AFGANISTÁN: CUANDO EN LA GUERRA GANA EL QUE MÁS PIERDE

Alberto Hutschenreuter*

Crédito de la fotografía: Jim Huylebroek para New York Times (helicópteros de Estados Unidos sobre Kabul) 

Tras veinte de años de guerra, en pocas semanas más, en clave recordatoria el 11 de septiembre, Estados Unidos abandonará Afganistán.

¿Fue derrotado el único país grande, rico y estratégico del mundo en el país asiático? No. ¿Ganó Estados Unidos? No. Entonces perdió. Pues su enemigo, principalmente los talibanes, se mantuvo; y con ello negó al oponente la victoria.

Se trata, una vez más, del cumplimiento de la vieja fórmula de pocos pero categóricos términos que explica brillantemente porqué acaba triunfando el “más débil”: “Las fuerzas regulares pierden porque no ganan, las fuerzas insurgentes ganan porque no pierden”.

En la guerra de Vietnam (fines de los 50/principios de los 60-1975), los vietnamitas sufrieron más de un millón de muertos; los estadounidenses, menos de 60.000. En la guerra de Afganistán (1979-1989), los muyahidines perdieron más de 90.000 hombres; los soviéticos, 16.000. En la guerra entre Estados Unidos y talibanes (2001-2021, la guerra más larga y costosa para el poder mayor), hubo (hasta donde se puede saber) más de 45.000 combatientes muertos, mientras que Estados Unidos sufrió 2.500 bajas, sin contar las muertes de efectivos de la fuerza multinacional.

Hay otros casos notables en los que los derrotados han sido poderes preeminentes: Gran Bretaña (dos veces en Afganistán en el siglo XIX), Francia en Indochina y en Argelia en el siglo XX, Holanda en Indonesia, etc.

Acaso lo más curioso en relación con esta modalidad de guerra es que la parte más poderosa nunca termina de aprender la naturaleza de la misma. Aparte del insuficiente conocimiento de las costumbres, tribus e ideas locales, insiste con patrones que difieren de los patrones del oponente. La “derrota” de Estados Unidos en Afganistán se explica, en importante medida, por el enfoque relativo con la legitimidad en la que se apoyan y defienden las partes.

Como muy bien destacan los expertos Thomas Johnson y Chris Mason, una y otra parte en pugna sostienen narrativas diferentes que acaban siendo decisivas en relación con la ruptura de la voluntad de lucha del “invasor”. La legitimidad de los insurgentes afganos, de acuerdo con dichos autores, proviene exclusivamente de dos fuentes: la dinastía y la religión. Pero para Estados Unidos y sus aliados afganos, la legitimidad proviene de elecciones; están convencidos que a partir de ello se logrará la estabilidad.

Se trata de enfoques totalmente opuestos. Algo muy similar sucedió en Vietnam: mientras para los locales la fuente motivadora de lucha se fundaba en el nacionalismo y la unificación, para la fuerza intervencionista se trataba de una guerra para evitar la expansión del comunismo.

Más allá de motivaciones diferentes que implican energías de lucha distintas, en Afganistán y en los otros teatros en los que una de las partes era “menos fuerte”, por detrás y por debajo de las fuerzas regulares propias, aquellas que Ho Chi Minh denominaba “gran guerra”, se despliega el modo revolucionario de guerra o guerra de guerrillas, cuya lógica de lucha difiere de la lógica de la fuerza ocupante en relación con el tiempo, el espacio, el poder de fuego y el número de bajas.

De allí que la permanencia proporciona, la mayoría de las veces, resultados favorables a los locales: hubo un momento en Afganistán, en 2009, cuando el entonces presidente Obama aplicó la “estrategia de incremento” de efectivos, en que los talibanes y otros grupos fueron severamente atacados y debieron retroceder de sus posiciones, “descansando” muchos de ellos en el país que los asiste, Pakistán. Sin embargo, la extensión y la tremenda violencia de la guerra, particularmente en 2014, un “año estratégico” para la reagrupación de los talibanes y los grupos que los apoyaban, llevó a que la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), a cargo de la OTAN, decidiera dar por terminada su misión. Desde entonces, hubo una fuerza más reducida que continuó en el territorio hasta 2021.

