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SUELDO MEDIO DE 1.500 DÓLARES

Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)

El objetivo de la nueva economía argentina deberá ser el pleno empleo.

Hace 10 años que la economía argentina no crece.

Hace 40 años, desde que perdimos la Guerra del Atlántico Sur, que estamos atrapados en un modelo de país que sólo produce pobreza, retraso, desocupación, tristeza.

No es casual.

Hubo un plan desde los diferentes gobiernos de desindustrializar al país y eliminar o deteriorar la infraestructura que nos fortalece. Los interventores que ofician de gobernantes aplicaron un plan general de debilitación. Y lo aplicaron en todos los frentes. En el escenario internacional, al bajar el perfil desafiante de nuestro país que sostuvimos desde la segunda presidencia de Roca hasta 1982; al someternos a Brasil, al destruir las industrias, la educación, la salud, la paz social; y toda posibilidad de progreso. ¿El último caso? El ataque sobre las posibilidades de exportación de software. Argentina invirtió millones en la educación de programadores, desde la década del ‘50 a hoy. Finalmente, en el siglo XXI, Argentina comenzó a vender al exterior sus desarrollos de software. Nuestros creativos y dúctiles profesionales aprovecharon una ventana. Rápidamente, los argentinos ofrecieron sus productos y lograron colocarlos. Lamentablemente, hace 10 años que el tipo de cambio está atrasado. Hoy el BCRA paga 95 pesos lo que vale 178 y se queda con la diferencia. Si las empresas de software cobraran sus dólares cuando exportan, podrían pagarle y bien a su personal calificado. A 95 pesos es imposible. Así el gobierno destruye una actividad que podría ser floreciente.

Trabajo

Ya sabemos qué ofrece la socialdemocracia en cualquiera de sus formas: frente de todos, frente para la victoria, juntos por el cambio, cambiemos, Massa con su avenida del medio, todos ellos. Es una única oferta de desindustrialización, subordinación a Brasil, pobreza, dádivas del gobierno de turno en forma de planes sociales, desocupación, desmoralización de la población, enfermedad, ignorancia. Mientras, nos distraen con frivolidades que importan de la ONU, Davos, Unión Europea, las universidades yanquis o Suecia. Ya los conocemos.

El tema no son ellos, los actuales gobernantes. Sabemos que no tienen nada que ofrecernos. Porque no saben qué hacer y tampoco les importa. Sólo quieren robar. Pero si quisieran mejorar la situación, no podrían. Porque no conocen el país, no tienen herramientas para dar un timonazo, no querrían tomarse las molestias que eso implica. Peor aún, no están dispuestos a pelearse con sus mandantes. Para cambiar el rumbo y comenzar a crecer y generar trabajo hay que pelearse con quienes los pusieron en los lugares donde están. No lo van a hacer. Nunca.

Por lo tanto, nos tendremos que ocupar nosotros. Por lo pronto, sabemos que no impondremos la agenda 2030. Ya es algo. Pero lo más importante es explicarle a la población qué significa dejar de confiar en quienes gobernaron los últimos años y darle un voto a quien propone un plan estratégico de crecimiento nacional. ¿Significará esfuerzo y pasar más hambre que ahora? ¿O se vislumbra un futuro mejor?

Por lo tanto creo que hay que ser concreto.

El objetivo de la nueva economía argentina deberá ser el pleno empleo (para la totalidad de las personas adultas que deseen trabajar). Desocupación cero[1]. Salario medio de US$ 1.500 mensuales[2], con un salario mínimo de US$ 900 a US$ 1.000. Que el 80% de la población gane entre el mínimo y US$ 2.500 mensuales.

Así que vamos de nuevo. Queremos un gobierno que genere las condiciones para que haya pleno empleo, que éste sea 100% formal y que la competencia por contratar personas lleve el sueldo promedio a US$ 1500.-

Estos ingresos de los asalariados repercutirán en el comercio por un aumento de demanda de bienes y servicios y entraremos así en un ciclo virtuoso. 

Medidas para llegar al objetivo

Eso no sucederá espontáneamente. Por lo pronto hay que remover las trabas actualmente instaladas por los gobernantes que tienen por objeto que no haya pleno empleo. Tener una masa de desocupados es muy útil para los políticos. Debilita a los sindicatos. Somete con miedo a los trabajadores. Genera una masa de cientos de miles de personas que dependen del cheque estatal para vivir.

