En el día de hoy visitamos la exposición energética «ARGENTINA OIL & GAS» gracias a la gentileza de compañía argentina Psilotron, Investigación y Desarrollo, empresa de servicios orientada al desarrollo tecnológico, diseñando soluciones para cualquier escenario tecnológico que se presente, automatización, ingeniería eléctrica, ingeniería electrónica y proyectos destinados a la energía alternativa. En su stand presentan una unidad híbrida con energía renovable con un mástil telescópico de 6 tramos de una altura máxima de 5,2 metros, orientable 360°, ideal para terrenos irregulares, adaptable a la minería, a la explotación petrolera u obras. Esta unidad es apropiada para establecerla en terrenos irregulares, es transportable con paneles desplegables, no requiere mantenimiento y su costo de operación es mínimo. Puede emplearse en sistemas de iluminación, en sistemas de señalización viales, en sistemas de vigilancia y monitoreo, así como también en estaciones de telecomunicaciones. También exponen un sistema de almacenamiento de energía.
Unidad híbrida con energía renovable de Psilotron.
Como puede apreciarse, en «ARGENTINA OIL & GAS» no sólo se encuentran empresas dedicadas exclusivamente a la explotación de petróleo o gas sino una gran cantidad de empresas que complementan esa actividad. Y hasta se pueden degustar vinos y espumantes de la Bodega Familia Schroeder y, por qué no, comprarlos. Esta bodega opera en una de las zonas vitivinícolas más australes del mundo ―la Patagonia― en la que, como expresan en la empresa, «con esfuerzo el hombre transformó un desierto en verdes viñedos y una zona productiva».
¿Qué es «ARGENTINA OIL & GAS»?
Se trata de la mayor exposición energética de la Argentina, la que se lleva a cabo entre el 11 y el 14 de septiembre. En esta XIV edición de «AOG Expo 2023», más de 3.000 personas asistieron a la jornada inaugural ―según los organizadores, el doble de la edición 2022― y, como expresó el presidente del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas, Ernesto López Anadón, «tenemos una enorme suerte como país al contar con Vaca Muerta y lo que pueda dar el offshore». Participó también de la inauguración la secretaria de Energía de la Nación, Flavia Royon.
Precisamente, Vaca Muerta y la explotación offshore ―que abre paso a la exploración de la plataforma continental― concitan la atención de operadores nacionales e internacionales de este rubro energético. En tal sentido, entre los numerosos stands pueden observarse empresas argentinas ―por supuesto YPF entre ellas― como empresas extranjeras, como por ejemplo Galileo, Chevron, Total Energies y Shell. Del mismo modo, pueden recorrerse stand de provincias u organismos nacionales, como por ejemplo del Ministerio de Hidrocarburos del Chubut, de la Provincia de Santa Fe, Santa Cruz o de Neuquén, pero también de otros países, como Israel por ejemplo, en cuyo stand puede beberse agua potable producido por un equipo que la crea a partir del aire. Asimismo, no podía ser de otro modo, están presentes empresas chinas.
En el caso del Ministerio de Hidrocarburos del Chubut, destaca que la provincia tiene una trayectoria de 116 años de actividad hidrocarburífera convencional, con 21% de la producción del país, 6.664 pozos activos, 2.064 pozos en inyección y 277.000m3 de capacidad de almacenaje en planta TERMAP. Además Chubut ofrece otras alternativas como la energía eólica y energía verde H2. La provincia cuenta con 23 parques eólicos y más de 365 turbinas en funcionamiento.
A la exposición también visitantes extranjeros, lo que pone en evidencia de que se trata de una muestra de nivel internacional.
Una gran diversidad de productos
Como dijimos más arriba, en «AOG Expo 2023» no solo están las petroleras. Empresas como IVECO o Scania exponen sus camiones, aptos para ser utilizados en estos rubros. Están también las que exponen tuberías, pinturas industriales, indumentaria para la industria petrolera, grandes empresas que además de la actividad tradicional en la explotación de hidrocarburos han incorporado las energías renovables, como la propia YPF, Tenaris, Pan American Energy; empresas de ingeniería y construcción para proyectos estratégicos, empresas constructoras reconocidas, transportadoras de gas, puertos y las que ofrecen casas móviles para los obradores.
