Archivo de la etiqueta: Turquía

DIEZ AÑOS DE GUERRA EN SIRIA Y LA SITUACIÓN ACTUAL (I)

Giancarlo Elia Valori*

Me centraré en Siria en varios artículos, considerando la importancia que el país ha tenido en las relaciones internacionales durante siglos.

Hace diez años, estalló una guerra civil en Siria. ¿Qué tiene de especial este conflicto? ¿Qué está pasando actualmente en el país? ¿Cómo viven los sirios y qué están experimentando? ¿Hay alguna perspectiva de lograr la paz?

El 15 de marzo de 2011, una de las primeras grandes protestas contra el régimen de Bashar al-Assad tuvo lugar en Damasco. En esa coyuntura, la fuerza de la “Primavera Árabe” controlada a distancia puso sobre la mesa la probabilidad de que un relativamente joven Bashar al-Assad (al comienzo de la crisis tenía 45 años, once de ellos como presidente del país) no se quedara en el poder. Sin embargo, la realidad resultó diferente, dada la fuerza tradicional del secularismo árabe sirio, un oponente del terrorismo islamista desde tiempos inmemoriales, junto con Argelia, Egipto, El Líbano, Túnez, Irak y Libia en ese momento.

Como resultado, la guerra en Siria se ha convertido en el conflicto más mortífero del siglo XXI. En 2021, el número de muertos ha alcanzado un estimado de 600.000 personas y varios millones de sirios se han convertido en refugiados. Teniendo en cuenta los conflictos de la segunda mitad del siglo pasado en términos de bajas, la guerra siria todavía es superada por la primera guerra del Golfo iraní-iraquí, que causó unas 700.000 muertes entre 1980 y 1988.

La migración de refugiados ha cambiado significativamente la situación política interna en los países donde se han visto obligados a buscar refugio: principalmente Turquía, El Líbano y Jordania, así como los Estados miembros de la Unión Europea, incluida Alemania, que ha atrapado astutamente a la élite intelectual de los refugiados mientras que, como de costumbre, Italia se está quedando atrás como una tercera rueda.

Siria se ha convertido en un territorio de abierta rivalidad entre las potencias mundiales y regionales: Rusia, Irán, Turquía y los Estados Unidos de América mantienen abiertamente sus tropas en su territorio. Docenas de países están involucrados en la guerra a través de varios grupos paramilitares y políticos que apoyan a las diversas facciones. Durante diez años el conflicto ha pasado por varias fases. De 2013 a 2017 Siria se convirtió en el territorio en el que se creó el primer “Califato” desde el 3 de marzo de 1924. La guerra civil, con la participación de otros países, se complementó con una guerra con terroristas —en un principio apoyados por los sospechosos habituales— cuya permanencia en Siria causó no solo miles de nuevas víctimas, sino también la destrucción de monumentos culturales de valor mundial.

Una vez uno de los países más exitosos de la región y un faro del secularismo islámico, Siria se ha convertido en un centro de gravedad para los extremistas políticos y los terroristas internacionales, un caso de prueba en las relaciones entre iraníes e israelíes, turcos y kurdos, chiítas, sunnitas, además de Rusia y Estados Unidos. Esta guerra fue descrita como un cuadro de mezcla de conflictos.

La duración de la guerra no es accidental sino totalmente natural. Desde el principio, hubo una fuerte presencia de fuerzas y actores externos en el país, lo que confundió todo. El 15 de julio de 2011, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) anunció que consideraba que la situación política interna en Siria era una guerra civil y exigió que se respetara el derecho internacional humanitario en el país. El 29 de julio, los rebeldes ya contaban con un ejército financiado por los sospechosos habituales: oficiales sirios desleales al régimen, liderados por el coronel Riyad Assad, anunciaron la creación del llamado Ejército Sirio Libre. Casi desde el principio, los intereses de los países de la región y de las potencias mundiales se manifestaron en el conflicto. En 2014, combatientes del grupo terrorista Estado Islámico (ISIS) comenzaron a infiltrarse desde el vecino Irak. En el otoño de 2015, los terroristas estaban a las puertas de Damasco. En 2014 Estados Unidos, que lideraba la lucha antiterrorista, comenzó a amenazar sus posiciones en Siria. A fines de 2017 el presidente ruso Vladimir Putin anunció la derrota de los terroristas y los Estados Unidos de América también reconocieron la derrota de ISIS.

En esa coyuntura, las fuerzas militares del gobierno legítimo de Assad comenzaron a restaurar el control sobre el territorio del país.

Los intentos de resolver el conflicto pacíficamente han fracasado hasta ahora. La base del acuerdo son los principios adoptados en Ginebra en 2012: la creación de un gobierno de transición con la participación de todas las partes interesadas; la celebración de elecciones presidenciales y parlamentarias; la elección de nuevas autoridades.

