Todas las entradas de: SAEEG

EL PEZ POR LA BOCA MUERE Y EL PEZ GRANDE SE COME AL CHICO. DOS AXIOMAS QUE NOS HABLAN DE EMPRESAS Y CÁMARAS PESQUERAS.

César Augusto Lerena*

Imagen de Ann en Pixabay

Días pasados nos llegó un folleto de una llamada Asociación para el Desarrollo de la Pesca Argentina (ADPA) que estaría integrada por solo seis empresas (o grupos) que dicen exportar el 70% de los productos pesqueros argentinos. Si bien este porcentual no está claro, de ser cierto, podría estar arrojando algunas conclusiones iniciales.

En primer lugar, llama la atención, que en estos últimos meses hayan aparecido ya dos organizaciones sin fines de lucro, integrados mayoritariamente por empresas extranjeras, preocupados por el cuidado ambiental y que lo hagan cuando hay un esfuerzo de internacionalizar el Atlántico Sur promoviendo la instalación de organizaciones regionales (OROP), bajo el pretexto de la creciente pesca ilegal y estemos a poco tiempo de vencerse las cuotas de captura en la Argentina.

En segundo lugar, el alto porcentual de las exportaciones (70%) en manos de tan pocas empresas, en principio, sería una concentración inaceptable de la actividad, que se agrava, porque se trata de concesiones del Estado Nacional y de las Provincias, contraria al espíritu y a la letra de la legislación vigente. Al mismo tiempo, esta Asociación avanzaría sobre una representación que debiera ejercerla el conjunto de la actividad, agrupada en distintas Cámaras y este folleto de promoción, además de cometer algunos errores formales y de diseño (La Pampa no es una provincia ribereña y se omiten espacios territoriales marítimos e insulares y la Antártida Argentina), no avanza en forma concreta en qué podría consistir su aporte al sector pesquero y a los poderes públicos.

Empezaré por decir que este grupo de empresas tiene propios o en locación un 77% de buques congeladores y un 23% de buques fresqueros y, ello solo, contraría el modelo industrial de generación de valor y empleo, previsto en el art. 1º de la Ley de Pesca (24.922): “…el máximo desarrollo compatible con el aprovechamiento racional de los recursos vivos (…) favoreciendo el desarrollo de procesos industriales ambientalmente apropiados que promuevan la obtención del máximo valor agregado y el mayor empleo de mano de obra argentina”, ya, que estos cuatro puntos solo se logran, si se utilizan buques fresqueros y los procesos se realizan en plantas industriales en tierra, ya que aquí se aprovecha el 100% de la materia prima (incluso los residuos), es decir se hace un aprovechamiento más racional, con mayor cuidado del ambiente marino, agregando valor y mayor mano de obra intensiva.

Cuando en 1998 en el art. 2º de la ley se plasmó el reclamo sectorial de que se la considerara una actividad industrial y no meramente productiva. Esta argumentó que la pesca cumplía con los cuatro parámetros descriptos en el artículo citado y, ello, no era una cuestión semántica, ya que esa tipificación significó beneficios económicos por la producción de bienes que generaban valor y mayor empleo y no solo actividades extractivas y/o de bajo proceso y/u ocupación. Se podrá discutir la eficiencia, pero no el modelo, donde el Estado —el propietario del recurso— debe, además de asegurar la sostenibilidad, garantizar el mayor rendimiento económico y social a partir de una misma materia prima y no exportar commodities con bajo empleo, beneficiándose a los importadores y procesadores de los países de destino.

Otra cuestión son las cuotas —y por analogía las autorizaciones— que tendrían asignados los buques de este grupo, ya que, por ejemplo, una de estas empresas, a pesar de tener muy pocos buques propios, está entre los principales exportadores del país. Es decir, se podría estar desvirtuando lo previsto en el art. 27º de la ley que indica: “…Las cuotas de captura serán concesiones temporales que no podrán superar por empresa o grupo empresario aquel porcentaje que fije el Consejo Federal Pesquero (CFP) sobre la Captura Máxima Permisible por especie a efectos de evitar concentraciones monopólicas indeseadas”, por lo que habrá que analizar este y otros innumerables casos donde el límite máximo de cuotas podría estarse evadiendo a través de operaciones inmobiliarias de locación, cesión o acuerdos de pesca y compra-venta de materias primas que, en realidad, podrían estar encubriendo de hecho una transferencia de cuotas o autorizaciones que superaría los límites de captura asignados a la empresa o grupo empresario.

Es evidente, que las demás condiciones que debe establecer el CFP, como refiere tanto el art. 27º de la ley como en el art. 12º de Decreto 748/99, deberán replantearse, ya que, si bien es conocido y lo hemos expresado reiteradamente de la lectura del folleto de esta Asociación se desprende la concentración monopólica indeseada que sufre la pesca y, es fácil imaginar la presión, que sobre las pequeñas y medianas empresas se puede ejercer en una actividad netamente exportadora —el folleto refiere a la exportación del 90% de la producción— (sic), donde estas empresas dicen tener presencia en más de ochenta mercados (sic).

