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ESCENARIOS COVID-19 Y GEOPOLÍTICA DE LA INFODEMIA

Sunamis Fabelo Concepción*

Imagen de Thomas Ulrich en Pixabay

 

Introducción

La aparición del nuevo coronavirus y la posterior pandemia en que devino la Covid-19, llegó acompañada de la infodemia: se trata de la sobrexposición informativa a que hemos estado expuestos en un ambiente de preocupación, estrés, ansiedad y angustia.  Este fenómeno no ha generado más que desinformación, tras la cual puede advertirse determinada intencionalidad.

En el siguiente trabajo se expone el desarrollo de los escenarios en materia comunicacional en torno a la pandemia Covid-19, desde la perspectiva de las Relaciones Internacionales. En tal sentido se presenta un acercamiento a lo que pudiéramos llamar la Geopolítica de la Infodemia, muy relacionada con la Geopolítica de la Tecnología. A la hora de gestionar la crisis básicamente se han identificado dos modelos: el asiático y el occidental. Alrededor de ello giran toda una serie de cuestiones que escapan a la coyuntura de la pandemia y que sin lugar a dudas marcarán tendencias en el complejo entramado Comunicación-política-Relaciones Internacionales. 

Escenario Comunicacional antes de la Hora Cero

Antes de la aparición del nuevo coronavirus en la provincia china de Wuhan y desatarse la pandemia a inicios de 2020, el 2019 había dejado abierto el debate sobre una serie de cuestiones que, sin dudas, debían impactar en la agenda internacional de la nueva década en materia comunicacional.

Entre estos temas puede destacarse el desarrollo de la quinta generación (5G) de redes inalámbricas para móviles, liderada por las compañías chinas Huawei y ZTE. En este escenario se ha venido desarrollando un complejo proceso de confrontación, presión y cooperación entre un grupo importante de países, entre los que se destaca, EUA, la UE, Japón, China y Rusia, fundamentalmente, debido a la competencia, rivalidad e interdependencia que condiciona esta cuestión.

Esta quinta generación convirtió la conectividad en una plataforma con lo cual las redes de acceso inalámbrico proporcionan una conectividad sin fisuras, extendida e ilimitada para todas las personas y organizaciones, y por tanto aumentaba significativamente la capacidad del control y procesamiento de datos en tiempo real. Ante este escenario, algunos países expresaron su preocupación ante la factibilidad de que Beijing pueda usar estas redes para ejercer presión o efectuar algún tipo de vigilancia electrónica. Por lo tanto entre los posibles escenarios se barajaba la posibilidad de que cada una de las potencias creara su propio “ecosistema” tecnológico para reducir su dependencia mutua y así obligar a sus aliados a una adhesión incondicional; de manera que en un futuro pudiera emerger uno o diversos telones de acero tecnológicos y, en último término, avanzar hacia una cierta “desglobalización” digital[1].

Este escenario puso de manifiesto una vez más como la competencia geopolítica se ha ido trasladando también al ámbito de la tecnología y las comunicaciones como nueva frontera del poder y escenario de reedición de la Guerra Fría. Sin dudas, esta bipolaridad tecnológica ha comenzado a crear nuevas esferas de influencia. Por si fuera poco, con el 5G todavía en una primera fase de implementación, ya se abría la carrera por el siguiente gran estándar, la Sexta Generación (6G), por parte de Japón, lo cual no solo es expresión de una competencia mundial, sino que de concretarse condicionaría una rearticulación de las alianzas.

El avance tecnológico de China ha sido objeto de críticas por Occidente, bajo la acusación de utilizar herramientas tecnológicas de enorme capacidad en función de represión política. En relación con esto fueron titulares en los últimos meses de 2019 las protestas en Hong Kong y la represión de los uigures en Xinjiang.

Un fenómeno asociado a este escenario es el impacto de la postverdad en el multilateralismo. Según señalan algunos especialistas, la geopolítica de la postverdad ha transformado amenazas y estrategias, en construcciones de alianzas. Rusia y China han tomado la iniciativa para intentar establecer leyes de ciberseguridad que les permitan mantener un mayor control sobre el flujo de información en la red para salvaguardar los intereses nacionales.

Relacionado con este escenario, otro de los grandes retos de inicio de la década fue el empoderamiento digital. Ello ha estado muy relacionado, por una parte, con la preocupación de muchos gobiernos sobre la capacidad desestabilizadora de la desinformación, acelerada por unos cambios tecnológicos que avanzan a mayor velocidad que cualquier intento de regularlos. Por otra parte, debido al hecho de que, cada día más, grandes imperios digitales, a partir del procesamiento de datos y análisis algorítmico, acaban conociendo a las poblaciones mejor que sus gobiernos y han desarrollado una extraordinaria habilidad para escapar a su control.

Desde las revelaciones de Edward Snowden sobre los servicios de inteligencia de los Estados Unidos y el Reino Unido en 2013, hasta los más recientes escándalos protagonizados por Cambridge Analytica y Facebook, la confianza del usuario occidental se ha visto comprometida y la del usuario asiático se ha puesto en alerta. Lo cierto es que, en países asiáticos u occidentales, los sistemas de inteligencia artificial, de una manera u otra, contribuyen al control y la vigilancia de sus ciudadanos, dotando a las fuerzas de seguridad de grandes cantidades de información que puede ser procesada de manera rápida y eficiente.

Como ha podido apreciarse, el escenario comunicacional de la década que se abrió el 1º de enero de 2020, variaría en gran medida, teniendo en cuenta el curso de los acontecimientos que han sobrevenido. Sin embargo, aún en las circunstancias emergentes, las prioridades descritas no solo se mantienen sino que se han desbordado, adquiriendo matices que las ratifican y actualizan y abren nuevos enfoques sobre los mismos debates.

Efecto Wuhan: Geopolítica de la Infodemia

En marzo del 2020, tras una evaluación, la OMS decidió que la COVID-19 puede ser caracterizada como una pandemia. Este hecho desencadenó un contexto de incertidumbre, alta percepción de riesgo y alarma social. A los altos niveles de estrés que provocaba la amenaza de contraer un virus, que estaba evidenciando significativos porcientos de letalidad, se sumó la ansiedad que provocaba el llamado al confinamiento en los hogares. En este contexto se aceleró el consumo de las TICs, y con ello la sobreexposición a información sobre el tema, agregando así al fenómeno de la pandemia el de la “infodemia”, o sea, la sobrecarga de información no fiable que se propaga rápidamente entre la población. La sobreexposición informativa vino acompañada de noticias falsas, bulos, rumores, teorías de la conspiración, por lo tanto, se generó así un ambiente de gran desinformación. La paradoja información-desinformación se ratificó como un instrumento de poder, a través de la cual es posible viralizar el miedo y el desconcierto y sembrar el pánico social, manejado desde grandes monopolios de la comunicación, con intereses muy particulares, alimentados gracias a nuestros propios datos. Es así que esta pandemia amplificó las vulnerabilidades de un mundo conectado física y comunicacionalmente.

Unido a la alarma social y la incertidumbre se generó especulación sobre posibles medidas antes que estas se tomasen, por tanto desconfianza en las instituciones, los gobiernos, acompañado de un discurso de odio, con el objetivo de alimentar la estigmatización de comunidades concretas o agendas políticas concretas. En esta línea, la OMS de conjunto con la OPS consideraron pertinente hacer un llamado a partir de la emisión de un documento alertando sobre este fenómeno asociado a la infodemia: Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de COVID-19[2], del 12 de marzo del 2020. A continuación se citan algunos fragmentos del documento que señalan determinadas cuestiones las cuales pueden resultar relevantes teniendo en cuenta el tema que nos ocupa ya que sin dudas tienen una influencia directa en aquellas tendencias que desde los primeros momentos de la pandemia se consideraron podían comenzar desarrollarse:

Este virus no debe asociarse con ningún grupo étnico ni nacionalidad. Demuestre empatía hacia todas las personas afectadas, dentro de un país dado o procedentes de cualquier país. Recuerde que las personas que están afectadas por COVID-19 no han hecho nada malo, no tienen culpa y merecen nuestro apoyo, compasión y amabilidad.(…)

No se refiera a las personas que tienen la enfermedad como “casos de COVID-19”, las “víctimas”, las “familias de COVID-19” o los “enfermos”. Se trata de “personas que tienen COVID-19”, “personas que están en tratamiento para COVID-19”, “personas que se están recuperando de COVID-19” y que, una vez superada la enfermedad, seguirán adelante con su vida, su trabajo, su familia y sus seres queridos. Es importante separar a la persona de tener una identidad definida por COVID-19, para reducir el estigma.

Minimice el tiempo que dedica a mirar, leer o escuchar noticias que le causen ansiedad o angustia. Busque información únicamente de fuentes confiables y principalmente sobre medidas prácticas que le ayuden a hacer planes de protección para usted y sus seres queridos. Busque actualizaciones de la información una o dos veces al día, a horas específicas. El flujo repentino y casi constante de noticias acerca de un brote epidémico puede hacer que cualquiera se sienta preocupado. Infórmese sobre lo que en realidad está sucediendo, no escuche los rumores y la información errónea. Recopile información a intervalos regulares, del sitio web de la OMS, el sitio web de la OPS y de las plataformas de las autoridades nacionales y locales de salud, a fin de ayudarle a distinguir los hechos de los rumores. Conocer las informaciones fiables pueden ayudar a minimizar el miedo.

Sin dudas, las indicaciones referidas hablan de una alerta frente al fenómeno de la estigmatización en el contexto de la pandemia: el miedo a la otredad y todo lo que en un contexto de emergencia sanitaria puede atribuírsele. El instinto de supervivencia en situaciones extremas, que pueden ser maximizadas y manipuladas por los grandes conglomerados mediáticos, tan propensos a la espectacularización de todo lo que acontece en función de determinados intereses, también reviste una clara intencionalidad. La misma puede o no ser percibida por el ciudadano común, y por tanto es fuente de bulos, rumores y noticias falsas, o en última instancia genera confusión o desconfianza. La “Teoría del Rumor” y el estudio de las “Representaciones Sociales” son importantes referentes teóricos desde la psicología y la sociología desde los que puede abordarse el estudio de este fenómeno.

De manera que, en relación con la pandemia, dentro de las principales narrativas explotadas por los grandes medios de comunicación pueden destacarse tres fundamentales, en las que el ciudadano común es coparticipante y a partir de las cuales dialoga con el entorno que le rodea y explica los acontecimientos que le afectan: Teorías de la conspiración (política y economía), Predicciones apocalípticas (religión) y Teorías ambientalistas (naturalista).

Entre los debates que más han sido polemizados por los medios sobresale el referido al origen del virus y toda una serie de especulaciones en torno al mismo. Entre otras, las más extendidas pertenecen a la teoría de la conspiración y reproducen la confrontación entre tres protagonistas, China, Rusia y Estados Unidos.