Uno de los elementos del acuerdo debería ser la adopción de una nueva Constitución: el 30 de octubre de 2019, el Comité Constitucional Sirio comenzó su trabajo. Sin embargo, sus participantes (reunidos en Ginebra) aún no han comenzado a redactar directamente el nuevo texto. Por lo tanto, las elecciones presidenciales (celebradas el 26 de mayo de 2021) se celebraron de acuerdo con la legislación vigente, y vieron la victoria de Bashar al-Assad con el 95,19% de los votos, es decir, 13.540.860 sirios (incluidos los refugiados en el extranjero), con su voto, rechazaron los intentos de aquellos del extranjero que intentaban cambiar el sistema político de su país.

Diez años después del comienzo de la guerra, la mayor parte del país está de nuevo bajo el control de las instituciones tradicionales sirias. Cabe señalar que en julio de 2020 se celebraron elecciones generales, que llevaron a los siguientes 250 representantes a la Asamblea Popular: 167 escaños para el Partido Socialista Árabe Baaz (transnacional); 50 escaños para los independientes no alineados con el gobierno sirio; 17 escaños para los independientes alineados con el gobierno sirio; 3 escaños para el Partido de la Unión Socialista Árabe Siria (Nasserites); 3 escaños para el Partido Social Nacionalista Sirio (Grandes Sirios); 2 escaños para el Partido del Pacto Nacional (Nacionalistas); 2 escaños para el Partido Socialista Unionista Sirio (nasseritas izquierdistas); 2 escaños para el Partido Comunista Sirio (antirre revisionista)-Bakdash; 2 escaños para el Partido Comunista Sirio Unificado (Gorbachovianos); 1 escaño por el Partido de la Unión Democrática Siria (Nasserites); 1 escaño por el Partido Unionista Democrático Árabe (Nasserites); 1 escaño para el Partido Unionista Socialista Democrático (Nasserites).

Sin embargo, grandes áreas en el norte a lo largo de la frontera con Turquía están actualmente controladas por fuerzas pro-turcas: las tres operaciones militares de Turquía han creado una zona de amortiguación en la frontera. Turquía está construyendo hospitales y escuelas de medicina, así como abriendo sucursales de universidades y desconectando líneas eléctricas de su territorio para abastecer a la región de electricidad (a un precio de 0,09 dólares por kilovatio). 

A lo largo de la frontera más cercana a Irak está el área de responsabilidad de los kurdos, que históricamente viven allí pero se opusieron a Assad durante la guerra. Cuentan con el apoyo de los Estados Unidos de América, que mantiene bases en Siria, incluida la protección de los campos petroleros. De hecho, las áreas controladas por Rusia y los Estados Unidos son más grandes debido al uso de la aviación.

Otras dos áreas permanecen bajo control terrorista: en Idlib, Hayat Tahrir al-Sham (anteriormente Jabhat al-Nusra) e ISIS. Las áreas en el suroeste (provincias de Deraa y Quneitra) están controladas por varios grupos armados de oposición que se han reconciliado con el gobierno de Assad. Siria ha estado bajo sanciones estadounidenses desde diciembre de 1979. Actualmente, junto con Siria, la lista estadounidense de países que patrocinan el terrorismo incluye a Cuba, Irán y Corea del Norte. Estos países no tienen derecho a recibir asistencia financiera de los Estados Unidos de América y también están sujetos a una prohibición de la exportación de productos de doble uso y a restricciones financieras. Más tarde, Estados Unidos impuso nuevas restricciones, que se endurecieron después del estallido de la guerra en 2011. La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) amenazó con restricciones a las personas y organizaciones que brindan asistencia financiera al gobierno sirio.

Antes del estallido de la guerra, sin embargo, Siria era uno de los países más ricos de la región. En el período de 2011 a 2018, el PIB anual del país cayó en casi dos tercios, de 55 mil millones a 20 mil millones de dólares estadounidenses. Durante los años de guerra, las vidas del 80% de los sirios cayeron por debajo del umbral de la pobreza y la esperanza de vida promedio se redujo en 20 años. El país sufre de una escasez de médicos y enfermeras, maestros, técnicos y funcionarios calificados. Durante los años de la guerra, se crearon centros de influencia y estructuras en la sombra, que no estaban interesados en la transición hacia el desarrollo pacífico, aunque en la sociedad siria, en los círculos económicos de los sectores de la economía real y entre algunos funcionarios públicos, estaba surgiendo una demanda de reformas políticas. Sin embargo, en una atmósfera de miedo constante, el diálogo no parece abrirse.

