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OCCIDENTE QUIERE UNA SEGUNDA VICTORIA ANTE RUSIA

Alberto Hutschenreuter*

Se viven horas decisivas en la placa geopolítica de Europa del este. Como consecuencia de una crisis que prácticamente ha dejado a las partes sin estrategias de salida, el mundo se encuentra ad portas de un desenlace sin analogías, pues la posibilidad de un enfrentamiento militar entre la OTAN y Rusia proyecta una gran sombra en relación con el “modo” que adoptaría el mismo. Más allá de la (cierta) teoría existente, no contamos con ningún precedente de guerras entre poderes nucleares y convencionales supremos.

Pero todavía quedan los reflejos de la diplomacia y de la vieja cultura estratégica de Estados Unidos y Rusia, aunque con los demócratas en el poder y las ensoñaciones internacionales liberales que anidan en sus círculos de poder, es difícil apostar demasiado por aquello último. En un reciente artículo publicado en la página de la influyente Foreign Policy, “Liberal Illusions Caused the Ukraine Crisis”, el especialista Stephen Walt es categórico sobre la responsabilidad de dicha corriente en la crisis actual.

No hay ninguna duda sobre el fin de la Guerra Fría. Esa pugna casi secular acabó a principios de los años noventa con el mismo desplome de una de las partes, la URSS. Si bien tampoco hay dudas sobre las causas mayormente internas de la caída, la competencia internacional jugó un papel determinante en relación con el debilitamiento geoeconómico del imperio soviético.

Aunque la presión estratégica se inició con Carter, fue Reagan el que acabó doblegando al oponente: desde el principio de su presidencia, la URSS no se extendió más por ninguna parte del mundo, al tiempo que renunció a la marca de disciplinamiento de bloque que implicó la “Doctrina Brezhnev”. Se trató, esta última, de una decisión sin retorno.

Solo para el presidente Yeltsin y su joven equipo de economistas e internacionalistas “Estados Unidos y Rusia ganaron la Guerra Fría por haber derrotado al comunismo soviético”, como sostuvo la experta Hélène Carrère d’Encausse. Para Estados Unidos la victoria sobre la URSS fue tal que en los años siguientes trabajó no sólo para afianzar su predominancia solitaria, sino que desplegó iniciativas para que Rusia no volviera a desafiarla. Los medios para ello fueron sutiles e incluso, increíblemente, contaron con la confianza de la dirigencia Rusa.

Ahora: ¿por qué se consideró que una Rusia recuperada volvería a ser un problema? Ante todo, porque históricamente Rusia ha sido un poder autocrático, nacionalista, desafiante, imperialista y expansivo. En segundo lugar, porque una Rusia en ascenso podría implicar más relaciones con Europa, particularmente con Alemania, es decir, Rusia podría “perturbar” el vínculo atlántico-occidental. El especialista Rafael Poch de Feliu no pudo ser más preciso en relación con esto último: “[…] aunque el verdadero adversario de Washington está en Asia, la gran potencia imperial americana dejaría de serlo en cuanto dejase de dominar Europa”. En tercer lugar, una Rusia recuperada podría llevarla a soldar una verdadera asociación con China.

Luego hay respuestas más centradas en cuestiones generales y en determinadas especificidades que van más allá de “Rusia como problema”. Una es la propia esencia de las relaciones internacionales: relaciones de poder e influencia antes que relaciones de derecho. Otra causa es el “peso” de la singular pugna entre ambos poderes en el siglo XX, una rivalidad equivalente a la competencia entre Esparta y Atenas (cuyo desenlace fue una guerra de 30 años en el siglo V a.C. que acabó debilitando a ambas). Otra razón es geopolítica: Estados Unidos no puede permitir el surgimiento de un poder hegemónico en Eurasia. Por otra parte, Rusia en clave de reto supone la justificación para el despliegue de una política exterior. Por último, pudo haber pasado el tiempo, la contienda bipolar, etc., pero continúa existiendo en Estados Unidos una autopercepción de “territorio del bien”. Durante un siglo, dicha percepción nacional-religiosa excepcional se mantuvo “encapsulada”, hasta que en el siglo XX “salió” al mundo para conjurar los males que lo asolaban: guerras, retos diversos, potenciales rivales… Intentó hacerlo el presidente Wilson tras La Gran Guerra, pero predominó la vieja lógica de “no contaminarse con los males que se encontraban allende el territorio sagrado”.

Que el mundo en el siglo XXI tenga una base más multipolar y que no haya ya condiciones para el ejercicio de la hegemonía estadounidense no implica que esa autopercepción se haya modificado.

