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CORONAVIRUS Y FERTILIDAD

Giancarlo Elia Valori*

Imagen de didssph en Pixabay

Durante la epidemia la mayoría de las personas en el mundo estaban y siguen en casa. Muchos expertos predijeron que las tasas de fertilidad aumentarían, pero de hecho el resultado ha sido exactamente lo contrario. La pandemia de coronavirus tiene un impacto aún mayor en las generaciones más jóvenes con empleos inestables y pérdidas económicas que hacen que los jóvenes lo piensen dos veces antes de casarse y tener hijos.

Por ejemplo, la tasa de natalidad de Japón ya había caído a 1,36 en 2019, el nivel más bajo en doce años. El envejecimiento de la población es la tendencia general, pero el nuevo coronavirus acelerará su ritmo. El Nikkei informó que las limitaciones económicas como el desempleo entre los trabajadores informales llevarían a los jóvenes a evitar el matrimonio y los hijos durante mucho tiempo.

Las previsiones de población de Japón suponen que la disminución aumentará gradualmente a partir de 2021 y el ritmo de crecimiento aumentará año tras año. Esta situación no se limita a Asia. Según un estudio realizado por la Brookings Institution, un think tank con sede en Washington, el número de niños nacidos en los Estados Unidos este año puede disminuir en 300.000-500.000 en comparación con 2020, lo que equivale a una disminución de alrededor del 10% en la población promedio anual del país de 370 millones.

El informe de la Brookings Institution explicó que una recesión más profunda y larga significaría que las anualidades de algunas personas y los ingresos de por vida se reducirían y algunas mujeres no sólo retrasarían el parto, sino que también decidirían tener menos hijos.

Los datos históricos siempre han demostrado que el número de nacimientos cae durante una crisis económica. Por ejemplo, la recesión después de la conocida crisis financiera de 2008 fue la razón por la que el número de nacimientos en los Estados Unidos disminuyó en unos 400.000.

El desempleo es obviamente el factor más importante: la encuesta en línea de la Organización Internacional del Trabajo encontró que el 17,1% de los jóvenes encuestados de entre 18 y 29 años dijeron que no habían trabajado desde la pandemia e incluso aquellos que trabajan han reducido su jornada laboral en un 23%, lo que ha llevado a una grave caída de los ingresos.

El Director General de la Organización Mundial de la Salud también ha dicho que esta epidemia es una crisis de salud que suele ocurrir una vez cada cien años y su impacto se sentirá aún más en las próximas décadas. Él cree que tomará más tiempo mantener la pandemia bajo control, a través del desarrollo de vacunas, y el impacto negativo en las actividades económicas durará más de lo esperado.

Un estudio realizado por la Universidad de Washington predecía que para 2060 la población mundial alcanzará un máximo de 9.700 millones, antes de caer a unos 8.800 millones a finales de siglo. Por lo tanto, la pandemia podría acelerar el declive.

Nora Spinks, Directora Ejecutiva del Instituto Vanier Canadiense de Investigación Familiar, una organización de investigación caritativa, ha señalado que si bien la estabilidad, la seguridad y la previsibilidad son factores que promueven la fertilidad humana, la crisis sanitaria mundial está afectando negativamente la voluntad de reproducirse: “El impacto en las intenciones reproductivas, es decir, lo que vemos en todo el mundo, es que la gente está decidiendo en su mayoría posponer el parto o temporalmente no tener hijos”.

El Instituto ha observado que los acontecimientos trágicos pueden tener diferentes efectos en las tasas de natalidad. “Por ejemplo, después del ataque del 11 de septiembre de 2001, en los Estados Unidos el número de nacimientos aumentó, especialmente en el Estado de Nueva York, porque ese ataque hizo que la gente pensara en el valor de la vida humana y su impacto en su sentido de reacción y deseo. La pandemia, sin embargo, ha tenido el efecto contrario”. El investigador canadiense debe señalar, sin embargo, que si bien la tragedia del 11-S fue un hecho consumado que necesitaba una respuesta, la pandemia no ha terminado de ninguna manera y no podemos ver el horizonte final del evento, sólo para utilizar una expresión tomada de la terminología del agujero negro.

