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AMÉRICA LATINA Y LOS DESAFÍOS PARA UNA VERDADERA INDEPENDENCIA POLÍTICA Y ECONÓMICA

Giancarlo Elia Valori*

América Latina —y sus países centrales, a saber, Brasil, Argentina y México— se ha convertido en una región de alto valor estratégico mundial debido a su vasto territorio, abundantes recursos, gran desarrollo económico, posición geográfica única y activo papel en la gobernanza global y regional.

Factores como la historia, la geografía y la realidad, combinados con la complejidad de las lógicas políticas internas de la región, han convertido una vez más a América Latina en un lugar donde las grandes potencias prestan atención y juegan sus juegos.

La cooperación de América Latina con las potencias “externas” se ha vuelto cada vez más estrecha, lo que ha dado lugar a sospechas infundadas y provocaciones maliciosas entre los países de la región en cuestión. Lo que molesta a los “demócratas” y a los “liberales” es la presencia en la zona de países sin un pasado colonialista y explotador.

Históricamente, América Latina y el Caribe fueron el lugar codiciado de varias fuerzas occidentales. Desde la independencia de los países latinoamericanos, e incluso hoy, grandes países dentro y fuera de la región han competido en este ámbito.

La complejidad y la incertidumbre de la actual situación política y económica mundial en América Latina están detrás de la competencia entre las principales potencias en geopolítica y las relaciones internacionales.

Las vastas tierras y recursos de América Latina están vinculados a la seguridad alimentaria mundial, al suministro de productos agrícolas y ganaderos y a la seguridad energética. Es un importante “proveedor de productos” que no se puede descuidar.

América Latina tiene una enorme superficie de más de 20 millones de kilómetros cuadrados, que abarca cuatro subregiones de América del Norte (México), el Caribe, América Central y América del Sur, con 33 países independientes y algunas regiones que aún no son independientes, ya que están ligadas a la carga del viejo mundo liberal-colonialista.

América Latina está bendecida con condiciones naturales favorables. Por ejemplo, se ha convertido en un conocido “granero” y “proveedor de carne” debido a su fértil tierra cultivable y abundantes pastos. Es un área importante para la producción de otros bienes agrícolas y ganaderos. Al mismo tiempo, otros países de la región tienen enormes reservas de recursos naturales como petróleo y gas, mineral de hierro, cobre y bosques, y se han convertido en importantes proveedores mundiales de materiales estratégicos.

En segundo lugar, la región latinoamericana tiene un nivel relativamente alto de desarrollo económico y ha reunido a una serie de importantes economías emergentes, un importante mercado mundial que no puede ser ignorado.

La región latinoamericana desempeña un papel importante en la economía mundial. Brasil y México no sólo son las dos economías más grandes de América Latina, sino también se encuentran entre las 15 principales de la economía mundial.

Al mismo tiempo, cálculos recientes sobre 183 países (regiones) con datos completos del Banco Mundial y estudios conexos muestran que el grupo formado por Brasil, México, Argentina, Chile, Perú, Colombia, etc., ha entrado en el ranking de los “30 mercados emergentes” (E30) en todo el mundo. Según las estadísticas del Banco Mundial, el producto interno bruto (PIB) de América Latina en 2018 fue de unos 5,78 billones de dólares y el PIB per cápita superó los 9.000 dólares. Con la excepción de algunos, la mayoría de los países de América Latina son de ingresos medios y algunos han entrado en el ranking de altos ingresos.

Por lo tanto, América Latina se ha convertido en un gran mercado de consumo que no puede ser ignorado debido a su nivel relativamente alto de desarrollo económico, alto ingreso per cápita y una población de más de 640 millones de personas.

De hecho, América Latina, como región con un alto grado de libertad económica y apertura comercial, ha estado estrechamente relacionada con las economías de otras regiones del mundo a través de diversos acuerdos, iniciativas y mecanismos de libre comercio, bilaterales y multilaterales.

