CONTAR POROTOS

Iris Speroni (gab: https://gab.com/Iris_Speroni)*

¿Usted tiene algún representante? ¿No? Entonces usted no existe.

Numerosos grupos de ciudadanos no tienen representación política.

El más evidente: los jubilados[1].

Otros: trabajadores en blanco[2].

Igual situación sufren los dueños de PyMes industriales, comerciales o agropecuarias.

Me hicieron notar que en esta lista faltan los monotributistas. Cierto. Abandonados de la mano de Dios, como el último impuestazo demuestra.

Hay más no-representados. Los integrantes de las FFAA, de las FFSS, profesionales de la Salud, transportistas, programadores de software, productores de bienes exportables,…, la lista es kilométrica.

La Constitución plantea las reglas de juego de cómo debemos dirimir nuestros conflictos desde el mismo inicio. “Artículo 1º.- La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal, según la establece la presente Constitución”.

¿Usted tiene algún representante? ¿No? Entonces usted no existe.

¿Quién ocupa las bancas? ¿Qué intereses defienden? En lenguaje de nuestra constitución: ¿A quién representan?

Acá entramos a un mapa de conjeturas interesante que habrá que despejar.

A contar porotos

El presidente de la Nación, el día que asumió, aclaró a quién iba a favorecer: petroleras, mineras, el trabajo informal y a la banca. ¡Ah!, el dinero lo iba a poner el campo.

Su accionar agregó perdedores a la lista. En diciembre 2019 pusieron el impuesto PAIS, que pagan asalariados, en el verano 2020 redujeron el ingreso de los jubilados, a mitad de año grabaron los alquileres de viviendas. Durante lo que va del mandato sostuvieron la infamia de un tipo de cambio retrasado, el cual daña a las provincias; junto al impuesto inflacionario que perjudica a los más humildes. 

El Congreso aprobó todas estas iniciativas.

Requiere el siguiente andamiaje. En el senado hay grupos que votan en bloques más o menos homogéneos. Los patagónicos votan a favor del petróleo, como lo hacen los andinos con las auríferas. A cambio del soporte de sus actividades, votan con los porteños los negocios del gobierno central que son, a saber:

  • banca: renegociación de deuda, carry trade (bicicleta), tipo de cambio atrasado, emisión (impuesto inflacionario).
  • obra pública (Club de la Obra Pública).
  • negocios propios de la casta (ej. Aerolíneas Argentinas).
  • Farmacéuticas (proveedor del Estado y precios cartelizados).
  • imposición de agenda internacional (género, ablaciones, aborto, inmigración, indigenismo, afroismo, calentamiento global, agroquímicos, etc.)[3].

Los bloques patagónicos, capital federal y andinos constituyen una masa crítica que disciplina a los restantes. No importa el partido del cual provengan.

Con menor homogeneidad, Diputados replica el accionar.

Un buen ejercicio, que invito a hacer, es pensar la cámara de diputados y senadores como defensores de determinados intereses en alianza con otros.

Por ejemplo: el descontrol del BCRA. Todas las provincias son perjudicadas[4]. Sin embargo, resignan defender los intereses de la producción local, a cambio de alguna gracia puntual.

De ahí la importancia de contar los porotos; cuántos hay para cada iniciativa. Verán que el NEA y la región central (pampa húmeda) están más solos que Margaret Thatcher en Cosquín.

El Gran Misterio

Debemos desentrañar por qué los 70 diputados y los 3 senadores por Buenos Aires votan sistemáticamente en contra de los intereses de sus coprovincianos.

En varias ocasiones sostuve que la provincia se encuentra intervenida. Ha sido un proceso gradual que se volvió indisimulable desde que el ex diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires, Daniel Scioli, accedió a la gobernación. Llenó su gabinete de porteños. Después de ocho años, el procedimiento fue repetido por la oposición que instaló a … la ex vicejefa de gobierno de la capital. Como si el vicegobernador de Misiones asumiera al año siguiente como gobernador de Corrientes. Nombró de ministro de seguridad al ex presidente de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Un verdadero ejército de ocupación. La gobernación cambió de signo político; la intervención quedó intacta. Ahora el diputado nacional por la Ciudad, Kiciloff, con su corte de porteños, es su nuevo gobernador.

