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EL CONFLICTO DEL ATLÁNTICO SUR (PARTE 2). OPERACIONES MILITARES, DIPLOMACIA Y CONTINUIDAD DEL CONFLICTO.

Marcelo Javier de los Reyes*

Introducción

En la primera parte se analizó el proceso de colonización de las islas por parte de España, los avances del Reino Unido sobre sus colonias —la ocupación de Jamaica como base de operaciones para atacar al imperio español, su intención de ocupar Malvinas—, la ocupación francesa que le dio su nombre a las islas, el reconocimiento de la corona francesa, que cedió ante los reclamos españoles, así como la toma de posesión de las Provincias Unidas del Río de la Plata y los hechos que los británicos adujeron como pretexto para elevar la tensión en el Atlántico Sur y que derivaron en una escalada de lo que hasta el momento era un litigio por la soberanía de las islas.

En esta segunda parte se hace referencia al inicio del conflicto, desde el momento en que el Proceso de Reorganización Nacional decidió emprender la recuperación militar de las islas. La cuestión militar es abordada mediante un sintético cuadro cronológico. Luego se analiza la participación de Chile y Perú en el mismo, así como la disponibilidad de Bolivia, la cual debió ser abortada inmediatamente por las presiones que recibió su gobierno.

Para finalizar se considera la situación actual de militarización del Atlántico Sur, lo que incrementa la conflictividad en esta región del planeta.

La recuperación

Según información que trascendió a los medios, el 30 de marzo el gobierno británico habría recibido información de inteligencia de sus agentes en Buenos Aires, en la que se notificaba que el gobierno militar no había planeado el incidente en Georgias —como consideraban en Londres—, ni Davidoff tenía nada que ver con los planes del gobierno argentino. Si era cierto que el plan de recuperación ya había sido diseñado con anterioridad.

En el prefacio del libro del almirante Sandy Woodward, la propia Margaret Thatecher expresa que en la noche del miércoles anterior a la recuperación de las islas, el secretario de Estado de Defensa, John Nott, le había informado que la Flota Argentina había zarpado pero que “ignoraba si lo había hecho para realizar otro ejercicio o para invadir las Islas Falkland”[1].

Las naves argentinas zarparon el día 28 de marzo rumbo a las Malvinas e iniciaron el desembarco el día 2 de abril.

Los hechos preliminares al desembarco muchas veces no son tenidos en cuenta al momento de analizar el Conflicto del Atlántico Sur y se asume que el mismo comenzó el día de la recuperación por parte de las fuerzas argentinas. Visto de este modo se podría adjudicar la plena responsabilidad del conflicto al gobierno argentino, pero en realidad se omite la escalada diplomática y militar que llevó a la junta militar a pasar de la sorpresa por la reacción británica —ante un incidente al que Buenos Aires le restó importancia— a una posición más rígida en la que se optó por hacer uso del poder militar pero de ninguna manera desencadenar un conflicto armado. Obviamente hubo un serio error de apreciación con respecto a la reacción británica e incluso fue el hundimiento del crucero ARA General Belgrano el que puso fin a las expectativas de una solución diplomática.

Con respecto a la reacción de los Estados Unidos también habría habido un error de apreciación, aunque la Cancillería había adelantado que el gobierno de Washington reaccionaría como luego lo hizo[2]. De todos modos cabe destacar que el almirante Sandy Woodward, en el prólogo de su libro, le agradece a quien fuera secretario de Defensa de los Estados Unidos, Caspar Weinberger, porque fue el funcionario que

hizo abandonar la posición hasta ese momento en favor de Argentina de la administración Reagan, para persuadir al Presidente y al Pentágono en el sentido de brindar el máximo apoyo al más fiel aliado militar de los Estados Unidos.[3]

Los factores internos gravitaron sobre las respectivas políticas exteriores

Tanto el gobierno británico como el argentino llegaron a los días previos con un serio desgaste en sus respectivos frentes internos.

El Reino Unido ya no era uno de los países prósperos de Occidente, sino una potencia en crisis y con una gran conflictividad social. Margaret Thatcher asumió el gobierno en un momento en que los conservadores se habían convertido en la alternativa frente a los laboristas, quienes no daban respuestas a los problemas económicos que afectaban a la sociedad británica. Luego de asumir debió enfrentar a los sindicatos, a los socialistas, e incluso a algunos dirigentes del Partido Conservador, su propio partido, que se inclinaban a acordar con sectores de la izquierda.

El conflicto suscitado a partir del incidente en las islas Georgias despertó un sentimiento ambiguo. Por un lado el gobierno conservador de Thatcher, jaqueado por los mencionados problemas internos, fue visto por la sociedad como el responsable por la pérdida de territorios británicos pero, por otro lado, creó una oportunidad para que su gobierno reaccionara usando su fuerza militar, distrayendo de ese modo a la opinión pública de las cuestiones internas y apaciguándola en su ansiedad por la acción, una vez que tomó conocimiento de ese hecho a partir de la difusión en los medios. De alguna manera el gobierno se encontraba acorralado y si no reaccionaba podría caer.

Por ese entonces el Reino Unido se veía a sí mismo como una potencia en el ocaso, una potencia limitada al mundo europeo y ya no de alcance global por lo que esa victoria le permitió a los británicos fortalecer su autoestima. Prueba de ello son las expresiones de quien fuera ministro de Defensa durante el conflicto, Sir John Nott:

Las Falklands le hicieron mucho bien al Reino Unido. Luego de la Segunda Guerra, todos veían a este país como una nación en declive.

La guerra revivió la autoconfianza de los británicos. Fue un gran episodio de nuestra historia.[4]

La situación interna en la Argentina no era mejor que la británica. El general Leopoldo F. Galtieri había asumido la presidencia en reemplazo del general Roberto Viola. El Proceso de Reorganización Nacional se hallaba desgastado debido a la crítica situación económica, la que estaba causando un serio descontento social que parecía presentarse como incontrolable. A ello se sumaban las denuncias por violaciones de los derechos humanos. El día 30 de marzo de 1982 se llevó a cabo una movilización popular en el centro de la ciudad de Buenos Aires que fue reprimida por la policía. La manifestación fue organizada por la CGT con la consigna “pan, paz y trabajo”. En otra movilización en la ciudad de Mendoza la policía reprimió con dureza con un saldo de un muerto.

Para cuando se produjeron estos hechos las fuerzas conjuntas ya llevaban dos días de navegación con rumbo a las Malvinas. Si bien la decisión de recuperar las islas ya había sido tomada con bastante anterioridad, según algunos analistas, se esperaba que esa acción pudiera descomprimir la crítica situación interna. Mientras las noticias fueron favorables para la Argentina, el gobierno militar pudo obtener el consenso de la población.

Segundos decisivos: El hundimiento del HMS Coventry (National Geographic)

Cronología del conflicto del Atlántico Sur

1981

diciembre

Primer viaje de la operación comercial del empresario argentino Constantino Davidoff a las islas Georgias. Si bien se llevaron a cabo los trámites correspondientes ante el gobierno británico, la embajada en Buenos Aires hizo algunas observaciones.
1982

19 marzo

Segundo viaje del Señor Davidoff a las Georgias. Miembros de la British Antartic Survery (BAS) de Grytviken observaron el desembarco e informaron al gobernador Rex Hunt en las islas Malvinas “que un grupo de civiles y militares argentinos había invadido la Isla San Pedro”.
19 de marzo La embajada británica en Buenos Aires hizo saber al gobierno argentino del malestar del gobierno británico ante el izamiento de la bandera argentina en las Georgias y de la versión de que habría desembarcado personal militar argentino.
21 de marzo Zarpó de Puerto Stanley (Puerto Argentino) el HMS Endurance con la misión de dirigirse a Puerto Leith, en las Georgias, a evacuar a los trabajadores argentinos, si ello era necesario.
24 y 25 de marzo El gobierno británico instruyó que debían reforzarse las tropas en las Malvinas y para ello embarcó a marines en el buque RRS John Biscoe en Montevideo y ordenó que el RRS Bransfield, anclado en Punta Arenas, zapara el día 25 de marzo con destino a Puerto Stanley (Puerto Argentino).
2 de abril Se llevó a cabo el desembarco de las fuerzas argentinas en las islas, las que cuidaron de no producir bajas a los ciudadanos británicos ni a los malvinenses, aunque si perdió la vida el infante de marina Capitán de Corbeta Pedro Edgardo Giachino. El Reino Unido comenzó el alistamiento de a su flota. Fuerte respaldo popular que se manifiesta en la Plaza de Mayo.
3 de abril El gobierno argentino informó que las islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur se incorporaron a la soberanía argentina. Por su parte el Reino Unido rompió relaciones con la Argentina, nombrando a Suiza como representante de sus intereses ante el gobierno de Buenos Aires, anunció la aplicación de sanciones económicas y el envío de la Task Force (fuerzas de tareas) al Atlántico Sur.

Argentina nombró a Brasil como representante de sus intereses ante Londres.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 502 que exigía el retiro argentino de las islas y la iniciación de negociaciones. La votación fue la siguiente: a favor de la resolución en contra de la Argentina: Estados Unidos., Francia, Guayana, Irlanda, Japón, Jordania, Togo, Uganda, Zaire y el Reino Unido. Abstenciones: URSS, China, Polonia y España. En contra sólo votó Panamá.

El General Mario Benjamín Menéndez fue nombrado Gobernador Militar de las Islas Malvinas y se solicitó una sesión extraordinaria de la OEA.

4 de abril Venezuela expresó su total apoyo a la Argentina.
5 de abril Perú anunció su respaldo a la Argentina. La acción argentina provocó la renuncia del canciller británico, lord Carrington. La escuadra británica partió de su apostadero en Portsmouth. La Comunidad Económica Europea respaldó la decisión de la corona británica de aplicar sanciones económicas a la Argentina. Austria congeló el envío de tanques comprados por Argentina y Canadá el envió de equipos militares a la vez que amenazó con la aplicación de sanciones económicas.

Argentina anunció formalmente la suspensión de todos los pagos al Reino Unido.

6 de abril El presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, designó al general Alexander Haig para interceder en el conflicto. Haig se reunió con el Canciller Argentino, Nicanor Costa Méndez, en Washington. El Reino Unido requisó el transatlántico Camberra para utilizarlo como transporte de tropas.

Nicaragua expresó su total apoyo a la Argentina.

7 de abril: Haig viajó a Londres. Los británicos dispusieron de una zona de exclusión marítima de 200 millas en torno de las Malvinas a partir del día 12 de abril. La Argentina convocó a sus reservas y Costa Méndez regresó a Buenos Aires.

La URSS declaró su apoyo a la Argentina. La OTAN aconseja al Reino Unido a no utilizar la fuerza. Francia, Bélgica, Holanda, Alemania Federal prohíben las ventas de armas a la Argentina.

8 de abril Haig se entrevistó con Margaret Thatcher, quien se mostró intransigente para negociar. Argentina para aprovisionar a las tropas destacadas en las Malvinas creó un puente aéreo. Se anunció que la fuerza naval inglesa navegaba a la altura de las islas Azores.
10 de abril Haig, recién llegado de Londres, se reunió con Galtieri mientras que se llevaba a cabo otra manifestación popular de apoyo a la recuperación de las Malvinas. El general Galtieri dirigió la palabra a los manifestantes desde los balcones de la casa de gobierno.
11 de abril Las conversaciones no proporcionaban ninguna solución. Juan Pablo II exhortó a ambos países a deponer actitudes extremas. Haig regresó a Londres, mientras que Costa Méndez anunció que el diálogo continuaba.
12 de abril Desde Londres y por vía telefónica Haig le comunicó a Costa Méndez que el gobierno británico mantiene una posición intransigente. En la madrugada las naves de la Task Force procedieron a bloquear las islas, mientras que la Flota de Mar Argentina permanece en sus apostaderos.
14 de abril Galtieri le comunicó telefónicamente a Reagan que su gobierno mantiene su buena disposición para encontrar una salida pacífica al conflicto. Haig regresó a Buenos Aires desde Londres. Thatcher recibió el respaldo de la Cámara de los Comunes.
17 de abril Prosiguieron las conversaciones de Haig con las autoridades argentinas sin que se arribe a una solución.
19 de abril El canciller Costa Méndez anunció la solicitud ante la OEA de aplicar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Haig regresó a los Estados Unidos.
20 de abril Con 18 votos a favor y tres abstenciones la Argentina logró la convocatoria para una reunión de Cancilleres americanos.
22 de abril El general Galtieri llevó a cabo una inspección a las tropas acantonadas en Malvinas.
25 de abril Los británicos atacaron las Georgias en Puerto Leith y Grytviken logrando retomarlas y tomado como prisioneros a los marinos argentinos. El teniente de navío Alfredo Astiz, al mando de los efectivos argentinos, firmó la rendición sin oponer resistencia.

Días antes, fuerzas del SAS y del SBS fracasaron en su intento de tomar las islas cuando dos de los helicópteros Westland Wessex que transportaban a las tropas del SAS a una localización en la costa oeste se estrellaron en condiciones atmosféricas atroces en el glaciar Fortuna. Las tropas y la tripulación aérea fueron rescatadas en malas condiciones climáticas por el helicóptero Wessex del HMS Antrim.

