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LOS ERRORES DE LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESTADOS UNIDOS

Giancarlo Elia Valori*

Hace unos días, en una conversación con uno de los antiguos protagonistas de la política exterior de Estados Unidos, en respuesta a mis preguntas y consideraciones, respondió que la segunda guerra Iraq-Estados Unidos fue un desastre innecesario, en parte equilibrado por la mejora de las relaciones con Israel y la atención especial prestada a las petromonarquías del Golfo. Admitió que no había manejado las relaciones con Egipto de la mejor manera, como los Estados Unidos podrían haber hecho después de las llamadas primaveras árabes, y que era discutible que los Estados Unidos nunca tuvieron una de relación con Irán que fuera lo suficientemente discreta para ser sostenible.

De hecho, los errores y el deseo de la Casa Blanca de dominar, sin tener en cuenta a las otras partes, es una característica tradicional de la política exterior estadounidense. Michael Mandelbaum, profesor de la Universidad John Hopkins, ya había declarado que Estados Unidos había perdido en el mundo, un fracaso total desde el final de la Guerra Fría. La historia de la política exterior de Estados Unidos puede dividirse aproximadamente en cuatro períodos.

1) Desde la Presidencia de George Washington (1789-1797) hasta la Guerra Hispano-Estadounidense (1898), la política exterior de Estados Unidos todavía estaba en su infancia y su foco era el territorio.

2) Desde 1898 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial (1945), los Estados Unidos comenzaron a moverse internacionalmente, desempeñando el papel de una gran potencia en el escenario de la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial.

3) Desde 1945 hasta el final de la Unión Soviética (1991), los Estados Unidos se convirtieron en uno de los dos polos del mundo, el timonel del orden occidental y guardianes de las tendencias del escenario mundial.

4) El cuarto período comenzó después de la victoria en la Guerra Fría. En esa fase, los Estados Unidos se encontraban en el apogeo del poder internacional, ignoraron a sus pares y sujetos de derecho internacional, comportándose como una aparente potencia hegemónica en el mundo, pero su política exterior en ese momento rara vez tuvo éxito.

El mayor problema de la política exterior estadounidense durante la Guerra Fría fue la seguridad nacional. Era necesario, en todo momento, protegerse de la penetración e influencia de la URSS y esforzarse por mejorar su fuerza militar con miras a garantizar el liderazgo mundial. Esto implicó una producción bélica a gran escala y enormes beneficios para las industrias militares.

Después de la Guerra Fría, los Estados Unidos utilizaron múltiples medios como la política exterior, la política económica y la intervención armada como elemento disuasorio (véase la Guerra de los Balcanes de 1999) para coaccionar y atraer la atención de China y Rusia (sus competidores tradicionales) y más tarde intervenir en Afganistán y en dos ocasiones en Irak.

Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 1992, Bill Clinton propuso vincular el trato de la nación más favorecida a China con la situación de los derechos humanos. Después de ser elegido, posteriormente añadió el Tíbet, con la esperanza de mejorar los derechos humanos locales y promover el cambio en China (obtusamente visto como obligado a terminar como la URSS), cuando en realidad la desestabilización de esa región habría causado un trastorno nuclear global.

El éxito de la Guerra Fría contra un país y un sistema de producción que para entonces se había reducido a un parpadeo, para apoyar una defensa que al menos era un elemento disuasorio pero nunca superior a la Casa Blanca, dio a los Estados Unidos la ilusión de que los sistemas occidentales y el libre mercado eran superiores y universales y podían ser transpuestos a países extranjeros donde cualquier idea/ideología que no se ajustara al Modo de Vida Americano se consideraba bárbara, retrógrada e incivilizada (bienestar europeo, salud, comunismo, socialismo, Islam, culturas tradicionales, la religión católica, etc.).

En su propio “destino manifiesto”, los Estados Unidos apoyaron y proporcionaron a los misioneros y a quienes pudieran difundir proactivamente las semillas de la civilización y promover la reforma en las llamadas sociedades “atrasadas” y no aliadas.

Estados Unidos sobrestimó la viabilidad de replicar en otros países, como Afganistán e Irak, lo que había hecho mediante bombas nucleares y no nucleares en la Alemania de Hitler y en el Japón Imperial, que actualmente son modelos “occidentales” de liberalismo.

Aunque intentaron con éxito o no (ver las revoluciones de colores), a través de la inteligencia, derrocar al dictador de la época —hasta ayer un amigo— los think tanks de política exterior de Estados Unidos carecen de conocimiento de las condiciones sociales que persisten en un país determinado, sin entender que sus propios puntos de vista son insuficientes para imponer un sistema moderno de estilo occidental, como la estructura social y el concepto del Estado de derecho. Cuando la sabiduría política no es madura y la ignorancia prevalece, obviamente se va hacia el fracaso y el odio de la gente..

Aunque Estados Unidos se encuentra entre los mejores países en términos de fuerza nacional, con su poder militar y blando, es inevitablemente incapaz de luchar multilateralmente y al mismo tiempo transformar una sociedad —que considera retrógrada— a miles de kilómetros de distancia.

En un lugar donde los conceptos estadounidenses de democracia y libre mercado nunca han sido conocidos, y mucho menos aceptados, querer establecer un sistema a su propia imagen es prácticamente imposible.

Y aunque las misiones militares estadounidenses tienen éxito (sin olvidar, las amargas derrotas en Corea y Vietnam), al mismo tiempo, en términos políticos, han reevaluado la fuerza de China y Rusia para ampliar su presencia en ciertas áreas geopolíticas.