En tercer lugar, la posición geográfica única de América Latina tiene un impacto significativo en el comercio mundial, el transporte marítimo y el cambio climático.

América Latina está situada entre dos océanos. Algunos países limitan con el Pacífico, con el Atlántico, o incluso están bañados por ambos océanos. Esta posición especial otorga a la región latinoamericana la ventaja geográfica de lograr una “cooperación transpacífica” con la región asiática o construir un vínculo de “cooperación transatlántica” con la región europea. Gracias al canal de Panamá, es el centro fundamental para el comercio mundial.

Además de su relevancia estratégica para la seguridad alimentaria y la producción de energía limpia, la selva amazónica, conocida como uno de los “pulmones de la Tierra”, tiene una superficie de más de seis millones de kilómetros cuadrados, que representa alrededor del 50% de la selva tropical mundial. El 20% de la superficie forestal mundial y los vastos recursos que cubren nueve países de América Latina se han convertido en uno de los factores más importantes que influyen en el cambio climático mundial.

Por último, como actor activo en el ámbito político y económico internacional y regional, América Latina es una nueva fuerza decisiva que no puede ser descuidada en el campo de la gobernanza global y regional.

En primer lugar, como miembros de organizaciones como las Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, los principales países latinoamericanos participan y son creadores de normas internacionales.

Además, estos países deben ser considerados desde otros aspectos y puntos de vista del multilateralismo.

Los principales países latinoamericanos, particularmente las potencias regionales, como Brasil, México y Argentina, son miembros del G20. Brasil pertenece tanto al BRICS como a BASIC. México, Chile y Perú están dentro de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). México, Perú y Chile son miembros del Acuerdo Integral y Progresista para la Asociación Transpacífico (CPTPP), mientras que México y Chile son miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Están desempeñando un papel insustituible en la respuesta a la crisis económica y en la promoción de la reforma de los mecanismos de gobernanza mundial; en la promoción de la celebración de importantes acuerdos sobre el cambio climático mundial; en el avance de la cooperación económica entre las distintas regiones; en el liderazgo de la “cooperación Sur-Sur” entre los países en desarrollo y en la celebración de un diálogo sobre las principales cuestiones actuales (oposición al unilateralismo, proteccionismo, protección del multilateralismo, etc.).

También hay que decir que los países latinoamericanos naturalmente también están activos en organizaciones e instituciones regionales —como la Organización de Estados Americanos (OEA), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), etc.—, para poder participar directamente y tratar de oponerse al hegemonismo estadounidense.

Dentro de la región latinoamericana, estos países iniciaron primero un proceso de cooperación e integración y más tarde establecieron varias organizaciones subregionales —como el Mercosur (Mercado Común del Sur-Mercado Comum do Sul) y la Alianza del Pacífico (México, Colombia, Chile y Perú— para cooperar con otras regiones del mundo y sacudirse de la desafortunada definición de “patio trasero de América”.

Ubicados en el hemisferio occidental, donde la conocida superpotencia está presente, los países latinoamericanos han estado profundamente influenciados por los Estados Unidos en la política, la economía, la sociedad y la cultura.

En 1823, los Estados Unidos apoyaron la Doctrina Monroe y expulsaron a los países europeos de América Latina con el lema “América para los americanos”, convirtiéndose así en los maestros del hemisferio occidental.

La Doctrina Monroe también se convirtió en un pretexto para que los Estados Unidos interfirieran en los asuntos internos y la diplomacia de los países latinoamericanos.

En 2013, 190 años después de la declaración antes mencionada, los Estados Unidos declararon públicamente que la era de la Doctrina Monroe había terminado y enfatizaron la relación en igualdad de condiciones y la responsabilidad compartida entre los Estados Unidos y América Latina.

Sin embargo, la actual política latinoamericana demuestra una vez más que el fin de la llamada era de la “Doctrina Monroe” no es más que un mito.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. El Señor Valori ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción. 

