PUTIN: ¿HORA DE CANTAR VICTORIA?

Roberto Mansilla Blanco*

«La tarea es la victoria». Inusualmente vestido con atuendo militar, el presidente ruso Vladimir Putin lanzó esta proclama durante una inesperada visita a Kursk, un bastión prácticamente recuperado por las fuerzas rusas tras expulsar a las «invasoras» tropas ucranianas que tomaron esta localidad en el verano pasado, en una blitzkrieg bendecida por Occidente pero cuyas consecuencias confirmaron la incapacidad de Kiev para mantenerla en pie. Con esta declaración, Putin dejaba claro que permanecen intactos los objetivos iniciales de la denominada «Operación Militar Especial» iniciada en febrero de 2022.

La escenografía «militarista» de Putin con su alto mando en Kursk tiene obvias implicaciones en cuanto a la simbología de poder y del contexto que se está abriendo en la guerra en Ucrania. Rusia avanza en el frente desalojando a las tropas ucranianas del Donbás, con la mente puesta en ganar posiciones territoriales que le permita mantener sus cartas ganadoras en la mano ante la probabilidad de sentarse a la mesa de negociaciones, sea este un armisticio, tregua o paz directa con Ucrania. En este avance militar, el Kremlin tiene en la mira la toma de la estratégica Járkov, vital para cortar en dos la logística militar ucraniana y despejar el camino hacia Kiev.

«Una propuesta positiva». Mientras lanzaba sobre Moscú y otras localidades rusas la mayor ofensiva de drones desde el comienzo de la guerra, cortesía del recién renovado apoyo militar francés y británico, en Arabia Saudita el presidente ucraniano Volodymir Zelenski aceptaba la propuesta estadounidense de un alto al fuego con Rusia por 30 días. Es la primera concesión firme por parte de Kiev hacia Moscú desde que comenzó la guerra en 2022.

«Optimismo cauteloso». Así calificó el Kremlin esta propuesta durante la reunión en Moscú con el enviado de Trump, Steve Witkoff. En Washington, el presidente de EEUU aseguró que se abre una «gran oportunidad» para poner fin al conflicto de Ucrania.

«La pelota está ahora en el tejado ruso» comentaban los principales líderes y medios de comunicación europeos toda vez que desde el Kremlin evitaban expresamente realizar una declaración oficial y definitiva sobre esta tregua mientras aseguraba que cualquier negociación sobre Ucrania «debía decidirse en Rusia». Moscú traza así sus «líneas rojas» condicionantes para eventualmente alcanzar un acuerdo.

Este 18 de marzo, Trump y Putin volvieron a conversar directamente con la intención de sentar bases firmes de negociación en Ucrania. El Kremlin anunció haber aceptado una tregua de 30 días en cuanto a ataques en la infraestructura energética ucraniana a cambio de cesar la ayuda militar y de inteligencia occidental para Kiev. Mientras que rechazó la propuesta europea de despliegue de soldados de mantenimiento de paz en Ucrania, Moscú estudia la creación de «zonas búfer» en el noreste del país, en las fronteras de Bryansk y Belgorod, así como una «zona desmilitarizada» en las regiones ucranianas del sur, cerca de Crimea, incluyendo Odesa.

En este nuevo contexto, Putin quiere poner a prueba la unidad de la OTAN mientras Trump pulsa el clima para conocer hasta dónde es capaz de llegar el Kremlin. A diferencia de su homólogo ucraniano, el presidente ruso no parece tener urgencia en abordar una negociación sin que antes las posiciones militares rusas refuercen su superioridad en el frente.

Putin interpreta con asertividad el difícil momento por el que atraviesan las relaciones transatlánticas. La nueva realidad implica la tramitación de consensos para, cuando menos, negociar de facto un acuerdo de pacificación que le resulte beneficioso en cuanto a atender sus condiciones y demandas: evitar el ingreso de Ucrania en la OTAN, asegurar las conquistas territoriales rusas y sostener un nuevo acuerdo de seguridad con Occidente.

Todo ello sin perder de vista que, lejos del aislamiento motivado por las sanciones occidentales, Moscú ha logrado ampliar sus alianzas estratégicas con actores emergentes como India. En el contexto ucraniano, Bielorrusia se erige prácticamente como un actor estratégico prioritario para Moscú, incluso como peón nuclear ruso.