Lo primero que hay que hacer es estimular a las exportaciones argentinas. Ése es el único motor posible de la economía hoy. Se logra con un tipo de cambio competitivo, la eliminación o sustancial reducción de los derechos de exportación, eliminación de todo impuesto a la energía y combustible como medidas inmediatas. Eliminación de trabas burocráticas en Aduana y SENASA.

A mediano plazo: inversión en infraestructura que permita una caída de los costos de los fletes. Reconstruir los FFCC tanto para cargas como para personas, generar las condiciones para la existencia de flota fluvial y marítima privada, reabrir nuestros astilleros.

Esto, en cuanto a las exportaciones.

En cuanto al mercado de trabajo. Eliminar los impuestos al trabajo, tanto los descuentos al trabajador como las contribuciones patronales. El costo de salud debe ser solventado por el Ministerio de Salud (más allá de que los sindicatos continúen con su administración de las obras sociales sindicales). El costo del PAMI debe recaer sobre la espalda del Estado Nacional, no sobre los trabajadores o empleadores. Eliminar todo otro cargo excepto la jubilación (que deberá tener alícuotas inferiores a las actuales). Eliminar el impuesto a las ganancias sobre el salario porque el salario no es ganancia.

El otro punto son los juicios laborales. Desactivar en su totalidad la industria del juicio.

Por lo tanto, con un aumento de la actividad económica, la reducción de los impedimentos para la contratación de gente, y un aumento del salario de bolsillo al eliminar las deducciones, crecerá el empleo formal y el salario medio.

La Conquista del Desierto

La población está concentrada en Buenos Aires y su cordón suburbano, más algunas pocas ciudades más: La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, Rosario, Córdoba. Aún en provincias como Neuquén, la mitad de la población se condensa en su capital.

Las personas van a donde puedan ganarse la vida. No hay misterio ahí. El desafío ahora es generar condiciones para vivir en pequeños pueblos o en el campo.

Esto requerirá: en primer lugar inversión en infraestructura (que requiere trabajo) para que sea atractivo vivir en esas localidades. En resumen: civilización. Red de fibra óptica, red ferroviaria, electricidad ya sea de red o autogenerada, frigorífico, usina láctea. Inversión pública: escuela, centro médico, comisaría, juez de paz, sucursal Banco Nación.

Los otros puntos son: a) conectividad; de tal forma de permitir el trabajo a distancia en el interior del país; b) forestación. Reservar que un porcentaje de la tierra de riego que incorporemos a la economía nacional sea dedicada a la forestación. Y no la porquería que plantan los chilenos, que se incendia cada dos por tres, sino árboles nobles. Árboles que serán fortunas dentro de tres generaciones porque nadie en el mundo tendrá cedros o robles. Eso podrá (o no) recibir subsidios de la ONU a través del BM. c) producción artesanal o de alto precio por hectárea; insume mano de obra, es contracíclica de los grandes cultivos, genera ingresos.

Nuevos Trabajos

Además de modificar la educación tradicional, sobre lo que ya se ha escrito largo y tendido (colegios industriales, peritos mercantiles, programación de sistemas, volver al magisterio para formar maestros de escuela primaria), hay que reabrir escuelas de oficios. Tanto para los adolescentes (primaria más escuela de oficios de dos años), como para adultos (tres o seis meses, según el caso).

Propuestas:

  • plomería.
  • electricista
  • albañilería.
  • techista/tejista.
  • colocador de durlock.
  • pintor.
  • colocador de alfombras/azulejos/pisos.
  • conductor de vehículos utilitarios.
  • colchonero[3]
  • confección de indumentaria.
  • zapatero.
  • mecánico.
  • marinero raso/pesca.
  • constructor de hornos de barro.
  • soldador.
  • maestros queseros/pasteleros/panaderos/pizzeros/choricero.
  • carpintero, colocador de aberturas en obra.
  • colocador de fibra óptica.
  • acuicultura.
  • cría de animales pequeños de corral.
  • huerta/frutas.
  • jardinería.
  • alambrador.
  • herrero.

Imaginen la cantidad de trabajadores especializados se necesitan para rehabilitar o construir de cero miles de viviendas para recolocar a la mitad de la población. Y la infinidad de edificios públicos que hay que construir y mantener.

