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HUMANIDAD Y CONFLICTO

Marcos Kowalski*

Imagen de Devanath en Pixabay

Primero, yo encuentro que el esfuerzo humanitario de oponerse al sufrimiento que viene con la guerra es altamente apreciable. Pero la paz eterna es un sueño y no ciertamente bello. La guerra es parte del orden mundial de Dios. Dentro de esta se despliegan las nobles virtudes de los hombres, el coraje, la renunciación, la lealtad al deber y la disposición al sacrificio ante el azar de la vida.

Helmuth von Moltke

 

La Guerra, los Conflictos y la Sociedad

El hombre tal cual es, como creatura de Dios, en su eterna búsqueda de realización a través de la familia y en unión a otros en sociedades políticas desde épocas antiguas, en su afán de defenderse, o guiados por interés de poder o territoriales o ambos, vivió y vive en conflictos de diferente magnitud.

Estos conflictos y desde la más remota antigüedad a la actualidad, produjeron enfrentamientos, luchas armadas entre dos o más contendientes, al principio entre personas, o familias, dando lugar a actos violentos que generalmente culminaban con la huida o el sometimiento de una de las partes.

Cuando el hombre se organizó políticamente, primero en Ciudades Estados y después en Naciones, la lucha pasa a ser de enfrentamientos armados prolongados entre dos o más naciones durante la cual se producen diversas batallas, se producen las guerras.

Como dice el axioma universal militar, “No hay guerra parecida a la anterior, y toda guerra es única e irrepetible”. Pero ¿cómo definimos la guerra? El asunto es que una respuesta a esa pregunta debe darse de tal manera que no pueda prescindirse de cómo intervienen los conflictos en la vida de los seres humanos y en el desarrollo de su historia.

La respuesta no puede referirse y culminar en la simple definición de “enfrentamiento armado” entre dos o más partes o en el consabido criterio, negativo, de que “la guerra es la ausencia de paz”. Definiciones de ese tipo, si bien son válidas, hay que advertir que son muy restringidas.

Las definiciones simplistas no dicen nada acerca de la magnitud de los daños de todo tipo que causa la guerra; tampoco dicen cómo interviene ésta en el transcurrir de la historia ni en la disposición humana para hacerla; y no hablan acerca del sino trágico que ella entraña en la existencia humana.

Desde los tiempos más remotos tenemos pensadores que han estudiado las guerras y como, mal que les pese a los filósofos modernos el hombre no cambio en su esencia ontológica desde su aparición en la tierra, esos pensamientos tienen hoy plena vigencia.

Hace 2.500 años Sun Tzu, un doctrinario y estratega chino escribió El Arte de la Guerra que, con vigencia actual, es el libro de estrategia, que inspiró a Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Es uno de los más importantes textos clásicos chinos, en el que, a pesar del tiempo transcurrido, ninguna de sus máximas ha quedado anticuada, ni hay un solo consejo que hoy no sea útil.

El arte de la guerra llegó por primera vez a Europa en el periodo anterior a la Revolución Francesa, en forma de traducción realizada por el sacerdote jesuita J. J. M. Amiot. En las diversas traducciones se nombra ocasionalmente al autor como Sun Wu o Sun Tzu.

El núcleo de la filosofía de Sun Tzu sobre la guerra descansa en estos dos principios: Todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño. El supremo Arte de la Guerra es someter al enemigo sin luchar.

No es, por tanto, un libro sobre la guerra; es una obra para comprender las raíces de un conflicto y buscar una solución. “la mejor victoria es vencer sin combatir”, nos dice Sun Tzu, “y ésa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”.

Nicolás Maquiavelo, subordinando por primera vez la guerra a la política formuló la propuesta, en los “Discursos sobre la primera década de Tito Livio”, “si la guerra se somete a la política, tomará de forma natural su carácter y que, por tanto, si la política es grandiosa, la guerra lo será también y podrá alcanzar las cimas de las que adquiere”.

Clausewitz introduce el concepto de “Nación” en la formulación de Maquiavelo: “Cuanto más grandiosos y poderosos son los motivos de la guerra, más afectan a la existencia misma de la Nación, más violenta es la tensión que precede a la guerra y más se conforma la guerra a su forma abstracta”.

Lenin primero y Mao-Tse-Tung después, desde la visión izquierdista, llevarían más lejos la definición al establecer la enemistad en el terreno de las visiones del hombre y de la sociedad.

Cerca de los dilemas existenciales, de las oposiciones excluyentes (es él o yo, uno de las dos sobras en el mundo, un sistema no puede coexistir con otro) Las guerras tienden a ser de avallasamiento antes que de aniquilación: es decir, de condicionamiento de la voluntad oponente, no de eliminación de las condiciones de existencia de otra voluntad.

Para Clausewitz la guerra es una acción política, una continuidad de la política, la conducción es política, la estrategia es política, los militares solo se ocupan de las batallas, pero no deciden sobre las guerras, es la continuación de la política por otros medios.

Sin política, es decir, sin la capacidad de estructurar el conflicto, es imposible salir de la guerra, lo que explica por qué algunos países se encuentran hoy en un estado de guerra permanente, de allí la vigencia actual del pensamiento de este militar prusiano.

Expresa en el libro De la Guerra: “La guerra es, por lo tanto, no solo de carácter camaleónico, porque cambia su color en algún grado en cada caso particular, sino que también, en su conjunto, está en relación con las tendencias predominantes que hay en ella”.

En la contemporaneidad, algunos teóricos ven un oscurecimiento de la vigencia de Clausewitz porque no corresponden a una relación entre conflicto armado y política de Estado nacional, estrictamente.

Pero la política no debe ser considerada, sólo bajo su forma “real”; debe ser comprendida también bajo su forma “absoluta”, como el campo de los conflictos de intereses en sí, sean de la política nacional del Estado o de la política de partidos o grupos supranacionales.

Si se sigue a Clausewitz de cerca, se verá que siempre tiene presente el concepto “puro” de la política, lo mismo que el de la guerra y quedará claro que la política del Estado es solamente una de las formas que puede tomar la política “real”.

Los pensadores actuales están presentando doctrinas sobre la guerra en donde se plantea la evolución de la naturaleza, propósito y forma de conducir la guerra y, básicamente, se la categoriza en generaciones: la guerra de masas, el predominio del fuego, la guerra relámpago y la guerra del débil contra el fuerte.

Más recientemente doctrinarios chinos calificaron formas de guerras lineales y no lineales, donde el esfuerzo principal es la sublevación de la población con la influencia de los medios de comunicación, las fuerzas especiales y las operaciones cibernéticas, en tanto las fuerzas convencionales se reservan para finalizar el conflicto.

Esta nueva forma de hacer la guerra la aplicó Rusia en la Guerra de Georgia del 2006 y en la Guerra de Ucrania del 2012 con la posterior anexión de Crimea, que le dio a la Federación Rusa una salida al mar Mediterráneo.

Quien describe esta nueva doctrina bélica, bajo el título “El valor de la ciencia radica en la anticipación”, es el comandante en jefe de las Fuerzas Rusas general, Valery Gerasimov, en 2013, y se la conoce en Occidente como doctrina Gerasimov, aunque en realidad es una visión de la guerra del futuro.

En febrero de 2016, Gerasimov ha vuelto a hablar ante la Academia de Ciencias Militares (Rusia) sobre las características de las guerras contemporáneas, La caracterización que hace Gerasimov es muy similar a la que hacía en 2013.

La única novedad importante es su utilización de expresiones como “guerra híbrida” o “métodos híbridos”, ausentes hasta ahora del léxico militar (oficial) ruso.

Uno de los estudiosos de esta supuesta nueva forma de guerra híbrida es Frank Hoffman, antiguo oficial del Cuerpo de Marines estadounidense, al que algunos han llamado “el padrino intelectual de la guerra híbrida”

El adjetivo híbrido se ingresó en el lenguaje de los expertos en asuntos de defensa para calificar lo que muchos consideran como un nuevo tipo de conflicto, diferente tanto de la guerra tradicional o convencional como de la guerra irregular, y que, en líneas generales, sería la resultante del empleo simultáneo de ambas formas de lucha.