No queremos cerrar esta nota sin hacerle un reconocimiento a la Metalúrgica INCOMET S.A., con sede en el Parque Industrial de Burzaco, Almirante Brown, Provincia de Buenos Aires. Fundada en 1973, ofrece productos y soluciones tecnológicas sustentables para el mercado del petróleo y gas, aceitero, petroquímico, siderometalúrgico y para la industria en general. Esta compañía argentina tuvo la brillante idea de hacer un gran aporte cultural con la presencia de M&M Tenores (Marcelo Gómez y Martín O’Connor, info@mymtenores.com.ar para quienes quieran contratarlos) quienes deleitaron al público asistente con reconocidas piezas musicales italianas, como Nessun dorma, aria del acto final de la ópera Turandot, de Giacomo Puccini, y otras canzonetas que hicieron que los asistentes se trasladaran virtualmente a un teatro lírico. Y los responsables de INCOMET hicieron aún más: mientras los asistentes a la expo escuchaban a los tenores convidaban sándwiches de miga, vinos, espumantes y gaseosas…
Como puede apreciarse, en un encuentro de esta naturaleza, la cultura también tiene lugar.
M&M Tenores en el stand de Metalúrgica INCOMET S.A.
Desde hace unos años, periódicamente, la prensa nacional da a conocer los ataques violentos, generalmente incendiarios, provocados en el norte de la cordillera patagónica por un grupo autodenominado «Resistencia Ancestral Mapuche», organización que reivindica la existencia de un estado racial araucano en una parte de la Patagonia, región geográfica a la que muchas veces, erróneamente, se agrega el adjetivo «argentina». Hay una sola Patagonia y es la ubicada en la Argentina. La zona lindera ubicada en Chile, debe ser llamada «Araucanía». Este punto, que parece una inocente «cuestión de nombre», tiene una relación directa con el tema aquí tratado.
Las acciones violentas de dicho grupo, vinculado con otros similares existentes en Chile, como la «Coordinadora Arauco-Malleuco», son esporádicos, razón por la cual la prensa —y por ende el gobierno y la ciudadanía— deje al poco tiempo de prestar atención al tema. Sin embargo, el problema, del cual la manifestación violenta es sólo una faceta, subsiste y sigue presentándose en formas menos agresivas hasta un nuevo brote de violencia. De esa manera, un enfoque equivocado que puntualiza sólo las manifestaciones violentas del fenómeno permite que su tratamiento sea apenas ocasional en los medios… pero «el problema» sigue existiendo. Ese problema es la existencia en el territorio nacional de la Argentina de grupos organizados, de distintas características, pertenecientes a una etnia no originaria de nuestro país. Estos grupos provocan acciones de diversa naturaleza para obtener su reconocimiento como una «nación dentro de la nación», incluyendo la soberanía sobre determinados sectores geográficos y la introducción de hecho de conceptos doctrinarios que contradicen la legislación vigente. Tal etnia es la araucana.
Es justo aclarar que muchos descendientes de esa etnia viven en el territorio nacional, totalmente integrados a la población en su carácter de ciudadanos argentinos. Estos ciudadanos, si bien reivindican con orgullo su origen y sus costumbres, como lo hace cualquier ciudadano argentino cuyos antepasados hayan venido de otro país —italianos, españoles, alemanes, polacos, árabes, etc., no se vinculan con los movimientos que pretenden vulnerar la Soberanía Nacional. Uno de los ejemplos que pueden citarse, es el del sargento ayudante de la Brigada Rural de la Policía de Neuquén José Eduardo Aigo, descendiente de esa etnia, quien fue asesinado el 7 de marzo del 2012 por dos guerrilleros de organizaciones terroristas chilenas.
El hecho ocurrió cuando el sargento ayudante Aigo los descubrió regresando a su país por un paso no autorizado, tras la ejecución de acciones junto a los grupos violentos araucanos en la Patagonia. Aigo fue asesinado por la espalda por ciudadanos chilenos —Jorge Antonio Salazar Oporto (alias Juan Carlos), también buscado por la justicia de Chile por el homicidio de un carabinero en 1997, y Alexis Alfredo Cortés Torres— que se trasladaban hacia la frontera. El juez interviniente ordenó entonces la captura internacional y detención de los mencionados.