A estos oficios se agregan los que imparten las empresas, como el FFCC, que requiere de muy diferentes calificaciones, las imprentas, los prestadores de servicios públicos, o cualquier empresa industrial que debe instruir a sus ingresantes. Años atrás, gran parte de estos oficios, se aprendían en las escuelas de suboficiales de las Fuerzas Armadas. O tempora, o mores!

En resumen: pleno empleo, buenos salarios y volver a ser felices.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Notas

[1] En economía se denomina desocupación cero a la ocupación friccional, que ronda el 1%. Es la cantidad de desocupados que hay entre que se van de un trabajo y entran a otro. Cuando yo era chica, en los ‘70, todos los negocios del Once tenían un cartelito “se busca empleado”. Ni siquiera se publicaban avisos en el diario porque era un costo para que casi no se presentara nadie. Otras épocas. Esa misma situación la vi en NY durante el gobierno de Clinton. Para el que vende su trabajo, son tiempos felices.

[2] Son $ 167.000 mensuales de salario promedio. Piensen lo que serían los restaurants, los concesionarias de automóvil, las ventas de vaqueros y zapatos con un sueldo medio de esos montos. No es tan delirante. El sueldo medio durante el gobierno de Menem llegó a US$ 868, que si le agregamos la inflación en dólares, es más o menos US$ 1.400 de hoy.

[3] Cuando yo era chica los colchones eran de lana cardada, el exterior de cotín, todo cosido con hilos fuertes. Periódicamente venía “el colchonero” con una máquina de madera y hierros a la que yo llamo cardadora, pero tal vez tenga otro nombre. Pasaba toda la lana, eliminaba la sucia, agregaba nueva y con tela flamante, hacía todo de cero.

Son colchones infinitamente superiores a los que utiliza la mayoría de la población hoy, de goma pluma finita, la cual es inflamable y no facilita un buen descanso.

Por otro lado, en los últimos años se multiplicó la cría de ovinos en la pampa húmeda. A diferencia de los lanares patagónicos que se crían por su lana y obtienen excelentes precios internacionales, nuestros animales pampeanos tienen destino de frigorífico. Según algunos criadores, la lana es un problema. Les pagan poco y a veces hasta la dan gratis a cambio de que les esquilen las ovejas.

Así que se me ocurrió la idea, no sé cuán razonable es, de que esa lana se puede usar para hacer colchones. Enseñar el oficio. El costo del cotín y de la lana en vellón no es caro. Por lo que las personas más humildes pueden tener un colchón de primera calidad por poca plata. Y es un oficio altamente superior a, por ejemplo, cartonero; si bien todo trabajo es digno. Tal vez, las asociaciones de criadores de ovejas puedan explorar esta idea y financiar la capacitación de estas personas. O los fabricantes de tela cotín. Se pueden buscar créditos (provinciales, por ejemplo) para que los futuros colchoneros compren las máquinas cardadoras (símil el plan Ahora 24), y que, incluso, los vecinos puedan pagar los colchones en cuotas. En fin, es una idea. Los colchones de lana son insuperables. Tenemos algodón para el cotín, tenemos lana y tenemos gente que necesita trabajo y aprender un oficio. Más importante aún: tenemos gente que duerme sin un buen descanso. Es cuestión de buscarle la vuelta. Antes de que lo haga Palermo Sensible y tengamos tilingas haciendo colchones a US$ 14.000 cada uno.

Publicado originalmente por Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2021/08/sueldo-medio-de-1500-dolares.html

 

SOBRE EL MINISTERIO DE DEFENSA Y OTROS MINISTERIOS… O LA PARTIDOCRACIA

Marcelo Javier de los Reyes*

Días atrás, la repentina salida del ministro de Defensa Agustín Rossi no se debió a cuestiones referidas a su gestión. Si hubiera sido el caso, no debería haber asumido ese cargo nuevamente. Creo que no sería necesario recordar los robos en los arsenales de las unidades militares e incluso de un misil, al que el desplazado ministro le restó importancia. La salida del ministerio se debió al chiquitaje de la política partidaria, provincial, a la que nos tiene acostumbrados el conjunto de la casta política nacional, que todo lo ensucia y lo destruye. Fue una decisión que, el 28 de julio, tomó el presidente Alberto Fernández ante lo que consideró un acto de rebeldía por parte del ministro, quien se negó a bajar su candidatura como senador nacional por Santa Fe.

