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GRUPOS MILITARES AUTÓNOMOS EN LIBIA

Giancarlo Elia Valori*

Para comprender hoy lo que sucede en la relación crítica entre los grupos militares libios, es necesario, en primer lugar, analizar el papel de los Emiratos Árabes Unidos.

En Yemen, por ejemplo, los Emiratos Árabes Unidos, que son los principales actores en todo el contexto árabe de las “revoluciones democráticas” posteriores, o más bien de las “revoluciones de color” elaboradas por un modelo estadounidense nacido en los Balcanes, han colocado a las Fuerzas Especiales de la Guardia Presidencial y el apoyo tradicional a las milicias locales anti-Houthi en el terreno.

Los Emiratos Árabes Unidos operan también en Yemen, desde la base de Assab, luego con la reconquista de Mukhallah, otra base muy importante, en 2016, y finalmente desde la reanudación de Al Mokha, también en 2016.

En Libia, la estrategia emiratí, que sigue siendo esencial para comprender lo que está sucediendo allí, ha sido diferente: apoyo neto a Khalifa Haftar, por supuesto, pero también acciones directas de las fuerzas de los EAU a favor de las Fuerzas del Acuerdo Nacional de Bengasi en Libia: solo en el año comprendido entre abril de 2019 y de 2020 hubo hasta 850 lanzamientos de drones y ataques aéreos con aviones avanzados, en el GNA Tripolitanio, probablemente con pilotos también de Emiratos.

Los Emiratos Árabes Unidos parten hacia Trípoli, en lo que respecta a los ataques aéreos, desde la base que ellos mismos han renovado de Al-Khadim, a 105 kilómetros al este de Bengasi, y es de esta base que también llegaron suministros para Haftar, enviados desde Al-Sweihan, en Abu Dhabi y también de Assab, desde Eritrea, la base marítima desde la que se inició la colonización italiana del Cuerno de África en el siglo XIX. Lo que hoy sería muy útil.

En cuanto a las operaciones en Libia, la mediación entre los Emiratos y las tribus locales combatientes a menudo es mediada en el lugar por Egipto, con un fuerte apoyo financiero, tecnológico y de información, como ya sucedió en las operaciones de 2017 hacia Trípoli por Arabia Saudita.

Entonces, ¿a quiénes apoyan los EAU en Libia? Los salafistas, que a menudo tienen como objetivo principal luchar contra los Hermanos Musulmanes, luego muchos de los excombatientes de la “Fuerza de Resistencia Nacional” de Saleh, también la antigua Guardia Republicana, o la “Brigada de Gigantes”, un grupo salafista.

Recordemos que en 2013 fueron delegados al gobierno de Misrata, la “ciudad mártir” y el centro de muchas de los katibe “revolucionarios”. El gobierno de la ciudad era prerrogativa de Ansar Al Sharia, una formación afiliada a Al Qaeda, y fundada en dentro e la Brigada de los Martires 17 de febrero, de la que hablaremos más adelante

Tantas facciones y “brigadas revolucionarias”, tanto la inmovilidad real y la inmutabilidad de la situación libia, donde nadie puede vencer al otro, debido a los “katibe” y a las facciones en el gobierno. Esto puede pensarse como una “garantía” para los estúpidos o perezosos occidentales, que piensan en estabilizar Libia simplemente dejándola en su ahora muy evidente papel de Estado fallido.

A los Emiratos les gustaría, en su corazón, un cambio autoritario al estilo de Al-Sisi, pero en Libia también están las fuerzas sudanesas, que apoyan a Haftar y colaboran estrechamente con las de los Emiratos. Ya hemos hablado del papel de Turquía en Tripolitania y en otros lugares.

Pero veamos cómo nacieron las numerosas facciones militarizadas que operan en Libia y por qué.

La culpa de todo esto es, por supuesto, de quienes predicaron tontamente la guerra “contra el tirano” pensando que la cultura política libia o magrebí debía ser la del centro de Boston o de los clubes londinenses. O la de algún mitómano francés ignorante que, en el 68, apoyó a esos puros criminales de los jemeres rojos.

Una estrategia global de los salones de mujeres insatisfechas, una política exterior de los predicadores mormones que tienen la Biblia “clavada en la cabeza”, como solía decir Voltaire.

Occidente se mira solo a sí mismo, solo puede pensar en sus categorías tontas, por lo tanto ya no puede comprender al otro y, por lo tanto, ni siquiera se comprende a sí mismo.

El levantamiento de 2011 en Cyrenaica, organizado principalmente por operadores de inteligencia franceses, nació allí debido a la marginación histórica de la zona libia del este en el período de Gadafi; y la persistente presencia ideológica y organizativa de la red senusita, que siempre ha tenido una excelente relación con los Hermanos Musulmanes y con otros grupos de tradición salafista.

Una tradición esotérica y en ocasiones heterodoxa, la de la secta sanusí, que a lo largo de los años se acerca al radicalismo wahabí y al sectarismo literalista de algunas tradiciones islámicas sauditas y egipcias. Un caso, hablo como amante de la sabiduría ancestral, para ser estudiado con detenimiento.

De ahí que una mezcla de élites locales de Cirenaica, agentes extranjeros superficiales, pero a menudo de origen local, así como desertores de los aparatos de Gadafi, organizaron rápidamente un Consejo Nacional de Transición (NTC) con barcos franceses a pocas millas de la costa y submarinos franceses aún más cercanos, así como las armas avanzadas que les suministraron los Servicios de Inteligencia franceses.

El NTC hace principalmente política exterior, sobre todo en Estados Unidos, en la UE y sobre todo contra Italia, ya que el sueño de Sarkozy es que Total compre ENI, con su soborno presidencial, pero no le importa organizar varios grupos “revolucionarios” que surgen como hongos. Los occidentales pagan bien y el “material”, como lo llamaba Maquiavelo, estaba a disposición de los más violentos.

También podemos ver, muy claramente, una campaña occidental de difamación, simple y cruda, contra el “tirano” Gadafi y de apoyo militar progresivo, especialmente en términos de protección aérea, para favorecer a los “rebeldes”, todos convertidos en “demócratas”, con la magia de la aburrida propaganda occidental antes mencionada.

Los italianos, obligados por una serie de sutiles pero muy claras amenazas, se ven obligados a participar en la operación anti-Gadafi, y marcarán su progresiva salida del Mediterráneo con esta estúpida elección.

Entonces, ¿qué pasa con Mohammed bin Salman? ¿Y Al Sisi? Y el Rey de Jordania, un estadista muy grande e ilustrado, ¿acaso son “demócratas” sólo porque son del agrado de los occidentales descuidados y superficiales, que en el Medio Oriente se mueven como el clásico elefante en una cristalería? ¿Era sólo Gadafi el “villano” de esta película B del oeste, o también estaban los otros?

Así que olvidemos las tonterías de la propaganda a menudo orquestadas, como es el caso de Francia, por enfantsgâtés que fueron entrenados, como dije anteriormente, entre los adoradores de Pol Pot. Después de 1968, un camino de los enemigos de De Gaulle a los hombres de propaganda estadounidenses. Un camino lineal, pero los manifestantes de 1968 no lo sabían.