Pero no es sólo el área euroasiática: Rusia busca atar sus esferas de influencia en el hemisferio occidental. Putin vía telemática confirmó su apoyo a Nicolás Maduro renovando la alianza estratégica ruso-venezolana. En un momento en que aumentan las expectativas de posible intervención militar directa estadounidense en el Canal de Panamá, el Kremlin quiere tener «atada y bien atada» su capacidad de influencia precisamente en el área de influencia estadounidense, América Latina, vía Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Una paz incierta sobre un nuevo «Telón de Acero»

No dejemos pasar por alto algunos aspectos colaterales que pueden arrojar claves sobre porqué el contexto actual del conflicto ucraniano y las relaciones ruso-occidentales están adquiriendo una dinámica determinada por la posibilidad de poner fin a un conflicto militarmente estéril y estancado. No obstante aumentan las expectativas de que esta «nueva realidad» implique la tramitación de un nuevo «Telón de Acero» entre Occidente y Rusia, desde Finlandia y el Ártico hasta el Mediterráneo.

Mientras el mundo esperaba con cierta ansiedad la respuesta rusa a la tregua acordada por Kiev, Armenia y Azerbaiyán ponían fin a 30 años de guerra a través de un acuerdo de pacificación que estabiliza el flanco sur ruso, el Cáucaso, apetecido por Occidente para intentar atraerla y alejarla de la esfera de influencia rusa. El acuerdo implica la retirada de las fuerzas de paz de la UE en Nagorno Karabaj.

Para Moscú resulta esencial no sólo garantizar esa estabilidad sino alejar a Occidente de sus esferas de influencia euroasiáticas. No olvidemos que Georgia y Armenia han tanteado unirse a la UE y la OTAN. En el caso georgiano esta posibilidad está momentáneamente suspendida y congelada, tal y como se vio con las recientes elecciones legislativas de octubre pasado y la neutralización de las protestas pro-occidentales en Tbilisi.

Otro aspecto a tener en cuenta es el peso que Arabia Saudita está teniendo en esta controversia geopolítica entre EEUU, Rusia y Europa en torno a la guerra ucraniana. La «petromonarquía» ya acogió la primera reunión entre emisarios de Washington y Moscú para tratar una negociación en Ucrania (la segunda fue en Estambul) Recibiendo a Zelenski en la primera reunión con representantes estadounidenses tras el escándalo de la bronca con Trump en el Despacho Oval, Washington busca erigir a Arabia Saudí como un interlocutor clave mirando también el panorama en Oriente Medio.

Pero Rusia también tiene aquí sus intereses. Riad puede ser igualmente un actor decisivo en la negociación a tres bandas entre EEUU y Rusia con Irán a causa de su programa nuclear así como en la estabilidad siria, que este mes de marzo volvió a observar el retorno del conflicto con los choques entre fuerzas oficialistas y la minoría alauita y milicias del extinto régimen de Bashar al Asad que dejaron un millar de muertos. Mientras se negocia por Ucrania, Siria vuelve a sumergirse en la violencia sectaria y política con estos enfrentamientos en las provincias de Latakia y Tartús, donde Rusia tiene una base militar. Miles de cristianos y alauitas se han refugiado en estas bases militares rusas.

Mientras Trump y Putin mantenían línea directa, Israel rompió el alto al fuego en Gaza este 18 de marzo, con ataques contra posiciones de Hamás provocando más de 400 muertos. Visto en perspectiva y ante la posibilidad de observar una resolución unilateral del conflicto ucraniano, Benjamín Netanyahu muy probablemente utiliza esta ruptura como instrumento disuasivo para retrotraer la atención hacia las prioridades geopolíticas israelíes, contando con el aval de Trump.

Toda vez que Francia y Gran Bretaña intentan mantener en pie el esfuerzo bélico en Ucrania con su pretensión de ser actores relevantes en la negociación del conflicto, Trump y Putin parecen calcular estratégicamente desde la distancia una especie de reparto de Ucrania en esferas de influencia muy similar a los históricamente famosos repartos de Polonia acaecidos por las potencias europeas entre 1772 y 1939.

China, el convidado de piedra en esta ecuación del nuevo equilibrio de poder global, mira con atención desde la distancia apostando, como siempre ha venido sosteniendo desde el inicio de la guerra, por la negociación e intentando mantener a una Europa políticamente dividida como un actor relevante en este proceso de diálogo y de consensos entre diversos actores implicados, a pesar del desprecio de Trump y Putin por esta fórmula.