Un estudio sobre el impacto esperado de la crisis del coronavirus en la fertilidad, publicado en la revista Science a finales de julio, también señaló que el alto costo de la crianza de los hijos, el desempleo y la pérdida de ingresos inevitablemente reduciría la tasa de fertilidad.

Comprender los patrones potenciales en los niveles de población futuros es fundamental para anticipar y planificar el cambio de las estructuras de edad, las necesidades de recursos y atención médica, así como los escenarios ambientales y económicos.

Los modelos futuros de fertilidad son predicciones clave para estimar el tamaño futuro de la población, pero están rodeados de incertidumbre sustancial y metodologías de estimación divergentes, lo que conduce a diferencias importantes en las proyecciones de población global. Cambiar el tamaño de la población y las estructuras de edad podría tener profundos impactos económicos, sociales y geopolíticos en muchos países.

Por su parte la revista Lancet ha elaborado un estudio según el cual, en el escenario de referencia, se prevé que la población mundial alcance un máximo de 9.730 millones en 2064 y disminuya a 8.790 millones en 2100.

Las proyecciones de referencia para los cinco países más grandes en 2100 son las siguientes:

  • India: 1.090 millones
  • Nigeria: 791 millones
  • China: 732 millones
  • UU.: 336 millones
  • Pakistán: 248 millones.

Los resultados también sugieren una estructura de edad cambiante en muchas partes del mundo en 2100 (con una tasa total de fertilidad [TFR] igual a 1,66), con 2.370 millones de individuos mayores de 65 años y 1.700 millones de menores de 20 años.

Para 2050 se espera que 151 países tengan una TFR global por debajo del nivel de reemplazo (2,1), y se prevé que 183 tengan una TFR por debajo del nivel de reemplazo para 2100. En el escenario de referencia se prevé que 23 países, entre ellos Japón, Tailandia y España, tengan una disminución de la población de más del 50% entre 2017 y 2100.

Se espera que la población de China disminuya en un 48% y China se convierta en la mayor economía para 2035. En el escenario de referencia, sin embargo, se espera que los Estados Unidos se conviertan una vez más en la mayor economía en 2098.

Los escenarios alternativos de Lancet sugieren que alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible para la educación y satisfacer las necesidades anticonceptivas daría lugar a una población mundial que oscilaría entre 6.290 y 6.880 millones en 2100.

Los hallazgos de Lancet sugieren que las tendencias continuas en el logro educativo femenino y el acceso a la anticoncepción acelerarán la disminución de la fertilidad y ralentizarán el crecimiento de la población. Una TFR sostenida por debajo del nivel de reemplazo en muchos países, incluidos China e India, tendría consecuencias económicas, sociales, ambientales y geopolíticas. Las opciones políticas para adaptarse a la baja fertilidad continúa sosteniendo que apoyar y mejorar la salud reproductiva de las mujeres serán cruciales en los próximos años.

Con referencia específica a Italia, se supone que su población —que alcanzó su punto máximo en 2014 con 61 millones de habitantes— se reducirá a la mitad a unos 30,5 millones en 2100. La misma tendencia se asume en relación con España (de 46 millones en 2017 a unos 23 millones en 2100). ¿Y los efectos económicos? Mientras que se espera que el Reino Unido, Alemania y Francia permanezcan entre los 10 principales países en términos de PIB, para finales de siglo se espera que Italia y España caigan en el ranking: de las 9ª y 13ª economías mundiales en 2017 a las 25ª y 28ª, respectivamente, en 2100.

Entre los 23 países que verán reducida su población también se incluyen Japón (de 128 millones a 60 millones) y Tailandia. En Portugal, sólo puede haber cinco millones de personas en 2100. También se esperan caídas drásticas de la población en edad de trabajar en países como India y China, lo que obstaculizará el crecimiento económico.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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RELEVANCIA DE LA ELECCIÓN DEL 2021 DE LOS CUATRO PILARES DE LA DIRECCIÓN POLÍTICA DE VIETNAM

Ruvislei González Saez*

Nguyen Xuan Phuc nominado para cargo de presidente del país. Imagen: LuatVietnam.

