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BLASCO VÍSTEME DESPACIO, QUE TENGO PRISA

F. Javier Blasco*

Aunque algunos, y no pocos, lo hemos repetido hasta la saciedad, parece que nuestro mensaje no cala en los próceres ni en los medios de comunicación de toda Europa.

A pesar de llevar ochenta años viviendo de la sopa boba y esperando que el «primo» del otro lado de Atlántico aparezca en nuestra ayuda cada vez que nos veamos amenazados interna o externamente, y de que diversas fuentes de peso nos lo vienen avisando por activa y por pasiva, no hemos aprendido nada y ni siquiera hemos puesto los hitos fundamentales para solventar por nosotros mismos una situación de grave crisis.

Europa ha vivido el periodo más lago de paz en toda su historia, la guerra era algo lejano, ya casi olvidado, que no nos afectaba; ni siquiera cuando sus tambores y cañonazos retumbaran en los mismos oídos o en las propias fronteras. Pensábamos que el Tío Sam estaría al quite para cercenar cualquier pretensión externa o un expansionismo desmesurado por parte de algún socio cercano o perteneciente al mismo club de amigotes.

Poco a poco y por degeneración interna, la tantas veces cacareada y llamada UE se ha convertido en realidad en un club económico y social, dedicado a gastar dinero a espuertas, a legislar hasta como deben colgar los tapones de plástico de las botellitas de dicho material, a hablar de desnuclearización, de energías limpias, del coche eléctrico, de la protección del mundo animal y del rural en general y a freírnos de impuestos para todo aquel que ose mover su cabeza o salirse de la foto.

Han sido muchas las voces e iniciativas de diverso pelaje en materia de seguridad y defensa las que se han venido poniendo sobre el tapete desde hace más de una década. Iniciativas que, por diversos motivos, no han encontrado ni el eco ni el apoyo mínimamente necesarios para fructificar y convirtiese en algo real o al menos en el embrión de un ente fácilmente convertible en una organización o alianza militar mucho mayor que, en cualquier caso, fuera propia, exclusivamente europea y dotada de material más que suficiente y que no precisara de tecnologías o apoyos externos para su empleo y dirección. Materias estas que, de no asegurarse previamente, resultan muy engorrosas ya que siempre, y sin remedio, se traducen en grandes problemas si no se solventan de antemano.

Recuerdo que cuando era un joven comandante, estudiante de Estado Mayor en la Escuela de su nombre, los profesores de organización y de táctica siempre recurrían a hacernos resaltar y pensar en la conveniencia y exigencia de definir correctamente y en rellenar adecuadamente lo que se conoce como un Plan-Programa-Presupuesto.

En la fase primera del plan hay que definir concretamente las amenazas que debemos cubrir, identificar sus posibles avenidas y modos de actuación, cuantificarlas y enfrentarlas con nuestras posibilidades y capacidades tras una larga y detallada confrontación y comparación de unas capacidades contra las otras.

En esta fase es muy importante definir tanto los objetivos, como la doctrina de empleo y sobre todo la cadena de mando propia y, fundamentalmente, los puntos de no retorno.

Fase que si se hace de verdad y con toda sinceridad, nos dará muchas pistas sobre las posibilidades de éxito, ayudará a cuantificar nuevas necesidades en medios y material y, sobre todo, pistas sobre el grado de preparación y adiestramiento requerido a las fuerzas propias. Ni que decir tiene que es fundamental que al definir el material a emplear, también hay que fijar si es nuevo y quien lo va proporcionar, si unos pocos, o todos de forma conjunta.

Dichos planes derivaran en una serie variopinta de programas de selección y adquisición del material necesario, de búsqueda selectiva y entrenamiento de las topas necesarias y de sus reemplazos de sustitución, nos ayudaran a cuantificar el tiempo para la acumulación del material necesario y sobre la ubicación de los centros de instrucción y adiestramiento para simular de forma efectiva y conjunta operaciones de dicho nombre en cada país o combinadas con participación de fuerzas de varios países.

Una vez completadas y redefinidas, si fuera preciso, ambas fases, se llega al punto doloroso de comprobar que presupuesto es necesario y/o si debiéramos ajustarnos a uno ya definido previamente (como en este caso) y entonces ver si se cubren todas las necesidades en las cuantías requeridas, que puntos quedan en el aire, teniendo presente que si los posibles desajustes resultantes fueran insalvables, será preciso iniciar un proceso de nuevo, ajustarlo o desecharlo completamente.