26 de abril El gobierno militar anunció que las fuerzas argentinas estarán dispuestas para el combate hasta la última capacidad defensiva.
30 de abril El gobierno argentino dispuso que las aeronaves y buques británicos sean considerados “hostiles”. Un accidente produjo la caída de un helicóptero del Ejército Argentino en Caleta Olivia, pereciendo 10 efectivos.
1º de mayo El Estado Mayor Conjunto informó acerca de las acciones bélicas en el Atlántico Sur: la aviación británica llevó a cabo cuatro ataques a Puerto Argentino mientras que helicópteros británicos operaban contra Puerto Darwin. Fragatas británicas cañoneaban Puerto Argentino y los intentos de desembarco fueron rechazados por las fuerzas argentinas. En la confrontación resultó averiada una fragata británica y cinco aviones Harrier destruidos. En Argentina fue convocada la clase 1961 a la vez que Galtieri recalcó que la Argentina “responderá al ataque”.
2 de mayo El submarino atómico británico Conqueror atacó y hundió al Crucero ARA General Belgrano fuera de la zona de exclusión declarada por los británicos con un saldo de 323 víctimas entre desaparecidos y muertos. El Aviso ARA Alférez Sobral también fue atacado, muriendo ocho tripulantes, entre ellos el capitán de la nave, Capitán de Corbeta Gómez Roca. El Aviso ARA Alférez Sobral concurría en apoyo del piloto de un avión de la Fuerza Aérea Argentina, eyectado de su aparato el día anterior al Norte de Puerto Argentino, cuyo equipo radioeléctrico daba señales de rescate en esa zona.
4 de mayo Los británicos llevaron nuevas incursiones aéreas sobre Puerto Argentino y Puerto Darwin. Los aviones Super Etendard 203 y 204 de la Armada Argentina, equipados con misiles Exocet, piloteados respectivamente por el entonces Capitán de Corbeta Augusto César Bedacaratz y el Teniente de Fragata Armando Raúl Mayora, atacaron y hundieron al destructor Sheffield: 20 marinos británicos muertos. Un Sea Harrier fue derribado sobre Goose Green.
5 de mayo El representante argentino ante las Naciones Unidas, Eduardo Roca, condenó severamente a los Estados Unidos por su apoyo al Reino Unido. Se acepta la intervención de la ONU como mediadora.
6 de mayo La ONU propuso el retiro de las fuerzas de Argentina y del Reino Unido del archipiélago como un paso previo a la iniciación de las conversaciones. Al día siguiente Londres anunció la ampliación del bloqueo naval a sólo 12 millas del litoral marítimo argentino.
9 de mayo El pesquero argentino Narwal fue hundido tras un ataque de aviones británicos los que también atacaron con cohetes y ametrallaron a las embarcaciones de salvamento. El saldo del ataque fue de 1 muerto y 13 heridos.
10 de mayo El gobierno británico decretó una zona de exclusión aérea de 100 millas náuticas alrededor de la isla Ascensión.
12 de mayo A bordo del transatlántico Queen Elizabeth II partieron 3.000 soldados británicos desde Southampton. Entre estos se destacaba un regimiento de “gurkas”. Aviones argentinos ocasionaron averías a dos fragatas, con pérdidas de dos máquinas y un helicóptero inglés.
14 de mayo Regresan a Buenos Aires los 189 argentinos capturados en las islas Georgias, entre los cuales se encuentran los trabajadores cuya presencia en el archipiélago generó el enfrentamiento. En un ataque nocturno los británicos destruyeron 11 aeronaves argentinas en tierra.
15 de mayo Buques británicos cañonearon Puerto Calderón, isla de Borbón, dañando a diez aviones argentinos.
16 de mayo La aviación británica atacó a barcos mercantes argentinos: el Río Carcarañá fue hundido y el Bahía Buen Suceso averiado. Se produjeron nuevos ataques aéreos a la Isla Soledad.
17 de mayo Se renovaron las sanciones de la Comunidad Económica Europea.
19 de mayo El Papa Juan Pablo II convocó a los cardenales argentinos y británicos a concelebrar una misa por la paz. Por su parte los británicos continuaron sus ataques a las posiciones argentinas.
20 de mayo Javier Pérez de Cuellar, Secretario General de la ONU, anunció el fracaso de sus gestiones en favor de la paz. El gobierno del Perú presentó una propuesta que también fracasó. Un helicóptero Sea King de la marina británica que realizaba una “misión secreta” se estrelló cerca de Punta Arenas, Chile.
21 de mayo A pesar de sufrir severos daños en cuatro fragatas y el hundimiento de la Ardent (22 muertos), perder tres aviones Harrier y dos helicópteros, los británicos lograron establecer una cabecera de playa en Puerto San Carlos. Esta batalla les valió el reconocimiento a los pilotos argentinos. Argentina perdió seis aviones y tres helicópteros.
22 de mayo En Puerto Darwin fue abatido un avión Harrier.
23 de mayo Ataques aéreos de las fuerzas argentinas: un avión argentino derribado y serias pérdidas navales para las fuerzas británicas.
24 de mayo Fue hundida la fragata británica Argonaut. Un experto en explosivos murió al intentar desactivar una bomba que había quedado sin explotar dentro de la fragata británica Antelope. Los 175 tripulantes abandonaron la embarcación.
25 de mayo Aviones argentinos causaron averías a tres fragatas misilísticas. Los Super Etendard 203 y el 204 piloteados por el capitán de corbeta Roberto Curilovic y el teniente de navío Barraza ocasionaron serios daños al buque Atlantic Conveyor –cargado con equipos, armamentos y helicópteros–, el cual se hundió seis días después. Fue bombardeado y hundido el destructor Coventry con un saldo de 19 británicos muertos. La aviación inglesa atacó  Puerto Argentino perdiendo tres Harrier.
27 de mayo Retornaron a su país los 263 sobrevivientes del HMS Sheffield hundido por aviones argentinos.
28 de mayo El Sumo Pontífice reclamó una paz justa y honrosa durante su visita a Londres. Las tropas británicas inglesas se incrementaron con el arribo de 3.800 hombres. Los británicos avanzaron sobre Darwin y Pradera del Ganso mientras que, durante una reunión del TIAR, quedó aprobada una resolución favorable a la argentina.
30 de mayo Los Super Etendard 203 y 204 junto con cuatro Skyhawks A4-C (dos de los cuales fueron derribados por la defensa antiaérea británica) de la Fuerza Aérea, luego de un intenso operativo, consiguieron averiar al portaaviones Invincible. Londres nunca confirmó la información.
31 de mayo Fueron derribados dos Skyhawk argentinos. El Atlantic Conveyor, alcanzado el 25 de mayo por un misil Exocet, terminó de hundirse.
2 de Junio En la ONU fracasaron nuevamente las gestiones de paz mientras que el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 505 que designó como mediador a Pérez de Cuellar. Avanzadas británicas se encuentran a sólo 20 kilómetros de Puerto Argentino y tropas británicas tomaron el Monte Kent.
3 de junio El Canciller Costa Méndez pronunció un discurso en la Habana ante los representantes del Movimiento de Países No Alineados.
4 de junio Los Estados Unidos y el Reino Unido vetaron un nuevo proyecto de cese del fuego en las Naciones Unidas.
6 de junio Ante la sospecha de que una aeronave argentina se aproximaba a naves británicas, el HMS Cardiff disparó sus misiles. Poco después se determinó que el ataque produjo el derribo de un helicóptero Gazelle británico, ocasionando la muerte de sus cuatro tripulantes y del personal que transportaba.
8 de junio La Fuerza Aérea Argentina rechazó un intento de desembarco inglés en Fitz Roy y en Bahía Agradable. La fragata Plymouth y los transportes de tropas Sir Galahad y Sir Tristan fueron hundidos. Asimismo, fueron atacados lanchones de desembarco de personal (LSL) ocasionando un significativo número de bajas. Los británicos identifican esta operación como el “desastre de Bahía Agradable”
11 de junio El Papa Juan Pablo II llegó a la Argentina para convocar a una unión por la paz.

El Queen Elizabeth II regresó a Southampton transportando 700 sobrevivientes de los buques hundidos HMS Coventry, HMS Ardent y HMS Antelope.

12 de junio Fue atacado el HMS Glamorgan mediante el uso de la batería terrestre de misiles (ITB) ocasionando 13 muertos. Las tropas británicas continuaron su avance hacia Puerto Argentino tomando 400 prisioneros.
13 de junio Las fuerzas británicas quebraron las defensas argentinas y en Buenos Aires, por la noche, al saberse el desenlace desfavorable del conflicto, se realizó una manifestación solicitando al gobierno la «no-rendición».
14 de junio Se anunció el alto el fuego: Los generales Jeremy Moore y Mario Benjamín Menéndez, respectivamente comandante de las fuerzas británicas y gobernador militar de las islas Malvinas, parlamentaron el alto al fuego y la consiguiente rendición de las tropas argentinas. Al tomarse conocimiento de la rendición en Buenos Aires se llevó a cabo una manifestación rechazando la rendición: se produjeron desmanes y represión policial.

Fotografía del momento en que un Dagger de la Fuerza Aérea Argentina dirige el ataque a la fragata HMS Ardent Foto: Horacio Mir González.

La posición de Chile frente al conflicto

Las relaciones entre Chile y Argentina estaban lejos de ser cordiales en oportunidad del conflicto del Atlántico Sur. Desde fines del siglo XIX la historia mostró numerosos desencuentros por cuestiones limítrofes y tan sólo pocos años antes, en 1978, ambos gobiernos estuvieron a horas de iniciar una guerra por la disputa de la soberanía del canal de Beagle y de las islas Picton, Lenox y Nueva. Versiones extraoficiales dejan entrever que el mismo se había iniciado.

La desconfianza entre Santiago de Chile y Buenos Aires —ambos países estaban gobernados por militares— se mantuvo mientras la Argentina enfrentaba a las fuerzas británicas en el Atlántico Sur. Esta circunstancia llevó al gobierno militar argentino a conservar su capacidad naval en reserva ante una posible agresión chilena durante el conflicto con el Reino Unido o durante la postguerra.

Siempre se supo que las fuerzas armadas chilenas apoyaron con informes de inteligencia a las fuerzas británicas y que le proporcionaron cobertura a una fuerza especial británica que intentó un ataque a la base aeronaval de Río Grande. Para distraer a las fuerzas armadas argentinas y restarles operatividad frente a los británicos realizaron desplazamientos navales y terrestres.

Con posterioridad al conflicto del Atlántico Sur, cuando el general Augusto Pinochet fue detenido en Londres, Margaret Thatcher destacó el respaldo que el general chileno les había brindado a los británicos en la campaña de 1982. El general Jeremy Moore también hizo mención a ese hecho.

En agosto de 2005 el ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea Chilena (FACH), general Fernando Matthei Aubel dio a conocer la colaboración de su país para que los británicos triunfaran en 1982. Si bien la noticia fue difundida como que se hacía público “uno los secretos mejor guardados de la historia de Chile”, la misma no sorprendió a nadie en la Argentina[5].

Las informaciones acerca del respaldo de Chile al Reino Unido ya habían sido proporcionadas por Rupert Allason —cuyo seudónimo es seudónimo de Nigel West— en su libro The Secret War for the Falklands (La guerra secreta por las Malvinas)[6]. En su investigación incluso había llegado a confirmar la operación que intentaron llevar a cabo miembros de las SAS (Fuerzas Especiales inglesas) en Río Grande, la denominada “Operación Mikado”, que consistía en aterrizar con dos Hércules C-130 en esa base, destruir los misiles, los aviones Super Étendard, matar a los pilotos y refugiarse en Chile —considerado “territorio neutral”— con la excusa de un desperfecto técnico. Por su parte, el presidente Reagan le advirtió a Thatcher que esta clase de operaciones llevaría que otros países de la región se involucraran en la guerra, como Perú.

Operación Mikado. Mapa de la frustrada operación de sabotaje planeada por fuerzas del SAS contra la base aeronaval de Río Grande.

En sus declaraciones el general Matthei expresó:

Hice todo lo que tenía que hacer para defender a Chile. A mí me pagaban para eso. La amistad con los argentinos era problema de otros. Yo hice todo lo posible para que Argentina perdiera la Guerra de las Malvinas.

Matthei fue agregado aéreo en Londres entre los años 1971 y 1974 y se asume como autor exclusivo de esta colaboración con los británicos al punto que manifiesta que el propio Augusto Pinochet y los demás integrantes de la Junta Militar chilena desconocían los hechos. Es imposible creer que hechos de esta envergadura fueran desconocidos por las más altas autoridades de Chile.

Tiempo antes de las confesiones de Matthei el presidente de Chile, Ricardo Lagos, tuvo un gesto hacia la Argentina al entregarle al presidente Néstor Kirchner una documentación que le había hecho llegar el primer ministro británico Tony Blair.

Blair le había enviado unas páginas impresas del segundo tomo del libro titulado The official history of the Falklans Campaign (La Historia Oficial de la Campaña por las Falklands) el cual fue encargado por su gobierno en 1997 al historiador Sir Lawrence Freedman, profesor del King’s College de Londres[7]. Freedman dedicó ocho años a esta investigación y tuvo acceso a documentos que hasta el presente permanecían clasificados como secretos.

La obra de Freedman ha ocasionado incomodidades en el Reino Unido porque pondría en duda los derechos británicos sobre las islas.

En lo que respecta a Chile aporta detalles de la colaboración del gobierno de Pinochet con las fuerzas británicas durante las operaciones en el conflicto. De ahí que la intención de Blair fue ponerlo en autos al presidente Lagos de que la publicación del libro de Freedman podría tensar sus relaciones con Argentina.

El gesto de Lagos puede ser bien interpretado y lo hizo con la certeza de que la actual relación con la Argentina es “lo suficientemente fuerte como para no verse afectada con las revelaciones”[8]. También podría ser considerado como la mejor opción ya que tarde o temprano la información estaría en conocimiento de las autoridades argentinas y no era conveniente crear nuevamente un clima de desconfianza más aún luego del caso de espionaje en el consulado argentino en Punta Arenas.

Las declaraciones de Matthei también fueron condenadas por el canciller de Chile Patricio Walker y por el embajador de Chile en Buenos Aires, Luis Maira, quien circunscribió esos hechos a un mundo dominado por el conflicto de la Guerra Fría y prefirió poner de manifiesto los logros del presente:

Lo esencial hoy es buscar en la Argentina y en Chile, bajo gobiernos democráticos, proyectos nacionales que respondan a los nuevos tiempos y aseguren una vida mejor para nuestra gente. Esto exige afianzar la amistad entre los países latinoamericanos, algo indispensable en un mundo como el de la posguerra fría y la globalización en el que el peso de las regiones organizadas es determinante a los fines económicos y para lograr un mayor peso político en la comunidad internacional.[9]

El embajador Maira también consideró que un reforzamiento del compromiso chileno con la recuperación de las islas Malvinas sería una réplica efectiva a las declaraciones de Matthei. En ese sentido recordó que “cada año Chile patrocina en la ONU la resolución que ponga término a este enclave británico en el Atlántico Sur, devolviendo su control al Estado argentino”. 

Perú, el aliado de la Argentina

Perú y la Argentina mantienen lazos históricos de amistad que se remontan la guerra de independencia contra la corona española. El general José de San Martín es considerado el Libertador del Perú —así como de Argentina y, junto al Bernardo O’Higgins, de Chile—. Fue precisamente el general José de San Martín quien, el 28 de julio de 1821, en una ceremonia pública, proclamó la Independencia del Perú. Del mismo modo, fue el creador de la Marina de Guerra del Perú y quien firmó el decreto de creación de la primera bandera del Perú y del primer escudo de ese país, tras haber asumido el cargo de Protector del Perú, conforme al decreto del 3 de agosto de 1821.

También es justo recordar a Roque Sáenz Peña, quien luchó como voluntario del lado del Ejército del Perú en la Guerra del Pacífico contra Chile (1879-1883). Una enfermedad contraída en los campamentos de la Guerra del Pacífico le dejaría secuelas de por vida y que lo llevarían a la muerte en 1914, antes de terminar su mandato como presidente de la República Argentina[10].

En 1982 Perú era gobernado por el arquitecto Fernando Belaúnde Terry (28 de julio de 1980-28 de julio de 1985) del partido de centro Acción Popular. A diferencia de Chile y de la Argentina, se trataba de un gobierno constitucional. Cabe recordar, asimismo, que la Secretaría General de las Naciones Unidas estaba a cargo del diplomático peruano Javier Pérez de Cuéllar, quien realizó ingentes esfuerzos de mediación durante el conflicto.

Javier Pérez de Cuéllar, Secretario General de las Naciones Unidas

El investigador peruano Andrés Gómez de la Torre Rotta destaca algunas cuestiones a tomar en cuenta la momento de analizar la determinación del gobierno del Perú a respaldar a la Argentina. En los años 70 del siglo XX los litigios territoriales entre los países de la región eran una seria causa de tensiones entre los gobiernos, varios de ellos conducidos por militares: “Videla en Argentina, Pinochet en Chile, Bánzer en Bolivia, Morales Bermúdez en Perú y Alfredo Poveda presidiendo la Junta Militar en Ecuador”[11]. En 1941 Perú y Ecuador se habían enfrentado en una guerra que llevó a la firma del Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942 que puso fin al conflicto, cuyos garantes principales fueron Estados Unidos y Brasil, “por sus posiciones de hegemón hemisférico y subcontinental, respectivamente”. Además de estos dos países, los beligerantes pudieron elegir otros dos Estados garantes: “Ecuador mostró simpatía y propensión por Chile, en tanto que Perú hizo lo propio con Argentina”[12].