La autodenominada revolución islámica en Libia, aunque apoyada por occidentales, termina, como es bien sabido, en agosto de 2011, cuando los “demócratas” salafistas y sus hermanos islámicos toman Sirte y Bani Walid, las últimas zonas bajo control de Gadafi.

El GNA de Trípoli, el Gobierno de Acuerdo Nacional, durante algún tiempo, ha tenido un apoyo interno limitado, a pesar de ser apoyado, con toda la pompa innecesaria, a nivel internacional.

Nadie conocerá jamás la fórmula del hechizo que unió al GNA de Trípoli con la llamada “legitimidad internacional”.

El Consejo Presidencial reside en Trípoli desde el 30 de marzo de 2016. Dirigido por Fayez al-Serraj, ex miembro del Parlamento de Tobruk, donde representó a Trípoli, nació de un Acuerdo Político Libio apoyado por la ONU y firmado el 17 de diciembre de 2015. El acuerdo de Shkirat, que fue un pacto entre las dos principales facciones para llegar a un gobierno unitario y nacional entre el GNA de Trípoli y la Cámara de Tobruk. 90 diputados de Tobruk firmaron los acuerdos escritos en el “Centro Mohammed VI” de la ciudad marroquí, al igual que los 27 diputados de Trípoli, que sin embargo contaban con la “delegación” de otros 42 diputados residentes en la capital y que no se movieron. El Comité Presidencial, entonces, estuvo conformado por 6 personalidades todas designadas por la ONU. Posteriormente se agregaron otros 3 políticos, dos en representación de Fezzan y uno en representación de Cyrenaica. Fue ese Comité Presidencial el que elaboró la lista de Ministros del gobierno unitario. Sabemos cómo terminó. El hecho jurídico-político es que el Parlamento de Tobruk aceptó el acuerdo de 2015, pero se negó a firmar el artículo 8 del texto de Shkirat, que obligaría al gobierno de Trípoli a controlar las fuerzas autónomas de Cyrenaica.

Además, Tobruk no aceptó en ese momento los nombres propuestos para el futuro, pero imposible, gobierno nacional libio. Un gran y definitivo caos.

Pero entonces, ¿quién es Fayez al-Serraj? Graduado en Arquitectura y Urbanismo en 1982 en la Universidad de Trípoli, tuvo roles secundarios pero no despreciables en el régimen de Gadafi, y luego se unió inevitablemente a la “revolución”.

Sin embargo, recordemos que es el Consejo de la Presidencia el verdadero “jefe de Estado” libio.

Pero, ¿por qué el Consejo de Seguridad votó por unanimidad el Acuerdo Político de diciembre de 2015? De hecho, el mencionado acuerdo Shkirat de 2015 se definió principalmente para resolver la disputa entre la Cámara de Representantes elegida regularmente que opera en Tobruk-Al Bayda, el Congreso Nacional General de Trípoli y las otras fuerzas centrípetas que ya se habían formado. Este último ganó la lucha contra dos gobiernos débiles que dependían de “las armas de otros”.

En el pacto de Shkirat la idea era abstractamente buena, pero al no decidir a quién se debería confiar la “soberanía”, las disputas estaban destinadas a durar indefinidamente.

Nació el Consejo Presidencial de Trípoli, actualmente presidido por al-Serraj —cuando, como recordarán, el actual líder de Tripolitania tuvo que llegar por mar porque sabía que, si llegaba al aeropuerto de Mitiga, lo matarían—, nació, sin embargo, para crear un gobierno unitario con todos los «parlamentos» en Libia, no para operar solo.

Resultado curioso, la ONU y todos los tímidos estados de la UE continúan ignorándolo y tratando al gobierno de GNA como el único “legítimo”. Por arrastre, se diría. Este es el legado de las malas experiencias occidentales en Irak, pero el cerebro está hecho para ser utilizado. No para proyectar los propios prejuicios pequeñoburgueses en el mundo árabe, que es mucho más complejo de lo que se podría pensar.

Estados Unidos siempre ha apoyado totalmente al Gobierno de Acuerdo Nacional, pero los egipcios, los Emiratos, Rusia y también, indirectamente, China argumentan que, sobre todo, necesitamos un “ejército nacional y unitario libio” y, por lo tanto, apoyamos a Khalifa Haftar en primer lugar especialmente en una función anti-islamista y anti-yihadista.

Luego, volviendo a las estructuras oficiales de la ahora inevitablemente dividida Libia, justo cuando la necesitábamos bien unida, también está el gobierno de Khalifa Gwell, que se basa en la ahora remota autoridad de un Congreso Nacional General, que tuvo su momento de gloria durante las elecciones parlamentarias de 2012.

El “Parlamento de Trípoli”, que no tiene nada que ver con Al-Serraj, se ha trasladado en gran medida al Consejo de Estado, que era un organismo presidido por el líder de Misrata, Abdul Rahman Swehli, pero luego el parlamento de Tobruk comenzó a apoyar al gobierno de Abdullah Al-Thinni, que opera directamente desde Al-Bayda.

Todos los grupos revolucionarios que participaron en la rebelión fácil contra Gadafi, los thuwar, como se les llama genéricamente en Libia, no quisieron, desde el principio, la continuidad de las Fuerzas Armadas y la policía libia. Todo lo contrario, refutaron enérgicamente esa suposición.

Todos ellos habían desarrollado el vago concepto de “legitimidad revolucionaria” y fue precisamente el primer gobierno ajeno a Gadafi, encabezado por Abd Al Rahim al Kib (que duró desde noviembre de 2011 a noviembre de 2012) el que efectivamente nombró “guerrilleros” de Zintan y Misrata, así como salafistas y muchos yihadistas, en puestos ministeriales, al menos para reequilibrar la distribución de presencias en la “revolución” entre los antiguos leales al coronel y los nuevos “revolucionarios islámicos”.

Como era obvio, estos yihadistas, la mayoría de los thuwar, salafistas y otros, no aceptan la presencia de los viejos del régimen de Gadafi en otras áreas del gobierno libio y su “legitimidad revolucionaria” les permite, según ellos, un derecho de control y expulsión, muchas veces “inmediata”, de los antiguos elementos del “régimen” del coronel de Sirte.

Otro elemento que no debe pasarse por alto, en el análisis de la crisis estructural libia, es la escasa conceptualización y regulación oficial del poder militar y la seguridad.

Algunos roles en los Servicios de Inteligencia fueron abolidos por la revolución anti-Gadafi, con el argumento, que conocemos en Italia pero que todavía es estúpido, que ciertas calificaciones recordaban momentos tristes (pero solo para ellos).

Incluso el Ministerio de Defensa fue abolido y las nuevas leyes de inteligencia hicieron del proceso de inteligencia una función semiprivada, por así decirlo.

