al aumento de su relevancia económica a nivel mundial.

Asimismo, se propuso celebrar encuentros de alto nivel en diversos foros multilaterales para encauzar el fortalecimiento de lazos bilaterales y “consolidar el diálogo político con Singapur” (SREM, 2012, págs.10 – 55; SREM, 2018). A tales efectos, el canciller singapurense realizó la primera visita de un titular de este tipo a México en 2014 y desde el 2013 – 2016 tuvieron lugar las reuniones anuales del mecanismo de consultas políticas bilaterales México – Singapur con sede alterna en ambas capitales, eventos que han tenido una progresión notable con las visitas de alto nivel del entonces presidente Tony Tan Keng Yam en el 2016 y el premier Lee Hsien Loong en el 2019 a México, ambas por vez primera. Singapur se identifica como el instrumento efectivo de la estrategia hacia la ASEAN (Granguillhome y col, 2016, 14).

Con Cuba, existe un diálogo político de alto nivel, que ha tenido lugar alternadamente en ambas capitales y manifestado en el intercambio de delegaciones de cancilleres en 2010 y 2015, la celebración de cuatro reuniones, entre las respectivas cancillerías, de ellos el IV Diálogo en el 2017, y la visita del entonces viceprimer ministro Roberto Morales Ojeda a Singapur en 2019, entre los más sobresalientes, además de intercambios en otros foros. La potenciación de las relaciones de cooperación bilateral ha sido uno de los aspectos que ha estado en el centro de los intercambios, lo cual favorece la apertura oficial de la embajada cubana en Singapur en noviembre de 2016 (Cubaminrex, 2016).

Por su parte, Brasil ha estado muy interesado en la continuación del diálogo político regular de alto nivel con intercambios más frecuentes y activos entre los respectivos ministerios y agencias, para desarrollar aun más las relaciones bilaterales, lo cual quedó plasmado en la declaración conjunta rubricada tras la visita oficial del canciller brasilero Nunes Ferreira a Singapur en mayo de 2018. De hecho, excepto en el 2016, hubo intercambios oficiales de visitas ministeriales en ambos sentidos desde el 2015 – 2019, aunque hubo otros escenarios internacionales donde se han desarrollado los contactos.

En el plano propiamente bilateral, las relaciones de Argentina con Singapur “vencieron la inercia ya entrada la década de 2010”. En agosto de 2011 fue firmado el Memorándum de Entendimiento sobre Consultas Políticas que en marzo del 2014 tuvo en Singapur la primera reunión bilateral, continuada en el 2017. Un avance significativo fue la reapertura de su embajada en Singapur en este último año, lo cual fue estimulado en contactos previos y posteriores entre cancillerías en diferentes escenarios. Las consultas han servido para promover no solo el comercio e inversiones, sino en materia de cooperación técnica, como energías y tecnología, y educativa-cultural, entre otros ámbitos de interés común, incluyendo la coordinación entre ambos países en diversos foros multilaterales.

En este caso, se apuntalan los intereses políticos en función del fortalecimiento bilateral y el afianzamiento de coaliciones económico comerciales, en particular al propiciar un mayor acercamiento entre el MERCOSUR y la ASEAN a través de Singapur, extendida además a otras organizaciones regionales como la Asociación Económica Regional Integral (RCEP), FOCALAE, la AP y en sentido general ampliar la presencia argentina en los países del llamado Indo-Pacífico (Ramoneda, 2019, 25-26).

Proyección geoestratégica bilateral de Singapur hacia América Latina y el Caribe

Aprovechando el adelanto de un grupo de países que fomentaron la apertura, la ciudad-Estado avanzó los vínculos económicos y cooperación tecnológica, para incentivar un acercamiento político con las naciones del área. Pudiera decirse que Singapur intentó favorecer la “geopolítica de la integración” en las naciones de la AP para incidir en su posicionamiento regional, frente a varios de sus vecinos competidores del Sudeste Asiático. Incluso una de las variables utilizadas, ha sido las exportaciones de armamentos.

En la mencionada variable de exportación, Singapur avanza sin preocupación en ALC, aunque muchas veces pasa desapercibido, a partir de los vínculos con Estados Unidos. Sin llegar a ser un aliado de la nación norteamericana, es un socio clave mediante el Acuerdo de Sistema de Seguridad de 2005, expandido mediante el Acuerdo de Cooperación de Defensa Estados Unidos-Singapur de 2015. En este escenario, se ha convertido en el segundo exportador de municiones del Sudeste Asiático después de Filipinas hacia ALC. Los países receptores son principalmente de Centroamérica, como Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Ecuador (Sudamérica). En ese sentido, la ST Land Systems, constituye la empresa singapurense de referencia del sector, incluyendo los temas del ciberespacio (Picard y col, 2019, 55).

Se aprecia la evolución de los pilares de la política exterior singapurense, expresado en el reforzamiento de la defensa de su política de liberalización del comercio y las finanzas y en consecuencia las alianzas bilaterales, así como la profundización de las relaciones en nuevos nichos de mercados, que, si bien han propiciado un crecimiento económico, difieren de la concepción de desarrollo más integral. Ello en parte está relacionado con los problemas estructurales de las economías de ALC, así como a las asimetrías en esas interacciones.

No es casual el interés de Singapur en determinados países de la costa del Pacífico, es decir, México, Chile, Perú y Colombia, aunque también de Brasil y Argentina. El mayor volumen de negocios está en esta parte y los que comparten a su vez, en su gran mayoría una concepción de visión hacia la región asiática. En el marco de la Cuarta Revolución Industrial se abren potencialidades para Singapur como un actor relevante de tecnología y que puede posicionarse a mayor velocidad, antes que varios de sus vecinos Malasia, Tailandia, Indonesia o Vietnam en esta parte del mundo. Mientras por el otro lado, evita generar cualquier choque con grandes actores asiáticos como China, Japón o Corea del Sur.

Al analizar el comercio intrarregional por grandes sectores y los destinos finales del valor agregado, es posible observar que hay una importante proporción del comercio que incluye valor agregado de otras manufacturas (incluye productos de las industrias química y petroquímica, de caucho y plástico, metales y sus productos derivados, maquinarias eléctricas y no eléctricas, vehículos y otros equipos de transporte, entre otros) y de servicios. En cuanto al origen del valor agregado exportado por sector transformador en bienes, se evidencia el predominio de los productos primarios (agricultura, ganadería, caza y pesca, y minerales) por sobre las manufacturas basadas en recursos naturales (metales elaborados, madera y muebles, y textiles y confecciones). La mayor parte de los productos transformados, de tipo primario y de las manufacturas basadas en recursos naturales de ALC tienen como destino principal Asia-Pacífico, región a la que pertenece Singapur. 