En buena medida, se da un escenario que recuerda al estudiado muy bien por el general francés André Beaufre en su clásica obra escrita hace medio siglo, “La guerra revolucionaria”, cuando un cuerpo expedicionario se encuentra aislado en medio de fuerzas locales a las que combate. Dicho cuerpo afronta cada vez más inseguridad. El territorio abarca dos zonas: una parte pacificadora, en la que se asienta y predomina la fuerza expedicionaria y sus aliados, y la zona de los disidentes o insurgentes. El hostigamiento de estos últimos aumenta. La guerra se prolonga y provoca creciente cansancio. Tras años de lucha, el objetivo de esta guerra de cuño colonial parece irrisorio frente a los costos humanos y económicos. Se busca un arreglo, abriéndose una fase de negociaciones interminables, pero durante las mismas la violencia no solo no cesa, sino que se redobla. Finalmente, la fuerza expedicionaria se retira del territorio y los enemigos toman el poder: ya no hay, entonces, una zona de disidentes.

La descripción se parece más a lo que ocurrió en Vietnam. Pero si bien hay diferencias entre Afganistán y Vietnam, sobre todo en relación con el componente tribal-religioso y el sentido de unidad-ideología, respectivamente, hay fuertes similitudes en el modo de llevar adelante la guerra que, en uno y otro caso, a los que hay que sumar el “Vietnam soviético”, termina siendo letal para la fuerza intervencionista.

Por otra parte, el propósito relativo con luchar contra el terrorismo y evitar que el país se convierta en un Estado terrorista o un territorio funcional para el terrorismo, fue acompañado, una vez expulsados los talibanes del poder en noviembre de 2001, de la reconstrucción material de Afganistán por parte de fuerzas internacionales. Y aquí la cuestión de visiones opuestas de las partes y de la población local vuelve a ser un factor desfavorable para la fuerza intervencionista. Como inmejorablemente ha señalado hace ya unos años el experto José Luis Calvo Albero: “En Afganistán el proceso fue similar (a Irak) y la estrategia de ‘corazones y mentes’ terminó por fracasar, aunque el proceso fue mucho más lento. La población afgana se encontraba en un estado tan mísero que difícilmente podía imaginar condiciones peores a las que ya sufría en 2001. La llegada de los soldados occidentales fue recibida con alegría, no porque trajesen con ellos la libertad y la democracia, sino porque existían fundadas esperanzas en que podían mejorar el paupérrimo nivel de vida. Como ocurrió en Irak, la estrategia de ‘corazones y mentes’ se basó en ideas en lugar de en hechos materiales y, aunque la población afgana esperó durante años una mejora realmente perceptible en sus condiciones de vida, terminaron tan cansados y decepcionados como los iraquíes”.

Y aquí el paralelo ya no es Vietnam, sino lo que podría ocurrir considerando lo que ha sucedido en Irak tras la retirada de los estadounidenses. El analista Ben Hubbard lo advierte en su nota del día de ayer (10 de agosto de 2021) publicada en el New York Times, “As U.S. Leaves Afghanistan, History Suggests It May Struggle To Stay Out”, en la que recuerda que, tras el retiro de las fuerzas de Irak en 2011 por orden de Obama, los yihadistas del Estado Islámico establecieron un territorio extremista que obligó a Estados Unidos a enviar nuevamente fuerzas para combatirlos y expulsarlos. Por ello, más allá de la orden del presidente Biden de poner fin a la guerra más prolongada, este podría ser un escenario posible en Afganistán.

En breve, el inminente desenlace de la situación en Afganistán tras el retiro de Estados Unidos, como así los posibles escenarios de confrontación entre la OTAN y Rusia, para tomar un hecho que sucede en paralelo, tienen un común denominador: la ignorancia y el desprecio de la experiencia histórica por parte de Occidente.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL) y profesor en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) y en la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Es autor de numerosos libros sobre geopolítica y sobre Rusia, entre los que se destacan “El roble y la estepa. Alemania y Rusia desde el siglo XIX hasta hoy”, “La gran perturbación. Política entre Estados en el siglo XXI” y “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”. Miembro de la SAEEG. 