Además de este conflicto, Andrés Gómez de la Torre Rotta destaca la crisis del canal de Beagle en 1978, la conmemoración del centenario de la guerra del Pacífico que enfrentó a Perú y Bolivia contra Chile (1879-1881), así como los reclamos de Bolivia por la salida al mar a través del océano Pacífico y el desconocimiento de Ecuador de un tramo de la frontera con Perú. A ello agrega la carrera armamentística en la región.

Durante la crisis del Beagle, en 1978, “hubo una intensa interacción y contacto entre los cancilleres del Perú, José de la Puente y Rabdill, y de la Argentina, César Guzzetti, quienes habrían analizado la posibilidad de su ‘trilateralización’ en el contexto de una escalada con consecuencias bélicas bilaterales argentino-chilenas”[13].

El presidente Belaúnde Terry, debido a su buena relación con Estados Unidos, decidió asumir un rol protagónico al inicio del Conflicto del Atlántico Sur, en abril de 1982. El investigador peruano recuerda que Belaúnde había estudiado en la Universidad de Texas y se había exiliado en Argentina y en Estados Unidos, tras el golpe de Estado de 1968, que puso fin a su primer gobierno (1963-1968)[14].

Respecto de las negociaciones llevadas a cabo por el presidente peruano, Andrés Gómez de la Torre Rotta señala:

Sus esfuerzos durante las conversaciones con el secretario de Estado, Alexander Haig, deben ser entendidos en el contexto de la búsqueda de una salida que fuera lo más realista y lo menos costosa posible para la Argentina.[15]

Septiembre de 1981. Pilotos de combate peruanos y argentinos en la IV Brigada Aérea, Mendoza, Argentina. Foto: Gómez de la Torre Rotta.

Perú aspiraba a jugar un papel activo y relevante en un hipotético escenario de posconflicto que contemplaba separa a las fuerzas militares involucradas en el conflicto e implementa un régimen de administración temporal. En función de ese rol, la Cancillería del Perú llevaba adelante una intensa gestión ante la OEA en Washington para afianzar las gestiones multilaterales llevadas a cabo por la Cancillería argentina, a cargo de Nicanor Costa Méndez.

Perú y Argentina mantenían una inocultable estrecha relación institucional a nivel militar, al punto de que “coincidieron y estandarizaron sus proveedores militares y sus políticas de adquisición de armas”[16]. A ello debe agregarse que muchos oficiales peruanos se habían graduado en institutos de formación militar de Argentina.

Además de los contactos permanentes que existían entre los jefes de ambos ejércitos —especialmente entre Pedro Richter Prada y Leopoldo Galtieri—, existía una relación más estrecha entre los jefes las Fuerzas Aéreas, el general Dante Poggi y el general Hernán Boluarte, por parte del Perú, y el brigadier Omar Rubens Graffigna de la Argentina.

En setiembre de 1981, aviones A-37B Dragonfly del Grupo 7 de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) se trasladaron a la IV Brigada Aérea de Mendoza para realizar ejercicios de recarga aérea con aviones KC-130 y ejercicios de combate disimilares con A-4 Skyhawk. Para Andrés Gómez de la Torre Rotta este punto es muy importante debido a que la Fuerza Aérea Chilena también disponía de una considerable cantidad de A-37 y este intercambio le permitía a los militares argentinos conocer detalles de esa aeronave[17].

Con el inicio de las operaciones militares y ante el embargo de armas que se impuso a la Argentina, el gobierno del presidente Beláunde Terry mostró su buena predisposición de ayudar a su aliado del sur transfiriendo material militar. A los efectos de no dejar rastros visibles de esa transferencia y para evitar ser considerado un país beligerante, Perú acordó no enviar material de origen soviético.

De tal modo que se optó por los Mirage 5 y sus sistemas de armas, como misiles Nord AS-30 aire-superficie. Hoy se sabe que fueron enviados diez aviones de la flota de 32 que operaban en el Grupo 6 de Chiclayo, al norte de Lima.

Asimismo se consideró no enviar unidades navales ya que serían detectadas por Chile en su travesía a la Argentina[18].

Perú también había considerado enviar misiles Exocet MM38 destinados a las corbetas peruanas pero, finalmente, fue misteriosamente retenido en puertos franceses ante la sospecha de que el embarque de los misiles tendría por destinatario final la Armada Argentina[19].

Cabe enfatizar que el mayor Aurelio Crovetto Yáñez fue la figura esencial esta transferencia de los Mirage ya que “lideró el recibimiento del silente vuelo de los aviones en la ruta La Joya-Jujuy-Tandil por espacio aéreo de Bolivia”[20]. El mayor Crovetto se quedaría en Argentina hasta finalizado el conflicto con el objetivo de prestar apoyo técnico a sus colegas de la Fuerza Aérea.

Aparte de este apoyo, aviones de transporte peruanos DC-8 realizaron vuelos Lima-Tel Aviv-Lima-Buenos Aires a los efectos de trasladar material necesario para apoyar el esfuerzo bélico de la Argentina, mientras que aviones Hércules trasladaban equipos desde Perú, a pesar de sufrir algunos efectos militares por su toma de posición en el conflicto[21].

Video de la operación de traslado de los aviones de Perú a la Argentina.

El respaldo de otro aliado: Bolivia

Por entonces era presidente de Bolivia el general Celso Torrelio Villa. El 13 de abril, el comandante de la Fuerza Aérea Boliviana, Natalio Morales Mosquera, expresó que su país desplegaría aviones caza a la frontera en apoyo a Argentina y que también pondría a disposición la flota de Transporte Aéreo Militar (TAM), la infraestructura aeroportuaria y combustible[22]. Además agregó: “Así como Perú ya está cooperando militarmente, nosotros también hemos decidido hacerlo. Nuestro apoyo no sólo es moral, sino material”. Pronto, esa buena disposición quedaría en la nada, cuando al día siguiente, “la embajada británica le pidió públicamente al presidente Torrelio que confirme si Bolivia optó por iniciar hostilidades contra el Reino Unido”[23]. El gobierno boliviano fue advertido sobre serias sanciones económicas internacionales, especialmente en el área de la minería, por lo que el 15 de abril, la Cancillería boliviana esclareció su posición expresando que “los problemas entre Argentina y Gran Bretaña deben ser resueltos por la vía diplomática” y que “en ningún momento el gobierno ha contemplado realizar acciones de tipo militar”[24].

A pesar del paso atrás que debió dar el gobierno de Bolivia, 25.000 ciudadanos de ese país radicados en el norte argentino se ofrecieron como voluntarios para colaborar en diferentes tareas durante el conflicto bélico[25].

El ex embajador boliviano en Buenos Aires, Liborio Flores Enríquez, piloto de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) también se presentó como voluntario para ir a Malvinas.

La historia boliviana daría cuenta que cuando se produjo la invasión de las Malvinas por los británicos en 1833, el presidente de Bolivia, Mariscal Andrés Santa Cruz, envió una carta de protesta —a la reina de Inglaterra y a su primer ministro, con copia a Buenos Aires— dejando en claro que Bolivia solo reconocía a la República Argentina como unidad territorial sobre las Malvinas. Fue el primer país en reclamar por la invasión.

La política de “desmalvinización”

El término desmalvinización implica el proceso utilizado ya por el mismo gobierno militar tras la derrota en el Atlántico Sur y que fue erróneamente continuado por los gobiernos democráticos que lo sucedieron. “Desmalvinizar” significa omitir el conflicto, ignorarlo, y eso se ejercitó a través de la subestimación no sólo de las fuerzas armadas sino también de los soldados que dieron su vida en defensa de una de las pocas cuestiones de Estado —si no la única— que lograba unificar a los argentinos.

Cabe mencionar que la Constitución Nacional en la primera de sus Disposiciones Transitorias expresa:

La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional.

La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.

Con la “desmalvinización” también se omitía toda la cuestión previa al día 2 de abril de 1982, lo que confirmaría la creencia de que la Argentina había sido el Estado agresor sacando del contexto histórico el hecho del desembarco. Por otro lado permite considerar que la reacción del gobierno militar sólo tenía por objeto ocultar los conflictos sociales y económicos que tenía en el frente interno. Puede haber sido uno de ellos pero no el único.

Es cierto que hubo numerosos errores en la conducción de la guerra pero debería considerarse el reconocimiento internacional que tuvieron los pilotos de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval y los numerosos daños que le ocasionaron a la marina británica: el hundimiento de los destructores HMS Sheffield y Coventry; las fragatas HMS Ardent y Antelope; el buque de desembarco HMS Sir Galahad y el buque mercante Atlantic Conveyor; los serios daños causados a dos destructores británicos, catorce fragatas, dos buques de desembarco e incluso el portaviones Invincible. El destructor Glamorgan fue dañado por un misil Exocet lanzado desde tierra. A ello se suman 37 aviones británicos que fueron perdidos por diversas causas y ello sin contar los daños que hubiesen causado los torpedos y bombas que no alcanzaron a explotar.

Relato del ataque al HMS Invincible por parte de sus protagonistas.

Resulta paradójico que quienes fueron los enemigos de la Argentina en ese entonces, los británicos, hayan realizado documentales en los que reconocen esos hechos que la dirigencia argentina intentó omitir.

A diferencia de los ciudadanos argentinos, los británicos desconocían todo acerca de las Malvinas. Andrew Thompson de la BBC, quien cubrió el conflicto del Atlántico Sur como periodista en primer lugar desde Londres y luego desde Buenos Aires como corresponsal del diario británico The Times, pone de manifiesto el bajo nivel de conocimiento que existía entre la población y entre los propios periodistas no sólo de la ubicación de las Malvinas sino también de la Argentina:

Sólo exagero un poquito si digo que pasé muchas horas en la tarde del viernes 2 de abril de 1982 explicando a los investigadores de un conocido programa de televisión británico que las “Falkland” quedaban en el Atlántico Sur, y no al norte de Escocia, y que Argentina quedaba al sur, y no al norte de Brasil.[26]

En una entrevista realizada por la BBC al historiador inglés Peter Beck, profesor de Historia Internacional de la Universidad de Kingston y autor del libro Las islas Falklands como problema internacional, se le preguntó cómo creía él que —dos décadas después— los británicos ven esa guerra que en su momento contó con el apoyo de la gran mayoría de la población. Su respuesta fue la siguiente:

Creo que hoy mucha gente encuentra muy difícil de creer que hayamos peleado por las Falklands, porque eran islas en las que nadie pensaba y ciertamente nadie sabía dónde estaban.[27]

El desconocimiento de los británicos por las islas Malvinas o por la Argentina ha quedado demostrado en una entrevista realizada por la BBC a ciudadanos de diferentes edades a veinte años del enfrentamiento armado[28].

Aún peor era el desconocimiento de los propios gobernantes británicos. Sir John Nott, quien fue ministro de Defensa del Reino Unido durante la guerra de las Malvinas confesó a la BBC —veinte años después— que no tenía presentes esas islas hasta que Argentina las ocupó en 1982:

Tenía un enorme globo terráqueo en mi oficina del Ministerio de Defensa y fui a verlo para redescubrir la posición geográfica de las Falklands. Me horrorizó un poco comprobar cuán lejos estaban.[29]

El mismo Nott no confiaba en la decisión de enviar la flota a una región tan lejana:

Luego me quedé solo con ella (Thatcher) y le expresé mi escepticismo sobre la viabilidad de la operación. Las islas estaban a 8.000 millas y no contábamos con apoyo territorial y aéreo adecuados.[30]

El conflicto del Atlántico Sur fue traumático para los combatientes de ambos bandos. Muchos de los sobrevivientes, afectados por el desempleo así como por problemas físicos y psíquicos optaron por el suicidio. En marzo de 2002 se estimaba en 250 el número de veteranos británicos que combatieron en el conflicto del Atlántico Sur y que se suicidaron por traumas psicológicos ocasionados por la guerra. Pero en 2013, el Ministerio de Defensa británico dio a conocer un estudio en el que remarca que informa que el número real de ex combatientes que se suicidaron es de 95[31].

Errores de apreciación

Los tres actores del conflicto —Argentina, el Reino Unido y los Estados Unidos— cayeron en suposiciones estratégicas que derivaron en serios errores de apreciación.

El gobierno argentino consideró que su par de Londres sólo reaccionaría de manera retórica. Con respecto de Washington, esperó que sólo interviniese para imposibilitar que el conflicto desencadenara la guerra y consideró que la participación de la Argentina en América Central sería un elemento a tener en cuenta por los Estados Unidos.

Por último estimó que la opinión pública internacional apoyaría la posición de la Argentina, lo que actuaría como una presión sobre el gobierno de Londres.

Con respecto del Reino Unido, el gobierno británico evaluó que la Argentina no usaría la fuerza para recuperar las Malvinas y que los Estados Unidos le darían su respaldo en el conflicto.

Por su parte los Estados Unidos también consideraron que la Argentina no llegaría al empleo de la fuerza, a lo que se añadía que el gobierno de Buenos Aires no forzaría a su par de Washington a tomar alguna decisión que pudiese resultar incómoda.

En el plano diplomático la Argentina llevó la peor parte pues si bien contó con el apoyo de América Latina y de varios países del Tercer Mundo, las negociaciones dejaron bastante que desear; no puso énfasis en sus títulos soberanos sobre las islas y se quedó estancada en la situación coyuntural.

En cambio el Reino Unido fue el actor que más se favoreció al contar con el respaldo de la Comunidad Europea, de la OTAN, obtuvo en su favor la Resolución 502, contó con los Estados Unidos como mediador del conflicto asegurándose luego su apoyo y neutralizó la aplicación del TIAR.

Con respecto de los Estados Unidos, reforzó su relación con el Reino Unido pero a costa de dañar su relación no sólo con la Argentina sino también con gran parte de los países de América. El Conflicto del Atlántico Sur fue una de las cuestiones que llevo a su pérdida de credibilidad entre los Estados americanos.

Evolución del conflicto

En los últimos años se observa una disminución con respecto a las posibilidades de que un conflicto estalle tanto en el área del Atlántico Sur como en la región circundante y ello, en buena medida, obedeció también a un elemento extra regional relevante: la implosión del imperio soviético.

Cabe entonces, a partir de lo expuesto, citar la pregunta y la respuesta que a la misma ya se ha formulado el Contralmirante (R) de la Armada Argentina Roberto Pertusio:

¿Cuál es el enemigo común a enfrentar hoy en el Atlántico Sur? No existe, en los tiempos que corren, un Estado que inspire la constitución de un bloque defensivo en nuestro común espacio marítimo.[32]

En los últimos años los países ribereños han trabajado en el desarrollo de fórmulas de cooperación aunque pueden apreciarse potenciales conflictos, en función de los cuales habrá que trabajar para neutralizarlos.

Entonces sería apropiado formularse otras preguntas: ¿por qué existen bases militares que exceden la capacidad de disuasión para los países de la región? Un ejemplo de ello son las islas Malvinas, en la que el gobierno británico ha invertido miles de millones de dólares en el emplazamiento de un complejo militar y en el mantenimiento de naves, aviones y personal, frente al desarme que paralelamente sufrieron las fuerzas armadas argentinas durante la democracia[33] y frente a la declaración del gobierno argentino de no volver a utilizar la fuerza contra las islas[34].

En 2020 se tomó conocimiento que el Reino Unido invirtió 11 de millones de libras esterlinas en refaccionar y ampliar el muelle ubicado en la costa noreste de las islas Georgias.