Hoffman utiliza diversos ejemplos históricos que representarían la evolución del conflicto asimétrico desde las guerras del Peloponeso, pasando por la guerra de la Independencia española, como ejemplo de la que denomina “guerra compuesta”, y finalmente llegando al conflicto árabe-israelí del año 2006 en El Líbano como paradigma del nuevo tipo de guerra.

Al menos uno de los adversarios recurre a una combinación de operaciones convencionales y guerra irregular mezclada esta última con acciones terroristas y conexiones con el crimen organizado.

En cualquier caso, Gerasimov entiende que la combinación de acciones tradicionales con lo que él llama “acciones híbridas” (es decir, la “guerra híbrida”, tal y como la entiende Hoffman) es una característica general de los conflictos armados contemporáneos.

Podemos añadir ahora que, en la práctica, Gerasimov llega casi a identificar “métodos híbridos” con “subversión”. De hecho, entiende que las “revoluciones de colores” de la denominada primavera árabe o similares, son magníficos ejemplos de acciones híbridas, la acción turca en Siria y Libia, también lo son.

Ninguno de los dos menciona las guerras moleculares, que son guerras civiles que estallan internamente sin necesidad aparente de ningún contagio extranjero y que tampoco parecen partir de una división de la sociedad en dos bandos.

Más se parecen a un asalto de actores no estatales contra un Estado ausente, bobo o fallido al que quieren reemplazar o, al menos, doblegar y someter, que algunos comparan con las revoluciones de colores (Siria).

Pero que no son lo mismo, es una guerra de todos contra todos, una guerra social, con una aparente naturaleza autista de los perpetradores e incapacidad de distinguir proyectos comunes y que pueden proceder la auto-destrucción de la nación misma.

Quizás debamos decir que este tipo de guerra, generalmente fraterna se propaga a una velocidad relativa y en función del nivel de deterioro del Estado Nación y de sus funciones.

Donde éste ha desaparecido, la violencia es total y muy extendida, mientras en los lugares en los que todavía hay un Estado disfuncional, la misma se manifiesta en forma espasmódica, aunque siempre creciente.

En este tipo de conflictos, guerra molecular, debemos incluir países como el mexicano, el colombiano, el brasileño y lamentablemente, el argentino, con serias dificultades para controlar determinados espacios internos, particularmente sus ciudades y cárceles, en manos de las organizaciones criminales del narcotráfico y con funcionarios y políticos proclives a un “buenismo” filosófico abolicionista de las leyes duras.

Finalmente, hay sociedades que, a pesar de disfrutar de un Estado fuerte, como es el caso de los EEUU, enfrentan violentas tensiones internas fundamentalmente raciales que esporádicamente se manifiestan en explosiones de violencia.

Este tipo de guerra aun cuando parece que practica una violencia que se ha liberado de la ideología, suele con el tiempo ser útil a intereses ajenos a la nacionalidad y terminan por mutar a enfrentamientos como se los describe en la guerra híbrida o en la doctrina Gerasimov, como en el actual medio oriente.

Esto hace evidente que la estrategia de la defensa en la Nación moderna requiere que, si los conflictos armados, con enfrentamientos sociales de diversa magnitud, en un mundo complejo, donde se mueven intereses de naciones, grupos económicos y difusos organismos supranacionales y donde la forma más frecuente de uso de la fuerza en los conflictos contemporáneos, se caracterizan por un amplio uso de los medios y procedimientos no específicamente militares, la organización de la defensa de una Nación, debe reflejar este hecho siendo multifacética y contemplando todas las hipótesis y tipos de conflicto que podrían plantearse.

En desconocimiento de los más elementales enfoques de guerra, conflicto y humanidad, de los políticos y un apego a un “pacifismo” irreal y desviado de la situación mundial deja en virtual estado de indefensión a las Naciones y hace que terminemos este artículo con las palabras de Helmuth von Moltke que completan a las de la introducción:

Sin la guerra el mundo se hundiría en el pantano del materialismo. Además, yo estoy completamente de acuerdo con los principios expuestos en el prefacio de que el progreso en la moralidad debe también reflejarse en el estremecimiento de la guerra. Pero yo voy más lejos y creo que es la guerra en sí misma y no en una codificación de la ley de la guerra, es lo que pudiera obtener este propósito.

* Jurista USAL con especialización en derecho internacional público y derecho penal. Politólogo y asesor. Docente universitario. Aviador, piloto de aviones y helicópteros. Estudioso de la estrategia global y conflictos. 

©2020-saeeg®

EL ASCENSO DE BEIJING Y LA CONFRONTACIÓN SINO-ESTADOUNIDENSE.

Ruvislei González Saez*

 

El mundo actual se encuentra en un momento complejo derivado por múltiples factores. Sin embargo uno de ellos se expresa en la confrontación estratégica entre las dos mayores economías del mundo, es decir, Estados Unidos y China. Todo parecía a finales de 2019 que las relaciones entre Washington y Beijing iban a mejorar cuando se logró concretar la primera fase del acuerdo bilateral generado con posterioridad a los grandes choques comerciales. Sin embargo, el declive de la hegemonía estadounidense reforzada por las acciones unilaterales de la actual administración de Donald Trump, conducen a un mayor nivel de desencuentros entre ambas potencias.

Para entender lo que está sucediendo hoy en el mundo entre las dos grandes naciones, hay que ir más allá de la confrontación comercial y examinar el fenómeno con una perspectiva de trascendencia global y de largo plazo. La economía es la fortaleza de Estados Unidos, pero también de China. La nación asiática es la segunda mayor del mundo en términos nominales y ya en términos de paridad de poder de compra rebasó a Estados Unidos (Tabla 1). Aun cuando en términos nominales su desarrollo es más bajo, ya China actúa como gran potencia. Cuando se llega a un nivel de desarrollo es inevitable la confrontación en distintos planos con la potencia hegemónica. Es un principio del pensamiento geoestratégico. No debe olvidarse que ya Beijing es el principal socio de más de la mitad de los países del mundo y muchos dependen de China como la mayor fuente de sus importaciones.

Tabla 1: Algunos indicadores comparativos entre Estados Unidos y China

Fuente: Elaboración del autor con diversas fuentes, 2020.

El resurgimiento de China como potencia es reciente y por eso su mayor presencia presenta un desafío para Washington, el de acomodar a esta nueva potencia emergente o impedir su ascenso. Lo que pase con estas dos grandes naciones tendrá un enorme impacto en el resto del mundo.

Relaciones políticas

El peligro actual no es el ascenso de China en sí, sino cómo Estados Unidos reacciona a este progreso y a su consecuente pérdida de hegemonía. Son dos naciones que irán hacia una mayor confrontación. El incremento de las tensiones conducirá a que Estados Unidos busque espacios de concertación política que excluyan la participación China o minimice su presencia. Tal es el caso de la convocatoria a la cumbre del G-7 (ampliada) para septiembre con la participación además de otros países como Corea del Sur, India, Australia, probablemente Brasil y también Rusia. Por mucho que lo intente, es difícil aislar a China en el actual contexto. Lo que provocará es el reforzamiento de la proyección externa de Beijing, en la que puede desarrollar con sus fuertes capacidades el poder inteligente o el suave, mediante asistencias a países que lo necesiten en el actual contexto de pandemia.

No obstante, ambas partes están conscientes de que en el peor de los escenarios deben fomentar el diálogo político. La estrategia de la administración Trump es presionar hasta el límite para llevar contra la pared a la contraparte y que esta ceda. En última instancia el diálogo político es el que permitirá resolver la situación, teniendo en cuenta que la conflagración armada no es el escenario que desea ninguna de las partes.

