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LA INFORMACIÓN ES TERAPÉUTICA Y LA INFODEMIA ES TÓXICA EN LA PANDEMIA

Elio Prieto*

Imagen: Shutterstock

A medida que pasan los días la situación en el AMBA tiende a estabilizarse mientras que aumentan los casos en las provincias como Jujuy, Mendoza, Rio Negro y Santa Cruz. Cierta prensa repite a diario la palabra “récord” para referirse a los muertos en 24 horas.

Sin embargo, en muchas, demasiadas ocasiones no hay un análisis que pretendan explicar lo que está ocurriendo, que ayude a entender cómo se relaciona la conducta social con los resultados en la pandemia. Hay un mecanismo disociativo que no puede explicarse por la ignorancia de la población, formamos parte de una sociedad hiper comunicada, para bien o para mal, pero en cualquier caso no debería ocurrir lo que refería Frazer en “La rama dorada”, que había pueblos que en el siglo XIX no relacionaban la cópula con la fecundación.

Ahora todos saben que no cumplir con las medidas de protección en la pandemia tiene consecuencias, pero en el lado opuesto a la fecundación.

Se sabe pero, no siempre se acepta ni se cumple con las medidas más simples de cuidado y está reiteración en el error, debe motivarnos a reflexionar acerca de cuáles son las causas de esta negativa y las consecuencias que acarrea para unos u otros.

En medio de todo esto una esperanza. Durante la mañana y la tarde del Día de la Primavera, los jóvenes que se acercaban a los boques de Palermo, usaban barbijo y mostraban un interesante apego a las medidas de protección. Aunque, en ocasiones las carcajadas hacían salir los tapabocas de sus sitios, narices afuera las más de las veces, otras las bocas y también se acercaban, hasta tocarse, se tironeaban del brazo y juntaban las cabezas porque que es casi imposible extirpar en unos meses la comunicación física de la memoria biológica de la especie.

Sin embargo, a la hora que en otros años los bosques lucían colmados, ese día aparecían semivacíos. Los jóvenes también se llamaron a buen recaudo y demostraron más conciencia que la de los que durante la última decena han abarrotado los bares bajo la protección de una palabra mucho más pronunciada que cumplida: protocolo.

Este el mes en que en España, Francia e Inglaterra se perfila lo que pudiera ser una segunda ola de contagios, pero que en cualquier caso es un pico que aparece después de las reaperturas. Tal y como dijera Naomi Klein “Cada vez que la normalidad vuelve, gana el virus”. Es una situación que aquí alerta a quienes les preocupa el sostenido aumento en el acumulado de casos y de muertos y de la que también toman nota los que pretenden con esos mismos muertos demostrar que la cuarentena fue una opción fallida. La “bala de plata” utilizada al inicio y que ahora aparentemente inútil, brilla en el barro de la calle, no es un recurso valido para tratar de frenar las muertes que, como dijo un científico muy respetado, equivalen a la caída de un avión diario.

Parece que en otros países, las balas de plata pueden seguirse utilizando por lo que vuelven a la cuarentena estricta, como en Israel o aíslan barrios como en Madrid o segmentan los aislamientos severos como en Inglaterra. En algunos de esos países los movimientos anti cuarentena amenazan las decisiones de los gobiernos con el fantasma de la desobediencia y la posibilidad de la obligación de recurrir a medidas drásticas para enfrentarla.

Ahora puede decirse que hay más de 20.000 muertos y se repite aunque en paralelo, son pocos los que discuten la sensatez de mantener abiertos los bares y parece que no es posible relacionar esto con lo otro. Bares con muertes. Distanciamiento, cuarentena. Palabras que están dejando de tener un significado y que de acuerdo a quien las pronuncia expresan cosas distintas.

Es incomprensible el tratamiento comunicacional que se da al par dialéctico: conducta social / número de contagios y muertes diarias.

Aunque la conducta, no es la única causa de contagios, es la que está a nuestro alcance como ciudadanos contribuir a modificar, ya que somos nosotros los que por razones muy diversas somos los agentes transmisores del SARS-2-CoV-2.

Este simple hecho nos impone que debamos ser conscientes de nuestra responsabilidad como potenciales propagadores de una enfermedad que puede ser mortal y de hecho lo está siendo y a corto plazo.

El ritmo de duplicación se ha incrementado, el hecho de que diariamente mueran más de 200 personas y en algunos casos se sobrepasen las 300, debe hacernos reflexionar.

El conspiracionismo es un fenómeno mundial alentado por algoritmos de inteligencia artificial que acumulan adeptos que se retroalimentan con la infodemia. Es difícil razonar con ellos; porque los discursos irracionales al estar globalizados, alcanzan para algunos la condición de verdad indiscutible. La absoluta falta de asidero en evidencias científicas no es un obstáculo para que alcance la preeminencia, todo lo contrario, porque se asiste a la entronización de lo relativo. La multiplicidad de verdades inmunes a que los hechos no las respaldan, por lo que se les niega a los hechos la condición de tales.

Se hace tabla rasa del valor de la autoridad científica y se arrastra la realidad hacia el absurdo, donde nada obedece a la necesidad de verificación en la práctica y todos tienen la posibilidad de amplificar sus mensajes. Un logro enorme para la difusión pero, que en las manos equivocadas engendra monstruos: paranoia, conductas lesivas. Representa el predominio de los algoritmos de inteligencia artificial en la promoción de la desinteligencia cuando no de la estupidez. Es como si Discépolo hubiera previsto que un burro y un gran profesor tendrían acceso a las redes sociales con evidentes ventajas para el primero.

