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EL BRIGADIER GENERAL DON JOSÉ FRANCISCO DE SAN MARTÍN Y MATORRAS. El ESTRATEGA DE LA INDEPENDENCIA IBEROAMERICANA.

Heriberto Justo Auel*

A los once años, el niño José Francisco vestía ya el uniforme de Cadete del Ejército Español. A los veinte, era Oficial y se batía en el norte de África y en las aguas del Mar Mediterráneo. A los treinta años, Teniente Coronel, condecorado en Bailén, era Ayudante de Campo del Grl Castaños, el más prestigioso comandante español de ese entonces.

Su fama personal era conocida por todo el Ejército Peninsular, que enfrentaba a los franceses. Su prestigio no solo se debía a su probada capacidad de conducción, demostrada en mandos independientes de la vanguardia española, sino a una regular y ejemplar conducta, a una figura gallarda y a un laconismo y humildad que hacían presumir una personalidad austera, reflexiva y profunda.

El joven Teniente Coronel irradiaba autoridad, es decir, traduciendo la etimología de este término: brillo, creatividad y comprensión de su circunstancia histórica. En 1811 decide retirarse del Ejército Español. La situación europea —y la española en particular— era preocupante y este “americano” sintió la necesidad de regresar a su cuna, al Río de la Plata, desde donde había partido con solo los ocho años.

Tenía una clara visión estratégica, abarcaba en profundidad al proceso de los grandes cambios sociales, políticos y económicos en curso: España perdía su Imperio y la Revolución Inglesa le disputaba la primacía mundial a la Revolución Francesa, evolucionada a un bonapartismo imperial-revolucionario que nuestro prócer había enfrentado con las armas en las primeras líneas de combate, captando en lo sustantivo la naturaleza del fenómeno socio-político y militar que se proyectaba al mundo y alcanzaba al Río de la Plata.

El futuro Brigadier General de la Provincias Unidas del Sur, Capitán General de Chile y Generalísimo del Perú, ante semejante escenario, traía a nuestras playas en su mente y en su corazón la decisión de independizarlas. Había que alejar la región de tanta y continua violencia por hegemonías sectarias, de tanta sed de poder dinástico y de tiranías extemporáneas. Se asoció a un grupo de camaradas americanos y, con apoyo inglés, embarcaron hacia Buenos Aires.

Era el Jefe de mayor graduación, el de mayor prestigio y, sin duda, el militar más capacitado profesionalmente. Lector de los clásicos, observador profundo de los hombres y de los acontecimientos en desarrollo. Como soldado profesional, sus ideas eran claras y su recta conducta se ajustaría siempre a ellas.

El panorama que encontró al desembarcar no era muy halagüeño. Luchas “de partido”, desconfianzas, mezquindades, inquinas de “pago chico”, eran el común denominador de la comarca, signados desde luego por el enfrentamiento central de criollos y peninsulares, pero además no estaban ausentes, en la aldeana Buenos Aires, los largos tentáculos de los variados intereses luso-británicos y franceses.

La mayoría del gobierno los recibió con frialdad. Sin embargo, las necesidades y urgencias superaron a los reparos. Había que proteger al país de las incursiones realistas a lo largo del Paraná y el hombre capaz de hacerlo era, naturalmente, el Tcnl San Martín. Propone la creación de un Regimiento de Infantería Montado: los “Granaderos a Caballo”.

Este Regimiento llevaría la impronta de la personalidad de su Jefe ya fuere en su gallarda presencia, en su disciplinada decisión en combate o bien en su Código de Honor. El joven Jefe de Regimiento capacita personalmente a sus oficiales y tropas, diseña sus armas, crea sus tácticas y lo “prueba” en San Lorenzo. Sus paisanos correntinos no lo defraudaron. Bermúdez y Cabral a la cabeza.

La Primera Junta había dado lugar a la Junta Grande y los intereses comarcanos cruzados, al Primer Triunvirato, que no se mostraba “independentista”, sino todo lo contrario. Los Granaderos formaron en Plaza de Mayo y llegó el Segundo Triunvirato. Los acontecimientos en el Ejército del Norte requieren que el Coronel San Martín asuma aquél mando.

Conoce en Yatasto al Grl Belgrano, que va rumbo al Plata para presentarse a un Tribunal de Guerra. Reconoce en él a un patriota, a un gran hombre lúcido y honrado. Disciplina al Ejército derrotado, permanece noventa días en el Norte, recorre las líneas de invasión de los “maturrangos” y observa en un Grl “gaucho”, Martín M. de Güemes, al comandante de la “guerra de recursos” que puede cerrar “la cortina” que necesita en la boca de las quebradas salteñas. En el Litoral está Artigas y en los ríos, el Almte Brown, Espora y Bouchard.

Entonces ya está en condiciones de lanzar su “Plan Continental”. Un Plan Estratégico Militar admirable, sin parangón en la Historia Militar Mundial. Se cumplirá tal como fue concebido en Saldan, al lado del Cnl Juan B. Bustos y del Cnl Juan M. de Pueyrredón.

Está en camino a la Gobernación de Cuyo, donde formará a un Ejército que surgirá de una sociedad rústica y fuerte, dispersa y ansiosa de libertad e independencia. Su base para el reclutamiento de voluntarios y de una imponente logística, estará en las Provincias andinas y en la “Proto-Argentina Tucumanesa”.

San Martín no vuelve a Buenos Aires. Coloca a su diputado por San Luis, Pueyrredón, como Director Supremo, a Francisco N. Laprida, cuyano, en la Presidencia del Congreso de Tucumán, al Grl Belgrano, que repone en el mando del Ejército del Norte con su Cuartel General en Tucumán, como garantía sanmartiniana de apoyo al Congreso de la Independencia, a Fray Santa María de Oro y a Godoy Cruz, ambos congresistas cuyanos, como representantes de la inquebrantable voluntad independentista del Comandante del Ejército de los Andes, el ahora Cnl My San Martín, elegido Gobernador Propietario por la voluntad de los Cabildos de las Provincias Cuyanas.

