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AFGANISTÁN: ¡TODO EL MUNDO EN CASA! PERO EL PAÍS ESTÁ AL BORDE DE LA GUERRA CIVIL

Marco Crabu*

Toda la operación de Italia costó más de € 8 mil millones

 

¡Ya está hecho, todo el mundo en casa! Anoche, el último de nuestros soldados que seguía desplegado en Herat regresó a Italia. Así lo comunica el propio Lorenzo Guerini, ministro de Defensa italiano, mientras estrecha la mano de Gen. Beniamino Vergori, comandante del contingente italiano en Afganistán, que acaba de aterrizar en el aeropuerto militar de Pisa.

Fonte: Difesa.it

“Con el regreso del último ejército italiano, que tuvo lugar en cumplimiento de la seguridad de nuestro contingente, la misión italiana en Afganistán terminó oficialmente —dijo el Ministro— quiero recordar con gratitud a los 723 heridos y con profunda emoción a las 53 víctimas italianas que perdieron la vida al servicio de la República”. Guerini luego especificó: “Sin embargo, el compromiso de la comunidad internacional, Italia en primer lugar, para Afganistán, que continuará en otras formas, comenzando con el fortalecimiento de la cooperación para el desarrollo y el apoyo a las instituciones republicanas afganas, no termina”.

Estas declaraciones son de gran importancia, sobre todo porque cuando los Estados Unidos y la OTAN anunciaron el 14 de abril que todos los contingentes occidentales se retiraban de Afganistán, muchos en el país asiático revivieron en su imaginación la tormentosa retirada de las tropas de la antigua Unión Soviética en la década de 1990, con todo lo que ello había implicado. Y en el pueblo afgano, que todavía está luchando por metabolizar por qué la decisión aliada de abandonar el país en este momento, hay un creciente temor de que la retirada final de las últimas tropas extranjeras sea un caos.

Alemania, además del Reino Unido, también ha completado la retirada de sus tropas de Afganistán, mientras que Estados Unidos muy probablemente completará la operación para el 4 de julio (antes de los datos del 11 de septiembre previamente anunciados), un día festivo nacional para Estados Unidos.

Fonte: DoD USA

Pero Italia y los países aliados no abandonarán a Afganistán para su suerte, sino que cambiarán el tipo de asociación y las reglas de compromiso. Este es el objetivo de los esfuerzos diplomáticos del Presidente Ashraf Ghani hacia la comunidad internacional, especialmente tras su reciente visita a Washington el 25 de junio, para anunciar con ello un nuevo comienzo en las relaciones mutuas. En esta ocasión, la delegación asiática, compuesta también por el jefe del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional de Afganistán (HCNR), Abdullah Abdullah, se reunió en la Casa Blanca con el presidente Joe Biden, quien les representó la nueva política exterior estadounidense, basada en el apoyo político, económico e incondicional a las Fuerzas nacionales de seguridad y defensa afganas (ANSDF).

Por lo tanto, Estados Unidos proporcionará US$ 3.3 mil millones en ayuda para la seguridad de Afganistán, sobre todo porque si el ejército afgano se doblega ante la amenaza de los fundamentalistas talibanes y los grupos terroristas, esto no solo será un fracaso del ANSDF, sino también una derrota para las Fuerzas Aliadas que han intentado durante 20 largos años construir un sector de seguridad legítimo y sostenible en el país, lo suficientemente resistente para hacer frente a los duros desafíos del presente.

Además, ya el 14 de junio del año pasado en Bruselas, en la última cumbre de la OTAN, a la que asistieron 30 Jefes de Estado miembros, se volvió a subrayar el apoyo al pueblo afgano, sus instituciones y sus fuerzas armadas, incluso después de la retirada de las tropas occidentales, al tiempo que se promovían los resultados de los últimos 20 años que tanto les ha costado conseguir. En la declaración final de la cumbre, dos artículos (18 y 19) están dedicados a la cuestión del Afganistán. Por lo tanto, los países de la OTAN continuarán sus actividades de cooperación y en el entrenamiento y fortalecimiento de las fuerzas de seguridad afganas.