¿Cuál es el objeto de la ocupación de la provincia de Buenos Aires? Hay numerosas razones. Intentaré descifrar algunas.

El más importante es la selección de los candidatos a diputados y senadores nacionales por la provincia. Garantizar que todos o la mayor cantidad posible de ellos defiendan los intereses del gobierno central y no los provinciales. Consolidar la transferencia brutal de riqueza de la PBA (vía el BCRA y vía la AFIP).

La provincia da origen al 35,4 % de las exportaciones del país. El gobierno central le quitó a los habitantes de la provincia la suma de U$D 9.600 millones, sólo en 2020, por diferencia de cambio y $ 136.838 millones por derechos de exportación, con el silencio cómplice de los 70 diputados y 3 senadores nacionales por PBA.

Esas 73 personas avalan el status quo.

Consiste en:

  • Sostener la deuda permanente como columna vertebral de las decisiones soberanas del país. Que nunca falte deuda externa más permitir el pago de fortunas a la banca local año tras año (carry trade o bicicleta). $ 1.200.000.000 en el año 2020.
  • Defender el conjunto de prebendas para la “industria” consistente en exenciones impositivas, créditos blandos (con tasa inferior a la inflación), aranceles discriminados, subsidios directos, dólar subsidiado para importar partes, salvatajes, etc.
  • Proteger al Club de la Obra Pública (ej. Lascurain condenado en primera instancia).
  • Fortalecer a las farmacéuticas. Al punto tal que varios diputados responden directamente a ellas.
  • Honrar las alianzas[5] que garantizan la pervivencia del régimen (el discurso inaugural de Fernández el 10-12-2019 como prueba al canto).
  • Votar siempre como si fueran de la Capital Federal (que engloba todos los puntos anteriores).

El segundo objetivo de la intervención es bloquear el acceso del interior de la provincia al escenario de representación. Un tercio de la población bonaerense no vive en el conurbano de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo estas personas no cuentan con un tercio de la Legislatura provincial y ciertamente ni uno solo de los 70 diputados nacionales o los 3 senadores los defiende.

Tal vez la supresión de la provincia de Buenos Aires como expresión política sea una de las grandes tragedias argentinas.

La insidia es mayor aún. Todas las cabeceras de partido fueron ocupadas por el unitarismo. Florecieron oficinas del ANSES, PAMI, AFIP, Banco Nación, más organismos provinciales ocupados por los interventores, como el BAPRO. Grandes empleadores, con sueldos por encima del promedio de la zona. Crean su propia corte de defensores de la intervención y del unitarismo.

Quienes viven en Pehuajó, Junín, Pergamino, Azul, Lincoln, Dolores, etc. lo conocen bien.

No tiene nada de original. Si uno ve el mapa de votación de los EEUU en 2020, aún en los estados que votaron a los republicanos (rojo), las capitales, donde residen los empleados del gobierno central, votaron a los demócratas (azul). En la capital de EEUU, sede de todas las burocracias, el voto azul fue del 94%.

Agenda Global

¿Por qué todos estos “representantes” votan la agenda global? Porque está atada a créditos y subsidios de organismos internacionales amén de ser condición sine qua non del juego de renovación permanente de la deuda eterna.

La banda criminal que nos gobierna entiende que para sobrevivir no sólo debe tener firmes sus maquinarias políticas locales (bien aceitadas para ambos partidos mayoritarios) sino que no debe presentar amenaza a las iniciativas de las agendas globales, por más delirantes que parezcan. El objetivo en este caso es quedar fuera del radar para poder continuar el saqueo de sus connacionales[6].

¿Por qué las petroleras cuentan con el apoyo de todos los senadores de las provincias patagónicas y casi todos los diputados? Porque ponen dinero para sus campañas. ¿Por qué Yedlin u Ocaña son diputados? Porque sus mandantes les financian sus carreras políticas. ¿Por qué Lousteau, luego del desastre que produjo al país en el 2008 ha sido diputado, embajador en EEUU y ahora senador? Porque le han financiado su carrera desde jovencito. No hace falta que hablemos de Gioja o los representantes de Catamarca.

¿Por qué siempre hubo representantes del gremio docente en diputados desde Alfonsín a hoy? Porque se necesitaba comprar la voluntad de los gremios para poner en marcha el plan de destrucción de la educación argentina diseñado desde y financiado por los organismos internacionales.