Esta cuestión está ratificada con mucha claridad en el Acta CFP 48 del 6 de diciembre de 2007, donde refiere a la política de administración del recurso pesquero y reitera que “…no podrán superar por empresa o grupo empresario aquel porcentaje que fije el CFP (…) a efectos de evitar concentraciones monopólicas indeseadas” y la Ley 24.922, en este sentido, guarda analogía con la Ley 25.156 (de Defensa de la Competencia) y la Res. 164/2001 de la Secretaría de la Competencia, Desregulación y la Defensa del Consumidor, que contiene los lineamientos para el control de las concentraciones económicas.

Es obvio, que estas concentraciones no pueden referirse solamente a las especies cuotificadas, sino también, a aquellas que requieren autorización para su captura en el Atlántico Sur, dándole de esta forma oportunidad de disponer del recurso del Estado no solo a las grandes empresas, sino también, a las medianas y pequeñas e, incluso, a aquellas que no teniendo buques, necesitan de la materia prima para su industrialización, dándose cumplimiento al objetivo previsto en el art. 1º de la Ley de Pesca (24.922).

A la luz de los hechos, los parámetros que utilizó el CFP en el Acta 49 del 11 de noviembre de 2009 para adjudicar las cuotas, fueron erróneos y vinieron a confirmar lo que ya se conocía de otros países: que este tipo de cuotificación y su transferibilidad genera concentración. Según nos dice, esta Asociación, 6 empresas (o grupos de), exportan el 70% de lo que produce el país y, si aceptamos como válido ese porcentual, podríamos concluir que realizándose ello con unos 96 buques propios o alquilados, más mercaderías adquiridas a terceros o capturadas por estos, mediante distintos tipos de convenios, incluso financiando las operaciones, es decir, una suerte de trabajo a fasón, quedarían afuera unas 300 plantas industriales y unos 430 buques pesqueros que solo acceden al 30% de las exportaciones.

De los textos del folleto de esta Asociación se desprende que, si computásemos las exportaciones de 2018, seis empresas se llevaron 1.500 millones de dólares, es decir un promedio 250 millones de dólares cada una, mientras que los 430 buques restantes y/o las 300 plantas industriales de Argentina se repartieron solo 643 millones de dólares. Una pésima administración, distribución y concesión del recurso pesquero de dominio del Estado Nacional y los Estados Provinciales, que no asegura —al menos— a quienes les otorga cuotas y autorizaciones una Unidad Económica Pesquera, por lo que muchas empresas terminan siendo rehenes de las grandes empresas concesionarias.

La explotación de estos recursos por parte de los particulares se realiza con sujeción a las reglas que fija el Estado, quien, como titular del recurso, es quien habilita a los buques a acceder a los caladeros y es el concedente de las Cuotas y las Autorizaciones. Las especies por capturar viven en un sistema biológico complejo que debe ser sustentable a cada pescador o empresa, en un equitativo acceso al recurso, que permita su explotación por parte de las grandes empresas, pero también asegurar una “Unidad Económica Pesquera”, para que también los pequeños y medianos empresarios puedan vivir y desarrollarse en esta actividad. Puede haber empresarios más o menos exitosos, pero no pequeños empresarios donde la Unidad Económica de Explotación Pesquera sea deficitaria y deban terminar de hecho o derecho transfiriendo sus cuotas y autorizaciones.

La presentación en sociedad de esta Asociación puso al descubierto el origen de las principales empresas (si bien ya estaban detalladas en todas las revistas especializadas) que explotan y exportan nuestros recursos, indicándonos, en primera persona, que ya no queda nada o muy poco, de aquellas empresas nacionales pesqueras del 70. ¿Esto en sí mismo es un problema? No. Todas las inversiones debieran ser bienvenidas en la Argentina, en tanto y en cuanto lleven adelante un modelo industrial, de exportación de alto valor agregado y ocupación de mano de obra, como establece la ley argentina. Cuestión que este modelo —que impera desde hace décadas en nuestro país— no tiene en cuenta, por lo cual se extraen nuestros recursos, se regala la mano de obra a terceros países y se coloca en situación de insustentabilidad a medianas y pequeñas empresas que procesan en industrias en tierra.

Frente a este panorama el Subsecretario de Pesca y los miembros del Consejo Federal Pesquero y, con motivo del próximo vencimiento de las cuotas entregadas en concesión, debieran producir un cambio substancial en la política pesquera, una de ellas es la referida al otorgamiento de cuotas.

Las especies cuotificadas son cinco (merluza común, merluza negra, merluza de cola, polaca y vieira) y otras solo requieren autorización (langostino, calamar, etc.). Analizaremos las empresas en relación con la merluza y el langostino, ya que juntas, representan el 72% de las exportaciones.