Relaciones comerciales Singapur-América Latina y el Caribe

Dentro del Sudeste de Asia, la ciudad-Estado mantiene un liderazgo con tendencia sostenida en el tiempo. En este último caso, al relacionar aspectos de los vínculos bilaterales políticos con los económicos, se aprecia que el núcleo descansa en los países con los que se ha desarrollado una mayor actividad diplomática y estrategias económicas, si se exceptúa las establecidas con México, Panamá, que figuran como las de mayor intensidad en América Central. De igual modo y en particular dentro de Sudamérica, Singapur tiene una gradación en las relaciones políticas y económicas bilaterales, destacándose los casos de Brasil y Argentina, que clasifican además entre los seis países de mayor intercambio total en el 2018 (Gráfico 1).

Gráfico 1: Relaciones comerciales Singapur-ALC en 2018 en miles de dólares.

Fuente: Elaborado por los autores, con datos de la OMC (2019)

Cuando se analizan las relaciones comerciales de Singapur con la región, es importante tener presente, que en primer lugar los lazos con su entorno inmediato resultan los prioritarios. En ese sentido, Asia representó el 67,4% de sus ventas globales, mientras ALC casi el 3% por encima de África y Medio Oriente. En tanto, para las importaciones constituyó ALC el último mercado para adquirir productos, lo que representó solo el 1,5% de las compras totales realizadas (OMC, 2019).

Si se analizan las relaciones por subregiones (América Central, Sudamérica y el Caribe), puede destacarse que para las exportaciones singapurenses, Centroamérica (incluyendo México), constituye su principal mercado. En ese sentido, Panamá constituye el primer comprador de productos singapurenses, constituyendo el 60,1% de las exportaciones a esta región. México se ubica como tercer comprador de la nación asiática en el área y el segundo en Centroamérica, mientras en las exportaciones a Singapur es el primero, el que tan solo representa el 41,7% del total del mercado latinoamericano. Centroamérica no es tan relevante como Sudamérica, a excepción de la nación mencionada anteriormente y en ello reside también la relevancia de la participación de estos dos actores en mecanismos conjuntos, ya sea a través de CPTPP como en el marco de los lazos Singapur-AP.

En cuanto a Sudámerica, Brasil constituye el segundo mercado para las ventas singapurenses en toda ALC al contribuir con el 11,2% del total. Aun cuando tiene TLC con otros países relevantes como Chile y Perú (esta última tiene a Singapur como destino más importante de exportaciones no tradicionales en el Sudeste Asiático), no son tan relevantes para las ventas de la ciudad Estado como los casos de Argentina y Ecuador,  aunque estas exportaciones en general solo representaron el 1,1% y 1,4% de los envíos totales de la nación asiática hacia la región. Sin embargo, esta zona es importante para las importaciones de Singapur luego de México. Brasil constituyó el segundo mercado suministrador a la pequeña nación con el 27,7% del total, seguida por Venezuela con el 13,3% a nivel regional y luego en esta área Argentina con el 1,1%, pero por detrás de Costa Rica. Debe destacarse que, en el caso de Venezuela, está relacionado con la compra de petróleo y otros productos derivados.

Al analizar el comercio con el Caribe, puede decirse que no es una zona representativa, aunque, Bahamas deviene como el principal destino de las exportaciones singapurenses con el 8,8%, mucho más que países con los que tiene acuerdos o participan en procesos como el CPTPP. Es decir, las ventas a esta nación caribeña superan las de Chile, Perú, Ecuador, por solo citar algunos ejemplos. Le siguen en el área Antigua y Barbuda e Islas Caimán con el 1,2% y 1,1% del total de las ventas a ALC. En tanto, para las importaciones, el principal suministrador del área es Trinidad y Tobago, seguido por Bahamas y República Dominicana representando del total el 0,8%, 0,7% y 0,7% respectivamente.

Tal y como demuestran los indicadores entre 2008 y 2018, Singapur se posicionó en el mundo y la región del Sudeste Asiático entre los 10 primeros puestos en cuanto a líder en servicios comerciales con exportación e importación de alrededor de 200 mil millones de dólares (10mo. lugar mundial  en el 2018); exportación de tecnologías de comunicación e información, con 13 mil millones de dólares con un aumento anual del 4% (6to. lugar en el 2018); exportación de bienes manufacturados con 301 mil millones de dólares y un crecimiento del 9% (9no lugar en el 2018), por solo citar algunos significativos.

En el 2019, la clasificación del desempeño de este actor fue como la 14ª economía de exportación más grande del mundo (Singapur Comercio Exterior, 2020). Según los datos ofrecidos por el Ministerio de Industria y Comercio, a pesar de solo haber crecido la economía 0.7% en ese año (MTI Singapur, 2020), el positivo saldo comercial superó la cifra de 30 mil millones de dólares con también positivo superávit en el saldo de bienes y servicios. De igual modo, la base de datos del Índice Mundial de Innovación, Cornell INSEAD y OMPI de 2019 lo ubican en el cuarto lugar, liderando los índices de innovación, por encima de las expectativas correspondientes al nivel de desarrollo, como país de ingresos altos.

Otro elemento a tener en cuenta es el efecto contraproducente de los TLC establecidos, instrumentos de la política económica y materialización de uno de los pilares de la política exterior singapurense, que si bien estimulan el libre mercado y la liberalización de comercio y las finanzas, en función del desarrollo económico, las relaciones establecidas con las contrapartes, no son abordadas de manera integral, para propiciar un desarrollo social integrador y crecimiento económico sistémico.

La tendencia acusada en las variables de intercambio económico – comercial y financiero entre el 2015 y el 2018, entre Singapur y ALC se mantienen en el 2019 y son nichos importantes aprovechados para reforzar su posicionamiento como ente dinámico en el sistema de Relaciones Económicas Internacionales. En ello pesan varios factores:

  • Por un lado, el largo ciclo de desaceleración del crecimiento económico desde el 2013 generalizado en países y sectores, que en el 2019 es considerado sincrónico, con una coyuntura actual, caracterizada por la baja dinámica del crecimiento del PIB, consumo, inversiones, y balances externos que desfavorecen la salida del estado del ciclo apuntado.
  • Entre otros aspectos el hecho de que esa desaceleración sincronizada afecta a alrededor del 70% de las economías de la región, debido a que la economía latinoamericana y caribeña está acoplada a la economía y el comercio mundial, y tanto uno como otro, han perdido dinamismo (James y col, 2020, 1).
  • Agudización de la crisis derivadas del avance de la pandemia de la Covid-19 y que conduce a afectaciones en las dinámicas comerciales bilaterales.