Por ejemplo, la guerra en Siria —fomentada para sabotear la “Ruta de la Seda” china y dañar el suministro de petróleo ruso a Europa— ha fortalecido la presencia de Rusia en el Mediterráneo y ha planteado ante los pueblos los principios tradicionales de China de anticolonialismo y no injerencia política, que están ganando apoyo de América del Sur a África, de Europa a Asia.

No en vano, el propio Profesor Mandelbaum dijo que en lugar de adoptar medios violentos para promover la construcción de un sistema de “estilo occidental” en un país distante, sería mejor que los Estados Unidos adoptaran sistemas culturales, valores y más poder blando para influir, proporcionar asistencia y crear condiciones para la transformación y atracción de modelos occidentales en otros lugares para la economía, propósitos prácticos y pacíficos dirigidos al bienestar de los pueblos, y no a establecer una dictadura “democrática” desagradable y odiada por la gente común.

Según el distinguido académico, los Estados Unidos deben actuar como guardianes de la paz internacional y garantizar el orden mundial, recurriendo también en última instancia a los tribunales internacionales de justicia, en lugar de subvertir la estructura interna de los países individuales que quiere cambiar por su propio interés en relación con los últimos recursos del planeta.

Mientras haya ventajas y no destrucción para los pueblos, no dudarán en participar en las fases del cambio. El juego de la política es el del gran poder, que recupera la hegemonía a través del consenso y no a través de la imposición de bombarderos, las masacres de civiles y las postales al estilo de Hollywood.

Por lo tanto, con el fin de evitar nuevos fiascos, la política exterior de Estados Unidos debe pasar a otra fase. Por fin debe lanzar una quinta fase, pero una pacífica.

El sitio web estadounidense de “Política Exterior” ha publicado recientemente el artículo Los Estados Unidos necesitan una nueva mentalidad estratégica. El artículo critica a los Estados Unidos por haber formulado estrategias basadas únicamente en intereses a corto plazo en las últimas décadas. Esto ha dado lugar a muchos errores estadounidenses, incluyendo la guerra post 9/11 contra el terrorismo.

Según su autor, debido a que los Estados Unidos carecieron de una visión estratégica coherente e integral para una generación, tomaron innumerables acciones miopes y enfrentaron muchos desafíos para su seguridad nacional y prosperidad económica.

El autor piensa que, desde el final de la Guerra Fría, los Estados Unidos han pagado caro por su estrategia equivocada. Después de la implosión de la URSS, los Estados Unidos desperdiciaron desesperadamente enormes riquezas y las vidas de un gran número de soldados, utilizando la paranoia como respuesta a la amenaza terrorista. El artículo dice lo siguiente: “Más recientemente, ha gastado sumas exorbitantes en lo que interpreta como ‘competencia de gran potencia’, pero es realmente sólo el mismo injerto antiguo del complejo industrial de defensa con un disfraz diferente —todo mientras sus instituciones públicas se pudren”.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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LA OPORTUNIDAD, LA REALIDAD Y LOS POLITICOS. CONFLICTOS E HIPÓTESIS DE GUERRA.

Marcos Kowalski*

A guisa de ser muy reiterativos debemos afirmar que Argentina viene de un proceso de décadas de desinversión en materia de Defensa, propiciada, sin lugar a dudas por una imposición de intereses exógenos, pero más que nada por un desinterés de los políticos, de todos los partidos y sectores, a los que les tocó en suerte gobernar la administración del Estado Argentino.

Esta desinversión ha provocado una gran vulnerabilidad en las capacidades estratégicas de la Argentina, en todos sus dominios. Actualmente nuestro país carece de capacidades militares creíbles, ya que ni siquiera se privilegió el mantenimiento y fortalecimiento de los recursos que se disponían.

Pudiéndose notar que Argentina ha quedado muy relegada y desactualizada en material y avance tecnológico militar en comparación con otros países de la región y del mundo. Es evidente que la pérdida de capacidades que se ha venido gestando con los años y la falta de otras que jamás se introdujeron suponen un atraso sustancial, por lo cual salir requerirá inversión y planificación a largo plazo.

Inversión y planificación que no parecen ser en absoluto prioritarias para la casta de políticos que hoy pululan en todo el espectro partidocrático argentino y que suelen privilegiar banales proyectos contra la raíz cultural argentina, impulsadas por intereses de sectores y actores internacionales, en lugar de llevar a cabo políticas reales de proyección y de dimensionamiento de la Nación.

Estos políticos empeñados en un juego de subterfugios que a nada conducen salvo a la desintegración de nuestra ancestral cultura, poniendo en riesgo la integridad de la Nación toda, no creen necesaria la Defensa de la Nación, por ignorancia, soberbia o simplemente alineación ideológica, más preocupados por cuanto miden en una encuesta que por la grandeza de la Patria, prefieren el oro en su actualidad que el bronce de la posteridad.

Como un despropósito a propósito, desde el Señor Alfonsín, todos los gobernantes han descartado efectuar hipótesis de guerra y han ido desmantelando la política de Defensa y su apéndice más importante, el aparato militar, en un país que, recordemos, tiene un inmenso territorio y una zona económica exclusiva marítima, donde todos pescan menos los argentinos.

Tratemos en una breve síntesis de ver cómo anda el mundo desde el punto de vista de la política estratégica global, en esta era, y donde hay recrudecimientos de conflictos, así como también la probabilidad de que proliferen en toda América, incluyendo los Estados Unidos de Norteamérica.

Rusia, China y Estados Unidos están volviendo a una nueva etapa de “guerra fría”. ¿Los motivos? Varios y de diverso origen; en primer lugar, debemos observar los grandes intereses comerciales que afectan la relación de las tres potencias militares, hoy las más grandes del planeta, sus alianzas y sus áreas de influencia, en un mundo que pasa rápidamente de la globalización a la nacionalización y surgen nuevos e importantes actores.