Cuando se corre el velo es todo más fácil de entender.

¿Quieren ferrocarriles, fletes marítimos y fluviales, astilleros, dólar alto, educación de calidad, Fuerzas Armadas pertrechadas y bien pagas, Gendarmería que custodie la frontera, médicos y enfermeros con buenos ingresos, caminos rurales en buen estado, salario familiar para los trabajadores en blanco, eliminación de impuestos a las ganancias al trabajo? Pongan el cuerpo o financien campañas o ambas cosas.

Nadie nos prohíbe tener representantes. Es más, la constitución nos invita a representar y ser representados. Sólo hay que querer estar ahí.

Tan simple como eso.

* Licenciada de Economía (UBA), Master en Finanzas (UCEMA), Posgrado Agronegocios, Agronomía (UBA).

 

Referencias

[1] Algunos partidos llevan en sus listas abogados previsionalistas, que desde América González a Tundis, sólo han servido para bloquear el ingreso de representantes genuinos.

[2] Décadas atrás había un puñado de sindicalistas como diputados nacionales. Hoy su presencia es irrisoria.

[3] A cambio reciben líneas de fondo de organismos internacionales que gastan a su gusto, con el consiguiente bolsiqueo, más constituyen imposiciones restrictivas de los organismos de crédito como el FMI. Reciben plata y a cambio dan algo que les da oportunidades para robar y sin ningún costo político.

[4] Las petroleras y mineras tienen un sistema cambiario distinto por el cual quedan fuera del fraude perpetrado por el BCRA, lo que le garantiza al gobierno central contar con esos votos. A nadie le importa que los productores de peras de Río Negro vayan a la ruina con un dólar a $ 100 siempre y cuando YPF, BP, Total, Exxon et al prosigan sin escollos.

[5] Petroleras y auríferas. Pesca.

[6] La casta política actual jamás replicaría el episodio de Bucarest 1974 donde Argentina desafío a Kissinger. Y ganó hasta la humillación. Los engreídos Kissinger y McNamara se convirtieron en el hazmerreír internacional. Los EEUU tienen en claro que “nunca más” le darán soga a la Argentina en los organismos internacionales.

 

Publicado originalmente por Restaurar.org http://restaurarg.blogspot.com/2021/07/contar-porotos.html

 

9 DE JULIO. ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA INDEPENDENCIA DESDE EL SIGLO XXI.

Marcelo Javier de los Reyes*

El 24 de marzo de 1816 se reunió el Congreso de Tucumán en un contexto conflictivo dados los resquemores que despertó en el litoral la hegemonía que ejercía la ciudad de Buenos Aires. A pesar de estas tensiones y de que no todas las provincias participaron del Congreso, pues las del litoral —la Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe— estaban en guerra contra el gobierno central, el 9 de julio de 1816 las Provincias Unidas proclamaron su independencia.

Mucho ya se ha escrito respecto a los hechos que siguieron a esa proclamación y a los vaivenes que desde entonces vivió la Argentina.

El propio Manuel Belgrano, quien a diferencia de nuestros actuales dirigentes luchó por nuestra independencia haciendo grandes esfuerzos y muriendo en la pobreza, llegó a expresar: “Yo espero que los buenos ciudadanos de esta tierra trabajarán para remediar sus desgracias. ¡Ay Patria mía!”

Recientemente, el 20 de junio, se cumplieron 201 años de ese pronunciamiento de uno de nuestros más importantes próceres, quien durante el virreinato cumplió numerosas funciones públicas y luego luchó incansablemente por la independencia. A diferencia de nuestra dirigencia, que no ha intentado imitarlo, Belgrano murió en la pobreza y con una gran angustia en un contexto en el que la Patria se encontraba en un estado de gran convulsión interna. Quizás la misma angustia que muchos argentinos sentimos al ver el camino de autodestrucción que hemos emprendido en las últimas décadas. Porque ya no somos ese “crisol de razas” que nos enseñaban en la escuela pública, prácticamente la única escuela que existía en la niñez de los que cursamos más de seis décadas y la que nos igualaba a todos con el guardapolvo blanco. Del mismo modo que nos igualaba el Servicio Militar Obligatorio, en el que nos cruzábamos los jóvenes de todas las religiones, provincias, etnias y clases sociales y económicas que conformábamos esa “comunidad organizada” conocida como Nación, es decir, un conjunto de personas que comparten vínculos históricos, culturales, religiosos, etc., que tienen conciencia de formar parte de un mismo pueblo o comunidad.