En el caso de la merluza, la Res. CFP 23/2009, en su art. 3º se estableció con qué parámetros se ponderaría a cada empresa a la hora de otorgarles las cuotas, aunque no se ajustaron al orden y cuantificación de las prioridades de los artículos 1º y 27º de la ley 24.922. Ello debería revisarse si se quiere hacer una distribución que promueva un desarrollo más equitativo de la actividad. A su vez en su art. 4º se fijó el “Porcentaje Máximo de Concentración por empresa o grupo empresario en el 10% de la Captura Máxima Permisible (CMP)”, es decir, este porcentual podría permitir que diez empresas se queden con la totalidad del recurso disponible en perjuicio del conjunto de las empresas, produciendo una concentración indeseable. Este porcentual durante el gobierno de Macri por Acta CFP 34/2018 y Res. 15/2018 se aumentó al 15%, es decir, ya no 10 sino 6,7 empresas podrían quedarse con toda la merluza. En 2018 las cinco primeras exportadoras de merluza pertenecen a esta Asociación ADPA sin fines de lucro.

¿Es de esperar un cambio? Sería sorprendente, ya que uno de los miembros del Consejo Federal Pesquero que aprobó sin fundamento alguno el aumento porcentual de la cuota (ver Acta 34/18) durante el gobierno de Macri, es hoy el Subsecretario Pesca Carlos Liberman. Un Modelo Concentrador no es igual a otro de Distribución, como indica, el más elemental modelo de administración pesquera.

En el caso del langostino, esta especie representó en 2018 el 61% de los dólares exportados pesqueros y, pese a ello, el Subsecretario y el CFP parecieran carecer de la decisión para administrarlo, representando el interés del conjunto de la actividad y, asegurar su racional uso como fija la ley. El CFP dictó las Res. 7/2018 y 4/2019 de “Medidas de Administración del Langostino” que sintetiza las contradictorias y depredadoras políticas iniciadas en 1988. Mediante estas normas se produjo las transferencias de capturas de buques fresqueros y costeros a congeladores y, junto a ello, la depredación del recurso; la exportación de enteros; la pérdida de mano de obra nacional y, el procesamiento en el exterior. Pérdida de mano de obra que se entiende fácilmente si se analiza la falta de proceso y la relación entre fresqueros-congeladores que en 1976 era de 92% a 8% y en 2018 de 48% y 52% respectivamente. A ello se agrega la auditoría de la UBA y AGN y las distintas transferencias y reformulaciones aprobadas, que deberían analizarse si cumplieron con las exigencias legales y se ajustan a la exigencia de no aumentar esfuerzo, según lo previsto en el art. 30º de la Ley 24.922. En 2018 la Certificadora Seafood Wath colocó tarjeta roja al langostino argentino, recomendando a los consumidores: “No compre, están sobreexplotados o capturados de manera que dañan a otras especies marinas o al medio ambiente” (sic); además de accesoriamente de calificar negativamente a la merluza (incidental del langostino) y concluyó: “sólo a veces (la administración) sigue el consejo científico y hay una falta de políticas de largo plazo, falta de experiencia en temas de gestión, y una fuerte influencia de la política o economía sobre decisiones técnicas”, cuestión, que los científicos argentinos ya dejaron en claro: “la evolución no se explica solo como el resultado de la estrategia actual”. Así es, las recomendaciones de los investigadores han sido desestimadas por la Autoridad de Aplicación, en especial, en lo relativo a los descartes y a la pesca incidental, lo cual resulta absolutamente grave. Otras cuestiones, deben regularizarse: buques de más de 40 metros de eslora pescan (ya prohibido en Art. 1º Res. SAGyP 1113/88); capturas de más de dos mil toneladas y una concentración excesiva por grupo empresario (18 buques congeladores o fresqueros, siempre que no se supere el número total de 26 buques congeladores y fresqueros), que puede incrementarse por vía de contratos entre empresas. En 2018 entre las seis primeras exportadoras cinco pertenecen a esta Asociación ADPA sin fines de lucro.

¿Es posible alcanzar una administración más equitativa del recurso? En la administración de 2018 y en esta, de 2020, hay tres cuestiones en común, la primera, el entonces Secretario de Pesca de Santa Cruz Carlos Liberman era miembro del CFP que aprobó la Res. 7/2018 y hoy es el Subsecretario de la Nación; la segunda, que no obstante la presencia de este funcionario las grandes perjudicadas fueron las Provincias de Santa Cruz y Chubut (en cuyas aguas se origina este recurso) y las empresas de mayor generación de empleo; la tercera, que, habiendo reducido el valor agregado y empleo, la pobreza y la desocupación crecerán, donde la Patagonia tiene el más bajo desarrollo industrial (13,9%).

Por más importancia que tengan estas seis empresas de esta Asociación sin fines de lucro, su folleto promocional bajo el título “Visión para el desarrollo del sector pesquero argentino”, parece un tanto pretencioso y excluyente, frente a un conglomerado de un total de 530 buques y 300 plantas industriales. Digamos que sería más adecuado, “Visión para el desarrollo de la actividad concentrada en el sector pesquero argentino”. Es evidente que su mirada deja en evidencia, un modelo concentrador que ha primado en el país desde -al menos, la década del 90 y el dictado de la Ley 24.922.