La influencia en Europa de Alemania y sus acuerdos con los rusos para el Nord Stream 2, que es el nombre con que se conoce un gasoducto que conectará Rusia con Alemania y Europa Central y del Este a través de 1.200 kilómetros por el mar Báltico, encuentra una fuerte resistencia por parte de Estados Unidos.

Las presiones estadounidenses habían logrado suspender los trabajos desde diciembre de 2019, cuando la compañía suiza Allseas, encargada hasta entonces de la construcción del tramo submarino de Nord Stream 2, anunció su retirada definitiva del mar Báltico después de que Estados Unidos introdujera sanciones contra el proyecto gasífero. Tras un año de pausa y búsqueda de otras alternativas, al final asumió Rusia el tramo final de la obra, tal y como había adelantado que haría si no se encontraba otra solución.

Esta cuestión está implicando que buques rusos hayan retomado en aguas alemanas los trabajos. Se trata de un barco tendedor de tuberías submarinas, el “Fortuna”, que está acompañado por los buques logísticos rusos “Katun” y el “Baltiski Issledobatel” que instalará una sección de 2,6 kilómetros de tuberías en la zona económica exclusiva de Alemania, a una profundidad de menos de 30 metros.

Con este gasoducto lo que parece estar en juego es el equilibrio político y militar, aunque no es el único tema que suscita controversia. Para Europa gira, primero y ante todo, en torno a estas dos opciones, gas natural ruso a través de un gasoducto desde Siberia Occidental, o gas natural licuado (GNL) procedente de Estados Unidos mediante fractura hidráulica o por transporte marítimo, siendo éste significativamente más caro.

Europa va a seguir necesitando proveerse de ambas fuentes durante muchos años. Los gasoductos actuales como el Nord Stream 1 ya rinden a su máxima capacidad. Además, El tendido de Nord Stream 2 y su conexión a la red habilitaría técnicamente al Kremlin para reducir e incluso cortar los ingresos por importe de miles de millones que Ucrania recibe en concepto de derechos de tránsito y de los que tanto depende.

Siempre Rusia fue predecible en cuanto a la política de hidrocarburos se refiere. Hoy China, en calidad de mercado alternativo de consumo para Siberia Occidental, solo puede considerarse, de momento como una opción a largo plazo, de entrada, por motivos de distancia y, además, por los elevados costes que implicaría

Todo es muy complicado y casi todo está conectado a casi todo. El GNL estadounidense compite en los mercados con el gas natural ruso; y ambos, a su vez, con las grandes fortunas de la región del Golfo, de allí la complejidad en que ambas potencias elaboran sus hipótesis de guerra, su inquietud por arbitrar los conflictos en la región de Medio Oriente e incluso su proyección e influencia en el mar Mediterráneo.

Pero, además, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, inauguraron juntos el TurkStream, un gasoducto que transportará gas natural desde Rusia a Turquía, así como a países del sur y sudeste de Europa, tales como Bulgaria, Serbia y Hungría, que estarán entre los primeros en beneficiarse cuando la infraestructura esté completamente operativa.

En una especie de guerra del gas, Grecia, Chipre e Israel, han cerrado un compromiso para construir el llamado Estmead un gasoducto de casi 2.000 kms que permitirá llevar a Europa gas chipriota e israelí. Este gasoducto no es competencia para Rusia, ya que transportaría bajas cantidades del hidrocarburo.

En total, el Estmead se estima que podría proveer, para finales de la década, hasta un 10% de lo que hoy consume la UE y ayudar al bloque regional a ganar un margen de independencia de Rusia y Turquía, dos potencias con las que la UE ha mantenido fuertes conflictos políticos en los últimos tiempos.

Desde 1974, la isla de Chipre está dividida en dos: en el Norte, una república separatista apoyada por Turquía que el resto de la comunidad internacional no reconoce; en el Sur, la República de Chipre, un Estado miembro de la UE y cercano y aliado de Grecia,

Turquía no reconoce la República de Chipre y reclama su zona económica exclusiva en el Mediterráneo, la misma que el miembro de la UE ya abrió a exploración con licitaciones a la francesa Total, la italiana ENI, ExxonMobile y la estadounidense Noble Energy. Turquía mantiene una relación política tensa con Grecia, un aliado de la OTAN, pero un histórico rival regional y una de las principales razones por las que Ankara no ha conseguido entrar a la UE.

En el marco de esa rivalidad, Erdogan firmó un acuerdo limítrofe en diciembre pasado con el gobierno libio internacionalmente reconocido para crear una zona económica exclusiva en un corredor en el Mediterráneo que une de manera diagonal la costa de Libia con la turca, al este de la isla de Creta. Este corredor corta en dos el recorrido planeado por Israel, Chipre y Grecia para el gasoducto EastMed y, por eso, Erdogan ya advirtió que necesitarán la luz verde turca para poder construirlo.

Tenemos que decir que en los últimos tres lustros, Ankara ha invertido más de 30.000 millones de dólares en la creación de un complejo militar-industrial, que se mueve por directrices del gobierno y ya ha desarrollado tanques propios además de corbetas, helicópteros y misiles de diverso alcance y drones. Siendo el mayor cambio cualitativo en armamentos de la región; actualmente, el 70 % de las armas utilizadas por las fuerzas armadas turcas son fabricadas allí.

De esta forma, sus Fuerzas Armadas son cada vez menos dependientes de sus aliados occidentales en el ámbito técnico. Lo que también hace a Turquía más independiente política y estratégicamente En los últimos años la relación de la OTAN con Turquía, que forma parte de la misma, ha sido turbulenta, por no decir algo peor.

