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ROSARIO: LA SOLUCIÓN BUKELE

Iris Speroni*

La desocupación y el narcotráfico:

¿Causa y efecto?

 

Esta semana vecinos de Rosario realizaron una (modesta) marcha en pedido de mayor seguridad, luego de soportar un aumento en la cantidad de asesinatos, los cuales, a esta altura, son moneda corriente.

Existen diferentes evaluaciones sobre las raíces del problema, varias descripciones sobre el presente y pocas o ninguna propuesta de solución.

Mis conocimientos sobre seguridad o narcotráfico tienden a cero, (no sé si me diferencia mucho de las autoridades presuntamente competentes) así que me referiré únicamente a los temas económicos asociados.

Rosario fue durante décadas un puerto de granos y carne, por lo tanto una ciudad de servicios (como Buenos Aires). Los servicios siguen a la producción.

La actividad industrial de Rosario (y de la provincia de Santa Fe) es relevante desde fines del siglo XIX. En 1880 se crea el Club Industrial Protección al Trabajo; en 1888 se realiza en la ciudad la primera exposición industrial (1). La Bolsa de Comercio de Rosario se fundó en 1884.

Durante el siglo XX la actividad industrial y comercial siguen en franco ascenso, en particular la metalmecánica. Un claro caso de complementación de campo y ciudad.

A fines de la década del ‘60 del siglo XX, el PBI per cápita de la región era un 7% mayor al promedio del país. 

A fines de la década del ‘70 la actividad industrial comienza a deteriorarse, por la apertura de importaciones y por el tipo de cambio atrasado (tablita de Martínez de Hoz). La caída se profundizó por el Mercosur, el cual permitió el traslado de numerosas industrias a Brasil [1]. Muchas empresas grandes se fueron, muchas pymes sucumbieron a la tecnología obsoleta combinada con la falta de capital y crédito para renovar maquinaria y la caída de poder adquisitivo de la población en el mercado interno. Si alguien quedó en pie, fue liquidado por el cambio atrasado del final del gobierno de Menem.

Esto da un panorama social de desocupación, precarización laboral y desesperanza general.

A partir de la devaluación del 2002 la actividad fabril retoma su recuperación. A partir del incremento de los precios internacionales de la soja (y otros cultivos) todo el país se revivifica. Santa Fe no es la excepción y menos Rosario.

Hoy Rosario y sus alrededores son el epicentro de la mitad de la actividad económica de la provincia con tasas sustanciales de crecimiento en estas últimas dos décadas en industria, agro y servicios. Santa Fe es una de las provincias más ricas de la Argentina.

Rosario y Gran Rosario son un gigantesco aglomerado urbano. Concentra casi la mitad de la población de la provincia [2].

Sin embargo, hay resultados auspiciosos de los censos de 1991 y 2010. Rosario creció menos que el interior de la provincia. Los suburbios crecieron en población más que la propia ciudad —datos oficiales— (2).

En resumen: los últimos 20 años fueron un renacer de una provincia de por sí pujante. Con grandes perspectivas de mayor crecimiento aún. Si se liberara el tipo de cambio, el desarrollo sería meteórico.

La desocupación del Gran Rosario y Rosario que en mayo de 1995 era 21% (Carlos Menem); en mayo del 2002 de 24% (Eduardo Duhalde) (3). Los números para el tercer trimestre del 2022 son notoriamente mejores: 7% (4).

Al pie transcribo algunas cifras del 2021 en cuanto a cantidad de empresas y cantidad de empleados por rubro [3] (5).

El Narcotráfico

¿Entonces? ¿Existe narcotráfico porque no hay trabajo? ¿Son verdaderas todas las explicaciones que nos dieron?

Cabe aclarar que los años de caída de actividad sí rompieron algo frágil e irreparable. Personas que se quedaron desempleadas luego de décadas de trabajo en la misma empresa y oficio, hijos de trabajadores que no encontraron fábricas en las cuales emplearse, más inmigración interna (de Santa Fe rural y de otras provincias) que se trasladaban a Rosario para buscar lo que les faltaba en su pago, para encontrarse con el mismo panorama de desesperanza y desolación.

