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LA VISITA DEL PRIMER MINISTRO DE VIETNAM A BRASIL. UN PASO IMPORTANTE EN LAS RELACIONES BILATERALES

Ruvislei González Saez*

Introducción

Los próximos días del 23 al 26 de septiembre el primer ministro de Vietnam y Miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Vietnam (PCV), Pham Minh Chinh visitará Brasil. Tal acontecimiento representa un avance importante en las relaciones bilaterales, especialmente por la importancia de la cooperación entre dos naciones del Sur Global y las potencialidades existentes entre ambas partes. Las dos naciones tuvieron sus mejores momentos bajo el gobierno de Luis Inácio Lula Da Silva en su primer mandato y nuevamente pretenden reactivarse en el segundo mandato de Lula con la visita de uno de los cuatro pilares fundamentales del poder vietnamita.

Vietnam y Brasil establecieron las relaciones el 8 de mayo de 1989, aunque la apertura de embajadas no se hizo de manera inmediata. En 1994 Brasil abrió misión permanente en Hanoi, mientras Vietnam en Brasilia en el año 2000. Algunas de las acciones para fortalecer los vínculos bilaterales estuvieron encaminadas en la promoción del intercambio de visitas. En ese sentido, la primera misión de intercambio fue por la parte vietnamita en 1993 cuando el viceministro de negocios extranjeros, Le Mai visitó Brasil en el mes de octubre y un año después se realizó la primera misión empresarial brasileña a Vietnam. En 1994 el entonces viceprimer ministro Phan Van Khai visitó al gigante sudamericano.

En 1995 se produjo la primera visita de un jefe de Estado vietnamita a Brasil cuando el presidente Le Duc Anh viajó en octubre a la nación sudamericana. Dos años después, Vietnam abrió el Consulado General en São Paulo, mucho antes que la apertura de la embajada que se produjo en 2000. En 1998 se procedió a la realización de la Primera Reunión de Consultas Brasil-Vietnam.

Además de la visita de Le Duc Anh en 1995, también se produjo la visita de alto nivel del entonces presidente Tran Duc Luong en 2004 y del presidente de la Asamblea Nacional de Vietnam, Nguyen Van An en 2006. Las visitas brasileñas fueron más reducidas destacándose la del canciller Celso Amorín en 2008 (Embajada de Brasil en Vietnam, 2021).

El 28 de mayo de 2007 el secretario general del PCV, Nong Duc Mang visitó Brasil por invitación del entonces presidente, Luiz Inácio Lula Da Silva. Asistió además a la ceremonia de apertura de la Cámara de Comercio Brasil-Vietnam. La visita contribuyó a la firma de un Acuerdo de colaboración en salud pública y medicina. En 2008 el canciller y viceprimer ministro, Pham Gia Khiem lideró la delegación vietnamita en la Primera Reunión Ministerial MERCOSUR-ASEAN.

Por la parte brasileña el 10 de julio de 2008 se realizó la primera y única visita de un jefe de Estado brasileño a Vietnam hasta el momento, la de Lula, en la que dio un fuerte impulso a las relaciones bilaterales. Aunque los presidentes Dilma Rousseff y Mechel Temer promovieron visitas a Hanoi, ambos debieron cancelar sus giras por problemas políticos domésticos en 2015, 2017 y 2018 respectivamente. Otros altos dirigentes brasileños que viajaron a la nación del Sudeste Asiático fueron el ministro de Relaciones Exteriores, Antonio de Aguiar Patriota, en 2012.

En 2010 ambas partes avanzaron políticamente en varios mecanismos. El entonces vicecanciller Pham Binh Minh, visitó Brasilia y lideró la delegación vietnamita en la V Reunión de Consultas Políticas. En ese mismo año se creó la Asociación de Amistad y Cooperación Vietnam-Brasil (sección vietnamita) y se procedió a la participación del viceprimer ministro y ministro de Educación de Vietnam, Nguyen Thien Nhan, en la 34ª Sesión del Comité del Patrimonio Mundial, en Brasilia.

Brasil y Vietnam cuentan con dos mecanismos regulares de diálogo: Reuniones de Consultas sobre Asuntos de Interés Común (Consultas Políticas) y Comisión Mixta. Ambas partes han desarrollado diferentes instrumentos de cooperación bilateral como memorándum de entendimiento (MOU) sobre cooperación científico-técnica, lucha contra la pobreza, cooperación deportiva, así como entre el Banco para la Agricultura y el Desarrollo Rural (Agribank) y el Banco de Brasil S.A.; entre otros. Existen instrumentos bilaterales vigentes en el área de salud, ciencias médicas; cooperación técnica para producción y uso de etanol combustible. (Embajada de Brasil en Hanoi, 2023). 