Preocupan la tendencia independista de Turquía y la adquisición de material ruso como el complejo de misiles escudo antiaéreo más sofisticado de Rusia, el S-400. Estados Unidos también advirtió a Ankara, en virtud de la Ley de lucha contra los adversarios estadounidenses mediante sanciones si se activa el sistema S-400. Se espera que el presidente electo Joe Biden adopte una postura más dura sobre el tema; es así como se han generado conflictos complejos de resultados impredecibles.

Pero si hay un actor que ha aprovechado la inestabilidad en Medio Oriente desde la invasión de Irak en 2003 y con la irrupción de las protestas de la llamada “primavera árabe” y la lucha contra el Estado Islámico, ese ha sido Irán. En los últimos años, la influencia iraní en la región se ha reforzado a través de una red de aliados en varios países.

Esa influencia se da en el contexto de conflictos como el de Siria o Yemen, y en la lucha contra el Estado Islámico en Irak. Es lo que se conoce como “eje de la resistencia” que, es una alianza marcadamente antiestadounidense y antiisraelí con la que Irán está reconfigurando el equilibrio de fuerzas y fortaleciendo su presencia en Medio Oriente

Además de Irán, dentro de esta alianza están Siria, el grupo Hezbolá de El Líbano, las milicias chiitas en Irak, Afganistán y Pakistán, y los hutíes de Yemen. Aunque el denominador común de estos grupos es que son chiitas, como la mayoría de la población de Irán, en el eje también se incluye un grupo sunita, el movimiento palestino Hamás, que debe su presencia en la alianza por compartir el enemigo con Irán: Israel.

Es posible que ningún país haya desafiado tanto a Estados Unidos después de la Guerra Fría como Irán, que no ha perdido oportunidad de limitar la influencia de Washington. Por eso Estados Unidos ha rodeado Irán con bases militares y sus gastos militares rondaron el doble del PIB del país persa en los últimos años. En un conflicto militar convencional, Teherán no tendría ninguna posibilidad.

Ante esto, los iraníes desarrollan una doctrina militar de disuasión basada en tres capacidades, un amplio arsenal de misiles balísticos, de crucero y anti-buque de desarrollo y fabricación propia, la amenaza de una guerra naval asimétrica, con el posible bloqueo del estrecho de Ormuz, y los lazos con grupos militantes no estatales.

En otro de los sectores calientes del planeta, está el conflicto del Mar de la China Meridional, mar que, de acuerdo con la denominación más extendida, aunque no la única, se encuentra emplazado en la región del sudeste de Asia y bordea el sur de China. Sus aguas albergan más de 400 islas, arrecifes y bancos de arena, y numerosos archipiélagos entre los que se destacan las islas Spratly y las Paracel.

El conflicto por este territorio se remonta a mediados del siglo XX, pero ha adquirido notable difusión en los últimos cinco años debido al incremento de acciones concretas de la República Popular China sobre los archipiélagos y a la respuesta político-diplomática de Filipinas en defensa de sus intereses territoriales.

Difícilmente pueda discutirse hoy en día la afirmación de que China se ha convertido en una potencia económica mundial. Lo inquietante en torno a esta aseveración es cómo este poderío económico se traducirá en poder político y, aún más preocupante, militar.

Es también indudable que sobre la base de poder económico se erigirá, eventualmente, un poderío militar con alcance regional, en primera instancia, y posteriormente global. En ese proceso, en el cual Beijing ya ha dado varios pasos firmes, se contemplan intereses estratégicos para la seguridad nacional china, como el abastecimiento energético y de recursos naturales y la defensa de los territorios reivindicados como propios.

En el caso del Mar de China Meridional se cruzan numerosas consideraciones estratégicas, energéticas y económicas, que se relacionan con la necesidad de asegurar el abastecimiento de recursos naturales y de obtener el control de la principal ruta marítima del este de Asia. Dadas estas condiciones, es de esperarse que, a menos que se alcance una resolución diplomática del conflicto que respete los intereses chinos, los enfrentamientos se intensificarán y el conflicto alcanzará una dimensión mayor con la intervención de actores extra regionales, como Estados Unidos.

También hay una escalada china en el Mar de China Oriental que linda con Japón. China está impulsando su reclamo sobre las islas Senkaku, administradas por Japón. Hasta ahora, Tokio ha reaccionado con mucha cautela, pero los últimos avances amenazan las relaciones chino-japonesas. Al parecer la estrategia china consiste en tres etapas de desgaste en el Mar de China Oriental.

La “normalización” de la presencia china en las islas, que ya ha tenido lugar debido al efecto de la habituación, cada vez más por sus propias fuerzas de seguridad, por ejemplo, mediante el amenazante acercamiento a los barcos pesqueros japoneses. Con este último paso, China estaría queriendo tomar el control completo del área. Los expertos en seguridad de Japón no esperaban que esto sucediera hasta dentro de una o dos décadas, pero ahora sucederá dentro de este decenio.

El avance hacia esta región del Mar de la China Oriental probablemente expresa la imagen fortalecida de China de ser una potencia mundial. Y el gobierno japonés es muy consciente de este desafío. En su nuevo Libro Blanco de Defensa Nacional, presenta la amenaza china a las Senkaku de manera tan aguda como nunca antes.

Para Japón, las autoridades chinas están impulsando “implacablemente” su reclamo sobre las islas y socavando lo establecido con actividades marítimas cada vez mayores. En la presentación del Libro Blanco, en julio, el entonces ministro japonés de Defensa Taro Kono dijo que una mayor intensificación podría desencadenar el uso de medios militares por parte de Japón.