El año 2021 apenas ha llegado a medio término y Vietnam ha vivido importantes momentos que impactarán en el futuro del país y enfocados en el centenario de la independencia en el 2045. Actualmente vive un momento político de gran valor, a partir de la asunción de tres de los cuatro pilares del poder en la nación del Sudeste Asiático este cinco de abril. En el mes de enero, tras la celebración del XIII Congreso Nacional del Partido Comunista de Vietnam (PCV) fue relegido por tercera vez, Nguyen Phu Trong como secretario general. El líder partidista había sido también desde el 2018 el presidente vietnamita, luego del fallecimiento del Jefe de Estado, Tran Dai Quang.

La XI Sesión de la XIV legislatura de la Asamblea Nacional (AN), ha tenido como prioridad la elección del nuevo presidente de este órgano, el presidente del país y el primer ministro. En ese sentido, el ente legislativo aprobó una resolución el dos de abril acerca del relevo de Nguyen Phu Trong al cargo de presidente para retornar a la premisa de la existencia de los cuatro pilares del poder vietnamita, es decir, el secretario general del PCV, el presidente de la República, el primer ministro y el presidente de la AN.

El pasado 31 de marzo fue elegido como presidente de la AN y titular del Consejo Nacional Electoral el miembro del Buró Político y también secretario del Comité del PCV, Vuong Ding Hue (64 años). El nuevo jefe del legislativo había asumido responsabilidades tanto en el Buró Político del Comité Central del PCV como en el gobierno como viceprimer ministro en el período 2016-2020, entre otras anteriormente.

Luego de la elección del nuevo presidente de la AN, se procedió al relevo del primer ministro y el presidente del país a partir del dos de abril. En ese sentido, el máximo líder partidista Phu Trong presentó el informe para relevar a Nguyen Xuan Phuc del cargo de primer ministro. Finalmente entre varios candidatos, Xuan Phuc fue elegido como nuevo presidente del país (66 años). Su experiencia en el Buró Político del Comité Central del PCV, como viceprimer ministro en el período 2011-2016 y como premier en 2016-2020, es un referente para la labor como nuevo Jefe de Estado para la etapa 2021-2026. El desempeño de Xuan Phuc sobresalió al frente del gobierno en el año 2020 conduciendo a Vietnam como uno de los países más exitosos en el combate a la pandemia de la Covid-19 bajo las directrices del PCV. En los últimos años, excepto el 2020, Vietnam tuvo los niveles de crecimientos más elevados en más de una década, 7,08% en el 2018 y 7,02% del PIB en 2019. Incluso en el 2020, fue la economía de mayor crecimiento en Asia, 2,9% del PIB y una de las 10 del mundo.

Por otro lado, el primero de abril se presentó la propuesta de relevar al primer ministro. Luego de los debates y votaciones por el órgano legislativo fue nombrado Pham Minh Chính (63 años), jefe de la Comisión de Organización del Comité Central del PCV como jefe del Gobierno vietnamita para el período 2021-2026. Pham Minh Chính es Doctor de Ciencias del Derecho, desempeñó otras responsabilidades como viceministro de Seguridad Pública y secretario del Comité del PCV de la Provincia de Quang Ninh.

En el período que se desempeñó como secretario del Comité Provincial del Partido de Quang Ninh, Minh Chính, fue destacado por su capacidad de trabajo, estilo de dirección, así como por el espíritu revolucionario de avanzar en la renovación del país. Ello contribuyó a que la provincia norteña de Quang Ninh alcanzara importantes logros y le convirtió́ en uno de los casos más mencionados en las reuniones de trabajo del gobierno y en los medios de comunicación social. Cuando fue dirigente de la provincia, uno de sus grandes planteamientos fue la sugerencia sobre los mecanismos especiales para la construcción de dos Zonas Económicas en las localidades de Mong Cai y Van Don en el Plan del Desarrollo a largo plazo de la provincia de Quang Ninh.