Una primera respuesta a esta pregunta podría estar en la conclusión final a la que llega Mariano Bartolomé:

Existen elementos de juicio que permiten considerar como probable que el Conflicto del Atlántico Sur (CAS) del año 1982 haya sido el resultado de la deliberada creación de una crisis, y su posterior escalada voluntaria al plano bélico, por parte del gobierno británico, con el apoyo de los EE.UU. y la OTAN, con los objetivos no declarados de asegurar su liderazgo político en el corto y mediano plazo y facilitar la presencia militar (no necesariamente oficial) de esa alianza en la región.[35]

Considerado de esta manera, el Conflicto del Atlántico Sur habría sido la primera guerra de la OTAN y fuera de su jurisdicción.

¿Por qué el gobierno británico no inició un diálogo para proceder a una retrocesión como sí lo hizo con Hong Kong? ¿Por qué los Estados Unidos están mostrando interés en militarizar el Atlántico Sur?

Con respecto a comparar la situación de Malvinas con Hong Kong merece ciertas aclaraciones. Hong Kong fue un territorio dependiente del Reino Unido por cesión de China a través de tres tratados: la isla de Hong Kong fue cedida por el tratado de Nankin de 1842; la península de Kowloon por el tratado de Kowloon de 1860; el resto del territorio que equivale al 90% de la superficie por el tratado de Beijing de 1898, el cual cedía la tenencia al Reino Unido en calidad de arriendo por el término de 99 años. Ese acuerdo ya expiró y es el que permitió la retrocesión de Hong Kong a China.

En el caso de las Malvinas no ha habido ninguna cesión ni arriendo por parte de la Argentina sino que hubo una anexión llevada a cabo por la fuerza. A decir verdad, se trata de una situación colonial que de ninguna manera adquiere legalidad con el tiempo.

Documental del programa emitido por Channel 5 de Londres, titulado “The Great Falklands Gamble: Revealed”, con motivo del 30º aniversario del conflicto, en 2012.

La controversia acerca de Hong Kong fue resuelta de manera bilateral entre las partes sobre la base de acuerdos preexistentes y de forma paulatina. Por otro lado el Reino Unido no invocó el principio de derecho a la autodeterminación de los habitantes de Hong Kong, los cuales no tomaron parte en las negociaciones: el 95% de la población es de origen chino. En el caso de las Malvinas la población es en su gran mayoría descendientes de británicos, es decir que no es la población originaria de las islas como en el caso de Hong Kong.

El Reino Unido no obró de la misma manera con respecto a los habitantes de la isla Diego García, en el océano Índico, perteneciente al archipiélago de Chagos. En plena Guerra Fría ese océano estaba dominado por la marina soviética hasta que por un acuerdo entre el Reino Unido y los Estados Unidos, hacia los años sesenta, el primero cedió al segundo la isla para establecer una base de bombarderos de largo alcance que permite el control de Medio Oriente y desde la que se atacó a Afganistán. A principios de los setenta, para llevar a cabo la construcción de la base, el gobierno británico de Harold Wilson trasladó por la fuerza a los habitantes originarios de Diego García reubicándolos en Mauricio. En este caso no se tuvo en cuenta la autodeterminación de los habitantes la isla.

Según el capitán Jorge Luis Colombo el caso de la isla Diego García guarda similitudes con el de Malvinas porque así como los estadounidenses podían contrarrestar el pabellón soviético en el Índico con su presencia en Diego García, de la misma manera los británicos pueden contrarrestar el pabellón argentino en el Atlántico Sur. En esta zona existen veinticuatro países ribereños, veintiuno en África y tres en América del Sur, de los cuales sólo tres pueden tener una presencia naval en el Atlántico: Argentina, Brasil y Sudáfrica. De los tres sólo la Argentina se encuentra más al sur convirtiéndose en el único Estado que virtualmente tiene proyección sobre el Atlántico Sur. A esos veinticuatro países se suma otro que no es ribereño pero que si se encuentra ocupando un lugar en ese espacio: el Reino Unido. Por ello el Capitán Colombo denomina a las islas Malvinas las “Diego García Atlánticas”[36].

Por otro lado existen diferencias a considerar en el plano económico financiero entre ambos casos como así también con respecto de las relaciones de poder en juego en el contexto internacional.

Retornando a la pregunta formulada más arriba, es posible que los miembros de la OTAN hayan actuado en ese momento atendiendo a sus actuales intereses o, dicho de otra manera, con proyección a futuro.

Existen documentos que demuestran que antes de que se iniciara el conflicto estaban muy avanzadas las negociaciones que llevarían, de un modo u otro, a la devolución de las islas[37]. Indudablemente la acción militar sirvió para fortalecer a un gobierno británico —indiferente como los anteriores a los intereses de los isleños— que perdía popularidad y que era cuestionado por sus medidas económicas. Los isleños, llamados despectivamente kelpers, de ignorados se convirtieron en protagonistas, se sintieron en situación de reclamar y se constituyeron en uno de los elementos que en el presente impiden retomar las negociaciones al punto en el que se encontraban antes del conflicto. Cabe reflexionar, entonces: si no ha habido un conflicto armado entre España y el Reino Unido ¿por qué la misma situación se aprecia con respecto a la soberanía de Gibraltar y, aún más, siendo ambos Estados miembros de la Unión Europea?

Los otros elementos que obstaculizan las negociaciones pueden encontrarse formando parte de uno de los ejes que movilizan al mundo en el presente: el de la apropiación de los recursos energéticos y naturales.

Las islas del Atlántico Sur cobran importancia por su riqueza ictícola que les ha permitido a los habitantes de las Malvinas obtener beneficios de la explotación pesquera. Como estos beneficios no son constantes procuran incrementar sus ingresos a través de la actividad petrolera para lo cual han otorgado áreas para exploración pero sin mucho éxito hasta el presente. Otra esperanza proviene de estudios geológicos realizados que permiten comparar el suelo de las islas con el de Sudáfrica por lo que se estima que podrían existir diamantes y oro. También en este sentido los descubrimientos de oro no son muy alentadores. A ello se suma la probable existencia de depósitos minerales en el lecho marino y la proyección antártica que tienen las Malvinas.

Con respecto al litigio entre el Reino Unido y la Argentina se puede afirmar que las inversiones realizadas en las islas reclamadas por la Argentina, el actual nivel de ingreso que sus habitantes obtuvieron a partir de la década del noventa gracias a las licencias pesqueras, el fortalecimiento que se ha desarrollado en torno a la identidad[38] de los habitantes de esas islas como de los otros territorios de ultramar británicos (Malvinas, Santa Helena, Tristán da Cunha, Ascensión) ––aglutinados también a través de sitios en Internet[39]––, y la conexión con el continente a través de Chile[40] y ahora de Brasil, conspiran contra el reclamo de soberanía por parte de Buenos Aires.

En este sentido los mensajes británicos son claros. El ministro de la Cancillería británica Denis MacShane, oportunamente expresó que “es nuestro compromiso con la soberanía de las islas Falkland (Malvinas) el que da pie a que este diálogo tenga lugar. Los nativos de las islas Falkland (Malvinas) sienten entusiasmo en desarrollar relaciones con sus vecinos porque saben que las Falkland (Malvinas) serán británicas por todo el tiempo que ellos así lo deseen”[41].

De tal manera que es poco probable —por no decir imposible— que las negociaciones entre la Argentina y el Reino Unido en torno de la soberanía de las islas del Atlántico Sur puedan prosperar.

No obstante, se ha avanzado mucho en la relación con el Reino Unido en los últimos años; se reanudaron las relaciones diplomáticas a principios de los noventa, pero la República Argentina ha manifestado debilidad y esto es responsabilidad de todos sus gobiernos democráticos desde 1983, los que han firmado acuerdos pesqueros perjudiciales y otros tratados, como los Acuerdos de Madrid de 1991, la aceptación de la reserva ecológica británica establecida de manera inconsulta con la Argentina, la aprobación de vuelos al continente, el denominado “pacto” Foradori-Duncan, entre tantos otros[42].

Sin embargo existe un tema preocupante para los países del Atlántico Sur. El dominio global por los recursos energéticos, los minerales estratégicos y el agua requiere del control del espacio marítimo sudatlántico, lo que impulsa una creciente militarización de esta amplia extensión oceánica. En octubre de 2002 la prensa informó del interés de los Estados Unidos de establecer una base militar en São Tomé e Príncipe para proteger sus explotaciones petroleras[43], sumando un nuevo “enclave” de los países miembros de “Five Eyes” —los cinco estados angloparlantes (Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) que desarrollaron la red de espionaje global Echelon— que se sumaría a la islas Ascensión, Santa Elena, Tristán da Cunha y a las islas Malvinas en el Atlántico Sur. Al parecer, el conflicto de 1982 despertó un interés geoestratégico por el archipiélago São Tomé e Príncipe y en esa ocasión las autoridades de este pequeño Estado africano habrían sido contactadas para servir de retaguardia ante un eventual ataque de la Argentina a Santa Elena.

Algunas consideraciones finales

El análisis del Conflicto del Atlántico Sur pone en evidencia graves errores en el proceso de toma de decisiones por ambas partes, la Argentina y el Reino Unido, en buena medida por no haber procedido a un exhaustivo análisis desde la inteligencia estratégica. Claro que, escrito desde el presente, podría llevarnos al desarrollo de una historia contrafáctica pero, en verdad, no es ese el propósito.

En este caso el almirante de la Marina de los Estados Unidos Harry Train ha expresado, en un artículo escrito en 1987, que como docente de la Universidad de Defensa Nacional de los Estados Unidos analizaban dos casos dignos de especial estudio: uno era el de la crisis de Grenada.

Este segundo caso es el Conflicto de Malvinas, el cual, rico en decisiones político-militares y lleno de errores y cálculos equivocados en ambos bandos, provee una excelente oportunidad para que nuestros generales y almirantes examinen una compleja construcción diplomática y comprueben cómo los factores políticos, algunos de los cuales aún pasan desapercibidos, causaron el fracaso del proceso diplomático, dando por resultado la guerra. Es también posible examinar el período de desarrollo de un conflicto durante el cual un bando actuaba todavía según las reglas para el manejo de crisis, mientras el otro ya estaba en guerra, fenómeno político-militar éste nunca acaecido antes en la moderna historia militar.[44]

Efectivamente, mientras el gobierno argentino procedió a una ocupación de las Malvinas con la intención de ejercer una presión diplomática para sacar de vía muerta la discusión de la soberanía de las islas, el gobierno británico pensaba en términos de guerra, es decir que se manejaban dos niveles diferentes. Debido a eso, la Junta Militar argentina se abstuvo de atacar a la Fuerza de Tareas del Reino Unido manteniendo siempre la esperanza de que el conflicto podría resolverse diplomáticamente, lo cual fue echado por tierra cuando el submarino británico HMS Conqueror recibió la autorización de hundir al crucero ARA General Belgrano, el 2 de mayo de 1982, fuera de la zona de exclusión establecida por el Reino Unido. Ese hecho puso fin a toda posibilidad de llegar a un acuerdo diplomático, más aún cuando el 4 de mayo la aviación argentina hundió al destructor HMS Sheffield.

Desde la errónea percepción estratégica de la Junta Militar debe considerarse que si se hubiera esperado unos pocos meses más y la recuperación argentina de las Malvinas se hubiese llevado a cabo en octubre o noviembre, la Argentina hubiera recibido más aviones Super Etendard y misiles Exocet de Francia y el Reino Unido habría desmantelado parte de su flota como estaba programado, lo cual hubiera puesto al gobierno de Londres en una situación muy difícil ya que no habría podido enviar una flota al Atlántico Sur. Se desconoce por qué los militares no esperaron un poco más y anticiparon la Operación Rosario.

Entre estos errores estuvo desestimar la intervención de los Estados Unidos a favor de su tradicional aliado, el Reino Unido, por considerar que también se encontraba obligado por el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), también llamado Tratado de Río a actuar ante la agresión a un país firmante del mismo. Sin embargo, el gobierno estadounidense consideró que la Argentina fue el país agresor al ocupar las islas, posición compartida por Chile y Colombia.

Es probable también que los militares argentinos considerasen que la Unión Soviética vetaría la posición británica en las Naciones Unidas, a la vez que los Estados Unidos se mantendrían neutrales ya que el Reino Unido y la Argentina eran países amigos. Ninguna de esas hipótesis se dieron como se esperaban y, aún peor, la Argentina debió enfrentar a una fuerza de la OTAN y mantener en alerta a buena parte de sus fuerzas ante el temor de un ataque desde Chile, lo que de alguna manera ocurrió en oportunidad de la fracasada Operación Mikado, mediante la cual los británicos intentaron destruir los aviones Super Etendard y los misiles Exocet, así como matar a los pilotos argentinos en la base de Río Grande, en la isla de Tierra del Fuego.

Estos serían algunos de los errores estratégicos del lado argentino. Por el lado británico se habría considerado que la Fuerza de Tareas enviada llevaría a cabo una operación sencilla pues consideraban que los pilotos argentinos no contaban con la suficiente preparación para volar los Super Etendard y utilizar los Exocet. Fue así como en esa guerra no solo se hundió por primera vez un buque británico después de la Segunda Guerra Mundial, el HMS Sheffield, sino varios buques más, así como el derribo de varios aviones y helicópteros. Se estima que el número de bajas de soldados es muy superior al declarado por los británicos pero, una vez terminada la guerra, el gobierno de Londres dispuso un acta de secreto militar hasta el día 14 de junio de 2072.

Por otro lado, los británicos no habrían esperado que el Perú colaborase con el envío de aviones militares y pilotos para reforzar a las Fuerzas Armadas argentinas.

Estos pocos ejemplos permiten apreciar algunas de las fallas que ambos países presentaron en el proceso de toma de decisiones.

Con respecto a la situación actual del conflicto, al presente no existen amenazas regionales, ni tampoco globales, que motiven la militarización del Atlántico Sur —más aún habida cuenta del estado de indefensión actual de la Argentina—, salvo el control de los recursos naturales (energéticos y pesqueros), el control de los pasos bioceánicos y la proyección sobre la Antártida.

En función de ello, podría considerarse que el Atlántico Sur puede convertirse en una zona de conflictos a partir de esta lucha de intereses por los recursos energéticos que se está llevando a cabo a través de las corporaciones de las principales potencias y con el aval de sus respectivos gobiernos.

Con referencia de los países de la región que se encontraron involucrados directa o indirectamente en la confrontación bélica, la historia debería ser aprovechada para comprender que una alianza implícita con potencias extra regionales impide abordar las soluciones a nuestras propias diferencias, a la vez que paraliza la implementación de una sinergia que les permita alcanzar una identidad propia y establecer proyectos de desarrollo en forma conjunta. Sería deseable y conveniente fortalecer las medidas de confianza mutua entre nuestros países y dejar de lado los intentos de obtener ventajas a costa de los conflictos introducidos por potencias foráneas.

Finalmente, sería un anhelo del autor que lo expuesto precedentemente sirva para introducir un cambio en la sociedad argentina respecto a la mirada de este conflicto en el que muchos de los hijos de la Patria dieron su vida por una de las pocas políticas de Estado que tiene la Argentina. Del mismo modo, que se revalorice a las Fuerzas Armadas como instituciones medulares para garantizar la Soberanía Nacional y para velar por nuestra integridad territorial.

* Licenciado en Historia egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1991). Doctor en Relaciones Internacionales, School of Social and Human Studies, Atlantic International University (AIU), Honolulu, Hawaii, Estados Unidos. Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires, Editorial Almaluz.

Referencias

[1] Sandy Woordward. Los cien días. Las memorias del Comandante de la flota británica durante la guerra de Malvinas. Prefacio de Margaret Thatcher. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1992, p. 9.

[2] Ídem.

[3] Ibíd., p. 16.