La confrontación y posición aislacionista de Estados Unidos, genera expectativas negativas y una mayor percepción global de la pérdida de hegemonía estadounidense. En tanto presiona para retirarse de organismos internacionales, China promueve la multilateralidad. Beijing percibe que necesita aumentar la colaboración multilateral en su beneficio y las propias acciones aislacionistas de Trump, acercan a varias naciones a China, incluso algunos de los propios aliados estadounidenses han mejorado el diálogo con Beijing, pese a que no confían en el gigante asiático.

Por otro lado, la promesa de China de aportar dos mil millones de dólares a la Organización Mundial de la Salud, posterior a la suspensión de Estados Unidos, conlleva a un mejoramiento de la imagen china, justo en momentos en que el mundo percibe una drástica proyección negativa estadounidense. A ello deben sumarse los ataques mediáticos occidentales en relación con la calidad de los productos sanitarios y de los intereses de la ayuda china.

Relaciones Económicas

En lo económico, aunque Estados Unidos basa su llamada guerra comercial en el déficit que tiene con China, lo interesante es que el creciente déficit en el comercio de bienes estadounidenses con la nación asiática no es ni siquiera el de los años de este siglo, sino desde 1985. Incluso ya en los años 2000 ese déficit ya se dio durante el período de la administración republicana, de 2001-2008, bajo el gobierno de George W. Bush. Aunque bajo la administración demócrata de Barack Obama hubo un incremento, ya venía sucediendo con más fuerza. Bajo la administración de Trump continuó profundizándose pese a la llamada “guerra comercial”. El problema de Estados Unidos de su déficit con China no se resolverá mediante el establecimiento de aranceles o presiones. Es un tema estructural del modelo económico estadounidense que ya está agotado y que incide también en una crisis no solo económica, sino también política.

Ello no sucede de igual manera con el comercio de servicios en el que Estados Unidos tiene un gran superávit.

Interesante es que el discurso de Trump no refleja claridad y son otros los objetivos presentes. El déficit comercial de Estados Unidos con China es histórico. Pero en la misma que ha crecido el déficit, a su vez ha aumentado el nivel de empleo en los Estados Unidos, fenómeno contrario al discurso del presidente estadounidense (ver gráfico 1). Es necesario buscar pretextos para justificar una confrontación. La potencia hegemónica está en declive y tiene la amenaza de ser suplantada por Beijing. Tiene que actuar fuerte para evitar que se demore a toda costa esa caída estadounidense y ese ascenso chino. Solo que la conducción de Trump acelera el proceso mediante el aislacionismo y sus posturas extremas tanto dentro de su país como fuera.

 

Gráfico 1: Correlación entre el crecimiento del déficit comercial estadounidense con China y el crecimiento del empleo.

Fuente: Meltzer & Chenai, 2019

Las relaciones económicas bilaterales presentan un alto grado de interconexión, e interdependencia mutua, por lo que una confrontación afecta a las dos partes. Las medidas unilaterales estadounidenses perturban también a sus propias compañías radicadas en el gigante asiático. Sin embargo, la nueva Ley de Inversiones de China del 2019, puesta en vigor en el 2020, aumenta la apertura en el sector financiero en el que bancos estadounidenses pueden invertir en bancos chinos. Ello incide en la persistencia de la interconexión sino-estadounidense.

China constituye el tercer mercado para las exportaciones estadounidenses de bienes, después de Canadá y México. También lo es para las exportaciones de servicios luego de Reino Unido y Canadá. De hecho el comercio de servicios de Estados Unidos con China tiene superávits, del cual juegan un papel importante los viajes, educación, puertos y servicios financieros. Si Trump sigue aplicando medidas restriccionistas, puede conducir a reducir los viajes de turistas y la presencia de estudiantes chinos a Estados Unidos, lo que dañará grandemente a las exportaciones de servicios de la primera potencia (Consejo de Negocios Estados Unidos-China, 2020).

En sentido general, Estados Unidos tiene más que perder que China en el mediano y largo plazo, teniendo en cuenta que el mayor crecimiento en las exportaciones de servicios estadounidenses se concentra en China, con incrementos de 229% en el período 2009-2018. Mientras, en el comercio de bienes, como principales fuentes de importaciones de China en el 2019 en primer lugar, más que Estados Unidos, están la Unión Europea (275 mil millones de dólares), Corea del Sur (173,08 mil millones de dólares), Taiwán (172,71 mil millones de dólares), Japón (171,30 mil millones de dólares) y luego la nación americana (122,34 mil millones de dólares) (Consejo de Negocios Estados Unidos-China, 2020).

Estados Unidos decrece como mercado suministrador de China y a la larga decrecerá más (por las posiciones estadounidenses y por decisión china también). El mercado chino hoy y en el futuro puede ser más importante para reanimar la economía estadounidense, a partir del cambio de modelo chino que promueve las importaciones. Sin embargo, la confrontación estratégica es tan fuerte que impide pensar en una correcta recuperación estadounidense, porque los intereses son de sobrevivencia hegemónica y no de recuperación económica. El tema del déficit no es nuevo, ni se resolverá con todas las sanciones que quiera imponer la administración actual. Pero sí puede lograr que mediante la iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), China desarrolle su propio mercado, tanto para exportaciones, como suministrador. Países como Brasil, India, Argentina y otros pueden convertirse en sustitutos de productos agrícolas estadounidenses y así puede suceder en otros sectores. No obstante, aún la dependencia china de algunas mercancías estadounidenses es relevante, en especial las tecnológicas.

El aumento de la influencia comercial china sobre los gobiernos se complementará con la presencia cada vez mayor de empresas y equipos chinos en los sectores tecnológicos, incluidas las redes 5G y las arquitecturas de vigilancia, mientras la posición estadounidense va en detrimento y que solo se limita a presionar a gobiernos, sin ofrecer ninguna respuesta económica, financiera ni oportuna para las naciones implicadas.

Las medidas proteccionistas de Trump involucran dos tipos de costos: a) el mayor costo asociado a las importaciones y b) los costos asociados a las menores exportaciones que ahora enfrentarán medidas de represalia. El primero de esos costos tiene un impacto diferenciado sobre los diversos estados de la Unión, dependiendo de su estructura productiva y comercial. Una confrontación comercial aún mayor con China afectará no solamente a ambos, sino también al resto del mundo, mucho más en el actual contexto de pandemia y crisis global. Por lo que el método más reciente estadounidense no es atacar por lo económico, sino por otras vías para afectar políticamente a China.

Los altos líderes de seguridad estadounidenses, por garantizar sus estrategias, están promoviendo el corte de las cadenas de suministros y los vínculos educativos entre los dos países y ello causará, a corto plazo, quizás una victoria de presión a Estados Unidos, pero al mediano y largo plazo causarán pérdidas significativas a la competitividad estadounidense. Lo peor es que este concepto es manejado por altos cargos en la Casa Blanca e intentan a toda costa retornar las empresas estadounidenses. Las cadenas de suministros globales están formadas por países de todo el mundo con el propósito de maximizar su ganancia y estas se han movido hacia zonas con costos laborales menores. Incluso los datos muestran que las empresas no han hecho gran caso a los políticos al punto que, en 2019, las cifras expresaron que el valor agregado de la industria manufacturera de Estados Unidos al PIB cayó al 11%, el nivel más bajo desde 1947. La Cámara de Comercio advirtió al gobierno que no fuera demasiado lejos con el tema de retirar la cadena de suministro estadounidense de China porque dañaría mucho a los propios Estados Unidos. 

Relaciones financieras

En lo financiero, el dólar es la moneda internacional dominante y lo será por un buen tiempo, la que es utilizada como una de las cartas más preciadas por Washington para la confrontación con China. Sin embargo, desde hace más de 10 años, China es el mayor prestamista del mundo. Actualmente presta mucho más que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional juntos y por si fuera poco ha ido creando sus propias instituciones financieras como es el Banco Asiático de Inversiones e Infraestructura (BAII) y el Banco de Desarrollo de los BRICS, así como el Fondo para la Ruta de la Seda, entre otros. Incluso ya bancos chinos han sobrepasado a bancos estadounidenses.