En sus años como máximo dirigente de la provincia de Quang Ninh, Phạm Minh Chính dejó marcas como líder con atrevidas experiencias renovadoras y eficaces, entre ellas, el programa, devenido en ejemplo para otros territorios del modelo experimental de simplificar y unificar algunos organismos consultivos del Comité́ del Partido con los organismos del Comité́ Popular (Gobierno local) del mismo nivel que tienen funciones y tareas similares. La realización de estas acciones contribuyó fuertemente a la renovación del estilo de dirección del Partido, a la elevación de la eficiencia del funcionamiento del sistema político.

Ya en el cargo de Jefe de la Comisión de Organización del Comité Central del PCV, Pham Minh Chính contribuyó en el proceso de organización partidista y reforzó la motivación de que los cuadros y militantes partidistas expresen justamente lo que piensen y deseen respondiendo a los anhelos de la sociedad y las demandas del país en la actual y compleja situación. Con profundas experiencias, destacada capacidad, personalidad y visión estratégica, contribuirá al logro de los objetivos propuestos en el congreso del Partido en la etapa correspondiente, favoreciendo al desarrollo fuerte y sostenido en el camino de la construcción del socialismo con las características vietnamitas.

En este proceso de elección de los cuatro principales cargos del país para el período 2021-2026, que acaba de concluir este cinco de abril, y que fue iniciado con el XIII Congreso Nacional del PCV con la relección de Nguyen Phu Trong como máximo líder, se destacó también la línea a seguir hacia el futuro inmediato y a largo plazo con una visión estratégica de la construcción socialista. En este magno evento se evaluaron los resultados del cumplimiento de la Resolución del XII Congreso y de los diez años de implementación de la Plataforma Nacional de la Construcción en el período de transición al socialismo de 1991 (modificada y desarrolla en 2011). También se enfocaron en el análisis de los diez años de implementación de la Estrategia de Desarrollo Socioeconómico 2011-2020, los 30 años de implementación de la Plataforma de 1991 y 35 años de implementación de la obra de Renovación (Doi Moi).

En 1985, Vietnam era considerado uno de los 35 países más atrasados del mundo (Banco Mundial, 1985). En 2020 en medio de una compleja pandemia que impactó a nivel global Vietnam fue el país de mayor crecimiento de su producto interno bruto (PIB) con una tasa de 2,9% y una de las 15 economías más dinámicas en los últimos cinco años. A la vez, se prevé que para el 2045 sea una economía desarrollada y se ubique entre las primeras 22 del mundo. Pero para ello el magno evento celebrado definió una serie de elementos a seguir a partir de la compleja situación internacional. En particular, en 2020, la pandemia de Covid-19 impactó negativamente sobre el desarrollo socioeconómico. Sin embargo, el país ha restablecido gradualmente la producción, la comercialización y las actividades socioeconómicas.

Vietnam es el primer exportador mundial de pimienta del mundo. En el 2019 fue el segundo exportador mundial de café después de Brasil y en el 2021 ocupó la misma posición pero en el sector de la madera, superando a Italia y Alemania. Ocupa el tercer lugar en las producciones de calzado por detrás de China e India. Hasta febrero de 2020 la nación asiática fue el tercer exportador mundial de ropa (28 mil millones de dólares) después de China (158 mil millones de dólares) y Bangladesh (33 mil millones de dólares). Ha sido desde 2016 hasta septiembre de 2020, el tercer exportador mundial de arroz, luego de India y Tailandia, a pesar del fuerte impacto de los efectos del cambio climático. A su vez, el país indochino representó la posición 12 como exportador mundial de productos electrónicos y el tercero en el Sudeste Asiático en el 2019. En 2020 el Grupo vietnamita VINFAST inauguró oficialmente su primer auto eléctrico. Es el primer país con internet más barato en el Sudeste Asiático, el sexto en toda Asia y el 12 en el mundo, pero el tercero después de Singapur y Tailandia en avanzar en el desarrollo de la tecnología de 5G.

En medio de estos resultados, el país debe enfrentar muchos desafíos, los cuales fueron reconocidos por el magno evento partidista. En ese sentido, los delegados al XIII aprobaron la resolución de mantenerse firme en el Marxismo-Leninismo y el pensamiento de Ho Chi Minh, aplicándolos constantemente y desarrollándolos con creatividad. A su vez, confirmaron centrarse en los objetivos de independencia nacional y el socialismo.