A estas alturas, demás está decir que hay un vacío enorme de conocimientos en materia de Defensa. El sistema de Defensa debe estructurarse en función de las relaciones internacionales que tiene nuestro país, de la política exterior que se diseña desde el gobierno nacional y que, además, debe ser coherente con los Intereses Nacionales. Dicho esto, en nuestro caso estas cuestiones no están claras: ni cuáles son nuestros Intereses Nacionales ni nuestra política exterior. De tal modo, que si no tenemos en claro dónde debe estar inserta la Argentina en el contexto de la comunidad de naciones, difícilmente estaremos en condiciones de estructurar nuestro sistema de Defensa.

Esa desconexión de la realidad, hace que no sepamos para qué queremos tener un sistema de Defensa y eso se refleja nítidamente al observar el estado actual de nuestras Fuerzas Armadas y de nuestra industria de producción para la Defensa, una industria imprescindible que permitiría dejar de lado la muletilla del embargo británico, el cual traslapa la realidad, que es que la casta política quiere que las Fuerzas Armadas desaparezcan por inanición.

Si como país no tenemos en claro nuestras hipótesis de conflictos o, en el peor de los casos, los gobiernos de turno las niegan, ¿qué estructura de Defensa podemos delinear?

Durante estos días, hasta el de ayer, en el que se designó al nuevo ministro, circularon por los medios unos pocos nombres que siguen demostrando que al frente de los ministerios —como en otros cargos públicos de suma relevancia— pueden nombrarse los más ineptos, los amigos, los ideologizados o los que ven una oportunidad para hacer sus negocios. En este punto, el Ministerio de Defensa se ha vuelto un lugar apetecible ya que, gracias al FONDEF, tiene disponible una interesante suma de dinero, quizás escasa para actualizar el material de las Fuerzas Armadas pero importante para otros fines.

Ante esta situación, nos debemos un serio debate, pues tenemos en claro quién no sabe nada de defensa y esto ha sido evidente en las últimas gestiones, por las que han pasado por sus cargos principales personajes que van desde operadores inmobiliarios macristas hasta quienes tienen en su ropero su pasado de haberse alzado en armas contra la Nación… algo que también pasó durante el nefasto gobierno de Macri en el Ministerio de Seguridad, el cual fue conducido por quien le dio unas palmaditas en la espalda a los gendarmes —aunque también tiene sobre sus hombros su propio “ARA San Juan”, con los 42 gendarmes muertos en Jujuy— pero que no resolvió la cuestión de fondo: el problema de la Patagonia, que unos pocos advertimos con anticipación suficiente para tomar las debidas medidas. Esa ex funcionaria no solo tuvo definiciones más que controvertidas respecto a la cuestión de la soberanía argentina sobre las islas Malvinas sino que en la actualidad lleva en su lista a una joven que explícitamente se ha manifestado en contra de los derechos soberanos de la Argentina.

Entonces, tenemos en claro quién no sabe acerca de las cuestiones vinculadas a la defensa pero desconocemos quién puede considerarse un especialista en esta área o, al menos, pueda sentarse al frente del ministerio con la voluntad de escuchar a los que saben, a los técnicos y a los que tengan la mejor de las intenciones para colaborar en una toma de decisiones destinada a salvaguardar los Intereses Nacionales.

La defensa es un área por demás compleja en este siglo XXI en el que ya no se contempla tanto la guerra convencional como las guerras híbridas y la ciberguerra.

Si uno observa a los “funcionarios multifacéticos” que nos proporciona esta casta política, termina por revalorizar lo que hace décadas escribió el analista político australiano Robert Moss en su libro El colapso de la democracia (Buenos Aires: Atlántida, 1977, 293 p.), quien nos dedicó un “Prólogo para argentinos”. En esas primeras páginas contradice la “famosa y optimista frase norteamericana” de que la democracia es “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, algo que según Moss “probablemente jamás haya existido, sino en algunas pequeñas comunidades rurales”. Para Robert Moss democracia “significa gobierno del político y, en todas las democracias contemporáneas, eso equivale a gobierno del político de partido” (la cursiva es del propio autor). Aún más, expresa,

El pueblo puede decidir en elecciones celebradas periódicamente qué grupo de políticos de partido lo va a gobernar, pero sería ridículo suponer que el pueblo tiene alguna influencia decisiva sobre lo que se hace entre una y otra elección.