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LA NUEVA RUTA DE LA SEDA. EL ACUERDO DE FIN DE AÑO ENTRE LA UNIÓN EUROPEA Y CHINA ABRE NUEVOS ESCENARIOS GEOPOLÍTICOS

Giancarlo Elia Valori*

El año que acaba de empezar no parece destinado a ser más pacífico que el que acaba de terminar.

Mientras el mundo sigue afligido por la pandemia de Covid-19, los Estados Unidos, que pueden presumir de ser “la democracia más antigua” de la era moderna, no sólo sufren impotentes el ataque del virus, sino que están pasando por una crisis interna sin precedentes que cuestiona seriamente su codiciado papel como superpotencia mundial.

El 6 de enero pasado, el Capitolio en Washington fue agredido por una multitud de “simpatizantes de Trump” que, inflamados por las palabras subversivas de un presidente que no parece resignarse a la derrota electoral, irrumpió violentamente en la Cámara en un intento de impedir que el Congreso contara los votos electorales para certificar la victoria del presidente electo Joe Biden en las elecciones pasadas de noviembre. El ataque devolvió a Estados Unidos a los tiempos oscuros de las primeras elecciones de Abraham Lincoln cuando, en 1860, once Estados del sur se negaron a reconocer el resultado electoral e iniciaron un intento de interrumpir la República que resultó en una sangrienta guerra civil.

El imprudente aventurerismo de Donald Trump que, en los próximos días, podría conducir a su derrocamiento, no sólo está causando una profunda crisis en la configuración interna de la sociedad estadounidense y sus instituciones, sino que también corre el riesgo de socavar seriamente la credibilidad de Estados Unidos a nivel mundial y conducir a una importante reducción de sus ambiciones geopolíticas.

A lo largo de sus cuatro años en el cargo, Donald Trump ha intentado “contener” a China económica y políticamente, imponiendo aranceles y derechos a los productos chinos importados en los Estados Unidos y apoyando el “movimiento de la democracia” en Hong Kong que ha estado causando disturbios en la antigua colonia británica durante casi dos años. Al incitar a sus partidarios a desafiar y oponerse a la entrega presidencial, ha entregado un arma de propaganda en un plato de plata a un país como China que, después de ser el primero en ser golpeado por la pandemia, también fue el primero en salir con éxito de ella.

Mientras recordaba que cuando los manifestantes asaltaron y asolaron la colina del Capitolio de Hong Kong en 2019, tanto el Secretario de Estado Mike Pompeo como el Presidente de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, aplaudieron el comportamiento violento de los manifestantes, fue fácil para la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying, acusar a los estadounidenses de “doble rasero” en la evaluación moral y política de sus propios comportamientos y otros.

En una conferencia de prensa convocada para comentar el ataque de Washington al Capitolio, Hua Chunying dijo: “Creo que este asalto es un deja vu … Veo que en los Estados Unidos hay diferentes reacciones a lo que sucede en casa en comparación con lo que sucedió en Hong Kong en 2019 …”.

Más allá de las escaramuzas propagandísticas, en el año en que se celebra el centenario de la CPC, China sigue anotando puntos a su favor en la competencia geopolítica y económica con los Estados Unidos.

El 30 de diciembre de 2020, se informó de la noticia del histórico acuerdo de inversión entre China y la Unión Europea.

Después de siete años de negociaciones, durante una conferencia telefónica entre el presidente chino Xi Jinping y el presidente de la Comisión Europea, Úrsula Von Der Leyen, con el presidente francés Emmanuel Macron, la canciller alemana Ángela Merkel y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se adoptó el “Acuerdo Global sobre Inversiones” (CAI).

Es un acuerdo histórico que abre una nueva “Ruta de la Seda” entre Europa y el enorme mercado chino. Los principios básicos del CAI tienen por objeto un reequilibrio sustancial del comercio entre Europa y China, ya que el segundo ha mostrado hasta ahora poca apertura hacia la primera.

Con este acuerdo, China se está abriendo a Europa en muchos sectores importantes, con especial atención a la producción y los servicios.