Los líderes elegidos para el nuevo período deberán trabajar para seguir fortaleciendo la construcción y rectificación del Partido, así como desplegar su naturaleza de clase obrera. Además, elevar la capacidad dirigente de gobernar y la combatividad del Partido; construir este y el sistema político transparente, fuerte, integral, edificar un aparato estatal ligero y eficiente. Ello conduce a trabajar en la elevación de la calidad y reestructuración de cuadros, funcionarios y empleados públicos, especialmente el contingente de cuadros de nivel estratégico, los jefes con cualidades, capacidad y reputación, con estrechos vínculos con el pueblo como factor crucial que determina el éxito de la causa de la construcción socialista y el desarrollo nacional, así como la defensa de la Patria.

Como objetivos estratégicos y específicos, Vietnam se propone para el año 2025 en ocasión del 50º Aniversario de la liberación total de Vietnam del Sur y la reunificación del país, ser un país en desarrollo con la industria orientada a la modernización, superando el nivel de ingresos medios bajos. Para el año 2030, ocasión del centenario de fundación del PCV ser un país en desarrollo con una industria moderna y altos ingresos medios. Mientras que para el año 2045, ocasión del centenario de la fundación de la República Democrática de Vietnam, hoy República Socialista de Vietnam, convertirse en un país desarrollado con altos ingresos.

Bajo la dirección del PCV y la acción de los nuevos líderes se propone que Vietnam tenga un crecimiento para los próximos años entre el 6,5 y el 7%, llegando a un PIB per cápita de entre 4.700 y 5.000 dólares. Se inicia un período con una visión de alcanzar el 2025 con un mayor nivel de industrialización en el que el sector industrial de procesamiento y manufactura supere el 25% del PIB y la economía digital sea de alrededor del 20%. Mientras, como propósitos sociales, Vietnam aspira a llegar al 2025 con una tasa de desempleo en las áreas urbanas por debajo del 4%; la tasa de pobreza multidimensional de alrededor de 1 – 1,5% cuando en los últimos años ha logrado sacar alrededor de 40 millones de personas de la pobreza. A la vez, pretende lograr 10 médicos y 30 camas de pacientes/10.000 personas; la tasa de participación en el seguro médico alcanzará el 95% de la población; la esperanza de vida ser de 74,5 años; por citar algunos ejemplos.

Para el nuevo período 2021-2026 en política externa Vietnam continuará con los principios expresados en el Libro Blanco de Defensa de 2019: “Vietnam no se unirá a ninguna alianza militar, no se asociará con una de las partes para oponerse a otra y no permitirá que ningún país extranjero establezca una base militar en el país”. Bajo un enfoque proactivo en el escenario multilateral justo en el momento que asumen los nuevos principales líderes para la próxima etapa, desempeña la posición de presidente rotatorio del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En ese sentido, promoverá la paz y la estabilidad, así como la resolución de conflictos mediante negociaciones, seguirá profundizando su relacionamiento con las principales organizaciones internacionales y especialmente la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).

En el escenario actual Vietnam promoverá los lazos con América Latina y el Caribe, tanto a nivel político-diplomático como económico y comercial. Cuba, seguirá teniendo una gran prioridad, a partir de las profundas relaciones de hermandad que unen a ambos Partidos, Estados y Pueblos. El secretario general del PCV, Nguyen Phu Trong ha visitado Cuba reiteradas veces, primero como presidente de la Asamblea Nacional en 2020 y como líder partidista en 2012 y 2018. En su última gira a la nación caribeña expresó: “Esta no es una visita, sino un regreso para reunirme con mis hermanos”.

Por otro lado, el nuevo presidente Nguyen Xuan Phuc ha tenido siempre una especial atención a las delegaciones cubanas que visitan Hanoi en su condición anterior como primer ministro y continuará manteniendo el estrecho vínculo con Cuba. En tanto, el nuevo jefe de Gobierno, Pham Minh Chính seguirá la línea de la renovación y la profundización del excelente Estado de las relaciones bilaterales, teniendo en cuenta la necesidad de elevar las relaciones económicas al mismo nivel de las políticas. Para ello se cuenta como base la Agenda Económica Bilateral para el período 2020-2025 y el propósito de elevar el intercambio comercial a 500 millones de dólares para ese año que concluye la agenda prevista.