Relaciones económicas bilaterales

Brasil eliminó a Vietnam de la lista anti-dumping en el sector del calzado y aprobó una lista de 74 negocios vietnamitas que son elegibles para la exportación de mariscos. Ambos países tienen creado dos mecanismos de seguimiento de sus relaciones, una comisión mixta y otra política, que cada dos años sesiona de manera alterna en Hanoi y Brasilia. Los organismos pasan revista al estado de los nexos bilaterales e identifican otros campos de cooperación. Actualmente se han identificado otras posibilidades para profundizar los vínculos aún más con acuerdos de cooperación en la industria alimenticia, ganadería, procesamiento de maderas, plantas eléctricas y tecnologías de la información. En 2019, Brasil decidió suspender la aplicación de impuestos antidumping al acero inoxidable laminado vietnamita. (González, 2021)

En el tiempo reciente una de las visitas más importantes y de gran contenido económico fue la del entonces viceprimer ministro Vuong Dinh Hue (actual presidente de la Asamblea Nacional) en 2018. Con esta se firmaron acuerdos de cooperación bilateral en los renglones de aviación civil, comercio e inversión. Aunque desde 2005 fue creado el grupo de amistad parlamentaria entre los dos países, se aprovechó la visita para reiterar los vínculos entre ambos grupos.

En relación al comercio bilateral, este se elevó de US$ 29 millones en 2001, pasando por US$ 3.350 millones en 2014 a US$ 6.785 millones en el 2022. Esta cifra ubica a Brasil en la actualidad como el principal socio comercial de Vietnam en América Latina y el Caribe (ver gráfico 1). No obstante, aun cuando Brasil es el principal socio comercial y el principal suministrador de la región, constituye el segundo mercado para las exportaciones vietnamitas después de México. Tan solo Brasil, Argentina y México concentran el 80% del comercio vietnamita con América Latina y el Caribe.

Gráfico 1: Relevancia de los principales socios comerciales de Vietnam en América Latina y el Caribe en el 2022 en %.

Fuente: Elaboración del autor con datos de General Department of Customs of Vietnam (2023)

Los productos más vendidos por Brasil al país asiático fueron: salvado de soya (con 25% del total exportado), soya en granos (17%), algodón (16%) y maíz (14%). Ya las importaciones de productos provenientes de Vietnam fueron principalmente de equipos de telecomunicación (29%), válvulas y transistores (25%), calzados (6%) y neumáticos (5,5%). (Gobierno de Brasil, 2023)

En el actual 2023, hasta el mes de agosto, Vietnam había exportado a Brasil US$ 1.684,7 millones en productos. Se destacaron hasta la fecha envíos de teléfonos y piezas, computadoras, otras piezas de transportación y accesorios, así como hierro y acero. En cambio, importó hasta la fecha US$ 2.779,7 millones concentrado en maíz, soya, forrajes para animales y materiales para forraje para animales, así como minerales. Tradicionalmente el comercio bilateral de Vietnam con Brasil es deficitario para el primero, no obstante, se logra compensar con otros mercados importantes como es el caso de Estados Unidos. 

Renovación de las relaciones Vietnam-Brasil tras el retorno de Lula a la presidencia y la próxima visita de Pham Minh Chinh.

Desde que Lula volvió a asumir como presidente brasileño, las relaciones bilaterales volvieron a tomar un impulso de alto nivel. En tan solo el año 2023, el presidente brasileño tuvo ya un encuentro con el primer ministro vietnamita Pham Minh Chinh y concluirá con un segundo en Brasilia próximamente.

En mayo de 2023, ambos líderes realizaron una reunión bilateral en el ámbito de la cumbre extendida del G-7, en Hiroshima, Japón. Durante la conversación, los líderes coincidieron en que el comercio entre los dos países está por debajo de lo que podría estar, considerando el tamaño de las poblaciones y economías de Brasil y Vietnam. Ambos también afirmaron que la cooperación en el área de Ciencia y Tecnología debe aumentar. Las dos partes coinciden en temas de la agenda multilateral como es el caso de la reforma del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU). En este espacio surgió por parte de Vietnam de poder tener un acuerdo con el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), el primero con un mecanismo sudamericano.

La visita del premier vietnamita será una oportunidad para renovar los estratégicos lazos y fomentar la cooperación en nuevos sectores. Brasil y Vietnam son el primer y segundo exportador mundial de café respectivamente, y aunque puedan considerarse competidores en este sector, en otros rublos existe complementariedad a partir de las capacidades de exportación de equipos de tecnología por parte de Vietnam y de productos agrícolas por parte de Brasil. Por otro lado, la nación asiática comienza a elevar sus inversiones en el exterior especialmente en sector automotriz y fuentes de energía renovables, lo cual puede ser una oportunidad para que empresas vietnamitas como VINFAST puedan entrar al mercado brasileño.