En este sentido, hace una excepción en el caso de Suiza, país que celebra periódicos referéndums que le otorgan un cierto poder de decisión al pueblo. Para el autor, la democracia es nada más y nada menos que “un mecanismo para designar y reemplazar gobiernos a través de la decisión de una mayoría”.

Entonces la “democracia se confunde con la partidocracia”, la que aparentemente “fomenta la mediocridad en lugar de promover el surgimiento de verdaderos conductores”. Esto es más que evidente en nuestra Argentina y es la cuestión que nos lleva a considerar cuál es la capacidad de numerosos políticos para ocupar cargos de ministros, de secretaros, subsecretarios o directores nacionales.

Cuando el libro de referencia fue publicado, Moss abrigaba para la Argentina una esperanza que, vista más de cuarenta años después, se ha convertido en una decepción:

Si la Argentina logra superar sus problemas actuales podría llegar a desempeñar un papel preponderante en la elaboración de un nuevo modelo de gobierno de transición, cuyo principal objetivo sería el respeto por “la libertad del individuo y de la familia, en el marco de una sociedad segura, ordenada y justa”.

Para finalizar, cito otro párrafo que si bien está dirigido a los argentinos, entiendo podría extenderse hacia el resto de los iberoamericanos, quienes deberíamos en forma conjunta trabajar para lograr un modelo de desarrollo propio que nos engrandezca como región, concretando el sueño de la “Patria Grande”, el cual se aprecia cada vez más lejano. Nos decía Moss a los argentinos:

Si la Argentina desea apartarse del ciclo de desgobiernos demagógicos, intervención militar y gobiernos partidistas incompetentes, que han obstaculizado su historia desde 1945 —y le han impedido materializar su tremendo potencial de gran nación— deberá hacerlo a través de un modelo de gobierno creado por argentinos para argentinos.

Luego de leer esto no puedo menos que recordar que varios años antes, nada menos que José Ortega y Gasset, en una visita que hizo a la Argentina en 1939 nos dijo: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas!”

Bien, hemos superado la alternancia de la intervención militar pero no hemos logrado superar la alternancia de “gobiernos partidistas incompetentes”, los que en este ciclo democrático han logrado poner de rodillas a nuestro país. Para “materializar” ese “tremendo potencial de gran nación” que tiene nuestra Argentina, hoy deberemos empezar desde varios escalones más abajo.

Al analizar el camino de la democracia argentina he logrado internalizar la frase del personaje de la serie Sense8 de Netflix, la “hacktivista” Nomi Marks, quien expresó: “La esperanza es la decepción aun no descubierta”.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

©2021-saeeg®

 

¡SALUD!

 Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)

¿Qué tenemos ahora? Un sistema de salud disgregado y sin política general, excepto la anomia.

Invito a ver o a rever la película “12 monos”.

No ya con la mirada fija en los aspectos de ciencia ficción, sino en el derrumbe de una sociedad otrora organizada, los edificios decrépitos luego de años sin mantenimiento, la suciedad en las calles y el aspecto general de decadencia luego de que se rompiera un sistema interno de funcionamiento en la sociedad.

Y por casa, ¿Cómo andamos?

Hermosos edificios públicos construidos 100 años atrás se ven con paredes descascaradas, persianas oxidadas y puertas sin barniz, escalones de mármol rajados o con un trozo faltante, vitrales reparados de cualquier manera, con vidrios transparentes, cañerías obstruidas. Lo vemos en todos los órdenes: defensa, seguridad, justicia, educación y salud.

Vivimos en un “12 monos” que se fue gestando lentamente. La socialdemocracia que sufrimos desde 1983 a la fecha ha abandonado todas sus obligaciones públicas y ha escatimado fondos al mantenimiento de activos fijos y a la calidad de la prestación de servicios. Paradójicamente, estos “servicios” que nos presta (que no nos presta) el Estado, nos cuestan el doble que hace 40 años atrás. En efecto, hoy el Estado nos sale entre el 46% y el 50% del PBI (según el año), mientras todo lo que existe se hizo y se mantenía con el 25% del PBI.

