Archivo de la etiqueta: Unión Europea

MOLDAVIA: ¿DE QUIÉN ES ESA «INTERFERENCIA»?

Roberto Mansilla Blanco*

El pasado 10 de octubre la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, viajó Chisinau, la capital de Moldavia, diez días antes de unas decisivas elecciones presidencias con referéndum incluido de adhesión a la Unión Europea. En 2022, al calor de la guerra ruso-ucraniana, Moldavia recibió súbitamente el estatus de candidato para ingresar en la UE, comenzando oficialmente en junio pasado las negociaciones de admisión con Bruselas.

En su visita, von der Leyen elogió la labor de la presidenta Maia Sandu, ferviente «europeísta» y acérrima crítica de Rusia. Sandu se jugaba la reelección en las elecciones del pasado domingo 20 de octubre. En Chisinau, la «dama de hierro» de la UE prometió un paquete de ayuda de 1.800 millones de euros a Moldavia, apetecible «regalo» si los moldavos aprobaban mayoritariamente el «Sí» a la adhesión a la UE.

Durante meses von der Leyen se prodigó en advertencias y críticas contra Moscú por su presunta política de «interferencia» vía guerra híbrida y desinformación contra las «aspiraciones europeístas» moldavas. Pongamos el tema en contexto histórico: Moldavia, ex república soviética fronteriza con Ucrania con una mayoría de población lingüística, cultural e históricamente ligada a la vecina Rumanía, pero también con presencia de importantes comunidades rusoparlantes, mantiene un litigio soberanista con la República Pridnestroviana de Transnistria, una república «de facto» declarada independiente de Chisinau desde 1991, año de la desintegración de la URSS.

Hasta 1992 Chisinau mantuvo infructuosamente una confrontación militar contra los irredentistas «transnistrios» para intentar recuperar su soberanía en ese territorio. No lo consiguió pero el conflicto sigue latente y ha logrado redimensionarse tras la invasión rusa de Ucrania. Moscú mantiene un consulado en Tiráspol, la capital de Transnistria, así como un destacamento del Ejército asentado en la margen oriental del río Dniéster que, curiosamente, es precisamente la mayor garantía de estabilidad local.

Bruselas, en su pretendida «cruzada civilizatoria» contra el presidente ruso Vladimir Putin, viene advirtiendo insistentemente que el Kremlin utiliza Transnistria como una reproducción de lo que supuso el Donbás como leitmotiv de la invasión a Ucrania en 2022. Visto en perspectiva, la «línea dura» de la UE y de la OTAN, de la que von der Leyen forma parte, interpreta que Moldavia correría el mismo riesgo que su vecina Ucrania: una eventual invasión militar rusa. Esa fue la idea y la perspectiva que atizaron desde los centros de poder y los mass-media. De allí la importancia de las «elecciones-referéndum» del pasado domingo 20 en Moldavia.

El problema para vor der Leyen y Sandu es que el «europeísmo» alcanzó apenas un 50,4% de los votos. Informaciones posteriores aseguran que 150.000 moldavos, un 10% de la población habilitada para votar, reconoció la «compra de votos» a favor del «Sí». Visto lo ajustado del resultado, no es poca cosa. Por cierto, la «europeísta» Sandu tampoco ganó en primera vuelta. Deberá disputar ahora la presidencia en una segunda vuelta contra el ex fiscal Alexander Stoianoglo el próximo 3 de noviembre.

Moscú denunció que las elecciones «no fueron completamente libres» y que el resultado plantea muchas «interrogantes». Algunas fuentes aseguran que la victoria del «Sí» se debió también al importante voto de la diáspora moldava, tradicionalmente «proeuropea». Mientras, Sandu denuncia la presunta campaña desde Moscú por parte de oligarcas como Ilan Shor, exiliado en Rusia, a quién acusa de aparentemente comprar votos contra Sandu y el «europeísmo».