Pero los humanos somos curtidos. Sabemos rehacernos. Es lo que Santa Fe ha hecho, una de las más ricas provincias argentinas.

¿Entonces?

Creo que parte de la respuesta está en el comunicado del Arzobispado de Rosario, copiado íntegramente al pie [4] (6). Invito a leerlo.

La respuesta es que Rosario es un vendaval de violencia porque gente muy poderosa no quiere que el negocio de la droga se termine. Así de simple. Tal como lo dice la pastoral social.

¿Cuál es el negocio? Acá voy a especular y en términos puramente económicos, sin meterme en otras áreas para las cuales no estoy calificada.

La droga proviene del norte (¿Colombia? ¿Bolivia?) y se lleva a Europa a través de los numerosos barcos que cargan cereales y oleaginosas en el Paraná. Hasta acá pareciera un problema de las autoridades europeas con los bolivianos y/o colombianos. Desagrada que a uno lo usen de campo de juegos, pero so far, so good. El tema es que el traslado desde la frontera hasta el puerto y la maniobra de estiba propiamente dicha, forman parte del proceso de comercialización y es un servicio que debe pagarse. Los sobornos a las autoridades también hay que abonarlos. Son todos “servicios” ilegales accesorios al contrabando.

Así como la exportación de porotos de soja (legal) necesita transporte, puerto, personal de aduana, electricidad y servicios varios [5], lo mismo sucede con toda mercadería ilegal: necesita una red de servicios, desde la frontera hasta el puerto y en el puerto.

Si los servicios de flete y embarque y los sobornos se pagaran en dólares, estaríamos todos más o menos inmunes al narcotráfico. Habría gente que misteriosamente se hace rica (Aduana, fuerzas de seguridad, judiciales, camioneros), pero no pasaría de ahí.

El problema con los pagos del servicio de logística de la venta de droga a Europa (y/o sobornos) es que son en especie. Luego, quienes cobran, deben ocuparse de convertir el producto en dinero. Ahí es cuando surge toda la red de comercialización interna con su correlato de bandas, territorio, bunkers y corrupción de la policía en territorio, fiscales y jueces.

En ese punto estamos.

Coincido plenamente con el Arzobispo: nadie tiene tantos recursos como el Estado y si hay alguien que pueda cortar con esto, es el propio Estado, el cual cuenta con los medios para hacerlo. Le falta la voluntad a los gobernantes.

Le faltó a toda administración —de distinto bando— que soportamos en las últimas décadas.

Si bien las autoridades santafesinas están claramente implicadas ya sea por comisión u omisión, la droga es una responsabilidad federal 100%. Nadie puede acá hacerse el distraído.

Al nombrar a Frederic, protegida del perro inglés, quedó clara la voluntad de Alberto Fernández de no meterse en un negocio manejado mundialmente por el deep state anglosajón (al menos desde el siglo XVIII a hoy). Reemplazarla por Fernández sólo refuerza esta especulación.

Esto le da la razón al Arzobispo: no hay voluntad.

Propuesta

Para acabar con la violencia en Rosario hay que tomar las siguientes medidas. No son complicadas pero exigen voluntad política y coraje.

    1. Dar a entender a los grandes jugadores que si bien Argentina continuará en su colaboración con la DEA, con Interpol y con las autoridades de la UE, lo único que le preocupa al Estado argentino es que si usan el territorio argentino para trasladar el contrabando, no se les puede caer ni un solo gramo. Si eso sucede, arderá Troya.
    2. Aprender de Bukele y replicarlo. Todo el corretaje minorista no se dará por vencido y se negará a reconvertirse; otros ya están totalmente perdidos, por drogones o por sociópatas. En esos casos: cárcel. Para lo cual se necesitará un temporario estado de sitio, al menos hasta limpiar las calles.

Por ambos puntos saltarán todas las marionetas del Departamento de Estado y el MI6 como sucede ahora con El Salvador. Human Right Watch y Amnistía Internacional llorarán por los pobres narcos y el Secretario de Estado de EEUU pedirá explicaciones por el maltrato que reciben los pobres muchachos maltratados [6]. Es razonable: cuidan su negocio.

Tenemos que considerar la introducción de la droga en el país y el envenenamiento de su población como parte del plan de humillación y del verdadero tratado de Versalles que fue la firma de los Acuerdos de París.