Si bien en gobiernos anteriores brasileños no le otorgaron la importancia a las relaciones con Hanoi, bajo la presidencia de Lula se muestra una proyección más amplia en cuanto a la diversificación de las relaciones en el marco del Sur Global y particularmente en la región de Asia, más allá de los vínculos con China o India que son importantes socios. Por otro lado, la presidencia brasileña del G-20 para 2024 coincidiendo con el 35° aniversario de las relaciones bilaterales será un momento para elevar los lazos a un plazo superior tanto desde el punto de vista político-diplomático, como económico-comercial y de intercambio pueblo a pueblo.

Consideraciones finales

La visita del primer ministro vietnamita Pham Minh Chinh a Brasil constituye la voluntad de cooperación con países del Sur Global. Es a la vez la primera visita que realiza en calidad de jefe de Gobierno a un país latinoamericano y caribeño. Si bien en términos económicos Brasil presta gran atención a China e India, lo interesante es la relevancia de Vietnam como actor importante en el Sudeste Asiático. El dinamismo vietnamita posibilita erigirse como una puerta de entrada para los productos brasileños a la ASEAN.

Los encuentros efectuados en 2023 y la visita a realizarse demuestra la voluntad que le ha estado prestando el actual gobierno brasileño a Vietnam, a diferencia de gobiernos anteriores. Ello puede traducirse en una cooperación de mutuo beneficio para las dos naciones y elevar los lazos en el futuro cercano. Las relaciones de Asociación Integral bilateral tienen un gran potencial para avanzar en el futuro hacia un escalón superior.

El dinamismo de las relaciones económicas bilaterales conduce a profundizar la posición de Brasil como principal socio comercial en América Latina y el Caribe. La presencia del premier vietnamita en la nación sudamericana contribuirá a fomentar nuevos acuerdos económicos y comerciales.

* Investigador Titular del Centro de Investigaciones de Política Internacional de Cuba. Director del Programa Sectorial de Relaciones Internacionales. Vicepresidente de la Asociación de Amistad Cuba-Vietnam. Investigador de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales, SAEEG de Argentina

 

Referencias

Agencia Brasil (2018). Brasil y Vietnam firman acuerdos sobre aviación y agricultura. Disponible en: https://agenciabrasil.ebc.com.br/es/internacional/noticia/2018-07/brasil-y-vietnam-firman-acuerdos-sobre-aviacion-y-agricultura.

Embajada de Brasil en Vietnam. Relaçōes Brasil-Vietnam. 2021. http://hanoi.itamaraty.gov.br/pt-br.

General Department of Customs of Vietnam (2023). Trade Statistics 2022. Disponible en: https://www.customs.gov.vn/index.jsp?pageId=5002&group=undefined&category=Scheduled%20data%20(2009%20-%20Year%20to%20date).

Gobierno de Brasil (2023). Lula y el primer ministro de Vietnam hablan de ampliar el comercio entre los dos países. Disponible en: https://www.gov.br/planalto/es/ultimas-noticias/lula-y-el-primer-ministro-de-vietnam-hablan-de-ampliar-el-comercio-entre-los-paises-1.

González Saez Ruvislei (2021). Evolución de las relaciones de la República Socialista de Vietnam con América Latina y el Caribe. Disponible en: https://www.alainet.org/es/articulo/213404.

Ministério das Relações Exteriores (2021). Brazil-Vietnam: a solid relationship» – Fernando Apparicio da Silva, Ambassador of Brazil to Vietnam (The World & Vietnam Report, Vietnam. https://www.gov.br/mre/en/content-centers/speeches-articles-and-interviews/diplomats/articles/brazil-vietnam-a-solid-relationship-fernando-apparicio-da-silva-ambassador-of-brazil-to-vietnam-the-world-vietnam-report-vietnam-2-5-2021.

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UNA GUERRA DE VEINTE AÑOS POR EL ÁMBITO SOCIAL

François Soulard*

La democracia es el único régimen que cree estar obligado por sus principios a no defenderse de sus enemigos.

Raymond Aron (Introducción a la filosofía política).