Seis meses después del 9 de Julio de 1816, fecha de la declaración de la Independencia argentina, inicia la campaña libertadora e independentista. En cuarenta y cinco días consigue el rotundo triunfo de Chacabuco, en febrero de 1817 y exactamente un año después, se declara la Independencia de Chile, el 12 de febrero de 1818.

Tres años más tarde ingresa a Lima y declara su independencia el 28 de julio de 1821. El 6 de julio de 1822, Monteagudo por Perú y Mosquera por Colombia, firman un tratado que señala: “El gobierno de la república de Colombia por una parte, y por otra el del estado del Perú, animados del más sincero deseo de poner prontamente un término a las calamidades de la presente guerra, a que se han visto provocados por el gobierno de S. M. C. el rey de España, decididos a emplear todos sus recursos y fuerzas marítimas y terrestres para sostener eficazmente su libertad e independencia; y deseosos de que esta liga sea general entre todos los estados de América antes española, para que unidos fuertes y poderosos sostengan en común la causa de su independencia, que es el objeto primario de la actual contienda”.

El 13 de julio Bolívar anexaba Guayaquil a Colombia, inesperada y unilateralmente. El 14, nuestro Libertador zarpaba del Callao, rumbo a Guayaquil, desconociendo este hecho.

El 26 de julio de 1822 se produjeron dos reuniones de ambos Libertadores. Por la mañana, durante una hora y media. Por la tarde de solo media hora. Ambas sin testigos. El día 27 volvieron a reunirse a solas, durante cuatro horas. Esa noche hubo un banquete y baile, en honor del “Protector del Perú”.

Pasada la medianoche el Grl San Martín se retira de la sala, en sigilo. Lo acompaña hasta el muelle el Grl Bolívar. No volverían a verse. Las razones por las cuales el Grl San Martín no concluyó personalmente la campaña prevista en Saldan, están explicitadas por el propio Protector en sucesivas cartas dirigidas a sus amigos y camaradas durante y después la guerra.

En primer lugar analizaremos la carta que San Martín dirigiera al general Miller, el 19 de abril de 1827. Éste le había solicitado a San Martín detalles sobre su actuación en Perú y sobre la logia de Buenos Aires, pues escribía sus memorias. Transcribo la parte de la carta que se refiere a la conferencia:

“En cuanto a mi viaje a Guayaquil, él no tuvo otro objeto que el de reclamar del General Bolívar los auxilios que pudiera prestar para terminar la guerra del Perú, auxilios que una justa retribución (prescindiendo de los intereses generales) lo exigía por los que el Perú tan generosamente había prestado para libertar el territorio de Colombia. Mi confianza en el buen resultado estaba tanto más fundada cuanto el ejército de Colombia, después de la batalla de Pichincha, se había aumentado con los prisioneros, y contaba con 9.600 bayonetas; pero mis esperanzas fueron burladas al ver que en mi primer conferencia con el Libertador me declaró que, haciendo todos los esfuerzos posibles, sólo podía desprenderse de tres batallones con la fuerza total de 1.700 plazas. Estos auxilios no me parecieron suficientes para terminar la guerra, pues estaba convencido que el buen éxito de ella no podía esperarse sin la activa y eficaz cooperación de todas las fuerzas de Colombia. Así es que mi resolución fue tomada en el acto, creyendo de mi deber hacer el último sacrificio en beneficio del país. Al día siguiente y a presencia del vicealmirante Blanco dije al Libertador que, habiendo dejado convocado al Congreso para el próximo mes el día de su instalación sería el último de mi permanencia en el Perú; añadiendo: “ahora le queda a Ud., general, un nuevo campo de gloria en el que va Ud. a poner el último sello a la libertad de la América”.

La segunda carta de San Martín está dirigida a Ramón Castilla, en ese momento Presidente de la República del Perú, remitida desde Boulogne Sur Mer el 11 de septiembre de 1848, es el segundo testimonio personal del Protector sobre su entrevista con Bolívar. Con respecto a Guayaquil, dice lo siguiente: “He aquí, mi querido general, un corto análisis de mi vida pública seguida en América: Yo hubiera tenido la más completa satisfacción habiéndola puesto fin con la terminación de la guerra de la independencia en el Perú, pero mi entrevista en Guayaquil con el general Bolívar me convenció (no obstante sus protestas) de que el solo obstáculo para su venida al Perú con el ejército de su mando, no era otro que la permanencia del General San Martín, a pesar de la sinceridad con que le ofrecí ponerme bajo sus órdenes con todas las fuerzas de que yo disponía. Si algún servicio tiene que agradecerme la América, es el de mi retirada de Lima, paso que no sólo comprometía mi honor y reputación, sino que me era tanto más sensible, cuanto que conocía que con las fuerzas reunidas de Colombia, la guerra de la Independencia hubiera sido terminada en todo el año 23”.

El general Enrique Martínez, general del ejército de los Andes y jefe del Estado Mayor, cuando se desempeñaba como Presidente de Trujillo, recibió información de San Martín acerca del verdadero objeto de la entrevista: “Este no tuvo más que recabar del General Bolívar un auxilio de fuerzas para terminar la campaña del Perú, a lo que se negó Bolívar”.

La noche del 20 de septiembre de 1822 San Martín, luego de haber dimitido ante el Congreso peruano al mando supremo y mientras ultimaba los preparativos para abandonar definitivamente el Perú, hizo valiosas confidencias a su lugarteniente, amigo y confidente, Tomás Guido, sobre los motivos de su retiro: —Guido se oponía enérgicamente a la retirada de San Martín— “Le diré a Ud. sin doblez: Bolívar y yo no cabemos en el Perú: he penetrado sus miras arrojadas; he comprendido su desabrimiento por la gloria que pudiera caberme en la prosecución de la campaña. Él no excusará medios, por audaces que fuesen, para penetrar en la república seguido de sus tropas; y quizás entonces no me sería dado evitar un conflicto a que la fatalidad pudiera llevarnos, dando así al mundo un humillante escándalo. Los despojos del triunfo de cualquier lado a que se inclinase la fortuna, los recogerían los maturrangos, nuestros implacables enemigos, y apareceríamos convertidos en instrumentos de posiciones mezquinas. No seré yo, mi amigo, quien deje tal legado a mi patria, y preferiría perecer, antes que hacer alarde de laureles recogidos a semejante precio”.