[4] “Nott: ‘Un gran episodio de nuestra historia’». En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1885000/1885629.stm>, (consulta: 10/10/2002).

[5] «Hice todo lo posible para que Argentina perdiera la Guerra de las Malvinas». En: Las Últimas Noticias, 31/08/2005, <http://www.lun.com/ediciones_anteriores/detalle/noticia.asp?idnoticia=C385948477140741&dia=31&mes=8&anno=2005> [consulta: 01/09/05].

[6] West, Nigel. [Rupert Allason] The Secret War for the Falklands: The SAS, MI6, and the War Whitehall Nearly Lost. London: Little, Brown, 1997.

[7] Lawrence Freedman. The official history of the Falklans Campaign (vol. I, 253 pages; vol. II, 49 pages). Londres: Routledge, 2005.

[8] María Luisa Mac Kay. “Malvinas: gesto de Lagos sobre las revelaciones de la ayuda de Chile a Londres”. En: Clarín, 23/06/2005, <http://www.clarin.com/diario/2005/06/23/elpais/p-00701.htm>, [consulta: 30/06/2005].

[9] Luis Maira. “Profundizar los esfuerzos para que Argentina recupere las Malvinas”. En: Clarín, 04/09/2005, <http://www.clarin.com/diario/2005/09/04/elmundo/i-03103.htm> [consulta: 04/09/2005].

[10] Ricardo Cuya Vera. “Roque Sáenz Peña en la guerra del pacífico: el ideal, el coraje y el honor”. Las memorias de Miguel Grau (Perú), 14/09/2017, <https://www.grau.pe/historia-de-la-guerra-con-chile/roque-saenz-pena-en-la-guerra-del-pacifico-el-ideal-el-coraje-y-el-honor/>, [consulta: 12/04/2018].

[11] Andrés Gómez de la Torre Rotta. “La ayuda secreta de Perú durante la guerra de Malvinas”. Infobae, 31/03/2018, <https://www.infobae.com/def/defensa-y-seguridad/2018/03/31/la-ayuda-secreta-de-peru-durante-la-guerra-de-malvinas/>, [consulta: 02/04/2018].

[12] Ídem.

[13] Ídem.

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] Ídem.

[17] Ídem.

[18] Darío H. Garayalde. “La ayuda que nos prestó Perú en Malvinas”. El Heraldo (Concordia, Entre Ríos, Argentina), 29/02/2020, <https://www.elheraldo.com.ar/noticias/183782_la-ayuda-que-nos-presto-peru-en-malvinas.html>, [consulta: 10/03/2020].

[19] Ídem.

[20] Andrés Gómez de la Torre Rotta. Op. cit.

[21] Ídem.

[22] Rafael Sagárnaga. “Malvinas, pormenores de un pretexto hecho guerra”. El País (Bolivia), 11/06/2016, <https://www.elpaisonline.com/index.php/noticiastarija/item/218631-malvinas-pormenores-de-un-pretexto-hecho-guerra>, [consulta: 10/04/2020].

[23] Ídem.

[24] Ídem.

[25] “El día que 25 mil bolivianos se ofrecieron a luchar por Argentina”. El Tribuno, 02/04/2020, <https://www.eltribuno.com/salta/nota/2020-4-2-17-44-0-malvinas-25-000-bolivianos-se-ofrecieron-como-voluntarios-para-luchar-por-argentina>, [consulta: 10/04/2020].

[26] “Pocos sabían de Argentina o las islas”. En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1875000/1875100.stm>, [consulta: 10/10/2002].

[27] “La Gran Bretaña de Thatcher”. En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1871000/1871074.stm>, [consulta: 10/10/2002].

[28] “El recuerdo de los británicos”. En: BBC Mundo.com, 26/03/2002 <http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/newsid_1874000/1874679.stm>, [consulta: 10/10/2002].

[29] “Nott: ‘Un gran episodio de nuestra historia’». Op. cit.

[30] Ídem.

[31] “En Gran Bretaña aseguran que hubo menos suicidios de veteranos de Malvinas de lo estipulado”. La Nación, 14/05/2013, <https://www.lanacion.com.ar/politica/en-gran-bretana-aseguran-que-hubo-menos-suicidios-de-veteranos-de-malvinas-de-lo-estipulado-nid1581864>, [consulta: 18/05/2013].

[32] Roberto Pertusio. “La Defensa y la Seguridad en el Atlántico Sur”. En: Colección. Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires”, Año VII, número 11, 2001, p. 232.

[33] Son interesantes las motivaciones que para Mariano Bartolomé llevaron al conflicto del Atlántico Sur y las razones por las cuales el gobierno del Reino Unido procedió a esa desmesurada inversión. Mariano Bartolomé. El conflicto del Atlántico Sur. Una perspectiva diferente. Buenos Aires: Círculo Militar, 1996.

[34] Los propios diplomáticos británicos recogen esta declaración como es el caso del ministro de la Cancillería británica Denis MacShane. Al respecto: “Discurso pronunciado por el ministro de la Cancillería Británica, Denis Macshane, durante la reunión del Consejo del Atlántico Sur, en Londres el 22 de mayo de 2002. El Reino Unido, la Argentina y el Atlántico Sur”. En: Embajada Británica en Caracas, <http://www.britain.org.ve/news45.htm>, [consulta: 18/12/03].

[35] Mariano Bartolomé. Op. cit., p. 266.

[36] Jorge Luis Colombo. “Malvinas las Diego García Atlánticas”. En: Boletín del Centro Naval (República Argentina), número 748, año 1983.

[37] Un diálogo con varios diplomáticos argentinos ha permitido confirmar esta versión.

[38] La identidad en esos territorios también es fortalecida a través de la presencia del obispo de la Iglesia Anglicana de Chile, obispo Tito, y su esposa Myriam, quienes arribaron a las islas Malvinas el 06/12/2003. Ambos fueron huéspedes del gobernador. Este constituye el segundo viaje del obispo. En: Sartma.com <http://www.sartma.com/artc_564_FI_4.html>, 08/12/2003, [consulta: 18/12/2003].

[39] Sartma.com (South Atlantic Remote Territories Media Association). “The news that matters from the British Territories in the South Atlantic Ocean” <www.sartma.com>

[40] El gobierno argentino negó la solicitud de Lan Chile para incrementar sus vuelos a las islas. El gobierno argentino desea que nuevos vuelos sean realizados desde territorio argentino.

[41] “Discurso pronunciado por el ministro de la Cancillería Británica, Denis Macshane, durante la reunión del Consejo del Atlántico Sur, en Londres el 22 de mayo de 2002. El Reino Unido, la Argentina y el Atlántico Sur”. En: Embajada Británica en Caracas, <http://www.britain.org.ve/news45.htm> [consulta: 18/12/03]. Cabe agregar que el ministro MacShane produjo un malestar en el gobierno español al manifestar que las posibilidades de un acuerdo con España sobre Gibraltar que sea aceptado por sus habitantes son “simplemente cero” y al asegurar “que el Peñón está ‘históricamente relacionado’ con Gran Bretaña como Ceuta y Melilla lo están con España». “Exteriores califica de ‘inoportunas’ las declaraciones británicas sobre la situación de Gibraltar”. En: El Mundo (Madrid), 09/06/2003, <http://www.elmundo.es/elmundo/2003/06/08/espana/1055100851.html> [consulta: 18/12/2003].

[42] Al respecto, ver: Carlos Augusto Lerena. “El Atlántico Sur, Malvinas y pesca. Los desaciertos de la Cancillería Argentina”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG), 14/08/2019, <https://saeeg.org/index.php/2019/08/14/el-atlantico-sur-malvinas-pesca-los-desaciertos-de-la-cancilleria-argentina/>.

[43] Ana Dias Cordeiro. “São Tomé poderá ter uma base naval americana no Golfo da Guiné”. Público (Portugal), 22/10/2002, <https://www.publico.pt/2002/10/22/jornal/sao-tome-podera-ter-uma-base-naval-americana-no-golfo-da-guine-175724>.

[44] Harry Train. “Malvinas: Un caso de estudio”. Boletín del Centro Naval, 748, enero/marzo 1987.

HAITÍ. UNA GOTA DE ESPERANZA EN MEDIO DEL DESASTRE, LA ADVERSIDAD Y LA BUROCRACIA. LA HISTORIA DE LA RECONSTRUCCIÓN DE UN ORFANATO.

Omar Martin Tejada Pérez*

El orfanato antes de su reconstrucción. Vista exterior. 

Era la mañana de un día a inicios de mes de marzo del 2014 cuando recibí la llamada de Sarah, una amiga estadounidense, quien me estaba invitando a acompañarla a visitar un orfanato donde ella solía llevar ropa, comida y un poco de alegría a los casi 80 niños y niñas que vivían en una estructura de dos pisos hecha de madera sobre un pequeño montículo en una pendiente del barrio de Delmas en Puerto Príncipe, Haití.

En ese entonces, yo era el Comandante de la Compañía “Perú” en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, más conocida como MINUSTAH por sus siglas en inglés, y por las características de mis funciones asistía a un sinnúmero de reuniones de trabajo y sociales en las que me relacionaba con muchas personas del gobierno haitiano y de la comunidad internacional que, por una u otra razón, trabajaban en medio de la situación de inestabilidad e inseguridad de un país históricamente devastado por la naturaleza, pero más aún por la mano del hombre y su codicia.

Fue en una de esas reuniones que conocí a Sarah, una chica de Ohio que vivía su propia aventura haitiana entre los vaivenes de la empresa transnacional para la cual trabajaba y sus constantes cuestionamientos sobre las ironías, injusticias y sufrimiento de un pueblo que dista menos de una hora de vuelo desde Miami y que alguna vez fue refugio de afroamericanos que huían de la discriminación, la esclavitud y la guerra en el siglo XIX, así como también una de las economías más prosperas del Caribe colonial por su producción y exportación de caña de azúcar durante la dominación francesa del país entre el siglo XV hasta inicios del siglo XIX. Hoy, lamentablemente, la tierra de las montañas, Ayiti como se le llama en creole, es la nación más pobre del hemisferio occidental y una de las más pobres del mundo a pesar de todos los esfuerzos de la comunidad internacional para estabilizarla políticamente y lograr su tan ansiado despegue económico en medio de una dinámica perversa, y hasta inverosímil, de intereses mundanos y desastres naturales que parecieran ser teledirigidos a solo la porción occidental de la tan famosa isla “La Española”, la cual es compartida por Haití y República Dominicana.

En medio de toda esta mezcla confusa de riqueza; paisajes y playas paradisíacas; gente linda y alegre que te hace sentir como en casa; música e idioma que te enamoran; vudú que te hipnotiza; historias de piratas que te hacen alucinar; frijoles, bananas y pescado que hacen morderte los labios y rechuparte los dedos una y otra vez; y ron que alimenta la euforia y refuerza los lazos con la cultura local; así como también terremotos; huracanes; tráfico ilegal de casi todo lo imaginable; corrupción, que como una metástasis cancerígena invade sin control todo el aparato estatal; pugnas de poder de grupos criminales que alguna vez fueron aplacados por las fuerzas de cascos azules de la ONU pero que hoy reemergen poco a poco, es como llegué al Sens Universal et Damabiah Orphanage, un orfanato ubicado relativamente cerca al aeropuerto internacional de la ciudad, subiendo una pendiente y siguiendo unos caminos serpenteantes y pintorescos que me hacían respirar confianza y respeto y me daban a la vez la tranquilidad de sentir que estaba en un lugar de amigos, algo que he aprendido a percibir cada vez que he estado en una zona en conflicto, no solo por leer las noticias o lo que se dice de ese sitio, sino también por decidirme a caminar y ver por mí mismo lo que pasa en cada lugar y conocer a su gente.

Al llegar al orfanato, fui recibido por Levy, un moreno de contextura delgada, alto y de una energía calma como si de un monje caribeño se tratara, y por Guelmo, un poco más bajo, atlético y con una sonrisa contagiante, sonrisa con la cual me iba recibiendo cada niño y niña con los que me encontraba, pero que no estaba alineada con lo que sus ojos expresaban. Y es que muchos de ellos eran huérfanos que habían perdido a sus padres durante el terremoto del 2010 y otros, simplemente no podían ser atendidos por estos no teniendo otra opción que entregarlos a la organización y conformarse con visitarlos de vez en cuando, ya que tenían que dedicar su tiempo para salir a ganarse la vida y sobrevivir en una ciudad tan desigual y despiadada donde se puede encontrar una tienda de autos Ferrari en medio de una calle llena de mendigos.

Mis anfitriones me recibieron muy bien y me llevaron a conocer cada rincón del local, con la firme convicción de que por ser un funcionario de la ONU podría lograr conseguir algo de víveres o ropa usada para los niños. En realidad, eso también estaba en mi cabeza, hasta que comencé a darme cuenta de que aquella infraestructura de madera en la que dormían y estudiaban los niños, estaba literalmente despedazándose por la humedad y las inclemencias del tiempo y que, en cualquier momento, se vendría abajo con el potencial de sepultar a todos sus habitantes. En ese instante me pregunté a mí mismo: “¿Para qué estoy acá?, ¿Mi misión es traer un caramelo o tratar de curar una enfermedad? … ¡Tengo que hacer algo!” Así que decidí dos cosas. Una, efectivamente, conseguir ropa, medicinas y atención médica para los niños y niñas, así como también llevarles un poco de alegría con el grupo que la unidad militar peruana había formado con sus hombres y mujeres, los cuales preparaban presentaciones infantiles con música, juegos, disfraces y globos, y en las que esos militares daban todo de sí, en especial su amor, a los niños que corrían a pedirles sus brazos para que los carguen. Y dos, llamé a un amigo, el Comandante de la Compañía de Ingeniería Militar de Paraguay, Coronel German Torres, para pedirle que me asigne un grupo de ingenieros para evaluar la situación y empezar a hacer los estudios de ingeniería a fin de crear un Proyecto de Impacto Rápido (Quick Impact Proyect) y así tumbar la edificación y construir una de material noble.

A los dos días recibí otra llamada, esta vez era Patricia, una española sin pelos en la lengua que sin conocerme me dijo que se había enterado de mi visita al orfanato y que quería apoyar. Ella era representante de la ONG española “Acoger y Compartir” y que, a pesar de no tener personal a su cargo para implementar la obra, tenía un monto considerable de dinero que podía ofrecer para la misma. Yo no podía creerlo, en dos días había conseguido iniciar los estudios de ingeniería que estarían listos en una semana, los cuales incluían los planos, la lista de materiales y mano de obra requerida para ejecutar el plan y, por otro, tenía el dinero que se necesitaba para hacer realidad el mismo… ¿que más podía pedir?… solo necesitaba la autorización de la ONU para poner en marcha lo planeado.

Así pasaron los meses… marzo, nada… abril, nada…, Patricia me rompía el teléfono mañana, tarde y noche para que le diga cuándo desembolsaría el dinero, y los amigos del orfanato me llenaban la bandeja de email con mensajes de desesperanza por algo que no caminaba y que inevitablemente los había llenado de ilusión; mayo, nada… junio, el proyecto ya iba pasando algunos filtros en la ONU… julio, era mi último mes en el país y yo veía con desconcierto como la mayor obra que me había planteado como casco azul durante mi misión en Haití se iba desvaneciendo y yo no entendía el porqué. Al final, cinco días antes de irme, la ONU me informó que el proyecto había sido rechazado porque la licencia de funcionamiento del orfanato no había sido renovada y había expirado hace más de un año, ante lo cual yo no podía hacer nada. No me quedó otra opción que hablar con Patricia y decirle lo ocurrido y luego encerrarme en mi oficina y desfogar mi frustración ante la insensible burocracia que no conoce de crisis humanitarias, y llorar desconsoladamente terminando de preparar mi discurso de despedida que me tocaba dirigir a unos 300 invitados de todos los países que conformaban la misión y autoridades locales que asistirían a mi ceremonia. En ese momento, hubiera preferido no haber hecho tantos amigos y solo esperar mi avión con el desconsuelo que implica no haber cumplido una misión autoimpuesta, más aun tratándose de la ilusión de unos niños.