 

Un conflicto estructural no nombrado

Es difícil, por no decir imposible, entender las problemáticas profundas de Argentina sin abordar sus dinámicas conflictivas y abordarlas desde una mirada renovada. El país no enfrenta meramente el cuadro general de cualquier integrante del Sur global, teniendo que sortear las distorsiones centro-periferia como lo recordaba Raúl Prebisch, la puja de sus facciones antagonistas internas o las fragilidades heredadas de las democracias parlamentarias tal como lo describiría un observador liberal como Martin Wolf[1]. Si bien todos estos criterios pueden ser válidos, es central focalizarse sobre la conflictividad estructural, susceptible de contener conflictos derivados, pero jerarquizando a toda la sociedad con la particularidad de ser paradojalmente menos detectable desde los marcos generales de percepción y además menos regulable desde las funciones heredadas del sistema político democrático-liberal.

En definitiva, es precisamente por una falta de percepción y de determinación para enfrentar a esta conflictividad que el país transita una situación de multiplicación de conflictos latentes y ramificados, desembocando en lo que varios comentaristas suelen retratar de «decadencia», de «zona gris» o de «Estado fallido».

Una guerra social encubierta, no convencional y no armada

En efecto, la Argentina se encuentra subsumida en un estado de guerra social de larga duración, ni declarada y ni armada, pero animada de fines estratégicos y políticos como lo es cualquier guerra contemporánea. Aplicando las reflexiones polemológicas de Aron y Clausewitz, cabría entonces designar cuáles son las entidades expresando una voluntad de enfrentamiento y cuáles son los medios violentos explícitamente movilizados en el marco del conflicto. Ahí aparece un primer problema con la segunda pregunta porque si bien podemos presenciar episodios puntuales de violencia física, es evidente que no estamos ante una confrontación violenta o una guerra civil armada de alta intensidad, semejante a otras fases bélicas de la historia nacional. No se trata de una guerra convencional, sino de una guerra combinada de otro tipo, de menor intensidad, disimulada en cuanto a sus fines, ejecutada en el ámbito social y político mediante otro tipo de fisionomía y medios.

Principales actores estratégicos

La primera pregunta enunciada en el párrafo anterior es más solventable. La dialéctica de voluntades ofensivas que estructura a Argentina pone en presencia a tres actores principales: las formaciones neomarxistas, con niveles de coordinación a nivel regional, procedentes de la tradición castro-revolucionaria y reconfiguradas después de cuatro fases previas de evolución como lo recalca Pablo Anzaldi[2]; el nacionalismo estadounidense, con su imperium continental (doctrina Monroe) y global, expresado en dos vertientes (capitalismo globalista pos-crecimiento y nacional-capitalismo liberal conservador); el nacionalismo inglés, aliado al anterior y fuente del conflicto militar en la Guerra del Atlántico Sur y de la disputa de las islas Malvinas.

Otros actores, como Venezuela, Israel, Irán o China, completan este panorama. Del mismo modo, convendría mencionar a otros actores locales, como por ejemplo las familias partidarias tradicionales de Argentina (justicialismo, republicanismo liberal, socialismo, etc.) o los sectores productivos estructurados. Sin dejar de tenerlos en cuenta, los consideraremos en este análisis en un plano más segundario.

Etapa previa: lucha armada, guerra del Atlántico Sur y political warfare posterior

La lucha armada, iniciada a partir del año 1959 con el respaldo del bloque soviético, abrió el camino para la represión militar en toda la región, avalada por Washington. En 1983, agotada la violencia tanto en los grupos civiles armados como en el régimen militar, el gobierno de Ricardo Alfonsín sentó las bases de una dependencia judicial y cognitiva decisiva para trasladar el conflicto anterior a otro escenario. Asumió la propuesta, diseñada desde la inteligencia británica y traída localmente por el jurista argentino Carlos Nino, de judicializar, en el marco del derecho civil, la pacificación posterior al enfrentamiento armado. Este proceso creó un frente de disputa interna y dio viabilidad a una ofensiva judicial y cognitiva apuntando el debilitamiento de dos núcleos del Estado nacional: la justicia y las fuerzas armadas.

Londres y Washington, doble artífices de una guerra insidiosa

Londres fue el primer artífice de esta modalidad de guerra (conceptualizada en 1948 por el norteamericano George Kennan), pero cuyos fundamentos están presentes en varias culturas estratégicas. Supo entender que la fase posterior a la victoria militar en el Atlántico Sur trasladaba nuevos antagonismos al tablero sociopolítico, con el riesgo potencial de que se reconstruya un nacionalismo argentino. Incentivó el prototipo de una guerra por el ámbito social (political warfare en inglés), basada en un conjunto de acciones combinadas e implementadas esta vez en tiempo de paz: difusión de conocimiento en universidades, presencia en los medios de comunicación, «entrismo cultural», activismo judicial, sostén de formaciones políticas colusivas (campo marxista-leninista), apoyos financieros a organizaciones locales (el Centro de Estudios Legales y Sociales en particular). Sus metas fueron debilitar la unidad estratégica del Estado nacional y modelar el entorno cultural y perceptivo de la sociedad, siempre de manera furtiva a fin de no despertar respuestas defensivas.