Para buena parte de Occidente, la Rusia actual es lo que se ha destacado. Por ello, quienes reivindican la extensión de la OTAN consideran que si no hubiera sido así, hoy Rusia mantendría una firme esfera de influencia (y presencia) en las ex repúblicas soviéticas y más allá también. Consideran que Rusia habría militarizado Europa del este con complejos misilísticos orientados hacia Europa occidental con el fin de presionarla. Asimismo, estiman que el cerco evitó que Rusia no desplegara ampliamente su poder naval en el Mediterráneo y el Báltico.

Es decir, desde la visión estadounidense, no hay otra forma de tratar con Rusia que no sea a través de la vigilancia, la advertencia y la fuerza. Es el mismo enfoque y recomendación que proveyó el diplomático George Kennan al gobierno estadounidense en 1945 sobre cómo tratar con los soviéticos. Pero aquella “nueva” visión fue más allá de Kennan (y a pesar de Kennan). Es decir, había que contener a Rusia en sus mismas fronteras, quebrantando su sentido de seguridad territorial y, a la vez, estimulando en su interior las fuerzas democráticas, es decir, las que menos se opongan a los intereses de Estados Unidos en Eurasia.

Es cierto que el competidor de Estados Unidos es China. Pero con este país la situación es de conflicto e interdependencia. Rusia, en cambio, es considerado un rival conocido, con diferentes tiempos que China, al que hay que doblegar. Así se supuso desde el mismo momento que terminó la Guerra Fría. Lo que sucede en relación con Ucrania es la fase final de un propósito estratégico que descartó cualquier posibilidad de nuevos equilibrios o gestión internacional multipolar.

El momento es pertinente, pues Rusia se encuentra en una situación relativamente frágil y, hasta cierto punto, la propaganda relativa con señalarla como “un problema” ha funcionado; aunque también es cierto que los planes casi grotescos de la OTAN permitieron que Putin mostrara otra parte del rostro del conflicto y lograra para Rusia ganancias relativas de poder, particularmente en el segmento blando del mismo.

Occidente quiere lograr una segunda victoria, ahora ante la continuadora (no la sucesora) de la URSS. Sabe que ello significará aumentar la debilidad y el aislamiento de Rusia, afectar el apoyo a Putin y estimular el posicionamiento de las fuerzas pro-occidentales. Pero el precio podría ser alto y hasta quedar fuera de lo que podemos llegar a imaginar.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL). Ha sido profesor en la UBA, en la Escuela Superior de Guerra Aérea y en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Su último libro, publicado por Almaluz en 2021, se titula “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”.

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DJOKOVIC Y LOS INTERESES POLÍTICOS Y MINEROS DE AUSTRALIA. LO QUE NO REVELAN LAS CORPORACIONES DE MEDIOS.

Marcelo Javier de los Reyes*

Los medios y las redes sociales de todo el mundo se han hecho eco de la controversia que se ha generado a partir de la decisión del gobierno de Australia de no permitir el ingreso del tenista serbio Novak Djokovic para defender el título en el Abierto de Australia que obtuvo el año pasado.

En los primeros días del año, Nole, a través de las redes sociales, anunció que viajaría a Australia por el beneficio de una “exención médica”. El mensaje fue el siguiente:

Disfruté estar con mi familia y mi gente querida, me tomé un descanso de la muy larga y exitosa temporada 2021. Ahora me voy a mudar a Australia porque obtuve una exención y estoy listo para vivir y respirar el tenis durante las próximas semanas de competencia. ¡Gracias por todo tu apoyo![1]

Su intención era batir el récord de 20 coronas de Grand Slam, que comparte con Roger Federer y Rafael Nadal. El tenista no informó acerca de si había recibido o no la vacunación. Al día siguiente, al arribar a ese país, fue interrogado por migraciones y se le canceló su visado por no aportar “pruebas adecuadas” para ingresar a Australia, lo que motivó que presentara una demanda contra la cancelación de su visa y la deportación. Fue llevado a un centro de retención para inmigrantes.

Desde el primer momento el ministro de Migración de Australia, Alex Hawke, se convirtió en otro protagonista de la controversia anunciando que había decidido “cancelar el visado de Novak Djokovic por asuntos de salud y orden público, considerando que va en favor del interés público”.

Las idas y venidas de este caso han ocupado las portadas de todos los medios por lo que se pueden obviar los detalles.