Sólo un dato más para intentar explicar que fue lo que sucedió el pasado 20 de octubre en Moldavia. Durante la campaña electoral, Stoianoglo aseguró que, en caso de llegar al poder, llevará a cabo una política «equilibrada» con vínculos con EEUU, Rusia, la UE y China. Un ejercicio de realpolitik que por lo visto constituye una especie de sacrilegio para Bruselas y von der Leyen.

En Moldavia, el «europeísmo-otanista» de von der Leyen salió contrariado: ni siquiera puede celebrar una «victoria pírrica» ante un resultado que muestra tantas incertidumbres como las que estamos viviendo desde hace tiempo con la guerra ucraniana, donde las recientes tentativas de alto al fuego se ven condicionadas (y a veces entorpecidas) por las expectativas ante el resultado electoral en EEUU en las presidenciales del próximo 5 de noviembre.

El flamante «Plan de la Victoria» recientemente declarado por el presidente ucraniano Volodymir Zelensky se ve contrariado ante la certeza de que Ucrania no tiene efectivos militares para resistir una ofensiva rusa de alto nivel. Y tras incesantes «advertencias» de presunta «interferencia rusa» en las elecciones moldavas, el resultado electoral en ese país define las incongruencias de Bruselas y las aspiraciones de von der Leyen, de la OTAN y de la UE, quienes no dudaron en intentar «atraer votos» con prebendas económicas. Entonces, en Moldavia, al final, ¿de quién viene siendo esa «interferencia» de la que tanto hablan los grandes mass-media?

 

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

 

Este artículo fue originalmente publicado en idioma gallego en Novas do Eixo Atlántico: https://www.novasdoeixoatlantico.com/moldavia-de-quen-e-esa-interferencia-roberto-mansilla-blanco/

 

EL IMPACTO DE LAS ELECCIONES REGIONALES EN TURINGIA Y SAJONIA

Enric Ravello Barber*

Los resultados de las elecciones en los länder alemanes de Turingia y Sajonia trascienden la esfera regional y señalan un nuevo paradigma político para Alemania y para el nacionalismo europeo.

«Por primera vez desde 1945 una fuerza nacionalista gana unos comicios en Alemania», el titular ocupa las cabeceras de la prensa europea, algunos lo anuncian con alegría, otros con inquietud. Nadie es ajeno a la importancia de este hecho.

El sistema político alemán usó todos sus recursos: policía, prensa, policía del pensamiento, iglesias católicas y protestantes, aparato del Estado, bancos ―que cierran aleatoriamente cuentas de dirigentes de AfD― «anti-fascistas»… pero no pudieron impedir que la voluntad popular se expresase y que el candidato de Alternative für Deutschland Björn Höcke al que la «justicia» alemana había condenado en junio por usar el tema «Todo por Alemania» que «recordaba al nazismo»[1], fuese el vencedor en las urnas de Turingia con un 32,8% de los votos. En Sajonia ―30.6%― la formación nacionalista quedó en segundo lugar a poco más de un punto de lograr también la victoria.

Entre las causas que explican este resultado, existen causas profundas y causas actuales. La caída del muro y la integración de los antiguos territorios de la RDA en la Alemania unificada tuvieron su impacto económico y su política. Turingia, es un territorio donde el impacto de la desindustrialización y el empobrecimiento de la economía rural ha generado un descontento hacia los partidos convencionales[2]. Otra causa profunda es la distancia sociológica, política y cultural entre los länder occidentales y los orientales. Es necesario recordar un dato que los analistas de estas elecciones suelen pasar por alto; en 2005, un partido que mantenía posiciones mucho más radicales y que en su propaganda las referencias positivas al periodo nacionalsocialista eran un elemento característico, logró un 9% de votos en Sajonia y un 6% de votos en Mecklemburgo-Pomerania, ambos länder orientales. El Natonaldemokratische Partei Deutschlands (NPD) fue el que recogió el voto nacionalista alemán en el este un territorio mucho más desacomplejado que sus compatriotas occidentales. Es cierto que el NPD logró sólo un 3,7% en Turingia, pero sus resultados en las elecciones regiones del este, reflejaban la existencia de este voto, en contraste con los länder del oeste, donde la presencia del NPD era prácticamente anecdótica.