La gran diferencia son los inútiles que nos gobiernan. Caros, ineptos, ladrones. Pero sobre todas las cosas desprecian a “los negros de mierda” a los que deberían educar(nos) y sanar(nos), evitar de que no les/(nos) entren a sus/(nuestras) casas para robar y brindarles/(nos) justicia, ya sea de un problema de medianera o la custodia de un hijo. No lo hacen. Total, para que ocuparse y gastar plata en “esos negros de mierda” (o sea, nosotros). Como dije en varias oportunidades, nuestra casta política nos desprecia.

El sistema de salud

¿Qué tenemos ahora? Un sistema de salud disgregado y sin política general, excepto la anomia. El gobierno de Menem lo provincializó. A todas luces, luego de 20 años, un error que pagamos día a día.

El actual sistema abandonó la prevención y detección temprana de enfermedades. Sólo se ocupa —mal y caro— de curar. Es decir, de lo que las autoridades llaman la salud asistencial. Llegar cuando ya es tarde. Tiene varias ventajas: es caro, lo que autoriza a gastar dinero en insumos. Permite varios quioscos, muchos de ellos con socios proveedores, ya sea las farmacéuticas, ya sea de los otros insumos.

Actualmente tenemos un sistema pseudocompartimentado, con varios vasos comunicantes.

Por un lado las obras sociales sindicales.

Como la formalidad laboral cae en picada en forma sostenida desde el 2002 a la fecha, sólo la mitad de los trabajadores cuentan con esta cobertura. He escrito en varias oportunidades mi disgusto por el trabajo precario, que el presidente de la Nación, Alberto Fernández tanto defiende y quiere acrecentar[1]. El trabajo informal, tan defendido por Fernández et al, deja al trabajador a la intemperie. Con todos los defectos de las obras sociales sindicales, siendo el primero la falta de homogeneidad en la calidad de prestaciones entre los diferentes sindicatos; con todos sus defectos, brinda un servicio inestimable a los trabajadores. Éstas se apoyan en las prestaciones privadas (clínicas) a las que contrata, un punto débil del subsistema.

El otro sector que presta servicios es la salud privada o prepagas. Una deformación de las viejas mutuales de hace 100 años atrás. Es caro y no siempre entrega lo que promete. Es un dolor para la clase media, que desconfía del hospital público. Es un sector social totalmente agredido por las políticas públicas de la socialdemocracia, ya que no cuenta con buenos servicios públicos por lo que debe compensar a su costo. Gran parte de los ingresos de este sector de la sociedad se va en pagar la “prepaga”, el colegio privado de los chicos y las expensas del departamento. Deja poco lugar para el ahorro y la compra de bienes durables; con el agravante de que cuando una persona pierde su trabajo, se queda sin cobertura médica o sin dinero para la prepaga. Una pesadilla.

La paradoja de la socialdemocracia argentina, a diferencia de la europea, es la ausencia de bienes públicos. Europa da hospitales públicos y colegios públicos de más o menos buena calidad. Nosotros tenemos malos servicios, como en Perú, Colombia, Bolivia, México o Sudáfrica. Con la diferencia que esos países tienen un sistema que cuesta el 22% del PBI y acá no. Tenemos costos de país socialdemócrata y servicios de países normales. Lo peor de ambos mundos.

Por último el servicio público de salud. Parte está en manos provinciales y una pequeña fracción en las nacionales, como los hospitales Garrahan y Posadas, las campañas nacionales de vacunación (las ordinarias anuales), los transplantes y pocas cosas más. En las localidades pequeñas sólo hay hospitales públicos o salas de primera atención, ya que la ubicación de clínicas sería antieconómica. Luego está el PAMI, un sistema supuestamente público de administración de salud, pero que subcontrata todas las prestaciones que brinda. El presupuesto nacional de salud también se gasta en subsidios a las OOSS y a las prepagas.

La característica principal de todos los subsistemas es que brindan medicina asistencial y han abandonado en su totalidad la prevención, con la excepción del plan de vacunación de infantes y adolescentes.

Otro gran retroceso ha sido la suspensión del servicio militar donde todos los años se revisaba al 50% de los individuos de 18 años, con lo que se tenía el pulso de la situación sanitaria de la población. No sólo en enfermedades, sino datos nutricionales (altura, peso). Toda esa información hoy no los tenemos.