No podría subestimarse en este análisis, la interrelación de la economía mundial y cada una de las regiones y sus respectivos países que han sufrido en general el impacto de la desaceleración y estancamiento de los procesos de concertación política e integración endógena. En este último caso las relaciones de Singapur con la AP pudieran tener una relativa afectación, pues si bien las relaciones extrarregionales con socios asiáticos ha sido una alternativa de ampliación del mecanismo, en este caso también influye “el impacto de los choques externos, que se incrementan, con la existencia de una disminuida capacidad de resiliencia por parte de la mayoría de las economías” de ALC. De este modo se constata además que “la economía de ALC está inmersa en un largo ciclo de desaceleración del crecimiento económico en los últimos seis años, que en 2019 es considerado sincrónico y generalizado en países y sectores”, tal y cual corroboran expertos del CIEI (James y col, 2020, 1).

Otros indicadores e instituciones como IMD, refuerzan sus altos niveles de competitividad y resiliencia, si se compara con sus similares en Asia Pacífico y el mundo en términos de desempeño económico, eficiencia del gobierno, eficiencia en los negocios e infraestructura. Singapur continuará siendo un socio confiable en sus relaciones con ALC, tal y como lo ratifica la evaluación de riesgo país a corto plazo con perspectiva estable de agencias reconocidas como Standard & Poor´s y Moody´s entre otras, si bien no dejan de señalar las amenazas que representa la creciente confrontación estratégica entre Estados Unidos y China.

La variable de las FinTech para el posicionamiento de Singapur en ALC

El término FinTech alude a la naciente industria en la que las empresas usan la tecnología para brindar servicios financieros de manera eficiente, ágil, cómoda y confiable. La palabra se forma a partir de la contracción de los términos finance y technology. Las empresas FinTech ofrecen diversos tipos de servicios financieros y operan en mercados variados. Asia-Pacífico ha experimentado un mayor incremento de las inversiones en empresas FinTech. Algunos países como Singapur tienen posiciones de avanzada con marcos legales establecidos y mayor influencia que resultan favorables en la promoción de iniciativas para incrementar la eficiencia y competitividad de sus mercados, mejorar la gestión de riesgos y aumentar la oferta de productos y servicios en condiciones más ventajosas. En 2015 se constituyó el Grupo de Innovación en Tecnologías Financieras, órgano integrado a la Autoridad Monetaria de Singapur. Dicho organismo consideró este grupo como factor clave para posicionarse como centro financiero internacional. (Financial Services and Markets Act 2000 Appointed Representatives Regulations 2001/1217).

Desde principios de siglo varias de las empresas singapurenses del sector han mostrado interés en el área. La variable tecnológica ha constituido un fundamento de la proyección singapurense hacia la región por las potencialidades existentes. Ya en el 2004, Crimson Logic comenzó sus incursiones en ALC hasta la actualidad, implementando con éxito un Sistema de Recolección de Datos Avanzado para la Autoridad del Canal de Panamá. Desde entonces ha trabajado con la Autoridad de Aduanas panameña para desarrollar un sistema de documentación electrónica y otro integrado de gestión aduanera para la Administración de la Zona Libre de Colón (Figura 1). En 2010, TTBizLink desarrolló una Ventanilla Única Electrónica al gobierno de Trinidad y Tobago; en el 2012. La compañía ganó un concurso para la creación del Sistema Integrado de Comercio Exterior (SICEX) del gobierno de Chile.

Figura 1: Posicionamiento de la empresa singapurense Crimson Logic en ALC.

Fuente: (Crimson Logic, 2019)

IDA International, una subsidiaria de la Infocomm Development Authority de Singapur, está apoyando al gobierno de Costa Rica a crear una institución nacional de tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) que supervisará la planificación y gestión de todas las iniciativas TIC del sector público. También estudia la viabilidad del transporte de carga entre puertos o ciudades dentro de Brasil, con el fin de recomendar políticas y desarrollar sistemas apropiados para el cabotaje sin documentación, el transporte nacional de mercancías y de pasajeros por una embarcación registrada en otro país.

Lo más interesante es, que la presencia de compañías tecnológicas de Singapur en ALC se han hecho cada vez más necesarias en la zona. En sectores puntuales, la región tiene marcos normativos y regulaciones que datan de hace 30 años y no se adaptan a la nueva realidad económica muy vinculada a la Cuarta Revolución Industrial. En ese sentido, la facilitación comercial sigue siendo un problema, al igual que la poco eficiente distribución modal del transporte, donde el marítimo y ferroviario deberían tomar un mayor protagonismo, en beneficio de la competitividad de los países y su reducción de los costos logísticos.

Además de lo referido anteriormente, se ha iniciado en los organismos económicos de la región, un debate para desarrollar una red de puertos digitales colaborativos en la región. En este proyecto empresas singapurenses están trabajando en la zona. Al ser también justamente de este país que políticamente es muy cercano a Estados Unidos, entonces no generaría ningún tipo de riesgo para compañías estadounidenses y de la región que colaboran. En ese sentido la propia Crimson Logic trabaja en ello.

La consultora Oliver Wyman[4], utilizada a estos fines, sugería a los países de América Latina y el Caribe utilizar la experiencia de los Sandboxes Regulatorios[5] (Bancos de Pruebas Regulatorios) de Singapur punto de partida para propuestas similares en ALC y una oportunidad única de aprovechar las ventajas del uso de las nuevas tecnologías para impulsar el crecimiento económico regional. Su puesta en práctica debería tomar en consideración las particularidades de cada mercado y de las entidades que ofrecen servicios financieros en ellos.

Estas nuevas vías de relacionamiento son más recientes, pero sin dudas constituye una revolución el uso de la tecnología en las finanzas y un potencial de intercambio toda vez que existía un potencial con las fintech latinoamericanas que se encontraban en el proceso de transformación del financiamiento para las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas, MiPyME (Wyman, 2018). Aunque se ha logrado una penetración limitada hasta la fecha, “este mercado naciente en ALC presenta un enorme potencial para aumentar las ganancias y el valor empresarial a largo plazo con un cambio del enfoque de las instituciones financieras necesarias hacia la innovación, para poder acceder a este potencial». (CEPAL, 2020, 36).

La implicación más relevante de la revolución FinTech en ALC es la transformación del mercado de financiamiento para las MiPyME. Las tendencias de mercado presentadas sin embargo muestran una penetración creciente de las tecnologías digitales, tanto las MiPyME como los consumidores. El hecho de que el mercado aun no esté saturado, constituye una  oportunidad para posicionarse en el mismo y establecer nuevas sinergias en el ámbito de los negocios, que se extienden a otras áreas de la economía y la sociedad, con opciones de financiamiento en un mercado competitivo en el mundo digital. 