Las leyes aprobadas por el CNT y el Congreso Nacional General siempre fueron ambiguas y mal elaboradas, como las italianas, por lo que cada actor político podía favorecer a su propia facción militar en detrimento de las demás.

Entonces, en primer lugar, la falta de reglas claras e inequívocas, y la ambigüedad deseada de las leyes de seguridad, ha favorecido sobre todo la autodenominada “legitimidad revolucionaria” de los thuwar contra el profesionalismo del ex-Gadafi o incluso de los hombres que Occidente, siempre imprudentemente, eligió para liderar la “nueva Libia”.

El objetivo final de la insurgencia era la destrucción de la familia de Gadafi, que razonaba por clanes y tribus. Eso fue cierto para todos los thuwar, aunque no tenían nada en común.

De esto se deduce que todos ellos y sus katibe no podían controlar seriamente el territorio libio y ni siquiera existía, por ahora, el concepto de poder estatal y control unitario del territorio. Podríamos definirlo como un “federalismo de guerra civil”.

Los pequeños katibe, los “batallones” del thuwar estaban, en un 95%, compuestos por menos de 1.000 elementos, poco más que familias extendidas, como las bandas mafiosas del sur de Italia, y en el oeste libio se organizaban principalmente a través de “consejos militares”, mientras que en el este de Cirenaica formaban coaliciones bastante flexibles de “grupos combatientes”.

Por selección darwiniana, pronto emergen dos grandes organizaciones de referencia para todos los pequeños katibe: la “Coalición 17 de febrero” y la “Colección de Organizaciones Revolucionarias”.

La “17 de febrero” pronto se separó en otras dos secciones.

La primera se denominó “Aparato de Seguridad Preventiva”, que desempeña sobre todo funciones de contraespionaje y control de fronteras, también para contrarrestar a los elementos nada despreciables aún vinculados a Gadafi.

La segunda facción, el “Escudo Libio”, está formada por pequeños grupos que habían operado principalmente en Brega y que operaban principalmente en la Tripolitania, productora de petróleo.

La brigada dirigida por un desertor de las fuerzas de Gadafi, Salim Joha, se formó entonces en Misrata, pero estaba formada por grupos de civiles entrenados, que iban desde 1.000 hombres hasta incluso 10-20 elementos, pero que pronto alcanzaron el tamaño de 236 katibe.

Casi todos eran batallones especializados en una sola función. Y la mayoría de ellos se inscribieron, por así decirlo, en la “Unión de los Revolucionarios de Misrata” o incluso en el “Consejo Militar de Misrata”.

En 2011, en noviembre, en el apogeo de su esplendor, la Unión contaba con 40.000 milicianos.

En Occidente, en la zona genéricamente llamada Tripolitania, existía una clara diferenciación entre los referentes de los países que habían llevado a cabo el (ilegítimo) ataque a Gadafi, diferenciación que se refería a grupos militares, líneas políticas, incluso áreas de influencia.

En Zintan había 6.000 “revolucionarios” divididos en ocho brigadas, en Nalut había 5.000, en seis brigadas.

Los katibe de Jadu, Zawiya, Zuwara y otros pequeños pueblos estaban vinculados sobre todo a las Fuerzas Fronterizas, o a las del control de los pozos petroleros, o incluso a las de las instalaciones vitales.

Además, se establecieron 17 “consejos revolucionarios” en Trípoli, alimentados sobre todo por los 16.000 delincuentes comunes que Gadafi había liberado poco antes de su caída. Ninguno de los grupos era completamente autónomo ni podía controlar partes aceptables del territorio. Muchos se dedicaban al tráfico de drogas, robaban de los depósitos del aparato de seguridad u operaban en el “mercado negro” o en protección privada.

También hubo grupos “revolucionarios” que se formaron, pero con un retraso marcado, en las áreas donde el poder de Gadafi había durado más tiempo: en Bani Walid, en Tarhouna, en el área de Warshafana.

Estos grupos eran combinaciones de viejos gadafianos, ahora huérfanos de su líder, pero siempre y absolutamente parte de la misma tribu, y también de nuevos “revolucionarios” que imitaban las hazañas de los katibe que operaban en los grandes centros.

Estos grupos también, en gran parte, luego volvieron a entrar en las filas de los Oil Guards que pagaban mejor que otros.

La culpa de este caos era, sin embargo, también de Gadafi: había creado una estructura de seguridad del Estado que no se refería única y directamente al Jefe de Estado Mayor, sino a dos órganos diferentes y claramente separados: la “Comisión General Temporal de la Defensa” (inicialmente encabezada por Abu Bakr Yunis Jabr) y luego el “Comité Permanente de Defensa”, dirigido por diversas personalidades pero, de hecho, por el propio Gadafi.

La red de seguridad del coronel del régimen de Sirte también era muy compleja: existía la “Brigada 32”, comandada por Khamis Gadafi, luego Mohammed al Maqariaf, Sahban, Fadhil Abu Omar, también operaban brigadas Faris Hamza, Suqur, Abu Minyar, finalmente el Maghawir.

Las otras fuerzas militares también se dividieron en dos, en la organización de seguridad del Estado de Gadafi. Solo las unidades del Este desertaron de inmediato, las demás permanecieron leales al coronel.

Una parte del batallón Saeqa se unió a los “revolucionarios” de Cirenaica Oriental para formar la “Brigada de los Mártires Zawiya” pero, a medida que avanzaba el avance de los yihadistas y occidentales del Este, muchos oficiales, pero menos de los que se cree, también comenzaron a desertar en Tripolitania.

Pero muchas de las unidades militares estacionadas en el sur y el oeste se mantuvieron leales a Gadafi casi hasta el final.

Luego de la muerte del coronel del Sirte, las unidades del occidente y del sur se reunieron con los “consejos revolucionarios” en las áreas donde estaban las Fuerzas Armadas. Los regulares eran fuertes y en cambio los revolucionarios katibe débiles, y esto sucedió sobre todo en Gharyan, Khums, Sabha, Surman y Tarhouna, la ciudad donde nació un ex director de nuestros servicios “externos”. Una hibridación de las fuerzas político-militares que nos hace pensar y es muy característica de la revuelta libia anti-Gadafi.

La inestabilidad obviamente crece, mientras que los occidentales, que tontamente la causaron, se lavan las manos, quizás esperando el Espíritu Santo de alguna elección, invariablemente amañada.

Algunas instituciones también están fortalecidas pero ya están muy fragmentadas dentro de ellas: las “Fuerzas del Escudo Libio”, el “Aparato de Seguridad Preventiva”, la “Guardia Nacional”, una estructura inicialmente creada por Khalid al Sharif, ya en jefe del Libyan Islamic Fighting Group, una red nacida a raíz de la revuelta de 2011.

Ubi occidentalia, ibi jihadismus, y perdóname por los inevitables errores del latín.

Luego hay incluso otras organizaciones del estado de Gadafi que absorben elementos de los katibe para mantenerse en el poder y tener alguna base de operaciones. Para sobrevivir y hacer negocios, o simplemente mantenerse con vida. La crisis económica provocada por la caída del régimen en 2011 mordió de inmediato.