En paralelo, otro modelaje ofensivo se fue reforzando desde los Estados Unidos en los años 1990, a través de la generación de dependencia económica y de la jerarquización del conocimiento en materia de economía, ciencias de gestión, geopolítica y polemología. En 1993 el secretario de Estado Christopher Warren sellaba una política de seguridad económica elevada como prioridad de política exterior que Carla Hills, delegada al comercio (me parece mejor “representante comercial”) de 1989 a 1993, resumía con la siguiente fórmula: «abriremos los mercados extranjeros con una barra de acero cuando sea necesario, pero con un apretón de manos siempre cuando sea posible». El alcance de este modelaje, aplicado al interior de la OTAN y en otras latitudes, es de no divulgar las herramientas conceptuales para librar estas modalidades furtivas de guerra y de focalizar la atención en otras.

Conquista del poder e ingeniería social dual

En Argentina, el año 2003 marca el punto de retorno y llegada al poder de las formaciones afiliadas a la base neomarxista latinoamericana. Los coletazos político-económicos de fines de los años 1990 fueron aprovechados para facilitar su ascensión, de modo democrático o pseudo-arbitrario. Luiz Lula da Silva y Hugo Chávez llegan por las urnas en Brasil (2002) y Venezuela (1998), el segundo habiendo ensayado un golpe de Estado (1992). Evo Morales en Bolivia y Eduardo Duhalde en Argentina llegan luego de procesos de enfrentamiento territorial que terminan desbordando a los gobiernos establecidos (renuncia de Fernando De la Rúa en Argentina, renuncia de Carlos Sánchez de Lozada y Carlos Mesa en Bolivia como consecuencia de la Guerra del gas).

De entrada, el gobierno de Néstor Kirchner pone en marcha una ingeniería social dual (negativa y positiva), apuntando a conquistar la confianza de una parte de la sociedad a costa de la activación de conflictos triangulados y la designación de enemigos internos. Los movimientos sociales, los sectores sindicales, los partidos de izquierda y de centro-izquierda, junto con las masas informales son aliados y se ven movilizados en un proceso de rearticulación transversal. Una vez estabilizado, el poder ejecutivo anula rápidamente la Ley de obediencia debida y reabre el juicio a las cúpulas militares en continuidad con la etapa previa mencionada. Los derechos humanos son elevados al rango de secretaria de Estado y sirven de escudo informacional para atacar a poderes constituidos (medios de comunicación, justicia, fuerzas armadas, inteligencia, empresariado industrial). En el plano económico, la demanda global en commodities abrió un ciclo de prosperidad fiscal hasta el año 2010.

En el campo psicosocial, cada línea de tensión o cada adversario designado viene acoplado con un grado de desautorización que apunta a instalar un margen de rechazo en la sociedad («los militares son genocidas», «Clarín miente», «la derecha es reaccionaria»). Los medios de comunicación opositores o el campo liberal-republicano abonan a la misma lógica inversa, activando así una suerte de triángulo de Karpman (círculo vicioso de persecución, victimización, salvación), participando de una mayor polarización e histerización de la sociedad. En 2008 la Resolución 125, que cuestiona a la renta agraria, constituye uno de los conflictos más agudos obligando al sector agroindustrial a definir su límite mediante un conjunto de medidas de fuerza.

Subversión y guerra informacional

En el telón de fondo, el cuestionamiento epocal de la visión positiva del desarrollo heredada de las revoluciones industriales y de la falsa pacificación asociada a la globalización, abona al diseño de una política de relativismo y de revisionismo. Bajo el paraguas del progresismo, varios puntos débiles del liberalismo son atacados (desigualdades, crecimiento por derrame, concentración de riqueza, etc.) para legitimar un «Estado presente» a la par de los derechos sociales. En la realidad profunda, este manejo de las percepciones no impide la práctica de un capitalismo tradicional y su subversión con el propósito de captar poder y recursos. Es un hecho que la mayoría de las experiencias progresistas a nivel regional demuestran un nivel inusual de predación de recursos y de maniobras concentradoras de poder.

Los derechos humanos, al igual que el indigenismo o el ecologismo, están instrumentalizados como un factor cultural e identitario de segmentación y de complejización de la sociedad, coincidiendo ahí con la vertiente globalista del nacionalismo norteamericano. Ya practicadas en otros contextos (África del Sur, Europa del Este, Medio Oriente), estas estrategias buscan cultivar un mayor grado de entropía social favorable a la desarticulación del tejido nacional. En este punto precisamente se cristaliza una colusión de objetivos entre los sistemas de influencia anglosajona y el proyecto neomarxista latinoamericano.