En estos sectores, China se compromete a eliminar las normas que hasta ahora han discriminado fuertemente a las empresas europeas, garantizando la seguridad jurídica de quienes tienen la intención de producir en China, así como alineando a las empresas europeas y chinas a nivel reglamentario, y fomentando el establecimiento de empresas conjuntas y la firma de acuerdos comerciales y de producción.

En el sector manufacturero, se impulsará el sector “automotriz”, con referencia específica a la producción de automóviles eléctricos, pero también a la producción de productos químicos, materiales para telecomunicaciones y dispositivos sanitarios de nueva generación.

Por lo que se refiere al sector servicios, China fomentará la inversión europea en servicios en la nube, servicios financieros, atención sanitaria privada y los servicios relacionados con el transporte aéreo y marítimo.

En todos los sectores cubiertos por el CAI, los inversores y productores europeos ya no sufrirán discriminación alguna con respecto a los competidores chinos, incluidas las empresas estatales, ni se les negará el acceso a sectores productivos hasta ahora prohibidos a los extranjeros.

El acuerdo también prevé garantías que facilitarán a las empresas europeas el tratamiento de la documentación necesaria para cumplir con todos los procedimientos administrativos y obtener autorizaciones legales, eliminando así los obstáculos burocráticos que tradicionalmente han dificultado el funcionamiento de las empresas europeas en China.

Es la primera vez en su historia que China se abre de esta manera a las empresas extranjeras y la inversión. En vista de atraerlos, China se ha comprometido a alinear en términos de costes laborales y protección del medio ambiente, alineando así progresivamente sus normas con las europeas, en términos de lucha contra la contaminación y los derechos sindicales.

Con el fin de concretar y hacer visible este compromiso, China se adhiere tanto a los Acuerdos Climáticos de París como al Convenio Europeo de organización del trabajo.

Al comentar la firma del acuerdo, el Presidente Von Der Leyen subrayó que «este es un paso fundamental en nuestras relaciones con China. El acuerdo proporcionará a los inversores europeos un acceso sin precedentes al mercado chino, lo que permitirá a nuestro negocio crecer y crear puestos de trabajo. También compromete a China a adherirse a los principios de transparencia y no discriminación y reequilibra fundamentalmente nuestras relaciones económicas con China.

El acuerdo China-Europa es otra pieza del mosaico de relaciones comerciales y políticas sobre la que China quiere construir el papel geopolítico de una nación que, según estimaciones de crecimiento, está destinada a alcanzar el primer lugar en el ranking mundial en términos de PIB a finales de la década.

De hecho, el CAI sigue por sólo un mes la firma de la “Asociación Económica Integral Regional” (RCEP), un acuerdo de importancia estratégica firmado por China con los diez países de la ASEAN y con Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.

El RCEP ha sido descrito como “el mayor bloque de comercio e inversión del mundo” y esencialmente crea un área de cooperación económica y libre comercio en la que participan 2.200 millones de personas que producen el 28% del comercio mundial y más del 30% del PIB mundial.

Los países del RCEP representan el 50% de la producción manufacturera mundial, el 50% de la producción de automóviles y el 70% de la electrónica. El RCEP elimina el 90 por ciento de los aranceles sobre el comercio en la región de los signatarios, creando así una enorme zona de libre comercio asiática que ve, por un lado, la marginación de la India y, por otro, el crecimiento del papel de China en Asia oriental.

Los acuerdos CAI con Europa y los acuerdos RCEP con socios asiáticos marcan sin duda un punto de inflexión histórico en las relaciones entre China y el resto del mundo. Los Estados Unidos siguen excluidos de estas relaciones, ya que actualmente están bloqueados en un proceso de transición que limita no sólo su actividad democrática, sino también su operatividad y credibilidad internacional.