Este año puede ser uno de los más difíciles para Siria: el presupuesto es más bajo que en cualquier año del conflicto. En la lira siria, su volumen ha aumentado, pero es de solo 3.360 millones de dólares, un 10% menos que en el año anterior. Los principales problemas son los siguientes: la depreciación de la lira siria (antes del conflicto, el tipo de cambio era de 45 liras sirias por dólar, este año ha alcanzado un mínimo histórico – 1.257,86 liras por dólar – y en el mercado negro puede alcanzar cuatro mil liras); el aumento de los precios de los alimentos (para muchos productos, los precios se han duplicado); la falta de petróleo y gas. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU estima que el 60% de los sirios (alrededor de 12,4 millones de personas) están en riesgo de hambre. Por ejemplo, un vendedor de verduras en Damasco con una familia de nueve hijos gana cinco dólares al día. Dos de sus hijos no van a la escuela porque no puede pagarla. Uno de sus hijos se va a Alemania y trata de mantenerlos. Otro niño pasa de tres a cinco horas al día hacienda cola por pan cuyo precio está subsidiado por el Estado. Debido a la escasez de harina, muchas panaderías subsidiadas operan en forma intermitente. (1. continuará)

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

©2021-saeeg®

ALIANZA TURCO CATARÍ Y LA DIMENSION IMPERIAL

Marcos Kowalski*

La región que conocemos como “Medio-Oriente”, constituye un puente entre Europa y Asia, con países ricos en hidrocarburos y minerales, y donde la mayoría de su población practica una de las religiones más difundidas de la tierra, el islam. Cuna de una infinidad de civilizaciones precursoras de nuestra cultura, fue, es y posiblemente seguirá siendo, una zona de conflictos, confrontaciones y disputas por la hegemonía, el poder y las riquezas.

Hoy la disputa por ese poder se centra en tres grandes ejes, el árabe, el eje iraní y el turco-catarí. Este último eje, el de más reciente formación en la puja de influencias en la región está compuesto por Turquía y Catar donde aparentemente es Ankara la que desarrolla una política agresiva en toda la zona e, incluso, avanza hacia el Mediterráneo y África del Norte. Si se despliega un mapa de Medio Oriente, Norte de África, Mediterráneo Oriental y Asia Central, es posible apreciar que Turquía está presente en varios de los conflictos de la región.

Hace pocos años Ankara decía tener “cero conflictos con sus vecinos”. Hoy está presente de forma controvertida en Siria, Libia y Nagorno-Karabaj. Tiene serios problemas con los kurdos en su territorio y en Siria, una peligrosa confrontación con Atenas por Chipre y con otros países por recursos energéticos en el mar Mediterráneo. Igualmente, crecen las tensiones con Rusia, Estados Unidos, Israel, la Unión Europea y la OTAN.

Para entender el anhelo expansionista de los turcos debemos recordar que, durante 600 años, con especial auge en los siglos XVI y XVII, el Imperio otomano dominó desde el sureste de Europa hasta los territorios que actualmente son Austria y Hungría, los Balcanes, Grecia, parte de Ucrania, Irak, Siria, Israel, los territorios palestinos y Egipto. Su poderío alcanzaba Argelia en el norte de África y gran parte de la península arábiga.

La relación de Turquía con Catar se remonta a hechos históricos en la península arábiga. Esta península, debido a su tamaño y condiciones climáticas rigurosas estaba habitada casi por la totalidad de la población en sus costas y dividida en tribus gobernadas, durante el siglo XIX, por una suerte de reyes, los sheikhs, los jeques. Fue por aquel entonces que el Imperio otomano trató de conquistar el este de la península.

En 1871 los otomanos enviaron un emisario a Catar, gobernada por la dinastía de Al Thani, quienes aceptaron las condiciones otomanas pasando a convertirse en parte del imperio. Alojó tropas turcas permitiendo que se utilizara el territorio catarí como base de operaciones otomanas en la península. La familia Al Thani ha gobernado el país desde su fundación en 1850 con una serie de sucesiones de poder que no siempre han estado exentas de contratiempos.

También en el mismo siglo XIX, llegó el wahabismo, una forma estricta y conservadora del islamismo, hoy en día la religión oficial de Arabia Saudí, propiciada desde el comienzo por la casa de Saúd, donde se les dio a los wahabitas el control total de la vida social y cultural del reino, lo que significaba que tendrían el control de la educación y del sistema judicial.

Algunos afirman que el wahabismo es «el padre ideológico» del “Estado Islámico”. La dinastía Al Thani de Catar aceptó esta corriente religiosa expansionista y con ambición de dominio de toda la península árabe, tratando de dominar incluso Omán y los actuales Emiratos Árabes donde esta corriente fue rechazada.

Los otomanos abandonaron la península de Catar en 1915. Desde entonces y hasta los años 70 del siglo XX, los cataríes siguieron una trayectoria comercial y política parecida a las otras monarquías de la península arábiga. También, por entonces, se retiraron los británicos de la península, debiendo los jeques tomar el control sobre sus territorios.

Los jeques de Abu Dabi, Dubái, Ajman, Fuyaira decidieron confederarse y dar lugar a los Emiratos Árabes Unidos mientras que los reyes de Bahréin, un emirato de la costa oriental de la península arábiga y Catar se constituyeron en estados independientes.