Cabe destacar que diez años después de ese asesinato, se encuentra vigente el decreto provincial 549/12 que otorga una recompensa de US$ 50 mil para aquellas personas que brinden datos útiles, ciertos, veraces, comprobables y determinantes que permitan la aprehensión de quienes hubiesen tomado parte del hecho delictivo. Por su parte, en 2018, el Ministerio de Seguridad de la Nación ofreció una recompensa de $ 3 millones por cada uno de los fugitivos[1].
Poco después, los prófugos Jorge Antonio Salazar Oporto y Alexis Cortés Torres habrían difundido un comunicado en el que daban detalles de cómo ocurrieron los hechos. El supuesto comunicado fue publicado en el portal digital del Centro de Documentación de los Movimientos Armados como «carta pública de Jorge y Alexis» de fecha 12/06/12, desde Chile, como integrantes del Ejército Guerrillero de los Pobres (MIR-EGP). En el mismo afirmaban que la muerte del sargento ayudante Aigo se produjo porque se resistió a ser desarmado, en el marco de un control policial fortuito, y brindaban detalles precisos del operativo policial de búsqueda por tierra y aire, y aseguran que tuvieron «una ventaja táctica, porque llevaban un equipo de radio que les permitía interferir las frecuencias de los efectivos policiales»[2].
En el comunicado deslindaban la responsabilidad de Juan Marcos Fernández —hijo del intendente de San Martín de los Andes—, imputado en la causa como presunto partícipe, debido a que «el conductor de la camioneta quedó en medio del fuego cruzado. Por el bien y la verdad, esta persona no tiene nada que ver con los hechos sucedidos, no sabía ni que andábamos armados ni quiénes éramos en realidad». Ambos se reconocieron como integras del Frente Patriótico Manuel Rodríguez y del MIR Ejército Guerrillero de los Pobres[3].
Los araucanos
Los araucanos eran un pueblo semi sedentario que hacia el siglo XVI ocupaba la Araucanía al sur del río Bío Bío, donde habían sido confinados por el empuje desde el norte, primero de los Incas y luego de los españoles, quienes le dieron el nombre por la región donde habitaban. En documentos antiguos se los llama también «moluches» y «reches». Cabe aclarar que si bien algunos autores ubican el origen del nombre de «mapuches» en el siglo XVIII, recién comienza a utilizarse en la Argentina, autorreferencialmente, a partir de 1961. Según el estudioso Gregorio Álvarez, quien cita el dato en su obra «El tronco de oro»[4], es en el acta de un congreso indigenista celebrado en el país donde representantes de la etnia requieren recibir esa denominación, dejando de lado sus anteriores nombres. Sin embargo, este término no se introdujo de inmediato en la bibliografía argentina y su incorporación masiva fue muy posterior, en la década de 1990. Así fue como al libro Cuentan los araucanos de Bertha Koessler, le cambiaron el nombre por el de Cuentan los mapuches, cuando precisamente la autora no hablaba de los «mapuches»[5]. Sobre esa cuestión puede leerse el artículo titulado Consideraciones en torno a la etnia araucana.
A la llegada de los españoles a Chile, hacia el año 1540, esta etnia no poseía un desarrollo tecnológico de consideración y ese desarrollo poco se modificó hasta fines del siglo XIX, ya que los modernos productos que la civilización les ofrecía, y aceptaban gustosos, eran obtenidos mediante trueque en los poblados de frontera y no fueron objeto de fabricación por su parte. Los araucanos mostraban una agricultura incipiente, poseían las técnicas del tejido en telar, de la cerámica y del trabajo del cobre. Vivían en chozas de madera aunque cuando comenzaron a incursionar en territorio argentino adoptaron los toldos de cuero de sus vecinos patagones. Si bien tenían cierta precaria mitología, su religión era animista —el más primitivo de los estadios religiosos— y creían que los espíritus buenos y malos moraban en determinados árboles, piedras o sitios, como por ejemplo, las cumbres de los cerros. No tenían lugares de culto fijo y aunque durante las ceremonias los sacrificios eran de animales, la ejecución de los prisioneros de guerra que no eran sometidos a la esclavitud («cautiverio»), tiene reminiscencias de sacrificios humanos rituales. Es difícil fijar la antigüedad de los ritos, los que muchas veces revelan un origen tardío. Por ejemplo, en el «camaruco», además de sacrificarse una yegua, se realizan diversas actividades a caballo, lo que señala que es una ceremonia creada luego de la llegada de los españoles. Son las modernas interpretaciones de estudiosos tendenciosos las que les otorgan una «cosmovisión» espiritual y profunda que no tenían.