Después de que el sello distintivo de la política exterior estadounidense en la era de Trump se redujo a imponer aranceles al comercio con China, la pérdida gradual de credibilidad de la administración estadounidense ha neutralizado los intentos del Secretario de Estado Mike Pompeo de reunir a una amplia coalición internacional anti china liderada por los Estados Unidos.

El RCEP está ahí para demostrar lo frágiles que han sido los intentos de Estados Unidos de contrarrestar económica y políticamente a China, ya que dos de los socios estratégicos de Estados Unidos como Corea del Sur y Australia han hecho literalmente oídos sordos a los llamamientos estadounidenses y han llegado a un acuerdo histórico y estratégico con China.

El CAI pone a Europa en comunicación y en una conexión cada vez más estrecha con lo que durante siglos fue “El Reino Medio”, es decir, una China que ha optado por reducir sus barreras ideológicas para abrir nuevos caminos de progreso económico y, con suerte, un desarrollo democrático.

Representantes franceses y alemanes estuvieron presentes en la firma del CAI.

Mientras Europa abría la “nueva Ruta de la Seda”, el país que dio origen a De Gasperi, uno de los padres fundadores de la Unión Europea, y a Marco Polo, protagonista de la apertura de la primera “Ruta de la Seda”, estuvo visiblemente ausente de la mesa de negociación.

 

* Copresidente del Consejo Asesor Honoris Causa. El Profesor Giancarlo Elia Valori es un eminente economista y empresario italiano. Posee prestigiosas distinciones académicas y órdenes nacionales. Ha dado conferencias sobre asuntos internacionales y economía en las principales universidades del mundo, como la Universidad de Pekín, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad Yeshiva de Nueva York. Actualmente preside el «International World Group», es también presidente honorario de Huawei Italia, asesor económico del gigante chino HNA Group y miembro de la Junta de Ayan-Holding. En 1992 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de la República Francesa, con esta motivación: “Un hombre que puede ver a través de las fronteras para entender el mundo” y en 2002 recibió el título de “Honorable” de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia.

 

Traducido al español por el Equipo de la SAEEG con expresa autorización del autor. Prohibida su reproducción.

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LOS HERODES ACTUALES

Marcelo Javier de los Reyes*

Líbrame Señor, del hombre perverso, defiéndeme del hombre violento, de los que en su corazón planean maldades y provocan discordias todo el día.

Salmo 140

 

El 28 de diciembre es la fecha en la que la cristiandad conmemora a los Santos Inocentes. En la época en que ocurrieron los hechos gobernaba en Palestina —región en la nació el cristianismo y desde la que se extendió al mundo— el Imperio romano. Palestina formaba parte de la provincia romana de Siria, conquistada por los romanos en el 64 a.C. Un año después, Jerusalén fue tomada y saqueada. Palestina gozó de una independencia limitada durante los reinados de Herodes el Grande (37-4 a.C.) y de su hijo Herodes Antipas (41-44 d.C.).

En el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo, el evangelista nos narra que Jesús nació en Belén, un pueblo de Judea en tiempos de Herodes (Mateo 2,1). Cuando unos sabios de oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron “dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer”, hecho que sabían que había ocurrido porque habían visto su estrella en el oriente y por el cual se dirigieron a esa ciudad para adorarlo, la pregunta alarmó al rey Herodes el Grande, quien convocó a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley para preguntarles dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le respondieron en Belén de Judea. Herodes agudizó su curiosidad y pidió a algunos sabios que se trasladaran a Belén para que lo informaran con precisión con el pretexto de que él quería adorarlo.

Mateo nos dice que los sabios encontraron al niño con su madre María pero que fueron advertidos en sueños de que no debían regresar para informarle a Herodes, por lo que regresaron a su país por otro camino (Mateo 2,9-12). Una vez que los sabios se marcharon, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo que tomara al niño y a su madre y que huyeran a Egipto, porque Herodes buscaría al niño para matarlo. Permanecieron en Egipto hasta la muerte de Herodes, quien al sentirse burlado por los sabios, ordenó matar a todos los niños menores de dos años de Belén y de todos sus alrededores.