El petróleo era el 97% de los ingresos de Trípoli en la época del coronel. El petróleo libio es procesado y exportado por ENI, la francesa Total, la alemana Wintershall, la rusa Gazprom y la española Repsol. Con muchos gerentes italianos adentro. Por supuesto, los occidentales esperaban que se moviera el capital de la Autoridad de Inversiones de Libia (67 mil millones a fines de 2012), pero las cuestiones políticas derivadas del fraccionalismo de los katibe y de los gobiernos son infinitas, como era fácil de predecir. Luego está GECOL, Compañía General de Electricidad de Libia, LISCO, o la Compañía de Hierro y Acero de Libia, el ESDF, o el Fondo de Desarrollo Económico y Social, el ODAC, la Oficina de Desarrollo o Complejo Administrativo, la zona del puerto libre de Misrata. Desde la época de Gadafi, una economía que, antes de la insurgencia de 2011, ya había sido privatizada en gran parte pero que los “revolucionarios” no podían interpretar ni controlar.

Luego, las instituciones, que caen en el caos, a menudo aplican modelos occidentalistas a una situación muy diferente: el título de “jefe supremo de las Fuerzas Armadas” permanece legalmente poco claro durante años, pero fluctúa, sujeto a luchas de poder, dentro del GNC y a menudo es duramente impugnado por los muchos capetti” del katibe.

Antes de que los gobiernos se dividieran en dos, también había un conflicto en curso, a menudo amargo, entre el Ministerio de Defensa y el del Interior y del propio gobierno, que condujo, incluso a raíz de una gestión incierta y siempre personalista de las transacciones petroleras, a un bloque administrativo, social y político. Lo que ha llevado a un suplemento de pobreza masiva.

Añádase a esto la estructura barroca de las instituciones, hecha casi exclusivamente para eludir el mando y la responsabilidad: el Comité Supremo de Defensa, que ya hemos mencionado, en Trípoli (donde, sin embargo, las influencias salafistas y yihadistas eran más evidentes que en otros lugares) y también dividida en toda Libia en 54 sectores regionales, tenía hasta 16.000 guerrilleros disponibles, y esto solo en la antigua capital de Gadafi.

Luego, nuevamente a nivel postnacional libio, hubo, como dijimos, 54 sectores locales del Comité Supremo de Defensa, luego 23 comités contra el crimen, 45 empresas de apoyo a las actividades de defensa, luego la fuerza de élite y la Fuerza Especial de Disuasión.

Cabe señalar, entonces, que las Fuerzas que habían buscado, a menudo con éxito, el apoyo de las diversas facciones del Comité Supremo de Defensa, incluso incluían katibe pro-Gadafi o incluso simples criminales comunes, así como elementos ya clasificables como yihadistas Qaedistas.

En Ben Ashur, por ejemplo, los miembros de las brigadas contra el crimen eran todos ex convictos.

Esto ocurrió hasta la disolución del Comité Supremo de Defensa, el mecanismo de la “seguridad” libia posterior a Gadafi. Hablaremos de este asunto nuevamente en otros artículos.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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LOS PLATOS ROTOS

F. Javier Blasco*

Solemos identificar el final de los desastres en el hogar o las rupturas sentimentales con la rotura de la vajilla y, sobre todo, de los platos de la misma. No sé qué tendrá dicho utensilio tan necesario para comer a la manera occidental, pero suele ser lo primero que buscamos y nos echamos a las manos para romperlos si el enfado entre la pareja es mayúsculo o cuando la situación de relación en el hogar ha llegado a un punto de no retorno y para quererlo significar ruidosamente, aplacamos o demostramos nuestras iras con la estrepitosa y forzada rotura de aquellos.

Los añicos que quedan tras la debacle, suelen ser muchos, molestos y difíciles de hacerlos desaparecer de una sola pasada, porque siempre suelen quedar pequeños trozos por todos los rincones, lo que, de nuevo, nos retrotrae al momento de la crisis y además, nos recuerdan y magnifican el hecho de que aquella vajilla, fue la que un día comparamos o elegimos con mucho mimo, cariño y con la esperanza de que nos sirviera y acompañe toda la vida; vajilla que nunca jamás se volverá a recuperar porque suele ser difícil encontrar una copia en el mercado, salvo que esta sea de baratillo o un simple conjunto para salir del paso y cubrir una pasajera e intrascendente necesidad.

Pues bien, nuestro ínclito presidente, aquel de la sui generis  moción de  censura basada en hechos falsos y espurios; el de la tesis doctoral escrita por un negro, aprobada por amigos, llena de errores, plagios y mala a rabiar; el mismo que prometió a bombo y platillo y no una vez sino innumerables más, no pactar con Bildu, mantenerse alejado de su pesadilla Iglesias, respetar la Constitución y la Jefatura del Estado y no engañar a los españoles jamás, una vez quitada la careta, se lanzó cuesta bajo a toda prisa para incumplir todo lo prometido públicamente en sus campañas y hasta en sede parlamentaria e institucional.

Ha roto casi toda la vajilla de su dote de boda política y ahora hasta empieza a rebuscar por los rincones porque sabe que aún queda olvidada alguna pieza más y que para su desaparición total debe hacerles sufrir el mismo destino que sus compañeras de lote, con toda su ira y verdadera maldad. Cierto es que aunque él sea el presidente —aunque a veces a Iglesias se olvide o no lo crea de verdad— y por ello el máximo responsable de todo para bien y para mal, en este desaguisado y carnicería está muy bien acompañado y a veces, hasta parece ser guiado por dicho amigo del alma; aquel que desde el ruin y empalagoso “abrazo del oso” ya no le quita el sueño y puede dormir plácidamente en su colchón de Moncloa o en cualquier otro lugar, a pierna suelta y sin ningún tranquilizante que tomar; lugares, a los que, por cierto, viaja por la cara, bien acompañado por su clan, sin reparar en gastos y con mucha asiduidad. 

Ese amigo que era muy dado a los insultos a los demás, que hacía feos y sucios escraches a los políticos, se reía de todo y gozaba al ver a los policías y guardias con sus cabezas abiertas por las barras de hierro o ladrillos lanzados por sus colegas de ideas cuando estos salían a la calle a protestar contra el gobierno del momento; pero que ahora sin embargo, hace que rodeen su casa decenas de guardias civiles, denuncia a todo el que se mueve cerca de la misma o hablen mal de él y hasta provoca que suspendan de empleo y sueldo, durante dos meses, a un policía sindicalista porque le llama “el moños” y, a pesar de que lo lleva aunque sea mal llevado, dicha palabra le ofende de verdad. Un mal vestido (parece que no tiene ropa de su talla o la poca que tiene la compagina fatal) y peor aliñado auxiliar de profesor universitario en la facultad de políticas, cuyo nivel intelectual debe dejar mucho que desear porque, al parecer, es incapaz de sacar una plaza fija con lo fácil que eso allí deberá estar.