Esta Asociación, sin fines de lucro (¿?), nacida ayer, pero en gestación desde hace un tiempo atrás, está integrada, como dicen, por “las principales empresas del sector pesquero argentino” (sic), que, vienen a blanquear un procedimiento existente en el sector desde su nacimiento: ejercer, por fuera de las organizaciones el verdadero poder empresario frente al poder político de turno: “asegurar que su voz sea parte integral de las principales decisiones y espacios vinculados a la actividad”. Las Cámaras Empresarias (CAPECA, CAABPA, CIPA, CAPIP, CALAPA, AEPC, etc.); sus empresas integrantes, sus gerentes y hasta sus oficinas parecieran estar quedando —frente a esta irrupción como de cartón pintado y hasta de un gasto innecesario. ¿Quién tendrá la representación empresaria pesquera? ¿Seis grandes empresas o quiénes poseen más de 400 buques y 300 plantas industriales?

Ahora, mientras esto ocurre, el sector pesquero argentino es un receptor de amenazas internas (impuestos, costos internos, pobreza) y externas: con un producto netamente destinado a la exportación se enfrenta a economías más proteccionistas; caída de precios; capturas extranjeras subsidiadas; debilidad del MERCOSUR; organismos internacionales cuestionados y, países que, con restricciones ambientales o derivadas del Brexit (caso la UE) o necesitados de proteínas (caso China) van en busca a distancia de los recursos de los países ribereños. Andrés Malamud y Esteban Actis, post-pandemia, dirían: “Las riquezas de América Latina la tornan vulnerable, no poderosa. Los países como el nuestro son cola de ratón”.

En este escenario, ¿quién será el que conduzca la política nacional sectorial? ¿Los gerentes que deben rendir cuentas a sus accionistas extranjeros o los empresarios que toman decisiones para sostener su estructura productiva y el pago de salarios todos los meses? ¿Los seis empresarios o todo el sector empresario, laboral y gubernamental pesquero atrás de un plan?

Una batalla perdida es una batalla que se cree perdida (Mariscal de Saxe)

* Experto en Atlántico Sur y Pesca. Ex Secretario de Estado, ex Secretario de Bienestar Social (Provincia de Corrientes). Ex Profesor Universidad UNNE y FASTA. Asesor en el Senado de la Nación. Doctor en Ciencias. Consultor, Escritor, autor de 24 libros (entre ellos “Malvinas. Biografía de Entrega”) y articulista de la especialidad. 

Copyright ©2020

 

INTERROGACIONES EN TIEMPOS DE PESTE

Francisco carranza Romero*

Clase virtual. (Imagen de Tumisu en Pixabay)

Estos días estamos viviendo con muchos cuidados de salud (cuarentena, distanciamiento, uso de mascarilla y desinfectantes, restricciones de salida para los longevos y niños, etc.) por la amenaza de Covid-19 que ocasiona cambios en la vida: pánico, rebeldía, desconfianza de otros y de sí mismo, clases virtuales, imposibilidad de consultar libros, uso de ciertas palabras con variaciones semánticas según las situaciones, búsqueda de salud en la comida, etc.

¿Significados inversos de positivo y negativo?

Positivo. Antes usábamos esta palabra con su significado que nos alegraba: beneficioso, optimista, verdadero, efectivo, afectivo, afirmativo, aceptable… Pero ahora, cuando leemos o escuchamos de positivo en el análisis de Covid-19 nos ponemos serios, preocupados, con temor y hasta con tristeza porque se trata de una desgracia, mala suerte.

Negativo. Antes su significado original nos ponía en alerta y nos entristecía porque anunciaba algo malo, triste, pesimista, inefectivo, repulsivo, inaceptable… Sin embargo, ahora, el resultado negativo del análisis de Covid-19 hace sonreír y tranquilizar a la persona analizada y a los que la rodean.

 Si en la calle escuchamos que tal fulano es positivo, nuestra reacción inmediata -por vivir los tiempos de la peste- es alejarnos o evitar el contacto con ese fulano sin pensar en el significado positivo de la palabra. Y, si se dice que tal fulano es negativo, dejamos de preocuparnos del contacto con el fulano. Así, no siempre el adjetivo positivo causa alegría; ni el adjetivo negativo causa tristeza. Qué relativa es la lengua.

¿Clase virtual sin libros digitalizados?

Ante el temor de los contagios se evitan las reuniones; por tanto, las clases que antes se hacían en las aulas, laboratorios o campos; ahora se hacen a través de las máquinas con la figura del docente en una pantalla. Sin embargo, no todas las actividades de enseñanza y aprendizaje son posibles como la práctica en el laboratorio y la investigación en los libros porque no todos los libros almacenados en las bibliotecas están digitalizados ni en los países ricos. Bajo esta realidad, la clase virtual es sólo un cumplimiento: justificar los salarios de los docentes; dar el servicio a los alumnos por los pagos realizados (caso de los centros educativos privados). Así la peste nos hace volver a los tiempos antiguos en que el alumno repetía lo que el maestro decía. Era el método del magister dixit. Sólo los muy inteligentes y rebeldes se atrevieron a cuestionar a lo que se decía en la clase.