La aceptación de los datos de la burbuja informativa personal hace que sólo se mire lo que complace y si la idea es que los jóvenes al enfermarse traerán la inmunidad de rebaño, pues así es. La carga de muertes entre los susceptibles, se aparta porque no encaja en el modelo mental de esa burbuja y en último caso se toma cual si fuera un fenómeno natural, sin influencias de la conducta desaprensiva y egoísta de algunos de aquellos que tienen menos probabilidades de enfermar gravemente.

En medio de la pandemia se han agudizado los extremos y se plantea con toda claridad la urgencia de darle a la comunicación el papel terapéutico necesario para que la sociedad pueda solucionar éste y otros muchos retos en los que la conducta de millones es determinante. Sea el cambio climático con sus tormentas feroces o los fuegos sin control, sea la desertificación, la contaminación química, la pérdida de la biodiversidad en el curso de una extinción o la actual pandemia.

Es necesario mostrar mejor la realidad, el espacio real debe ocupar el centro del espacio virtual, lo que significa en este momento, conocer lo que viven pacientes y personal de salud en las UTI. Es que la prudencia aconseja y la ética impone mostrar la lucha de aquellos pocos a los que, parafraseando a Churchill, muchos debemos agradecer tanto. En tal sentido, es necesario enseñar. Es notorio que en las pocas oportunidades en que se muestran consecuencias de la enfermedad, se pasa como de soslayo, se evitan las imágenes que expliquen lo que ocurre en la realidad. La que se niega en las redes y por los que no “creen” mientras el personal de salud, está apostando todo por el prójimo.

Es por eso que hay que mejorar la información acerca de las consecuencias de esta enfermedad. Las que sufren los pacientes graves y las que desde hace meses experimenta el personal de salud, sometido a unas tensiones que no podemos imaginar. Es imprescindible generar empatía, es urgente que se vea lo que ocurre. Por cierto que respetando como un valor supremo, la autonomía, la inviolabilidad de lo privado y el decoro de los actores de este drama. La beneficencia hacia la sociedad impone evitar la despersonalización de los números. Es necesario que no nos adaptemos a las estadísticas. Detrás de cada número hay una tragedia.

Existen formas de mostrar la realidad, sin violar la intimidad, ni la dignidad de enfermos y familiares. Pero en los medios no hay suficientes imágenes y testimonios que traspasen la barrera negacionista de algunos, que son demasiados; por el contrario se puede percibir en ciertos énfasis noticiosos, un tono esperanzador y de paisaje después de la batalla, precisamente cuando los muertos son más.

Está claro que si a ese grupo que considera que “cuidarse es un derecho y no un deber” o que simplemente ya olvidó lo que pasa y tiene sus pensamientos puestos en las próximas vacaciones, no se les muestra hasta dónde pueden llegar con sus inconductas, van a seguir haciendo delivery del virus.

La vacuna, cuya gestión está siendo correcta, está lejos y relativamente mucho más con estas cifras de duplicación.

¿Qué hacer para preservar todo lo ganado durante estos meses?

Frente a los que no entienden, la respuesta no puede ser esperar a que la muerte tal y como uno de los 4 jinetes, les infunda pánico.

Hay muchos que sienten temor, es una reacción frente a la amenaza. Los muertos al ser cada vez más, son con mayor frecuencia, el ejemplo de una experiencia inmediata que un grupo cada vez más nutrido, puede narrar en primera persona. La compañera de trabajo que lleva varios días en terapia. El empresario conocido, el entrenador del hijo de un amigo. Es que en la medida que se producen más contagios, los enfermos y los muertos sufren una dramática transformación de noticias en pérdidas tangibles.

Tengo conocidos y amigos que uno y otro día van a trabajar en los centros de salud donde se atienden al decir de los conspiracionistas: los enfermos de una epidemia inventada, donde se suman muertos por COVID de forma capciosa, para alimentar el miedo en medio de una conspiración mundial.

Ocurre que opuestos como en un espejo, nuestros amigos y conocidos enfermeros, médicos, personal de limpieza y de ambulancias son lesionados y muertos por la ola de casos, cuya altura depende en buena medida de la negación de los delirantes, aunque también del cansancio de los muchos que relajan su conducta, se olvidan de la susceptibilidad de los otros, al tiempo que exageran su probable inmunidad.

No cuentan con el hecho de que también van cayendo temporal o definitivamente, los trabajadores sanitarios que tendrían una vez más que entrar a la sala para asistirlos, si en razón de tanto buscar el virus negado, terminan por encontrarlo. Por eso las conductas de protección siguen siendo abandonadas en lugar de aumentar ante los reportes diarios que muestran un mayor número de contagios diarios.

Es una necesidad sanitaria exponer, narrar diríase, los efectos de esta enfermedad sobre el cuerpo. Hace falta un “ver para creer socializado” antes de que la enormidad de los números sean el principal recurso para que la sociedad comprenda que no habrá normalidad si no la logramos reconociendo que ahora no puede haberla. Que nuestra generación está atravesando un tiempo en el que todo, absolutamente todo, está patas arriba. Debemos aprender a caminar afianzando nuestros pies en el techo. Hasta que el peso de nuestra sensatez nos ayude a volver a caminar sobre el piso.

 

* El autor es médico genetista. Investigador en Genética Toxicológica y profesor universitario. Centro de Altos Estudios en Ciencias Humanas y de la Salud (CAECIHS). Universidad Abierta Interamericana.

©2020-saeeg®

 

ESCENARIOS COVID-19 Y GEOPOLÍTICA DE LA INFODEMIA

Sunamis Fabelo Concepción*

Imagen de Thomas Ulrich en Pixabay

 

Introducción

La aparición del nuevo coronavirus y la posterior pandemia en que devino la Covid-19, llegó acompañada de la infodemia: se trata de la sobrexposición informativa a que hemos estado expuestos en un ambiente de preocupación, estrés, ansiedad y angustia.  Este fenómeno no ha generado más que desinformación, tras la cual puede advertirse determinada intencionalidad.