Sánchez en su permanente campaña de publicidad ha removido Roma con Santiago, no ha dejado títere con cabeza y hasta ha sacado de su tumba los restos de Franco porque, según él, su vicepresidenta primera y la entonces Ministra de Justicia y hoy Fiscal General, era un clamor popular y una urgente y perentoria exigencia nacional. Tras mucho trasiego político con implicación del Vaticano incluso, demasiado bombo en los medios y una excesiva cobertura por la televisión amiga en vivo y en directo, finalmente aquel circo mediático, sólo le rentó unas pocas horas de popularidad ya que el hecho quedó apagado por sí mismo a los pocos minutos de culminar. Si pensaba sacar mucho rédito a tanta hipocresía y a un considerable gasto, solo le ha servido para pasar a la historia, como el presidente que hizo revivir los muchos legados de Franco, al igual que le sucedió al Cid Campeador, aunque en este caso, tras cuarenta y cinco años de su muerte de viejo, en su cama y por causa natural. Tras tanto remover la memoria histórica, ahora resulta que por ello, algunas estatuas y calles dedicadas a socialistas y comunistas se verán obligadas a desaparecer o cambiar. Es lo que suele ocurrir cuando uno se pasa de frenada al legislar tanto y tan duramente, que se olvida que en su bando hay muchas, muchísimas cosas que callar y por ocultar, otras tantas más.

Su ira y afán de revancha han ido in crescendo tanto, que ya en su cabeza y modo de actuar cualquier cosa es posible que ocurra; todo absolutamente todo, tiene cabida en su mente perversa y poco armada; vive en un permanente odio impostado o inculcado, impropio de un joven pijo y mal criado que lo tuvo todo en la vida sin dar muchos palos al agua, al igual que su compañera conyugal, quien aunque procede de una familia con determinados negocios poco recomendables, está bien adinerada y, quien ahora además, goza de todos los posibles e imposibles privilegios personales, trabajos varios y soberbias pagas aunque no tenga un solo mérito en su curriculum con los que ninguno avalar o justificar ni siquiera alguno de aquellos.

Como fiel alumno, y hasta más bien el más aventajado, sigue los pasos o completa la faena del poco acertado Zapatero, aquel aprendiz de brujo que “estudió economía en dos tardes” y por ello nos llevó a la quiebra total, el inventor de la nación de naciones y de que el concepto de nación es discutido y discutible. Quien en lugar de estar contando nubes, como nos prometió al ser expulsado, sigue haciendo el ridículo dentro y fuera de casa, vendiendo humo y tratando de engañar al mundo entero, mientras oculta unos espurios intereses que aún están por descubrir, porque sinceramente, habría que padecer de idiocia, si hace lo que hace por nada a cambio, solo por figurar o por amor al arte; cosa que nadie, salvo alguien muy despistado, se lo puede tragar. 

Nuestro presidente como hombre “con suerte”, para allanar más fácilmente el camino en su inmensa perversidad, ha tenido la oportunidad de que llegara la Pandemia del Covid 19; gracias a dicha situación, y como consecuencia de haber mantenido los oídos sordos y la mirada fija en otros lados, aquella llegó a España y se estableció en ella con toda su crudeza, cosa que se agudizó por su mala o nula gestión. Así, nos convertimos en el peor país del mundo en gestión y el tercero en número de muertos en proporción a la población, lo que justificó un durísimo y penoso Estado de Alarma de tres meses en plazos prorrogados cada quince días y un confinamiento de mes y medio lo que le sirvió para, amparado por en una vieja Ley, hacer lo que viniera en gana durante tanto tiempo y sin tener nada que justificar.

Para ello, inicialmente, cómo casi todos le creyeron y confiaron en su palabra de presidente en momentos de grave crisis, contó con el apoyo de todo el espectro parlamentario, que dicho sea de paso, cayó en sus garras por ineptos, falta de claridad de ideas, poca experiencia y en algunos casos por su poca o nula dignidad. Más tarde, paulatinamente y cuando las cosas ya eran bien malas y patentes y debido a diversos factores como los muchos abusos legislativos, continuos desplantes, errores y determinados abusos, los apoyos iban disminuyendo hasta que se llegó al extremo en el que solo le apoyaban sus compañeros de investidura (lo peorcito de España) y un partido residual, Ciudadanos (Cs) que caminaba y camina contra corriente desde que les abandonó su líder natural y ahora está en manos de una señora, especialista en olvidarse de sus engañados votantes, hacer lo que le viene en gana y en criticar a los que luego les ruega ir juntos en las listas, aunque solo en aquellos sitios donde sabe que por sus méritos nunca lograrían una plaza.

Ahora —tras un verano desastroso para todos menos para él, su gobierno y una larga lista de amigos que, al parecer siempre le acompañan a todo trapo a lugares y en medios oficiales aunque todo ello, para mayor vergüenza y escarnio en lugar de dejarlo bien claro, en un esfuerzo vano de taparlo, lo ha  declarado como secreto oficial— la situación sanitaria debida a los fuertes rebrotes se ha vuelto a deteriorar y de nuevo, ni corto ni perezoso y apoyado por los mismos ineptos y/o rufianes, nos marca y deja bien sellado un largo calvario; aunque esta vez, aprendida la lección de la etapa anterior, con sutiles diferencias que hay que enumerar: ya no se prorrogan los plazos de Alarma cada quince días; la situación durará seis meses sin que nadie le pueda rechistar; el presidente ya no tiene que ir al hemiciclo a rendir cuentas ni a pedir apoyos para mantener la situación; es un trabajo duro y penoso y lo delega en el filósofo que ejerce de brujo como Ministro de Sanidad; él no está para tonterías, sino para otras cosas de mayor enjundia o calado aunque tenga al país sometido al Estado de Alarma más largo de la historia de la humanidad y sumergido en la segunda peor quiebra de la UE a la espera de unos fondos que Dios sabe, si alguna vez y cómo finalmente vendrán. La responsabilidad queda en manos de la Comunidades Autónomas a las que toda acción propuesta por ellas, el gobierno, según su personal —que no técnico— criterio y grado de animadversión personal (Madrid), debe aprobar y a lo sumo, si así lo estima oportuno, algunas de aquellas acciones y medidas las podrá coordinar.

Gracias a tanto Estado de Alarma ha podido remover, retorcer o aprobar leyes a su antojo y con carácter de urgencia, sin pasar los filtros preceptivos o los plazos recomendables y sin ningún consenso con los agentes sociales, los sectores afectados o la oposición privando a los españoles del legítimo derecho a que sean discutidas como corresponde en las Cámaras de las Cortes y el Senado. Un auténtico rodillo al más puro estilo absolutista y dictatorial; tanto, que la generalmente tímida y lenta UE, no ha podido mirar tanto para afuera y le ha tenido que llamar la atención en varias ocasiones porque sus pretensiones y humos olían muy mal.