En 1825 el peruano Juan Manuel Iturregui visitó, en Bruselas, a José de San Martín. Conversando sobre los sucesos de 1822 el Protector le hizo algunas confidencias, que Iturregui ha dejado consignadas: “Que jamás había temido ni por un instante que hubiese podido fracasar la Independencia del Perú una vez proclamada y estando sostenida por la opinión pública, […] que no obstante, había creído justo y conveniente entrar en un acuerdo de unión y amistad con el general Bolívar, así por la identidad de la misión de ambos en Sur América, como para que aquel general auxiliase al Perú con parte de su ejército y se pusiese un término más corto a la guerra con los españoles, […] que desde luego había encontrado en este general las mejores disposiciones para unir sus fuerzas a las del Perú, contra el enemigo común, pero que al mismo tiempo le había dejado ver muy claramente un plan ya formado y decidido de pasar personalmente al Perú y de intervenir en Jefe, tanto en la dirección de la guerra como en la de su política; que no permitiéndole su honor asentir a la realización de este plan, era visto que de su permanencia en el Perú, debía haber resultado un choque con el general Bolívar […] y conociendo las inmensas ventajas que todo esto debería dar a los españoles, se había decidido a separarse del teatro de los acontecimientos, dejando que el general Bolívar, sin contradicción ninguna, reuniese sus fuerzas a las del Perú y concluyese la guerra”.

Mariano Balcarce, esposo de Mercedes Tomasa única hija del Grl don José de San Martín, recibió numerosas confidencias de labios de su suegro. En carta fechada en París a 8 de agosto de 1882 y dirigida a Bartolomé Mitre, Balcarce consigna las confidencias que San Martín le hiciera sobre su entrevista con Bolívar: “Los —documentos— que yo poseo y es mi deseo y voluntad pasen a sus manos con el tiempo, no arrojan ninguna nueva luz sobre la entrevista de Guayaquil y retirada del Perú, cuyas causas se hallan explicadas en la carta a Bolívar y me fueron repetidas veces confirmadas en conversaciones íntimas por mi ilustre padre, quien me aseguró que no habiendo logrado la cooperación que esperaba del Libertador para completar rápidamente y sin gran efusión de sangre la independencia del Perú, convencido que su presencia era un obstáculo a las aspiraciones de Bolívar, y podía prolongar por mucho tiempo la guerra y la ruina del país, […] resolvió hacer abnegación de su gloria personal y dejar que Bolívar, con su numeroso ejército, completase y consolidase la emancipación del Perú”. —La mencionada “carta a Bolívar”, es la que publica Lafont—.

No voy a agregar a estas citas la controvertida “carta de Lafont”. Solamente deseo recordar que el Instituto Nacional Sanmartiniano tiene posición tomada sobre su total autenticidad. Por otra parte, ella ratifica el común denominador de todas las notas precedentes. Debo, en cambio, hacer resaltar la enorme diferencia de las personalidades de los dos Libertadores que se entrevistaron en Guayaquil.

Bolívar era abogado y político, devenido en Comandante de Tropas por exigencia de la situación. San Martín nace y muere soldado. Es el mayor profesional militar y estratega de la Independencia Iberoamericana. Bolívar sirvió a su plan político. San Martín al Plan Estratégico Continental, que tenía como meta a la Independencia.

Cuando percibió que las aspiraciones políticas bolivarianas podrían perjudicar al Plan Independentista y detonar una guerra civil frente al enemigo aun fortificado en las montañas peruanas, optó por retirarse a cultivar su chacra de Barriales, en Mendoza.

Sin embargo, un “militar afortunado” no tenía cabida en países en permanentes crisis políticas. Su presencia en aquel rincón cuyano perturbaba a los “pequeños hombres del Plata”, como los llamará más tarde Juan Bautista Alberdi en sus Obras Póstumas. Le interceptaban la correspondencia, los diarios y, por fin, intentaron asesinarlo.

Sigilosamente ingresó a Buenos Aires, enterró a su “esposa y amiga” en La Recoleta y marchó a un voluntario ostracismo, con su pequeña hija. Los unos verán en este acto una “deserción”. Otros encontrarán en él un renunciamiento personal al poder que caía naturalmente en sus manos, pero que le obligaba ingresar a la lucha sectaria y fratricida.

Entonces tomó una decisión típicamente “sanmartiniana”. Nos dio un ejemplo de grandeza, propio de los espíritus fuertes. El Libertador estuvo en nuestra tierra solo doce años, desde 1812 a 1824. Durante diez años permaneció en campaña. Nos dio la libertad y consolidó la Independencia, llevando estas banderas a Chile y Perú.

Consiguió su objetivo estratégico: derrotar el poder español en el baluarte peruano y su objetivo político: la Independencia ante “cualquier poder extranjero”. En esa tremenda epopeya, demostró una grandeza y una lucidez que despertaron tremendas envidias, no pocos rencores y hasta odios impregnados de admiración.

Si queremos medir la hondura de nuestra actual decadencia cultural, solo tenemos que comparar a este paradigma del ser argentino con los íconos que eligen nuestros representantes para que nos “identifiquen” en la Feria de Frankfurt.

El Brigadier General San Martín (1778/1850) y el Mayor General Carl von Clausewitz (1780/1831) son coetáneos y tienen un historial personal con fuertes homologías. Ambos soldados profesionales brillaron desde el comienzo de sus carreras, por sus virtudes naturales. Sus méritos militares los llevaron a la Ayudantía y a los Estados Mayores de los más altos mandos en España y de Prusia, que a la sazón enfrentaban a Francia desde el Oeste y desde el Este, respectivamente.

Ambos tuvieron en Napoleón Bonaparte al maestro y enemigo, a quien supieron comprender y a quien siguieron en las grandes reformas orgánicas y en la creación de las innovadoras estrategias que el pequeño Gran Corso impuso en el arte de la guerra.