Dos décadas después con un mensaje mucho más actual, cercano y centrado en problemas actuales evitando referencias históricas a momentos anteriores, AfD ha logrado movilizar un voto nacionalista mucho mayor. El NPD cambió su nombre por en Die Heimat[3] en su último congreso de 2023 y ―si bien se presentó a los comicios europeas de 2024― no ha presentado candidaturas en estas elecciones regionales. De hecho, varias de sus secciones anunciaron hace meses el inicio de una colaboración política con AfD[4].

Sin duda, un resultado electoral de la magnitud que ha logrado AfD en Turingia y Sajonia sólo es explicable si las propuestas políticas presentadas son percibidas como soluciones positivas a los problemas concretos que afectan a los electores. Tres son los motivos claves por los que AfD ha logrado este nivel de votos

Inmigración e inseguridad. Es cierto que precisamente Turingia y Sajonia son dos de los länder donde el impacto de la inmigración es menor, pero también es cierto de que la percepción general de una situación insostenible respecto a la avalancha migratoria en toda Alemania provoca respuestas más contundentes en las urnas en los territorios donde la ideología multicultural y el famoso «complejo de culpa alemán» es menor, y en estas dos regiones se cumplen ambas condiciones.

Un efecto colateral, con grave impacto en la opinión pública, es el aumento de la criminalidad relacionada con la inmigración masiva y los así llamados «refugiados». Pocos días antes de las elecciones, asistimos al enésimo incidente protagonizado por un «refugiado» con el resultado de tres alemanes muertos, no creemos que este acontecimiento puntual haya influido especialmente en los resultados electorales de la semana pasada, pero sí refleja la gravedad del problema[5]. El actual gobierno de Berlín ―al que los alemanes culpan con razón de esta situación― aprobó demagógicamente una serie de medidas entre las que se incluían el inicio de la deportación de inmigrantes, pero de nada sirvió ante la opinión pública, como fue «poco, tarde y mal»[6].

Rechazo a la Unión Europea. AfD mantiene una postura muy crítica con la UE, y, sin llenar a articular una propuesta concreta, recurre frecuentemente en su propaganda al Deutschexit ―es decir a la salida de Alemania de la UE― este mensaje es especialmente bien recibido en los länder del este, en los que la enorme y determinante contribución del Estado alemán a la UE, se percibe como una salida de capital nacional que sería imprescindible para impulsa al Este del país y acercarlo más a los parámetros económicos del oeste.

Las sanciones a Rusia y el apoyo a Ucrania. «Sajonia. Turingia: Triunfo de los partidos opuestos a la guerra», hemos leído en algunos analistas[7]. AfD ha sabido recoger el descontento alemán ante la posición de su gobierno en el conflicto ruso-ucraniano. Descontento que se manifiesta fundamentalmente en dos puntos:

La ayuda a Ucrania, un país que ha estado directamente involucrado en el ataque a la economía y a la soberanía alemana que supuso la voladura del gaseoducto Nord Stream 2 organizada desde Kiev[8] es difícilmente asumible. «¿Cómo seguir ayudando militar y económicamente a un país que nos ataca directamente?», preguntaban los dirigentes de AfD en los actos preelectorales.

El desastroso impacto económico de las sanciones a Rusia en la economía alemana, tan dependiente del gas y otros recursos naturales rusos[9]. Una economía alemana que está en plena recesión y que amenaza con entrar en una grave crisis por la falta de competitividad que afecta principalmente al sector automovilístico[10].

Además de las repetidas declaraciones de militares alemanes sobre el peligro que para la seguridad nacional tiene involucrase en la estrategia de la OTAN de enfrentamiento con Moscú[11].