Desde el 2013 se vienen dando pasos en algunos países latinoamericanos, que propician la vinculación con el uso de la tecnología en las finanzas. Perú, Paraguay, Uruguay y Colombia han aprobado regulaciones creando un nuevo estatuto legal que permite a empresas no bancarias emitir dinero electrónico. En el caso de Colombia y Perú los requisitos se extienden al capital. De igual modo en Colombia fue regulada la actividad de financiación colaborativa a través de la emisión de valores (Lavalleja, 2020).

Según estudios de la CEPAL, México es el de mayor grado de desarrollo regulatorio y el primero en el abordaje de la regulación de desarrollo de la FinTech. Brasil y Colombia están en las etapas de desarrollo, aprobación y entrada en vigor de nuevas normativas: segmentos de medios de pago y transferencias desde una perspectiva general. (CEPAL, 2018, 19). Esta ley se basa en los principios de inclusión e innovación financiera, fortalecimiento del consumidor, preservación de la estabilidad financiera, prevención de operaciones ilícitas y neutralidad tecnológica. Su objetivo es aumentar la certeza jurídica a través del marco legislativo para regular las plataformas denominadas Instituciones de Tecnología Financiera (ITF).

La experiencia de Singapur y la Autoridad Monetaria (MAS), la Corporation Financiera Internacional, el Grupo del Banco Mundial y la Asociación de banqueros de la ASEAN, dieron un impulso a la extensión de las FinTech en la región, al crear la Red de Innovación Financiera de la ASEAN. Ello lo avala el liderazgo singapurense dentro de Asia Pacífico en materia de la calidad de banda ancha y conectividad a internet, así como en la facilitación del comercio con terceros. (Rovira 2020, 24). Se abre de este modo una dimensión no explotada de los flujos intraregionales además de una potencial extensión a otros mercados.

Una autoridad en el tema empresarial, Benedict Koh[6], reconocía como otro potencial importante, el sector de la banca personal, basándose en el hecho de que “casi la mitad de la población latinoamericana, carecía de relaciones bancarias” y en consecuencia, las empresas singapurenses podían aprovechar el espacio a través del ofrecimiento de servicios de préstamos bancarios a ese segmento poblacional que en Brasil contaba con 60 millones de personas y en México más de la mitad de la población mayor de 15 años (Koh, 2020). En este campo se abrirían nuevas avenidas a Singapur en ALC en tanto entraría a un eventual mercado de consumidores, que permitiría a las personas acceder a créditos y préstamos en la modalidad peer-to-peer (entre particulares).

Similar a lo que sucede en otras regiones, los pagos y envíos de dinero a través de móbiles tienen una demanda creciente, del mismo modo que el aumento de personas con teléfonos móviles, incluso sin poseer cuentas bancarias.  Más allá de lo expuesto, la demanda de fintech puede ser vista a través del financiamiento a los emprendedores y negocios en tecnologías de las finanzas que ya en el 2016 crecieron en un 81%.

Otra área de las FinTech en ALC se programa en la asociación con bancos innovadores que utilizan la tecnología para optimizar y mejorar la eficiencia en sus operaciones, cuyas soluciones especialmente en inteligencia artificial (IA), reducen los procesos bancarios. Las FinTech en general vinculados a los sistemas de IA se proyectan como uno de los sectores que moverán a la economía singapurense con una incidencia en el crecimiento mayor al 30% para el 2035. En las relaciones de Singapur con ALC se considera además de los vínculos tradicionales, la ampliación a sectores donde está bien posicionado, como la industria digital con énfasis en el comercio electrónico para proveer servicios de visual data y big data analytics[7].

Se considera para ello la potencial inserción teniendo en cuenta que el comercio electrónico en ALC (60% del total, ocupado por Brasil y México) es mayor que el del Sudeste de Asia y al predominio del mercado electrónico en el empresariado local, así como en la esfera de la salud considerando las plataformas B2C[8] o B2B2C[9], vinculadas  a paquetes de seguros que ayuden a reducir los costos de salud de potenciales pacientes en la región, dirigido al sector privado.

Brasil ha sido uno de los países interesados en la exploración de oportunidades por parte de Singapur, en sectores tales como data analytics, la  tecnología de las finanzas (fintech), el comercio electrónico y la educación al tiempo que fue reconocida tanto la posicion líder del país sudamericano del eje de innovación en América Latina, como las capacidades de las compañías singapurenses en el área de la tecnología, de modo que coicidieron en el potencial de este sector además de la invitación a las compañías brasileras a establecer sus operaciones en Singapur como puente para ampliar las oportunidades en la región del Sudeste de Asia, además de otros intereses conjuntos en los temas de propiedad intelectual e innovación, investigaciones, ciencia y tecnología. (Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, 2018).

Las FinTech pudieran brindar una plataforma para ampliar y desarrollar  la vitalidad general en los intercambios, con la limitante que resulta de la heterogeneidad de los problemas estructurales sistémicos de ALC; intereses y prioridades de los diversos actores; el  nivel de preparación del capital humano; los recursos económicos y potencial tecnológico dispar de las economías, las brechas en la integralidad del desarrollo que lastran el establecimiento de un nuevo orden  socialmente inclusivo y sostenible, así como un posicionamiento coherente en la región y en el mundo.

Conclusiones

El relacionamiento de Asia con ALC ha sido creciente después de la segunda mitad del siglo XX. Varios actores asiáticos se han destacado en los vínculos con esta región como Japón, China, India, Corea del Sur, sin embargo, poco se hace referencias a naciones del Sudeste Asiático y particularmente a Singapur.

Los fundamentos principales que determinaron la proyección geoestratégica de Singapur hacia ALC han sido en primer lugar, los indicadores económico-tecnológicos, diversificación de mercados, los indicadores y dinámicas del posicionamiento económico-comercial, financiero, tecnológico en Asia e internacionalmente.

Pueden identificarse como los principales indicadores de posicionamiento de Singapur en ALC los flujos económico-comerciales que si bien han tenido ligeros aumentos, estos siguen por debajo de otros países asiáticos con fuerte presencia en la región. Además, se encuentran dentro de las cuestiones financieras las IED, afines con el sector tecnológico y de innovación el cual deviene en la mayor ventaja absoluta en su interacción con esta parte del mundo.

La gradación de los vínculos varía por subregiones, con tendencia al refuerzo de la interacción con América del Sur, sin desconocer el resto, pero con evidente menor dinámica económica y con énfasis multilateral con el Caribe, ponderado en temas de cambio climático, objetivos de desarrollo sostenible y formación de recursos humanos. Aún así la prioridad son los países latinoamericanos con costas al Pacífico.