El Banco Comercial e Industrial de China es el mayor del mundo, luego le sigue la Corporación Banco de Construcción de China (uno de los bancos más antiguos de China fundado en 1954), el Banco Agrícola de China. Es decir los tres bancos más grandes del mundo son chinos, luego el cuarto es japonés y el quinto vuelve a ser chino, el Banco de China, mientras en el sexto lugar es el estadounidense Banco de América J.P. Morgan y luego en el noveno lugar el Banco de América (BAC) y en el décimo Wells Fargo (Berger, 2020).

Por otro lado, China es el país poseedor de las mayores reservas internacionales de divisas, con capacidad para hacerle frente a la actual y compleja situación del Covid-19 y la fuerte crisis económica que viene. El gigante asiático a inicios de 2020 poseía 3,399 billones de dólares, mientras el segundo mayor poseedor de reservas es Japón con 1,387 billones de dólares. Estados Unidos se encuentra muy por detrás con 0,129 billones de dólares. Suiza, Hong Kong, Arabia Saudita, República de Corea, entre otros, tienen más reservas que Estados Unidos (FMI, 2020). Ello demuestra que en lo financiero va perdiendo espacios, aunque el dólar sigue siendo la joya de la corona, lo más preciado.

En los últimos años, China se había caracterizado por ser el principal poseedor de los títulos de deuda (bonos del tesoro) de Estados Unidos. Esto suponía un grado de interrelación, en la que el gigante asiático tenía en sus manos un arma para maniobrar ante cualquier eventualidad, pero a su vez, eso le convertía en el principal financista del gobierno estadounidense, incluyendo los gastos del complejo militar. China ha estado financiando indirectamente al propio Departamento de Defensa al comprarle bonos del tesoro estadounidense. Ante la creciente rivalidad, desde 2018, China comenzó a desprenderse de los bonos pasando de esta manera al segundo lugar después de Japón, país que se ubica como el mayor poseedor en el 2020 (ver gráfico 2).

Gráfico 2: Principales poseedor de bonos del tesoro estadounidense en los años 2017 y 2020 en miles de millones de dólares.

Fuente: Elaboración del autor con datos de: http://ticdata.treasury.gov/Publish/mfh.txt, 2020.

La confrontación sino-estadounidense ha tenido muchas repercusiones y ha estado vinculado al impacto en los mercados financieros. En ese sentido, el incremento de la incertidumbre geopolítica provoca que los inversores se interesen por el oro como activo de refugio, a partir del interés de los bancos centrales en especial los de China y Rusia. De hecho, en 2018 se hicieron las mayores compras de metal de los últimos 50 años. La cada vez mayor preocupación china por las acciones estadounidenses le han motivado a desmarcarse del dominio internacional de la economía estadounidense por medio de dos de sus mayores activos: el dólar y los bonos del tesoro.

Entre diciembre y julio de 2019, el Banco Popular de China adquirió más de 70 toneladas de oro. Todo apunta a que esta progresiva reducción de la posesión de bonos del tesoro por parte de China responde, a su deseo de enfrentar a la presión que ejercen los Estados Unidos desde el punto de vista comercial con la imposición de aranceles. El desprendimiento de todos los bonos por parte de China podría conducir a consecuencias muy graves para la economía estadounidense, ya que el país emite bonos del tesoro por valor de un billón de dólares anuales. La maniobra de China podría encarecer el coste de financiación del gobierno estadounidense, extendiéndolo hacia el conjunto de la deuda y asfixiando la tasa de crecimiento de su economía. Pero también le afectaría a Beijing porque una venta a gran escala provocaría una importante depreciación del dólar respecto al yuan, lo que afectaría la competitividad de la economía china y provocaría una desestabilizante fuga de capitales (Pedraza, 2019).

Tema tecnológico en las relaciones

Más allá de la guerra de los aranceles, el objetivo básico de Trump apunta a dificultar el avance chino en materia de ciencia y tecnología. En particular, esta inquietud ha surgido después de conocer la iniciativa Made in China 2025, en la cual China busca construir liderazgo global en 10 áreas críticas, incluyendo tecnologías de información, robótica, aeroespacial, vehículos eléctricos, biotecnologías e inteligencia artificial.

Para ello, la administración Trump propuso actuar en dos ámbitos: a) barreras a la inversión china en empresas estadounidenses de tecnología; b) bloqueo a las exportaciones de alta tecnología dirigidas a China. Para lo primero, el Departamento del Tesoro aplicaría una normativa que prohíbe compra de empresas tecnológicas e impone un techo de 25% a la propiedad de inversionistas chinos en compañías estadounidenses de “tecnologías industrialmente significativas” y ese techo puede variar, en función de consideraciones especiales. A su vez, el Consejo de Seguridad Nacional y el Departamento del Comercio están desarrollando programas para reforzar el control de estas exportaciones, particularmente las dirigidas a China. Estados Unidos se queja de la intervención del gobierno chino en apoyo a sus empresas, mientras el gobierno estadounidense está haciendo lo mismo, solo para frenar a China.

La postura china alega el derecho a poder invertir libremente, sin restricciones administrativas o de índole política. El argumento estadounidense alude al hecho que la frontera entre la inversión privada y el Estado en China sería demasiado tenue y, por ende, cualquier inversión china en Estados Unidos tendría detrás al Estado. De allí que bloquearle el acceso a las tecnologías de punta desarrolladas en Estados Unidos limitaría el avance de la iniciativa Made in China 2025.

El dominio de la tecnología de quinta generación (5G), en el marco de la Cuarta Revolución Industrial, permitirá dar el salto a la nación que la desarrolle. Ello permitió sobresalir a la Inglaterra de entonces como la gran potencia y posteriormente a Estados Unidos. La 5G consentirá el desarrollo del internet de las cosas (IoT), la conducción autónoma, la impresión en tercera dimensión (3D), la industria 4.0, la telemedia, el uso masivo big data. La disputa geopolítica se refiere a la posibilidad de creación y uso de la tecnología como fuente de crecimiento y desarrollo económico, así como de seguridad militar.

En cuanto a los avances tecnológicos y la porción del mercado, solo tres compañías combinadas dominan el 80%, Huawei, Ericsson y Nokia. Tan solo la compañía china domina el 30,1%, mientras Ericsson el 26,4% y Nokia el 22,2%. China lleva la delantera con las patentes esenciales estándar 5G con el 35,1%, mientras Estados Unidos el 14,29%. Incluso Corea del Sur está por encima 21,4% (The Center for Global Studies, 2019). Ya China y Estados Unidos trabajan en investigaciones hacia la 6G.

El conflicto tecnológico se ha centrado en las cuestiones de la 5G y la confrontación con Huawei, sin embargo, poco se habla de las llamadas tierras raras que son indispensables en componentes de los equipos de telecomunicaciones para uso comerciales industriales, pero también militares. En ese sentido, Estados Unidos tiene cinco grandes proveedores, de los cuales China es por mucho el principal. En el 2018, China envió a Estados Unidos 12.557 toneladas métricas (t/m), en segundo lugar Estonia 1.072 t/m, Corea del Sur, 937 t/m, Malasia 860 t/m y Japón 567 t/m. Entre las industrias que utilizan las tierras raras en sus producciones están las de avances electrónicos, equipos médicos, (imanes, baterías, fósforos), turbinas de viento, catalizadores, etc. El 60% del uso en Estados Unidos en el 2018 fue para el desarrollo de catalizadores (Congressional Research Service, 2019). 

Fortalezas de China

En sentido general, la fortaleza china opera más por el lado productivo y comercial. Después de la crisis de 2008, China ha venido aportando entre 30 y 35% al crecimiento anual del PIB mundial; es el principal mercado para las exportaciones de la Unión Europea (UE), Japón, Corea del Sur, Brasil y para el G-20, por lo tanto, un menor crecimiento en China golpeará las exportaciones de todas estas economías. Una recuperación china post-pandemia será decisiva para la recuperación global.

