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CRISIS POLÍTICAS Y RUPTURA DEL TEJIDO SOCIAL: DE LA GRIETA A LA FRACTURA DE LA COHESIÓN SOCIAL

Gabriel Francisco Urquidi Roldán*

Marco teórico

El análisis de las crisis políticas contemporáneas requiere integrar las dimensiones económicas, psicosociales, institucionales y de corrupción sistémica. Desde la teoría de la movilización de recursos[1] y los enfoques sobre el conflicto social[2], se entiende que las protestas surgen de la acumulación de desigualdades y de la pérdida de legitimidad del poder político. A su vez, la teoría de la anomia[3] y el concepto de violencia estructural[4] permiten comprender cómo la desintegración de normas compartidas y la exclusión social crean el terreno propicio para el estallido de conflictos.

En este sentido, la «grieta» no constituye solo un fenómeno discursivo, sino un dispositivo de fragmentación social que es funcional a las élites políticas y económicas. Cuando la corrupción, el narcotráfico y el financiamiento ilícito penetran el aparato estatal, se produce una pérdida de confianza generalizada, fenómeno que Max Weber[5] denominó «crisis de legitimidad» del Estado racional-legal.

Análisis comparativo internacional

Los casos de Sri Lanka, Nepal, Madagascar y Perú muestran un patrón recurrente donde las crisis económicas, la corrupción y el colapso institucional derivan en estallidos sociales y cambios abruptos de gobierno.

En Sri Lanka (2022), la combinación de endeudamiento externo, inflación, escasez de alimentos y denuncias de corrupción y lavado de dinero en el círculo presidencial precipitó la caída de Gotabaya Rajapaksa[6].

En Nepal, la manipulación de recursos internacionales y los conflictos internos por el control de la ayuda humanitaria contribuyeron a una inestabilidad política crónica[7].

Madagascar atravesó repetidos golpes de Estado motivados por el uso indebido de fondos públicos y redes de contrabando y narcotráfico[8], mientras que en Perú los escándalos de corrupción y financiamiento ilegal de campañas políticas (Odebrecht, minería ilegal y narcotráfico) erosionaron la legitimidad de sucesivos gobiernos[9].

En todos los casos, las causas económicas (recesión, inflación, endeudamiento), psicosociales (frustración, miedo, pérdida de horizonte colectivo) y éticas (corrupción estructural, impunidad judicial) actuaron como catalizadores del colapso político y la ruptura del tejido social.

Argentina: entre la grieta, la corrupción y el desencanto

A días de las elecciones del 26 de octubre, Argentina enfrenta un panorama de profunda vulnerabilidad social y moral. La pobreza estructural, el desempleo creciente, la inflación sostenida y la violencia estatal contra los sectores más frágiles —jubilados, personas con discapacidad, enfermos crónicos y terminales, y trabajadores de la educación— reflejan la desconexión entre los funcionarios a cargo de la administración pública y las necesidades reales de la sociedad.

Paralelamente, se han revelado escándalos de corrupción, estafas financieras y vínculos con el narcotráfico, que comprometen tanto a funcionarios públicos como a empresarios cercanos al poder. El uso discrecional de fondos, los mecanismos de lavado de dinero y la triangulación con empresas fantasmas evidencian un sistema de poder capturado por intereses ilegales, donde la justicia aparece, en muchos casos, cooptada o indiferente.

Este entramado reproduce un modelo de impunidad institucionalizada, que profundiza la desconfianza social y el descreimiento en la democracia. La grieta, alimentada por la polarización mediática y el miedo, se convierte así en una herramienta política para dividir y neutralizar el descontento ciudadano.

Conclusión

Las experiencias de Sri Lanka, Nepal, Madagascar y Perú confirman que cuando la corrupción y el financiamiento ilícito se convierten en norma, la legitimidad política se derrumba. En la Argentina de hoy, el deterioro económico y moral conforma un terreno fértil para la fragmentación social.

El desafío no radica únicamente en recuperar la economía, sino en reconstruir la ética pública y el sentido de comunidad. Las elecciones del 26 de octubre no solo pondrán a prueba la resistencia de las instituciones, sino la capacidad del pueblo argentino de rechazar la impunidad y reivindicar la justicia social como principio fundante de la democracia.

 

* Licenciado en Seguridad. Especialista en Análisis de Inteligencia y Maestrando en Inteligencia Estratégica Nacional, con experiencia en estrategia, geopolítica, tasalopolítica, producción de información, así como en Seguridad y Protección de Infraestructuras Críticas.

 

Referencias bibliográficas

[1] Tilly, C. From Mobilization to Revolution. Reading, MA: Addison-Wesley, 1978.

[2] Touraine, A. El regreso del actor. Buenos Aires: Eudeba, 1984

[3] Durkheim, É. Le suicide: Étude de sociologie. Paris: F. Alcan, 1897.