La característica general de la salud pública (excepto en algunas provincias y excepto en algunas localidades pequeñas) es la falta de respeto al ciudadano. Horas de cola para ser atendido, profesionales mal pagos, situación de huelga permanente en algunos casos, como provincia de Buenos Aires, que hace que los casos caigan en las guardias y no sean seguidos por los consultorios externos. Falta de atención en las internaciones (sábanas limpias, comida saludable, medicación, cociente enfermeros/paciente). Lo de siempre.

Esto sucede por varias razones. La primera es el desprecio total y absoluto de los gobernantes por los gobernados. Por más que el discurso que emiten diga todo lo contrario. Lo importante son las acciones. El desprecio se ve en el estado de los edificios, en los sueldos que le pagan a los profesionales de la salud y en la organización del servicio (horas de espera para —con suerte— ser atendido). La segunda razón: el robo. El Estado gasta fortunas en comprar medicamentos y otros insumos[2]. Un gran negocio entre proveedores del Estado y funcionarios corruptos. Una pena que no gasten (aunque roben) en brindar prevención y buenos servicios asistenciales. Dentro de esta lógica se inscribe la destrucción del sistema de salud mental[3]. Compra de fármacos, derivaciones al sistema privado (en los casos en que se le pueda sacar plata a las familias) y posibilidad de negociados inmobiliarios en los predios donde había hospitales neuropsiquiátricos. En su infinito desprecio a la población fueron incapaces de subirle los sueldos al personal de salud en el 2020, al punto de verse forzados a hacer marchas para que les den unos pesos. Ni con la pandemia rectificaron el rumbo de subfinanciación o mala administración del sistema.

Por esa razón digo que no es sólo peculado, sino desprecio también[4]. O más.

Por el bienestar del Pueblo y el engrandecimiento de la Nación

Nosotros no gobernamos. Nosotros = los que amamos a nuestro pueblo y nuestra Patria. Nosotros = los que no somos socialdemócratas. Socialdemócratas = gente que desprecia a su pueblo, gente sin Patria y sin Dios.

Nosotros no gobernamos. Ni tenemos expectativas de hacerlo a la brevedad. Eso no implica que no debamos pensar qué es lo que hay que hacer.

La salud de la población es una prioridad. Necesitamos un pueblo sano en todos los órdenes, para fortalecer al país, para eliminar cualquier factor de vulnerabilidad, para aumentar nuestras chances de supervivencia, tanto individuales como colectivas.

 

Propuestas

Prevención. El primer paso es la nutrición. No es sólo una cuestión de dinero sino de saber cocinar. Entender cuál es la mejor composición de carbohidratos, lípidos, proteínas, vitaminas y agua. Saber hacer comidas nutritivas y baratas. Hoy miles de familias humildes le dan de comer a sus hijos hamburguesas y salchichas compradas, cuando el kilo de hamburguesa elaborada cuesta más que un kilo de cuadril de la mejor calidad. Generar acceso a formas de cocción alternativas (hornos de barro y cocinas económicas). Los comedores colectivos (merenderos y otros) han hecho un gigantesco daño cultural que habrá que revertir[5]; la mejor manera es que los sueldos sean superiores a US$ 230 y que todos tengan trabajo formal. Agrego que un gobierno nacional debe controlar las porquerías que agregan a los alimentos las plantas elaboradoras y que causan graves daños a la salud de la población, si bien es un envenenamiento lento.

El segundo es la educación física. Volver a tener esa disciplina en las escuelas (hoy hacen que hacen). Conocer el cuerpo. Enseñar destrezas. Generar el hábito que acompañe a nuestra población toda la vida.

El tercero es la higiene. Volver a las campañas públicas (hervir agua y alimentos), la calidad de las bebidas, no abusar de las gaseosas azucaradas. Enseñar todas las enfermedades infectocontagiosas y como prevenirlas (materia obligatoria en la primaria cuando yo era chica). Generar conocimiento del medio a las personas para que sepan defenderse (awareness). Combatir la suciedad a través de campañas masivas. Tanto del propio cuerpo como del barrio.

El cuarto es la prevención con detección temprana. Los niños examen completo, incluido auditivo y oftamológico, para detectar falencias y subsanarlas desde el principio para obtener buenos resultados escolares. Control anual a toda la población. Controles ginecológicos y de próstata para los varones adultos. Todas las mujeres deberían hacerse pap y mamografías a partir de determinada edad. Combatir la obesidad, el alcoholismo y el abuso de drogas como factores de riesgo de la población. La persona es “libre”, pero luego la factura la pagamos nosotros.