En el siguiente trabajo se expone el desarrollo de los escenarios en materia comunicacional en torno a la pandemia Covid-19, desde la perspectiva de las Relaciones Internacionales. En tal sentido se presenta un acercamiento a lo que pudiéramos llamar la Geopolítica de la Infodemia, muy relacionada con la Geopolítica de la Tecnología. A la hora de gestionar la crisis básicamente se han identificado dos modelos: el asiático y el occidental. Alrededor de ello giran toda una serie de cuestiones que escapan a la coyuntura de la pandemia y que sin lugar a dudas marcarán tendencias en el complejo entramado Comunicación-política-Relaciones Internacionales. 

Escenario Comunicacional antes de la Hora Cero

Antes de la aparición del nuevo coronavirus en la provincia china de Wuhan y desatarse la pandemia a inicios de 2020, el 2019 había dejado abierto el debate sobre una serie de cuestiones que, sin dudas, debían impactar en la agenda internacional de la nueva década en materia comunicacional.

Entre estos temas puede destacarse el desarrollo de la quinta generación (5G) de redes inalámbricas para móviles, liderada por las compañías chinas Huawei y ZTE. En este escenario se ha venido desarrollando un complejo proceso de confrontación, presión y cooperación entre un grupo importante de países, entre los que se destaca, EUA, la UE, Japón, China y Rusia, fundamentalmente, debido a la competencia, rivalidad e interdependencia que condiciona esta cuestión.

Esta quinta generación convirtió la conectividad en una plataforma con lo cual las redes de acceso inalámbrico proporcionan una conectividad sin fisuras, extendida e ilimitada para todas las personas y organizaciones, y por tanto aumentaba significativamente la capacidad del control y procesamiento de datos en tiempo real. Ante este escenario, algunos países expresaron su preocupación ante la factibilidad de que Beijing pueda usar estas redes para ejercer presión o efectuar algún tipo de vigilancia electrónica. Por lo tanto entre los posibles escenarios se barajaba la posibilidad de que cada una de las potencias creara su propio “ecosistema” tecnológico para reducir su dependencia mutua y así obligar a sus aliados a una adhesión incondicional; de manera que en un futuro pudiera emerger uno o diversos telones de acero tecnológicos y, en último término, avanzar hacia una cierta “desglobalización” digital[1].

Este escenario puso de manifiesto una vez más como la competencia geopolítica se ha ido trasladando también al ámbito de la tecnología y las comunicaciones como nueva frontera del poder y escenario de reedición de la Guerra Fría. Sin dudas, esta bipolaridad tecnológica ha comenzado a crear nuevas esferas de influencia. Por si fuera poco, con el 5G todavía en una primera fase de implementación, ya se abría la carrera por el siguiente gran estándar, la Sexta Generación (6G), por parte de Japón, lo cual no solo es expresión de una competencia mundial, sino que de concretarse condicionaría una rearticulación de las alianzas.

El avance tecnológico de China ha sido objeto de críticas por Occidente, bajo la acusación de utilizar herramientas tecnológicas de enorme capacidad en función de represión política. En relación con esto fueron titulares en los últimos meses de 2019 las protestas en Hong Kong y la represión de los uigures en Xinjiang.

Un fenómeno asociado a este escenario es el impacto de la postverdad en el multilateralismo. Según señalan algunos especialistas, la geopolítica de la postverdad ha transformado amenazas y estrategias, en construcciones de alianzas. Rusia y China han tomado la iniciativa para intentar establecer leyes de ciberseguridad que les permitan mantener un mayor control sobre el flujo de información en la red para salvaguardar los intereses nacionales.

Relacionado con este escenario, otro de los grandes retos de inicio de la década fue el empoderamiento digital. Ello ha estado muy relacionado, por una parte, con la preocupación de muchos gobiernos sobre la capacidad desestabilizadora de la desinformación, acelerada por unos cambios tecnológicos que avanzan a mayor velocidad que cualquier intento de regularlos. Por otra parte, debido al hecho de que, cada día más, grandes imperios digitales, a partir del procesamiento de datos y análisis algorítmico, acaban conociendo a las poblaciones mejor que sus gobiernos y han desarrollado una extraordinaria habilidad para escapar a su control.

Desde las revelaciones de Edward Snowden sobre los servicios de inteligencia de los Estados Unidos y el Reino Unido en 2013, hasta los más recientes escándalos protagonizados por Cambridge Analytica y Facebook, la confianza del usuario occidental se ha visto comprometida y la del usuario asiático se ha puesto en alerta. Lo cierto es que, en países asiáticos u occidentales, los sistemas de inteligencia artificial, de una manera u otra, contribuyen al control y la vigilancia de sus ciudadanos, dotando a las fuerzas de seguridad de grandes cantidades de información que puede ser procesada de manera rápida y eficiente.

Como ha podido apreciarse, el escenario comunicacional de la década que se abrió el 1º de enero de 2020, variaría en gran medida, teniendo en cuenta el curso de los acontecimientos que han sobrevenido. Sin embargo, aún en las circunstancias emergentes, las prioridades descritas no solo se mantienen sino que se han desbordado, adquiriendo matices que las ratifican y actualizan y abren nuevos enfoques sobre los mismos debates.