La nueva dirección política profundizará los lazos con la región de América Latina y el Caribe, especialmente con los países con una histórica relación y otros que han venido reforzando los vínculos. En ese sentido, es importante resaltar los casos de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, México, Chile, Argentina, Brasil, Perú, Colombia, Uruguay, Panamá y República Dominicana por solo citar algunos casos. En lo económico-comercial Vietnam tiene un acuerdo de libre comercio bilateral con Chile y participa como miembro del Acuerdo Progresivo e Integral de Asociación Transpacífico (CPTPP) junto a Chile, México y Perú en la zona. En las relaciones comerciales Brasil constituye el principal socio comercial, mientras Argentina el segundo y México el tercero; este último con un saldo altamente superavitario para Hanoi. Le siguen Chile, Colombia, Perú y Panamá.

* Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), Cuba. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), Argentina.

 

 

Referencias

  • Banco Mundial. World Development Report ISSN 0163-5085. Washington, USA. 1985.
  • General Department Customs of Vietnam. Statistics of export and import by country-mains exports and imports. <https://www.customs.gov.vn.> [Consulta: 2021].
  • González Saez, Ruvislei. 82. Relevancia del XIII Congreso del Partido Comunista de Vietnam en tiempos de pandemia. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos. <https://www.saeeg.org/index.php/2021/02/05/relevancia-del-xiii-congreso-del-partido-comunista-de-vietnam-en-tiempos-de-pandemia/amp/.> [Consulta: 2021].
  • Ministerio de Defensa Nacional de Vietnam. IV Libro Blanco de Defensa. ISBN: 978-604-57-5163-3. Hanoi, Vietnam: National Political Publishing House, 2019.
  • Aprueban resolución sobre relevo del primer ministro de Vietnam. 2021. <https://es.vietnamplus.vn.> [Consulta: 2021].

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CARLOS MENEM (1930-2021)

Santiago González

Encaminó a la Argentina por el derrotero de la posmodernidad, y la dotó de una institucionalidad perversa

Armado de un desparpajo a toda prueba, una simpatía arrolladora y una confianza en sí mismo inquebrantable, Carlos Menem condujo durante diez años los destinos de la Argentina y la entregó a sus sucesores firmemente encaminada por el derrotero de la posmodernidad. Adelantó la faena de destrucción del orden conservador iniciada por los militares de 1976 y continuada por su predecesor Raúl Alfonsín sin edificar nada en su reemplazo, lo cual no significa realmente un fracaso porque de eso se trata precisamente la posmodernidad: nihilismo extremo como condición para la imposición de un nuevo orden.

Menem sobresale entre todos los presidentes desde el restablecimiento del sistema democrático porque fue el único que hizo algo en algún sentido, que tomó decisiones audaces y afrontó las consecuencias. El resto de sus pares se dedicó a administrar la decadencia o a robar. O las dos cosas juntas. Su llegada a la Casa Rosada coincidió con la caída del Muro, y él entendió rápidamente que se avecinaban nuevos tiempos, con nuevas reglas de juego, a las que era necesario acomodar un país ya por entonces peligrosamente rezagado.

Sus detractores lo acusan de haberse atenido a las recetas del llamado Consenso de Washington, como si eso significara responder a los mandatos del Norte. Pero es un alegato tan ingenuo como el de atribuir el socialismo de los sesenta a los mandatos de La Habana. Por encima de esas influencias, reales sin duda, existe algo que se llama el espíritu de la época, y así como en los sesenta se pensaba que el mundo marchaba inexorablemente hacia el socialismo, en los noventa, bajo la guía espiritual de Reagan-Thatcher-Juan Pablo II, nadie dudaba de su decidido avance hacia lo que hoy describimos convencionalmente como neoliberalismo.