Quinto. Volver a imponer el servicio militar, ahora para ambos sexos. Tiene varias ventajas. Una es la revisión de la totalidad de la población nacida en Argentina a los 18 años. Luego enseñar —para el que se olvidó de lo que le enseñaron en la escuela— higiene sanitaria, prevención de enfermedades y técnicas de primeros auxilios, entre otros conocimientos de preservación propia y cuidado de la comunidad.

Sexto. Volver a un sistema nacional. Con foco en la prevención y que garantice homogeneidad en la calidad de servicios en todo el territorio. Brindar servicios mejores que los privados para que la clase media vuelva al hospital y se le alivianen los presupuestos familiares. Buenos sueldos para los profesionales. Auditorías en las compras de insumos y licitaciones transparentes. Brindar servicios de salud en las zonas rurales como forma de seducción para que se mude la población de la ciudad a las localidades más pequeñas. Construir tres o cuatro “garrahans” en el interior del país. Derogar la ley de salud mental y volver a tener a nuestros locos bajo cuidado; ellos y el grupo familiar. Tener una política activa de contención y si es posible, recuperación de alcohólicos y drogadictos. Tenerlos durmiendo en las recovas de Leandro N. Alem y Paseo Colón no es, ciertamente, la solución.

Séptimo. Amar a la Patria y a su Pueblo.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencias

[1] Como Alberto Fernández lo ha expuesto en su discurso inaugural el 10 de diciembre de 2019 y repetido las dos veces que habló frente a la Asamblea Legislativa el 1º de marzo del 2020 y del 2021, los “movimientos sociales” son un ariete político contra los sindicatos, la formalidad laboral y en definitiva, el pueblo argentino, ya que los desviste de una organización que mal, regular o bien, los protege.

[2] Los transplantes son un negocio gigantesco, con gastos millonarios en fármacos. De ahí la presión para la ley Justina. El otro punto es gran parte de la “recolección” de los órganos se hace en hospitales públicos, en particular en zonas pobres, como Florencio Varela. Los destinatarios, en su gran mayoría, son tratados en clínicas privadas. Ver los datos públicos del ministerio de salud.

[3] Nota sobre la Ley de Salud Mental de Claudia Peiro.

“La rara Ley de Salud Mental argentina que recela de la psiquiatría y la niega como ciencia médica”, https://www.infobae.com/sociedad/2020/10/25/la-rara-ley-de-salud-mental-argentina-que-recela-de-la-psiquiatria-y-la-niega-como-ciencia-medica/

[4] Un caso claro fue la discusión del aborto. Más allá de la discusión ideológica de Kissinger vs. General Perón, está la cantidad de compras masivas de misoprostol. Los capitostes del radicalismo emitieron un videoclip, integrado en su totalidad por varones sexagenarios u older, donde afirmaban que el aborto era una cuestión de salud, para prevenir la muerte de las mujeres. Es del 2018. Ese mismo año fallecieron 19 mujeres por abortos (sumados los practicados en hospitales públicos y los clandestinos privados). Todos los años fallecen miles de mujeres por cáncer de mama y cáncer de útero. Todos los años mueren casi 300 mujeres por parte, en general por problemas previos no tratados (obesidad, hipertensión, diabetes, Chagas). Nunca, desde 1983, los políticos se ocuparon de la salud de las mujeres, lo que hace el argumento utilizado a favor del aborto lo que es: falso. La UCR gobernó o cogobernó desde 1983 11 años y medio (5,5 Alfonsín, 2 de la Rúa, 4 Macri). Nunca se ocuparon —tampoco lo hicieron Menem, Duhalde, Kirchner, Cristina Fernández o Alberto Fernández— de prevenir enfermedades ginecológicas. Cristina Fernández hizo una campaña contra el HPV, que tenía por fin comprar vacunas. Les hacían análisis de HPV a las jujeñas de la Puna, pero no un pap, o análisis de tuberculosis o Chagas. Lo de siempre, hacer que se hace. Nunca “cuidar” con sinceridad al pueblo.

[5] Si bien han brindado grandes ayudas en tiempos de colapso.

 

Publicado originalmente por Restaurar.org, http://restaurarg.blogspot.com/2021/08/salud.html