Efecto Wuhan: Geopolítica de la Infodemia

En marzo del 2020, tras una evaluación, la OMS decidió que la COVID-19 puede ser caracterizada como una pandemia. Este hecho desencadenó un contexto de incertidumbre, alta percepción de riesgo y alarma social. A los altos niveles de estrés que provocaba la amenaza de contraer un virus, que estaba evidenciando significativos porcientos de letalidad, se sumó la ansiedad que provocaba el llamado al confinamiento en los hogares. En este contexto se aceleró el consumo de las TICs, y con ello la sobreexposición a información sobre el tema, agregando así al fenómeno de la pandemia el de la “infodemia”, o sea, la sobrecarga de información no fiable que se propaga rápidamente entre la población. La sobreexposición informativa vino acompañada de noticias falsas, bulos, rumores, teorías de la conspiración, por lo tanto, se generó así un ambiente de gran desinformación. La paradoja información-desinformación se ratificó como un instrumento de poder, a través de la cual es posible viralizar el miedo y el desconcierto y sembrar el pánico social, manejado desde grandes monopolios de la comunicación, con intereses muy particulares, alimentados gracias a nuestros propios datos. Es así que esta pandemia amplificó las vulnerabilidades de un mundo conectado física y comunicacionalmente.

Unido a la alarma social y la incertidumbre se generó especulación sobre posibles medidas antes que estas se tomasen, por tanto desconfianza en las instituciones, los gobiernos, acompañado de un discurso de odio, con el objetivo de alimentar la estigmatización de comunidades concretas o agendas políticas concretas. En esta línea, la OMS de conjunto con la OPS consideraron pertinente hacer un llamado a partir de la emisión de un documento alertando sobre este fenómeno asociado a la infodemia: Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de COVID-19[2], del 12 de marzo del 2020. A continuación se citan algunos fragmentos del documento que señalan determinadas cuestiones las cuales pueden resultar relevantes teniendo en cuenta el tema que nos ocupa ya que sin dudas tienen una influencia directa en aquellas tendencias que desde los primeros momentos de la pandemia se consideraron podían comenzar desarrollarse:

Este virus no debe asociarse con ningún grupo étnico ni nacionalidad. Demuestre empatía hacia todas las personas afectadas, dentro de un país dado o procedentes de cualquier país. Recuerde que las personas que están afectadas por COVID-19 no han hecho nada malo, no tienen culpa y merecen nuestro apoyo, compasión y amabilidad.(…)

No se refiera a las personas que tienen la enfermedad como “casos de COVID-19”, las “víctimas”, las “familias de COVID-19” o los “enfermos”. Se trata de “personas que tienen COVID-19”, “personas que están en tratamiento para COVID-19”, “personas que se están recuperando de COVID-19” y que, una vez superada la enfermedad, seguirán adelante con su vida, su trabajo, su familia y sus seres queridos. Es importante separar a la persona de tener una identidad definida por COVID-19, para reducir el estigma.

Minimice el tiempo que dedica a mirar, leer o escuchar noticias que le causen ansiedad o angustia. Busque información únicamente de fuentes confiables y principalmente sobre medidas prácticas que le ayuden a hacer planes de protección para usted y sus seres queridos. Busque actualizaciones de la información una o dos veces al día, a horas específicas. El flujo repentino y casi constante de noticias acerca de un brote epidémico puede hacer que cualquiera se sienta preocupado. Infórmese sobre lo que en realidad está sucediendo, no escuche los rumores y la información errónea. Recopile información a intervalos regulares, del sitio web de la OMS, el sitio web de la OPS y de las plataformas de las autoridades nacionales y locales de salud, a fin de ayudarle a distinguir los hechos de los rumores. Conocer las informaciones fiables pueden ayudar a minimizar el miedo.

Sin dudas, las indicaciones referidas hablan de una alerta frente al fenómeno de la estigmatización en el contexto de la pandemia: el miedo a la otredad y todo lo que en un contexto de emergencia sanitaria puede atribuírsele. El instinto de supervivencia en situaciones extremas, que pueden ser maximizadas y manipuladas por los grandes conglomerados mediáticos, tan propensos a la espectacularización de todo lo que acontece en función de determinados intereses, también reviste una clara intencionalidad. La misma puede o no ser percibida por el ciudadano común, y por tanto es fuente de bulos, rumores y noticias falsas, o en última instancia genera confusión o desconfianza. La “Teoría del Rumor” y el estudio de las “Representaciones Sociales” son importantes referentes teóricos desde la psicología y la sociología desde los que puede abordarse el estudio de este fenómeno.

De manera que, en relación con la pandemia, dentro de las principales narrativas explotadas por los grandes medios de comunicación pueden destacarse tres fundamentales, en las que el ciudadano común es coparticipante y a partir de las cuales dialoga con el entorno que le rodea y explica los acontecimientos que le afectan: Teorías de la conspiración (política y economía), Predicciones apocalípticas (religión) y Teorías ambientalistas (naturalista).

Entre los debates que más han sido polemizados por los medios sobresale el referido al origen del virus y toda una serie de especulaciones en torno al mismo. Entre otras, las más extendidas pertenecen a la teoría de la conspiración y reproducen la confrontación entre tres protagonistas, China, Rusia y Estados Unidos.

Otro de los campos muy sensibles a las percepciones y los rumores, es el económico. Sobre el mismo giran especulaciones que van desde los mercados bursátiles y todo tipo de escenarios futuros hasta la economía doméstica, revertida en el acaparamiento y la amenaza de la escasez.

Así también, en un contexto de emergencia sanitaria es natural que surja el debate sobre quienes están mejor equipados para hacer frente a la pandemia. En medio de la difícil situación sanitaria con el avance de COVID-19, son pocos los países que han tenido respuesta efectiva, a partir de las infraestructuras nacionales de salud, ya sea por la capacidad científico-tecnológica, productiva, el desarrollo de la industria biotecnológica y farmacéutica, los recursos financieros, y el personal altamente calificado o preparado. En este sentido, han sobresalido las posiciones de República de Corea, China, Singapur, Japón, India, Tailandia y Vietnam[3].