Al llegar a casa en Lima, comencé a reaccionar y ver que mi misión no había sido en vano, si bien la construcción del orfanato no se había podido concretar, la unidad que tuve la dicha de comandar y el personal que tuve el honor de liderar hicieron mucho por la población haitiana. En seis meses, habíamos realizado más de 600 patrullajes en la provincia de Ouest, nuestra área de responsabilidad que abarcaba unos 3500 kilómetros cuadrados. Apoyamos a la policía haitiana en operaciones contra el crimen organizado y en diversas actividades donde su limitada capacidad requería de nuestra presencia. Brindamos seguridad a diversas delegaciones de la ONU, incluyendo la visita del aquel entonces Secretario General, Ban KI Moon. Resguardamos la integridad del Hospital Argentino de la ONU que, dentro de sus limitaciones, era una de las facilidades médicas mejor acondicionadas para enfrentar cualquier desastre en la capital, así como también de algunos campos de desplazados como los de Coreil Celesse, Jerusalem y Cannan. Llevábamos atención médica a muchos orfanatos y alegría con el grupo “Peru Funny Times”, nombre que le fue puesto a ese grupo de hombres y mujeres que sacaron lo mejor de sí para poder robarles una sonrisa y brindarles calor humano a cada niño y niña que los veía. Pero, a pesar de mi reflexión ya en suelo peruano, todo esto no era suficiente y el vacío que sentía por solo haberles dado un “caramelo” a esos niños y no haber “curado la enfermedad” pudiendo hacer que se construyan las nuevas instalaciones, no dejaba de taladrar mi pecho cada que alguien me preguntaba sobre mi experiencia en Haití.

Así pasaron cuatro meses sin entender mi misión en el Caribe. Así pasaron cuatro meses sin poder librarme de esa frustración y sentimiento de haber fallado. Así pasaron 4 meses en los cuales trataba de entender las contradicciones de Sarah, el desencanto de Patricia, la desesperación de Levy y Guelmo y la desesperanza de los 80 niños y niñas a los que un día les di un caramelo y muy probablemente sabían que era uno más de los que les dan muchos como forma temporal y limitada de suprimir su dolor, al final yo era eso, un extranjero más que pasaba por allí tratando de ser el buena gente del barrio o dándose auto terapia a costa de la desgracia de ellos. Y yo me seguía resistiendo a ser eso.

Llegó diciembre del 2014 y la Navidad avecinaba, las ofertas desbordaban internet, las calles de Lima se iban llenando cada vez más de compradores compulsivos y no compulsivos, los panetones empezaban a llenar las mesas desde el desayuno hasta la cena, bronceador, playa y todas las conversaciones sobre las fiestas de año nuevo y los viajes de verano solo hacían que no terminara de entender si en realidad vivía en el lugar adecuado y con la gente adecuada… solo quería regresar y terminar lo que no acabé en Haití. Hasta que el día 13 recibí un email, y no una llamada, de Patricia. La verdad, no sabía si abrirlo. Pensé que era uno más de esos mensajes sin sentido que se escriben por compromiso en estas épocas del año. Me demoré unos minutos hasta que decidí leerlo y … ¡oh sorpresa!

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De: Patricia

Para: Omar

Asunto: Orfanato Damabiah 

Querido Omar,

¿Cómo estás? ¿Te quedaste en el Perú o has vuelto a viajar? Espero que estés bien.

Llevo mucho tiempo queriendo escribirte para contarte que finalmente hicimos el orfanato. Mi organización encontró dinero y nos pusimos en marcha. Lo inauguramos el 29 de octubre del 2014.

Yo al día siguiente me volví a España y ahora me han contratado en la MONUSCO como civil. Llegué hace una semana y estaré basada en Lubumbashi. Si, por alguna casualidad, vienes por el Congo no dejes de avisarme.

Te mando las fotos del orfanato. Gracias por tu apoyo y entusiasmo. Sin tu ánimo creo que lo hubiese dejado por imposible desde el principio. Tú has contribuido enormemente a que finalmente se hiciera realidad. Espero que te llene de alegría y orgullo.

Un abrazo,

Patricia

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Fue el mejor regalo de Navidad que jamás haya recibido, sentí que la vida volvía a tener un sentido, que todo había valido la pena y que todas las personas que se me habían cruzado en esta historia tenían algo que ver con esto; que yo solo era una pequeña parte de un engranaje que se unía con otro y quizás con muchos más para que esto haya pasado. Simplemente, ¡no podía creerlo!

El interior del orfanato luego de la reconstrucción

El 4 de octubre del 2016 el huracán Matthew golpeó Haití dejando a su paso alrededor de 1000 muertos y devastación por todo el país. Yo me encontraba en otra misión, esta vez en la selva del Perú, y al ver las noticias sobre como la naturaleza se ensañaba una vez más con el pequeño país caribeño solo miré el verde paisaje que tenía al frente, respiré profundamente y pensé en los niños que esta vez estarían a buen recaudo dentro de las nuevas instalaciones de aquel lugar donde reciben amor, educación, y la posibilidad de crecer alejados de los peligros de la ciudad, dándoles la oportunidad de estar sanos y fuertes para que algún día ellos mismos puedan cambiar el destino de su hermoso país. Aquel día, en medio de la situación tan crítica que vivía Haití y los peligros propios de la misión que yo enfrentaba en mi país, solo atiné a dar gracias a la vida por ponerme donde me pone.

 

*Oficial de la Marina de Guerra del Perú en situación de retiro. Graduado con mérito de la Maestría de Seguridad Internacional de la Universidad de Leicester en el Reino Unido. Ha trabajado en la Organización de las Naciones Unidas como Observador Militar en Sudán, Comandante del Contingente Militar Peruano en Haití y como Oficial de Asuntos de Operaciones de Paz en la sede principal de la ONU en Nueva York. Es escritor de artículos profesionales y conferencista en asuntos relacionados a la seguridad y defensa a nivel nacional e internacional.

 

ÁFRICA SUBSAHARIANA Y EL COVID-19: ESCENARIOS MÁS PROBABLES

Yoslán Silverio González*

En el actual contexto de la pandemia del coronavirus, los medios de comunicación se han centrado en las regiones más afectas: China, Europa occidental y Estados Unidos. Sin embargo, expertos de la Organización Mundial de la Salud han expresado sus preocupaciones sobre lo que podría suceder en el continente africano. Sin ánimo de tener un enfoque “afropesimista” sino objetivo, la situación de África pone a sus habitantes entre los colectivos más vulnerables. Es una región que exhibe las mayores tasas de crecimiento poblacional, donde las problemáticas sociales son resultados de una desigual distribución de la riqueza. Aunque se han observado discretos avances en materia de educación y salud, la región enfrenta graves problemas en estos sectores. El índice de alfabetización es bajo y, en el caso de las enfermedades, ha persistido la incapacidad para eliminar aquellas que no son crónicas. Estos problemas, junto a los conflictos violentos activos, han acentuado la tendencia a la urbanización de la población como parte del proceso migratorio campo-ciudad, haciendo de los centros urbanos verdaderas megalópolis.

África: comportamiento de las variables económicas (2019-2020)

En los últimos años, la región africana se había caracterizado por indicadores macroeconómicos alentadores como resultado de un crecimiento casi sostenido de las principales económicas del continente, incluso por encima de la media mundial. El desempeño “positivo” del Producto Interno Bruto (PIB) había sido posible por el aumento de la inversión extranjera y los proyectos de infraestructuras —en su mayoría de capitales chinos— así como por una estabilidad de los precios de las materias primas. Por primera vez en diez años, las inversiones representaron más del 50% del crecimiento del PIB, mientras que el consumo privado representó menos de 1/3 del mismo. Aun así, el “crecimiento” económico comenzaba a mostrar cifras inferiores: en 2019 se situó en el 3.4%. Esta caída se debió al descenso sostenido de los precios del petróleo desde 2014-15, estabilizados solo de manera coyuntural.

Según un informe del Banco Africano de Desarrollo, esto permitió una proyección del crecimiento de África del 3.9% para el 2020, (3.6% para el África Subsahariana: ASS) y de un 4.1% para el 2021: por debajo de las tasas de los últimos años. Este lento crecimiento se debería a una expansión moderada de las cinco economías más importante de la región: Argelia, Egipto, Marruecos, Nigeria y Sudáfrica que tuvieron como promedio un crecimiento del 3.1%. Este desempeño de la economía africana se debía también al marcado interés de los inversores extranjeros por estas regiones periféricas, donde se estaba produciendo un incremento de la privatización de las ya pocas empresas estatales.

Desde el punto de vista subregional y nacional, los indicadores variaban notablemente. El África Oriental se mantuvo como la subregión de más rápido crecimiento, con un promedio del 5% en 2019, seguido por el Norte de África, con el 4.1%. La tercera subregión más dinámica fue el África Occidental, con el 3.7% (2019) cuando en el 2018 había sido del 3.4%.  En esta área, Nigeria, la principal locomotora económica, debería crecer solo un 2.2% (2020). Se planteaba que la zona del franco CFA mostraría buenos indicadores: del 4.7% (2019) al 4.9% (2020): los países con mejores indicadores serían Costa de Marfil – incremento de la explotación de los recursos minerales y de la agricultura – así como Senegal – debido a la aplicación de la estrategia gubernamental conocida como Plan Senegal Emergente. Por su parte, el África Central creció del 2.7% (2018) al 3.2% (2019) y la subregión del África Austral fue la de peor desempeño: decreció del 1.2% (2018) al 0.7% (2019). Esto se debió, entre otros factores, a las consecuencias devastadoras de los dos ciclones que afectaron la subregión (Idai y Kenneth). Sudáfrica solo crecería al 1.1% (2020)[1]. Sin embargo, otras proyecciones daban un desempeño mucho peor para el caso sudafricano, como se verá más adelante.

De acuerdo con otro informe anual, pero en esta oportunidad de la Brookings Institution (Foresight Africa Report) los cinco países de mayor crecimiento hasta el 2024 serían: Senegal (8.3%), Ruanda (7.9%), Níger (7.3% ), Uganda  (7.2%) y Mozambique (6.9%). Sin embargo, la mayoría de los economistas que participaron en este informe, estaban preocupados con respecto a cómo el cambio climático podría impactar en estos pronósticos económicos: disminución de las cosechas, disminución de la productividad laboral y agrícola, y daños en la salud humana. Todas estas variables podían hacer disminuir el PIB general del continente, lo que nadie había previsto, era la expansión del coronavirus a escala planetaria.

Otro aspecto que incidiría positivamente en estos indicadores era la puesta en pleno funcionamiento del Área de Libre Comercio Continental (AfCFTA, por sus siglas en inglés), prevista para el mes de julio de 2020. La mayoría de los economistas y políticos africanos, estaban muy optimistas en cuanto a los beneficios de la adopción del AfCFTA. Esta iniciativa de integración económica y neoliberal significaría unos 16 mil millones de dólares por motivo al incremento del comercio. Pero para ello, se debería producir un escenario óptimo de liberalización del 100% de las tarifas entre los Estados miembros. De producirse esto, el PIB del continente podría aumentar, en valores reales, de 2.1 trillones (2019) a 3 trillones de dólares para el 2030; es decir, en una década. En este escenario se produciría el incremento de hasta un 33% de las exportaciones intra-africanas y de un 12% del aumento en la generación de empleos[2].

El análisis también debe centrarse en el hecho de que este crecimiento macroeconómico esconde las diferencias entre los países, así como los problemas estructurales y sociales de base, puesto que no significa directamente una modificación del poder adquisitivo de las personas, ni en una modificación de la matriz productiva, caracterizada por una primarización de la actividad económica. En este sentido, el propio informe 2020 African Economic Outlook señalaba que el crecimiento que se ha experimentado en ASS no ha sido inclusivo. Solo 1/3 de los países africanos ha logrado un crecimiento “inclusivo”, al reducir tanto los niveles de pobreza como de desigualdad. A pesar de los progresos económicos en estos países en las últimas décadas, el continente aún está por detrás de otras regiones en “vías de desarrollo”, en áreas como la educación, la salud y en el sector tecnológico.

Otros países con crecimiento económico no han mejorado sus indicadores de reducción de la pobreza, la cual permanece por encima de otras regiones. La pobreza extrema en África afecta al 35% de la población para un total de 395 millones de personas. En esencia, el crecimiento inclusivo – aumento de los niveles de consumo entre las personas pobres y disminución de la inequidad entre los diferentes segmentos poblacionales – ocurrió solo en 18 de los 48 países de ASS.

El informe Dinámicas de desarrollo en África: crecimiento, empleo y desigualdades, creado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) también coincide con el hecho de que África no ha logrado recortar las desigualdades, por lo que no existe una correlación entre el crecimiento del PIB y los indicadores de bienestar. Hay que tener en cuenta la situación del mercado laboral, donde existe una precarización de las condiciones de trabajo, un incremento del comercio informal y por lo tanto, de un alto por ciento de vulnerabilidad de las personas en edad laboral. La proporción de empleo vulnerable en África es del 66%, lo que supone que 282 millones de trabajadores vivan en esta situación. En concreto, los niveles de desempleo superan el 20% en casi todos los países. En Angola, el desempleo estaba en el 30% (2019), en Sudáfrica era del 29% y en Nigeria del 22%. Si se tiene en cuenta el sector juvenil, pues se incrementa notablemente: en Sudáfrica alcanza el 60% de la fuerza de trabajo y en Nigeria el 35%.

En el caso de Sudáfrica, la situación económica se encontraba en un claro deterioro. En 2019 se había proyectado que la economía crecería para el 2020 en 1.7%. Sin embargo, según el Ministro de Finanza de Sudáfrica, Tito Mboweni, la economía crecería solo un 0.9% y la inflación sería del 4.5% (2020). Entre los factores de esta desaceleración se encontraban: la caída de la renta, los persistentes cortes eléctricos y el endeudamiento. En los próximos tres años no se esperaba un crecimiento por encima del 1%. Esta situación ya provocaba el incremento de la protesta social ante la adopción de medidas de ajuste.

El gobierno sudafricano había anunciado el recorte de 160 mil millones de rands (10. 5 mil millones de dólares) para el pago de los empleados del sector público, en los próximos tres años, para reducir la deuda pública; así como recortes en los gastos de los empleados gubernamentales, incluido el uso de vuelos en clase económica para aquellos que tuvieran que viajar por funciones estatales. También se reduciría el pago y la promoción a otros puestos de trabajos, de funcionarios públicos, para el año fiscal 2020, lo que permitiría ahorrar 37 mil millones de rands (2.4 mil millones de dólares). El déficit presupuestario del 2020 se pronosticaba en un 6.8% del PIB, el más grande de los últimos 25 años. Habría igualmente una profundización de las reformas fiscales, de las medidas neoliberales, de la precarización del empleo y aumento de las contradicciones entre los sindicatos y el gobierno[3].