Singapur deviene como ente activo y articulador de consensos y asociaciones en función de alcanzar intereses prioritarios de su política exterior. Ello le permite convertirse en facilitador y puente entre diferentes actores internacionales incluyendo Estados, organismos internacionales y grupos de influencia, en la diversidad de escenarios existentes en ALC, donde se abordan dinámicas e implementan acciones que han definido y permitido evaluar su proyección geoestratégica.

Las Fintech dentro de la variable tecnológica, constituyen el principal fundamento de la proyección hacia la región, incluyendo las oportunidades existentes en el entorno diverso de las relaciones y procesos económicos en general.

 

* Instituto Superior de Relaciones Internacionales, Cuba.

** Jefe del Equipo de Asia y Oceanía del Centro de Investigaciones de Política Internacional, Cuba. Miembro de SAEEG.

 

Referencias bibliográficas

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Citas y notas

[1] Singapur tiene la economía más avanzada del Sudeste Asiático y la estructura económica y política más estable del área. Es considerado el cuarto centro financiero del mundo.

[2] Los embajadores no residentes son cinco y están acreditados por países en: Argentina, Chile, (Cuba y Panamá son atendidos por el mismo embajador desde Singapur), México y Perú.

[3] El número de embajadas por países del Sudeste de Asia son: Malasia 7 (Argentina, Brasil, Chile, Cuba, México, Perú, Venezuela); Indonesia 12 (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, Mexico, Panamá,  Perú, Suriname, y Venezuela); Tailandia 5 (Argentina, Brasil, Chile, México y Perú); Filipinas 4 (Argentina, Brasil, Chile, México)  y Vietnam 7 (Argentina, Brasil, Chile, Panamá, Cuba, México,Venezuela).

[4] Oliver Wyman, consultora estratégica de gestión a nivel global con experiencia especializada en estrategia, operaciones, gestión de riesgos, transformación organizativa y desarrollo del liderazgo. http://www.oliverwyman.com/

[5] Los sandboxes regulatorios ofrecen a las instituciones fi­nancieras y compañías no financieras espacios controlados donde pueden testear soluciones Fintech innovadoras con el apoyo de una autoridad durante un periodo limitado de tiempo, permitiendo validar y testear su modelo de negocio en un entorno seguro.

[6] Benedict Koh, Director Regional para América Latina y Caribe de Enterprise Singapore.

[7] Big Data Analítica: Herramienta empleada para medir patrones y tendencias en los datos. cantidades voluminosas de datos estructurados o no es­tructurados que las organizaciones pueden minar y analizar para obtener beneficios empresariales.

[8] Business to Consumer: Transacciones realizadas directamente entre la compañía y los consumidores, los usuarios finales de sus productos o servicios.

[9] B2B2C Business to Business to Consumer: Modelo de comercio electrónico que combina el Busi­ness-to-Business con el Business-to-Consumer, dando lugar a un intercambio o transacción completa. Es un modelo de comercio electrónico que genera un servicio de intercambio simbiótico y una pasarela de entrega de productos.

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VOLVER A LA HISTORIA

Nicolás Lewkowicz*

El “momento unipolar,” creado a partir de la disolución del bloque comunista a finales de la década de los 80’, le otorgó a la potencia dominante la posibilidad de crear un sistema de intercambio global basado en normas que sirvieran a promover sus intereses geoeconómicos y geopolíticos.

La justificación que se daba para establecer un sistema político internacional basado en normas comunes (rules-based international order) era que “la historia había terminado”. Según Francis Fukuyama, luego de la caída del comunismo no se podía concebir una mejor forma de organización que la democracia liberal y el sistema de intercambio capitalista.

La era de la globalización creó una división cada vez más estricta entre

1) las naciones que son sujeto pasivo de la historia (como los países de América Latina y Europa);

2) las naciones que imponen reglas de conducta comunes para el mundo globalizado y

3) los países revisionistas, que tratan de reducir la influencia de los países hegemónicos sobre su espacio interno.

Los países no-hegemónicos que se unen al mundo globalizado no pueden ser sujetos activos de la historia. A los sujetos pasivos de la historia les está vedado incidir en la manera en las cuales se configuran las reglas de conducta común. A estas naciones también les cuesta rechazar los valores culturales que son parte integral del proceso de expansión geopolítica de la potencia hegemónica. Acatar la norma impuesta por la potencia imperante implica renunciar a tener poder y autonomía en cuestiones de política exterior.

Tanto Europa como América Latina viven, cada cual a su manera, dentro del modelo economicista que les impone la idea del “fin de la historia” y la pertenencia al área geoestratégica comandada por los Estados Unidos.

Europa teme regresar a la historia por el recuerdo todavía fresco de las dos conflagraciones devastadoras del siglo veinte. Por otra parte, le es difícil a Europa salir de la jaula geopolítica impuesta por Estados Unidos, establecida luego del fin de la Segunda Guerra Mundial. La potencia dominante necesita tener una presencia militar importante en Europa para no perder control de la “Isla-Mundo” y los puntos de navegación que son vitales para el comercio internacional, como el Estrecho de Gibraltar y el Estrecho de Suez. Los altos niveles de prosperidad de los cuales goza la población europea, hacen que la falta de poder de las naciones del Viejo Continente no sea sentida de manera tan pronunciada.

En el caso de América Latina, vemos un espacio post-histórico en el cual la mayoría de las naciones del continente no pelean entre sí y buscan unirse al sistema de intercambio promovido por los sujetos activos de la historia. A diferencia de Europa, la pobreza en la cual se encuentra sumida el continente hace que se note mucha más la falta de poder y los efectos negativos que implica la falta de autonomía en las decisiones políticas que afectan al espacio interno y a la relación con otros países.

En las próximas décadas, podríamos ver una creciente fragmentación de la capacidad de la potencia dominante de comandar su área de influencia estratégica en Europa y América Latina.

Existen varias razones para aducir que en las próximas décadas viviremos en un mundo con una globalización más fragmentada y un sistema internacional mucho más anárquico, pero con mucha más libertad de acción para los países que hoy no son sujetos activos de la historia.

Primero: existe una interferencia cada vez mayor de potencias revisionistas como China y Rusia en Europa y América Latina. Esta situación hace que se cuestione el alcance que deben tener las normas que emanan de la potencia hegemónica, sobre todo si estas no producen un efecto económico positivo.

Segundo: la capacidad de acción de la potencia dominante está condicionada a las necesidades de las corporaciones transnacionales, las cuales precisan de la musculatura geopolítica de los Estados Unidos, pero que operan de acuerdo a un principio de utilidad económica que redunda cada vez menos en beneficio de la población estadounidense. La posible falta de reconciliación de los intereses del sector público y privado podría erosionar la legitimidad de la acción geopolítica de los Estados Unidos de manera cada vez más pronunciada.