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ESPAÑA ESTÁ PERDIDA

F. Javier Blasco*

No es precisamente muy recomendable e incluso fatuo, empezar un trabajo de análisis y opinión —por muy particular que sea— hablando de uno mismo y menos, si dicha mención se hace casi en exclusiva. Pero si es conveniente recordar a ese grupo, no muy numeroso, de personas que a diario sentimos muy dentro lo que es y representa España, lo que nos duele verla vilipendiada y el hecho de que ante tanta basura y escupitajo tratamos de combatirlo con palabras, actos de repulsa o artículos de opinión.

Son ya muchos los años los que llevamos dicho grupo de pseudo predicadores en el desierto desgañitándonos casi en solitario, tratando de alertar y despertar las mentes dormidas, a los distraídos, a los que viven permanente mirando para otro lado, a aquellos que siempre esperan que sean otros los que protesten o les arreglen las cosas y, sobre todo, a los que con sus votos de forma directa o indirecta, sostienen en el poder a los que más daño hacen a España, a su historia, costumbres y tradición.

En 1978 los españoles de buena fe creímos dar un paso de gigantes; pero, como siempre que hacemos algo más o menos importante, solemos mirarnos al ombligo e inmediatamente pensamos que somos los mejores, que nos convertimos en el ejemplo y guía de otros, quienes con sana envidia por nuestra decisión, seguirán los mismos pasos y lo que es aún peor, que con dicho acto político, todo o casi todo mal que durante años llevamos arrastrando y los defectos inherentes o pecados mortales se habrán sanado quedando para siempre olvidados.

Como a la hora de celebrar o conseguir algo, los españoles nunca solemos escatimar en gastos, esfuerzos y fastos, en aquella ocasión no iba a ser menos y tiramos la casa por la ventana a pesar de que entendimos mal, muy mal lo que encierra y supone la democracia. No nos paramos a pensar ni a comparar que habían hecho muchos vecinos y aliados que nos precedieron en adoptar dicha sublime postura política y nosotros, en nuestro espléndido entender, creímos firmemente que en democracia tienen cabida absolutamente todos, por lo que no cerramos la puerta a nadie —aunque en otros países de nuestro entorno, algunos partidos como los fascistas y el comunista, la tienen cerrada a cal y canto—, para que nos acompañaran en las bancadas de las Cortes y del Senado.

Tras algunos cabreos, aplausos y abrazos, abrimos las ventanas y puertas de par en par para que entrara aire fresco con la esperanza de que los siempre declarados enemigos de España, esos que sólo le desean el mal y la quieren ver despedazada, al sentirse acogidos en nuestros regazos, olvidarían su pasado, se remangarían las mangas y se unirían a bogar para llevar, entre todos, esta pesada barca a buen puerto en una no muy larga singladura.

De nuevo, nos volvimos a equivocar; como experimentadores, inventores y aventureros no tenemos igual, pero también es cierto, que nunca nos suelen salir bien las hazañas, ensayos y proezas en solitario contra los auténticos expertos en hacer daño y con los que buscan el desorden o desconcierto y el mal. Nos olvidamos feas experiencias recientes que sin quererlo, nos habían llevado a una execrable y dolorosa guerra, que como todas las guerras entre hermanos, se les llaman guerras civiles, aunque en ellas mueren muchos soldados cumpliendo los deseos de unos políticos totalmente desbocados.

Nosotros a lo nuestro y así decidimos sentar en la misma mesa a todos por igual, sin pensar que algunos, muchos quizás, llevaban grabado a fuego en su frente y mente el espíritu de revancha, el que debían recuperar el tiempo perdido, cambiar la historia como sea y ser los protagonistas de una nueva era en la que los vencedores de aquella campaña se tornaran en vencidos, y viceversa.