En sentido contrario el ex canciller Gerhard Schörder culpa del fracaso electoral de su partido, el SPD ―gran derrotado en estos comicios junto a los otros dos miembros de la colación gubernamental: Verdes y Liberales― precisamente a su política contra Rusia[12].

 

Encrucijadas políticas en Alemania y en Europa

La evolución de AfD desde sus inicios a la actualidad podría ser objeto de un artículo entero, pero para contextualizar diremos que el partido nació en 2013 como un partido nacional-liberal en la parte occidental del país. Posterior AfD fue haciéndose fuerte en el este, proceso acompañado de una evolución hacia posturas nacional-conservadoras y social-nacionales, siendo actualmente esta tendencia la mayoritaria. El partido guarda un equilibro interno mediante una presidencia colegiada entre: Alice Weidel (de la parte «occidental», más moderada) y Tino Chrupalla (de la parte «oriental», más firme). Los resultados electorales de Sajonia y Turingia son un nuevo paso en el fortalecimiento de la línea más firme del partido, que ahora además cuenta con la mayor presencia mediática uno de sus miembros más significados del sector más nacionalista, Björn Höcke, el ganador de las elecciones en Turingia.

A finales de septiembre se celebrarán elecciones regionales en Brandemburgo, donde AfD aparece primero en las encuestas, el prácticamente asegurado triunfo en un tercer länder oriental reforzará aún más al sector nacional-conservador del partido.

Los resultados también van a tener un gran impacto en el panorama político general alemán. Si los grandes perdedores ya hemos dicho que son Social-demócratas, Verdes y Liberales, el que entra en una encrucijada política tremendamente delicada es el principal partido de la oposición la demo-cristiana CDU. Los dirigentes de la CDU han repetido por activa y por pasiva que bajo ningún concepto formarán ningún gobierno regional con AfD. El grave problema que se les plantea es que, descartada AfD, la opción pasa necesariamente por los neo-comunistas de la Bündis Sahra Wagenknecht (BSW). ¿Entenderá el electorado democristiano el boicot de sus líderes hacia la nacionalista AfD para pactar con neo-comunistas? Pocos días después de las elecciones, el debate interno ha provocado ya fuertes tensiones en la CDU[13]. Un error de cálculo podría tener un impacto grave; la CDU aspira a ganar las elecciones nacionales de 2025, pero un pacto con neo-comunistas podría restarle una enorme cantidad de votos, especialmente en el oeste del país.

Esta contradicción interna también sacude a la propia BSW, cuya presidente, Sahra Wagenknecht se declara abiertamente nostálgica de la RDA. En YouTube se puede ver un vídeo donde afirma «prefiero mil veces vivir en la RDA que en la Alemania en la que debo vivir ahora».  La BSW se puede considerar el «segundo» triunfador de las elecciones regionales de Turingia y Sajonia donde logró un 15,8% y un 11,8%, por debajo de lo anunciado en las encuestas. Los votantes de BSW, a la que se podría calificar de «izquierda conservadora», salen principalmente de die Die Linke, el partido neo-comunista de «izquierda progresista» que pierde gran parte de su electorado y se convierte en una fuerza de segundo orden en el este del país. Uno de los puntos que separan a ambas formaciones neo-comunistas es su postura sobre la inmigración: crítica en BSW, favorable en Die Linke. Es precisamente esta dialéctica entre la anti-inmigración y el neo-comunismo la que crea la contradicción interna referida en BSW. Por un lado, nos encontramos con declaraciones de su presidenta diciendo que estaría dispuesta a apoyar propuestas parlamentarias anti-inmigración de AfD hasta las declaraciones de otros de sus dirigentes Robert Crumbach, pidiendo la ilegalización de AfD[14]. En sus primeras manifestaciones sobre coaliciones gubernamentales BSW ha lanzado la propuesta de un gobierno rojo-rojo-rojo (SPD+Die Linke+BSW) en Turingia, algo que matemáticamente no es posible sin que CDU lo tolerase mediante una abstención en la investidura. De momento el panorama sigue abierto y las contradicciones crecientes.

