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EL TERROR EN EUROPA: LA VÍA BALCÁNICA. LA MIGRACIÓN Y LA DELINCUENCIA EN LA SOCIEDAD GLOBALIZADA

Giovanni Ramunno*

La iniciativa de la Ministra del Interior, Luciana Lamorgese, de reanudar las patrullas policiales conjuntas en la frontera entre Italia y Eslovenia con el fin de combatir la inmigración ilegal y erradicar la trata de seres humanos a través de los Balcanes ha sido retomada positivamente por su homólogo del gobierno esloveno, Aleš Hojs. La intensificación de las actividades transfronterizas podría interpretarse como la parte visible de un trabajo mucho más complejo y exigente, con la implicación de diferentes realidades.

La frontera noreste es conocida por ser una zona de tránsito para redes criminales, así como para migrantes de Asia y del norte de África. Además, en el último período, el caudal desde la Ruta de los Balcanes se ha acelerado, también debido a condiciones meteorológicas más favorables. En el último mes de mayo, la intervención de las fuerzas del orden para frenar el fenómeno en Eslovenia ha rastreado a 15 migrantes. Ocho afganos fueron detenidos en Kačiče (en la zona entre Lokev y las cuevas de San Canziano ndr), mientras que dos ciudadanos iraníes fueron detenidos en Starod (cerca de la puerta del monte Sneznik ed) y una persona de origen marroquí en Rakitovec, en la Ciceria eslovena. También el 13 de mayo, agentes del Departamento de Policía de Koper arrestaron a un traficante esloveno de 20 años por ayudar a la inmigración ilegal. El mismo día otros seis migrantes se detuvieron en diferentes zonas de los confines entre Croacia e Italia.

La magnitud del fenómeno indica cuán lucrativa es la trata de personas al confirmar las afirmaciones interceptadas, como parte de la investigación sobre la “capital de la mafia”, por Salvatore Buzzi, la mano derecha de Massimo Carminati. Esto también lo confirma “Elham Nur”, un traficante de personas entrevistado por la BBC y que afirma enviar personas a Italia, Francia y el Reino Unido con gran éxito, gracias a las buenas conexiones con otros criminales y ganando 3.500 dólares por cada migrante que trae a Italia (En particular, el traficante afirma que “nuestro precio es de 1.000 dólares de Afganistán a Turquía”, “de Turquía a Serbia son 4.000 dólares; desde allí en Italia cobramos otros 3.500 dólares. Esto es un total de $8.500”.

Su red utiliza casas de seguridad en el camino, en ciudades como Teherán, Van (en Turquía) y Estambul, y continúa, en la misma entrevista, especificando que “no asumen ninguna responsabilidad por ellos si son capturados por la policía, pero si son secuestrados por militantes o grupos armados, pagamos un rescate para liberarlos”. Los traficantes de personas dependen de las mismas redes criminales que trafican drogas y armas o blanquean dinero; se sienten atraídos por los Balcanes debido a los bajos riesgos de cruzar fronteras o utilizar empresas y sistemas bancarios. Muchos de los puntos calientes identificados en el informe de la Iniciativa Global se encuentran principalmente en las zonas fronterizas, pero el informe también examina áreas clave donde los delincuentes blanquean las ganancias generadas por el tráfico ilícito: sumas relativamente pequeñas de dinero se blanquean en restaurantes, panaderías, empresas de catering y más. Sumas mayores, por otro lado, fluyen hacia la venta de bienes raíces, juegos de azar y turismo.

Valichi (Fonte:https://www.policija.si/index.php/component/content/article/119/526)

Los acuerdos para los “viajes de esperanza” a menudo se concluyen en Grecia o Turquía. Más específicamente, los traficantes utilizan contactos en campos de refugiados o ciudades (a menudo alrededor de puertos) donde se reúnen solicitantes de asilo y migrantes o los migrantes llegan a ellos (por ejemplo, alrededor de una estación de tren y autobús o puerto). Un informe del Ministerio del Interior albanés, informa la BBC, señala que “las redes organizadas de traficantes, compuestas por ciudadanos griegos y albaneses, a menudo participan en la organización de su paso en Italia o en la frontera con Albania, para obtener una compensación”.

Para la realidad nacional del noreste, los cruces tienen lugar principalmente desde Croacia, cerca de Dragonia, Jelsane, Babno Polje y Metlika y luego cruzan Eslovenia y llegan a las provincias de Gorizia y Trieste. Concretamente, en el cantón de Una-Sana, en Bosnia y Herzegovina, los traficantes se cuelan en los campamentos de refugiados y negocian los detalles del intento de tráfico ilícito, los “reparadores” conectan a los migrantes con los conductores de diversos vehículos que los llevan de las aldeas a las grandes ciudades, de los pueblos a los asentamientos cercanos a las fronteras o los recogen en las fronteras y proporcionan documentos falsos.

Después los guardianes actúan como guías, acompañando a pequeños grupos de unos cinco migrantes a caminar por el bosque hasta Croacia.