China tiene en la confrontación la fortaleza de que es además el hub de las cadenas de valor asiáticas y el principal socio comercial de más de la mitad de los países y territorios en el mundo. Dados los altos grados de integración productiva en esta zona, el castigo a las exportaciones chinas terminará siendo un castigo a los países asiáticos que aportan partes, piezas, componentes y servicios en la “Fábrica China”, la que finalmente ensambla los productos y los envía al exterior. Cerca del 35% de las exportaciones chinas son de ensamblaje. Por tanto, una guerra comercial con China afectará severamente a Japón, Corea, Hong Kong y Singapur, economías que proveen a China de buena parte de los bienes, insumos y servicios que culminan siendo integrados en la “fábrica china” para ser exportados al mundo.

Por otra parte, China compra el 60% de las exportaciones estadounidenses de soja; es el principal mercado automotriz, de PC y celulares en el mundo, en tanto las principales empresas estadounidenses y la UE están radicadas en China y podrían verse afectadas por la guerra comercial.

China es además el segundo mayor acreedor de Estados Unidos, por la tenencia de papeles del Tesoro norteamericano y, por tanto, es también el segundo principal financista de los desequilibrios fiscales y externo de la economía estadounidense. La parte china parece estar mejor posicionada que la estadounidense para una guerra de mayor alcance. 

Debilidades de China

El principal impacto de las medidas proteccionistas de Trump en contra de las exportaciones chinas se ha estado sintiendo en las bolsas, toda vez que, luego de tales medidas, las bolsas chinas muestran importantes caídas. El eslabón financiero-bursátil parece ser el eslabón más débil en la jugada china. China es también el principal acreedor de Estados Unidos y, por ende, a través de la compra que realiza de los bonos del Tesoro es también el principal financista del desequilibrio externo de Washington. En teoría, esta posesión de títulos podría ser leída como un arma decisiva de China en esta confrontación. Sin embargo, esta tiene sus límites. Hacer uso de esta peligrosa arma, absteniéndose de comprar bonos o deshaciéndose por grandes cantidades hará caer el precio de dichos títulos de deuda, incrementándose la tasa de interés de los mismos. Esa mayor tasa de interés afectaría adversamente el nivel de actividad en la economía mundial, riesgo al que ni China ni Estados Unidos están dispuestos a correr en este preciso momento de crisis global.

El principal objetivo chino es seguir avanzando en sus estrategias, Made in China 2025, la de 2035 y 2049, momento en que se produciría “el retorno a la normalidad histórica”. Desde esta lógica de largo plazo, el desafío de la política china es administrar el conflicto con Estados Unidos, sin cerrar las puertas a la negociación. El principal reto en la administración del conflicto es evitar shocks macro-financieros desestabilizadores. Un tercer eje, admitiendo que el conflicto será de larga duración, es ampliar el arco de alianzas y asociaciones.

Una restricción por parte de China hacia Estados Unidos es estratégica, incluso para la industria militar, por lo que la búsqueda de otros proveedores resulta de vital importancia para Washington. Ello puede conllevar en caso de países que posean tierras raras y sus gobiernos posean regímenes del no agrado de Estados Unidos puede conducir a intentos de golpes de Estado para posicionarse de tales recursos, como está sucediendo con otro recurso, es decir el litio en Bolivia.

Seguridad y Defensa

En las cuestiones de seguridad y defensa, China ha emprendido un amplio proceso de modernización de sus fuerzas armadas, en particular de su rama naval, la Armada del Ejército Popular de Liberación (AEPL). La prioridad otorgada a la producción y el lanzamiento de nuevas y modernas plataformas ha venido aparejada con un aumento de la importancia relativa de las fuerzas navales en la estrategia de defensa nacional del país. En línea con lo que el pensamiento estratégico sobre el poder marítimo ha venido señalando durante más de un siglo, cabe sostener que los aspectos comerciales y militares del ascenso de China como gran potencia están estrechamente interrelacionados.

En los temas militares, aún Estados Unidos tiene la hegemonía, sin hablar de las cuestiones de gastos, no obstante, las capacidades chinas van en aumento. China avanza como potencia exportadora de armamento y varias de sus empresas se ubican en el ranking de las mayores compañías productoras de armamentos y de servicios militares. Aunque Estados Unidos siga en la delantera con compañías como Lockheed Martin, Boeing, entre otras, ya la Corporación de Industria de la Aviación de China (AVIC) se ubicó como la primera compañías china y la sexta mundial que más venta de armamentos realizó, mientras el Grupo de Industrias del Norte de China (NORINCO) y el Grupo de Tecnologías Electrónicas de China (CETC), se ubicaron en la octava y novena (SIPRI, 2020). Es decir que estas compañías han sobrepasado incluso a rusas y francés y se ubican en la competencia con Estados Unidos.

La tendencia de los gastos militares ha ido en aumento en los últimos años. Estados Unidos impulsan el crecimiento global del gasto militar. Tan solo el incremento estadounidense en el 2019 equivale al total de gastos militares de Alemania en el propio año. Ello se basa en su concepción de retorno de la rivalidad entre las grandes potencias. Lo que evidencia la clara concepción de confrontación con China. Este último es el segundo país de mayor gasto militar, pero por mucho muy por debajo de la nación americana.

En este conflicto debe resaltarse el desarrollo de las armas hipersónicas, las cuales China logró hacer funcionar 600 segundos el reactor para misiles de crucero hipersónicos durante un ensayo terrestre, lo que supera los resultados de las pruebas del avión hipersónico experimental estadounidense X-51 que solo funcionó durante 210 segundos. China ha revelado su arma nuclear más avanzada, el misil balístico intercontinental DF-41, capaz de golpear el territorio estadounidense en 30 minutos y llevar múltiples ojivas nucleares.

En la confrontación de Estados Unidos con Beijing, la región del mar del Sur de China es clave. Es el espacio más inmediato para poder frenar a China, pero es también en el que más confrontación China está teniendo con otros actores. Por lo que avivar el conflicto por cualquiera de las dos partes, le será favorable a Estados Unidos en sus justificaciones, pero lo que más afectados podrán verse con los pequeños Estados y territorios involucrados. En ese sentido, no es casual el acercamiento con de Washington con Taiwán y las políticas relacionadas con seguridad establecidas en el Taiwan Relations Act (H.R. 2479/P.L. 96-8 of April 10, 1979), a la vez del interés de fortalecer los lazos con naciones del Sudeste Asiático que bordean el mar del Sur de China. 

Asuntos particulares estratégicos para Estados Unidos: Tíbet y Xinjiang

Estados Unidos en su proyección contra China, utiliza los temas de derechos humanos para atacar al gigante asiático. Las campañas de subversión y ataques han sido constantes, por lo que el incremento de la confrontación con Beijing llevará a un aumento de la atención a los temas del Tíbet y el Xinjiang. Estados Unidos de manera directa ha venido inmiscuyéndose en los asuntos internos de China y ha venido aplicando una serie de políticas violando la soberanía nacional. En ese sentido el Departamento de Estado desde 2001 ha desarrollado acciones como el Programa Democracia, financiamiento de la agencia National Endowment for Democracy (NED). Por otro lado, el gobierno estadounidense en coauspicio con la Voz de América (VOA) y Radio Libre de Asia (RFA en inglés) provee fuentes externas de opinión, noticias alternativas (montadas), lo traducen al mandarín, cantonés, tibetano e incluso al idioma uigur. A su vez, Estados Unidos aprobó la Ley de Acceso Recíproco al Tíbet del 2018 en la que exige al Departamento de Estado que informe al Congreso anualmente sobre los niveles de acceso que otorga el gobierno chino a diplomáticos, periodistas y turistas estadounidenses a áreas tibetanas de China y las barreras para entrar a estas áreas (Congressional Research Service, 2020).