Otro de los campos muy sensibles a las percepciones y los rumores, es el económico. Sobre el mismo giran especulaciones que van desde los mercados bursátiles y todo tipo de escenarios futuros hasta la economía doméstica, revertida en el acaparamiento y la amenaza de la escasez.

Así también, en un contexto de emergencia sanitaria es natural que surja el debate sobre quienes están mejor equipados para hacer frente a la pandemia. En medio de la difícil situación sanitaria con el avance de COVID-19, son pocos los países que han tenido respuesta efectiva, a partir de las infraestructuras nacionales de salud, ya sea por la capacidad científico-tecnológica, productiva, el desarrollo de la industria biotecnológica y farmacéutica, los recursos financieros, y el personal altamente calificado o preparado. En este sentido, han sobresalido las posiciones de República de Corea, China, Singapur, Japón, India, Tailandia y Vietnam[3].

Sin embargo, estos debates suelen simplificarse en deliberar entre las estrategias seguidas por las llamadas democracias liberales o los llamados regímenes autoritarios, identificando estos últimos con los asiáticos que, supuestamente pueden imponer medidas mucho más estrictas sobre su población, porque su naturaleza de vigilancia permanente, centralismo y capacidad de control se los permite. Según el filósofo surcoreano Byung–Chul Han, autor de “La Sociedad del Cansancio”, en Asia, especialmente en China, las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa, y también confían más en el Estado. Así también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital. Apuestan a que en el big data podría encerrarse un potencial enorme para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia a las epidemias las combaten no solo los virólogos y epidemiólogos, sino principalmente los informáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Occidente todavía tiene mucho que aprender. Es así que los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas, según este autor porque la conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente inexistente y apenas se habla ya de protección de datos, incluso en Estados liberales como Japón y Corea. Nadie se enoja por el frenesí de las autoridades para recopilar datos[4]. De manera que hay una confrontación y debate sobre modelos políticos en relación con las capacidades disruptivas de la tecnología.

Otro debate que se ha abierto es el del papel del Estado nación y las instituciones en una contingencia como la que se presenta. Por ejemplo en Francia, en Alemania o en Italia, donde se emprendía contra la Europa de Schengen, se pedía el cierre de fronteras desde el primer momento y se alimentaba la idea de la pandemia como una amenaza exterior. Los discursos políticos de la extrema derecha están llenos de ejemplos recientes que vinculan inmigración y amenazas sanitarias (Jaroslaw Kazcynski, Matteo Salvini u Ortega Smith). Las tendencias que a día de hoy se avizoran en este particular describen el reforzamiento del Estado y del nacionalismo, asociado a una política de fronteras, fragmentación y estigmatización, lo cual legitima el discurso y posición de las fuerzas de derecha más radicales en la UE.

En este sentido, es importante apuntar que esta crisis ha manifestado y potenciado el fenómeno de la fragmentación al interior de la UE en diversos aspectos. Uno de ellos es precisamente la posición respecto a China. En el contexto europeo las redes sociales fueron espacios de apoyo social, denuncia y lucha a nivel de las subjetividades. España e Italia, los países más azotados por el virus fueron escenario de este activismo desde las redes, denunciando desde el confinamiento, haciéndose eco de la quema de banderas de la UE como protesta frente a la incapacidad de los gobiernos nacionales y de las instituciones comunitarias para hacer frente a la situación, a la vez que aceptaban y agradecían la ayuda del gigante asiático así como de Rusia y Cuba, sin importar su signo político.

De otra parte, en aras de deslegitimar la cooperación, se ha recurrido en el discurso a presentar una China portadora o creadora del virus, la cual primero utilizaba las redes sociales para censurar información y posteriormente para su reconstrucción de imagen, aduciendo como una vez superado lo peor de la crisis sanitaria se ofrece como aquel que tiene experiencia para saber cómo actuar o como el donante solidario con aquellos que ahora están en el peor momento de la pandemia.

Es así que, desde el discurso político, en algunos casos, también se ha polarizado la gestión de la crisis, sobre todo entre las fuerzas políticas de extrema derecha, de una relativamente reciente emergencia, amparada en un estilo comunicativo de corte populista, ya sea en Europa o en América. En esta última, ante el acceso a una sanidad de calidad muy desigual, se ha puesto de manifiesto la incapacidad de gestionar la crisis de muchos de los líderes representantes de la extrema derecha que han optado por un discurso de escepticismo frente a la grave situación, abogando por la revitalización de la economía y el cese de la cuarentena. Sobresale el caso de la autoproclamada presidenta de Bolivia Jeanine Añez en su comparecencia, quien mientras anunciaba la cuarentena, expresó: “Queridos bolivianos pido a ustedes unirnos en una oración permanente. Este domingo inicia una cuarentena total y pido que podamos realizar un ayuno en oración, arrepentimiento y fe, para que sea nuestra mayor arma de lucha contra esta enfermedad. Que Dios bendiga a Bolivia” Sin embargo, la propuesta de recibir ayuda médica cubana fue rechazada de facto por Añez[5].

Por su parte, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro en su posición de subordinación a Washington, inicialmente calificó la pandemia de “gripecita” y ha seguido haciendo campaña contra las medidas de cuarentena decretadas por algunos gobernadores de Estados, como Joao Doria en Sao Paulo o Wilson Witzel en Río de Janeiro. La campaña anti-cuarentena de Bolsonaro, que reza “Brasil no puede parar”, llevó a la jueza Laura Bastos Carvalho de Río de Janeiro a ordenar al gobierno brasileño “abstenerse” de promover actitudes de rechazo de las medidas de confinamiento[6].

Por su parte el presidente Donald Trump, también ha dado un enfoque político al tema, al identificar la pandemia como “el virus de China”. Así también, la crisis ha reforzado su discurso de fronteras, antiinmigrante, así como el llamado a reactivar la economía del país. En otro orden de cosas, se ha politizado el tema sobre las investigaciones para encontrar una vacuna, a lo cual se ha dado la connotación de carrera, y se ha asociado a teorías de la conspiración. Sin embargo, Washington ha aceptado la ayuda de China, Vietnam, Rusia. No obstante, en medio de la contingencia sanitaria, ha recrudecido el bloqueo económico y comercial contra Cuba, obstaculizando el envío de ayuda (especialmente material médico indispensable para manejar la crisis) desde estos mismos países y otros a La Habana, lo cual ha complicado significativamente la situación de la isla, que se ha visto obligada a encontrar alternativas mucho más costosas y en tiempo récord.

De manera que, en cuanto a las salidas de la crisis, en sentido general, se manejan dos cuestiones: Integración-cooperación o salvaguarda de los Estados-nacionales-proteccionismo. A ello se suman diversos análisis sobre los impactos de la crisis que también bipolarizan los modelos a seguir: capitalismo o comunismo (renovado[7]); lo cual, respectivamente se combina con los binomios libertad-democracia o control-autoritarismo. Así también, se tiende a confundir estado de excepción con excepcionalidad permanente. En general de lo que se ha tratado es de simplificar y sintetizar así análisis mucho más complejos sobre el futuro de modelos sociales o políticos y su lugar en la posible conformación de un nuevo orden mundial.

Tras la desinformación (aparente) que se genera en un ambiente de sobreexposición informativa (aparentemente desorganizada), hay cálculo predictivo de respuesta (estrategia) y por tanto hay intencionalidad. Sin dudas este contexto ha sido propicio para solventar contradicciones y da lugar a que se pueda hablar de una “geopolítica de la infodemia”. Debe tenerse en cuenta que una crisis global como lo es una pandemia, requiere un fuerte liderazgo de acciones globales coordinadas. Y esto constantemente se fractura desde los medios en nombre de las ideologías, entorpeciendo la necesaria coordinación entre los principales actores mundiales.

La posición cooperativa de países como China, Rusia, Vietnam, y Cuba, (por mencionar aquellos que en las representaciones sociales se identifican con la satanización del socialismo o el comunismo), matiza los imaginarios y allí donde la solidaridad, la cooperación surgen como el aliciente para garantizar la sobrevivencia humana, aparecen también intentos por boicotearla y deslegitimarla desde una lógica geopolítica y simplista. En este contexto, sin dudas, grandes expectativas e interrogantes se abren en cuanto a la reconfiguración de la imagen de estos países, que han sido de las naciones que han logrado controlar con mayor eficacia la pandemia tanto en virtud de sus sistemas políticos, económicos y de salud pública nacionales como de su disposición de cooperación y coordinación internacional.

En sentido general, la experiencia de esta pandemia ha modificado el rumbo de los acontecimientos. Aunque aún es pronto para aventurarse a plantear un escenario, la década que recién comienza, está marcada, a día de hoy, por altos niveles de incertidumbre en todas las esferas, ello generará, cambios significativos en el orden mundial y las estructuras de poder, y por ende, realineamientos y construcciones de potentes alianzas.  Sin embargo, en materia comunicacional, el curso descrito por de los debates desarrollados en este contexto permite avizorar algunas cuestiones importantes a tener en cuenta para escenarios futuros. 

Escenarios comunicacionales postpandemia: entre desafíos e incertidumbres

Aventurar cualquier proyección de escenario post-pandemia, a día de hoy, significa invitar a reflexionar sobre el reto de aprender a convivir con desafíos e incertidumbres, inherentes a cualquier cuestión, en coherencia con un mundo indetenible, resultado de procesos de globalización, pero que se han redimensionado en el contexto actual.

La crisis de la Covid-19 ha puesto de manifiesto que la esfera tecnológica ha sido fundamental para que el mundo no se paralice por completo; así como también este ha sido un espacio fundamental en el que se puso de manifiesto la competencia geopolítica. Por tanto, la disputa Tecnológica persistirá, pero podrían considerarse, dentro de los posibles escenarios, nuevas dimensiones y determinados matices en torno a la misma. La carrera por el control de los datos y de la información se perpetúa como la expresión más concreta del poder. Sin embargo, dentro de la competencia coexistirán determinados niveles de cooperación que podrán ir consolidándose a largo plazo.

En otro orden de cosas y muy relacionado con lo anterior, la única forma de consumo que casi con toda seguridad fue beneficiada durante la crisis ha sido Internet, plataforma a partir de la cual fue posible dar curso parcialmente a la “vida cotidiana” a partir de propiciar el teletrabajo, intercambio a nivel internacional de la comunidades científicas para abordar estrategias en aras de manejar la propia crisis, los servicios en cierta medida, la información, el entretenimiento tan importante en un momento donde el llamado es a mantenerse en casa, incluso expresiones de protesta, denuncia en las redes sociales, la cultura, la educación, entre otras experiencias que sin dudas se potenciarán y extenderán en lo adelante.