Esa es la razón por la cual Japón desarrolla nuevas armas para sus fuerzas de autodefensa e intensifica su acercamiento a Estados Unidos, En ese sentido Japón fue anfitrión del “Diálogo de Seguridad Cuadrilateral” (QUAD) con Estados Unidos, India y Australia, que tiene como objetivo contrarrestar la búsqueda de poder de China en las vías fluviales y marítimas de Asia.

En este trabajo, por una cuestión de espacios, no mencionamos los conflictos puntuales que actualmente están en curso como los de Siria, Libia, República Centroafricana. Sudán del Sur, etc. donde participan facciones nacionales fuerzas extranjeras y “Compañías Militares Privadas” en un complejo entrecruzamiento de intereses en las denominadas “Guerras Proxy” aplicando diversas doctrinas como la de la guerra hibrida o la desarrollada por el General Valery V. Gerasimov.

Como se puede ver, en un mundo de controversias complejas y de muy variada dimensión, donde se producen permanentemente guerras asimétricas, híbridas e incluso moleculares, ningún país puede evadir las hipótesis de conflicto, en un mundo donde la mayoría de las naciones propenden a equiparse con materiales de guerra para afrontar las eventuales amenazas a su integridad. Ninguna nación puede quedar indiferente.

Muchos podrán decir que América del Sur está exenta de este tipo de confrontaciones, pero veremos que NO. Analicemos solo algunos de los conflictos en ciernes en la región, los tradicionales con posibilidades de derivaciones bélicas y los no tradicionales o novedosos como amenazas a las naciones que componen esta geografía.

Comenzaremos refiriéndonos a Venezuela y sus reclamos y conflictos. El primero que debemos mencionar es su controversia con la República Cooperativa de Guyana; el Esequibo es objeto de una histórica disputa territorial. Es administrada por Guyana, pero Venezuela la reclama como suya y la considera un área por delimitar. Es una zona con riqueza forestal y mineral, con abundancia de minerales de hierro y bauxita, lo que ha llevado a que Guyana haya instalado una de las principales industrias pesadas de América del sur. Asimismo tiene un gran potencial hidroeléctrico.

El conflicto se avivó en 2015, cuando la petrolera Exxon Mobil anunció el descubrimiento de un importante yacimiento en el océano Atlántico, justo en la zona que entra en el histórico diferendo territorial. Las exploraciones fueron realizadas con el aval de Georgetown y eso provocó la protesta del presidente venezolano, Nicolás Maduro.

Tras un revuelo diplomático, finalmente se decidió resolver el conflicto a través de los mecanismos de buenos oficios de la ONU, pero, de nuevo, no se llegó a una solución. Sin embargo, el gigante petrolero siguió en la zona haciendo prospecciones, que Venezuela considera ilegales, y halló más yacimientos.

Para comprender el estado de las fronteras venezolanas, es necesario tomar en consideración el amoldamiento a los intereses y estrategias geopolíticas del gobierno bolivariano, en un clima de confrontación permanente de acción y reacción. En este marco, el control militarizado de los territorios limítrofes sustituyó a las políticas públicas como forma de abordaje de las diversas problemáticas en los espacios fronterizos.

Actualmente, Venezuela comparte junto con su frontera colombiana una gran cantidad de problemas sociales y políticos, como, por ejemplo, la presencia de fuerzas guerrilleras en la línea fronteriza y la gran cantidad de contrabando ilícito que transita entre ambos estados. La frontera entre Colombia y Venezuela es una tormenta perfecta en la que proliferan grupos armados, narcotráfico y contrabando. El descontrol de ese territorio de 2.219 kms con apenas ocho pasos fronterizos y decenas de caminos informales, se agravó durante la pandemia de coronavirus.

Entre 2012 y 2020, casi 2,8 millones de venezolanos han ingresado en Colombia, según datos oficiales, a los que hay que añadir los desplazamientos pendulares diarios, en su mayoría fuera de control y que no encuentra garantías en los servicios sociales en materia de protección, acceso a salud, educación, o empleo, en Colombia Esto ha ocasionado que, desde finales del 2019, hayan ido retornando a territorio venezolano.

Es precisamente la precariedad económica uno de los elementos que agrava el cuadro general de inestabilidad. La falta de oportunidades o empleo formal es aprovechada por estructuras armadas ilegales que terminan convenciendo a la población migrante de participar en economías ilícitas, o en el peor de los casos, los convencen de ingresar a sus filas, convirtiéndose estos elementos en nuevas amenazas a la paz e integridad de ambas naciones.

Debemos puntualizar que hoy la denominada Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) está muy bien equipada. Deseoso de convertir a Venezuela en una potencia regional capaz de contrarrestar el poderío estadounidense, Chávez invirtió grandes sumas procedentes de la renta petrolera en modernizar la FANB.

Rusia fue, junto con China, el principal proveedor del armamento adquirido entonces. Durante años suministró varios modelos de aviones y helicópteros, así como tanques y unidades de artillería. La gran aportación rusa a la capacidad disuasoria venezolana fue la venta de los cazas Su-30Mk2, según los expertos, un aparato capaz de competir con los más avanzados aviones de combate estadounidenses gracias a su potencia de fuego, maniobrabilidad y prestaciones.

Venezuela, también potenció su capacidad de respuesta antiaérea; recibió tres unidades del sistema ruso S-300, otras tres del Buk M2A y once del S-125. Los misiles disparados por el S-300 VM tienen un alcance máximo de 200 kilómetros para aeronaves y 40 kilómetros para misiles balísticos.

