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LA SECRETARÍA DE MALVINAS NO AGARRA UNA SOLA PELOTA ANTE LA ACCIÓN POLÍTICA BRITÁNICA EN LA ARGENTINA

César Augusto Lerena*

Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona.

La posesión de la pelota respecto a la cuestión de Malvinas en el territorio argentino la tiene claramente el Reino Unido y la Secretaría de Malvinas de la Cancillería Argentina lleva adelante un juego defensivo que no alcanza a pasar del área chica local. Sin “la mano de Dios” es difícil ganarles a los ingleses y el partido se está perdiendo por goleada. Como suele ocurrir en estos casos y, sino pregúntenle a Luis Enrique, la culpa la suele tener el director técnico.

Por si acaso, antes de seguir “anulemos la mufa”.

Mark Kent, el entonces embajador británico en la Argentina, llegó al país en junio de 2016 y se fue en el mismo mes, cinco años después. “Se ganó el corazón de todos aquellos que lo conocieron”, diría Soledad Blardone de Infobae (16/06/2021); pero, durante la estada de este diplomático en el Palacio Madero Unzué —la embajada-residencia más lujosa que los británicos tienen en el mundo— este simpático pero disciplinado personaje no tuvo ni un solo gesto relacionado a los derechos argentinos sobre Malvinas. Sin embargo, para algunos argentinos distraídos y otros tantos anglófilos (por ser diplomático) supo ganarse —al igual que algunas señoritas de Buenos Aires de 1806— sus corazones. Habla español, twittea en este mismo idioma; le gusta el mate, el vino argentino, el asado, hacer chistes y viajar en colectivo; también el futbol, pero “siempre hincha por el equipo legal”; invitaba a sus “admiradores” a la embajada a tomar uno o varios “Johnnie Walker Double Black o Blue Label”, cuestión que puede hacer perder la cabeza a más de uno; de hecho, el ex Canciller del Reino Unido Alan Duncan comentó (Eduardo Barcesat. Perfil, 24/04/2022) que el vicecanciller argentino Carlos Foradori habría acordado el martes 13 de septiembre de 2016 en los sótanos de esa Embajada el Pacto que lleva vulgarmente el nombre de ambos, en un estado etílico que el más básico control de alcoholemia le hubiese quitado la licencia de conducir; pero, no le impidió, nada menos, que acordar se adopten “las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos” sin aludir en ese acuerdo a la cuestión central de la soberanía plena de Malvinas, pese a todas las Resoluciones de las Naciones Unidas y la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional.

“Mi padre era granjero y camionero”, decía Kent, “el maestro es bueno” diría Alberto Olmedo; pero de eso no se trata, ni de como manifestaba en la entrevista de Infobae que “los argentinos son ácidos, sarcásticos, irónicos y, el sentido del humor es muy similar al de los británicos” (sic) porque durante el tiempo que este buen hombre se ganó el corazón de muchos argentinos, el citado Kent dejaba claro que “Sobre Malvinas las posiciones de base política no cambiaron (…) Reconocemos que tenemos posiciones diferentes y que no estamos de acuerdo en ciertas cosas” y los británicos siguieron ocupando nuestros territorios y explotando nuestros recursos hasta nuestros días, ante la más absoluta pasividad de la Secretaría de Malvinas de la Cancillería argentina. Bien a la Argentina: los británicos son buenos, pero no boludos.

Pero llegó Kirsty Hayes a la embajada británica y pese a que el presidente de la Nación, la Cancillería Argentina y el secretario de Malvinas manifestaron que la Argentina no haría negocios con el Reino Unido mientras no se tratase la cuestión de Malvinas, esta señora agarró el porfolio y empezó a comprarles a los gobernadores ávidos salir del cabotaje y vincularse con el mundo. Morales de Jujuy; Sáenz de Salta; Uñac de San Juan; Jalil de Catamarca y Bordet de Entre Ríos (Agenda Malvinas, 05/11/2022), se transformaron en los primeros, tal vez por aquello, de “divide y domina” (Julio César; Napoleón) frente a una Secretaría de Malvinas y una Cancillería sin poder ni rumbo alguno. Días después nos enteramos (Letra P) que militares de Kosovo harán ejercicios militares en Malvinas y recordamos «que en Malvinas se entrenaron tropas británicas que luego intervinieron en Afganistán» (Carlos Biangardi, 06/12/2022) y también que «Malvinas se convierte en un centro de entrenamiento de la OTAN» (Horacio Micucci, 06/12/2022).

Ya sabemos, la Ley 24.184 de “Protección y Promoción de las inversiones británicas en la Argentina” sigue vigente, al igual que los Acuerdos de Madrid y los citados Pactos de Foradori-Duncan, pese a las amenazas del secretario de Malvinas Guillermo Carmona de no «dar marcha atrás, nuestro país se reserva el derecho de revisión de los acuerdos de cooperación en curso entre ambos países» (Letra P); aunque este mismo funcionario ya indicara en diversas oportunidades que estos acuerdos están desactivados de hecho (¿?). Tan desactivados, como que empresas británicas son adjudicatarias de exploraciones petroleras offshore violando la Ley 26.659 (Solanas) que impide que empresas con vínculos en Malvinas tengan actividad en la jurisdicción argentina o, de igual forma, que la Cámara de Mar del Plata levantara la cautelar beneficiando a las empresas Equinor y Shell o los vuelos de LATAM siguen haciendo la logística de los británicos en Malvinas.

La embajadora británica en la Argentina Kirsty Hayes se mueve como pez en el agua en el país y en contrario la Secretaría de Malvinas no hace más que reclamar, declamar y actuar con un voluntarismo que contrasta con la reconocida profesionalidad británica para tratar sus cuestiones internacionales.

Por su parte, el Consejo Nacional de Malvinas, en sintonía con la falta de políticas de la Secretaría de Malvinas, a más de dos años de creado, no ha elaborado una sola estrategia acorde a las obligaciones que los miembros seleccionados por imperio de la Ley 27.558 debieron cumplir. Lo acaba de dejar en claro, quien se define como un estrecho Asesor del secretario Carmona.

Es bastante lógico que no exista a hoy un plan en el Consejo (aunque sus dictámenes no sean vinculantes), ya que este engendro —que daría la sensación de haber sido creado al solo efecto de acompañar la propuesta de salto al vacío de un elucubrado y arribista “académico”— no habría tenido como objeto elaborar una estrategia, sino solamente servir de apoyo “con consenso” (Art. 4º de la Ley 27.558 y 8º del Reglamento) a la Autoridad de Aplicación por parte de los políticos, académicos, juristas y veteranos seleccionados, a la iniciativa suicida de requerir una opinión consultiva, sin ningún fundamento nuevo y sin mejorar en nada el contenido ni los apoyos ya logrados en las Resoluciones 1514/60, 2065/65 y la 31/49, entre otras de las Naciones Unidas.

Nada mejor para entender la ineficacia de las acciones de la Secretaría y el Consejo de Malvinas que las esclarecidas opiniones emitidas el pasado 5 de diciembre de 2022 por el auxiliar docente de la UBA, amanuense (copia escritos y pasa en limpio) de Marcelo Kohen y asesor de la Secretaría de Malvinas el abogado Facundo Rodriguez, en oportunidad del reconocimiento a la Facultad Regional de La Plata de la Universidad Tecnológica Nacional, donde participó en representación del secretario Guillermo Carmona; se trataba del principal orador convocado.

Allí dijo el referido representante: «Ustedes deben saber mejor que nosotros las dificultades internas para hacer llegar esa moneda o condecoración a sus destinatarios o por lo menos a sus familiares. Si hay algo que Carmona siempre ha mencionado y, lo digo porque lo he escuchado, no porque estoy defendiendo alguna postura o algo, yo soy académico, que su posición es de una Cancillería abierta o al menos de una Secretaría abierta. La Cancillería ha sido siempre vista y con justa razón, un lugar de elite o de personajes que no comulgan con lo popular o generalmente es un lugar de ámbito de difícil acceso…» (sic). A confesión de parte relevo de pruebas.