En Turquía, tras la desintegración del Imperio otomano en 1918, apareció la figura de Mustafa Kemal Atatürk, quien pese a opiniones encontradas, existe consenso en que fue una de las figuras más importantes del siglo XX. Fue el primer presidente de la República de Turquía y se mantuvo en el cargo durante 15 años con una alta popularidad.

En la actualidad gobierna Turquía Recip Tayyip Erdogan, del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que gobierna desde 2002, adoptando una política exterior cada vez más ambiciosa, con el trasfondo mítico del Imperio otomano. Debemos recordar que durante la Guerra Fría, Turquía era un fuerte aliado de Occidente como miembro de la OTAN y del Consejo de Europa.

Debido a su posición geográfica y sus características culturales, en la que conviven el islam con una fuerte tradición secular, se le consideraba un puente con Oriente a la vez que un muro de contención frente a la influencia de la ex-URSS y, en particular desde septiembre de 2001, del islam político radical. Este esquema, sin embargo, no estuvo exento de problemas. Ankara está enfrentada a Grecia, otro miembro de la OTAN, por la soberanía de Chipre desde que Turquía invadió el norte de esta ex colonia británica en 1974.

A partir de ese año, 1974, con el aparente propósito de encontrar entre los musulmanes apoyo para sus pretensiones sobre Chipre, Turquía se involucra en la “Conferencia Islámica”, una importante organización islámica transnacional aportando financiación.

El gobierno del Estado de Qatar lo ejerce el Emir, quien es el monarca y jefe de Estado del país, así como el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y garante de la Constitución. En 1995 se produjo un golpe de estado en Qatar, donde Hamad Al Thani desplazó a su padre del poder y lo asumió, decidiendo hacer una política muy separada de los otros países árabes de la península.

A raíz de esta posición de Qatar, hoy está sumido en una disputa diplomática con sus vecinos, incluidos Arabia Saudí, Bahréin y Egipto. Esa fue la razón que, para impulsar la posición política catarí, se creó la cadena informativa Al Jazeera. En 2010, comenzó la conocida como “primavera árabe”, una serie de revueltas a lo largo de todo el mundo árabe dese Marruecos hasta Yemen, atribuidas a la popularización de los teléfonos celulares y de las redes sociales y sobre todo al islam.

Es en 2010 también donde Estados Unidos hizo uno de sus tantos giros en su política exterior, priorizando los asuntos de Asia, concentrando sus recursos en la confrontación con China y dejando de lado a Medio Oriente y asignando a Europa un papel mucho menor en la política de Washington que el que venía teniendo hasta entonces, dejando un mayor campo de maniobra para las potencias regionales de esa zona.

Esta situación propició una política mucho más activa por parte de Turquía para poder garantizar sus intereses, en contraposición de los intereses de Arabia Saudí e Irán, prevaleciendo sobre todo su interés en la seguridad, tratando de negar a las demás naciones el acceso a una preeminencia en la región: los turcos aprovechan esta coyuntura para ganar más peso en la zona y Catar va acercándose a Ankara para resguardarse de sus poderosos vecinos.

Hasta ese momento el país predominante en el área era Arabia Saudí. Bahréin, Emiratos y el mismo Catar, se agrupaban en torno al Consejo de Cooperación del Golfo principal foro político regional, que actuaba bajo La influencia de Riad. Con la llegada de las revueltas de la “primavera árabe”, que se supone impulsaban “los Hermanos Musulmanes”, las posturas de los integrantes de este foro comenzaron a diferenciarse.

Arabia Saudí y Bahréin se oponen decididamente a estas “revoluciones”, sin embargo, los cataríes, acompañando a Turquía, decidieron apoyar las revueltas islamistas en Siria, Palestina o Egipto. Desde el 30 de junio de 2013, cuando tuvieron lugar las manifestaciones multitudinarias contra el gobierno egipcio de Mohammed Morsi, que acabaron con el golpe de estado de Abdul Fatah Al-Sisi, Turquía se convirtió en el lugar de refugio para los “Hermanos Musulmanes”.

Muchas de las reuniones que la Hermandad ha celebrado han tenido como central de operaciones Estambul y, como aliado, al gobierno de Recep Tayyip Erdogan, presidente turco. Esta alianza ha sido utilizada ahora por Ankara, que ha solicitado la ayuda de “los Hermanos Musulmanes” tanto en Catar como en la capital turca, para su campaña contra la demarcación egipcia y griega de sus respectivas fronteras marítimas.

Pero ¿quiénes son los “Hermanos Musulmanes”? La organización llamada Sociedad de los Hermanos Musulmanes, también conocida como Hermandad Musulmana o Hermanos Musulmanes, nació en 1928 en Egipto. Con una red de simpatizantes y miembros de entre medio y un millón de personas en un país de una población total de 80 millones y con una gran influencia internacional, es una de las organizaciones islamistas con mayor presencia exterior. El ideario de esta cofradía nace apoyado en la vuelta al islam primigenio, basado en El Corán y la Sunnah, y en la implementación de la Sharía como única forma de gobierno.