El 16 de enero la Corte Federal rechazó por unanimidad el recurso presentado por Djokovic por lo que no pudo defender el título en el Abierto de Australia. Los magistrados encargados del fallo, James Allsop, Anthony Besanko y David O’Callaghan, en su fallo, detallaron[2]:

La posible influencia (de Djokovic) viene del sentido común y de la experiencia. Un icono del mundo del tenis puede influir en personas de todas las edades, jóvenes o mayores, pero quizá especialmente en los jóvenes e impresionables, que quisieran emularlo. Esto no es especulativo, no necesita evidencia.

En consideración del interés público, creemos que las personas no vacunadas suponen un mayor riesgo para el contagio de Covid-19 y su propagación a otros, más que las personas vacunadas, que puede llevar a una saturación del sistema sanitario. A pesar de que aceptamos que la reciente infección de covid de Djokovic conlleva un riesgo insignificante de infección y, por lo tanto, presenta un riesgo insignificante para quienes lo rodean, su presencia en Australia, dada su bien conocida posición sobre la vacunación, genera un riesgo de crecimiento para el movimiento antivacunas en una minoría de la población australiana.

No era irracional que el ministro se preocupara de que el supuesto apoyo de algunos grupos antivacunas a la aparente posición del Sr. Djokovic sobre la vacunación pudiera alentar concentraciones y protestas que pudieran conducir a una mayor transmisión comunitaria.[3].

La actitud de Djokovic ha dividido a la opinión pública en dos, los que lo consideran un caprichoso y los que lo consideran como un luchador por la libertad contra el poder global e, incluso, de los valores cristianos.

Hasta aquí la polémica gira en torno de las vacunas pero en la “biblioteca de Alejandría” —Internet— está todo, solo que hay que buscarlo. Detrás de este caso existe una puja de intereses.

El 9 de enero el medio serbio SRBIN.INFO se refirió a las verdaderas razones por las que a Djokovic se le impidió ingresar a Australia, que no son deportivas y mucho menos por no haber recibido las vacunas[4]. Una de las razones sería que el primer ministro australiano, Scott Morrison, ha llegado a un mínimo histórico de apoyo de los votantes y necesitaba posicionarse para lo cual Djokovic le sería muy útil.

El medio serbio tiene razón en este punto ya que el caudal político de Morrison, líder del Partido Liberal, disminuyó considerablemente debido a los incendios que provocaron la muerte de decenas de personas y que arrasaron millones de hectáreas en 2021 así como a la gestión de la pandemia del covid-19. Cabe recordar que en mayo se celebrarán elecciones federales y la opinión pública australiana no había visto con buenos ojos la exención que se le otorgó a Djokovic para competir en el Abierto de Australia pese a no estar vacunado. Y en un año electoral hay que escuchar a la opinión pública.

La apuesta de Morrison en contra del serbio le permitió ganar seguidores y pasar a ser el favorito de los australianos de cara a las elecciones. Sin embargo, según SRBIN.INFO habría otra razón.

Melbourne, donde se encuentra el aeropuerto al que había arribado Djokovic, es una de las sede de la multinacional angloaustraliana Río Tinto Plc, empresa que participa en la exploración, extracción y procesamiento de recursos minerales: explota cobre, oro, mineral de hierro, bauxita, plomo, zinc, plata, carbón, uranio, bórax, dióxido de titanio, talco, diamantes y zirconio.

La multinacional tiene presencia global y también en Argentina. En 2009 Rio Tinto había anunciado la venta de su proyecto de desarrollo de potasio en Río Colorado, Argentina, por US$ 850 millones, así como la mina de hierro de Corumba en Brasil y sus operaciones logísticas en el río en Paraguay, lo que sumaba otros US$ 750 millones destinados a pagar un pasivo de US$ 10.000 millones. En diciembre de 2021 Rio Tinto le compró un proyecto de litio en la Argentina a Rincon Mining US$ 825 millones, con lo que se adueñó de Salar del Rincón, en la provincia de Salta.

Volvamos a Serbia, donde Rio Tinto incitó a “una verdadera revolución ecológica” porque la gente estaba tratando de evitar excavaciones en el valle de Jadra[5]. Djokovic apoyó públicamente la lucha ambiental de sus compatriotas y ahora debió enfrentarse con Morrison, defensor de la minera ya que había expresado que la empresa no debería pagar impuestos. “Hace cinco años, cuando hubo una propuesta para gravar una tonelada de mineral de hierro extraído por BHP Biliton y Rio Tinto, Morrison se rebeló”, afirma SRBIN.INFO. El medio agrega que el “colaborador muy cercano de Morrison, John Kunkel, fue asesor de Rio Tinto y jefe del departamento de relaciones con el gobierno” y “desde 2018, se ha desempeñado como Jefe de Gabinete del Primer Ministro de Australia”.