Los guardias a las puertas también organizan el transporte en transbordadores y balsas a través de las fronteras azules, como es el caso de cruzar el Sava o el paso a través de los túneles que la policía ha descubierto (3-7 metros de profundidad y 15-30 metros de largo) bajo una cerca de alambre de púas a lo largo de la frontera serbio-húngara cerca de Szeged, Asotalom y Kelebija. Algunos acercamientos se realizan a pie por la noche a través de contactos locales o por teléfono o a través de las redes sociales. Además, los letreros están dispuestos en la calle (como latas de hojalata que cuelgan de los árboles, grafitis en los edificios). Algunos también utilizan servicios regulares de autobús o tren, como de Sarajevo a Bihac en Bosnia y Herzegovina, alojándose en hoteles.

Cantón de Una-Suna y directrices de inmigración ilegal

Testimonios e investigaciones citan a algunos migrantes que afirman que algunos policías y guardias fronterizos participan en actividades delictivas, en el papel de fijadores. La policía y los funcionarios fronterizos corruptos han sido detenidos en varios lugares. En noviembre de 2020, el jefe de la estación fronteriza en Zvornik, Bosnia y Herzegovina, fue arrestado por tráfico de migrantes. En agosto de 2020, un policía de Tirana fue detenido en Pogradec, cerca de la frontera con el norte de Macedonia, mientras transportaba a dos ciudadanos sirios con su coche por 70 euros cada uno.

La mayoría de los migrantes y solicitantes de asilo entran en los Balcanes Occidentales desde Grecia o alrededor de Gevgelija en el norte de Macedonia o cerca de Kakavia y Kapstica en Albania. Una estimación aproximada del mercado del tráfico ilícito de migrantes en la frontera sur de los Balcanes Occidentales oscila entre 11,8 millones de euros y 17,7 millones de euros en la frontera entre Grecia y Macedonia septentrional y entre 7,5 millones y 11,5 millones de euros entre Grecia y Albania. En total, en 2020, la actividad de tráfico de migrantes a los principales puntos de entrada de los Balcanes Occidentales en la frontera entre Grecia y la vecina Macedonia del Norte y Albania se puede estimar entre 19,5 y 29 millones de euros.

Uno de los mayores puntos calientes es la frontera entre Bosnia y Herzegovina y Croacia, especialmente alrededor de la ciudad de Bihać en el cantón de Una-Sana. En este ámbito, se ha tenido en cuenta el hecho de que en el cantón de Una-Sana también se está acordando el tráfico de migrantes a través de Croacia hacia Eslovenia e Italia.

La carretera menos transitada conduce al norte, principalmente a través del río Gradiška al noreste de Banja Luka, luego alrededor del distrito de Brčko y a través de la frontera con Croacia. El profesor Eldan Mujanovic, de la Facultad de Criminología y Estudios de Seguridad de la Universidad de Sarajevo, comentó la gestión de la crisis de los migrantes afirmando que “los campamentos de migrantes no deberían estar donde están hoy, es decir, en la parte occidental de Bosnia y Herzegovina, cerca de la frontera con la Unión Europea” [n.d.r. en la zona de Bihac]

Estos son los puntos de salida clave para los migrantes que pasan por los Balcanes Occidentales y los esfuerzos por entrar en la UE. Como resultado, el número total de personas, costos y riesgos es relativamente alto. Se estima que el mercado en este ámbito estaba valorado entre siete y 10,5 millones de euros en 2020.

Muchos de los puntos críticos conocidos desde hace mucho tiempo, que se encuentran con mayor frecuencia en las zonas fronterizas, se caracterizan por ser centros delictivos: al mismo tiempo están presentes varias actividades delictivas, como el tráfico ilícito de drogas y el blanqueo de dinero, junto con el tráfico de migrantes. En cuanto al fondo, una cantidad relativamente pequeña de dinero se blanquea en actividades de generación de efectivo, como restaurantes, panaderías, gasolineras y compañías de taxis, y, por otra parte, grandes sumas de dinero fluyen hacia los sectores de la construcción y el sector inmobiliario, el juego y el turismo.

Es sorprendente lo poco que las instituciones regionales competentes quieren influir en este fenómeno; de hecho, aunque estos lugares son bien conocidos, las incautaciones de drogas y armas son pequeñas —con la excepción del cannabis— y las detenciones de grandes delincuentes son raras, lo que sugiere que existe una red de connivencia. Aún más sorprendente es saber que en el pueblo de Stijena, vecino de Cazin, la construcción de casas erigidas por miembros de la comunidad salafista local es cada vez más frecuente y los habitantes temen que un nuevo Maoča brote en este parajamat [“grupos no registrados liderados por salafistas que actúan por fuera de la jurisdicción de la comunidad islámica oficial”, nota del traductor], escribe “Dnevni Avaz”.

El mismo personal de redacción se puso en contacto con los organismos de seguridad y consultó la documentación confidencial de Bosnia y Herzegovina e informa de que “en Podgredina, la capacitación se celebra todos los fines de semana, es decir, conferencias para miembros del movimiento wahabí. En ese lugar se construyó una estructura más grande y otra más pequeña para la sala de estar. Un mayor número de miembros de ese movimiento pueden venir al centro al mismo tiempo”, dicen los periódicos. Se afirma que el centro está rodeado de casas wahabíes, y que uno de los líderes es un wahabí que trabaja en la capital austriaca Viena.