Mal genérico que forma parte del ADN de aquellos que no suelen tener mucho respeto y mostrar dolor por sus seres queridos recientemente muertos a miles en la presente pandemia, por culpa de la mala gestión del gobierno de la nación desde el primer momento en el que apareció en nuestra vidas y, sin embargo, parece que sí no saben dónde se encuentran los restos de sus bisabuelos u otros familiares desaparecidos en la mencionada contienda, no son capaces de vivir ni dormir como Sánchez, sin sentir una grave depresión o un gran dolor en el alma por la falta del consuelo que les atenaza.

Estos energúmenos, vividores y aprovechados de todo ser vivo o muerto, pronto tras aparecer sosteniendo una pancarta o sentados en el suelo en asambleas callejeras, hicieron carrera, buscaron sus vericuetos para llegar a la universidad y copar puestos en la política, los medios de información y en las tertulias en las que usaban y usan todo tipo de artimañas, frases inventadas e historias falsas o deformadas con las que engañar a un público poco formado y aburrido de ver que todo lo prometido por los próceres de la patria a su bolsillo no llegaba y sus bocas no alimentaba.

La tormenta perfecta apareció cuando sus teorías y palabrerías se apoyaron en innumerables caso de corrupción en los dos partidos políticos que se alternaban en el gobierno de España, aunque, a decir verdad, unos supieron tapar o esconder sus vergüenzas pronto, despistando al ávido expectante a base de hacer mucho más grande la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.

Los avatares y vaivenes de la política, los naturales cambios de situación y la progresiva pérdida de calidad política y personal de los dirigentes hizo que todos los gobiernos formados en la España democrática, debieran apoyarse en lo peorcito que tiene el hemiciclo, los partidos separatistas, quienes como bien sabemos, hacen leña de todo árbol caído o recogen las nueces del árbol movido por otros.

Favores con favores se pagan y a medida que aumentaban aquellos, más grande era la factura sobre la mesa presentada sin vergüenza y con mucho descaro a ser cobrada en efectivo y sin demora, lo que nos llevó a que todo, poco a poco, pero de forma constante y creciente se pusiera patas arriba hasta que llegó el peor personaje que en la vida política puede existir, el presidente Sánchez, digno discípulo de Zapatero, quien realmente fue el que marcó la senda y alzó el testigo para que sirviera de guía a un partido socialista que estaba dispuesto a perder su dignidad y corporativismo democrático para convertirse en un partido puramente dictatorial, personalista y anti español hasta la médula.

Sánchez ha demostrado ser un hombre sin escrúpulos ni dignidad, que se mueve a base de ideas espontaneas o forjadas en lo más oscuro de la mente y al que no le tiembla el pulso hacer, en cuestión de horas, lo contrario de todo lo prometido durante sus sucesivas campañas y el tiempo en la oposición. Alguien que pone en duda todo; que no respeta nada y a nadie, al que le importa bien poco lo que deba hacer para seguir en el sillón de la Moncloa y que se alía hasta con los filo etarras para seguir gobernando a costa del respeto a la unidad de España o a la separación de poderes y de la salud o el dinero de los ciudadanos. Un hombre que ha perdido todo su prestigio personal y que está dejando el nombre de España por los suelos, como un país poco fiable, aislado y menospreciado en la arena internacional, totalmente mendigo y pedigüeño y que, a pesar de ello, no para de gastar el dinero que no tiene y el que le dan o prestan los demás.

El otorgarle tanta vía libre a las ensoñaciones de los separatistas y comunistas por parte del gobierno, la falta de atención, acción y reacción de los gobiernos precedentes y el sucio trabajo de un nefasto y falso buhonero que, habiendo sido presidente del gobierno por dos legislaturas, vive haciendo el Tancredo y el hazmerreír por las Américas, favorecieron aún más que ese odio a España traspasara los limites naturales invadiendo Europa y hasta saltaron el charco de manos de unos “bisoños” maestros, que disfrazados de aprendices o simples jóvenes consejeros, hicieron sus personales Américas mientras extendieron el odio a España, allá donde pudieron.