Fue el espíritu abierto al tiempo que advenía, que caracterizaba a ambos, la razón por la cual sufrieron un aislamiento injusto en el pequeño ámbito profesional en que se desempeñaron. Es la incomprensión que llevó a San Martín al ostracismo y a von Clausewitz a la Dirección de la Academia de Guerra de Berlín, adonde quedaba marginado en la toma de decisiones.

Sin embargo a ambos se los llamó, cuando el clarín volvió a vibrar en las fronteras. Clausewitz desde 1818 a 1831, mientras dirigía la Academia, estudió epistemología y escribió su monumental obra “De la Guerra”. San Martín desde 1814 a 1824, escribe una página de gloria sobre las montañas más altas de América, sobre las bravas olas del Pacífico y en la variada geografía peruana, cumpliendo con su Plan Continental.

Uno es el más grande estratega teórico de Occidente. El otro el más grande estratega al mando en Jefe de la más importante campaña militar de su tiempo. Ambos fueron atacados por la misma epidemia de cólera-morbus, que se inicia en Polonia en 1830 y se expande a toda Europa. San Martín la resiste y Clausewitz muere, pocas horas después de adquirir la enfermedad.

Nuestro Libertador será atacado nuevamente por el cólera, en 1849. Cuatro años antes, permaneció en Nápoles durante unos meses, buscando mejorar su deteriorada salud, en un clima más templado. Es desde allí que, al serle requerida su opinión sobre las probabilidades de éxito de una nueva y eventual campaña militar anglo-francesa en el Río de la Plata, ya en alistamiento, tuvo la oportunidad de realizar un último y alto servicio a las Provincias Unidas. Desarrolló un perfecto análisis estratégico del curso que podrían tener las operaciones militares posteriores al desembarco combinado y las graves consecuencias políticas que podría acarrear una segura y total derrota de las más grandes potencias europeas en manos de un “gaucho” conocedor de la “guerra de recursos”, como la que plantearía a las tropas regulares, cercadas y con sus espaldas cerradas por el inmenso río.

Veamos un corto fragmento de esta carta, fechada en Nápoles el 28 de diciembre de 1845:

“… Bien es sabida la firmeza del carácter del Jefe que preside la República Argentina… con siete u ocho mil hombres de caballería… fuerza que con gran facilidad puede mantener el General Rosas, son suficientes para tener en un cerrado bloqueo terrestre a Buenos Aires, sino también impedir que un ejército europeo de 20.000 hombres, salga a más de treinta leguas de la capital, sin exponerse a una ruina completa por falta de recursos, tal es mi opinión y la experiencia lo demostrará a menos (como es de esperar) que el nuevo ministro inglés, no cambie la política seguida por el precedente…”.

Jorge Federico Dickson, comerciante inglés, publicó de inmediato esta larga respuesta en los diarios de París y de Londres y la idea de invasión no prosperó. Aún estaba fresco en la memoria europea el hecho reciente de Vuelta de Obligado.

Esta última “batalla teórica” —casi desconocida— dada a los sesenta y cinco años por el viejo y enfermo Brigadier General, es la quinta esencia de una excelsa estrategia: ganar una batalla sin desenvainar.

Veló por la Independencia y la dignidad de sus paisanos hasta el último momento de su vida. Entregó su sable invicto a quien supo defender la soberanía y el honor de su pueblo, de la misma manera que le observó severamente por sus excesos ante sus adversarios políticos. Con la esperanza de que el caos que nos envuelve, en sus profundos pliegues guarde aún a un retoño sanmartiniano, apoyemos con fe a esta eventualidad con nuestras oraciones y a la vez con nuestras más enérgicas acciones, de todos los días. Será una manera de honrar la memoria, hoy mancillada, del más grande Hijo de nuestra Patria.

 

* Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Uruguayo. Ha cursado las licenciaturas de Ciencias Políticas, de Administración, la licenciatura y el doctorado en Relaciones Internacionales. Se ha desempeñado como Observador Militar de la ONU en la Línea del Cese de Fuego del Canal de Suez.

Se ha desempeñado como Profesor Titular de Polemología, Estrategia Contemporánea y Geopolítica, en Institutos Militares Superiores y en Universidades Públicas y Privadas. Ha sido conferencista invitado en el país y en el exterior. Ha publicado numerosos artículos sobre su especialidad y cinco libros acerca de la evolución de la situación internacional en la posguerra fría. Actualmente se desempeña como: Presidente del “Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires” (IEEBA), Presidente de la “Academia Argentina de Asuntos Internacionales” (AAAI) y Director del “Instituto de Polemología y Estrategia Contemporánea” (IPEC), de la Universidad Católica de la Plata (UCALP). Es miembro activo de la Asociación Argentina de Derecho Internacional y miembro Honorario del Instituto de Teoría del Estado.

 

Escrito en agosto de 2009.

LA POLÍTICA DE DESTRUCCIÓN EN MATERIA DE DEFENSA SIGUE VIGENTE. PROPUESTA.

Marcelo Javier de los Reyes*

El gobierno de Cambiemos

En la década de 1990 asistimos a la destrucción de la industria de la Defensa, una de tantas. Luego de la crisis de 2001 siempre existieron justificaciones para no recuperar a las Fuerzas Armadas pero la llegada del kirchnerismo al poder agudizó aún más la situación.

Durante la campaña cada pata de Cambiemos tuvo su grupo dedicado a analizar las cuestiones inherentes a la Defensa y ya se percibía claramente el desinterés de ese espacio político por recuperarlas del abandono pero nada indicaba que la gestión iba a ser tan desastrosa como lo fue, la cual terminó con el hundimiento del submarino ARA San Juan y la muerte de sus 44 tripulantes. Unos y otros son responsables de ese hecho trágico para nuestra Armada, tanto el gobierno que llevó a cabo las reparaciones de medio término, como el gobierno durante el cual se dio la orden de zarpada y la propia Armada. Previa a su partida desde su base en Mar del Plata existía un informe que enumeraba una serie de defectos, según me confió una fuente del propio ministerio, cuya lectura debió haber evitado que la nave emprendiera esa travesía.