Por la peste ahora sabemos que las bibliotecas tienen que digitalizar los libros para que los interesados puedan consultarlos sin necesidad de ir al local. Ahora hay que pensar en los libros electrónicos que no pesan, no ocupan mucho espacio, no envejecen ni se apolillan. La ganancia de la editorial y la biblioteca estará en cobrar por el acceso y descarga del libro. Ante esta necesidad urgente aparecerán, como en alta mar, los piratas que digitalizarán las publicaciones sin la autorización de los autores, editoriales y bibliotecas, para luego cobrar a los lectores interesados.  La peste es buena compañera de los inmorales.

¿Revaloración de la comida fermentada?

 Viviendo los días de encierro, distanciamiento y de muchos cuidados por la peste he recordado mucho a mi abuelo materno, Eulogio Romero, quien fue un curandero místico que elaboraba los remedios, y siempre estaba dispuesto a ayudar en la salud física, mental y espiritual de mucha gente que llegaba buscándolo hasta de lugares lejanos.

El abuelo Iullu (hipocorístico quechua del nombre Eulogio) nos repitió muchas veces: Puriqishyayqa tsunupa kallpanta mantsan: La peste teme al poder de la papa fermentada. Así fue que desde niño aprendimos a apreciar la mazamorra de chuño (tsunu api o tuqush api como dicen en el Callejón de Huaylas).

Sin embargo, no sólo los andinos peruanos consumimos la comida fermentada. Los coreanos comen también la verdura fermentada (kimchi) y la pasta de frijol fermentada (dwenjang). Y los alemanes también comen el repollo fermentado (chucrut). Y qué coincidencia, el Covid-19 no ha causado muchas muertes en esos países. ¿La comida fermentada les ha desarrollado buena defensa inmunológica? Me he informado que un equipo de investigación liderado por el médico Jean Bousquet, profesor de medicina pulmonar en la Universidad de Montpellier, Francia, descubrió que algunos productos fermentados como el chucrut y yogur (palabra turca) ayudan en la prevención del virus SARS-CoV-2, causante del COVID-19.

Corea del Sur. Recipientes para fermentar el kimchi. (Imagen de Whoop005 en Pixabay)

Corea del Sur. Plato de kimchi (Imagen de hongwon jun en Pixabay)

Cuando he comentado esto a un grupo de limeños, unos han parado las orejas como dispuestos a hacer la prueba; pero, una minoría de melindrosos y tercos, ha lanzado inmediatamente exclamaciones de ¡aj!, ¡puf! con gestos de asco. Innegable, ni la peste puede hacer repensar a la gente cargada de prejuicios. Es que el tocosh (con este nombre se comercializa en algunos establecimientos) es comida de los campesinos andinos. Lo importante es que prepare con muchas medidas de higiene.

 

* Licenciado en Lengua y Literatura, Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo, Perú. Doctor en Filología Hispánica, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), Madrid, España. Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Universidad Dankook, Corea. Ha publicado numerosos libros, entre ellos Diccionario quechua ancashino – castellano.

©2020-saeeg®

¡RESCATADOS!

F. Javier Blasco*

El mundo en general y Europa en particular han sido testigos del mayor acuerdo económico en el seno de la UE desde su fundación, tras arduos meses de negociación y mediante una larga reunión, casi la mayor de todas de su historia, celebrada en Bruselas entre los días 17 y la madrugada del 21 de julio para lograr unos objetivos marcados y muy ambiciosos, desde que hace 30 años se estableció el marco financiero plurianual y se doblaron los recursos destinados a la cohesión.

En esta ocasión, los 27 socios de la Unión, por unanimidad y por primera vez sin la participación del Reino Unido, han tenido que alcanzar un doble acuerdo: establecer un fondo de reactivación para paliar en gran parte los daños económicos derivados de la pandemia causada por el COVID-19, principalmente en aquellos países más afectados, dotado con € 750.000 millones que se harán efectivos a base de deuda común de la UE y que se desglosan en 390.000 millones para gastos a fondo perdido aunque con orientación en su inversión y 360.000 en préstamos a bajo interés; que serán desembolsables en un 70% entre 2021 y 2022 —de todo este pastel, España recibirá unos 140.000 millones, de los cuales 72.700 serán ayudas a fondo perdido—. Y, al mismo tiempo, debieron definir y aprobar el Marco Financiero Plurianual de la Unión (los presupuestos) para el periodo 2021-2027 que asciende a € 1.074 billones, que en este caso y como de costumbre, serán provisionados por los propios Estados miembros en función de una serie de parámetros y necesidades particulares. Lo que significa, que todo el paquete aprobado en esta ocasión asciende a € 1,82 billones, el mayor jamás visto.

Para obtener los 750.000 millones adicionales, por primera vez y con carácter extraordinario, se ha tenido que autorizar a la Comisión a endeudarse en dicha cifra, recurriendo al mercado con ciertas limitaciones como que las cantidades solicitadas tendrán un plazo máximo de solicitud marcado a finales de 2026 y que el reembolso del programa no se alargará más allá del 31 de diciembre de 2058. Así como, que las cantidades adeudadas por la Unión en un año dado para el reembolso del principal capital no superaran el 7,5% del importe máximo de 390.000 millones de € para gastos.