Entonces, mientras Podgredina se está estableciendo como una nueva comunidad wahabí, Gornja Maoča no abandona sus hábitos anteriores y los wahabíes de esa aldea dijeron que pedirían a Dragan Mektić, el ministro de seguridad de Bosnia y Herzegovina, y a las autoridades que explicaran, en nombre de la libertad religiosa, “porque son radicales y extremos” y les ofrecieran pruebas de estas acusaciones.

Bosnia: Imán salafista Hussein Bosnic

Los expertos en seguridad estiman que hay 20.000 salafistas en Bosnia y Herzegovina; los propios salafistas dicen que hay 50.000. “La presión diplomática sobre Arabia Saudí es urgente para detener el trabajo misionero de las organizaciones religiosas saudíes”, dijo el portavoz de la Comunidad Islámica, Jusic.

A principios de 2019, el Servicio de Extranjeros (SPS) en Sarajevo y Bihać puso bajo vigilancia a seis “migrantes” de Afganistán que “representan una amenaza para el orden público y la seguridad en Bosnia y Herzegovina”. Cinco están vinculados al terrorismo internacional y uno es sospechoso de trata de seres humanos y delincuencia organizada. Los inspectores de MSF localizaron a las personas mencionadas sobre la base de medidas de control mejoradas y de la cooperación y el intercambio de información con organismos nacionales e internacionales, principalmente mediante el intercambio de datos biométricos. “Con respecto a las personas mencionadas, el SPS, en cooperación con los organismos asociados, está llevando a cabo el procedimiento de confirmación de identidad y estableciendo otros hechos necesarios para su expulsión del territorio de Bosnia y Herzegovina, sobre la base de medidas de expulsión dictadas anteriormente. Ahora estamos llevando a cabo acciones operativas para determinar las rutas de movimiento de las personas que hemos colocado bajo vigilancia, la fecha de su ingreso en Bosnia-Erzegovina y su punto de contacto en este país”, ha afirmado el director del SPS Slobodan Ujić.

Así, mientras las autoridades bosnias se enfrentan a la amenaza del extremismo islámico, el 8 de mayo de 2021 la policía croata persiguió una furgoneta blanca con matrículas extranjeras sospechosa de transportar migrantes. El conductor perseguido por siete vehículos policiales chocó contra un vehículo oficial y luego se detuvo entre Normanci y Koška. Había diez hombres y un niño a bordo del vehículo. Si el Consejero Regional de Seguridad de la región de Friuli Venezia Giulia, Pierpaolo Roberti, tiene elementos válidos de análisis para afirmar que “… la existencia de vínculos entre los traficantes de seres humanos y los terroristas ya está establecida”, se requiere un enfoque más proactivo y sistemático de las actividades de investigación e investigación e inteligencia para mitigar las operaciones delictivas que están cada vez más globalizadas, lo que representa una amenaza muy grave para las instituciones europeas y las comunidades nacionales.

 

* Periodista y responsable de prensa, ocupó el cargo específico en los principales teatros operativos, incluidos la ex Yugoslavia, Kosovo, Irak y ElLíbano. Fue jefe de la oficina de prensa de la operación europea “Althea” en Bosnia y asesor de comunicaciones del presidente del comité militar de la Unión Europea. Como piloto de helicóptero, trabajó con las Naciones Unidas en El Líbano como jefe de las actividades aéreas de la misión de la FPNUL y dirigió el grupo de vuelo en Kosovo; fue observador en la Misión de Observadores de la Comunidad Europea en Serbia, Montenegro, Croacia y Bosnia y en la Misión de Observadores Diplomáticos de Kosovo en Kosovo y Macedonia. Ha publicado “Magreb o un espacio de cooperación y desarrollo”, “Irán desde la primera posguerra hasta el acuerdo de Argel” y “La dama de los cristales: el desafío de la vida”. Colabora con revistas y sitios sobre los principales problemas de seguridad.

 

Artículo traducido por la SAEEG con expresa autorización de su autor. Publicado originalmente el 10/06/2021 en OFCS.Report – Osservatorio – Focus per la Cultura della Sicurezza, Roma, Italia, https://www.ofcs.it/internazionale/difesa-e-sicurezza-nazionale/terrore-in-europa-la-pista-balcanica/#gsc.tab=0

Prohibida su reproducción.

EL DESORDEN INTERNACIONAL: SEIS ESCENARIOS INQUIETANTES

Alberto Hutschenreuter*

Posiblemente, el estado de desorden que existe en el mundo actual suponga uno de los desafíos más complejos al momento de pensar tendencias y desenlaces. Existen más cautelas, sí, en relación con apreciaciones que impliquen ascensos significativos en materia de cooperación internacional, particularmente entre los poderes preeminentes, como así en cuanto a “certificar” que temas como el comercio conllevan un automatismo en relación con el descenso de conflictos entre Estados.