Preguntado en esa ocasión por Luciano Moreno de Pal’Sur respecto «a la presencia de una persona que pide dividir la Provincia de Tierra del Fuego, generar un referéndum en Malvinas para que los isleños determinen si son británicos o argentinos después de darle la posibilidad de que estos tengan un sistema migratorio por 30 años y esa persona se encuentra en el Consejo Nacional de Malvinas. se llama Marcelo Kohen y, propuso todo esto en el CARI diciendo además que la Disposición Transitoria Primera de la CN atentaba contra las negociaciones y a la solución de la disputa para que el Reino Unido se siente para descolonizar y, si estaba previsto que esa persona se le pida que se retracte…». El representante Carmona contestó: «El Consejo Nacional de Malvinas fue creado como un ámbito plural en donde se escuchan todas o por lo menos la mayor cantidad de voces posibles del espectro Malvinas, tenemos veteranos; académicos; juristas de distintas visiones; miembros de los distintos partidos políticos con visiones totalmente opuestas respecto a la estratégica para recuperar el ejercicio efectivo de la soberanía sobre Malvinas y, me parece, que más allá de lo que cada uno pueda decir en su ámbito personal y a título personal, porque esto es algo que el profesor Kohen ha manifestado que lo ha dicho (el plan a los isleños y en el CERA) a título personal y así lo ha declarado, yo no voy a explicar la propuesta, ya que no es mi propuesta, es la propuesta de él y tendrá que explicarla cuando se lo pidan…» (sic).

Y continuó Rodriguez: «Entonces lo que haya dicho el profesor Kohen o haya dejado de decir en base a su propuesta, quizás, la propuesta en sí no sea…¿cómo se llama? pregunta y tartamudea el representante del Secretario de Malvinas, a lo que agrega Moreno “no sea constitucional”, precisando Rodriguez: para que sea constitucional o no, el debería ser parte de un poder del Estado y al no ser y simplemente exponer en un ámbito académico, quizás, deberíamos ver el vaso medio lleno y no el vaso medio vacío». Aquí interviene nuevamente Moreno para acotarle: “la propuesta la presentó primero en Malvinas a los Kelpers y éstos le pagaron un lugar donde exponer, fue expuso y luego hizo lo mismo en el CARI”; acotando el asesor: «lo interesante quizás sería ver el vaso medio lleno, el debate que dispara esa propuesta, no la propuesta en sí, porque la propuesta de él (la de Kohen) puede ser una propuesta cualquiera, mientras no venga del Poder Ejecutivo no es vinculante para la Argentina; pero la propuesta quizás, y es lo que logró, porque estamos hablando de esto, estamos hablando quizás de reforzar algún punto que esté flojo en nuestro discurso o proposición (…) Uno de los déficits más grandes que tiene la Argentina es la falta de una propuesta concreta para llevarle al Reino Unido porque nosotros pedimos sentarnos a negociar, pero si nosotros le llevamos una propuesta al Reino Unido se va a ver obligado a negar (…)» (Estos comentarios son idénticos, copia textual de los ya formulados en 2018 por Kohen en su exposición en el CARI). Continúa Rodriguez: «Creo que viendo el vaso medio lleno, esta propuesta del profesor Kohen, quizás, nos depara la necesidad de elaborar en conjunto de la sociedad, los académicos, los veteranos, o quizás dentro del Consejo Malvinas, una propuesta con las voces y las visiones plurales que se encuentran en ese Consejo, como en la actualidad tenemos visiones totalmente opuestas como la del profesor Armando Abruza por un lado; del profesor Marcelo Kohen; la profesora o doctora Susana Ruiz Cerutti, con senadores y diputados del PRO, de Juntos por el Cambio, del Frente de Todos, radicales y cada uno de ellos ha llevado una política totalmente distinta…» (sic).

A esta altura, es interesante hacer notar algunas afirmaciones de este Asesor de la Secretaría de Malvinas, que en la ocasión representa al secretario Carmona (es decir habla por este): por lo que manifiesta, no parece que en el ámbito de la Secretaría o del Consejo se le hayan pedido explicaciones a Marcelo Kohen por su Plan, que coincidió con la vigencia del Pacto de Foradori-Duncan y, en particular, no se le habría preguntado con qué mandato, quién financió y en nombre de qué institución presentó la propuesta en 2018 ante los isleños en el territorio argentino de Malvinas, ubicadas a 12.558 km en línea recta de su residencia en Ginebra.
Contrario a lo que manifiesta este asesor, el citado Marcelo Kohen es parte del Estado, lo fue cuando representó los intereses del Estado argentino en los casos de las papeleras de Uruguay y la Fragata Libertad y también al integrar el Consejo de Malvinas que se encuentra en el ámbito de la Presidencia de la Nación (Art. 1º de la Ley 27.558) y asesora al presidente (Art. 4º de la Ley). Sus opiniones no han sido formuladas en un “ámbito personal” como refiere Rodriguez, sino en forma política y pública (Perfil, 22/03/2018) y a los propios isleños (además de su exposición en el CARI) violentando la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional y las Resoluciones de las Naciones Unidas, por cuanto estos no son parte en la disputa. Al indicar que no siendo formulada la propuesta por el Poder Ejecutivo no es vinculante, demuestra una supina incapacidad política, que le podría llevar a afirmar que dichos del Canciller o del secretario de Malvinas, que no son el presidente de la Nación y, por lo tanto, no son el Poder Ejecutivo, contrarios a la posición argentina expresada en la Constitución Nacional, no dañarían la postura argentina en la cuestión Malvinas (¡!).

En su calidad de Asesor de la Secretaría e interviniendo incluso en el Consejo Nacional de Malvinas: Rodriguez afirma: «estamos hablando quizás de reforzar algún punto que esté flojo en nuestro discurso o proposición (…) Uno de los déficits más grandes que tiene la Argentina es la falta de una propuesta concreta para llevarle al Reino Unido porque nosotros pedimos sentarnos a negociar, pero si nosotros le llevamos una propuesta al Reino Unido se va a ver obligado a negar, a decir no la quiero; no voy a negociar y eso nosotros la podemos usar para que la opinión pública británica (…) quizás, nos depara la necesidad de elaborar (…) dentro del Consejo Malvinas, una propuesta con las voces y las visiones plurales que se encuentran en ese Consejo…» en primer lugar, habría que decir que este representante de Carmona podría quedar incurso en la violación de la confidencialidad prevista en el Artículo 16º del Reglamento del Consejo y, ello derivaría de la ventilación de que ese Cuerpo debiera hacer propuestas que no estaría haciendo e incluso anuncia públicamente los efectos que estas propuestas —que el Consejo no realiza— podrían tener sobre la opinión pública británica. Una acción irresponsable de un funcionario de la Cancillería y una apreciación de increíble ingenuidad de quien se presenta como especialista en derecho internacional.

Respecto a las afirmaciones de Rodriguez que «en la actualidad (en el Consejo) tenemos visiones totalmente opuestas (…) y cada uno de ellos ha llevado una política totalmente distinta…» (sic), lo que constituye una nueva violación de la confidencialidad necesaria en materia de las estrategias que debe llevar el Consejo (“…Quienes ejerzan o hayan ejercido funciones en el Consejo no deberán dar a conocer, en momento alguno, las deliberaciones que tengan allí lugar ni la opinión de otro miembro…”. Art. 16º del Reglamento). Consultado al respecto un acreditado diplomático, con una amplia experiencia en cuestiones de Malvinas, manifestó duramente: «claro que hay visiones totalmente opuestas: la del interés nacional y la de los traidores, ignorantes y oportunistas».