Este grupo toma caminos divergentes; por un lado, están los que abogan por un movimiento pacífico, cuya actividad se basaría en distintas iniciativas y servicios de carácter social, mientras que la otra rama es más proclive de intensificar la actividad del brazo violento, convirtiéndose en el germen de algunos de los grupos yihadistas de la actualidad

Para Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y muchos países dentro de Medio Oriente, los Hermanos Musulmanes suponen una gran amenaza, “Los Hermanos Musulmanes” mediante una posición de medios aparentemente pacíficos e incluso altruistas, construyendo escuelas e instituciones de ayuda comunitaria, propician acciones que terminan siendo violentas en su intención de la creación de un súper estado islámico.

Cuando Arabia Saudí y sus aliados, entre otros, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos comenzaron en 2017 un boicot contra Catar, que ya terminó, Turquía apoyó al emirato, también a través del envío de alimentos. Lo que une a Turquía y Catar es, principalmente, su buena relación con los Hermanos Musulmanes y la interpretación social revolucionaria del islam.

En Arabia Saudí el Consejo Religioso Saudí, afiliado a la cúpula estatal en Riad, calificó a los Hermanos Musulmanes de “organización terrorista”; además, el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, en octubre de 2018 en el consulado saudí en Estambul, sigue siendo un lastre para las relaciones entre ambos países.

A pesar de que hay cierto intento por parte de los turcos de acercarse y mejorar sus relaciones con los países árabes, sobre todo, con Arabia Saudí y Egipto —que algunas fuentes árabes califican como parte de la estrategia híbrida para toda la región de Ankara, con miras a posicionarse mejor—, sebe destacarse que Turquía está atravesando por una situación interna complicada en lo económico y político.

Las relaciones con Egipto también suelen ser cuando menos complicadas. En 2013, el gobierno turco había criticado duramente el golpe de estado contra el expresidente egipcio Mohammed Mursi, que provenía de las filas de los Hermanos Musulmanes. Mursi fue derrocado por el ejército egipcio y desde 2014 Abdelfatah Al Sisi es presidente.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, también señaló el viernes 7 de mayo de 2021 que su país quería fortalecer la “histórica” amistad con Egipto. El anuncio siguió a conversaciones directas entre altos representantes diplomáticos de ambas naciones; aun cuando el dialogo existe, la situación entre ambos países es complicada.

Turquía ha venido construyendo en las últimas décadas un aparato militar y una industria para la defensa capaz de desarrollar y construir los elementos necesarios para la intervención en distintos escenarios y Catar ha participado financiando no pocos de estos proyectos. En la estrategia expansionista de Turquía, el aparato militar es una parte muy importante.

En el teatro de operaciones de Siria, los turcos, quizás analizando las acciones híbridas de los rusos y su doctrina Gerasimov, ha aprendido a desarrollar un accionar que roza la violación del Derecho Internacional Público, pero que les han están dando resultados, tanto en Siria, como en Libia o Nagorno-Karabaj.

Mientras en el ámbito internacional la relación de Turquía puede ser analizada con cada uno de los Estados. Según algunos analistas la que mantienen los turcos con Rusia ha girado desde el siglo XXI alrededor del control de los Balcanes, el mar Negro, el Cáucaso y la influencia en Medio Oriente.

Aunque tienen posiciones diferentes en varios conflictos, comparten una visión estratégica. Tanto Erdogan como Putin consideran que el mundo es multipolar y que sus países merecen, junto con China y otros emergentes, una cuota de poder mayor frente a Estados Unidos y a Europa.

Francia y Turquía se han enfrentado debido al papel ambiguo de París en Libia. El gobierno de Emmanuel Macron tiene también disputas con Ankara por el acceso a fuentes de energía en el Mediterráneo oriental y el apoyo con venta y suministros de armamento francés a Grecia.

En Libia, a cambio de su apoyo en la constitución de la Tripolitana (hoy Libia está dividida en Cirenaica, de influencia egipcia, Tripolitania, de influencia turca y Fezzan), Turquía ha obtenido del gobierno libio de Trípoli, la creación de una zona marítima exclusiva en el Mediterráneo, con el fin de competir con los proyectos de Grecia y Chipre.

Las relaciones con Estados Unidos son también contradictorias. Estados Unidos y la OTAN tienen en Turquía la importante base militar de Incirlik, desde la cual ha realizado operaciones, entre otras, en Irak y Afganistán. Erdogan ha amenazado con cerrarla.

Así también, en 2019, el gobierno turco se inclinó por adquirir de Rusia el sistema de defensa antimisiles S-400 Triumph, alegando que Washington no le había querido vender misiles Patriot en 2017. Como represalia por esa compra, el Departamento de Defensa estadounidense tomó la decisión definitiva de eliminar a Truquía del programa de aviones de combate F-35.

Con la Unión Europea es improbable que en un plazo medio se negocie la integración de Turquía. Ankara tiene una carta fuerte ante la UE, la presencia de millones de refugiados de Siria y otros países que esperan en su territorio la oportunidad de marchar hacia Europa.