Para algunos quizás nunca hayamos sido plenamente independientes pero está claro que los pasos que hemos dado nos han llevado a dudar de nuestra independencia debido a que hemos perdido lo que se denomina “Poder Nacional”. Este es uno de los conceptos que nuestra dirigencia ha dejado de usar, así como otros, por ejemplo “Soberanía Nacional”, “Identidad Nacional”, porque han sido reemplazados por los falsos y desiguales “derechos humanos”, por la fantasiosa “integración”, declamaciones que distan de la realidad.

No somos independientes si no hay producción nacional y si el país está maniatado por una gran deuda externa.

No somos independientes si quienes son elegidos para administrar la República —la “res” (cosa, o asunto) y publica (el pueblo), la “cosa pública”— despilfarran los fondos públicos en su propio beneficio —los “partidarios de sí mismos”, como los denominaría Belgrano—, haciendo populismo, mientras se esquilma a los trabajadores, a los jubilados y a los sectores productivos.

No somos independientes si no se defiende cada metro cuadrado de la Patria, si no se fortalece la Seguridad Interior y si no se provee a las Fuerzas Armadas del material necesario para cumplir con su misión de custodiar la Soberanía Nacional, nuestra integridad territorial.

No somos independientes si se destruyen los valores, las tradiciones, mientras se ideologiza cada sector de nuestras vidas y del Estado en función de una “agenda global” impuesta o de tendencias subversivas que incrementan la división nacional.

Asistimos hoy a la desestructuración de esas bases que llevaron más de cuatro décadas del siglo XIX para lograr la unidad, dejando atrás las guerras civiles, y redactando una Constitución Nacional (1853) que permitió iniciar una etapa de crecimiento, de desarrollo productivo que puso a la Argentina de las primeras décadas del siglo XX entre los países más desarrollados del mundo, en el que la educación común, gratuita y obligatoria (Ley 1.420, de 1884, presidencia de Julio Argentino Roca) y unos salarios superiores a los de algunos países de Europa, provocaron algo que fue un orgullo nacional: la “movilidad social”.

Tan relevante fue la Argentina que se erigió como modelo para otras naciones; que incluso varias tomaron hasta los colores de nuestra Bandera Nacional para darse sus propias enseñas patrias.

Con todo, en ese mismo siglo XX comenzó la declinación a causa de los golpes de Estado cívico-militares —que tuvieron su origen en 1930— y de la emergencia, nuevamente, del caudillismo, del culto a la personalidad que aún perdura en esta Argentina del siglo XXI.

Los grandes pasos de las primeras décadas del siglo XX, como la creación de YPF o de la siderurgia nacional, fueron acortándose.

La independencia proclamada el 9 de julio de 1816 parece hoy como algo que en esa época no existía: una foto. Sí, una imagen estática, un grito congelado en el espacio y en el tiempo.

Es hora de que los argentinos asumamos que la independencia es una labor diaria, una tarea inconclusa que —debido a nuestro retroceso en todos los órdenes— requiere que reconstruyamos nuestros valores y nos reunamos para ser parte de una nueva dirigencia nacional que promueva que Dios y la Patria le reclamen a la actual dirigencia política por todo el daño ocasionado a la Nación y paguen por el verdadero genocidio que están causando a través de la generación diaria de pobres en un país rico, por la creación de ese grupo de jóvenes “que ni estudia ni trabaja” en un país que fue un faro que iluminó a otras naciones con su educación y con su cultura. Desde hace años, esta Argentina impulsa al exilio a aquellos jóvenes que tienen las ambiciones normales de cualquier ciudadano que habita en un “país normal”.

Los que hemos estado bajo bandera hemos jurado “defenderla hasta perder la vida”. Los niños, en las escuelas, realizan la ceremonia de Promesa de Lealtad a la Bandera Argentina. Debemos repensar acerca de esto y trabajar para que estas fórmulas no sean meras declaraciones, sino que adquieran el verdadero sentido que encienda la llama que ilumine y suministre la energía vital necesaria para la fundación de una Segunda República, para una Reconstrucción Nacional.