Ya antes de esa tragedia la política del gobierno de Cambiemos daba muestras de que no variaría respecto del que lo precedió, lo que me motivó a escribir el artículo titulado “Fuerzas Armadas: Cambiemos continúa con la política kirchnerista de destrucción de la Defensa Nacional”, del 15/03/2017,

https://saeeg.org/index.php/2017/03/15/fuerzas-armadas-cambiemos-continua-con-la-politica-kirchnerista-de-destruccion-de-la-defensa-nacional/

Al igual que ahora, el gobierno de Cambiemos abrió un abanico de posibilidades de compra de material para nuestras Fuerzas Armadas, excusa que solo favoreció a ciertos funcionarios para “viaticar”. Durante la gestión finalmente se compró poco y nada y mal. Adquirieron cuatro OPV francesas, más apropiadas para la Prefectura Naval Argentina que para la Armada, la primera de las cuales navegó protegiendo nuestra soberanía sin armamento. Me refiero al ARA Bouchard, al que recientemente le colocaron un cañón y que aparentemente tuvo problemas en un motor. Las cuatro lanchas israelíes Shaldag, que resultan excesivas para patrullar el Paraná y con cuyo costo podríamos haber construido veinte más acordes a nuestras necesidades o, en su defecto, haber comprado las LPR-40 al astillero Cotecmar de Colombia. En esa oportunidad, la compra fue llevada a cabo por el Ministerio de Seguridad a cuyo frente estaba Patricia Bullrich, junto a un sistema de vigilancia de fronteras y globos radar, los cuales también fueron comprados a Israel a pesar que se fabricaban aquí.

Cuando se aproximaba la Cumbre del G-20, en 2018, el gobierno se dio cuenta que carecía de una Fuerza Aérea que pudiera garantizar la seguridad de los líderes que acudían a la reunión en Buenos Aires. Se procedió a comprar cinco aviones Super Étendard Modernise (SEM)… que no volaban. Bueno, durante el gobierno kirchnerista también se compró material ferroviario chatarra así que ya teníamos experiencia.

A estas compras pueden agregarse la de los doce aviones de instrucción Texan II comprados a los Estados Unidos por un costo de US$ 160.470.000, en detrimento de nuestros Pampas.

Como de costumbre, los ministros de Defensa de la democracia no tienen presupuesto para equipar a las Fuerzas Armadas y ante el desmadre económico del gobierno de Macri, se optó por recortar mucho más ese presupuesto y se suspendieron muchos proyectos como puede corroborarse en mi artículo ya mencionado. Claro que cuando lo escribí tenía algunas sospechas de por qué se ponía la mira en los cinco aeródromos que tenía la Fuerza Aérea entre la CABA y la Provincia de Buenos Aires… hasta que apareció el negocio del Flybondi y eso me dio la pieza que faltaba a mi rompecabezas. Lo extraño era que no reflexionaran acerca de que la Fuerza Aérea no tenía aviones.

Un nuevo gobierno peronista/kirchnerista

Bien, estamos de nuevo con un gobierno peronista/kirchnerista que, al igual que el de Cambiemos, hace grandes anuncios. Los medios que se dedican a temas de Defensa nos hablan de toda la oferta de material ruso con transferencia de tecnología, que nos permitiría dar un gran salto desde este estado de indefensión en el que nos encontramos. Las propias autoridades del Ministerio de Defensa se mostraron con representantes rusos visitando astilleros y analizando el potencial de nuestra industria de la defensa. Pero no hay que hacerse ilusiones.

Bien pronto, el sitio Zona Militar publicó —el 10 de marzo— un artículo titulado “¿Cuál es el equipamiento que se negocia para las Fuerzas Armadas para 2021?” para, copete de la noticia, decir: “Presentamos los principales puntos que el Ministerio de Defensa quiere abordar durante el 2021”[1].

Citaré textualmente lo escrito por Zona Militar:

“A continuación, el equipamiento destinado a ser negociado para su incorporación, modernización, finalización, etc., según el Ministro Rossi.

  • Se espera que se concluya un contrato con INVAP para terminar 2 radares y construir cinco nuevos. Dos son para reemplazar los viejos, otros dos son para la policía de la provincia del Chaco, uno destinado a Mercedes y otro a Tostado, y Río Grande en Tierra del Fuego. Estos radares tienen la función de constituir una segunda línea de sensores en territorio nacional.
  • Objetivo de construir un buque polar de desarrollo nacional que pueda operar con el rompehielos ARA Almirante Irizar destinado a las misiones de la Campaña Antártica de Verano.
  • Aspiración de construir de 2 a 3 aviones Pampa durante el transcurso del año 2021.
  • Terminación del prototipo IA-100 Malvina.
  • Finalización de la campaña de ensayos en vuelo del avión Pucará Fénix.
  • Finalización de las tareas de modernización del C-130H Hércules TC-64 que se encuentra en FAdeA
  • Finalización de la modernización del avión P-3 Orión.
  • Incorporación a la Fuerza Aérea de los B-200 (Hurón).
  • Incorporación del Boeing 737 para transporte de tropas y servicio dentro de la estructura de LADE.
  • Reemplazo del LAMA por 6 helicópteros de montaña. Tres para la Fuerza Aérea Argentina y tres para el Ejército Argentino.
  • La puesta en servicio de una nueva OPV.
  • Re motorización de las corbetas MEKO 140.
  • Finalización de dos lanchas LICA para entrenamiento de cadetes.
  • Terminación de un buque Swath para el servicio de hidrografía naval.
  • Intención de construir remolcadores para la Armada Argentina.
  • Incorporación de dos unidades del helicóptero Sea King.
  • Terminación de la ICM de uno de los helicópteros Mi-171E de la Fuerza Aérea Argentina para operar exclusivamente en la Antártida.
  • Retomar el programa TAM2C.
  • Compra de vehículos de transporte para el Ejército Argentino.
  • Definición del programa VCBR para el transcurso del año.”