De manera que la crisis sanitaria multiplicó exponencialmente nuestra dependencia de los dispositivos y de las grandes empresas tecnológicas. La cuarentena ha amenazado la subsistencia de innumerables empresas de entretenimiento, cultura, turismo o moda, al tiempo que ha supuesto la llegada de un enorme capital a las plataformas tecnológicas. Según especialistas[8] en el tema, es probable que la acumulación exponencial de conocimiento complejo durante estos meses en los campos de la biotecnología, la informática, la robótica, la estadística, la ingeniería de sistemas o de datos complete en un tiempo récord la revolución tecnológica que venía desarrollándose.

Es así que se prevé tras la descomunal inyección de dinero y de macrodatos que se está proporcionando a empresas como Google, Amazon, Facebook o Netflix, un importante impulso al desarrollo de la inteligencia algorítmica. Especialmente este escenario se concibe para el sector de la salud en lo que se refiere a la gestión de una epidemia a partir de la informática, lo que otorgaría un descomunal poder de decisión a las máquinas.

En ese sentido, debe destacarse que durante el encierro, los niños y estudiantes en general se están acostumbrando a recibir información y conocimiento a través de las computadoras; se está monitorizando a través del móvil la temperatura o la geolocalización de los afectados por el virus; los abuelos están descargando incluso las aplicaciones a las que eran reticentes; todo el mundo se ha familiarizado con Skype, Google Hangouts o FaceTime y millones de fanáticos del deporte, ante la suspensión mundial de los campeonatos, se han empezado a aficionar a las competiciones de deportes electrónicos[9]. De manera que el cambio en las rutinas marcará los nuevos pulsos del desarrollo tecnológico y su incorporación en la vida cotidiana.

En estos momentos los modelos de gestión con éxito de la epidemia son, sobre todo, los asiáticos. Comparten el uso de aplicaciones de seguimiento de los ciudadanos que han estado en zonas de contagio o que padecen la enfermedad. En general el mundo se prepara  para implementar nuevas estrategias de biocontrol, lo que implica la posibilidad de que los gobiernos accedan a nuestras coordenadas y a  nuestro ADN, o que deleguen parte de sus decisiones en inteligencias artificiales.

Es así que, la geopolítica que se avecina pasa por el papel del ecosistema digital, para lo cual tiene un valor fundamental la soberanía de los Estados. En ese sentido, la efectividad de la experiencia asiática, pasa por la cooperación, signo de su regionalismo abierto y de la coordinación de sus organismos multilaterales, a pesar del amplio marco de diferencias que comparten, lo cual compite con un Occidente mucho más fragmentado. La herencia confuciana que distingue a los asiáticos, que antepone el bienestar de la comunidad frente al individuo, implica elementos de fortaleza ante la nueva situación, evidenciando el contraste cultural, en lugar de las mal llamadas políticas autoritarias[10]. Sin embargo, nunca antes como ahora, los diversos avances tecnológicos que impactan directamente en la vida de las personas reclaman la necesidad de resignificación de la dignidad humana en su cotidianidad compartida con la tecnología, cuestión que se ha mantenido como asignatura pendiente.

En ese sentido uno de los principales desafíos es el cambio tecnológico y su impacto sobre los modelos productivos, en el empleo, por ejemplo. Atravesamos una enorme transformación del mercado laboral, que sin dudas se profundizará. Este cambio se debe a la intervención de la tecnología en el tipo de funciones que desempeñan los humanos en el entorno profesional y esto, a su vez, está alimentando un aumento muy marcado de la desigualdad. El desarrollo tecnológico actual colisiona de manera directa con las funciones que a día de hoy desarrollan seres humanos en el mercado laboral. Este proceso impacta directamente en una rápida precarización de los trabajadores.

A nivel político las tendencias económicas descritas ya estaban produciendo un vaciado del centro ideológico, y un movimiento hacia los extremos del espectro político. Esa polarización se evidencia como una consecuencia directa de la inseguridad y preocupación que genera en múltiples colectivos el proceso de transformación del mercado laboral y la sensación de incertidumbre económica que le acompaña y que la emergencia sanitaria traducida en el confinamiento que impone la cuarentena ha exacerbado. A ello se suma que este escenario también ha remarcado el complejo problema de la brecha digital, y la contradicción de un mundo cada vez más conectado y más desigual en cuanto al acceso: Los desconectados o la otra cara de la geopolítica de la tecnología.

América Latina y el Caribe y África son claros ejemplos de ello. En este contexto la región latinoamericana y caribeña remarca su condición de ser la más desigual del mundo, y el aumento de la dependencia del uso de las tecnologías digitales exacerba tales desigualdades. También existen fuertes desigualdades en la tasa de conectividad según segmentos de ingresos. Aunque se han hecho planes para promover el uso de dispositivos digitales en los sistemas educativos, muchas instituciones educativas no cuentan con la infraestructura de tecnologías digitales necesaria. Además, existen brechas en el acceso a las computadoras y a Internet en los hogares, por lo tanto, los procesos de enseñanza y aprendizaje a distancia no están garantizados. Existen disparidades de acceso a los dispositivos digitales y a Internet de banda ancha entre las poblaciones urbanas y rurales, entre los sexos, entre las poblaciones que hablan o no el idioma oficial (español o portugués), y entre las poblaciones con y sin discapacidades[11].

El caso africano es aún más preocupante sobre estas cuestiones teniendo en cuenta las tendencias que se han ido avizorando más exitosas para enfrentar la cuarentena preventiva y controlar la crisis sanitaria. Cuando hablamos de los avances de la conexión a internet en África, hay muchas diferencias que deben ser tomadas en cuenta. No solo hay una desigualdad por países, en función de los niveles de desarrollo de cada Estado y de las políticas gubernamentales con relación a las inversiones del sector tecnológico. También existen al interior de cada realidad nacional diferencias sociales, de género y muy acentuadas entre el campo y la ciudad con respecto a sus posibilidades de acceso y cobertura de las redes. Por otra parte, África destaca por la escasez noticiosa en determinados escenarios, si se le compara con el volumen de noticias que corren diariamente en internet sobre otras regiones y, sobre todo, si se toma en cuenta la cantidad de acontecimientos políticos y problemas estructurales acumulados en muchos de los países africanos[12].

De manera que la ética de la dignidad debe incorporar también estos grandes desafíos, siendo el punto de partida para luego analizar conceptos centrales, tales como, el derecho a la protección de los datos personales y los principios que éste implica, así como un enfoque específico —en forma genérica— que vincula tecnología y dignidad humana, tal es el caso de internet de las cosas, big data, drones, impresión 3D, protección de datos personales, entre otros.

Es así que, desde la geopolítica de la infodemia y de la tecnología, es posible vislumbrar que entre los principales debates a que se enfrentará el mundo, después de la crisis desatada por la pandemia de la Covid-19, estará el de la vigilancia totalitaria y el empoderamiento ciudadano. Y, por otra parte, el aislamiento nacionalista frente a la solidaridad global. Sin embargo, la cuestión fundamental radica en que en el centro de las políticas públicas debe ubicarse la dignidad humana, para asegurar el pleno respeto y garantía a los derechos humanos. Esta pandemia, a pesar de su terrible carácter letal, tiene el potencial de ser una oportunidad para el cambio y nuestro crecimiento como personas y como sociedades. Sin dudas,  después que todo termine, surgirán nuevos escenarios y nuevas formas de relación. Se habrá construido así una nueva “foto” de la realidad, más completa que la que se tenía previamente a través de un consenso mínimo y una visión compartida de la situación. Esos mínimos acordados serán los nuevos pilares sobre los que se construirán en adelante nuevas formas de la geopolítica de la globalización, y se reconducirá el avance hacia un modelo de desarrollo verdaderamente sostenible e inclusivo.

* Doctora en Ciencias Históricas (2017, Universidad de La Habana). Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales (2011, Universidad de La Habana). Licenciada en Filosofía (2007, Universidad de La Habana). Investigadora y Profesora Titular del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Ha desarrollado varias investigaciones y asesorías sobre estudios euroasiáticos, euromediterráneos y de comunicación política, especialmente en el campo de la antropología política, en lo referido a representaciones sociales y diálogo cultural. Es autora de numerosos trabajos relacionados con estos temas. Coordina e imparte diversos cursos de grado y posgrado en la Universidad de La Habana y la Universidad de Artemisa. Entre 2007 y 2010 fue investigadora del Centro de Estudios Europeos. (sunamisfabeloc@yahoo.es)

 

Referencias

[1] Oriol Farrés (coordinador). “La creciente rivalidad estratégica China-EEUU y sus ramificaciones regionales”. Anuario Internacional CIDOB, https://www.cidob.org/es/articulos/anuario_internacional_cidob/2019/la_creciente_rivalidad_estrategica_china_eeuu_y_sus_ramificaciones_regionales

[2] “Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de COVID-19”. Organización Panamericana de la Salud, https://www.paho.org/es/documentos/consideraciones-psicosociales-salud-mental-durante-brote-covid-19

[3] Ruvislei González Sáenz. “El Covid-19 y su impacto económico en Asia pacífico en el 2020: Casos China y Vietnam”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) https://saeeg.org/index.php/2020/04/14/el-covid-19-su-posible-impacto-economico-en-asia-pacifico-en-el-2020-caso-china/

[4] En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia, a tal punto que mide la temperatura corporal y en el caso de que la temperatura sea preocupante reciben una notificación en sus teléfonos móviles. Se utilizan drones para controlar las cuarentenas. Los proveedores chinos de telefonía móvil y de internet comparten los datos sensibles de sus clientes con los servicios de seguridad y con los Ministerios de Salud. En Wuhan se han formado miles de equipos de investigación digital que buscan posibles infectados basándose solo en datos técnicos. Basándose únicamente en análisis de macro datos averiguan quiénes son potenciales infectados, quiénes tienen que seguir siendo observados y eventualmente ser aislados en cuarentena. Más información en Byung-Chul Han. La emergencia viral y el mundo de mañana. Sopa de Wuhan. Libro digital. Disponible en Internet. Editorial: ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Marzo 2020.

[5] Ver más en: Orietta Hernández Bermúdez. Bolivia en tiempos de la COVID 19. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/04/21/bolivia-en-tiempos-de-la-covid-19/#.Xp84bchKjIW

[6] Ver más en: Anna Ayuso. Desigualdad en América Latina frente a la crisis del coronavirus. Disponible en: https://www.cidob.org/publicaciones/serie_de_publicacion/opinion/america_latina/desigualdad_en_america_latina_frente_a_la_crisis_del_coronavirus

[7] Slavoj Žižek. Coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de ‘Kill Bill’ y podría conducir a la reinvención del comunismo. Sopa de Wuhan. Libro digital. Disponible en Internet. Editorial: ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Marzo 2020.

[8] Jorge Carrión. La biología está acelerando la digitalización del mundo. Disponible en: https://www.nytimes.com/es/2020/03/29/espanol/opinion/coronavirus-revolucion-digital.html

[9] Ibídem.