Ankara hizo un pacto con la UE en 2016 para contener a los refugiados a cambio de 6.000 millones de euros. La renovación del acuerdo sobre la contención de los refugiados sirios en territorio turco se ha complicado por el intento de Ankara de relocalizarlos en parte de Siria y las relaciones económicas entre las dos partes están alteradas por la crisis financiera turca.

Es que como expresan muchos observadores europeos, desde la perspectiva de la UE, Turquía tiene una triple identidad: es un socio estratégico de Europa, especialmente en la economía y el comercio, es un adversario en el Mediterráneo oriental y Oriente Medio y un jugador negativo en la OTAN.

Sus acciones militares, complementarias de las políticas (y acciones híbridas), psicológicas, de propaganda o tecnológicas, de campañas expansionistas, están apoyadas en tres pilares, las compañías militares privadas (más o menos integradas por mercenarios), la extraordinaria industria para la defensa y las fuerzas militares propiamente dicha.

Turquía intenta recuperar la influencia del Imperio otomano con imprevisibles consecuencias para el equilibrio internacional. Sectores civiles y militares turcos consideran que su país es una potencia regional emergente con fuertes capacidades demográficas, económicas y comerciales. Tiene fronteras con ocho Estados y el 74% de la población total (84.339.067 personas) profesa el islam sunita.

Entre los turcos, diferentes escuelas de pensamiento, han promovido desde el final de la “Guerra Fría” que Turquía tenga una visión expansiva de sus intereses (la estrategia “Patria Azul”) y compita con las monarquías sunitas del golfo Pérsico por la hegemonía regional.

Entonces, frente al bloque occidental, y con el propósito de reeditar un imperio, se ha erigido una alianza, tradicional, pero fortalecida, formada por Catar y Turquía. Durante el Comité Estratégico Superior Catarí-Turco, celebrado en Doha, en su quinta edición, un ministro catarí, Mohamed bin Abdulrahman Al Thani, ha reafirmado: “Deseo y determinación sinceros de conseguir pasar de las relaciones bilaterales a una asociación estratégica integral”, que permita abrir “nuevas áreas de cooperación”. Por su parte, su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu, ha destacado el papel desempeñado por el Comité, que sirve como “un paraguas importante para todos los aspectos de la cooperación bilateral entre los dos países”.

Analizando las relaciones entre ambos Estados, podemos ver, en el ámbito económico que en las cuatro ediciones previas del Comité (la primera tuvo lugar en el año 2015), Catar y Turquía han firmado 45 acuerdos y memorandos de entendimiento. Esto ha venido acompañado por un incremento de las inversiones, tanto de Turquía en Catar como viceversa.

Los datos disponibles arrojan unos 11.600 millones de dólares en fondos turcos destinados a proyectos ubicados en Catar, entre los que sobresale la Copa Mundial de la FIFA 2022. Mientras que las inversiones cataríes en el país euroasiático superaron, ya en 2017, los 20.000 millones de dólares, lo que le permitió al emirato configurarse como el segundo mayor socio inversor de Turquía.

En 2018, Catar volvió a anunciar un nuevo paquete de inversiones, valorado en 19.000 millones de dólares, de los cuales, 650 millones estaban destinados al sector primario (agricultura y ganadería). Por su parte, cabe destacar, también, que el volumen del comercio logró, en el año 2018, la significativa cifra de 2.400 millones de dólares, lo que implicó una duplicación con respecto al año anterior.

En lo que hace a la cooperación militar, en diciembre de 2017, se creó el Comando de la Fuerza Conjunta Combinada Catar-Turquía en la base denominada Tariq bin Ziyad, con capacidad para 3.000 soldados. Desde entonces, ambos países han ido reforzando los programas combinados de dicha cooperación. Ejemplo de ello fue la apertura de un centro turco de simulación de helicópteros en territorio catarí, que permite el entrenamiento de pilotos. La inversión total desembolsada alcanzó los 39 millones de dólares.

Es importante concluir que, además de reforzar los vínculos con el emirato, Turquía persigue una ambición más profunda, como hemos dicho, en el intento de recuperar su influencia, reeditando las viejas glorias del Imperio otomano. En ese sentido viene expandiendo su red de cooperación militar, ha abierto varias instalaciones militares en el extranjero alrededor del mar Rojo, del mar Mediterráneo y del golfo Pérsico, que amplían la proyección de poder regional del país.

Erdogan ha ido ganando control sobre las fuerzas armadas (tradicionalmente seculares) y adoptó una posición radicalizada, pro islam, a partir del intento de golpe en su contra en julio de 2016 con actitudes intervencionistas con motivo de la “primavera árabe”, cuando apoyó a los Hermanos Musulmanes en Egipto y a milicias islamistas contra Bashar Al Asad en Siria.

