AFGANISTÁN: LOS TALIBANES Y LA TRAMPA DEL RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL

Francesca Musacchio*

Afganistán está perdido. Es la amarga conciencia de la alta diplomacia internacional que en estas horas ha jugado la última carta desesperada para salvar lo que se puede salvar en esa desafortunada tierra. Todas las actividades de los Estados Unidos en particular han estado dirigidas a salvar la cara de Occidente, completamente aplastada por los talibanes. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, envió al jefe de la CIA a Kabul dándole un amplio mandato. William Burns es el primer ex diplomático con una carrera política en la cima de la agencia de inteligencia y su experiencia internacional lo ha convertido en el hombre adecuado a los ojos de Biden. Pero Burns fracasó en este caso porque las demandas de los talibanes eran inadmisibles.

Según fuentes diplomáticas, el líder del grupo, el mulá Abdul Ghani Baradar, a cambio del aplazamiento de la retirada de tropas fijada para el 31 de agosto, habría pedido el reconocimiento del gobierno talibán por parte de Estados Unidos y la comunidad internacional. El mandato del jefe de la CIA era amplio, pero no hasta ese momento. Y así Biden, durante el G7, dijo a los demás representantes de la cumbre que la fecha del 31 de agosto sigue fijada. Por lo tanto, todas las operaciones de evacuación de civiles y soldados deben completarse antes de fin de mes y las tropas extranjeras tendrán que abandonar el Afganistán. De lo contrario, los talibanes están listos para presentar sus “demandas”, según reiteró en una conferencia de prensa el portavoz del grupo. Peticiones que, en realidad, tienen el sabor de las amenazas.

Por lo tanto, la comunidad internacional se ha visto obligada a volver al recuadro anterior. El tiempo disponible para la evacuación del aeropuerto de Kabul, para aquellos que tienen derecho a ella, es limitado. El martes por la tarde el G7 tuvo que tomar nota de esto, a pesar de la presión sobre los Estados Unidos por parte de Francia, Inglaterra y Alemania para extender el tiempo que pase en el país.

Ahora la pelota está en el tejado del G20, donde la cuestión del reconocimiento de los talibanes es crucial. Hay países, como China, que están muy inclinados a reconocer al Emirato Islámico. Después de todo, Beijing no tendrá ningún problema en reconocer a un régimen autoritario que viola los derechos humanos. Y también lo hace Turquía, donde el presidente Erdogan actúa como un dictador.

En este sentido, ya están registradas las primeras reuniones oficiales entre las delegaciones chinas y los miembros del buró político de los talibanes, que también han obtenido el aval parcial de Ankara.

A la espera de la cumbre entre los grandes del mundo, los talibanes ya han respondido con hechos a las peticiones de prórroga en la retirada de tropas. El portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid (foto destacada), en la rueda de prensa celebrada en Kabul, mientras el G7 estaba en marcha, pidió a los estadounidenses que no animen a los afganos a salir, subrayando que actualmente el acceso al aeropuerto está permitido solo a los extranjeros.

La conquista de Afganistán por los talibanes y la aplastante derrota infligida a la comunidad internacional después de 20 años de guerra, ha fortalecido al grupo de extremistas que ahora establecen las condiciones y exigen una rendición incondicional de la Coalición. Este resultado es la consecuencia del enfoque equivocado de una ideología llevada a cabo no solo por los talibanes y difícil de descubrir. Estados Unidos y todo Occidente, que ha librado una guerra contra el terrorismo, han subestimado el papel de una ideología tribal bien arraigada en el país, especialmente en las zonas periféricas. Afganistán no es sólo Kabul.

Las realidades profundamente tribales resisten en el país, vinculadas a grupos étnicos que a menudo reconocen su identidad en los talibanes y el extremismo religioso. Los informes de la inteligencia occidental no valen nada (y han sido valiosos) y en los últimos años han dibujado una imagen sombría, pero clara, de lo que realmente es Afganistán. Solo aquellos que realmente han experimentado el país, en medio de las montañas impermeables, pueden entender por qué los talibanes han derrotado a Occidente

* Directora de Ofcs.report. Colaboradora del diario Il Tempo. Autora del libro “La Trattativa Stato Islam”. Miembro del comité científico del Centro Studi Averroè .

 

Publicado originalmente el 25/08/2021 por OFCS.REPORT (Italia) https://www.ofcs.it/il-direttore/afghanistan-i-talebani-e-la-trappola-del-riconoscimento-internazionale/#gsc.tab=0 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con autorización de OFCS.REPORT.