[10] https://www.clarin.com/opinion/geopolitica-digital-campo-nuevas-tensiones_0_NESawN-E.html Citado en: Análisis estratégico sobre el panorama mundial en tiempos de la pandemia, desde la Argentina. Miguel Ángel Barrios y Héctor Daniel González

[11] América Latina se enfrenta a desafíos en la formación de los docentes en materia de TIC. Por ejemplo, en el Brasil en 2018, solo el 20% de los docentes participaron en un curso de educación continua para el uso de computadoras e Internet para la enseñanza. En cuanto al uso de Internet, el 16% informó que la utilizaba una o más veces al día; mientras que el 20% lo hacía una vez a la semana, y el 18% al menos una vez al mes (Comité Gestor de Internet en Brasil, 2019). (Ver más en Informe especial de la CEPAL América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19.Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/45337-america-latina-caribe-la-pandemia-covid-19-efectos-economicos-sociales  )

[12] MSc. Luis Edel Abreu Veranes. África en megabits. Los avances de la conexión a internet en África subsahariana en el siglo XXI y el mundo de las tecnologías de la información.  Artículo inédito.

Bibliografía

Abreu Veranesn, Luis Edel:. África en megabits. Los avances de la conexión a internet en África subsahariana en el siglo XXI y el mundo de las tecnologías de la información.  Artículo inédito.

América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19.Informe CEPAL. Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/45337-america-latina-caribe-la-pandemia-covid-19-efectos-economicos-sociales 

Ayuso, Anna: Desigualdad en América Latina frente a la crisis del coronavirus. Disponible en: https://www.cidob.org/publicaciones/serie_de_publicacion/opinion/america_latina/desigualdad_en_america_latina_frente_a_la_crisis_del_coronavirus

Barrios, Miguel Ángel y González,  Héctor Daniel: Análisis estratégico sobre el panorama mundial en tiempos de la pandemia, desde la Argentina. (Disponible en Internet)

Carrión, Jorge: La biología está acelerando la digitalización del mundo. Disponible en: https://www.google.com/amp/s/www.nytimes.com/es/2020/03/29/espanol/opinion/coronavirus-revolucion-digital.amp.html

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ENFERMOS EN CUARENTENA Y SANOS EN LA CALLE

César Augusto Lerena*

Pintura del artista uruguayo Juan Manuel Blandes “Episodio de la fiebre amarilla” (1871), en Buenos Aires, que muestra a José Roque Pérez y Manuel Argerich ingresando al inquilinato de Balcarce 384, donde acaba de morir una joven mujer.

 

En diciembre de 2019 se anunció la epidemia de Coronavirus COVID-19 SARS-CoV-2 en la ciudad de Wuhan de China. Luego se trasladó a Europa y a Estados Unidos y la OMS declaró el 11 de marzo de 2020 la pandemia, cuando ya se había manifestado en 114 países, con 118 mil casos positivos y 4.300 muertos. Si bien no son habituales las pandemias, existe la posibilidad de que en el futuro ocurran con mayor frecuencia debido a los avances de la ciencia y los intercambios comerciales y de personas en el mundo y el uso masivo de estas formas de contaminación.

Una de las herramientas fundamentales para combatir estas epizootias/epidemias son LAS CUARENTENAS. En estas, se aísla en forma obligatoria y total a los sospechosos y enfermos y, NO A LOS SANOS. Se deja circular libremente a las personas sanas y se evita la propagación y los elementos contaminantes. Si bien el COVID-19 ataca fundamentalmente a las personas en el rango de 45/64 años, la mayor letalidad —tanto en La Florida como en Nueva York— se da en los mayores de 65 (entre 24 y 31%), razón por la cual, al tratarse de una franja etaria de alto riesgo, es razonable precautoriamente aislarla parcialmente (salidas de supervivencia).

La Argentina tiene una larga experiencia en cuarentenas, a poco de producirse en el país la primera epizootia, el 3 de julio de 1888 el Congreso de la Nación dictó la Ley 2.268 de control y policía sanitaria de enfermedades exóticas de los animales, por la que prohibió la importación de animales de cualquier especie, que adolezcan de enfermedades contagiosas.

Como consecuencia de ello, hace más de cien años que en el país se aíslan ciudades, se establecen lazaretos y se cierran puertos, pero nunca se aislaron a todas las personas sanas, aunque hoy el COVID-19 ataca la franja etaria de mayor riesgo de muerte, los mayores de 65 años, por lo cual podría encontrarse un justificativo para el aislamiento temporal.

En los últimos 150 años de la Argentina, nuestro país sufrió las epidemias de cólera y de fiebre amarilla. En 1867 en Buenos Aires murieron 5 mil personas por cólera (un 3% de letalidad) y en 1886 sus efectos se dieron en el interior del país. En 1871 cerca de 14 mil personas fallecieron de peste amarilla en Buenos Aires y ya en ese entonces se apeló a aislar a la gente en los barrios. En 1900 la peste bubónica por la existencia de sueros se evitó la propagación. En 1956 llegó la epidemia de polio que provocó un gran pánico por los efectos físicos y letales que ocasionaba a los niños. En 1993 se produjo una nueva epidemia de cólera en la frontera norte del país, aunque ya existían recursos para evitar su propagación. Hacia fines de 2003 se notificó en Asia la gripe aviar hiperpatogénica que provocó la muerte y el sacrificio de unos 30 millones de aves, con una cepa que tiene capacidad para causar una enfermedad grave, con elevada mortalidad en el ser humano y desde entonces se instaló la influenza. Más recientemente, en junio de 2009, se declaró por primera vez la pandemia de gripe porcina. Ahora el COVID-19. Enfermedades zoonóticas que han tenido al veterinario como protagonistas exitosos: Ramón Bidart y José Lignieres (Argentina, 1909), Lothar Wieler (Alemania, 2020), Debes Christiansen (Dinamarca, 2020), Carlos Lanusse (Argentina, 2020), Manolo Fernández (Perú, 2020).

Agregamos a lo dicho que en la Argentina las enfermedades transmisibles respiratorias, diarreas agudas, VIH/Sida, tuberculosis, sífilis, Chagas, dengue, hidatidosis, leishmaniasis, hantavirus, etc. y las enfermedades transmisibles a través de los alimentos enferman y matan anualmente muchas más personas que el Coronavirus Covid-19 SARS-CoV-2.

SENASA ha sido un excelente ejemplo de cómo impedir el ingreso de enfermedades exóticas al país a través de animales o alimentos. Hoy el gobierno argentino, pese a sus dificultades económicas y un sistema de salud muy deteriorado, ha tenido muy buenos reflejos, para tratar de evitar la propagación de esta enfermedad.

Ahora, debería rápidamente organizar una estructura de prevención de epizootias preparada para dar respuesta inmediata a nuevas epizootias/epidemias o eventuales acciones de bioterrorismo, como ocurrió en 2001 con las cartas con esporas de carbunco (bacillus anthracis, ántrax) en Estados Unidos y, por cierto, también intoxicaciones masivas a través del comercio de alimentos. Desde la Segunda Guerra Mundial, nada ha causado mayor pánico y efectos económicos negativos globales como esta pandemia y no debería dilatarse la instauración de mecanismos de alerta temprana y organismos que actúen en consecuencia, para evitar que, como en este caso, importemos enfermedades exóticas.

A esta altura, entiendo que habría que hacer un ajuste a “la cuarentena” y, para ello, creo necesario aumentar en forma muy importante el número de test a realizar, de manera tal, que sólo puedan trabajar o transitar aquellos que resulten previamente negativos a la práctica. El costo del test saldría hoy unos $ 1.500 que debería estar (dos por mes obligatorios) a cargo de las empresas (más económico que el negocio cerrado), obras sociales (más económico que tener enfermos retransmitiendo en la calle) o privados (más económico que no tener actividad) y, del Estado, en el caso de los empleados públicos y personas vulnerables desempleadas (más económico que tener el país parado).

A su vez los mayores de 65 años, la población no activa o con patologías preexistentes debería mantenerse aislados (salvo salidas de supervivencia) como los que resulten positivos en cuarentena total obligatoria. Del mismo modo, niños y adolescentes que deberían postergar sus estudios hasta agosto y el desarrollo de sus clases en forma continuada hasta marzo (es una emergencia).

A ello habría que agregarle, el uso obligatorio del barbijo, la promoción del trabajo en la casa (teletrabajo) y la aplicación de sistemas tecnológicos para la obtención de turnos médicos, bancarios, organismos públicos, etc. Prestar mucha atención a las contaminaciones cruzadas a través de las superficies de contacto en supermercados y farmacias y, muy especialmente, en el ámbito hospitalario, donde llama la atención el contagio del personal médico y de enfermería.

La consigna es salgamos a conseguir los test, a relevar la población activa y pongamos a todos los científicos a la búsqueda de tratamientos y vacunas.

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad.

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EL COVID-19 Y SU POSIBLE IMPACTO ECONÓMICO EN ASIA PACÍFICO EN EL 2020: CASO CHINA

Ruvislei González Saez*

Asia Pacífico se ha catalogado como la región más dinámica económicamente en el planeta en los últimos años, pese al proceso de ralentización que venía mostrando la economía global. Varias han sido las razones que lo han justificado, pero especialmente el avance de dos grandes actores, China e India, con los más altos índices de crecimiento de las últimas décadas, a partir de sus procesos de reformas iniciados en 1978 y 1991 respectivamente. También sobresalen Japón, República de Corea y un grupo de países del Sudeste Asiático como Indonesia, Malasia, Tailandia, Singapur, Filipinas y Vietnam.

Por otro lado, la situación internacional se ha complejizado en los últimos años por la confrontación entre Estados Unidos y China, la ralentización de la economía mundial, las llamadas amenazas globales como el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de personas, entre otras, pero debe añadirse otra que había pasado casi desapercibido, que es el avance de enfermedades que atacan a humanos y animales originadas o expandidas hacia Asia convertidas en pandemias regionales y hasta globales. Sobresalen el virus de Nipah (1999-2001), H5N1 (2003), SARS (2003), H1N1 (2009), H7N9 (2013), por citar algunas en tan solo 25 años. Sin embargo, se torna preocupante la situación mundial, a partir de la expansión del coronavirus COVID-19, cuyo epicentro inicial fue en Wuhan, China a finales de 2019 y ya se ha expandido por más de 180 países y territorios en el mundo en 2020 (abril).

La economía global ya venía mostrando síntomas de desaceleración desde el año 2017 (gráfico 1). Sin embargo, el impacto del COVID-19, a medida de que se ha expandido, condiciona efectos devastadores a la estabilidad mundial. Luego de la paralización de una gran cantidad de sectores en el mundo, se prevé una contracción del producto interno bruto (PIB) global a niveles más intensos y distintos, posiblemente que los sufridos durante la crisis financiera internacional de los años 2008-2009.

Gráfico 1: Crecimiento de las principales economías 2017-2019 en % del PIB.

Fuente: Banco Asiático de Desarrollo (BAD), 2020:4.