En Beijing calculan con atención si este «reseteo» en las relaciones ruso-occidentales, tendientes a un clima de mayor sintonía, implique una bisagra por parte de Trump con la intención de desgajar la alianza estratégica sino-rusa.

Con o sin paz en Ucrania este nuevo «Telón de Acero» fortalece la imparable carrera armamentística a nivel mundial y el nuevo reparto de mercados que esperan pactar las grandes potencias. Un reciente informe del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), publicado el pasado 10 de marzo, explica que la transferencia de material de defensa en el periodo 2020-2024 se mantiene en un nivel similar al que ya se registraba hace una década, aunque apunta hacia un crecimiento sostenido. EEUU, Francia y Rusia lideran este ránking de exportadores de armas seguidos de India, China y Kazajistán. En 2024, Ucrania se convirtió en el mayor importador de armas con EEUU, Alemania y Polonia como principales socios.

¿Ganó Rusia esta guerra?

Mirando en perspectiva los acontecimientos actuales entra en colación una interrogante inevitable: ¿ganó Rusia esta guerra? Las principales variables conducen a intuir afirmativamente, incluso si las negociaciones llegaran a estancarse y el conflicto en Ucrania vuelve a la escena, aunque ahora con una prioridad más degradada y menos prioritaria para las grandes potencias. Tendríamos, por tanto, una especie de reproducción de un «modelo coreano» de congelamiento permanente del conflicto con la posibilidad de no alcanzarse un acuerdo de paz.

En los mass media comienza a aflorar un sentimiento de resignación ante lo que se prevé como una victoria geopolítica de Moscú, más visible en este caso que en el plano militar. Ucrania será repartida entre Trump y Putin con un acuerdo de seguridad que implicará a toda Europa. Más allá de los intereses en las «tierras raras», el futuro de Ucrania se sumerge en la indiferencia. Independientemente de cuáles serán las condiciones para el alto al fuego y la negociación, las consecuencias sociales de esta guerra se perciben igualmente dramáticas, como por lo general sucede en cualquier escenario postconflicto.

Esta perspectiva de posible degradación en la atención del conflicto ucraniano ha motivado al inesperado proceso de «Rearm Europe» con expectativas claramente definidas en la reproducción de un clima de «guerra fría» con Rusia. Como ensayo al nuevo gobierno tripartito que está por constituirse en Berlín entre los conservadores del CDU del presumible nuevo canciller Friedrich Merz, los socialistas del SPD y Los Verdes, el Bundestag, Parlamento alemán, aprobó una reforma constitucional que ampara el rearme impulsado desde la UE y la adopción de una estrategia de economía de guerra.

El plan de rearme europeo no sólo responde a la guerra en Ucrania, sino también a la reconfiguración del orden internacional, en especial ante el vertiginoso vuelco geopolítico global impulsado por la administración Trump. Toda vez sus capacidades reales disuasorias contra Rusia son notoriamente limitadas, Europa necesita blandir la «amenaza rusa» como atenuante para impulsar una agenda de seguridad propia, menos dependiente de Washington.

Las sinergias de Trump con Putin, sus ataques a la OTAN y su antagonismo con Kiev, agudizado en las últimas semanas, han llevado a la UE a tomar por fin en serio su propia seguridad. El plan busca fortalecer áreas clave como la defensa aérea y antimisiles, la producción de municiones y la movilidad militar dentro del territorio europeo. Además, se pretende fomentar el desarrollo de una base industrial de defensa propia, reduciendo la dependencia de proveedores externos, especialmente de EEUU.

El próximo 9 de mayo se conmemora el 80º aniversario del que en Rusia se denomina la Gran Guerra Patriótica contra el fascismo con un fastuoso desfile militar para reverdecer las glorias históricas rusas. Este 2025 Putin celebrará en la Plaza Roja una nueva victoria, si cabe geopolítica, diplomática, militar, moral y psicológica.

Consciente de su superioridad en recursos y sostenido por una calculada paciencia estratégica para sortear los momentos más difíciles, Rusia se esfuerza en regresar en condición de actor de poder dentro del nuevo escenario internacional fortaleciendo su imagen ante una narrativa “patriótica” que le legitima ante su sociedad expresando una victoria de facto contra la OTAN en Ucrania y con un EEUU, antaño el principal defensor de Zelenski, aceptando las condiciones rusas. El Kremlin muy hábilmente sacará provecho de este contexto divulgando su triunfo con efectos propagandísticos toda vez adecúa su economía y a la sociedad hacia una militarización y la necesidad de securitización derivada de las presiones desde Occidente.