Este evento que podemos leer en Mateo 2,16-18 es el que suele conocerse como la “masacre de los inocentes”. No es un hecho de poca importancia en la fe cristiana. En absoluto.

Resulta por demás ofensivo que por esos días, siguiendo lo propuesto por el presidente argentino Alberto Fernández, los legisladores nacionales debatieron sobre la ley del aborto, la cual aprobaron los senadores cuando se conmemoraba esa masacre.

Su aprobación significa que bajo el argumento de que “mi cuerpo es mi derecho”, muchos niños por nacer no nacerán. Muchos inocentes serán víctimas de ese “derecho” que no les da ningún derecho. Vidas destruidas por un derecho absolutamente subjetivo.

No obstante, cabe recordar que esta siniestra idea de matar niños por nacer fue previamente sugerida por el presidente Mauricio Macri, porque ni Cristina Fernández de Kirchner se animó a tanto. Pero la agenda global es la agenda global y no importa el color del gobierno, ambos, macristas y kirchneristas, la siguen al pie de la letra. No debemos engañarnos.

El sacerdote católico irlandés Malachi Martin (1921-1999), en su libro publicado a principios de la década de 1990, El último Papa, nos muestra un mundo que se parece al que asistimos. En su novela nos presenta un complot de miembros de la Iglesia, políticos y empresarios que, unidos por su pertenencia a la masonería, por su delirio globalista y por su sumisión al Maligno, procura establecer un gobierno mundial, en el que la Iglesia Católica abandone sus tradiciones y su misión para servir al poder global. Por ese entonces, tenían un fuerte enemigo al que deseaban hacer renunciar: el “papa eslavo”, como lo llama el autor.

Como otras novelas suyas, los hechos reales del mundo y de la Iglesia se mezclan entre los personajes, no siempre totalmente ficticios.

Es conocido donde se origina el plan de control demográfico pero vale aquí citar unos párrafos del libro:

“El documento de 1974, titulado oficialmente National Security Study Memorandum 200: Implications of Worldwide Population Growth for U.S. Security and Overseas Interests, pero conocido simplemente como NSSM 200, había determinado la política estadounidense para los treinta años siguientes”.

“Como documento básico, el NSSM 200 señalaba trece países cuyo papel sería estratégico como fuentes de materias primas para la seguridad estadounidense y como mercados importantes para mercancías y servicios occidentales. Las naciones en cuestión eran India, Paquistán, Bangladesh, Nigeria, México, Indonesia, Brasil, Filipinas, Tailandia, Egipto, Turquía, Etiopía y Colombia. La preocupación que se expresaba en dicho documento era que la tasa de crecimiento demográfico de dichos países se consideraba demasiado alta para su estabilidad”.

“Las recomendaciones del NSSM 200 eran simples y claras: ayuda financiera del gobierno de Estados Unidos a dichos países entre otros, a fin de aumentar el uso de anticonceptivos, abortos y esterilización de ambos sexos, y promover la investigación genética. En otras palabras, la premisa básica del NSSM 200 era que el control de la población en el extranjero era tan necesario para Estados Unidos, como la integridad de su propio territorio, o como su derecho a sus libertades fundamentales y a su viabilidad como nación soberana”.

“El NSSM 200 se entremezcló rápidamente con la textura de la política exterior estadounidense. El 26 de noviembre de 1976, mediante otro documento titulado National Security Decision Memorandum 314, conocido como NSDM 314, el presidente Ford convirtió el NSSM 200 en una guía obligatoria para todos los departamentos gubernamentales estadounidenses, incluido lo relacionado con el Departamento de Estado, la Tesorería, los ministerios de Defensa, Agricultura, Salud y Servicios Sociales, el Departamento de Desarrollo Internacional y el Consejo Presidencial de Economía. En consecuencia, Estados Unidos gastó más que todos los demás países unidos durante los años siguientes, para poner en práctica dicha política de control demográfico. Pero otros países comprendieron también la sensatez de cooperar en cierta medida. Junto a Estados Unidos, canalizaban aportaciones mediante el Fondo de Población de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Federación de Paternidad Planeada y un sinfín de organizaciones privadas”.