Por lo tanto, todos en casa, pero ¿cuánto le costó a Italia la misión de veinte años en Afganistán?

 

Fonte: Osservatorio Mil€x

El Observatorio Mil€x sobre el gasto militar italiano ha elaborado un informe en el que estima el coste de la operación para nuestro Gobierno. Esta estimación, actualizada a 2020, se sitúa en torno a los 8,4 billones de euros. Pero, dada la retirada completa de todas las tropas que acaba de tener lugar, el coste va a aumentar y es probable que supere los 8,5 billones de euros. El año en el que el gobierno pagó más es 2011, cuando Italia marcó su número récord de tropas presentes en Afganistán, unos 4.250 como se verá en el gráfico relativo.

Pero no podemos olvidar, más allá de estas enormes cifras, los éxitos italianos que nos reconocen, especialmente las poblaciones locales y que distinguen a Italia del resto de la coalición.

En estos 20 largos años, se han preparado y completado más de dos mil proyectos (fuente: Il Sole 24ore) con un valor total de 58 millones de euros, en diversas áreas que incluyen: educación (27%), salud (11%), infraestructuras como carreteras, instalaciones de agua (800 pozos), apoyo a las fuerzas de seguridad afganas, agricultura y ganadería.

Construimos y reconstruimos un centenar de escuelas, más de 40 hospitales y al menos 30 edificios que albergaban los cuarteles de las fuerzas locales. Luego evacuamos, a través de la Operación Aquila, al personal civil de apoyo, incluidos los antiguos intérpretes y sus familias, que serán incluidos en el programa de integración por el Ministerio del Interior.

¿Y ahora? ¿En qué situación dejamos al país afgano?

Hasta la fecha, las fuerzas armadas afganas están asumiendo la responsabilidad de la lucha contra los talibanes, así como la lucha más insidiosa contra Al-Qaeda, Isis y otros grupos terroristas más pequeños. Y aunque ANSDF ha hecho progresos operacionales considerables y ha adquirido un nivel decente de capacidad estratégica, sus sistemas de gestión y estructuras logísticas y de apoyo, siguen siendo débiles y en general subdesarrollados.

Fonte: SouthFront.org

Los talibanes son cada vez más emprendedores y continúan su marcha para apoderarse del territorio enfrentándose con las fuerzas regulares.

Los últimos eventos son los siguientes (Fuente: Southfront.org):

– El 27 de junio, según los informes, los talibanes capturaron el distrito de Rustaq en la provincia de Takhar.

– El 27 de junio, según los informes, los talibanes capturaron el distrito de Chak en la provincia de Wardak.

– El 27 de junio, según los informes, los talibanes capturaron el centro de la ciudad del distrito de Mughur, en la provincia de Ghazni.

– El 28 de junio, las autoridades locales anunciaron la reconquista de las aldeas de Khof Dareh, Sang Atash, Khavaki, Khosdeh y Derbi Ahoo en el distrito de Farkhar de la provincia de Takhar.

– El 28 de junio, el ejército afgano y las fuerzas de movilización popular recuperaron las zonas de Khajeh Souri, la montaña Piazak, la montaña Haji Ghafoor y las aldeas de Pakbar, Khaneghah y Abjasia en el distrito de Chahar Kint en la provincia de Balkh.

– El 29 de junio, los talibanes reclamaron el control de los distritos de Waghaz y Giro en la provincia de Ghazni.

– El 29 de junio, los talibanes capturaron el distrito de Khakriz en la provincia de Kandahar235 Militantes talibanes murieron y otros 161 resultaron heridos como resultado de las operaciones del ejército afgano en las provincias de Nangarhar, Laghman, Nuristan, Kunar, Ghazni, Kandahar, Zabul, Balkh, Faryab, Helmand, Baghlan, Badakhshan, Kunduz y Kapisa durante las últimas 24 horas, según el MOD afgano.

Han pasado veinte años desde que las fuerzas estadounidenses y de la OTAN llegaron a Afganistán, y ahora están dejando atrás a un país al borde de la guerra civil total.