Un tercer nivel donde esas elecciones van a tener un impacto y que parece haber pasado desapercibido por los analistas, es en el equilibro de fuerzas entre los partidos nacionalistas en el Parlamento europeo.

En el parlamento de Bruselas, AfD pertenecía al grupo llamado Identidad y Democracia (ID) en la pasada legislatura. Grupo que compartía, entre otros con la LEGA (Italia), Vlaams Belang (Flandes) PVV (Países Bajos), y Rassemblement National (el partido de Marine Le Pen). Marine Le Pen, que ya venía marcando distancias con AfD por sus propuestas de «remigración» contrarias a la suya de «integración progresiva» respecto a la migración, atacó unas declaraciones del eurodiputado de AfD Maximilian Krah en las que ―en una larga entrevista― se limitó a decir que «no todos los que vistieron el uniforme de las SS fueron criminales de guerra». Le Pen exigió la expulsión de ID, que esas declaraciones ―que han hecho muchos políticos alemanes de distinto signo― eran sólo una excusa para romper la alianza europea con AfD lo demuestra el simple hecho que el Front National ―partido del que RN es heredero orgánico― fue fundado por su padre Jean Marie Len Pen y Pierre Bousquet, un antiguo miembro de la división francesa SS-Carlomagno. Marine no sólo pidió la expulsión de AfD, sino que afirmó que en la siguiente legislatura no compartiría grupo con AfD bajo ningún concepto.

Así ha sucedió, las elecciones europeas de junio de 2024 dieron al RN un resultado espectacular, llegando el 31,37% de votos. La nueva composición de grupos significó la disolución de ID, pasando la gran parte de partidos que lo componía a crear un nuevo grupo llamado Patriots for Europe, junto al FIDESZ húngaro del presidente Viktor Orban ―que durante la legislatura anterior formaba parte de los No Inscritos, tras su expulsión del Partido Popular Europeo (PPE) por sus posturas sobre la inmigración.

Por su parte, AfD ―que logró también un importante 15.90% de votos y 15 eurodiputados― no quedó aislada, como algunos pretendían, sino que logró organizar su propio grupo parlamentario Europa de las Naciones Soberanas (ENS), en el que la mayoría de sus componentes son partidos de la Europa centro-oriental excomunista: Confederación (Polonia), Reconquista (Bulgaria), República (Eslovenia), Libertad y Democracia Directa (República Checa),  (Hungría), Unión del Pueblo y Justicia (Lituania), partidos caracterizados por tener una fuerte carga nacionalista y a la vez anti-liberal, la propia AfD, fuerte especialmente en los territorios de la antigua RDA comparte muchas de las características de estos partidos. Al grupo parlamentario se suma sólo un diputado de la Europa occidental del partido Reconquista (Francia). Añadir que también son miembros de ENS: FvD (Países Bajos)[15], que cuenta con tres diputados en la cámara nacional neerlandesa y estuvo cerca de lograr un eurodiputado y AfS (Suecia) que estuvo a más distancia de poder conseguirlo.

Las elecciones legislativas en Francia, en las que el RN no logró la victoria como muchos preveía y los espectaculares resultados de AfD del 3 de septiembre señalan una realidad: AfD es hoy un partido con más posibilidades de lograr poder local concreto que el RN y además es un partido en ascenso, mientras que el RN está atrapado en una complicada situación política en Francia, donde el maquiavélico Macron les ha colocado en un posición difícil para poder aspirar ganar las presidenciales de 2027.

En este juego político continental, hay otro factor importante a tener en cuenta. El próximo 29 de septiembre se celebran elecciones en Austria.  Todas las encuestas señalan una victoria electoral de los social-patriotas del FPÖ, es muy posible ―porque ya se ha dado en ocasiones anteriores― que el FPÖ participe en un gobierno de coalición en el país alpino. El FPÖ comparte grupo europeo con RN en Patriots for Europe, pero se opuso a la expulsión de AfD impulsada por Marine, algo que AfD agradeció públicamente. (Imagen que adjunta en este artículo).