Tercero: a la potencia hegemónica le será cada vez mas difícil expandir valores que emanan de un espacio social en el cual cohabitan distintos conceptos de justicia.  El proceso de expansión geopolítica de los Estados Unidos convirtió al país cada vez más en imperio y cada menos en nación. No esta garantizado que las distintas versiones del concepto de justica puedan ser reconciliadas. La falta de cohesión en el espacio domestico tendrá una influencia importante en la manera en la cual la potencia hegemónica buscará ordenar el sistema internacional en el futuro próximo.

En las próximas décadas, el gradual declive geopolítico de los Estados Unidos obligará a la Argentina a regresar a la historia. Para ello, urge crear una pedagogía basada en la idea de que sin la capacidad de ejercer poder en forma autónoma no habrá crecimiento económico sostenido ni un Estado que pueda monopolizar el uso de la fuerza y proteger al país de amenazas internas y externas.

Los planteamientos economicistas, centrados en la inserción del país en un sistema político internacional basado en normas comunes, nos han dejado sin poder y sin economía. Por ello, es de esperar que un futuro no muy lejano comience la lenta pero inevitable vuelta del país a la historia.

 

* Realizó estudios de grado y posgrado en Birkbeck, University of London y The University of Nottingham (Reino Unido), donde obtuvo su doctorado en Historia en 2008. Autor de Auge y Ocaso de la Era Liberal—Una Pequeña Historia del Siglo XXI, publicado por Editorial Biblos en 2020.

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EL DESORDEN INTERNACIONAL: SEIS ESCENARIOS INQUIETANTES

Alberto Hutschenreuter*

Posiblemente, el estado de desorden que existe en el mundo actual suponga uno de los desafíos más complejos al momento de pensar tendencias y desenlaces. Existen más cautelas, sí, en relación con apreciaciones que impliquen ascensos significativos en materia de cooperación internacional, particularmente entre los poderes preeminentes, como así en cuanto a “certificar” que temas como el comercio conllevan un automatismo en relación con el descenso de conflictos entre Estados.

A lo más, como concluye un interesante estudio sobre escenarios, se aprecia que podría mantenerse una convivencia relativamente pacífica entre aquellos poderes mayores que mantienen una profusa interdependencia competitiva en el segmento comercio-económico, es decir, Estados Unidos y China, pero destacando que la misma no acarrearía mejoras. Incluso aquellos expertos que reflexionan desde la esperanza que siempre supone el credo religioso, como por ejemplo el estadounidense César Vidal, se han vuelto cada vez más escépticos en relación con superar por medios políticos y económicos la crisis espiritual que sufren las sociedades.

El planteo o problema central es cómo será la trayectoria de las relaciones internacionales hasta alcanzar algún modo de configuración que implique “anclar” dichas relaciones a un patrón que aleje la discordia entre los Estados y afiance la gestión o concurrencia entre ellos. La experiencia enseña que un mundo desarreglado, es decir, no solo sin consenso entre “los que cuentan”, sino en situación de creciente desavenencia entre éstos, al punto que en algunos el estado es de “no guerra”, difícilmente pueda extenderse por demasiado tiempo. Si los propios órdenes internacionales suelen agotarse cuando se modifica el contexto o desaparecen las bases que lo gestaron y sustentaron, más precaria resultan las situaciones de desorden o desarreglo internacional.

El planteo resulta pertinente, pues, desde la situación en la que nos encontramos, dicha trayectoria difícilmente podría evitar turbulencias mayores o desenlaces altamente disruptivos entre los Estados, a menos que suceda algún acontecimiento internacional de escala, por caso, una gran conferencia o convención que suponga la antesala de acuerdos que trabajosamente, e incluso con dimisiones estratégicas, conduzcan a una configuración, aunque se trata de un acontecimiento que por ahora muy difícilmente ocurra.

Existen muchas realidades que dificultan tal rumbo favorable, algunas de las cuales la pandemia las galvanizó, por ejemplo, el nacionalismo de viejo y nuevo cuño, es decir, aquel reluctante ante el extranjero (cercano y distante), y este que se forja y vigoriza ante la inseguridad que implica lo desconocido, enfermedades contagiosas y globalismo, por citar dos muy presentes. Por otra parte, aunque se trata de una “regularidad” en las relaciones entre Estados, existe una creciente acumulación militar por parte de los países. No obstante, el hecho relativo con que en plena pandemia se haya invertido en el segmento de las armas más que en años anteriores (casi dos billones de dólares, según el informe 2021 del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, SIPRI) es un dato inquietante.

Pero hay otras semejantes o más complejas que aquellas. Consideremos básicamente seis de ellas: lo que podemos denominar “pluralismo geopolítico”; el creciente carácter intransigente de conflictos mayores; el multilateralismo descendente; la creciente configuración internacional “de facto”; la re-jerarquización internacional en contexto de la Covid 19 o de pos-primera ola; y, por último, el (posible) declive de civilizaciones.

En relación con la multiplicidad geopolítica, con ello queremos decir que a las clásicas dimensiones de la disciplina, tierra, mar, aire y espacio ulterior, se suman hoy el ciberespacio (en sus diferentes orientaciones, esto es, geopolítica de la conectividad pacífica, y geopolítica de la disrupción); los “territorios” funcionales a las denominadas “guerra híbrida” y “guerra gris”; la lógica territorial de los actores no estatales; y aquellos socio-espacios que fungen útiles para los actores no estatales, aunque también algunas veces para los mismos gobiernos.

Esta realidad es inquietante, pues la geopolítica tradicional siempre ha implicado (y no hay ninguna razón para que no continúe implicando) intereses aplicados sobre espacios geográficos con fines corrientemente asociados al incremento o a las ganancias de poder; es decir, supone conflictos. Pero los “nuevos temas” de la “geopolítica ampliada” no agregan algo diferente orientado hacia la cooperación (si bien es cierto que la conectividad pacífica supone adelantos en múltiples dimensiones), sino que, en buena medida, expanden las posibilidades de conflictos de nuevo cuño.

En efecto, la ciberguerra y los “espacios” utilizados en la guerras híbridas y grises, por caso, campañas de propaganda y utilización de recursos no militares ni cinéticos, suponen pugnas de poder o rivalidades a través de medios crecientemente sofisticados, pues el factor tecnológico-digital es clave para lograr ventajas internacionales. Pero se trata de una “nueva geopolítica” (más difusa en relación con las formas de guerras) que, a diferencia de la clásica geopolítica aplicada por los Estados en relación con la captura de territorios o proyección de intereses sobre zonas de recursos, puede ser ejercida por Estados “tercerizando” sus acciones por medio de “hackers patrióticos” y fuerzas irregulares, estrategias que implican “técnicas de poder” que “des-responsabilizan” de dichas acciones a un eventual Estado, o bien puede ser llevada a cabo por actores domésticos contra su propio Estado.