Todo esto definido y dicho de forma esquemática y bastante sencilla, no es nada sencillo en realidad, tampoco hay que esperar a que se cumpla o cubra rápidamente y de dos plumazos. Si no se traza con limpieza, sinceridad y sin chovinismo alguno, el fracaso está servido sobre la mesa a la espera de los comensales. No se puede pretender usar material obsoleto en unos combates modernos, ni esperar a que el Primo Donald, se apiade de nosotros y cuando nos vea con el agua al cuello, acuda en nuestro rescate porque, sinceramente, yo no le veo muy decidido a hacerlo.

Cada miembro no puede aportar un material de todo tipo de calibre, dudosa precisión, variopinto modo de empleo y, sobre todo, si no contamos con ellos en las cantidades precisas y suficientes para alimentar combates de larga duración. En la actualidad Europa cuenta, aún en producción, con varios modelos de carros de combate y transportes oruga de tropas de diversa antigüedad, grado de protección, precisión de sus armas y tipos de ellas y sus calibres. Igualmente sucede con algunos modelos de helicópteros de ataque y de transporte; cosa que también ocurre con los medios aéreos de combate, transporte y con los de inteligencia cibernética y de guerra electrónica. Y, por último, pero no menos importante, en piezas de artillería y lanzacohetes,

¿Necesitamos una fuerza militar europea? Sí, pero no a cualquier precio; no se puede ni debe formar por aluvión como ha ocurrido con las ayudas europeas a Ucrania hasta la fecha ―de tan nefasto recuerdo y resultado―. Es de muy dudosa eficacia fijar una cantidad de millones al azar por muy desorbitada que parezca; hay que llevar, aunque sea de forma primaria y a falta de posteriores y sucesivas redefiniciones y refinos un plan-programa-presupuesto completo y eso como ya empezamos a ver y tal como dicen los británicos «no es una simple taza de café».

Las prisas nunca fueron ni son buenas consejeras y para ir a la guerra contra un coloso, que, aunque venido a menos, cuenta con apoyos directos e indirectos internos y externos de cierta enjundia y que, además, ha pasado a ocupar un lugar preferente en las relaciones con EEUU, hay que tener bien claro que es lo que queremos hacer y, lo que es más importante, si con los medios y la voluntad de combate que dispongamos, lo podemos hacer con suficientes garantías de éxito sin pillarnos los dedos.

Una ignominiosa derrota frente Putin sería el peor resultado de esta aventura, imposible de borrar; de ahí que se precise un buen planeamiento, medios suficientes y poca o nula precipitación. No vaya a ser que dicho resultado es lo que están esperando alguno o algunos en la complicada arena internacional.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

EL «REARME» (O NUEVO RAPTO) DE EUROPA

Roberto Mansilla Blanco*

La presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, viene de anunciar un plan de «rearme de Europa» con un fondo previsto de hasta 800.000 millones de euros para los próximos años. Prevé igualmente un aumento hasta el 1,5% del PIB global europeo para gastos militares en aras de alcanzar la autonomía estratégica en materia defensiva.

Esta parece ser la reacción europea al impasse en la Casa Blanca entre Donald Trump y Volodímir Zelenski la semana pasada, complementados con el posterior anuncio de Trump de suspender la ayuda militar a Ucrania mientras impulsa las negociaciones con Vladimir Putin para eventualmente finalizar la guerra. Este seísmo geopolítico también está afectando a Kiev: por primera vez Zelenski propuso a Putin una tregua para detener los ataques aéreos y marítimos, propuesta que evidencia la debilidad militar ucraniana y la orfandad en la que se somete con la desconexión de la ayuda militar y de inteligencia desde Washington.

Tras su regreso del rifirrafe de Washington, Zelenski recibió el apoyo unánime de la UE en una cumbre en Londres donde el anfitrión, el primer ministro Keir Starmer, busca también reposicionar cierto nivel de poderío militar británico, principalmente dentro de la OTAN, en apoyo a Ucrania. Pero la realpolitik siempre marca su sello. En Londres, Starmer y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, persuadieron a Zelenski de «recomponer la relación con Trump», lo que equivale a decir que se someta a sus imperativos porque «no tiene las cartas a su favor». El mismo día que Washington suspendía la ayuda militar a Ucrania, Zelenski anunciaba el reseteo de la relación con Trump, superando la bochornosa humillación recibida en la Casa Blanca.