En el terreno del conocimiento, la veintena de universidades creadas en el conurbano bonaerense (por citar un ejemplo) extienden la búsqueda de acomodar una matriz de conocimiento compatible con la cosmovisión de estos proyectos. Es acompañado por un entrismo en las estructuras académicas existentes. A partir de 2009 se buscó desconcentrar a los grandes medios de comunicación (Ley de servicios de comunicación audiovisual) encarnados por el grupo Clarín. Fue resistida en la justicia por medidas cautelares (demandadas por el mismo grupo Clarín) y finalmente modificada en 2016 por el gobierno de Mauricio Macri.

De forma general, la arquitectura de guerra informacional desplegada abona a mantener un cerco cognitivo en la sociedad y al interior de los grupos sociopolíticos afines. Es necesario limitar los elementos de unidad nacional o distanciarse del mito liberal fundacional frustrado de haber sido una «gran nación argentina». La realidad es sistemáticamente abordada con percepciones alteradas o desviadas y, según los casos, envueltos en ofensivas informacionales de fuerte intensidad (expropiación de REPSOL-YPF, caso Alberto Nisman, causa Correo, endeudamiento con el FMI, Santiago Maldonado, ARA San Juan). El triple registro de la victimización, combinado con el de coaccionar y de rescate (formalizado por Stephen Karpman), han potenciado los alcances de la ingeniería social.

Escasez de voluntad y de ideología

Frente a esta iniciativa de demolición endógena de la sociedad argentina, ha sido notable la escasez de ideologías, de voluntad y de métodos de parte de sus contrincantes. No es propio a Argentina, sino a cualquier régimen político dejando de ser inquieto y atento a descifrar la gramática ofensiva del siglo XXI. En este sentido, el campo neomarxista ha tenido un mayor espesor estratégico en el campo subversivo e informacional. No es una casualidad que la acción judicial sobre los hechos de corrupción haya constituido el movimiento más contraofensivo para frenar estos proyectos. En Brasil, la mega-investigación judicial Lava Jato logró rebatir varias cartas políticas con el apoyo remoto del ala del nacionalismo estadounidense quien, de paso, no dudó en hacerse de las grietas vacantes para posicionar sus peones en la economía brasileña.

Hoy, una multitud de países incentivan este tipo de guerra subterránea en el tejido interno de sus adversarios, entre ellos los Estados Unidos, Reino Unido, Irán, Israel, Rusia, Alemania y China. Si el año 2023 aparece como un año de despertar en Argentina, esta matriz conflictiva seguirá su curso. Es imperativo radiografiarla con mayor precisión, armarse mentalmente y dotar la democracia de nuevas herramientas compatibles con su vocación liberal y abierta.

* Nacido en Francia, es ensayista y coordinador de la plataforma internacional de comunicación Dunia. Titular de una maestría en Ciencias de la Tierra en Francia. Se dedicó a la planificación territorial en el norte de Francia hasta el año 2003, para luego ser observador-partícipe de las dinámicas sociopolíticas en varios continentes. En 2012 fundó la plataforma Dunia en pos de brindar servicios de comunicación digital e investigar el rol estratégico de la información. Ha sido partícipe de distintos movimientos sociales en la región, en Argentina, Bolivia, Chile y Perú. Es autor de «Una nueva era de guerra informacional en América Latina»; coautor del «Diccionario del poder mundial» (2015) y «Democracia digital» (2020). Tradujo al español y al inglés algunas obras del geoestratega Gérard Chaliand («Por qué Occidente pierde la guerra, Terrorismo y política, Atlas estratégico»). Desde 2020 colabora con la Escuela de Guerra Económica en Francia.

Miembro de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales, SAEEG.

 

Referencias

[1] The Crisis of Democratic Capitalism (2023). Penguin Random House.

[2] Diez tesis sobre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Disponible en ieeba.org.

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SOBRE RUEDAS

Iris Speroni*

Todo el dinero que la Argentina le ha dado a Brasil en los últimos 40 años, en particular durante los gobiernos de Lula, hace más mezquino y despreciable el gesto que el presidente brasileño tuvo para con el nuestro.

 

Argentina exportó en más de dos décadas, del 2000 al 2022, la suma de U$D 1.308.657 millones. Un billón trescientos mil millones de dólares y monedas.

En ese plazo (2000-2022) importó U$D 1.118.252 millones.

Por lo tanto, el saldo comercial de bienes arrojó un superávit acumulado, 2000-2022, de U$D 190.405 millones.

Esa cifra es la mínima que deberíamos tener de reservas en nuestro BCRA.