Según el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), el COVID-19 está afectando y afectará al mundo a través de cinco canales de transmisión de la crisis:

    1. Disminución de la actividad económica de varios de los principales socios comerciales en el comercio de bienes. China por ejemplo, es un destino importante para las exportaciones de varias economías, por lo que las ventas podrían caer hasta alrededor del 10,7%, mientras, con la recuperación china existen afectaciones derivados de la propagación del COVID-19 en Estados Unidos y Europa.
    2. Caída de la demanda de servicios de turismo, (impactará más severamente a Europa, Estados Unidos, este de Asia y el Caribe). Se calcula que si la prohibición de viajes a causa del virus se prolonga por dos o tres meses, la actividad turística se contraería un 21% y 30% respectivamente.
    3. Interrupción de las cadenas globales de valor (CGV), especialmente en aquellos países que importan partes y bienes intermedios para sus sectores manufactureros, al principio desde China y ahora desde Estados Unidos y Europa básicamente.
    4. Caída de los precios de los productos básicos (commodities), sobre todo para los países exportadores de materias primas. El precio del petróleo cayó por debajo de US$ 30 el barril, con alto nivel de inestabilidad.
    5. Mayor aversión al riesgo de los inversionistas y el empeoramiento de las condiciones financieras globales. Parte de estos efectos ya se aprecian en la fuerte disminución de los índices bursátiles en la región de Asia.

En el mejor de los escenarios, el COVID-19 tendrá un impacto para el mundo de pérdidas valoradas en US$ 76.963 millones, es decir 0,1% del PIB global, en tanto para China tendrá impactos negativos de alrededor de los US$ 43.890 millones, es decir, un 0,3% del PIB total del gigante asiático, mientras para las naciones emergentes asiáticas (excluyendo a China y sí incluyendo a Vietnam) pérdidas de 0,2% del PIB, valoradas las pérdidas en alrededor de US$ 15.658 millones (BAD, 2020).

En un escenario moderado del impacto del COVID-19, el mundo tendría pérdidas de 0,2% como porcentaje del total del PIB global, con un momento de alrededor de US$ 155.948 millones. En tanto China, 0,8% del PIB total, con un monto de US$ 103.056 millones y las economías emergentes de Asia sin China se afectarían en conjunto un 0,2% del PIB combinado para un valor de US$ 22.284 millones. Hay que suponer que el mejoramiento de las condiciones en China, puede cambiar el panorama de afectación más favorable para Asia, pero no así para Estados Unidos (BAD, 2020).

En el peor de los escenarios se prevé pérdidas del 0,4% del total del PIB global valoradas en alrededor de US$ 346.975 millones, mientras China tendría pérdidas de un 1,7% del total del PIB con valores de US$ 236.793 millones. En ese sentido, las economías emergentes de Asia (sin China), contemplando a Vietnam, tendrían una pérdida del 0,5% del PIB combinado por valores de US$ 42.243 millones (BAD, 2020).

En estos momentos, el comercio mundial de bienes sufre reducciones, a partir de la paralización de muchos de los procesos. Sin embargo, el mejoramiento de las condiciones en China contribuye a poner en marcha la economía (con límites por las conexiones de las CGV). Ante esta situación, se complejiza para varias naciones asiáticas las exportaciones a los Estados Unidos y la Unión Europea (UE), lo que devendrá en elevados niveles de reducción de las exportaciones (abril-mayo). Los servicios, tendrán afectaciones severas de continuar la situación, especialmente el turismo y con ello las aerolíneas, hoteles y procesos asociados. Se proyecta elevadas caídas de arribo de turistas internacionales en el mundo, por encima de la crisis del 2008 y de las afectaciones de la pandemia SARS en 2003. Ello puede suponer desplomes entre 290 y 440 millones de turistas que dejarán de arribar a los diferentes destinos en el mundo, es decir, entre un 20% y un 30% (ver gráfico 2) y generar pérdidas entre US$ 300 y 450 mil millones al sector a nivel global. En ese sentido, el incremento sostenido del turismo a nivel global puede decaer a niveles entre el año 2012 y el 2014. (UNWTO, 2020).

Gráfico 2: Proyección de recepción de turismo en el mundo en miles de millones de dólares.

Fuente UNWTO, 2020.

Según (OIT, 2020), se encuentran 1250 millones de personas en riesgo de perder empleos. El organismo considera que es la peor situación después de la Segunda Guerra Mundial. Los sectores de más afectaciones son los de alimentos y alojamiento, ventas e industria manufacturera. Estos, juntos, representan el 35,7% del empleo global. Asia en cambio busca alternativas para generar empleos, especialmente China, mientras Japón, República de Corea, Vietnam, Singapur, entre otros desarrollan el teletrabajo como forma de mantener activos los procesos.

Economía asiática

Aunque Asia Pacífico se ha mantenido en los últimos años como la región de mayor dinamismo en el crecimiento económico global, también venía sufriendo una desaceleración como parte de la economía mundial. A la hora de analizar por subregiones, las únicas que mostraron crecimientos en el 2019 con relación a 2018 y a 2017 fueron Asia Central y las islas del Pacífico (ver gráfico 3). Pese a ello, incidió de manera positiva en el crecimiento regional el incremento de la demanda interna como contribución al crecimiento económico. En primer lugar se destacó el mayor aumento del consumo interno en Vietnam, Filipinas, India, Malasia y China. En segundo lugar influyeron las inversiones en India, Vietnam, China, Filipinas e Indonesia (BAD, 2020: 6).

Gráfico 3: Crecimiento de las subregiones de Asia en el período 2017-2019 en %.

Fuente: BAD, 2020:5

A la hora de evaluar el impacto del COVID-19 sobre el crecimiento del PIB en el 2020, las economías asiáticas más expuestas en el mejor de los escenarios y con más probabilidad de desaceleración son en primer lugar: Maldivas con una reducción de 1,4% del PIB, Cambodia con una reducción de 1,2%, Tailandia -0,8%, Hong Kong -0,7%, Mongolia -0,6%, Singapur -0,4%, Taiwán -0,35%, Vietnam -0,3%, Filipinas, Malasia, Brunei e Indonesia -0,2%, República de Corea -0,1%, India -0,05% y Pakistán -0,03%. Ello impacta también sobre otras economías asiáticas, pero este análisis incluye economías seleccionadas (BAD, 2020).

Al tener en cuenta el peor escenario, por el mismo orden estas economías tendrán impactos negativos, pero mucho más severos. En ese sentido Maldivas decrecería un 4,1%, Cambodia -2,8%, Tailandia -2,2%, Hong Kong -1,4%, Mongolia -1,5%, Singapur -1,0%, Taiwán -0,8%, Vietnam -0,7%, Filipinas -0,6%, Malasia y Brunei -0,4%, Indonesia y Sri Lanka -0,4%, República de Corea -0,3%, India -0,1% y Pakistán -0,05% (BAD, 2020).

Mientras, en un hipotético impacto del peor escenario, las caídas del PIB serían mucho mayores. La desaceleración de Maldivas muy dependiente del turismo, tendría reducción del 5%, Cambodia de -3,9%, Tailandia -2,8%, Hong Kong -2,2%, Mongolia -2,1%, Filipinas -1,7%, Taiwán, Pakistán y Sri Lanka -1,6%, Vietnam -1,5%, Singapur -1,4%, Indonesia -1,3%, Malasia -1,2%, India -1,1% y Brunei -0,6%, por citar algunas economías (BAD, 2020).

Debe destacarse, que si bien Asia Pacífico es la región de mayor dinamismo en la economía mundial, y China la locomotora, son entonces esta región y país los que conducirán en mayor grado a la variación del PIB global. En ese sentido, la reanimación china a partir de determinadas políticas económicas impulsadas desde finales de marzo puede mejorar la percepción de la situación, aun cuando el escenario en Europa y Estados Unidos empeore. De lograrse contener el COVID-19 en Asia en el segundo o tercer trimestre del 2020, profundizará el vínculo inter-asiático, en detrimento de las relaciones con Estados Unidos y Europa, implicando en un primer momento costos.

Si bien los tres grandes centros económicos tendrán impactos muy severos, también la región asiática en general sufrirá de desaceleración en el año 2020. Japón de manera particular, aunque se prevé que sufra impactos con contracción de 1,5%, tendrá mejor desempeño que en el 2018, a partir de las políticas económicas implementadas. En ese sentido, se prevé un crecimiento de un 0,5%,  (ver gráfico 4). De agravarse la situación la contracción será mucho mayor. Una de las economías que más se proyecta que crezca en las estimaciones es además de Bangladesh (7%), la India con un 4% (BAD, 2020).

Gráfico 4: Estimación de crecimiento para algunas economías de Asia en %.

Fuente: Elaboración del autor con datos de BAD, 2020. 

De manera general se prevé una afectación a las economías asiáticas, las que reducirán los crecimientos previstos para el período 2020-2021. Indudablemente ello impacta en la necesidad de una mayor intervención del Estado en los asuntos de la economía, así como en la regionalización de las CGV, para evitar interrupciones como las que se están generando en el contexto actual. No obstante, en comparación con el resto del mundo, se prevé crecimientos superiores para Asia.

Son las economías desarrolladas las que más compañías tienen, cuyo impacto de la pandemia COVID-19, les lleva a la revisión con reducciones de beneficio. En un mes, 2663 compañías de las mayores economías del mundo pasaron de un promedio de revisión a la baja en beneficios de un 6% el 4 de marzo a un 35% a finales del propio mes. Dentro de las compañías de los países de la región asiática, las más afectadas son 20 de Singapur con una reducción de utilidades en un 30%, 149 de República de Corea en un -29%, 36 de Tailandia en -28%, 35 de Malasia en -26% y 416 de China en -21% (UNCTAD, 2020).

El turismo es uno de los sectores más afectados por el avance del COVID-19 y algunas economías del área dependen grandemente de este para su crecimiento. En ese sentido, la pandemia tiene un impacto altamente negativo para Maldivas donde el turismo representa casi el 60% del PIB del país, así como las islas del Pacífico Palau, Vanuatu, Fiji y Samoa (50 al 20% respectivamente), Cambodia el 20%, Tailandia aproximadamente el 18%, Hong Kong el 10%. En menor medida Singapur, Sri Lanka y Malasia 8%, Laos 6%, Mongolia 6%, Taiwán 6%, Vietnam 5%, Myanmar, Timor Leste y Filipinas 5% (BAD, 2020).

En una primera etapa (enero-marzo) en la que el epicentro de la pandemia era China, los países más afectados, en el sector turístico por su alta dependencia del turismo chino fueron: Hong Kong que recibe un 68% de turismo chino con relación al total, Palau 39%, Cambodia 33%, Vietnam 32%, la República de Corea y Mongolia 31%, Tailandia 28%, Myanmar 27%, Taiwán 24%, mientras Singapur y Brunei 23% (BAD, 2020).