La presencia de Rio Tinto en Serbia provocó protestas de los ciudadanos en las calles. La población salió a luchar “para salvar el valle de Jadra de la extracción y producción de litio, teniendo en cuenta las consecuencias que Rio Tinto tenía en el medio ambiente dondequiera que se extrajera”[6]. Las carreteras en Serbia fueron bloqueadas y luego Djokovic abogó por un aire, agua y medio ambiente saludables y limpios.

Cabe destacar que la multinacional pagaría solo 25 centavos por tonelada de mineral. La empresa se encuentra interesada en la exploración y explotación del litio también en Serbia.

De tal manera que para el medio serbio Djokovic “es solo un daño colateral y un ‘chivo expiatorio’ de la lucha política”. Según SRBIN.INFO, el mensaje inicial de Novak refiriéndose a su exención y a su viaje a Australia “se entendió como un ‘dedo en el ojo’ de los políticos”.

La venganza serbia no se hizo esperar. El 21 de enero, medios como el Daily Mail o Euronews informaron que Serbia había decidido revocar las licencias del gigante minero australiano Rio Tinto, solo unos días después de que la estrella del tenis Novak Djokovic fuera deportada.

Ana Brnabic, primera ministra de Serbia, expresó que su gobierno estuvo de acuerdo con los llamados de los grupos ecologistas para detener el proyecto de litio de Jadar, valorado en US$ 2.400 millones (3.300 millones de dólares australianos), que, de haberse completado, habría convertido a la empresa en uno de los 10 principales productores de litio, un mineral esencial para la baterías solares y eléctricas para automóviles[7]. El giro del gobierno serbio también obedeció a presiones de la opinión pública, también de cara a las elecciones de abril.

Serbia fue escenario de grandes movilizaciones en contra de Rio Tinto. Foto: Deutsche Welle.

Por su parte, Euronews informa que el proyecto de exploración de Rio Tinto se remonta a 2004 y que la primera ministra Brnabic manifestó que detrás de algunos de los “bloqueos de carreteras están políticos de la oposición 17 años después del inicio del proyecto, que fue aprobado cuando esos partidos estaban en el poder”[8]. Asimismo aseguró “que las protestas son financiadas desde el extranjero por diferentes organizaciones de Estados Unidos, Reino Unido y otros países, con el fin de debilitar el actual Gobierno y al presidente del país, el nacionalista populista Aleksandar Vucic, ante las elecciones previstas para abril próximo”.

Ya se ha visto cómo la política interna ha jugado su carta tanto en Australia como en Serbia pero, en realidad, este conflicto debe también ser puesto en contexto. Serbia es un aliado de Rusia en la región y debe recordarse que los Estados Unidos junto a la OTAN llevaron al desmembramiento de Yugoslavia, de la que Serbia es su heredera. Los avances de los Estados Unidos y de la OTAN sobre el espacio postsoviético no ha cesado desde que implosionó la Unión Soviética. Para Moscú, tanto Ucrania como Serbia se encuentran en lo que considera su esfera de influencia. El caso de Ucrania está en los titulares de todos los medios todos los días y suele mostrarse a Rusia como el país agresor pero aquí también hay que recordar los intereses del propio Joe Biden en ese país, en el que su hijo Hunter tenía sus negocios al ser contratado por la empresa Burisma Holdings Limited.

La saga de Djokovic quizás dé inicio a un nuevo conflicto en el que se enfrenten los Estados Unidos y la OTAN con Rusia. Cabe recordar que, recientemente, el 4 de enero, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, le respondió al almirante estadounidense de la OTAN Robert Burke —quien manifestó que la OTAN “apoya las reformas llevadas a cabo por Serbia para fortalecer la capacidad de defensa del país”— que la defensa de Serbia “en los últimos, probablemente, doscientos años, ella depende en gran medida de cómo Rusia reaccione en breve a las amenazas externas de este país eslavo del sur”[9].

Como puede apreciarse, por un lado, la política interna y la política exterior se relacionan y, por otro, los queda demostrado como los principales medios favorecen la desinformación al quedarse en lo superficial. El caso de Novak Djokovic tapa mucho de lo que realmente está sucediendo en la relación entre Australia —miembro de la angloesfera— y Serbia, aliada de la Federación de Rusia.