La industria militar rusa proveyó también de tanques y unidades artilleras. La FANB adoptó además el fusil kalashnikov, quizá el arma de fabricación rusa más extendida del mundo, como su fusil reglamentario e incluso se acordó construir una fábrica de este modelo en la ciudad de Maracay.

Todo ello sin referirnos a los conflictos ideológicos que mantiene Venezuela con Estados Unidos, Colombia y Brasil; con este último con movilizaciones militares y alguna escaramuza en la frontera que comparten. Para muchos analistas esta zona de América del Sur podría convertirse en un escenario de guerra que involucraría a todo el resto de los países americanos. Recuérdese la amenaza concreta del presidente de Estados Unidos de invadir Venezuela, que por suerte no se hizo efectiva.

Si hay un país con hipótesis de guerras concretas y conocidas en esta zona del mundo, ese país es Brasil, donde, incluso, los mandos militares brasileños ven a Francia como amenaza en los próximos 20 años, según se filtró a la prensa de ese país. Brasil siempre consideró seriamente su proyección estratégica, sus avances diplomáticos a través del tiempo, Hoy es el país de América del Sur que tiene una mejor proyección militar y una industria para la defensa realmente de avanzada.

Toda la región está llena de complejos problemas de frontera como las disputas por sus límites de países como Perú y Chile, Perú y Ecuador, Bolivia y Chile, o Brasil y Bolivia. Tenemos que decir que todas las naciones involucradas en esos diferendos contemplan, para sus fuerzas armadas, hipótesis de conflicto, como puede verse al observar sus gastos y equipamientos militares, siendo Argentina el único país que, ocupado en parte de su territorio (las islas Malvinas) y del Atlántico Sur, descarta las hipótesis de guerra.

Siempre hay que repetir que desde 1983 a la fecha, la mayoría de los funcionarios políticos que fueron designados en el Ministerio de Defensa se han caracterizado por su ignorancia y desinterés en hipótesis de conflictos y en su negación por modernizar el equipamiento militar, la doctrina militar, la industria para la defensa dejando estos factores claves para la Defensa Nacional relegados en sus prioridades de gestión.

Como dato que confirma lo que decimos, el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), estableció que los recursos destinados al componente militar en Argentina en 2019 rondaron los US$ 3.143 millones, un nivel similar al que se destinaba a principios de la década de 1990. En ese mismo período el gasto militar brasileño pasó de US$ 7.000 a US$ 27.000 millones; el de Chile de US$ 1.200 a US$ 5.200 millones. Estos datos describen la desinversión del aparato militar argentino.

El factor científico y tecnológico dentro del ámbito militar no solo ha sido postergado, sino que se ha perdido y destruido en la mayor parte por desinterés de la casta política argentina. Acostumbrada a las recurrentes crisis stop and go del país, la industria de defensa nacional se muestra más como un símbolo de aspiraciones que de un conglomerado con una verdadera cuña dentro de las políticas científicas tecnológicas del país. La Industria para la Defensa debe aplicar al fin ulterior de la Defensa Nacional dentro del plano de la seguridad internacional y también convertirse en un medio para brindar beneficios de impacto social y económico que dinamice la actividad de diferentes actores internos de la vida de un país.

Otro aspecto que nunca se ha tenido en cuanta, es la doctrina de uso del aparato militar en la política de Defensa. Analizando la historia de los conflictos bélicos en el mundo, se puede concluir que la Doctrina Militar es tan importante como la disponibilidad de una gran cantidad de los mejores Sistemas de Armas o del personal militar mejor formado y adiestrado. La doctrina militar en una especie de “guía general” que sirve para estandarizar, orientar y dar cierto marco de referencia sobre qué hacer y cómo proceder ante las diversas situaciones a las cuales podría verse expuesta la organización militar. Tanto durante su entrenamiento en tiempos de paz como durante la guerra.

Si bien hay una “individualidad” en la doctrina militar de cada nación se advierte que hay ciertos aspectos que suelen ser “universales”, comunes a la mayoría de los cuerpos doctrinarios de los diversos países, esto debido a que responden a los principios esenciales del arte de la guerra. Dentro de la “doctrina militar” de un país se puede diferenciar tres niveles, a saber: la “Doctrina Militar Específica” (DME), propia de cada una de las Fuerzas Armadas; la “Doctrina Militar Conjunta” (DMC), que orienta y guía el accionar sinérgico y coordinado entre dos o más FFAA de un mismo país; y la “Doctrina Militar Internacional” (DMI), comúnmente conocida como “Combinada”, que permite la interoperabilidad entre FFAA de dos o más naciones.

A pesar de todo lo dicho hoy Argentina, tiene enfrente algunas oportunidades tentadoras. Descartada las compras lisas y llanas y en conocimiento público de la veda impuesta por el Reino Unido a productos de su procedencia para renovar el material de las FFAA argentinas, aparecen propuestas que incluyen la posibilidad de transferir tecnología y establecer centros locales de producción y mantenimiento.

A Argentina se le ofrece algo que debería haber buscado siempre en el tema de adquisiciones de equipos y que, de hecho, debemos recordar se produjo con Alemania en la década de los 70 con la producción del TAM, el Pampa, los submarinos TR-1700 y los navíos clase Meko, el Know How y la transferencia de tecnología para la producción.

Hoy es el caso de Rusia, que está muy interesada en cooperar con Argentina en materia militar y ha avanzado con múltiples propuestas que detonan la intencionalidad de crear un lazo estratégico a largo plazo con el país. Esta propuesta, el traspaso de tecnología, aunque no sea total, genera enriquecimiento del capital humano nacional, mano de obra altamente calificada, y una solución práctica para problemas engorrosos, como, por ejemplo, cuando un sistema se descompone o sencillamente, ingresa en mantenimiento. Esto acortaría los tiempos de reparación y mantenimiento, además de reducir los costos operativos.