En el vínculo con el sector turístico, el transporte aéreo sufre impactos negativos. Particularmente la región que prevé mayores afectaciones a este tipo de transporte es Asia Pacífico con pérdida de alrededor de US$ 88 mil millones, en segundo lugar Europa con US$ 77 mil millones y en tercer lugar América del Norte con daños de aproximadamente US$ 50 mil millones. Las caídas previstas para las regiones mencionadas anteriormente en comparación con el año 2019 son de: 37%, 46% y 27% respectivamente. No obstante, debe destacarse que ha sido Asia la que mejor ha enfrentado la situación ante momentos de crisis regional como la del SARS en 2003, en comparación con la crisis global del 2008-2009, la cual en comparación con el resto del mundo ha sabido recuperarse mejor que el resto del mundo (UNWTO, 2020).

De manera general las cadenas de suministros fueron afectadas en el primer trimestre y continuarán siendo dañadas, aunque se prevé leve mejoría con la reactivación de China. Las reducciones principales en producción se destacan especialmente en República de Corea, Japón, Vietnam y Taiwán. De los tres grandes hubs en las cadenas de producción de bienes, China es una de ellas, en la que las tres mayores conexiones están vinculadas a Japón, Taiwán y República de Corea, en tanto Vietnam está más conectada a Japón (ver imagen 1). No debe dejar de mencionarse que está creciendo como hub dentro de la región de Asia, el área de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) conectado principalmente a China, pero también con otros hubs importantes de la región y el mundo. 

Imagen 1: Los tres mayores hubs interconectados en las CGV.

Fuente: CEPR, 2020

En ese sentido, debe interpretarse que aunque haya mejorado la situación en China y empeore en Estados Unidos y Europa, habrá afectaciones globales. Alrededor del 25% de las importaciones de Estados Unidos provienen de China, Japón y República de Corea, esto implica que la caída de las importaciones de Estados Unidos impacta sobre estas tres naciones, además que de seguir agravándose la situación en la nación americana y la UE impactará en la caída de las exportaciones de bienes chinas. Pero además, el 50%  del total de las importaciones de computadoras y equipos electrónicos de Estados Unidos provienen de estos tres países asiáticos. Vietnam también tiene valores importantes de envíos a Washington que aunque en el primer trimestre no se notó, si ocurrirá en el segundo.

El sector del automóvil, especialmente en el este de Asia ha tenido afectaciones graves promoviendo rupturas en las cadenas de suministros internacionales. Compañías como la coreana Hyundai ha tenido afectaciones en China, la firma japonesa Nissan cerró temporalmente una fábrica en Japón. Fiat-Chrysler podría cerrar una de sus fábricas en Europa. Jaguar Land Rover también podría cerrar temporalmente, todo ello a partir de las afectaciones de CGV desde China en un primer momento y desde la propia Europa y Japón en un segundo momento (CEPR).

En el sector de los textiles, dentro de los grandes hubs en las CGV, la mayor conexión de Vietnam está con la República de Corea y con China, lo que tendría impactos negativos, pero menores que los de India, Taiwán, entre otros.

En resumen, los sectores que más han estado en revisión a la baja de los beneficios en primer lugar son el de la energía y materiales básicos (-208%), aerolíneas (-116%), automóviles y autopartes (-47%), hoteles y restaurantes (-41%), consumidores cíclicos (-24%), materiales básicos (-13%) entre otros (UNCTAD, 2020). Las mayores caídas serán en los países desarrollados, por lo que en la medida que China, Vietnam y Cambodia puedan recuperarse podrían tener afectaciones de un 20% en las inversiones, mientras los países desarrollados podrán tener superior al 30%.

En Asia, los países del Sudeste Asiático tendrán menos impactos que otras grandes economías de la región y del mundo debido a que el comercio intra-ASEAN es el que predomina. A su vez, debe destacarse el estímulo al comercio electrónico y de la economía digital en sentido general. El COVID-19 ha promovido los esfuerzos de la Cuarta Revolución Industrial, especialmente en Japón, China, República de Corea, Tailandia, Singapur, Malasia, Indonesia, Vietnam y Filipinas. Se ha aumentado el teletrabajo como forma de no paralización de la actividad económica y la promoción de la economía del conocimiento. En ese sentido, como oportunidad la pandemia ha acelerado estos procesos y ha conducido a tomar las medidas necesarias para la implementación de ellos. Esto ha supuesto la disminución en el sector alimentario y de compras con la paralización de restaurantes y compras personales en tiendas, a la vez que aumenta el proceso de entrega a domicilio por la vía del comercio electrónico. Añádase la utilización de robots para actividades sanitarias y evitar contagios particularmente en Japón, China y Vietnam.

Particularmente en el Sudeste Asiático se ha podido lograr lo antes mencionado por un crecimiento en la penetración de internet al 65%, de las redes sociales al 63% y la conectividad móvil al 132%, aun cuando el Plan Conectividad total está previsto para el 2025. Por supuesto que ello implica mejorar la infraestructura digital, crear bancos solamente digitales y aumentar la existencia de los sistemas de pagos móviles, así como también desarrollar una plataforma de pago digital único, primero internamente y luego entre la ASEAN. Tales acciones conducirán a establecer regulaciones de salvaguarda para pagos digitales y avanzar en la propuesta que viene implementando el bloque de las ciudades inteligentes con mejoramiento de los sistemas digitales y la conectividad en red. En proceso de avance esta la creación de ID digital nacional en cada país ASEAN para la entrega de servicios propios del gobierno y la certificación de interoperabilidad entre la ASEAN. También conduce a tomar las medidas de estandarización de la protección de la información, firma electrónica, ciberseguridad y leyes de privacidad entre la ASEAN, un mejor estudio de las criptomonedas y en ese marco incluye la creación de un grupo ASEAN para la lucha del cibercrimen (ADBI, 2019). 

Variación de precios de algunos Commodities y la situación alimentaria

En relación con el precio de los Commodities, el COVID-19 refuerza las variaciones, algunos de los cuales tienden a la baja en función de la caída de la demanda global, causados en gran medida por los cierres de fronteras y establecimientos de cuarentenas por solo citar algunos casos. Los más afectados han sido los de energía con caída de un 55,1% en relación con 2019, en el que hasta el momento el precio del barril ronda los US$ 30 (ver gráfico 5). Solo se prevé para el año, crecimiento de los precios para el trigo, el oro y ligeramente el café repercutiendo directamente sobre varias naciones asiáticas. Particularmente positivo para Vietnam que se ha caracterizado por ser uno de los mayores exportadores de café (UNCTAD, 2020).

Gráfico 5: Variación del precio de algunos Commodities en 2020 en relación al 2019 y 2018 en %.

Fuente: Elaboración del autor con datos de UNCTAD, 2020: 7. 

China es el mayor consumidor de materias primas mundial. Cualquier movimiento en su demanda tiene una repercusión en el precio, principalmente en el de los metales industriales utilizados en la fabricación de coches, aviones y aparatos electrónicos. La cotización del cobre, el níquel, el aluminio y el zinc, entre otros, han presentado pérdidas por el avance de COVID.19. Por ejemplo, el precio del cobre (el barómetro para medir la salud económica mundial) ha caído más de un 7% desde enero y ha perdido todo lo avanzado al cierre del año 2019, cuando se anunció un primer acuerdo entre Beijing y Washington para resolver la guerra comercial. Esta caída afecta a Perú y Chile, los dos principales productores mundiales de este metal, fundamental para la industria de Hubei, en China.

De manera general, el avance del COVID-19 está afectando el suministro de alimentos y también la demanda. El cierre de fronteras, de mercados, las cuarentenas en los diversos países, las interrupciones comerciales y de las CGV está restringiendo el acceso a suficientes y diversos recursos nutricionales. Según (FAO, 2020) existen alimentos para no entrar en pánico. Sin embargo, los hacedores de políticas necesitan ser cuidadosos en las políticas y no caer en los mismos errores de 2008. No obstante, para el período abril-mayo e incluso junio, habrá interrupciones en las cadenas de suministros. Las restricciones de movimientos impiden que agricultores y procesadores de alimentos avancen en los procesos de producción y comercialización. Mientras el cierre de restaurantes y tiendas de productos alimenticios provocan disminuciones de demandas de productos frescos y ello también afecta a productores y suministradores. En este sentido, se afecta de manera particular el sector acuícola tanto de China como Vietnam.

Sector sanitario

En medio de la difícil situación sanitaria generada por COVID-19, son pocos los países que han tenido respuesta efectiva, a partir de las infraestructuras nacionales de salud, ya sea por la capacidad científico-tecnológica, productiva, el desarrollo de la industria biotecnológica y farmacéutica, los recursos financieros, y el personal altamente calificado o preparado. En este sentido, resaltan República de Corea, China, Singapur, Japón, India, Tailandia y Vietnam. No obstante, el 35% del suministro de equipos médicos a nivel global lo realizan tres países: Alemania, Estados Unidos y Suiza. Mientras el 40% de los suministros de productos de protección personal, lo realizan China, Alemania y Estados Unidos.

Llama la atención que en el 2019, los principales importadores de bienes médicos a nivel global fueron en su mayor parte, los países más afectados por la pandemia en estos momentos. Es decir, entre los diez mayores importadores están en primer lugar Estados Unidos, Alemania y China. Le siguen por orden Bélgica, Holanda, Japón, Reino Unido, Francia, Italia y Suiza. Sin embargo, China fue en el 2019 el mayor exportador de productos de protección personal dominando el mercado con alrededor del 17,2% de las ventas totales. En la exportación de respiradores y ventiladores el mayor suministrador, con el 18% del total lo tiene Singapur, mientras en cuarto lugar con el 10% China después de Estados Unidos y Holanda (WTO, 2020).

Entre los países asiáticos con capacidad para suministrar kits para realizar test de COVID-19 están China, República de Corea y Japón. En el caso particular de China, además del gobierno, se destaca el apoyo dado por el gigante del comercio electrónico Alibaba que ha realizado donaciones a 24 países latinoamericanos entre ellos, Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, República Dominicana, Perú y Cuba; este último por los efectos del bloqueo económico y financiero de Estados Unidos, ha dificultado su arribo a la isla. Junto a los kits para test, ha enviado trajes protectores, respiradores termómetros a varios países asiáticos como Afganistán, Bangladesh, Cambodia, Laos, Maldivas, Mongolia, Myanmar, Nepal, Pakistán y Sri Lanka, entre otros. Vietnam también ha comenzado a desarrollar dos tipos de kits de pruebas que utilizan con éxito técnicas de biología molecular (RT-PCR y RT-PCR en tiempo real) (EFE, 2020).