Sin embargo, estos debates suelen simplificarse en deliberar entre las estrategias seguidas por las llamadas democracias liberales o los llamados regímenes autoritarios, identificando estos últimos con los asiáticos que, supuestamente pueden imponer medidas mucho más estrictas sobre su población, porque su naturaleza de vigilancia permanente, centralismo y capacidad de control se los permite. Según el filósofo surcoreano Byung–Chul Han, autor de “La Sociedad del Cansancio”, en Asia, especialmente en China, las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa, y también confían más en el Estado. Así también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital. Apuestan a que en el big data podría encerrarse un potencial enorme para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia a las epidemias las combaten no solo los virólogos y epidemiólogos, sino principalmente los informáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Occidente todavía tiene mucho que aprender. Es así que los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas, según este autor porque la conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente inexistente y apenas se habla ya de protección de datos, incluso en Estados liberales como Japón y Corea. Nadie se enoja por el frenesí de las autoridades para recopilar datos[4]. De manera que hay una confrontación y debate sobre modelos políticos en relación con las capacidades disruptivas de la tecnología.

Otro debate que se ha abierto es el del papel del Estado nación y las instituciones en una contingencia como la que se presenta. Por ejemplo en Francia, en Alemania o en Italia, donde se emprendía contra la Europa de Schengen, se pedía el cierre de fronteras desde el primer momento y se alimentaba la idea de la pandemia como una amenaza exterior. Los discursos políticos de la extrema derecha están llenos de ejemplos recientes que vinculan inmigración y amenazas sanitarias (Jaroslaw Kazcynski, Matteo Salvini u Ortega Smith). Las tendencias que a día de hoy se avizoran en este particular describen el reforzamiento del Estado y del nacionalismo, asociado a una política de fronteras, fragmentación y estigmatización, lo cual legitima el discurso y posición de las fuerzas de derecha más radicales en la UE.

En este sentido, es importante apuntar que esta crisis ha manifestado y potenciado el fenómeno de la fragmentación al interior de la UE en diversos aspectos. Uno de ellos es precisamente la posición respecto a China. En el contexto europeo las redes sociales fueron espacios de apoyo social, denuncia y lucha a nivel de las subjetividades. España e Italia, los países más azotados por el virus fueron escenario de este activismo desde las redes, denunciando desde el confinamiento, haciéndose eco de la quema de banderas de la UE como protesta frente a la incapacidad de los gobiernos nacionales y de las instituciones comunitarias para hacer frente a la situación, a la vez que aceptaban y agradecían la ayuda del gigante asiático así como de Rusia y Cuba, sin importar su signo político.

De otra parte, en aras de deslegitimar la cooperación, se ha recurrido en el discurso a presentar una China portadora o creadora del virus, la cual primero utilizaba las redes sociales para censurar información y posteriormente para su reconstrucción de imagen, aduciendo como una vez superado lo peor de la crisis sanitaria se ofrece como aquel que tiene experiencia para saber cómo actuar o como el donante solidario con aquellos que ahora están en el peor momento de la pandemia.

Es así que, desde el discurso político, en algunos casos, también se ha polarizado la gestión de la crisis, sobre todo entre las fuerzas políticas de extrema derecha, de una relativamente reciente emergencia, amparada en un estilo comunicativo de corte populista, ya sea en Europa o en América. En esta última, ante el acceso a una sanidad de calidad muy desigual, se ha puesto de manifiesto la incapacidad de gestionar la crisis de muchos de los líderes representantes de la extrema derecha que han optado por un discurso de escepticismo frente a la grave situación, abogando por la revitalización de la economía y el cese de la cuarentena. Sobresale el caso de la autoproclamada presidenta de Bolivia Jeanine Añez en su comparecencia, quien mientras anunciaba la cuarentena, expresó: “Queridos bolivianos pido a ustedes unirnos en una oración permanente. Este domingo inicia una cuarentena total y pido que podamos realizar un ayuno en oración, arrepentimiento y fe, para que sea nuestra mayor arma de lucha contra esta enfermedad. Que Dios bendiga a Bolivia” Sin embargo, la propuesta de recibir ayuda médica cubana fue rechazada de facto por Añez[5].

Por su parte, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro en su posición de subordinación a Washington, inicialmente calificó la pandemia de “gripecita” y ha seguido haciendo campaña contra las medidas de cuarentena decretadas por algunos gobernadores de Estados, como Joao Doria en Sao Paulo o Wilson Witzel en Río de Janeiro. La campaña anti-cuarentena de Bolsonaro, que reza “Brasil no puede parar”, llevó a la jueza Laura Bastos Carvalho de Río de Janeiro a ordenar al gobierno brasileño “abstenerse” de promover actitudes de rechazo de las medidas de confinamiento[6].

Por su parte el presidente Donald Trump, también ha dado un enfoque político al tema, al identificar la pandemia como “el virus de China”. Así también, la crisis ha reforzado su discurso de fronteras, antiinmigrante, así como el llamado a reactivar la economía del país. En otro orden de cosas, se ha politizado el tema sobre las investigaciones para encontrar una vacuna, a lo cual se ha dado la connotación de carrera, y se ha asociado a teorías de la conspiración. Sin embargo, Washington ha aceptado la ayuda de China, Vietnam, Rusia. No obstante, en medio de la contingencia sanitaria, ha recrudecido el bloqueo económico y comercial contra Cuba, obstaculizando el envío de ayuda (especialmente material médico indispensable para manejar la crisis) desde estos mismos países y otros a La Habana, lo cual ha complicado significativamente la situación de la isla, que se ha visto obligada a encontrar alternativas mucho más costosas y en tiempo récord.