De todos aquellos vientos, vienen de repente todas estas tempestades. No es casualidad que en muchas partes de España y en varios países del continente americano no se respete al unísono nuestra bandera, se humille al Rey, se derrumben estatuas y profanen monumentos que recuerdan el paso de nuestros ancestros por aquellas tierras. Pasos que, por mucho que lo quieran disfrazar y envilecer, primordialmente les llevaron la cultura, la religión, el idioma común y la civilización, incluso mucho antes que a bastantes tierras europeas, y les sacaron de un gran atraso, de costumbres ancestrales y cultos donde se ofrecían hasta sacrificios humanos con toda naturalidad.

Hemos sufrido durante siglos la famosa “leyenda negra”; fruto principalmente de la envidia y la mala baba británica, con la que ocultando las formas, modos, usos y costumbres de aquellos otros países europeos, que durante décadas o siglos dominaron grandes partes del mundo, las expoliaron hasta la extenuación y trajeron al mundo la esclavitud, centrando sus falacias y mentiras en los españoles y su corona mientras tapaban sus propios y execrables excesos.

Leyenda negra, que ha vuelto a resurgir fuera de España con una virulencia terrible, porque los mencionados malnacidos la han sabido recuperar para exportarla muy agrandada como su contribución personal para hacer posible desviar la atención de unos pobres ciudadanos despistados y subyugados, que habiendo tenido la suerte de nacer en unas ricas tierras, viven dominados por un sistema comunista y bolivariano, mandados por analfabetos, saqueadores y tiranos y cuyas casi inagotables reservas han quedado esquilmadas o comprometidas a capitales o potencias extranjeras hasta la saciedad.

La continua falta de atención política, la falta de verdadera preparación profesional en la Administración y en ciertos poderes del Estado, una pésima o muy mal intencionada política exterior, la nula preparación de unos dirigentes totalmente negligentes y egocéntricos, así como el ruin revanchismo de aquellos despreciables españoles que odian a su patria, nos ha llevado a este punto y mucho me temo que esto ya no tiene solución.

Nuestro llamado centro derecha, sigue envuelto en sus cuitas, dimes, diretes, pieles finas, denuncias en los tribunales o en agarrarse a una silla que le proporcione su sustento personal, aunque su partido desaparezca o se quede en algo residual. Se les llena la boca de la palabra España, dicen amarla con todas sus fuerzas y prometen hacerle recuperar su política interna y externa, economía y esplendor; pero de momento, no arriman el hombro unos a otros y ahí siguen agazapados en su rincón, esperando que su competidor se descuide para darle el golpe de gracia que les deje sin sentido y tumbado en la lona como un vulgar perdedor.

Mientras, el principal urdidor de toda esta patraña y maloliente situación, ahí sigue engañando y toreando a los españoles a diario; de veraneo en la Mareta con familia y amigos a costa de nuestros impuestos y en espera de que en septiembre le lleguen los prometidos millones de Europa que, bien repartidos a su modo y entender, le garanticen el voto de muchos miles de personas y cientos de empresas compradas para vivir hoy y cuando llegue el inexorable  mañana, a la hora de devolver el dinero regado, ya veremos qué hacer o de qué forma corresponder por los servicios, los favores y todos los apoyos prestados.

Entre tanto, hemos acabado los Juegos Olímpicos con un resultado demasiado discreto y que no merece un país como el nuestro, aunque somos medalla de oro en el paro juvenil en toda Europa y muy cercanos a tal galardón en la gestión de la pandemia. Y Sánchez nos bombardea con un cartel a sus espaldas cada vez que habla, que no son pocas, que reza “Cumpliendo” por si no nos hubiéramos enterado. Lo dicho, España está perdida de todas las maneras.

 

* Coronel de Ejército de Tierra (Retirado) de España. Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

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FINANCIACIÓN DEL TERRORISMO: EL PRECIO QUE TENEMOS QUE PAGAR POR EL DINERO A VECES ES LA LIBERTAD

Giovanni Ramunno*

El alcance de los yihadistas se ha expandido dramáticamente en África Occidental en los últimos años desarrollando y extendiendo sus tentáculos financieros.