A lo ya dicho respecto a la ocupación extranjera del Atlántico Suroccidental (César Lerena El extranjero ocupa y explota el Atlántico Suroccidental”, 14/11/2022) se agregan las recientes declaraciones del presidente de la Nación: “Argentina tiene que destinar sus recursos a cosas más importantes que la compra de aviones militares. Estamos en un continente muy desigual, pero no hay problemas de guerra y se busca la unidad entre los países” (The Global Boardroom de @FT), lo que parece estar demostrando el desconocimiento del Poder Ejecutivo sobre cuáles son las amenazas que enfrenta la Nación, ya que nadie se imagina una confrontación con países de Suramérica; pero, no podemos olvidar que el Reino Unido de Gran Bretaña tiene ocupado o en disputa con la República Argentina 5.497.178 Km2 de su territorio continental, insular, marítimo y de la plataforma continental extendida. Todo ello, en medio del injustificable viaje de jueces y fiscales a Lago Escondido del británico Joe Lewis, quien sería, el mismo propietario de la pista de aterrizaje de 1.800 metros inaugurada en 2008 para aviones de gran porte, ubicada en Sierra Grande (Río Negro), lindero a Chubut y a 1.200 km de Malvinas.

Me repito: La incapacidad se pone de manifiesto poniendo a las personas en la máxima posibilidad de sus capacidades y, en muchas ocasiones, este umbral es muy bajo.

 

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado. Presidente de la Fundación Agustina Lerena (Fundada el 21/10/2002), Presidente Centro de Estudios para la Pesca Latinoamericana, CESPEL (Fundada el 02/04/1989).

Autor de “Malvinas 1982-2022. Una gesta heroica y 40 años de entrega” (2021) y de “Pesca Ilegal y Recursos Pesqueros Migratorios Originarios de los Estados Ribereños de Latinoamérica y El Caribe” (2022).

LAS POSIBILIDADES DE ARGENTINA EN ÁFRICA

Marcelo Javier de los Reyes*

«Es hora de que hagamos un «cambio cultural» hacia adentro para que podamos proyectarnos hacia afuera».

 
Lazos históricos y culturales

En primer lugar debemos considerar que entre África y Argentina existen lazos históricos y culturales que deberían favorecer las relaciones entre nuestro país y ese continente.

Durante el período en que nuestro país formó parte del Imperio español la población afrodescendiente era numerosa aún antes de la creación del territorio del Virreinato del Río de la Plata en 1776, por orden de Carlos III. Esa inmigración tuvo su origen en la trata atlántica y se estima que al momento de la emancipación la población negra alcanzaba aproximadamente el 30%, aunque en algunas ciudades o regiones podía llegar al 50%.

Con todo, a pesar de la esclavitud, los africanos en Buenos Aires tuvieron mejor suerte que aquellos que fueron destinados a las plantaciones u otras actividades, ya que se los empleaba para el servicio doméstico o se los instruía en algunas labores u oficios, recibiendo incluso alguna retribución económica o salario.

Nuestra historia cuenta con afrodescendientes destacados:

    • Juan Bautista Cabral (1789-1813), correntino, el soldado que formó parte de aquellos 120 granaderos que acompañaron al general San Martín en la batalla de San Lorenzo (3 de febrero de 1813) y quien le salvó la vida cuando el Libertador quedó atrapado tras el derribo de su caballo. Cabral repitió casi idénticamente lo que había hecho el soldado Juan de Dios, cuando el 23 de junio de 1808, San Martín al frente de un destacamento de veintiún hombres derrotó a fuerzas de Napoleón superiores en número en Arjonilla. San Martín estuvo a punto de morir pero Juan de Dios le salvó la vida.
    • María Remedios del Valle, «Remedios Rosas»[1] (1766 o 1767- 1847) quien actuó como enfermera en Buenos Aires durante la invasión inglesa de 1807, fue una de las «niñas de Ayohuma» y estuvo enlistada en varias batallas. Manuel Belgrano la nombró capitana del Ejército del Norte —su Ejército— por su compromiso, disciplina y lealtad.
    • Antonio Ruiz, «el Negro Falucho», quien fue fusilado durante el amotinamiento de las tropas americanas en el Callao por resistirse a rendir honores a la bandera española, luego de arriar la insignia argentina y evitar que cayera en manos de los sublevados.
    • Cayetano Alberto Silva (nacido en 1873 en la ciudad de San Carlos, en el Departamento de Maldonado, en la Banda Oriental), compositor de la Marcha de San Lorenzo, sin letra, estrenada oficialmente el 28 de octubre de 1902 en el Convento de San Carlos, donde tuvo lugar la batalla de San Lorenzo.

Los afrodescendientes tuvieron una actuación destacada durante las guerras de la independencia y en las guerras civiles, en las que perecieron varios de ellos, pero su participación fue invisibilizada por la historia.

Otros fallecieron con la epidemia de fiebre amarilla que asoló la zona ribereña de Buenos Aires en 1870, en la cual residía buena parte de la población negra. No obstante, hacia 1850, aun se estimaba que el 40% de la población de Buenos Aires era negra o descendiente de negros.

La disminución del porcentaje de la población afrodescendiente se debió a estas cuestiones pero también a la inmigración masiva de europeos a partir de 1870, lo que llevó a que los negros fueran desplazados por no tratarse de una mano de obra calificada.

Les debemos a ellos además de su valioso esfuerzo de guerra su aporte a nuestra cultura, especialmente perceptibles en la música —cuyas huellas pueden rastrearse en el tango o la milonga por ejemplo—, la payada, la literatura y la gastronomía.

Desde lo histórico también debemos recordar que Guinea Ecuatorial —único país de África que habla español— dependió administrativamente del Virreinato del Río de la Plata por el Tratado de San Ildefonso (1777)[2] y el Tratado de El Pardo (1778)[3].

La historia también nos ofrece otros hechos que nos vinculan con África y es que las invasiones inglesas de 1806 y 1807 provinieron desde la Ciudad del Cabo.

Primeras misiones comerciales y política exterior hacia África

Las independencias de los países africanos comenzaron a fines de la década de 1950 como una consecuencia de la situación de los imperios coloniales europeos durante la segunda postguerra y la emergencia de dos nuevos actores que se posicionaron en la comunidad internacional: los Estados Unidos y la Unión Soviética.

En el año de 1960 muchos países africanos alcanzaron su independencia. Bien pronto, la Argentina miró hacia los nuevos países a los que les reconoció su independencia.

El entonces presidente Dr. Arturo Frondizi nombró al Dr. Juan Llamazares para que  encabezara una misión especial al continente africano y al Cercano Oriente, la cual tenía debía recorrer diez países con el objetivo de encontrar nuevos mercados para incrementar los intercambios comerciales de nuestro país.

En plena misión del Dr. Llamazares —que se extendió entre el 14 de marzo y el 24 de mayo de 1962— se produjo el golpe de Estado que derrocó al presidente Frondizi, el 29 de marzo de 1962. A partir de esa experiencia, el Dr. Llamazares publicó su libro titulado «Como vender en África»[4] y creó, en 1973, la Escuela Argentina de Exportación, que formó numerosos profesionales dentro de la Fundación del Banco de Boston, tras su paso como secretario de Comercio Exterior de la Nación, en 1971[5].

En 1965, durante la presidencia del Dr. Arturo Umberto Illia, una nueva misión fue destinada a África presidida por el embajador Carlos Alberto Leguizamón pero tampoco obtuvo resultados positivos[6].

En 1974, durante el tercer gobierno del presidente Juan Domingo Perón, una nueva misión comercial fue enviada al continente africano sin mayores repercusiones.