En cuanto a la lógica territorial de los actores no estatales como el terrorismo transnacional, la misma continúa siendo aquella que implicó un alcance global contra blancos situados en territorios nacionales altamente seguros, si bien actualmente dicho actor se encuentra en una etapa de (relativo) repliegue estratégico.

Finalmente, la profunda crisis socioeconómica que ha implicado la pandemia está fungiendo como “funcional” para el crimen organizado, que no solamente podría verse favorecido debido a la extenuación de capacidades de los Estados, algo que agudizaría aquello que hace décadas el estadounidense James Rosenau denominó “relocalización hacia abajo de la autoridad del Estado”, sino de lo que podemos denominar “consecuencias delictuales no deseadas de la pandemia”; un fenómeno que hace unos años lo observó muy bien la socióloga mexicana Rossana Reguillo Cruz en relación con el auge de las maras: “Cuando las instituciones se repliegan, otras ‘instituciones’ tienden a ocupar su lugar y los vínculos con el crimen organizado les han dado a estos jóvenes un lugar de pertenencia que no encuentran en la sociedad”. Es decir, la Covid 19 termina creando territorios deletéreos de inclusión social.

Pero, también, determinados gobiernos de cuño populista pueden favorecerse rentabilizando secuelas de la pandemia. Aunque resulte un fenómeno inicuo, el capital político que supone el “pobrismo funcional” representa el territorio de una geopolítica no clásica sino “evanescente” e inficionada, tanto en las ideas como en los hechos, por el fenómeno del relato. En otros términos, se trata de una “geopolítica de la decadencia”.

La geopolítica es acaso el segmento que registra las mayores extensiones. Sin embargo, es importante tener presente que la disciplina no puede desnaturalizarse, es decir, hay fenómenos nuevos que implican otros territorios, pero el fin siempre nos lleva a una relación intrínseca entre intereses políticos y geografía. Hay situaciones más vitales y reales, por ejemplo, los propósitos que tienen los poderes mayores en relación con el espacio ulterior, donde las concepciones nacionales prácticamente no ocultan fines asociados a la seguridad y la militarización; y hay otras en las que dicha relación es más difusa (e incluso posiblemente hasta cuestionable desde la disciplina). Pero en todas hay una situación en la que se suceden política, intereses y territorio.

Existe otra situación relativa con lo que podemos denominar irreductibilidad de los conflictos, un estado riesgoso pues prácticamente se acotan sensiblemente las posibilidades de lograr moderación por medio de negociaciones.

La región de Oriente Medio ha sido siempre la plaza de los conflictos irreductibles, por ejemplo; sin embargo, hay otros conflictos en los que la intransigencia de las partes en liza lo están tornando irreductibles. Concretamente, la situación de tensión que existe entre Occidente y Rusia, una rivalidad que, dado el estado en el que se halla, difícilmente se logren concesiones.

Por caso, ¿es posible suponer que la OTAN se comprometa a reducir significativamente la acumulación militar y renunciar a ampliar la membresía a países del este, como por ejemplo a Ucrania? Por su parte, ¿se puede esperar que Rusia abrace el “pluralismo geopolítico” y sea impasible a lo que suceda en su “vecindad inmediata”, como, por ejemplo, en Bielorrusia?

Es casi imposible responder afirmativamente a estos interrogantes estratégicos. Pero hay que agregar que la situación en Europa del este es una de las cuestiones. Sin duda, la principal; pero existe una canasta de conflictos entre Occidente y Rusia que plantean una nueva rivalidad que dificultan sobremanera hallar salidas, situación que, a su vez, dificulta posibilidades de considerar escenarios de pactos que prefiguren un esbozo de orden internacional.

En este contexto, la Unión Europea sostiene una geopolítica extraña o “blanda” fundada en la creencia de que sus normas e instituciones pueden (y deben) ser exportadas, y así “neutralizar” la geopolítica en clave clásica (que es la que predomina en el mundo allende las fronteras de la UE).

En tercer término, el multilateralismo sufre un descenso prácticamente sin precedentes, inquietante porque el mismo se inició bastante antes de la pandemia, aunque la enfermedad sin duda la precipitó. Será complejo re-construir un multilateralismo activo, no solo por las secuelas de desconfianza derivadas de la pandemia, sino porque la denominada “política como de costumbre” en las relaciones internacionales, es decir, las cuestiones relacionadas con la seguridad, la autoayuda, las percepciones, el poder, los intereses, el nacionalismo, etc., seguirá constituyendo el fondo de tales relaciones. Es verdad que “nada será igual” cuando finalmente pase la pandemia, pero ello no implica que nos encontraremos ante temas o situaciones superadoras de lo que viene sucediendo protohistóricamente en las relaciones entre Estados.

Existen múltiples conjeturas, algunas de ellas demasiados sobrevaluadas en relación con las esperanzas centradas en un futuro con “seguridades aseguradas”, por ejemplo, en materia de inteligencia artificial (IA, un entorno pos-humano), o en cuanto a una economía digitalizada. Pero se trata de conjeturas; más todavía, se podría pensar que los resultados terminen siendo totalmente contrarios a los aguardados y, por ejemplo, los Estados, sintiéndose amenazados ante cambios que “relocalicen su autoridad en todas las direcciones”, desplieguen medidas que los vigoricen hacia dentro y hacia fuera, hecho que afectaría más todavía el devaluado multilateralismo.

Quizá resulte pertinente recordar la conjetura estrella de principios de los años noventa: un mundo centrado en el comercio profuso, los bloques geoeconómicos y los regímenes ordenadores del mismo. Treinta años después, no solo nada de ello ha ocurrido, sino que el comercio entre actores mayores, Estados Unidos y China, es una fuente de desavenencias que, de complicarse más, podría provocar trastornos económicos mayores a escala global.

En cuarto lugar, el dinamismo económico de Estados Unidos y China se encuentra, por lejos, adelante de los demás, incluso de la UE, cuyo “desentendimiento” de la geopolítica no solo la priva de estar presente en uno de los segmentos clave de poder internacional, sino que la mantiene en un lugar de dependencia estratégica crónica.