Dotémonos del espíritu de cuerpo que nos permita peregrinar hacia la “Argentina prometida”.

Desarrollemos el sentimiento de argentinidad para ser verdaderamente independientes como lo soñaron nuestros próceres y quienes les sucedieron en la historia, quienes dieron su vida en 1982, quienes trabajaron incansablemente por la grandeza de la República.

Recordemos al Libertador General San Martín, quien nos trazó el camino: “Cuando la Patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

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FECHA PATRIA

No hace mucho alguien cuya notoriedad debería aconsejar suma ponderación y seriedad en lo que se dice —por no hablar de su investidura— se puso a desbarrar sobre el origen de las gentes, siendo que la genética muestra que se detectan mayores diferencias de una persona a otra que entre grupos —razas, etnias, pueblos originarios, naciones o como quiera llamárselos— comparados entre sí, lo que quita importancia a esas denominaciones usualmente basadas en fenotipos, cuya apariencia resulta así engañosa. Tomando el caso de Israel —Estado en que se otorga a estas cuestiones relevancia y vigencia legal—hallaremos una variedad que va de eslavos a etíopes pasando por íberos, semitas y bereberes entre otros. En el Congreso de Tucumán se insinuó la posibilidad de instaurar una monarquía incaica, algo que cierta diversidad militante actual habría quizá aplaudido. Lo importante era que los combatientes por nuestra libertad que resultaran cautivos no fueran considerados rebeldes sino prisioneros de guerra conforme el Derecho de Gentes afianzado por la labor y el pensamiento de los frailes Francisco de Vitoria OP y Francisco Suárez SJ algunos siglos antes. Debían tener el respaldo de una potencia independiente; en nuestro caso, Las Provincias Unidas del Sud.

El momento era crítico: el sueño megalómano de un hijo del Mediterráneo que había ya cambiado Europa y con su historia la del mundo —aunque no fuera entonces evidente—, había sido momentáneamente desbaratado por lo que quedaba de las potencias del pasado, que habían conseguido recuperarse y no estaban dispuestas a permitir ningún desmadre y sí en cambio a restaurar la vigencia de su poderío absoluto.

Era pues fundamental asegurar la legitimidad internacional de nuestra aspiración a constituir una nación independiente.

Esa decisión de unos hombres que merecen genuinamente el título de próceres, el 9 de julio de 1816 en Tucumán, es lo que hoy celebramos.

El mes tenía sus antecedentes: del 4 de julio para los Estados Unidos pasando por la toma de la Bastilla y llegando al 5 de julio de 1811 con el Acta de la Declaración de la Independencia de Venezuela, república —y elijo el nombre para seguir a Bolívar en su sueño de una ‘nación de repúblicas’— a la que nos une tanto la historia como la coincidencia de fechas: tanto la doctrina Drago condenando el bloqueo anglofrancés del puerto de la Guaira para cobrar por la fuerza sus acreencias como Sarmiento presidente otorgando a José Antonio Páez, ex presidente y en el exilio, el título y estipendio de brigadier general. Hospitalidad que hoy lamentablemente debemos extender a tantos venezolanos que han debido dejar su patria. Patria con la que compartimos, además de lo dicho, el honor de ser cuna de los dos Libertadores de América, Simón Bolívar y José de San Martín, ambos habiendo visto la última luz lejos de su solar natal, como el heroico corso y, como él, fundadores con su ejemplo de una nueva realidad para sus pueblos y otros del mundo, cualquiera sea su origen.

Recordemos pues que la independencia fundamenta la legitimidad de nuestras obras y nuestras acciones y que la libertad que nos procura debe fundamentarse en la legitimidad de las mismas. Libertad que, dice José Martí, ‘es el derecho a ser honesto’.

No sólo por honrar a nuestros padres —deber que imponen los más diversos credos— y que lo merecen, sino de mucho atrás, por tantos que han vivido y anhelado antes que nosotros y por quienes hemos llegado y estamos aquí hoy.

En esta fecha patria.

Juan José Santander*

 

* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID y de la SAEEG.

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Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales

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