Con motivo del Conflicto del Atlántico Sur, en 1982, el gobierno cívico militar del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional se aproximó a los Países No Alineados debido a la política a favor de la descolonización de sus miembros. Significaba una gran presencia en las Naciones Unidas en el marco de la Guerra Fría.

En este sentido, con la vuelta a la democracia en diciembre de 1983, el presidente Dr. Raúl Alfonsín, consideró apropiado mantener una participación activa en los foros de los Países No Alineados, más aún debido a que procuraba una tercera posición en ese mundo caracterizado por la Guerra Fría.

En función de ello, el 21 de mayo de 1986, el gobierno de Alfonsín anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Sudáfrica. Argentina había protestado por los ataques que Sudáfrica había llevado a cabo contra sus vecinos Botsuana, Zambia y Zimbabue. Cabe recordar que por esos años los gobiernos sudafricanos implementaban la política racista del apartheid y mantenía tensas relaciones con sus países vecinos. La balanza comercial bilateral era superavitaria en favor de la Argentina pero la ruptura implicó la suspensión de los vuelos directos entre Buenos Aires y Johannesburgo y el traslado de la Embajada Argentina a Zimbabue.

El canciller Dante Caputo fue el primer canciller argentino que realizó una gira por África en abril de 1988, visitando Angola, Cabo Verde, Côte d’Ivoire, Gabón y Ghana. Otro paso trascendental, en el marco del gobierno del presidente Alfonsín, fue el establecimiento, en 1986, de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS), a través de la Resolución 41/11 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que constituye un foro de vinculación entre los tres países ribereños del Atlántico Sur de América (Argentina, Brasil y Uruguay) con veintiún países ribereños de África, es decir, un total de veinticuatro Estados ribereños del Atlántico Sur. Se trata, además, de  una plataforma donde la Argentina reafirma continuamente sus derechos de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Asimismo, en este foro se condena la presencia militar británica en el Atlántico Sur y se reafirma la importancia de no permitir la presencia de armas nucleares en dicha zona.

En 2021 la Cancillería Argentina emitió un comunicado de prensa mediante el cual afirmaba que la Argentina había trabajado junto a Brasil y Uruguay para relanzar esta iniciativa. En este sentido, la cancillería informó que durante la 94ª Sesión Plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas se había adoptado una nueva resolución, que revitalizaba la ZPCAS, cuya última normativa databa del año 2015. La región del Atlántico Sur es una gran área geoestratégica con riquísimos recursos naturales en la que no sólo debe ponerse el foco en la paz y la cooperación, sino también en que se constituya en una zona libre de armas nucleares y de potencias extra regionales, situación que no se cumple en tanto el Reino Unido continúa usurpando el territorio soberano argentino correspondiente a las islas Malvinas.

En la década de 1990, durante el la presidencia de Carlos Menem se restablecieron las relaciones diplomáticas con Sudáfrica, más precisamente en agosto de 1991. Menem visitó ese país y se reunió con el presidente Nelson Mandela. Por su parte, el mandatario africano realizó una visita oficial a la Argentina entre los días 22 y 24 de julio de 1998.

Durante el gobierno del presidente Menem, de origen árabe, existió una relación estrecha con Libia debido al interés del presidente Muammar el Gaddafi de contar con el misil Cóndor desarrollado por entonces por la Argentina. Con ese fin, el líder libio respaldó la campaña electoral de Menem en 1989. Las revelaciones sobre esta relación fueron formuladas por el ex ministro de Economía argentino Domingo Cavallo en el curso de la presentación de su libro El peso del poder. Según el propio Cavallo, en oportunidad de una cumbre del Movimiento de Países No Alineados en Belgrado, Menem mantuvo una entrevista con Gaddafi en la Embajada libia en esa ciudad, donde nuevamente surgió el interés del presidente libio por el misil. Menem, ante Gaddafi, habría descalificado al misil Cóndor diciendo que se trataba de una «cañita voladora», lo que no provocó una disminución del interés de Gaddafi por el proyecto. Poco después, el presidente argentino, procedió a desactivar ese importante proyecto argentino desarrollado por el comodoro Miguel Vicente Guerrero debido a las presiones que ejercieron Estados Unidos, el Reino Unido e Israel[7].  Tras esta decisión, la relación con Libia se resintió.

No obstante, el gobierno de Menem tampoco mostró interés por África y en 1991 se cerraron las embajadas argentinas en Tanzania, Etiopía y Côte d’Ivoire, en 1992 la del Zaire y en 1993 la de Gabón. De este modo, en el África Subsahariana solo quedaron las sedes diplomáticas en Kenia, Nigeria, Senegal, Sudáfrica y Zimbabue[8].

Durante las dos presidencias de Menem se mantuvo un muy bajo nivel de relación con los países del África Subsahariana pero se profundizó la actividad diplomática hacia los países de África del Norte. Aun así, y acorde con una visión de la política exterior que favorecía las «relaciones carnales» con Estados Unidos y propugnaba una amplia participación de las fuerzas armadas en la operaciones de paz de las Naciones Unidas, Argentina se relacionó con el continente africano a partir de su participación en las fuerzas de paz que se desplegaban en el escenario de los conflictos armados africanos. De esta forma, cascos azules y cascos blancos argentinos se desplegaron en Angola, Mozambique, Guinea Ecuatorial, Ruanda, y el Sahara Occidental.

Durante los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y de su esposa Cristina Fernández de Kirchner (2007 – 2015) buscaron tenderse algunas acciones concretas en torno al continente. Se procedió a la apertura de las embajadas en Angola (2005) y Mozambique (2013-2016) y a la reapertura de la representación en Etiopía (2015). Se sumaron una multiplicidad de acuerdos y visitas diplomáticas a uno y otro lado del Atlántico.

En 2007, los directores de África Subsahariana y de África del Norte y Medio Oriente de la Cancillería Argentina tuvieron una gran iniciativa que consistió en convocar a académicos que se especializaban en esas regiones para que aportaran ideas y propuestas a fin de profundizar las relaciones entre nuestro país con el continente africano[9]. Lamentablemente, esa buena iniciativa en la quedó en la nada.

Participé de esas reuniones y realicé algunas propuestas que tendían a incrementar el «poder blando» de la Argentina con la creación un instituto que imitara al Instituto Cervantes de España, el Instituto José Hernández con el objetivo de difundir la lengua española y la cultura argentina en el exterior[10].

Entre otras propuestas, también con fin de desarrollar el «poder blando» pero con un espíritu más comercial y de expansión de nuestro país había propuesto la creación de un hub aéreo en Guinea Ecuatorial que favoreciera a nuestra línea de bandera, Aerolíneas Argentinas, a empresas constructoras así como a Aeropuertos 2000. Desde ese hub se podrían establecer rutas aéreas al interior de África o bien continuar con otros vuelos a los países de Medio Oriente, del Golfo o al Lejano Oriente[11]

Como ya mencioné, Guinea Ecuatorial ha tenido lazos históricos con el entonces Virreinato del Río de la Plata pero antes de que se crearan sus primeras universidades firmaron convenios con la Universidad Nacional de La Plata y varios jóvenes de ese país vinieron a estudiar a la Argentina.

Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, en febrero de 2008, el presidente ecuatoguineano Teodoro Obiang visitó la Argentina. Había interés porque ese país tiene inmensos recursos hidrocarburíferos pero la reunión se malogró porque la presidente argentina le reprochó la situación de los derechos humanos en su país.

A pesar de que durante ese gobierno el entonces canciller Héctor Timerman sostuvo en esa ocasión que el continente africano era una «prioridad de nuestra política exterior», la política exterior argentina no mostró cambios en los hechos.

La apertura de la embajada en Senegal que fue concretada recién en 2021 a pesar de que el decreto de apertura era del año 2015.