“Pero en los años noventa, a pesar de su innegable progreso, había llegado el momento de lanzar una política de control demográfico a gran escala. El próximo presidente, fuere quien fuese, debería asegurar la disponibilidad regular de materias primas de los países todavía no industrializados y la viabilidad de dichas naciones como mercados para los siete grandes gigantes industriales. Pero a fin de que dicho impulso venidero fuera viable, los estrategas estadounidenses debían superar las reticencias políticas de algunos de sus socios en el grupo de los siete grandes, para quienes el control demográfico era todavía un tabú político. Sencillamente, y a pesar del desdén oficial por la Roma papal, la política local convertía el consentimiento del sumo pontífice en indispensable para que los socios de Estados Unidos en el G-7 apoyaran la política de control demográfico, a la escala que los estrategas estadounidenses consideraban esencial”.

Kissinger fue secretario de Estado y consejero de Seguridad Nacional siendo Richard Nixon presidente. Foto AP.

De esa manera la seguridad nacional de los Estados Unidos estadounidense quedaba ligada al control sistemático de la población. De este modo puede comprenderse por qué las corporaciones se lanzaron al control global de las empresas de alimentos, al control de las semillas y a través de ellas de los propios grandes productores, dejando al margen a los campesinos que cultivaban para la subsistencia. Paralelamente, la Geopolítica era considerada una mala palabra por haberla asociado al Tercer Reich, pero de hecho se ponía en práctica.

Asimismo Malachi Martin explica detalladamente el uso que se les da a los nonatos, cómo se los clasifica y separa en partes como si fueran repuestos.

Lo que resulta incomprensible, quizás si uno no piensa mucho, es cómo los grupos de izquierda y dirigentes políticos con una retórica anti imperialista, apoyan el aborto siguiendo al pie de la letra los planes de la seguridad nacional estadounidense. Claro, hay que recordar que hay muchas fundaciones por detrás, las que mueven mucho dinero y tienen la posibilidad de comprar voluntades, o políticos de convicciones débiles pero con ciertas ambiciones económicas.

Los Herodes actuales son lo que propician la muerte de millones de niños sancionando leyes en contra de la vida y en detrimento de su Patria y de la fe de su población. Se trata de un asesinato y ya se ha escrito bastante acerca de su inconstitucionalidad, pues nuestra Carta Magna brinda garantías en favor de la vida.

Por otro lado, la mentira, porque nuestro país ya contemplaba el aborto en su Código Penal desde 1921.

Para mayor inri, en el mismo momento en que los legisladores votaban el ajuste para los jubilados, la Justicia autorizó a Cristina Kirchner a cobrar la pensión de Néstor Kirchner, a lo que suma los honorarios como vicepresidenta. Cabe recordar que el 13 de octubre de 2010, el Senado sancionó una ley que instauraba el 82% móvil para las jubilaciones pero, al día siguiente, la entonces presidente Cristina Kirchner la vetó.

Como alguien recordó por ahí “el sentido de la oportunidad es uno de los componentes de la prudencia, virtud esencial de quien gobierna, aunque no la única”.

Asistimos a una era en la que no valoramos la vida sino que propiciamos la muerte… y la de los que no pueden defenderse.

La cobardía y miserabilidad de la casta política es tal que sólo se animan a ir contra los que no se pueden defender: los niños por nacer y los ancianos.

 

* Licenciado en Historia (UBA). Doctor en Relaciones Internacionales (AIU, Estados Unidos). Director de la Sociedad Argentina de Estudios Estratégicos y Globales (SAEEG). Autor del libro “Inteligencia y Relaciones Internacionales. Un vínculo antiguo y su revalorización actual para la toma de decisiones”, Buenos Aires: Editorial Almaluz, 2019.

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