Pero, excepto la muerte, todo es reversible.

La inseguridad en Rosario, también.

 

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencias

(1) http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1852-42222009000100003

(2) https://www.santafe.gov.ar/index.php/web/content/download/179264/876067/version/1/file/Gran+Rosario.pdf

(3) https://www.santafe.gob.ar/index.php/web/content/view/full/214259/(subtema)/9

(4) https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/mercado_trabajo_eph_3trim22F4483A3158.pdf

(5) https://fecoi.org.ar/el-perfil-productivo-de-la-ciudad-de-rosario/#:~:text=La%20principal%20actividad%20industrial%20de,9%25%20de%20la%20facturaci%C3%B3n%20industrial

(6) https://delrosario.org.ar/declaracion-de-la-pastoral-social-arquidiocesana-2/

 

Notas

[1] Exenciones impositivas, préstamos blandos de bancos oficiales brasileños para compra de maquinaria.

[2] Son fenómenos repetidos en varias otras ciudades del interior. La ciudad de Neuquén cobija a la mitad de la población de Neuquén. Lo mismo sucede con Resistencia en la provincia de Chaco. Veremos qué datos nos dará el nuevo censo.

[3] Datos de ocupación y actividad económica Rosario y Gran Rosario 2021:

[4] Declaración Arzobispado de Rosario, 2023.

Artículo publicado originalmente el 18/02/2023 en Restaurar, http://restaurarg.blogspot.com/2023/02/rosario-la-solucion-bukele.html  

 

LA CAIDA DEL ÚLTIMO BASTIÓN

F. Javier Blasco*

La defensa y resistencia a los ataques externos de todo país, coalición o alianza de ellos se basa en un territorio más o menos extenso, vigilado y dominado por una serie de puntos fuertes o bastiones de diversa entidad y fortaleza natural o artificial donde hacerse lo suficientemente fuertes para resistir los embates de cualquier enemigo que quiera hacerse con el domino del territorio en cuestión. Evitar que caigan la totalidad de los mismos o al menos, los más importantes o transcendentales, es vital para la subsistencia del anterior.

Desde la llegada al poder de la coalición social-comunista, sin tapujos ni cortapisas, unos con mayor claridad que otros, anunciaron la necesidad del “asalto a los cielos” y hacerse con el dominio de los medios de propaganda y comunicación y los poderes del Estado para hacer de su capa un sayo mediante su transformación —desde dentro de la democracia— en algo que ni se le parece.

Al igual de lo que sucedió en la Alemania nazi para que Hitler pudiera hacerse con el dominio total, Sánchez no ha dejado de aumentar su flaco poder mediante una transformación profunda de las capacidades del mismo, lo que le ha permitido legislar a su antojo y necesidad y obviar o derogar todo lo previamente establecido en defensa de la democracia y de la Constitución, para llegar a hacerse fuertes e insensibles a las críticas ajenas con el imprescindible y muy necesario apoyo directo e interesado de los mayores enemigos de España.

Dicho y hecho, a diferencia de lo que ocurre cuando gobierna la taciturna avergonzada, lenta y siempre recelosa derecha y a pesar de haber prometido de mil maneras a propios y extraños que esto nunca iba a ocurrir, la izquierda gobernante se puso manos a la tarea en menos de veinticuatro horas y pronto pudimos comprobar como la mayor parte de aquellos bastiones, en los que se apoyaba nuestra democracia, iban cayendo uno detrás de otro paulatinamente y sin solución de continuidad.

Ante tan alarmante progreso, algunos observadores acostumbrados al análisis desde el pensamiento crítico, pronto comenzamos a anunciar que la maquinaria de demolición ya estaba en marcha, que en breve a aquellas primeras conquistas —a las que la mayoría no daba importancia— les seguirían otros bastiones más importantes o por entendernos mejor, fundamentales para la marcha del Estado democrático.

La verdad, es que aquellas protestas o voces de alarma, al igual de lo que sucede con las predicas en el desierto, no hicieron mucha mella en la conciencia de los pocos que se atrevían escucharnos y, la mayoría de ellos nos tachaban de alarmistas, exagerados o personas con incontinencia mental.   