Una de las innovaciones en este mecanismo financiero es que el acuerdo también incluye mecanismos para reforzar las capacidades de la Comisión Europea con el fin de que sea ella misma la encargada de recaudar de forma extraordinaria sus propios ingresos para poder devolver este impresionante crédito extraordinario sin que tengan que afectar al propio presupuesto.

Dichos mecanismos estarán basados entre otros en: un nuevo impuesto al carbón y a los excedentes de residuos de plástico, que se aplicará a los países que los adquieran o sean contaminantes, otros dirigidos a las actividades de las grandes empresas del mercado digital (la conocida como tasa Google), un Sistema de Comercio de Emisiones (ETS) revisado y otros derivados de las transferencia financieras (FTT, la famosa tasa Tobin). No obstante, en cuanto a detalles, lo único que proporciona el documento es un cronograma general para varias de las propuestas fiscales. Además del ETS revisado y el FTT, se espera que las otras tres propuestas se hagan públicas a principios de 2021. No se estima que el ajuste de la frontera del carbono y la tasa digital se implementen hasta 2023.

La falta de verdaderos detalles sobre las diversas propuestas fiscales y la eventual necesidad de fuentes de ingresos para afrontar cómo financiar la nueva deuda de la UE, hacen presuponer que queda mucho trabajo por delante y por concretar por los responsables políticos en Bruselas. De momento, no están claras las repercusiones e implicaciones de este nuevo y adicional golpe impositivo para el resto de los impuestos ya empleados y recaudados en la UE y la verdadera capacidad de estas nuevas fuentes de financiación para pagar completamente la nueva deuda común avalada por ella misma.

Por lo tanto, se desconoce si estas iniciativas serán suficientes para poder cubrir la devolución de lo pedido y los costos de sus intereses, pero de entrada, el documento acordado marca ciertos límites a la capacidad o intención de recaudación de los Estados miembros al asumir la Unión el importe y el cobro de dichas tasas, anulando con ello las aspiraciones de muchos de estos, entre los que indudablemente, se encuentra España y su nueva política impositiva. No obstante, también advierte que si con solo tales medidas no se generara la necesaria liquidez, la Comisión podría solicitar, de forma provisional, más recursos de los Estados miembros como última reserva.

El monto total de € 750.000 millones se distribuye de la siguiente manera: El fondo de recuperación y resiliencia (RRF) dotado de 672.500 millones, de los que se otorgan directamente 360.000 millones en préstamos y 312.500 millones que se asignan a cubrir los programas presentados por las naciones y aprobados por la Comisión (siempre que nadie los vete). Un fondo de reacción denominado React EU dotado con 47.500 millones. El fondo denominado Horizon Europe dotado con 5.000 millones. Un fondo de beneficios denominado Invest EU dotado con 5.600 millones. Otro para el Desarrollo Rural dotado con tan solo 7.500 millones. Un Fondo denominado para la Transición Justa (JTF) dotado con 10.000 millones y por último, un fondo menor denominado de Rescate dotado con 1.900 millones.

El 70% de las subvenciones otorgadas por el RRF se comprometerán en los años 2021 y 202 y el 30% restante se comprometerá en su totalidad a fines de 2023. Como regla, el máximo volumen de los préstamos para cada Estado miembro no superará el 6,8% de su Renta Nacional Bruta (RNB).

Para poder hacer efectivos los envíos de dinero del plan, los Estados miembros remitirán previamente sus planes nacionales para la recuperación y resiliencia. Planes que deberán establecer la reforma y la agenda de inversiones del Estado en cuestión para los años 2021-23. Estos serán revisados y adaptados según sea necesario en 2022 para tener en cuenta la asignación final de fondos para 2023.

Para evitar continuar con el viejo sistema de “recomendaciones” cuando un Estado se desviaba de la senda marcada; algo, totalmente ineficaz por no ser vinculante y mediante el cual los Estados miembros, año tras año, se resistían a su complimiento sin sufrir represalia alguna; a instancias de los llamados Frugales (Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca) se ha introducido un complejo sistema que se le conoce como “Freno de Emergencia” que embridará a aquellos pauses que, como España, casi nunca cumplieron con tales recomendaciones.

La Comisión deberá evaluar los planes de recuperación y resiliencia recibidos en un plazo de dos meses a partir de su remisión. Igualmente sucederá con los criterios de coherencia y las recomendaciones específicas de cada país, así como si todos ellos se encaminan a fortalecer el potencial de crecimiento, la creación de empleo y la resiliencia económica y social del Estado miembro; para que sean aprobados, en dicha evaluación se necesitará obtener una puntuación bien alta.

La contribución efectiva a la transición verde y digital también será un requisito previo para una evaluación positiva. La evaluación de los planes de recuperación y resiliencia será sancionada por el Consejo, a propuesta de la Comisión, por mayoría cualificada, mediante un proceso que el Consejo que se esforzará en que terminen sus actuaciones y disquisiciones, si las hubiera, en un plazo no superior a las 4 semanas tras la recepción de las propuestas.