Quizás, en breve, los actores se saquen sus caretas y veamos un nuevo conflicto geopolítico en los Balcanes.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] “Cinco razones por las que Novak fue encarcelado: desde Rio Tinto hasta ‘dedo en el ojo’”. SRBIN.INFO, 09/01/2022, https://srbin.info/es/sport/pet-razloga-zbog-kojih-je-novak-utamnicen-od-rio-tinta-do-prsta-u-oku/?lang=lat, [consulta 18/01/2022].

[2] “Las verdaderas razones por la que deportaron a Djokovic de Australia”. MDZ Online, 21/01/2022, https://www.mdzol.com/deportes/2022/1/21/las-verdaderas-razones-por-la-que-deportaron-djokovic-de-australia-216510.html, [consulta 21/01/2022].

[3] Ídem.

[4] “Cinco razones por las que Novak fue encarcelado: desde Rio Tinto hasta ‘dedo en el ojo’”. Op. cit.

[5] Ídem.

[6] Ídem.

[7] Ivana Sekularac, Reuters y Stephen Johnson, Economics Reporter for Daily Mail Australia. “Serbia REVOKES Australian mining giant Rio Tinto’s licences – just days after tennis star Novak Djokovic was deported and relations turned sour”. Daily Mail, 21/01/2022, https://www.dailymail.co.uk/news/article-10425655/Serbia-revokes-Australian-companys-mining-licences-days-Novak-Djokovic-deported.html, [consulta 21/01/2022].

[8] “Serbia pone fin a la explotación de litio de Rio Tinto tras semanas de protestas”. Euronews, 21/01/2022, https://es.euronews.com/2022/01/21/serbia-pone-fin-a-la-explotacion-de-litio-de-rio-tinto-tras-semanas-de-protestas, [consulta 21/01/2022].

[9] “Moscú le recuerda a la OTAN que la capacidad defensiva de Serbia depende de Rusia”. Sputnik, 04/01/2022, https://mundo.sputniknews.com/20220104/moscu-le-recuerda-a-la-otan-que-la-capacidad-defensiva-de-serbia-depende-de-rusia-1119986195.html, [consulta 10/01/2022].

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EL JUEGO DE PODER DE LAS GRANDES POTENCIAS EN EL CONFLICTO ARMENIO-AZERÍ

Cristian Beltrán*

Monasterio de Geghard, Kotayk, Armenia (siglo IV), según la tradición fundado por San Gregorio (el Iluminador).

Enero de 2020. Eran las 20:30 cuando el tren Tbilisi-Bakú se puso en marcha, de forma lenta y cansina. A través de la única ventana que tenía el camarote, observé los últimos vestigios de Tbilisi, capital de Georgia, país que aspira desde hace una década, a pertenecer al exclusivo club de la Unión Europea. Mientras el tren travesaba los arrabales de la vieja capital, nos sumergimos en un laberinto de viejos edificios de monoblocks seguido de casas bajas y viejas fábricas de cuyas chimeneas emanaba un humo oscuro y pesado. La frontera no estaba muy lejos, por lo que antes de medianoche llegué al último puesto fronterizo de Georgia antes de entrar a Azerbaiyán.

Atravesamos los escarpados montes georgianos donde apenas se podía ver el escenario, cada tanto, algún conjunto de luces me anunciaba la existencia de una aldea de pastores. Me dirigía hacia el sur del Cáucaso, hacia las costas del mar Caspio al este y que divide Asia Central con la última frontera de Europa, al norte, Rusia, al oeste Turquía y Armenia. El mar Caspio y los campos petrolíferos de Bakú, defendidos por el ejército soviético, fueron la obsesión de Hitler en la Segunda Guerra Mundial, en 1941, cuando las tropas alemanas atacaron territorio ruso; hacia allá me dirigía. Rustavi era la última ciudad en importancia de Georgia. Una hora después de haber salido de la estación de Tbilisi el tren arribó a la frontera con Azerbaiyán. El puesto fronterizo azerbaiyano era una vieja casa de ladrillos iluminada por faroles viejos, la bandera nacional ondeaba suavemente sobre la plataforma, debajo de un alero; un perro negro bostezaba mientras se acomodaba sobre una vieja colcha, a su lado, dos policías fronterizos, jóvenes, fumaban mientras se movían para mitigar el frío de la noche caucásica.

El tren se detuvo cuando dos policías fronterizos lo abordaron, mi camarote estaba ubicado en el vagón número 5 por lo que los policías tardaron unos pocos minutos en llegar. Mientras observaba la inmensidad de la noche, la azafata, una mujer de unos 50 años, rubia y baja, golpeó la puerta.