En febrero de 2022, en el marco del Segmento de Alto Nivel del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, el Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Santiago Cafiero y la Ministra de Relaciones Internacionales y Cooperación de Sudáfrica, Naledi Pandor, mantuvieron un encuentro bilateral en el que abordaron diversos temas. Conmemoraron el 30° Aniversario del Restablecimiento de las Relaciones Diplomáticas entre ambos países pero avanzaron en la profundización de la cooperación bilateral en derechos humanos, ciencia y tecnología, cultura, temas agrícolas, arte y  deportes.

También pusieron énfasis en el ámbito de la alta tecnología como ser la cooperación espacial —que incluiría la participación de la empresa argentina INVAP— así como la cooperación en el campo de la energía nuclear.

Para sintetizar, en la actualidad la República Argentina cuenta con representaciones diplomáticas en el norte de África en Argelia, Egipto, Marruecos y Túnez, y en el África Subsahariana en Angola, Etiopía, Kenia, Mozambique, Nigeria (con un excesivo número de concurrencias al igual que Kenia), Senegal y Sudáfrica.

Es decir que Argentina cuenta con 11 misiones diplomáticas en todo el continente africano. Por su parte, Brasil tiene 33 misiones diplomáticas. Podrá argumentarse que mantener las embajadas en el exterior supone un alto costo para el presupuesto nacional y que nuestro socio del MERCOSUR está en una mejor situación económica. Pero esto no parecería ser la limitante: Cuba cuenta con 33 misiones diplomáticas en África, al igual que Brasil.

Algunas reflexiones finales

Como podemos apreciar, sesenta años después de la Misión Llamazares, la política diplomática, comercial, cultural y política respecto de África sigue siendo una asignatura pendiente para la República Argentina.

Desde el punto de vista comercial, la relación con el continente ha sido tradicionalmente mayor con los países del norte del continente como Argelia, Egipto, Marruecos y Túnez y, en menor medida, con los del África Subsahariana, particularmente con Kenia, Nigeria y Sudáfrica. No obstante, por diversos motivos no se ha logrado desarrollar todo el potencial comercial que permitiría y promete si nuestro país asumiera una mayor iniciativa.

Podemos pensar que África está lejos pero si tomamos en cuenta la distancia, la Argentina se encuentra prácticamente más cerca de Sudáfrica (7.411 kms) o de Senegal (7.159 kms) que de México (7.973 kms), es decir, por lo tanto, más cerca que de Estados Unidos o Europa. Claro está que los lazos culturales con México son mucho más fuertes.

Las posibilidades que tiene la Argentina en África son infinitas pero hace falta que se tomen decisiones políticas.

Con respecto a la ZPCAS, Argentina podría ofrecer un edificio para crear una Secretaría General para ese foro con sede en nuestro país y que el secretario general que los países miembros designen tendría su sede en la Argentina. Es evidente que tendrá un costo para nuestro país pero nuevamente debemos pensar en el «poder blando». La ZPCAS como las cumbres América del Sur – África (ASA) constituyen foros de respaldo a la Argentina en sus derechos soberanos en las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. Sin embargo, en junio de 2022 dos países de la ZPCAS, ex colonias francesas, Gabón y Togo, se han sumado a la Mancomunidad Británica (Commonwealth) por lo que es de esperar que en el futuro no acompañen a la Argentina en sus justos reclamos.

También sería necesario no menospreciar los vínculos militares que deberían considerarse como prioritarios, tanto por integrar la ZPCAS como por las posibilidades que le podrían dar a la Argentina si se considerase reconstruir la industria nacional de defensa.

Debo destacar que más allá de los limitados vínculos diplomáticos, no ha habido una política exterior coherente, constante, con objetivos claros hacia África. Si uno observa la política de Cuba respecto al continente africano es mucho más activa y en pocos años las embajadas africanas en La Habana han pasado de 18 a 24 en la actualidad mientras que las representaciones africanas en Buenos Aires se limitan a 7 (Angola, Argelia, República Democrática del Congo, Egipto, Nigeria, Sudáfrica y Túnez). Cuba destina hacia África una gran cooperación en el ámbito de la medicina y de los medicamentos. No me cabe duda que Argentina podría desarrollar una cooperación de alto nivel en ese sentido.

Finalmente, cabe hacer una autocrítica mayor porque no se puede pensar una política exterior argentina hacia África sin más. Se debe planificar nuestra política exterior hacia África en el marco de una política exterior que debe formar parte de una Planificación Estratégica Nacional. Esto nos lleva a repensar nuestros Objetivos Nacionales y a ordenar nuestra política institucional y económica para favorecer nuestras exportaciones en lugar de poner obstáculos. La Argentina debe incrementar la producción y favorecer al sector agropecuario, incluida la industria vinculada a la actividad agropecuaria, a beneficiar a las pymes, las cuales podrían encontrar un mercado sumamente interesante en África. Muchas empresas y pymes argentinas operan en ese continente motivadas por sus propias iniciativas y esfuerzos individuales, sin ningún respaldo desde la Cancillería o desde el gobierno nacional.

 

«No se puede pensar una política exterior argentina hacia África sin más. Se debe planificar nuestra política exterior hacia África en el marco de una política exterior que debe formar parte de una Planificación Estratégica Nacional».

 

Argentina debe mantener y ampliar el programa de Cooperación Argentino FOAR y promocionar el Comercio Exterior como forma de asegurar el ingreso de divisas, para lo cual se requiere de una participación activa de las Representaciones Diplomáticas y Consulares.

Es hora de que hagamos un «cambio cultural» hacia adentro para que podamos proyectarnos hacia afuera. Nuestra dirigencia debe cambiar su visión y sobre todo tomar debida nota del giro que se está produciendo en algunos países de África en el contexto del conflicto Ucrania – Rusia, o más específicamente, «Occidente – Rusia», así como que el foco de atracción del mundo se ha desplazado del Atlántico al Indo-Pacífico.

 

Presentación realizada en la Jornada «África en el sistema internacional», organizada por ANU-AR y llevada a cabo el día 4 de octubre de 2022 en la Biblioteca Nacional, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB).

Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

Referencias

[1] Tras la guerra de independencia vivió en la indigencia hasta que en 1827 el general Juan José Viamonte, a la sazón diputado, la reconoció en la calle en Buenos Aires y solicitó una pensión para la heroína. Luego, el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, la promovió a sargento mayor y le aumentó su pensión a 30 pesos, una suma considerable para la época. En agradecimiento ella cambió su nombre a Remedios Rosas.

[2]  Desde el Tratado de Tordesillas (1494), las disputas de límites entre España y Portugal persistieron, a  excepción de cuando ambas coronas  se unificaron en la casa de Austria (1580-1640). A través del Tratado de San Ildefonso de 1777 se fijaron las fronteras entre ambos países en América del Sur. Los portugueses cedieron la Colonia del Sacramento, que habían fundado en territorio español, y la Isla San Gabriel (sur del actual Uruguay), a España, más las islas de Annobón y Fernando Poo en aguas de la Guinea, a cambio de la retirada española de la isla de Santa Catalina, en la costa sur de Brasil.

[3] El Tratado de El Pardo, del 11 de marzo de 1778, fue un Tratado de amistad, comercio, neutralidad y garantía recíproca firmado entre España y Portugal por la que ésta cede a España las islas de Fernando Poo y Annabón.

[4] Cfr. Llamazares, Juan. Como vender en Africa, (1972) Colombia: OEA – CIPE.

[5] Su vocación por el comercio exterior lo llevó a recibir la condecoración de la Orden al Mérito por parte del gobierno de Polonia como resultado de su labor en el acercamiento comercial con la Argentina.