ALGUNAS LIMITACIONES TERRITORIALES Y GEOPOLÍTICAS

Agustín Saavedra Weise*

Hay una realidad geográfica inmutable: los estados no pueden moverse, un país está donde está y por tanto, será beneficiario o esclavo de su ubicación geográfica. Así son las cosas; para bien o para mal, el espacio territorial nos limita o nos posibilita.

La geografía es el estudio de la superficie terrestre, sus ondulaciones, cimas, mares y contornos. Por su lado, la topografía estudia el suelo y sus irregularidades, es una rama de la geografía. Su ubicación le ofrece a los estados nacionales alternativas de ser —o sentirse— prisioneros o gananciosos y con ventajas o desventajas, según el lugar donde se encuentren, según también el desarrollo social y humano de cada país.

Bolivia es un país de tipo centrado con forzado enclaustramiento y una topografía bastante complicada que dificulta una plena integración entre regiones. A ello agreguemos cinco límites internacionales, cada uno con sus modalidades diferentes. Pudimos ser tierra de contactos, ya no lo somos ni lo seremos. La malhadada cultura del bloqueo ha alejado de Bolivia posibilidades concretas para ser eje de conexión entre océanos y regiones. Es lo real y duele, pero así están las cosas.

Recordemos sí que no existe el determinismo absoluto: el hombre puede vencer a la geografía y de hecho la venció en muchas oportunidades con el auxilio del propio talento humano y de su expresión práctica que es la tecnología. Si las montañas eran una barrera natural en el pasado, hoy no lo son por el desarrollo del transporte aéreo y porque la técnica permite perforar esas mismas montañas para construir túneles viales y ferroviarios.

Desde hace casi medio siglo —con el auxilio de Henry Kissinger y otros estudiosos de la materia la geopolítica, entendida ésta en forma simple como la relación entre poder político y asentamiento geográfico, ha sido reivindicada; sus conceptos integran hoy aspectos globales e internos, sirviendo al mismo tiempo de útil referencia para el análisis político-estratégico de determinadas situaciones en el análisis de conflictos. Además, la geopolítica es ingrediente esencial en el estudio de la política mundial y también es crucial en aspectos domésticos, tales como diseñar geopolíticamente que un país logre dominio efectivo de sus territorios vacíos, pueda ser capaz de poblarlos y desarrollarlos, etcétera.

Los Estados no son como los seres humanos; los estados están donde están y para bien o para mal no pueden moverse. Nos guste o no, Bolivia tiene que convivir con Brasil, Argentina, Paraguay, Perú y Chile; racionalmente debemos —en cada vecindario— minimizar factores adversos y potenciar los positivos.

El hecho contundente es que un país no puede evadirse de su localización, es imposible “relocalizarlo”, salvo que pretenda hacerlo sobre la base de las armas y a costa de naciones menos fuertes. No es pues del todo errado el determinismo geográfico, pese al auxilio tecnológico ahora disponible. Las naciones viven, luchan, progresan o decaen en suelo propio, no tienen chances normales de mudanza.

 

*Ex canciller, economista y politólogo. Miembro del CEID y de la SAEEG. www.agustinsaavedraweise.com

Nota original publicada en El Deber, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, https://eldeber.com.bo/opinion/algunas-limitaciones-territoriales-y-geopoliticas_245031

 

SIN PLAN PARA MALVINAS

César Augusto Lerena*

Observo en los últimos tiempos que hay una mayor atención en la cuestión Malvinas; desde, la puesta en duda sobre su pertenencia hasta la reivindicación de derechos. En medio de ello, nuestros funcionarios se limitan a invitar a dialogar por enésima vez a Gran Bretaña y a resaltar las fechas conmemorativas, sin lograr un solo avance, mientras que los ingleses, controlan cada día más nuestro territorio.

El próximo 40° aniversario de la recuperación de Malvinas nos encontrará peor que en 1982: el mar argentino más ocupado y con una secretaría de Malvinas inerte.

En 1982 el Reino Unido tenía invadida 11.410 km2 (Malvinas) y hoy tiene ocupados y explota 1.650.000 km2 de territorio marítimo e insular. Más de 100 buques operando en Malvinas que extraen 250 mil toneladas anuales de recursos pesqueros por valor de mil millones de dólares anuales y, en todo el Atlántico Sur, más de 350 buques extranjeros se llevan anualmente un millón de toneladas por un valor de cuatro mil millones de dólares, el doble de las exportaciones argentinas. Si se hubiesen promovidos acuerdos entre empresas para la pesca de los recursos migratorios en alta mar otro hubiese el desarrollo empresario y social de la Patagonia.