Además, algunos grupos son ahora poderosas fuerzas insurgentes, que controlan el territorio, suplantan al Estado y gobiernan con una mezcla calibrada de coerción y cooptación. Más recientemente, el Estado Islámico ha aumentado la complejidad de la crisis política y social alimentada por la presencia de Al-Qaeda en la región del Sahel.

El Sáhara es ahora casi exclusivamente un punto de tránsito para el comercio ilícito que ha generado una economía de protección que parece haber aumentado los costos de todo movimiento de mercancías. En toda la región, el comercio ilícito —tanto el comercio informal como el tráfico más pernicioso— ha obstaculizado la consolidación del Estado central y se ha convertido en un importante impulsor de la inestabilidad y el conflicto.

Además, algunos grupos son ahora poderosas fuerzas insurgentes, controlan el territorio, suplantan al estado y gobiernan con una mezcla calibrada de coerción y cooptación. Más recientemente, el Estado Islámico ha aumentado la complejidad de la crisis política y social alimentada por la presencia de Al-Qaeda en la región del Sahel.

El primer producto genuinamente ilícito que comenzó a transitar por el Sahara fue la resina de cannabis procedente de Marruecos, siguiendo respectivamente la costa norteafricana, que incluye el uso de barcos, y una ruta hacia el sur desde Marruecos, luego atravesando hacia el este a través del Sahel, a lo largo de la frontera entre Libia y Chad hasta Egipto y luego entrando en Europa a través de los Balcanes.

Más recientemente, la cocaína comenzó a transitar por el África subsahariana a principios de la década de 2000, con destino al mercado europeo. Los traficantes latinoamericanos atacaron varios Estados costeros de África occidental, de los cuales el más conocido y vulnerable era Guinea-Bissau. La llegada de cocaína a las costas de África occidental coincidió con el comienzo de varias transiciones políticas frágiles. Además, la ruta hacia el norte desde la costa de África occidental ha tenido un impacto decisivo en la estabilidad en el norte de Malí y Libia, ya que la rentabilidad de la cocaína superó con creces cualquier producto que hubiera pasado previamente por esa región.

Más recientemente, la Interpol informó el pasado mes de mayo acerca de un marcado aumento del número de traficantes de drogas que utilizan Libia como punto de transbordo, incluso para las drogas. El norte de África había surgido como centro de tránsito de cocaína después del Cocainegate en Argelia.

En 2011, Europol ya estaba informando que “… algunos grupos delictivos de África occidental se encuentran entre los más capaces de gestionar todas las fases sucesivas de la inmigración ilegal desde los países de origen hasta los países de destino. Los migrantes en tránsito son frecuentemente explotados en mano de obra ilícita, lo que marca un punto de contacto entre la inmigración ilegal y la trata de seres humanos (THB)”. Por lo tanto, la migración hacia el norte a través del Sáhara, que estaba impulsada y exacerbada por la fragilidad del Estado, se había convertido en un pilar de la economía criminal regional.

El control de las corrientes ilícitas y la protección de la circulación de mercancías ilícitas es ahora una fuente importante de recursos para los grupos de milicias armadas y una forma de consolidar el poder local.

En este sentido, tanto el Toubou a lo largo de la frontera sur de Libia con Chad y Níger, como el más pequeño pero poderoso Zintani en la frontera suroeste, se han fortalecido en gran medida en el proceso.

En todo el Sáhara, la naturaleza de los Estados y la naturaleza del desarrollo de la trata han aumentado el nivel de violencia, socavando la autoridad estatal central, lo que finalmente ha empoderado a los agentes de poder locales.

Grupos terroristas que prosperan para obtener recursos financieros se reubicaron, desde Argelia primero y Siria después, para beneficiarse del comercio ilícito gravando el movimiento de mercancías a través del territorio que controlan. Además, entre los principales métodos y técnicas para recaudar fondos se encuentran las extorsiones, los robos, el abastecimiento ilegal de petróleo, el uso indebido de ONG/organizaciones benéficas y la trata de personas. Por lo tanto, hay cada vez más evidencia de un nexo entre el financiamiento terrorista y la actividad criminal. Es decir, en Malí los líderes terroristas disfrutan de una libertad de movimiento que casi no tiene rival en otras partes del mundo debido al fracaso del gobierno maliense para reconstruir instituciones sólidas y la actual incapacidad de que el ejército maliense pueda reconquistar el territorio perdido. En Nigeria, Boko Haram también ha seguido atacando a civiles y explotando a mujeres y niños, incluidas niñas. Como resultado de sus actividades, la cuenca del lago Chad se ha convertido en una zona afectada por el conflicto armado y la trata de personas.