Todos estos indicadores caracterizaban el panorama socioeconómico de África y en particular de la región subsahariana hasta el 2019, así como la proyección del crecimiento económico previo a la crisis generada por la pandemia del Covid-19, cuyos impactos a nivel internacional no tienen precedentes. Las consecuencias negativas para la economía mundial están todavía por ver, pero el escenario más probable es que el mundo vaya camino a una recesión, debido a la paralización de la actividad productiva, el aumento del desempleo, la caída en los niveles de consumo, la quiebra de varias empresas, el cierre de las conexiones aéreas, la caída de los valores de las empresas en las bolsas y el desplome del mercado petrolero.

Toda esta situación tiene su epicentro en los países capitalistas desarrollados, los más afectados por la pandemia, cuyo impacto social —sobre todo el elevado costo en vidas humanos— ha puesto en crisis los sistemas de salud —tanto públicos como privados— y los mismos sistemas políticos de dichos países, cuyos modelos de gestión han quedado completamente desacreditados. Por su puesto, esta situación, hace más difícil la situación en los países periféricos, en particular los africanos.

Situación sanitaria en el continente africano

Los conflictos armados violentos, el terrorismo, la pobreza y el cambio climático, están entre los factores que más inciden en la generación de las crisis humanitarias en África. El impacto social de todos estos elementos ha provocado un alto costo en vidas humanas en lo cual se incluyen enfermedades curables, pero que en el contexto africano se hacen endémicas por la falta de recursos y la voluntad política internacional para solucionarlas. El proceso de privatizaciones como resultado de la imposición de los patrones occidentales del neoliberalismo provocó, entre otros aspectos, la reducción del gasto social y de la capacidad de los Estados en adoptar políticas públicas.

Los sistemas de salud fueron los más afectados, con la disminución de la capacidad hospitalaria, la carencia de personal médico —ya sea por la emigración de médicos y enfermeras fuera del continente[4]— como por las limitaciones en su formación y el encarecimiento de los servicios. La mayoría de países africanos tiene menos de 2 médicos y de 10 enfermeras por cada 10.000 habitantes y según datos de la Comisión Económica para África de la ONU (UNECA), los hospitales tienen una media 1.8 camas por cada 1.000 habitantes [5]. En algunos países las cifras pueden ser peores, por ejemplo, en Níger y Etiopía el promedio es de 0.3 camas por 1.000 habitantes.

Un análisis publicado, en enero de 2020, por Global Health, sobre la distribución espacial y temporal de las epidemias y otras emergencias sanitarias de los últimos tres años, destacaba que 41 países africanos (87% del continente) tenían al menos una epidemia en curso, y 21 de ellos (45%) sufría al menos una epidemia anual, sin tener en cuenta las crisis alimentarias y las hambrunas. Las cinco enfermedades principales que afectan a la mayor parte de la población son el cólera, el sarampión, las hemorragias virales, la malaria y la meningitis, pero también hay que hablar de la incidencia del VIH, sobre todo en los países del África Austral —entre los más afectados están Sudáfrica y Zimbabwe. Además, la desnutrición crónica permanece como una de las causas principales de muerte entre los menores y los que viven en la pobreza extrema. Esta situación forma parte de la cotidianidad sanitaria de África.

Como parte de estos brotes epidémicos de carácter cíclico estuvo la crisis generada por el ébola que afectó a los países del África Occidental entre 2014 y 2016. Estos brotes sorpresivos de enfermedades deterioran, aún más, las condiciones de seguridad humana y tienen serias repercusiones socioeconómicas. Liberia fue uno de los países que estuvieron en el epicentro de dicha epidemia. En septiembre de 2014 se habían reportado unos 5.800 casos, de los cuales Liberia tenía la peor situación, con 1.698 y 871 fallecimientos, seguida por Sierra Leona (1.216 casos y 476 muertes) y Guinea (con 771 infecciones y 498 decesos)[6]. El impacto en la economía se hizo sentir debido a las restricciones de movimientos de personas y servicios, el cierre de las fronteras, la reducción de las actividades agrícolas y la interrupción de los negocios de las compañías extranjeras. Se produjeron pérdidas sustantivas, tanto para el Estado como para los ingresos personales. Las acciones de la comunidad internacional —Organización Mundial de la Salud (OMS) —, incluida la participación de galenos cubanos, permitió la eliminación de la epidemia: “a principios de 2015, Liberia registraba menos de una decena de casos por semana, pero pasaron cuatro meses hasta que pudo ser declarado, el 9 de mayo de 2015, país libre de ébola[7]. Al menos 11.300 personas murieron como resultado de dicho brote de ébola.

Un nuevo brote de ébola estalló desde agosto de 2018 en la República Democrática del Congo (RDC). Según un informe de la oficina de la OMS en la RDC, con cierre 22 de noviembre de 2019, el acumulado de casos fue de 3.301, de los cuales 3.183 fueron casos confirmados y 118 probables. El número total de fallecidos era de 2 198. La mortalidad se situó en el 67% (muy alta). Las zonas de salud de Mabalako y Beni fueron las de mayor incidencia de casos confirmados, informando, respectivamente, el 58% (15/26) y el 31% (8/26) de éstos. Se habían vacunado a un total de 255.061 personas (esto es desde el inicio de la epidemia). Este brote se extendió por unos 20 meses.

El Director Regional de la OMS, Dr. Matshidiso Moeti hizo un llamado a la cautela y la vigilancia, puesto que “todavía no es el final del Ébola en la RDC, debemos permanecer vigilantes en las próximas semanas y más allá”. La OMS elevó la cifra de fallecidos a 2.226 personas en la RDC. La última paciente con ébola fue dada de alta en el centro de atención médica del poblado de Beni, en el este de la RDC, en febrero 2020, cuando ya se comenzaban a reportar los primeros casos de coronavirus en el continente. La experiencia en la lucha contra el ébola en África indicó una mejoría en la respuesta africana a los brotes epidémicos. Según una evaluación de la propia OMS, a pesar de los problemas sanitarios generalizados de África, se ha avanzado mucho en la capacidad de respuesta. La llegada del coronavirus volvió a ser un reto para los líderes africanos y los sistemas de salud.

Evolución de la epidemia del coronavirus en ASS

La expansión de la Covid-19 puso nuevamente en alerta a los gobiernos africanos por las consecuencias que estaba teniendo en China, Europa Occidental y Estados Unidos. Se pensó en un primer momento que la epidemia podría llegar desde China, debido a los fuertes vínculos comerciales que existen entre ambas regiones. Se estima que 2 millones de ciudadanos chinos viven y trabajan en África, así como unos 800.000 turistas de este país visitaban África cada año. También había unos 80 000 estudiantes africanos en China. Todo esto suponía un importante tráfico aéreo. Antes de las restricciones impuestas por el Covid-19 había un promedio de ocho vuelos diarios entre China y ciudades africanas. El temor generó que numerosas compañías aéreas, como Royal Air Maroc, RwandAir y Kenya Airways, cancelaran sus conexiones con Pekín, Guandong y Shangai.

Sin embargo, el primer caso se registró en Egipto, el 14 de febrero, a través de un turista chino y el segundo fue en Nigeria, el 24 de febrero, por un italiano procedente de Milán con destino a la ciudad nigeriana de Lagos, una de las áreas metropolitanas más concurridas del continente. Así Nigeria se convertía en el primer país del África Subsahariana en reportar el virus. A partir de aquí, se repetiría el mismo patrón de contagio: viajeros procedentes de Europa —principalmente de africanos— y luego el inicio de la transmisión local. En las primeras dos semanas —partir de los primeros casos— se comenzaron a adoptar varias medidas.

  • Uganda puso en cuarentena a más de 100 personas que llegaron al aeropuerto internacional de Entebbe, algunas en hospitales de Entebbe y Kampala, y otras fueron confinadas en sus hogares.
  • Zambia destinó dos instalaciones médicas en la capital, Lusaka, para poner en cuarentena a las personas sospechosas; una de ellas era un nuevo hospital de 800 camas financiado y construido con ayuda de China; también había instalado escáneres térmicos corporales en todos los puertos de entrada.
  • Kenia estableció detección obligatoria en aeropuertos, instalaciones de aislamiento y un equipo de respuesta rápida para casos sospechosos.
  • Sudáfrica estableció equipos de respuesta a nivel nacional y provincial, designó a 300 funcionarios de sanidad para el control de puertos de entrada y examinar a todos los viajeros.

En Sudáfrica, país que ya transitaba por una fuerte crisis económica, su presidente Cyril Ramaphosa había establecido el confinamiento —inicialmente por tres semanas— con el despliegue del Ejército en las calles para hacerlo cumplir. Sin embargo, las personas violaban esta medida para salir a comprar suministros, como ocurrió en zonas de Johannesburgo. Con casi 60 millones de personas, la situación sanitaria en Sudáfrica es más complicada puesto que una sexta parte de la población, unos 10 millones de personas, están contagiadas con el VIH, lo que incrementa su vulnerabilidad[8].

Paulatinamente, los gobiernos africanos iniciaron sus esfuerzos por habilitar los laboratorios para hacer los test rápidos. Una treintena de países ya contaban con laboratorios habilitados para dicho fin, por ejemplo, todos los países de África Occidental. También comenzaron a implementar medidas de restricción de entrada de personas procedentes de países con casos confirmados, cancelación de las conexiones aéreas con Europa y Estados Unidos, cierre de las fronteras nacionales, adopción de confinamientos, cuarentenas, restricciones de movimientos de personas —en dependencia de la situación nacional— y la designación de centros de aislamiento. Las medidas de aislamiento son difíciles de aplicar dado que la mayoría de las personas tienen viviendas pequeñas y precarias, viven en condiciones de hacinamiento y tienen que compartir espacios públicos.

La irrupción del virus en África no ha dejado de ser una preocupación para las autoridades sanitarias. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, durante un encuentro con los Ministros de Salud africanos, en Addis Abeba, mostró su preocupación por la potencial expansión de la Covid-19 en estos países caracterizados por tener los sistemas de salud más precarios. A pesar de los problemas de presupuesto, la OMS diseñó un Plan Estratégico de Preparación y Respuesta, con una petición de 675 millones de dólares para apoyar a los países africanos más vulnerables. De igual manera, comenzó a enviar equipos de protección personal a 19 de los países más vulnerables. China también envió material médico para hacer frente al coronavirus en el continente. Según la directora de la OMS para África, la Dra. Matshidiso Moeti, el continente estaba preparado en un 66% para combatir la pandemia, pero de todas maneras son muchos los factores de riesgos que hacen más vulnerables a sus poblaciones, así como la falta de recursos en los hospitales públicos para atender las insuficiencias respiratorias, los fallos multiorgánicos o la disponibilidad de test.

La Unión Africana (UA) y su Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (Africa Centres for Disease Control and Prevention, Africa CDC) han organizado la respuesta continental para el combate a la Covid-19. En el mes de febrero se nombró a John Nkengasong, como director del CDC de África y a Samba Sow, como Director General del Centro para el Desarrollo de Vacunas en Malí. El Dr. John Nkengasong, Director del Africa CDC hizo un llamado a la creación de un Fondo para la lucha contra la Covid-19 (Continental anti-COVID-19 Fund), por parte de los Estados miembros, con un monto de 12.5 millones de dólares. También planteó la necesidad de que se favorezca el comercio de productos farmacéuticos y médicos que para el caso de África son importados[9]. Ya se habían producido algunos hechos por parte de Estados Unidos de adjudicarse cargamentos médicos que iban con destino a otros países.

Las medidas tomadas a tiempo por parte de los países africanos posibilitaron cierta ventaja frente a la expansión del coronavirus, por eso todavía en África no se evidenciaba un alto nivel de contagio. Además, existió un desfasaje de más de un mes entre el agravamiento de la situación en Europa y en África. En una de sus primeras reflexiones sobre el Covid-19 en África, el embajador cubano ante la UA, Ángel Villa comentaba que si bien en el continente no había —hasta esa fecha— reportes masivos de transmisión autóctona, las cifras podrían ser espeluznantes a partir de su realidad socio-económica. Villa señalaba además que a pesar de las políticas implementadas, los gobiernos no tenían la posibilidad de brindar atención médica ante un posible aluvión de contagiados[10].

Sin embargo, el hecho de que todavía en ASS no se estuviesen dando las cifras de infectados como en Estados Unidos y en los países de Europea Occidental, no significaba que la situación estuviese controlada en el continente.  En el primer mes ya se reportaban casos en 40 países africanos, lo que apuntaba a un porcentaje exponencial de contagio. En la siguiente gráfica se observa el incremento de casos en el mes de marzo. Solo en la tercera semana del mes (del 16 al 22), los casos positivos se cuadruplicaron: pasaron de 102 a 408 y la tendencia siguió siendo esa.

Gráfico. Casos diarios positivos a la Covid-19 reportados en África (del 13 de febrero al 25 de marzo de 2020)[11]

El 22 de marzo llegó a la capital etíope un cargamento de ayuda humanitaria procedente de China para el combate a la Covid-19 en el continente. El envío incluía más de 1.5 millones de test rápidos y 100 toneladas de otros insumos médicos ofrecidos por la Jack Ma Foundation y Alibaba Foundation. A través del Africa CDC se iban a distribuir 20 mil test de diagnóstico rápido para cada país africano, unas 100 mil mascarillas médicas y mil trajes de protección[12]. China ha sido un importante colaborador internacional, sin embargo los insumos todavía no eran suficientes. De acuerdo a las cifras oficiales del propio centro de la UA, con fecha del 26 de marzo, el virus se había extendido a 46 países del continente, siendo Sudáfrica el más afectado, con 709 casos, seguido por Egipto con 402; Argelia con 264; Marruecos con 170, y Burkina Faso y Túnez, con 114 cada uno.

Tabla. Situación epidemiológica en África hasta el 6 de abril de 2020[13]

 

Hasta el 6 de abril solo cuatro países no reportaban casos confirmados. La subregión más afectada era el norte de África, con Egipto y Argelia con la mayor cantidad de casos. En segunda posición estaba el África Austral, donde Sudáfrica tenía la peor situación epidemiológica. Para el 7 de abril ya se reportaban 10 mil casos positivos y 1 080 personas fallecidas. Estos datos son solo aproximados puesto que, debido a las limitadas capacidades de los Estados para la realización de los test rápidos, las cifras oficiales estaban por debajo de los casos reales. A dos meses de los primeros casos (23 de abril de 2020) se habían realizado solo 500 mil análisis para un promedio de 325 por un millón de personas. (325 x millón de habitantes). Hasta esta fecha la pandemia era un hecho en los principales centros urbanos, pero en la medida que el contagio penetrara los poblados del interior y las zonas rurales más apartadas, se hacía más difícil su control.

En la última semana del mes de abril los contagios se incrementaron en un 43%. Solo Lesoto y Las Comoras no tenían casos confirmados. Esta situación confirmaba las alertas de los expertos de la OMS sobre la rapidez del contagio en África. Para el 23 de abril ya se reportaban 26.134 personas confirmadas con el coronavirus, de ellas 1.234 habían perdido la vida y 7 mil se habían recuperado. Los países más afectados seguían siendo Sudáfrica (con 3.635 casos y 65 muertos), Egipto (con 3.490 casos), Marruecos (3.397) y Argelia (con 2.910 casos y 400 muertes). Incluyendo a Nigeria, estamos en presencia de las cinco mayores economías del continente, las que más aportan al PIB general de África (60%) y las más afectadas, por lo que las repercusiones económicas a lo interno de estos países repercutirán en cada una de las subregiones en las que estos se encuentran.