“Passport, Passport!!!” – me indicó mientras se apresuraba a golpear los otros camarotes.

Prepare nuestros papeles y en menos de 5 minutos un policía con gesto parco y cara de pocos amigos me pidió los papeles.

“¿Estuvo en Armenia, de allá?”- preguntó secamente mientras revisaba mi pasaporte.

“¿Tiene alojamiento, cuantos días se queda?”-. Volvió a preguntar mientras le mostraba la documentación que probaba que tenía adonde quedarme. El breve diálogo entre el guardia y yo marcaba la situación que se estaba viviendo en el Cáucaso sur desde hacía un tiempo; en la región la paz es frágil, sólo basta una chispa para encender el polvorín, cosa que sucedería en los meses subsiguientes a mi llegada.

La enemistad entre armenios y azeríes, como se denomina al pueblo de Azerbaiyán, tiene raíces profundas, no obstante haber estado ambos dentro de ese Estado multinacional que fue la Unión Soviética, durante gran parte del siglo XX. Hubo paz al amparo del poder soviético que no toleraría ningún enfrentamiento en sus fronteras del sur. La histórica región del Cáucaso ha sido objeto por décadas de interés geopolítico para rusos y turcos. Con la caída de los imperios al final de la Primera Guerra Mundial, las repúblicas de Georgia, Armenia y Azerbaiyán se pensaron independientes. Pero el manto de la recién creada Unión Soviética los cobijó represivamente con el guiño de la nueva nación de Turquía. En 1921, un líder soviético tomó una decisión que desafió la historia: cederle Nagorno-Karabaj, a la entonces República Soviética de Azerbaiyán[1].

Este verdadero caldero siempre en ebullición se mantuvo calmo por setenta años, hasta que la caída de la URSS abrió la caja de pandora, los armenios se apropiaron rápidamente de un territorio que consideran suyo, Nagorno-Karabaj, dentro de los límites de Azerbaiyán, desatando una guerra que terminó con la victoria de Armenia y la ocupación de una porción occidental de territorio azerbaiyano[2].

Llegué a Bakú al amanecer, la producción petrolera transformó a la ciudad en lo que se conoce como la “Dubai del Cáucaso”, la guerra me estaría pisando los talones.

Dejé Bakú para trasladarme a Ereván, la capital de Armenia, el primer reino cristiano de la historia, a través de la frontera con Georgia, desde Azerbaiyán a Armenia el paso fronterizo está cerrado. Llegué a Ereván a las 5 de la tarde, casi en el ocaso del día, la nieve se desparramaba a cada lado de las calles, sobre la avenida principal; fui testigo de un desfile en la que participaban veteranos de la guerra contra Azerbaiyán en los años ‘90, las banderas armenias ondeaban en los mástiles y en las columnas de las farolas que iluminaban el centro de la ciudad. Permanecí en esta antigua república del Cáucaso algunos días, pero no percibí ningún aire beligerante en comparación con lo que había visto en Azerbaiyán para comienzos de 2020. Gracias a la exportación de petróleo, el gobierno azerbaiyano rearmó el ejército a gran escala.

Esta breve reseña de viaje pretende servir de preludio a lo que sucedería finalmente pocos meses después de mi viaje por tierras caucásicas. A fines de 2020, desde el 27 de setiembre al 10 de noviembre, el Cáucaso sur se sacudió nuevamente cuando tropas azerbaiyanas y armenias se enfrentaron en el enclave de Nagorno-Karabaj en la llamada “Segunda Guerra de Nagorno-Karabaj”. El resultado del breve enfrentamiento se zanjó a favor del ejército azerbaiyano, superior en armas y tecnología que recuperó gran parte de Nagorno-Karabaj a expensas de la población civil armenia, pero más allá del histórico enfrentamiento entre armenios y azeríes el factor determinante esta vez fue la intervención de las potencias vecinas, Turquía y Rusia, tradicionalmente aliados a uno u otro bando[3].

La intervención de Moscú y Ankara propició un alto al fuego sobre la derrota militar armenia a manos de las fuerzas azeríes. La firma del acuerdo, a instancias de Rusia, fue un claro triunfo para Azerbaiyán que recupera gran parte del territorio del Karabaj y una derrota humillante para Armenia, al mismo tiempo que realza la influencia turca en su frontera oriental como antiguo aliado de Bakú. Nikol Pasinian, Primer Ministro armenio, dio la primera pista sobre el acuerdo de paz, al decir que la firma del acuerdo “era la única opción en un panorama en el que las fuerzas azerbaiyanas estaban a las puertas de conquistar Stepanakert, considerada la capital del Alto Karabaj”[4].