Carecían de lenguaje escrito por lo que todos los registros sobre tradiciones, leyendas y otros aspectos intelectuales provienen de las transcripciones e investigaciones hechas por los cronistas occidentales; es decir, son datos proto-históricos. Por ello, no es pertinente hablar de costumbres «ancestrales» en el sentido que la RAE da al término («remoto o muy lejano en el pasado»), ya que es imposible determinar su antigüedad. Además, dado el corto horizonte temporal del relato oral, no pueden ser muy viejos esos testimonios. La cronología se hace aún más incierta al considerar que los integrantes de esas etnias tenían una muy corta esperanza de vida. Por ejemplo, uno de los investigadores que recopilan esos recuerdos, fue el alemán Robert Lehmann Nitsche (1872-1938), quien entre 1900 y 1926 obtuvo testimonios de algunos araucanos que estaban en La Plata y los volcó en textos como «El tatrapal de los araucanos». El estudioso advierte que es difícil separar las «leyendas» de los «cuentos» y descubre que muchas de las fábulas son en esencia similares a las antiguas leyendas europeas. Ahora bien, la antigüedad de esos testimonios no puede ser tildada de «ancestral» ya que es imposible saber de cuantos años atrás data la versión registrada.
Aculturación e invasión de La Pampa
Simultáneamente con la presencia araucana en el sur de Chile, en la Patagonia habitaban dos grupos étnicos: los «poyas», en la cordillera neuquina y rionegrina, y los patagones en la meseta. Este último grupo, numeroso, estaba dividido en dos subgrupos: los meridionales (al sur del río Negro) y los septentrionales (al norte de dicho río). Aquí es necesario hacer un alto, para aclarar algunos puntos de la «guerra de nombres» que forma parte del accionar araucano.
Así como la etnia procura cambiar su propio nombre por el más «épico» de mapuches («gente de la tierra» en su lenguaje) y borrar el nombre de Araucanía de su región de origen, procuran mantener los nombres que ellos, en su carácter de invasores «aculturadores», dieron a las tribus que enfrentaron. De allí que los «poyas» (nombre registrado por los jesuitas de la misión del Nahuel Huapi) sean luego conocidos por «pehuenches» («gente de los pehuenes» en araucano); en tanto los patagones —nombre dado por Hernando de Magallanes durante su encuentro con ellos en 1520— fueron llamados «tehuelches» («gente arisca» en araucano), en obvia referencia a su actitud por mantenerse libres frente al avance araucano. Cuando comenzó a profundizarse en el estudio de los patagones, los etnólogos hallaron que los patagones sureños se designaban a sí mismos «tsonekas» o «aonikenk»; y los norteños «guenenakenk».
Más al norte, en la región pampeana, existían otras etnias como los «puelches», los «ranqueles» y los «pampas», aunque estos últimos serían los guenenakenk más aculturados por los araucanos. Dichos pueblos tenían una economía de cazadores-recolectores y en el caso de los aonikenk eran nómades. Es probable que debido a ese menor grado de desarrollo, sin moverse del otro lado de la cordillera o con movimientos ocasionales y sin ocupar territorios del lado argentino, los araucanos hayan logrado, mediante el comercio, cierto grado de aculturamiento sobre sus vecinos. Cuando comenzó a poblarse de ganado la provincia de Buenos Aires, las tribus pampeanas comenzaron a dedicarse al abigeato como forma de subsistencia. Así provocaron los malones en la provincia de Buenos Aires en los primeros años del siglo XIX, los que motivaron la intervención del gobernador Martín Rodríguez con sus primeras «campañas al desierto». El historiador Isidro Belver, en su libro Los Pincheira: aldea realista en Epu Lauquen, afirma incluso que muchos de estos malones eran organizados desde Neuquén por los célebres hermanos chilenos Pincheira.