[6] Marcelo Javier de los Reyes. “Relaciones Argentino Africanas”. En: Seminario La Argentina y el África Subsahariana: hacia una relación transatlántica, organizado por el Instituto de Política Exterior de la Fundación Novum Millenium y el Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID (Serie Documentos de Trabajo), Buenos Aires, 15 y 16 de mayo de 2000, p. 35-41.

[7] Aznárez, Juan Jesús. «Un ex ministro de Menem le acusa de haber recibido dinero de Gaddafi». El País (España), 27/06/1997, https://elpais.com/diario/1997/06/28/internacional/867448815_850215.html.

[8] La Argentina ocupó el Consejo de Seguridad de la ONU en 1994-95 y en 1998-1999. En el primer período, Argentina fue uno de los principales actores para que el Consejo de Seguridad considerara como un “genocidio” los sucesos que se desarrollaban en Ruanda.

[9] Luego de tres encuentros en el Ministerio de Relaciones Exteriores, la dirección de África Subsahariana, el 6 de septiembre de 2007, organizó un panel en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación (ISEN) a la que concurrieron los alumnos de ese instituto y algunos diplomáticos en actividad.

[10] Marcelo Javier de los Reyes. “Argentina y su inexistente poder blando”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales, SAEEG, 03/06/2021, https://saeeg.org/index.php/2021/06/03/argentina-y-su-inexistente-poder-blando/.

[11] Ídem.

 

Bibliografía

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Aznárez, Juan Jesús. «Un ex ministro de Menem le acusa de haber recibido dinero de Gaddafi». El País (España), 27/06/1997, https://elpais.com/diario/1997/06/28/internacional/867448815_850215.html.

Coria, Juan Carlos. Pasado y presente de los Negros en Buenos Aires. Buenos Aires: Editorial J. A. Roca, 1997.

La Nación. «Fuerte reproche de Guinea Ecuatorial a Cristina Kirchner. El gobierno de Obiang respondió a las críticas presidenciales», 21/02/2008,  https://www.lanacion.com.ar/politica/fuerte-reproche-de-guinea-ecuatorial-a-cristina-kirchner-nid989213/.

Llamazares, Juan. Como vender en Africa, Colombia: OEA – CIPE, Colombia, 1972.

Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. «Centenario del nacimiento de Nelson Mandela». Información para la Prensa N° 297/18, 2018. https://cancilleria.gob.ar/es/actualidad/comunicados/centenario-del-nacimiento-de-nelson-mandela.

Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. «Se reactiva la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur». Información para la Prensa N°: 290/21, 30/07/2021, https://www.cancilleria.gob.ar/es/actualidad/noticias/se-reactiva-la-zona-de-paz-y-cooperacion-del-atlantico-sur.

Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. «El MINCYT presentó el Programa Exportar Conocimiento a las Embajadas argentinas en África», 13/08/2021, https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-mincyt-presento-el-programa-exportar-conocimiento-las-embajadas-argentinas-en-africa.

Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. «El canciller Santiago Cafiero se reunió en Ginebra con su par de Sudáfrica, para profundizar el intercambio comercial y la apertura de mercados», Información para la Prensa N° 107/22, 28/02/2022, https://www.cancilleria.gob.ar/es/actualidad/noticias/el-canciller-santiago-cafiero-se-reunio-en-ginebra-con-su-par-de-sudafrica-para.

Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (sf). «Apostando a la cooperación Sur-Sur con África»,  https://www.cancilleria.gob.ar/es/actualidad/boletin/apostando-por-la-cooperacion-sur-sur-con-africa.

Montalbano, William D. «Argentina Breaks Diplomatic Ties With S. Africa». Los Angeles Times, 23/05/1986, https://www.latimes.com/archives/la-xpm-1986-05-23-mn-23671-story.html

Reyes, Marcelo Javier de los (comp). Africa ante el tercer milenio. Actas del Simposio Electrónico Internacional. Buenos Aires: Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID), 2000.

Reyes, Marcelo Javier de los. «Relaciones Argentino Africanas». Seminario La Argentina y el África Subsahariana: hacia una relación transatlántica, organizado por el Instituto de Política Exterior de la Fundación Novum Millenium y el Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo, CEID (Serie Documentos de Trabajo), Buenos Aires, 15 y 16 de mayo de 2000, p. 35-41.

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LA ARGENTINA DEBE PONER EN VALOR LA ZONA DE PAZ Y COOPERACIÓN DEL ATLÁNTICO SUR (ZPCAS)

Marcelo Javier de los Reyes*

El 30 de noviembre de 1985 los presidentes de la República Argentina, Raúl Ricardo Alfonsín, y de la República Federativa del Brasil, José Sarney, firmaron la Declaración de Iguazú en la ciudad brasilera de Foz do Iguaçu. A través de la misma destacaron la relevancia que tiene el Atlántico Sur, tanto para los pueblos sudamericanos como para los africanos y manifestaron «su firme oposición a cualquier tentativa de transferir a la región, que debe ser preservada como zona de paz y cooperación, tensiones este-oeste, en particular a través de medidas de militarización». Debe destacarse que esa declaración se enmarcaba en el contexto de la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética y que ambos mandatarios procuraban mantener a este enorme espacio marítimo fuera de la rivalidad de las superpotencias.

En 1986 la Asamblea General de las Naciones Unidas, por Resolución 41/11 proclamó la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZPCAS o ZOPACAS), la cual quedaba integrada por con veinticuatro países, los tres del litoral sudamericano (Argentina, Brasil y Uruguay) y veintiún países del litoral atlántico africano (Angola, Benín, Camerún, Cabo Verde, Congo, Costa d’Ivoire, República Democrática del Congo, Guinea Ecuatorial, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Liberia, Namibia, Nigeria, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Sierra Leona, Sudáfrica y Togo). La Resolución dejó abierta la posibilidad de que todos los países que bordean el océano Atlántico a ambos lados del mismo pudieran unirse[1].

A través de la Resolución, la Asamblea General consideraba la «necesidad de mantener la región libre de medidas de militarización, de la carrera de armamentos, de la presencia de bases militares extranjeras y, sobre todo, de armas nucleares». Del mismo modo, «exhorta a todos los Estados de la zona del Atlántico Sur a que promuevan una mayor cooperación regional, entre otras cosas, para el desarrollo económico social, la protección del medio ambiente, la conservación de los recursos vivos y la paz y la seguridad de toda la región». Asimismo exhorta a los países militarmente importantes de todas las regiones «a que respeten escrupulosamente la región del Atlántico Sur como zona de paz y cooperación, en particular mediante la reducción y eventual eliminación de su presencia militar en dicha región, la no introducción de armas nucleares o de otras armas de destrucción masiva y la no extensión a la región de rivalidades y conflictos que le sean ajenos».

A su vez hace un llamamiento a cooperar en la eliminación de toda fuente de tensión y a respetar «la unidad nacional, la soberanía, la independencia política y la integridad territorial de todos los Estados de la región» y añade «que el territorio de un Estado no debe ser objeto de una ocupación militar que resulte de la utilización de la fuerza, en violación de la Carta de las Naciones Unidas, así como el principio de que es inadmisible la adquisición de territorios por la fuerza».

Por diversas razones la ZPCAS no ha mantenido una constancia en sus reuniones y por momentos ha permanecido prácticamente inactiva. Una prueba de ello fue que la presidencia pro tempore que asumió la Argentina en 1998 en la V Reunión de Buenos Aires[2] debió haber pasado a Benín en la reunión que debió celebrarse en el año 2000. Con miras a la VI Reunión Ministerial de los Estados Miembros de la Zona, que finalmente se iba a llevar a cabo en Benín en enero de 2003, la Argentina diseñó una serie de propuestas tendientes al fortalecimiento de la Zona, pero lamentablemente no contaron con el respaldo de varios de los países miembros.