No creo que llegado a este punto sea preciso recordar toda la legislación desarrollada o derogada, los derechos conculcados, pisoteados y los puestos, cargos ocupados obscena o abusivamente por la forma de llegar a ellos o por los frutos y desarrollos posteriores llevados a cabo por aquellos babosos “perros fieles” que, como tales, harían lo que le mandase la voz de su amo, que para eso les mantuvo y mantiene en puestos bien remunerados y que además, sirven de trampolín o rampa de lanzamiento para, en su día, poder optar a otros puestos de mayor rango y remuneración, dentro de España o fuera de ella entre los muchos emboscados en la inmensa y casi inagotable maraña internacional.  

Vimos como los medios de información privada, la TVE y organismos que forjan la opinión como el CIS y otros variopintos institutos como el INE, la CMNV eran copados uno a uno de forma obscena y sin la menor resistencia. Cosa que ha ocurrido con el Consejo de Estado, la Abogacía del Estado, la fiscalía general, el defensor del Pueblo y otras entidades que se dedican a la administración de justicia. Tan solo restaba el Consejo General del Poder Judicial y el tribunal Supremo (ambos a punto de claudicar) y como verdadero fulcro o punto de apoyo, el más importante de todos ellos, el Tribunal Constitucional (TC).

El sistema político, que no de mérito —que erróneamente nos dimos o dejamos que nos impusieran con Felipe González y nunca corregido por las derechas— para cubrir los puestos en estos últimos órganos referidos, hace que la alternancia de sus miembros vaya en consonancia, aunque con cierto retraso, con el color del partido gobernante; o sea, de izquierdas o de derechas, con personajes mal llamados progresistas o conservadores respectivamente.

A lo largo de nuestra corta historia democrática, a pesar de la facilidad que dan los escaños y los apoyos para gobernar, siempre se ha mantenido un cierto reparo y vergüenza para que no se vieran claramente los plumeros de los jueces de los altos tribunales de forma ostensible y vergonzosa.

Pero dicha norma no escrita, como otras muchas más, aunque estén bien escritas y recogidas en leyes que hoy ya son papel mojado, no se ha aplicado por el gobierno sanchista, lo que le ha imprimido una forma de gobernar que da vértigo por los plazos y caminos que emplea para legislar y por los cambios de criterio aplicados a la legislación o normas en uso y vigentes por no estar no derogadas.

Tras ciertos retrasos y traspiés varios, finalmente Sánchez ha logrado poner en la presidencia del TC a aquel fiscal general que con Zapatero se hizo famoso por su sectaria forma de aplicar la Ley y por una frase famosa por la que justificaba sus deshonrosas actuaciones “en ocasiones las togas debían ensuciarse con el polvo del camino”. Frase que resumía todo, explicaba la catadura moral del individuo y dejaba entrever hasta qué punto podría llegar el sujeto en un futuro, si es que llegaba a ocupar un cargo de mayor enjundia.

Tal y como era de esperar y por desgracia, suele suceder, los viles servicios prestados por dicha persona le dieron la puerta de entrada al TC, y como cuando él accedió al tribunal las izquierdas estaban en minoría, su papel fundamental hasta el presente ha consistido en dinamitar la labor del propio TC, desprestigiar a sus compañeros o sus resoluciones, plagar de votos particulares en contra todo lo aprobado por la mayoría de sus “colegas” e insistir machaconamente en recusar a la inmensa parte de estos ante la menor sospecha de sombra o creencia sobre sus compañeros.

Hace pocas fechas, Sánchez consiguió su ansiado sueño forjado a pachas con Iglesias, obtener la mayoría de izquierdas en el TC y poner a la cabeza del mismo a su mayor y mejor perro fiel, el susodicho Conde Pumpido. Quien ha imprimido una inusitada celeridad en resolver casos atascados durante más de una década como el recurso planteado hace más de doce años por el Partido Popular a la famosa ley sobre el aborto de Zapatero, conocida como la Ley de plazos.