 

* Licenciado en Ciencias Sociológicas, Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Bolonia. Especialista en Seguridad, Geopolítica y Defensa.

 

Artículo publicado originalmente el 01/07/2021 en OFCS.Report – Osservatorio – Focus per la Cultura della Sicurezza, Roma, Italia, https://www.ofcs.it/internazionale/afghanistan-tutti-a-casa-ma-il-paese-e-sullorlo-di-una-guerra-civile/#gsc.tab=0

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor.

EUROPA: ENTRE UN MUNDO QUE NO ES Y EL REAPRENDIZAJE DE LA GEOPOLÍTICA

Alberto Hutschenreuter*

Imagen: telam.com.ar

Después de la Segunda Guerra Mundial, los países de Europa decidieron que para no repetir el pasado había que “sujetar” a Alemania, el “perturbador”, a un emprendimiento interestatal colectivo mayor. En otros términos, debilitar la posibilidad relativa con que Alemania dispusiera de sus recursos y emprendiera (eventualmente) un nuevo desafío geopolítico en la Europa central. De allí, la Comunidad Económica del Carbón y el Acero, el cimiento de la Comunidad Económica Europea y la Unión Europea.

El pasado no solo debía ser olvidado, sino enterrado. Y así Europa se fue convirtiendo en un territorio de complementación cada vez mayor, hasta lograr configurar lo que el británico Robert Cooper denominó el “Estado pos-moderno”, es decir, un territorio donde pervivían las patrias, pero se descentralizaban las soberanías. Efectivamente, Europa ingresó en una era pos-westfaliana que implicó un cambio de escala en su basculante y largo pasado de guerras y pactos.

Pero si bien es cierto que en 1945 la derrota militar la sufrió Alemania, la victoria de las potencias europeas (Francia y Reino Unido) fue parcial, en tanto el poder finalmente se fue de Europa hacia los grandes centros que definieron la contienda total e iniciaron un nuevo orden entre Estados. El general Charles de Gaulle fue acaso quien mejor comprendió esa nueva realidad.

Dicha combinación de victoria y derrota europea quedó evidenciada en la colosal asistencia económica de Estados Unidos al continente y en la condición de protectorado estratégico-militar en la que quedó Europa Occidental. Fue el primer secretario general de la OTAN, Lord Hastings Ismay, quien como nadie expresó con precisión la nueva ecuación en el continente: “Estados Unidos adentro, la Unión Soviética fuera y Alemania debajo” (en rigor, Europa).

Así, Europa se reconstruyó, se amplió y alcanzó un grado de integración prácticamente excepcional, si bien nunca logró que una de las partes más vitales, Reino Unido (que se sumó a la CEE en los años setenta), se comprometiera más allá de la zona de libre comercio. Y en esa condición estratégico-militar, Europa “ganó” la Guerra Fría. Pero todos sabemos quién fue el verdadero ganador. En todo caso, Europa, una vez más, se encontró “en el bando ganador”

Pero si consideramos que cuando terminó la contienda bipolar debió comenzar a pensar per sé en términos geopolíticos, y no quiso, no pudo o no supo hacerlo, acaso Europa se encontró en el lado ganador en una condición sub-estratégica. Simplemente fue partícipe de un gran hecho histórico, pero no asumió (con el tiempo) el reto que los tiempos exigían.

Dicho reto era la aplicación de una estrategia cuyo objetivo fuera lograr una “Europa arriba”, es decir, abandonar la comodidad que implicaba la aceptación de un “tutor externo” o “primus Inter pares”, y asumir el papel de un jugador estratégico. Este era el desafío para Europa por aquellos años estratégicos de 1989-1991, cuando casi vertiginosamente se abrían diferentes “imágenes” (esperanzadoras algunas) sobre el advenimiento de una nueva situación internacional. Tras décadas de poder duro o “filoso”, el surgimiento del “poder blando”, esto es, interdependencia, comercio creciente, redes tecnológicas, negocios, instituciones, etc., colocaban a Europa en valor mayor.