Hay estudios que consideran que, a menos que ocurra una guerra entre estos dos poderes mayores, el mundo ingresará (“de facto”) a un modo u orden bipolar flexible, es decir, Estados Unidos y China proveerán (cada uno) los denominados bienes públicos internacionales, por caso, en materia de bancos, sin que ello suponga, como otrora, la existencia de cerradas esferas de influencia (en todo caso, dicho modelo se basará en una “geopolítica descentralizada”).

En este contexto, podría suceder que el gran emprendimiento geoconómico y geopolítico de Pekín que atraviesa el Asia central, “One Belt One Road” (“OBOR”), provoque tal concentración de participantes e interesados, entre ellos, la UE, que dicho bipolarismo experimente cada vez más crecientes rigideces, como consecuencia de la percepción estadounidense relativa con que su rival podría lograr considerables ganancias de poder.

En quinto lugar, la pandemia apresuró procesos de declinación de países e incluso grandes zonas continentales. Declinación interna e irrelevancia externa son realidades casi contundentes que echaron por tierra algunas conjeturas relativas con países o bloques en ascenso.

Para tomar un caso central, no todos, pero un importante número de países de América Latina se encuentra en un estado de declinación política, social, económica, tecnológica, etc., del que será complejo salir en el mediano plazo. De acuerdo con el Informe sobre el Panorama Social de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el incremento de la pobreza, que fue sensible durante 2014-2019, supondrá tras la crisis de la pandemia un retroceso de más de 10 años y de dos décadas en términos de pobreza extrema. Sin duda ninguna, esta caída de indicadores, prácticamente un seísmo sin precedente, tiene un decisivo correlato en relación con la pérdida de posición de la región en el mundo.

En un trabajo publicado en “Nueva Sociedad” en febrero de 2021, Luis Schenoni y Andrés Malamud nos aportan datos clave en relación con la creciente irrelevancia de América Latina. Los autores demuestran que la región, comparada con otras regiones del globo, se halla en una trayectoria declinante desde hace décadas y que actualmente mantiene esa trayectoria: “La región perdió posiciones en todos los indicadores de relevancia disponibles, proporción de la población mundial, peso estratégico, volumen del comercio exterior, capacidad militar y proyección diplomática”.

Si a esta situación sumamos que desde antes de la pandemia se advertía desde la CEPAL que la región no podía quedar al margen de la “cuarta revolución industrial” y terminar arrastrada por el “tsunami tecnológico”, con la caída de las inversiones y la crisis económica casi integral en 2020 y en lo que va de 2021, será muy complejo incorporar la región a los procesos tecnológicos emergentes más sofisticados, la Internet de las cosas, la robótica, la inteligencia artificial, la genética, los activos satelitales, los drones, las cadenas de valor, etc., y marchar hacia una evolución social elevada, no ya como sucede en Japón, donde se considera que existe una “sociedad 5.0”, pero sí una comunidad más saneada de lastres como la corrupción, el crimen organizado y los “estilos políticos” orientados al pobrismo y la concentración de poder por el poder mismo.

Finalmente, una situación que tiende a ser eludida, postergada o ignorada. La relativa con las civilizaciones y la posible declinación de las mismas, una cuestión que pareciera de otro tiempo y hasta incluso perimida. Pero se trata de una cuestión que debe ser considerada en clave de procesos prolongados. Por ello, para autores como el sociólogo Krishan Kumar, existen indicios relativos con el regreso, como concepto y como modo de análisis, de la civilización.

Es preciso tener presente que se trata de una cuestión de orden superior a la erosión de poder de un actor o de una civilización. Se trata de pérdida de poder, sin duda, pero acompañada de la declinación de aquellos componentes o activos no necesariamente materiales que resultan clave para ser un centro de gravitación identitaria, política, económica, cultural, militar, etc., y de proyección de influencia y poder más allá de sus fronteras.

No nos referimos aquí a declinación desde una perspectiva de confrontaciones entre civilizaciones, conflictos que tienen lugar en las denominadas “líneas de fallas” intercivizacionales, una conjetura interesante y atractiva para el debate; sino a una situación más compleja y de extensión como es el ocaso de una determinada civilización, una regularidad en la historia, de modo que ello no implica ninguna novedad.

Habitualmente se hace referencia a la civilización occidental como la que se encuentra en un ciclo de declinación; sin embargo, es preciso distinguir la civilización occidental estadounidense y la civilización occidental europea; y es esta última la que podría encontrarse en tal ciclo. De hecho, desde 1945 (o quizá desde 1918) el poder dejó de habitar en Europa, desplazándose desde entonces hacia otros continentes. Nadie comprendió mejor dicha situación que el general Charles de Gaulle cuando en 1945 advirtió que en Europa hubo dos países que perdieron la guerra, mientras que los demás fueron derrotados.

Más de 75 años después, el poder no solamente permanece fuera de Europa, sino que la UE se empeña en desplegar una geopolítica (o más apropiadamente “anti-geopolítica”) de cuño híbrido centrada en intentar proyectar un modelo jurídico-institucional, ambición que ya ha demostrado sus (peligrosos) límites en relación con lo que sucede en la “placa geopolítica” de Europa del este. Pero a esta carencia geopolítica se suman los riesgos que supone el posible declive de su propia civilización, posibilidad por demás inquietante, pues ello podría a su vez implicar el declive y hasta desaparición de la mayor construcción de complementación e integración entre naciones.

Por tanto, si existe un sitio donde está regresando el tema relativo con la civilización, ese sitio es Europa. Si bien las fuerzas que levantan las banderas que vituperan aquello que es “políticamente incorrecto”, desde algunos segmentos políticos la cuestión es advertida, incluso desde lugares como la literatura. Por ello, de la misma manera que tímidamente se han comenzado a abordar cuestiones de geopolítica real y no tanto de “geopolítica blanda”, los europeos no harían mal en volver a tomar los “perimidos” textos de Spengler, Braudel, Toynbee…

En breve, presentamos aquí algunas situaciones que tienen lugar en el confuso mundo del siglo XXI. Las mismas discurren en un contexto de pandemia, pero preceden a la enfermedad; y, en algunos casos, se produjeron aceleraciones a partir de la misma. Además, tienen lugar en un cuadro de ausencia de configuración internacional, de creciente rivalidad entre Estados preeminentes, sin suficientes liderazgos y elites y con el retorno de temas que parecían anclados en el pasado. Un mundo cada vez más complejo para el gran reto que significa pensar tendencias y desenlaces.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL) y profesor en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) y en la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Es autor de numerosos libros sobre geopolítica y sobre Rusia, entre los que se destacan “El roble y la estepa. Alemania y Rusia desde el siglo XIX hasta hoy”, “La gran perturbación. Política entre Estados en el siglo XXI” y “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”. Miembro de la SAEEG.

 

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