Como podrá apreciarse, nada conmovedor y con la certeza de que al menos la mitad de los ítems no se concretarán. Eso se ve claro en esta enumeración que menciona términos como “aspiración” e “intención”.

Para no detenerme en cada uno de los puntos, tomaré algunos a consideración.

La presidente de FAdeA, Mirta Iriondo, ha señalado que debe reemplazarse a los Hércules argentinos y que fue un error no haber comprado los españoles porque eran más nuevos[2]. Si bien la presidente de FAdeA admite no estar en el ministerio, se entiende que su opinión al respecto debe ser escuchada y contemplada, ya que la reparación de los Hércules argentinos es de su competencia y conoce las dificultades de encontrar los repuestos. De tal manera que luego de haber invertido fondos en la modernización se plantea la necesidad de reemplazarlos, algo que se debió haber pensado antes. Agrega otro punto de interés, es que el KC-390 de Embraer podría no cumplir la misma función de los Hércules y que no sabe si llegan a la Antártida —por cuestiones técnicas— y que cree que la computadora de ese avión es británica, por lo que no podríamos contar con el mismo por el embargo impuesto por el Reino Unido.

El tema de las lanchas LICA, nave de instrucción para cadetes en proceso de construcción en los Astilleros Río Santiago, es un proyecto que se remonta a 2015 y que fue paralizado por falta de presupuesto. Cada tanto tiempo se hace el anuncio de que se retomará su construcción y se entregarán dos de esas lanchas[3].

El objetivo de construir un buque polar de desarrollo nacional es absolutamente viable y puede recordarse que en nuestros astilleros se construyó el ARA Bahía Paraíso (B-1), botado en 1980, con una destacada intervención en el Conflicto del Atlántico Sur pero que naufragó en la Antártida en 1989, tras chocar con una roca cuando trasladaba a un grupo de turistas. Ahora, no es un objetivo que se pueda comenzar y finalizar en 2021 y mucho menos razonable si se tiene como ejemplo lo que sucede con las lanchas LICA.

Se “aspira” a construir de 2 a 3 aviones Pampa durante el transcurso del año 2021. Es aproximadamente al ritmo que se viene desarrollando pero dada la falta de aviones en la Fuerza Aérea, deberían producirse unos 20 Pampa III artillados por año. Incluso se había considerado su incorporación a la Armada Argentina.

La “compra de vehículos de transporte para el Ejército Argentino” es algo que hacen casi todos los gobiernos. Quizás habría que pensar en un plan integral que contemple la reconstrucción de las redes ferroviarias —desmanteladas fundamentalmente en la década de 1990—, que tendrían múltiples usos, transporte de personas, de mercaderías, ferrobuses que unirían pueblos y ciudades del interior y un uso estratégico militar que permitiría el transporte de blindados, lo que actualmente se hace en camiones. Recuperar y rediseñar el trazado ferroviario significa articular nuevamente el territorio nacional, favoreciendo su integración y el mantenimiento de la soberanía.

Sin embargo, debe destacarse que nada en esa enumeración se refiere a la incorporación de material militar nuevo destinado a la defensa. No se contemplan aviones supersónicos ni buques de guerra para navegar nuestro extenso mar Argentino. Es que todos los gobiernos de la democracia se han dedicado a desmantelar las Fuerzas Armadas, un actor fundamental para mantener nuestra integridad territorial. Sólo se piensa en ellas para funciones subsidiarias, como por ejemplo ayuda en catástrofes naturales.

Existe un odio visceral hacia las Fuerzas Armadas por parte de la casta política de todo pelaje, pues los diferentes gobiernos no han hecho más que humillar a su personal y a una de las más importantes instituciones de la Nación, la que debe velar por la Soberanía Nacional, por la integridad territorial. Un claro ejemplo lo ha dado el Ministerio de Defensa y el propio ministro de Defensa al descubrir baldosas recordatorias de los desaparecidos del Servicio Meteorológico Nacional.

“Conmemoración” del 24 de marzo en el Ministerio de Defensa

El sostenimiento de un relato y de este tipo de actitudes por parte de un ministro de Defensa es absolutamente contrario a la unión nacional, pues se sigue dividiendo a la sociedad y denigrando a las Fuerzas Armadas sin narrar la verdad de los hechos que llevaron al 24 de marzo de 1976, día en que los militares con apoyo mayoritario de la sociedad argentina asumieron el gobierno; una sociedad cansada de los actos cometidos por diversos grupos terroristas que pretendían cambiar la Bandera Nacional creada por Manuel Belgrano para reemplazarla por un trapo rojo empuñado por “jóvenes idealistas” que derramaron sangre inocente en la Argentina, levantándose en armas contra un gobierno constitucional. Cabe recordar que fue ese gobierno constitucional el que firmó el decreto 261 del 5 de febrero de 1975, cuyo artículo 1º enunciaba:

El Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actúan en la Provincia de TUCUMAN.

Y cuyo artículo 9º cerraba de la siguiente manera:

Comuníquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y Archívese. — MARTINEZ DE PERON.[4]

De tal modo que quienes niegan la historia jamás tendrán la intención ni la aspiración de reestructurar las Fuerzas Armadas. Pero debe recordarse que el Artículo 99 de la Constitución Nacional expresa que el Presidente de la Nación “es comandante en jefe de todas las Fuerzas Armadas de la Nación” (inciso 12) y “dispone de las Fuerzas Armadas, y corre con su organización y distribución según las necesidades de la Nación” (inciso 14).

La ley N° 23.554 de Defensa Nacional, en su artículo 2º, enuncia:

La Defensa Nacional es la integración y la acción coordinada de todas las fuerzas de la Nación para la solución de aquellos conflictos que requieran el empleo de las Fuerzas Armadas, en forma disuasiva o efectiva, para enfrentar las agresiones de origen externo.

Tiene por finalidad garantizar de modo permanente la soberanía e independencia de la Nación Argentina, su integridad territorial y capacidad de autodeterminación; proteger la vida y la libertad de sus habitantes.