No ha hecho falta ni un segundo de discusión, un tema que era tan difícil o delicado y que sucesivos TCs no se atrevían a dilucidar, ha sido avalado en su totalidad por ideología partidista, sin cambiar ni una coma, a pesar de las recusaciones de cuatro de sus miembros (una presentada de forma voluntaria por una jueza de derechas); recusaciones de libro que implican al mismo presidente del tribunal y a su vicepresidenta y que, sin discusión alguna ni pestañear, fueron rechazadas de plano por el propio tribunal alegando determinadas triquiñuelas, a pesar de que sus casos están claramente recogidos en la legislación vigente sobre el tema.

Estos gestos y actuaciones de falta de escrúpulos y conciencia ponen de manifiesto el peligro que se corre en España a partir del momento presente. El TC claramente ha perdido su origen y razón de ser y actuará en beneficio de Sánchez, el sanchismo y todos los bodrios de leyes que son y serán aprobados por un consejo de ministros, desnortado, incompetente y totalmente parcial, con derivas peligrosas hacia un rancio comunismo del que ya conocemos sus “grandes frutos” en América Latina.

Da la casualidad que esto sucede el mismo día en el que el gobierno consigue —sobre el toque de campana— que se apruebe en las Cortes la Ley del Bienestar animal con lo que la casualidad o la causalidad hacen coincidir en una misma fecha el aval a una ley que ayuda a la desaparición de unos cien mil seres vivos al año, con otra por la que se protege a los animales hasta extremos de vértigo, que enrojecen al más pintado y con un mínimo de dignidad.

España un país con crecimiento decreciente se permite el lujo de perder a tantos conciudadanos por la parte de debajo de la curva, y al mismo tiempo, con la también aprobada ley de Eutanasia lo hace por la parte de arriba, a lo que habrá que sumar los casos a mayores que se producirán cuando se apruebe, sin ningún tipo de dudas, la nueva Ley del aborto por la que el acto podrá ser libre, sin control ni permiso paterno desde muy corta edad y circunstancia.

Que el TC haya caído en las manos en las que está, en el que una gran parte del mismo se nutre de estómagos agradecidos y personal bien alimentado y el resto de los de izquierdas son totalmente fieles a lo que pregone Sánchez, hace que “los agoreros” que veíamos llegar este momento y sus consecuencias, prediquemos ahora, que dicho organismo dejará de ser el último bastión o dique de contención que, como venía haciendo, pare los delirios de un presidente y un gobierno totalmente desnortado, incapaz y fuera de sus casillas.

Y yo me pregunto, ¿Qué hace y que hará la UE ante estos abusos de poder tan poco democráticos? La respuesta es bien sencilla, nada. España no es ni Hungría ni Polonia y seguro que Sánchez, como de costumbre, les convencerá a base de mentiras y dándoles buenas promesas a la larga, que nunca se podrán comprobar.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

FALLOS Y FALLIDOS

Santiago González*

Como el ejecutivo y el legislativo, el poder judicial no escapa a la corruptela que socava las instituciones de la República

 

Pudo haber sido un momento bisagra en la salud de la República, una de esas instancias en que la sociedad restaña su dignidad lastimada y se pone de pie para enfrentar la fuente del daño. Como en su momento lo fue el juicio a las juntas: más allá de los episodios concretos examinados en ese tribunal, lo que la sociedad civil esperaba de una sanción ejemplar era poner fin a la continua intromisión del estamento militar en la vida política, perturbada una y otra vez en su desarrollo normal y natural. Del juicio a Cristina Kirchner, tal como fue presentado a la opinión pública, la sociedad esperaba un “nunca más” a la corruptela que socava la vida nacional desde que la democracia recuperó la formalidad de sus instituciones.

Esas expectativas, lamentablemente, se vieron frustradas. El fallo dictado por el tribunal que examinó el caso parece más orientado a sostener en el corto plazo el titular Cristina condenada, habilitando al mismo tiempo su posterior sobreseimiento, que a imponer una sanción ejemplar contra las prácticas corruptas. Al descartar la figura de la asociación ilícita, el fallo desbarata el esqueleto mismo de la acusación de los fiscales (que de inmediato prometieron apelarlo por esa razón), y al absolver a Julio de Vido, eslabón indispensable en la cadena de responsabilidades que se pretende elevar hasta la viuda de Kirchner, obsequia un argumento decisivo a las esperables acciones de sus defensores en las instancias superiores.