De manera que, en cuanto a las salidas de la crisis, en sentido general, se manejan dos cuestiones: Integración-cooperación o salvaguarda de los Estados-nacionales-proteccionismo. A ello se suman diversos análisis sobre los impactos de la crisis que también bipolarizan los modelos a seguir: capitalismo o comunismo (renovado[7]); lo cual, respectivamente se combina con los binomios libertad-democracia o control-autoritarismo. Así también, se tiende a confundir estado de excepción con excepcionalidad permanente. En general de lo que se ha tratado es de simplificar y sintetizar así análisis mucho más complejos sobre el futuro de modelos sociales o políticos y su lugar en la posible conformación de un nuevo orden mundial.

Tras la desinformación (aparente) que se genera en un ambiente de sobreexposición informativa (aparentemente desorganizada), hay cálculo predictivo de respuesta (estrategia) y por tanto hay intencionalidad. Sin dudas este contexto ha sido propicio para solventar contradicciones y da lugar a que se pueda hablar de una “geopolítica de la infodemia”. Debe tenerse en cuenta que una crisis global como lo es una pandemia, requiere un fuerte liderazgo de acciones globales coordinadas. Y esto constantemente se fractura desde los medios en nombre de las ideologías, entorpeciendo la necesaria coordinación entre los principales actores mundiales.

La posición cooperativa de países como China, Rusia, Vietnam, y Cuba, (por mencionar aquellos que en las representaciones sociales se identifican con la satanización del socialismo o el comunismo), matiza los imaginarios y allí donde la solidaridad, la cooperación surgen como el aliciente para garantizar la sobrevivencia humana, aparecen también intentos por boicotearla y deslegitimarla desde una lógica geopolítica y simplista. En este contexto, sin dudas, grandes expectativas e interrogantes se abren en cuanto a la reconfiguración de la imagen de estos países, que han sido de las naciones que han logrado controlar con mayor eficacia la pandemia tanto en virtud de sus sistemas políticos, económicos y de salud pública nacionales como de su disposición de cooperación y coordinación internacional.

En sentido general, la experiencia de esta pandemia ha modificado el rumbo de los acontecimientos. Aunque aún es pronto para aventurarse a plantear un escenario, la década que recién comienza, está marcada, a día de hoy, por altos niveles de incertidumbre en todas las esferas, ello generará, cambios significativos en el orden mundial y las estructuras de poder, y por ende, realineamientos y construcciones de potentes alianzas.  Sin embargo, en materia comunicacional, el curso descrito por de los debates desarrollados en este contexto permite avizorar algunas cuestiones importantes a tener en cuenta para escenarios futuros. 

Escenarios comunicacionales postpandemia: entre desafíos e incertidumbres

Aventurar cualquier proyección de escenario post-pandemia, a día de hoy, significa invitar a reflexionar sobre el reto de aprender a convivir con desafíos e incertidumbres, inherentes a cualquier cuestión, en coherencia con un mundo indetenible, resultado de procesos de globalización, pero que se han redimensionado en el contexto actual.

La crisis de la Covid-19 ha puesto de manifiesto que la esfera tecnológica ha sido fundamental para que el mundo no se paralice por completo; así como también este ha sido un espacio fundamental en el que se puso de manifiesto la competencia geopolítica. Por tanto, la disputa Tecnológica persistirá, pero podrían considerarse, dentro de los posibles escenarios, nuevas dimensiones y determinados matices en torno a la misma. La carrera por el control de los datos y de la información se perpetúa como la expresión más concreta del poder. Sin embargo, dentro de la competencia coexistirán determinados niveles de cooperación que podrán ir consolidándose a largo plazo.

En otro orden de cosas y muy relacionado con lo anterior, la única forma de consumo que casi con toda seguridad fue beneficiada durante la crisis ha sido Internet, plataforma a partir de la cual fue posible dar curso parcialmente a la “vida cotidiana” a partir de propiciar el teletrabajo, intercambio a nivel internacional de la comunidades científicas para abordar estrategias en aras de manejar la propia crisis, los servicios en cierta medida, la información, el entretenimiento tan importante en un momento donde el llamado es a mantenerse en casa, incluso expresiones de protesta, denuncia en las redes sociales, la cultura, la educación, entre otras experiencias que sin dudas se potenciarán y extenderán en lo adelante.

De manera que la crisis sanitaria multiplicó exponencialmente nuestra dependencia de los dispositivos y de las grandes empresas tecnológicas. La cuarentena ha amenazado la subsistencia de innumerables empresas de entretenimiento, cultura, turismo o moda, al tiempo que ha supuesto la llegada de un enorme capital a las plataformas tecnológicas. Según especialistas[8] en el tema, es probable que la acumulación exponencial de conocimiento complejo durante estos meses en los campos de la biotecnología, la informática, la robótica, la estadística, la ingeniería de sistemas o de datos complete en un tiempo récord la revolución tecnológica que venía desarrollándose.

Es así que se prevé tras la descomunal inyección de dinero y de macrodatos que se está proporcionando a empresas como Google, Amazon, Facebook o Netflix, un importante impulso al desarrollo de la inteligencia algorítmica. Especialmente este escenario se concibe para el sector de la salud en lo que se refiere a la gestión de una epidemia a partir de la informática, lo que otorgaría un descomunal poder de decisión a las máquinas.

En ese sentido, debe destacarse que durante el encierro, los niños y estudiantes en general se están acostumbrando a recibir información y conocimiento a través de las computadoras; se está monitorizando a través del móvil la temperatura o la geolocalización de los afectados por el virus; los abuelos están descargando incluso las aplicaciones a las que eran reticentes; todo el mundo se ha familiarizado con Skype, Google Hangouts o FaceTime y millones de fanáticos del deporte, ante la suspensión mundial de los campeonatos, se han empezado a aficionar a las competiciones de deportes electrónicos[9]. De manera que el cambio en las rutinas marcará los nuevos pulsos del desarrollo tecnológico y su incorporación en la vida cotidiana.