A lo más, como concluye un interesante estudio sobre escenarios, se aprecia que podría mantenerse una convivencia relativamente pacífica entre aquellos poderes mayores que mantienen una profusa interdependencia competitiva en el segmento comercio-económico, es decir, Estados Unidos y China, pero destacando que la misma no acarrearía mejoras. Incluso aquellos expertos que reflexionan desde la esperanza que siempre supone el credo religioso, como por ejemplo el estadounidense César Vidal, se han vuelto cada vez más escépticos en relación con superar por medios políticos y económicos la crisis espiritual que sufren las sociedades.

El planteo o problema central es cómo será la trayectoria de las relaciones internacionales hasta alcanzar algún modo de configuración que implique “anclar” dichas relaciones a un patrón que aleje la discordia entre los Estados y afiance la gestión o concurrencia entre ellos. La experiencia enseña que un mundo desarreglado, es decir, no solo sin consenso entre “los que cuentan”, sino en situación de creciente desavenencia entre éstos, al punto que en algunos el estado es de “no guerra”, difícilmente pueda extenderse por demasiado tiempo. Si los propios órdenes internacionales suelen agotarse cuando se modifica el contexto o desaparecen las bases que lo gestaron y sustentaron, más precaria resultan las situaciones de desorden o desarreglo internacional.

El planteo resulta pertinente, pues, desde la situación en la que nos encontramos, dicha trayectoria difícilmente podría evitar turbulencias mayores o desenlaces altamente disruptivos entre los Estados, a menos que suceda algún acontecimiento internacional de escala, por caso, una gran conferencia o convención que suponga la antesala de acuerdos que trabajosamente, e incluso con dimisiones estratégicas, conduzcan a una configuración, aunque se trata de un acontecimiento que por ahora muy difícilmente ocurra.

Existen muchas realidades que dificultan tal rumbo favorable, algunas de las cuales la pandemia las galvanizó, por ejemplo, el nacionalismo de viejo y nuevo cuño, es decir, aquel reluctante ante el extranjero (cercano y distante), y este que se forja y vigoriza ante la inseguridad que implica lo desconocido, enfermedades contagiosas y globalismo, por citar dos muy presentes. Por otra parte, aunque se trata de una “regularidad” en las relaciones entre Estados, existe una creciente acumulación militar por parte de los países. No obstante, el hecho relativo con que en plena pandemia se haya invertido en el segmento de las armas más que en años anteriores (casi dos billones de dólares, según el informe 2021 del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, SIPRI) es un dato inquietante.

Pero hay otras semejantes o más complejas que aquellas. Consideremos básicamente seis de ellas: lo que podemos denominar “pluralismo geopolítico”; el creciente carácter intransigente de conflictos mayores; el multilateralismo descendente; la creciente configuración internacional “de facto”; la re-jerarquización internacional en contexto de la Covid 19 o de pos-primera ola; y, por último, el (posible) declive de civilizaciones.

En relación con la multiplicidad geopolítica, con ello queremos decir que a las clásicas dimensiones de la disciplina, tierra, mar, aire y espacio ulterior, se suman hoy el ciberespacio (en sus diferentes orientaciones, esto es, geopolítica de la conectividad pacífica, y geopolítica de la disrupción); los “territorios” funcionales a las denominadas “guerra híbrida” y “guerra gris”; la lógica territorial de los actores no estatales; y aquellos socio-espacios que fungen útiles para los actores no estatales, aunque también algunas veces para los mismos gobiernos.

Esta realidad es inquietante, pues la geopolítica tradicional siempre ha implicado (y no hay ninguna razón para que no continúe implicando) intereses aplicados sobre espacios geográficos con fines corrientemente asociados al incremento o a las ganancias de poder; es decir, supone conflictos. Pero los “nuevos temas” de la “geopolítica ampliada” no agregan algo diferente orientado hacia la cooperación (si bien es cierto que la conectividad pacífica supone adelantos en múltiples dimensiones), sino que, en buena medida, expanden las posibilidades de conflictos de nuevo cuño.

En efecto, la ciberguerra y los “espacios” utilizados en la guerras híbridas y grises, por caso, campañas de propaganda y utilización de recursos no militares ni cinéticos, suponen pugnas de poder o rivalidades a través de medios crecientemente sofisticados, pues el factor tecnológico-digital es clave para lograr ventajas internacionales. Pero se trata de una “nueva geopolítica” (más difusa en relación con las formas de guerras) que, a diferencia de la clásica geopolítica aplicada por los Estados en relación con la captura de territorios o proyección de intereses sobre zonas de recursos, puede ser ejercida por Estados “tercerizando” sus acciones por medio de “hackers patrióticos” y fuerzas irregulares, estrategias que implican “técnicas de poder” que “des-responsabilizan” de dichas acciones a un eventual Estado, o bien puede ser llevada a cabo por actores domésticos contra su propio Estado.

En cuanto a la lógica territorial de los actores no estatales como el terrorismo transnacional, la misma continúa siendo aquella que implicó un alcance global contra blancos situados en territorios nacionales altamente seguros, si bien actualmente dicho actor se encuentra en una etapa de (relativo) repliegue estratégico.