Pero la crisis económica y financiera y la fuerte presencia de refugiados sirios (3,7 millones) ha deteriorado al partido de Erdogan y le ha dado más peso al Partido de Acción Nacional, nacionalista y de ultraderecha. En la actualidad, se habrían fusionado las escuelas islamistas del PJD con la nacionalista, antioccidental y pro-asiática, en la que coinciden civiles y militares, que propugna la proyección de fuerzas y el establecimiento de bases militares, la reivindicación de derechos marítimos y ganar espacios geográficos, incluyendo varias islas bajo soberanía griega.

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos. 

©2021-saeeg®

 

RUSIA, TURQUÍA Y EMIRATOS ÁRABES UNIDOS. LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA ORGANIZAN E INVESTIGAN.

Giancarlo Elia Valori*

18 de agosto. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se recibió la visita del asesor de seguridad nacional de los Emiratos Árabes Unidos, Tahnun bin Zayed al-Nahyan, en Ankara. Foto: Oficina presidencial de prensa / REUTERS.

El FSB (Federal’naja Služba Bezopasnosti Rossijskoj Federácii, el Servicio Federal de Seguridad de la Federación de Rusia), creado en 1995 a partir de las cenizas del Komitet Gosudarstvennoj Bezopasnosti (KGB), el Comité de Seguridad del Estado, está listo para responsabilidades adicionales en virtud de la nueva estrategia de seguridad nacional. La reciente redefinición del papel del FSB por parte del presidente Putin proporciona algunas indicaciones sobre la estrategia de seguridad nacional que pronto se anunciará, una estrategia que afectará los mares, las fronteras y la seguridad de la inteligencia estratégicamente importante.

El 1° de junio de 2021, el presidente Putin emitió un decreto que describe las nuevas prioridades que se darán al FSB en la estrategia de seguridad nacional revisada de Rusia, que reemplaza a la que terminó oficialmente el año pasado. Los cambios en el marco regulatorio del Servicio de Inteligencia, incluido el periférico, proporcionan algunas indicaciones sobre las prioridades de seguridad rusas. Algunos de los principales cambios incluyen responsabilidades adicionales para la seguridad de la inteligencia, la lucha contra el terrorismo, el control de fronteras y una mayor protección de los intereses marítimos.

El control de las fronteras y las diversas referencias a la lucha contra el terrorismo en su sentido más amplio —como lo definió recientemente Rusia— significa confiar al servicio de seguridad una serie de nuevas áreas y tareas, incluida la redefinición de los procedimientos para detectar la radicalización política.

El control fronterizo también se refuerza en las normas revisadas, con los guardias de fronteras del FSB adquiriendo registros, archivando y almacenando datos biométricos y obteniendo y procesando información de ADN obtenida durante los controles fronterizos.

Los detalles sobre el acceso a suelo ruso arrojan luz sobre los problemas del Kremlin con sus propios compatriotas. En el artículo sobre la participación del FSB en el control de la entrada en Rusia, el decreto menciona los “territorios que requieren autorización especial” como Transnistria, algunas partes de Georgia y el este de Ucrania, y establece que el FSB participará en un programa nacional para facilitar la repatriación voluntaria de los rusos que viven en el extranjero.

La inteligencia es un activo valioso y su seguridad siempre ha sido una de las principales preocupaciones del Kremlin. Por lo tanto, la nueva estrategia convierte al FSB en la agencia líder, no solo en el usuario final con respecto a las computadoras, la seguridad y el cifrado de telecomunicaciones.

Supervisará la implementación de la nueva seguridad tecnológica en toda la comunidad. Todo esto se esbozó en diciembre en una ley que redefinió el papel del Centro de Licencias, Certificaciones y Protección Estatales del FSB. Concederá licencias para el uso de “medios técnicos especiales y equipos destinados a recibir información en secreto”.

El FSB también examinará las patentes de invenciones clasificadas. Además de su papel oficial en la guerra de inteligencia, el FSB tiene la tarea de producir más medidas de seguridad para proteger la identidad de los agentes de inteligencia rusos y mantener la confidencialidad de sus propios funcionarios, oficiales y soldados.

El Servicio de Seguridad Interna también establecerá un nuevo procedimiento para inspeccionar a los agentes y personas que ingresan al ejército, los servicios de inteligencia y la Administración Federal. Utilizando la protección de la vida marina como una tarea adicional, el FSB también tendrá mayores responsabilidades para los mares, incluida la competencia y los poderes sobre la protección de los caladeros fuera de la zona económica exclusiva de Rusia, el establecimiento de puntos de control para los buques pesqueros que entran o salen de la zona, y el poder de suspender el derecho de paso para los buques extranjeros en ciertas zonas marítimas rusas.

El Servicio también definirá la estructura de las oficinas operativas en las zonas marítimas. Estas medidas siguen a una ley adoptada en octubre pasado que describe el papel del FSB en “establecer controles y verificaciones en la pesca y la conservación de los recursos biológicos marinos”.