En 1998, la Cancillería Argentina me invitó a integrar la delegación argentina en la reunión de la ZPCAS que se celebró los días 21 y 22 de octubre en Buenos Aires, en el Palacio San Martín. En su agenda se incluyeron temas de interés común para los Estados Parte, como la seguridad, la protección del ambiente costero —dentro del cual cabe la apelación formulada para la consecución de normas convenientes para el transporte marítimo de desperdicios radioactivos y tóxicos—, la protección de los recursos marítimos vivos —que es un tema prioritario para varios países africanos y abordado con énfasis por el delegado de Guinea Ecuatorial—, el mantenimiento del Atlántico Sur como área libre de armas nucleares y cooperación en la lucha contra delitos relacionados con el narcotráfico y el lavado de dinero[3].

Una mención especial fue el punto en el cual los Estados consideraron «que las cuestiones relativas a la paz y a la seguridad y las cuestiones de desarrollo son interdependientes e inseparables y que la cooperación económica, la promoción del comercio y las inversiones entre los países latinoamericanos y africanos de la región constituyen objetivos de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur». Habría sido un punto de partida fundamental para lograr un mayor conocimiento mutuo que permitiera la transferencia de tecnologías y experiencias[4].

En esa oportunidad, diplomáticos africanos —cuya nacionalidad e identidad mantendré en reserva— me confiaron que verían con agrado un incremento considerable de las relaciones entre la Argentina y África para balancear la fuerte presencia de Brasil, a la que ellos consideraban «una continuidad del Imperio portugués» en África[5].

En la VI Reunión Ministerial que tuvo lugar en Luanda, Angola, los días 18 y 19 de julio de 2007, los Ministros de los Estados miembros de la ZPCAS, llamaron «a la reanudación de las negociaciones entre los Gobiernos de la República Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, de conformidad con la resolución 2065 (XX) y otras resoluciones pertinentes de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la “Cuestión de las Islas Malvinas” con el fin de encontrar lo antes posible una solución pacífica, justa y duradera a la disputa de soberanía»[6].

En la Declaración de Montevideo de 2013, en el marco de la Séptima Reunión Ministerial de la ZPCAS, las Partes coincidieron en la necesidad de continuar luchando para poner fin al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones y se puso el acento en llevar adelante los esfuerzos necesarios para promover el «principio de la resolución de controversias siempre por medios pacíficos y la búsqueda de soluciones negociadas a los conflictos territoriales que las afectan, de conformidad con el derecho internacional, especialmente la Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones de la Asamblea General y su Comité Especial de Descolonización». En esa declaración, nuevamente se hace referencia a la necesidad de reanudar las conversaciones entre ambos gobiernos «de conformidad con la resolución 2065 (XX) y otras resoluciones pertinentes de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la “Cuestión de las Islas Malvinas” con el fin de encontrar lo antes posible una solución pacífica, justa y duradera a la disputa de soberanía».

Asimismo los representantes de los Estados reafirman «la resolución 31/49 de la Asamblea General, que requiere que ambas partes en la disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, se abstengan de tomar decisiones que impliquen la introducción de modificaciones unilaterales en la situación mientras las islas atraviesan el proceso recomendado en las resoluciones de la Asamblea General. En este contexto, vemos con preocupación el desarrollo de actividades ilegítimas de exploración de hidrocarburos en la zona en disputa, así como el refuerzo de la presencia militar del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en la zona, en violación de la Resolución 31/49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas»[7].

Cabe agregar que la Resolución 31/49 se emitió en el marco de la 85ª sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas el día 1º de diciembre de 1976.

En una entrevista que se le formuló en 2020 al entonces flamante secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus, se le consultó si se buscaría reactivar el foro de países de la ZPCAS[8]. Ante esta pregunta respondió que se estaban manteniendo conversaciones con el canciller de Cabo Verde y con Brasil, país que se encontraba preocupado por la situación de la piratería en el Atlántico Sur, según informó. Por tal motivo y a pedido de Brasil, se procuraba reactivar el funcionamiento de la Zona. Asimismo, Filmus agregó que para la Argentina era «muy preocupante la militarización británica, ya que tenemos en la zona la base militar más importante al sur del paralelo 50, lo que va en contra de todos los acuerdos internacionales en los que participan los países de este foro. Esa presencia militar no tiene, para nosotros, ningún sentido, porque nuestro país ha dicho una y mil veces que el único camino que vamos a emprender para la recuperación de las islas es el del diálogo y la paz»[9]. Del mismo modo, lamentó «la baja en la intensidad del reclamo durante los últimos cuatro años», en directa referencia a la gestión del gobierno del presidente Mauricio Macri.

En septiembre de 2015, el diplomático argentino Gonzalo S. Mazzeo expresó: «De singular importancia es el estatus conferido a la Zona como una zona no solo de paz y cooperación, sino como una zona libre de armas nucleares, un esfuerzo que se inscribe en el ideario de paz y seguridad que dio nacimiento a las propias Naciones Unidas»[10]. Agregó que Argentina «considera adecuado que, aun aquellos países que no integran la Zona, guarden un comportamiento responsable y respetuoso de los propósitos de paz y seguridad y de los compromisos asumidos en materia de exención de armas de destrucción masiva, que la Zona se ha impuesto».

El 30 de julio de 2021, a través de una información de prensa, la Cancillería Argentina comunicó que en el marco de la 94ª sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas se adoptó «una nueva resolución que revitaliza la “Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur” (ZPCAS), cuya última resolución databa del año 2015»[11]. En la misma informa que la nueva resolución «destaca, entre otras cuestiones, la función de la ZPCAS como foro para que aumenten la interacción, la coordinación y la cooperación entre sus Estados miembros» y que en ese foro «habitualmente se condena la presencia militar británica en el Atlántico Sur y se reafirma la importancia de no permitir la presencia de armas nucleares en dicha zona». Del mismo agrega que el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus, destacó que la «recuperación de la actividad de la ZPCAS, después de varios años en los que no había presentado resoluciones a la Asamblea General de la ONU, es una muestra del interés de los países latinoamericanos y africanos que la integran por preservar la región de los intereses de las grandes potencias y mantenerla como zona de paz y cooperación».

El relanzamiento de la misma, según informa la Cancillería Argentina, es fruto del trabajo junto a Brasil y Uruguay como un espacio de cooperación más allá de las cuestiones inherentes a seguridad y la defensa, sino también a otras como las científicas. Según lo expresado por el propio Filmus, «uno de sus objetivos principales es terminar con el colonialismo en el Atlántico sur».

Por su parte, el gobernador de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur celebró la revitalización de la ZPCAS y agregó que «ha sido un principio rector de nuestra gestión, el cumplimiento y el respeto del Atlántico Sur como zona de paz y cooperación haciendo valer el derecho de todos los habitantes de la Provincia de vivir en una zona de paz»[12]. El gobernador Gustavo Melella recordó que «hemos condenado la anacrónica posición militarista y colonial del Reino Unido que demuestra cabalmente su intransigencia y su desprecio por las normas del derecho internacional y hace oídos sordos al llamado de la comunidad internacional en su conjunto para poner fin a la disputa de soberanía por las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes»[13].

Ya se han mencionado las expresiones de Daniel Filmus —quien en septiembre de 2021 dejó el cargo de secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Nación para asumir el de Ministro de Ciencia y Tecnología— pero en particular deseo reparar cuando se refirió a «la baja en la intensidad del reclamo» durante el gobierno del presidente Macri, lo cual si bien es cierto, no le exime de su propia negligencia al frente del área Malvinas. El Dr. César Augusto Lerena se ha referido de forma crítica en numerosos artículos a los miembros que conforman el Consejo Nacional de Malvinas pero en particular a Marcelo Kohen, quien viajó a las islas Malvinas para llevar una «propuesta original» pero por sobre todo anticonstitucional de escindir el archipiélago de la Provincia de Tierra del Fuego y permitirle a los isleños que, luego de treinta años, puedan decidir en un referéndum si desean seguir bajo la soberanía argentina u optar por la británica[14]. Parece contradictorio que quien ha hablado de una disminución de la intensidad del reclamo sobre la soberanía argentina sobre las islas haya convocado al Consejo Nacional de Malvinas a un abogado que propone violar la Constitución Nacional y la Constitución Provincial de Tierra del Fuego.