Con el rediseño del mapa, según los términos del acuerdo, que además marca un calendario de plazos, Azerbaiyán controlará algunas áreas fuera del Alto Karabaj, como el distrito oriental de Agdam; también la zona de Kelbajar. Bakú dominará también la región de Lachin y la carretera principal que va del enclave a Armenia (conocida como corredor de Lachin) que estará custodiada por soldados de paz rusos. También consolida el control que Azerbaiyán ha logrado en esta escalada sobre la ciudad estratégica de Shushá (Shushi para los armenios), la segunda más grande de la región y a solo 11 kilómetros de Stepanakert, capital de facto de Nagorno Karabaj, que permanecerá bajo dominio de los armenios[5].

El acuerdo de paz celebrado a fines de 2020 puso de manifiesto la reafirmación de la influencia rusa y turca en la región a expensas de Estados Unidos y la Unión Europea que, salvo en el caso georgiano, ha manifestado poco interés en una región que por sus recursos naturales, es de vital importancia geopolítica.

El acuerdo de paz supone un nuevo de balance de poder en la región y la reaparición de Moscú como gran jugador en el tablero geopolítico en el Cáucaso sur. Por primera vez, desde la desaparición de la Unión Soviética, Rusia tiene tropas estacionadas en las tres repúblicas caucásicas, Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Además de Rusia, Turquía, Irán y un jugador inesperado, Israel, apuestan sus fichas en la región. Este último ha firmado importantes acuerdos  de ayuda militar con el gobierno de Bakú mientras que Irán ve con recelos la creciente influencia israelí en la región. En este contexto, los Estados Unidos y la Unión Europea están cada vez más relegados y Georgia aparece como la única cabeza de puente viable para que Occidente se inserte geopolíticamente en el Cáucaso.

Más allá de la influencia rusa, Turquía y Azerbaiyán han firmado en junio de 2020 un acuerdo, “Acuerdo de Shusha”, tendiente a fortalecer la cooperación económico-militar entre ambos países, lo que refuerza la presencia turca en la región. El acuerdo prevé la construcción de un corredor terrestre a través de una vía férrea que una Nagorno-Karabakh con la provincia turca de Kars, lo que permitiría al gobierno turco tener un acceso directo al mar Caspio. De todos modos, las políticas de las potencias regionales encuentran obstáculos en cuanto a la actitud que podrían tener los líderes armenios y azeríes, En este sentido, el presidente Ilham Aliyev no es demasiado optimista y no muestra estar dispuesto a una paz duradera y a restablecer canales de cooperación con Armenia, expresando que “aceptando los resultados de la Segunda Guerra de Karabaj, Armenia también puede aumentar su papel en el marco regional” y que «hablando de vecinos, por supuesto, nunca incluí a Armenia en esta categoría de países, todavía hoy no la incluyo»[6]. Pero los intereses de los grandes jugadores de la región están por encima de los más pequeños, ¿por qué Rusia ha decidido apostar fuertemente a la situación política de su frontera sur? Hasta el comienzo de la guerra, Azerbaiyán no representaba un gran interés para el gobierno de Putin, territorio por el cual los azerbaiyanos exportan petróleo y gas, vía Georgia, a Europa. El enfrentamiento armenio-azerí permite a Rusia establecer, como garante de paz, un pie en la región y poner bajo su esfera de influencia a la región caucásica en su conjunto pero sobre todo, controlar más de cerca las vastas riquezas naturales, gas y petróleo del mar Caspio.

En este contexto, Putin apunta a la creación del “Grupo 3+3”, es decir Rusia, Turquía e Irán más Georgia, Armenia y Azerbaiyán, como medio para establecer un canal de negociaciones y resolución de conflictos a expensas de la influencia occidental. La victoria rusa ha sido, como señalamos anteriormente, a expensas de la UE y Estados Unidos, apartados de la mesa de negociaciones, incapaces por ahora, y tal vez por decisión propia, de intervenir en los asuntos caucásicos. Desde ésta perspectiva, Rusia no está dispuesta a soltar la mano a una región geoestratégicamente tan importante no solo en lo que a seguridad en su frontera sur representa sino también desde el aspecto comercial y de recursos naturales. Turquía, en consonancia con Rusia, apostará a mantener su influencia sobre Azerbaiyán, Estado musulmán, y asegurar sus fronteras orientales y contrapesar la influencia de Moscú.