En la misma línea, informes recientes han indicado la persistencia de los mercados de esclavos en línea operados por ISIS y sus partidarios para continuar recaudando fondos. Los gobiernos aprobaron finalmente una resolución del Consejo de Seguridad que permite la designación de terroristas sancionados por violencia sexual y trata de personas para apoyar el terrorismo.

Aún más preocupantes que la convergencia del terrorismo y la criminalidad en África son los casos en los que el Estado es cómplice. Guinea-Bissau es un ejemplo frecuentemente citado de “Estado criminal” en el que los peldaños más altos de la dirección del gobierno se han visto arrastrados a la delincuencia. Es evidente que esta criminalización completa representa un desafío para la seguridad europea, ya que reduce el número de socios elegibles en la región.

El terrorismo fundamentalista religioso es una “corporación empresarial virtual” que opera en un escenario global, con una base de apoyo global, sin fecha de finalización hacia un amplio estado final (dominación global islamista).

Los terroristas han encontrado condiciones favorables para desarrollar sus actividades en el Sáhara precisamente porque pueden ser fácilmente móviles y explotar la debilidad de los Estados territoriales y la debilidad de los sistemas financieros Sub-Saharianos.

Se está financiando la sangre vital de una red terrorista eficaz. Las redes terroristas, como mafias, necesitan mover dinero criminal al extranjero y luego recorrer el sistema de pagos internacionales para ocultar la pista de auditoría. En abril de 2013, por ejemplo, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos identificó el lavado de dinero basado en el comercio de África Occidental facilitado por casas de cambio libanesas.

El terrorismo transnacional y la delincuencia organizada se han convertido en un problema mundial y, por lo tanto, el esfuerzo por perturbar su financiación debería extenderse más allá de las fronteras para bloquear el dinero dondequiera que esté escondido y rastrearlo dondequiera que se mueva. Para que la comunidad internacional desarrolle un estado de derecho que esté a la altura de la globalización del comercio y el movimiento mundial de personas, habrá que abordar las cuestiones planteadas por el agujero en el sistema jurídico y fiscal internacional.

Los Panama Papers han hecho sonar una clara señal de alarma que no podemos permitirnos subestimar más.

 

* Periodista y responsable de prensa, ocupó el cargo específico en los principales teatros operativos, incluidos la ex Yugoslavia, Kosovo, Irak y El Líbano. Fue jefe de la oficina de prensa de la operación europea “Althea” en Bosnia y asesor de comunicaciones del presidente del comité militar de la Unión Europea. Como piloto de helicóptero, trabajó con las Naciones Unidas en El Líbano como jefe de las actividades aéreas de la misión de la FPNUL y dirigió el grupo de vuelo en Kosovo; fue observador en la Misión de Observadores de la Comunidad Europea en Serbia, Montenegro, Croacia y Bosnia y en la Misión de Observadores Diplomáticos de Kosovo en Kosovo y Macedonia. Ha publicado “Magreb o un espacio de cooperación y desarrollo”, “Irán desde la primera posguerra hasta el acuerdo de Argel” y “La dama de los cristales: el desafío de la vida”. Colabora con revistas y sitios sobre los principales problemas de seguridad.

 

Artículo traducido por la SAEEG con expresa autorización de su autor. Publicado originalmente el 08/08/2021 en OFCS.Report – Osservatorio – Focus per la Cultura della Sicurezza, Roma, Italia, https://www.ofcs.it/internazionale/financing-for-terrorism-the-price-we-have-to-pay-for-money-is-sometimes-liberty/#gsc.tab=0