Por razones históricas y culturales sabidas por todos, la relación entre AfD y el FPÖ (que he llegado a definirse como partido austro-alemán) son de una amistad profunda. La victoria del FPÖ en las elecciones de Austria y el avance de AfD en las elecciones legislativas alemanas de 2025 pueden traducirse en el reforzamiento del eje austro-alemán en detrimento de la importancia de Francia, como uno de los ejes referenciales del nacionalismo en el Europa occidental.

 

* Licenciado en Geografía e Historia (UV). Doctorando en Historia. Oposición del Ministerio de Economía Español en tributación aduanera y comercio internacional. Realizados cursos de Geopolítica y Análisis internacional en LISA Institute y GEDEGYS. Especialista universitario en Historia y Filosofía de las Religiones (UNED).

Ha participado en diversas iniciativas culturales, y metapolíticas del ámbito nacionalista. Director de las revistas Tierra y Pueblo e Identidad. Artículos publicados en diversas revista y webs europeas. Ha sido secretario del think tank EurHope con sede en el Parlamento europeo.

Conferencias en múltiples ciudades europeas junto a Guillaume Faye, Pierre Vial, Jean Haudry. Organizador de un encuentro sobre América del Sur en el Parlamento europeo.

Presidente de la Asociación de Amistad Euro Sudamericana (AAESA), https://aaesa.org/.

 

 

Referencias

[1] https://www.rtve.es/noticias/20240701/lider-ultraderechista-alternativa-para-alemania-condenado-por-uso-lema-nazi/16170404.shtml.

[2] https://elpais.com/internacional/2024-09-04/la-gente-esta-descontenta-y-quiere-protestar-en-el-pueblo-del-este-de-alemania-donde-arrasaron-los-ultras.html.

[3] https://die-heimat.de/.

[4] https://die-heimat.de/veraenderung-in-sicht-afd-und-heimat-gruenden-erste-gemeinsame-fraktionen/.

[5] https://www.france24.com/es/europa/20240829-alemania-encara-dos-elecciones-regionales-con-el-ataque-de-solingen-en-la-retina.

[6] https://elpais.com/internacional/2024-08-30/alemania-reanuda-las-deportaciones-a-afganistan-dos-dias-antes-de-unas-elecciones-marcadas-por-el-debate-migratorio.html.

[7] https://electomagazine.it/in-turingia-e-sassonia-trionfano-i-nemici-della-guerra-e-i-maggiordomi-italiani-sbarellano/.

[8] https://es.euronews.com/my-europe/2024/08/15/ucrania-esta-detras-del-sabotaje-del-gasoducto-nord-stream-segun-una-investigacion.

[9] https://euro-sinergias.blogspot.com/2022/10/la-crisis-de-ucrania-no-tiene-que-ver.html.

[10] https://www.elmundo.es/economia/empresas/2024/09/02/66d60038e4d4d8bf568b457e.html

[11] https://euro-sinergias.blogspot.com/2024/06/coronel-gerold-otten-alemania-le.html.

[12] https://euro-sinergias.blogspot.com/2024/09/el-ex-canciller-gerhard-schroder.html.

[13] https://elpais.com/internacional/2024-09-05/la-cdu-alemana-se-enfrenta-al-dilema-de-gobernar-con-los-populistas-de-izquierdas-para-mantener-el-veto-a-la-ultraderecha.html.

[14] http://lionelbaland.hautetfort.com/apps/m/archive/2024/09/04/le-dirigeant-du-bsw-du-brandebourg-est-favorable-a-une-proce-6513256.html.

[15] http://lionelbaland.hautetfort.com/apps/m/archive/2024/09/05/le-forum-voor-democratie-rejoint-le-parti-europeen-esn-6513450.html.