La evaluación positiva de las solicitudes de pago estará sujeta al cumplimiento satisfactorio de los hitos y objetivos relevantes. Para ello, la Comisión solicitará el dictamen del Comité Económico y Financiero sobre el cumplimiento satisfactorio de los mismos. Dicho Comité se esforzará en buscar y alcanzar un consenso. Aunque si, excepcionalmente, uno o más Estados miembros consideran que existen serias desviaciones del cumplimiento satisfactorio de los mencionados hitos y objetivos, pueden solicitar al Presidente del Consejo Europeo que remita sus dudas al Consejo Europeo para ser discutidas en la próxima reunión del mismo.

En el caso de que el asunto hubiera sido remitido para estudio al Consejo Europeo; mientras este se resuelve, la Comisión no podrá adoptar ninguna decisión de sobre el cumplimiento satisfactorio de lo requerido ni  la aprobación de pagos o transferencias al Estado cuestionado hasta que el próximo Consejo Europeo haya debatido exhaustivamente el asunto. Este proceso, por lo general, se deberá solventar antes de los tres meses siguientes a que la Comisión haya solicitado dicho dictamen al Comité Económico y Financiero.

Llegar a este punto no ha sido fruto de la casualidad; se ha precisado un proceso muy largo y tedioso que ha durado varios meses. El Parlamento Europeo inició los trabajos para dotar de fondos extraordinarios para luchar contra las pandemias y recuperar las capacidades pérdidas (estimado inicialmente en unos € 50.000 millones) en abril del 2020. A la vista de que la situación se complicaba y engordaban las peticiones y necesidades, finalmente el 15 de mayo aprobó por mayoría movilizar hasta € 2 billones.

Los trabajos de la Comisión fueron incapaces de lograr el acuerdo de la mayoría sobre la forma y la cuantía de activar el por entonces conocido como Fondo de Reconstrucción, al que estimaba una dotación máxima es de 1,5 billones y que se pretendía entregar a los Estados más necesitados sin apenas condiciones. Las trabas para alcanzar un texto consensuado vinieron desde el primer momento de los conocidos países frugales, quienes no estaban dispuestos a ceder tal cantidad de dinero sin exigir cierto tipo de serios condicionamientos, reformas o intereses.

Como consecuencia de los despropósitos, el atasco creado y de la aparente inoperancia de la Comisión Europea, el 18 de mayo, Merkel y Macron, presentaron una iniciativa conjunta sobre dicho fondo de reconstrucción. Propuesta, que limitó las ayudas a € 500.000 millones para los países más golpeados por la crisis económica derivada de la pandemia. Plan que se sustentaba en cuatro pilares: estrategia sanitaria, fondo de reconstrucción para la solidaridad y el crecimiento, aceleración de la transición ecológica y digital y el fortalecimiento de la capacidad y soberanía industrial europea.

Tras dicha iniciativa, el pasado 27 de mayo apareció una segunda gran propuesta de mano de la Presidenta de la Comisión, que es la que finalmente se llevó a la mesa del Consejo para su discusión final, que aunque basada en la anterior iniciativa, difería en algunos puntos de aquella y se acercaba a los € 750.000 millones € a movilizar. Su plan estaba integrado en el esquema legal del llamado “Semestre Europeo” que incluye los ya determinados y otros por determinar controles y recomendaciones específicas, así como cierta focalización que las inversiones deben cumplir. Del monto total, 310.000 millones serían dedicados a subvenciones directas de proyectos aprobados por la Comisión y 250.000 millones, tendrían forma de créditos. Además, se añadirían 55.000 millones a los actuales programas de política de cohesión, 40.000 millones adicionales al Fondo de Transición energética Justa y otros 15.000 millones para el Fondo de Desarrollo Rural.

Tras las duras y largas discusiones mantenidas durante cuatro días a cara de perro y muy tensas en diversos momentos, a punto de saltar por los aires en sus momentos más álgidos —incluido uno muy duro protagonizado por el Presidente Sánchez con su homóloga finlandesa por el que casi se amplía en uno más el grupo de los frugales— y alguna amenaza importante de abandono, la cosa se encarriló. La UE en esta Cumbre ha mostrado varias caras o aspectos en el sentido de convivencia, el bien común y poner a prueba su supervivencia, aunque también las grandes diferencias existentes entre el Norte y el Sur, entre los países ahorradores y cumplidores y los que no lo son en absoluto; la desconfianza mutua y creciente entre los socios y que a la larga, se ha podido comprobar que todos han cedido en sus aspiraciones a cambio de determinados beneficios, que por lo general se han transformado en ganancias del fondo especial para la recuperación o en su caso, en ahorros en sus contribuciones a la caja común de los presupuestos (importantes rebajas en las aportaciones anuales al Presupuesto por parte de los frugales). En realidad y como siempre, hay que decir que no impera la solidaridad, sino el vil metal.