En esta semana pasada, aprovechando que la propia UE ha levantado la mano y, al menos por dos años, mirará para otro lado en lo referente a la contención del gasto, al excesivo incremento del déficit y la deuda (el segundo gran golpe de suerte para él y la peor noticia para los españoles) ha aprobado un proyecto de presupuestos falsos e incumplibles por muchas vueltas y engaños que se le quieran dar o aplicar. También ha conseguido, por un solo voto más que la mayoría absoluta requerida, aprobar la peor, más sectaria y destructiva ley de educación que jamás los españoles pudimos pensar. Una Ley, que ataca y pone las bases para destruir la educación especial y la concertada, desprecia el esfuerzo y la verdadera capacidad; así como y esto sí que es grave, permite que según piensen y consideren las Comunidades, el español será o no lengua vehicular, aunque siga siendo oficial en todo el Estado.

Poco a poco han ido copando los puestos y funciones clave para el funcionamiento y el control de los estamentos y pilares del Estado y de los propios ciudadanos; hace ya años que se tomó al asalto, aunque oficialmente era de forma provisional, la dirección y administración de RTVE convirtiéndola en la más fétida herramienta de propaganda al servicio exclusivo del gobierno; luego se nombró Fiscal General del Estado a aquella persona que había sido, hasta pocos minutos antes, Ministra de Justicia —persona muy deslenguada y poco fiable por su inclinación a las reuniones y amistades peligrosas con gente juzgada por delitos o encarceladas y pendientes de juicos— por aquello de controlar las actuaciones y acusaciones judiciales de un órgano colegiado y orgánicamente estructurado; cosa esta que, sin ningún reparo, el presidente lo dejó bien claro y puso blanco sobre negro con aquella desafortunada frase lapidaria, sin cortapisa alguna, intencionada y en directo durante una entrevista pública “¿de quién depende la fiscalía? Pues eso”. Posteriormente, sin dilación ni pausa alguna, se fueron relevando a las figuras en los puestos fundamentales de las cúpulas del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia civil para aposentar en ellos a personas “menos conflictivas o incluso más del acomodo” del ministro del ramo a imagen y semejanza de lo previamente sucedido en la dirección y el mando de las fuerzas armadas, cosa que este caso, esta misma semana se ha seguido haciendo. No contentos con ello, se empezaron a contralar los contenidos y las publicaciones en los medios y las redes, primero negándolo públicamente y en sede parlamentaria y más tarde, legislando de tapadillo sobre ello, con excusas tan vanas como evitar los bulos, las llamadas fake news procedentes de cualquiera menos del propio gobierno que las produce a mogollón y atacando así, un principio fundamental como es la Libertad de Expresión, recogido y defendido en nuestra Constitución. 

Siguiendo su táctica de lanzar globos sonda para analizar las reacciones o acostumbrarnos poco a poco a los ciudadanos a lo que se nos viene encima, ya se han dado muchos pasos y se empiezan a conocer otros nuevos o muy posibles. Pasos destructivos en todas las direcciones, coordinados y casi todos al mismo tiempo, para evitar que los podamos detectar y estudiar plenamente para poder reaccionar. Esta enloquecida pléyade de cambios, reformas y cesiones pueda que sea el hecho que justifique que Sánchez se haya rodeado del gabinete más numeroso, costoso, incompetente para lo bueno, pero muy eficiente para lo malo y destructivo de la historia de la democracia. Necesita torpederos por todas las bandas en este buque a la deriva antes de que él lo hunda definitivamente.     

Entre las lindezas en proceso o prontas a llegar están los indultos a los presos protagonistas hace tres años de un golpe de Estado contra España y su Constitución; aunque, más tarde, algunos organismos bien coordinados y alentados por diversas influencias o manos negras, lo rebautizaron como una tontería o una simple ensoñación y por aquello de ponerle un apellido algo más serio, lo disfrazaron de sedición en el grado más bajo para su calificación. No contentos con tamaña felonía, ya está en marcha el proceso de cambios en el Código Penal para dejar en nada los delitos contra el Estado, por entender que son decimonónicos y fuera de la actualidad aunque, realmente, acaba de pasar y sus protagonistas aún en la cárcel, anuncian a todo trapo que están dispuestos a volverlos a protagonizar.

En España, incluso alentado o con implicación directa de algunos miembros del gobierno, se ultraja al Rey, se quema y pisotea la Bandera, se pide una o varias repúbliquetas bananeras por canales ilegales y se ofenden y denigran a las víctimas de terrorismo hasta con menosprecios oficiales e indignos acercamientos de presos sin ningún signo de arrepentimiento y sin que nadie diga o haga nada para solucionar estos graves hechos que, incluso, hasta han perdido dicha consideración. Se realizan indecentes acuerdos y pactos de Estado con los que quieren romper la Nación, con los herederos de los terroristas que nunca han condenado los sufrimiento provocados por los casi mil muertos asesinados y los miles de heridos y afectados que dejó tras de sí la banda terrorista ETA en sus violentas correrías criminales. Se están fraguando nuevos Estatutos que den todo tipo de desconexiones y cesiones varias entre los territorios de España, que durante siglos constituyeron la nación más longeva del mundo occidental. La caja única de la Seguridad Social es una cosa que está a punto de reventar y entonces veremos que sucede con las pensiones y ese precepto de solidaridad que mantiene a aquellas para todos por igual.

España tras los dos o tres próximos años que nos esperan de un improvisado y más que seguro exagerado dispendio, dadivas a troche y moche y apoyos infectos por interesados en busca de votos y adeptos —realizados de forma desenfrenada y sin control o veto interior o exterior— acabará en una auténtica e irreparable banca rota; los diezmados trabajadores, aquellos que para entonces no estén viviendo del paro, si es que todavía persiste algún fondo para pagarlo, no podrán sobrellevar tanto impuesto y el costo para pagar unos gastos desorbitados de un gobierno sin freno ni recato; cuando se acaben las ayudas externas, que se acabarán, no se podrá costear a tantas personas viviendo de los pocos que trabajen y mucho menos, se deberá pensar en reducir en algo una deuda más que exagerada y un déficit espectacular, que solo por los intereses de la que quede sin pagar, seguirá creciendo sin parar.

No es precisamente la España actual y su gobierno ningún dechado o ejemplo positivo en las relaciones exteriores; en el flanco sur tenemos a Marruecos, que si bien siempre ha sido un divieso para España en los momentos de mayor debilidad o dificultad política, en estos últimos años anda a la greña con nosotros reivindicando aguas y recursos en zonas propias, nos tiene en vilo con los cupos de pesca, invade nuestros mercados con frutas y verduras frescas más baratas y no debemos olvidarnos de que las empresas españolas son las primeras inversoras en su territorio con lo que toda dificultad o poco entendimiento pondría en peligro mucho capital español que ha echado raíces y crece allí. Mantiene la llave del grifo de la emigración propia y vecina; grifo, que abre y cierra a su placer para ponernos en dificultad siempre que lo estime oportuno; sus fuerzas armadas se está equipando de material moderno, mientras las nuestras se desviven por sacar a flote y mantener, con escasos recursos y menor presupuestos, un material en muchos casos, casi obsoleto con el que pretendemos equilibrar  fuerzas. El problema del Sahara sigue latente en la ONU y en las relaciones entre el Polisario y Marruecos, mientras todos nos miran como el país que tiene la llave para encontrar la solución final cuando nos hemos olvidado de aquello. Entre tanto, nuestro presidente, desoyendo todo consejo aún no se ha dignado —como siempre ha sido costumbre por cortesía y seriedad— en visitar al vecino en Rabat y el vicepresidente segundo, en una más de sus guerras particulares, fomenta el mal rollo y la autodeterminación de los restos del pueblo saharaui, indisponiendo con ello al Rey de Marruecos, persona que, en estas cosas de feos y por lo que económicamente les supone, no se suele dejar amedrentar.