A la balanza comercial hay que sumarle y restarle los servicios. Esos números aparecen en los informes de cuenta corriente externa del BCRA y nos dedicaremos a eso otro día. Sólo como introductorio, son servicios: intereses públicos y privados, seguros, fletes, turismo, consultorías y asesorías, servicios intangibles (servicios de docencia y desarrollo de sistemas, derechos intelectuales sobre patentes, marcas, arte), dividendos, etc. Es una cuenta fuertemente deficitaria pero solamente porque nuestros gobernantes son extremadamente voraces. Si a quienes venden servicios no quisieran morderles 50% de su facturación por diferencia de tipo de cambio, más IVA, más ganancias, más Dios sabe cuántas más cosas, declararían su facturación y tal vez —tal vez— la cuenta corriente también sería superavitaria.

Esos 190 mil millones de dólares que deberían estar y no están, se fueron a las manos de los amigos. Canuto de políticos, la mentira de la deuda externa, venta de dólares baratos a los “empresarios” amigos muchos de ellos extranjeros. En fin, lo hemos hablado hasta el hartazgo.

Brasil

Durante los gobiernos de Alfonsín y Sarney se establecieron las bases de lo que fue el Mercosur. En un principio se vendió al público como una gran cosa. Básicamente, que le iba a abrir el mercado brasileño a la Argentina, lo que no sucedió.

Las industrias se mudaron de Argentina a Brasil motivados por exenciones impositivas, tipo de cambio competitivo (que estimulaba las exportaciones brasileñas), y un salario que era —en ese entonces— más barato en Brasil que acá. Hoy es al revés. Es mejor el salario brasileño que el argentino. Sin embargo, las empresas no se mudaron de vuelta para acá, lo que demuestra que los salarios bajos son una excusa y no la verdadera razón. Si fuera cierto —que no lo es— nadie pondría industrias en Alemania y las pondría en Namibia, lo que no sucede.

Las multinacionales y algunas empresas argentinas se mudaron y desde allí abastecieron a nuestro país sin pagar arancel alguno. En ese momento, el mercado interno argentino era más importante que el brasileño, lo que se revirtió ya hace varias décadas. No fue un intercambio de ida y vuelta porque la cantidad de trabas que ponen los brasileños a productos argentinos y uruguayos no permiten un comercio fluido (en absoluto). Creo que el Mercosur fue una de las tantas herramientas del tratado de Versalles luego de perder la Guerra del Atlántico Sur. Y que el objetivo —altamente exitoso— fue desindustrializar a nuestro país.

Intercambio comercial de bienes con Brasil

La balanza comercial de bienes con Brasil es altamente deficitaria. 2000-2022 perdimos con ellos la friolera de U$D 54.439 millones. Es decir, le vendemos a todo el mundo para poder comprarle cosas a Brasil. Y se los compramos a ellos y no, por ejemplo, a Irlanda, porque viene de Brasil sin aranceles. Por eso Unilever y Procter & Gamble y J&J nos abastecen productos tan sofisticados como el jabón de tocador, la pasta dentífrica y el shampoo desde Brasil y no desde Malasia o Dinamarca. El tipo de cambio retrasado, la ausencia de aranceles justifica traer esos sofisticadísimos productos por camión por miles de kilómetros en lugar de fabricarlos en, no sé, Merlo, PBA. Hago saber que los argentinos teníamos conocimiento del sofisticado proceso de fabricación de jabón desde las épocas de Vieytes. Digo. Pero no, se lo compramos a los gringos, a precios exorbitantes, fabricado en Manaos. Nos deberían dar el Darwin Award vitalicio.

Quiero hacer la siguiente cuenta y tratar de explicar su monumental importancia. Si sacamos de la ecuación a Brasil, nuestro superávit comercial con el mundo es de U$D 248.822 millones. Esto es, tan mal no hacemos las cosas si podemos exportar tanto al mundo y tener un superávit comercial sostenido. Y conseguimos divisas por el mundo, con la venta de nuestro trabajo, para ir como prostituta golpeada, a ponérselo a los pies de Brasil. En el orden de U$D 54.439 millones en más de dos décadas.

Aun así, quien más dinero le dio a nuestros hermanos brasileños fueron los gobernantes nacionales y populares del Kirchnerismo. Acá los números. De los U$D 54.439 millones de dólares, U$D 40.660 corresponden a los años de Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Alberto Fernández. Tal vez así se pueda explicar el entrañable amor de Lula a los gobiernos “nacionales y populares” de aquí. Financiamos parte del crecimiento espectacular de Brasil en estas décadas. Debo aclarar que Brasil creció por su cuenta e hizo algo muy inteligente: desde que asumió Lula la primera vez, puso de motor de su crecimiento al campo. Triplicó las cabezas de ganado (lo que había propuesto el general Perón para nosotros lo llevó a cabo Brasil), mientras el amigo de Lula, Néstor Kirchner, prohibía las exportaciones de carne y era connivente en que los frigoríficos argentinos se vendieran —algunos por monedas— al gigante brasileño.