Está claro que para las potencias regionales, un conflicto entre jugadores menores no es conveniente, en momentos en que la economía mundial está en crisis y cualquier factor de desestabilización puede generar más caos. En paralelo, la política también juega un rol fundamental, quedando claro en este sentido que en el conflictivo Cáucaso sur, Occidente está perdiendo su batalla.

 

* Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Investigador free lance sobre asuntos balcánicos y del Cáucaso. Adscrito a la Cátedra de Historia Contemporánea (2011-2012) en la Escuela de Historia de la misma facultad. Docente dependiente del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. Miembro de la SAEEG.

 

Bibliografía Consultada

Clayton, Austin. “Turkey Solidifies Role in South Caucasus with ‘Shusha Declaration’”. ICR Center, 22/06/2022, https://icrcenter.org/turkey-solidifies-role-in-south-caucasus-with-shusha-declaration/.

Gabuev, Alexander. “Nagorno Karabaj: cómo Rusia y Turquía se convirtieron en los ganadores del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán”. BBC, 12/11/2020, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54913027.

Ismailov, Famil. “Nagorno Karabaj: cómo Rusia ayudó al acuerdo en el conflicto entre Armenia y Azerbayán y asumió ‘control total sobre el terreno”. BBC, 11/11/2020, https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-54903249.

Meister, Stefan. “Shifting Geopolitical Realities in the South Caucasus”. SCEEUS (Reports on Human Rights and Security in Eastern Europe No. 8), https://www.ui.se/forskning/centrum-for-osteuropastudier/sceeus-report/shifting-geopolitical-realities-in-the-south-caucasus/.

Sahuquillo, María R. “El ‘doloroso’ acuerdo de paz para el Alto Karabaj con Bakú desencadena protestas en Armenia”. El País, 10/11/2020, https://elpais.com/internacional/2020-11-10/el-doloroso-acuerdo-de-paz-para-el-alto-karabaj-con-baku-desencadena-protestas-en-armenia.html.

Shmite, Stella Maris. “El juego estratégico de Rusia en el Cáucaso Sur: Sochi 2014”. Redalyc, 13/02/2015, https://www.redalyc.org/jatsRepo/176/17646281012/html/index.html.

Suárez Jaramillo, Andrés. “¿Hay un responsable histórico del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj?” France 24, 08/10/2020, https://www.france24.com/es/20201007-historia-conflicto-armenia-azerbaiyán-cáucaso-urss.

Teslova, Elena. “Russia suggests 3+3 format with Turkey, Iran, Azerbaijan, Armenia, Georgia in Caucasus”. Andolu Agency, 06/10/2021, https://www.aa.com.tr/en/politics/russia-suggests-3-3-format-with-turkey-iran-azerbaijan-armenia-georgia-in-caucasus/2384679

Tiliç, Dogan y Topper, Ilya U.. “Rusia toma el control en el Cáucaso y deja fuera de juego a Turquía”. La Vanguardia, 10/11/2020, https://www.lavanguardia.com/politica/20201110/49387858048/rusia-toma-el-control-en-el-caucaso-y-deja-fuera-de-juego-a-turquia.html.

 

Referencias

[1] Andrés Suárez Jaramillo “¿Hay un responsable histórico del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj?” France 24, 08/10/2020, https://www.france24.com/es/20201007-historia-conflicto-armenia-azerbaiyán-cáucaso-urss.

[2] La llamada “Primera Guerra de Nagorno-Karabaj” se extendió entre 1988 y 1994 cuando la recientemente independizada República de Azerbaiyán anuló la autonomía del enclave armenio lo que aceleró el proceso independentista y la creación de la República Arsaj”. La guerra terminó en 1994 con la victoria armenia.

[3] Turquía ha sido tradicionalmente aliada de Azerbaiyán, por afinidad religiosa, mientras que Rusia hizo lo propio con Armenia.

[4] María R. Sahuquillo. “El ‘doloroso’ acuerdo de paz para el Alto Karabaj con Bakú desencadena protestas en Armenia”. El País, 10/11/2020, https://elpais.com/internacional/2020-11-10/el-doloroso-acuerdo-de-paz-para-el-alto-karabaj-con-baku-desencadena-protestas-en-armenia.html.

[5] Ídem.

[6] “Ilham Aliyev: ‘Espero que un día se establezcan relaciones de vecindad con Armenia’”. AZERTAC, 01/01/2022, https://azertag.az/es/xeber/Ilham_Aliyev__quotEspero_que_un_da_se_establezcan_relaciones_de_vecindad_con_Armenia_quot-1966380.

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