[4] Galtung, J. « Violence, Peace, and Peace Research». Journal of Peace Research, vol. 6, n° 3, 1969, p. 167-191.

[5] Weber, M. Economía y sociedad. México: Fondo de Cultura Económica, 1922.

[6] Sri Lanka https://www.crisisgroup.org/asia-pacific/south-asia/sri-lanka.

[7] Nepal: violentas protestas hacen caer al primer ministro, mientras los manifestantes incendian el Parlamento y otros edificios públicos https://www.bbc.com/mundo/articles/cqxz8q48ej3o.

[8] Madagascar: una isla cansada de promesas y sacudida por una nueva crisis política, https://www.france24.com/es/áfrica/20251013-madagascar-una-isla-cansada-de-promesas-y-sacudida-por-una-nueva-crisis-política.

[9] Miles protestan contra el gobierno y el Congreso en Perú https://www.dw.com/es/miles-protestan-contra-el-gobierno-y-el-congreso-en-per%C3%BA/a-74376577.

 

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LA FECHA DE LA NAVIDAD

Julio Ferrari Freyre*

Hemos pasado el tiempo litúrgico de Adviento, es decir en las postrimerías del año calendario gregoriano, momento en que los cristianos celebramos la Asunción de la Virgen María, la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, fiesta de la Sagrada Familia, de María Madre de Dios y el Año Nuevo, más el Día de los Reyes Magos. Y para otros será, el Janucá de los judíos el 25 de diciembre (25 de Klisev), o el año nuevo Lunar, el 29 de enero de 2025, también llamado Seollal, Tsagaan Sar, Losar, Tết, Año Nuevo Chino o (según el Partido Comunista Chino) Festival de Primavera[1]. Toda una colección de feriados y festividades para alegrar el cierre de un ejercicio y el comienzo de uno nuevo: lamentar lo que no pudimos hacer y alegrarnos porque tenemos un año para concretar múltiples proyectos, pero primero las vacaciones veraniegas que tanto nos gusta a nosotros y a nuestras familias.

En estos días se puede escuchar de mucha gente, cultos y no tanto, cristianos serios y no tanto, ateos o agnósticos, que la fecha de la Natividad de Nuestro Señor fue erigida por los primeros seguidores de Cristo para «tapar» una festividad pagana romana; pero nadie se pregunta de qué festividad pagana se trata. ¿Tenía que ver con la religión greco-romana de la época? ¿Se celebraba algún hito en la historia de la República o del Imperio? ¿Se conmemoraba alguna fecha especial del complicado calendario romano o el «inventado» por Julio César y usado en el Imperio?

Por ser fin de año dejé de lado la imponente Espasa Calpe que decora mi biblioteca y fui al deficiente y tendencioso pero útil y práctico Wikipedia para sacarme la duda. Allí leí que: «la celebración de esta fiesta el 25 de diciembre se debe a celebraciones mediterráneas relacionadas con el solsticio de invierno, principalmente el Sol invictus y la Saturnalia que habrían sido adaptados por los cristianos en el siglo III» y que «El papa Julio I pidió en 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha y finalmente el papa Liberio decreta este día como el nacimiento de Jesús de Nazaret en 354»[2].

Según esta versión, la fecha de Navidad se debió a una operación de contra inteligencia para atacar las festividades de los malvados paganos que pululaban por el Imperio Romano.

Sin embargo, mi curiosidad no estaba satisfecha y seguí investigando el tema con interesantes hallazgos para esclarecer mis propias dudas surgidas, tal vez, por una deficiente educación religiosa o por el bombardeo de propaganda laicista del momento que nos toca vivir.

Así encontré que tenemos dos festividades romanas a fines de diciembre, a falta de una, a ser censurada por ser pagana. Entre el 17 y 23 de diciembre el pueblo romano celebraba Saturnalia. Con la ayuda de Wikipedia descubrí que este festejo comenzó en el año 217 a.C. dedicado a Saturno, dios de la agricultura, y que simbolizaba el fin del trabajo en el campo, o sea la cosecha. Incluía un banquete público «intercambio de regalos, continuo festejo, y un ambiente de carnaval en el que se producía una relajación de las normas sociales»[3].

La otra festividad romana a ser censurada era día del “Sol Invicto”, Dies Natalis Solis Invicti en latín, que se empezó a agendar en 274 y fue un invento del Emperador Aureliano para fortalecer y en cierta medida extender los festejos de la Saturnalia. El Sol Invictus se celebraba el 25 de diciembre según algunas fuentes como Wikipedia, o el 27 de diciembre según otras[4]. Ahora bien, en el año 221 Sexto Julio Africano, un muy respetado historiador, fija la fecha del nacimiento de Nuestro Señor el 25 de diciembre en su monumental Chronographiai, medio siglo antes de la invención del Sol Invictus [5].