Existe además una opción China, en un contexto parecido de traspaso tecnológico y en este caso cuenta, además, y según un reportaje reciente al Jefe de la FAA, Xavier Julián Isaac con el visto bueno de dicha fuerza, el avión JF-17, que está siendo construido por China en forma combinada con Pakistán; es una aeronave moderna y con bajo costo operativo.

En la actual escasez de medios de la Fuerza Aérea Argentina sin posibilidades de resolución a la vista, debería incentivar razones más que suficientes como para focalizarse en alternativas que permitan reponer un mínimo parque aéreo de combate en lo inmediato. Por lo que resulta imposible resistirse por estos días a la evolución del citado JF-17, especialmente cuando se lo aprecia con más que sobradas capacidades para asumir los roles que en la FAA quedaron vacantes tras la baja del SDA Mirage, así como los que se sumarán tras el inexorable y cada vez más cercano destino final de los A/OA-4AR Fighting Hawk.

Seguramente los políticos de turno hoy, seguirán dejando de priorizar la Defensa y quizás estas oportunidades, aun cuando insuficientes, relativamente factibles, no resulten tenidas en cuenta. Es que se requiere cierto conocimiento de casi todo lo público y un arte especial para gobernar. Un bien escaso, ya sea en Washington, Berlín, Bruselas o Moscú, y sobre todo en Buenos Aires. Demasiados “jefes de Estado” pero pocos estadistas.

 

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario.

Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos. 

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¿PUEDE SIRIA RENACER DE LAS RUINAS DESPUÉS DE UNA DÉCADA DE GUERRA CIVIL? EL PAPEL DE LOS JUGADORES EXTRARREGIONALES.

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de MichaelGaida en Pixabay 

Después de 10 años de guerra civil, según datos del “Observatorio Sirio de Derechos Humanos” (una organización no gubernamental con sede en Londres), 6.800 personas murieron en Siria en 2020, la cifra más baja desde 2011.

En total, en la larga y sangrienta década, 387.000 personas han muerto, de las cuales 117.000 civiles inocentes son víctimas de una guerra que comenzó con una protesta estudiantil y rápidamente se convirtió en una pequeña “guerra mundial” que vio a las fuerzas turcas, iraníes, rusas y estadounidenses en el campo, así como a los contendientes “locales”, a saber, el ejército leal de Al Assad y las diversas milicias indígenas, desde los kurdos del noreste hasta milicianos yihadistas de varios colores o extracciones.

Dada la importancia de Siria en Medio Oriente y en el equilibrio entre el Mediterráneo y el norte de África, puede ser útil volver a rastrear, antes de analizar los posibles acontecimientos de la situación geopolítica desencadenada por el conflicto, las cinco fases a lo largo de las cuales se desarrolló la guerra siria, que ha sido la consecuencia más explosiva y sangrienta de todo el fenómeno de la llamada “primavera árabe”.

La primera fase, en marzo de 2011, fue desencadenada por una manifestación de estudiantes en Deraa que, a raíz de las primeras protestas en Egipto y Túnez, tomaron las calles para exigir la democratización del régimen de Assad, basada en un grupo de liderazgo alauita (una secta minoritaria de derivación chiíta) que había estado en el poder durante más de cuarenta años en un país en el que los sunitas, enemigos históricos de los chiítas, que representan —entonces como hoy— 65% de la población.

La represión policial de las manifestaciones estudiantiles fue dura y, gracias en parte a una hábil campaña de información y desinformación de Al Jazeera —la estación de televisión de Qatar muy hábil en la defensa de los intereses de la “Hermandad Musulmana” protegida y apoyada por el emir de Doha— las protestas se extendieron rápidamente por todo el país, mientras las fuerzas de Al Assad trataban de controlarlas con puño de hierro militar.

Pronto, lo que parecía ser una reedición del 68 francés en forma árabe se convirtió en una evidente guerra civil.

A principios de 2012, la segunda fase de la crisis, la protesta en las calles se convirtió en conflicto armado debido al descenso al campo de milicias cada vez más armadas y organizadas, gracias a las armas y el dinero de Qatar y de la Turquía de Erdogan.

Mientras el régimen de Damasco comenzaba a perder el control de territorios estratégicos en el norte y sur del país, cediendo la ciudad de Alepo a los insurgentes, Irán —preocupado por la suerte del régimen y la minoría alauita—, hizo que las milicias intervinieran en el conflicto. Chiítas de Hezbollah, del vecino Líbano, y “asesores militares” del “Cuerpo de Guardia de la Revolución Iraní”, una poderosa organización paramilitar creada por los ayatolás, intervenían en el conflicto para defender los intereses de Teherán en el extranjero y la estabilidad de la república teocratica al interior.

En la primavera de 2013, el régimen sirio pareció al borde del colapso, pero gracias a la ayuda iraní logró mantener el control de la capital y de los puertos estratégicos de Latakia y Tartus, adonde  fue “invitada” una fuerte presencia naval rusa era.

La tercera fase marca la internacionalización del conflicto, con el nacimiento del autodenominado Estado Islámico y la intervención estadounidense y turca.

En junio de 2014, un grupo político-militar sunita formado por ex miembros iraquíes del régimen de Saddam Hussein, ante la ahora total marginación de la minoría sunita en Irak por parte de la mayoría chiíta, decidió formar el “Estado Islámico de Irak y Siria”, una organización militar yihadista destinada a construir una nueva nación sunita que atrapara a dos Estados considerados “bastardos” porque fueron concebidos por los anglo-franceses.