Por su parte, Ucrania, destruida a la espera de la jugosa reconstrucción mientras observa casi inerte cómo EEUU y Rusia esperan repartirse esferas de influencia, sin menoscabar los intereses geopolíticos de Polonia y los países bálticos, será solo un cementerio de rencores e interrogantes sobre para que sirvió esta guerra. En el fondo, Kiev se muestra contrariada y traicionada por un Occidente tan dividido como de candidez indolente.

El ex presidente Biden pedía luchar «hasta el último ucraniano». El «temido» Trump razona con otras variables: es mejor parar esta sangría inexplicable «para que no mueran más personas». Y un hábil y paciente Putin se erige ahora ya no sólo como el «señor de la guerra» sino también con expectativas de ser el «líder de la paz».

 

* Analista de geopolítica y relaciones internacionales. Licenciado en Estudios Internacionales (Universidad Central de Venezuela, UCV), Magister en Ciencia Política (Universidad Simón Bolívar, USB) Colaborador en think tanks y medios digitales en España, EE UU y América Latina. Analista Senior de la SAEEG.

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VOCES E IMÁGENES DE LA AMAZONÍA

Francisco Carranza Romero*

Con mucha emoción he leído el libro «Relatos huitoto murui» (Heraldos Editores, Lima, 2023) escrito por Alex Acuña Rojas quien, recurriendo al castellano y al dibujo, nos hace conocer la vida de sus antepasados antes de la explotación del caucho. Gracias a estos relatos he recordado el paisaje de la región amazónica peruana y he viajado oyendo el canto de los pájaros y el zumbido de las hojas de los árboles mecidos por el viento. El libro está dividido en cinco relatos (I: El demonio Mónallagona. II: Ifonoisaicidaraño, la abuela y la sachapapa del diablo. III: La tribu sairegaro y su curaca. IV: La venganza del motelito. V: Los hermanos Llárae y Barok) donde los protagonistas viven con principios, una demostración de que en la selva también hay ley y orden.

La labor es la base de la vida. Los varones cultivan yuca, piña, plátano y otras frutas, recolectan los frutos silvestres, cazan, pescan, construyen la vivienda personal y comunal (maloca) y defienden hasta con sus vidas el bien personal y comunal. Las mujeres elaboran comida y bebida, tejen ropa y bolsa, cuidan a los niños y participan en las labores agrícolas. Los ancianos ayudan según sus condiciones físicas, educan a los menores con relatos y consejos, reviven el pasado en el presente y muestran el futuro. En las tardes, después de la cena, las malocas se convierten en verdaderas escuelas donde los mayores son escuchados.

Respeto al bien ajeno. Los que no cumplen este principio son descritos como bestias, monstruos y demonios. Los ladrones que roban y matan sin ningún sentimiento de culpa no tienen la estética física ni moral.

El demonio Mónallagona es un ser antropomorfo: alto, velludo, con garras, extrae yucas de chacra ajena, las asa y traga por la boca y por las oquedades oculares porque se quita los ojos para devorar rápido el producto de la labor ajena (Relato I).

Una anciana forastera, aprovechando la ausencia de los padres, regala manjares a los niños, se gana la confianza de ellos, luego los roba, mata y los lleva al subsuelo donde viven otras viejas de su especie. En esa morada los devoran (Relato II).

Llórigoma, jefe del clan cascabel, saquea un pueblito y mata a su curaca por no entregarle la piedra de fuego. Los niños Llárae y Barok, escondidos dentro de un tronco, ven la muerte de su padre; luego, sufren los maltratos en la casa de la tía. «A veces las heridas del alma duelen más que las heridas del cuerpo» (p. 128, Relato V).

La solidaridad entre los buenos. Los miembros de una comunidad, para poder subsistir en paz, deben saber compartir lo que tienen. El curaca es tragado por la boa cuando él trataba cazarla para comer su carne como su gente. La tribu, ante esta tragedia, asume la culpa del egoísmo, caza a la boa y saca de su vientre el cuerpo inerte del curaca al que lo entierran con ceremonia y arrepentimiento (Relato III).