El continente africano tiene todas las condiciones para eventualmente convertirse, en el mediano plazo, en el cuarto epicentro de la pandemia, después de la primera fase en China, cuando surgiera; luego Europa Occidental y un tercer momento en las Américas, con Estados Unidos concentrando el mayor número de casos. Los factores de riesgo que potencian la expansión del Covid-19 en África apuntan a un escenario probable de que la pandemia aquí pueda alcanzar proporciones alarmantes con fuertes consecuencias sociales y económicas.

Entre los factores que más pueden incidir en una rápida propagación de la actual pandemia se encuentran la extrema densidad de población en las zonas urbanas con una periferia con condiciones higiénicas bien deteriorada sin acceso a agua potable para poder cumplir con las medidas sanitarias y donde existen enfermedades bases que pueden complicar la estabilidad de los pacientes una vez contagiados: la desnutrición crónica, el VIH, etc. Por ejemplo, la malnutrición crónica tuvo una incidencia del 10% de la población en Etiopía y Nigeria en 2016.

Todo esto es un resultado de la pobreza extrema, de las condiciones en las zonas rurales, donde también hay comunidades nómadas que se desplazan de una región a la otra para su sustento diario. Las medidas de confinamiento afectan a las personas que viven en la extrema pobreza y a aquellos que tienen trabajos informales y que tienen que ganarse su sustento con lo que puedan ganar en el día: la llamada “economía de subsistencia”. Esto hace prácticamente imposible para ellos poder permanecer por mucho tiempo en situación de confinamiento. Por ello, ya varios países se han planteado relajar estas medidas de aislamiento social. Por ejemplo, Zimbabwe y Níger han planteado que no tienen recursos para prolongarlas indefinidamente.

Gráfico. Factores de riesgo que potencian la expansión del Covid-19 en África

En el caso de las zonas rurales un factor positivo pudiera ser la poca densidad de población y el aislamiento que existe entre muchas de las comunidades. Sin embargo, los flujos migratorios irregulares, característicos de ASS, ponen en riesgo a estas poblaciones que llegan a países en los cuales no tienen acceso a los sistemas de salud.  Una situación muy particular tienen las personas en los campos de refugiados, muchas veces en condiciones de hacinamiento, así como los desplazados internos por conflictos armados, que no permite que se puedan adoptar medidas de prevención con esas personas[14]. Muchos centros de salud en zonas afectadas por conflictos se han cerrado a causa de la violencia y los niveles de inseguridad[15].

Teniendo en cuenta los elementos expresados hasta el momento, cuáles serían los escenarios más probables del impacto del Covid-19 en el corto y mediano plazo.

Escenarios más probables del impacto socioeconómico del Covid-19 en ASS

La mayoría de las proyecciones del impacto del nuevo coronavirus en la economía, indican que el mundo va camino a una recesión como resultado de la paralización de las actividades productivas, de la caída del consumo y del comercio internacional, lo que ha puesto en jaque a los países desarrollados. La tendencia general siempre ha apuntado a que las crisis generadas en estos países tienen efectos devastadores para las naciones subdesarrolladas, en particular para los africanos. Por lo tanto, aunque los líderes políticos de la región logren controlar la expansión del coronavirus, las repercusiones de la crisis económica tendrán un impacto significativo sobre sus países, por lo que no se trata solo de una crisis sanitaria sino económica y social.

Achim Steiner, administrador del PNUD, señala que la creciente crisis de la Covid-19 “amenaza con golpear desproporcionadamente a los países en desarrollo, no solo como una crisis de salud a corto plazo sino como una devastadora crisis social y económica en los meses y años venideros[16]. La Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para África de la ONU (UNECA), Vera Songwe, planteó que las naciones africanas necesitarían un estímulo económico de emergencia de 100.000 millones de dólares que le permita adoptar medidas de prevención y apoyar a los frágiles sistemas de salud[17].

Ante este panorama internacional, se producirá una fuerte afectación sobre los indicadores que aportan al crecimiento económico. La región podría perder la mitad de su PIB, con un decrecimiento del 3.2% al 2%. Varios factores incidirán en estos indicadores. Se plantea que los países africanos pueden perder hasta el 35% del valor de sus exportaciones e importaciones, en comparación con el 2019[18], tras las alteraciones en las cadenas de suministro internacional como resultado de la reducción de la actividad productiva e industrial en los principales socios económicos del continente (los países europeos, China y Estados Unidos). También en ello incidirá la paralización del comercio intrarregional, producto del cierre de las fronteras.

Habrá una marcada reducción de los fondos a la Ayuda Oficial al Desarrollo y de otros programas de colaboración procedentes de los países miembros de la Unión Europea o de los Estados Unidos, debido a la crisis por la que estos países están atravesando. También los flujos de inversión extranjera directa se ven reducidos (hasta un 15%), poniendo en peligro los programas en ejecución y los proyectos aprobados. De igual manera, el volumen de remeses hacia África se verá afectado. Por lo tanto, se contraen los mercados financieros, las monedas nacionales pierden valor y se incrementa la inflación. En este sentido, la UA dispondrá de menos recursos para hacer frente a la pandemia de la Covid-19.

Los países productores y exportadores de petróleo son los más afectados por el descenso de los precios del barril de crudo y la inestabilidad en el mercado. Los precios del petróleo han oscilado entre los 11 y 25 dólares por barril, por lo que se reducen los presupuestos nacionales de dichas naciones. De acuerdo con la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (CEPA) la región podría sufrir pérdidas por un valor de 65.000 millones de dólares como resultado de la crisis en el sector petrolero. “La CEPA considera que la pandemia podría generar una caída pronunciada de las ganancias por exportación de combustibles de África, calculadas originalmente en 101.000 millones de dólares para 2020. Como ejemplo, el organismo regional de la ONU citó el caso de Nigeria, donde el COVID-19 podría reducir entre 14.000 y 19.000 millones de dólares las exportaciones de crudo este año[19]. Entre los países más perjudicados por el descenso de los precios del petróleo se encuentran Argelia, Angola, Nigeria, Camerún, Chad, Guinea Ecuatorial, Gabón, Ghana, Sudán, Sudán del Sur y República del Congo[20].

La recuperación de la situación sanitaria en China y la reactivación de su actividad productiva, supondrá un incremento de las relaciones del gigante asiático con el continente. La reducción de los niveles de consumo de petróleo en Europa Occidental y Estados Unidos, podría suponer un escenario de incremento de las importaciones de petróleo por parte de China, procedente de ASS. Esta podría ser una alternativa para las exportaciones africanas que tienen a China como uno de sus destinos favoritos.

Entre los sectores que ya están entre los más afectados se encuentra la industria del turismo que genera importantes ingresos para los países africanos. Para 15 países africanos el turismo representa más del 10% de su PIB y para 22 de ellos es más del 8%. En naciones como Seychelles, Cabo Verde y Mauricio el turismo contribuye con más del 25% del PIB nacional y emplea a más del 20% de la fuerza de trabajo. Las pérdidas por la covid-19 en este sector se valoran en 50 mil millones de dólares y en más de 2 millones de empleos directos e indirectos[21].

La suspensión de los vuelos procedentes de Europa e incluso el cierre de las conexiones aéreas entre países africanos repercutirá en este sector. El transporte aéreo en África genera ganancias por 55 mil millones de dólares, 6.2 millones de empleos y contribuye con el 2.6% del PIB continental. Las restricciones a los vuelos afectaran a las compañías Ethiopian Airlines, Egyptair, Kenya Airways y South African Airways[22]. Muy relacionado con ello se encuentra la paralización de la puesta en funcionamiento del Mercado Aéreo Común, iniciativa adoptada por la Unión Africana en el marco del Área de Libre Comercio Continental (AfCFTA).

El AfCFTA entraría en vigor en julio de 2020, pero debido al cierre de las fronteras se va producir en retroceso en su puesta en funcionamiento, al igual que la implementación del Protocolo de Libre Movimiento de Personas que ya tenía varias ratificaciones, pero que sin dudas también será postergado. Por lo tanto, habrá una paralización de los proyectos impulsados por la UA, al menos de los que no contribuyan directamente con hacer frente a la pandemia, que se convierte en el objetivo estratégico principal de la UA y de los Estados más afectados. Los gobiernos se ven obligados a incrementar el gasto en salud, pero la falta de recursos financieros no se los permite, ante la creciente demanda.

A nivel nacional, los impactos económicos no serán iguales, pero las medidas de cuarentena o confinamiento han significado el cierre de los mercados públicos e informales —muy característicos en África— así como de los negocios y por ende en la pérdida de empleos. Se incrementan paulatinamente los precios de los medicamentos y de los productos que cubren las necesidades básicas de la población ante la desarticulación de las cadenas productivas, de los suministros y la alimentación. La disponibilidad de comida se puede ver seriamente comprometida en una región afectada de manera recurrente por ciclos de hambrunas. El mercado laboral tiende a deprimirse y se incrementa el desempleo, sobre todo, entre la población más joven.

Las debilidades estructurales de las economías africanas y los bajos ingresos de la mayoría de la población, no permiten que las medidas de aislamiento social se prolonguen por mucho tiempo, ante la necesidad de buscar trabajo. En el mediano plazo, los gobiernos se verán obligados —ya sea por la presión social como por la económica— a desmontar las medidas de cuarentena, por lo insostenible que se hace la situación desde el punto de vista económico. Este sería el peor de los escenarios, puesto que la pandemia todavía no estaría controlada y por ende se incrementarían los casos de contagios. Los sistemas de salud colapsarían ante la imposibilidad de atender a toda la población afectada debido al reducido número de personal médico, de hospitales e insumos[23]. A diferencia del brote de ébola, que fue regionalizado y afectó a muy pocos países, la pandemia perturba a todos los países de África, en mayor o menor grado, por lo que los países son los que tienen que asumir la mayoría de sus gastos de manera unilateral, sin esperar mucha ayuda procedente del exterior.

Las repercusiones políticas serían a más largo plazo. La agudización de las condiciones socioeconómicas podría pasarles factura a varios gobiernos cuando se produzcan los ciclos electorales previstos en cada uno de los países, si es que las condiciones sanitarias permiten su organización. Por lo tanto, podría darse un escenario donde las elecciones, a diferentes niveles, sean pospuestas, alargando los mandatos presidenciales. Esto sin dudas generaría antagonismos políticos con las fuerzas de oposición y el estallido de crisis políticas como resultado de la presión social. En los países afectados por enfrentamientos armados —ya sean guerras civiles como acciones armadas en determinadas áreas dentro de un país—, las autoridades gubernamentales no puedan implementar las medidas de contención y las poblaciones ya están en condiciones de vulnerabilidad. Estas condiciones validan, una vez más, la tesis del profesor Dr. Silvio Baró sobre cómo las crisis generadas en África son multidimensionales y afectan todos los sectores de una manera interconectada e interdependiente.

* Investigador Agregado/Jefe del Equipo de África. Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), Cuba.

Bibliografía

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Referencias

[1] African Development Bank. 2020 African Economic Outlook. Abidjan, Côte d´Ivoire. Disponible en: https://www.afdb.org/en/documents

[2] Yinka Adegoke. African economies will outperform global growth in 2020 despite a lag from its biggest countries. January 12, 2020. Disponible en: https://qz.com/africa/1783714/african-economies-to-watch-in-2020-debt-and-climate-crisis/

[3] Hassan Isilow. South Africa cuts 2020 economic outlook by half. 27.02.2020. Disponible en: https://www.aa.com.tr/en/africa/south-africa-cuts-2020-economic-outlook-by-half/1746171

[4] Por solo poner un ejemplo, según un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones, Ghana tiene la tasa más alta de emigrantes cualificados del África Occidental, con un 46%. Dentro de esta, el sector de la sanidad es el más afectado, puesto que el 56% de los médicos y el 24% de las enfermeras formadas en el país, se encuentran trabajando en el exterior. Ver: Aumenta el número de ghaneses cualificados que buscan trabajo fuera de África. Afrol News, 11 de enero de 2010. Disponible en: http://www.afrol.com/es/articulos/35058

[5] África está a tiempo de evitar catástrofe Covid-19, según ONU. Telesur, 30 Marzo 2020. Disponible en: http://www.cubasi.cu/es/noticia/africa-esta-tiempo-de-evitar-catastrofe-covid-19-segun-onu

[6] Ver: Socio-economic impact of the Ebola Virus Disease in Guinea, Liberia and Sierra Leone. United Nations Development Program, Policy Notes Volume 1, Numbers 1-5, 2014, p.9 y 10. Disponible en: http://reliefweb.int/4B594FCD-4123187/FinalDownloadId-tes/reliefweb.int/files/resources/UNDweb.pdf

[7] Luis Raúl Vázquez Muñoz. “El ébola no perdona, y el juego tenía que ser perfecto”, en: Juventud Rebelde, Suplemento Científico Técnico, 31 de mayo de 2015, p. 3

[8] África, el continente donde la expansión del Covid-19 no ha hecho más que comenzar. 29.03.2020. Disponible en: https://www.rtve.es/noticias/20200329/africa-continente-donde-expansion-del-covid-19-no-hecho-mas-comenzar/2011002.shtml

[9] Communiqué of the Bureau of the Assembly of the African Union Heads of State and Government Teleconference on COVID-19, Held on 26 March 2020. March 26, 2020. Disponible en: https://au.int/en/pressreleases/20200326/communique-bureau-assembly-african-union-heads-state-and-government

[10] Ángel Villa Hernández. África: un continente que merece lo mejor y que pudiera enfrentarse a lo peor. Prensa Latina. Disponible en: https://www.prensa-latina.cu

[11] Unión Africana. Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (CDC) con fecha del 25 de marzo de 2020.

[12] Africa’s fight against COVID19 receives major boost with Alibaba donation of 1.5 million test kits and 100 tons for infection prevention and control commodities. March 23, 2020. Disponible en: https://au.int/en/pressreleases/20200323/africas-fight-against-covid19-receives-major-boost-alibaba-donation-15

[13] Elaboración propia con datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de África (CDC) con fecha del 6 de abril de 2020.

[14] En el continente existen unos 15 millones de personas desplazadas internas y alrededor de seis millones de refugiados (2019).

[15] Patrick Dupoux , Jim Larson , Shalini Unnikrishnan y Wendy Woods. Fighting COVID-19 in Africa Will Be Different. March 26, 2020. Disponible en: https://www.bcg.com/publications/2020/fighting-covid-in-africa.aspx

[16] Citado por: María Victoria Valdés Rodda. COVID-19 en África: Los más necesitados. Bohemia, Cuba, 1ro de abril de 2020. Disponible en: http://bohemia.cu/mundo/2020/04/covid-19-en-africa-los-mas-necesitado/?fbclid=IwAR1IFQ-PdKaeS9rmhKJAo2_-1I-ukLqPWwsDfHF3nvhLSWbD57xMq2VoPhs

[17] África está a tiempo de evitar catástrofe Covid-19, según ONU. Ob. cit., p.1.

[18] African Union. Impact of the coronavirus (covid 19) on the african economy, p. 13.

[19] África podría perder la mitad de su Producto Interno Bruto por la crisis del coronavirus COVID-19. 17 de marzo de 2020. Disponible en: https://news.un.org/es/story/2020/03/1471292

[20] African Union. Impact of the coronavirus (covid 19) on the african economy, pp. 15-17

[21] African Union. Impact of the coronavirus (covid 19) on the african economy, p. 15

[22] African Union. Impact of the coronavirus (covid 19) on the african economy, p. 14.

[23] El coronavirus en África podría ser catastrófico. Fundación Sur, 25/03/2020. Disponible en: http://www.africafundacion.org/spip.php?article36845

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