Finalmente, la profunda crisis socioeconómica que ha implicado la pandemia está fungiendo como “funcional” para el crimen organizado, que no solamente podría verse favorecido debido a la extenuación de capacidades de los Estados, algo que agudizaría aquello que hace décadas el estadounidense James Rosenau denominó “relocalización hacia abajo de la autoridad del Estado”, sino de lo que podemos denominar “consecuencias delictuales no deseadas de la pandemia”; un fenómeno que hace unos años lo observó muy bien la socióloga mexicana Rossana Reguillo Cruz en relación con el auge de las maras: “Cuando las instituciones se repliegan, otras ‘instituciones’ tienden a ocupar su lugar y los vínculos con el crimen organizado les han dado a estos jóvenes un lugar de pertenencia que no encuentran en la sociedad”. Es decir, la Covid 19 termina creando territorios deletéreos de inclusión social.

Pero, también, determinados gobiernos de cuño populista pueden favorecerse rentabilizando secuelas de la pandemia. Aunque resulte un fenómeno inicuo, el capital político que supone el “pobrismo funcional” representa el territorio de una geopolítica no clásica sino “evanescente” e inficionada, tanto en las ideas como en los hechos, por el fenómeno del relato. En otros términos, se trata de una “geopolítica de la decadencia”.

La geopolítica es acaso el segmento que registra las mayores extensiones. Sin embargo, es importante tener presente que la disciplina no puede desnaturalizarse, es decir, hay fenómenos nuevos que implican otros territorios, pero el fin siempre nos lleva a una relación intrínseca entre intereses políticos y geografía. Hay situaciones más vitales y reales, por ejemplo, los propósitos que tienen los poderes mayores en relación con el espacio ulterior, donde las concepciones nacionales prácticamente no ocultan fines asociados a la seguridad y la militarización; y hay otras en las que dicha relación es más difusa (e incluso posiblemente hasta cuestionable desde la disciplina). Pero en todas hay una situación en la que se suceden política, intereses y territorio.

Existe otra situación relativa con lo que podemos denominar irreductibilidad de los conflictos, un estado riesgoso pues prácticamente se acotan sensiblemente las posibilidades de lograr moderación por medio de negociaciones.

La región de Oriente Medio ha sido siempre la plaza de los conflictos irreductibles, por ejemplo; sin embargo, hay otros conflictos en los que la intransigencia de las partes en liza lo están tornando irreductibles. Concretamente, la situación de tensión que existe entre Occidente y Rusia, una rivalidad que, dado el estado en el que se halla, difícilmente se logren concesiones.

Por caso, ¿es posible suponer que la OTAN se comprometa a reducir significativamente la acumulación militar y renunciar a ampliar la membresía a países del este, como por ejemplo a Ucrania? Por su parte, ¿se puede esperar que Rusia abrace el “pluralismo geopolítico” y sea impasible a lo que suceda en su “vecindad inmediata”, como, por ejemplo, en Bielorrusia?

Es casi imposible responder afirmativamente a estos interrogantes estratégicos. Pero hay que agregar que la situación en Europa del este es una de las cuestiones. Sin duda, la principal; pero existe una canasta de conflictos entre Occidente y Rusia que plantean una nueva rivalidad que dificultan sobremanera hallar salidas, situación que, a su vez, dificulta posibilidades de considerar escenarios de pactos que prefiguren un esbozo de orden internacional.

En este contexto, la Unión Europea sostiene una geopolítica extraña o “blanda” fundada en la creencia de que sus normas e instituciones pueden (y deben) ser exportadas, y así “neutralizar” la geopolítica en clave clásica (que es la que predomina en el mundo allende las fronteras de la UE).

En tercer término, el multilateralismo sufre un descenso prácticamente sin precedentes, inquietante porque el mismo se inició bastante antes de la pandemia, aunque la enfermedad sin duda la precipitó. Será complejo re-construir un multilateralismo activo, no solo por las secuelas de desconfianza derivadas de la pandemia, sino porque la denominada “política como de costumbre” en las relaciones internacionales, es decir, las cuestiones relacionadas con la seguridad, la autoayuda, las percepciones, el poder, los intereses, el nacionalismo, etc., seguirá constituyendo el fondo de tales relaciones. Es verdad que “nada será igual” cuando finalmente pase la pandemia, pero ello no implica que nos encontraremos ante temas o situaciones superadoras de lo que viene sucediendo protohistóricamente en las relaciones entre Estados.

Existen múltiples conjeturas, algunas de ellas demasiados sobrevaluadas en relación con las esperanzas centradas en un futuro con “seguridades aseguradas”, por ejemplo, en materia de inteligencia artificial (IA, un entorno pos-humano), o en cuanto a una economía digitalizada. Pero se trata de conjeturas; más todavía, se podría pensar que los resultados terminen siendo totalmente contrarios a los aguardados y, por ejemplo, los Estados, sintiéndose amenazados ante cambios que “relocalicen su autoridad en todas las direcciones”, desplieguen medidas que los vigoricen hacia dentro y hacia fuera, hecho que afectaría más todavía el devaluado multilateralismo.