Para el comercio de productos como el jabón de mano en el marco de la Organización Mundial del Comercio (WTO en inglés), la mayor parte de los países miembros aplican tarifas arancelarias de alrededor de un 17%, mientras algunos países imponen hasta 65% de arancel. El abastecimiento de protección en la lucha contra el COVID-19 ha tenido aranceles de aproximadamente 11,5% y en algunos países de 27%. Solamente hay cuatro actores que no aplican ningún arancel para ningún equipo médico, Hong Kong (China), Macao (China), Islandia y Singapur (Tabla 1). En el momento que azotó el COVID-19 a China la media de tarifa como nación más favorecida fue de 4,5% para todos los productos médicos, mientras otra nación afectada, la República de Corea aplicó un arancel medio de 5,9% (WTO, 2020). 

Tabla 1: Último arancel (nación más favorecida [NMF]) aplicados para productos médicos en el marco de la Organización Mundial del Comercio (WTO en inglés).

Fuente: Elaboración del autor con datos de WTO, 2020: 14-16.

Es interesante, que a la hora de analizar por regiones las exportaciones de suministros médicos, es Asia una de las que más medidas de restricciones tienen. En ese sentido, sobresalen Kazajstán, India, Pakistán, Tailandia, República de Corea como prohibidas las exportaciones, mientras China e Indonesia tienen prohibiciones (de facto) para las ventas y Vietnam tiene límites (BM, 2020). Sin embargo, la actual situación ha generado cambios.

Sector financiero

En el sector financiero se destaca una caída de las inversiones. Este es un proceso que venía desarrollándose, pero que el COVID-19 ha reforzado. Es decir, habrá caídas entre un 30% y un 40% en el año. El 61% de las transnacionales más importantes han emitido nuevos informes preocupantes a partir del mes de marzo. La mayor afectación global ha estado dada por la interrupción de las CGV con China como uno de los tres mayores hubs. Por tanto, en la medida que China vaya reactivándose podría conducir a un mejoramiento, pero se produce otra afectación por los hubs Europa y Estados Unidos.

En ese sentido, habrá reducciones de las inversiones extranjeras directas (IED) particularmente en Estados Unidos y Europa. Asia en general mostrará caídas en comparación con períodos anteriores causada por dos razones, en primer lugar un proceso que venía desarrollándose y en segundo, afianzado por el impacto del COVID-19. Podrá verse una leve recuperación en el segundo semestre, por debajo del 2019, pero que permitirá una mejor dinámica de las economías de China, India, Bangladesh, Vietnam y Cambodia entre otros.

La posesión de reservas de divisas por parte de la región asiática, permitirá apalancar la situación y enfrentar los desafíos que aún están por venir. En este sentido, tres países que han sido severamente afectados por la pandemia, es decir China, República de Corea y Japón, tienen reservas para poder enfrentar la situación, lo que indudablemente generará reducciones de estas. Hasta 2018, los países con mayor posesión a nivel mundial, son China con US$ 3.161,5 miles de millones y Japón con US$ 1.204,7 miles de millones. Le siguen en la región: Hong Kong, US$ 437,5 miles de millones; India, US$ 397, 2 miles de millones; República de Corea; US$ 385,3 miles de millones; y Singapur, US$ 279,8 miles de millones (BM, 2020). Seis países y territorios asiáticos poseen más reservas que todos los países de Europa, África y Medio Oriente y las Américas.

China, Japón, República de Corea, India y Singapur, se ubican entre los 15 países con mayores reservas a nivel mundial. Pero debe añadirse que también otros como Tailandia, Indonesia y Malasia poseen reservas por encima de los US$ 100 mil millones, mientras Filipinas, Vietnam y Australia sobrepasan los montos de US$ 50 mil millones (BM, 2020).

En cuanto a las políticas cambiarias, debe destacarse grandes problemas en las variaciones de tasa de cambio, el cual hasta el momento se ha movido favorable a los exportadores, pero negativo para los importadores. En ese sentido, ante el estímulo y crecimiento monetario de Estados Unidos a partir del rescate aprobado para enfrentar la situación, las presiones y la compleja situación en la UE; la tasa de cambio de algunas de las monedas de la región con respecto al dólar, han sufrido y podrán sufrir devaluaciones a lo largo de año 2020 en torno entre 0,1 y 6% con la excepción del yen japonés en función del comercio de productos agrícolas ante la necesidad de garantizar la soberanía alimentaria (ver gráfico 6). 

Gráfico 6: Posibles variaciones de las tasas de cambio de algunas monedas de la región de Asia con respecto al dólar estadounidense en %.

Fuente: Elaboración del autor con información de FAO, 2020

Impactos del COVID-19 en la economía de China

El COVID-19 ha sido la situación sanitaria que más se ha propagado por China y que fue más difícil de contener desde la propia fundación del país como República Popular en 1949. A su vez, es la pandemia que más se ha extendido a más de 179 naciones y territorios del mundo, constituyendo ya no solo un desafío del gigante asiático, sino también del planeta. La necesidad de la lucha conjunta contra esta situación afianza el principio promovido por el presidente Xi Jinping, con el avance de la iniciativa de la Franja y la Ruta, es decir, la “construcción de una comunidad de destino común para toda la humanidad” incluso la necesidad de impulsar la Ruta de la Seda Sanitaria promovida en el 2017. De no trabajar en conjunto, los impactos de esta pandemia serán nefastos para la estabilidad económica mundial.

No es casual entonces que China promueva la cooperación a nivel mundial, incluso apoyando a Estados Unidos. La nación asiática está consciente que mientras más cooperación, más rápido puede combatirse la pandemia y causar menos daños no solo a la economía china, sino mundial. Son diferentes las proyecciones de crecimiento que realizan diversos organismos para el cierre del 2020 y 2021 de China, a partir de los posibles impactos del COVID-19. Indudablemente las afectaciones han sido severas, al caer los niveles de producción industrial en más de 30 años especialmente en el primer trimestre. Incluso en el mes de febrero la actividad se redujo al 36% en el sector manufacturero, mientras a 30% en el sector no manufacturero, lo que condujo a una severa contracción (BM, 2020).

Con el consumo de carbón a partir de la demanda de electricidad, condujo a una consecuente actividad económica que permitió contribuir al PIB. Además, las diferentes acciones implementadas por el Partido Comunista de China (PCCH), bajo la dirección de Xi Jinping han conducido a una reanimación inmediata de una serie de sectores de la economía de manera gradual. Estas acciones, junto a otras políticas económicas implementadas con el propósito de seguir profundizando el consumo interno, en medio de una cada vez más compleja situación global, condicionarán un incremento de las estimaciones del PIB en los próximos trimestres especialmente en los dos últimos del año. En ese sentido, varios organismos estiman diversos crecimientos económicos para el período 2020-2021 (ver gráfico 7), en tanto el autor desarrolla su propio cálculo teniendo en cuenta que considera que se está obviando la gran capacidad de China en el actual contexto y que puede mostrar sorpresas al mundo. 

Gráfico 7: Previsiones del crecimiento de China para el período 2020-2021 en %.

Fuente: Elaboración del autor con datos de OECD, BAD y BM, 2020.

En el presente se incluye además de los pronósticos del BM, OECD y BAD, los cálculos del autor del PIB por la vía del gasto en el que llega al resultado expresado (5,2% para 2020 y 6,9% para 2021) a partir del cálculo por la vía siguiente y que fue superior:

PIB = CH + CG + CIPSFL + FBKF + VE +X – M

CH: consumo de hogar

CG: consumo de gobierno

CIPSFL: consumo de instituciones privadas sin fines de lucro.

La dinámica del consumo interno, aunque tuvo su reducción a principios de año, debe destacarse que constituye una de las principales razones que condicione el incremento de la previsión del PIB chino.

FBKF: Formación bruta de capital fijo que representa el valor de mercado de la variación, en un período determinado de las existencias de materias primas y materiales, trabajos en curso o producción en proceso (excepto obras en construcción) y productos terminados. En este sentido, China tuvo grandes afectaciones en el primer trimestre y puede ser enfrentando situaciones adversas, debido a la situación del COVID-19 en países suministradores de materias primas y partes dentro de las CGV, especialmente de Europa.

VE: Variación de existencias

X: Exportaciones

M: Importaciones

Lo cual también puede expresarse en su versión resumida como:

PIB = CF + ACB + Xn 

Donde Xn son las exportaciones netas previstas, o sea la diferencia entre exportaciones e importaciones y que en las estimaciones se prevé a partir de los datos reales de períodos anteriores y las caídas previstas en el primer trimestre y segundo en función del agravamiento de la situación en Estados Unidos y Europa. Mientras en el Sudeste Asiático se profundiza el comercio con China a partir de un impulso económico chino y de un mejoramiento de la situación frente al COVID-19. Tal proyección puede variar en los próximos meses.

Las afectaciones de las exportaciones chinas a la UE no se dieron tanto en el período enero-febrero de 2020, sino particularmente en el período marzo-abril 2020. Los envíos chinos a Estados Unidos venían presentado caídas desde el 2019, a partir de la confrontación comercial bilateral, en el que en el mes de enero de 2020 fueron superiores las ventas que en igual período de 2019. El mejor mercado que ha experimentado tasas positivas para China ha sido el Sudeste Asiático. Sin embargo, se han incrementado exportaciones de productos de protección sanitarios al mundo entero, aunque también otra gran parte han sido donaciones.

Teniendo en cuenta que el porcentaje del turismo en las exportaciones de servicios del país representa solo el 1% del PIB, los daños en este sector no serán tan severos a diferencia de España que este sector representa el 16% y Estados Unidos que representa el 10%. China es mucho más emisor de turistas que receptor. En sentido de los gastos totales de turistas extranjeros en el mundo, el 19% le corresponde a la nación asiática, mientras el 10% a Estados Unidos, Alemania 7%, Reino Unido 5% y República de Corea 3%. Tan solo estos cinco países representan el 44% del gasto global (UNWTO, 2020). En cambio, otro países si tendrán mayores impactos por el viaje de turistas chinos, en primer lugar la República de Corea (40% de los turistas que arriban son chinos), Vietnam (32%), Japón (30%), Tailandia (28%) y Taiwán (23%).

En cuanto a las cuestiones financieras, China con relación a la crisis del 2008 tiene una deuda externa mayor. Pero aún tiene capacidades para hacerle frente a la situación, incluyendo las reservas que posee para enfrentar las capacidades de pago, a pesar de que en los últimos años se reducen (ver gráfico 8). Ante este escenario complejo frente al COVID-19 y otros que venían desarrollándose hubo un incremento de los niveles de deuda externa del país (y se prevé un incremento para el cierre de 2020) y una disminución de las reservas de US$ 3.161,5 miles de millones en 2018 a US$ 3.060,6 miles de millones en marzo de 2020 (BM, 2020 y Xinhua, 2020). 

Gráfico 8: Deuda externa de China en millones de dólares.

Fuente: BM, 2020.

Particularmente la deuda gubernamental de China también se incrementó de un 38% del PIB en 2013 a 45% en 2019 y se prevé para 2021 que sea de un 58% del PIB. Aun así, se encuentra en los límites permisibles y muy por debajo de otras economías vecinas como Malasia, Vietnam, Laos y Mongolia o de grandes economías como Estados Unidos y países europeos, estos últimos que sobrepasan el 100% en relación al PIB (BM, 2020). 