Una propuesta para recuperar las capacidades de las Fuerzas Armadas

La recuperación de las capacidades de las Fuerzas Armadas solo puede considerarse a partir de la llegada al gobierno de una nueva dirigencia con sentimientos patrióticos, la que al presente no parecería que podría surgir de los espacios políticos que hoy están en condiciones de ganar una elección.

Con respecto a la Defensa Nacional debe considerarse un primer eje que es fundamental y que es el contexto geopolítico. En este sentido debería considerarse el escenario en que se encuentra la Argentina, qué política exterior nos proponemos desarrollar y en función de ello se debe reflexionar qué sistema de Defensa es necesario para la Argentina. Por otro parte, justamente en función de ese contexto geopolítico, deben considerarse las “hipótesis de conflicto”, las que vienen siendo negadas por las últimas administraciones nacionales.

Habida cuenta del estado de indefensión de la República Argentina, se hace necesaria una urgente recuperación de las capacidades perdidas y, dado que cada gobierno tiende a dejar sin efecto lo que ha acordado o planificado su precedente, es imprescindible implementar un Plan Trienal de Recuperación de las Fuerzas Armadas —es decir que lo pueda desarrollar ese mismo gobierno— que les permita alcanzar un alto nivel operativo. Para ello debe destinarse una inversión de US$ 12.000 millones con la finalidad de reconstruir, principalmente, la Fuerza de Submarinos y la Flota de Mar, así como la Fuerza Aérea.

Debe recordarse que el territorio nacional, sin considerar el mar territorial, representa la octava superficie a escala mundial, por lo que sus Fuerzas Armadas deben estar acordes a ese espacio geográfico al que, además, debe añadirse la gran extensión en el Atlántico Sur, cuya proyección incluye a nuestras islas Malvinas, Orcadas, Georgias y Sandwich del Sur. Del mismo modo, las Fuerzas Armadas cumplen un papel esencial en nuestra Antártida, por lo cual amerita que se les proporcione los recursos necesarios para efectuar esa labor.

Ese objetivo de la recuperación material de las Fuerzas Armadas puede llevarse a cabo tanto a través de la adquisición por compra —a países que en la actualidad no nos estén sometiendo a un embargo, ni que puedan hacerlo a futuro— como a través del desarrollo nacional. En función de este último punto, debe potenciarse la industria nacional de la Defensa con la intención de alcanzar un alto nivel de calidad, lo cual redundará en una reactivación económica que favorecerá a amplios sectores productivos, en especial a la industria nacional, incluyendo las pymes. Es imperioso poner en funcionamiento todos los astilleros, tanto para producir buques militares, como pesqueros, mercantes, petroleros, etc., lo que también permitiría a la Argentina fundar nuevamente una empresa como ELMA, la que podría llevar nuestras exportaciones a todo el mundo.

Un segundo eje, asimismo de gran importancia, es el de los recursos humanos. Debe atenderse la cuestión salarial, pues no es coherente que el Estado Nacional invierta en la formación del personal militar —en particular en pilotos de aeronaves— para que luego pasen a integrar empresas aerocomerciales, de seguridad o de logística, e incluso pasen a formar parte de la policía, entre otras alternativas. En función de ello, debe procederse a una recomposición salarial que permita establecer un mecanismo de selección más basado en la Carrera Militar que en la obtención de una cobertura social, de modo tal que impida la emigración de su personal y obre de incentivo para alcanzar, en lo personal, aún una mayor capacitación.

Sería deseable, como métrica de ingreso, poder quitar a la totalidad del personal militar de su hundimiento salarial por debajo de la línea técnica de la pobreza.

Sostener al personal calificado no solo depende del ingreso económico. Es preciso restablecer de manera seria, un Plan de Carrera que esté basado en las capacidades y méritos del personal.

Un tercer eje es el del adiestramiento. En la actualidad, en buena medida por la escasez de recursos a que las Fuerzas Armadas fueron sometidas y al desinterés de las diversas administraciones nacionales, el nivel de adiestramiento ha decaído en forma preocupante. Por tal motivo, deberá elevarse considerablemente ese nivel, el cual deberá ser rigurosamente controlado para que las Fuerzas Armadas puedan cumplir óptimamente con el deber que la Nación les exige. En este punto, debe incluirse la capacidad técnica y tecnológica para que el personal militar esté preparado para actuar ante la guerra del presente, es decir, poder enfrentar la ciberguerra, la guerra electrónica y las denominadas “QBN”, química, biológica y nuclear. Con respecto a este último punto, se requiere un profundo conocimiento tecnológico por lo que representa un gran desafío para nuestras Fuerzas Armadas dada la falta de personal capacitado.

En tal sentido, es necesario un cambio de paradigma, en el cual el adiestramiento en disciplinas tecnológicas complejas debe centrarse en las capacidades y no en los medios. De nada sirven fastuosas inversiones en medios, en ausencia de las capacidades humanas precedentes.

Debería considerarse un cambio en la legislación de Defensa y de Seguridad Interior, ya que las amenazas y riesgos actuales requieren que se deje de lado la división entre “seguridad externa” y “seguridad interna” para avanzar en un concepto integral, de modo tal de superar las limitaciones que actualmente se le imponen a las Fuerzas Armadas, impidiéndoles la actuación en casos de emergencia o excepcionales, como por ejemplo contribuir en el control de fronteras.

Debería reconsiderarse el actual Servicio Militar Voluntario e implementarse un Servicio Militar Optativo que, a su vez y a futuro, contribuirá al incremento del Personal de Reserva. Cabe recordar que mientras estuvo vigente el Servicio Militar Obligatorio —actualmente suspendido—, los soldados conscriptos accedían a un sistema de salud, a terminar sus estudios primarios y a capacitarse en alguna profesión que luego le sería de utilidad en la vida civil. En tal sentido, el Servicio Militar Optativo —concebido de un modo más amplio que el sistema actual— podría ser una herramienta vital para aquellos jóvenes que actualmente ni estudian ni trabajan.

Del mismo modo, es necesario sancionar una nueva Ley de Reserva para incrementar el personal profesional en caso de necesidad.