Un concepto importante en la historia y la vida rusa es el silovik. Es representante de los organismos encargados de hacer cumplir la ley, los organismos de inteligencia, las fuerzas armadas y otras estructuras en las que el Estado delega el derecho al uso de la fuerza. Este concepto se extiende a menudo a los representantes de los grupos políticos, pero también a los hombres de negocios, asociados con las estructuras de poder en Rusia o anteriormente en la Unión Soviética.

Como término de la jerga, esta palabra se usa en otros idiomas como un término político amplio en la conversación cotidiana y en el periodismo para describir los procesos políticos típicos de Rusia o la antigua Unión Soviética. La etimología de la palabra es la palabra rusa sila, que significa fuerza, fuerza y poder.

Tratando de renovar el concepto antes mencionado, el presidente Putin proporciona impulso e inyecta un nuevo impulso en el significado de esta palabra. Después de poner el tema en la agenda del Consejo de Seguridad Nacional del pasado 28 de mayo, el presidente ahora está presionando para la publicación de la estrategia de seguridad nacional. Se ha retrasado a pesar de que el Secretario Adjunto del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia (Sovet bezopasnosti Rossijskoj Federacii), Sergej Vachrukov, había anunciado que se publicaba en febrero.

Como podríamos creer comúnmente, los pasos para fortalecer los servicios secretos rusos no se centran tanto en el “derby” entre agentes secretos antes mencionado y al estilo de una película, sino que están dirigidos principalmente al adversario “otomano” tradicional de Rusia, a saber, la vecina Turquía.

La reunión oficial del presidente Erdogan con el asesor de seguridad nacional de los Emiratos Árabes Unidos, Tahnun bin Zayed al-Nahyan, y los renovados lazos con Abu Dhabi son el resultado de operaciones de inteligencia regionales entre bastidores en las que el Kremlin quiere ver directa y claramente.

Si bien todavía existe una profunda división política entre Rusia y Turquía, y entre Turquía y los Emiratos Árabes Unidos, el presidente turco espera alentar la inversión futura de los Emiratos. La reunión sin precedentes del presidente turco Erdogan con el representante de seguridad nacional de los Emiratos Árabes Unidos, el mencionado Al-Nahyan, en Ankara el 18 de agosto, se puede atribuir en gran medida al trabajo de los servicios de inteligencia de los dos países en los últimos meses.

Existe el deseo de pasar una nueva página después de ocho años de relaciones, cristalizadas por el derrocamiento en 2013 del líder egipcio Mohamed Morsi, miembro de la Hermandad Musulmana cercano a Turquía y al que se oponen firmemente los Emiratos Árabes Unidos.

Los pasos hacia la reconciliación comenzaron el 5 de enero de 2021 en la Cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo en Al-Ula. La Cumbre marcó el fin del aislamiento de Qatar, allanando así el camino para la reanudación de las relaciones entre los Emiratos Árabes Unidos y Turquía. Después de la Cumbre, al-Nahyan voló a El Cairo, donde se reunió con el presidente Abdel Fattah al-Sisi, quien lo alentó fuertemente a comenzar un nuevo capítulo con Turquía.

Al mismo tiempo, el servicio de inteligencia de Egipto, Mukhabarat al-Amma, entabló conversaciones secretas con su homólogo turco, el Milli İstihbarat Teşkilatıı. Sin embargo, fue la reunión de Al-Nahya con el jefe de inteligencia turco, Hakan Fidan, en El Cairo unas semanas más tarde, lo que logró los primeros resultados.

Esa reunión fue organizada por el Jefe del Mukhabarat al-Amma y por Abbas Kamel, Director regional de Al-Sisi, junto con Ahmed Hosni, el hombre fuerte del jordano Dayirat al-Mukhabarat al-Amma, que el rey Abdallah II había enviado desde Ammán. Desde entonces, hubo ocho reuniones adicionales entre Turquía y Abu Dhabi, que luego condujeron a la mencionada reunión del presidente Erdogan con al-Nahyan, con la posibilidad de celebrar una futura Cumbre entre ellos.

Este acercamiento todavía tiene dificultades para ocultar la profunda división entre los dos países en temas regionales clave, como sus respectivas posiciones sobre Siria y Libia, en particular. Si bien han logrado encontrar un terreno común para el entendimiento: poner fin a las campañas de desprestigio y los bloqueos comerciales; reanudar la emisión de visados; Enlaces aéreos directos y el regreso de los embajadores: el presidente Erdogan y Al-Nahyan simplemente guardan silencio sobre sus actuales diferencias irreconciliables.

Las consideraciones políticas se dejan de lado para facilitar la futura inversión de los EAU en Turquía.

El 25 de agosto, el Emirates Group International Holding CO anunció que invertiría masivamente en las industrias de salud y agroalimentación de Turquía, mientras que parece que el fondo soberano Abu Dhabi Investment Authority está dispuesto a prestar a Turquía 875 millones de dólares estadounidenses.

¿Es solo un negocio? Rusia investiga.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

©2021-saeeg®