Precisamente, y durante su visita a Washington, Starmer también recibió su «recado» por parte de un irónico Trump: «sin nuestra ayuda, ¿podrían enfrentarse en solitario contra Rusia?». Risas nerviosas de Starmer para deleite de las redes sociales.

Francia también pisa el acelerador en materia de rearme. Hace un año, el presidente Emmanuel Macron abordó la posibilidad de enviar unidades de combate para ayudar a las tropas ucranianas contra el invasor ruso toda vez tanto Macron como von der Leyen lanzaban en ese momento a Estrategia Industrial de Defensa de Europa. Esta semana, Macron confirmó ese compromiso de ayuda militar a Ucrania incluso enviando efectivos de sus fuerzas armadas, lo que provocó una inmediata respuesta desde Moscú en boca de su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, quien consideró que si Francia envía tropas a Ucrania «estaría ingresando directamente en la guerra contra Rusia».

En el momento más difícil para las relaciones transatlánticas en las que Washington sopesa distanciarse de la OTAN y que Europa pague sus costos de defensa , Úrsula von der Leyen da un paso adelante, si bien decidido pero no menos imprevisible tomando en cuenta las capacidades reales de defensa europea, muy dependientes de la OTAN y, por lo tanto, de EEUU.

Con todo hay cierta preocupación en Bruselas sobre el excesivo poder que está teniendo von der Leyen dentro de la UE. Sabe muy bien que una atribulada y fragmentada UE precisa de un «liderazgo fuerte». La reciente victoria de su partido CDU en las elecciones generales alemanas refuerza igualmente este poder de von der Leyen en Bruselas, aunque la ultraderecha de AfD puede sacar provecho del peor momento de Zelenski (y el mejor de Putin) para afianzar sus expectativas de reconducir las relaciones ruso-europeas (sin olvidar a China)

No obstante la autonomía estratégica en defensa aborda serios retos para una Europa con crecimiento económico bajo (sobre el 1%) que ameritará reconducir fondos para garantizar el gasto militar. Aquí se especula con reducciones de los fondos de cohesión de la UE. Toda vez, la UE sabe muy bien que es un enano político y militar a nivel global, si lo comparamos con EEUU, China y Rusia. El desprecio de la administración Trump a la reciente visita a Washington de la comisaria de Política Exterior y de Seguridad, la estonia Kaja Kallas, quien no fue recibida por su contraparte, el secretario de Estado Marco Rojizo, revela esa intranscendencia europea, así percibida desde Washington y Moscú.

Con todo, el tradicional pragmatismo chino, curtido en siglos de realpolitik en Asia y Europa, entró en escena: Beijing apoya la presencia europea en las negociaciones Trump-Putin sobre Ucrania. Por otra parte, Rusia, el previsible contrincante para esta Europa que busca rearmarse, mantiene un nivel económico sólido pese a las sanciones europeas mientras reconduce un modelo económico plenamente militarista. El Kremlin prevé incrementar un 13,2% su gasto militar afirmando que tiene capacidad para resistir en esta carrera armamentista. Lanza así un aviso para von der Leyen: Europa puede «rearmarse» pero Rusia está de sobra preparada para este eventual envite.

Ante la indiferencia de Washington y el pulso de Moscú, la UE busca alternativas con otros socios como China y la India, este último recientemente visitado por von der Leyen. Esto implica una estrategia híbrida de pragmatismo geopolítico que, si bien puede ser asertiva, también determina retos. India y China son socios de Rusia (BRICS; alianzas estratégicas bilaterales) toda vez que EEUU busca crear brechas en ese eje euroasiático sino-ruso que amenaza claramente sus imperativos geopolíticos, por muy aislacionistas y unilaterales que se observan en este retorno de Trump.

Con el anuncio de «rearme» por parte de Úrsula von der Leyen, Europa entra en otra etapa, más incierta aún, tomando en cuenta el declive en las relaciones transatlánticas y el potencial del eje sino-ruso.