Esto lleva a pensar más bien que la celebración del Sol Invictus se haya inventado por la creciente influencia del festejo del nacimiento de Cristo y por lo tanto esta fecha pagana carece de influencia directa en el día que celebramos la Navidad.

Más aún, antes de esas fechas Telésforo, segundo Obispo de Roma entre 125 y 136, había declarado a los feligreses que la Natividad de Nuestro Señor debería festejarse a fines de diciembre[6].

En la correspondencia de San Cirilo de Jerusalén (348-386) y el Papa San Julio I (337-352), aquel le pide al Sumo Pontífice que le asigne al Nacimiento de Jesús su verdadera fecha «tomándola de los documentos del censo traídos por Tito a Roma». En 350 el Papa Julio I fijó que el nacimiento de Cristo fuera celebrado el 25 de diciembre y cuatro años después; el Papa Liberio decreta ese día como el nacimiento de Jesús[7].

Algunas versiones sostienen que Jesús no podría haber nacido en diciembre porque los pastores y sus ovejas no pueden estar a la intemperie con las bajas temperaturas de fines de otoño y principios de invierno. Sin embargo, los pastores israelitas de nuestros días no tienen problema en cuidar sus rebaños en pleno invierno bajo el cristalino cielo de Medio Oriente.

De cualquier manera, ¿tiene alguna importancia que la fecha de nacimiento de Jesús, y que nosotros como cristianos celebramos, sea coincidente con una celebración pagana? Pareciera que no.

Considerando que muchas sociedades dan poca relevancia al día del nacimiento de una persona, no sería de extrañar que los Evangelistas ni siquiera hayan pensado en poner fechas exactas en el Nuevo Testamento. En realidad, hay muy pocas referencias a fechas puntuales en la Biblia. Porque finalmente, ¿qué es más importante: que nuestro país sea independiente o la fecha en que se logró esa condición?

 

*Julio Ferrari Freyre estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Sophia (Tokio, Japón), Relaciones Internacionales en la Universidad del Salvador y Economía en la Universidad de Deusto (Bilbao, España). Egresó del Instituto del Servicio Exterior de la Nación (1984), siendo Cónsul en Bilbao (1989-94), integrante en la Embajada Argentina en la República Popular de China (1997-2003) y Cónsul General en Cantón (2011-2016). En Cancillería fue Director de Documentación de Viaje en la Dirección General de Asuntos Consulares y Representante Especial para Asuntos de Terrorismo. Se retiró del Servicio Exterior como Ministro Plenipotenciario de Primera Clase en 2018.

 

Bibliografía

Ferrari Freyre, Julio C. «Año Nuevo Chino». Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 06/02/2024, https://saeeg.org/index.php/2024/02/06/ano-nuevo-chino/.

Prada, Juan Manuel de. «Feliz Solsticio de invierno». Asociación Almedrón, 28/12/2024, https://www.almendron.com/tribuna/feliz-solsticio-de-invierno/

Smith, Jeb: «Celebrating Christmas: A Response to Evangelicals». The Postil Magazine, 18/12/2024, https://www.thepostil.com/celebrating-christmas-a-response-to-evangelicals/.

Enciclopedia Católica:, https://es.catholic.com/encyclopedia.

Wikipedia, https://es.wikipedia.org/.

 

Referencias

[1] Ferrari Freyre, Año Nuevo Chino.

[2] Wikipedia: Navidad, https://es.wikipedia.org/wiki/Navidad.

[3] Wikipedia, Saturnales,  https://es.wikipedia.org/wiki/Saturnales.

[4] Wikipedia, Sol Invictus, https://es.wikipedia.org/wiki/Sol_Invictus.

[5] Wikipedia, Sexto Julio Africano, https://es.wikipedia.org/wiki/Sexto_Julio_African.o

[6] Smith, Celebrating Christmas.

[7] Enciclopedia Católica, Navidad, https://ec.aciprensa.com/wiki/Navidad.

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GÉNERO GRAMATICAL EN UNA SOCIEDAD MASCULINIZADA

Abraham Gómez R.*

Nuestro idioma, a pesar de sus muchas imprecisiones y aspectos mejorables, sostiene elementos normatizados por tácitos convencionalismos o por uso y aceptación tradicional. Dicho de otra manera, nos hemos venido acostumbrando a pronunciar y vocear las palabras de un modo; y aceptarlo, con plena legitimidad como cuerpo social.

Uno de estos casos es todo cuanto se refiere al Género Gramatical, que no tiene nada que ver con sexismo, genitalidades o ubicaciones conforme a la «diversidad de gustos o tendencias». Eso es otra cosa.