Las fuerzas armadas del Estado Islámico, bajo el liderazgo del “Califa” Al Baghdadi, conquistaron rápidamente la ciudad de Raqqa y los territorios del noreste en la frontera con Turquía y el Kurdistán iraquí y gracias inicialmente a la ayuda turca amenazaron con exterminar a la población kurda siria y establecer un sangriento régimen de terror en las zonas conquistadas.

La amenaza del Estado Islámico provocó la primera intervención estadounidense, con bombardeos dirigidos a defender a los kurdos, mientras que Turquía también apoyaba la formación de milicias sunitas reunidas bajo el acrónimo “Jabhat Al Nusra”, las que redujeron progresivamente el control del territorio sirio por las fuerzas leales leales a Damasco.

En 2015, la cuarta fase del conflicto, el destino del régimen de Assad parecía marcado: el ejército de Damasco ni siquiera controlaba toda la capital, el aislamiento internacional del régimen era casi absoluto y las fuerzas sunitas del Estado Islámico y de Al Nusra parecían destinadas a una victoria que entregaría Siria a los fundamentalistas y traería de vuelta al centro de la escena de Oriente Medio una Turquía neo-otomana cuyo líder, Tayyip Recep Erdogan, tiene como objetivo el doble objetivo de reducir permanentemente el irredentismo kurdo y garantizar el papel de Ankara como centro de gravedad de ese escenario.

Es en este punto que Rusia intervino directamente en el campo, flanqueando su fuerza aérea con las fuerzas iraníes desplegadas para defender a Assad y marcando una reversión del destino de un conflicto cada vez más confuso y sangriento.

En la quinta y última fase de la guerra siria, gracias al apoyo militar ruso, que casi conduce a un enfrentamiento directo entre Moscú y las fuerzas turcas, las fuerzas armadas sirias recuperaron no sólo el control total de la capital, sino también de todas las ciudades que habían caído bajo el control del Estado Islámico y de sus aliados, desde Alepo hasta Raqqa, ahora reducidas a una pila de escombros por los combates de calle a calle y los bombardeos rusos y estadounidenses.

La conquista final de Deraa, la ciudad simbólica de la guerra civil, por parte del ejército de Assad a finales de 2018 marcó el fin de las esperanzas de los sunitas y de sus partidarios internos y externos de derrocar al régimen laico-alauita en Damasco, pero, como muestran las 6800 muertes de 2020, Siria puede considerarse pacificada.

La guerra civil siria ha tenido impactos significativos en todo el Medio Oriente y Europa.

Más de 3 millones de refugiados han entrado en Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto. Algunos de ellos también llegaron a Europa a través de Grecia, mientras que Erdogan estaba “convencido”, con una donación de 7.000 millones de euros, de limitar, primero, y luego bloquear el flujo de migrantes sirios al Viejo Continente.

Siria, hoy en día, es un país en ruinas que, sin embargo, sigue siendo un centro fundamental para el equilibrio de Medio Oriente.

El papel desempeñado hasta ahora en el conflicto por Rusia, Irán y Turquía y, aunque marginalmente, por Estados Unidos e Israel, muestra que lo que parecía ser la “primavera árabe” en Damasco en realidad representaba un intento de explotar la impopularidad internacional del régimen de Assad para alterar los equilibrios regionales en favor de Ankara, Qatar y los sunitas más reaccionarios.

A pesar del golpe militar turco que, en 2019, intentó eliminar permanentemente la amenaza kurda de sus fronteras apoderándose del territorio sirio, Siria está volviendo gradualmente a integrarse en el mundo árabe.

Un mundo que ha sobrevivido al impacto de la falsa “primavera” que, mal analizado por un Occidente miope y superficial, no fue enmarcado en un primer momento en su ámbito más realista, es decir, el de un intento bien orquestado por la parte más reforzada del Islam político, de derribar a los gobiernos seculares del mundo árabe-musulmán.

Gracias al compromiso de Al Sisi en Egipto, Damasco ha vuelto a entrar en la Liga Árabe y ha restablecido progresivamente las relaciones diplomáticas con la mayoría de las naciones árabes. El Cairo, con su apoyo a Assad, está tratando de limitar la fuerte presencia de Irán en la región y el activismo sin escrúpulos del presidente turco Erdogan, quien todavía sueña con convertirse en el “dominus” del tablero de ajedrez.

La peor parte de la guerra siria ha terminado. El Califato ha sido derrotado militarmente, pero todavía controla algunas rebanadas de territorio en el noreste del país y sigue siendo capaz de llevar a cabo ataques esporádicos contra las fuerzas armadas regulares.

Turquía sigue siendo una amenaza para la estabilidad de Siria, un país semidestruido, con una economía colapsada, un colapso cerrado por las sanciones estadounidenses y por la pandemia del Covid 19.

Egipto, los Estados del Golfo y Rusia están trabajando para normalizar las relaciones de Siria con el resto del mundo, iniciando los primeros pasos en el proceso de reconstrucción física de un país en ruinas. China y Corea del Norte también están en el juego, un juego que tendrá repercusiones económicas importantes y positivas para los protagonistas del proceso en el futuro.

Por ahora, Europa y Estados Unidos están mirando, contentándose con mantener un sistema de sanciones indiscriminadas que tienen efectos negativos no sobre la estabilidad del régimen sino sobre el bienestar de sus ciudadanos.

Después de una década de guerra, Siria tiene derecho a la paz y a la reconstrucción, un proceso complejo al que Europa debe mirar pragmática y racionalmente, recordando la reflexión de Henry Kissinger de que “la paz no se puede hacer en Medio Oriente sin Siria”.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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