Escasamente experimentadas en combate, más acostumbradas a ser fuerzas de pacificación para la resolución de conflictos previamente «solucionados» por las grandes potencias, las fuerzas armadas europeas buscarán también actualizarse en un marco de reconversión industrial y tecnológico (IA; robótica) ante los retos que anuncia esta era de «remilitarización» desde Washington hasta Tokio.

En el fondo, dentro del «rearme» anunciado por von der Leyen hay una clave estratégica: las élites militaristas y los «halcones» de la industria militar-industrial europea también quieren participar en ese reparto del apetecible pastel de fondos e inversiones que se abre ahora con esta militarización a ultranza a nivel global.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

 

SE JODIÓ EL INVENTO

F. Javier Blasco*

En el mundo y más en el conocido como el mundo occidental, llevamos 80 años viviendo del cuento o embebidos en un sueño al que nos agarrábamos cada vez que el planeta empezaba a temblar.

Las dos guerras mundiales del pasado siglo nos enseñaron varias cosas como que el mundo no era de fiar porque en sus desaforadas ansias de ampliar confines a base de guerrear, siempre había algún listo, un lunático o incluso un nostálgico dispuesto a liarla y por aquello de allá quítame unas pajas, declaraba la guerra a parte de o a todo su entorno cercano o aún hasta más allá; que la disuasión originada por la posesión o la amenaza del empleo del arma nuclear era vital para mantener un, sin embargo creciente, equilibrio de fuerzas y una paz, que aunque forzada, servía para seguir tirando; que hacía falta crear organismos supranacionales, quienes dotados de poderes, dinero, prestigio internacional o incluso de fuerzas propias o prestadas pudiera ―con su presencia o con la amenaza del empleo de éstas― aplacar, a modo de árbitro de contiendas, los impulsos desaforados de aquellos que estuvieran dispuestos a la greña, embebidos o cercanos a ella; que el verdadero equilibrio del mundo se basaba en la ley de los contrapesos entre dos países muy potentes económica y militarmente, que aglutinaban entorno a ellos a una serie importante de afines con los que comerciaban y mantenían en cierto estado de calma y sosiego y, por último, que si alguno de estos últimos fallara, siempre había cierto número de aspirantes, de más o menos peso o en vías de lograrlo, que pronto se mostrarían dispuestos a ocupar el puesto vacante e incluso a borrar del mapa la presencia o influencia del coloso caído.

Pues, bien y en base a los enumerados principios de subsistencia o incluso de supervivencia, montamos el chiringuito de varias pistas, para lo que fue preciso crear la ONU, la OTAN, el Pacto de Varsovia y la UE; nació y creció exponencialmente el arsenal de armas nucleares y dejamos que EE.UU. y Rusia ejercieran de árbitros, pastores, carceleros o padres ―según se mire― quienes mantenían a sus familias o rebaños a buen recaudo, ciertamente conjuntados y en más o menos calma. Nadie osaba a sacar sus pies del tiesto o a alzar la voz y aunque nos veíamos obligados a gastar enormes cantidades de dinero en armamento, dicho cuantioso gasto era justificado por ser necesario para nuestra seguridad y, sin darnos mucha cuenta de ello, la mayor parte del mismo retornaba a las arcas de los mencionados próceres, quienes lo reinvertían para sacar nuevos modelos, más precisos, mortíferos, avanzados o sofisticados y, a la vez, más caros con los que engordar sus grandes industrias de armamento y enjugar sus propios gastos nacionales al respecto.

En este mundo de yupi y sus cambalaches nos encontrábamos, aunque con ligeros cambios en el ambiente que, de haber estado más atentos, se hubieran descubierto ciertas pistas de lo que podía ocurrir. Pistas como que la otrora poderosa Rusia, está aparentemente más débil pero cada vez más enzarzada en una guerra de desgaste en Ucrania contra «el resto del mundo» durante ya tres años de enconados combates más propios de una guerra total; que Putin anda hurgando y manoseando bastantes procesos electorales e influyendo grandemente en muchos de ellos; que la UE se ha venido deteriorando económica y burocráticamente hasta convirtiese en un masa ingobernable e inútil de países ahítos de normas, prohibiciones y pérdidas de tiempo en un claro ejemplo del famoso dedo que nos impide ver la luna; que la OTAN se ha convertido en otro grupo de burócratas llenos de limitaciones de los propios aliados, quienes no invierten apenas en defensa y que basan su capacidad de reacción y disuasión en la voluntad del «primo» americano, cuyo actual presidente, desde la misma campaña electoral para conseguir su segundo mandato, viene avisando seriamente que América es lo primero y que quiere volver a recuperar su esplendor, para lo cual, como es lógico, deberá despojarse de mucho gasto y lastre tanto dentro como fuera de casa.