Hay otras acciones como la Ley de Política Tibetana del 2002, restricciones de exportación e importación, algunas de las cuales se aplicaron en octubre de 2019 con el supuesto pretexto de que fueron mercancías producidas en la región de Xinjiang mediante explotación de la fuerza laboral. Sin embargo, es un pretexto hipócrita cuando sus propias empresas (estadounidenses) realizan producciones bajo trabajos forzosos en países africanos y latinoamericanos. 

Hong Kong:

Según el tratado de devolución firmado en 1984, la ciudad funciona como un territorio semiautónomo, bajo el principio de un país, dos sistemas. Esto le ha permitido gozar de derechos como la libertad de expresión, un sistema judicial independiente y un sistema capitalista que lo hace el centro financiero más importante de Asia. El acuerdo consagrado en la Ley Básica de Hong Kong, garantiza el estatus al menos hasta el 2047. La cuestión de Hong Kong se ha venido complicando desde el 2019 cuando se aprueba la Ley de extradición en abril de ese mismo año. Las protestas pacíficas fueron transformándose en acciones violentas al punto de tomar la Asamblea legislativa y de colocar la bandera colonial. Esta acción fue un claro mensaje para las autoridades de Beijing, pero no de simples manifestaciones, detrás existen otras fuerzas externas que mueven algunos hilos.

Ya en el 2020, la Ley aprobada en Beijing, en la Asamblea Popular Nacional, es decir de Seguridad Nacional para Hong Kong prohíbe cualquier acto de traición, secesión, sedición y subversión contra el Gobierno Popular Central, así como el robo de secretos de Estado. Las organizaciones políticas de Hong Kong no podrán tener vínculos con organizaciones políticas extranjeras, ni estas podrán propiciar actividades en la ciudad.

Estados Unidos y la Unión Europea ven en el movimiento un peligroso intento de recortar libertades y fortalecer la vigilancia sobre los opositores y activistas. Antes que se aprobara la ley, Estados Unidos ya había respondido con contundencia. El propio secretario de Estado, Mike Pompeo, en una reacción ambigua anunció que su país dejaba de reconocer a Hong Kong como un territorio autónomo. La decisión de la Casa Blanca puede tener serias consecuencias en materia económica. Hong Kong, que generaba confianza por las garantías de su enorme y tradicional sector financiero, alberga a más de 1.200 compañías estadounidenses y de acuerdo con la Oficina del Censo estadounidense, solo en el primer trimestre de 2020, Estados Unidos exportó 6.360 millones de dólares en bienes hacia la isla e importó 952 millones. Hong Kong es una pieza que la administración Trump usa en su competencia con China (Castrillón, 2020).

Algunos intentan comparar las acciones de Beijing con la adhesión de Crimea a Rusia en 2014, situación diferente de lugar y contexto. Muchos critican a China por su Ley de Seguridad Nacional y estas críticas, por supuesto, vienen de potencias occidentales. Hong Kong es hoy un factor relevante en la geopolítica de confrontación con China. Beijing tiene claridad de que esta ciudad puede ser objeto de una llamada “revolución de colores”. Detrás de estas movilizaciones, las cuales una gran parte pueden ser genuinas, pero pacíficas, hay otro porcentaje que es más violento y promueve acciones y declaraciones mucho más enfocadas en cambio de régimen. Estos grupos son preparados y financiados por agencias externas. Beijing ha dado un paso que puede ser criticado, pero es correcta en función de proteger su seguridad nacional.

Estados Unidos busca todas las vías posibles para frenar a China en su ascenso. Su pérdida de hegemonía condiciona buscar desestabilizaciones en el gigante asiático ya sea en el Tíbet o Xinjiang. Pero es Hong Kong la clave hoy. Hay fuentes que exponen la presencia de la NED, mediante soporte a grupos de jóvenes en Hong Kong. Ya la NED había intentado con el apoyo a legisladores opositores como Lee Cheuk-yan, jefe de la Confederación de Uniones Comerciales quien recibió fondos para financiar campañas de los “Ocupa”. En marzo del 2019, el vicepresidente Mike Pence se reunió con legisladores hongkoneses opositores en Washington. En mayo, figuras políticas llamadas “pro-democracia” se reunieron con figuras representativas de la NED en Hong Kong. Dos días antes, Martin Lee y su delegación viajaron a Washington para reunirse con el secretario de Estado, Mike Pompeo. Posteriormente sucedieron otras reuniones y acciones en julio y agosto de 2019. Encima los medios de comunicación particularmente la cadena estadounidense Fox News se encargó de transmitir líneas de mensajes. Se unieron Facebook, Twiter, YouTube y Google. Por si fuera poco, en agosto de 2019, Julie Eaden del Consulado General de Estados Unidos tuvo reuniones con jóvenes del Demosisto Party en un hotel de la ciudad (Dimsumdaily, 2019).

Hong Kong es un tema que no es solo del Partido Republicano en Estados Unidos, es bipartidista, porque es el asunto China. La pérdida de hegemonía estadounidense preocupa al establishment de ambos partidos y por tanto Hong Kong es estratégico, por lo que se le está dando gran atención y se profundizará. La subversión, el financiamiento a líderes opositores, las campañas propagandistas y otras acciones que tradicionalmente se realizan contra gobiernos que Estados Unidos tiene intención de destruir. Estas acciones también se realizan contra Venezuela, Cuba, Irán, Siria, etc., y no deben dejar de tenerse en cuenta. Ni la USAID, ni la NED entran a un país con propósitos loables, sino hay un propósito de inteligencia detrás.

A través de los movimientos estudiantiles como Demosisto, el Escolarismo y otros, la NED y el Instituto de la NED (INED, sostenido por la líder del Congreso, Nancy Pelosi del Partido Demócrata), tienen penetrado el sistema de educación total en Hong Kong, desde la primaria, hasta las universidades. Por ejemplo, han invertido dinero en el Centro de Estudios Comparativos de la Universidad de Hong Kong (Pinkstone, 2019).

Creer que es original el movimiento contra Beijing y la independencia de Hong Kong, es una completa ignorancia. Hay que tener claro que las manos de Estados Unidos están introducidas completamente en la ciudad china. No debe descartarse tampoco la presencia británica. Esto es una batalla de inteligencia infiltrada en la sociedad de Hong Kong y con un trabajo fuerte de mediano y largo plazo. Washington no escatimará acciones para lograr los cambios que se propone. No es casual tampoco una mayor atención a Taiwán, mediante la llamada Nueva Ley Taipei.

Los medios manipulan las líneas de mensajes, incluso varios dirigentes estadounidenses, por ejemplo en las protestas de Hong Kong, los manifestantes eran luchadores por la libertad, eran héroes, sin embargo, los manifestantes en Estados Unidos son llamados terroristas, delincuentes y anarquistas. Lo que es una burda y clara manipulación de los intereses del establishment estadounidense. Lo preocupante es que la introducción de las agencias de asistencia como USAID y NED llega con propósitos supuestamente loables para ayudar en temas sensibles como educación, salud, particularmente VIH, combate a la pobreza, etc. Pero detrás hay todo un complejo de inteligencia para reconocer como viven los sectores más desfavorecidos e incidir sobre su pensamiento mediante psicología y más eficientemente asistencia material que es mucho más importante.

Conclusiones

Sin lugar a dudas la confrontación estratégica entre Estados Unidos y China parte de que el primero considera que el segundo es su principal competidor estratégico. Beijing le plantea a Washington el más significativo desafío en su hegemonía global en el actual siglo XXI.