La inteligencia bien desarrollada vence a la fuerza bruta. Los honestos agricultores, para defender lo suyo (familia, vivienda y cultivo), recurren más a la inteligencia que a la fuerza física; así, tienen éxitos: esconden los ojos del ladrón Mónallagona cuando se los quita para devorar las yucas asadas. El monstruo ciego, al ambular con torpeza, cae en el barranco y muere (Relato I). Atacan la cueva de las antropófagas viejas con humo de ají; y, cuando ellas salen casi ahogadas, las matan (Relato II). La pequeña tortuga motelito, pisoteada por una gigante sachavaca en el lodazal, apenas se libera del barro busca a quien la maltrató. Encontrándola dormida le muerde mortalmente la parte más delicada hasta matarla (Relato IV). Los hermanos Llárae y Barok huyen de la casa de la tía por los constantes maltratos, crecen y aprenden a metamorfosearse en tigre comiendo la corteza de una liana. Hasta que un día llega a su paraje el asesino de su padre con su gente. Los jóvenes hombres-tigres lo reconocen y preparan la venganza. Aprovechando la oscuridad nocturna lo atacan y matan (Relato V).

Así se cumple el principio de la sobrevivencia e higiene social: No compadecerse ni ayudar al malvado. Quien lo hace, es un tonto.

La cremación del cadáver humano. Cuando la señora Naruño murió de fiebre y vómitos, su esposo Coimo y sus hijos tiernos Llárae y Barok la incineraron. «Tal como manda la tradición antigua, el cuerpo sería quemado, permitiendo que el alma salga del difunto en forma de humo» (p. 114, Relato V). Aunque este caso es aislado, es una buena propuesta para no seguir depositando los cadáveres con sus bacterias y virus. Con la incineración no heredaríamos las enfermedades a las generaciones futuras.

Influencia quechua. En los cinco relatos hay muchos vocablos quechuas, una demostración de su influencia en la región amazónica antes y después del siglo XVI. Para muestra cito algunos vocablos en orden alfabético tal como están transcritos en el libro. Entre paréntesis aparecen en quechua central con sus equivalentes: casha (kasha: espina), cocha (qucha: laguna, embalse), colpa (qullpa: tierra salitrosa), chacra (chakra: terreno de cultivo), huayo (wayu: fruto), huayhuasho (waywashu: ardilla), huingo (winqu: torcido, sinuoso), macana (maqana: mazo), páucar (pawkar: oropéndola), pique (piki: nigua, sote), sachapapa (papa silvestre), sachavaca (sachawaaka: vaca del monte), shicra (shikra: bolsa), shunto (shuntu: montón de cosas), supay (diablo), tushpa (tullpa: fogón), yuca (yuka).

Como los temas sobre los indígenas no interesa a muchos peruanos citadinos y modernos no es fácil publicar un libro con estos temas. Por eso, merecen la gratitud los que han apoyado y ayudado para hacer posible esta publicación: el antropólogo español Manuel Martin Brañas (Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana) y el profesor estadounidense Thomas Ward (Universidad Loyola Maryland) por quien he tenido acceso a este libro.

 

* Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur.

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DILEMAS DEL CAPITAL DEL CONOCIMIENTO EN EL MUNDO ÁRABE. PROBLEMÁTICA POLÍTICA.

Salam Al Rabadi*

Imagen: Anthony Beck en Pexels.

 

Todos los países del mundo árabe se enfrentan a dilemas cognitivos complejos en el nivel de formación de capital de conocimientos. A pesar de los notables avances logrados en términos de indicadores de difusión de conocimientos en las sociedades árabes, no se deben ignorar muchos hechos que requieren una lectura cuidadosa y reflexiva de sus implicaciones.

Según el Informe Económico Árabe, publicado por el Fondo Monetario Árabe en 2022, la tasa de analfabetismo en el mundo árabe es de alrededor del 25%, lo que se considera la más alta del mundo (con la excepción de África subsahariana, que ronda el 34%), ya que hay aproximadamente 70 millones de árabes analfabetos y hay aproximadamente 15 millones de niños fuera de cualquier sistema educativo.

Si queremos definir con mayor precisión la realidad del capital intelectual árabe y no conformarnos sólo con indicadores cuantitativos, debemos llamar aquí la atención sobre los dilemas asociados a cada uno de los siguientes aspectos:

    • La abundancia de especializaciones versus la escasez de otras especializaciones (especialmente las científicas).
    • La viabilidad real del fenómeno de la difusión de la existencia de universidades como sucursales de instituciones educativas extranjeras.