©2024-saeeg®

 

LA «GLAMUROSA» DECADENCIA DE OCCIDENTE

Roberto Mansilla Blanco*

Imagen: Xinhua/Li Xueren.

 

Son muchos los ensayos que en los últimos meses observamos en la producción editorial para analizar el declive de Occidente. Desde Emmanuel Todd hasta Amin Malouf, las estanterías de las librerías muestran una oferta prolífica de estudios que intentan descifrar porqué ese Occidente democrático, capitalista, liberal y plural que hasta ahora conocíamos como aparentemente insuperable está experimentando una cada vez más evidente e inocultable decadencia de poder. Un reflejo que también se ve en la industria del entretenimiento: una serie estadounidense, «Civil War» en la plataforma de pago Netflix adelanta un escenario distópico de ficción sobre la decadencia de EEUU.

Esta perspectiva de declive se aprecia en los esfuerzos que cada quien hace para «arreglar» los conflictos actuales. Mientras el presidente estadounidense Joseph Biden anunciaba una ayuda militar «histórica» para Ucrania previo a la Cumbre de la OTAN de Washington (11-12 de julio) que entronizará al holandés Mark Rutte como el nuevo secretario general de esta organización, el mandatario húngaro Viktor Orbán, en calidad de presidente rotativo de la UE, regresaba de una gira por Kiev, Moscú y Beijing con la finalidad de intentar acercar posturas para concretar un posible cese al fuego y una salida negociada de una guerra, la ucraniana, tan estancada como preocupante debido al riesgo de pulso nuclear. Una guerra que Occidente sabe que Ucrania no tiene posibilidad de ganar, a pesar de los millares de dólares y armamento invertidos para apuntalar en el poder a un Zelensky cada vez más contestado e impopular en su país.

Por otro lado está la imagen de los «grandes» líderes occidentales. Encontramos a un Biden senil, incapaz de articular con garantías un debate presidencial con su rival Donald Trump. Dentro del Partido Demócrata crecen las cábalas de un posible reemplazo electoral aún incierto mientras el entorno de Biden asegura que irá «hasta el final».

Una imagen más contrastada la dan los líderes euroasiáticos, rivales del Occidente «atlantista». Previo a la cumbre de la OTAN en Washington, el presidente chino Xi Jinping y su homólogo ruso Vladímir Putin volvieron a escenificar su sintonía estratégica en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) celebrado la semana pasada en Kazajistán.

Tras el fracaso de la Cumbre de la Paz para Ucrania celebrada en Suiza, Washington y sus aliados europeos apuestan por la continuidad de la guerra «hasta el último ucraniano» (Biden dixit). Por su parte, Beijing, con el beneplácito de su aliado ruso, impulsa iniciativas de negociación que, cuando menos, resultan más coherentes y efectivas, fortaleciendo al mismo tiempo las expectativas chinas de reconducir un sistema internacional cada vez más anárquico.

Visto en perspectiva, Occidente está perdiendo su capacidad de soft power para propiciar la resolución de conflictos mientras China tiene capacidad para alcanzar acuerdos, reforzando así su posición de poder emergente.

Más allá del poder político, el tratamiento de los mass media occidentales a la gira de Orbán raya en lo patético. Critican al controvertido líder húngaro, fortalecido tras las recientes elecciones parlamentarias europeas, como una especie de «títere» de Putin y Xi. Un tratamiento menos benévolo que la posición light que Biden tiene con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, cuya injustificada masacre en Gaza comienza a observar una situación similar a la ucraniana: un frente militar atascado y sin avances mientras la sociedad israelí comienza a registrar malestar y protestas contra la guerra, pero no exactamente a favor de una causa palestina que, cuando menos, también comienza a registrar solidaridad en Occidente.