Quizá resulte pertinente recordar la conjetura estrella de principios de los años noventa: un mundo centrado en el comercio profuso, los bloques geoeconómicos y los regímenes ordenadores del mismo. Treinta años después, no solo nada de ello ha ocurrido, sino que el comercio entre actores mayores, Estados Unidos y China, es una fuente de desavenencias que, de complicarse más, podría provocar trastornos económicos mayores a escala global.

En cuarto lugar, el dinamismo económico de Estados Unidos y China se encuentra, por lejos, adelante de los demás, incluso de la UE, cuyo “desentendimiento” de la geopolítica no solo la priva de estar presente en uno de los segmentos clave de poder internacional, sino que la mantiene en un lugar de dependencia estratégica crónica.

Hay estudios que consideran que, a menos que ocurra una guerra entre estos dos poderes mayores, el mundo ingresará (“de facto”) a un modo u orden bipolar flexible, es decir, Estados Unidos y China proveerán (cada uno) los denominados bienes públicos internacionales, por caso, en materia de bancos, sin que ello suponga, como otrora, la existencia de cerradas esferas de influencia (en todo caso, dicho modelo se basará en una “geopolítica descentralizada”).

En este contexto, podría suceder que el gran emprendimiento geoconómico y geopolítico de Pekín que atraviesa el Asia central, “One Belt One Road” (“OBOR”), provoque tal concentración de participantes e interesados, entre ellos, la UE, que dicho bipolarismo experimente cada vez más crecientes rigideces, como consecuencia de la percepción estadounidense relativa con que su rival podría lograr considerables ganancias de poder.

En quinto lugar, la pandemia apresuró procesos de declinación de países e incluso grandes zonas continentales. Declinación interna e irrelevancia externa son realidades casi contundentes que echaron por tierra algunas conjeturas relativas con países o bloques en ascenso.

Para tomar un caso central, no todos, pero un importante número de países de América Latina se encuentra en un estado de declinación política, social, económica, tecnológica, etc., del que será complejo salir en el mediano plazo. De acuerdo con el Informe sobre el Panorama Social de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el incremento de la pobreza, que fue sensible durante 2014-2019, supondrá tras la crisis de la pandemia un retroceso de más de 10 años y de dos décadas en términos de pobreza extrema. Sin duda ninguna, esta caída de indicadores, prácticamente un seísmo sin precedente, tiene un decisivo correlato en relación con la pérdida de posición de la región en el mundo.

En un trabajo publicado en “Nueva Sociedad” en febrero de 2021, Luis Schenoni y Andrés Malamud nos aportan datos clave en relación con la creciente irrelevancia de América Latina. Los autores demuestran que la región, comparada con otras regiones del globo, se halla en una trayectoria declinante desde hace décadas y que actualmente mantiene esa trayectoria: “La región perdió posiciones en todos los indicadores de relevancia disponibles, proporción de la población mundial, peso estratégico, volumen del comercio exterior, capacidad militar y proyección diplomática”.

Si a esta situación sumamos que desde antes de la pandemia se advertía desde la CEPAL que la región no podía quedar al margen de la “cuarta revolución industrial” y terminar arrastrada por el “tsunami tecnológico”, con la caída de las inversiones y la crisis económica casi integral en 2020 y en lo que va de 2021, será muy complejo incorporar la región a los procesos tecnológicos emergentes más sofisticados, la Internet de las cosas, la robótica, la inteligencia artificial, la genética, los activos satelitales, los drones, las cadenas de valor, etc., y marchar hacia una evolución social elevada, no ya como sucede en Japón, donde se considera que existe una “sociedad 5.0”, pero sí una comunidad más saneada de lastres como la corrupción, el crimen organizado y los “estilos políticos” orientados al pobrismo y la concentración de poder por el poder mismo.

Finalmente, una situación que tiende a ser eludida, postergada o ignorada. La relativa con las civilizaciones y la posible declinación de las mismas, una cuestión que pareciera de otro tiempo y hasta incluso perimida. Pero se trata de una cuestión que debe ser considerada en clave de procesos prolongados. Por ello, para autores como el sociólogo Krishan Kumar, existen indicios relativos con el regreso, como concepto y como modo de análisis, de la civilización.

Es preciso tener presente que se trata de una cuestión de orden superior a la erosión de poder de un actor o de una civilización. Se trata de pérdida de poder, sin duda, pero acompañada de la declinación de aquellos componentes o activos no necesariamente materiales que resultan clave para ser un centro de gravitación identitaria, política, económica, cultural, militar, etc., y de proyección de influencia y poder más allá de sus fronteras.

No nos referimos aquí a declinación desde una perspectiva de confrontaciones entre civilizaciones, conflictos que tienen lugar en las denominadas “líneas de fallas” intercivizacionales, una conjetura interesante y atractiva para el debate; sino a una situación más compleja y de extensión como es el ocaso de una determinada civilización, una regularidad en la historia, de modo que ello no implica ninguna novedad.

Habitualmente se hace referencia a la civilización occidental como la que se encuentra en un ciclo de declinación; sin embargo, es preciso distinguir la civilización occidental estadounidense y la civilización occidental europea; y es esta última la que podría encontrarse en tal ciclo. De hecho, desde 1945 (o quizá desde 1918) el poder dejó de habitar en Europa, desplazándose desde entonces hacia otros continentes. Nadie comprendió mejor dicha situación que el general Charles de Gaulle cuando en 1945 advirtió que en Europa hubo dos países que perdieron la guerra, mientras que los demás fueron derrotados.