Europa continuó el camino de la unidad sin reformular su condición estratégica, incluso cuando todavía se encontraban activos algunos de los hombres con memoria de guerra y, por supuesto, de rivalidad bipolar. Este dato no es menor, pues treinta años después aquella vieja ecuación estratégica y jerárquica de tres términos advertida por Lord Ismay continúa vigente, pero lo novedoso radica en que la nueva generación de líderes europeos no solo no tiene aquel registro histórico, sino que ha crecido en una Europa donde predominan las instituciones, el derecho y la cultura de paz. Sin duda que muchos de ellos han estudiado el pasado, pero consideran que, en buena medida, ese pasado ha sido superado.

Pero esas condiciones (que han reducido la anarquía entre Estados) reinan solo allí. Porque más allá de la Unión Europea el mundo continúa basándose en las situaciones habituales casi protohistóricas: anarquía, competencia, suspicacia, capacidades, tensiones, no guerra, etc. En ninguna parte se reprodujo el modelo de convivencia interestatal europeo; a lo más, los emprendimientos geoeconómicos, particularmente en América, nunca fueron más allá del área de libre comercio y el arancel externo común, y algunos de ellos han desaparecido mientras que otros se encuentran atravesados por conflictos que comprometen seriamente las posibilidades de retorno.

El hecho de renunciar a la soberanía estratégica implicó que la UE siguiera mandatos estratégicos del centro no europeo. Fue así que Europa se embarcó en aquellas decisiones relativas con la rentabilización de la victoria de Estados Unidos en la Guerra Fría, siendo la principal la ampliación de la OTAN más allá de los territorios de Europa central. Asimismo, el despliegue global de fuerzas estadounidenses para combatir al terrorismo transnacional también fue acompañado por países de la UE.

Posteriormente, tras el impasse que implicó la reacción de Rusia en Georgia, la OTAN se aproximó a la zona geopolítica roja mayor rusa, Ucrania, situación que derivó en la amputación territorial de este país clave de Europa del este. A partir de entonces, la relación entre Occidente y Rusia se fue deteriorando más, hasta que los sucesos relativos con el líder opositor Alexéi Navalny prácticamente pusieron fin a cualquier posibilidad de mejora entre las dos partes, particularmente entre la UE y Rusia.

Es decir, la UE, que hasta 2014 consideraba muy baja la posibilidad de tensiones entre Estados en el continente, acabó sumida en un conflicto interestatal nada más y nada menos que ante Rusia, la gran potencia terrestre del mundo. Entonces, se hizo cada vez más evidente (para la UE) que no bastaba con olvidar, ignorar, transformar o relativizar la geopolítica, una disciplina que a menudo allí se superpone o confunde con política exterior.

Pero la UE no solo se encontró con una situación de discordia creciente frente a Rusia, sino que se halló rodeada de hechos de cuño marcadamente geopolítico: Libia, Turquía, Bielorrusia, Moldavia, el Ártico, el Cáucaso, la iniciativa china del “cinturón”, etc. Sin duda, fue esta abrumadora situación de hechos, en los que intereses políticos se volcaban sobre territorios con fines relativos con ganancias de poder, la que hizo ver a la UE que su “concepción blanda” o “híbrida” de la geopolítica, esto es, el rechazo a toda concepción político-territorial que no se fundara en los valores de la UE, correspondía a la de “un mundo que no es”.

En otros términos, la geopolítica que la UE debía recentrar era la habitual, no la de un modelo basado en normas y valores que, exportados (según su concepción), neutralizarían la geopolítica en clave clásica, como bien han sostenido Cristian Nitoiu y Monika Sus en un trabajo de 2019 sobre el ascenso de la geopolítica en la UE.

En 2020, la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se refirió a la necesidad de establecer una “Comisión Geopolítica”, cuyo fin debía ser trabajar para reaprender la disciplina desde sus cimientos, es decir, reaprender a usar el lenguaje de los intereses y el poder, puesto que, como bien advierte Kissinger, “la geopolítica trata de los intereses de los Estados, no de las buenas intenciones de los Estados”.