Hasta ese momento, los araucanos no habían realizado un avance profundo hacia el territorio argentino, limitándose sus acciones a pasar a Chile el ganado robado por sus vecinos pampeanos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que algunos intentos habían hecho, al menos para asegurarse la zona del desemboque de los pasos cordilleranos, a resultas de los cuales habían enfrentado y derrotado a los guenenakenk en tres combates en el actual territorio chubutense: Languineo (lugar donde los huesos blanquean al sol, en idioma guenenakenk), Piedra Sholten y Genoa. Estos episodios, que el investigador Federico Escalada en «El complejo tehuelche» sitúa después de 1820, muestran que no eran tan buenas las relaciones entre las etnias como actualmente ciertos historiadores afirman. Incluso, se conoce que los patagones temían la belicosidad de sus vecinos trasandinos.
Es recién hacia 1830 cuando, con la invasión de las huestes de Calfucurá desde Chile hacia Salinas Grandes, cuyos motivos quieren ser presentados como políticos pero que más parecerían basarse en la intención de tomar el abigeato en sus propias manos para evitar intermediarios, que los araucanos hacen un pie firme en la Argentina. Tal situación es la que hace decir al estudioso Rodolfo Casamiquela en su libro Rodolfo Casamiquela: racista antimapuche o la verdadera antigüedad de los mapuches en la Argentina [6], que los mapuches no son originarios de la Argentina y que su ingreso al territorio es tardío. Lo mismo sostiene Roberto Edelmiro Porcel en su libro La araucanización de nuestra pampa: los Tehuelches y Pehuenches. Los mapuches invasores [7]. Esta fecha moderna de ingreso al país es la que impide hablar a los araucanos de posesiones «ancestrales», pues su presencia no va más allá de los 190 años y eso sólo en referencia a sus precarias tolderías en Salinas Grandes.
Lo cierto es que es recién al término de la campaña al desierto del general Roca, cuando, buscando la paz, se entregan tierras a estos araucanos que habían invadido el territorio nacional, los únicos sitios sobre los que pueden alegar legítimos derechos. Existen aún varios de estos lugares, como Laguna Rosario y el Boquete Nahuel Pan en el Chubut; en tanto otros fueron vendidos por sus propietarios originales.
La situación actual
Al igual que en otros movimientos separatistas, como el ETA en España y el IRA en el Reino Unido, el secesionismo araucano presenta dos brazos: uno «armado» (la RAM y otros grupos) y uno «político» (los «lofs» y demás organizaciones similares). El brazo «armado» ejecuta atentados incendiarios, ocupación violenta de tierras, «escraches», «piquetes» y otras acciones similares. El brazo «político» realiza reclamos y ocupación pacífica de tierras y reivindicación de supuestas «costumbres ancestrales» que pretenden sean introducidas en la legislación. También, como los grupos citados, cuentan con un apoyo internacional que va desde Europa hasta el Kurdistán.
Esta última acción secesionista «pacífica», se realiza en las tres provincias argentinas que supuestamente formarían parte del territorio al que las organizaciones aspiran (Neuquén, Río Negro y Chubut). Por ejemplo, en el Neuquén se introdujo en la legislación provincial los conceptos de «medicina mapuche» y «justicia mapuche». En Río Negro se entrega la explotación comercial de campings y lugares turísticos, sin contraprestación y sin control fiscal. En Chubut tiene personería jurídica la Comunidad «Mapuche-Tehuelche», oxímoron que aúna dos etnias rivales, siendo aún más extraño que se les diese tierras en sitios donde nunca hubo un araucano.
Esta situación irregular surge mayormente a consecuencia de una inexacta interpretación del artículo 75 (Atribuciones del Congreso), inciso 17 de la Constitución Nacional, que dice:
Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería Jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provincias pueden ejercer concurrentemente estas atribuciones.
Allí se habla de pueblos indígenas argentinos, definición que no incluye a los araucanos. Por otro lado, no menciona la entrega de «otras» tierras por cuestiones «ancestrales»; sino que es una potestad del gobierno entregar tierras «aptas para el desarrollo humano». Además, como fecha de «ocupación tradicional» debe ser tomada la de la firma de la Constitución. Y así otros puntos.
Oponerse con firmeza a esta política separatista es, en primer lugar, defender la soberanía argentina, no sólo territorial sino jurídica, vigente en todo el país, pero además implica un acto de justicia hacia aquellos descendientes de araucanos que se reconocen ciudadanos argentinos, con sus derechos y sus deberes, con sus garantías y sus obligaciones, y que no apoyan el secesionismo.
* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director ejecutivo de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Profesor de Inteligencia de la Maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.
Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.
Embajador Académico de la Fundación Internacionalista de Bolivia (FIB).
Investigador Senior del IGADI, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, Pontevedra, España.
Referencias
[1] «Recompensa millonaria por los asesinos de José Aigo. El Ministerio de Seguridad de la Nación ofrecerá tres millones de pesos de recompensa para dar con el paradero de los responsables del asesinato del policía de Neuquén». Sitio oficial del Gobierno de la República Argentina, Argentina.gob.ar, 07/02/2018, https://www.argentina.gob.ar/noticias/recompensa-millonaria-por-los-asesinos-de-jose-aigo, [consulta: 13/10/2022].
[4] Gregorio Álvarez. El tronco de oro. Neuquén: Editorial Siringa Libros, 1981.
[5] Bertha Koessler. Cuentan los araucanos. Buenos Aires: Espasa Calpe Argentina, 1954, 153 p.
[6] Rodolfo M. Casamiquela. Rodolfo Casamiquela racista antimapuche: o la verdadera antigüedad de los mapuches en la Argentina. Buenos Aires: del autor, 2007, ISBN 10: 9870536085 / ISBN 13: 9789870536086.
[7] Roberto Edelmiro Porcel. La araucanización de nuestra pampa: los Tehuelches y Pehuenches. Los mapuches invasores. Buenos Aires: el autor, 2007, 60 p.
En 1879 con la Campaña al Desierto el General Julio A. Roca eliminó la amenaza indígena desde el sur de las provincias de Mendoza, Córdoba y Buenos Aires hasta el Río Negro. Durante un siglo se vivió en paz y las salvajadas de los malones fueron olvidadas. Pero hacia 1990, con el colapso del mundo socialista, el tema del indigenismo, repentinamente cobró vigencia.
A partir de ese momento, financiados y apoyados por intelectuales y fundaciones europeas, este grupo comenzó a demandar entrega de tierras, también al derecho a una reparación patrimonial histórica y al derecho de autogobierno. Para la policía de Chubut todo comenzó el 28 de diciembre de 2014 cuando un grupo de 4 encapuchados interceptó un camión en El Maitén sobre la Ruta 40. Gritando consigas separatistas del RAM, bajaron a golpes al conductor y arrojaron una bomba molotov al camión, incendiándolo completamente. Los RAM enfrentan denuncias penales de todo tipo por provocar más de decenas de incendios, robar ganado y atentar con armas de fuego contra empleados de la Compañía de Tierras Sud Argentino, propiedad de Benetton. También atentar contra la GNA. Habría recibido millones de pesos a través de fundaciones extranjeras y argentinas. De otra forma no podría operar.
Pero aquí cabe un análisis, la fisonomía actual de un mapuche es la de un nativo de piel cobriza, estatura baja, que camina sin armonía, de pocas palabras y no es en absoluto el guerrero peligroso de otros siglos.
El encapuchado de la foto no es de piel oscura, más bien tiene aspecto de un latino y se cubre para que no se advierta su origen. Esto hace pensar, ¿si realmente el RAM es una organización pura de origen mapuche o también tiene personajes de ciudad, incluso de regiones más cálidas…?
¿Un segundo frente?
Por una cuestión de imagen internacional, el gobierno de Chile, y el de Argentina, saben que para no afectar la llegada de inversores extranjeros, no pueden aceptar la existencia de un grupo guerrillero operando en su territorio.
Por ello y al igual que un incendio deberían extinguirlo antes que sea demasiado tarde, de lo contrario se corre el riesgo de tener dos frentes: uno en el norte con el narcotráfico y otro en el sur con una guerrilla.
Una guerrilla es igual que un incendio, si no se lo extingue a tiempo se descontrola y todo lo destruye.
Lógica pura
Pensar que Chile y Argentina en el siglo XXI van a ceder graciosamente una parte de su territorio a una fracción separatista mapuche es tan disparatado como gracioso.
* Revista independiente para el personal de la GNA, Tiempo GNA, Nº 62 bis, noviembre de 2021.