Más de 75 años después, el poder no solamente permanece fuera de Europa, sino que la UE se empeña en desplegar una geopolítica (o más apropiadamente “anti-geopolítica”) de cuño híbrido centrada en intentar proyectar un modelo jurídico-institucional, ambición que ya ha demostrado sus (peligrosos) límites en relación con lo que sucede en la “placa geopolítica” de Europa del este. Pero a esta carencia geopolítica se suman los riesgos que supone el posible declive de su propia civilización, posibilidad por demás inquietante, pues ello podría a su vez implicar el declive y hasta desaparición de la mayor construcción de complementación e integración entre naciones.

Por tanto, si existe un sitio donde está regresando el tema relativo con la civilización, ese sitio es Europa. Si bien las fuerzas que levantan las banderas que vituperan aquello que es “políticamente incorrecto”, desde algunos segmentos políticos la cuestión es advertida, incluso desde lugares como la literatura. Por ello, de la misma manera que tímidamente se han comenzado a abordar cuestiones de geopolítica real y no tanto de “geopolítica blanda”, los europeos no harían mal en volver a tomar los “perimidos” textos de Spengler, Braudel, Toynbee…

En breve, presentamos aquí algunas situaciones que tienen lugar en el confuso mundo del siglo XXI. Las mismas discurren en un contexto de pandemia, pero preceden a la enfermedad; y, en algunos casos, se produjeron aceleraciones a partir de la misma. Además, tienen lugar en un cuadro de ausencia de configuración internacional, de creciente rivalidad entre Estados preeminentes, sin suficientes liderazgos y elites y con el retorno de temas que parecían anclados en el pasado. Un mundo cada vez más complejo para el gran reto que significa pensar tendencias y desenlaces.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL) y profesor en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) y en la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Es autor de numerosos libros sobre geopolítica y sobre Rusia, entre los que se destacan “El roble y la estepa. Alemania y Rusia desde el siglo XIX hasta hoy”, “La gran perturbación. Política entre Estados en el siglo XXI” y “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”. Miembro de la SAEEG.

 

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EL LEGADO DE 2020 Y 2021 EN LAS PERSPECTIVAS DE ESTADOS UNIDOS Y CHINA

Giancarlo Elia Valori*

2020 fue un año crucial debido al Covid-19 que interrumpió la evolución del orden mundial en la dirección de la diferenciación y la transformación. Esta es la crisis más grave a la que se ha enfrentado la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial.

Al 10 de mayo de 2021, según el Informe Global de Estadísticas Epidémicas de la Nueva Corona de la Universidad Hopkins, había 158.993.826 casos confirmados en todo el mundo y 3.305.018 muertes.

La pandemia es como un experimento social global muy importante. Sobre la base de un orden mundial que ya ha entrado en crisis, no sólo ha provocado una pausa y, por lo tanto, la desaceleración del desarrollo económico, sino que también ha presionado la aceleración de la división social y la transferencia de poder de político a técnico.

Por el momento, aunque analistas más experimentados e instituciones de investigación líderes han publicado varios informes de investigación, ninguno de ellos puede predecir con precisión y detalle el enorme impacto de la pandemia en la historia del siglo XXI.

Sin embargo, la pandemia traerá consigo cambios importantes en cuatro áreas.

En primer lugar, acelerará la tendencia general de la recesión y la diferenciación económica mundial. Esto se debe a las políticas de sobre-transmisión de divisas adoptadas por varios países y a la intensificación de la polarización social interna. La crisis económica y financiera mundial aún no se ha resuelto desde 2008. Por el contrario, la crisis sólo se ha visto ocultada por la respuesta a corto plazo de la política monetaria.

En segundo lugar, la pandemia acelera los cambios internos y la reorganización del orden político y económico internacional, precisamente la diferencia social interna. Debido a la turbulenta influencia de la política interna e internacional, los riesgos políticos y económicos en las regiones frágiles del mundo se intensificarán o tendrán un efecto en cadena.

En tercer lugar, la pandemia promoverá el fortalecimiento de la sociedad digital y la competencia entre los países en la construcción de nuevas tecnologías se hará más intensa. El impacto más significativo de la sociedad digital es la llegada silenciosa de una sociedad transparente que existe pero no tiene contacto humano.

En cuarto lugar, la pandemia fomenta el auge del nacionalismo de las vacunas y acelera el resurgimiento del valor de la comunidad de Asia Oriental, que tiene un significado especial desde el punto de vista de la historia de la civilización mundial.

En cuanto al año pasado, el evento político y económico más influyente en 2020 fueron las elecciones estadounidenses y el cambio de administración relacionado. Las elecciones estadounidenses fueron las más agudas, pero también las más frustrantes en la historia de los Estados Unidos. Aunque Trump perdió las elecciones, 74.216.154 ciudadanos votaron por el presidente saliente.