En estos momentos los modelos de gestión con éxito de la epidemia son, sobre todo, los asiáticos. Comparten el uso de aplicaciones de seguimiento de los ciudadanos que han estado en zonas de contagio o que padecen la enfermedad. En general el mundo se prepara  para implementar nuevas estrategias de biocontrol, lo que implica la posibilidad de que los gobiernos accedan a nuestras coordenadas y a  nuestro ADN, o que deleguen parte de sus decisiones en inteligencias artificiales.

Es así que, la geopolítica que se avecina pasa por el papel del ecosistema digital, para lo cual tiene un valor fundamental la soberanía de los Estados. En ese sentido, la efectividad de la experiencia asiática, pasa por la cooperación, signo de su regionalismo abierto y de la coordinación de sus organismos multilaterales, a pesar del amplio marco de diferencias que comparten, lo cual compite con un Occidente mucho más fragmentado. La herencia confuciana que distingue a los asiáticos, que antepone el bienestar de la comunidad frente al individuo, implica elementos de fortaleza ante la nueva situación, evidenciando el contraste cultural, en lugar de las mal llamadas políticas autoritarias[10]. Sin embargo, nunca antes como ahora, los diversos avances tecnológicos que impactan directamente en la vida de las personas reclaman la necesidad de resignificación de la dignidad humana en su cotidianidad compartida con la tecnología, cuestión que se ha mantenido como asignatura pendiente.

En ese sentido uno de los principales desafíos es el cambio tecnológico y su impacto sobre los modelos productivos, en el empleo, por ejemplo. Atravesamos una enorme transformación del mercado laboral, que sin dudas se profundizará. Este cambio se debe a la intervención de la tecnología en el tipo de funciones que desempeñan los humanos en el entorno profesional y esto, a su vez, está alimentando un aumento muy marcado de la desigualdad. El desarrollo tecnológico actual colisiona de manera directa con las funciones que a día de hoy desarrollan seres humanos en el mercado laboral. Este proceso impacta directamente en una rápida precarización de los trabajadores.

A nivel político las tendencias económicas descritas ya estaban produciendo un vaciado del centro ideológico, y un movimiento hacia los extremos del espectro político. Esa polarización se evidencia como una consecuencia directa de la inseguridad y preocupación que genera en múltiples colectivos el proceso de transformación del mercado laboral y la sensación de incertidumbre económica que le acompaña y que la emergencia sanitaria traducida en el confinamiento que impone la cuarentena ha exacerbado. A ello se suma que este escenario también ha remarcado el complejo problema de la brecha digital, y la contradicción de un mundo cada vez más conectado y más desigual en cuanto al acceso: Los desconectados o la otra cara de la geopolítica de la tecnología.

América Latina y el Caribe y África son claros ejemplos de ello. En este contexto la región latinoamericana y caribeña remarca su condición de ser la más desigual del mundo, y el aumento de la dependencia del uso de las tecnologías digitales exacerba tales desigualdades. También existen fuertes desigualdades en la tasa de conectividad según segmentos de ingresos. Aunque se han hecho planes para promover el uso de dispositivos digitales en los sistemas educativos, muchas instituciones educativas no cuentan con la infraestructura de tecnologías digitales necesaria. Además, existen brechas en el acceso a las computadoras y a Internet en los hogares, por lo tanto, los procesos de enseñanza y aprendizaje a distancia no están garantizados. Existen disparidades de acceso a los dispositivos digitales y a Internet de banda ancha entre las poblaciones urbanas y rurales, entre los sexos, entre las poblaciones que hablan o no el idioma oficial (español o portugués), y entre las poblaciones con y sin discapacidades[11].

El caso africano es aún más preocupante sobre estas cuestiones teniendo en cuenta las tendencias que se han ido avizorando más exitosas para enfrentar la cuarentena preventiva y controlar la crisis sanitaria. Cuando hablamos de los avances de la conexión a internet en África, hay muchas diferencias que deben ser tomadas en cuenta. No solo hay una desigualdad por países, en función de los niveles de desarrollo de cada Estado y de las políticas gubernamentales con relación a las inversiones del sector tecnológico. También existen al interior de cada realidad nacional diferencias sociales, de género y muy acentuadas entre el campo y la ciudad con respecto a sus posibilidades de acceso y cobertura de las redes. Por otra parte, África destaca por la escasez noticiosa en determinados escenarios, si se le compara con el volumen de noticias que corren diariamente en internet sobre otras regiones y, sobre todo, si se toma en cuenta la cantidad de acontecimientos políticos y problemas estructurales acumulados en muchos de los países africanos[12].

De manera que la ética de la dignidad debe incorporar también estos grandes desafíos, siendo el punto de partida para luego analizar conceptos centrales, tales como, el derecho a la protección de los datos personales y los principios que éste implica, así como un enfoque específico —en forma genérica— que vincula tecnología y dignidad humana, tal es el caso de internet de las cosas, big data, drones, impresión 3D, protección de datos personales, entre otros.