Ahora bien, con respecto a las expresiones de apoyo formuladas en los documentos emitidos por la ZPCAS, cabe reflexionar si las autoridades argentinas, todas, de los últimos gobiernos, se conforman con la «mera declamación». Pues sí, porque no hacen nada más que declamar los justos títulos históricos, geográficos y culturales que tiene la República Argentina sobre las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.

En ningún momento se decidió pasar a la acción con medidas más efectivas. Ya en 2009 había sugerido que la ZPCAS debería haberse encaminado hacia la creación de un organismo con una secretaría autónoma que le permitiera mantenerse al margen de los vaivenes políticos nacionales y globales[15]. Puede comprenderse que varios de los países africanos puedan encontrar dificultades económicas para asumir los costos que ello implica, pero para la Argentina debería considerarse esta decisión como una inversión y tomar la iniciativa, para lo cual debería poner a disposición de los países miembros de la ZPCAS un edificio público para ser destinado a una sede de la misma con un Secretario General rotativo con sede en la Argentina. De esa manera se evitaría la discontinuidad con que se desarrollan las actividades del foro.

Además de ello y de las acciones que pueden enmarcarse en lo que se denomina el «poder blando», como por ejemplo fortalecer la cooperación a través del Fondo Argentino de Cooperación Horizontal (FO-AR) —programa a través del cual la Cancillería Argentina ofrece cooperación técnica a países de igual o menor desarrollo relativo económico y social—, debe considerarse la necesidad de contar con un poder real, el cual se basa en unas Fuerzas Armadas con al menos poder de disuasión, una soberanía económica y un excelente plantel de diplomáticos para llevar adelante el objetivo de recuperar la soberanía sobre las islas del Atlántico Sur.

El contexto en el que fue concebida la ZPCAS, la Guerra Fría, habría supuestamente llegado a su fin con la implosión de la Unión Soviética pero los hechos que se aprecian en Ucrania —particularmente hacia fines de 2021— y las tensiones que se generan entre Estados Unidos y China ponen en evidencia que las tiranteces de la Guerra Fría no han desaparecido y que la OTAN constituye una amenaza para la Argentina, cuya presencia se observa en el Atlántico Sur con la presencia de submarinos nucleares británicos y estadounidenses, contraviniendo las disposiciones de la ZPCAS. Del mismo modo, y como lo expresé en un artículo en 2016, el Reino Unido ha establecido el «collar de perlas británico» en el Atlántico, imitando al denominado “collar de perlas” de China en el Indo-Pacífico[16].

Quizás la dirigencia política argentina no haya tomado conciencia que la denominada Guerra de Malvinas ha sido una guerra no solo por el control del Atlántico Sur sino también una guerra por la Antártida, cuyo tratado vence en 2048 y será objeto de una nueva negociación en la que la Argentina podría salir muy perjudicada, mientras que el Reino Unido se garantiza su proyección sobre el continente blanco a partir del efectivo control de las islas y de su posterior expansión sobre nuestras jurisdicción marítima. Queda poco tiempo para que la Argentina pueda revertir su actual posición militar, diplomática, económica y soberana pero debe ponerse a trabajar en ese sentido.

La ZPCAS le ofrece a la Argentina una extraordinaria oportunidad para trabajar en ese sentido, acercando a las dos orillas para favorecer la cooperación y la preservación de la paz en el Atlántico Sur, fuente de enormes riquezas que hoy nos están siendo esquilmadas y depredadas por países extra regionales.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB).

Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.

 

Referencias

[1] Resolución 41/11. Zona de paz y cooperación del Atlántico Sur. Asamblea General de las Naciones Unidas, cuadragésimo primer período de sesiones.

[2] La V Reunión de los Estados Miembros de la Zona se celebró en Buenos Aires los días 21 y 22 de octubre de 1998.

[3] Reyes, Marcelo Javier de los (comp). Africa ante el tercer milenio. Actas del Simposio Electrónico Internacional. Buenos Aires: Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo (CEID), 2000, p. 232.

[4] Ídem.

[5] Reyes, Marcelo Javier de los. «Argentina y su inexistente poder blando». Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales, SAEEG, 03/06/2021, https://saeeg.org/index.php/2021/06/03/argentina-y-su-inexistente-poder-blando/.

[6] Zona de Paz y Cooperación en el Atlántico Sur (ZPCAS), VI Reunión Ministerial, Luanda, Angola, 2007, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, República Argentina, https://cancilleria.gob.ar/userfiles/ut/zpcas_2007_-_declaracion_de_luanda.pdf, [consulta: 04/08/2021].

[7] Zona de Paz y Cooperación en el Atlántico Sur (ZPCAS), VII Reunión Ministerial, Montevideo, Uruguay, 2013, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, República Argentina, https://cancilleria.gob.ar/userfiles/ut/zpcas_2013_-_declaracion_de_montevideo.pdf, [consulta: 04/08/2021].

[8] Roca, Mariano. «Filmus: “Trabajamos en una política integral hacia el Atlántico Sur”». Infobae, 02/04/2020, https://www.infobae.com/def/defensa-y-seguridad/2020/04/02/filmus-trabajamos-en-una-politica-integral-hacia-el-atlantico-sur/, [consulta: 10/03/2021].

[9] Ídem.

[10] «Argentina resalta importancia de zona de paz y cooperación en Atlántico Sur». Mercopress, 12/09/2015, https://es.mercopress.com/2015/09/12/argentina-resalta-importancia-de-zona-de-paz-y-cooperacion-en-atlantico-sur. [consulta: 10/03/2021].

[11] Información para la Prensa N° 290/21. «Se reactiva la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur». Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, 30/07/2021, https://www.cancilleria.gob.ar/es/actualidad/noticias/se-reactiva-la-zona-de-paz-y-cooperacion-del-atlantico-sur, [consulta: 04/08/2021].

[12] Gobernador Melella: «Celebramos la Resolución que revitaliza la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur». Sitio oficial de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, 30/07/2021, https://www.tierradelfuego.gob.ar/gobernador-melella-celebramos-la-resolucion-que-revitaliza-la-zona-de-paz-y-cooperacion-del-atlantico-sur/, [consulta: 04/08/2021].

[13] Ídem.

[14] Lerena, César Augusto. «La estrategia del Consejo Nacional Malvinas. Parte 1». Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 09/02/2021, https://saeeg.org/index.php/2021/02/09/la-estrategia-del-consejo-nacional-de-malvinas-parte-1/.

[15] Reyes, Marcelo Javier de los. «O Atlântico Sul: seu pasado recente, cooperação e perspectivas de potenciais conflitos». En: Jonuel Gonçalves (organizador), Atlântico Sul XXI, São Paulo: Editora UNESP, Salvador, BA: EDUNEB, 2009, p. 34-35.

[16] Reyes, Marcelo Javier de los. «El collar de perlas británico en el atlántico sur. Una amenaza a la seguridad regional». Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 16/04/2016, https://saeeg.org/index.php/2016/04/16/el-collar-de-perlas-britanico-en-el-atlantico-sur-una-amenaza-la-seguridad-regional/.

 

Artículo publicado originalmente en el Anuario del CEID 2021, el cual puede ser descargado gratuitamente desde https://saeeg.org/wp-content/uploads/2022/09/CEID-ANUARIO-2021.pdf

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