En qué gastó la Argentina. Esos datos los tiene clarísimos y desagregados el INDEC. Sólo voy a poner la lupa sobre algunas cosas.

En aeronaves (desde globo aerostáticos, helicópteros, aviones, y repuestos), desde el 2002 y el 2022 se compraron a Brasil U$D 1.066.814.281,07. En su mayoría los años 2010 (U$D 327.204.078,34), 2011 (U$D 410.276.795,49), 2013 (U$D 73.604.812,52) y 2016 (U$D 218.013.681,30), que no es otra cosa que el acuerdo de Cristina Fernández con Lula por los EMBRAER para Aerolíneas Argentinas.

Sólo para poder comparar, un buque carguero cero kilómetro ideal para fletar nuestras cosechas, sale 70 millones de dólares. Con ese dinero hubiéramos tenido flota de ultramar propia. Si nos quedamos en la aeronavegación ¿Cuántos Boeing podríamos haber comprado?

Los autos feos

Desde el 2002 al 2022 la República Argentina exportó U$D 136.232 millones por su complejo exportador automotriz. Los informes del INDEC sobre complejos exportadores siempre consignan en forma discriminada lo que trae a la Argentina este sector. Obtener los números de importación del mismo sector, es más complejo. Aun así, voy a tratar de mostrar algunos números.

Exportaciones del Complejo Automotriz – Fuente INDEC. en millones de dólares.

Las exportaciones del rubro 2002-2022 fueron de U$D 136.232 millones.

Del total, a Brasil se exportaron U$D 90.865 millones, lo que constituye el 67% del total. Es decir, de lo que el sector exporta, dos tercios van a Brasil.

Las importaciones del sector automotriz 2002 – 2022 fueron de U$D 190.128.413.481.

De Brasil, en particular, fueron U$D 110.814.054.359, lo que comprende el 58% de las exportaciones del sector.

Más interesante aún es ver cuánto del déficit con Brasil 2002-2022 (que fue de U$D -55.861 millones), U$D fueron por las importaciones netas (importaciones menos exportaciones) del sector automotriz.

Dicho de otra forma, el sector automotriz es una de las grandes succionadoras de divisas de nuestra economía y ciertamente, uno de los grandes motores del crecimiento económico de Brasil, que ya ha quedado en segundo lugar detrás del complejo de exportaciones industriales (para Brasil). Dicho de otra manera, sobre los dólares que nos sacaron en estas últimas cuatro décadas, las invirtieron en el campo y hoy son una de las grandes potencias mundiales. Uno de sus gastos, y bien que hacen, es el militar. Por lo cual, van a incrementar su importancia mundial aún más.

Pero para los tontos locales que sostienen que el campo no importa y lo que importa es la industria, Brasil es el claro ejemplo de que el campo es el motor de la economía, del crecimiento y puede financiar ser una potencia militar.

Todo el dinero que la Argentina le ha dado a Brasil en los últimos 40 años, en particular durante los gobiernos de Lula, hace más mezquino y despreciable el gesto que el presidente brasileño tuvo para con el nuestro cuando lo desairó públicamente y le negó, ante las cámaras, un crédito que el nuestro le solicitaba. Esas cosas no se hacen.

Las exportaciones del complejo automotriz a Brasil fueron de U$D 90.865 millones

Las importaciones del complejo automotriz desde Brasil fueron de U$D 110.814 millones.

El déficit del sector automotriz en el intercambio Brasil-Argentina fue de U$D 19.949 millones.

Nuestro déficit de U$D 55.861 es explicado en un 35% por el sector automotriz.

Inversiones

Por último, las inversiones. El gobierno ha anunciado las inversiones de diferentes terminales automotrices estos últimos días. Si bien toda inversión es bienvenida, debo recordar que el 50% de esas inversiones le salen a las terminales gratis, ya que el BCRA les vende los dólares a mitad de precio. El BCRA le compra dólares a mitad de precio a quienes producen bienes de exportación y luego se lo venden a favorecidos, por ejemplo las empresas extranjeras que ensamblan automóviles aquí. Y estoy suponiendo que los números genuinos y no que están dibujando inversiones con el objeto de comprar millones de dólares a mitad de precio. El mejor negocio que existe hoy en Argentina.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Artículo publicado el 18/06/2023 en Restaurar, https://restaurarg.blogspot.com/2023/06/sobre-ruedas.html