Nuestra relación con la UE, aparte de haber intentado mentir y sido tantas veces trileros con ellos, es la propia del segundo mayor pedigüeño y el peor situado sanitario y económicamente de entre todos los miembros de la Unión; por lo que nuestra imagen y prestigio están bastante dañados. En la OTAN somos una especie de apestados porque gastamos menos que un ciego en novelas en contribuir a los gastos generales y particulares en defensa de la Alianza. Veremos en que cambia nuestra relación con EEUU, muy dañada por la ojeriza política y económica desarrollada de forma personal por la Administración Trump y por último, con Suramérica, gracias a unos años de abandono oficial tampoco atravesamos una posición preferente o de gloria precisamente; la proliferación de movimientos bolivarianos y antiespañoles en aquellas tierras al considerarnos nocivos colonizadores y, también, las muchas injerencias de personajes de mayor o menor calado y prestigio de la política española en el desarrollo de sus políticas y futuro, llevadas a cabo sin ser invitados por nadie junto o en defensa de los movimientos más sanguinarios y radicales zonales, crean un caldo de cultivo muy propicio a perder nuestra influencia entre ellos de forma definitiva.

Un panorama particular y global tremendamente difícil y muy complicado de enmienda para el que ostente el ministerio del ramo; aunque mucho me temo, que con los bueyes que tenemos para arar en el presente en tanto lodazal, en mucho tiempo, la cosa no se pueda arreglar y el deterioro masivo en la arena internacional, sin duda, irá a más.

El pasado mes de junio escribí y publiqué un trabajo al que titule “España ¿ha muerto?” [https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/espana-ha-muerto-1]; hoy con tan solo unos pocos meses de diferencia, me atrevo a decir afirmativamente “España ha muerto y está en camino de su extinción definitiva” somos un país sin futuro y a la mayoría de los españoles, tras años de sutil y directo adoctrinamiento, se les ha helado la sangre y han perdido las ganas de reaccionar. Vivimos inmersos en la esperanza en el subsidio y la subvención gratuita sin pensar mucho en el mañana, como si todas esas dadivas y prebendas fueran una especie de inagotable maná, que fuera a durar toda la eternidad.  

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España.  Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas.

Miembro de la SAEEG.

©2020-saeeg®

Artículo publicado en https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/los-platos-rotos

   

UN MUNDO TURBULENTO ¿SEGUNDA EDICIÓN de LA GUERRA FRÍA?

Marcos Kowalski*

Luego de finalizar la Segunda Guerra Mundial y a lo largo de todo el periodo en el que duró la llamada Guerra Fría, (1947-1991) estuvieron enfrentados el bloque denominado “aliado” encabezado por los norteamericanos e integrados en la OTAN y el de los países soviéticos que formaron el denominado Pacto de Varsovia, produciendo muchos momentos en los que cundió la alarma ante un posible conflicto entre ambos gigantes.

El fantasma del estallido de una Tercera Guerra Mundial de carácter nuclear ha estado presente a lo largo de las cinco décadas en las que ambos bloques estuvieron enfrentados psicológicamente, existiendo numerosos casos en los que cualquier pequeño incidente, despiste, fallo técnico o diplomático podría haber causado situaciones capaces de hacer volar por los aires todo el planeta.

A pesar de que no hubo confrontaciones directas entre ambas potencias, hubo muchos momentos de gran tensión militar, diplomática, económica e incluso psicológica y fue causa de enormes desembolsos económicos y enfrentamientos llevados a cabo de forma indirecta, a través de países o movimientos revolucionarios, contrarrevolucionarios y guerrillas bajo la influencia de un país o el otro con la simple finalidad de poner a prueba las capacidades de resistencia del adversario o en busca de nuevos adeptos o seguidores a su causa.

La finalización de la Guerra Fría ocurre “oficialmente” tras el desmantelamiento de la URSS en 1991 y el fin de un súper poder comunista. Pero Los signos de que algo estaba ocurriendo acontecieron a lo largo de la década de los 80 cuando el líder comunista soviético M. Gorvachev introdujo los conceptos de reforma y apertura (perestroika y glasnost).

A esto se sumó un sin número de movimientos anticomunistas en países como Polonia o deseos de separarse del control soviético en muchos de los antiguos países del Pacto de Varsovia, particularmente en Alemania Oriental, tras la caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, motivada por la apertura de fronteras entre Austria y Hungría en mayo de 1989, ya que cada vez más alemanes viajaban a Hungría para pedir asilo en las distintas embajadas de la República Federal Alemana.

En cuanto a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) el 8 de diciembre de 1991, los representantes de las tres repúblicas eslavas RSFS de Rusia, RSS de Bielorrusia y RSS de Ucrania firmaron el Tratado de Belovesh que supuso la disolución de la Unión Soviética, constituyéndose la Comunidad de Estados Independientes (CEI), abierta al resto de las Repúblicas. Como consecuencia, todas las Repúblicas de la URSS fueron reconocidas internacionalmente como Estados independientes. Así, la gigantesca Unión Soviética se auto disuelvió en 15 repúblicas independientes, siendo la mayor de ellas Rusia.

Después de todo esto, Rusia se comprometió al repliegue de numerosas armas nucleares que el Pacto de Varsovia tenía desplegadas en varias repúblicas, fundamentalmente en Ucrania, y a la destrucción de los importantes arsenales de armas químicas y biológicas, proceso que ha durado muchos años y que aún no se ha completado del todo.

Pero hoy podemos afirmar, que, aunque la Guerra Fría se dio por terminada de forma oficial, oficiosamente Rusia siempre ha continuado manteniendo su rivalidad bipolar con EEUU y ha tratado de influir en forma activa o pasiva en los conflictos posteriores a la disolución de la URRS en los que intervenía EEUU, en solitario o de forma combinada con la OTAN u otro tipo de aliados.

En el aspecto político internacional Rusia ha ejercido de forma férrea su derecho a veto como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSNU) y en la mayoría de las ocasiones ha encontrado el apoyo de China, aunque los aparentes últimos distanciamientos e intereses encontrados entre estos dos países han reducido en cierta medida dichos apoyos.