Merkel, a pesar de que su estrella está perdiendo luz, sigue brillando con el mayor esplendor de todos los presentes; aunque ya cansada de tanto avatar interno y externo y que pronto se retira de la vida pública, ha vuelto a dejar bien claro su capacidad y legado político, su paciencia en procesos de negociación y sobre todo, de liderazgo sin discusión alguna. Los frutos de esta Cumbre y sus Acuerdos, sin ella no hubieran tenido lugar. Gracias a su buen hacer, por primera vez en la historia de la UE, el club y sin la participación del Reino Unido, se endeudará grandemente para financiar en condiciones algo más favorables a las precedentes una necesaria y muy importante recuperación económica extraordinaria.

Tras la larga explicación y aclaración de estos hechos sin precedentes en la propia UE dadas las cuantías movilizadas al unísono, el monto total y parcial de cada una de ellas, la novedosa forma de su financiación y por lo complejo de las soluciones adoptadas para el control de los gastos y su aplicación encauzada a fines concretos, hay que decir que esto no es un Plan Marshall tal y como muchos rápidamente se han lanzado a calificar, porque a diferencia de aquel programa norteamericano tras la II Guerra Mundial, el capital no es extranjero ni administrado por ellos; es un Plan propio y que procede de una gran deuda contraída por todos y que TODOS, de una forma u otra, al final deberemos pagar. Es simplemente y llanamente un RESCATE con todas las de la Ley, cuyas normas, aparentemente, nos serán tan estrictas como las que se impusieron tras la crisis del 2008, pero sí marcarán una serie de sendas e hitos a cumplir y que ya no se dejará al albur de la Comisión el que se juzguen o recomienden los actos y pasos dados o por dar. Ahora, cualquier Estado miembro puede complicar el futuro y los planes de otro según la forma y el modo de actuar.

En lo referente a España, quedar en la arena internacional como el segundo país con mayores problemas económicos en la UE, tras haber sido uno de los peores del mundo en la previsión y gestión de la más grave pandemia de los últimos tiempos, no es una buena tarjeta de presentación; nos deja en muy mal lugar y no es justo ni procedente, ni mucho menos motivo para estar ufanos ni para venir contentos ni para ser recibidos con grandes e impostados aplausos —que si bien pudiera pensarse que los primeros fueron “espontáneos”, cosa que yo personalmente no me creo- los segundos dejaron bien claro lo mendaz y procaz que puede ser un gobierno que se enfrenta a una recuperación dirigida y tutelada mediante un inmenso rescate, que se verá agravada por los recortes que, como ya se verá, afectan directamente a España en los presupuestos de la Unión (fundamentalmente a la sanidad, al mundo rural y a las regiones en desarrollo) y de los que pocos o casi nadie habla ni quiere hacerlo por los capítulos que se han visto reducidos, lo que muchos han dejado de pagar y porque nuestras mayores aportaciones a la caja común del club, al cambio, dejarán bien mermadas el monto de todas las ayudas que de aquella parte nos puedan llegar.

Nuestro presidente, para no variar ni perder la costumbre, dejó una muy mala imagen por mucho que él y sus muchos palmeros lo quieran ocultar; asistió, como convidado de piedra a pocas reuniones limitadas a unos cuantos donde se tomaban decisiones de enjundia y dejó en manos de los demás la defensa de los intereses y necesidades de España. Jugó a la baza de que ya se preocuparán los demás de salvarnos para evitar que con nuestra caída no se haga un agujero más grande y profundo o sea el fin de la Unión; llegó sin propuestas (no se conoce alguna) ni papeles en la mano; aparece en casi todas las fotos arrinconado al final o leyendo por detrás los papeles de los demás, solo habló en una cena para crear un problema grave con Finlandia, que Merkel le tuvo que arreglar y guardó un patético silencio, que el mismo se encargó de definir como su peculiar forma de empatizar con los demás. Patético, cómo mínimo.

Como resumen final, se puede asegurar que nunca ha habido tanto cambio en tan poco tiempo en el seno de la UE; esta Cumbre que nació en medio de la necesidad de cubrir las deficiencias observadas en el aspecto y capacidades sanitarias para optar a poder combatir con mayor éxito pandemias como la presente, ha terminado movilizando muchos millones y otro tipo de recursos, pero, definitivamente, se ha olvidado de sus orígenes y necesidades. No creo que con los cambios y mejoras en la digitalización, los movimientos en apoyo de evitar o dilatar el cambio climático y otra serie de aspectos relacionados con el empleo y la formación podamos ser capaces de enfrentarnos de nuevo a una pandemia de estas características. Al final, los intereses de los más fuertes, derivan a los demás a hacer un esfuerzo a todos, del que los grandes provechos ya sabemos dónde irán a parar. Parece ser que todos quedaron tan contentos, aunque algunos, mucho más.

* Coronel de Ejército de Tierra (Reserva) de España.  Diplomado de Estado Mayor, con experiencia de más de 40 años en las FAS. Ha participado en Operaciones de Paz en Bosnia Herzegovina y Kosovo y en Estados Mayores de la OTAN (AFSOUTH-J9). Agregado de Defensa en la República Checa y en Eslovaquia. Piloto de helicópteros, Vuelo Instrumental y piloto de pruebas. Miembro de la SAEEG.

©2020-saeeg®

Artículo publicado en https://sites.google.com/site/articulosfjavierblasco/-rescatados