Aunque muy tardíamente, se trata de un buen comienzo. Pero si ese reaprendizaje no va acompañado del abandono del “confort estratégico europeo”, difícilmente la UE pasará al mundo de la geopolítica real y vital, cuya primera exigencia es la defensa y promoción de los intereses propios. El abandono no implica ruptura; supone complementación con base en la igualdad estratégica, no complementación con base en una relación de nivel estratégico/sub-estratégico como la que existe entre Estados Unidos y Europa desde 1945.

La reciente visita a Europa del presidente estadounidense Joseph Biden ha dejado en claro que el propósito de Washington es mantener la situación. En este sentido, el retiro de la presión del gobierno demócrata a Alemania en relación con el gasoducto ruso-germano “Nord Stream 2” no ha sido un mensaje de buena voluntad a Rusia, como se dijo, sino una concesión a Alemania y a los demás actores de la UE.

Porque para Estados Unidos, un actor de dimensión geopolítica integral, Rusia y China son rivales frente a los cuales las alianzas son centrales. Y hasta ahora ha sido funcional para sus intereses que prácticamente se haya quebrado la posibilidad de que la UE y Rusia recuperaran terreno en relación con idea de comunidad ruso-europea que existió durante las dos décadas que siguieron al fin de la Guerra Fría.

El reto ahora para Estados Unidos es que la iniciativa geoeconómica y geopolítica de China no empuje a la UE (que tiene un enorme intercambio comercio-tecnológico con Pekín) a redefinir intereses, es decir, que comience a ejercer la geopolítica pensando en sí misma.

 

* Doctor en Relaciones Internacionales (USAL) y profesor en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) y en la Universidad Abierta Interamericana (UAI). Es autor de numerosos libros sobre geopolítica y sobre Rusia, entre los que se destacan “El roble y la estepa. Alemania y Rusia desde el siglo XIX hasta hoy”, “La gran perturbación. Política entre Estados en el siglo XXI” y “Ni guerra ni paz. Una ambigüedad inquietante”. Miembro de la SAEEG.

 

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PRESENTACIÓN DEL ANUARIO 2020 DEL CEID

Los miembros del Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID) y de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) tenemos el agrado de presentar el Anuario del CEID 2020, en el que autores de Argentina, Bolivia, Cuba, España, Italia, Jordania, Perú y Venezuela analizan relevantes cuestiones que tuvieron lugar en el escenario mundial, así como otros temas que consideramos de interés, ya desde una perspectiva geopolítica y estratégica, ya desde una visión histórica, habida cuenta de que es verdaderamente difícil comprender los conflictos y numerosos hechos actuales si no se tiene conocimiento del devenir de la historia.

Si bien el tema del COVID 19 ha concitado la atención de los medios, de los gobiernos y de las diversas sociedades durante 2020, hemos evitado centrarnos exclusivamente en esta problemática, la cual si es abordada en algunos artículos.

El propósito de esta nueva edición del Anuario del CEID es favorecer la comprensión de un escenario mundial altamente complejo. Para ello se ha convocado a prestigiosos docentes e investigadores de diversos países:

Salam Al Rabadi (Jordania, España, El Líbano), David Alvarado (España), Mayra Bárzaga García (Cuba), Francisco Carranza Romero (Perú), Miguel Ángel Cúneo Argentina, Sunamis Fabelo Concepción (Cuba), María Elisa Gentile (Argentina), Ruvislei González Sáez (Cuba), Orietta E. Hernández Bermúdez (Cuba), Alberto Hutschenreuter (Argentina), Laura Malagón Sotero (Cuba), Roberto Mansilla Blanco (Venezuela, España), Juan Cruz Margueliche (Argentina), Enrique R. Martínez Díaz (Cuba), Xulio Ríos (España), Agustín Saavedra Weise (Bolivia), Juan José Santander (Argentina), Yoslán Silverio González (Cuba), Isabel Stanganelli (Argentina), Giancarlo Elia Valori (Italia) y Marcelo Javier de los Reyes (Argentina), quien además dirige la publicación.

Finalmente, deseamos informar que el Anuario del CEID puede ser descargado gratuitamente desde la página https://saeeg.org/wp-content/uploads/2021/05/ceid_anuario_2020.pdf

 Agradecemos su difusión.