Conviene aquí hacer una pequeña referencia a la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE). Organización, que tiene su origen en la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa (CSCE), celebrada en Helsinki en 1975, y que está conformada por 57 Estados: todos los países de Europa (incluidos la Federación Rusa y todos los países de la Unión Europea) más los de Asia Central y América del Norte (Canadá y Estados Unidos). Está reconocida como organismo regional conforme al capítulo VIII de la Carta de las Naciones Unidas. Su sede se encuentra en Viena, Austria.

La OSCE desarrolla sus actividades y adopta sus decisiones por la regla del consenso. Sus obligaciones y compromisos son de carácter político. Ambos rasgos confieren a esta Organización su carácter específico, al tratarse de la Organización de carácter regional más importante después de las Naciones Unidas. Sus relaciones con las otras organizaciones e instituciones internacionales se desarrollan sobre la base del espíritu de cooperación y coordinación tratando de no duplicar los cometidos respectivos.

Las organizaciones con las que la OSCE mantiene relaciones de cooperación son, principalmente, la ONU y sus organismos vinculados, la UE, la OTAN, la CEI, y el Consejo de Europa. Por otro lado, dentro de la OSCE se encuadran los países Socios para la Cooperación (Afganistán, Japón, República de Corea y Tailandia), así como los Socios Mediterráneos para la Cooperación (Argelia, Egipto, Israel, Jordania, Marruecos y Túnez).

Uno de los principales logros de la OSCE ha sido la creación, establecimiento y vigilancia del cumplimiento del Tratado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) que estableció desde 1989 hasta 1992 los límites precisos en categorías clave del equipamiento militar convencional en Europa (desde el Océano Atlántico hasta los Urales), y ordenó la destrucción o la inutilización completa del armamento excedente.

El Tratado, firmado en París en noviembre de 1990, estableció límites individuales en las principales armas convencionales (tales como: tanques, vehículos de transporte de tropas, piezas de Artillería y helicópteros de ataque) que se poseían en Europa tanto por la OTAN como por el Pacto de Varsovia.

El FACE también impuso una serie de informes y notificación de los requisitos relativos a varios ejercicios militares de importancia y a ciertas actividades derivadas de los mismos. Su cumplimiento y vigilancia establecía unos procedimientos de inspecciones in situ tanto terrestres por medio de las denominadas Unidades de Verificación (UVEs) de cada uno de los países miembros como por vía de la fotografía aérea, dando origen al Tratado de Cielos Abiertos (Open Skies Treaty) de una mayor amplitud y de cierta complejidad para su ejecución.

Durante muchos años el tratado FACE ha dado buenos resultados y su implementación resultó muy efectiva hasta que el 14 de julio del 2007, cuando Rusia comunicó a los países miembros de la OTAN su intención de abandonar el cumplimiento de sus obligaciones dentro del Tratado, siendo efectiva 150 días después, argumentando que esta decisión era el resultado de circunstancias extraordinarias concernientes a su seguridad. Dichas circunstancias eran una consecuencia o referencia a los planes norteamericanos de establecer parte de su sistema de defensa antimisiles en Europa, concretamente en Polonia (los misiles antimisil almacenados y basados en silos subterráneos fuertemente protegidos) y en la República Checa (los sistemas de radar y localización), lo cual no sería posible sin la ya mencionada retirada unilateral de EEUU en 2002 del Tratado sobre Misiles Anti-Balísticos (ABM) que evitaba el establecimiento de nuevos emplazamientos de defensa anti-misiles.

Otra razón para el abandono del tratado es que los miembros de la OTAN se negaron a ratificar la nueva versión de FACE conocida como el Tratado Adaptado de las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa, que restringía la aplicación del tratado a los denominados flancos europeos.

Esto, que pudo ser interpretado por Rusia como una justificación para apartarse del tratado, se dio en la continua presencia de tropas rusas sobre suelo moldavo y georgiano, algo que se consideró por la OTAN como una violación de las obligaciones asumidas por Rusia en la cumbre de Estambul de 1999. Otro punto crítico con Rusia que haya podido contribuir a dicha decisión fue la protesta de miembros de la OTAN por la cruenta participación rusa en la Segunda Guerra Chechena (1999-2009).

Si bien se hicieron modificaciones tanto por parte de la OTAN como de EEUU en sus planes iniciales para el Escudo Antimisiles en Europa y ya no se despliegan misiles en Polonia, sino que se basan en varios buques de guerra dotados del sistema AEGIS (con base en Rota, Cádiz) y en sistemas nacionales de defensa antimisil tipo PATRIOT y otros más avanzados.

El tema, sigue abierto, al considerar Rusia, que la excusa de su necesidad, por parte de los miembros de la alianza, supone en realidad una constante vigilancia sobre su territorio y una enorme limitación de su capacidad de respuesta ante un posible ataque proveniente desde Europa. Esta cuestión se ha puesto muchas veces sobre la mesa en diferentes tipos de negociación bilateral o multinacional y casi siempre se ha transformado en sugerencias o amenazas reciprocas y por parte rusa la de abandonar todos los compromisos en control de armamentos, cabezas nucleares y misiles.

El 10 de marzo de 2015, en un período ordinario de sesiones del Grupo Consultivo Mixto del FACE, la delegación rusa declaró que Moscú suspendía incluso su participación en las reuniones del grupo. Con dicha declaración, Rusia completó su retirada del tratado para el control de armas convencionales más global, el cual llevó décadas para su negociación y era el símbolo más patente del fin de la Guerra Fría.

Pero los efectos de dicha retirada han sido sobre todo simbólicos, puesto que el tratado ya había sido doblemente superado por los siguientes aspectos; la guerra fría ya no existe oficialmente y tanto Rusia, como EEUU ya habían dejado de cumplir con las obligaciones del Tratado algunos años antes, aunque continuaban participando en sus discusiones.

Así las cosas, aparece en escena con una fuerza sorprendente pero no inesperada la República Popular China de hoy. Desde la confrontación en los ámbitos comerciales y tecnológicos hasta la competición armamentística y la lucha por la influencia en los distintos continentes.

La China, con un “socialismo con economía de mercado” en un régimen sedicente comunista pero abierto al mundo comercial, protagoniza una lucha por la hegemonía global, enfrentada a los Estados Unidos, que parece proyectarse con el nuevo gobierno americano y aparece repleto de peligros y con final incierto.

Décadas después de la caída del muro de Berlín, las tres superpotencias del siglo XXI Estados Unidos, la República Popular China y la Federación de Rusia, parecen lanzadas hacia una nueva guerra fría. Estados Unidos, China y Rusia y sus aliados avanzan en una espiral de amenazas, sanciones y acusaciones de todo tipo incluyendo espionaje de consecuencias imprevisibles, para ellos mismos y para el resto del mundo.

Hay, sin embargo, una diferencia radical con respecto a la Guerra Fría que se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XX. La antigua URSS nunca fue la potencia económica, China lo es, y los dos países entonces enfrentados no se encontraban en un mundo tan interconectado financiera y productivamente sobre todo Estados Unidos y China, que son las dos mayores economías del mundo.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario.

Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos.

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