Si Menem tomó ese rumbo no fue por cuestiones ideológicas, que no le importaban. Los redactores de obituarios renunciaron a la idea de encontrar una cita suya que resumiera el espíritu de su gestión. Ni fue una persona particularmente consagrada a alguna causa o vocación patriótica. Menem fue sobre todo un político pragmático y ambicioso que decidió hacerse cargo de un país atrasado, con la infraestructura destruida, endeudado, empobrecido, azotado por las hiperinflaciones y los saqueos. El achicamiento del estado, la estabilidad monetaria y la apertura económica no eran opciones ideológicas, eran imposiciones de la realidad.

Lo que decidió a Menem a asumir esa responsabilidad, antes que la ideología o el patriotismo o la codicia, fue el ansia de poder. El poder era su dios, su patria y su maestro; lo disfrutaba sin disimulo, y a sus demandas podía ceder cualquier principio, convicción o lealtad. En el altar de esa pasión, el riojano sacrificó partes entrañables de su vida, y también partes entrañables de la nuestra. Ofrendas que no eran exigidas en su totalidad por el modelo económico adoptado, sino por su bulímica necesidad de acumular, conservar e incrementar poder.

Su desdén por las cuestiones ideológicas le permitió exhibir un perfil ecuménico al disponer la repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas, estrechar en un abrazo al almirante Isaac Rojas, figura consular del antiperonismo, e indultar por igual a guerrilleros y militares condenados por los enfrentamientos de los setenta, pero cuando sintió su autoridad amenazada por el coronel Mohamed Seineldín no lo eximió de un largo encarcelamiento, y echó de la residencia presidencial a su propia esposa Zulema Yoma, quien le recordaba sus compromisos previos con Seineldín. (“Cuidado, coronel, que éste lo va a traicionar”, le dijo Zulema refiriéndose a Menem, según relató el militar).

A quienes atravesamos su presidencia, Menem nos dio una década de serenidad económica desconocida, y una sensación de libertad para andar por el mundo, o para ponernos en contacto con las cosas del mundo, que también resultó una novedad para los nacidos y criados en una Argentina cerrada. Los camporistas y otros millenials se sorprenderían al enterarse de que ese ambiente de tecnología y comunicaciones que los rodea, y que consideran natural, es posible gracias a Menem. Dos de las grandes fuentes de divisas que hoy mantienen el país andando —la informática y la agroindustria— nacieron o se modernizaron en el marco de la apertura menemista. Las cosechas salen por rutas y puertos construidos durante los noventa.

Los desarrolladores y habitantes de los barrios privados que florecieron como hongos en esa década seguramente saben que su saludable estilo de vida se debe a que Menem modernizó y amplió la infraestructura vial, y a que las empresas de servicios privatizadas por Menem pudieron acudir rápida y eficazmente a proveerles de lo necesario. Muchos jubilados que hoy comprueban con angustia cómo se diluye su estipendio mensual deben recordar que Menem había creado un sistema sustentable donde sus aportes y sus réditos estaban identificados con nombre y apellido.

No es poca cosa ese legado positivo apenas esbozado, pero tampoco es toda la que pudo ser, dada la profundidad y dureza de las reformas encaradas por su gobierno, ni toda la que fue benefició al país. A la Argentina menemista le faltó un ingrediente decisivo para proyectarse en el tiempo, un ingrediente que Domingo Cavallo, y también Gustavo Béliz, reclamaron hasta la exasperación: institucionalidad, gobierno de la ley, transparencia administrativa, gestión eficiente. Pero ambos funcionarios fueron expulsados del gabinete, porque sus demandas chocaban contra las obsesivas ambiciones del presidente por eternizarse en el poder, ambiciones que explican su legado negativo.

La consecuencia inmediata de esa falta de un orden que reemplazara el que se estaba demoliendo fue que nadie creyó en la Argentina del Consenso de Washington, más allá de su incorporación al G-20 0 el tratamiento brindado a Menem en los Estados Unidos, similar al calificativo de “general majestuoso” dispensado en la década anterior al general Leopoldo Galtieri. No creyeron los argentinos, encantados con la posibilidad de sacar la plata afuera sin problemas, ni tampoco creyeron los extranjeros, que volcaron sobre el país más capitales especulativos que inversiones reales, y cuando invirtieron fue en la compra de empresas ya instaladas y con rentabilidad garantizada o cosas parecidas.