Es así que, desde la geopolítica de la infodemia y de la tecnología, es posible vislumbrar que entre los principales debates a que se enfrentará el mundo, después de la crisis desatada por la pandemia de la Covid-19, estará el de la vigilancia totalitaria y el empoderamiento ciudadano. Y, por otra parte, el aislamiento nacionalista frente a la solidaridad global. Sin embargo, la cuestión fundamental radica en que en el centro de las políticas públicas debe ubicarse la dignidad humana, para asegurar el pleno respeto y garantía a los derechos humanos. Esta pandemia, a pesar de su terrible carácter letal, tiene el potencial de ser una oportunidad para el cambio y nuestro crecimiento como personas y como sociedades. Sin dudas,  después que todo termine, surgirán nuevos escenarios y nuevas formas de relación. Se habrá construido así una nueva “foto” de la realidad, más completa que la que se tenía previamente a través de un consenso mínimo y una visión compartida de la situación. Esos mínimos acordados serán los nuevos pilares sobre los que se construirán en adelante nuevas formas de la geopolítica de la globalización, y se reconducirá el avance hacia un modelo de desarrollo verdaderamente sostenible e inclusivo.

* Doctora en Ciencias Históricas (2017, Universidad de La Habana). Máster en Historia Contemporánea y Relaciones Internacionales (2011, Universidad de La Habana). Licenciada en Filosofía (2007, Universidad de La Habana). Investigadora y Profesora Titular del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI). Ha desarrollado varias investigaciones y asesorías sobre estudios euroasiáticos, euromediterráneos y de comunicación política, especialmente en el campo de la antropología política, en lo referido a representaciones sociales y diálogo cultural. Es autora de numerosos trabajos relacionados con estos temas. Coordina e imparte diversos cursos de grado y posgrado en la Universidad de La Habana y la Universidad de Artemisa. Entre 2007 y 2010 fue investigadora del Centro de Estudios Europeos. (sunamisfabeloc@yahoo.es)

 

Referencias

[1] Oriol Farrés (coordinador). “La creciente rivalidad estratégica China-EEUU y sus ramificaciones regionales”. Anuario Internacional CIDOB, https://www.cidob.org/es/articulos/anuario_internacional_cidob/2019/la_creciente_rivalidad_estrategica_china_eeuu_y_sus_ramificaciones_regionales

[2] “Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de COVID-19”. Organización Panamericana de la Salud, https://www.paho.org/es/documentos/consideraciones-psicosociales-salud-mental-durante-brote-covid-19

[3] Ruvislei González Sáenz. “El Covid-19 y su impacto económico en Asia pacífico en el 2020: Casos China y Vietnam”. Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG) https://saeeg.org/index.php/2020/04/14/el-covid-19-su-posible-impacto-economico-en-asia-pacifico-en-el-2020-caso-china/

[4] En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia, a tal punto que mide la temperatura corporal y en el caso de que la temperatura sea preocupante reciben una notificación en sus teléfonos móviles. Se utilizan drones para controlar las cuarentenas. Los proveedores chinos de telefonía móvil y de internet comparten los datos sensibles de sus clientes con los servicios de seguridad y con los Ministerios de Salud. En Wuhan se han formado miles de equipos de investigación digital que buscan posibles infectados basándose solo en datos técnicos. Basándose únicamente en análisis de macro datos averiguan quiénes son potenciales infectados, quiénes tienen que seguir siendo observados y eventualmente ser aislados en cuarentena. Más información en Byung-Chul Han. La emergencia viral y el mundo de mañana. Sopa de Wuhan. Libro digital. Disponible en Internet. Editorial: ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Marzo 2020.

[5] Ver más en: Orietta Hernández Bermúdez. Bolivia en tiempos de la COVID 19. Disponible en: http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/04/21/bolivia-en-tiempos-de-la-covid-19/#.Xp84bchKjIW

[6] Ver más en: Anna Ayuso. Desigualdad en América Latina frente a la crisis del coronavirus. Disponible en: https://www.cidob.org/publicaciones/serie_de_publicacion/opinion/america_latina/desigualdad_en_america_latina_frente_a_la_crisis_del_coronavirus

[7] Slavoj Žižek. Coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de ‘Kill Bill’ y podría conducir a la reinvención del comunismo. Sopa de Wuhan. Libro digital. Disponible en Internet. Editorial: ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). Marzo 2020.

[8] Jorge Carrión. La biología está acelerando la digitalización del mundo. Disponible en: https://www.nytimes.com/es/2020/03/29/espanol/opinion/coronavirus-revolucion-digital.html

[9] Ibídem.

[10] https://www.clarin.com/opinion/geopolitica-digital-campo-nuevas-tensiones_0_NESawN-E.html Citado en: Análisis estratégico sobre el panorama mundial en tiempos de la pandemia, desde la Argentina. Miguel Ángel Barrios y Héctor Daniel González

[11] América Latina se enfrenta a desafíos en la formación de los docentes en materia de TIC. Por ejemplo, en el Brasil en 2018, solo el 20% de los docentes participaron en un curso de educación continua para el uso de computadoras e Internet para la enseñanza. En cuanto al uso de Internet, el 16% informó que la utilizaba una o más veces al día; mientras que el 20% lo hacía una vez a la semana, y el 18% al menos una vez al mes (Comité Gestor de Internet en Brasil, 2019). (Ver más en Informe especial de la CEPAL América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19.Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/45337-america-latina-caribe-la-pandemia-covid-19-efectos-economicos-sociales  )

[12] MSc. Luis Edel Abreu Veranes. África en megabits. Los avances de la conexión a internet en África subsahariana en el siglo XXI y el mundo de las tecnologías de la información.  Artículo inédito.

Bibliografía

Abreu Veranesn, Luis Edel:. África en megabits. Los avances de la conexión a internet en África subsahariana en el siglo XXI y el mundo de las tecnologías de la información.  Artículo inédito.

América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19.Informe CEPAL. Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/45337-america-latina-caribe-la-pandemia-covid-19-efectos-economicos-sociales 

Ayuso, Anna: Desigualdad en América Latina frente a la crisis del coronavirus. Disponible en: https://www.cidob.org/publicaciones/serie_de_publicacion/opinion/america_latina/desigualdad_en_america_latina_frente_a_la_crisis_del_coronavirus

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