Han bastado unos pocos, muy pocos días para que los gritos, los malos modos y los famosos e histriónicos desplantes, poco respetuosos con las formas y la mínima cortesía diplomática de una cabra loca, llamada Trump, se hayan hecho realidad. Muchos, casi todos, pensaban que no lo iba a hacer en realidad, se creían que sería la segunda edición de un presidente norteamericano que amagaba y gritaba mucho, pero nunca daba fuerte ni de verdad.

Estábamos confundidos, ha sido precisamente esa amarga experiencia anterior y el haber podido constatar, durante ocho años, que nadie le hacía caso, los que le han llevado a no ceder en su línea de actuación y decisión, le pesara a quién le pesase. Le apoyan incondicionalmente muchos millones de votos de hombres y mujeres que han nacido, crecido, e incluso algunos ya han fallecido, cansados de ver que año tras año se dilapidan fuera la mayor parte de sus impuestos mientras ellos se empobrecen, que a su país nadie respeta a pesar de sus esfuerzos y que no solo pone mucho dinero sobre la mesa, sino la inmensa mayoría de fallecidos para solventar todos los conflictos del mundo; mientras el resto de países, se ríen de los yanquis, viven en otro mundo y parece que no le afectan las cosas.

Nadie pensaba ni mucho menos que iba a ser como se mostró el pasado viernes y nos pilló a todos con el calzón bajado. El pobre Zelenski, persona acostumbrada a ir mendigando trozos de pan duro por todas las esquinas y la mayor parte de los parlamentos de las naciones, ha tenido que soportar una gran humillación; humillación que Trump más bien nos mandaba a todos los demás. Nuestros poco resolutivos y pésimamente preparados dirigentes se han quedado noqueados; sus tibias y, como de costumbre, inútiles reacciones de este fin de semana no han servido para nada. Unas vanas promesas sin fecha ni entidad, muchos abrazos ―algunos fingidos― y un camino por delante incierto y oscuro para todos, pero más aún si cabe, para Ucrania. El país indefenso, que ha tenido la desgracia de tener al frente a un humorista, que por urgencia y necesidad se ha convertido en un obstinado personaje que defiende seriamente a su país y por ello, es perseguido y con poco futuro real.

El mencionado mundo occidental tiene los días contados como tal. Mucho me temo que demasiadas cosas de todo nivel y entidad deben modificarse drásticamente e incluso desaparecer o cambiar de rol parcialmente o de forma total.

Hay que redefinir todo tipo de nuevos y efectivos conceptos e importantes estrategias, arrimar todos el hombro, de forma seria y directamente, sin subterfugios ni vacilar; formar internas y externas alianzas políticas de verdad y generar ingentes cantidades de fondos para proporcionarnos nuestra propia seguridad. Al respecto, espero y deseo que nadie caiga en el chovinismo como muy fácilmente, me presumo, pueda pasar.

Es altamente posible y probable que muchos países europeos no puedan seguir el ritmo que nos tengamos que marcar y debo resaltar que, inicialmente resulta algo curioso que, al parecer, vayamos cogidos de la mano o siguiendo la estela del Reino Unido quien, puede que oliendo la tostada, en su día, se alejó de la UE y empezó a caminar por separado para volver como líder de un rebaño falto de tal.

Trump conseguirá lo que lleva cuatro años mascullando y trazando, ya empieza a dedicarse a lo que realmente le interesa, Israel y Arabia Saudita en Oriente Medio, el Ártico, sus fronteras terrestres y el Pacífico cercano. Es posible que termine su mandato aclamado o que hasta, siguiendo una costumbre muy norteamericana, alguien le descerraje un par de tiros y acabe su historia con tal final.

Ahora Putin se queda un tanto aislado en el tapete internacional; deberá jugar bien sus bazas, no excederse en sus pretensiones en Ucrania y estar muy atento al papel de China y de la India que están muy ansiosos de llegar a ser alguien de mayor peso en el mundo actual y a este personaje le quedan pocas cartas con las que jugar que no conozcamos ya.

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.