Dada la extensión territorial de la República Argentina, es necesario aumentar urgentemente la cantidad de efectivos de las Fuerzas Armadas, así como su presupuesto, el cual deberá ser elevado al 2,5% del Presupuesto Nacional. No cabe duda que la Argentina cuenta con recursos para mejorar el presupuesto de Defensa, sobre todo si se tiene en cuenta que el actual gobierno puede destinar el 3,4 % del Producto Bruto Interno a programas con perspectiva de género, un porcentaje muy superior al que se destina a la Defensa Nacional.

Como ya se ha mencionado, la recomposición de las Fuerzas Armadas debe ser enmarcada en un proceso de reforma del Estado que debe contemplar la reducción de sus ministerios a un número inferior a diez y que considere que muchos de sus cargos ejecutivos deberán recaer en personal de carrera, reduciendo así el “costo político” que significa el nombramiento de funcionarios de partidos políticos, familiares y amigos. Poner en marcha la producción nacional para la defensa implica activar la producción nacional en diversos sectores, es decir, generar empleo, e integrar nuevamente al país a través de un adecuado sistema de comunicaciones.

Nunca más un gobierno y ministros que administren la miseria en materia de Defensa.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

 

Referencias

[1] “¿Cuál es el equipamiento que se negocia para las Fuerzas Armadas para 2021?”. Zona Militar, 10/03/2021, https://www.zona-militar.com/2021/03/10/cual-es-el-equipamiento-que-se-negocia-para-las-fuerza-armadas-para-2021/

[2] “FAdeA apunta al reemplazo de los hércules argentinos, y señala el error de no haber comprado los españoles”. Infodefensa.com, 10/03/2021, https://www.infodefensa.com/latam/2021/03/10/noticia-fadea-apunta-reemplazo-hercules-argentinos-senala-error-haber-comprado-espanoles.html.

[3] “El Astillero Río Santiago finalizará la construcción de dos lanchas LICA para la Armada Argentina”. Defensa.com, 22/08/2020, https://www.defensa.com/argentina/astillero-rio-santiago-finalizara-construccion-dos-lanchas-lica

[4] “Decreto secreto sobre operaciones militares necesarias contra la subversión”. SAIJ, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, http://www.saij.gob.ar/261-nacional-decreto-secreto-sobre-operaciones-militares-necesarias-contra-subversion-dn19750000261-1975-02-05/123456789-0abc-162-0000-5791soterced?q=%28numero-norma%3A261%20%29%20AND%20fecha-rango%3A%5B18000101%20TO%2019751231%5D&o=0&f=Total%7CTipo%20de%20Documento/Legislaci%F3n

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3 DE FEBRERO DE 1813. COMBATE DE SAN LORENZO.

Combate de San Lorenzo, detalle de la carga de Granaderos a Caballo.
Oleo de Ángel Della Valle actualmente en el Museo Histórico Nacional.

Fue al leer Nuestra Señora de París entre la infancia y la adolescencia que descubrí que Febo, el militar de quien está enamorada la gitana Esmeralda, lleva el nombre de un dios romano del sol, y ahí entendí que ‘Febo asoma’ era una alusión al amanecer, y no, como creía, ‘¡Fehuasoma!’, jaculatoria propiciatoria a la manera de ¡Aleluya! u ¡Hosanna!, que me resultaba apropiada a la heroica epopeya que los versos de la Marcha de San Lorenzo describen y evocan.

Y ‘Cabral, soldado heroico’ me marcó a fuego su conducta como guía.

De fuego también ese bautismo de los granaderos de San Martín, que los había creado a ejemplo de los regimientos que había conocido en Europa, a la que como todos nuestros primeros próceres adoptaba como modelo en el que creía.

Sin nostalgia alguna de pobrismo ni subdesarrollo ni de ser la voz de los sin voz porque él tenía la suya de clarín, que Alberdi registra en París antes de verlo personalmente en casa de un argentino a quien visita, Guerrico si mi septuagenaria memoria no me engaña. Y busca una Patria que está fundando y afianzarán tantos otros durante algo más de dos siglos.

Y no había mujeres en ese regimiento, como en ningún otro de entonces. Y si alguno de los soldados u oficiales sentía atracción por otro, esa ‘filia’ quedaba en la intimidad de los pensamientos y corazones, sin disminuir su coraje y valentía.

Y los hijos de madres esclavas nacían ya, desde unos días antes, libres, como lo había dispuesto la gloriosa Asamblea del Año XIII inaugurada el 31 de enero previo y a la que está dedicado conjuntamente con el Congreso de Tucumán que proclamaría nuestra independencia tres años después, el Monumento a los Dos Congresos cuyo entorno deterioran cada tanto patoteros ignaros en nombre del Pueblo que los prohombres ahí reunidos engendraron y cimentaron.

Aspiraban, querían, peleaban, se esforzaban por una Patria libre para desarrollar la ley, la educación, la industria, la agricultura y el comercio en provecho de sus habitantes.

Hace unos días, también, me preguntaba por qué una calle céntrica de mi ciudad natal y querida Santa Fe lleva de nombre esa fecha —‘lo que se cifra en un nombre’, diría Borges—, y el amigo Marcelo me lo recordó al iniciarse este mes de ‘fiebres’ y pandemia, cuyo curso no debe echar en el olvido esas luchas por la libertad y la dignidad de que venimos, lo que le agradezco.

Y estas líneas aspiran, quieren, inspirar a otros que como yo siguen anhelando esa Patria fundada por hombres como nosotros, aunque ellos merecen todos los monumentos, y nosotros seguimos teniendo que ganarnos el recuerdo que dejemos.

Juan José Santander*

Buenos Aires, en el día de la Presentación de Nuestro Señor

 

Marcha de San Lorenzo – Granaderos

* Diplomático retirado. Fue Encargado de Negocios de la Embajada de la República Argentina en Marruecos (1998 a 2006). Ex funcionario diplomático en diversos países árabes. Condecorado con el Wissam Alauita de la Orden del Comendador, por el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, M. Benaissa en noviembre de 2006). Miembro del CEID. 

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