Estados Unidos no percibe a China como un reto con su competencia industrial, sino que ya reconocen que a paridad de poder de compra es la mayor economía del mundo, en términos absolutos es la economía que más contribuye al crecimiento económico global, la mayor nación exportadora y la mayor nación comercial. A su vez, el PIB a precios de mercado muestra aproximadamente la mayor formación de capital fijo y creación de valor industrial, así como otras variables. No obstante, es importante destacar que aún hay elementos muy importantes en los que China aún está muy por detrás. Aún debe pasar un buen tiempo para que Beijing supere a Washington en términos nominales.

Si las tendencias del crecimiento de la nación asiática actual se mantienen, China sobrepasará en todos los sentidos a Estados Unidos como la mayor economía del mundo en el 2030 y posiblemente con la actual pandemia y crisis en menor tiempo. En la misma medida que Washington pueda retrasar ese proceso, será mucho más factible para mantener su hegemonía.

Un decrecimiento de la economía China afectará en primer lugar a China, en segundo lugar a Japón, Rusia, pero en cuarto lugar a los propios Estados Unidos dada la interdependencia.

Estados Unidos y China tienen responsabilidades comunes como el combate a los efectos del cambio climático, gobernanza global multilateral (el hecho que Trump quiera desarrollar una cumbre del G-7 ampliado con Corea del Sur, India, Australia, incluso Rusia y probablemente Brasil sin China es un intento de dividir, mientras China intenta sumar en su concepción de un mundo compartido de mutuo beneficio) y otros asuntos. Sin embargo la confrontación estratégica les aleja por dos caminos y genera tensiones y confusión a nivel global. A la larga obliga a que el resto del mundo tenga que elegir entre uno u otro bando y ello si puede afianzar el resurgir de una probable segunda Guerra Fría, aun cuando ya algunos manifiestan que ya existe.

Estados Unidos aún sigue siendo el país más fuerte económicamente y más poderoso militarmente, pero su declinación es imparable. Hay claridad de que hay pérdida de hegemonía, no se está en discusión de ello, lo que está en discusión es ¿cómo será está pérdida?

La IFR no solo es el programa más importante de la política exterior china bajo el mandato de Xi Jinping, sino el vehículo geoestratégico de la proyección global de China en un momento clave de su resurgimiento como una de las potencias principales del mundo. Sin embargo, su grandioso ascenso en este periodo está chocando con la resistencia cada vez más abierta de Estados Unidos a renunciar a su hegemonía y unilateralismo en los asuntos internacionales. En ese marco, la IFR representa una política inteligente de China para avanzar en su indetenible ascenso, al tiempo que busca minimizar los riesgos asociados con un enfrentamiento abierto con Estados Unidos.

Aun en algunos círculos chinos, especialmente el de negocios, se mantiene el interés por acercarse a Estados Unidos y lo ven como un potencial socio. Sin embargo, esa visión quizás conformada por esos que estudiaron en la nación americana o que por asuntos económicos han estado muy ligados con la nación americana, les impide ver que la gran potencia necesita conservar su hegemonía a toda costa y que el objetivo principal es eliminar todo aquel que se le convierta en una amenaza.

* Centro de Investigaciones de Política Internacional, Cuba.

 

Bibliografía

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Pinkstone, Mark. Riot in Hong Kong is all about independence. China Daily. October, 7, 2019.  <https://www.chinadailyhk.com/aricles/105/30/91/1570454672028.html>. [Consulta: junio, 2020].

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LIDERAZGO EN LAS MISIONES DE MANTENIMIENTO DE PAZ EN LA ACTUALIDAD

Omar Tejada Pérez*

Foto: Omar Tejada

En el año 2010 tuve la oportunidad de visitar Bogotá como parte del viaje de instrucción del Curso de Comando y EEMM Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú. El viaje fue muy enriquecedor y, aparte de todas las visitas e interacciones con nuestros hermanos en armas colombianos hubo algo que siempre se quedó en mi mente; la recomendación de un Señor Almirante el cual, al final de su disertación sobre guerra no convencional realizada en las instalaciones de la Universidad Militar de Nueva Granada, nos invitaba a leer el libro “La utilidad de la Fuerza” del General Rupert Smith. Así que apenas regresé a Perú, me dediqué a buscarlo y felizmente pude conseguirlo.

No había terminado de leer el libro y ya sentía que un entendimiento nuevo del conflicto había calado fuerte en mi mente. Sin embargo, no era algo totalmente nuevo para mí ya que en la práctica yo había estado lidiando con este tipo de situaciones durante mis años como Infante de Marina. Y es que el autor del libro escribía sobre conceptos tales como paz, guerra y gestión del conflicto en épocas actuales, todo esto basado en su propia experiencia en los múltiples puestos en los que él había servido en el Ejército Británico, en la OTAN y también como Comandante de la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas en Bosnia.

Para resumir, el General Smith hablaba en su libro de una nueva forma de ver el conflicto en nuestros tiempos, algo que él llamaba “la guerra entre las gentes”, y advertía que para lograr entender este nuevo concepto era necesario romper viejos paradigmas, que había que transformar nuestro pensamiento convencional (un sello basado en las teorías del conflicto inter-estatal que llevamos la mayoría de militares del planeta y que nos hace entender el conflicto de una manera para la cual nos forman nuestras escuelas militares) en uno no-convencional (mucho más flexible y amplio), y había que hacer un giro de 180 grados en el entendimiento de la evolución del conflicto y el tratamiento y gestión de este.

Hoy podemos ver que, si bien es cierto que las guerras irregulares son mucho más antiguas de lo que algunos promulgan, la firma de los tratados de Westfalia en 1648 nos impuso un paradigma que luego de la caída del muro de Berlín fue desmoronándose como si de un castillo de naipes se tratara, haciéndonos recordar que lo irregular no es más una excepción, sino que se ha convertido en una norma, situación con la que muchas fuerzas armadas del mundo se han visto abrumadas en su intento por adaptarse a los cambios tan bruscos que se han venido dando en poco más de 30 años de cambios geopolíticos, tecnológicos y doctrinarios en los que el enemigo normalmente ya no usa un uniforme o una bandera y en el que un avión de pasajeros puede convertirse en el misil más letal de su arsenal, con efectos devastadores a nivel global.

A esto es a lo que nuestros cascos azules se enfrentan todos los días en el terreno. Esto es en lo que se ha convertido el mundo de hoy, donde los conflictos entre los estados han pasado a ceder espacios a los conflictos que se originan dentro de estos por muchas razones étnicas, sociales, culturales o de índole mucho más diversa e incluso banal.

En este sentido, es importante señalar que en su “Atlas mundial de los flujos ilícitos” publicado el 2018, el Centro Noruego de Análisis Global nos muestra un estudio detallado de cómo el conflicto de hoy en muchas partes del mundo, incluido en lugares donde se han establecido algunas de las misiones de paz más peligrosas de la actualidad como MINUSMA (Mali), MONUSCO (República Democrática del Congo) y MINUSCA (República Centroafricana), está íntimamente relacionado a la dinámica de la evolución del crimen organizado, al control de las rutas de abastecimiento de productos ilegales y de tráfico de personas, a las zonas de producción de recursos naturales de origen ilegal, al terrorismo transnacional y a los aparatos de corrupción que son capaces de controlar incluso estructuras estatales de países enteros.

Atrás quedaron los días en que los cascos azules solo verificaban la separación de fuerzas militares convencionales como en las misiones tradicionales establecidas antes del final de la Guerra Fría y en las que llevar un casco azul y el distintivo de la ONU daba cierta protección y salvaguarda ante las acciones de las partes beligerantes.

Hoy la realidad es otra y se ha transformado tanto, que nuestros hombres y mujeres soldados de la paz de la ONU tienen que lidiar con situaciones mucho más complejas para poder ayudar a las comunidades en las zonas de conflicto y en donde llevar puesto un casco azul los ha convertido muchas veces en blanco de las partes beligerantes que atentan contra la presencia de las tropas de paz por mil y un razones e intereses mundanos.