El Género Gramatical atiende a estructuras complejas morfo-sintácticas concordantes, cuya intención persigue darle exquisitez, economía y transparencia al texto-discurso, al orden sintagmático que deben seguir las palabras; por lo que debemos evitar caer en la trampa lingüística (propiamente semiótica) de apelar a las dobles, innecesarias y redundantes consideraciones al momento de mencionar lo masculino y lo femenino.

No hacemos inclusión de lo femenino en la sociedad, ni reivindicamos a la mujer con sólo decir: muchachos y muchachas, ellas y ellos, todas y todos o poniendo arrobas (@) en los escritos para abarcar ambos géneros de una sola vez.

En el castellano-español basta que usted señale únicamente un sustantivo con el cual abarca tanto lo masculino como lo femenino, si tal vocablo varía sólo en las letras (a) (o).

El género masculino es la forma no marcada o inclusiva. Veamos. Si digo «los alumnos de esta clase», estoy involucrando a alumnos tanto del sexo masculino y como del femenino. Sin embargo, el género gramatical femenino si es la forma marcada y por tanto resulta exclusiva o excluyente. Si digo «las alumnas de esta clase», no están incorporados además los de sexo masculino, sino solamente las mujeres.

Por ejemplo: si dice diputados y niños (allí están contenidas también las diputadas y las niñas); pero si dice hombres debe mencionar mujeres; si refiere en su acto de habla a los caballeros, también debe nombrar a las damas.

Muchas veces por dárnosla de falsos feministas citamos: participantes y participantas, concejales y concejalas, alférez y alfereza, oficinistas y oficinistos, camaradas y camarados, asistentes y asistentas; y por esa ruta distorsionada y ridícula se termina por ofender o poner en entredicho el verdadero valor de las mujeres en nuestra sociedad.

Las mujeres requieren de nosotros ―hoy tanto como ayer― una nueva mirada sociohistórica.

Se ha vuelto indetenible la presencia de la mujer en las más disímiles disciplinas y áreas de conocimientos.

Las mujeres han venido asumiendo elogiosas responsabilidades, tal vez lentamente, pero con fundamentación y sostenibilidad.

En bastantes partes del mundo se ha venido adelantando una especie de «excavación en la historia. Un asunto casi de arqueología social» con el fin de encontrar mujeres, de extraer sus palabras y sus obras. Para que ellas digan, en la contemporaneidad, lo que intentaron decir y no pudieron. Para que sus voces sean escuchadas.

Para hacer presentables sus obras, para rescatarlas de las olvidadas fosas del tiempo.

Es un trabajo apasionante que nos hemos propuesto.

Lo hemos ejercido desde todos los ámbitos posibles. Es una auténtica y palpitante genealogía solidaria, impregnada de razón y emoción.

Ciertamente, todavía hay odiosos resabios de androcentrismo en algunas sociedades; enarboladas en culturas que creen aún que en torno a lo masculino deben determinarse todas las cosas. Tamaño error e injusticia.

Digamos también que ―al momento de escribir sobre las mujeres― muchos intelectuales emplean suficientes estrategias de mitigación discursiva que persiguen minimizar el contenido de los enunciados cuando los temas se centran en el género femenino. No realzan lo que deben resaltar cuando hablan de los logros de las mujeres.

Es verdad que cuando una sociedad se encuentra masculinizada, entonces hace usos excesivos de atenuantes con las palabras y se excede en el empleo de los diminutivos o modificadores, como instrumentos lingüísticos, que busca darle opacidad a las realidades de las mujeres.

No sentenciemos como perversa a una construcción gramatical porque no use el falso desdoblamiento sexista, por cuanto el desdoblamiento sexista es un ardid timador.

Tampoco le pidamos a las construcciones gramaticales que reivindiquen lo que algunas sociedades, enteramente masculinizadas, excluyen en los actos de habla, en la vida diaria y en los desenvolvimientos práxicos. Sociedades que marginan a las mujeres y luego quieren reivindicarlas con hipócritas desdoblamientos gramaticales.

Preguntémonos. ¿Acaso se siente la mujer excluida, discriminada al no verse visualizada (tomada en cuenta) en cada expresión lingüística relativa a ella?

Podemos aligerar, una y otra vez, las mismas y decididas respuestas a la anterior pregunta. Los abusos en los desdoblamientos referidos al género gramatical son artificiosos e innecesarios.

La exclusión que se les hace a las mujeres en algunas sociedades enteramente masculinizadas no se cura con arrobas.

La Real Academia Española no aprueba el uso del símbolo arroba para referirse a la forma femenina y masculina de algunas palabras como, por ejemplo, tod@s, hij@s, chic@s, con el fin de evitar un uso sexista del lenguaje o ahorrar tiempo en la escritura de palabras.

 

* Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, abrahamgom@gmail.com