Para los Estados Unidos, el cambio de dirección no puede ser visto como el advenimiento de una política determinada en una dirección, ya que la realidad básica de la sociedad estadounidense altamente dividida no ha cambiado, sino que se ha fortalecido debido a las elecciones generales. El enorme impacto ha promovido la propagación de la violencia política y las protestas en los Estados Unidos.

Fuente: El Monitor de Crisis de los Estados Unidos, Bridging Divides Initiative, Princeton School of Public and International Affairs’, Instituto Liechtenstein de Autodeterminación.

En primer lugar, Trump perdió, pero el espectro del trumpismo ha permanecido en Estados Unidos e incluso en el continente europeo, lo que generalmente no ayuda a progresar en la estrategia de desarrollar relaciones con China.

En segundo lugar, el “antagonismo” de la estrategia estadounidense hacia China no ha cambiado radicalmente. Trump ha abierto una disputa político-económica con Pekín. Es particularmente notable que la generación más joven de liderazgo republicano se está volviendo gradualmente hostil y negativa hacia China, y ejerce una gran influencia en el Congreso, y esto no promueve la paz mundial.

En tercer lugar, si esta actitud no está contenida, conducirá a impactos negativos a largo plazo: entre el desacoplamiento de alta tecnología y la competencia ideológica. Por último, la política de China hacia Estados Unidos se ha perfeccionado: aunque el gobierno sigue esperando y observando, la voz de la búsqueda de cooperación y de ser racional y pragmático sigue siendo la principal corriente en Pekín.

Además de la cuestión de que China reducirá su dependencia del mundo y aumentará su dependencia de la propia China. Al mismo tiempo, China reducirá su dependencia de los patrones de crecimiento tradicionales y aumentará la atención a la sostenibilidad social, verde y ambiental.

2021 está demostrando que el núcleo del análisis de tendencias políticas y económicas mundiales seguirá siendo la competencia entre China y los Estados Unidos. La administración Biden todavía ve a China como su principal competidor estratégico, pero los métodos para abordar el tema son muy diferentes de los de la administración Trump. La principal diferencia es que Biden se centra en resolver problemas internos y no descarta los problemas más importantes con China.

El gobierno de Biden ha ajustado su estrategia para China, ya que la influencia de los principales grupos de interés como las finanzas estadounidenses y la industria militar en la política es constante en comparación con la administración anterior, pero el factor chino en la cadena de interés global sigue siendo mayor. De hecho, las voces de los dos partidos en el Congreso estadounidense también están en aumento pidiendo que se frene el ascenso de China.

En resumen, en términos de la dirección de la política china, se espera que la administración Biden se oponga a una guerra comercial porque daña los intereses fundamentales de la comunidad empresarial estadounidense. Sin embargo, es probable que haya problemas para Taiwán, Xianggang (Hong Kong), Xinjiang Weiwu’er (Uyghur), mar de China Meridional, Xizang (Tíbet) y otros problemas.

Se espera que la posibilidad de una nueva negociación comercial entre China y los Estados Unidos aumente significativamente en el futuro y se reforme la estrategia estadounidense de competencia constructiva.

Independientemente de los cambios en las relaciones sino-estadounidenses, China ciertamente promoverá una mayor cooperación bilateral y multilateral en materia de inversiones, buscando nuevos modelos de desarrollo y sombreando nuevos modelos de cooperación.

Las áreas clave que actualmente son las más importantes y dignas de atención son, en primer lugar, la adhesión de China a la Asociación Económica Global Regional (RCEP) y busca celebrar el Acuerdo Integral y Progresivo para la Asociación Transpacífica (CPTPP), que muestra que la alta dirección de China ha decidido continuar su estrategia de reforma de la promoción interna y la promoción externa.

El RCEP es un acuerdo de libre comercio en la región de Asia y el Pacífico entre los diez estados de la Asociación de Naciones del Asia Sudoriental (Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam) y cinco de sus socios de libre comercio: Australia, China, Representante de Corea (Sur), Japón y Nueva Zelanda. Estos Estados miembros representan aproximadamente el 30 % de la población mundial y el PIB, lo que lo convierte en el mayor bloque comercial del mundo.

El CPTPP, por otro lado, es un proyecto de tratado de inversión regulatoria y regional en el que participaron doce países de la zona del Pacífico y Asia hasta 2014: Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y Vietnam.

Entre RCEP y CPTPP, en realidad no sólo existe la interconexión de la cadena industrial y la similitud, así como más razones de unidad que diferencias, sino también la influencia de los factores estratégicos de las grandes potencias.

La principal diferencia entre ambos es que el CPTPP tiene mayores requisitos de calidad económica, mientras que el RECP es más inclusivo. En segundo lugar, es probable que se firme el acuerdo comercial y de inversión entre China y la UE, que tiene evidentes intereses a corto plazo para Europa e intereses estratégicos a largo plazo para China. Sin embargo, China aún no ha adoptar una postura cautelosa hacia la política europea y sus sistemas jurídicos de doble rasero. En tercer lugar, China y Rusia al mismo tiempo fortalecen la cooperación estratégica mundial y habrá nuevas oportunidades para su cooperación en los sectores energético y militar.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

 

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