Los oficiales Omar Tejada (Marina de Guerra del Perú) y Fabricio Tejada Yúdica (Fuerza Aérea Argentina) luego de ser condecorados por la ONU por los servicios prestados a la paz Mundial. Nueva York, 2017 Foto: Omar Tejada

Ante esta situación, es necesario que los líderes militares de hoy sepan entender las causas de los conflictos de manera profunda y detallada. Un líder militar en una misión de paz no solo debe de formarse en tácticas, armamento y estrategia, sino que debe de complementar su bagaje profesional teniendo un conocimiento básico en materias tales como sociología, antropología, psicología, lenguas, historia, todas ellas enfocadas al área de operaciones donde él o ella van a ser desplegados y donde van a tener que ganarse el corazón y las mentes de la población. Hoy en día, el famoso “cultural awareness” o “entendimiento cultural” no es más un pequeño curso de inducción antes de empezar una misión, sino que se ha convertido en un pilar fundamental si queremos tener éxito en el cumplimiento de la misión al final de nuestro despliegue. Igualmente, el líder militar de hoy, tiene que ser experto teórico y práctico en Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario (DIH), Protección de Civiles, Igualdad de Género, entre otros conceptos que busquen promover y defender la igualdad, la justicia y la reducción de vulnerabilidades de las poblaciones expuestas al conflicto.

En resumen, el liderazgo de hoy, no solo se basa en conocer a nuestras tropas y explotar lo mejor de ellas, sino que este debe tener un conocimiento cabal de la situación mucho más allá del ambiente operacional donde se va a actuar. Y es que, al igual que el conocimiento necesario desborda las fronteras operacionales, el accionar de un líder debe de traspasar los muros del cuartel. El líder militar de hoy tiene que serlo tanto para sus tropas como para la población a la cual protege.

Si hace un momento hablábamos de que a muchas de las fuerzas armadas del mundo les costaba adaptarse a las formas no convencionales de conflicto en la actualidad y a seguir el paso de los cambios desatados en muchos aspectos luego del fin de la Guerra Fría, podemos imaginarnos también que, a entidades como la Organización de las Naciones Unidas, les debería de costar igual o más esa adaptación. Y es que estos cambios han traído consigo retos operacionales y logísticos nada fáciles de enfrentar.

Tomemos en cuenta que, por ejemplo, hasta antes de la caída del muro de Berlín, la ONU había desplegado solo 18 misiones en 42 años desde que se implementó la primera misión en Jerusalén en 1948; el famoso “Organismo de las Naciones Unidas para la Vigilancia de la Tregua” (UNTSO). Sin embargo, desde 1990 a la fecha, la ONU estableció 53 misiones de paz en solo 30 años, casi el triple de las misiones que se establecieron durante el periodo de la Guerra Fría. Esto, indudablemente, es un indicador de la inestabilidad generada en países con estructuras políticas débiles y que enfrentan a su vez la convergencia de otros factores desestabilizadores como los mencionados anteriormente.

Este escenario pinta perfectamente la pintura del mundo de hoy, y nos pone frente a retos que afectan el liderazgo de las misiones de paz. En ese sentido, el General brasilero Carlos Alberto Dos Santos Cruz, quien fuera Comandante de las Fuerzas de las Naciones Unidas en MINUSTAH y luego en MONUSCO, publicó a fines del 2017, y a pedido de la ONU, un informe en el que indica que, si no hay un cambio de actitud en el liderazgo de las misiones de paz a todo nivel, el número de cascos azules fallecidos seguirá en aumento. Dicha apreciación va ligada a una invocación a dejar atrás lo que él llama el “síndrome del capítulo VI”, el cual bajo su entendimiento obliga a mantener una postura operacional pasiva y netamente defensiva y, en cambio, hace un llamado a los líderes a demostrar iniciativa, compromiso y determinación para adaptarse a los cambios que los nuevos conflictos nos plantean.

Si sumamos a estos cambios en el ambiente operacional de nuestras misiones la dificultad que implica trabajar en una organización multinacional, donde no solo el idioma,  las diferencias culturales, doctrinarias, sino también nuestras limitaciones en entrenamiento, equipamiento e incluso algunas restricciones de índole político impuestas por nuestros propios países para efectuar ciertas operaciones en territorio de la misión, entonces nos vemos frente a un gran reto para poder alinear todos estos factores y poder operar de manera eficiente y coordinada con toda la organización. Para ello, es preciso echar mano de nuestros veteranos cascos azules a fin de buscar un asesoramiento adecuado dirigido a los elementos decisores en nuestros respectivos países y así minimizar esas fricciones que no hacen más que afectar el accionar de nuestros soldados en el terreno.

No podemos olvidar que nuestros cascos azules no solo representan a la ONU dondequiera que estos estén desplegados, sino, sobre todo, a nuestros países y sus Fuerzas Armadas, y en la medida en que les aliviemos desde casa algunas restricciones operativas innecesarias y otras tantas falencias logísticas estos realizarán mejor su trabajo e incluso les estaremos cuidando la vida en algunos casos. A fin de apoyar un liderazgo adecuado, las restricciones que tiene algún país en realizar ciertas operaciones deben ser expresadas claramente antes del despliegue y de manera formal al Departamento de Operaciones de Paz de la ONU y estas no deberían de salir a la luz en medio de las operaciones, convirtiéndose en un obstáculo para el cumplimiento de la misión. En cuanto a las falencias logísticas, estas deben ser corregidas a la brevedad posible a fin de evitar repercusiones que afecten el correcto desenvolvimiento de las tropas en el terreno.

Por otro lado, los países contribuyentes de tropas deben de asegurar que sus unidades cuenten con el mejor equipamiento posible y que estos cumplan con los estándares establecidos por la ONU. Lamentablemente, se ha visto que esto no es necesariamente lo que ocurre con todos los contingentes, lo cual definitivamente no solo afecta al liderazgo de la unidad, sino que puede poner en riesgo la integridad de sus miembros. Cosa muy parecida pasa con la instrucción y el entrenamiento del personal en algunos casos. Recordemos que las habilidades básicas militares no son más un requisito suficiente para poder desplegarnos a una misión de paz. El concepto de lo que yo llamo soldado-diplomático debe prevalecer a la hora de diseñar los planes de instrucción del personal próximo a desplegarse en una misión de paz. Este concepto envuelve la necesidad de instruir al soldado en temas que van más allá de la profesión militar clásica para imbuirlo de un entendimiento social del área de operaciones. No debemos de olvidar que hoy más que nunca, el error de un Soldado Raso tanto como el de un General que no entiendan la dinámica del conflicto donde estos operan, puede tener consecuencias estratégicas graves e irreversibles para la misión. Estas falencias, las de equipamiento e instrucción del personal, no se pueden seguir permitiendo, ya que la situación actual obliga a desplegar lo mejor de lo mejor de nuestras fuerzas armadas cuando se adquiere el compromiso de participar en una misión de paz, no solo por cuestiones de orgullo y reputación nacional sino sobre todo por la seguridad de nuestros soldados y de la población a la cual protegen. Es lo menos que podemos hacer si queremos rendir homenaje a los casi 4.000 cascos azules que han ofrendado su vida hasta la fecha, la gran mayoría de ellos luego de la caída del muro de Berlín, y también si no queremos seguir aumentando estos trágicos números.

* Oficial de la Marina de Guerra del Perú en situación de retiro. Es graduado con mérito de la Maestría de Seguridad Internacional en la Universidad de Leicester en el Reino Unido. Ha trabajado en la Organización de las Naciones Unidas como observador militar en Sudán, Comandante del Contingente peruano en Haiti y como Oficial de Asuntos de Operaciones de Paz en la sede principal de la ONU en Nueva York. Escritor de artículos profesionales y conferencista en temas de seguridad y defensa a nivel nacional e internacional.

 

** Disertación de cierre del curso de Oficial de Estado Mayor de las Naciones Unidas y Operaciones de Mantenimiento de Paz (UNS&PKO) del Instituto de Cooperación para la Seguridad del Hemisferio Occidental (WHINSEC) del año 2020.