Visto el inexplicable crecimiento patrimonial de la familia Kirchner, y el de sus amigos y presuntos testaferros, la familia Báez, y considerando la abrumadora información periodística sobre los mecanismos de recaudación, acumulación y lavado, el público no duda de que aquí hubo una asociación ilícita más o menos parecida a lo que describieron los fiscales Luciani y Mola. El problema es que la cabeza de esa asociación ilícita no fue Cristina sino Néstor Kirchner, y Néstor Kirchner está muerto. A Cristina no le cabe la acusación de administración fraudulenta, por la que fue condenada, porque nunca administró nada, sino, en todo caso, la de incumplimiento de los deberes de funcionario público por no haber denunciado mientras fue senadora o presidente lo que necesariamente debía ser de su conocimiento.

El procesamiento de la ex presidente estuvo mal planteado desde un principio, porque su propósito no era judicial sino político. Contra lo que suele decirse, la causa que condujo a la condena de Cristina Kirchner no es la que en 2008 inició Elisa Carrió contra Néstor Kirchner, De Vido y Lázaro Báez más o menos sobre el mismo asunto, y para su pesar recaída en el juzgado de Julián Ercolini, quien (eran otros tiempos) acababa de sobreseer a Néstor en una causa por enriquecimiento ilícito. La causa cuyo veredicto se conoció esta semana se abrió en 2016 a partir de una denuncia del funcionario macrista Javier Iguacel, fue instruida casualmente por el mismo juez Ercolini con la asistencia de los fiscales Gerardo Pollicita e Ignacio Mahíques, y apuntó directamente contra la ex presidente. La causa iniciada por Carrió apuntaba a combatir la corrupción, la que abrió Iguacel se proponía destruir políticamente a la ex presidente. Son dos cosas distintas.

El tribunal oral federal que juzgó a Cristina sintió la presión política y mediática que le exigía producir un fallo condenatorio y aparentemente no supo, no pudo o no quiso resistir esa presión. Pronunció su condena, pero salomónicamente también abrió espacios para una eventual absolución de la acusada en alguna instancia superior. Dicho de otro modo, satisfizo el propósito político de la causa, pero no cerró el camino a la justicia. Es claro que ésta no es una lectura jurídica sino periodística y provisoria de una sentencia cuyos fundamentos, por otra parte, el tribunal inexplicablemente decidió hacer públicos sólo dentro de tres meses. Una minuta adjunta al fallo entregado a la prensa no aportó datos o argumentos que permitieran modificar esta lectura. Y esta lectura no permite ilusionarse con ninguna regeneración moral de la República.

 

Resulta imposible separar el fallo condenatorio contra Cristina Kirchner del episodio de los excursionistas de Lago Escondido, no sólo porque salieron al conocimiento público casi simultáneamente, o porque la propia vicepresidente los vinculó al hablar después de conocido el fallo, sino porque los elencos involucrados son parecidos —jueces, operadores mediáticos, empresarios, funcionarios macristas, espías— e incluso hay apellidos como Ercolini o Mahíques que se repiten en uno y otro asunto. Ambos redondean una imagen deplorable de la justicia argentina, que se agrega a la imagen deplorable de los otros dos poderes, legislativo y ejecutivo, para completar el retrato más desalentador de toda nuestra historia republicana. Para donde se mire hay incompetencia o corrupción.

Esta mal que encumbrados dirigentes del mayor grupo de medios y comunicación de la Argentina inviten a jueces y funcionarios públicos a participar de excursiones con todos los gastos pagos y está mal que jueces y funcionarios acepten esas invitaciones; está peor que esos jueces y funcionarios acepten invitaciones de personas o grupos sobre los que han tomado en el pasado, o eventualmente podrían tomar en el futuro, decisiones capaces de incidir en los intereses de esas personas o grupos; y está mucho peor en este caso que la excursión haya sido a la propiedad de un extranjero que la adquirió en condiciones irregulares y que fue sobreseído al respecto justamente por uno de los jueces invitados al paseo.