En consecuencia, podemos plantear las problematicas relacionadas con las estrategias educativas capaces de seguir el ritmo de las exigencias de la economía y la sociedad del conocimiento, de acuerdo con el siguiente dilema:

¿Son las políticas y la metodología educativas en el mundo árabe capaces de crear una masa crítica de capital de conocimiento que pueda satisfacer las necesidades intelectuales y culturales de la sociedad o las necesidades económicas de los mercados laborales?

A pesar de todos los esfuerzos realizados para avanzar en este camino, en lugar de limitarse a mejorar los indicadores cuantitativos, parece que aún estamos lejos de alcanzar los estándares globales para formar una masa crítica de capital de conocimiento cualitativo. Actualmente existen profundas dudas sobre la capacidad de crear espacios dinámicos, innovadores y críticos a través de los cuales podamos formar esa masa crítica para enfrentar los dilemas económicos y sociales acumulados, incluidas las insolubles crisis políticas e intelectuales en el mundo árabe.

Por lo tanto, en principio, hay que reconocer que no es posible formar un capital de conocimiento sólido sin una visión clara de la identidad del ciudadano árabe cuyo conocimiento se pretende formar. Aquí surge la importancia del papel decisivo de los líderes políticos y de las élites intelectuales que podrían desempeñar en la reestructuración de todos los conceptos, estrategias y prácticas relacionadas con el proceso de producción y formación de la masa crítica de capital de conocimiento.

En este contexto, para demostrar la fragilidad de las estrategias árabes de conocimiento y la falta de visión a nivel político en relación con el desempeño del conocimiento, sólo tenemos que plantear los siguientes dilemas:

    • El reducido gasto público árabe en investigación científica, que se ha convertido en una parte esencial del poder blando de los países: según informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), el gasto total en investigación científica en el mundo árabe no supera el 0,59% del producto interior bruto, frente a la media mundial de aproximadamente el 2,3%.
    • La escasez de apoyo a la producción o la lectura de libros: el mundo árabe produce menos del 1% de la producción mundial de libros (aunque el porcentaje de la población árabe es de aproximadamente el 5,5% de la población mundial).
    • La mala calidad de los libros publicados y la limitada base de lectores reales en lengua árabe: por desgracia, el ciudadano árabe sólo lee una media de 6 minutos al año, frente a las 200 horas anuales del ciudadano europeo.
    • El mundo árabe tiene las tasas más altas de fuga de cerebros y migración de habilidades del mundo: como resultado de un entorno político e intelectual incapaz de retener o atraer talento e innovadores; la mayoría de los estudiantes árabes que estudian en el extranjero no regresan a sus países de origen (especialmente aquellos con doctorados).

En conclusión, estos dilemas confirman inevitablemente la urgente necesidad de aumentar la inversión en capital de conocimiento relacionado con la investigación científica. Aquí también debemos darnos cuenta del peligro de convencernos de la viabilidad de políticas públicas relacionadas con la importación de conocimiento y tecnología con dinero, sin la existencia de un entorno político favorable basado fundamentalmente en:

    • Localizar el pensamiento racional y crítico.
    • Factores que generen creatividad e innovación.

En consecuencia, las visiones políticas seguirán siendo fundamentalmente capaces de crear un entorno propicio para la formación y consolidación de una masa crítica cualitativa de capital de conocimiento real, que en principio debe basarse en:

    1. La filosofía de la ciencia y el contrato social que sustente el Estado de derecho y el respeto a la diversidad.
    2. La modernización política, cultural y económica.

A la luz de lo anterior, y lejos de la afición de los vencidos a imitar al vencedor, es necesario destacar que no podemos lograr ningún avance cualitativo a nivel de cómo formar esa masa crítica sin una estrategia política seria que nos permita involucrarnos e invertir en ese sistema de capital de conocimiento que sea capaz de absorber nuestro presente y futuro con una comprensión racional y crítica, a través de la cual podamos superar la dependencia cognitiva, ya sea tecnológica, económica, política, cultural o incluso recreativa y deportiva.

 

* Doctor en Filosofía en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales. Actualmente preparando una segunda tesis doctoral: The Future of Europe and the Challenges of Demography and Migration, Universidad de Santiago de Compostela, España.

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Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales

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