Pero no es únicamente Biden el protagonista de esta «decadencia» occidental. El presidente francés Emmanuel Macron debió confeccionar a última hora una especie de Frente Popular circunstancial para salvar un envite electoral desastroso por el avance de la ultraderecha de Marine Le Pen en las recientes legislativas francesas. Macron apuesta por una cohabitación donde la izquierda de Jean-Luc Mélenchon puede ganar peso; pero al mismo tiempo abre un compás de incertidumbres sobre el futuro de la política francesa de cara a las presidenciales de 2027, tomando en cuenta que el ascenso de Le Pen no es perceptible únicamente en París sino también en Bruselas.

En la UE tampoco están para experimentos. La cohabitación vía cordón sanitario contra una ultraderecha políticamente dividida también se impone por obra y gracia de la todopoderosa recién reelecta presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen. El establishment europeísta conservador-socialdemócrata precisa frenar también dentro de las instituciones europeas al multiforme «frentismo» de la ultraderecha en la que Orbán, Le Pen y la primera ministra italiana Giorgia Meloni no terminan de coincidir.

Porque VOX ya decidió integrarse en la plataforma «ultra» de Orbán (Patriotas por Europa) en el nuevo Parlamento Europeo que legislará hasta 2029, junto con otros partidos austríacos y checos. La movida de fichas de VOX vía Orbán puede acercarlo indirectamente a Moscú, toda vez Meloni (pro-OTAN y pro-Ucrania) deberá reacomodarse en este nuevo escenario donde Orbán y Le Pen parecen acordar estrategias comunes. Y todos ellos mirando también para Washington pero no a Biden sino a la posibilidad de un retorno de Trump a la Casa Blanca.

En Londres, las elecciones generales de 4 de julio pusieron fin a 14 años de gobiernos conservadores con un contundente retorno de los laboristas al poder, ahora en manos de Keir Starmer. Esto no parece, a priori, influir en algún tipo de cambio sustancial de la política británica con respecto a la OTAN y la ayuda a Ucrania pero sí que puede anunciar un «reseteo» del Brexit, para complacencia de von der Leyen y de las élites de Bruselas.

No olvidamos tampoco Irán, que eligió nuevo presidente en la figura Masoud Pezechkian (69 años) considerado un reformista pero con escasa capacidad de maniobra en un régimen teocrático profundamente conservador. De origen kurdo-azerí, la elección de Pezechkian puede revelar un estratégico cambio político para evitar malestar entre el poder central en Teherán y estas comunidades étnicas. Tras ganar las elecciones, Pezechkian habló inmediatamente con Putin para reforzar una alianza geopolítica que tiene puntos de concreción, desde Ucrania hasta el propio programa nuclear iraní. El giro euroasiático iraní mira más hacia Beijing y Moscú que a Washington y Bruselas.

En definitiva, los bloques «atlantista-europeísta» y el euroasiático sino-ruso conforman hoy la nueva «guerra fría» del siglo XXI. Tras visitar Corea del Norte y Vietnam y poco después de la cumbre de la OCS y de recibir a Orbán en Moscú, Putin visitó también la India afianzando acuerdos militares que refuerzan al complejo militar-industrial ruso. El eje Moscú-Nueva Delhi consolida las bases de este eje euroasiático en ascenso, sin desestimar las rivalidades geopolíticas entre India y China, ambos miembros de los BRICS junto con Rusia y Brasil, y que EEUU intenta fomentar para crear desestabilización en ese eje geopolítico.

A diferencia de la sintonía euroasiática, igualmente determinada por las circunstancias de los complejos equilibrios de poder del actual sistema internacional, las inquietudes y la incertidumbre políticas inundan las plazas de poder occidentales. Todo ello sin percatarse que ese declive está en marcha, con una percepción de final de «belle époque» que retrata un «glamour» cada vez más insostenible. Un siglo después, la predicción de Oswald Spengler sobre la «decadencia de Occidente» comienza a verificarse con mayor nitidez.

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EEUU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

 

Artículo originalmente publicado en idioma gallego en Novas do Eixo Atlántico: https://www.novasdoeixoatlantico.com/a-glamurosa-decadencia-de-occidente-roberto-mansilla-blanco/.