Todo eso está mal desde la ética más elemental, más allá de que en uno u otro caso se haya cometido un delito tipificado por los códigos. Y por encima de todo lo que está mal, y de lo que está muy mal, y de lo que está peor, y de lo que constituye un delito, están escandalosamente mal las maniobras realizadas por la banda de turistas para encubrir todo lo que hicieron mal a sabiendas, analizando a tal fin todas las opciones de falsificación documental, amenazas físicas, extorsiones y engaños. E igualmente escandalosamente mal están los esfuerzos de la grandes empresas de medios para ocultar todo, o restarle importancia, o justificarlo invocando “amenazas a la intimidad” de los excursionistas.

La vicepresidente le prestó un gran servicio al país al exponer, de manera conceptualmente ordenada, la serie de conversaciones en que los turistas debaten la manera de zafar del problema en el que se metieron. Si no lo hubiera hecho, los medios lo habrían ocultado y no habría sido posible el conocimiento público de esas conversaciones, la arrogante seguridad que transmiten los interlocutores. Después de más de medio siglo de ejercer el periodismo en este bendito país debo decir que el tono de esas charlas me resulta extremadamente familiar: así es como habla el poder fáctico en la Argentina, así es como expresa sus complicidades, así es como se percibe por encima de la ley, aun cuando muchas veces se encuentre burdamente fuera de la ley.

 

Las conversaciones en las que los viajeros invitados por un grupo corporativo a vacacionar en la estancia de un extranjero indeseable discuten la manera de borrar las huellas de su mala conducta traen, con todo, una buena noticia para los ciudadanos: el poder le tiene miedo a los periodistas. Con las empresas de medios saben entenderse, pero los periodistas, individualmente considerados, siguen siendo un enigma para el poder, una rueda loca que no acaban de centrar en su eje. Ese temor se advierte en los términos generalmente despectivos y condescendientes con los que los contertulios se refieren a periodistas de los grandes medios, a quienes conocen por sus nombres, probablemente tratan con frecuencia y sobre los que tienen opiniones formadas (hasta dónde parece, bastante equivocadas).

Según una regla endosada por la vocera presidencial Gabriela Cerruti, un periodista debe contar con al menos tres fuentes que corroboren un dato antes de tomarlo como cierto. Esto quiere decir que un juez, un empresario y un político, entre whisky y whisky, durante una excursión por los lagos del sur, pueden construir una verdad periodística. A los poderosos les encantaría vivir en un mundo cuyas redacciones estuvieran pobladas de Cerrutis, repetidores políticamente correctos de relatos prefabricados. Los mismos que se sienten capaces de “hacer cagar” a un funcionario público, se muestran inquietos sobre lo que alguien pueda escribir acerca de ellos. Para estas personas, acostumbradas a llevarse las instituciones por delante, una computadora cualquiera en manos de un periodista incontrolable es un arma temible.

El público no imagina las trampas y presiones que un periodista debe sortear antes de escribir una noticia cuyo equilibrio lo satisfaga en principio a él mismo. Me refiero, por supuesto, a los profesionales, no a los periodistas militantes de cualquier tendencia obsesionados por acomodar los datos a un preconcepto ideológico. Esas trampas y presiones pueden venir de las fuentes, como lo revelan los diálogos entre los pasajeros de Lago Escondido, pero también de los propietarios de los medios para los que los periodistas trabajan. El público tiende a identificar a los periodistas con su medio, y viceversa, pero son cosas distintas: no fueron los periodistas de La Nación quienes escribieron en ese diario una defensa de lo indefendible, ni fueron los periodistas de Clarín quienes propusieron elaborar “una notita” para amenizarle la vida al jefe de la Policía Aeroportuaria.

 

* Estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires y se inició en la actividad periodística en el diario La Prensa de la capital argentina. Fue redactor de la agencia noticiosa italiana ANSA y de la agencia internacional Reuters, para la que sirvió como corresponsal-editor en México y América central, y posteriormente como director de todos sus servicios en castellano. También dirigió la agencia de noticias argentina DyN, y la sección de información internacional del diario Perfil en su primera época. Contribuyó a la creación y fue secretario de redacción en Atlanta del sitio de noticias CNNenEspañol.com, editorialmente independiente de la señal de televisión del mismo nombre.

 

Artículo publicado el 08/12/2022 en Gaucho Malo, El sitio de Santiago González, https://gauchomalo.com.ar/