Ahora, el gobierno ilegal de Malvinas está en proceso de construir un puerto en Malvinas que se constituirá en la puerta de acceso a la Antártida y de logística de los buques que operan al sur del Mar argentino, remplazando a Ushuaia y a otros puertos del litoral nacional. Desde la firma de los Acuerdos de Madrid (1989/90) los británicos se llevaron recursos migratorios argentinos por valor de 32 mil millones de dólares.

Sin embargo, los gobiernos no han tenido voluntad de desechar los Acuerdos de Madrid ni el Pacto de Foradori-Duncan (2016), puestos ejecución sin aprobación del Congreso, en los que se incluyeron por primera vez, las Islas Georgias del Sur y Sándwich del Sur. Les permitió a los británicos avanzar los millones de km2 referidos; regular el movimiento de las naves militares argentinas; facilitar la relación de Malvinas con Brasil y Chile y, con ello, el contacto comercial de las islas con el mundo e implementó la “fórmula del Paraguas” que permite que Gran Bretaña avance y Argentina esté congelada.

Por otra parte, el abogado Marcelo Kohen, que hoy asesora al presidente de la Nación en el Consejo Nacional de Malvinas, elaboró en 2018 un plan que les permitiría a los isleños establecer —entre otras cosas— quiénes podían o no radicarse en las islas y, a los treinta años, tener un referéndum para determinar si adoptan la soberanía británica o argentina. Un Plan que pondría en manos británicas la soberanía de Malvinas, ya que es de esperar que, si los isleños británicos son los únicos que votan, ocurriría lo mismo que ya ocurrió en el referéndum ilegal de 2013, donde el 99% opto por continuar siendo súbditos británicos.

Por su parte, Uruguay abre sus puertos a la pesca ilegal en el Atlántico Sur y tiene previsto para 2022 la habilitación del puerto pesquero Capurro, para atender la operatoria y logística de los buques que pescan en el Atlántico Sur y en Malvinas y, licitar su operación que, si son “empresas chinas”, tanto Uruguay como la Argentina, perderán el control de la pesca, en una región donde los buques chinos son mayoritarios, aunque también pescan españoles, coreanos y taiwaneses. El Atlántico Sur está internacionalizado y ello dio lugar a la presencia de buques de las fuerzas armadas de Estados Unidos, bajo pretexto de controlar la pesca ilegal.

En medio de ello, debemos sumar la revitalización de algunas declaraciones que refieren a que las Malvinas no son argentinas, como es el caso de la candidata a diputada Sabrina Ajmecht y de la reiterada declaración en ese sentido de Beatriz Sarlo. Llama la atención, en ambos casos que se preocupen por supuestos derechos de tres mil ocupantes de Malvinas y no por los millones de argentinos que han perdido casi todos sus derechos básicos, como la educación, el trabajo, la vivienda, etc. Estas declaraciones se reflotan en coincidencia con el Brexit, donde el Reino Unido necesita fortalecer su pertenencia sobre los territorios de ultramar.

Debería agregar: que todas las empresas que pescan en el Atlántico Sur y Malvinas lo hacen subsidiadas; las certificadoras internacionales de productos pesqueros avanzan para decirnos qué empresa podrá o no exportar a los mercados; nuestro Congreso promueve un área Marina Protegida Agujero Azul que dará argumentos al Reino Unido para establecer nuevas restricciones a Argentina, impedirá la pesca argentina y encarecerá la gestión en lugar de darle los medios al INIDEP para que cumpla con la tarea de asegurar una pesca sostenible y, también hay quienes promueven la creación de Organizaciones Regionales (OROP) que reafirmarán a las empresas extranjeras y al Reino Unido en la administración de aguas argentinas.

Hace casi sesenta años que los gobiernos argentinos promueven el diálogo y la cooperación unilateral, sin éxito. La Argentina tiene recursos diplomáticos, económicos, técnicos, biológicos y empresarios, para que, en forma pacífica, pueda cambiarse este modelo que impide el desarrollo regional, la generación de empleo y el fortalecimiento nacional, alcanzando mejores condiciones para estar más cerca de recuperar la integridad territorial con las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los mares correspondientes y, la disputa sobre la Plataforma Continental y la Antártida.

 

* ExSecretario de Estado y experto en Atlántico Sur y Pesca. 

Publicado por El Economista el 25/08/2021, https://eleconomista.com.ar/2021-08-sin-plan-para-malvinas/