A Menem le corresponde el dudoso mérito de haber introducido el cinismo en las prácticas políticas argentinas, lo cual no ayudaba mucho en materia de credibilidad. Mejores o peores, civiles o militares, los dirigentes locales se habían cuidado siempre de guardar cierta correspondencia entre sus palabras y sus actos. Menem fue el primero en desentenderse de lo dicho, y ufanarse de ello: “Si les decía lo que pensaba hacer, no me votaba nadie”. Todos aprendieron la lección. Menem pudo burlarse de sus compromisos con Seineldín, pero muchos sostienen con fundamento que pagó caro el incumplimiento de unos acuerdos no escritos con la jerarquía política siria

El capitalismo prebendario no fue una creación de Menem pero el manejo en muchos casos desaprensivo de la política de privatizaciones por parte de su gobierno lo fortaleció, y lo convirtió en los hechos en una práctica aceptada, que sus sucesores de todo signo elevarían luego a niveles sorprendentes incluso para un país acostumbrado a convivir con la corrupción. El contexto de las privatizaciones menemistas fue asimismo el caldo de cultivo para el saqueo de los recursos del estado que, desde entonces, se practica sin culpa, en todos los niveles de gobierno, como si fuera un derecho adjunto al cargo electivo.

La subordinación de la justicia al poder político, la integración de cortes adictas, la interacción entre determinados tribunales y los servicios de inteligencia, no eran cuestiones desconocidas antes de Menem, pero eran excepcionales y puntuales. El menemismo las institucionalizó. Bien podría decirse que el menemismo dotó al país de una institucionalidad perversa, cuyo punto culminante es la Constitución de 1994, quizás lo más detestable de su legado, cuando Alfonsín cedió al ansia de poder de Menem para obtener a cambio el sometimiento del Estado argentino a los designios de la socialdemocracia.

Con Menem, finalmente, el peronismo entró en lo que otra parte describí como su tercera etapa histórica, la etapa mafiosa, como maquinaria electoral de alquiler sin doctrina ni otro propósito que no sea el de facilitar el acceso al poder de quienes les paguen por sus servicios, como hace el kirchnerismo desde 2003. La misma desnaturalización sufrieron los sindicatos desde la llegada de Saúl Menem y el ocaso de Saúl Ubaldini. Sus líderes históricos, eternizados en la conducción de los gremios, ineptos para cualquier batalla, corrieron la suerte de todo organismo emasculado: engordaron.

En su mayoría, los críticos de Menem suelen asociar su legado negativo a su supuesta adhesión al socorrido neoliberalismo. Pero no pueden explicar qué parte del neoliberalismo le exigía liquidar los ferrocarriles. O eliminar la educación técnica. O entregar al extranjero los recursos pesqueros y mineros. O ceder YPF a los españoles. O muchos otros ejemplos similares que guarda la memoria colectiva. Todos y cada uno deben explicarse seguramente de otra manera, que probablemente comience con un susurro halagador al oído de Menem, como el que le dedicó el ex rey Juan Carlos en beneficio de Repsol.

El menemismo no perduró como corriente política, pero hizo escuela. En agosto de 2001, desde la prisión donde cumplió más de una década de condena por su levantamiento de 1990, Seineldín le escribió a Menem: “Debo recordarle que para recuperar lo que usted destruyó en diez años se necesitarán por lo menos sesenta años, y cuatro generaciones trabajando a fondo”. Pronto se va a cumplir un tercio de ese plazo, y el proceso de desintegración de la nación argentina, iniciado por los militares, continuado por Alfonsín, institucionalizado por Menem y perfeccionado por sus herederos kirchneristas y macristas sigue su marcha posmoderna hacia un nuevo orden no decidido por sus ciudadanos.

 

Publicado originalmente el 15/02/2021 en https://gauchomalo.com.ar/carlos-menem-1930-2021/  , “El sitio de Santiago González”

Santiago González