Políticas de respuesta para el tratamiento del COVID-19

Una de las primeras medidas vinculadas a los viajes, fue la severa restricción al tráfico doméstico e internacional de personas y el requisito de cuarentena estricta. Mientras como respuesta de salud, todas las provincias chinas declararon emergencia de salud pública, así como se levantaron los dos mayores hospitales en Wuhan en tiempo récord a nivel global, mientras se desarrollaron los servicios médicos gratuitos para enfrentar el COVID-19.

China liberó 20.000 toneladas de carne de cerdo de sus reservas centrales con el fin de aumentar el suministro del mercado, según el Ministerio de Comercio. A su vez, prevé poner más reservas de carne en el futuro, para atender adecuadamente a la demanda. Según los datos oficiales, los precios de la carne porcina, un alimento de consumo básico para la población china, continúa disminuyendo en el país como resultado de las múltiples medidas adoptadas por el gobierno para aumentar la oferta, entre las que se incluyen un aumento en los subsidios para restaurar la producción de cerdos, la liberación de las reservas de carne porcina congelada y la expansión de las importaciones.

Como política monetaria, el Banco Popular de China (BPCH) implementó variación de las tasas de interés, financiamiento líquido del 1,0% del PIB en los primeros dos meses de 2020 (0,4% del PIB mayor que el del pasado año), facilidades de refinanciación (0,8% del PIB) y recorte efectivo de la proporción del requisito de reserva el 16 de marzo que podría disparar 0,5% del PIB en base a la liquidez monetaria, así como incremento del control regulatorio de los fondos de préstamo cerca del 0,2% del PIB.

Como política fiscal se aplicó un estímulo de inversión pública  del 1,3% del PIB, medidas para facilitar las restricciones de liquidez de las pequeñas y medianas empresas (PYMES) (1,2% del PIB), gastos para el control y la prevención epidémica del 0,1% del PIB, exención de pago de impuestos para la provincia de Hubei, así como también, reducciones entre el 3% y el 1% para otras provincias que fueron afectadas por la pandemia. Otras aplicadas fueron rebajar/eximir el pago a los empleados de las contribuciones para la seguridad social y exonerar de aranceles a los suministros importados para el control de COVID-19 (BM, 2020).

China, a través del BPCH emitió US$ 988.000 millones de dólares (7 billones de yuanes a tasa de cambio de marzo 2020) en préstamos en el primer trimestre para apoyar la economía afectada por coronavirus. Los nuevos préstamos denominados en yuanes de China tuvieron un incremento de 1,2% en relación con los préstamos de igual período del año 2019. El emisor mantendrá una liquidez del mercado razonablemente suficiente para satisfacer las demandas prácticas y evitar una escasez de efectivo o el aumento de la inflación.

El BPCH añadió otra cuota de préstamos y redescuentos de 500.000 millones de yuanes para ayudar a las micro, pequeñas y medianas empresas a obtener créditos para la reapertura de sus negocios, seguida de un incremento de una cuota extra de redescuento de 1 billón de yuanes para bancos pequeños y medianos. 

Proceso de recuperación en China y cambio de algunos patrones.

El mercado chino se ha convertido en un lugar estratégico para muchas empresas con IED, especialmente en la costa Este del país. En la provincia de Zhejiang a medida que la epidemia ha ido disminuyendo, una gran parte de las compañías ya han logrado reanudar alrededor del 90% de su capacidad de producción en el mes de abril. No obstante, algunas otras han optado por “hibernar” y esperar a que el mercado se recupere. La ciudad que más se ha demorado en reiniciar operaciones ha sido Wenzhou, que fue la más afectada por la epidemia.

Algunas empresas han ajustado rápidamente sus líneas de productos para satisfacer las cambiantes demandas del mercado. En estos momentos, la situación demanda un grupo de productos a escala global, algunos de los cuales son de carácter temporal, pero otros pudieran ser de carácter permanente. Esta crisis cambia muchas cosas. Para el caso de empresas vinculadas al sector de tejidos, algunas modifican sus producciones a partir de la demanda de toallitas desinfectantes, batas quirúrgicas, máscaras y otros materiales han estado aumentando debido al brote de la neumonía.

Algo que ya se esperaba que sucediera, independientemente de la mejora de la situación en China y no en el resto del mundo, es que habrá afectaciones con el suministro de materias primas y en general la interrupción de las cadenas de suministros de la CGV, lo que como lección llevará a acortar estas. Un ejemplo es Zhejiang Liebherr Zhongche Transportation System Company, empresa mixta que fabrica sistemas de ventilación y aire acondicionado que se ha estado beneficiado de la expansión de la construcción ferroviaria a nivel nacional en China, sin embargo, algunos de sus materiales clave son importados de Francia e Italia, dos de los países epicentros del COVID-19 en Europa. No obstante utilizar materiales sustitutivos fabricados en China, el costo aumentará en un 20%, lo que llevará a encarecer precios o buscar nuevos mercados de suministros cercanos.

Aunque haya recuperación en China, la dinámica de las exportaciones caerá por la compleja situación global y por tanto, afectará también a esas empresas que están localizadas en el gigante asiático y cuyos principales mercados de exportación son Estados Unidos y Europa. Para superar las fluctuaciones del mercado, Sinomax (Zhejiang) Polyurethane Technology Company respondió con una inversión de US$ 20 millones en I+D, y un cambio de su enfoque orientándolo hacia el mercado chino.

A inicios de abril se desarrolló una reanudación de la producción en el sector manufacturero de China al 98,6%. Es decir, que las principales empresas industriales del país retomaron sus labores según el Ministerio de Industria y Tecnología Informática. A su vez, alrededor del 89,9% del personal de las compañías industriales con ingresos anuales superiores a US$ 2,8 millones había regresado a sus puestos de trabajo. En Hubei, el indicador de reanudación laboral en los negocios industriales supera el 95%. Ya regresaron a la normalidad la producción y operación de las grandes compañías farmacéuticas que procesan ingredientes vitamínicos, antibióticos, antipiréticos y analgésicos. Mientras tanto, a nivel nacional, el 76% de las PYMES han vuelto a funcionar normalmente. Unas 92 empresas líderes en industrias clave han ayudado a impulsar la reanudación laboral en más de 400.000 entidades de la cadena industrial y más de 350.000 compañías en China habían obtenido créditos a tasas preferenciales (Xinhua, 2020). 

Conclusiones

La pandemia del COVID-19 está reforzando la crisis económica internacional, la que se expresa en la caída del PIB global en términos generales, mientras afecta severamente el comercio, las cadenas globales de valor, el turismo, las aerolíneas, el sector de los alimentos y alojamientos entre otros de manera particular. Aunque Asia y China específicamente fue el epicentro global de la pandemia en un primer momento, la pronta respuesta de sus Estados, ha conducido a que esta región reduzca los efectos negativos más rápidamente que cualquier otra y la que podría, pese al impacto negativo, impedir caídas mayores en el PIB mundial.

Los principales centros económicos Estados Unidos, Europa y Japón tienen altos índices de enfermos y por tanto, con excepción de China que se ha ido recuperando, el resto podría agudizar los efectos de una recesión que indudablemente tendrá caídas en los crecimientos para el período 2020-2021. Los países más dependientes del turismo sufrirán grandes caídas especialmente las islas del Pacífico. En tanto se prevé según los organismos internacionales mejores proyecciones para Bangladesh, India, Vietnam, por citar algunos.

Asia Pacífico es la región que más afectaciones de pandemias locales, regionales y globales ha sufrido en los últimos años. Esto condiciona que en el futuro podrán surgir otras. El COVID-19 ha sido una lección donde demostró la importancia de la actuación del Estado y de la inversión en la salud pública. La inversión pública constituye una de las formas en que Asia podría conducir a crecimientos en relación con otras regiones, mientras el aumento del consumo interno es otra, especialmente en China, India, Vietnam, entre otros.

El impacto que puede tener en el futuro condiciona que las empresas mundiales replantearán las cadenas de suministro multinacionales que dominan la producción hoy día. En ese sentido, se achicarán las CGV, así áreas más cercanas.

Lo más importante que se expresa en la actual coyuntura de expansión de COVID-19 es que por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos no es el líder en el impulso de los esfuerzos de la comunidad internacional en un proceso, ya sea de guerra, paz o situación excepcional. Indudablemente el coronavirus COVID-19 está influyendo en la aceleración del proceso de desmontaje del liderazgo hegemónico de Estados Unidos, mientras afianza el liderazgo de China, independientemente de todo el proceso de sinofobia que intenta promover. Es China la protagonista de estimular acciones de apoyo a las naciones en medio de la pandemia, así como promueve las lecciones a través de iniciativas de comunicación con el resto de los Estados. China envió ayuda a Italia antes que la UE,  también envió asistencia a Asia, a las Américas incluyendo los propios Estados Unidos, África, etc. También se destaca la asistencia de la República de Corea fundamentalmente en Asia, Europa y las Américas y no se puede dejar de reconocer también a Vietnam en su apoyo a países asiáticos y europeos.

Una lección es que se rescata el rol del Estado en las políticas económicas de los países y especialmente en la necesidad de poner mayor atención en los sistemas sanitarios. Lo que puede conducir al desmontaje parcial o total de los modelos neoliberales. Aunque muchos plantean que la actual situación acelera el proceso de desglobalización, lo cierto es que lo que hace es acelerar una globalización más centrada en China que en Estados Unidos. A la vez que, refuerza el movimiento del centro de gravedad de Occidente a Oriente.

Se producirá un refuerzo del movimiento hacia el nacionalismo, la rivalidad de las grandes potencias y el desacoplamiento estratégico.

Las estimaciones para el crecimiento de China al cierre del presente año según varios organismos están entre el 2,3% y el 4,9% del PIB, sin embargo, el autor considera que el país podría crecer en torno al 5,2% (incluso superior) a partir de las potencialidades que tiene el país fundamentalmente en la reactivación de la demanda interna y del impulso del sector privado y estatal en consonancia con el mercado regional asiático.

China ha ido impulsando una reanimación de la economía, pero indudablemente un agravamiento de la situación del COVID-19 en Europa y Estados Unidos impactará negativamente sobre el gigante asiático por el alto nivel de interrelación. Se producirán algunas adecuaciones en determinadas producciones a partir de la demanda global actual, incluso algunas permanecerán para el futuro a partir de las lecciones aprendidas por la dirección del Partido y Estado chinos. En estos momentos el crecimiento económico mundial depende de China como locomotora y es a su vez, el líder de la cooperación internacional. Las políticas económicas aplicadas han sido coherentes y han permitido reanimar de manera inmediata la economía nacional. 

* Centro de Investigaciones de Política Internacional, Cuba.

 

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